sábado, 27 de octubre de 2012

¿Cansancio espiritual?: Quizás lo tengas


. Señales de cansancio espiritual
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                      7 señales de agotamiento espiritual
Continuamente me encuentro con líderes de jóvenes que quieren ideas para su ministerio pero más y más seguido también me encuentro con líderes que están muy cansados, nerviosos, frustrados y agotados.
Lo que estos líderes necesitan es una renovación. Un refresco y un regénesis. Pero muchas veces no se han dado cuenta que tienen este agotamiento, e incluso, muchas veces lo niegan. Por esa razón: Aquí les va una lista de 7 señales de que un o una líder necesita un reset espiritual.

7. Lees la Biblia solo cuando te toca predicar
Hace unos años me di cuenta que solo la estaba leyendo para preparar mi próximo sermón y me sentí profundamente avergonzado. Leer la biblia me renueva, me desafía, me saca filo y me corrige.

6. Falta inversión en tu crecimiento
Osea: no estás haciendo nada para especializarte, aprender más, renovarte, conocer otros líderes y desarrollar tus capacidades, tus dones y talentos.

5. Solo oras para pedir (o quedar bien en publico)
Llevo años enseñando que la oración es un dialogo y no un monólogo y probablemente alguno me he escuchado bromear con las costumbres evangélicas y modismos a la hora de orar… Y es que si. Siempre que descuidemos la oración estaremos alejados de la fuente de agua viva.

4. Perdiste un sentido de asombro
Mantienes una actitud de que ya sabes todo, ya hiciste todo y ya nadie te sorprende.

3. Es más importante lo que haces que a quién sirves
Uno de los valores de EJ dice que las personas son más importantes que los programas y justamente un líder agotado espiritualmente, invierte el orden.

2. Escuchas en tercera persona
Los líderes agotados espiritualmente escuchan con los oídos de otras personas pensando en lo que esos principios significan en la vida de otros pero no en la propia. Y se puede agregar a esto que algunos escuchan para compartir pero no para ingerir…Es decir, escuchan sermones y conferencias no para crecer sino para brillar más cuando les toque hablar.

1. Tienes reacciones desproporcionadas
Se cayó internet, te quedaste sin crédito del celular o llegó tarde la pizza y es como que se murió tu mascota de toda la vida o que alguien le pegó a tu mamá. Esto es una clara indicación de cansancio.

¿Qué te recomiendo? Creo que leer lo anterior e identificar tu propio cansancio ya es una gran ayuda y en cada una de esas denuncias reside también la solución:  
Comienza a hacer lo que NO estás haciendo y Deja de hacer lo que estás haciendo y no debieras. 
Haz un stop y si puedes, ven a un evento de Especialidades Juveniles (En días viene la Convención de Orlando por ejemplo) con un espíritu de niño para encontrarte con otros líderes de jóvenes que tenemos tus mismos desafíos y pasamos por los mismos ciclos ministeriales.

Juegos para campamentos: Un dia divertido en retiros


. JUEGOS DE EXTERIOR PARA CAMPAMENTOS
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A.B.C.
Dividalos en equipos. 
El líder debe colocarse en una posición por encima de los jugadores como sobre un techo, árbol o roca, para ver a toda la gente. 
Entonces gritara una letra del alfabeto  y cada equipo debe formar la letra tan pronto como sea posible (como lo haría una banda al marchar). 
El primer equipo que forme la letra gana. 
En caso de empate los equipos también pueden ser juzgados por la mejor formación de la letra.

La línea más larga.
El juego consiste los grupos formen una linea lo mas larga que puedan. 
Dicha linea deben formarse con las posesiones de los participantes. 
Por ejemplo: playeras, tennis, gorras, pañuelos, etc. 
En caso de ya no tener mas posesiones los participantes deberán acostarse en el suelo tratando de formar la línea mas larga. 
El grupo que logre formar la misma sera el ganador.

Glú, Glú.
Todo lo que necesitas es de 2 a 6 galones de agua de sabor, un popote por joven y dos recipientes iguales. Es mejor jugarlo en el exterior. Es un juego simple. 
Divide en dos equipos iguales. Cada muchacho mete el popote en el recipiente y el primer equipo que se lo acabe, gana.

Materiales
2 recipientes llenos de refresco, pajillas, un pito.Agarrar el rabo.
Divida el grupo en una cantidad de cadenas iguales (una fila de gente en la cual cada persona agarra la de los hombros a la que está frente a él o ella). 
La última persona en la cadena lleva el rabo (un pañuelo) colocado por detrás. El objetivo es que la primera persona en la cadena agarre el rabo de otra fila. Lo divertido es manejar para conseguir el rabo de alguien mientras trata de cuidar el suyo propio.
 
El rey del círculo.
Pida un representante por grupo. A continuación has que el mismo, junto a los otros representantes   entre dentro de un circulo que a sido pintado de antemano en el suelo. El objetivo del juego es tratar de hacer que los contrincantes salgan fuera del circulo. El ultimo en quedar dentro del circulo sera el ganador.

Tirón de cuerda doble.
Entrelace dos lazos. A continuación coloque un equipo por esquina. El objetivo del juego es similar al tirón de cuera; solo que con la diferencia que en esta ocasión la cuerda estará siendo tirada en cuatro direcciones diferentes. Lo cual puede complicar un poco mas el juego.
Para saber que equipo es el ganador podría dibujar en el suelo un circulo y colocar en el centro el mismo la unión de los lazo con un pañuelo colgando del mismo. Así el grupo que logre jalar el lazo y que el mismo salga del circulo hacia su lado automáticamente descalificar a sus contrincantes.

Carrera de carretillas.
Solicite dos representante por equipo. A continuación coloquelos en la linea de calidad para una carrera inolvidable. Una vez listos los representantes solicitales que se coloque en forma de carretilla. El juego consiste en que cada pareja de participante salga desde la linea de inicio hasta un para que estará colocado a cierta distancia.
Al llegar hay, deberán se invertirán los papeles y así uno pasara a empujar la carretilla y el otro a ser carretilla. Ganara la pareja que complete el circuito en el menor tiempo.

Boliche humanos.
Crea dos o mas filas de sean como una pista de boliche. Hecho esto deberás colocar a los integrantes de  al final de la pista en una formación de 4 – 3 – 2 – 1.
Luego coloca a todos los participantes del equipo contrario en una una fila hacia a la pista.
Al primero de la fila debes darle una pelota de playa la cual remplazara bola de boliche. Luego cada competidor trata de tumbar los bolos humanos con la pelota de playa. El secreto es dar en el bolo que esta hasta el frente de todos. De hacer esto el participante obtendrá una chuza.

Matado.
Habiendo formado un circulo en el suelo con dos lazos (mecates). Coloque a un grupo dentro del circulo y a otra fuera del mismo. A continuación, pida a los participantes del grupo exterior que se dispersen alrededor del mismo y que luego tomen con la mano izquierda el lazo levantándolo hasta la altura de su cintura.
Una vez hecho esto de una balón (bola) y comienza la diversión. Las reglas son las mismas que el matado convencional. La persona que dentro del circulo sea impactado por el balón automáticamente debe de salir del juego.
Una variación seria luego de un par de minutos dar una segunda balón al equipo que se encuentra en el exterior del circulo. Transcurrido otros cuantos minutos podría dar una o dos balones mas. Esto hará el juego mas divertido.

Jueces: El contraste de la fidelidad con la infidelidad


. Jueces: El antagonismo espiritual
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EL LIBRO DE LOS JUECES ES UNA NARRACIÓN HISTÓRICA QUE CONTRASTA la fidelidad de Dios con la apostasía de Israel. A pesar de las repetidas caídas de su pueblo, una y otra vez Dios les dio libertadores; los jueces. 
Esto no lo hizo sin pensar ni en forma mecánica, tampoco fue manipulado por los llamados de Israel al pedir ayuda (3.9, 15; 4.3; 6.6; 10.10). No libró a Israel de las consecuencias de sus acciones, como lo indican sus constantes problemas con los opresores extranjeros. Más bien, Dios liberó a Israel de la opresión debido a sus promesas a Abraham y sus descendientes. Él recordó su voto de entregar a Israel la tierra de Canaán. De este modo, la preservación del pueblo de Dios no se debió a su mérito o bondad, ni siquiera a su voluntad de arrepentirse. 
Más bien, Dios demostró su compasión y piedad a un pueblo díscolo que lo agraviaba continuamente (2.16, 18) proporcionándole líderes audaces que los rescataran. Ciertamente, el verdadero héroe de Jueces es el propio Dios, que se mantiene fiel solo, a pesar de las caídas de su pueblo, y hasta de los jueces.

El libro se escribió para mostrar las consecuencias de la desobediencia a Dios y la necesidad de convocar a un rey justo que condujera al pueblo a Dios. En contraste al modo sereno en que finaliza el libro de Josué, con Israel en armonía con los mandamientos de Dios, Jueces revela que Israel comenzó a desobedecer a Dios aún en la época de Josué, y que esta desobediencia se hizo más seria, y más degradante, con el tiempo. Jueces 2.16-23 establece el patrón cíclico de pecado, esclavitud y salvación que habría de dominar la época de los jueces. 
Sin embargo, el libro deja en claro que el ciclo tenía una espiral descendente. Cada nuevo estallido de desobediencia e idolatría alejaba más a Israel de Dios y lo hundía más en el pecado y el sufrimiento. Hacia el final del libro queda claro que Israel violó su pacto con Dios en casi todas las formas imaginables.

El objetivo de este mensaje está apoyado por la estructura del libro mismo. Un detenido examen de los capítulos 17-21 lleva a la conclusión de que están fuera de secuencia respecto a los acontecimientos de los capítulos anteriores. 
Algunas pistas dentro del texto apoyan la teoría de que los hechos descritos en estos últimos capítulos realmente ocurrieron a principios del período de los jueces. Por ejemplo, vemos la casi unánime acción de la convocatoria tribal de Israel, que los unifica con éxito para tomar medidas punitivas contra Benjamín, en el capítulo 20. 
Esta liga de tribus estaba claramente activa durante la época de Finees y de Josué (Jos 22.9-34). En estos capítulos, no se menciona a los filisteos como amenaza militar, por lo que no es probable que las campañas militares descritas en los capítulos 20 y 21 ocurrieran en una época posterior, cuando los filisteos dominaban gran parte del territorio de Israel. Además, se menciona a Bet-el y Mizpa como emplazamientos de grandes santuarios religiosos (20.1, 18, 31; 21.1) en vez de Silo, que era un centro religioso más prominente en el período filisteo (1 S 1.3, 9; 3.21; 4.4).

Esta disposición de la narración, al no ser estrictamente cronológica, refuerza el tema de que el período de los jueces fue de marcada declinación. Los sórdidos eventos de estos últimos capítulos, que pudieron ocurrir a principios del período, están ubicados a propósito al final del libro como el apropiado epitafio de una época degenerada.

Nunca se identificó al autor de esta colección de escritos históricos sobre los jueces, que gobernaron a Israel durante una etapa que abarcó varios siglos. Tampoco hay ninguna clave al respecto en otra parte de las Escrituras. La tradición judía tardía adjudicó su autoría a Samuel. Por cierto que esto es posible, pero no hay manera de estar seguros.

Con certeza, el libro fue escrito después de los últimos acontecimientos registrados en él (alrededor del 1050 a.C.). La referencia en 18.30 al «día de la captura de la tierra» se refiere probablemente al cautiverio babilonio (siglo sexto a.C.). 
Esto sugiere que una versión posterior del libro pudo ser compilada durante o después del cautiverio. Sin embargo, la referencia a los jebuseos que vivían en Jerusalén «hasta el día de hoy» (1.21) sugiere que una parte del libro puede haber sido escrita antes de la captura de Jerusalén por David, alrededor del año 1000 a.C. 
Podría ser que los jebuseos que sobrevivieron a la batalla se fueran por voluntad propia o que hayan sido expulsados. Pero algunas referencias de las Escrituras sugieren que algunos jebuseos permanecieron en Jerusalén después de la conquista de David (2 S 24.16), pero no es un argumento concluyente. 
Si uno piensa que Jueces fue escrito en algún momento a fines del siglo once a.C., se hace más plausible sugerir que Samuel escribió la mayor parte del libro. Pero, como la cuestión de la autoría, la fecha aproximada de la composición de Jueces permanece envuelta en la incertidumbre.

Josué: La obediencia trae prosperidad


. Josué: Un mandato que trae bendición
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EL LIBRO DE JOSUÉ DESCRIBE LA CONQUISTA DE CANAÁN POR LOS israelitas, desde la invasión inicial por el río Jordán hasta la división final de la tierra. Como la mayoría de las historias militares, el libro de Josué se centra en el comandante, aunque en esta singular guerra, el comandante es Dios mismo (5.15). 
 
El libro enfatiza varias veces que las victorias de los israelitas se debían a la intervención divina (caps. 10 y 11). La victoria extraordinaria sobre Jericó demostró esto de forma espectacular (cap. 6). Ahora Dios obraba decididamente de acuerdo con las promesas que le había hecho a Abraham: ¡Él le daba la tierra de Canaán a su pueblo! El libro de Josué lo describe como un Dios que cumple sus promesas fielmente.

Los sucesos del libro de Josué ocurrieron en menos de diez años, cuarenta años después del éxodo, probablemente alrededor de 1406 a.C. Caleb afirmó (14.7-10) que habían pasado 45 años desde que se le envió de Cades-barnea a espiar la tierra (Nm 13). Como los israelitas pasaron 38 años vagando por el desierto (Dt 2.14), entonces desde que cruzaron el río Jordán hasta la conversación de Caleb habían pasado siete años. La mayoría de los sucesos de este libro ocurrieron durante ese período.

Varios eruditos han sugerido que la conquista de Canaán se realizó entre 1250 y 1150 a.C. debido a que existe evidencia arqueológica de la destrucción de ciudades cananeas en ese tiempo. Sin embargo, estas opiniones presentan ciertos problemas, el más importante es que los israelitas destruyeron sólo tres ciudades durante su conquista (Jericó, Hai y Hazor). Dios les prometió que vivirían en ciudades que no construyeron, disfrutarían de campos que no sembraron y cosecharían fruta que no plantaron (Dt 6.10, 11). 
 
Por lo tanto, los israelitas pelearon la mayoría de las veces en los campos fuera de las ciudades. La extensa destrucción de ciudades cananeas que los arqueólogos encontraron puede datar del tiempo de los jueces. Durante ese período, Dios permitió que los invasores extranjeros devastaran los campos y las ciudades para disciplinar a su pueblo rebelde.

Pequeños resúmenes contenidos en Josué a menudo dan la impresión de que en las campañas de conquista, los israelitas vencían a los cananeos con una fuerza superior, lo que infringía una serie de derrotas totales. El capítulo 10 es un ejemplo de ello. Pero el libro de Josué en general no describe a Israel al ganar un ataque ofensivo frontal mediante una fuerza superior, al contrario, bajo la dirección de Dios, Israel usó varios medios de ataque como emboscadas y diversas tácticas para derrotar a sus enemigos. A pesar de ello, Josué 16.10 y Jueces 1 indican que los israelitas no conquistaron Canaán completamente.

Aún había cananeos morando en la tierra. Sin embargo, Dios sí dio gran parte de la tierra de Canaán a los israelitas mediante una serie de batallas espectaculares en un período relativamente corto. Dios fue fiel a sus promesas.

Los dos temas más importantes de Josué son la posesión de la tierra y el pacto. Dios le prometió la tierra de Canaán a Abraham repetidas veces (Gn 12.7; 13.14, 15, 16; 15.18-21; 17.8; 22.17), a Isaac (Gn 26.3, 4), a Jacob (Gn 28.4, 13; 35.12), y a las generaciones futuras (Gn 48.4-22; 50.24). El libro de Josué recalca que la conquista de Canaán fue un directo cumplimiento de esa promesa. Dios peleaba por los israelitas y les daba la tierra en el proceso. Debido a que demostró su fidelidad a Israel, Dios esperaba que este fuera fiel a su pacto. La posesión de la tierra se basaba en la obediencia de Israel a la Ley de Dios (23.9-13, 15, 16; Dt 4.1, 25-27, 40; 6.17, 18). Ciertamente el libro de Josué describe la posesión total de la tierra como resultado de la obediencia de este a los mandamientos de Dios (10.40; 11.20, 23; 23.9-13).

La conquista de la tierra permitió a Israel experimentar el descanso de Dios, el cual prometió a los israelitas desde el principio (1.13, 15; 11.23; 14.15; 21.44; 22.4; 23.1). «Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres» (21.44). El autor de Hebreos compara este concepto de reposo del AT con entrar en el reposo de Cristo, esto es, en su reino (He 3; 4).

Además de recalcar la importancia de la fidelidad al pacto (1.7, 8; 22.5; 23.6, 16; 24.15), Josué deja constancia de dos ceremonias dedicadas a la renovación del pacto. La primera se realizó en el monte Ebal. Allí Josué construyó un altar al Señor, ofreció sacrificios y copió y leyó la Ley de Moisés (8.30-35). La segunda, en Siquem (cap. 24), donde Josué escribió las palabras de la renovación del pacto de Israel en «el Libro de la Ley de Dios» y erigió una gran piedra como testigo de ese acuerdo (24.25-27). Ambas ceremonias grabaron en la mente y el corazón del pueblo su responsabilidad de seguir sólo a Dios y guardar sus instrucciones. Al final de la conquista los israelitas se enfrentaron a un nuevo reto. La batalla ya no era intensa y los israelitas tenían que demostrar su fidelidad a Dios en las actividades de su vida diaria.

Este libro lleva el nombre del personaje más importante en él, el sucesor de Moisés y líder de Israel durante la conquista de Canaán. Apropiadamente el nombre de Josué en hebreo significa «Jehová es Salvación».

El libro de Josué no dice quién lo escribió. Indudablemente Josué mismo escribió parte de él como lo muestra el versículo 24.26: «y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios». Pero no es seguro cuánto más del resto del libro escribió. Para la fecha en que se escribió, el versículo 6.25 informa que Rahab vivía en Israel «hasta este día». Esto puede indicar que porciones del libro (si no todo él) se escribieron justo después de los eventos registrados. Pero también podría significar que los descendientes de Rahab aún vivían en Israel para el tiempo de la escritura.

Números: Para predicadores itinerantes


. Números: Un censo con propósito
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EL LIBRO DE NÚMEROS DESCRIBE LOS ACONTECIMIENTOS INMEDIATAMENTE anteriores a la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida. En una situación de tensión similar a la que se vive en los días preliminares a una gran batalla o a una jornada de elecciones, estos acontecimientos dejan ver la intranquilidad e impaciencia de los israelitas, pero también la expectativa frente a lo que Dios haría. 
Los israelitas cometieron errores graves durante este crucial período, y Dios los disciplinó. Pero a través de esta disciplina e instrucción Dios los preparaba no sólo para adorarle sino para confiar en que Él les daría la victoria final.

Las enormes listas de cantidades y nombres en el libro de Números desaniman a muchos lectores. No obstante, estas deben observarse como lo hacían los antiguos israelitas. Estas listas eran la nómina final de reclutamiento antes de la batalla. Ellas invitaban a alabar a Dios por su fidelidad hacia los israelitas. Él los había protegido y multiplicado aun en medio de un desierto estéril.

Números tiene dos grandes secciones. Cada una de ellas comienza con un censo. El primer censo (caps. 1-4) enumera a los hombres de guerra de la primera generación de los salidos de Egipto. Este censo y la marcha triunfal hacia la Tierra Prometida terminó rápidamente en un desastre. La primera generación de israelitas no confió en Dios ni le agradeció su provisión. En lugar de eso, dudaron de Dios, lo acusaron y se rebelaron en contra de sus benignas instrucciones. Esto requería disciplina: la primera generación no heredó la tierra por haber sido infiel.

Pero aun cuando el Señor no les permitiría entrar a la tierra, no les había abandonado. Permitió que este pueblo rebelde pasara el resto de su vida en el desierto. Más aun, continuó misericordiosamente instruyéndoles en sus caminos y en las formas de preparar a sus hijos para entrar en la tierra. La infidelidad de la primera generación no cambió los planes de Dios ni lo hizo desistir de cumplir sus promesas. En algún momento los israelitas obedecerían a Dios y conquistarían la Tierra Prometida.

Después de vagar durante cuarenta años en el desierto, el segundo censo (cap. 26) enumera los hombres de guerra de la segunda generación. Finalmente, estaban preparados para hacer lo que sus padres no pudieron. Pero tras la narración de los capítulos 26 al 30 persiste una duda: «¿Tendrá éxito la segunda generación, o va a repetir los errores de sus padres?» El libro termina con una expectativa positiva. La segunda generación iba a tener éxito; por fin el pueblo de Dios heredaría la promesa de la tierra de Canaán. 
El libro de Números es el cuarto de los primeros cinco libros del AT, es decir, del Pentateuco. La palabra «números» viene del título que los traductores de la Septuaginta (una traducción griega del AT terminada alrededor del año 150 a.C.) le dieron al libro, un nombre en razón de los dos prominentes censos que contiene.

Hasta el siglo diecinueve los eruditos judíos y cristianos concordaban unánimemente en cuanto a que todo el Pentateuco fue escrito por Moisés. Alguien educado por los egipcios tenía, sin duda, los créditos para componer los cinco libros, además de ser un protagonista desde Éxodo hasta Deuteronomio.

Sin embargo, muchos eruditos de los siglos diecinueve y veinte dudaron que el Moisés histórico compusiera los primeros cinco libros del AT En lugar de eso, sugieren que estos libros, incluyendo Génesis, fueron compilados en una fecha posterior. De acuerdo con este análisis, hubo editores anónimos que usaron al menos cuatro documentos para armar el Pentateuco. 
A estos cuatro documentos se les identifica por el uso de los nombres divinos, tales como Elohim y Yahveh, a lo largo del Pentateuco. También se les identifica al observar ciertas variantes en el tratamiento de algunos temas, el uso de ciertas expresiones idiomáticas y la elección de vocablos. Los cuatro documentos son los llamados: documento J, que usa para Dios el nombre Yahveh; el documento E, que usa para Dios el nombre Elohim; el documento P, o sacerdotal; y el documento D, o Deuteronomista. Últimamente hay quienes desafían esta disección, sin que tras el consiguiente debate entre los eruditos surja un real consenso.

Por otra parte, la mayoría de los escritores evangélicos ha insistido en Moisés como el autor y compilador del Pentateuco. Si consideramos el largo viaje de los israelitas por el desierto, sin duda Moisés tuvo el tiempo para compilar los materiales y escribir la mayor parte de estos libros. 
Sin embargo, puede ser que supervisara algunas adiciones a estos libros, y también que existieran editores posteriores que bajo la dirección del Espíritu agregaran otros materiales. La extraordinaria historia de Balaam (caps. 22-24), por ejemplo, pudo haber sido escrita por otra persona, puesto que Moisés ni siquiera participó como observador en estos acontecimientos.

Al mismo tiempo, existen en Números muchas señales claras de que Moisés escribió la mayor parte de la narración. Por ejemplo, Números 33.2 dice específicamente que Moisés escribió el itinerario. También 3.40, sin duda sugiere que Moisés confeccionó el registro de los primogénitos de Israel. 
Más aun, la reiterada expresión «Y habló Jehová a Moisés diciendo», que encontramos al comenzar casi cada sección principal del libro, da cuenta no sólo de su origen divino sino también del significativo papel de Moisés en la comunicación de estas instrucciones divinas a los israelitas.

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