UN MATRIMONIO PARA HACER FUNCIONAR
¿QUÉ HACE FUNCIONAR UN MATRIMONIO?
Suponga que enciende su televisor a la hora de las noticias y, de repente, aparezco yo en la pantalla en lugar de la persona que da el pronóstico meteorológico. Por supuesto, usted se sorprenderá de verme allí, pero es probable que se sorprenderá aun más cuando escuche lo que tengo que decir:
Esta noche, en lugar del informe habitual del clima y el pronóstico meteorológico, me gustaría presentar el pronóstico de los matrimonios de algunos de mis espectadores. Para algunos de ustedes, el pronóstico anuncia cielos nublados con noventa por ciento de probabilidades de tormentas eléctricas que terminarán en tornados y huracanes. No se sabe cuándo terminarán. Por cierto, a la vista hay muy pocas señales de alivio.
Para otros televidentes, sus matrimonios tendrán los ajustes normales y atravesarán las fases habituales, pero la perspectiva del clima es brillante y clara. Cuando aparezcan tormentas en el horizonte, no durarán mucho y estarán preparados para recibirlas. Las superarán bien.
Y agregando algo al cuadro climático, puedo decirles a ustedes, televidentes, cuáles entrarán en la categoría del pronóstico tormentoso y cuáles encajarán en el pronóstico de buen tiempo. Pero, por ahora, no me queda más tiempo disponible. Sintonice mañana para obtener más detalles.
Si cerrara el programa de esta manera, es muy probable que usted le tire un zapato a su televisor, que la estación de televisión reciba llamados telefónicos exasperados y que, probablemente, yo reciba una invitación para ser la siguiente persona que anuncie el clima en el Polo Norte. Por lo tanto, para evitar todo lo arriba mencionado, permítame decirle cuáles son los matrimonios que tienen las mejores probabilidades de amoldarse al pronóstico del buen tiempo. No se trata solo de mis propias ideas; las he recogido a través de una considerable investigación a lo largo de los últimos años.
No me refiero solo a los matrimonios que permanecen juntos. Muchos de ellos son caparazones vacíos. Me refiero a matrimonios que resultan satisfactorios para ambas partes. Aunque no puedo ofrecer una garantía —una fórmula de éxito seguro— puedo describir las características de un matrimonio saludable.
El retrato de un matrimonio saludable
La capacidad para cambiar y tolerar los ajustes
Los matrimonios saludables demuestran flexibilidad por parte de ambos cónyuges. Sin embargo, cuando hay demasiados cambios, se producen trastornos junto con la sensación de estar fuera de control. Así se abre la puerta a la ansiedad. Pero al igual que el capitán de un velero que se sale de rumbo debido a una ola repentina, los matrimonios fuertes están formados por personas que están en condiciones de hacer ajustes y correcciones en el curso para retroceder a un ámbito seguro y regresar al curso original. La flexibilidad también significa hacer cambios personales para el beneficio del matrimonio. La gran pregunta es: ¿Cuán flexible es usted? ¿Cuán flexible es su cónyuge? Si le pidiera que me dé algunos ejemplos de su flexibilidad, ¿qué me diría?
La capacidad para vivir con lo inalterable
Las parejas que tienen matrimonios saludables comprenden la necesidad de vivir sin tener todas las respuestas a lo que sucede en la vida y sin poder resolver totalmente algunos problemas. No siempre es fácil, en especial para los hombres, porque tienen un deseo ardiente de sentir que tienen el control de sus vidas.
Algunas características de la personalidad y algunos hábitos nunca cambiarán. Tal vez, su cónyuge nunca recuerde poner el respaldo del asiento del automóvil en la posición que usted lo necesita para conducir, o de bajar la tapa del inodoro. Tal vez, a usted le guste sacar la ropa que usará al día siguiente la noche anterior, dándole al dormitorio un aspecto desordenado. Tal vez, su cónyuge siempre hará gárgaras con la puerta abierta y la mayor parte de las veces no embocará adentro de la pileta.
¿Estas son molestias mayores? Lo son únicamente si las vemos de esa manera. Para tener un buen matrimonio tenemos que poder vivir con lo imperfecto. Dios es nuestro modelo: él nos ama a pesar de nuestras imperfecciones.
Creer en la permanencia del matrimonio
Un especialista cuenta que:
Durante las sesiones de consejos prematrimoniales, animo a las parejas a asirse a la creencia de que su matrimonio no terminará en el divorcio. Sencillamente, no es una de las opciones. «Hasta que la muerte los separe» no es una cadena pesada que nos mantiene unidos, sino un compromiso gratificante. Esto significa que durante las épocas de conflicto, de distanciamiento o de enojo, ni siquiera consideramos la posibilidad del divorcio. Como lo dijo alguien en tono de broma: «Divorcio no. Asesinato, tal vez». Cuando uno se aferra a la creencia de que su matrimonio durará, esto afecta la manera en que abordamos las imperfecciones de nuestro cónyuge, las diferencias y los conflictos y el futuro juntos. Es cierto que, probablemente, el grado de compromiso no sea el mismo en cada uno. El compromiso puede decaer y subir de tanto en tanto, pero se encuentra allí de la misma manera.
Confíen el uno en el otro
Cuando las parejas pueden confiar el uno en el otro, poseen un artículo poco común que la gente busca desesperadamente en el mundo de hoy. Como dijo una esposa: «Puedo confiar en que mi esposo será fiel a su palabra. No hay nada que me prepare para el fracaso. Si me dice que estará en casa a determinada hora, o bien llega a esa hora, o me llama por teléfono. Me gusta eso. Me da un sentido de seguridad y por esta razón me siento más libre con él. Nuestro nivel de intimidad es fuerte porque confiamos el uno en el otro».
Un equilibrio de poder
Una de las principales causas de conflicto es la lucha por el poder tan común en los matrimonios hoy en día. El matrimonio se basa en el reconocimiento de los puntos fuertes y los dones de cada parte, y la libertad para expresar estas cualidades. Se trata de un matrimonio con un grado de poder más o menos igualitario. La dependencia y la dominación (en este caso, ambas utilizadas en sentido positivo) se intercambian entre los cónyuges.
Disfrutar el uno del otro
Esto quiere decir que cada uno disfruta de la presencia del otro: de su silencio y de su conversación, de sus valores, de su fe y demás. El matrimonio es más satisfactorio cuando los cónyuges se ven el uno al otro como mejores amigos. Tal amistad, como todas las amistades, lleva tiempo cultivarla y desarrollarla y también implica lealtad entre los amigos.
Promover el crecimiento personal
Su matrimonio contiene el poder para que usted lo haga crecer en forma personal de una manera que jamás soñó que experimentaría. Estoy seguro de que desearía que ese crecimiento fuera indoloro (como extraer un diente con la ayuda de altas dosis de anestesia). Pero hasta el momento, nadie ha creado una anestesia matrimonial. No existe. Por lo tanto, prepárese, porque algunos de los cambios y el crecimiento serán dolorosos.
Muchas parejas luchan porque el matrimonio involucra un increíble trabajo y esfuerzo. Como dijo un hombre: «Es mucho más esfuerzo que el que jamás pacté. Deseaba un matrimonio pacífico. ¿Armonía? Me pregunto si todo el trabajo y el esfuerzo valen la pena por los pocos momentos de paz y armonía que hemos experimentado».
Permítame hacerle una pregunta. ¿Cómo describe los conflictos en su vida, en su matrimonio? ¿Alguna vez se queda sin palabras para describir lo que sucede? ¿Posee un vocabulario que hará justicia con lo que está experimentando? Descubrí los siguientes sinónimos de «conflicto». Puede encontrarlos usted mismo en cualquier diccionario de sinónimos. Subraye toda palabra que describa (o las que mejor describan) lo que se asemeja a lo que ha sido su matrimonio. Los verbos incluyen las siguientes palabras: chocar, estar en desacuerdo, estar de punta, entrenarse en el boxeo, oponerse, contender, dar de topetazos, reñir, pelear, altercar, agraviar. Los sustantivos incluyen lucha, guerra, Armagedón, pelea, disputa, discusión, riña, reyerta.
En el matrimonio hay que enfrentar la realidad
A muchas parejas, el matrimonio las sorprende porque entran a esta relación con una preparación lamentable. Su sentido de la realidad se vio distorsionado por la fantasía y la ilusión. Algunos se sorprenden porque se casaron a pesar de no haber resuelto problemas del pasado, esperando que su compañero o compañera oficiara de salvador. ¿Se casó con la persona que pensaba que se había casado?
Escuché la historia de un hombre que, luego de un intenso y descorazonador desacuerdo con su esposa, se sintió muy frustrado y enojado con ella. Luego de algún tiempo vino y declaró: «Ana, ¡no eres la mujer con la que yo me casé!» Ella se dio vuelta y lo miró, y con una débil sonrisa dijo: «Nunca fui la mujer con la que pensaste que te casabas».
Tenemos la tendencia a casarnos con un ilusión, una fantasía, una idealización proyectada sobre un frágil ser humano. Tal vez, nos casamos con un fantasma o un sueño, pero cuando nos acercamos a tocar ese fantasma, no hay sustancia. El verdadero problema no es si se casó con la persona correcta; más bien se trata de que usted sea la persona correcta para su cónyuge. Zig Ziglar lo dijo bien:
Si trata a la persona equivocada como si fuera la persona adecuada, bien puede ser que termine estando casado con la persona adecuada después de todo. Por otra parte, si se casó con la persona adecuada y la trata mal, con seguridad terminará casado con la persona equivocada. También sé que es mucho más importante ser la persona adecuada que casarse con la persona adecuada. En resumen, si se casó con la persona adecuada o la equivocada es una cuestión que depende fundamentalmente de usted.
Uno de los ajustes iniciales en el matrimonio es enfrentar las realidades del mismo. La buena noticia es que sus conflictos disminuyen cuando esto sucede. Además, enfrentar la realidad no es tan malo.
La gente puede olvidarse de sus fantasías si se dan cuenta de que «realidad» no es una palabra en clave, sinónima de «problema». Entre otras cosas, realidad significa aceptar la diversión de planear un futuro con otra persona a la cual usted respeta y ama. Es la alegría de vivir con su mejor amigo o amiga y la seguridad de pescarse un tremendo resfriado y tener a alguien a mano que le alcance un caldo de gallina sin protestar. La realidad es tener un desacuerdo y aceptar la noción de que es probable que usted y su cónyuge tal vez nunca lleguen a ver una serie de cosas de la misma manera.
Si existe algún lugar en el cual necesitamos la gracia de Dios para hacer frente a las realidades de la vida, ese es el matrimonio. Ninguno de nosotros tiene la capacidad de hacerlo por sí mismo. Considere lo siguiente: su matrimonio no saldrá adelante por lo que usted o su cónyuge hagan, ¡sino por la gracia de Dios! Podemos habernos casado debido al amor que sentíamos por la otra persona, pero ninguno de los dos conocía el significado cabal de ese amor. Tal vez, teníamos la esperanza de que el amor de nuestro noviazgo nos sostendría y nos impulsaría a lo largo de los años de matrimonio. Esperábamos relajarnos y disfrutar de nuestro amor. Mike Mason ha escrito uno de los libros que más hace pensar con respecto a este tema, The Mystery of Marriage [El misterio del matrimonio]. Allí dice:
Estar casado no es que nos quiten de las primeras líneas del amor, sino más bien, que nos lancen adonde está la acción. Es enfrentar, día a día, la necesidad de ceder una y otra vez, y en niveles cada vez más profundos, aquella misma decisión imposible y terriblemente trascendental que solo se puede haber tomado cuando uno estaba loco de amor y trastornado por la fe y la confianza. Esto no es resignarse al destino, sino abrazar libre y espontáneamente un regalo, un desafío y un destino.
¿Nos sorprende que la gente no pueda soportar la presión? Es una presión que solo se puede manejar con amor en dosis cada vez más altas. El matrimonio requiere la renovación diaria y constante de una decisión que, al ser de una naturaleza tan asombrosa que resulta imposible desde el punto de vista humano, únicamente se puede tomar mediante la gracia de Dios.
Al comienzo, las parejas suponen con felicidad que sus compañeros no desean otra cosa más que actuar, pensar y sentir exactamente como ellos. Cuando descubren que esto no es así, les parece que algo terrible ha ocurrido. Pero en realidad, no es así. El duelo por esta pérdida trae consigo la aceptación de las diferencias en carácter, personalidad, estilo de comunicación, valores y deseo sexual. Con el tiempo, la aceptación y el ajuste atenúan el conflicto. Prefiero que se produzca alguna clase de conflicto hasta encontrar la solución en lugar de que las parejas entierren los problemas hasta que surjan nuevamente, esta vez fuera de control, con un nuevo poder que produzca más dolor.
Las tormentas en su matrimonio tienen varios puntos de partida. Pueden presentarse debido a la experiencia pasada con sus padres o porque entró al matrimonio creyendo demasiados mitos. Las tormentas pueden aparecer por no saber cómo crecer y desarrollar nuevas maneras de responder acordes con el tiempo presente. Sean cuales sean las razones, estos obstáculos se pueden vencer.
¿Cuáles son los mitos que creía acerca del matrimonio? Algunos de los más comunes son:
Pensé que mi esposa sería la extensión de mis propias necesidades emocionales y físicas, y cuando mis necesidades no se vieron satisfechas inmediatamente y en la forma que yo quería, me sentí destrozado.
Esperaba que mi matrimonio estuviera libre de problemas. Después de todo, los buenos matrimonios cristianos sencillamente no tienen problemas o conflictos. Nadie me dijo que los buenos matrimonios se convierten en tales a través de los conflictos constructivos.
Esperaba que mi cónyuge supiera lo que yo deseaba o necesitaba. ¿Por qué pasar un montón de tiempo hablando acerca de lo que uno quiere? Una vez que uno se casa, el cónyuge debiera saberlo.
¿Qué piensa?
1. Escriba o dibuje un informe del estado climático que describa a su matrimonio.
2. ¿Cuáles mitos o creencias erróneas llevó a su matrimonio?
3. ¿Qué pasó con los mitos? ¿Murieron? ¿Recibieron un funeral apropiado o atraviesan una resurrección periódica?
Tal vez ustedes sean como una pareja que vino a ver a un especialista. No quisieron fiarse de lo que les decía, ya que le preguntaron: «Norm, sin lugar a dudas, lo que acaba de compartir con nosotros está basado en la investigación. ¿Qué fue lo que se describió como positivo y qué fue lo negativo? Creo que nos ayudaría si conociéramos detalles más específicos».
Cómo animar la interacción positiva
Tenían razón. Las parejas estables sugieren numerosas maneras de expresar la interacción positiva en el matrimonio. Y una y otra vez, la Palabra de Dios nos amonesta a comportarnos de manera positiva y alentadora.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros [de inmediato y voluntariamente], como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efesios 4:32).
Por cuanto Dios los escogió para que alcancen esta nueva vida, y al ver su inmenso amor e interés hacia nosotros, practiquen con sinceridad la compasión y la bondad. Sin que el causar buena impresión en los demás sea su objetivo, estén dispuestos a sufrir silenciosa y pacientemente. Sean benignos y perdonen; no guarden rencor. Si el Señor los perdonó, están ustedes en el deber de perdonar (Colosenses 3:12–13, La Biblia al Día).
La actitud de escuchar
Es importante que le muestre interés a su compañero como una persona, para descubrir qué es lo que ha experimentado durante el día y para sacar a la luz cualquier de sentimientos de molestia. Aquí puede ser necesario escuchar y mirarse el uno al otro, sin echar miradas al televisor o al periódico que tiene en el regazo. Puede ser necesario escuchar sin intentar arreglar el problema que su cónyuge le está compartiendo, a menos que se lo pida. Si usted es un hombre, quizá es necesario que dé más respuestas verbales cuando escucha, porque a la mujer le gusta oírlo para saber que está escuchándola. Santiago 1:19 dice que debemos ser «prontos para oír».
Atención frecuente en diversas maneras
Ser siempre afectuoso —no solo en los momentos en que está interesado en la relación sexual— es una respuesta positiva de alto valor. Algunas veces no se comparte nada verbalmente. Tal vez, solo sea necesario estar sentados el uno junto al otro tocándose suavemente, o acercándose lo suficiente como para entrar en contacto el uno con el otro mientras miran cómo el sol se esconde detrás de las montañas coloreando las nubes con destellos rojizos. Puede manifestarse tomándose de las manos en público. Puede manifestarse haciendo algo atento o amable, sin que se lo hayan pedido y que solo su cónyuge se dé cuenta. (Pero como he mencionado el tema de la relación sexual, animo fuertemente a cada hombre a que lea y aplique el contenido del libro de Joyce y Cliff Penner, Men and Sex [Los hombres y el sexo]. Puede transformar su relación física.)
Cuando su cónyuge ha tenido un día difícil, tal vez sea mejor acariciarle la cabeza o frotarle los hombros en lugar de hablar acerca de los detalles del día. Cuando uno siente que su compañero o compañera lo comprende a este grado y satisface sus necesidades, tiene la seguridad de que realmente se ha casado con la persona correcta.
El afecto se demuestra de diversas maneras. Años atrás escuché la historia de una pareja a la que habían invitado a una de esas cenas en las que cada uno lleva un plato de comida. A la esposa no se la conocía por sus habilidades como cocinera, pero decidió cocinar una tarta de crema. Mientras conducían hacia la cena, supieron que estaban en problemas porque podían sentir el olor de la masa quemada. Luego, cuando dieron vuelta en una esquina, el contenido de la tarta se trasladó trágicamente de un lado de la masa que lo contenía al otro. Él pudo ver al instante cómo la ansiedad de la esposa crecía.
Cuando llegaron, pusieron el pastel en la mesa de los postres. Los invitados se sirvieron las ensaladas y luego volvieron para el plato principal. Justo antes de que se dirigieran a la mesa de los postres, el esposo se dirigió decidido a la mesa, miró todos los postres caseros y arrebató el pastel de su esposa. Mientras los otros lo miraban, anunció: «Hay tantos postres aquí, y mi esposa hace tan pocas veces mi postre favorito que me lo llevo todo para mí. Comí liviano hasta ahora, así que puedo darme el gusto de ser un glotón».
Y se comportó como un glotón. Más tarde, su esposa dijo: «Se sentó junto a la puerta comiendo lo que podía, haciendo una papilla con el resto de manera que nadie pudiera pedirle un pedazo, y deslizándole algunos pedazos al Rottweiler de los dueños de la casa cuando nadie lo veía. Vio que lo estaba mirando y me guiñó el ojo. Lo que hizo me llenó el corazón aquella noche. Mi esposo, que no siempre dice mucho, me comunicó más amor con aquel acto que con todas las palabras que hubiera podido decir».
Amabilidad y cuidado
Por supuesto, existen muchas otras maneras en las que se puede mostrar que se preocupa por la otra persona.
Un esposo cuenta lo siguiente:
Planto flores durante todo el año y sé que a Joyce le encanta verlas dentro de la casa. Muchas veces, luego de hacer el café, le corto una rosa y se la pongo en un florero junto a su taza de café. Ahora casi se ha convertido en algo automático, pero la motivación es la misma. Y muchas veces, antes de que me vaya de viaje, Joyce desliza una nota de amor en los bolsillos de mis pantalones.
Tal vez se encuentre en una tienda y al ver la comida favorita de su cónyuge se la compra aunque usted la deteste. O decide detenerse en una tienda para comprar algún artículo y llama por teléfono a su cónyuge a la casa o al trabajo para ver si hay algo que desea o necesita. Está pensando en otros en lugar de pensar en sí mismo. Está actuando de acuerdo con la enseñanza de la Escritura en Efesios 4:32 (NVI): «Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros».
Un acto que demuestre preocupación puede ser un llamado telefónico para preguntarle a su cónyuge si tiene algún pedido especial de oración. Los actos que reflejan preocupación por el otro pueden ser: recordar las fechas especiales y los aniversarios sin que se lo digan. Me asombra la cantidad de esposas que se han sentido profundamente heridas porque sus esposos no recordaron su aniversario y ni siquiera su cumpleaños.
Y las excusas de los esposos son tan pobres. «Simplemente no me acordé», «Necesito que me lo recuerden», o «Nosotros no lo hacíamos en mi familia». Si el esposo se encuentra sentado en mi oficina, le pregunto si se olvida de ir al trabajo o de disfrutar de su pasatiempo. A regañadientes dice que no, entonces yo sigo adelante diciéndole que creo que es capaz de aprender algo nuevo que los beneficiará tanto a él como a su esposa. No aceptamos excusas cuando el cambio es el paso evidente que hay que dar.
Palabras de aprecio
Otra respuesta positiva es mostrar aprecio. Esto significa salir un poco de uno mismo para fijarse en todas aquellas pequeñas cosas que su compañero o compañera hacen y dejarle saber cuánto lo aprecia. También significa concentrarse en las experiencias positivas y hacer hincapié en ellas más que en las negativas (se hablará más acerca de esto más adelante).
Es importante esforzarse por entenderse y apreciar la perspectiva de la otra persona. Los elogios transmiten aprecio, pero necesitan estar en equilibrio con lo que la persona hace y lo que ella o él es. Las afirmaciones basadas en las cualidades de una persona no son muy comunes pero son muy apreciadas.
Mostrar una genuina preocupación por su cónyuge cuando nota que está molesto construye la unidad y la intimidad en una relación. Es probable que no pueda hacer nada, pero el solo hecho de expresar el deseo de hacerlo puede ser todo lo que se necesita. Pedir perdón en lugar de estar a la defensiva es otra expresión de afecto. Cuando su compañero o compañera le cuenta un problema, no lo relacione con un problema similar que usted tuvo una vez, no le diga lo que debe hacer, no haga bromas para levantarle el ánimo ni le pregunte cómo hizo para meterse en ese problema. En cambio, escuche, abrácelo, demuéstrele que lo entiende y hágale saber que está bien que actúe y sienta en la manera que lo hace.
Muéstrele empatía. Esta es la sensación de estar con la otra persona tanto emocional como intelectualmente. Es ver la vida a través de los ojos de su cónyuge, sintiendo lo que él o ella sienten y escuchar la historia del otro de la manera en que él o ella la perciben.
En el matrimonio usted puede escoger responder con empatía, simpatía o apatía. La simpatía es estar demasiado involucrado con las emociones de su cónyuge. Verdaderamente puede socavar su fuerza emocional. La apatía quiere decir que no le importa en absoluto lo que le sucede al otro. Pero la empatía incluye una relación de comunicación, sabiendo cómo se siente su cónyuge en la mayoría de las situaciones sin necesidad de preguntar. Experimentan algo juntos, al mismo tiempo, mirando a través de los ojos de su cónyuge.
Libres para ser
Aceptar a nuestros cónyuges significa hacerles saber que aunque podamos no estar de acuerdo con lo que ellos dicen, estamos dispuestos a escucharlos. Quiere decir que liberamos a nuestros compañeros de tener que amoldarse a la fantasía de lo que deseábamos que fueran. Esto es más que tolerancia. Es enviar el mensaje: «Tú y yo somos diferentes en muchos sentidos. Está bien que seas tú mismo o tú misma y que yo sea yo mismo o yo misma. A medida que aprendamos a complementarnos el uno con el otro, seremos más fuertes juntos que separados». Es inevitable que nos ayudemos el uno al otro a cambiar, pero el propósito por el cual lo hacemos y el método que usamos hace un mundo de diferencia.
Risas frecuentes
El sentido del humor y la capacidad de reírse, de hacer bromas y de divertirse le da equilibrio al lado serio del matrimonio. Algunas de las cosas por la cuales se reirán serán privadas, otras, podrán compartirlas con los demás. Tener sentido del humor significa que uno se puede reír de uno mismo (¡aunque a veces lleve un rato!), y los dos se pueden reír juntos. Algunas veces, los mejores recuerdos son aquellos incidentes graciosos que sucedieron, aunque en el momento a su cónyuge no le hayan parecido graciosos.
Un esposo cuenta lo siguiente:
Hace varios años, mientras hablaba en un campamento para familias en Forest Home, California, algo por el estilo nos sucedió a Joyce y a mí. Estábamos en una bonita cabaña. Como suelo levantarme temprano, me fui al salón comedor para tomar el desayuno temprano. Joyce se levantó un poco más tarde y no desayunó demasiado sabiendo que yo le traería algunas frutas y un panecillo dulce. Llegué a la cabaña y estaba a punto de entrar al dormitorio con su comida cuando se abrió de par en par la puerta del baño. Joyce, que acababa de salir de la ducha, dijo:
—¡No entres allí! ¡Todavía sigue allí! ¡No lleves mi comida allí!
Me quedé desorientado y le pregunté:
—¿Qué? ¿Qué es lo que hay allí?
—¡Allí adentro! —dijo nuevamente al borde de las lágrimas—. Todavía está en el dormitorio. Fue terrible, y no te atrevas a reírte. ¡No fue gracioso!
Yo seguía sin saber de qué estaba hablando.
Finalmente se calmó y me contó lo que había sucedido. Se había quedado descansando en la cama, tomando su café. Entonces se inclinó hacia abajo para tomar sus chinelas. Encontró una, la levantó y tanteó debajo de la cama para encontrar la otra. Ahora bien, Forest Home estaba usando unas nuevas trampas humanitarias para ratones que consistían en una pedazo de cartón de 15×15cm con una sustancia muy pegajosa. Cuando el ratón se quedaba atascado allí, no podía salir y finalmente moría. Puede adivinar lo que sucedió. Joyce no solo puso la mano sobre la sustancia pegajosa ¡sino sobre un ratón muerto e hinchado! ¡Era inmenso! (Tengo una foto de él.) Me dijo que salió disparada como un misil, dando gritos, tratando de quitarse a esta desagradable criatura de la mano.
Mientras Joyce me lo contaba, agitaba la mano demostrándome cómo había tratado de quitarse al ratón. Cuanto más agitaba la mano, más graciosa quedaba. Me mordía los labios tratando de no reírme, recordando aquellas lapidarias palabras: «No te atrevas a reírte. No fue gracioso». Creo que ella se dio cuenta de mi lucha por no reírme porque con una mueca exagerada me miró y me dijo lentamente: «No es gracioso».
Eso colmó el vaso. Era hombre muerto y lo sabía. Me reí hasta que las lágrimas me rodaron por las mejillas. Por supuesto, tomé al ratón y me deshice de él. También le dije a Joyce que yo también me hubiera puesto histérico si me hubiese sucedido a mí, y que tenía todo el derecho de estar disgustada. Luego de varios abrazos me dijo: «Después de todo, me parece que fue gracioso». Ahora es una de nuestras historias favoritas.
También tenemos recuerdos graciosos en los cuales yo fui la fuente de diversión. Pregúntele alguna vez a Joyce, agrega.
Gozo en común
Otra cosa positiva relacionada con el matrimonio es el sentido del gozo compartido. Se comparte el entusiasmo y el deleite del otro y se desea que el otro sea consciente de lo que uno está experimentando. El gozo es una sensación de alegría que no necesariamente se asocia a la felicidad. También es un mandamiento de las Escrituras. «Alégrense con los que están alegres» (Romanos 12:15, NVI).
Un corazón agradecido
Otro rasgo positivo es nunca dormirse en los laureles ni dar por sentado que tenemos asegurado a nuestro cónyuge. Un amigo mío lo describió de la siguiente manera:
Las personas que han estado casadas por mucho tiempo tienden a dar por sentado que tienen asegurado a su cónyuge. Las razones más comunes son:
Siempre estarás aquí cuando te necesite.
Siempre me amarás.
Siempre estarás en condiciones de proveer para mis necesidades.
Siempre serás el mismo.
Siempre estaremos juntos.
Cuando en el matrimonio se supone que estas cosas son así, se vive más en la tierra de las fantasías que en el lado de la realidad. Es muy raro que la gente que da por sentadas las cosas sepan apreciar las bendiciones diarias en sus vidas. Luego de algún tiempo, llegan a creer que la vida les debe estos pequeños regalos. Muy pocas veces dicen gracias por algo.
Cuando consideramos que tenemos a alguien asegurado le restamos valor. Se envía el mensaje mudo: No vales mucho para mí. También se le roba a esta persona el don del aprecio humano. Y ser amados y apreciados nos da a todos una razón para vivir cada día. Cuando este regalo se retiene o se niega durante años, nuestros espíritus se marchitan y mueren. La gente puede soportar este sufrimiento y permanecer casados para siempre, pero lo único que hacen es cumplir una sentencia. En los matrimonios de muchos años en los que a uno de los cónyuges se lo toma por asegurado en forma continua, se levanta una pared de indiferencia entre el esposo y la esposa. Cuanto más tiempo de matrimonio, más alta será la pared y mayor el aislamiento humano. La manera de salir del atolladero es sencilla pero crucial:
Comience a dar las gracias y a mostrar su aprecio por cada cosa.
Tome más conciencia de sintonizar lo que está sucediendo a su alrededor.
Conviértase en una persona que dé más y que sepa apreciar.
Especialícese en las muchas pequeñas cosas que tienen gran significado: traer flores, hacer largas caminatas por el campo, acostarse en el suelo junto a la chimenea, llevarse el desayuno a la cama, tomarse de las manos en público, caminar bajo la lluvia, enviarse tarjetas amorosas y graciosas por correo, comprarse pequeños regalos sin razón aparente.
Recuerde: un matrimonio de 35 años no garantiza el año número 36. No dé nada por sentado, simplemente porque hoy lo tiene.
Recuerde, en un matrimonio saludable…
Uno trata de ser el «número dos» en lugar de ser el número uno.
Se le proporciona energía al cónyuge en lugar de quitársela.
Se eliminan del matrimonio las acusaciones y el avergonzar al otro.
Se está dispuesto a aprender del compañero.
Se terminan los desacuerdos sintiendo que se han resuelto.
Uno se siente mejor luego de un desacuerdo.
Comunicación bilingüe
Existe un factor final. Aquellas parejas que aprenden a ser flexibles y a hablar el idioma de su cónyuge tendrán la mejor comunicación de todas. Puede sonar un tanto extraño, pero durante los últimos 32 años en los que he aconsejado a parejas y dirigido seminarios para el enriquecimiento del matrimonio, cada vez estoy más convencido de que esta es la médula del proceso de comunicación. Significa que uno acepta las diferencias, descubre la exclusividad del vocabulario comunicativo del cónyuge, sus modelos y estilos, y comienza a usarlos a medida que los comparte. Da resultado en el matrimonio y también en el mundo de los negocios.
No significa que tenga que dejar de ser quién es, ni de comunicarse en la forma que le es habitual. Se trata de añadir a su repertorio de respuestas de tal manera que tenga un campo de acción mayor. A la mayoría de las personas les gusta conversar con los que hablan su mismo lenguaje. Esto se puede aprender. Yo lo hice, ¡y cómo cambiaron las cosas! De eso se trata el resto de este libro.
¿Cuál es su plan?
Estos son tan solo algunos aspectos positivos que mantienen vivo a un matrimonio. Pero, ¿qué me dice de usted? En una escala del 0 al 10, ¿cómo calificaría la presencia de estos aspectos positivos en su propio matrimonio (siendo 0 lo que no existe y 10 lo sobreabundante)? ¿Cómo calificaría su cónyuge estos aspectos? (En el apéndice encontrará un formulario de evaluación del matrimonio que le permitirá darle una mirada renovada a su relación matrimonial.)