miércoles, 30 de septiembre de 2015

Así dice YHVH: He aquí, Yo doy forma a un mal contra vosotros, y tramo un diseño contra vosotros. Volveos pues cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







PREPARÉMONOS PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
Jeremías 18:1-23
EL ALFARERO Y EL BARRO
1      Revelación que tuvo Jeremías de parte de YHVH, que decía:
2      Levántate y baja a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
3      Bajé, pues, a la casa del alfarero, y he aquí que éste estaba haciendo una obra sobre           las dos piedras.
4      Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero, así         que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
5      Entonces vino a mí palabra de YHVH, diciendo:
6      ¿No podré Yo hacer con vosotros, oh casa de Israel, como hace este alfarero? dice             YHVH. He aquí, como es el barro en mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano,         oh casa de Israel.
7      Si en un momento hablo contra una nación o reino para desarraigarlo, destruirlo y                 arruinarlo;
8      y esa nación contra la que he hablado se convierte de su maldad, Yo desistiré del mal         que había pensado hacerle;
9      y si en otro momento hablo a una nación o reino para edificarlo y plantarlo,
10      pero hace lo malo ante mis ojos y no oye mi voz, entonces Yo también desistiré del             bien que había prometido hacerle.
11      Ahora pues, habla a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalem, y diles:             Así dice YHVH: He aquí, Yo doy forma a un mal contra vosotros, y tramo un diseño               contra vosotros. Volveos pues cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros                     caminos y vuestras obras.
12      Pero ellos responderán: Es inútil, porque seguiremos andando en pos de nuestros             propios designios, y cada cual seguirá tras la obstinación de su malvado corazón.
13      Por tanto, así dice YHVH:
         Preguntad ahora entre las naciones:
         ¿Quién ha oído cosa semejante?
         ¡Algo horripilante ha hecho la virgen de Israel!
14      ¿Desaparecerá acaso la nieve del Líbano,
          De los peñascos de las montañas?
          ¿Se agotarán las frescas aguas que fluyen de tierras lejanas?
15      Pues mi pueblo me ha olvidado,
          Y ofrece sus sacrificios a dioses vanos,
          Los hacen tropezar en sus caminos,
          Los caminos antiguos,
          Para que anden por sendas,
          Por senderos no allanados,
16      Hasta que su tierra se convierta en desolación y burla perpetua:
          Todo el que pase por ella se asombrará y meneará la cabeza.
17      Como con viento solano los esparciré delante del enemigo,
           Y en el día de la derrota les daré la espalda y no la cara.


Oración de Jeremías

18      Entonces ellos dijeron: ¡Venid, tramemos nosotros un plan contra Jeremías!                         Ciertamente no nos faltará la instrucción del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni la              palabra del profeta. ¡Venid, traspasémoslo con la lengua, y no prestemos atención a            ninguna de sus palabras!
    19      ¡Préstame atención Tú, oh YHVH,
           Y escucha la voz de los que contienden contra mí!
    20      ¿Es que se pagan bienes con males?
           Porque han cavado una fosa para mi alma.
           Recuerda cómo intercedía por ellos ante Ti,
            Para apartar de ellos tu ira.
    21      Ahora entrega sus hijos al hambre,
            Y arrójalos al poder de la espada;
            Queden sus mujeres viudas y sin hijos,
            Mueran de peste sus varones,
            Y sus jóvenes sean heridos a espada.
    22      Óigase clamor en sus casas,
             Cuando de repente traigas contra ellos salteadores;
             Porque cavaron una fosa para atraparme,
             Y a mis pies han escondido lazos.
    23      Pero Tú, oh YHVH, conoces sus designios homicidas contra mí:
             No perdones su iniquidad,
             Ni borres de tu vista sus pecados,
             Y sean derribados delante de Ti.
             Trata con ellos en el tiempo de tu ira.

El Alfarero tiene potestad sobre el barro

El alfarero y el barro, 
Jeremías 18:1–23


En el capítulo 18 de Jeremías podemos visualizar diversos segmentos , combinando la visita al alfarero, palabras de juicio contra el pueblo y otro lamento del profeta.

El simbolismo del alfarero y el barro, 
Jeremías 18:1–12

Este capítulo empieza con un mandato del Señor al profeta de bajar a la casa del alfarero para recibir allá un mensaje: oír mis palabras. Seguramente este taller estaba en las laderas de la ciudad, cerca al valle de Ben-hinom, donde estaba la “Puerta de los tiestos” (alfarero). El alfarero estaba trabajando sobre la rueda y el profeta observó cómo el alfarero controlaba el barro, y pudo rehacer el vaso dañado hasta producir el vaso deseado según le pareció mejor.
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La cerámica tuvo un gran uso en la vida diaria de los habitantes del mundo antiguo; y aún se usa en muchos lugares del mundo moderno. Cuando la arcilla es calentada a temperatura apropiada sus componentes químicos cambian y la nueva sustancia tiene diferentes propiedades físicas, toma la consistencia de la piedra.

La figura del alfarero:
1)      Es una figura que tiene un fuerte arraigo en la tradición bíblica (Gén. 2:7, 8; Job            33:6; Isa. 29:11; 2 Cor. 4:7).
2)      Al mismo tiempo se trata de una imagen usada en otros países.
3)      Se trata de una figura que parte de lo diario a lo trascendente, del alfarero al                hacedor-moldeador (Isa. 27:11). La diferencia que marca el texto bíblico entre el          barro y el ser humano es que este se resiste al cambio, es decir que es                        responsable.
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En el v. 5 viene la palabra del Señor, en la cual Dios afirma que él como un alfarero puede moldear a su pueblo en un proceso de corrección, hasta producir lo que ha querido para ellos. El pueblo no es autónomo, sino está en la mano del Señor (v. 6). Siguiendo las acciones rápidas del alfarero de deshacer y rehacer, Dios dice que en un instante él puede hacer y deshacer a su pueblo para formar el pueblo deseado. Desde luego Dios, como el alfarero, tiene que trabajar con el barro o la nación que tiene.

En los vv. 7–12 Jehovah explica el significado de la parábola y las acciones simbólicas descritas anteriormente. Dios es soberano no solamente de Israel sino de todas las naciones. Usando las palabras con las cuales ha llamado a Jeremías (comp. 1:10), dice que puede arrancar, desmenuzar y arruinar a cualquier pueblo, pero si deja su maldad, puede desistir del castigo. 

En otros momentos, puede edificar y … plantar (comp. 1:10), pero si este pueblo peca haciendo lo malo ante los ojos del Señor, entonces puede desistir del bien que les había prometido. Se ve claramente la analogía con las acciones del alfarero, de tener algo en mente para un pueblo, pero al trabajar con él puede tener que cambiar el plan. Como el alfarero es “soberano” sobre el barro, Dios es soberano sobre los pueblos. 

Él les puede ir formando y cambiando según su visión para ellos. A veces habrá que deshacer lo que ha hecho y empezar de nuevo. Depende de la visión que tiene para ellos y la disponibilidad de ser cambiado. (Aquí la analogía de la sustancia del barro en manos del alfarero y la nación en manos de Dios y el producto final de cada uno pierde algo de su paralelismo).

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  Bosquejo homilético
  El pecado y sus consecuencias
  Jeremías 18:13–17
  Introducción: 
En los capítulos precedentes el profeta venía presentando la tendencia del ser humano a no arrepentirse y no reconocer su pecado.

          I.      El impacto del pecado.
      1.      Es algo horrible. En sí mismo el pecado es algo feo, horrible.
      2.      Es abandono de su bienhechor. Cuando el hombre peca se aparta del que                  puede bendecirlo.
      3.      Es olvido de sus experiencias anteriores.

          II.      El castigo del pecado.
      1.      Desolación (shammah8047)
      2.      Objeto de burla (sheruqah8292)
      3.      Asombro (shemem8074)

          III.      Las consecuencias del pecado.
      1.      Trae consecuencias sobre la tierra (viento del oriente = viento de                                   destrucción).
      2.      Trae consecuencias en su relación con Dios (les daré la espalda).
      3.      Trae consecuencias sobre su situación (desastre). El término se refiere a un                 tiempo de destrucción, calamidad o desastre.

  Conclusión: 
El ser humano puede tratar de no escuchar las amonestaciones o advertencias sobre las consecuencias de su pecado; pero no puede escapar a las consecuencias mismas.
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En los vv. 11 y 12 se manda al profeta que entregue un duro mensaje del Señor al pueblo de Judá: Dios está planeando una calamidad contra ellos por su infidelidad. Pero esto no es todo, otra vez les invita a cambiar de sus maldades, de “volver” (arrepentirse), y de cambiar su conducta. Si ellos cambien sus acciones, Dios puede cambiar su plan de castigarles. 

La respuesta del pueblo es negativa: Es inútil. Aunque estas palabras podrían significar un desafío, también pueden significar su resignación, que ya es tarde porque han andado tanto tiempo en lo que quisieran hacer, siguiendo la porfía de su malvado corazón, que ya no hay esperanza. Han controlado su propia vida por tanto tiempo que no pueden cambiar para seguir a Jehovah. Es demasiado tarde.


La conducta pecaminosa del pueblo, 
Jeremías 18:13–17

Dios acusa al pueblo de haber cometido algo terrible. Se han olvidado de él y han ofrecido incienso a los ídolos que no son nada, son vanidad. En lugar de ser como la joven esposa (v. 13) que tendría devoción y lealtad a su marido, le han abandonado a él. Tanto como la nieve perpetua en las montañas más altas del Líbano no seguirá siendo nieve si deja su lugar, igualmente Israel no seguirá siendo Israel si deja su relación con el Señor. Sin embargo, esta es precisamente la realidad de sus hechos. 

Han dejado los senderos antiguos, los caminos de Jehovah, para andar por caminos extraños y desconocidos, evidencia de su apostasía y la falta de alguien para dirigir sus pasos. Esto da otra imagen de la apostasía del pueblo, estando perdido, extraviado, caminando por senderos desconocidos, sin tener al guía experimentado para dirigir sus pasos. Como resultado el pueblo ha perdido su identidad, la tierra está en desolación, y ellos son el objeto de la burla de todo el mundo. Nadie puede creer que el pueblo podría equivocarse tan horriblemente. ¡El pueblo que tenía “todo” ya tiene “nada”!

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  Tres líderes religiosos se oponen a Jeremías
  Jeremías 18:18
  La proclamación de un mensaje tan duro debía despertar oposición. Lo notable es que fueron aquellos que debían ser testigos de la verdad los que en nombre de la misma se opusieron a Jeremías.

    1)      El sacerdote creía que podía manejar la instrucción.
    2)      El sabio se creía poseedor del consejo.
    3)      El profeta creía ser dueño de la palabra.

  Como podemos ver, el liderazgo, dado por Dios para guía del pueblo, se había convertido en instrumento de abandono del mismo.
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Dios termina dando una palabra de juicio. Como el viento que viene del desierto, caluroso y lleno de arena esparciendo todo, así Dios va a esparcirles delante del enemigo. Tantísimas veces les ha invitado a seguirle, ahora les dará la espalda, no su rostro. Será demasiado tarde.

Un complot contra Jeremías, 18:18–23
En Jeremías 18:12 el pueblo había hablado de la determinación de seguir los planes, las imaginaciones que habían hecho, y ahora en el v. 18 hablan de un plan contra la vida y el ministerio de Jeremías. No parece algo del momento, sino un plan serio para silenciar a la voz de Dios y de su profeta. Probablemente no era solamente el pueblo sino los líderes del pueblo que estaban en su contra porque todos veían a Jeremías y sus palabras como una amenaza para su futuro. Habría que terminar con sus actividades.

Deciden que la mejor forma sería de herirle con la lengua. Aunque esto puede significar calumniarle, más probablemente era acusarle ante la corte (comp. cap. 26), de ser traidor del pueblo por sus mensajes del castigo que venía y su consejo de no resistir a los babilonios porque ellos eran el instrumento que Dios iba a usar para castigarles. Otro de los sus planes era de no hacerle caso. En esta forma, quedaría marginado, si no silenciado.

Noten que ellos implican que tienen suficiente “religión”: porque la instrucción no faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta (v. 18). Estos tres grupos representaban la autoridad del pueblo, la instrucción, el consejo y la palabra de Dios. No hacían falta otras voces que dan estos mensajes pesimistas, que no dejan “en paz” a sus oyentes. Todos ven a Jeremías y sus palabras como una amenaza para su futuro.

Jeremías responde con otro de los lamentos encontrados en esta sección, y aquí empieza llevando su queja al Señor, pidiendo a Dios que le escuche a él y a los que han hecho este complot contra su vida. Se ve claramente la intensidad del aislamiento de Jeremías. El profeta siente que quieren terminar con su vida. Han cavado una fosa, un hoyo, para que se caiga y muera. En forma atrevida hace recordar al Señor que él mismo le había puesto para interceder por ellos para que no viniera la ira del Señor contra ellos. Y él lo ha hecho. ¿Es así como deben responder?

La petición de Jeremías continúa con una intensidad que puede sorprender al lector, pero Jeremías está cansado, preocupado por el pecado del pueblo, y siente que ha sido atacado injustamente. Ha obedecido al Señor y como resultado ha sido aislado del pueblo, incluyendo a su familia y personas de su pueblo, y ahora los mismos líderes buscan su vida. 

Por tanto, como resultado de todo lo que han hecho contra él, pide los más graves y horribles hechos de destrucción en las familias de sus atacantes. Sigue una lista de calamidades de muerte y de destrucción para cada miembro de sus familias con una palabra de confianza en Dios que “conoce” todo (v. 23), y en quien el profeta espera el castigo de estas personas que han procurado tomar su vida. Jeremías pide que Dios les castigue con su ira, y no les perdone con su misericordia.


  La cuarta confesión de Jeremías
  Jeremías 18:18–23
  Este es el cuarto texto de lo que han sido llamadas “confesiones”. En esta confesión el profeta ve con claridad que corre peligro de vida (han cavado fosa para mi vida). Cuando el pueblo de Dios cumple su función profética (anunciar claramente su Palabra) el enemigo va a tratar de hacerlo callar. Infundir temor es una de sus armas preferidas. Es necesario que como su pueblo seamos firmes frente a las amenazas siendo testigos eficaces de su mensaje para la humanidad.


Este capítulo ha terminado en un lamento en forma de una oración imprecatoria, maldiciendo a sus enemigos. Por supuesto no es la forma en que el Señor Jesucristo ha enseñado a sus seguidores a tratar a sus enemigos. Sin embargo, era una de las formas de expresar el lamento que se encuentra el AT. Lo más importante es que es una oración hecha al Señor, y la queja queda en sus manos. Jeremías no toma estas acciones en sus propias manos. Se describe en forma intensa su dolor y su lamento. Ha sido herido en lo más profundo de su ser. Entonces, ¿a quién mejor que Jehovah su Señor para expresar su dolor?

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...Quebraré a este pueblo y a esta ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero, que no puede recomponerse más...todas las casas sobre cuyos terrados queman incienso a todo el ejército de los cielos y vierten libaciones a otros dioses.

RECUERDA ESTO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







PREPARAMOS NUESTRO ESTUDIO PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
JEREMÍAS 19:1-13

19:1 Así dijo YHVH: Ve y compra una vasija de barro de alfarero, y lleva contigo de los                 ancianos del pueblo y de los ancianos de los sacerdotes,
2      y sal al valle de Ben-Hinom, que está a la entrada de la puerta del alfarero, y proclama          allí las palabras que Yo te diré.
3      Di: ¡Oh reyes de Judá, y vosotros, habitantes de Jerusalem, oíd el oráculo de YHVH!          Así dice YHVH Sebaot, Dios de Israel: He aquí Yo traigo un mal sobre este lugar, tal             así, que a todo el que lo oiga le retiñirán los oídos.
4      Porque me han abandonado y han enajenado este lugar, quemando allí incienso a               otros dioses que ellos no conocieron, ni sus padres, ni los reyes de Judá, y han                     llenado este lugar de sangre de inocentes.
5      Y han edificado los lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus propios hijos              como holocaustos a Baal; cosa que Yo no ordené ni dije, ni me pasó por el                            pensamiento.
6      Por tanto he aquí vienen días, dice YHVH, en que no se le llamará más a este lugar             Tofet, ni Valle de Ben-Hinom, sino Valle de la Matanza.
7      Y haré nulo el consejo de Judá y de Jerusalem en este lugar, y los haré caer a espada          ante sus enemigos, y en mano de quienes buscan su vida, y daré sus cadáveres                  como pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
8      Convertiré esta ciudad en objeto de asombro y de silbido: todo el que pase por ella se          asombrará y silvará a causa de todas sus plagas.
9      Haré que se coman la carne de sus propios hijos y la carne de sus propias hijas, y                cada uno comerá la carne de su compañero, en el asedio y la aflicción con que los                afligirán sus enemigos y los que buscan su vida.
10      Luego quebrarás la vasija ante los ojos de los hombres que vayan contigo,
11      y les dirás: Así dice YHVH Sebaot: De este modo quebraré a este pueblo y a esta                 ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero, que no puede recomponerse más; y              enterrarán en Tofet hasta no haber lugar.
12      Así haré con este lugar, dice YHVH, y con sus habitantes, hasta que esta ciudad sea            como Tofet.
13      También las casas de Jerusalem y las casas de los reyes de Judá, que están                        contaminadas, serán como este lugar de Tofet: todas las casas sobre cuyos                          terrados queman incienso a todo el ejército de los cielos y vierten libaciones a otros              dioses.

La Búsqueda de interlocutores


  Los ancianos y el mensaje de Dios
  19:1
  Dios pide al profeta que busque específicamente a los ancianos del pueblo y ancianos de los sacerdotes. Dado que el pueblo no tenía una buena opinión de Jeremías, este busca testigos con autoridad. Los ancianos del pueblo desde los orígenes de la nación fueron reconocidos por su autoridad (ver Núm 11:16; Jos. 7:6; 1 Rey. 8:1). En momentos de crisis los ancianos de los sacerdotes ocuparon un lugar importante (2 Rey. 19:2). En este caso servirían de testigos y receptores de las palabras o mensaje pronunciado (19:3, 10, 11a).

  En los pueblos antiguos los ancianos ocupaban un lugar de liderazgo, por su experiencia (Job 12:12) eran quienes velaban por las tradiciones y el orden dentro de la sociedad (Deut. 19:12). Fueron los ancianos los que juzgaron a Jesús (Mat. 16:21; 26:59).

  Hoy como en aquellos días (de Jeremías) Dios necesita interlocutores, hombres y mujeres que tengan la capacidad de comprender y recibir la Palabra de Dios, y que al mismo tiempo tengan autoridad frente al pueblo de Dios para poder transmitirla con claridad.

Jehovah habla a los ancianos del pueblo, 
Jeremías 19:1–13. 

Nuevamente el Señor manda al profeta que entregue un mensaje por medio de sus acciones. Tiene que ir de nuevo a la casa del alfarero, esta vez para comprar una vasija. Debe pedir que le acompañen algunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes, esto es, los líderes civiles y religiosos. Luego deben salir al valle de Ben-hinom y allá darles el mensaje del Señor. Puesto que lleva consigo a los líderes del pueblo, su mensaje cobra más legitimidad. Dios no está dando su mensaje en secreto, o a unas cuantas personas de la comunidad. Aquí tiene algunos de los líderes reconocidos.

En el v. 3 la palabra se dirige a todo el pueblo, los reyes y los habitantes de la ciudad. Se enfatiza que la palabra viene del Señor, repitiendo su nombre tres veces, y entonces da el preaviso de la calamidad que vendrá sobre el pueblo. Va a ser tan severo que todos los que lo escuchan van a quedarse atónitos, algo como tener un retiño constante en sus oídos.

Empezando con la palabra porque los vv. 4 y 5 dan las razones por este castigo tan fuerte. Sigue una lista de los pecados graves que ha cometido el pueblo, encabezada con el abandono de Jehovah. Este es el pecado principal, porque los demás pecados vienen como consecuencia de este abandono del Dios verdadero. Aquí en este valle han levantado altares a Baal, y han quemado incienso a los dioses ajenos, desconocidos anteriormente por el pueblo. La apostasía del pueblo es flagrante.

Han tomado la sangre de inocentes, o sea han oprimido en formas crueles e inhumanas a los pobres. Además han seguido las prácticas de los seguidores de Baal para ofrecer en holocausto a sus propios hijos, cosa totalmente opuesta a la enseñanza del Señor. Había mucho sincretismo religioso en aquellos tiempos, y tal vez hubo quienes seguían esta práctica tan horrible pensando que podrían agradar a Baal y a Jehovah a la vez. 

Dios dice tres cosas muy importantes en cuanto a estas prácticas: cosa que no les mande, ni hablé [de ello], ni me vino a la mente. El concepto de la toma de la vida de los inocentes en holocausto al Señor es totalmente rechazado por él. Él ha dado la vida, y quiere que las personas le sigan en obediencia y en amor, no en formas tan paganas y crueles.


  Bosquejo homilético
  Algo se ha quebrado y no se puede restaurar
  Jeremías 19:1–13
  Introducción: 
En el capítulo anterior el profeta había usado la figura del alfarero, en este capítulo siguiendo la misma línea usa la figura de la vasija, es decir el producto final del alfarero.
          I.      La presentación de la vasija, 19:1–9.
      1.      Una vasija “comprada”.
      2.      Una vasija que recuerda el pecado del pueblo (vv. 3–5).
        (1)      Abandonaron a Dios.
        (2)      Sacrificaron a los ídolos.
        (3)      Derramaron sangre inocente; realizaron injusticias.
      3.      Una vasija que presenta el castigo de Dios.
        (1)      Pagarán con sus vidas (matanza).
        (2)      Pagarán con su derrota, decepción (haré pedazo los planes—DHH).
        (3)      Pagarían con la burla y asombro ante la catástrofe.

          II.      La quiebra de la vasija, 19:10, 11.
      1.      La quiebra de la vasija representaba la catástrofe del pueblo de Dios.
       2.     La quiebra es realizada ante sus ojos, es decir de manera pública, como                       públicamente habían pecado, y en ese mismo lugar.
      3.      La quiebra representaba que ya no había regreso a la situación anterior (no                  se puede volver a restaurar).

          III.      El mensaje de la vasija, 19:12, 13.
      1.      Enfatiza la paternidad del castigo (así haré).
      2.      Enfatiza la intencionalidad.
      3.      Enfatiza la violencia del castigo
      4.     Enfatiza el alcance del castigo. Tanto el pueblo como los líderes (todas las                    casas).
      5.      Enfatiza las implicaciones del castigo (serán inmundas).


Por tanto, viene el castigo tan grande sobre este pueblo tan pecador. Hasta el nombre del valle va a ser cambiado a valle de la Matanza. La gente va a caer frente a las espadas y no habrá sepultura para los cadáveres, sino serán comidos por las aves y las bestias. La ciudad va a ser totalmente destruida y un objeto de burla. Peor aún, en el asedio de la ciudad no habrá comida y la gente va a practicar el canibalismo.


Sin duda, este mensaje del Señor es presentado en forma impactante y contiene hipérbole, pero Jeremías tenía que hacerles ver el desastre pendiente. Se sabe que esta profecía fue cumplida y la destrucción vino a Jerusalén. El pueblo pagó en carne propia por su apostasía en los dos ataques a la ciudad hechos por los babilonios en 597 y más tarde en 587 a. de J.C. cuando por fin destruyeron la ciudad, incluyendo el templo, y llevaron al cautiverio lo mejor de la ciudad.




Después de este escenario tan pavoroso, el v. 10 viene casi como un choque, o más bien como un alivio. Dios manda a Jeremías que rompa la vasija frente de los líderes que le acompañaron. El mensaje con esta acción es tal como la vasija quedó en pedazos, así la ciudad y el pueblo van a ser quebrantados, sin la posibilidad de restauración.

Tófet era un pueblo que había sido sitio de culto a los ídolos y había sido profanado por Josías en su campaña contra la idolatría en el país (comp. 2 Rey. 23:10). Allí iban a ser sepultados los muertos de la destrucción de Jerusalén, en tierra profana. Pero no habrá otro lugar donde sepultar a sus muertos. Toda la ciudad quedará profanada como Tófet, desde el palacio hasta la casa más humilde, porque habían construido altares en las azoteas donde quemaron incienso a los astros, al sol, la luna y otros dioses. 

Los oyentes de este mensaje tan solemne y aterrador sabrían que si la ciudad era impura, entonces era inhabitable para Dios, su fundador. Sin su presencia, el Dador de vida, ¡la ciudad quedaría muerta!
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...Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido concedidas por Su divino poder, mediante el conocimiento pleno del que nos llamó por sus gloriosas proezas,

RECUERDA ESTO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6








II Pedro: Aspectos Exegéticos y hermeneuticos

Aunque ha habido acerbas controversias acerca del autor de esta Epístola, no cabe duda alguna de que él mismo se identifica explícita y repetidamente como Pedro. La relativa falta de atestación histórica de la genuinidad de la Epístola está más que compensada por una abundancia de evidencias internas. 

El escritor se denomina a sí mismo Simón Pedro (1:1). 
Manifiesta que el Señor le había mostrado la inminencia y la forma de su propia muerte (1:14). 

Afirma haber sido testigo presencial de la transfiguración (1:16–17), y registra la voz celestial escuchada cuando estaba presente con Cristo “en el monte santo” (1:18). 

El escritor menciona haber escrito una epístola anterior a las mismas personas (3:1), y habla de su “amado hermano Pablo” como si estuviera íntimamente relacionado con él y sus escritos (3:15–16). 

Puesto que estas alusiones autobiográficas coinciden con otras fuentes bíblicas de información acerca de Pedro, todo contribuye a afirmar la creencia de que él fue el autor de la epístola.

Mucho se ha hablado de que el griego de la segunda epístola es más pobre que el de la primera. Pero esto puede explicarse por la sugestión de que en la primera Pedro tuvo como secretario a Silas (1 P. 5:12), mientras que la segunda la escribió él mismo en la prisión.

La única alternativa en el caso de que Pedro no sea el autor de esta epístola sería afirmar que es una deliberada falsificación. Sin embargo, como ha señalado H. C. Thiessen, “si 2 Pedro es una falsificación, tenemos aquí una falsificación sin objeto, sin ninguna de las señales comunes de falsificación, y sin parecido alguno con falsificaciones indudables.” 

Puesto que no hay una evidencia histórica concluyente contra la composición petrina, puesto que las alternativas plantean más dudas y cuestiones que las que resuelven, y puesto que el celo cristiano, el tono apostólico y las alusiones autobiográficas armonizan con otras fuentes de información acerca de Pedro, aquí se lo acepta sin reservas como autor de esta carta.



B. OCASIÓN PARA ESCRIBIRLA

La Segunda Epístola de Pedro pretende ser una carta compañera de la anterior enviada a los mismos lectores (3:1). Esto significa que fue dirigida a cristianos judíos y gentiles en el norte de Asia Menor; esto es, “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 P. 1:1; véase el mapa 1). Estos son, pues, los que han alcanzado “una fe igualmente preciosa” con Pedro y los otros apóstoles.

Entre una carta y otra había tenido lugar un cambio de circunstancias para esas personas. 

Mientras la primera carta había sido escrita para prepararlos para el sufrimiento, tal vez a manos de un gobierno poco amistoso (1:7; 2:12–15; 3:14–17; 4:3–4, 12–16; 5:8–10), 

La segunda los pone en guardia contra las acechanzas de falsos profetas (2:1–3, 10–15, 19–22; 3:3–7, 15–17). 

Estos pseudo-líderes se asemejan a los falsos profetas que surgieron entre el pueblo en los tiempos del Antiguo Testamento, cuyas enseñanzas se caracterizaban por el engaño, la arrogancia, la caricatura, la burla y la mentalidad terrenal. Para los tales Pedro profetiza un castigo cierto y pronto, lo mismo que para aquellos que sucumban a su perniciosa influencia. 

Vale la pena notar que estos falsos maestros hacían sus mayores esfuerzos y apelaciones entre los recién convertidos a Cristo, quienes no habían alcanzado la suficiente madurez y estabilidad para guardarse de sus engaños (2:18–20). A estas personas les dirige Pedro una palabra de aliento para que perseveren en su fe (1:12; 3:1–4, 17–18) y una advertencia acerca del juicio y la condenación que les esperan si vuelven a sus concupiscencias anteriores (1:9; 2:20–22). 

Tales condiciones, junto con la anticipación de su propia muerte próxima (1:13–15) y el retorno de Cristo (3:3–13), daban un fuerte sentido de urgencia a la carta de Pedro.
Pedro no dice dónde estaba cuando escribió esta carta, pero al menos algunos de los datos importantes sugieren que estaba en Roma. Estaba aguardando su muerte para dentro de poco (1:14). 

La tradición sostiene a veces que Pedro y Pablo pueden haber trabajado juntos en Roma antes de sufrir el martirio durante el reinado de Nerón. También hay cierta evidencia interna para esta opinión (3:1, 15).


C. FECHA

La fecha en que fue escrita está relacionada con la cuestión de la composición de Pedro, que aquí se acepta como verdadera. Se sigue, pues, que si Pedro escribió esta epístola, lo hizo después de haber escrito 1 Pedro (2 P. 3:1), después que Pablo había llegado a ser bien conocido entre los cristianos de su día (3:15–16), en vísperas de una erupción de enseñanzas heréticas (2:1–3), y poco antes de su propia muerte (1:14–15). 

Como resultado de estas evidencias internas, generalmente se coloca la fecha de la escritura en el período del 65 al 67 D.C. La siguiente declaración de Merrill C. Tenney es el consenso de una cantidad de reputados estudiosos del Nuevo Testamento:

  Fue su (de Pedro) última obra existente enviada poco antes de su muerte a las iglesias con las cuales se había comunicado en su primera epístola. La amenaza de persecución parece haber pasado, pues no se enfatiza para nada el sufrimiento de los cristianos. 

Tal vez si la epístola fue despachada desde Roma alrededor del 65 al 67 D.C., Pedro comprendía que las perturbaciones que originalmente amenazaban afectar a las provincias habían sido de alcance local: habían surgido nuevos problemas que exigían su atención; el peligro de sus iglesias ahora era menos externo que interno.


D. CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DE SEGUNDA DE PEDRO

Un rasgo característico de esta carta es la cantidad de palabras empleadas a menudo en el vocabulario de Pedro. 

Hay 10 referencias a justo (a), 
justicia (1:1, 13; 2:5, 8 dos veces, 9, 15 dos veces, 21; 3:13) y 17 
Referencias a conocimiento y entendimiento y sus derivados (1:2, 3, 5, 6, 8, 12, 14, 16, 20; 2:9, 20, 21 dos veces; 3:3, 16, 17, 18). 
A Jesucristo como Salvador, Señor y Maestro tiene 16 referencias (1:1, 2, 8, 11, 14, 16; 2:1, 9, 11, 20; 3:2, 8, 9, 10, 15, 18), y 
5 la piedad (1:3, 6, 7; 2:9; 3:11) en contraste con la impiedad (2:5–6; 3:7). 
Los 5 llamamientos a recordar (1:12, 13, 15; 3:1, 2) apuntan a la enseñanza de Pedro de que, agregados al conocimiento de Jesucristo como Salvador y Señor, necesita haber frecuentes recordatorios para avanzar en una vida de justicia y piedad, para que los cristianos no volvieran a caer en la impiedad. 

Esto está bien resumido en los dos últimos versículos de la carta: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (3:17–18).

Otra característica de esta carta es la fuerte apelación a la transfiguración de Cristo como una convalidación del mensaje profético y apostólico (1:16–18). Pedro considera la encarnación como el epítome mismo del significado de la persona y la obra de Cristo. El es la Figura central de la profecía (1:19–21), el mismo Patrón y Programa de la verdad. No es sorprendente, pues, que antes de lanzarse a una exposición de los falsos maestros, Pedro recuerde a sus lectores su propio lugar en el monte de la transfiguración. Como resultado, no vacila en denunciar como perniciosa la herejía que estaba seguro destruiría la piedad y la pureza cristianas (2:1–2, 11, 13–14, 18–19).

También impresiona al lector cuidadoso el lugar importante que ocupa en esta carta la historia del Antiguo Testamento. 
  • La caída de los ángeles (2:4), 
  • el Diluvio (2:5; 3:5–7), 
  • la destrucción de Sodoma y Gomorra (2:6) y 
  • la liberación de Lot (2:7) se citan en rápida sucesión como prueba de que los actos de Dios en el pasado garantizan la certidumbre de la profecía para el futuro. 
Pedro está muy seguro de que la profecía es la historia del futuro, sea que esté hablando de falsos profetas que anticipan a los falsos maestros, o de juicios locales que anticipan el juicio final, o de escarnecedores del pasado que prefiguran los escarnecedores del presente y el futuro.

El tenor apocalíptico de Pedro, presente también en su primera carta, es una señal característica de la Segunda Epístola. En contraste con la teoría de que toda la historia se mueve en etapas firmes e ininterrumpidas, Pedro insiste en que el Diluvio, al suceder con súbita y catastrófica terribilidad, fue nada menos que una aterradora intervención del juicio divino. 

Escribe también que Dios intervendrá una vez más en juicio, sólo que esta vez en un ardiente holocausto. Para tan inminente juicio, Pedro insiste en que sus lectores deben prepararse de inmediato, no sea que los encuentre desprevenidos (3:11).

Finalmente, una característica única de esta carta es que reconoce los escritos de un colega apóstol como parte de las Escrituras. Aunque el “amado hermano Pablo” escribió “de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen… para su propia perdición”, no obstante él es un intérprete válido de “la paciencia de nuestro Señor” en razón de “la sabiduría que le ha sido dada”. De este modo, pues, Pedro coloca los escritos de Pablo junto a “las otras Escrituras” y les concede así un lugar en el canon, un reconocimiento merecido, por cierto.

E. ENFASIS TEOLÓGICOS

De acuerdo con la enseñanza general de la Escritura, Pedro asevera que la justicia de Dios es la base para la obtención de una “fe preciosa” común a todos “en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús” (1:1–2). 

Asimismo afirma Pedro la depravación de la humanidad caída, describiéndola como “la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (1:4). La liberación de los efectos de la Caída se opera por el conocimiento de Dios y llegando a ser partícipes de la naturaleza divina por medio de la fe (1:4–5). Esta liberación es preservada por una aplicación activa del principio de la fe a la promoción y ampliación de la vida cristiana (1:1–5).

En el segundo capítulo Pedro reitera una enseñanza que se halla a menudo en la Escritura, a saber, la segura condenación final de todos los que andan por camino de impiedad (2:4–9). Esto es así aun cuando algunos puedan haber gozado de una breve liberación de “las contaminaciones del mundo” antes de enredarse y ser vencidos de nuevo (2:18–22). Asimismo el énfasis sobre el retorno del Señor en juicio, como lo enseña Pedro en 3:10–13, es un asunto que sostiene en común con el resto de la Escritura.

Al mismo tiempo, sin embargo, Pedro contribuye con cierta enseñanza teológica que en ninguna parte se presenta en forma tan explícita. Su declaración de que “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1:21), es uno de los pasajes más definitivos sobre la inspiración que se hallan en el Nuevo Testamento. En términos inequívocos, Pedro declara que la profecía del Antiguo Testamento no es obra o palabra humana, sino la Palabra de Dios, y que debe ser aceptada como “una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (1:19).

También la enseñanza escatológica de Pedro responde a la cuestión que tenía perplejos a tantos, de la aparente demora del retorno del Señor. A aquellos que pueden haber estado desilusionados porque el Señor no había retornado en sus días, y a los burladores que no podían concebir ninguna interrupción en el proceso del orden natural, Pedro les responde señalando que Dios había interrumpido los procesos ordenados del pasado por medio de un diluvio, y que volvería a hacerlo con fuego. 

La demora en el retorno de Cristo no se debía a que la profecía fuera falsa, sino que más bien era una señal del deseo de Dios de dar al hombre una oportunidad más prolongada para arrepentirse (3:8–9). No obstante, el control divino del final del tiempo es tan seguro como la iniciación divina del comienzo.

Aunque puede que haya algunas alusiones a la experiencia de la santidad cristiana (1:3–4), los énfasis principales se ponen en su expresión (3:11–14) y su expansión (1:5–11). Pedro también se expresa indignado contra los falsos maestros cuya estrategia era explotar las cosas santas para sus propios malos propósitos (2:10–18). 

Tal vez la falta de estabilidad espiritual de parte de los que eran engañados (2:14, 18–22) se debiera en parte a su falta de una medida plena de santidad interior, pero Pedro no lo dice explícitamente. Más bien atribuye su extremada susceptibilidad a las influencias engañosas de los falsos maestros, y a que eran relativamente nuevos en la vida cristiana (2:14, 18, 20–22). Esta es una razón más para el régimen espiritual que propugna (1:5–11), y que deben buscar (3:17–18).

Aunque las referencias explícitas a la entera santificación no son tan numerosas aquí como en algunas otras partes del Nuevo Testamento, Pedro escribe contra el trasfondo de la interpretación del cristianismo como una religión santa. El conocimiento de Dios tiene un efecto santo sobre el hombre (1:4). La firmeza en la disciplina cristiana intensifica el conocimiento de las cosas santas (1:8–11). La majestad y la gloria de Jesucristo hicieron del lugar de la Transfiguración un “monte santo” (1:18). 

El Espíritu Santo descendía sobre los hombres santos para declarar las profecías del Antiguo Testamento (1:20–21). Los falsos maestros han apartado de un camino santo a algunos conversos recientes al cristianismo (2:21), atrayendo así sobre sí mismos el juicio y la ira de Dios santo (2:9–10). La palabra de los santos profetas y apóstoles advierte contra los burladores (3:2–3), y nada menos que “una santa y piadosa manera de vivir” es adecuada para el futuro (3:11–12). Así, pues, Pedro nos amonesta para que seamos hallados por el Señor “sin mancha e irreprensibles, en paz” (3:14)—señales de una vida santa en cualquier época.

Bosquejo

          I.      Salutación, 1:1–2
      A.      El Que Saluda, 1:1a
      B.      A Quiénes Saluda, 1:1b
      C.      El Reconocimiento, 1:2

          II.      La Gracia y el Conocimiento de Dios, 1:3–21
      A.      Exhortación al Crecimiento Cristiano, 1:3–11
      B.      Un Llamado a Recordar, 1:12–15
      C.      La Verdad de la Palabra Profética, 1:16–21

          III.      La Gracia y el Conocimiento Amenazados por los Falsos Maestros, 2:1–22
      A.      Predicción de los Falsos Maestros, 2:1–3
      B.      Los Falsos Maestros Reservados para el Castigo, 2:4–10a
      C.      Caracterización de los Falsos Maestros, 2:10b–16
      D.      Los Falsos Maestros y Sus Víctimas, 2:17–22

          IV.      La Promesa de la Venida de Cristo, 3:1–18
      A.      Negación de la Venida del Señor, 3:1–7
      B.      Demora de la Venida del Señor, 3:8–10
      C.      Demandas de la Venida del Señor, 3:11–13
      D.      Diligencia Necesaria para la Venida del Señor, 3:14–16
      E.      Resumen y Exhortación Finales, 3:17–18

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