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jueves, 2 de julio de 2015

Predica la Palabra, insiste a tiempo y fuera de tiempo, redarguye, exhorta y reprende con toda paciencia y doctrina.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


 
Predicar es anunciar La Palabra de Dios


  • ¿Por qué debemos predicar el evangelio? 
  • ¿Qué ocurre cuando una persona predica el mensaje cristiano? 
  • ¿Acaso la presencia de Jesucristo se manifiesta cuando una persona predica en el contexto de un servicio de adoración? 
  • ¿Cómo? 
Preguntas como éstas, y otras más, nos obligan a pensar teológicamente sobre el arte de la predicación cristiana.
  1. Estudiaremos algunos de los aspectos teológicos relacionados con la predicación cristiana. 
  2. Definiremos conceptos básicos relacionados al arte de la proclamación del evangelio. 
  3. Bosquejaremos los aspectos básicos que toca la teología de la predicación.
  4. Exploraremos el importante papel que juega el Espíritu Santo en la predicación cristiana.

I. Definiciones
Podemos definir la predicación del evangelio como la interpretación teológica de la vida. 
La predicación, entonces, es una tarea interdisciplinaria donde el estudio y la interpretación de la Biblia se encuentran con: 
  • la teología sistemática, 
  • la historia de la iglesia, 
  • la educación cristiana, 
  • el consejo pastoral y 
  • la oratoria. 
Así pues, la predicación es un ejercicio de integración teológica y pastoral.

La homilética es el estudio académico de los diversos aspectos del arte de la predicación. 
  1. En primer lugar, se ocupa del problema hermenéutico, estudiando los principios que se emplean para comentar la Biblia e interpretar su mensaje. 
  2. Segundo, estudia el proceso de la preparación del sermón. 
  3. Tercero, analiza la relación que se da entre el sermón y la adoración cristiana. 
  4. Cuarto, estudia el impacto de la predicación en la congregación.
El Nuevo Testamento emplea diversos términos para referirse a la predicación del evangelio. Uno de esos términos es el verbo griego kerysso, que significa «proclamar» o «anunciar». 

Este verbo describe la acción de un mensajero o heraldo que es enviado a propagar una noticia o un mensaje. Por lo regular, la palabra kerysso se traduce al español como proclamación.

La proclamación describe la acción de comunicar el evangelio de Jesucristo
La proclamación puede ser tanto verbal como no-verbal. Por ejemplo, la predicación es una forma de comunicar el evangelio por medio de palabras. Sin embargo, el acto del bautismo también es una forma de comunicar el evangelio, pero por medio de un acto simbólico.
 
Otro término importante, que también está relacionado a la proclamación, es la palabra kerygma. Muchos manuales de interpretación bíblica emplean esta palabra como un término técnico que se refiere al mensaje central de la fe cristiana. 

Por ejemplo, algunos eruditos han estudiado los discursos y sermones que aparecen en los Hechos de los Apóstoles, buscando el mensaje central, o kerygma, que proclamaba la iglesia primitiva. Sin embargo, debemos reconocer que esta palabra también se emplea en otras ocasiones como un sinónimo de términos como proclamación y evangelio.

Otro término técnico que aparece una y otra vez en los manuales de predicación es exégesis. La exégesis es el proceso por medio del cual una persona estudia, explica o interpreta un documento. 

Aunque la exégesis también se usa en otras disciplinas académicas, como en el estudio de las leyes, se aplica de manera particular al estudio de la Biblia. 

La palabra exégesis proviene de dos palabras griegas que, combinadas, quieren decir «sacar de». En este sentido, podemos decir que la exégesis es el proceso mediante el cual una persona extrae el mensaje que contiene un determinado pasaje bíblico.

La palabra hermenéutica es otro término técnico relacionado con el concepto exégesis. 
La hermenéutica es la teoría de la interpretación de textos, documentos e incluso de símbolos. Muchas disciplinas académicas, entre ellas la filosofía, usan principios hermenéuticos. Por esta razón, los libros de predicación prefieren usar la frase hermenéutica bíblica para dejar claro que se refieren al estudio de las teorías sobre la interpretación de las Sagradas Escrituras. 

La hermenéutica estudia todo el proceso interpretativo, desde la determinación del sentido original del texto (exégesis) hasta la exposición de su mensaje por medio de la enseñanza o la predicación. De este modo, podemos afirmar que la exégesis es un paso o una etapa dentro del proceso hermenéutico.

Aquí queremos ofrecer una breve definición del concepto sermón. Un sermón, entonces, es un discurso que expone o proclama el mensaje del evangelio de Jesucristo. El sermón es un «evento» que ocurre cuando alguien proclama el mensaje cristiano ante una audiencia en el contexto de la adoración cristiana. A veces, las personas que predicamos llamamos sermón al bosquejo o al manuscrito que usamos para predicar ante la congregación. Sin embargo, esto es un error, porque un sermón es mucho más que meras palabras escritas en un papel. 

El sermón es una exposición del evangelio de Cristo Jesús ante un grupo de personas que adoran a Dios y que desean crecer espiritualmente.

Existen diferentes tipos de sermones, ya que se clasifican de acuerdo a su propósito o a su forma. La homilía es quizás la forma sermonaria más conocida de todas. 

Una homilía es un sermón corto —de cinco a diez minutos de duración— que explica o comenta una porción bíblica versículo por versículo. Sin embargo, debemos reconocer que algunos libros de predicación usan la palabra homilía como sinónimo de sermón.

II. Hacia una teología de la predicación

En esta sección, queremos presentar algunos de los puntos básicos que debemos tener en cuenta a la hora de pensar en la teología de la predicación. 
  1. Comenzaremos con la revelación divina, 
  2. pasaremos al concepto de evangelio, 
  3. describiremos la condición humana y 
  4. resaltaremos la importancia de la santificación para la vida del creyente. 
  5. Terminaremos esta sección indicando algunos de los énfasis teológicos que caracterizan a la predicación en diferentes tradiciones cristianas.
La fe cristiana afirma que Dios se ha revelado a la humanidad de varias maneras diferentes
  1. En primer lugar, Dios se ha revelado en la historia humana por medio de la creación, de la elección del pueblo de Israel y de su constante actividad en el mundo. 
  2. Segundo, Dios se ha revelado en la persona histórica de Jesús de Nazaret, a quien la comunidad cristiana confiesa como Señor y Salvador del mundo. La historia de Israel se empalma con la historia de la iglesia por medio de Jesús, a quien los cristianos confesamos como el Mesías que fue prometido en el Antiguo Testamento para la salvación de toda la humanidad. 
  3. En tercer lugar, Dios se revela a través de la Biblia, que nos explica la manera en que Dios se ha revelado al mundo y que abarca tanto la historia de Israel como el testimonio de la iglesia primitiva sobre Jesucristo.  
En este sentido, podemos afirmar que la Biblia es «revelación divina», ya que por su medio conocemos los portentosos actos que Dios ha hecho en beneficio de la humanidad.

Otra forma de comprender la revelación divina es por medio del concepto «palabra de Dios». 

  • El Antiguo Testamento afirma que Dios usó la palabra para crear el mundo; también afirma que Dios reveló su palabra a la humanidad por medio de la ley de Moisés y del ministerio de los profetas. 
  • El Nuevo Testamento, particularmente el Evangelio de Juan, presenta a Jesucristo como la palabra de Dios hecha carne. 
De acuerdo con esto, entonces podemos decir que la Biblia es «palabra de Dios» porque da fe y testimonio de la palabra divina revelada a Israel y encarnada en la persona de Jesucristo.

De la misma manera podemos decir que la predicación cristiana es «palabra de Dios» porque expone el mensaje del evangelio revelado por medio de las Sagradas Escrituras. 

En este sentido, la relación entre la predicación y la Biblia es similar a la relación entre Jesucristo y la Biblia. Las Sagradas Escrituras son «palabra de Dios» porque dan testimonio de Jesucristo, quien es la palabra definitiva de Dios para la humanidad. 

De la misma forma, entonces, la predicación cristiana también es «palabra de Dios» pero siempre y cuando dé testimonio de Jesucristo según ha sido registrado por el documento bíblico.

El Nuevo Testamento llama al mensaje cristiano evangelio. Esta palabra proviene de un vocablo griego que quiere decir «buena noticia». En su origen, el verbo griego que traducimos por la palabra evangelizar se usaba para anunciar la visita del rey a alguna parte de su reino. 

Así que, desde el punto de vista cristiano, evangelizar es anunciar que Dios ha «visitado» a la humanidad en la persona de Jesucristo. Entonces, evangelizar es anunciar la llegada del reino de Dios; es anunciar que Dios desea relacionarse con la humanidad, salvándola y liberándola de la esclavitud del pecado y de la muerte. El evangelio es el anuncio de la buena noticia de que el Dios de la vida desea que la humanidad «no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn. 3:16).

La humanidad necesita escuchar y aceptar el mensaje del evangelio porque vive en una condición pecaminosa. Los seres humanos, a pesar de haber sido creados para vivir en comunión con Dios, hemos caído en una triste condición de pecado. 

Más que hechos aislados, el pecado es una fuerza espiritual que lleva al ser humano a alejarse de Dios. El pecado nos coloca bajo el poder destructivo de las fuerzas de la maldad y de la muerte. Por eso, la persona que vive lejos de Dios tiende a destruirse a sí misma, tiende a hacerle daño al resto de la humanidad, tiende a dañar a la creación y hasta puede llegar a hacerles daño a las personas que más ama.

La predicación del evangelio anuncia que, por medio de la obra salvífica de Jesucristo, los seres humanos hemos sido liberados del poder destructor de las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. Por lo tanto, podemos afirmar que el anuncio de la gracia de Dios debe ser precedido por una clara explicación de la condición humana. Se hace necesario denunciar el pecado para así exponer la gracia de Dios plenamente. La denuncia y la condena del pecado es el paso preliminar en el camino que nos llevará a disfrutar de la gracia de Dios.

Ahora bien, la tarea del predicador o de la predicadora no termina cuando una persona renuncia a la vida de pecado y acepta la gracia de Dios. Después de aceptar el mensaje del evangelio, cada creyente debe entrar en un proceso de crecimiento en la fe. Esto quiere decir que, en unión a su carácter evangelizador, la predicación cristiana tiene una tarea educativa que cumplir. 

La predicación es una de las herramientas que la iglesia cristiana usa para: 
  • Educar teológicamente a las personas que han creído en Jesucristo. 
  • La predicación nos ayuda a conocer a Dios, a conocer los atributos de Dios, a comprender cómo se relaciona Dios con la humanidad, a evitar las cosas que son desagradables a Dios y a actuar como creyentes responsables en el mundo. 
  • En términos teológicos, podemos decir que el crecimiento en la fe nos lleva a entrar en un proceso de santificación y consagración a Dios.
Del mismo modo, la iglesia cristiana usa lá predicación como una herramienta para ofrecer cuidado y apoyo a las personas que pasan por momentos de crisis. La predicación tiene, pues, un carácter pastoral. Los pastores y las pastoras, entonces, predican sermones en momentos claves de la vida de sus feligreses, ya sea en la alegría de una boda o en el dolor de un funeral.

Sin importar cuál sea el carácter del sermón —evangelístico, profético, educativo o pastoral— la iglesia afirma que la presencia de Dios se manifiesta por medio de la predicación. Todo comienza cuando Dios llama a una persona madura en la fe a proclamar el mensaje cristiano; y es esencial que el predicador y la predicadora se sientan llamados por Dios al ministerio de la predicación. De la misma forma, la presencia de Dios se manifiesta durante el proceso de la preparación del sermón: Se manifiesta tanto durante el tiempo que se dedica a la preparación espiritual por medio de la oración y la meditación como durante el tiempo que se dedica a la preparación académica, estudiando el tema e interpretando la Biblia. 

La presencia de Dios también se manifiesta durante el momento cuando se expone el sermón ante la congregación y cuando alguna persona comprende que Dios le está hablando por medio del sermón. Finalmente, la presencia de Dios se manifiesta incluso después del servicio de adoración, cuando una nueva situación o experiencia puede llevarnos a recordar y a comprender el mensaje de un sermón que escuchamos tiempo atrás.

Las diferentes tradiciones cristianas combinan estos principios teológicos básicos de diversas maneras, desarrollando así diversas «teologías de la predicación». 

Por ejemplo:
  • La teología luterana dice que todo sermón debe primero explicar la condición pecaminosa del ser humano (es decir, exponer la «ley» de Dios) y luego presentar la gracia liberadora del evangelio de Jesucristo como la solución al dilema humano. En esta tradición, la predicación es la exposición de la ley, ya que ésta quebranta la conciencia, y la proclamación del evangelio que salva al ser humano.

  • Las iglesias de tradición reformada y presbiteriana recalcan el carácter educativo de la ley de Dios y, por lo tanto, del sermón cristiano. Karl Barth, uno de los teólogos reformados más importantes en la historia de la iglesia contemporánea, afirmaba que la predicación es al mismo tiempo «palabra de Dios» y «palabra humana», una paradoja que produce una tensión constante e ineludible. (Como ya lo habrá percibido por los títulos de los dos primeros capítulos de este libro, la teología de Barth ha influido en nuestra manera de entender la predicación.)
  • Las teologías metodistas, nazarenas y pentecostales recalcan que la predicación debe conducir al creyente hacia la santificación y la consagración.
  • La teología evangélica ve la predicación como la exposición de las Escrituras con el propósito de llevar a cada persona a tener un encuentro personal con Cristo.
  • Otras teologías contemporáneas entienden la predicación como el anuncio de la salvación integral que ofrece el evangelio. El adjetivo integral implica que la salvación se extiende a todas las áreas de la vida, incluyendo la política, la economía, el orden social, la opresión a los grupos minoritarios y la discriminación contra la mujer.

Todos estos acercamientos teológicos al arte de la predicación cristiana recalcan algún aspecto importante para la iglesia cristiana. Por esta razón, el estudio de las diversas teologías de la predicación enriquecerá al creyente que desea proclamar el evangelio de Jesucristo.

III. El rol del Espíritu Santo

Es imposible estudiar la teología de la predicación sin considerar el importante papel que juega el Espíritu Santo de Dios en el proceso homilético. Aunque algunas tradiciones cristianas recalcan la presencia del Espíritu de Dios más que otras, todas afirman que la predicación emana del Espíritu Santo. Veamos, pues, algunos de estos puntos en común.

En primer lugar, el Nuevo Testamento afirma el carácter carismático de la predicación. En griego, la palabra carisma quiere decir «don» o «regalo». El apóstol Pablo afirma en tres de sus cartas que el Espíritu Santo da carismas, o dones, a los creyentes (Ro. 12:3-8, 1 Co. 12, 14 y Ef. 4:11-16), particularmente a quienes alcanzan madurez en la fe. Los expertos piensan que ciertos dones enumerados en estas listas —como la sabiduría, la profecía y la evangelización— están ligados al ministerio de la predicación cristiana. De cualquier manera, queda claro que los dones espirituales capacitan a la persona cristiana para ocupar posiciones de liderazgo en la iglesia.

En segundo lugar, parte integral del ministerio del Espíritu Santo es capacitar al creyente para discernir la verdad. Éste es uno de los puntos principales de la doctrina sobre el Espíritu Santo en el Evangelio según San Juan. Juan llama al Espíritu Santo «Espíritu de verdad» en dos ocasiones (Jn. 14:17 y 16:13). En este último pasaje, se afirma que parte del ministerio del Espíritu es guiar al creyente a «toda la verdad».

Tercero, la Biblia afirma que el Espíritu Santo actúa en la persona que escucha el mensaje cristiano. Es la acción del Espíritu lo que permite a dicha persona comprender que vive en una condición de pecado y que solamente la gracia de Dios puede ayudarle a escapar de la esfera de poder de las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. Esta idea se encuentra en Jn. 16:8-11, que presenta al Espíritu Santo como el encargado de convencer a los seres humanos de su propio pecado, de la justicia divina y de la realidad del juicio divino que algún día todos tendremos que enfrentar.

En cuarto lugar, otro aspecto del ministerio del Espíritu Santo es la santificación. Como se indica en el capítulo 8 de la Epístola a los Romanos, Dios capacita al creyente para vivir en el poder del Espíritu. Quien vive en el Espíritu logra resistir los ataques de las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. También puede combatir los malos deseos que lo llevan a vivir «conforme a la carne», esto es, a vivir de acuerdo con los propios criterios sin tomar en cuenta a Dios. El Espíritu Santo, pues, nos capacita para vivir en santidad.

En resumen, como escribiera el apóstol Pablo: «Nadie puede exclamar: ‘¡Jesús es el Señor!’, sino por el Espíritu Santo» (1 Cor. 12:3). Por lo tanto, el Espíritu de Dios juega un papel crucial en la predicación cristiana dado que su ministerio es revelar la continua presencia de Cristo a la humanidad perdida.

IV. Conclusión

El propósito principal de la predicación cristiana es ofrecer una interpretación teológica de la vida. La predicación invita a la humanidad a vivir en comunión con Dios, con los demás y con el resto de la creación.

Dicho lo anterior, podemos afirmar que el propósito principal de la predicación en las comunidades hispanas en los Estados Unidos es proveer una interpretación teológica de la experiencia del pueblo latino que vive en este país. La predicación hispana no se limita a explicar los rudimentos de la fe cristiana, sino que explora temas que son pertinentes para nuestro pueblo, como la identidad cultural de la comunidad latina; los problemas sociales que afectan a nuestro pueblo, como la inmigración, la pobreza, la criminalidad y la violencia doméstica; las manifestaciones sociales del mal, como el racismo, el sexismo, y la explotación económica; y, finalmente, las herramientas espirituales y humanas que puede usar la comunidad hispana para luchar por la vida: la fe, la esperanza, la solidaridad y la organización social. Lo mismo podría decirse para cualquier otro lugar del mundo, ya que la predicación siempre debe ser contextual. Es decir, la predicación es una herramienta que las iglesias cristianas deben usar para responder e interpretar teológicamente la situación, las necesidades y los problemas que afectan a las comunidades donde llevan a cabo sus respectivos ministerios.

Tareas sugeridas
  1. Investigue si su iglesia o denominación tiene documentos que aborden el tema de la teología de la predicación. Léalos y compárelos con lo presentado en este capítulo. 
  2. Vaya a alguna biblioteca teológica y estudie lo escrito por Martín Lutero sobre el tema de la teología de la predicación.
Recapitulando:

¿Qué es Predicar el Evangelio? 

Esta es la pregunta que debe hacerse todo aquel que ha sido llamado a esta noble tarea y que anhela ardientemente en su corazón exponer el mensaje de la Palabra de Dios.

A través de la toda la historia después de Cristo, ha habido un gran ejercito de hombres de Dios que han desarrollado esta labor, hombres de los cuales podemos aprender Como Predicar el Evangelio. Podría mencionar nombres de de algunos de ellos que hasta el dia de hoy son considerados como los grandes predicadores del evangelio.

Pero hay un hombre por quien personalmente siento una gran admiración y respeto. Este hombre fue uno de los más malvados en los días de la naciente iglesia cristiana, pero cuando Dios lo llamó y lo escogió para su ministerio, fue transformado en el hombre que revolucionó en la segunda parte del primer siglo después de Cristo.

Sí, Estoy hablando del Apóstol Pablo. Este hombre después de su conversión y de haber tenido un encuentro tan singular con Cristo y luego haber sido lleno del Espíritu Santo, comienza su ministerio, un ministerio tan singular. Y dado a que en el tiempo del Apóstol Pablo, habían problemas sociales, económicos y políticos al igual que en nuestros días, como también habían tantos tipos de creencias y religiones al igual que en nuestro tiempo, eso no hizo que la predicación del Apóstol variara de acuerdo a las circunstancias.

Razón tuvo Aquel gran hombre de Dios Charles H. Spurgeon, quien en su mensaje titulado “Predicar El Evangelio” el cual fue dado el domingo 5 de agosto de 1855, nos expresa en su definición más importante que “Predicar el Evangelio es Exaltar a Jesucristo”,,, Y eso, es exactamente lo que el Apóstol Pablo hizo en todo su ministerio.

Mi amigo lector, debemos tener muy en claro esto, que cada vez que realices esta labor, hazlo sabiendo que el centro de Tu mensaje siempre, y te lo digo una vez más, SIEMPRE:
  1. Debe ser Un Mensaje que Exalte el nombre de Cristo. 
  2. Debe ser un Mensaje que conduzca a la gente a la Adoración a Cristo. 
  3. Debe ser un Mensaje donde nosotros no seamos los más importantes, sino Sólo Cristo. 
  4. Debe ser un Mensaje donde los pecadores sean conducidos a La Cruz de Cristo. 
  5. Debe ser un Mensaje que exponga fielmente el Mensaje de Jesucristo.
En algunas ocasiones es probable que seamos tentados a seguir la corriente de nuestros días y en la cual han sucumbido muchos de nuestros compañeros predicadores y es en predicarle a la gente una serie de teorías humanas, y dejando a un lado el Mensaje del Nuevo Testamento, y es “Jesucristo”.

Te hago un desafío a que de hoy en adelante, cada vez que tengas que presentar la Palabra de Dios, no importando el número de personas ni el lugar, siempre lo hagas sabiendo esto que:
“Predicar el Evangelio es Exaltar a Jesucristo”

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domingo, 20 de mayo de 2012

La Predicacion Expositiva: Una Herramienta para el Predicador

biblias y miles de comentarios
 
PREDICACIÓN EXPOSITIVA
I.  Definición de Predicación Expositiva
II.  La Predicación Expositiva no es Fundamentalmente un Estilo
III.  El Sometimiento a la Palabra de Dios y no al Conocimiento del Predicador
IV.  Dios Siempre ha Creado a Su Pueblo por Medio de su Palabra
V.  La Centralidad de la Predicación de la Palabra de Dios
VI.  Preguntas para Reflexionar

PREDICACIÓN EXPOSITIVA
El lugar para comenzar es donde Dios comienza con nosotros, y es Él hablándonos a nosotros. Esta es la manera como nuestra propia salud espiritual se ha dado, y así también es como pueden llegar a tener salud nuestras iglesias.
Para cualquier líder de la iglesia es especialmente importante, y más aún para su pastor, el compromiso de la predicación  expositiva,  la  cual  es  uno  de  los  métodos  más  antiguos.
Esta predicación cuyo objetivo es la exposición de lo que dice particularmente un pasaje de las Escrituras, siendo explicado cuidadosamente en su significado y aplicándolo a la congrega-ción (Neh. 8:8). Por supuesto existen otros tipos de predicación.
Sermones  Temáticos,  por  ejemplo,  reuniendo  todas  aquellas enseñanzas de las Escrituras en un solo tema, tales como la oración o el ofrendar. La predicación biográfica utiliza la vida de algún personaje de la Biblia y la presenta como un ejemplo de la gracia de Dios y asimismo de esperanza y fidelidad. Pero la predicación expositiva es algo más: es una explicación y aplicación de una porción en particular de la Palabra de Dios.
La predicación expositiva asume una creencia en la autoridad de las Escrituras, aunque es algo más que esto. Un compromiso con la predicación expositiva es un compromiso a escuchar la Palabra de Dios. Aún a los profetas del Antiguo Testamento y a los apóstoles del Nuevo Testamento les fue dada no solo una simple comisión de ir y hablar sino un mensaje en particular, de tal forma que los predicadores cristianos el día de hoy tienen la autoridad de hablar de parte de Dios solamente si ellos están hablando Sus palabras. De tal manera que la autori-dad del predicador expositivo comienza y termina con la Escri-tura. Algunas veces las personas pueden confundir predicación expositiva  con  el  estilo  de  un  predicador  expositivo favorito, pero fundamentalmente no es cuestión de estilo. Como otros han observado, la predicación expositiva finalmente no se trata tanto de cómo decimos lo que decimos sino de cómo decidir lo que se va a hablar. No está marcado por un estilo en particular sino por un contenido Bíblico.
Alguien pudiera felizmente aceptar la autoridad de la Palabra de Dios y aún confesar su creencia en la inerrancia de la Biblia; sin embargo si esta persona en la práctica (con o sin in-tención alguna) no predica expositivamente, nunca predicará más de lo que ya conoce. Un predicador podría tomar un pasaje de la Escritura y exhortar a la congregación basado en un tema que es importante sin estar realmente predicando la idea central del pasaje. Cuando esto sucede el predicador y la congregación solo escuchan la Escritura que ellos ya conocían.
En contraste, cuando predicamos un pasaje de las Escritu-ras en su contexto de manera expositiva tomando la idea cen-tral del pasaje como el verdadero tema del mensaje, entonces escuchamos  de  Dios  cosas  que  no  pretendíamos  oír  cuando comenzamos.  Desde  la  invitación  inicial  al  arrepentimiento hasta el área de nuestras vidas donde más recientemente nos ha revelado el Espíritu Santo, nuestra salvación total consiste en escuchar a Dios en formas que jamás hubiéramos imaginado que escucharíamos de Él. Este sometimiento práctico a la Palabra de Dios deberá ser evidente en el ministerio de un predicador. Ahora bien, es necesario poner atención a lo siguiente: finalmente es responsabilidad de la congregación el asegurarse de que esto se cumpla. (Observe la responsabilidad que Jesús le brinda a la congregación en Mateo 18, o Pablo en II Timoteo 4). Una iglesia no debe delegar a una persona con una supervisión espiritual del rebaño, cuando en la práctica esa persona no muestra compromiso de escuchar ni de enseñar la Palabra de Dios. Al ocurrir esto, inevitablemente se está obstaculizando el crecimiento de la iglesia y desafiándola prácticamente a crecer tan solo al nivel del pastor. En tal caso, la iglesia lentamente será conformada a su mente en lugar de la mente de Dios.
El pueblo de Dios ha sido siempre creado por la Palabra de Dios. Desde la creación en Génesis 1 hasta el llamado de Abra-ham en Génesis 12, desde la visión en el valle de los huesos secos en Ezequiel 37 hasta la venida de la Palabra Encarnada, Dios siempre ha creado a su pueblo por su Palabra. Así como Pablo
escribió a los Romanos, “la fe viene como resultado de oír el mensaje y el mensaje que se oye es la Palabra de Cristo” (10:17). O como Pablo escribió a los Corintios, “Ya que Dios, en su sabio designio,  dispuso  que  el  mundo  no  lo  conociera  mediante  la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la
predicación, a los que creen”. (I Cor. 1:21).
La  predicación  expositiva  sana  es  usualmente  el  manantial de crecimiento de una iglesia. En la experiencia de Martín Lutero, tal atención a la Palabra de Dios fue el comienzo de la reforma. De igual manera debemos estar comprometidos a ser iglesias que siempre estén siendo reformadas de acuerdo a la
Palabra de Dios.
En una oportunidad, enseñando acerca del puritanismo en un seminario de un día de duración en Londres, mencionaba que los sermones puritanos tenían algunas veces dos horas de duración. Al hacer mención de esto, una persona exclamó au-diblemente  y  luego  preguntó,  ¿Cuánto  tiempo  quedó  para  la adoración? Esto dio por entendido que el escuchar la Palabra de
Dios no constituía parte de la adoración. Al respecto respondí que muchos Cristianos Protestantes Ingleses debieran de considerar que el escuchar la Palabra de Dios en su propio idioma y responder a ella es la parte esencial de adoración en sus vidas.
El que haya tiempo o no de cantar juntos debería ser compara-tivamente, de poca importancia.
Nuestras  iglesias  deben  de  recuperar  la  centralidad  en  la Palabra de Dios para nuestra adoración. El escuchar la Palabra de Dios y responder a ella puede incluir alabanzas y acción de gracias, confesión y proclamación, pudiendo hacerse en forma de canto cualquiera de estas, aunque pudiera faltar cualquiera
de ellas. Una iglesia fundamentada en la música, cualquiera que sea el estilo, es una iglesia que está sobre arenas movedizas. La Predicación es la base fundamental del pastorado. Ore por su pastor,  de  manera  que  él  se  comprometa  al  estudio  riguroso, urgente y cuidadoso de las Escrituras, y que Dios lo guíe al entendimiento de la Palabra, en la aplicación a su propia vida, y en la aplicación de ella a la iglesia (Lucas 24:27; Hech. 6:4; Ef. 6:19-20). Si usted es un pastor, ore por estas cosas para su provecho.
Ore asimismo por otros que enseñan y predican la Palabra de Dios. Finalmente, ore para que nuestras iglesias tengan el compromiso de escuchar la Palabra de Dios, predicada expositiva-mente, de forma tal que el calendario de predicaciones pueda ser fijado progresivamente por el calendario de Dios a través de las Escrituras. El compromiso de una predicación expositiva es una marca de una iglesia saludable.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1.  Lea Nehemías 8:7-8. ¿Que dice la Biblia que los levitas hicieron por su pueblo mientras ellos leían el Libro de la Ley? En el versículo 12, está registrado que después de una asamblea el pueblo se retiró a celebrar con gran regocijo. Según el pasaje, ¿Porqué estuvieron ellos celebrando?

2.  El autor define predicación expositiva como una “explicación y aplicación de una porción en particular de la Palabra de Dios”. Plantee esa definición en sus propias palabras. ¿Qué distingue la predicación expositiva de otros tipos de predicaciones tales como temáticas o biográficas?

3.  En Hechos 20:27, Pablo menciona a los cristianos en Efeso que él ha trabajado para predicarles “toda la
voluntad de Dios”. Reconociendo que nuestro trabajo es hacer lo mismo por nuestro pueblo, ¿Cómo puede
beneficiarnos la predicación expositiva en nuestra labor de presentar el consejo total de Dios a ellos? ¿Cuál es el peligro al no tomar “la idea central del pasaje como la idea central de nuestro mensaje?”

4.  Desde Génesis 1 hasta el Nuevo Testamento, Dios siempre ha creado a su pueblo por Su Palabra. Lea
Romanos 10:17 y I Corintios 1:21. ¿Qué es lo que Dios usa para llevar a su pueblo a una fe salvadora en Cristo? ¿Qué nos dice esto acerca de la estima que se debe de tener por la Palabra de Dios en nuestras
iglesias? ¿En que manera práctica esta estima debe mostrarse en nuestra predicación?

sábado, 27 de octubre de 2012

Razones para planificar su predicación: Unos consejos de oro


. Razones para planificar
su predicación

. biblias y miles de comentarios
Tal vez haya usted oído el dicho: “El viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso”. Pero la mayoría de nosotros ni siquiera daría el primer paso si no tuviera interés en llegar al lugar de destino.

Planificar su predicación es un camino duro de recorrer. Determinar su estrategia de predicación es un proceso difícil que requiere pensar profundamente y orar intensamente para buscar la guía de Dios en cuanto a las necesidades de la congregación y la dirección de la iglesia. Más aún, se requiere comprometer tiempo y energía para hacer una pausa de las presiones semanales propias del pastorado, y concebir un calendario de predicación exhaustivo. Probablemente no se embarcaría usted en un viaje de planificación de sus predicaciones si no supiera que el viaje valdrá la pena.

Mi objetivo en este capítulo es demostrar que planificar su predicación tiene el valor suficiente como para invertir el tiempo y el esfuerzo necesarios. Con ello en mente, examinaremos primero un modelo bíblico para ver cómo se ajusta la planificación de su predicación a dicho modelo. Después veremos brevemente unas razones bíblicas que justifican la planificación. Finalmente, consideraremos algunas ventajas que puede tener para su ministerio la creación de un plan de predicación.

Un modelo bíblico de predicación
En 2 Timoteo 4:2 encontramos una descripción bíblica, pode-rosa y concisa sobre la predicación. Pablo escribe allí: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”.
 
 Cuando Pablo le escribe así a Timoteo, le da instrucciones básicas a su protegido sobre qué predicar y cómo hacerlo. Este versículo profundo sugiere varias características que deben estar presentes en nuestra predicación. Examinemos algunas de ellas.

Primero, debemos predicar bíblicamente. La orden inicial y más importante a Timoteo fue predicar “la palabra”. La mayoría de veces que aparece en el Nuevo Testamento, la expresión la palabra hace referencia principalmente a la proclamación del mensaje del evangelio.
 De hecho, el mensaje de la muerte y la resurrección de Cristo es el tema central de toda la predicación cristiana. Un sermón que no incluya de alguna forma el mensaje del evangelio no puede llamarse auténticamente un sermón cristiano. Sin embargo, el contexto inmediato de este versículo indica que “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Ti. 3:16). Con este hecho en mente, las implicaciones del término palabra también se pueden ampliar para incluir toda la revelación bíblica. Gary Demarest escribió: “No hay duda en cuanto a qué es la palabra. Es la Palabra de Dios escrita, las Escrituras del Antiguo Testamento y, para nosotros, también el Nuevo. Debemos proclamar la Palabra de Dios al comienzo, al final y siempre”.

La orden de predicar bíblicamente quiere decir que el predicador no tiene la prerrogativa de crear su propio mensaje. La Palabra de Dios le obliga a predicar la Palabra de Dios. El Directorio de Westminster dice: “La idea esencial de predicar es que el predicador debe ser el micrófono de su texto, abriéndolo y aplicándolo como palabra de Dios para sus oyentes… de modo que el texto pueda hablar”.

Un plan completo de predicación debe especializarse en la expo-sición bíblica. La proclamación bíblica incluye la predicación de series sobre los libros de la Biblia, así como sermones expositivos sobre temas y doctrinas bíblicas importantes.

Segundo, debemos predicar constantemente. Se exhorta al predi-cador a estar listo “a tiempo y fuera de tiempo”. La orden de estar listo solía usarse en sentido militar. Tenía el significado de perma-necer en su puesto. Aquí quiere decir perseverar en la tarea que se tiene. Pablo dice que el predicador debe cumplir siempre con su deber.

 Debe estar listo “a tiempo y fuera de tiempo”. El predicador debe estar listo para predicar, independientemente de si es buen momento para hacerlo o no.

A veces el predicador sabrá, más allá de toda duda, que es momento de predicar. Todo en él le urge a hacerlo. Está inspirado cada semana cuando se prepara con su estudio. Las ideas parecen saltar de las páginas de su Biblia. Se le ocurren ilustraciones para sus sermones en todas partes y en todo lo que hace o ve. Su congre-gación está interesada y responde. Sus oyentes están tan entusias-mados que él podría pararse en el púlpito y decir “mantequilla de  maní” y alguien respondería “¡Amén!”. En ocasiones como éstas, al pastor le es fácil predicar.

Pero hay ocasiones en que la predicación está fuera de tiempo.
Por distintas razones —algunas físicas, algunas espirituales, algunas inexplicables— la predicación se vuelve difícil. El predicador tiene problemas para entender el texto bíblico. Las ilustraciones son evasivas y la aplicación no se identifica fácilmente. La congregación no
muestra interés el domingo por la mañana. Todo parece gritar que no es el momento de predicar. Pero aun así, la Biblia nos ordena, incluso cuando sea fuera de tiempo, mantenernos en el deber, seguir en nuestro puesto, predicar constantemente la Palabra de Dios.

Planificar la predicación le será de más utilidad cuando esté fuera de tiempo. Más de una vez me he sentado en mi escritorio un lunes por la mañana, cansado y desanimado, sin sentir el más mínimo deseo de predicar o preparar la predicación. Pero, diligentemente, consulto mi plan, leo el texto bíblico que había programado y comienzo a estudiarlo. Lo más usual es que comience a ansiar la predicación en tanto examino los detalles del pasaje que ya tenía planificado. El plan le proporcionará a usted un texto bíblico para estudiar y un tema para el sermón aún cuando no se sienta inspirado.

Tercero, debemos predicar con persuasión. En 2 Timoteo 4:2 el texto continúa con tres órdenes rápidas: “redarguye, reprende, exhorta”. Los tres términos son de persuasión. Redargüir enfatiza el razonamiento para persuadir a los escépticos de la verdad de Dios. 

El término que se traduce reprender es la misma palabra usada en Mateo 17:18: “Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho”. La reprensión supone un llamado a las fuerzas hostiles para que se conformen a la voluntad de Dios.  Exhortar es la palabra griega parakaleo que significa “consolar o alentar”. Es la forma ver-bal de la palabra parakleto o Consolador, el título que le dio Jesús al Espíritu Santo en Juan 14:16.

Estos tres mandamientos abarcan varios aspectos de la persua-sión. Redargüir es persuadir con razones, reprender es persuadir con corrección y exhortar es persuadir dando ánimo. Otros pasajes bíblicos harán un llamado a enfoques diferentes de persuasión; el caso es que el predicador está llamado a persuadir. En general, la persuasión tiene lugar durante un período largo de tiempo. Plani-ficar su predicación le proporcionará los medios para llevar a sus oyentes de manera sistemática del lugar donde están al lugar en el cual Dios quiere que estén en términos de sus valores, creencias, comportamientos y actitudes. 

Cuarto, debemos predicar con paciencia. La frase final de este ver-sículo nos pide predicar “con toda paciencia y doctrina”. La palabra para “paciencia” es el término que generalmente se usa para refe-rirse a la paciencia de Dios con nosotros. Aquí se aplica al predicador, y se iguala con el concepto de enseñar la doctrina. Demarest observa que la paciencia es la esencia de toda la enseñanza. Escribe:  “La enseñanza verdadera saca lo mejor del otro”.

Cuando mi hijo estaba aprendiendo a hablar, nuestra familia hizo un viaje por una autopista interestatal. Las vías estaban lle-nas de autos, camiones y algún que otro bus. Nosotros estábamos jugando a adelantarnos con un bus rápido. Lo pasábamos y luego él nos volvía a pasar. Joshua veía cuando pasábamos el bus y gritaba:
“¡Camión, papi, camión!”. Como vi la oportunidad de enseñarle una nueva palabra a mi hijo, le decía: “Es un bus, Joshua. ¿Puedes decir bus?”.

De nuevo nos pasó el bus y Joshua dijo: “¡Camión, papi, camión!”.
Le repetí: “Bus, Joshua, bus”. El patrón se repitió durante varios minutos. Luego volvimos a pasar al bus y Joshua exclamó: “¡Bus, papi, bus!”.
Orgulloso y con entusiasmo le dije: “¡Sí, Joshua, eso es! Es un bus, aprendiste una palabra nueva”.

Una vez más el bus nos pasó y Joshua gritó: “¡Camión, papi, camión!”.
Desistí, por ese día, de enseñarle a mi hijo a decir “bus”. Se me había acabado la paciencia.
Si se requiere paciencia para enseñarle a un niño a diferenciar entre un bus y un camión, ¿cuánta más paciencia se necesitará para enseñarle a hombres y mujeres pecadores cómo vivir delante del Dios santo? La predicación es una empresa que requiere enseñanza paciente. Algunos pastores se frustran porque sus congregaciones no adaptan inmediatamente sus vidas a la verdad bíblica. La planificación elimina un poco de esa frustración, porque el pastor que
planifica ve su predicación en términos de un programa general, no como una serie de sermones individuales. La enseñanza que perdura usualmente requiere más de un sermón. Esa es una de las razones por las cuales su planificación es tan importante: le permite a usted cumplir el mandato bíblico de enseñar con paciencia la Palabra de Dios.

Ejemplos bíblicos de planificación
No hay ningún debate en cuanto a que la Biblia establece la prioridad de la predicación, pero algunas personas podrían preguntarse si el concepto de planificar los mensajes tiene fundamento bíblico.
Después de todo, podría argumentar alguien, ¿no le iría mejor al predicador si tan solo siguiera la dirección del Señor, semana tras semana, en lugar de planificar sus predicaciones antes de tiempo?
¿No es peligroso que la planificación suplante la obra del Espíritu Santo en su guía del predicador? Aunque sí existe el peligro de que el predicador siga sus propios deseos y no la dirección de Dios, tal peligro está presente sin importar si el predicador planifica o deja de hacerlo. No hay nada espiritual en no planificar. De hecho, la Biblia abunda en ejemplos de quienes planificaron la obra que Dios les había encomendado.
En su libro Planeamiento estratégico, Aubrey Malphurs escribe que el pensamiento y la actuación estratégicos no son ajenos a la Biblia. Más bien, dice él, las referencias y los ejemplos de planifi-cación están generosamente esparcidos a lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento. Describe que Moisés sacó a Israel de Egipto y lo guió por el desierto de acuerdo con un plan. Josué actuó estratégicamente para conquistar Canaán. Nehemías también pensó y actuó de acuerdo con un plan que guió el proyecto de revitalización divina en Jerusalén.
Más aún, el libro de Proverbios presenta la sabiduría y el papel de Dios en la planificación con grandes palabras de consejo como las que siguen:
“El avisado mira bien sus pasos” (14:15b).
“Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo, mas en la multitud de consejeros se afirman” (15:22).
“El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el SeñoR” (16:9, nvi).
“Los pensamientos con el consejo se ordenan; y con dirección sabia se hace la guerra” (20:18).
Malphurs observa también que la Gran Comisión de Cristo, registrada en Mateo 28:18-20, y todas las empresas misioneras de la iglesia primitiva registradas en Hechos, muestran el uso de la pla-nificación en la obra divina. Concluye así: “Entonces es obvio que Dios ha elegido obrar soberanamente, por medio de la planificación y la ejecución estratégicas, para alcanzar su obra divina en la Tierra.
De acuerdo con esto, las iglesias deben tener cuidado con quienes les aconsejen ignorar cualquier forma de planificación y que sim-plemente ‘se dejen llevar y dejen obrar a Dios’”.

Sin embargo, es notorio que ninguno de estos ejemplos bíblicos se refiere a la planificación anticipada de los temas en la predicación. El testimonio de los profetas del Antiguo Testamento parece indicar que eran movidos por el Espíritu Santo y comenzaban a hablar inmediatamente el mensaje que habían recibido. Jeremías así lo reflejó cuando escribió: “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (Jer. 20:9).
Igualmente, la predicación y la enseñanza apostólicas parecían más motivadas por las situaciones que presionaban a la iglesia cris-tiana y por la urgencia de llevar el mensaje del evangelio al mundo incrédulo, que por tener un plan preparado. Pablo no escribió cartas de instrucción a las iglesias de Galacia, Filipos, Corinto y otras ciudades porque tuviera algún plan estratégico, sino porque en tales iglesias se daban situaciones que requerían palabras de ánimo, reprensión o enseñanza. Pedro y Juan no predicaron a Cristo frente a la oposición en Jerusalén porque estuvieran siguiendo un plan, sino porque no podían hacer otra cosa diferente que hablar lo que habían visto y oído (Hch. 4:20). Sin embargo, fíjese que la predicación de los profetas y los apóstoles era diferente a la predicción contemporánea. Su preocupación tenía una función de revelación, mientras que la nuestra tiene un propósito explicativo.
Existen suficientes razones bíblicas para justificar la planifica-ción de la predicación. La planificación es parte de la toma de deci-siones estratégica para llevar a cabo la obra de Dios. Tras haber establecido el motivo bíblico para planificar la predicación, vamos a considerar algunas de las ventajas que tiene la planificación para el predicador.

Los beneficios de planificar su predicación
La planificación de la predicación tiene múltiples beneficios para el pastor, tanto  espirituales como prácticos. La mayoría de los libros que tratan sobre la predicación planificada incluye una considera-ción de las ventajas de crear un plan. La siguiente lista de beneficios incluye las observaciones de otros autores, así como algunas ventajas que yo he descubierto personalmente en mi ministerio de predicación.

(1) La planificación de la predicación permite una mayor dirección del Espíritu Santo
Se cuenta una historia de dos predicadores que conversaban sobre sus experiencias en el púlpito. El primero comentaba sus esfuerzos durante toda la semana para preparar sus mensajes. El otro respondía que nunca los preparaba con anticipación, simplemente confiaba en que el Espíritu Santo le inspirara a hablar en el púlpito.
—¿Qué    haces    si    cuando    llegas    al    púlpito    el    Espíritu    no    te    ha   
inspirado? —preguntó el primero.
—Bueno, doy vueltas hasta que lo hace —respondió el segundo.
La mayoría de nosotros ni soñaría con rechazar deliberadamente la preparación semanal por razones “espirituales”. Sin embargo, algunos predicadores podrían objetar que la planificación cuida-dosa de su predicación por anticipado le quita valor a la dirección del Espíritu Santo. Todo lo contrario, los predicadores que siempre planifican sus predicaciones encuentran que el proceso les ofrece oportunidades más amplias de buscar la guía de Dios sobre lo que hablan.
Alton McEachern escribe: “Planificar su predicación le puede dar al Espíritu Santo una mayor oportunidad de guiar su pensamiento para enriquecer así su predicación… El mismo Espíritu que inspira el sermón en el momento de predicar, puede guiarlo con anterioridad cuando usted planifica la preparación”.
 Si creemos en la soberanía de Dios, debemos creer que el Espíritu Santo sabe qué pasará en la congregación y qué necesitarán oír las personas que se reúnen el domingo. Puesto que Dios conoce tan bien las necesi-dades de la congregación tanto tres meses como tres días antes, el predicador puede crear un plan de predicación a largo plazo dirigido aún por el Espíritu Santo.
Martyn Lloyd-Jones observa, en su libro La predicación y los predicadores, que el Espíritu Santo no unge o guía arbitrariamente, sino que lo hace como respuesta a la preparación y la consagración.
Escribe: “La forma correcta de mirar la unción del Espíritu es pensar en ella como aquello que viene sobre la preparación”.
 Lloyd-Jones señala las acciones de Elías en el monte Carmelo para evidenciar su aseveración. Elías se preparó para la caída del fuego cuando construyó el altar, cortó la madera, mató al toro, lo cortó en pedazos que puso sobre la madera en el altar. Entonces oró para que el fuego descendiera, y el fuego descendió, en ese orden. Lloyd-Jones afirma:
“Todos tendemos a irnos a los extremos; algunos confían solo en su preparación y no miran nada más; otros… tienden a menospreciar la preparación y a confiar tan solo en la unción e inspiración del Espíritu. Pero no debe ser una cuestión de ‘o esto o aquello’; siempre es ‘esto y aquello’. Las dos cosas deben ir juntas”.

Podría    preguntarse:    “¿Qué    pasa    si    el    Espíritu    me    lleva    a    predicar    otra cosa distinta a la que he planificado?”. La respuesta es simple:  pues predique otra cosa diferente a lo que ha planificado. El plan es un siervo, no un amo. Si en realidad Dios lo lleva en otra dirección, usted lo sabrá y será obediente a su liderazgo. Sin embargo, la mayoría de las veces, si usted ha estructurado un plan por el cual ha orado y lo ha consagrado delante de Dios, se dará cuenta de que el Espíritu usará el mensaje que Él mismo lo llevó a planificar meses antes para ministrar a las necesidades y cambiar vidas.

(2) La planificación crea mayor diversidad en su predicación 
 Todo predicador tiene sus temas teológicos favoritos. A algunos nos encanta hablar de escatología, a otros sobre la vida cristiana victoriosa. Otros más predicaríamos gustosamente mensajes puramente evangelísticos semana tras semana. Dios nos ha hecho de manera tal que ciertos temas bíblicos nos interesen, emocionen y resuenen en nosotros. Sin embargo, no es bueno ni para usted ni para su congregación tocar continuamente la misma cuerda de su arpa homilética.
La Biblia cubre toda una gama de temas teológicos y espiritua-les, todos los cuales Dios puede usar en su vida y la de sus oyentes.
Cuando planifique su predicación, usted tendrá una visión global del plan de predicación que no podría tener predicando semana tras semana. Naturalmente, planificará más sermones con temas más variados y que extraigan segmentos más amplios de la Palabra de Dios.

(3) Por medio de la planificación, tendrá la capacidad de enseñarle a su congregación sistemáticamente
La enseñanza requiere planificación. Cuando usted asiste a una clase en la universidad, espera que el profesor llegue el primer día provisto de un temario bien estructurado. Usted recibe el temario, y en sus páginas encuentra un plan detallado de las cosas que el pro-fesor va a tratar ese semestre. El profesor planifica cuidadosamente para poder enseñar todos los aspectos de su materia.
En el caso del pastor, el plan de predicación se convierte en una especie de temario para el año eclesial. En Efesios 4:11 se relaciona el    oficio    del    pastor    con    la    función    de    enseñanza.    Quienes    ofrecencuidado pastoral al pueblo de Dios tienen también la responsabili-dad y el don de enseñar las Escrituras. Parte de enseñar al pueblo de Dios es planificar la inclusión de las verdades que la congregación necesita aprender de la Biblia.
Aunque el valor instructivo de la predicación planificada es una ventaja para la congregación y para el pastor, puede ser que algunos miembros de la congregación tarden un poco en aprender a disfru-tarlo. Blackwood advierte: “A su debido tiempo muchas personas se entusiasmarán con un ministerio de enseñanza, pero al principio la respuesta puede ser desalentadora. Pueden pasar varias semanas o meses antes de que se acostumbren a la comida sustanciosa”.
 Sin embargo, cuando los miembros aprendan que en la iglesia se alimentarán con la Palabra de Dios, seguramente asistirán con mayor regularidad y traerán amigos con ellos.

(4) La planificación ayuda a desarrollar servicios de adoración cohesivos y con significado
Imagine que es domingo por la mañana y usted está a punto de dar un mensaje sobre Romanos 8:1-4. Al comienzo del servicio su ministerio musical le enseña a la congregación un coro de alabanza con las mismas palabras de los primeros versículos de su pasaje:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Usted observa que los himnos que están cantando incluyen “Cabeza ensangrentada” y en cuanto oye las palabras:

Señor, lo que has llevado,
yo solo merecí;
la culpa que has pagado
al juez yo la debí.
Mas, mírame; confío
en tu cruz y pasión.
Otórgame, Bien mío,
la gracia del perdón,

se da cuenta de que la letra del himno está relacionada con el versículo 3 de su texto, según el cual Dios envió “a su Hijo en semejanza de carne de pecado y, a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”. Después, el coro canta un himno con base en “Cómo en su sangre pudo haber”, cuya última estrofa declara:

¡Jesús es mío! Vivo en Él
no temo ya condenación.
Él es mi todo; paz, salud
justicia, luz y redención.
Me guarda el trono eternal
por Él corona celestial.
 
Para cuando usted se levanta a predicar, la congregación ya ha estado expuesta a muchas ideas del texto sobre el que versará su charla.
Tales servicios de adoración no suceden por accidente. Requie-ren coordinación entre el predicador y el ministro de la música.
Planificar la predicación y después compartirla con quienes par-ticipan en el ministerio de la música y en otras áreas del servicio eclesial puede enriquecer la adoración en su iglesia. Especialmente, los que dirigen la música se beneficiarán si conocen de antemano lo que usted predicará. La obra de ellos necesita planificación. Lleva tiempo, por lo general al menos un mes, enseñarle un nuevo himno al coro y prepararlo adecuadamente. Los ministros de la música también necesitan tiempo para coordinar a los solistas y para selec-cionar los himnos y las otras canciones que usarán en el servicio.
Obviamente, no todo servicio de adoración puede prepararse alrededor del tema de su sermón. A algunos pasajes de las Escrituras (como por ejemplo las muertes de Ananías y Safira o la muerte de Jezabel) no se les puede poner música fácilmente. Incluso así, si su ministro de la música y otros líderes de la adoración conocen eltema y el texto de su predicación, podrán trabajar con usted para desarrollar un servicio que complemente el sermón.

(5) Planificar ahorra tiempo
He hablado con muchos pastores cuya mayor queja en el minis-terio es que no tienen tiempo suficiente para hacer todo lo que tienen que hacer. A un pastor le resulta fácil descubrir asuntos diferentes al estudio y la preparación de sus mensajes que le quitan todo su tiempo. Una de las cosas que les hace perder mucho tiempo semana tras semana es decidirse sobre qué tema predicar.
El lunes por la mañana el pastor se sienta ante su escritorio y piensa: “¿Sobre qué predicaré el próximo domingo?”. Muerde el lápiz, se queda viendo la pantalla en blanco de la computadora, pasa las páginas de su Biblia, da un vistazo a su colección de sermones de otros predicadores, mira la última edición de Time o de Selecciones en busca de ideas. Luego sigue el almuerzo. Después, la tarde se va en visitas y reuniones. Llega el jueves por la mañana y todavía no tiene ni idea sobre qué predicará. J. Winston Pearce escribe: “¡Si utilizáramos bien el tiempo que perdemos decidiendo qué predi-car, crearíamos obras maestras!”.14
 He descubierto que solo hay una cosa peor que sentarse en su despacho un lunes por la mañana sin saber qué va a predicar el domingo siguiente: ¡estar sentado en su despacho el sábado sin saber qué predicar el domingo!
Cuando usted tiene un plan, se desvanecen todo el tiempo per-dido y la frustración de decidir sobre qué va a predicar. En cambio, usted se sienta en su despacho el lunes sabiendo lo que va a predicar el próximo domingo, el que le sigue y el que va después. Cuando planifica, se quita de encima mucho trabajo; ahora sólo necesita hacer lo que ya tenía planificado.

(6) La planificación también protege su tiempo
Todo pastor tiene semanas que lo toman con la guardia baja,  semanas en las que tiene tres funerales, una emergencia médica que requiere numerosas visitas al hospital o una crisis en la iglesia que exige toda su atención y su tiempo. Semanas como éstas son normales en el ejercicio pastoral. Tales eventos no son distracciones de su ministerio. En muchos sentidos, las interrupciones son el alma y el corazón del ministerio. Si alguna vez le desalentan las interrupciones, sólo lea los Evangelios y fíjese cuántas veces interrumpieron a Jesús. Él convirtió estas “interrupciones” en oportu-nidades ministeriales.
Pero independientemente de cómo vea los eventos inesperados, ya sea como interrupciones u oportunidades, lo cierto es que quitan tiempo para la preparación de los sermones. Tener un plan le permite trabajar por anticipado en sus predicaciones y distribuir el tiempo de preparación entre varias semanas, de modo que una semana ocupada no perjudicará la preparación de su sermón dominical.

(7) La planificación le permite tratar los temas en el tiempo apropiado
Otra acusación constante contra la planificación de la predicación es que dificulta la respuesta a las necesidades inmediatas de la congregación. Pero no es necesario que el predicador deje de mencionar los asuntos pertinentes por planificar la predicación. De hecho, programar sus sermones le ayudará a entregar oportunamente la palabra de Dios como respuesta a la vida de su congregación y comunidad.
Tal cosa es cierta por varias razones. Primero, en cuanto usted ponga su plan bajo la dirección del Espíritu Santo, Él lo guiará hacia los asuntos que su congregación más necesita oír, a menudo con resultados sorprendentes. Cuando he predicado series expositivas sobre libros de la Biblia, me he encontrado varias veces con algún sermón que, planificado desde hace varios meses, hablaba puntualmente y con pertinencia a una necesidad surgida en mi congregación durante la semana en que se predicó el mensaje. Cuando esto sucede, el mensaje ministra con mucho poder a la congregación, pues ellos saben que usted no eligió el mensaje tan solo por una necesidad apremiante. Cuando la gente se da cuenta de que el Espíritu Santo guió a su pastor de antemano para ofrecer el mensaje necesario en esa semana, entra en juego un elemento sobrenatural adicional.Usted puede ajustar con facilidad su programa cuando la muerte, algún desastre u otras crisis le exigen predicar sobre un tema diferente al planificado. Cuando el predicador sabio esté frente a alguna emer-gencia, simplemente dejará su plan a un lado durante una semana y regresará después. Sin embargo, es infinitamente más fácil ajustar un plan existente que proceder sin ninguna clase de plan.

(8) La planificación le ayuda a ampliar su biblioteca
He oído la historia de un teólogo británico que pasó un año dando conferencias en seminarios y universidades de Estados Uni-dos.    Cuando    el    año    se    acababa,    alguien   preguntó    al    profesor:    “¿Qué  le impresiona más del clero estadounidense?”.
Él respondió: “Dos cosas: el brillo de sus automóviles y el vacío de sus bibliotecas”.
Desarrollar una biblioteca de trabajo es una necesidad del predicador. Los libros en sus anaqueles serán sus herramientas para producir sus sermones. La biblioteca no es un ensamblaje aleatorio de volúme-nes donados por amigos bien intencionados o miembros de la iglesia.
No es una colección de gangas en la librería de enfrente. Tampoco es una mezcla de libros sobre las últimas tendencias teológicas o de métodos para el crecimiento de la iglesia. No, la biblioteca del pastor es una colección de libros cuidadosamente seleccionados para las necesidades del pastor en su labor de preparación de los sermones.
Una de las mejores maneras de ampliar su biblioteca de trabajo es desarrollar un programa de predicación a largo plazo y bien plani-ficado. Al comienzo de su carrera ministerial, le será casi imposible reunir una colección de obras de referencia, recursos del lenguaje, comentarios y tratados teológicos que le permitieran comenzar un sermón sobre cualquier libro de la Biblia. Si escoge usted los textos bíblicos y los temas de los sermones semana a semana, se encontrará en repetidas ocasiones con que en su biblioteca hacen falta volúmenes importantes para preparar su predicación adecuadamente.
Sin embargo, al tener un plan de predicación, podrá programar la compra de libros que le ayudarán a desarrollar los sermones sobre los temas o libros bíblicos incluidos en su plan. Por ejemplo, si usted sabe con meses de anticipación que predicará una serie sobre el Sermón del Monte, podrá hacerse con los mejores libros sobre el tema.

sábado, 16 de junio de 2012

El Sermon Hecho para Impactar: Un Manual para la Cabecera del Predicador


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Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 29MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
A.  La Primacía de la Predicación
B.  Una definición de la Predicación
C.  Un Análisis de la Definición de la Predicación
1.  El material de la predicación
2.  El método de la predicación
3.  La meta de la predicación
D.  Nuestro Plan de Estudio
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA UN PREDICADOR IDÓNEO
A.  El Predicador Idóneo es un Convertido
1.  La naturaleza de su obra como testigo lo demanda
2.  La naturaleza de su obra como ministerio lo demanda
a)  Sentido en que todo creyente es un ministro
b)  El hecho de la diversidad en este ministerio cristiano
común
c)  El ministerio especializado del predicador: el
Ministerio de la palabra (Un ministerio apostólico,
profético, evangelístico y pastoral)
B.  El Predicador Idóneo Posee las cualidades Personales
Indispensables para el buen Desempeño del Ministerio de la
Palabra
1.  Una conducta moral irreprochable
2.  Madurez espiritual
3.  Aptitud para la enseñanza
C.  El Predicador Idóneo es Llamado de Dios para Dedicarse al
Ministerio de la Palabra
1.  Razones por qué un llamado divino especial es necesario
2.  Evidencias de un llamamiento divino especial para el
Ministerio de la Palabra
D.  El Predicador Idóneo Actúa en la Plenitud del Poder del
Espíritu Santo
1.  El modelo apostólico
2.  El mandato apostólico
a)  Todo verdadero creyente tiene el Espíritu Santo
b)  Dos pecados que el creyente puede cometer en
contra del Espíritu Santo impidiendo la manifestación de
poder divino en su vida (lo puede “contristar”; lo puede
“apagar”)
c)  Tres requisitos positivos que el creyente tiene que
cumplir para ser lleno del Espíritu Santo (entregarse sin
reserva a la soberanía de Cristo; mantener una comunión
ininterrumpida con Cristo; esforzarse concienzudamente
en dar lo mejor que pueda en cada acto de servicio)
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA UN PROPÓSITO DEFINIDO
A.  El Valor de la Determinación del Propósito del Sermón
B.  Los Propósitos Generales de la Predicación Cristiana
1.  El propósito evangelístico
2.  El propósito doctrinal
3.  El propósito devocional
4.  El propósito de consagración
5.  El propósito ético
6.  El propósito de dar aliento
C.  El Propósito Especifico del Sermón
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA UN MENSAJE BÍBLICO
 Una definición del mensaje bíblico
A.  El Texto del Mensaje Bíblico
1.  Definición del texto
2.  La función del texto
3.  Las ventajas de tener un texto para cada sermón.
4.  Sugestiones acerca de la selección del texto
5.  El “semillero homilético”
6.  La recta interpretación del texto
B.  El tema del Mensaje Bíblico
1.  Definición de términos
2.  Las cualidades de un buen tema
3.  El desarrollo del tema
a)  Desarrollo textual (desarrollo textual analítico;
desarrollo textual sintético; sermón expositivo; la homilía
b)  Desarrollo temático (sermón de asunto; la “lectura
bíblica”)
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA UN BUEN ARREGLO
A.  La Unidad del Sermón
1.  La necesidad de la unidad
2.  Los requisitos de la unidad
a)  Un solo tema (el tema que contiene una palabra o
frase enfática; el tema interrogativo, el tema imperativo; el
tema declarativo el tema histórico)
b)  Un solo propósito específico
c)  El empleo únicamente de los materiales de
elaboración que sean más apropiados al tema y al
propósito específico del sermón.
B.  La Organización del Sermón
1.  Una explicación del término
2.  El corazón de la organización homilética está en la división
del tema
a)  La necesidad de la división del tema
b)  La selección del principio de división que ha de regir
en el plan del sermón
c)  La formulación de las divisiones
d)  El número de las divisiones
e)  El anuncio de las divisiones
f)  Las cuatro reglas para las divisiones
C.  El Movimiento Progresivo del Sermón
1.  Significado del término
2.  Los requisitos del movimiento progresivo del sermón
a)  La iniciación del movimiento progresivo del sermón
(una buena introducción)
b)  El sostenimiento del movimiento progresivo del
sermón (un orden propio en las divisiones; transiciones
fáciles de un pensamiento a otro; uso predominante del
tiempo presente; eliminación de toda digresión
innecesaria)
c)  La culminación del movimiento progresivo del sermón
(una buena concusión)
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA UNA ELABORACIÓN
ADECUADA
A.  La Identificación de los materiales de Elaboración Más Útiles
1.  Los materiales de apelación
a)  Los que apelan al entendimiento
b)  Los que apelan a la razón
c)  Los que apelan al sentido de necesidad
d)  Los que apelan a la conciencia moral
e)  Los que apelan a los sentimientos
2.  Los materiales de ilustración
a)  Su importancia para la predicación
b)  Diferentes tipos de ilustración
c)  Las ventajas prácticas del empleo de las ilustraciones
con la predicación
d)  Las cualidades esenciales de una buena ilustración
e)  Las fuentes de donde podemos obtener material
ilustrativo
f)  Advertencias oportunas respecto al uso de la
ilustración en la predicación
B.  Las Fuentes de las Cuales los materiales de Elaboración
Pueden ser Obtenidos
1.  La observación
2.  Un plan de estudio
3.  El archivo homilético
C.  La Forma de Expresión Apropiada para estos Materiales de
Elaboración
1.  La importancia de la forma
2.  El deber de escribir
3.  Las cualidades de estilo que deben ser cultivadas en la
predicación
a)  Pureza
b)  Claridad
c)  Energía
d)  Interés humano
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA UNA COMUNICACIÓN
PERSUASIVA
A.  Deber del Predicador de cultivar Buenos Hábitos como
Orador.
1.  El hábito de hacer la debida preparación para cada ocasión
en que tenga que predicar
a)  Preparación física
b)  Preparación emocional
c)  Preparación homilética
2.  El hábito de predicar sin depender de una manuscrito o aun
de notas extensas
3.  El hábito de hacer buen uso de su voz
a)  Las cualidades de una buena voz (fuerza; pureza de
tono; claridad; buena expresión)
b)  La relación que existe entre estas cualidades y los
distintos movimientos del proceso de la producción de la
voz (fuerza se relaciona con respiración; pureza de tono
se relaciona con fonación y amplificación; claridad se
relaciona con articulación; buena expresión se relaciona
con integración)
c)  Adaptación de la manera de hablar a las demandas
de la acústica del salón
4.  El hábito de accionar con naturalidad
B.  La Preparación de un Ambiente Propicio para la Persuasión.
1.  Participación congregacional un reverente culto de
adoración.
a)  El canto congregacional
b)  La oración pública
c)  La lectura interpretativa de las Escrituras
d)  La ofrenda
2.  Una sabia atención a ciertos detalles físicos
a)  La limpieza y orden en el santuario
b)  La acomodación de los oyentes en el grupo más
compacto posible
c)  Una temperatura no extremada
d)  Buena ventilación
e)  Iluminación adecuada
f)  La eliminación de los defectos acústicos
EL SERMÓN EFICAZ DEMANDA LA VARIEDAD DE
SEMANA EN SEMANA
A.  La Necesidad de la Variedad en la Predicación
B.  La Posibilidad de la Variedad en la Predicación
C.  El Gran Secreto de la variedad en la Predicación
D.  Sugestiones Prácticas Respecto a la Proyección de un Plan de
Trabajo para el Púlpito
APÉNDICE A — Preguntas de RepasoAPÉNDICE B — Ejercicios para la
Vigorización de la voz
APÉNDICE C — El Archivo Homilético
Bibliografía
Indice de Asuntos
Indice de Pasajes Bíblicos
Indice de Personas

 1. LA PRIMACÍA DE LA PREDICACIÓN
Corría el año sesenta y seis. Desde la húmeda celda romana en que aguardabasu proceso final, el anciano Pablo escribía a Timoteo, su hijo en la fe. Era suúltima carta, y en ella vertía el alma en palabras de consejo, de estímulo, deexhortación y de advertencia. Ya para terminar, reunió la esencia de todo lodicho en un gran encargo final:
“Requiero yo pues delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha dejuzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino, queprediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempocuando no sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, seamontonarán maestros conforme a sus concupiscencias, y apartarán de  la verdad el oído, y se volverán a las fábulas. Pero tú vela en todo,soporta las aflicciones haz la obra de evangelista, cumple tu ministerio.
Porque yo ya estoy para ser ofrecido, el tiempo de mi partida estácercano”.f1
¡El deber principal de Timoteo era el de predicar! Los motivos más solemnes lo impulsaban a ello. Pablo pronto dejaría de existir. Callada la voz de aquel que“desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico” había “llenado todo del evangelio de Cristo”f2 era menester que otra voz anunciara las buenas nuevas.
Además, la oportunidad pasaba. Se divisaban ya los tiempos en que los hombres no prestarían atención al mensaje de vida sino que buscarían a maestros que halagaran sus oídos con palabras melífluas de una falsa paz. Por tanto había que aprovechar la oportunidad presente. Otro motivo era el hecho de estar actuando constantemente “delante de Dios”. El ojo divino lo vigilaba, tomando nota de su labor. Por último, la perspectiva de juicio final en que el Señor Jesús, “el Príncipe de los pastores”, premiaría con “corona incorruptible de gloria”f3 a los que hubieran desempeñado su comisión con fidelidad, le animaba a ser constante y cumplido en su ministerio de la predicación.
Las palabras dirigidas a Timoteo tienen una aplicación perenne a la iglesia del Señor. Su tarea principal es la predicación. Cuando Cristo subió al monte y llamó a sí a los que quiso y estableció a los doce como cuerpo apostólico, su propósito fue “para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios”.f4 La comunión con Cristo sería su preparación; los milagros de sanidad serían credenciales para su mensaje en el tiempo transitorio de la cimentación de la causa cristiana en un mundo hostil; la obra central había de ser la de predicar.
Cuando los doce fueron enviados de dos en dos a recorrer la provincia de Galilea, sus instrucciones fueron: “Y yendo, predicad...”f5 Cuando los apóstoles pidieron una señal de la futura venida del Señor y del fin del mundo, les indicó que sería “predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles; y entonces vendrá el fin”.f6 Y cuando el Maestro quiso reducir a la forma más breve posible su gran comisión, la expresó en estas palabras: “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura”.f7
La primacía de la predicación fue bien entendida por la iglesia primitiva. Cuando Felipe descendió a la ciudad de Samaria, “les predicaba...”f8 Cuando Pedro se presentó ante el centurión romano en Cesarea, le dijo que el Señor “nos mandó que predicásemos...”f9 cuando los filósofos atenienses quisieron describir a Pablo, dijeron: “Parece que es predicador...”f10 Y tuvieron mucha razón porque el mismo apóstol consideraba que la predicación era su tarea principal, como vemos en su declaración a la iglesia de Corinto, cuando dijo: “Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio”.f11 Tan así era que Pablo conceptuaba como una imposibilidad el que las gentes creyesen “sin haber quien les predique”.f12 “Así predicamos,” dijo, “y así habéis creído”.f13
Por esto el doctor E. C. Dargan, en su monumental Historia de la Predicación, ha dicho lo siguiente:
El fundador del cristianismo fue a la vez el primero entre sus predicadores; pero fue anticipado por su precursor y seguido de sus apóstoles, y en la predicación de éstos la proclamación y enseñanza de la Palabra de Dios por medio del discurso público fue convertida en rasgo esencial y permanente de la religión cristiana.f14
La historia confirma esta declaración. Al través de los siglos es notable el hecho de que el mayor extendimiento del Reino de Dios en la tierra ha coincidido precisamente con las épocas en que más ha florecido la predicación de la Palabra.
2. LA PREDICACIÓN DEFINIDA
Pero, ¿qué es lo que entendemos por predicación? Entre las muchas definiciones que han sido elaboradas, la mejor conocida, sin duda, es aquella que expuso el obispo Phillips Brooks en 1876 en una serie de conferencias ante los estudiantes para el ministerio en la Universidad de Yale.
La predicación es la comunicación de la verdad por un hombre a los hombres. Tiene en sí dos elementos: la verdad y la personalidad. No puede prescindir de ninguno de estos dos elementos y ser todavía la predicación. La verdad más cierta, la declaración más autoritativa de la voluntad divina, si es comunicada a los hombres de cualquier otro modo que no sea a través de la personalidad de un hombre hermano, no es una verdad predicada. Supóngase que esta verdad esté escrita sobre los cielos, o supóngala como incorporada en un libro que ha sido tenido por una pronunciación directa de Dios durante tantos años que la viva personalidad de los hombres que lo escribieron ha quedado casi borrada, en ninguno de estos casos hay predicación. Por otra parte, si los hombres comunican a los demás hombres algo que no pretenden que sea la verdad, si emplean sus poderes de persuasión o de entretenimiento para logar que se preste atención a sus propias especulaciones o con el fin de que sea hecha su propia voluntad, o que sean aplaudidos sus propios talentos; eso tampoco es predicación. Lo primero carece de la personalidad, y lo segundo de la verdad. Y la predicación es la presentación de la verdad a través de la personalidad.
Forzosamente ha menester de ambos elementos.f15 Sin restar ningún mérito a esta clásica definición, podemos sugerir la conveniencia de agregarle cuando menos dos elementos más. Por una parte, debe ser especificado que la verdad que constituye el material de la predicación cristiana es preeminentemente de índole religiosa y que tiene por su centro de referencia al Cristo crucificado y resucitado. A este respecto es mejor la definición de Bernardo Manning. “La predicación es una manifestación del Verbo Encarnado desde el Verbo escrito y por medio del verbo hablado”.f16 Reconocemos el hecho de que toda verdad es de Dios, y admitimos el derecho, y aun la obligación, del predicador de utilizar toda clase de conocimiento en la elaboración de sus mensajes. A semejanza de Eliú tomará su noticia de lejos, y atribuirá justicia a su Hacedor.f17 Pero no es por demás insistir en que la provincia peculiar del púlpito cristiano es la verdad divina así como ésta se ha dado a conocer en Cristo Jesús y así como ha sido conservada en las Sagradas Escrituras.
También tenemos que notar que la definición de Brooks deja de mencionar el proposito de la predicación. Es ésta una falta de serias proporciones, aunque en justicia hay que decir que en el curso de sus conferencias, al tratar del sermón, Brooks sí abordó el asunto del propósito con claridad y acierto. “Un sermón,” dijo, “existe por su propósito y para su propósito, a saber, el de persuadir y mover las almas de los hombres”.f18 Es de lamentarse que este elemento no haya sido incorporado desde un principio en la famosa definición de la predicación. Transcribimos en seguida tres definiciones que, a nuestro juicio, son mejores que las dos antes anotadas. El ellas se deja ver un debido hincapié sobre el propósito de la predicación.
Según el doctor A. E. Garvie, la predicación es “la verdad divina al través de la personalidad humana para vida eterna”.f19 Andrés W. Blackwood se ha expresado en estos términos: “¿Qué es o que entendemos por la predicación? Significa la verdad divina comunicada a través de la personalidad, o sea la verdad de Dios proclamada por una personalidad escogida con el fin de satisfacer las necesidades humanas”.f20
Por su admirable brevedad y simetría, el que esto escribe prefiere la definición dada por Pattison: “La predicación es la comunicación verbal de la verdad divina con el fin de persuadir”.f21
3. LA DEFINICIÓN ANALIZADA
Vale la pena detenernos aquí para hacer un análisis de esta última definición.
(1) Observemos en primer lugar cuál es el material de la predicación. Es “la verdad divina”. En un sentido puede decirse que toda verdad es “verdad divina”, puesto que Dios es verdadf22 y que al crear cuanto existe imprimió en todo el sello de su propia veracidad. Y como la verdad, siendo fundamentalmente una, no puede contradecirse a sí misma, una verdad científica o comercial puede ser considerada como una verdad divina. Sin embargo, una conferencia sobre la desintegración del átomo o sobre las ventajas del comercio internacional no sería, de ninguna manera, una predicación.
Dargan nos cuenta cómo en Alemania, hacia fines del siglo dieciocho cuando el racionalismo estaba en su apogeo, partiendo de la discusión de temas morales, desprovistos de una sólida base doctrinal, el púlpito degeneró cada vez más hasta quedar en la vergüenza de presentar “sermones” sobre temas como los siguientes: “El Peligro de Ser Sepultado Vivo” (un sermón para el domingo de Resurrección); “El Temor a los Fantasmas”; “La Preferencia de la Alimentación del Ganado en el Establo Sobre la Práctica de Pastarlos en el Campo”; y “La Bendición Inefable del Cultivo de la Patata”. También discutieron el valor del café como bebida y la importancia de la vacunación contra la viruela.f23
Semejantes temas constituyen nada menos que una prostitución del púlpito. La verdad de que legítimamente se ocupa la predicación cristiana es netamente religiosa y esencialmente bíblica. Es religiosa porque tiene que ver con las grandes realidades acerca de Dios y el hombre, del pecado y la salvación, del tiempo y la eternidad, del cielo y el infierno. Es bíblica porque toma de la fuente pura de las Sagradas Escrituras sus temas y los contornos generales del desarrollo de ellos.
(2) Veamos en seguida cuál es el método de la predicación. Es “la comunicación verbal”. Aquí cabe la declaración de un gran maestro de homilética del siglo pasado: “Por predicación no se quiere significar simple y principalmente el acto de repartir Biblias impresas, el vivir santamente, ni el uso del canto llano y del ritual en el culto, sino la proclamación personal, pública y autoritativa de la verdad de Dios a los hombres por medio de un hombre.”f24
Esta idea fundamental de “la comunicación verbal” se revela claramente al examinar los diferentes verbos griegos traducidos por la voz “predicar” en la Versión de Valera. Dos vecesf25 ésta representa la traducción de laleo, verbo que significa simple y llanamente “hablar”, como puede verificarse por una referencia a otros pasajes en que la misma palabra griega es empleada.f26 Siete vecesf27 la palabra “predicar” es la traducción de euaggelizo, vocablo que significa “traer buenas noticias” o “anunciar alegres nuevas” o “proclamar las buenas nuevas”. El mismo verbo aparece en otros cuarenta pasajes más donde es traducido generalmente “anunciar”. El otro verbo griego traducido “predicar” es kerusso, que significa “proclamar públicamente como un heraldo” con la sugestión siempre de ”formalidad, gravedad y de una autoridad que demanda atención y obediencia”.f28 Este verbo aparece sesenta y una veces en el Nuevo Testamento. Cincuenta y cinco veces es traducido “predicar”; tres veces “publicar”, dos veces “pregonar” y una vez “divulgar”. Lo dicho hasta aquí basta para comprobar que “la comunicación verbal” de la verdad divina es el método divinamente ordenado para la predicación del evangelio. Pero es necesario hacer constar que dentro de este método existe una saludable variedad. Aparte de los términos mencionados ya, existen varias otras expresiones en nuevo Testamento que describen los discursos cristianos.
Sólo en el libro de Los Hechos se encuentran veinticuatro de ellas, tales como “exhortar”, “testificar”, “disputar”, “afirmar”, “persuadir”, “amonestar”, “profetizar”, “disertar”, “enseñar”, “alegrar” y otras más. En términos generales podemos decir que había cuatro tipos principales de discurso en la predicación
apostólica.
a. En primer lugar encontramos el discurso informal o familiar. De esto tenemos evidencia en <410202>Marcos 2:2; <440401>Hechos 4:1, 31 y 14:25, donde se emplea la palabra “hablar”, y en <442011>Hechos 20:11, donde la expresión del original (jomileo) significa “platicar”. En este último pasaje se trata del discurso de Pablo ante los creyentes de Troas cuando el apóstol “alargó el discurso hasta la media noche... y disputaba largamente”. La palabra traducida “disputaba” da la idea de un discurso argumentativo de pensamientos bien ponderados. Tal discurso adormeció a cuando menos uno de los hermanos, pues leemos que “un mancebo llamado Euticho... tomado de un sueño profundo... postrado del sueño cayó del tercer piso abajo”. Cuando el pobre de Euticho fue restaurado a sus cabales, leemos que Pablo “habló largamente hasta el alba”. Pero aquí la palabra es “platicó”. Aunque el susto que todos llevaron con el descalabro de Euticho fue suficiente, sin duda, para quitarles el sueño, creo no hacer violencia a la recta interpretación bíblica al sugerir que el cambio en el tipo de discurso
ayudó también para mantener despierta a la congregación durante el resto de la
noche. Tal vez en esta experiencia apostólica podrán encontrar una fructífera
sugestión algunos predicadores de la actualidad. Indica que el discurso informal
o familiar es más fácilmente seguido por las mentes cansadas o poco
disciplinadas, y aconseja la práctica de variar la intensidad del discurso, aun
dentro de los límites de un solo sermón, para proporcionar descansos mentales
a los oyentes.
b. El segundo tipo de discurso empleado por los apóstoles fue el explicativo.
Dieciséis veces en Los Hechos se emplea el verbo “enseñar” para describir los
discursos apostólicos. Esto en sí sería suficiente para indicar la existencia del
discurso explicativo, pero tenemos evidencia todavía más clara. En <441701>Hechos
17:1-4 hallamos la historia de la actividad del apóstol Pablo en Tesalónica.
Siguiendo su plan acostumbrado de trabajo, al llegar a la nueva ciudad se
dirigió primero a la sinagoga judía, y por tres sábados consecutivos “disputó
con ellos de las Escrituras, declarando y proponiendo que convenía que el
Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, al cual yo os
anuncio, decía él, éste era el Cristo”.
Por el momento nos interesan en este pasaje dos términos, traducidos
“declarando y proponiendo”. El primero traduce la palabra griega dianoigon
que significa literalmente “abriendo por el procedimiento de la separación de las
partes constituyentes”, o sea “abriendo completamente lo que antes estaba
cerrado”, Se emplea en las Escrituras en el relato del milagro de Jesús cuando
abrió los oídos al sordof29 y del descorrer del velo celestial que permitió a
Esteban ver “la gloria de Dios... y al hijo del Hombre en pie a la diestra de
Dios”.f30 Es el mismo término que usaron los discípulos del camino de Emmaús
al exclamar; “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en
el camino, y cuando nos abría las Escrituras”? f31 Esta palabra, pues, que la
Versión de Valera traduce “declarando”, indica un procedimiento
completamente pedagógico mediante el cual el predicador apostólico analizaba
las Escrituras, profundizándose en ellas y descubriendo su hondo y verdadero
significado. Indica todo aquello que cabe legítimamente en el término
“exégesis”.
El segundo término, “proponiendo”. Es una traducción más fiel de la palabra
que aparece en el griego del Nuevo Testamento. Esta palabra es
paratithémenos y significa literalmente “colocando delante de”, como, por
ejemplo, cuando la comida es colocada delante de los que están a la mesa. En
su sentido figurado significa “explicar” e indica un proceso de síntesis, dando a
entender todo aquello que legítimente cabe en el uso homilético de la palabra
“exposición”. Vemos, entonces, que la exposición presupone la exégesis, y que
ésta es el fundamento indispensable de aquélla, cosa que sugiere un
pensamiento adicional que no aparece tal vez en nuestro pasaje, pero que si
constituye una legítima inferencia, a saber: que la exégesis pertenece
principalmente al cuarto de estudio del predicador, mientras que la exposición
es provincia peculiar del púlpito.
c. Otro tipo de discurso empleado por los apóstoles fue el argumentativo. Ya
hemos hecho alusión a él en los párrafos anteriores. Su uso es indicado de dos
maneras. Por una parte, por el término dialégomai, traducido “disputar” en
<442009>Hechos 20:9 y “disertar” en <442425>Hechos 24:25. Esta voz griega significa
“pensar uno cosas diferentes consigo mismo; mezclar pensamiento con
pensamiento; ponderar; revolver en la mente; argumentar o discutir”. En el
primer pasaje mencionado describe el discurso de Pablo en la ocasión del
accidente sufrido por Euticho, y que ha sido comentado ya. En el segundo
pasaje describe el discurso de Pablo ante Félix, el gobernador romano, hombre
cuya preparación intelectual le capacitaba para seguir el curso de un argumento
lógico.
La segunda manera de saber que el discurso argumentativo ocupaba un lugar
prominente en el repertorio de los predicadores apostólicos es por la lectura de
sus sermones. En la introducción de su sermón del Día de Pentecostés, Pedro
empleó la refutación, y más adelante, sobre la base del hecho de la muerte y
sepultura de David, fundó un argumento para probar que en el Salmo 16
David, había profetizado la resurrección de Cristo.f32 La defensa de Esteban
ante el sanedrínf33 es un continuo argumento de analogía histórica en que refuta
la acusación hecha en su contra de haber hablado “palabras blasfemas contra
este lugar santo (el templo) y la ley”, demostrando paralelamente dos cosas.
Primero, que él no blasfemaba al hablar de la destrucción del templo, puesto
que Dios nunca había limitado la revelación de sí mismo al templo; se había
manifestado a Abraham en Ur de los Caldeos, a José en Egipto, y a Moisés en
el desierto de Madián; y cuando Salomón por fin le edificó un templo, en su
oración dedicatoria había confesado que “el Altísimo no habita en templos
hechos de mano”. En segundo lugar, no pecaba él, sino sus mismos
acusadores, puesto que exactamente como Abraham había demorado en
Charán hasta la muerte de su padre; así como los hermanos de José lo
vendieron a él a la esclavitud; de la misma manera en que los hebreos habían
desechado la primera vez a Moisés; así también ellos habían sido rebeldes a
Dios al rechazar a Jesús como su Mesias y Salvador. Todo el sermón es un
poderoso argumento, basado en una serie de analogías.
Es demasiado vasto el material de que disponemos en el libro de Los Hechos
para que lo mencionemos todo aquí. Bastará con un ejemplo más.
Refiriéndonos otra vez al incidente consignado en <441702>Hechos 17:2, 3, vemos
un hermoso ejemplo del argumento deductivo en forma silogística. Dice el
versículo 3: “...declarando y proponiendo que convenía que el Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, el cual yo os anuncio,
decía él, éste era el Cristo”. Este argumento es propiamente un entimema, es
decir, un silogismo incompleto en que una de las proposiciones queda
sobreentendida, pero podemos reconstruirlo en la siguiente forma:
Premisa mayor: “Convenía que el Cristo padeciese y resucitase de los
muertos”.
Premisa Menor: “Jesús padeció y resucitó de los muertos”. (Esta
premisa queda sobreentendida por el tenor general del argumento.)
Conclusión: Por tanto, “Jesús, el cual yo os anuncio, éste es el Cristo”.
d. Por último tenemos el discurso declarativo. Aquí tenemos el tipo de discurso
que más que cualquier otro indica la índole esencial de la predicación
verdadera. Es el tipo indicado por dos verbos muy comunes en el Nuevo
Testamento: euaggelizo y kerusso. El primero significa “traer buenas noticias;
anunciar alegres nuevas; o proclamar las buenas nuevas”. El segundo significa
“pregonar públicamente como un heraldo, siempre con la sugestión de
formalidad, gravedad y de una autoridad que demanda atención y obediencia”.
Como se ve por estas definiciones, se trata de un discurso cuya idea
característica es la de un anuncio, de una proclamación, de un pregón. No se
trata de probar, sino simplemente de manifestar. No es cuestión de emitir un
juicio respecto al significado de algún hecho, sino más bien de dar testimonio
del hecho mismo. Esta fue la tarea de los cristianos primitivos: ser testigos.
Pero, ¿qué era aquello que habían de atestiguar? Habían de ser testigos de la
Persona más gloriosa y de la obra más grande de que jamás hubo noticia.
¡Habían de anunciar a Jesús y la resurrección! Siendo tal el tema de su pregón,
podemos entender el fervor, la pasión, el celo con que se consagraron a la
tarea. Había perdón para los pecados más viles; había pureza para el más
corrompido corazón. Había poder y victoria para los derrotados; había
consuelo y paz para los tristes y afligidos. Con razón dijeron los apóstoles: “No
podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.f34 Proclamaron como
heraldos la regia venida del Mesías Salvador. Anunciaron la buena nueva de
que en Jesús el Reino de Dios se hacía una realidad en el corazón arrepentido y
creyente. ¡Y esto es, hasta hoy, la esencia de la predicación cristiana!
Entendemos, pues, por qué Pattison, después de referirse a los diferentes tipos
de discurso empleados por los apóstoles, terminó su discusión con estas
palabras: “La predicación apostólica era una combinación de todos estos
procedimientos, saturada con oraciones y con lágrimas”.f35
(3) Volviendo ahora al análisis de la definición de la predicación, recordamos
que hemos discutido sus primeras dos partes: el material y el método de la
predicación. Resta considerar cuál es su meta. Es la de persuadir. La
persuasión era nota característica de la predicación apostólica. Lo vemos tanto
en el tono urgente de sus discursos como en los resultados que obtuvieron.
El apóstol Pedro predicaba para persuadir. Al final de su sermón en el Día de
Pentecostés, leemos que “con otras muchas palabra testificaba y exhortaba,
diciendo: Sed salvos de esta perversa generación”.f36 Lo mismo puede decirse
del apóstol Pablo. Cuando estuvo con los ancianos de la iglesia de Efeso en
Mileto les recordó cómo por tres años de día y de noche no había cesado de
amonestar con lágrimas a cada uno.f37 Ante la mofa incrédula del rey Agripa
reveló cuán profundo era su anhelo de persuadir, clamando: “¡Pluguiese a Dios
que por poco o por mucho, no solamente tú, mas también todos los que hay
me oyen fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas prisiones”.f38 Y en su
carta a la iglesia de Corinto descubrió las fuentes de su pasión, diciendo:
“Estando pues poseídos del temor del Señor, persuadimos a los hombres...
Porque el amor de Cristo nos constriñe... como si Dios rogase por medio
nuestro”.f39 Por último, Judas, el medio hermano del Señor, da cima a este
sentimiento de persuasión con su ferviente exhortación; “Mas haced salvos a
los otros por temor, arrebatándolos del fuego”.f40
Tal espíritu de urgencia no dejó de tener su efecto. En Jerusalén leemos que
“fueron compungidos de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:
“Varones hermanos, ¿qué haremos?... Y fueron añadidas a ellos aquel día
como tres mil personas”.f41 En Iconio los apóstoles “hablaron de tal manera que
creyó una grande multitud de Judíos, y asimismo de Griegos”.f42 En Tesalónica
los judíos dieron testimonio de la efectividad de la predicación apostólica,
diciendo: “Estos que alborotan el mundo, también han venido acá”.f43 Y en
Efeso el platero Demetrio desahogó su resentimiento por causa de las pérdidas
sufridas en el negocio de la fabricación de ídolos, diciendo: “Y veis y oís que
este Pablo, no solamente en Efeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia,
ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con
las manos”f44.
Los apóstoles predicaban para persuadir. Esta es la meta de la predicación.
Como dijo G. Campbell Morgan:
Toda predicación tiene un solo fin, a saber: el de tomar cautiva la
ciudadela central del alma humana, o sea la voluntad. El intelecto y las
emociones constituyen vías de acercamiento que debemos utilizar. Pero
lo que tenemos que recordar siempre es que no hemos logrado el
verdadero fin de la predicación hasta no haber alcanzado la voluntad,
constriñéndola a hacer sus elecciones de acuerdo con la Verdad que
proclamamos.f45


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