Páginas De La Biblia Dice
- Página principal
- E-Sword
- WorksEscDom
- ESTUDIOS BÍBLICOS
- ESCUELA DOMINICAL
- Aprenda a Predicar
- HOMILÉTICA
- TeolSistem
- ESTUDIA GRIEGO
- Matrimonios Fuertes
- Preparación Ministerial
- GUERRA ESPIRITUAL
- Geografia Biblica
- Neumatología
- HERMENEUTICA BÍBLICA
- SEMINARIO BÍBLICO
- Pecados: Asesinato
- Pecados: Robo
- Pecados: Borrachera
- Pecados: Adulterio-Fornicación
- PREDICACIÓN I
- LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO
- LA PALABRA DE DIOS DICE ASÍ
lunes, 23 de noviembre de 2015
Formación Homilética: Tu formación si quieres predicar
Aporte:
Castillo Fuerte
en
19:08:00
No hay comentarios:
homilética, matrimonio, niños, Escuela dominical
arte de predicar,
curso de homilética,
Homilética,
prédica,
religión
Allegheny Springs
Preacher, Ridgeland, SC 29936, EE. UU.
jueves, 19 de noviembre de 2015
Dios mío, en ti me he refugiado!¡Sálvame y líbrame de todos los que me persiguen! No sea que desgarre mi alma cual león, Que despedace, y no haya quien libre.
Follow @JEHOVAHNISS
Tweet
Tweet
Estudiamos para enseñar en la Congregación
PLEGARIA PIDIENDO VINDICACIÓN
SALMO 7
1 ¡Oh YHVH, Dios mío, en ti me he refugiado!
¡Sálvame y líbrame de todos los que me persiguen!
2 No sea que desgarre mi alma cual león,
Que despedace, y no haya quien libre.
3 Oh, YHVH Dios mío, si he hecho esto:
Si hubo iniquidad en mis manos,
4 Si pagué con mal al que estaba en paz conmigo,
(Antes, liberté al que sin causa era mi adversario),
5 Que mi enemigo me persiga y me dé alcance,
Que pisotee por tierra mi vida,
Y ponga mi honra en el polvo. Selah
6 ¡Levántate, oh YHVH, en tu ira!
¡Álzate contra la furia de mis adversarios,
Y despierta a favor mío en el juicio que convocaste!
7 ¡Que te rodee la asamblea de naciones,
Y presídela Tú desde las alturas!
8 Oh YHVH, Tú que impartes justicia a los pueblos:
¡Júzgame YHVH, conforme a mi rectitud,
Conforme a la integridad que hay en mí!
9 ¡Acábese ahora la maldad de los malvados,
Y sea el recto firmemente establecido!
Porque el Dios justo examina el corazón y los riñones.
10 Mi escudo está en ’Elohim,
Que salva a los rectos de corazón.
11 ’Elohim es Juez justo,
Es un Dios que sentencia cada día.
12 Si no se convierten, afilará su espada,
Tensará su arco y apuntará.
13 Preparará sus armas mortales,
Y dispondrá sus flechas abrasadoras.
14 He aquí el inicuo se preñó de iniquidad,
Concibió perversidad y dio a luz la falsedad.
15 Hizo un hoyo y lo ha ahondado,
¡Pero él mismo ha caído en el foso preparado!
16 Su perversidad se revierte sobre su cabeza,
Y su violencia desciende sobre su coronilla.
17 ¡Alabaré a YHVH conforme a su justicia,
Y cantaré salmos al nombre de YHVH ’Elyón.
En este salmo se incluye la plegaria intensa de una persona perseguida y acusada injustamente que suplica a Dios su vindicación.
En su dolor, se confiesa inocente, y reclama la liberación de quienes le hieren y angustian. Comienza el poema con dos afirmaciones de confianza y seguridad: «Señor, Dios mío» (v. 1, 3).
En la primera declaración se clama por liberación y apoyo; y en la segunda se declara su inocencia en la forma de juramento. Las dos afirmaciones se relacionan pues la liberación que se reclama se hará realidad únicamente si la persona que ora es inocente de lo que se le acusa falsa e injustamente. Utilizando un lenguaje figurado el salmista presenta su caso ante el Dios Altísimo (v. 17), pues reconoce que el Señor es su «escudo» (v. 10) y que salva a la gente inocente. Su liberación es motivo de cánticos y alabanzas (v. 17).
En los Salmos el tema de apreciar y afirmar la seguridad que proviene del Señor es recurrente e importante (Sal 11:1; 16:1; 25:20; 31:1; 46:1; 61:3; 62:7–8; 71:1, 7; 94:22; 141:8; 142:5). Las metáforas de «refugio» o «escudo» ponen en clara evidencia la esperanza fundamental de los adoradores en momentos de dificultad, particularmente en momentos de crisis personal, nacional e internacional.
El verbo hebreo que transmite la idea de «refugio», generalmente se refiere a la protección relacionada con las inclemencias del tiempo o con la que se necesita ante las amenazas o ataques de los enemigos. Desde la perspectiva poética y simbólica, la imagen se asocia con las ideas de confianza y seguridad. La idea es proyectar al adorador un sentido de seguridad y paz en momentos de tensión y adversidad.
Este salmo generalmente se incluye en la categoría de los lamentos individuales, aunque la unidad literaria del poema es compleja. La oración pone de manifiesto los sentimientos más hondos de una persona que ha sido acusada de forma injusta. Posiblemente este salmo se utilizaba en el Templo en momentos de dificultad extrema, cuando la persona acusada se presentaba ante Dios para implorar justicia y para esperar el veredicto divino. Por su alusión a David en el título hebreo, algunos intérpretes han relacionado el poema con las oraciones reales que se hacían en momentos de crisis nacional.
La referencia a Cus, hijo de Benjamín, en el título hebreo es difícil de descifrar y comprender. Del personaje o del episodio aquí aludidos no se encuentran referencias claras en los relatos de David que se incluyen en la Biblia. Posiblemente el editor del salmo tenía acceso a información, episodios y leyendas de la vida del famoso monarca de Israel que no se preservaron en la literatura bíblica.
En algunas ocasiones se ha relacionado a Cus con Saúl o con Simei hijo de Gera, enemigos de David, que provenían de la tribu de Benjamín (2 S 16:5–8). Y el término hebreo sigaión tradicionalmente se ha entendido y traducido como «lamentación».
La estructura del salmo puede describirse en cinco estrofas, que alternan invocaciones y alabanzas con una declaración de inocencia del salmista y una descripción de la gente malvada:
• Invocación al Señor (vv. 1–2)
• Declaración de inocencia del salmista (vv. 3–5)
• Invocación a Dios, juez de la humanidad (vv. 6–11)
• Descripción de la gente malvada (vv. 12–16)
• Alabanza al Señor (v. 17)
vv. 1–2: La primera afirmación del salmo es de seguridad y esperanza en el Señor. Ante la persecución, crisis e injusticia, el salmista reconoce que su salvación proviene de Dios. Su preocupación básica e inmediata es que sus enemigos le destruyan sin que haya quien le ayude y libre. La imagen del «alma desgarrada» como si fuera atacada por un león, pone en clara evidencia la naturaleza de la dificultad y revela la intensidad del problema; describe, en efecto, la violencia de los actos y las aseveraciones en su contra.
El salmista se siente impotente ante las acusaciones a las que es sometido y demanda la intervención divina para superar el problema.
La expresión «en ti he confiado» puede ser una alusión al acto de allegarse al Templo e implorar la intervención divina; es una frase simbólica y poética que pone de manifiesto el fundamento de la seguridad del salmista. Y la referencia al león es parte del estilo literario de los salmos, que relaciona a los enemigos y las dificultades con animales salvajes y cazadores (Sal 9:15; 31:4; 35:7; 57:5), o con algún ejército que ataca (Sal 3:6; 27:3; 55:18). El salmo describe la hostilidad del enemigo como un acto de salvajismo, como una manifestación no humana ni racional de la adversidad. En los tiempos bíblicos, los antiguos israelitas conocían los leones persas y asiáticos, aunque con el tiempo desaparecieron en Palestina.
vv. 3–5: Esta sección del salmo incluye una clara profesión de inocencia. Fundamentado en esa seguridad, el salmista se allega a Dios y ofrece su plegaria. Le reconoce no como la divinidad lejana e impersonal, sino con intimidad y cercanía: «Señor, Dios mío».
Con esta declaración no pretende indicar que está libre de toda culpa sino poner de manifiesto su integridad personal. Su propósito es indicar que sus actuaciones no justifican la severidad y complejidad de su condición y dolor. La violencia a la que es sometido no puede fundamentarse en sus actos, pues el salmista ha tratado de vivir de acuerdo a buenos principios éticos y morales. Como ejemplo de su afirmación de la moral, indica que inclusive liberó a un enemigo que le perseguía injustamente (v. 4).
Fundamentado en esa convicción de inocencia el salmista indica que si en verdad es culpable que le lleguen las calamidades identificadas en su oración: ¡Que el enemigo le alcance y pisotee, y que hiera su honra! Esta sección del salmo es como una especie de juramento, en el que, ante el guardián del compromiso (Dios), se afirma la inocencia o se aceptan las consecuencias de la culpabilidad. La oración es una especie de auto-maldición en la que se aceptan las calamidades identificadas si se descubre falta de integridad en la persona que ora.
En la antigüedad se pensaba que una persona culpable no se atrevería a orar y profesar su inocencia de esta manera, aunque debemos suponer que en el Israel bíblico había personas que no temían a «Dios ni a los hombres» (Lc 18:2). Este tipo de juramento en algunas ocasiones estaba acompañado de actos simbólicos que enfatizaban el compromiso y la seriedad de las afirmaciones (Dn 12:7). Es posible que en el contexto de este salmo se incluyera algún gesto físico, como el de lavar las manos (Sal 26:6; Is 1:15–16).
Las afirmaciones «si de algo soy culpable», «si hay en mis manos iniquidad» y «si he dado mal pago» no deben ser entendidas como declaraciones de perfección moral y ética de parte del salmista. Son, en efecto, expresiones de quien es acusado injustamente e intenta convencer a Dios y a la comunidad de su inocencia. Y las imprecaciones finales de la oración (v. 5) son la prueba que ofrece el salmista de su inocencia. Respecto a la palabra hebrea selah véase la introducción.
vv. 6–11: El juramento del salmista ahora se torna en invitación: Ante las injusticias de sus acusadores, reclama la manifestación de la ira divina. La oración se transforma en petición formal para que se establezca una corte que haga justicia al salmista. Y aunque el lenguaje utilizado es figurado y simbólico, el salmista pide a Dios la declaración de su inocencia y reclama el juicio divino contra sus acusadores. Esta oración no debe entenderse en el contexto del futuro escatológico, sino en el entorno real e inmediato del adorador que experimenta el dolor de la injusticia y necesita vindicación inmediata.
La oración que reclama la intervención divina comienza con varios imperativos: ¡Levántate, álzate y despierta! (el texto hebreo incluye uno adicional: «¡manda o declara el juicio!»). La fraseología revela la urgencia de la petición, el tono del clamor pone de manifiesto la intensidad de la plegaria. Se solicita la pronta intervención divina, pues mientras los enemigos continúen con sus injurias e injusticias contra el salmista se da la impresión que Dios está impotente, detenido, silente.
El lenguaje usado en la oración es militar y jurídico. «Levántate» (Num 10:35) y «despierta» (Jue 5:12) son gritos de guerra que incentivan el coraje y fomentan la lucha; y «álzate» es una expresión sinónima que genera la misma reacción de valentía y entusiasmo. En efecto, son frases que evocan las antiguas tradiciones que se asocian con el Arca del Pacto y la Guerra Santa (Sal 3:7; 9:19; 17:13; 44:26; 102:13; Is 33:10).
El adorador reclama la intervención divina en términos militares. Posiblemente toda esta terminología bélica revela la naturaleza hostil de las acusaciones a las que estaba expuesto el salmista—p.ej., podía haber sido acusado de haber roto algún tratado—, aunque también todos estos términos pueden estar relacionados con la idea de Dios como guerrero.
La oración revela, además, un particular entorno jurídico y legal. Los pueblos se reunirán alrededor del Señor para ser juzgados en justicia y equidad. El salmista reconoce esa capacidad divina y acepta la intervención de Dios como juez, para que se reconozca que el adorador injustamente acusado ha actuado con integridad. ¡Su «escudo» está en el Dios que salva a la gente recta de corazón (v. 10), y prueba la mente y el corazón de las personas justas (v. 9)!
El salmista no fundamenta su defensa en que es perfecto sino en que es íntegro. Además, reconoce que únicamente ante el tribunal divino es que las personas impías recibirán su merecido.
vv. 12–16: En el contexto de sus afirmaciones de intervención divina, el salmista le habla a sus adversarios y acusadores. Luego de declarar que su seguridad y escudo está en el Señor (v. 10), describe las actitudes y actividades infames de sus detractores: Afila la espada, prepara el arco y las armas de muerte, concibe maldad, iniquidad y engaño, y cava pozos traicioneros. ¡Presenta de forma gráfica la naturaleza de la crisis!
El salmista pone en justa perspectiva su caso y revela la extensión del peligro al cual se expone. Afirma que si no hay un arrepentimiento de parte de sus enemigos estará expuesto a una serie de actos infames que se asemejan al estar expuesto a la violencia de un ejército.
El uso de la expresión «armas de muerte» pone en evidencia la urgencia de su petición, pues reacciona a los actos de maldad, engaño e iniquidad de sus enemigos. Sin embargo, reconoce que esas mismas actitudes de odios, injusticias y resentimientos propiciarán la destrucción de sus acusadores: ¡Caerán en los mismos pozos que cavaron! ¡La iniquidad que prepararon les llegará para destruirlos! ¡Su agravio caerá contra su propia coronilla!
Una de las imágenes que utiliza el salmista para describir las acciones injustas de sus adversarios es la del embarazo y parto. En el contexto original femenino, la mujer embarazada da a luz con dolores y amor. Las angustias relacionadas con el proceso de alumbramiento son superadas por el gozo de ver y disfrutar la vida del hijo o la hija.
En este contexto la imagen se torna adversa e hiriente, pues lo que se concibe es maldad y lo que se produce es engaño. De esta manera chocante y adversa el salmista describe la naturaleza misma de la injusticia que vive. Solo un acto de arrepentimiento—que en hebreo se describe como un cambio radical de dirección evitará la agonía del salmista y la autodestrucción de sus enemigos.
v. 17: El poema finaliza como comenzó, con una alabanza al Señor y una clara declaración de esperanza. El salmista canta y alaba al Señor porque confía en su justicia. Y ante las falsas acusaciones de sus detractores, canta con seguridad al Dios Altísimo.
De esta forma la estructura literaria del salmo crea como un paréntesis temático: Inicia con una afirmación de confianza y seguridad ante una serie de acusaciones injustas, y termina con una expresión de honra y alabanza a Dios por su justicia. Se hace justicia con esta nota final del poema a la teología del salmista: El Dios justo tiene la capacidad y el deseo de intervenir en medio de las realidades humanas para ayudar a personas inocentes a superar las acusaciones falsas e injustas.
La referencia al Dios «Altísimo» evoca la divinidad los tiempos pre-israelitas de la ciudad de Jerusalén. El hebreo elyon, generalmente traducido como «Altísimo», significa exaltado, elevado, alto, y se utiliza en el Salterio no solo en relación al nombre divino sino para referirse a Dios de forma independiente (Sal 9:2; 91:1). ¡Dios es mayor que los enemigos del salmista! Y cantar al nombre del Señor es reconocer esa capacidad extraordinaria de triunfo y victoria en la adversidad.
El Salmo 7 es una oración a Dios para ser liberado de los ataques injustos de los enemigos. Y con ese importante tema creyentes de muchas generaciones han encontrado apoyo y sostén en las crisis de la vida. Las imágenes de refugio y las afirmaciones de triunfo en la guerra le han brindado a la gente de fe las palabras de aliento requeridas en instantes de dificultad.
Particularmente las personas que han sido acusadas y juzgadas de manera injusta descubren en esta oración un particular sentido de seguridad, pues reconocen que únicamente Dios les puede ayudar mantenerse incólumes en la dificultad y les puede apoyar para superar el problema.
Aporte:
Castillo Fuerte
en
22:51:00
No hay comentarios:
homilética, matrimonio, niños, Escuela dominical
antiguo testamento,
ayuda ministerial,
escuela dominical,
estudio bíblico,
predicación,
refugio,
salmo 7,
sermones,
vindicación
Allegheny Springs
Salón de Asambleas de El Portal, Guatire, Venezuela
martes, 17 de noviembre de 2015
Cuán bienaventurado es el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni se detuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado!. Sino que en la Ley de YHVH está su delicia, Y en su Ley medita de día y de noche. todo lo que hace prosperará
Follow @JEHOVAHNISS Tweet
Tweet
Nos preparamos para enseñar en la Congregación
SALMO 1
Ni se detuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado!
2 Sino que en la Ley de YHVH está su delicia,
Y en su Ley medita de día y de noche.
3 Será como árbol plantado junto a corrientes de agua,
Que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita,
Y todo lo que hace prosperará.
4 No así los malos, que son como la paja que arrebata el viento.
5 Por lo que no se erguirán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la asamblea de los justos,
6 Porque YHVH conoce el camino de los justos,
Pero la senda de los malos conduce a la perdición.
Dos actitudes ante la Palabra de Dios
Salmo 1: Los dos caminos
Parece que este salmo fue compuesto especialmente para ser la introducción a todo el libro de Salmos.
Alguien ha dicho que “El Salmo 1 es a todo el Salterio lo que el texto es a un sermón”.
En cambio, el Salmo 2 proporciona una introducción al primer libro de Salmos. Juntos, los primeros dos salmos forman el prólogo a las cinco colecciones de poemas.
El Salmo 1 nos recuerda a los proverbios por su tono sapiencial y didáctico.
Como el proverbista, el salmista contrapone los dos caminos, el de los pecadores y el de los justos, y señala el resultado de cada uno: la felicidad para “el justo” (v. 1), y la perdición (“desastre”, DHH), para los malos (v. 6; véase Pr 2:12–14, 20–22). Sin embargo, la sabiduría que recomienda el salmista se arraiga en la Ley de Jehová (v. 2), y no en la sagacidad humana.
Los versículos 1–3 describen al hombre feliz que evita conformarse al mundo en tres aspectos: aceptando sus consejos, participando en sus costumbres y adoptando la peor de sus actitudes, la burla a Dios.
La “ley de Jehová” contrapone el escarnio de los pecadores y es la respuesta a los consejos de ellos. El Salmo 1 recalca una gran verdad: en lo que piensa el hombre es lo que determina su manera de vivir. Por lo tanto, el justo, como Josué (Jos 1:8), medita y se deleita continuamente en la Ley (instrucción o enseñanza), algo que implica “adhesión gozosa y obediencia fundada en el amor.” Resulta que el justo es como el árbol que tiene sus raíces en la orilla de un arroyo y no está afectado por los períodos de sequedad ni deja de llevar fruto a su tiempo. “Todo lo que hace prosperará”. El Señor “cuida” su camino (v. 6, DHH).
Salmo 1:2 La ley de Jehová (instrucción o enseñanza).
El vocablo “ley” (hebreo torah) está utilizado en el Antiguo Testamento con diferentes acepciones.
Algunas son
(1) El Pentateuco, o sea los primeros cinco libros de la Biblia, siendo los Diez Mandamientos su corazón;
(2) Las Escrituras Sagradas del Antiguo Testamento y las normas que la tradición hebrea fue agregando a lo largo de los siglos;
(3) Las ordenanzas y estatutos del Antiguo Testamento;
(4) Instrucción, sabiduría, preceptos o enseñanza. El último uso se encuentra con más frecuencia en el Salterio y los libros sapienciales.
Salmo 1:1–3
Estos versículos destacan tres características de los justos: resisten al pecado, aman la Palabra de Dios, y producen los frutos de la fe.
Como los justos son guiados por la Palabra de Dios, su vida no está gobernada por los falsos valores del mundo incrédulo. En Romanos 12:2 Pablo nos amonesta diciendo: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”; el Salmo 1 supone la misma advertencia. Los cristianos no deben extraer sus valores y metas de las normas pecaminosas del mundo. Aquello que le dé forma a nuestra manera de pensar muy pronto también les dará forma a nuestras acciones.
Los tres verbos: “andar”, “estar”, y “sentarse”, son una advertencia para los cristianos contra el hecho de permitir que las influencias impías penetren gradualmente en su vida. No andes de acuerdo al consejo de los impíos, es decir, no comiences a aceptar sus valores. No estés en el camino de los pecadores, es decir, no andes con ellos y no te unas a sus acciones pecaminosas. No te sientes con los escarnecedores, es decir, no hagas causa común con ellos. No te unas a ellos en su estilo de vida impenitente ni en su atrevido desafío a Dios. No te conviertas en uno de ellos.
Cuando vemos que las actitudes impías prevalecen en el mundo que nos rodea: la avaricia y el materialismo, la inmoralidad sexual y la falta de respeto por la familia, la violencia y la guerra, comprendemos que debemos resistir estas influencias antes de que ganen terreno en nuestra vida. Si les permitimos entrar en nuestra vida, muy pronto echarán raíces en ella y quedarán firmemente plantadas allí. El siguiente paso será que pronto nos sentiremos cómodos con ideas y acciones que en otra ocasión nos hubieran horrorizado. Cuando esto ocurra, no seremos diferentes del resto del mundo.
Los cristianos no pueden esperar que sean capaces de resistir los valores del mundo incrédulo si le dedican una hora de la semana a la meditación de la Palabra de Dios y las otras 167 horas a proveer para las necesidades de su cuerpo y a gozar las distracciones del mundo.
Si deseamos que nuestra vida sea formada por la Palabra de Dios, necesitamos más que la hora dominical de adoración; necesitamos estudios bíblicos regulares con compañeros cristianos; necesitamos reconocer la importancia de las devociones familiares regulares y del estudio bíblico personal; necesitamos cultivar el hábito de recordar y aplicar las verdades de la Palabra de Dios cuando nos enfrentemos con las tentaciones o cuando tengamos que asumir las decisiones de la vida diaria. Los hijos de Dios encontrarán gran gozo y satisfacción al estudiar su Palabra y al meditar en ella día y noche.
Con frecuencia usamos la palabra “ley” para referirnos a los mandamientos de Dios, en los que él nos dice lo que debemos hacer. Pero en este Salmo y en muchos otros pasajes de la Biblia la “ley de Jehová”, se refiere a toda la Palabra, tanto a la ley como al evangelio. “Ley” aquí, es la traducción de la palabra hebrea que significa “enseñanza” o “instrucción”.
Los cristianos hallan su mayor gozo en el evangelio, que les habla del perdón divino de sus pecados; pero cuando son motivados por el nuevo espíritu de la fe que el Espíritu Santo ha creado en ellos, también se deleitan en la ley de Dios como está resumida en los Diez Mandamientos y en otros pasajes de las Escrituras. Los cristianos quieren obedecer los mandamientos y hacer las cosas que le agradan a Jesús, porque aman a su Salvador; se deleitan en toda la Palabra de Dios desde el comienzo hasta el fin
Cuando los creyentes son motivados por el evangelio y son guiados por la ley de Dios, producen los frutos de la fe, es decir, obras agradables a Dios. Las buenas obras que producen los cristianos en su vida, con frecuencia se llaman frutos, por las similitudes entre un cristiano y una rama de un árbol frutal. La rama de un árbol puede producir frutos sólo si permanece unida al tronco del árbol.
El cristiano puede producir buenas obras sólo si permanece unido a Cristo por medio de la fe viva. Un árbol sólo puede producir frutos si está bien regado; el cristiano puede producir buenas obras sólo si su fe está bien “regada” con la Palabra de Dios. Un árbol es un organismo vivo que produce frutos según la naturaleza que Dios le dio. La naturaleza de un manzano saludable es producir manzanas, la naturaleza de la vid es producir uvas; la nueva naturaleza de un creyente en Cristo es producir obras como las de Cristo.
Aunque el versículo uno contiene una advertencia implícita contra los valores impíos, estrictamente hablando, este versículo es una promesa, no una advertencia. Los que guían su vida por la Palabra de Dios, de modo que eviten el camino del impío y produzcan frutos de fe, serán realmente bienaventurados. Ser bienaventurado significa gozar la vida feliz y gratificante que sólo viene de Dios. La verdadera felicidad es la paz que viene mediante el perdón de los pecados; la verdadera felicidad es recibir la libertad de vivir según la Palabra de Dios; la verdadera felicidad es gozar la gloria de vivir con Dios por toda la eternidad. Esta es la bienaventuranza que les espera a todos los que se deleitan en la Palabra de Dios.
Salmo 1:4–6
Esta sección es más breve que la descripción del justo, porque no se puede decir nada positivo de la forma de vida de los impíos; ellos: no le prestan atención a la Palabra de Dios, no producen frutos, no recibirán bendición. Para Dios, sus logros son tan despreciables como el tamo que el viento se lleva fácilmente cuando el granjero trilla el grano.
El Día del Juicio, Dios reunirá a todos los creyentes en el hogar celestial, como el granjero junta el buen grano en su granero, pero los impíos serán apartados de la presencia de Dios, como el tamo que arrebata el viento. Los impíos no pasarán el juicio de Dios, no se unirán a la asamblea de sus santos en el cielo. El Día del Juicio, el Señor anunciará que aprueba el camino de todos los que son sus hijos por la fe en Cristo, pero la rebelión de los impíos contra Dios llegará a su fin, y serán apartados de su presencia para siempre.
Existen sólo dos caminos por los que la gente puede ir: el camino de la obediencia a Dios, que lleva a la vida, y el camino de la rebelión, que conduce al infierno, no hay otra alternativa. Nada en la vida es más importante que estar seguro de que uno está viajando por el camino correcto.
Aporte:
Castillo Fuerte
en
23:43:00
No hay comentarios:
homilética, matrimonio, niños, Escuela dominical
actitudes,
antiguo testamento,
ayuda ministerial,
bosquejos,
dos caminos,
escuela dominical,
Salmo 1,
sermones
Allegheny Springs
Salterio Crescent, Regina, SK S4V, Canadá
Suscribirse a:
Entradas (Atom)