sábado, 13 de diciembre de 2014

La diosa romana Venus: Promoción de toda clase de lujuria y desbordes sexuales

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Estamos ante una joya, no sólo por lo grandioso e inspirador que aquí encontramos, sino también por el desafío que representa un estudio serio de esta epístola paulina. Confiamos que al terminar, los lectores habrán recibido una renovada visión de lo que Dios espera de su iglesia y, siguiendo el ejemplo del gran apóstol, serán alentados en su tarea.
Al principio de la carta, Pablo agradece fervientemente a Dios por tanta riqueza que ha dado a los corintios. Y nosotros debemos agradecer por haberle inspirado esta epístola que tanto nos inspira. En 1 Corintios hay joyas insuperables. Uno de los grandes capítulos de la Biblia es el cántico al amor que abarca todo el cap. 13. Hay un gran valor en la insistencia paulina de que debemos predicar a “Cristo crucificado” (1:23; 2:2). El cap. 15, sobre la esperanza de la resurrección, no sólo es de un innegable valor doctrinal sino también de apoyo espiritual sublime en las situaciones más dolorosas. ¿No seremos capaces de pasar por alto los problemas teológicos como resultado del tema de los dones (caps. 12 y 14) para alabar al Señor porque nos los concede? Aprendemos a valorar nuestros cuerpos como templos del Espíritu (3:16; 6:19), y a los obreros del Señor como quienes deben ser apoyados y sostenidos (cap. 9). Encontramos la más antigua y completa reflexión sobre la cena del Señor (cap. 11) y versículos como: “Ninguno busque su propio bien sino el del otro” (10:24) o la promesa de que “fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (10:13). Y al final, podemos unirnos con el gran hombre de Dios y exclamar: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (15:57).
Primera Corintios es un documento profundamente relacionado con la situación en que se produjo. Por eso es imprescindible recordar algunas de esas circunstancias, procurando apuntar los datos que nos ayuden a comprender los hechos concretos y las enseñanzas de este libro.
La mitología griega contaba que Corinto era un hijo de Júpiter, que tuvo que ver con la fundación de la ciudad. Estaba en un lugar sumamente estratégico. Al mirar un mapa de Grecia, lo primero que nos sorprende es la gran península al sur, llamada Peloponeso. Esta se encuentra unida al resto del país por un istmo sumamente estrecho, de unos diez kilómetros de ancho, que se transforma así en la única vinculación entre las dos partes mayores de la nación.
Hacia el oeste, se había edificado el puerto de Lejaión y hacia el este el de Cencreas. En medio de esa estrecha porción de tierra, la ciudad de Corinto capitalizaba todo el movimiento comercial que iba desde la península itálica hacia el oriente y que trataba de evitar la vuelta que significaba circunnavegar el Peloponeso porque era sumamente peligroso. Ya en tiempos de Nerón se había intentado hacer un canal, pero no pudo ser concretado hasta el siglo XIX. De ese modo, Corinto tenía todas las ventajas y los problemas de una ciudad portuaria, sin serlo, y por lo mismo de un centro de movimiento vial.
Además se destacaba en otros aspectos. Había decaído grandemente, hasta que en el año 44 A.C. los romanos la jerarquizaron haciéndola capital de la provincia de Acaya, que incluía a la misma Atenas, en el 27.
Desde el punto de vista religioso, Corinto contaba con un gran templo dedicado a la diosa romana Venus, que simbolizaba el amor—pero entendido éste con la visión de aquella época corrompida. Toda clase de lujuria y desbordes, especialmente de tipo sexual, eran promovidos por aquel centro de culto. Sin embargo, el movimiento cultural de la ciudad había adquirido importancia y era reconocido en el Imperio Romano donde Corinto era la cuarta ciudad en población, después de Roma, Alejandría y Antioquía. A ello se sumaba cierto prestigio deportivo, pues en las proximidades se realizaban los “juegos ístmicos” (que competían con los olímpicos, más al norte). Pablo hace referencia al atletismo, por ejemplo, al final del cap. 9.
Todo llevaba a una situación moral degradada resultado de numerosos factores: la condición de lugar de tránsito, la vida portuaria, el culto al erotismo de Venus, el deporte que promovía la desnudez, la relativa juventud de la ciudad, el crecimiento rápido de su población, la presencia conspicua de las cortesanas del templo, etc. No hay duda de que se trataba de un enorme desafío para el gran predicador y explica por qué llegó allí “con mucho temor y temblor” (2:3).
La iglesia de Corinto
La historia de sus orígenes aparece con bastante detalle en Hechos 18. Pablo llegó allí desde la cercana pero diferente urbe de Atenas. Estaba solo y la experiencia en esta famosa ciudad, que ha quedado como ejemplo de cultura y arte, había sido una de las más frustrantes para él. Pero Dios proveyó un aliciente con un matrimonio que se ha hecho célebre: Aquila y Priscila, que serían de los mejores colaboradores del apóstol.
No sólo se alojó en su casa, sino que comenzó a trabajar con ellos en su oficio de fabricante de tiendas, ya que no tenía otra forma de mantenerse. Al mismo tiempo, se dedicó a hablar del evangelio en la sinagoga. Cuando finalmente llegaron a Corinto Silas y Timoteo, sus ayudantes que habían quedado en el norte, “Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo” (Hch. 18:5).
Pero los judíos se opusieron y Pablo alquiló la casa de un tal Justo, luego de to cual se produjo la conversión de Crispo, el principal de la sinagoga, y de “muchos corintios”. La persecución hizo que el Señor le diera un mensaje de ánimo, en el que le aseguraba que tenía “mucho pueblo” en esa ciudad. De ello podemos deducir que la iglesia llegaría a tener un tamaño de importancia relativa en relación a otras de la época.
De todos modos, el apóstol fue llevado ante el tribunal, un edificio en cuyas ruinas hay una placa que recuerda el hecho. El procónsul Galión, responsable de la justicia, no quiso comprometerse, ni aun cuando era golpeado Sóstenes—otro principal de la sinagoga (1:1).
Después de permanecer allí un año y medio—lo que no era frecuente en él—Pablo se embarcó rumbo a Efeso, ciudad que se encuentra frente a Corinto, en la otra margen del Mar Egeo.
En Hechos 20:2, 3 se relata escuetamente que el apóstol volvió a la región por tres meses, unos cinco o seis años después. Corinto no es mencionada, pero no hay dudas de que Pablo debió de estar allí, inclusive cumpliendo con la visita prometida en su carta. Desde Corinto escribió la epístola a los Romanos.
La carta
Proviene de la pluma de Pablo, y nadie lo ha puesto en duda. La correlación con el relato de los Hechos es clara.
Podemos reconstruir las circunstancias que llevaron a su redacción. Después de la salida de Pablo, llegó a Corinto un fogoso joven llamado Apolos (Hch. 18:27; 19:1), que había sido orientado por Aquila y Priscila.
Por las causas que fueren, se produjeron en la congregación una serie de problemas que llevaron al apóstol a escribir una carta, que es mencionada en 5:9 y que es en realidad la “primes a los Corintios” pero que no conocemos. También mandó a su discípulo Timoteo (4:17) para dar consejos en la conflictiva situación, pero ésta no se suavizó.
La familia de Cloé visitó a Pablo para llevarle informes (1:11) y quizá una carts (7:1), aunque tal vez ésta había llegado antes por manos de Estéfanas (1:16; 16:15–17). Allí se le planteaban una serie de preguntas cuyo texto exacto desconocemos, si bien es posible deducir el tema general de cada una.
Es notable la suma de elementos negativos en aquella joven iglesia. De to antedicho es posible deducir que esta carta fue redactada en el año 56 ó 57, o sea sólo cinco después de iniciada la iglesia. En una congregación de tan poco tiempo, los problemas adquirían una gran dimensión, en especial cuando eso se agravaba por la misma constitución de la iglesia, por un ambiente hostil y corrupto, y por la ausencia de una conducción fuerte. La carta consta de las respuestas de Pablo a las preguntas que le fueron planteadas, así como también a otras cuestiones que él creía debían aclararse. Esto nos da un esquema de la epístola, que comienza con una introduction (1:1–9) y sigue con los problemas que enumeramos:
– Bandos que destruían la unidad de la iglesia (1:10–4:21)
– Problemas morales: a) Un caso de incesto (cap. 5)
b) Pleitos judiciales (6:1–11)
c) Inmoralidad sexual (6:12–20)
– Cuestiones sobre el matrimonio (cap. 7)
– Cuestión del sacrificio a los ídolos (cap. 8)
– Lugar y autoridad del apóstol (cap. 9)
– Problemas internos de la iglesia:
a) Idolatría (cap. 10)
b) Actuación femenina (11:1–16)
c) Desorden en la cena del Señor (11:17–34)
d) Sentido y uso de los dones (12:1–14:40)
– Un tema doctrinal: la resurrección (cap. 15)
¡Ciertamente es como para estremecerse! Sin embargo, con las variaciones impuestas por la época, la cultura y nuestra propia idiosincrasia, todo eso es más o menos lo que va apareciendo tarde o temprano en nuestras iglesias.
Sería posible confundirse y abandonar el estudio de la epístola debido a que Pablo está dando respuestas a preguntas especificas que no conocemos. Más de una vez, podríamos sentirnos perdidos al ignorar qué era exactamente lo que estaba pasando en Corinto y en qué términos le había sido planteado al apóstol. Sin embargo, nuestro objetivo principal debe ser descubrir los principios fundamentales y básicos detrás de los hechos presentados.
En 1 Corintios hay numerosos elementos como para que ésta sea una carta especialmente valiosa. Ninguna otra patre del N. T. nos muestra cómo era una iglesia én funciones, sobre todo al extenderse el evangelio más allá del mundo israelita. Aunque no podemos negar la presencia de elementos negativos, hay gran cantidad de aspectos positivos en lo que se refiere a su forma de actuar y de cómo ésta debía adaptarse a la dirección del Espíritu.
En cuanto a los problemas que son tratados específicamente, algunos ya no existen. Por ejemplo, quizá sean pocos o nadie los que tengan el problema de si deben comer carne sacrificada a los ídolos. Pero hay dos observaciones al respecto. La primera es que algunas de esas cuestiones aún persisten, por ejemplo, el uso de los dones. En segundo lugar, en oportunidades como ésa los principios de fondo siguen en pie.
La comparación con situaciones actuales nos sorprende, ya que con frecuencia nos parece que Pablo estuviera hablándonos de lo que pasa en nuestra ciudad y en nuestra congregación. Corintios es, entonces, una epístola de gran actualidad.



viernes, 12 de diciembre de 2014

La Fidelidad de Dios: La infidelidad del pueblo que recibió las promesas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Los primeros nueve versículos de la epístola tienen mucho que ver con su tono y contenido. Pablo sigue el estilo habitual de la época, poniendo al principio el nombre de quien escribía, para indicar luego quiénes eran los destinatarios. Después, como hace en todas sus epístolas, menciona qué dice sobre ellos cuando ora al Señnor.
1.     SALUDOS INICIALES (1:1–3)
1Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, 2a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: 3Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Al mencionar su nombre, Pablo ya nos está haciendo una presentación digna de ser meditada. Nos dice que ya no es el perseguidor Saulo de Tarso; utiliza ahora “Pablo”, que significa “pequeño”.
Pero sobre todo, se cuida de ratificar su autoridad como apóstol y el origen de dicha autoridad. Los temas tratados en la carta y el tono imperativo que exigían las circunstancias así lo reclamaban.1
“Apóstol” significa enviado. Estos versículos nos muestran el lugar de Pablo en relación con los corintios.
PABLO COMO APOSTOL
1.     Había sido enviado a predicarles el evangelio.
2.     Ahora era enviado a ratificar el mensaje de Cristo.
3.     Lo hacía porque era voluntad de Dios.
4.     El fin: acelerar la santificación y riqueza espiritual de los lectores.
Cuando Pablo recibió el llamado en Damasco, Dios declaró: “Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles” (Hch. 9:15). EI apóstol mismo lo relató años después. La “voluntad de Dios” (que se menciona también en 2 Corintios, Gálatas y Efesios) significa un deseo expreso del Señor Pablo mismo, para los corintios y los demás que lo recibían, y para el logro de los fines mencionados.
Se incluye el nombre de Sóstenes, que debe de ser el mismo que aparece en Hch. 18:17. Pablo une su testimonio al de este creyente.
LA AUTORIDAD DE SÓSTENES
1.     Era un “hermano”.
2.     Ratificaba lo que Pablo decía.
3.     Provenía de la misma iglesia que recibía la carta.
4.     Había dejado su fe anterior y había sufrido por ello.
La relación entre el apóstol y un miembro de la iglesia de Corinto era una buena base para un mensaje consistente.
Los destinatarios son mencionados en forma extensa, algo no habitual. De esa manera, Pablo ya comienza a hacerles una exhortación. Si ellos hubieran reflexionado en todo lo que allí les era sugerido, no habrían necesitado más.
Además de dirigirse sólo a la iglesia en su totalidad y no a los individuos, Pablo la denomina “iglesia de Dios”, que sólo ocurre en el encabezamiento de esta epistola y la siguiente.
Nada es casual en las Escrituras, pero aquí el propósito deliberado se hace evidente. Uno de ellos se relaciona con el profundo contenido de la carta, la necesidad de llevar una vida acorde con la voluntad de Dios. Si la iglesia pertenece al Señor, él tiene autoridad para reclamar tal comportamiento.
Desde el principio, los lectores de esta carta—los de aquel entonces y los de ahora—debemos tener en cuenta quién es el Señor de la iglesia. La iglesia es de Dios porque se rige por su Palabra y es dirigida por su Espíritu.
Por otro lado, la frase “iglesia de Dios” también es una advertencia sobre el tema que trataría enseguida. Si la iglesia es de Dios, no es de Pablo, ni de Apolos, ni de Cefas, ni de Cristo (cuando su nombre se una con espíritu faccioso) (vv. 12, 13). Todavía hoy se oyen frases como “Yo soy de la iglesia del pastor Fulano” o “Esta es la iglesia de Mengano”. Aunque el sentido pueda ser distinto (o sea que no implique propiedad o dominio), hay en la expresión un peligro latente que debemos evitar.
UN MENSAJE A LAIGLESIA (1:2)
1.     Debe recibirse como algo dirigido a un cuerpo.
2.     Ese cuerpo es concreto, por ejemplo el que está en Corinto.
3.     Debe comenzar por ser santificado.
4.     Ante los demás, debe ser de quienes invocan a Cristo.
5.     Forman parte de un gran pueblo “en todas partes”.
Teniendo en cuenta las fuertes amonestaciones que seguirían, Pablo comienza por recordarles que la posición de los corintios era “santificados en Cristo Jesús”, y el llamamiento, “a ser santos”. La mención de otras iglesias hace que esa responsabilidad sea aun mayor.
Luego sigue la habitual bendición apostólica, aunque a veces aparece con ligeras variantes: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
Gracia es un concepto fundamental en el N.T. Se relaciona con nuestra palabra “gratis” y se refiere al don de Dios, que es inmerecido, y cuyo precio fue pagado por Jesucristo. Esto hace que sea gratuita y bondadosa para nosotros. La primera consecuencia de la gracia es la “paz”: la buena relación con Dios, con nuestra conciencia y con los demás, y entre los demás y nosotros. Es dada directamente “a los corintios”, así como “a todos los demás” y al mismo autor, que se incluye al usar la palabra “nuestro”. Por sobre todo, el apóstol cuida de que el primer lugar sea otorgado a Jesucristo, a quien nombra cuatro veces en tres versículos.
JESUCRISTO SIEMPRE PRESENTE (1:1–3)
1.     Es quien envía a predicar (a ser apóstol).
2.     Quien santifica a los creyentes.
3.     Quien debe ser invocado.
4.     Quien nos da gracia y paz.
5.     Nuestro Señor.
2.     LA ORACIÓN DE UN APOSTOL (1:4–8)
4Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; 5porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 6así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
Pablo siempre empezaba sus oraciones dando gracias. Cuando pensamos en los corintios y todos sus problemas, nos admiramos de que el apóstol no se dejara llevar por el desánimo.
Además, deja claro que eso es lo que hace “siempre”, sin depender de buenas noticias. Por el hecho de ser creyentes, ellos mismos ya eran motivo para que Pablo agradeciera.
GRACIAS POR LOS CREYENTES (1:4–6)
1.     Por la gracia de Dios, su salvación (4).
2.     Por la abundancia que les ha sido dada (5).
3.     Por el testimonio que se da de ellos (6).
En el v. 5 insiste en la palabra “todo”: Las cosas, la palabra, la ciencia. Quizá pensemos que todo eso les faltaba, pero Pablo sabía agradecer por lo que sí tenían. “En todas las cosas fuisteis enriquecidos en él”. Es posible que nuestra reacción sea pensar que la carta está dirigida a una iglesia espiritual y materialmente pobre. Pablo no piensa eso, al contrario, los declara “enriquecidos”, que no es lo mismo que “ricos”. Los corintios no habían recibido una herencia en dinero de sus padres, ni tenían talentos en abundancia por su condición humana; al menos, Pablo se refiere más bien a aquellas cosas en las que Dios había actuado, transformándolos en una congregación que disfrutaba de “riquezas”. Nadie puede enumerar todas las cosas, pero la palabra indica que el apóstol tenía en mente tanto lo material como lo espiritual, lo terreno como to eterno.2
Notemos que él mismo menciona algunas de ellas, que debe considerar más importante: 1) toda palabra (el mensaje transmitido oralmente); 2) toda ciencia (el conocimiento superior que Dios da); 3) el testimonio sobre Cristo (que ha sido confirmado); 4) todos los dones (“nada os falta”, v. 7), aunque naturalmente el resto de la carta mostrará que ellos no entendían bien ni la esencia ni el uso de esos dones.3
En resumen, toda la iglesia por ser parte del plan de Dios es potencialmente rica.
Pone énfasis especial al hablar del testimonio. No se trata de atesorar las riquezas espirituales que Dios tiene listas para nosotros, sino de hacerlas ver, compartirlas y transformarlas en algo útil. El testimonio es tanto lo que se puede decir de nosotros, como lo que nosotros decimos de Cristo.
Sin embargo la gratitud por los dones presentes no es suficiente, y Pablo recuerda a los corintios que aún estan esperando la revelación final cristólogica (v. 7b). En el v. 8 vemos una referencia al juicio, pero Pablo expresa confianza en sus lectores cuyo comportamiento estaba lejos de ser sin mancha. El secreto está en la obra de Dios, no en los corintios.
EL TESTIMONIO DE CRISTO (1:6–7)
1.     Dado por la predicación a los incrédulos.
2.     Confirmado por la aceptación de Jesucristo.
3.     Completado con todos los dones (7a).
4.     Culminará en la misma “manifestación de Jesucristo” (7b).
Una vez más, el simple hecho de un saludo lleva a proclamar al Salvador. En este breve trozo—una oración y su comentario—Jesús aparece otras seis veces:
EL CRISTO QUE SE MANIFIESTA (1:4–9)
1.     Quien nos salvó por su gracia (4).
2.     Quien nos enriqueció con abundancia (5).
3.     El tema de nuestro testimonio (6).
4.     Quien se manifiesta: se muestra y mostrará (7, 8).
5.     Quien nos confirma hasta el fin (8).
6.     Aquel con quien tenemos comunión (9).
Lo que Pablo pide por los corintios, o mejor dicho lo que agradece a Dios como algo natural en todo cristiano, resulta múltiple y aumenta el cuadro presentado en los versículos anteriores:
LOS CREYENTES (1:4–5, 8–9)
1.     Han recibido la gracia de Dios (4).
2.     Han sido enriquecidos en todo (5).
3.     Serán confirmados hasta que Cristo vuelva (8).
4.     Tienen comunión con el Señor (9).
3.     UNA DECLARACIÓN (1:9)
9Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo jesucristo nuestro Señor.
Al orar, Pablo tiene su corazón puesto tanto en quien le escucha, ese Dios que “es fiel”, como en quienes leen lo que narra. En realidad, no está orando sino explicando qué dice al recordarlos en oracion. Hay un motivo por el cual siempre vale la pena orar: tenemos un Dios cuya fidelidad no le permite faltar a sus promesas. Hay también un motivo pare ser constantes: ser fieles como él es fiel. Esa fidelidad divina se demostró sobre todo en su Hijo Jesucristo, que es la cumbre de las promesas hechas en la antigüedad. El pueblo que las recibió, y que no siempre fue fiel, ha dado lugar al nacimiento de un nuevo pueblo, aquel que vive en una nueva comunión, cuyo eje es Jesucristo (Ef. 2:11–18).
LA FIDELIDAD DE DIOS (1:9a)
1.     Debemos recordar que él es fiel (Dt. 7:9; Sal. 19:7; 2 Co. 1:18).
2.     El también nos llamó a ser fieles.
3.     Estamos en comunión con Cristo: su fidelidad nos mantiene en ella.
Al cerrar esta introduccion, encontramos una nueva mención de nuestro Redentor. Notemos la forma complete y ferviente en que se mencionan los titulos del que murió en la cruz por nosotros.
EL CRISTO QUE NOS UNE EN COMUNIÓN (1:9b)
1.     Es Hijo de Dios como desde el principio (Jn. 1:1).
2.     Es Jesús, el hijo de María, el hombre de Nazaret.
3.     Es Cristo, el Mesías prometido, el que salvará y honrará.
4.     Es el Señor, lo que nos anticipa su gloria eterna.
5.     Es nuestro Señor, de la iglesia y de cada vida.
Sobre la base de esta apelación a la misericordia divina ahora nos disponemos a entrar en el cuerpo principal de la carta misma.
KOINONIA-COMUNIÓN
En el v. 9 aparece la palabra griega KOINONIA, traducida “comunión”. Es una expresión que tiene mucho auge actualmente y además es un concepto neotestamentario básico.
En griego dice literalmente “comunión de su Hijo Jesucristo”. Es lo que se conoce como genitivo, y que en primer término da la idea de propiedad. Esa comunión es algo que Jesucristo nos da, antes que nada para que estemos unidos a él—“teniendo el mismo sentir” (Fil. 2)—, y en consecuencia para que estemos unidos unos a otros.
Detrás del concepto de “comunión” del término KOINONIA, hay más de lo que imaginamos en castellano. La unión es profunda pues procede del hecho de que ahora todos tenemos el mismo Espíritu, pensamos lo mismo, actuamos de la misma manera, nos reunimos en un mismo lugar (o nos sentimos identificados con los que se reúnen en otros), lloramos cuando los demás lloran y nos gozamos cuando ellos se gozan. Es en el fondo la base de la subsistencia y progreso del cuerpo de Cristo, el espíritu que mueve ese cuerpo.
Lo categórico de esta expresión al comienzo de la carta podría parafrasearse como si su autor dijera: “Hermanos, todos los problemas de que vamos a hablar desaparecerían si en su corazón ustedes tuvieran hacia Jesucristo y hacia los demás de la iglesia, ese espíritu que él puso en nosotros.”
1 En las cartas a los Tesalonicenses, no usa ningún título. A los Romanos y Filipenses—donde no había mayores problemas—se dirige como “siervo”, mientras que se presenta como “apóstol” en ésta, 2 Corintios, Gálatas y Efesios, o sea en general donde había algo que corregir.
2 Otros comentaristas restringen el sentido de “todas las cosas” a la gracia espiritual con que los corintios habían sido enriquecidos.
3 “Toda palabra” podría definirse aquí como el don sobrenatural de saber expresar bien la verdad. De acuerdo a la mayoría de los comentaristas, Dios enriqueció y dio, tanto a los corintios como a nosotros, la capacidad de hablar “toda palabra” para él. No todos seremos predicadores, pero Dios nos da cierta capacidad. Pablo probablemente se refiera a lo que nosotros llamamos “testificar” (Hch. 1:8; 4:29).



miércoles, 10 de diciembre de 2014

Herodes modernos... También en Perú

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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¿Defensora del Pueblo o del UNFPA?

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Mayda Ramos supuestamente es la Defensora Adjunta para la Niñez y Adolescencia pero el pasado 2 de Diciembre ha puesto en tela de juicio su idoneidad para el cargo. En la mesa de trabajo denominada “Agenda Congresal sobre Salud Sexual y Reproductiva de las y los Adolescentes” se puso al unísono del lobby de UNFPA para dar anticonceptivos a adolescentes desde los 14 años sin el consentimiento de sus padres.
Tal como consta en la página Facebook oficial de UNFPA, Mayda Ramos abogó por el cambio del artículo 4° de la Ley General de Salud  y criticó “la falta de reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de adolescentes en los proyectos de ley sobre el Código de Niños, Niñas y Adolescentes”.  Esto es exactamente lo mismo que viene pidiendo UNFPA desde hace años. Cabe señalar que los llamados “derechos sexuales y reproductivos” no existen dentro del marco legal vigente en el Perú.
Haciendo un uso poco ortodoxo de lo que sería una auténtica defensora del pueblo, Mayda Ramos presentó el Documento Defensorial cuyo objetivo es cambiar las leyes peruanas como una estrategia fundamental para revertir lo que califica como “barreras legales y culturales que restringen los derechos sexuales y reproductivos de los y las adolescentes”.
El proyecto de ley al que se refiere Mayda Ramos pretende eliminar el consentimiento de los padres para que el Ministerio de Salud distribuye métodos anticonceptivos entre adolescentes desde los 14 años. Con esto queda claro que para Mayda Ramos la principal “barrera legal y cultural” son los padres de familia.
¿Vamos a permitir esta prepotencia de parte de un funcionario público? ¿Con qué derecho piensa que un funcionario público se preocuparía más que por nuestros hijos e hijas y sabría que es lo que mejor les conviene?
Escríbele un correo electrónico al Defensor del Pueblo, Eduardo Vega, y a la defensora Adjunta, Mayda Ramos, y diles que no permitirás que ni ellos ni UNFPA los descalifiquen para educar a tus propios hijos.
Para más información:
El facebook de UNFPA publica las declaraciones de la Defensora del Niño



Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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domingo, 7 de diciembre de 2014

Satanás y el pecado están unidos, son inseparables, y los cristianos no son inmunes al pecado

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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Varios años atrás asistimos a una conferencia Bíblica en Palm Springs, California, en la cual conversamos con un misionero proveniente de la India. Cuando discutimos el tema del conflicto espiritual, el misionero declaro; “los cristianos en este país piensan que todos los demonios están en mi país. Pero permítanme decirles que en este país existe más actividad demoníaca que en el mío. Las
personas en la India, saben que el mundo de los espíritus es real, y cuando conocen el poder de Jesucristo el cual es más fuerte que el de los  espíritus que les atormentan, se encuentran  listos para pedir su ayuda en su Nombre. Su gente no quiere reconocer la actividad demoníaca y enfrentarse a la misma como la Biblia ordena.”

Muchos creyentes hoy reconocen las batallas de la carne y el mundo, pero cuando nos referimos a la guerra espiritual de las fuerzas satánicas o demonios, opinan que eso solo sucede en otra parte del mundo. Piensan que Satanás y sus demonios trabajan primordialmente en países primitivos y no educados, donde él puede tomar ventaja de personas ignorantes. Solo el pensar que Satanás esta vivo y muy activo en un país tan sofisticado y educado como los Estados Unidos, es simplemente absurdo. Nosotros somos demasiado inteligentes para que el diablo nos ataque, y de todas maneras el no puede tomar posesión de los cristianos.

Ambas opiniones provienen directamente de Satanás. Los cristianos, en su gran mayoría han aceptado estas mentiras. Para reconocer la actividad demoníaca, primero necesitamos entender que la batalla espiritual que esta afectando nuestras vidas es real.  ¡Algunos autores cristianos muy conocidos declaran; “El Nuevo  Testamento no menciona ningún cristiano poseído  o endemoniado! ¡Que tremenda ceguedad! Jesús en Juan 13:44 dijo a los fariseos, que ellos eran de su padre el diablo; y esto a pesar de que ellos eran los lideres de la iglesia. Les seguía diciendo que ellos hacían la voluntad de él (Satanás). Hoy en  día a estos hombres se les llamaría pastores, oficiales de la conferencia y los presidentes; pero Jesús les dijo que eran de su padre el diablo. Pero para que ellos puedan obedecer al enemigo, tenían que estar, hasta cierto punto, controlados por Satanás mismo.

Alguna razón tuvo que haber existido cuando Jesús ordenó a sus discípulos en Mateo 10:5-6 “…por el camino de gentiles no vayáis, y en la ciudad de Samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Profesos seguidores de Dios). Jesús les dio  instrucciones de predicar, de sanar enfermos, y les otorgo poder para reprender demonios. ¿PorqueJesús ordenaría a sus  discípulos, sacar los demonios, si los cristianos (creyentes) no pueden ser poseídos o endemoniados?

 Los evangelios de Mateo, Lucas y Marcos, contienen suficiente evidencia de que los demonios estaban muy activos en las vidas de personas que si vivieran entre nosotros hoy, serian llamados cristianos.

• Marcos 1:21-28 y Lucas 4:31,32.
Leemos acerca del hombre endemoniado en la sinagoga (iglesia)

• Lucas 8:2. Las mujeres en esta historia eran seguidoras y apoyaban a JESÚS y El las había librado de espíritus malignos.

•  Lucas 13:10-21. En esta ocasión la mujer había estado enferma por 18 años.
Su enfermedad había sido causada por un demonio. Este verso dice “…y esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho anos,”…En el día de hoy ella seria considerada una cristiana, o seguidora de Jesús.

Satanás y el pecado están unidos, son inseparables, y los cristianos no son inmunes al pecado. Cada vez que los cristianos voluntaria e intencionalmente pecan se colocan en el terreno del enemigo. En  estos casos, bajo estas condiciones, el puede y hasta cierto punto los controla. 


El toque gélido de la muerte nos invita a beber hiel: Vé hacia Él cuando tu necesidad es desesperada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 

 
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Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Job 1:1

Así de escueto es el comienzo de la historia de Job. ¡Cuánta desgracia oculta su sencilla formulación!

No se sabe muy bien dónde está aquella tierra, ni cuándo vivió el protagonista de su historia. Pero en aquel tiempo y en dicho lugar, la plácida superficie de la vida de un hombre llamado Job estaba a punto de estallar en mil pedazos. Su felicidad iba a ser destruida, en breve, por una tragedia singular.

Según los eruditos, el libro de Job es probablemente el más antiguo de la Biblia. Se sitúa en el mundo patriarcal del Génesis. Job es, por lo tanto, anterior a la fundación de Israel, anterior a la ley de Moisés, y anterior al sistema religioso del pueblo hebreo. Job es un prototipo universal del hombre; es otro Adán que, rodeado de felicidad, cae en la experiencia más absoluta de dolor y desesperación. Su bienestar fue famoso en su día; su caída en desgracia es proverbial en todo el mundo.

Job era un hombre inmensamente rico: no sólo en posesiones, sino en valores personales y espirituales. Lo tenía todo: familia, hacienda, poder y prestigio social. No obstante, Job se identificaba con los pobres y marginados, aquellos para quienes la vida había sido menos generosa: «Yo era ojos al ciego, y pies al cojo, y a los menesterosos era padre» -dijo (29:15). Pero sobre todas las cosas Job valoraba la bendición de Dios. Él mismo lo expresó así cuando, tras sufrir la pérdida de todo, añoró su estado anterior:

    «¡Quién me volviese como en los meses pasados,
    Como en los días en los que Dios me guardaba,
    Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
    A cuya luz yo caminaba en la oscuridad;
    Como fui en los días de mi juventud,
    Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda;
    Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
    Y mis hijos alrededor de mí» (29:2–5).

Su vida había sido sacudida hasta los cimientos. Perdió parte de su ganado en un incendio; el resto fue llevado por ladrones. Sus empleados fueron muertos en un ataque armado, y sus hijos murieron en un desastre natural. Aun así mantuvo viva su esperanza y su fe en Dios. Pero cuando perdió su salud, y la enfermedad se hizo dueña de su cuerpo, Job se derrumbó, y maldijo el día en que nació. Había perdido su fe en la bondad de Dios.

Surgió la duda. El horror invadió su alma: ¿Existe Dios? Y si existe, ¿es un tirano mezquino y cruel?

¿Es verosímil tanta desgracia en la vida de un solo hombre? Sí que lo es. Pero el dolor no se mide en cantidad. No se cuantifica el dolor. Se vive en intensidad, y el dolor, cualquier dolor, colma el vaso de nuestra momentánea capacidad de soportar.

El escritor C. S. Lewis, un hombre profundamente creyente cuyo amor por Joy Gresham, enferma de cáncer, se ha hecho célebre gracias a la película Tierras de penumbra, describió, poco después de la muerte de su esposa, el estremecedor relato de su angustia ante su pérdida, de las innumerables oraciones no contestadas, de la terrible soledad ante la ausencia de Dios:

  «Y en el entretanto, ¿Dios dónde se ha metido? Este es uno de los síntomas más inquietantes. Cuando eres feliz, tan feliz que no tienes la sensación de necesitar a Dios para nada, tan feliz que te ves tentado a recibir sus llamadas sobre ti como una interrupción, si acaso recapacitas y te vuelves a Él con gratitud y reconocimiento, entonces te recibirá con los brazos abiertos -o al menos así es como lo vive uno. Pero vete hacia Él cuando tu necesidad es desesperada, cuando cualquier otra ayuda te ha resultado vana, ¿y con qué te encuentras? Con una puerta que te cierran en las narices, con un ruido de cerrojos, un cerrojazo de doble vuelta en el interior. Y después de esto, el silencio. Más vale no insistir, dejarlo. Cuanto más esperes, mayor énfasis adquirirá el silencio. No hay luces en las ventanas. Debe tratarse de una casa vacía. ¿Estuvo habitada alguna vez? Eso parecía en tiempos. Y aquella impresión era tan fuerte como la de ahora. ¿Qué puede significar esto? ¿Por qué es Dios un jefe tan omnipresente en nuestras etapas de prosperidad, y tan ausente como apoyo en las rachas de catástrofe?»1

Accidente, enfermedad, violencia, o simplemente el inexorable paso del tiempo: cuando nos alcanza el dolor, cuando se extingue de repente la débil luz que alumbraba nuestro camino, se alzan, a veces, terribles interrogantes, y el toque gélido de la muerte nos invita a beber hiel.
 



miércoles, 3 de diciembre de 2014

Permitame decir que fui a su conferencia sólo por razones académicas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Libertad a través de las etapas de desarrollo
Molly nos ha contado su vida, espero que haya tenido un gran impacto en usted. Los siguientes capítulos relatan las historias de otras personas valientes que han permitido que las publiquemos.
Sin embargo, este será distinto. Antes de proceder, me parece importante que veamos cuál es el plan de Dios para los procesos de desarrollo y santificación; explicados basándonos en las Escrituras e ilustrados con la vida de Anne, otra persona restaurada. Le ayudará a comprender mejor el peregrinaje espiritual de las personas a quienes conocerá en este libro, y a contribuir a sanar las heridas de aquellos que atraviesen su camino.
Muertos al nacer
San Pablo escribe: «En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia» (Efesios 2:1, 2). Desde Adán todos nacimos físicamente vivos, pero muertos espiritualmente, o sea, separados de Dios. Durante nuestros primeros años de formación aprendemos cómo vivir independientes de Dios. No teníamos ni la presencia de Él en nuestras vidas ni el conocimiento de sus caminos.
 
Esta independencia de Dios, aprendida por nosotros, es característica de la carnalidad o de la antigua naturaleza. Una de las maneras en que funciona la carne es desarrollar mecanismos de defensa por medio de los cuales aprendemos a lidiar con la vida, a tener éxito, a sobrevivir o a vencer sin tomar en cuenta a Dios.
Vivos para la eternidad
Cuando nos entregamos a Cristo recibimos vida espiritual, lo que significa que ahora estamos unidos con Dios. Esta vida eterna no es algo que recibimos al morir; la poseemos desde ahora mismo por estar en Cristo: «Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene vida» (1 Juan 5:11, 12).
Programados de nuevo
Desde el momento de nuestra conversión tenemos a nuestro alcance todos los recursos de Dios. Desafortunadamente, nadie aprieta la tecla indicada para «borrar» lo programado anteriormente en nuestra mente. Hasta que no empiece el proceso de transformación de Dios en nuestras vidas, viviremos en un estado de conformidad a este mundo y reglamentados por él. Por eso Pablo escribe: «No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Romanos 12:2). Por lo tanto:
  la tarea principal de la educación cristiana es discipular a las personas que anteriormente estaban programadas para vivir independientes de Dios, a fin de que vivan en una relación de dependencia con Él.
   la tarea principal del discipulado o la consejería es librar a la gente de su propio pasado y erradicar los viejos mecanismos de defensa, sustituyéndolos por Cristo como su única defensa.
Ser transformados
La verdad y la obediencia son la clave en un estilo de vida que dependa de Cristo. Pero la verdad sólo se puede creer si se entiende, y los mandamientos se pueden obedecer solamente cuando se conocen. Debemos responder con nuestra fe y nuestra obediencia en la medida en que el Espíritu Santo nos conduce a toda verdad: «El que dice, “Yo le conozco”, y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él» (1 Juan 2:4). La desobediencia le da campo abierto a Satanás para realizar su obra en nosotros. Según Efesios 2:2, ese espíritu «ahora actúa en los hijos de desobediencia».
 
«La santificación» es el proceso por medio del cual nuestro ser se conforma a la imagen y al carácter de Cristo. Dios actúa en este proceso paciente y cuidadosamente, nos hace avanzar, porque renovar nuestra mente y desarrollar el carácter requiere tiempo. Pero hay otro dios que también está activo, y sería un descuido desastroso pensar que este proceso se realizara independiente del «príncipe del reino del aire» (el dios de este mundo, Satanás).
Dispersión del pasado
En muchos casos, las experiencias traumáticas de la infancia siguen teniendo un impacto debilitador sobre la vida actual. Es muy común tener bloqueadas muchas de ellas en la memoria. Conscientes de esto, muchos sicólogos seculares intentan llegar a los recuerdos ocultos usando la hipnosis. Algunos tratan de inducir recuerdos mediante el uso de drogas en un programa de hospitalización. Si bien se les puede felicitar por su sinceridad, estoy totalmente en contra del uso de ambas opciones por dos razones: Primero, no quiero hacer nada que desvíe la mente de una persona; y segundo, no quiero adelantarme al tiempo de Dios.
 
En las Escrituras no existe instrucción que inste a centrarse en uno mismo ni a dirigir sus pensamientos hacia dentro. Ellas siempre abogan por el uso activo de nuestras mentes y porque nuestros pensamientos se dirijan hacia afuera. Es a Dios a quien le pedimos que examine nuestros corazones (Salmos 139:23, 24). Toda práctica oculta intenta inducir un estado pasivo de la mente, y las religiones orientales nos exhortan a desviarla. Las Escrituras nos exigen que pensemos y asumamos la responsabilidad de llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de Jesucristo (2 Corintios 10:5).
 
Si hay dolor dentro de nosotros y recuerdos ocultos de nuestro pasado, Dios espera hasta que lleguemos a la madurez adecuada antes de revelárnoslos. Pablo dice:
Para mí es poca cosa el ser juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. No tengo conocimiento de nada en contra mía, pero no por eso he sido justificado; pues el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, quien a la vez sacará a la luz las cosas ocultas de las tinieblas y hará evidentes las intenciones de los corazones. Entonces tendrá cada uno la alabanza de parte de Dios (1 Corintios 4:3–5).
La búsqueda de Dios
¿Qué debemos hacer cuando sabemos que algo de nuestro pasado todavía nos está afectando? Creo que debemos continuar en busca del conocimiento de Dios, aprender a creer y a obedecer todo lo que es verdadero y comprometernos con el proceso santificador de desarrollar nuestro carácter. Cuando hemos alcanzado suficiente seguridad y madurez en Cristo, Él nos revela un poquito más sobre quiénes somos realmente. En la medida en que Cristo se convierta en la única defensa que necesitemos, nos apartará gradualmente de nuestras formas antiguas de defendernos.
 
Despojarnos de los antiguos mecanismos de defensa y revelar las deficiencias en nuestro carácter es como quitar las capas a una cebolla. Cuando se nos quita una capa nos sentimos muy bien. No tenemos nada en contra de nosotros mismos y nos sentimos libres de lo que piensen los demás de nosotros, pero todavía no hemos alcanzado la perfección. En el momento justo, Él nos revela algo más para que podamos disfrutar su santidad.
 
Nuestro próximo relato tiene que ver con este proceso progresivo de santificación. Anne redactó la siguiente carta y me la entregó en medio de una conferencia. Escuchó quién era ella como hija de Dios, aprendió a caminar en fe y vio la naturaleza de la batalla en su mente. Se emocionó tanto que se adelantó y cumplió por sí sola los pasos hacia la libertad.
*     *     *
Estimado Neil:
¡Alabado sea Dios! Creo que esta es la respuesta que he buscado. ¡No estoy loca! No tengo una imaginación demasiado activa, como me han dicho y he creído, por años. Simplemente soy normal como todo el mundo.
¿Cómo podía admitir ante alguien de la iglesia lo que cruzaba por mi mente?
Durante toda mi experiencia cristiana he luchado contra pensamientos extraños que me apenaban tanto que nunca hablé a nadie de ellos. ¿Cómo le iba a contar a alguien de la iglesia lo que cruzaba por mi mente? Una vez, en un grupo de cristianos, traté de hablar con sinceridad de lo que me pasaba. La gente se asustó, hubo un silencio tenso, entonces alguien cambió el tema. Casi me muero. Rápidamente aprendí que estas cosas no se aceptan en la iglesia, o por lo menos en esa época no lo hacían.
 
No sabía lo que significaba llevar cautivo todo pensamiento.1 Una vez traté de hacerlo, pero sin mayor éxito, porque me culpaba a mí misma de todas estas cosas. Creía que todos esos pensamientos eran míos y que era yo quien los estaba produciendo. Siempre ha habido un terrible peso sobre mí debido a esto. Jamás pude aceptar el hecho de que fuera verdaderamente recta, porque no me sentía así.
Gracias a Dios que sólo era Satanás y no yo. ¡Yo valgo! El problema es más fácil de tratar cuando se sabe lo que es.
 
Me maltrataron cuando era niña. Mi madre me mentía mucho y Satanás utilizaba lo que decía, como: «Eres perezosa. Jamás vas a valer nada». Me alimentaba continuamente con demasiada basura, agobiándome con mis peores temores. Tenía pesadillas, temía que las mentiras fueran ciertas y en la mañana amanecía deprimida. Me ha costado mucho deshacerme de todo esto.
 
Como se me maltrató, aprendí a no pensar por mí misma. Hacía lo que se me ordenaba y jamás cuestionaba nada por temor a ser castigada. Esto me preparó para los juegos mentales de Satanás. Estaba condicionada, especialmente por mi madre, a que me dijeran mentiras sobre mi persona. Me daba miedo tomar el control de mi mente porque no sabía lo que podría suceder. Creía que perdería mi identidad porque no tendría quién me dijera lo que tenía que hacer.
Por fin soy yo, ¡una hija de Dios!
Actualmente he recuperado mi identidad por primera vez en la vida. Ya no soy producto de las mentiras de mi madre; ya no soy producto de la basura que me tira Satanás. Por fin soy yo, ¡una hija de Dios! En medio de tanta asquerosidad, Satanás me había aterrorizado. Vivía aterrada de mi misma, pero gloria a Dios, ya eso se acabó. Antes me mortificaba tratando de distinguir si un pensamiento venia de Satanás o de mí misma. Ahora me doy cuenta que ese no es el punto. Simplemente debo examinar el pensamiento a la luz de la Palabra de Dios y luego decidirme por la verdad.
 
Me siento un poco insegura escribiendo esta carta tan pronto. Quizás deba tomar una actitud de «veremos lo que pasa», pero es tal el gozo y la paz que siento en mi interior que debe ser auténtico. ¡Gloria a Dios por la verdad y por la oración contestada! ¡Ya soy libre!
Con el corazón lleno de gratitud,
Anne
*     *     *
Se desprendió una capa de la cebolla. Se le dio a conocer a Anne lo crucial de la primera parte, de las Epístolas, que habla de nuestra identidad en Cristo. Ya ella no es simplemente un producto de su pasado; es una nueva criatura en Cristo. Con ese fundamento, pudo enfrentar y repudiar las mentiras que había creído por muchos años. Se sintió rechazada cuando trató de expresar algunas de sus luchas en el pasado, posiblemente porque los demás miembros del grupo luchaban con lo mismo sin poderlo resolver.
 
Cuánto anhelo el día en que nuestras iglesias ayuden a la gente a establecer firmemente su identidad en Cristo, y ofrezcan un ambiente en que las personas como Anne puedan manifestar la verdadera naturaleza de su lucha. Satanás hace todo en la oscuridad. Cuando surgen asuntos como este, no debemos suspirar y cambiar de tema. Mantener todo a escondidas es comprar la falsa estrategia de Satanás. Andemos en la luz y tengamos comunión los unos con los otros para que la sangre de Jesucristo nos limpie de todo pecado (1 Juan 1:7). Dios es luz y no hay oscuridad en Él (1 Juan 1:5). Dejemos de lado toda falsedad y hablemos la verdad con amor, pues somos miembros uno del otro (Efesios 4:15, 25).
 
Ahora Anne sabe quién es y comprende la naturaleza de la batalla que se está librando en su mente. ¿Debe ser ahora totalmente libre? ¡No, no es cierto! Quedó libre de lo que analizó, pero Dios no había terminado con ella todavía. La cebolla no tiene una sola capa. A las dos semanas de terminada la conferencia, escribió la segunda carta.
*     *     *
Estimado Neil:
¡Cielos! ¿Dónde empiezo? Permitame decir que fui a su conferencia sólo por razones académicas. Jamás pude haber vislumbrado lo que el Señor tenía en mente para mí. De todos modos no lo hubiera creído. Pienso que debería empezar desde donde terminé con usted hace unos días.
 
Le escribí una carta explicando que fui liberada de los pensamientos obsesivos. Hace unos meses le había pedido al Señor que me ayudara a comprender este problema. Me emocioné muchísimo cuando escuché la información en la conferencia, al principio de la semana. Era exactamente lo que le había pedido al Señor. En mi casa oré siguiendo todas las oraciones de los «Pasos hacia la libertad». Fue una lucha, pero dejaron de molestarme las voces. Me sentí libre, por lo que pensé que ya todo se había acabado. ¡Qué engañada estaba!
 
Como resultado de ese esfuerzo falso llegué a ser muy amargada y sarcástica.
Usted habló conmigo una noche después de una de las sesiones y me dijo que tal vez necesitaba perdonar a mi madre. No me convenció mucho porque lo había intentado una vez y no me dio resultado. Ahora me doy cuenta de que algunos cristianos bien intencionados me empujaron, diciendo que no importaban mis sentimientos. Es más, dijeron que ni siquiera debería tener sentimientos de ira. Para ellos, el tipo de ira que yo sentía era muy pecaminoso. Así de malagana empecé a decir, que perdonaba a las personas que me habían dañado. Como resultado de ese esfuerzo falso llegué a ser amargada y sarcástica. Traté de no serlo, pero la verdad es que lo era. Dios me mostró después, que mi amargura venía como resultado de negar que estaba enojada cuando aparentaba perdonar.
Hace un año asistí a un grupo de apoyo para las víctimas del maltrato. La líder del grupo me dijo que yo estaba amargada por haber tratado de perdonar antes de estar lista para hacerlo. Me dijo que debía analizar todos mis sentimientos respecto a cada incidente. Después, sería capaz de perdonar.
Esa noche, cuando usted me habló, pensé que me estaba induciendo a la oración ritual de perdón que no significaba nada. De todos modos, estaba segura de que no podía regresar a ese sendero tan amargo. Decidí tomar la información que recibí al principio de la conferencia como algo que Dios quería que recibiera, y puse en el estante académico el resto de la información.
El asunto del perdón me golpeó de nuevo.
El jueves por la noche cuando usted tocó el tema del perdón, me sentí desgraciada. Durante la reunión, estaba incomodísima en mi asiento, me sentía aburrida y enojada. Estaba muy confundida y creía que estaba desperdiciando mi tiempo. Sabía que no podría salir del auditorio porque entonces todos pensarían que estaba poseída o algo parecido, por lo tanto terminé luchando por permanecer despierta, casi no aguantaba las ganas de salir.
Esa noche empecé a realizar una tarea para una clase que estaba recibiendo, pero no pude concentrarme porque el asunto del perdón me seguía retando constantemente. Estaba enojada, pero algo en mi interior me decía que tenía que haber más en lo que usted decía en la conferencia. Decidí que debía ser receptiva y a estar dispuesta a probar lo que fuera. Supuse que no me podría hacer más daño, aunque realmente dudaba de que me ayudara, ya que tenía años de estar tratando de perdonar a mis padres.
Así que hice una lista de las personas y las ofensas, como usted lo había sugerido esa noche. El Señor me mostró que yo reaccionaba con ira ante las ofensas de esas personas porque era mi manera de protegerme para no sufrir más abusos. No sabía cómo bíblicamente fijar límites a mi alrededor, para protegerme de la injuria. La iglesia me había enseñado que debía seguir dando la otra mejilla y dejar que la gente me siguiera cacheteando. Pero cuando usted habló de lo que realmente significa honrar a sus padres, supe que ese era mi boleto hacia la libertad.
Dios me mostró que estaba bien que me defendiera y que no necesitaba esa actitud de falta de perdón para protegerme. Me mostró que el grupo de apoyo para personas maltratadas tenía razón al decirme que me centrara en mis emociones; sin embargo, nunca hubo resolución porque jamás nos enseñaron a llegar hasta el punto en que nos decidiéramos por el perdón. Eso siempre quedaba más adelante en el camino, para cuando uno se sintiera mejor. Veo ahora que ambos grupos destacaban un solo aspecto del perdón, pero nunca ambos.
Una vez completado el perdón, me sentí extenuada. Lo interesante Neil, sin embargo, fue que inmediatamente un amor genuino hacia usted invadió mi corazón. Antes no lo había tenido. Me acosté a dormir sintiéndome muy bien.
Una hora más tarde me desperté sudando frío y con taquicardia. Acababa de tener otra de mis espantosas pesadillas. No las había tenido en varios meses, por lo que me sorprendió. Por primera vez en mi vida se me ocurrió que quizás no era por culpa del maltrato que había sufrido, como se me había enseñado en el pasado. Le pedí al Señor que me ayudara a averiguar la causa y me volví a dormir. A las dos y media de la madrugada me despertó mi compañera de cuarto con sus gritos. Salté de la cama y la desperté. Comparamos relatos y nos dimos cuenta de que ambas habíamos tenido pesadillas parecidas. Después de orar juntas y de renunciar a Satanás,2 regresamos a la cama y ambas dormimos bien el resto de la noche.
En esas horas de la madrugada, mientras dormitaba, Dios me mostró que había tenido pesadillas similares desde el tercer grado, había soñado que me topaba con el diablo y que me maldecía. No puedo creer que todo eso se me hubiera olvidado. Le pregunté al Señor qué había sucedido en tercer grado y me acordé que en esa época había empezado a ver el programa de televisión Bewitched [Hechizada]. Era mi programa favorito y lo veía fielmente.
Fue por ese programa que me interesé en los poderes espirituales. Junto con muchas de mis compañeras de escuela, leía libros sobre fantasmas, percepción extrasensorial, quiromancia y aun uno sobre encantos y maleficios. También estaba de moda jugar con las ocho bolas mágicas, con la ouija y con juegos de magia. Otro de mis programas favorito de televisión era La Isla de Gilligan, de donde obtuve la idea de usar mis muñecas como figuras de vudú para vengarme de mamá. Estuve contemplando la posibilidad de hacerle un maleficio. Cuando estaba en sexto grado ya me deprimía muchísimo. Empecé a leer libros y cuentos de Edgar Allen Poe, llegó a ser lo único que ansiaba. No puedo creer que hubiera olvidado todo esto.
En la secundaria me volvieron a atormentar las pesadillas y llegué a tener fuertes tendencias de suicidio. Por la gracia de Dios, invité a Jesucristo a mi corazón en esa época. Lo más grande que me mostró Dios fue que yo sabía desde muy niña que existía un poder malévolo que había deseado tener.
Cuando llegó el sábado, créalo, era todo oídos. Ya no eran puras palabras cabalísticas. Así que hice de nuevo todas las oraciones conforme usted nos dirigió a través de los «Pasos hacia la libertad», y renuncié a todas las mentiras que han circulado en mi familia por años. Reconocí mi propio pecado y la falta de perdón.
Esta es la mejor forma de describirle lo que me pasó esta semana: ¿Sabe qué ocurre cuando alguien ha estado por mucho tiempo en una secta y lo internan para desprogramarlo? Así pasó conmigo. Fue como si Dios me hubiera encerrado en un cuarto y me hubiera dicho: «Dame tu cerebro. No saldremos de aquí hasta que me lo entregues». Ha sido una semana intensa, y necesaria para que comprendiera las mentiras con que había vivido. No tuve la menor idea de lo que había hecho.
Pude sentir que la opresión salió de mi corazón.
Tan pronto regresé a casa volvieron en gran cantidad los pensamientos mentirosos: «No vales nada. Eres estúpida. Nadie te quiere». Le conté todo a mi esposo, así que cada vez que recibo un pensamiento mentiroso se lo cuento y ambos nos reímos y hablamos de lo que es realmente cierto. ¡Gloria a Dios! Antes sentía demasiada vergüenza para contarle nada.
Anoche me quiso volver a dar una de mis pesadillas. Sentí la opresión que me venía encima cuando ya estaba dormitando e inmediatamente dije: «Jesús». Neil, pude sentir que la opresión salió rápidamente de mi corazón, como si alguien la hubiera arrancado de allí. ¡Gloria a Dios!
Debido a la consejería que he recibido al cabo de los años, tengo algunos cuadernos llenos de historias sobre el dolor de mi pasado. Este dolor ha estado amontonado en mi gaveta y me ha mortificado cada vez que lo he visto. Ahora sé que mi identidad no tiene nada que ver con el pasado sino que está en Cristo. Así que quemé todos esos cuadernos.
Gracias por decirme la verdad, aunque no la comprendiera al principio. ¡Siento el mismo gozo que experimenté cuando recibí a Cristo! Al fin entiendo lo que significa ser una hija de Dios.
Gozosamente,
Anne
*     *     *
Quitar tres capas de la cebolla en una sola semana es fantástico. Anne reconoció su identidad en Cristo, pudo perdonar de corazón y aprendió a resistir a Satanás. Quizás tenga más ventajas que la mayoría, pues tuvo una educación cristiana y tiene un marido amoroso y comprensivo que la apoya en su hogar. Esto no significa que otros no puedan resolver los mismos problemas, pero puede que sea un poco más lento el proceso.
El perdón libera
Cabe destacar aquí varios asuntos. Cada persona en este libro ha tenido que enfrentarse con la obligación de perdonar. A los consejeros legítimos les afecta que los cristianos bien intencionados sugieran que alguien que expresa sentimientos como la ira y la amargura no debería «sentirse así». Desviar los sentimientos jamás permitirá que se resuelvan los problemas. Si uno desea la sanidad, tiene que establecer un contacto con sus raíces emocionales. Dios hará que salga a flote el dolor emocional para que se pueda tratar. Los que no quieran encarar la realidad, tratarán de empujarla hacia adentro, cosa que producirá únicamente mayor amargura.
 
El perdón es lo que nos libera de nuestro pasado. No lo hacemos por el bien de la otra persona, sino por el nuestro. Debemos perdonar así como Cristo nos ha perdonado. No existe libertad sin perdón. «Pero no sabes cuánto daño me hicieron», protesta la víctima. El caso es que todavía le están haciendo daño y, así que, ¿cómo va a parar el dolor? Debe perdonar de todo corazón, reconocer el dolor y el odio, y dejarlos ir. Cuando no se perdona de corazón, se le da oportunidad a Satanás (Mateo 18:34, 35; 2 Corintios 2:10, 11).
 
Otro error es ver el perdón como un proceso de larga duración. Muchos consejeros dicen: «Tiene que experimentar el sentimiento a profundidad, para entonces perdonar». Pero repasar el pasado y revivir todo el dolor sin perdonar, sólo lo refuerza. Mientras más hable de eso, más fuerte será el dominio que tendrá sobre la persona. Se supone que primero uno tiene que sanar para luego perdonar. ¡No es cierto! Primero hay que perdonar, entonces empieza el proceso de sanidad.
 
No hay manera de leer las Escrituras y llegar a la conclusión de que el perdón es un proceso a largo plazo. Puede que los sentimientos dolorosos lleven tiempo para sanar, pero el perdón es una decisión. Una crisis de la voluntad cuyo premio es la libertad.
Resistir el pecado
Igual que Anne, muchos ven en su ira un medio para protegerse de más maltrato. Los consejeros seculares creen que el perdón cristiano es una codependencia y argumentan: «No dejes que esa persona te controle más. ¡Enójate!» Pero yo digo: «No dejes que esa persona te siga controlando. ¡Perdónala!»
 
Luego resista el pecado. El perdón no es tolerar la manera en que otros pecan contra uno. Dios perdona, pero no tolera el pecado. Me duele que algunos pastores se enteren de maltratos y le digan a un hijo o a una esposa que simplemente vuelvan a casa y se sometan, diciendo: «Confíe en que Dios te va a proteger». Quisiera decirle a ese pastor: «Anda tú a esa casa en vez de esta persona, para ver si no te maltratan a ti también». Pero, ¿no dice la Biblia que las esposas y los hijos deben someterse? Cierto, pero también dice que Dios ha establecido el gobierno para proteger a los niños agredidos y a las mujeres golpeadas. Lea Romanos 13:1–7 y entregue a los abusadores a la ley, como se exige en muchos estados.
 
Si un hombre de su iglesia abusara de una mujer de la misma congregación, ¿lo toleraría usted? Si un hombre o una mujer en su iglesia maltratara al hijo de otro miembro, ¿lo toleraría? Entonces, ¿por qué entonces tolerar en su propio hogar lo que es claramente un pecado intolerable en otros, simplemente por ser la esposa o el hijo?
 
Dios ha dado a los padres la responsabilidad de amar, proteger y suplir las necesidades de su hogar. Jamás se les ha dado licencia para abusar, ni siquiera se debería tolerar esto. Entréguelos a la autoridad, para el bien de todos. No se ayuda al abusador permitiendo que continúe en su pecado.
 
Una noche, una madre de tres hijos me dijo llorando que sabía exactamente a quién tenía que perdonar: a su madre. Pero que si la perdonaba esa noche, ¿qué haría al día siguiente, domingo, cuando tenía que volver a su casa? «Simplemente me va a volver a maltratar verbalmente como siempre». “Póngale fin a eso”, le dije. «Tal vez puede decirle algo como: “Escucha mamá, has estado hablando pestes de mí toda la vida. Nada has ganado con eso, y realmente a mí tampoco me ha hecho ningún bien. Ya no puedo seguir con esto. Si tienes que tratarme así, me voy».
 
Ella dio una respuesta típica: Pero, ¿no dice la Biblia que debo honrar a mi madre?
Le expliqué que dejar que su madre la destruyera sistemáticamente tanto a ella como a su familia, en verdad no sería honrarla. De cualquier manera la deshonraría».
 
«Honrar a su padre y a su madre» por lo general se entiende como tener responsabilidad económica por ellos en su ancianidad. Ya no se aplica para esta mujer el que tuviera que obedecer a sus padres, porque ya ha dejado a padre y madre para estar bajo la autoridad de su marido.
Vivir con las consecuencias
La decisión principal que se toma al perdonar es pagar la pena por el pecado de otra persona. Todo perdón es eficaz. Si hemos de perdonar como nos perdonó Cristo, ¿cómo lo hizo Él? Tomó para sí los pecados del mundo: sufrió las consecuencias de nuestro pecado. Cuando perdonamos el pecado de otro, estamos dispuesto a vivir con sus consecuencias. Quizás diga: «¡Eso no es justo!» Bueno, pero va a tener que hacerlo de todos modos, sea que perdone o no. Todo el mundo vive con las consecuencias del pecado de otra persona. Todos vivimos con las consecuencias del pecado de Adán. En realidad, la única opción que tenemos es hacerlo dentro de la libertad producida por el perdón o dentro de la esclavitud que resulta de la amargura.
 
Usted podría preguntar: «¿Por qué debo dejar que queden libres?» El caso es que cuando usted los engancha queda enganchado con ellos por medio de su falta de perdón. Un hombre exclamó: «¡Con razón no resultó cuando me mudé a otro lugar!» Cuando usted deja que se vayan libres, ¿se liberan de rendirle cuentas a Dios? ¡Jamás! Dice el Señor: «Mía es la venganza; yo daré la retribución» (Hebreos 10:30). Dios tratará con justicia a todos en el juicio final.
Incluya a Dios en el proceso
Debemos incluir a Dios en el proceso. El tercero de los «Pasos hacia la libertad» trata el asunto de la amargura en contraste con el perdón y empieza con una oración pidiendo a Dios que «traiga a mi mente sólo a los que no he perdonado para que ahora lo pueda hacer». Muchos me han mirado con toda sinceridad, asegurándome que no creen que haya alguna persona a quien no hayan perdonado. Pero les he pedido que de todos modos me dijeran los nombres que les viniera a la memoria. No es nada raro que en pocos minutos tenga en mano una hoja llena de nombres, porque el Señor es fiel en contestar este tipo de oración. Luego pasamos la siguiente hora (o a veces, horas) trabajando a través del proceso del perdón.
 
Animo a estas personas a orar: «Señor, perdono a (nombre) por (lo que hizo)», y luego repasamos todo dolor y maltrato que recuerden. Dios les traerá muchos recuerdos dolorosos para que perdonen de todo corazón. Es probable que por años Él haya traído a la memoria esos recuerdos, pero la gente los ha ido suprimiendo. Una persona dijo: «No puedo perdonar a mi mamá. ¡La odio!»
 
«Ahora sí puedes», le dije. Dios jamás nos pide que mintamos acerca de lo que sentimos. Sólo nos pide que lo soltemos de nuestro corazón para que Él nos pueda librar de nuestro pasado.
 
Insto a la gente a quedarse con la imagen de la persona que están perdonando hasta que haya salido a flote todo recuerdo doloroso, antes de seguir adelante con la siguiente persona. He visto salir a la luz experiencias que jamás habían hablado ni recordado antes. Algunos quizás respondan: «Mi lista es tan larga que no va a tener tiempo». Siempre les contesto: «Sí tengo tiempo. Si es necesario me quedaré aquí toda la noche». Y es la pura verdad. Un hombre empezó a llorar y me dijo: «Usted es la única persona que me ha dicho tal cosa».
 
Este tipo de consejería no se puede dar en sesiones de cincuenta minutos. Me comprometo a permanecer con una persona a través de todos los siete pasos hacia la libertad para que pueda lidiar con cada área en la que Satanás haya intervenido. Una vez iniciado el proceso, se debe cumplir todo; no se deben separar en sesiones diferentes. Una resolución parcial le dará a Satanás una oportunidad y un incentivo de hostigar con mayor fuerza.
Las capas de la cebolla
No se sorprenda si la gente sale sintiéndose libre para luego luchar por varias semanas o meses. Quizás lleguen a la conclusión de que no resultó, pero si revisa los asuntos con los que ahora están lidiando, probablemente verá que estos representan otra capa de la misma cebolla. En muchos casos, como en los relatos en este libro, se mantiene la libertad cuando saben quiénes son como hijos de Dios y comprenden la naturaleza de la lucha en que estamos enfrascados. Mientras habitemos en el planeta Tierra tendremos que levantar nuestra cruz a diario y seguir a Jesucristo. Esto significa ponernos toda la armadura de Dios y resistir al mundo, a la carne y al diablo.
 
En el capítulo 10 trataré el trauma severo en la niñez, como es el caso del abuso ritual satánico. Para quienes lo han sufrido, los recuerdos permanecen mucho más profundamente enterrados. Normalmente no logran recordar hasta que tienen treinta o cuarenta años de edad. El «efecto de la cebolla» es más pronunciado y siempre empieza desde la tierna infancia hacia adelante. Creo que debemos ayudar a esta gente a establecer firmemente su identidad en Cristo y luego ayudarles a resolver los conflictos en su pasado, conforme Dios se los revele lentamente.
 
En todo momento sigo insistiendo en que la libertad es un prerrequisito para crecer. Esto se puede observar en el crecimiento rápido que ocurre en la vida de una persona cuando logra cierto grado de libertad. Sin embargo, como en el caso de Anne, estas personas enfrentarán muchos otros asuntos con que tendrán que lidiar. Por ejemplo, ella sintió una noche que le sobrevenía una opresión, pero había aprendido qué hacer para resistirla, y fue lo que hizo: expresar verbalmente el nombre de Jesús. Dependía del Señor para que la defendiera y se lo estaba anunciando al enemigo. Conforme otras tretas de Satanás, salen a la superficie, ella está aprendiendo a reconocerlas y exponerlas ante la luz de la verdad, verdad que la sigue liberando.
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1 Anne da una buena descripción de lo que significa: «Llevando cautivo todo pensamiento», cuando más adelante en su carta dice: «Simplemente debo examinar el pensamiento a la luz de la Palabra de Dios y luego decidirme por la verdad».
2 Renunciar a Satanás es resistirlo verbalmente, como se nos enseña en Santiago 4:7: «Resistid al diablo, y huirá».



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