Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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¡Hostilidad!
1 Pedro 1:1–5
Corría el año 64 d.C. en la ciudad de Roma. Ese verano, un incendio destruyó gran parte de ella. Muchos creían que el mismo emperador Nerón era responsable del siniestro. Sin embargo, para evitar el odio del pueblo, el soberano culpó de la tragedia al pequeño pero creciente grupo de los llamados cristianos, dando inicio así a una época de tremenda persecución contra ellos a todo lo largo y ancho del imperio romano.
Hasta entonces, el cristianismo se había considerado como una secta procedente del judaísmo, religión que las autoridades toleraban. No obstante, fue precisamente en esa época que el movimiento tomó su identidad singular y fue terminantemente prohibido. De repente, los creyentes empezaron a ser considerados como criminales, lo que provocó olas de represión y persecución por causa de su fe.
En tales circunstancias, el apóstol Pedro sintió la necesidad de escribir esta carta. Los destinatarios se hallaban muy lejos de Roma porque eran habitantes de Asia Menor. Probablemente por eso todavía no experimentaban la persecución en forma grave, pero sí eran objeto de hostilidad y burlas por parte de sus coterráneos. El escritor les advierte que tendrían que soportar sufrimientos mayores.
Pocos años después, tanto Pablo como Pedro fueron ejecutados en la misma ciudad imperial a consecuencia de las persecuciones de Nerón.
AUTOR Y FECHA
El escritor se identifica en el primer versículo como “Pedro”. El contenido de la enseñanza también manifiesta que él es el legítimo autor porque se asemeja a los mensajes que dio en el libro de los Hechos. Asimismo, algunos pasajes de la carta muestran que conoció personalmente la vida de Jesús.
Algunos han argumentado que es imposible que Pedro, que era pescador en Galilea y que no había tenido ninguna educación formal, se expresara en lenguaje tan rico y estilo literario tan elevado. No obstante, había predicado y enseñado en el mundo griego por muchos años antes de enviar la carta. Además, es muy factible que Silvano (5:12) no solamente fuera el mensajero que entregó la misiva, sino que también fuera su secretario y posiblemente contribuyera a la redacción de la misma.
La carta fue enviada aproximadamente por el año 63 o 64, tal vez un poco después del inicio de las persecuciones de Nerón.
Se conocen más datos acerca de las experiencias y personalidad de Pedro que de los demás discípulos de Jesucristo. Es provechoso estudiarlas en los evangelios y darse cuenta de su posición de liderazgo. Era el vocero de los apóstoles y mostraba entusiasmo y lealtad para Jesús y su misión.
No obstante esto, es evidente que no había comprendido lo que Jesús enseñaba sobre el sufrimiento y no aceptaba que el Señor tuviera que padecer ni que sus seguidores tuvieran que sufrir. No fue sino hasta después de la resurrección que Pedro manifestó una comprensión más clara del propósito redentor de Jesucristo mostrando un valor extraordinario. Había sido profundamente transformado. Al escribir esta carta ya tenía treinta años de experiencia en el ministerio por lo que habla con gran madurez acerca de los padecimientos en la vida de los cristianos.
Después del concilio de Jerusalén (Hechos 15), el Nuevo Testamento no menciona mucho acerca de las actividades de Pedro. Probablemente trabajó en Asia Menor, en las zonas que se mencionan en 1:1, Ilegando a Roma en los últimos años de su vida.
SITUACION HISTORICA
Primera de Pedro está dirigida a los cristianos que vivían en cinco de las provincias romanas (1:1) situadas en lo que ahora es el país de Turquía y la misiva debía hacerse circular entre todas las congregaciones de esa región
El contenido indica que los destinatarios no estaban experimentando persecuciones insoportables y que todavía las autoridades locales premiaban la buena conducta. Sin embargo, Pedro les advierte de persecuciones futuras más serias. De esto entendemos que posiblemente los cristianos de Roma ya sufrían el furor de Nerón pero la ola de represión no había Ilegado a las provincias lejanas donde vivían los recipientes de este mensaje.
En 5:13, Pedro manda saludos de los que están en “Babilonia”. A través de los siglos se ha discutido si se refería esa ciudad específicamente, la cual estaba situada al margen del Río Eufrates, o a la Roma imperial. En épocas posteriores, algunos Ilamaron a ésta última con el nombre de la primera. Si Pedro escribe desde Roma y las persecuciones ya habían comenzado en esa capital, esto explicaría que Pedro usara la palabra como una clave para que no se supiera dónde estaba. Sabemos que vivió en Roma los últimos años de su vida donde según las tradiciones, murió crucificado cerca del año 67 d.C.
PROPOSITO Y TEMA DE LA CARTA
El autor se dirige a creyentes que estaban bajo presión por parte de la sociedad en que vivían. Además, sabía que la situación empeoraría por lo que les escribe para enseñarles como debían conducirse bajo esas circunstancias difíciles. Cuando uno vive en un ambiente hostil, la prioridad es sobrevivir y tratar de actuar y hablar de tal manera que se evite en lo posible el peligro. Es un desafío muy grande honrar a Dios en medio de circunstancias adversas. Junto con estas instrucciones va el propósito de animarles.
HOSTILIDAD > SUFRIMIENTO > GLORIA
Con lo anterior en mente, analiza la relación que existe entre el sufrimiento y la gloria, haciendo hincapié en la agonía de Cristo y la victoria que resultó de ella. La carta relaciona la doctrina cristiana con la conducta del creyente basándose en el ejemplo del Hijo de Dios y enseña que el padecimiento es normal y algo que debe esperarse. La conducta santa y paciente que nuestro Señor demostró en medio del tormento es el modelo que debemos seguir. Después de las penas, Dios promete victoria y gloria a los que sufren por su nombre.
ORGANIZACION DEL LIBRO
Después de un breve saludo (1:1–2), el autor desarrolla su enseñanza en cuatro etapas. En primer lugar, Pedro enseña que el cristiano que sufre debe recordar y tener la certidumbre de que en el futuro, recibirá grandes bendiciones.
A continuación incluye una sección de exhortaciones acerca de las responsabilidades de quienes experimentan la hostilidad de los demás. El énfasis está en que el creyente necesita ser humilde y tratar de seguir haciendo el bien a los que están en su contra.
La tercera sección afirma que el creyente no debe ser acusado de mala conducta, sino por el bien que hace y que ha de sentir gozo por ello, sabiendo que Dios le dará bendición porque padece por ser cristiano. La carta termina con una serie de instrucciones para los líderes, los jóvenes y la congregación en general.
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Salutación 1:1–2
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I.
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El creyente que sufre debe recordar su esperanza y ministerio. 1:3–2:10
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II.
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El creyente tiene el deber de permanecer sumiso aunque sufra injusticias. 2:11–3:12
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III.
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El creyente que sufre por su buena conducta será bendecido. 3:13–4:19
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IV.
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El autor explica los deberes de una comunidad que pasa por pruebas. 5:1–11
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Conclusión 5:12–14
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VIVA SEGURO EN UN MUNDO INCIERTO 1:1–5
Los versículos 1–2 del primer capítulo son la salutación y es en donde se identifican al autor y los destinatarios. Asimismo se describen las circunstancias problemáticas en que vivían quienes reciben la carta. Generalmente, dispersión se refería a los judíos que desde los tiempos del exilio en Babilonia vivían fuera de Palestina. Pero aquí se refiere a todos los cristianos (judíos y gentiles) esparcidos por las cinco provincias romanas del norte de Asia Menor.
¡PENSEMOS!
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Cuando una persona viaja a un país extranjero, ¿Cuáles son los factores que le hacen sentir inseguro? ¿Qué cosas le pueden ayudar para que se sienta tranquilo, aunque esté lejos de su hogar o país?
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Rechazados por el mundo (v. 1).
Los judíos cristianos habían sido literalmente expatriados y tenían que vivir lejos de su nación. De la misma manera, a todos los creyentes nos pasa lo mismo en lo espiritual. Primera de Pedro 2:11 y Hebreos 11:13 enseñan que somos “extranjeros y peregrinos en la tierra” porque vivimos lejos de nuestra patria celestial en donde se encuentra nuestra verdadera ciudadanía.
Por esa razón, tenemos que habitar en medio de una sociedad que no nos acepta; en un mundo que no ofrece seguridad. Todo cristiano está expuesto a los caprichos de otros y a peligros e injusticias de parte de los que no honran a Dios. Cristo dijo: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:18–19).
Escogidos por Dios. (v. 2).
El creyente no encuentra su identidad y sentido de pertenencia en el mundo que lo rodea, pero tiene la seguridad de que Dios lo ha seleccionado para ser de él y darle una ciudadanía en el cielo. Cuando se siente sólo y perdido dentro de la gran masa de una sociedad que no lo entiende y que está en su contra, debe recordar que Dios se fijó en él, lo escogió y lo amó; es un tesoro que el Señor ha tomado para sí mismo.
Este versículo especifica los pasos sobrenaturales que el Altisimo dio con el fin de salvarnos, indicando que cada una de las personas de la divina Trinidad participó en ese proceso.
1) El Padre seleccionó al individuo para salvarlo: fue elegido según la presciencia de Dios.
2) El Espíritu Santo nos apartó para el Padre Celestial y obró para llevarnos a creer en Cristo iniciando el proceso de santificación.
3) El resultado de la obra del Padre y del Espíritu, es que el individuo respondió al llamado a la salvación y obedeció a ese llamamiento (1:22).
4) La sangre de Jesucristo se “roció”, o derramó en su muerte para limpiar o perdonar los pecados.
La presciencia de Dios no sólo enseña que él sabía de antemano quien sería salvo. En la Biblia esto significa que así lo decidió desde antes de la creación del mundo (2 Tesalonicenses 2:13–14, Efesios 1:4–5; compare la palabra “conocer” en Amós 3:2, Hechos 2:23 y Romanos 11:2). Es un misterio que no se comprende totalmente, porque las Escrituras enseñan también que el individuo necesita oír el evangelio y confiar en Cristo como su Salvador. No fue el hombre el que tomó la iniciativa para buscar a Dios, sino que él nos buscó primero. Siempre hay que recordar que la salvación comenzó con el Creador y depende únicamente de él.
El creyente se siente maravillado, con actitud de gratitud y adoración cuando se da cuenta de que es objeto especial del amor y selección del Rey del Universo y porque las tres divinas personas intervienen realizando una serie de obras esenciales para que cada individuo llegue a conocer a Cristo. Sólo por esta maravillosa obra de la gracia de Dios puede un hombre o mujer pertenecer al Señor y llegar a ser ciudadano del cielo (Filipenses 3:20). Por eso debemos sentirnos seguros y animados aun en medio de la hostilidad que encontramos en el mundo.
¡PENSEMOS!
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Lea los versículos 3–5 y busque las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué derecho tiene el creyente de recibir una herencia? ¿Qué impulsó a Dios a salvarnos? ¿Dónde está la herencia? ¿Cuándo la recibiremos? ¿Qué nos asegura la herencia?
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Hechos hijos de Dios (v. 3).
Esperanza es una palabra clave en este versículo. El que está en peligro y se siente inseguro e intranquilo, la necesita urgentemente. Esta cualidad no da lugar a dudas, como la persona que dice “Espero que así sea”. La esperanza como se usa en la Biblia es algo concreto que Dios ha prometido y por lo tanto, respalda y es segura. Puesto que el Señor afirma esto, entonces cada cristiano puede sentirse maravillosamente optimista con respecto al futuro. Si el presente no nos ofrece seguridad y optimismo, entonces necesitamos esperar algo bueno en los días que vendrán. ¡El cristiano tiene un porvenir maravilloso! Enseguida veremos por qué.
Pedro alaba a Dios en el versículo 3 porque él hizo un milagro especial. Nos hizo nacer de nuevo cuando confiamos en Jesucristo como nuestro Salvador. Su enorme compasión condescendió con los necesitados y decidió regenerarnos (Juan 3:7, 2 Corintios 5:17). Esta misericordia es amplia y suficiente para cubrir cualquier necesidad del hombre o la mujer por más pecadores que sean.
Pedro habla de la resurrección de Cristo como el único medio de la salvación; además por su muerte nos dio nueva vida. Eramos esclavos del pecado, pero gracias al sacrificio y resurrección de nuestro Redentor, obtuvimos una nueva existencia.
Hechos herederos. (v. 4)
Nacer en la familia del Padre Celestial tiene consecuencias positivas. Entre ellas se encuentra la de que nos convertimos en herederos de Dios. ¿Cuál es la herencia del creyente? En primer lugar, una personalidad distinta, porque llegaremos a ser como él (1 Juan 3:2); además, participaremos de su gloria (Romanos 8:29–30); recibiremos vida eterna (Marcos 10:17) y el reino de Dios (1 Corintios 15:50). Nuestros cuerpos resucitarán (Filipenses 3:20) y por último, Pablo dice que “todo es vuestro” (1 Corintios 3:21–23). Esta herencia no puede ser destruida, es incorruptible, no tiene defecto, porque es incontaminada, no se consume ni se gasta con el tiempo, es inmarcesible.
Preservados por el poder de Dios (v. 5).
El versículo anterior subraya la permanencia de la herencia que Dios nos ha reservado, en este, Pedro afirma que el poder divino nos protege para que lleguemos a gozar de la herencia prometida. El creyente está circundado, rodeado, como si fuera por una compañía de soldados. El poder del Creador pone un cerco alrededor de sus hijos con el fin de preservarlo de cualquier poder que trate de destruir su relación con su Señor. El futuro del cristiano y su herencia son tan seguros que Pablo dice que ya hemos sido glorificados (Romanos 8:30). Lo único que falta es la revelación pública de nuestra gloria la cual será manifestada.
Un hombre de Dios exclamó, “¿Quién puede quejarse de los problemas durante el viaje si el camino se dirige a casa?” Viajar por un país extranjero tiene sus peligros, amenazas y produce nerviosismo, pero el cristiano está seguro en el poder del Padre Celestial. No tiene nada que temer ni dudar porque el Altisimo lo ha escogido. La Santa Trinidad intervino para redimirlo y está esperando la herencia gloriosa que recibirá cuando llegue a su patria y hogar celestial. ¡Tiene una grande esperanza y optimismo!
¡PENSEMOS!
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¿Qué experiencia o problema difícil hace que usted se sienta inseguro? ¿Es posible que se haya concentrado más en el problema que en Dios? ¿Le ayuda recordar que él le salvó y que usted es un amado hijo de él? ¿Cuál es la bendición futura que le da a usted más confianza y gozo? ¿Qué puede hacer ahora para agradecer al Rey del Universo esta seguridad?
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