martes, 13 de diciembre de 2016

He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedos en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




UNA PROMESA CUMPLIDA  CONSTANTEMENTE

LA NECESIDAD Y LA POSIBILIDAD DEL BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO


Poco antes de ser recibido en el cielo, y después de haberles encomendado a sus discípulos la predicación del evangelio, Jesús les hizo este encargo tan solemne con respecto al comienzo de la gran obra que había puesto en sus manos: «He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedos en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto» (Lucas 24:49). No hay duda en cuanto a lo que Jesús quiso referirse con ‘la promesa de mi Padre’ que ellos debían esperar antes de empezar el ministerio que él les había encomendado; porque en Hechos 1:4, 5 leemos que Jesús «les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». 

Por tanto, ‘a promesa del Padre’, por medio de la cual debían ser investidos de poder, era el bautismo con el Espíritu Santo (compárese con Hechos 1:8). Cristo, pues, les encargó estrictamente a sus discípulos que no se atrevieran a emprender la obra a la cual los había llamado hasta que hubieran recibido, como preparación necesaria y esencial para la misma, el bautismo con el Espíritu Santo. Los hombres a quienes Jesús les dijo esto, sin duda, ya habían recibido una preparación muy completa para esa obra. Habían asistido a la escuela del propio Jesús por espacio de más de tres años. Habían oído de sus labios las grandes verdades que debían proclamarle al mundo. Habían sido testigos oculares de sus milagros, de su muerte y de su resurrección y estaban a punto de ser testigos oculares de su ascensión. La obra que debían acometer consistía simplemente en ir y proclamar lo que sus ojos habían visto y lo que sus oídos habían oído de labios de Jesús. ¿No estaban acaso totalmente preparados para emprenderla? Podría parecernos que sí. Sin embargo, en otras palabras Cristo dijo, «No. Están tan faltos de toda preparación que no pueden dar ni siquiera el primer paso. Existe una preparación adicional, tan esencial para un servicio eficaz, que tienen que quedarse en Jerusalén hasta que la reciban. Esa preparación adicional es el bautismo con el Espíritu Santo. Cuando lo reciban —y no antes— estarán preparados para comenzar la obra a la que los he llamado». Si Cristo no permitió que estos hombres —que habían recibido un entrenamiento tan excepcional e incomparable para acometer la obra a la cual habían sido llamados de manera tan clara y precisa— emprendieran esta tarea sin haber recibido también el bautismo con el Espíritu Santo, ¿vamos nosotros a emprender la obra a la que él nos ha llamado sin haber recibido el bautismo con el Espíritu Santo, además de toda la formación escolar que hayamos podido tener para llevarla a cabo? ¿No sería eso una audacia muy atrevida de nuestra parte? Pero esto no es todo. En Hechos 10:38 leemos de «cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo». Si escudriñamos los evangelios en busca de una explicación de estas palabras, la encontramos en Lucas 3:21, 22; 4:1, 14, 15, 18, 21. Vemos que cuando Jesús fue bautizado en el Jordán, mientras oraba, el Espíritu Santo descendió sobre él. Entonces, ‘lleno del Espíritu Santo’, tiene la experiencia de la tentación. Más adelante, ‘en el poder del Espíritu’, comienza su ministerio y dice de sí mismo que está ‘ungido para predicar’ porque ‘el Espíritu del Señor está sobre él’. En otras palabras, Jesús el Cristo, no asumió ninguna de las tareas propias del ministerio para el cual había venido a este mundo hasta que fue bautizado con el Espíritu Santo. Y si Jesucristo, que había sido concebido de manera sobrenatural por medio del poder del Espíritu Santo, que era el Hijo unigénito de Dios, que era divino, Dios verdadero de Dios verdadero, y aun así, verdaderamente hombre; si alguien como él, que ‘nos dejó ejemplo para que sigamos sus pisadas’, no se aventuró a comenzar el ministerio para el que el Padre lo había enviado hasta que fue bautizado con el Espíritu Santo, ¿nos atreveremos nosotros a hacerlo? Si a la luz de estos hechos confirmados, nos tomamos esa libertad, más que un atrevimiento, nuestra osadía parecería una ofensa. Muchos, sin duda, han actuado así por ignorancia, pero ¿podemos nosotros seguir alegando ignorancia?

El bautismo con el Espíritu Santo es una preparación absolutamente necesaria para servir a Cristo de manera eficaz en cualquier área del ministerio. Es posible que nuestro llamado a servir sea tan claro como el de los apóstoles, pero la obligación que se les impuso a ellos, también se nos impone a nosotros, a saber, que antes de comenzar ese servicio, tenemos que «esperar hasta ser investidos de poder desde lo alto». Esta investidura de poder tiene lugar por medio del bautismo con el Espíritu Santo. Hay, sin duda, algunos errores más grandes que estamos cometiendo actualmente, por ejemplo, el hecho de darles a ciertas personas la responsabilidad de enseñar en la escuela dominical, de hacer obra personal y hasta de predicar el evangelio, simplemente porque están convertidas y tienen cierto nivel educacional, incluyendo tal vez algún curso en una universidad o en un seminario, a pesar de que todavía no han sido bautizadas con el Espíritu Santo. Cualquier persona que esté realizando una obra cristiana sin haber recibido el bautismo con el Espíritu Santo, debe detener su obra donde está y no seguir adelante hasta que haya sido ‘investida de poder desde lo alto’. Pero, ¿qué será de nuestra obra mientras estamos esperando? Pues bien, ¿qué hizo el mundo en aquellos diez días durante los cuales los primeros discípulos estuvieron aguardando la venida del Espíritu Santo? Solo ellos conocían la verdad salvadora, sin embargo, en obediencia al mandato del Señor, permanecieron en silencio. El mundo ya no podía perder nada más. Pero cuando el poder descendió, aquellos hombres lograron en un día más de lo que habrían logrado en años si se hubieran atrevido a actuar desobedeciendo la orden de Cristo; y de igual forma, nosotros podremos hacer en un solo día, después de recibir el bautismo con el Espíritu Santo, mucho más de lo que nunca antes habíamos hecho sin su poder. Los días que empleamos en esperar, en caso de que fuera necesario, estarían bien empleados, pero según veremos más adelante, no es necesario que pasemos días esperando. Podemos afirmar que los apóstoles hicieron giras misioneras a lo largo de la vida de Cristo en este mundo antes de haber sido bautizados con el Espíritu Santo. ¡Es cierto!, pero eso ocurrió antes de la venida del Espíritu Santo y antes de recibir la orden de que «se quedaran en Jerusalén hasta que fueran investidos de poder desde lo alto». Después de estas cosas habría sido una desobediencia y un atrevimiento haber salido a predicar sin esa investidura, y este tiempo en el que nosotros vivimos ahora es posterior a la venida del Espíritu Santo y posterior a la orden de «quedarnos (quietos) hasta ser investidos».

Pasamos ahora a hablar acerca de la posibilidad del bautismo con el Espíritu Santo. ¿Es el bautismo con el Espíritu Santo para nosotros? La Palabra de Dios responde a esta pregunta de manera muy clara y explícita. En Hechos 2:39 leemos, «porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare». ¿Cuál es ‘la promesa’ a la que se hace referencia en este pasaje? En los versículos cuatro y cinco del capítulo anterior leemos: «(les mandó) … que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Además, en el versículo treinta y tres del capítulo segundo dice lo siguiente: «habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo». Al parecer, pues, está muy claro que ‘la promesa’ del versículo treinta y nueve tiene que ser la misma ‘promesa’ del versículo treinta y tres y la misma ‘promesa’ de los versículos cuatro y cinco del capítulo anterior; es decir, la promesa del bautismo con el Espíritu Santo. El contexto certifica plenamente esta conclusión: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa…». Por consiguiente, la promesa a la que alude este versículo es la promesa del don del bautismo con el Espíritu Santo. (Compárese Hechos 10:45 con Hechos 11:15, 16 para corroborar que el ‘don del Espíritu Santo’ es lo mismo que ‘el bautismo con el Espíritu Santo’). ¿Para quiénes es este don? –«Para vosotros», les dijo Pedro a los judíos a quienes estaba hablándoles en ese momento. Entonces, mirando más allá de ellos y refiriéndose a la próxima generación, dijo, «y para vuestros hijos». A continuación, pensando en los gentiles y en los judíos que formarían parte de la iglesia a través de todas las edades futuras de la historia, dijo, «para cuantos el Señor nuestro Dios llamare». 

El bautismo con el Espíritu Santo es para cada uno de los hijos de Dios en cada época de la historia de la iglesia. Si no poseemos ese bautismo de manera experimental es porque no lo hemos ‘tomado’ (la acepción exacta del verbo que aparece traducido como ‘recibir’ en el versículo 38 es tomar) posesión de lo que Dios ha provisto para nosotros en nuestro excelso Salvador (Hechos 2:33; Jn. 7:38, 39.) 

En una ocasión, un ministro del evangelio se acercó a mí después de una conferencia sobre el bautismo con el Espíritu Santo y me dijo, «la iglesia a la que pertenezco enseña que el bautismo con el Espíritu Santo fue solamente para la era apostólica». A lo cual respondí, «no importa lo que enseñe la iglesia a la que usted pertenece o a la que yo pertenezco. ¿Qué dice la Palabra de Dios?» Y leí Hechos 2:39: «para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare».

—¿Lo ha llamado él a usted?, —le pregunté.
—¡Por supuesto que sí!, —respondió.
—¿Es entonces la promesa para usted?, —insistí.
—Sí, lo es, —me dijo.

¡Y lo fue! Y lo es también para todos los hijos de Dios que leen estas páginas. ¡Qué emocionante es pensar que el bautismo con el Espíritu Santo, la investidura con poder desde lo alto sea para nosotros, y PARA MÍ individualmente! No obstante, ese pensamiento indescriptiblemente gozoso tiene su lado solemne. Si puedo ser bautizado con el Espíritu Santo, tengo que serlo. Si soy bautizado con el Espíritu Santo, serán salvas por medio de mí muchas almas que no serían salvas si no poseo ese bautismo. 

Entonces, si no estoy dispuesto a pagar el precio que exige este bautismo, y por ende, no soy bautizado con el Espíritu Santo, seré responsable delante de Dios de todas las almas que podrían haber sido salvas a través de mí, y no lo fueron por cuanto yo no estaba bautizado con el Espíritu Santo. Tiemblo a veces pensando en mis hermanos en la obra cristiana y en mí mismo. No porque estemos enseñándole a la gente algún error mortífero; hay algunos que sí lo hacen y son culpables de ello, pero no estoy refiriéndome a eso ahora. No es que no estemos enseñando toda la verdad tal como es en Jesús. 

Es preciso, sin embargo, confesar que hay muchos que, aunque no enseñan cosas que están claramente erradas, tampoco predican un evangelio completo, pero no me refiero a eso. Tiemblo por los que están predicando la verdad, la verdad tal como es en Jesús, la sencillez, la pureza y la plenitud del evangelio, pero están predicándolo «con palabras persuasivas de humana sabiduría» y no «con demostración del Espíritu y de poder» (1Co. 2:4), están predicándolo con la energía de la carne y no con el poder del Espíritu Santo. No hay nada más mortífero que el evangelio sin el poder del Espíritu. «La letra mata, mas el Espíritu vivifica». 

Es una tarea tremendamente solemne, predicar el evangelio ya sea desde el púlpito o de otros modos, porque la predicación del evangelio es un asunto de vida o muerte para los que la escuchan, y si es vida o es muerte depende en gran medida de si lo predicamos sin o con el bautismo del Espíritu Santo. Es imprescindible, pues, que seamos bautizados con el Espíritu Santo.

  Nota 1. Se alega a veces que el propósito del “bautismo con el Espíritu Santo” era impartir poder para hacer milagros y únicamente durante la era apostólica. Los que respaldan esta postura afirman que el bautismo con el Espíritu Santo iba seguido casi siempre de milagros. 

El carácter insostenible de esta posición se hace patente: 

(1) por el hecho de que el propio Cristo aseguró que el propósito del bautismo con el Espíritu Santo era impartir poder para testificar, no impartir poder especialmente para obrar milagros, (Hechos 1:5, 8; Lucas 24:48, 49). 

(2) El hecho de que Pablo enseñó claramente que había diversidad de dones, y que el ‘hacimiento de milagros’ no era más que una de las múltiples manifestaciones del bautismo con el Espíritu Santo, (1Co. 12:4, 8–10). 

(3) Por el hecho de que Pedro de manera muy clara afirma que ‘el don del Espíritu Santo’, ‘la promesa’, es para todos los creyentes en todas las generaciones (Hechos 2:38, 39), y si se compara Hechos 2:39 con Lucas 24:49; Hechos 1:4, 5; 2:33, y Hechos 2:38 con Hechos 10:45 y Hechos 11:15, 16, resulta obvio que cada una de estas dos expresiones, ‘la promesa’ y ‘el don del Espíritu Santo’, hace alusión al bautismo con el Espíritu Santo. 

Si consideramos el término “milagro” en su sentido más amplio y admitimos que se refiere a todo lo que ocurre por la acción de un poder sobrenatural, entonces es cierto que cada uno de los bautizados con el Espíritu Santo sí recibe un poder que no procede de su propia naturaleza, sino un poder sobrenatural, el propio poder de Dios. 

El resultado del bautismo con el Espíritu Santo más perceptible y esencial era su poder de convicción, de persuasión y de conversión (Hechos 2:4, 37, 41. Hechos 4:8–13. Hechos 4:31, 33. Hechos 9:17, 20–22). Al parecer, no hubo ninguna manifestación del poder de hacer milagros inmediatamente después del bautismo de Pablo con el Espíritu Santo, aun cuando más adelante él demostró ser un individuo especialmente dotado en este sentido, fue el poder para testificar que Jesús era el Hijo de Dios lo que Pablo recibió en relación directa con el bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 9:17, 20–22).

  Nota 2. Algunos enseñan que el bautismo con el Espíritu es para la iglesia en conjunto y no para el creyente individual, que el día de Pentecostés la iglesia entera fue bautizada y que, por consiguiente, es injustificable que los creyentes busquen y oren por un bautismo con el Espíritu. Sin embargo, las Escrituras refutan con toda claridad esta opinión. El relato de Pentecostés indica que «asentándose sobre cada uno de ellos» (Hechos 2:3). No sobre toda la iglesia colectivamente, sino sobre cada creyente en forma individual. Esta postura demuestra ser aún más insostenible dado el hecho de que los apóstoles solían preguntarles a las iglesias y a los creyentes individualmente si habían recibido el Espíritu Santo (Hecho 8:15, 16; 19:2) y en algunos casos descubrieron que no era así, con independencia de lo que la iglesia en conjunto pudiera haber recibido.

  Nota 3. Un eminente maestro bíblico hizo estos extraños comentarios sobre Hechos 8: «Si los samaritanos pudieron confiar y regocijarse en esa creencia durante algún tiempo sin las manifestaciones externas del don del Espíritu Santo, si nadie podía recibir este don a no ser por la imposición de las manos de un apóstol, ¿no es obvio que ha comenzado la época en la que el Espíritu ya no se hará presente por medio de sus extraordinarias manifestaciones? Los doce no podían recorrer el mundo para imponerles las manos a millones de personas». A lo cual respondemos, ¡no es para nada obvio! 

De hecho, ese planteamiento contradice la enseñanza clara de la Escritura. Lo que leemos en Hechos 19:1–6 ocurrió mucho después (tal vez 17 años más tarde) de lo que aparece registrado en Hechos 8:12–16. Es más, aunque los samaritanos sí ‘confiaron y se regocijaron en esa creencia durante algún tiempo sin el don del Espíritu Santo’, era tan importante que lo tuvieran que esa fue la primera y principal ocupación de los apóstoles al llegar a aquel lugar. Por otra parte, la pregunta contiene una afirmación que es contraria a la realidad, a saber, que «el Espíritu no puede recibirse a no ser por la imposición de las manos de un apóstol». En el caso de Saulo de Tarso, fue ‘cierto discípulo’ el que le impuso las manos (Hechos 9:10, 17, LBLA). En el caso del hogar de Cornelio no hubo ninguna imposición de manos (Hechos 10:44). Alguien podría decir, sin embargo, que ‘estos ejemplos son excepcionales’ porque para algunas personas todo lo que no concuerda con una teoría preconcebida es excepcional. Es más, esta posición contradice rotundamente lo que Pedro declara en Hechos 2:39. 

El escritor al que se hizo referencia anteriormente continúa diciendo, «no hay ningún indicio de que los romanos tuvieran este don particular, y lo mismo es cierto con respecto a las demás iglesias». Cualquiera que imagine que eso es así, por favor lea Ro. 12:6–8; 1Co. 12:7–13, 28–31; Gá. 3:2 (Pablo se refiere aquí a una experiencia clara y consciente que consiste en recibir el Espíritu Santo como prueba de que a Dios le agrada «el oír con fe»); Ef. 1:13, 14; 4:7, 11. 

Por tanto, muy lejos de ser obvio que «el don no estaba destinado a ser universal ni permanente», no hay duda de que sí estaba destinado a ser universal y permanente, y que los seres humanos no entran en posesión de él a causa de su incredulidad. Es increíble la cantidad de teorías que se han propuesto para aliviar las consciencias de los que se sienten perturbados por la inmensa grieta que existe entre su experiencia y la clara enseñanza del Libro de los Hechos. Un modo mejor de aliviar sus consciencias sería averiguar las condiciones y hacer propia esta bendita experiencia.

Hay sobradas experiencias en la actualidad que confirman la enseñanza de la Palabra en este sentido. Mientras que muchos han tratado de elaborar algún método exegético ‘sutil’ para ‘justificar’ el aparente significado de la Biblia; otros simplemente han creído lo que dice, y saben, por la prueba irrefutable de la experiencia, que un hijo de Dios puede ‘ser bautizado con el Espíritu Santo’ ahora, y saben también que sí ‘reciben poder después que el Espíritu Santo ha venido sobre’ él. Dios permita que el lector de este estudio pueda reclamar para él esta gloriosa ‘primogenitura’ de los hijos de Dios. Las verdades perfeccionadoras de la experiencia de fe trascienden incalculablemente las refinadas sutilezas de la exégesis incrédula.

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lunes, 12 de diciembre de 2016

Quedaos... hasta que seáis investidos de poder desde lo alto... ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




No tener una idea clara y definitiva de lo que es

EL BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO: QUÉ ES Y QUÉ HACE


A pesar de lo mucho que se dice en la actualidad acerca del bautismo con el Espíritu Santo, es de temer que un gran número de personas que hablan acerca de este tema y oran para recibir ese bautismo, no tienen una idea clara y definitiva de lo que eso significa. Pero la perspectiva que nos ofrece la Biblia con respecto a esta maravillosa bendición, si se estudia con cuidado, sí es perfectamente clara y notablemente definitiva.

1. Lo primero que descubrimos es que en la Biblia se le dan distintos nombres a esta única experiencia. En Hechos 1:5, Jesús dijo: «Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». En Hechos 2:4, cuando tuvo lugar el cumplimiento de esta promesa, leemos que «fueron todos llenos del Espíritu Santo». En Hechos 1:4, se alude a la misma experiencia como ‘la promesa del Padre’ y en Lucas 24:49 como ‘la promesa de mi Padre’ y se habla además de ser ‘investidos de poder desde lo alto’. Al comparar Hechos 10:44, 45, 47 con Hechos 11:15, 16, vemos que las expresiones ‘el Espíritu Santo cayó sobre ellos’, ‘el don del Espíritu Santo’ y ‘han recibido el Espíritu Santo’ son equivalentes a ser ‘bautizados con el Espíritu Santo’.

2. En segundo lugar, observamos que el bautismo con el Espíritu Santo es una experiencia clara y podemos saber si la hemos recibido o no. Esto se deduce del mandato de nuestro Salvador a los apóstoles, «Quedaos en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto» (Lucas 24:49). Si esta investidura de poder, o bautismo con el Espíritu Santo, no fuera una experiencia tan clara que uno pudiera saber a ciencia cierta si la ha recibido o no, ¿cómo podían ellos determinar si el tiempo que debían quedarse en la ciudad había llegado a su fin? Eso mismo se infiere de la pregunta tan concluyente que les hace Pablo a los discípulos en Éfeso, «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?» (Hechos 19:2). Pablo obviamente esperaba como respuesta un ‘sí’ o un ‘no’ categóricos. A menos de que se trate de una experiencia clara y definitiva, y por esa razón, uno pueda saber si la ha recibido o no, ¿cómo podían estos discípulos responder a la pregunta de Pablo? De hecho, ellos sabían que no habían ‘recibido’, o que no habían sido ‘bautizados con’ el Espíritu Santo, y poco tiempo después sí supieron que habían ‘recibido’, o que habían sido ‘bautizados con’ el Espíritu Santo (Hechos 19:6). Pregúntenles a muchos de los que oran actualmente para que Dios los bautice con el Espíritu Santo, «Hermano, ¿recibiste lo que pedías? ¿Fuiste bautizado con el Espíritu Santo?», y verán que se quedan boquiabierto. No esperaba una pregunta tan definitiva para que pudiera responder directamente con un ‘sí’ o con un ‘no’. Sin embargo, en la Biblia no encontramos nada de la vaguedad e indefinición con respecto a este asunto que sí se hacen patentes en gran parte de nuestras oraciones y predicaciones contemporáneas. La Biblia es un libro muy claro. Es muy claro en cuanto a la salvación, tan claro que un individuo que conoce su Biblia puede responder directamente ‘sí’ o ‘no’ cuando le preguntan si es salvo. Es también claro en lo que se refiere al ‘bautismo con el Espíritu Santo’, tan claro que un individuo que conoce su Biblia puede responder directamente ‘sí’ o ‘no’ si le preguntan: «¿Has sido bautizado con el Espíritu Santo?». Tal vez haya algunos que sean salvos y no lo sepan, porque no entienden sus Biblias, pero tienen el privilegio de saberlo. Y asimismo, es posible que haya algunos que han sido bautizados con el Espíritu Santo y no conocen el nombre que la Biblia le da a la experiencia que ha tenido lugar en ellos, pero tienen ese privilegio.

3. El bautismo con el Espíritu Santo es una obra del Espíritu Santo independiente y distinta de su obra de regeneración. Ser regenerado por el Espíritu Santo es una cosa, pero ser bautizado con el Espíritu Santo es algo diferente, algo adicional. Esto se desprende de Hechos 1:5, donde leemos que Jesús dijo, «Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Hasta ese momento, los apóstoles aún no habían sido ‘bautizados con el Espíritu Santo’, pero ya habían sido regenerados, de lo cual el propio Jesús había dado testimonio en Juan 15:3 cuando les dijo, «Ya vosotros estáis limpios por la Palabra» (compárese con Stg. 1:18; 1 Pe. 1:23) y en Juan. 13:10, «Vosotros limpios estáis, aunque no todos», y se vale de la frase ‘aunque no todos’ para excluir de la declaración general ‘vosotros limpios estáis’, al único hombre de la compañía apostólica que no estaba regenerado, Judas Iscariote (Véase Juan 13:11). Los apóstoles, con excepción de Judas Iscariote, ya eran en ese entonces hombres regenerados, pero todavía no estaban ‘bautizados con el Espíritu Santo’. De esto se infiere que la regeneración es una cosa y que el bautismo con el Espíritu Santo es algo diferente, algo adicional. Podemos estar regenerados y aún no haber sido bautizados con el Espíritu Santo. Esto mismo se hace claramente patente en Hechos 8:12–16. En este pasaje leemos acerca de un grupo de creyentes que habían sido bautizados. No cabe duda de que entre todos estos creyentes bautizados, había algunos que habían sido regenerados. Sin embargo, el pasaje nos informa que cuando Pedro y Juan llegaron, «oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo, (porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos)». Es obvio, pues, que un individuo puede ser creyente, y puede haber sido regenerado, y aun así, no haber recibido el bautismo con el Espíritu Santo. En otras palabras, el bautismo con el Espíritu Santo es algo diferente de su obra regeneradora y adicional a ella. No todos los regenerados tienen el bautismo con el Espíritu Santo, aunque como veremos más adelante, cada individuo regenerado puede tener este bautismo. Todo aquél que haya experimentado la obra regeneradora del Espíritu Santo es salvo, pero no está apto para el ministerio hasta que, además de la salvación, haya recibido el bautismo con el Espíritu Santo.

Pero si bien es cierto que el bautismo con el Espíritu es una operación del Espíritu Santo independiente y distinta de su obra regeneradora, puede ocurrir, y a menudo ocurre, simultáneamente con ella. Una persona puede ser bautizada con el Espíritu en el mismo instante en que es regenerada. Eso fue lo que sucedió en el hogar de Cornelio y lo que sucede también en muchos casos en la actualidad, y ese sería el caso de todos los creyentes si la condición de la iglesia fuera perfectamente normal. La expectativa de los apóstoles era que cuando las personas se convirtieran y fueran regeneradas, recibieran también el bautismo con el Espíritu Santo en forma instantánea y estuvieran preparadas para comenzar a servir inmediatamente. (Ef. 1:13; Hechos 2:38; 1Co. 12:13; Hechos 8:15, 16; 9:17; 19:2). En algunos casos, como en Éfeso, (Hechos 19:1–6) y en Samaria, (Hechos 8:12–16), dado que la instrucción que habían recibido no era adecuada, o por otras razones, no ocurrió así. La condición vigente en Éfeso y en Samaria es, al parecer, la misma condición que predomina en este tiempo, y por tanto, tenemos que andar preguntando como Pablo en Éfeso, “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2), e insistiendo en que la regeneración no es suficiente, que los creyentes también tienen que ser bautizados con el Espíritu Santo.

4. El bautismo con el Espíritu Santo siempre está relacionado con el testimonio y el servicio. Analicen con cuidado cada pasaje en el que se hace mención del bautismo con el Espíritu Santo y verán que se relaciona con, y que tiene por objetivo, el testimonio y el servicio. (Por ejemplo, Hechos 1:5, 8; 2:4; 4:31, 33). Esto se pondrá claramente de manifiesto cuando entremos a considerar qué hace el bautismo con el Espíritu Santo. El bautismo con el Espíritu Santo no es una experiencia que Dios nos concede con el único fin de que nos sintamos felices. Si bien es cierto que esa experiencia llena nuestra vida de un gozo que nunca antes habíamos conocido, ese no es su objetivo principal. La intención del bautismo con el Espíritu no es hacernos felices sino eficientes. No debemos anhelar ni buscar experiencias extáticas, sino poder y eficiencia para servir a Dios. 

El propósito primordial del bautismo con el Espíritu Santo no es ni siquiera limpiarnos del pecado, sino llenarnos de poder para servir. Hay una corriente de enseñanza teológica, propuesta por un grupo de personas muy sinceras aunque erradas, que ha causado que toda la doctrina del bautismo con el Espíritu Santo caiga en descrédito. La enseñanza consiste en lo siguiente: Primera proposición —existe una experiencia adicional (o segunda bendición) posterior a la regeneración, a saber, el bautismo con el Espíritu Santo. Esta proposición es cierta y puede probarse fácilmente en la Biblia. Segunda proposición —este bautismo con el Espíritu Santo se recibe en forma instantánea. Esta proposición también es cierta y también puede demostrarse fácilmente en la Biblia. Tercera proposición —este bautismo con el Espíritu Santo es la erradicación de la naturaleza pecaminosa del ser humano. Esta proposición es falsa. No existe ni una sola frase en las Escrituras que pueda presentarse como prueba de que el bautismo con el Espíritu Santo es la erradicación de la naturaleza pecaminosa del hombre. Por lo tanto, la conclusión de que “la naturaleza pecaminosa puede ser instantáneamente erradicada”, que se desprende de estas tres proposiciones, dos ciertas y una falsa, es necesariamente falsa.

El bautismo con el Espíritu Santo no tiene como objetivo la limpieza del pecado, sino que es la de capacitar al creyente para el servicio. Esa es, más bien, la obra del Espíritu Santo. Aparte de eso, hay una obra del Espíritu Santo que consiste en fortalecer con poder al creyente en el hombre interior, «para que Cristo habite en su corazón por la fe… y sea lleno de toda la plenitud de Dios» (Ef. 3:16–19). Otra obra del Espíritu Santo es hacer que el creyente sea «librado de la ley del pecado y de la muerte» (Ro. 8:2) y de ese modo, a través del Espíritu, el creyente «hace morir las obras de la carne» (Ro. 8:13). Tenemos, pues, el privilegio de andar así, día a día y hora tras hora, en el poder del Espíritu, para que la naturaleza carnal permanezca muerta. Pero esto no es el bautismo con el Espíritu Santo, ni tampoco lo es la erradicación de la naturaleza pecaminosa. La erradicación de la naturaleza pecaminosa no es obra de un instante, sino que es algo que requiere un esfuerzo continuo. «Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gá. 5:16).

Aunque insistimos en que el propósito principal del bautismo con el Espíritu Santo es llenar de poder al creyente para que pueda servir, debemos añadir que el bautismo va acompañado de una gran elevación moral. 

Debe producir, y habitualmente produce, una transformación en la vida y en el ministerio (véanse Hechos 2:44–46; 4:31–35). Debido a los pasos que tenemos que dar para obtener esta bendición, tiene que ser necesariamente así. Más allá de esto, no podemos olvidar que una de las promesas con respecto a este tema dice lo siguiente: «Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego» (Mt. 3:11). Cuando observamos el contraste que, al parecer, pretende establecerse entre el fuego aquí y el agua en la primera parte del versículo, es difícil no llegar a la conclusión de que en estas palabras, en parte, se hace referencia al poder purificador del fuego. De ser así, entonces el bautismo con el Espíritu Santo, que es principalmente un proceso de energización, es también un proceso revelador, perfeccionador, arrollador e iluminador —un proceso que nos hace rebosar de amor a Dios, amor a los seres humanos y amor a las almas.

5. Para alcanzar una visión más clara y más plena de lo que es el bautismo con el Espíritu Santo, debemos observar lo que hace este bautismo. Hechos 1:8 lo expresa concisamente de la siguiente manera: «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…». El bautismo con el Espíritu Santo imparte ‘poder’, poder para servir. Este poder, sin embargo, no se manifiesta de la misma forma en todas las personas. En 1Co. 12:4–13 encontramos una explicación muy clara al respecto, «ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere». Cuando comencé mis estudios sobre el bautismo con el Espíritu Santo, observé que en muchos casos los que recibían este bautismo ‘hablaban en lenguas’, y aquello suscitaba dudas a menudo en mi mente: Si un individuo es bautizado con el Espíritu Santo, ¿no debería hablar en lenguas? Pero como no vi que nadie lo hiciera, solía preguntarme, ¿Existe alguien en la actualidad que realmente esté bautizado con el Espíritu Santo? Sin embargo, este capítulo 12 de 1 Corintios me aclaró el asunto, especialmente cuando llegué a la pregunta que Pablo les hizo a los que habían sido bautizados con el Espíritu Santo, «¿hablan todos lenguas?» (1Co. 12:30). Aun así, caí en otro error, a saber, que todo el que recibiera el bautismo con el Espíritu Santo, recibiría poder para desempeñarse como evangelista, o como predicador de la Palabra. Esta conclusión se opone también a la enseñanza del capítulo en cuanto a que «hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo». De hecho, son tres los males que surgen del error recientemente mencionado. El primero es la decepción, porque hay muchos que buscan el bautismo con el Espíritu Santo con la esperanza de recibir poder para hacer las tareas propias de un evangelista, pero como Dios no los ha llamado a esa obra, el poder que se deriva del bautismo con el Espíritu Santo se manifiesta en ellos de otra manera. Ha habido muchas personas amargamente decepcionadas y casi desesperadas por esta causa. El segundo mal es más grave que el primero, la presunción. Este es el caso del individuo a quien Dios no ha llamado a hacer obra de evangelista o de ministro, y a pesar de ello, se lanza a hacerla porque ha recibido, o cree haber recibido, el bautismo con el Espíritu Santo. Otros han dicho, «Lo único que un hombre necesita para ser un predicador exitoso es el bautismo con el Espíritu Santo». Eso, sin embargo, no es cierto. Necesita un llamado para hacer esa obra específica y necesita el estudio de la Palabra de Dios que lo preparará para esa obra. El tercer mal es todavía mayor, la indiferencia. Hay un gran número de personas que saben que no han sido llamadas por Dios para predicar. Por ejemplo, una mujer que tiene a su cargo numerosos hijos, lo sabe. Si aun así, piensa que el bautismo con el Espíritu Santo simplemente imparte poder para predicar, este asunto no despertará su interés. Sin embargo, cuando entendemos la verdad de que, aunque sí es cierto que el bautismo con el Espíritu imparte poder, el modo en que ese poder se manifiesta depende de la obra para la que Dios nos ha llamado, y que ninguna obra puede realizarse eficazmente sin él, entonces esa madre se dará cuenta de que ella, al igual que el predicador, necesita este bautismo —lo necesita para realizar la más importante y santa de todas las tareas, a saber, criar a sus hijos ‘en disciplina y amonestación del Señor’. Conocí recientemente a una madre muy feliz. Hace unos meses oyó hablar del bautismo con el Espíritu Santo, lo buscó y lo recibió. —«¡Oh!», exclamó gozosa mientras me contaba la historia, «desde que lo recibí he podido adentrarme en los corazones de mis hijos, lo cual nunca antes me había sido posible».
Es el propio Espíritu Santo el que decide de qué manera se manifestará el poder en cada caso «repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1Co. 12:11). Tenemos derecho a «procurar los dones mejores» (1Co. 12:31), pero el Espíritu Santo es soberano. Es él, y no nosotros, quien ha de decir la última palabra. No es tarea nuestra, pues, elegir algún don, y entonces esperar que el Espíritu Santo nos imparta el don que hemos elegido; no nos corresponde a nosotros escoger un área de servicio y luego esperar que el Espíritu Santo nos imparta poder en esa área que nosotros, y no él, hemos escogido. Nuestro deber, más bien, es reconocer la divinidad y la soberanía del Espíritu, y entregarnos sin reservas a su voluntad; mientras que su tarea es elegir el don que ‘él quiere’ e impartírnoslo, escoger el área que ‘él quiere’ y otorgarnos el poder que nos preparará para servir en esa área que él ha escogido. En una ocasión conocí a un hijo de Dios, que, al oír hablar del bautismo con el Espíritu Santo y el poder que se derivaba de él, abandonó con mucho sacrificio el trabajo secular al que se dedicaba y empezó a desarrollar la labor de evangelista. Pero el poder que esperaba recibir en esa área de servicio no llegó y el hombre se vio sumido en grandes dudas y tinieblas, hasta que le fue revelado que el Espíritu Santo reparte «a cada uno en particular como él quiere». Renunció, pues, a escoger su propia área de servicio y sus dones, y se puso a disposición del Espíritu Santo para que fuera él quien lo escogiera. El resultado final fue que el Espíritu Santo sí le impartió a ese hombre poder para que se desempeñara como evangelista y predicador de la Palabra. Tenemos, pues, que rendirnos absolutamente al Espíritu Santo para que él obre en nosotros como él quiera.
Pero, aun cuando el poder que acompaña al bautismo con el Espíritu Santo se manifieste de diferentes formas en los distintos individuos, todos tendrán poder. Cada vez que un ser humano es bautizado con el Espíritu Santo, entra en posesión de un nuevo poder, un poder que no es suyo, sino ‘el poder del Altísimo’. En la biografía religiosa abundan los ejemplos de personas que hicieron todos los esfuerzos posibles por desarrollar bien su labor hasta que un día les fue revelado que existía una experiencia como la del bautismo con el Espíritu Santo, y la buscaron y la obtuvieron. A partir de ese momento, su ministerio fue visitado por un poder nuevo que transformó por completo la naturaleza de la actividad que desarrollaban. Finney, Brainerd y Moody son solo algunos casos concretos entre muchos. Esta experiencia, sin embargo, no está limitada a algunos hombres excepcionales, ejemplos así son cada vez más comunes. El escritor ha conocido y ha mantenido correspondencia con cientos de personas durante los últimos doce meses, las cuales testifican claramente del poder que Dios les ha concedido por medio del bautismo con el Espíritu Santo. El ministerio de estos cientos de individuos de ambos sexos abarcaba todas las ramas del servicio cristiano. Muchos de ellos eran ministros del evangelio, otros eran misioneros, otros secretarios de la ‘Asociación cristiana de jóvenes’ (YMCA sus siglas en inglés), otros se desempeñaban como maestros de escuela dominical, otros eran simples obreros, y otros desarrollaban sus actividades como padres y madres de familia. Nada podría superar la claridad, la confianza y el gozo de muchos de estos testimonios. Lo que para algunos no es más que una promesa en las palabras de Cristo muchos otros lo poseen, y todos podemos poseerlo, como una experiencia gozosa, «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo».

6. En Hechos 4:31 leemos de otro resultado, aunque estrechamente relacionado, del bautismo con el Espíritu Santo: «… todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios». El bautismo con el Espíritu Santo imparte a los que lo reciben una libertad y una valentía nuevas para testificar de Cristo. El propio Pedro, que antes de su bautismo con el Espíritu Santo, se amilanó cuando una criada del palacio lo acusó de ser uno de los discípulos de Jesús (Jn. 18:17), después de recibir ese bautismo, se enfrentó al mismo concilio que había condenado a muerte a Jesús y dijo, «el Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero» (Hechos 5:30). La timidez natural y las limitaciones que caracterizan a muchas personas se desvanecen cuando el Espíritu Santo las llena, y con gran denuedo, libertad y valentía dan testimonio de Cristo.

7. El bautismo con el Espíritu Santo hace que el individuo que lo recibe se dedique a Dios, a Cristo y a las cosas espirituales. El día de Pentecostés, los hombres y las mujeres a quienes el Espíritu había llenado hablaron de «las maravillas de Dios» (Hechos 2:11). Todo el sermón de Pedro aquel día trató acerca de Cristo, y especialmente de su resurrección (Hechos 2:22–36, compárese también con Hechos 4:8–10, 31, 33). Una vez que el Espíritu Santo llenó a Saulo de Tarso, este «en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas» (Hechos 9:17, 20). En cuanto Cornelio y su casa fueron bautizados con el Espíritu Santo, comenzaron inmediatamente a «magnificar a Dios» (Hechos 10:44–46). Los que son bautizados con el Espíritu Santo no hablan mucho de sí mismos, hablan muchísimo de Dios y en especial de Cristo. Esto, obviamente, no puede ser de otro modo porque el oficio del Espíritu es «dar testimonio de Cristo» y «glorificarlo» (Jn. 15:26; 16:14). Pablo dice que cuando somos ‘llenos del Espíritu Santo’, comenzamos a hablar «entre nosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestros corazones» (Ef. 5:18, 19). Las canciones mundanas pierden su encanto para todo aquel que sea bautizado con el Espíritu Santo porque ahora su única ocupación es Cristo.

Para resumir diremos que cuando el creyente recibe el bautismo con el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios hace su morada en él, toma posesión de sus facultades, le imparte dones que no poseía por naturaleza, pero que lo capacitan para el área de servicio a la que Dios lo ha llamado.

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sábado, 10 de diciembre de 2016

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. A PROPÓSITO DE LA NAVIDAD

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



LA NAVIDAD Y LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
NAVIDAD
EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO

EL NACIMIENTO PROFÉTICO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA DEL MUNDO Y PUEDE CAMBIAR SU VIDA

Feliz Navidad porque nuestro Dios ha enviado a Su Hijo que se ha hecho hombre y ha venido de Su Reino eterno a nuestro mundo finito para salvarnos de este mundo y de la muerte, para que tengamos acceso, por la fe en Su obra, al Reino de Dios por la eternidad, si recibimos a Jesucristo en nuestro corazón, el niño que cumplió la profecía: ...Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz... Isaías 9:6. Pocos textos en la Biblia son tan claros y explícitos como éste sobre el nacimiento profético y la naturaleza del Mesías. Yahshua, Jesucristo el Hijo de Dios, Yahweh.
En este estudio sobre la Navidad, sobre el nacimiento de Jesucristo y su repercusión en la humanidad, veremos varios apartados. Primero veremos los Textos sobre el nacimiento de Jesús, seguido de la historia de la Navidad y las tradiciones. Luego pasaremos a un apartado dedicado a las profecías que cumplió Jesús en Su nacimiento, y finalmente una tabla comparativa donde de un solo vistazo podemos ver la siguiente información fundamental dividida en tres columnas: La historia Bíblica y su paralelismo con la historia de la vida de Jesús; la vida de Jesús de Nazaret y su paralelismo con la historia del hombre, "La Navidad de Jesucristo", y la repercusión del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús en la historia del hombre. Jesucristo ha sido concebido en nuestra alma por el Espíritu Santo, para nacer, para que nazcamos de nuevo. Toda la historia de Jesucristo tiene un enfoque hacia el hombre, "...pues por nosotros se escribió... 1Corintios 9:10, y por nosotros nació, murió y resucitó Jesucristo". ¿Es Navidad en su alma, María?.

TEXTOS BÍBLICOS DEL NACIMIENTO DE JESUCRISTO
MIQUEAS 5
2Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
 
MATEOCAPÍTULO 1
NACIMIENTO DE JESÚS LLAMADO EL CRISTO
18El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
La virgen María simboliza toda alma en la que nace Cristo por ser engendrado del Espíritu. Ella, cualquiera de nosotros,  no se considera digna. No tiene este engendramiento procedencia de José, quien representa nuestra carne, porque Cristo nace en nosotros por la fe y no por nuestras obras de la carne, nuestra moral, o nuestros esfuerzos de justicia.
19José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
José, nuestra carne, no usa normalmente la mente para las cosas de Dios, sino para racionalizar y explicar científicamente como funcionan las cosas. Por eso quiso dejar a María secretamente, ya que, como diríamos hoy: ¿En qué cabeza cabe la mente de Cristo? Es necesario nacer de nuevo para asimilar que uno tiene que negarse a si mismo.
20Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.  21Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
No temas recibir a Cristo en tu alma, porque el es EMANUEL, Dios con nosotros. Así está profetizado que el Cristo nacería dela Virgen. Isaías 7:14.
22Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. 24Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.  25Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Primero llama la atención el nombre del hijo de José y María, el ángel indica Emanuel que es Dios con nosotros, y al nacer le llamaron Yeshua o Yahshua, que es Salvación de Dios, y la salvación ¿para quien es?: para nosotros, es decir que el nombre de Jesús era en realidad: Dios nuestro Salvador, esto es lo que era este niño que venía al mundo. Yah-Shua, como Yah-Weh. Hay otras raíces del nombre de Dios en el Tetragramatón YHWH que también son parte de Su nombre.
También vemos que el Señor nos avisa de Sus planes para con nosotros a través de los sueños. Pero José no conoció a María; esto es: no tuvo relación matrimonial hasta que nació Jesús; que el hombre no conoce al Señor hasta que la semilla del Evangelio no da el fruto en nuestra alma y cambia nuestra mentey nos hace nacer del Espíritu, y este fruto es Jesucristo.

MATEO: CAPÍTULO 2
LA VISITA DE LOS MAGOS
1Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes
El Mesías viene al mundo en pleno reinado de Satanás sobre los hombres. De igual modo ocurre cuando viene a cualquier persona hoy día.
vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Aquellos que tienen espíritu de sabiduría y también aquellos que tienen  potestades de los aires con ellos, vienen a adorar a Aquel que es Rey de los espíritus. También representa que los sabios del mundo reconocerán en nosotros la sabiduría de Dios, que es superior a la humana.
3Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Se turba el diablo cuando ya ve que se le acaba el tiempo en un alma porque Cristo ha nacido en ella. Y toda Jerusalén con él, simboliza a todos los hombres de religión en el mundo que saben que con sus obras no pueden justificarse ante Dios, que ha llegado el día del Señor.
4Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.  5Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
El nacimiento del Mesías está profetizado en La Biblia y los Judíos lo sabían y lo saben. Es dureza de corazón no aceptarle, aunque ya hay muchos Judíos Mesiánicos que han aceptado al Mesías que había de venir, a Yahshua llamado el Cristo.
6tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador,que apacentará a mi pueblo Israel. 7Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;  8y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.  9Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.  10Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.  11Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Los magos, también llamados sabios, son aquellos del mundo que están buscando la verdad de Dios, y que con sus conocimientos, a veces entrando en ocultismo y otras abominaciones, se dan cuenta de que el que está delante de toda la creación es el Dios de los espíritus. Por ello estos hombres vienen a adorar, honrar y glorificar a Dios en Su Hijo Jesús, mandado para la salvación del mundo. Ellos le ofrecen todo lo más preciado y significativo para un rey: oro representando sus riquezas espirituales, sus experiencias de sus vidas, incienso: sus oraciones para conocer a Dios, y mirra: la amargura de sus vidas sin Dios. Un poco los que experimentaría nuestro Señor, el oro que es la riqueza de un Rey, en este caso el Rey de reyes, incienso su ministerio del Sacerdocio de la intercesión por amor a los hombres, y la amargura de la mirra en aquellas almas que le aborrecen por ser lleno de bondad y amor espiritual, las almas que se pierden y el sufrimiento de Su pasión, ...le dieron a beber vino mezclado con mirra. Marcos 15:23.
12Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
MATANZA DE LOS NIÑOS
13Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. 14Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,
He aquí José, un alma que ya tiene a Cristo dentro de sí, porque le ha aceptado en su corazón; que tome al niño y a su madre, o sea que lleve consigo en María, su alma, y al niño, que es Cristo. Le es indicado por el Señor que vaya a Egipto, en otras palabras, que vaya a seguir viviendo en el mundo, como uno más, para que confíe en que el Señor le irá dando sabiduría, señales y enseñanza, para su vida acompañado de Dios y ser luz para los demás, trayéndoles a Aquel que Es la Luz del mundo.
Que no nos apartemos de los demás que aun no creen, ya que si lo hacemos, los aborrecemos, y Cristo precisamente quiere que no dejemos de estar en contacto con los que aun están muertos al Espíritu. Porque he aquí que el diablo busca formas para que aborrezcamos a los que no tienen fe. También intenta influenciar a aquellos que ahora ven a Dios para que se consideren la élite y los perfectos. Nada que ver con el comportamiento de Cristo que se mezcla con los pecadores para salvarlos, sin pecar, y dando el ejemplo a seguir.
15y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo. 16Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos.  17Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: 18 Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron. 19Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño.  
Cuando ha muerto el rey Herodes, que representa a Satanás o mejor dicho, cuando el diablo deja de tentar a un alma que acaba de recibir a Jesús, como tentó a Cristo, entonces recibe la instrucción de ir a Israel, es decir a ser parte del Pueblo Espiritual de Dios, la Iglesia: Aquellos que han recibido a Jesucristo, el Hijo de Dios, El Mesías. También veremos a Jerusalén como ciudad donde se predica ya al Mesías por los Judíos Mesiánicosporque los Judíos ya comienzan a reconocer a Yahshua como el Mesías prometido, conforme a la profecía de Romanos 11.
21Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.  22Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea,  23y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado Nazareno.

LUCAS: CAPÍTULO 2
8Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
También hoy podemos interpretarlo del siguiente modo: Había en la región guías del pueblo de Dios que aguardaban las buenas noticias del Mesías, para bendecir a aquellas personas que aprendían con ellos las cosas de Dios. Hoy esos mismos pastores esperan también la venida de Cristo en los corazones de aquellos a los que predican.
9Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Día de gran gozo en el Cielo y en la tierra. Esto es lo que se debe celebrar en Navidad, aunque no coincida con la fecha real; este es el mensaje que debemos llevar a nuestro prójimo para que Dios toque sus corazones y para la Gloria de Dios.
15Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
Todos los que oyen el mensaje de predicación se maravillan. 
19Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.

María y cualquier alma, al conocer a Cristo y sobre Cristo, medita atónita sobre El que ha nacido en su corazón.
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Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. A PROPÓSITO DE LA NAVIDAD

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




SUKKOT-FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
EL AGRADO DE CRISTO

La fiesta de los Tabernáculos "Sukkot" es la tercera y última de las tres Santas Convocaciones que el Señor pide al discípulo. Como podemos ver en LA PASCUA "Pesach" que inicia la fiesta de los Panes sin levadura "Hag HaMatzah" terminando con las Primicias "Bikkurim" y en la fiesta de PENTECOSTÉS, "Shavuot" culminando con los Tabernáculos tras el día de la Expiación "Yom Kippur", precedido por la fiesta de las Trompetas "Rosh HaShanah", Dios nos enseña la construcción espiritual de nuestra persona al completo y la simbología que hay en Sus Fiestas Santas para que podamos celebrarlas de forma viva y espiritual en nuestras almas. En la Fiesta de los Tabernáculos se cierra el ciclo anual de las Fiestas del Señor, por eso la he llamado El Agrado de Cristo.

Además de la clave espiritual de este estudio, me gustaría que el lector, al terminar, leyera otro estudio sobre el nacimiento de Jesús de Nazaret, donde se vincula la fiesta de Los Tabernáculos con la Navidad del Mesías.

LEVÍTICO 23
LAS FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
23Y habló Yahweh a Moisés, diciendo:  
24Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación.
El primer día después de estos siete meses y quince días, se celebra un día de santa convocación; este día es el día en que una persona ya sabe que ama a Dios y que va a servir en su vida para llevar la Palabra de Dios a los demás y que andará con Cristo compartiendo el yugo por amor a Jesús y a sus hermanos. 

A partir de este día de santa convocación o Sábado, se viven siete días de ofrenda encendida a Dios; estos son los días de vida a partir de ese momento de solidaridad con Cristo, hasta el último día de vida de ese hijo de Dios en la Tierra. El octavo día será el día de reposo en que vendrá Jesucristo en el fin del tiempo, y se alegrarán Dios y los suyos de toda la bendición que ha venido a las almas por el Amor de Aquél que es nuestra fuente de Vida. 

25Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Yahweh.
Ningún trabajo de siervos haréis: ...ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer... Juan 15:15. 

26También habló Yahweh a Moisés, diciendo:  27A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Yahweh.  28Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Yahweh vuestro Dios. 29Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.  30Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo.  31Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis.  32Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.

Esta es la tercera y última de las grandes fiestas anuales de Israel. En el contexto espiritual que es el que tenemos que aprender de parte de Dios, encontramos que esta fiesta se celebra en el mes séptimo, o sea en el séptimo tiempo espiritual del año, o de la vida del creyente, porque estas fiestas del Señor son de aplicación a aquellos que ya han conocido a Dios. 

Por lo tanto, cuando un hijo de Dios ha decidido caminar con Cristo, ha crecido espiritualmente, se ha preparado para ser útil a sus vecinos y a los hermanos y a Dios, se encuentra en el mes séptimo de su vida espiritual. Es entonces cuando en esta fiesta de los tabernáculos, se recoge la cosecha del año, es decir de la vida espiritual de un hombre, y se celebra con Dios que uno vivió dispuesto a dar frutos del alma por amor al prójimo y a Dios. 

33Y habló Yahweh a Moisés, diciendo:  34Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimoserá la fiesta solemne de los tabernáculos a Yahweh por siete días.  
35El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis.
El primer día es el día en que uno recibe a Cristo y se dispone a andar con Él, se celebra santa convocación o sábado, porque se descansa al pasar de muerte a vida con Cristo, y porque el significado del sábado viene por aceptar la pascua de Dios que es Cristo. Ver Estudio Bíblico en alimento sólido Y SE RASGÓ EL VELO.  

36Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Yahweh; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Yahweh; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis.
Siete días, son otra vez esos siete tiempos de un hijo de Dios que ha vivido ofreciendo su vida como ofrenda encendida al Señor, al octavo, aquí es cuando estemos en el reposo del Señor.

37Estas son las fiestas solemnes de Yahweh, a las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a Yahweh, holocausto y ofrenda, sacrificio y libaciones, cada cosa en su tiempo,  38además de los días de reposo de Yahweh, de vuestros dones, de todos vuestros votos, y de todas vuestras ofrendas voluntarias que acostumbráis dar a Yahweh. 39Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Yahweh por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo.  40Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Yahweh vuestro Dios por siete días.  41Y le haréis fiesta a Yahweh por siete días cada año; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis.  42En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos,  43para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Yahweh vuestro Dios.

Se conmemora el habitar en tabernáculos, porque el pueblo Judío, que representa al pueblo de Dios, habitó en ellos durante su peregrinación por el desierto. Es pues la memoria de que hemos vivido en desierto espiritual, en la sequía espiritual, en la búsqueda de Dios y de Su Tierra Prometida, la cual encontraremos en el corazón de cualquier hombre o mujer que ama a Dios y conoce y ha recibido al Mesías y camina con Él llevando Su yugo. Aquellas almas o tabernáculos en los que habita Cristo. 

44Así habló Moisés a los hijos de Israel sobre las fiestas solemnes de Yahweh.

LEVÍTICO 24
ACEITE PARA LAS LÁMPARAS
1Habló Yahweh a Moisés, diciendo:  
2Manda a los hijos de Israel que te traigan para el alumbrado aceite puro de olivas machacadas, para hacer arder las lámparas continuamente. 3Fuera del velo del testimonio, en el tabernáculo de reunión, las dispondrá Aarón desde la tarde hasta la mañana delante de Yahweh; es estatuto perpetuo por vuestras generaciones.  4Sobre el candelero limpio pondrá siempre en orden las lámparas delante de Yahweh.
Las lámparas son las almas de los que llevan el yugo con Cristo, y Aarón que representa el sacerdocio y a Cristo ordena estas almas para que vayan con Él por estatuto perpetuo, llenas de aceite obtenido por esas almas machacadas por el peso del yugo que representa la continua intercesión por el Pueblo de Dios: aquellos que le aman y reciben a su Hijo, el Mesías.

ZACARÍAS 14
16Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Yahweh de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 17Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Yahweh de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. 18Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Yahweh herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 19Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos.

2 CORINTIOS 5
1Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.  2Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;  
Es por lo tanto el tabernáculo, un recipiente temporal donde habitar en el tiempo, pero que es sustituido por la morada eterna, La nueva Jerusalén, el templo del Dios vivo, donde mora Él y su pueblo como hemos visto que dice la Escritura.

3pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.  4Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.  5Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 6Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor  7(porque por fe andamos, no por vista);  8pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.  9Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.  10Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

HEBREOS 9
11Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

APOCALIPSIS 7
LA MULTITUD VESTIDA DE ROPAS BLANCAS
9Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
Las palmas para hacer los tabernáculos, el agrado de Cristo.
10y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 12diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. 13Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?  14Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
El Señor extenderá su tabernáculo sobre nosotros, Su corazón, Su unción, Su protección.
16Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;  17porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

APOCALIPSIS 21
CIELO NUEVO Y TIERRA NUEVA
1Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

JUAN 7
2Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; 3y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. 5Porque ni aun sus hermanos creían en él.  

CONCLUSIÓN:

La fiesta de los Tabernáculos es la tercera y última de las tres Santas Convocaciones que el Señor pide al discípulo. Como podemos ver en LA PASCUA que inicia la fiesta de los Panes sin levadura y en la fiesta de PENTECOSTÉS, culminando con los Tabernáculos tras el día de la Expiación, Dios nos enseña la construcción espiritual de nuestra persona al completo y la simbología que hay en Sus Fiestas Santas para que podamos celebrarlas de forma viva y espiritual en nuestras almas. 

En la Fiesta de los Tabernáculos se cierra el ciclo anual de las Fiestas del Señor, por eso la he llamado El Agrado de Cristo, porque simboliza la culminación espiritual dentro de nuestra alma, de la alabanza y la glorificación de nuestro Dios en nuestro corazón. Tabernáculos nos uno al Padre en el Hijo a través del Espíritu, nos une como Iglesia o Cuerpo de Cristo, nos une en las coyunturas del afecto fraternal y el amor de Dios. Tabernáculos simboliza la convivencia espiritual, a la que deberíamos llegar entre aquellos que Le amamos, siempre y cuando veamos a nuestro hermano/a como templo del Espíritu Santo y al menos como a nosotros mismos, y parte del Señor. Nos vemos en Tabernáculos. 

Que la unidad del Espíritu Santo forje las coyunturas del Espíritu entre vosotros.
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