El
vocablo Galacia aparece en Hch. 16:6, que dice:- “Atravesaron la región de Frigia y Galacia…”;
en Hch. 18:23:- “Después de pasar algún tiempo allí (Antioquía de Pisidia), Pablo se fue a visitar una por una las
congregaciones de Galacia y Frigia, animando a todos los discípulos”. De la
misma manera, podemos apreciar esta palabra en 1 Co. 16:1, que expresa:- “En
cuanto a la colecta para los creyentes, sigan las instrucciones que di a las
iglesias de Galacia”.
________________________________________
Estos legalistas judaizantes veían en
Cristo Jesús al Mesías de Israel; sin embargo, pensaban que la única manera de salvación para llegar a Él, era a
través del judaísmo, haciéndose prosélitos o personas ganadas para la Ley de Moisés por medio de la
circuncisión, cuyo pacto con Dios data del tiempo de Abraham. Pues esto
ponía en grave peligro a los cristianos de Galacia, debido a que, si para salvarse
era necesario el cumplimiento de la
Ley, la Gracia de Cristo Jesús, nacida en el dolor de la Cruz del Calvario habría
perdido su eficacia y su enorme poder, convirtiéndose en un gran escándalo,
conforme lo vemos en Gá. 5:10,11:- “…el
que los está perturbando será castigado, sea quien sea. Hermanos, si es verdad
que yo predico la circuncisión, ¿por qué se me sigue persiguiendo? Si tal fuera
mi predicación, la cruz no ofendería tanto”.
El peligro era muy grave: Si para
salvarse era necesario el cumplimiento de la Ley de Moisés, la Cruz de Cristo Jesús y su Evangelio habrían
dejado de ser las Buenas Nuevas, con lo que hoy en día habrían nacido pocos
cristianos. Sin embargo, Ro. 7:4-6, contiene
un gran antídoto contra el veneno de los judaizantes de hoy, cuyo contenido,
expresa:- “Así mismo, hermanos míos,
ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de
pertenecer al que fue levantado de entre los muertos. De este modo, daremos
frutos para Dios. Porque cuando nuestra naturaleza pecaminosa aún nos dominaba,
las malas pasiones que la ley nos despertaba actuaban en los miembros de
nuestro cuerpo, y dábamos fruto para muerte.
Pero ahora, al morir a los que nos
tenía subyugados, hemos quedado libres de la ley, a fin de servir a Dios con el
nuevo poder que nos da el Espíritu, y no por medio del antiguo mandamiento
escrito”.
De la misma manera, corrobora con esta
expresión el apóstol Juan en su Evangelio donde nos dice nítidamente:- “…Pues la ley fue dada por Moisés, mientras
que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (Jn.
1:17).
En consecuencia, vemos cómo la razón y el principio divinos se imponen, cuando
leemos estos dos versículos dados a conocer por el Espíritu de Dios.
E.
El Propósito de la Epístola. La intención y el objetivo de esta epístola es, dar
a conocer a los nuevos y futuros cristianos la forma judaizante y otras formas con que
perturbaron a los gálatas en el tiempo del apóstol Pablo, y aún desequilibran
hoy en día, a los nuevos y débiles discípulos de Cristo Jesús, pervirtiéndolos
y degenerándolos en el conocimiento del Evangelio, conforme nos dice el mismo autor
en Gá. 1:6-7:- “Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por
la gracia de Cristo. No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos
están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de
Cristo”. De igual manera, estos judaizantes, tampoco se acordaron de lo
que dice Dt. 4:2, que La Escritura es sagrada
por ser inspirada por Dios, según nos dice 2 Ti. 3:15,16; razón por la cual, dijo el Señor: la
Escritura no puede
ser quebrantada, según Jn.
10:35; es decir, ninguna parte de la Biblia puede adolecer de fallas en menoscabo de
la fe de los cristianos; de lo contrario, dejaría de ser la verdadera Palabra
de Dios.
El término judaizar, que es sinónimo de esclavizar,
aparece en esta epístola, en su versículo 2:14,
refiriéndose al esfuerzo desmedido de los judíos para imponer la esclavizante Ley de Moisés –
especialmente la circuncisión – sobre nuestros hermanos gentiles, a fin de que,
además de ser cristianos también se conviertan en judíos siendo circuncidados,
conforme lo podemos comprobar en Gá. 5:2:-
“Escuchen
bien: Yo, Pablo, les digo que si se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de
nada”. Además de convertirse en judíos, querían que los gentiles
guardaran la Ley
de Moisés; motivo por el cual, Pablo sale en defensa de la doctrina cristiana,
expresada en Gá. 4:10, 11, que dice:-
“¡Ustedes
siguen guardando los días de fiesta, meses, estaciones y años! Temo por
ustedes, que tal vez me haya estado esforzando en vano”. Es decir, los
gentiles tenían que convertirse en judíos, si querían recibir la bendición y la
gracia de Dios.
Éste fue el motivo para que muchos
gálatas recibieran la influencia poderosa de los judaizantes, dejándose engañar
como si estos legalistas hubiesen sido magos o hechiceros. Sin embargo, jamás
olvidemos, que Pablo ganó esta batalla doctrinal sin cuartel con esta poderosa
epístola, para que los judaizantes no obtuvieran el propósito deseado: el de desviar y destruir a los primeros
cristianos que servían a Cristo Jesús, en aquella época.
Por otro lado, los judaizantes negaban a Pablo como el apóstol o el enviado de Dios, a
pesar que éste fue designado en comisión por el mismo Salvador y Redentor del
Mundo. Asimismo, sostenían los judaizantes que Pablo carecía de la autoridad
suficiente con que los doce apóstoles eran reconocidos. Razón por la cual, tuvo
que defender su apostolado con firmeza, tenacidad
y con la ayuda poderosísima del Espíritu
Santo. Por lo tanto, esto nos da a entender que no había armonía, porque jamás llegó a mezclarse
al agua y el aceite; es decir, el Evangelio
cristiano, puro y santo predicado y difundido por Pablo, y el evangelio pervertido y degenerado de los
judaizantes. Pues, éste fue el motivo por el que los judaizantes, querían
destruir la poderosa influencia del Evangelio predicado por Pablo. Pero, “ni
por un momento accedimos a someternos a ellos (los judaizantes), pues
queríamos que se perseverara entre
ustedes (los gálatas) la integridad del Evangelio” (de
Cristo Jesús): Gá. 2:5. Leer Gá
3:15.
Confirmando lo que Pablo consideraba como
importante del Evangelio de Cristo Jesús, era que, la Verdad de Dios ofrece tanto a judíos como a gentiles, la libertad
plena, donde los gentiles como hijos de Dios, pueden gozar y disfrutar del amor, de los dones y de las bendiciones de Dios hasta por mil generaciones, nos
dice Éx. 20:6, sin llegar a
circuncidarse ni guardar la ley mosaica, negando así la voluntad de nuestro
poderoso Creador Jehová de los Ejércitos. De tal manera, Pablo, tanto en su Epístola a los Romanos como en ésta, a los gálatas, nos explica con hermosa
claridad la naturaleza esencial y el propósito de la Ley de Moisés. Ro. 3:20 dice:- “…nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que
exige la ley; más bien, mediante la ley
cobramos
conciencia del pecado”. Después de esto, viene la
gran confirmación a los judaizantes, cuando nos dice literalmente en Gá. 3:24:- “Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a
Cristo, para que fuéramos justificados por la fe”.
Acto seguido, vemos el golpe de gracia, para los que quieren
pervertir o adulterar el Evangelio Santo y Puro de nuestro Señor Jesucristo,
cuando el apóstol Pablo en Gá 3:16, nos dice:- “Ahora bien, las promesas se le
hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: ‘y a los descendientes’ y como refiriéndose a muchos, sino ‘y a
tu descendencia’, dando a entender uno
solo, que es Cristo”. De tal manera, Gálatas es una epístola que
presenta el Evangelio, como el verdadero cumplimiento de la promesa hecha a
Abraham.
Por eso, el Evangelio de Cristo fue
predicado a los gentiles por medio de Pablo, considerado como el Apóstol de los gentiles, para proclamar
que la salvación es por gracia y por
medio de la fe en Cristo Jesús, pero sin el uso ni la aplicación de la
Ley Mosaica. Esto fue lo que provocó en
los legalistas y judaizantes un ardor muy fuerte en su conciencia, para
presentar una resistente oposición, por
vivir convencidos de que el hombre podía ser justificado guardando solamente la Ley de Moisés. Esta es la
falsedad más grande de todas las falsedades.
Finalmente, en el Concilio de Jerusalén, Pablo proclamó el Evangelio de la libertad de los cristianos de la corriente opresiva de la ley; de lo contrario, actuar y
permanecer bajo el yugo del legalismo, era apartarse de la gracia de Dios para
continuar en las normas esclavizantes de la ley. Pues, la ley había sido abrogada, porque el libertinaje del pecado estaba inmerso
en el significado de la
Ley Mosaica. Asimismo, el apóstol determina y concluye diciendo que
el Espíritu de Dios se recibe por la gracia suya y por medio de nuestra
fe en Él, cuya presencia nos aparta de todo mal que fatalmente le falta a la
ley. Motivo por el cual, todo cristiano debe vivir bajo las órdenes o
mandatos disciplinarios del Espíritu de Dios, sin abusar de la libertad
controlada por Él, para hallar a través del amor, la expresión sublime y
positiva de nuestra fe.
F.
El Tema de la Epístola. El tema fundamental es la vindicación del agravio causado al
Evangelio de Pablo. Es decir, es la defensa por escrito a los gálatas que,
influenciados por los judaizantes de aquel entonces, quisieron censurar,
calumniar y atacar injustamente la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo.
En sí, Pablo reivindicó el Evangelio de la Gracia de Dios de la mala y poderosa influencia
de la Ley Mosaica,
que quería destruir la pureza de la gracia de Dios derramada a sus hijos que le
adoran.
____________________________
LECCIÓN
DOS:
PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO
I.
SALUTACIÓN
Dice la Epístola a los Gálatas: -“Pablo,
apóstol, no por la investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por
Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos; y todos los hermanos que están
conmigo, a las iglesias de Galacia: Que Dios nuestro Padre y el Señor
Jesucristo les concedan gracia y paz. Jesucristo dio su vida por nuestros
pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la voluntad de nuestro
Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
A. EL
SALUDO DE PABLO, (Gá. 1:1). “Pablo,
apóstol, no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por
Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos”.
El saludo que Pablo nos presenta en esta
epístola es conciso, preciso y a título
personal, donde solamente su nombre aparece en la salutación, como lo
podemos comprobar en Hch. 13:9,
actuando como apóstol. Aunque su
nombre no es mencionado dentro de los doce discípulos de Cristo Jesús, Pablo es
un enviado especial: no por investidura ni mediación humanas,
sino como un embajador de Jesucristo y de Dios Padre que lo levantó de
entre los muertos, según lo podemos ver en 2 Co. 5:20. Es decir, es una verdadera autoridad del cristianismo.
Además, no olvidemos que el vocablo
apóstol proviene del Gr. apóstoloi, que significa mensajero, enviado.
1. La
Confesión Sincera de Pablo. Como la comunicación del
hombre es tan vieja como el tiempo, había llegado a los oídos del apóstol
Pablo, por medio de algunos miembros de las iglesias de Galacia, que
manifestaban que él no era un verdadero apóstol; por tanto, no tenían porqué
creer en lo que él les había dicho, toda vez que Pablo no había sido uno de los
apóstoles originales, sino el más
implacable perseguidor de la iglesia de Cristo, de acuerdo a lo que Pablo
personalmente expresa en 1 Co. 15:9:
-“Admito que soy el más insignificante de
los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a
la iglesia de Dios”. Además, agregaban los legalistas: Pablo no ha tenido
ningún nombramiento oficial de los encargados de las iglesias que acreditara su
apostolado.
2. El Nombramiento de Pablo fue
por Revelación Personal de Cristo Jesús. Ahora, cuando el apóstol dice:
-“No
por investidura ni mediación humanas”, significa que no había recibido
la comisión de predicar el Evangelio por medio de algún líder de una de las
iglesias de Cristo, ni tampoco de los doce apóstoles, sino directamente de
Dios, por medio de una revelación y comisión personal de Jesucristo, conforme
nos dice Hch. 9:1-19, mas no de invención
humana, sino que le llegó por revelación de Jesucristo, (Gá. 1:11,12),
presentándolo a Pablo como el oficial
Mensajero o Heraldo del Gran Resucitado.
En resumidas cuentas, en esta
epístola, Pablo defiende su apostolado
de las calumnias y falsas acusaciones que esgrimían contra él los judaizantes,
manifestando que Pablo jamás había conocido a Jesús; de tal manera, lo que él
predicaba estaba fuera del enfoque cristiano, de lo correcto y verdadero;
desconociendo que, tanto los doce apóstoles como también Pablo, estuvieron con
el maestro Cristo Jesús después de su resurrección.
a. Los
primeros,
estuvieron con Jesús por espacio de cuarenta días después que Él había
resucitado, como lo podemos comprobar en Hch.
1:8-10, que dice: -“Pero cuando venga
el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en
Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Habiendo dicho
esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube
lo ocultó de su vista. Ellos
se quedaron mirando fijamente al cielo mientras Él se alejaba”. Asimismo, existen muchos
pasajes bíblicos que corroboran acertadamente, que los apóstoles fueron
testigos presenciales de la resurrección de Cristo, como podemos verlo en Hch. 2:32: -“A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos”. También, este gran acontecimiento
histórico lo podemos comprobar cuando leemos Hch. 10:40,41: -“…pero Dios
lo resucitó al tercer día y dispuso que se apareciera, no a todo el pueblo,
sino a nosotros, testigos previamente escogidos por Dios, que comimos y bebimos
con él después de su resurrección”.
b. El
segundo, que es
el apóstol Pablo, también vio a Cristo Jesús después de su resurrección, según
nos manifiesta Lucas en Hch. 9:5: -“¿Quién eres, Señor? – preguntó (Saulo) – Yo soy Jesús a quien tú persigues – le
contestó la voz”. (Amigo lector,
complemente sus estudios, leyendo Hch.
22:12-15; 1 Co. 9:1-29 y 15:1-8 para un mayor conocimiento bíblico).
Pablo fue investido como Embajador por Jesucristo y por Dios Padre, como él mismo lo confirma en Gá. 1:15,16, diciéndonos: -“…Dios
me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia. Cuando
Él tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo lo predicara entre los gentiles, no consulté con nadie”. Por tanto, ésta es una contundente evidencia para los
judaizantes de ayer y hoy, porque ellos jamás pusieron ni ponen énfasis en la
resurrección de Cristo Jesús, sino en guardar las leyes de Moisés, muy en
especial en la circuncisión, afirmada en Hch.
15:5.
1.
Sin
la Resurrección
de Cristo Jesús Todo sería en Vano. Según los judaizantes: la muerte, sepultura y resurrección de
Cristo no eran suficientes argumentos para lograr la salvación; sin
embargo, Pablo, afianza y extiende el tema de la justificación - meollo de su epístola a los gálatas -
al aclararnos en Ro. 4:25: -“Él (Jesús) fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra
justificación”. De tal
manera, sin la resurrección de Cristo todo sería en vano, y seríamos (nosotros) los más
desdichados de todos los mortales”, nos dice el mismo autor en 1 Co. 15:14-19.
En tal virtud, profundizará mucho
nuestro conocimiento bíblico, sobre este asunto, si leemos con especial
detenimiento todo el capítulo 15 de 1 Co.
“Lo cierto es que Cristo ha sido
levantado de entre los muertos, como primicia de los que murieron. De hecho,
que la muerte vino por medio de un hombre (Adán), también por medio de un hombre (Jesús) viene la resurrección de los muertos”: 1 Co. 15:20,21. Asimismo,
Pablo refuerza esta profundización cristiana al concluir 1 Co. 15:56,57, diciendo: -“El
aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. ¡Pero gracias a
Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!”
A. PLURALIDAD
DE LA CONCIENCIA
CRISTIANA, (v.2). “…Y
todos los hermanos que están conmigo a las iglesias de Galacia”. Pablo, conocedor de su alta responsabilidad social por medio
de la evangelización, contaba con la presencia de los hermanos fieles en Cristo
Jesús, para luchar y sufrir en la misión que le había encomendado Dios personalmente.
Pues, la tarea encomendada a Pablo fue la evangelización del mundo, con el
propósito de acercar a cada hombre pecador para reconciliarse con Dios. Así
procedía el apóstol Pablo, porque él había recibido personalmente de Cristo
Jesús, el ministerio de la reconciliación, como también el
mensaje de la reconciliación, según nos manifiesta en 2 Co. 5:18,19.
Por otro lado, se supone que Pablo se encontraba en
Corinto con estos hermanos fieles, en el momento de escribir esta epístola,
después de recorrer Macedonia y Grecia. Pues, comparemos con lo que nos dice Hch. 20:4: -“Lo acompañaron Sópater hijo
de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo de Tesalónica; Gayo, de Derbe; Timoteo; y por último,
Tíquico y Trófimo, de la
provincia de Asia”, quienes recibieron el rechazo de los judaizantes como
consecuencia de haber sido seguidores de Pablo. Sin embargo, a pesar de todo,
la epístola fue dirigida a las iglesias de la provincia romana de Galacia,
tales como: Iglesia de Cristo de
Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe y otras, porque este mal estaba
generalizado y afectó profundamente a todas estas iglesias, seducidas por los
judaizantes - legalistas que se habían infiltrado en cada una de ellas.
Pues, Pablo hablaba a la iglesia como
apóstol, mas no como representante de la misma, porque las iglesias difundían
la doctrina cristiana que provenía directamente de los apóstoles, quienes a su
vez recibieron directamente de Dios, conforme nos da a conocer Ef. 3:5.
1. Los Apóstoles eran Mensajeros
de Cristo Jesús. A
los apóstoles, jamás se les ha conocido
como representantes de la iglesia,
sino como mensajeros de Jesucristo.
Motivo por el cual, el apóstol Juan escribió en Jn. 13:20: -“Ciertamente les
aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí; y el que me recibe a
mí, recibe al que me envió”. Con
esto queda demostrado que, la enseñanza de los apóstoles provenía directamente
de Dios, porque tanto los escritos de Pablo,
Pedro, Juan como los de los otros cuentan con la misma autoridad e
inspiración divinas, debido a que son las mismas palabras que Cristo Jesús
habló durante su vida terrenal. Esto lo podemos comprobar en Jn. 14:25,26, que nos dice: -“Todo esto lo digo ahora que estoy con
ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho”.
Fortifica aún más nuestro
conocimiento bíblico, cuando vemos en 2 Ti.
3:16, que nos expresa: -“Toda la Escritura es inspirada
por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en
la justicia”; palabras sabias, divinas y bien dadas por medio de los
profetas de Dios, de Cristo Jesús y por los apóstoles o mensajeros de Él, a las
generaciones venideras por los siglos de los siglos.
Como dijimos anteriormente,
esta epístola fue dirigida a las iglesias del sur de Galacia, que estaban
situadas en el centro de Asia Menor, como Antioquía
de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, donde el apóstol Pablo había instituido
o plantado estas iglesias de Cristo, durante su primer y segundo viaje
misionero. Por tanto, había razones
justificadas para que Pablo se dirigiera a ellas, con el verdadero conocimiento
de su autoridad divina. Esto lo podemos apreciar en 1 Co. 4:14-21, donde les habla a los corintios como padre que los engendró en Cristo; además,
haciéndoles comprender que el Reino de
Dios no es cuestión de palabras, sino de poder.
B. LAS
BENDICIONES DE DIOS POR MEDIO DE PABLO, (v.3). Cuando el apóstol Pablo nos dice: -“Que
nuestro Dios Padre y el Señor Jesucristo les conceda gracia y paz”, es
la sincera bendición de un verdadero mensajero de Dios, como un ejemplo de salutación
que expone en todas sus epístolas, donde se manifiesta el fiel reflejo del favor de Dios con que provee la salvación por
medio de Cristo Jesús, teniendo como resultado: La bendición divina.
En consecuencia, no olvidemos que
tanto la gracia del Gr. jaris
y paz del Gr. eiréne son dadas directamente
por Dios.
1. La primera: gracia, es la única fuente divina de la salvación de
todo hombre que desea volver a Dios; y
2. La segunda: paz, es el resultado
profundo que logra empozarse en el corazón del hombre pecador, que se ha
acercado a Dios por su fe en Cristo Jesús.
Estos dos vocablos fluyen en el interior del cristiano, provenientes de
Dios, por medio de Cristo, Redentor del
Mundo, este era en la iglesia primitiva el saludo distintivo del cristiano.
Mas estas dos palabras no fluían jamás en los labios de los legalistas
judaizantes, aunque el saludo cotidiano del griego de aquel tiempo era gozo (Gr. chara), no se hicieron
efectivas en los buenos cristianos del tiempo de Pablo, porque los legalistas
judaizantes no los mostraban con sus hechos; más bien, estos dos vocablos eran
motivo de ataque para los cristianos de ese entonces.
C. LA MUERTE EXPIATORIA
DE CRISTO JESÚS, (v.4). “Jesucristo dio
su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la
voluntad de nuestro Dios y Padre”. Por la permanente insistencia de los legalistas
judaizantes a los cristianos de Galacia, de pasarse de la gracia divina al sistema
legalista humano de la salvación por obras, nuestros hermanos gálatas dieron menor importancia al significado de
la muerte de Cristo, desconociendo con ello, la parte medular o el corazón del Evangelio, que es el
sacrificio voluntario que Cristo Jesús hizo de sí mismo, al “dar su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado”.
De tal manera, con esto queda
demostrado que la salvación jamás la
gana un hombre pecador, mediante sus esfuerzos
personales para eliminar el pecado de su vida, sino por medio de la confianza y seguridad personal en la promesa que
Dios da al pecador, a través de la muerte expiatoria de Cristo Jesús. Razón
por la cual, la muerte expiatoria de Cristo es la parte esencial del Plan
Divino de Redención, sin la cual, todas las enseñanzas y las obras milagrosas
habrían quedado como una ilusión pasajera sin sentido alguno para la posteridad.
1. La Cruz
y la Resurrección. La cruz y la resurrección fueron aspectos
primordiales para el apóstol Pablo, porque Cristo Jesús, en su entrega total: cuerpo, alma y espíritu fue con el propósito de liberarnos de este mundo malvado,
donde la impotencia del hombre, le hace imposible salvarse por sí solo. Para
ello, hay una posibilidad provista y dada por Dios, a través de creer y poner
su fe en Cristo Jesús, según la voluntad de nuestro Dios y Padre.
De lo contrario, el hombre quedará atrapado por los afanes inmisericordes de
este mundo perverso.
Por tanto, el afán prioritario de
Pablo era rescatar al hombre pecador de las garras y del poder de la maldad de
este mundo cruel. Asimismo, el
pensamiento y sentimiento de liberación de este apóstol, ofrecido a todo
hombre pecador, es, porque sólo el amor de Cristo puede rescatar a un hijo
amado de la esclavitud del pecado, como lo eran los gálatas. Pues, ellos
estaban en el mundo, pero no eran del
mundo, según nos enseña Jn. 17:16-18,
que a la letra dice: -“Ellos no son del
mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo”. De igual
manera, Fil. 3:20,21, corrobora,
diciéndonos: -“…nosotros somos ciudadanos
del cielo, de donde anhelamos recibir
al Salvador, el Señor Jesucristo. Él
transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso,
mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas”. Asimismo, 1 Jn. 5:5, nos amplía mejor el
pensamiento y sentimiento liberador de Pablo, expresándonos: -“¿Quién es el que vence al mundo, sino el
que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”
En consecuencia, Cristo Jesús, al
haberse dado a sí mismo en una entrega total por la humanidad, lo hace de
acuerdo con la voluntad del Padre, a quién sea la gloria por los siglos de los
siglos. Amén. De tal modo, la esencia del Evangelio de Cristo es la voluntad plena, amorosa, soberana, compasiva
y abundante de nuestro Dios y Padre, quien por medio del Evangelio de Jn. 3:16, nos da a conocer: -“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a
su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga
vida eterna”. Con esta expresión divina de amplio contenido moral y
espiritual, fue la voluntad del Padre que su Amado Hijo muriera en la Cruz del Calvario, para que
todos los que en él crean, puedan vivir eternamente. Por esta razón, cada
creyente rescatado del mundo pecador como también de las garras de los
judaizantes, por la gracia y soberanía amorosas de Dios, quedan liberados de
toda voluntad humana, para adentrarse en las profundidades límpidas de los
mandamientos y principios de Dios, conforme nos da a conocer Jn. 1:12,13, al decirnos: -“Mas a cuantos lo recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen
de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen
de Dios”. Ésta
es una gran bendición de Dios, amado lector.
D. RECONOCIMIENTO
A LA SUPREMACÍA DE
DIOS, (v.5). Pablo
escribe a los gálatas, para darles a conocer que es a nuestro Padre Celestial a
quien sea la gloria por los siglos de los siglo; amén, como el fin
supremo de todo cristiano, para que ya sea comiendo, bebiendo o haciendo
cualquier otra cosa en su vida diaria, todo sea hecho para la gloria de Dios, como
vemos en 1 Co. 10:31. Pues, ésta es
una norma divina para la edificación de todo cristiano, a fin de evitar escándalos
y pleitos posteriores.
En
conclusión, en
estos primeros cinco versículos del libro de Gálatas, el autor nos da a conocer
CINCO principios importantes, para la salvación de cualquier hombre pecador; éstos
son:
1.
La
investidura de Pablo como Embajador
y Representante de Cristo Jesús, aquí en la Tierra;
2.
La Autoridad
Única de Dios
para la salvación del hombre pecador de este mundo terrenal;
3.
Cristo Jesús entrega su vida
en aras de rescatarnos,
de entre el fuego ardiente de los pecados de este mundo malvado;
4.
Nuestro rescate es según la
voluntad de nuestro Dios y Padre; y
5.
La gratitud del cristiano debe
brillar, en
la alabanza y glorificación del nombre de Dios, a través de los siglos. Amén.
II.
MOTIVO
Y OCASIÓN DE LA EPÍSTOLA:
La Apostasía
de los gálatas, veamos
Gá. 1:6-10: -“Me asombra que tan pronto
estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a
otro evangelio. No es que haya otro evangelio, sino que ciertos
individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el
evangelio de Cristo. Pero aún si algunos de
nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que le
hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo
repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que
recibieron, ¡que caiga bajo maldición! ¿Qué busco con eso: ganarme la
aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo
buscara agradar a los otros, no sería siervo de Cristo”.
A. LOS
GÁLATAS APÓSTATAS Y EL ASOMBRO DE PABLO, (v.6). Cuando leemos este versículo, a la
distancia se siente el olor a muerte espiritual de los gálatas, agonizando en
la apostasía en la que se habían metido. Motivo por el cual, el apóstol Pablo
se encuentra asombrado por la dolorosa noticia que había recibido; pues, no
podía aceptar la idea de que tan pronto, los gálatas estén
dejando a Dios y a quien los llamó por la gracia de Cristo.
Es decir, Pablo se quedó estupefacto, por
todo lo que habían hecho los falsos
maestros, legalistas y judaizantes
en tan corto tiempo y con semejante prontitud, para que los miembros de las
iglesias de Cristo de Galacia se alejaran del Evangelio verdadero de Cristo Jesús. Esto aconteció a pesar que los
gálatas habían tenido el honor de ser enseñados por Saulo de Tarso, quien a su
vez fue enseñado presencialmente por nuestro Señor y Dios, Jesucristo. Sin
embargo, desecharon tan pronto las verdades de la Gracia Libertadora que
aprendieron de Pablo. Razón por la cual, muchos críticos bíblicos consideran
que los gálatas se extraviaron por la débil
lealtad que le profesaban al apóstol Pablo, sin comprender lo que Dios
había hecho por ellos, a través de este embajador de Cristo: Darles a conocer
que por medio de la gracia divina, lograron su salvación con el poder del
Espíritu Santo.
1.
No debemos Seguir la Lección de los Gálatas. Por eso, frente a esta
situación de los gálatas, amado lector, tenemos que aprender; es decir, la misión urgente de enseñar y predicar de
manera continua y repetida, las verdades eternas del Evangelio, conforme
nos enseña el apóstol de los judíos en 2
P. 1:12,15: -“Por eso siempre les
recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad
que ahora tienen… También
me esforzaré con empeño para que aún después de mi partida ustedes puedan
recordar estas cosas en todo tiempo”.
En realidad, los judaizantes querían
pervertir el Evangelio de Cristo; razón por la cual, estarían bajo la maldición
de Dios, conforme Pablo les había dicho. Pues, la intención de Pablo era
hacerlos volver de su proceso de deserción, porque estaban abandonando a Dios,
toda vez que Pablo mismo les había llamado de las tinieblas en que vivían hacia
la luz, la vida y el amor de Dios, por la gracia de Cristo Jesús. Asimismo, lo
hizo, porque el apóstol estuvo convencido en plenitud, que todas las cosas
vienen de Dios por medio de su Amado Hijo. Lo que quiere decir, es que, por la
fe en Cristo, Él nos da la entrada a esta
gracia en la cual estamos firmes, nos dice Ro. 5:2.
2.
Nada
se obtiene por Esfuerzo Personal. Apreciado lector, es bastante absurdo aceptar
una salvación por la gracia de Dios, para después mantener esa justificación
divina, mediante el esfuerzo personal, ceremonias y rituales humanos, como lo
hacían los legalistas judaizantes. En este sentido,
la razón divina se impone, cuando leemos en Ro 11:5,6, que nos da a conocer: -“Así también hay en la actualidad
un remanente escogido por gracia. Y si es por gracia, ya no es por obras;
porque en tal caso, la gracia ya no sería gracia”.
De tal manera, alejarse de la gracia de Cristo Jesús es alejarse del gran poder de Dios y
apoyarse definitivamente en el esfuerzo humano. Por lo visto, los hombres que buscan la justificación por la
ley, han caído de la gracia de Dios,
y se han desligado voluntariamente de
Cristo Jesús, nos dice Gá. 5:4. De
este modo, es de clara evidencia apreciar, quien
abandona o se aleja de la gracia, está abandonando automáticamente al Dios
de la Gracia,
que es Cristo Jesús, nos dice 2 Ti. 2:1:
-“Así que tú, hijo mío, fortalécete por
la gracia que tenemos en Cristo Jesús”.
En conclusión, Pablo escribió esta
carta, puesto que los judaizantes y legalistas querían pervertir y trastornar
el Evangelio de Cristo, debido también a que todas las veces que enseñaban
estos falseadores de la verdad, predicaban y difundían un Evangelio diferente.
Es decir, el ministerio personal del apóstol Pablo había sido atacado con
premeditación ventaja y alevosía.
B. TERGIVERSACIÓN
DEL EVANGELIO DE CRISTO, (v.7). “No es
que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión
entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo”. En este versículo, el apóstol
Pablo, les manifiesta a los hermanos gálatas que ellos se han vuelto a un
evangelio diferente de lo que él les había enseñado. Les dice esto, porque los
legalistas y judaizantes proclamaban a los cuatro vientos: -“Que si los gálatas querían agradar a Dios, había que circuncidarse y dedicarse de
lleno a cumplir todas las normas y reglas de la ley, para ganarse el favor de
Dios”.
Por esta razón, es menester comprender,
que la religión no se hace jamás
satisfaciendo las exigencias de la ley mosaica – que no es un evangelio
verdadero -, sino cumpliendo las
demandas del amor por medio de la gracia, que es el Evangelio de la Buenas Nuevas de Salvación, implantada
por Cristo Jesús, aquí en la Tierra. De
modo que, el propósito de los legalistas judaizantes era sembrar la confusión y
el caos entre los gálatas: agitándolos,
perturbándolos y diciéndoles que Pablo ponía una religión muy fácil con el único
afán de congraciarse con la gente a fin de trastornarla.
El propósito de los judaizantes, como
repito, era trastornar el sentido
verdadero del Evangelio de Cristo, el cual es la Buena Nueva; es decir, que en Cristo Jesús hay liberación plena de las garras de este mundo malvado,
como lo expresa el mismo autor en Gá. 1:4,
cuando nos dice: -“Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este
mundo malvado…”, ya que el mensaje de los legalistas buscaba la
sumisión aletargada y la esclavitud eterna de los gálatas en la ley mosaica, en
vez de la libertad de ellos por la gracia soberana de Dios mediante la fe del
hombre.
1. La Gracia Salvadora
obra en el Cristiano. En resumidas cuentas, no hay otro evangelio, donde el hombre no puede mantener una correcta
relación con Dios por medio de su propio esfuerzo, dedicación y sus buenas
obras. Más bien, el cristiano verdadero hará buenas obras como fiel
producto de la gracia salvadora y el gran poder de Dios que obra en él,
conforme nos enseña Ef. 2:8-10, que
a la letra nos dice: -“Porque por gracia
ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que
es un regalo de Dios, no
por obras, para que nadie se jacte.
Porque somos hechura de Dios, creados
en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de
que las pongamos en práctica”.
(Asimismo, amado lector, el autor de la Carta de Santiago, en el capítulo 2 y sus
versículos del 14 al 26 ampliará mejor su conocimiento bíblico; razón por la
cual, le pido que lo lea con detenimiento y mucha reflexión).
Hoy en día, a causa de este engaño,
los falsos maestros son más peligrosos todavía que los mismos judaizantes y
legalistas del tiempo de Pablo, porque son los verdaderos portavoces del
Anticristo, como lo señala con amplia nitidez el autor en 1 Jn. 2:22,23, al decirnos: -“¿Quién
es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Es el Anticristo el
que niega al Padre y al Hijo. Todo
el que niega al Hijo no tiene al Padre; el que reconoce al Hijo tiene también
al Padre”.
Ésta es la razón por la cual considero
que, las organizaciones y congregaciones
falsas, encubiertas externamente con un cartel anunciador de cristianismo o
bajo un rótulo bíblico, son los que distorsionan, pervierten y degeneran la
verdadera naturaleza y obra de nuestro Señor Jesucristo, porque afirman y
publican seguirle y enseñar su doctrina, cuando son los primeros en tergiversar el Evangelio de la Gracia, porque en su
apariencia angelical llevan a la gente hacia Cristo Jesús, abandonándolos al
final de todo, en el lodo de un grave peligro que los atrapa en las garras de
la destrucción espiritual, para conducirlos después hacia la pérdida total de
su salvación.
En consecuencia, sembrar la confusión, significa desfigurar la esencia espiritual de la doctrina y obra del Gran Maestro
y Redentor del Mundo, dándole otro sentido a lo verdadero, puro y santo. En
sí, es trastornar, desviar, impedir el
desarrollo normal de la doctrina libertaria de Cristo por medio de su gracia,
dejando de recibir lo bueno, grande y
maravilloso que nos corresponde. Por eso, Cristo Jesús en persona, consuela
a todos sus discípulos de cualquier tiempo, diciéndoles: -“No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí”, Jn. 14:1.
Ésta es la causa para que los cristianos y nada más, no se dejen
confundir en su fe por lo que dicen otras sectas y denominaciones, porque a eso
le llamamos trastornar el Evangelio de Cristo, a fin de sembrar una gran
confusión en el sano corazón de ellos. De tal manera, agregar algo de la ley
mosaica al Evangelio de Cristo Jesús, es
tergiversar y pervertir la obra y doctrina del Hijo de Dios, quien “…no cometió pecado alguno, por nosotros
Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios”, 2 Co. 5:21. Asimismo, siendo hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte
de cruz!, Fil. 2:8.
2. El
Cristiano jamás debe caerse de la Gracia
Salvadora. Por eso, en virtud de lo dicho
antes, desde estas páginas le digo a usted amado lector, jamás olvide que la
ley mosaica degenera la gracia,
destruyendo su esencia vital. Ésta es la razón por la cual no pueden coexistir o fusionarse el tupus
veterotestamentario con el novotestamentario, como el agua con el aceite,
en definitiva. Pues, la gracia divina, jamás será destruida, cambiada,
rechazada ni modificada por hombre alguno, porque el mismo Pablo nos da a
conocer en Gá. 5:2-4, expresándonos:
-“Escuchen
bien: Yo, Pablo, les digo que si se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de
nada. De nuevo declaro que todo el que se hace circuncidar está obligado a
practicar toda la ley. Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados
por la ley, han roto con Cristo, han caído de la gracia”.
Caerse de la gracia de Dios, es
cambiar su maravilloso y divino mensaje por otro diferente, que tarde o
temprano cualquier Iglesia de Cristo se enfermará y morirá por sofocamiento o
asfixia o inanición espiritual. Por eso, he dicho en líneas arriba: los que
realmente son verdaderos enemigos de
Cristo, no son los que lo niegan o no creen en Él, sino aquellos que aparentando hablar y vivir en
su nombre, siguen degradando, degenerando y tergiversando el contenido vital,
santo y puro del Evangelio de Cristo Jesús, con el maléfico propósito de
sustituir la salvación de la gracia por la de las obras.
Con este motivo, como un llamado de Dios,
Pablo escribe una aclaración divina en la Epístola a Tito, donde dice que todo anciano, pastor u obispo, o cualquier
discípulo de Cristo puede exhortar a
otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan. Y es que hay muchos
rebeldes, charlatanes y engañadores, especialmente los partidarios de la
circuncisión. A ésos hay que taparles la boca, ya que están arruinando familias
enteras al enseñar lo que no debe; y lo que hacen para obtener ganancias mal
habidas” Tit. 1:9-11.
(Amado lector, puede además consultar Gá. 2:4; 2 P. 2:1; 1 Jn. 4:1, a fin de profundizar mejor su conocimiento bíblico con
relación a la verdad de Dios).
C.
LA GRAN ADVERTENCIA
DE PABLO, (vv.8-10). Dice
la Epístola
a los Gálatas: “Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un
evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora
lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que
recibieron, ¡que caiga bajo maldición! ¿Qué busco con esto: ganarme la
aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo
buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”.
1. No
hay Otro Evangelio Mejor que el de Cristo Jesús, (v.8). “Pero si alguno de nosotros o un ángel del cielo les
predicara un evangelio distinto del que le hemos predicado, ¡que caiga bajo
maldición”. Como podemos notar, amado lector, en este versículo, Pablo
nos está demostrando su verdadero convencimiento, de que no hay otro evangelio
mejor que el de Cristo Jesús; motivo por el cual, invocaba la maldición de Dios
sobre la persona y también sobre los ángeles del cielo, si predicaban otro
evangelio distinto del que Pablo les había predicado a los gálatas.
Ahora, cuando el apóstol Pablo nos
habla de ser maldecido (Gr. anatema), es porque él como persona
de distinguida preparación rabínica y cristiana, al mismo tiempo, tuvo un
reverente respeto por los votos y las
maldiciones de gran solemnidad, pues era sabedor de su desdichada consecuencia. Ésta es la razón fundamental por la que
Pablo les recuerda a los gálatas, lo que antes les había dicho, y ahora les
repite que no hay otro evangelio de
mejor confianza y seguridad que el que les había predicado. De tal manera
que, Pablo les confirma a los gálatas, diciéndoles: -“Si alguien les anda predicando
un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición (anatema)!”.
Si aun un ángel del cielo les predicara
un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡qué caiga bajo maldición!
Es decir, aun ellos (los ángeles) deberían
ser rechazados con tenacidad y dureza por presentar un evangelio diferente a la
versión original que Pablo les había enseñado, porque aun los que tergiversaban
el Evangelio de Jesucristo podían ser ángeles caídos e identificados con el
infierno, que cambian la sana doctrina apostólica revelada por Dios. Asimismo,
todo predicador o mensajero bíblico debe ser bien evaluado sobre los principios
y fundamentos de lo que enseña, mas no de dónde procede ni quién es.
Digo esto, porque la sutilidad del diablo está a la orden
del día, debido a que muchos falsos maestros
son muy populares, agradables, manifestando tener un reverente amor por Dios y
por los demás. Pues, estos tipos de hombres jamás deben ser creídos, porque no
pasan de ser simples diablos
predicadores que pervierten la doctrina apostólica, que Dios reveló a su
debido tiempo.
a. Cuidémonos
de los Falsos Maestros.
Todo buen cristiano, jamás debe olvidar lo que nos enseña Mt. 7:15, diciéndonos: -“Cuídense de los falsos profetas. Vienen a
ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces”. De
tal manera, toda persona amante de la sana doctrina de Dios, no debe maravillarse ante las
seductoras y cautivantes distorsiones del Evangelio, que personas con personalidad
atractiva, persuasiva y amorosa, presenten en su vida, porque no es de extrañar, ya que
Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. Por eso no es de sorprenderse que
sus servidores se disfracen de servidores de la justicia, 1 Co. 11:14,15. En
sí, son lobos disfrazados de oveja; pues, concluirá con lo que merecen sus
acciones, por hacerse responsables de este delito detestable y condenable, por
cierto.
Por este motivo, todo cristiano de buen
corazón, sano, y ministro del Nuevo Pacto, debe conocer y expresar a viva voz
lo que nos dice: 2 Co. 2:17,
expresándonos: -“A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con
la palabra de Dios. Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo,
como enviados de Dios que somos”.
A manera de reforzamiento y
aclaración, en aquel tiempo, los judaizantes que extraviaban espiritualmente a
las iglesias de Galacia, posiblemente tuvieron grandes y hermosas credenciales
que les permitían considerarles como tal; toda vez que venían de la iglesia de
Jerusalén autorizados por Jacobo,
dirigente apostólico en aquella ciudad, según podemos apreciarlo en Hch. 15:13-24. Pues, todos ellos procuraron desviar, tergiversar
y menoscabar la autoridad apostólica y las enseñanzas de Pablo por todos
los medios que encontraban a su alcance, a fin de implantar su propio evangelio
nefasto.
Ésta es la razón para que Judas en su
hermosa carta, diga: -“El problema es que se han infiltrado entre
ustedes ciertos individuos que desde hace mucho tiempo han estado señalados
para condenación. Son impíos que cambian en libertinaje la gracia de nuestro
Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único y Soberano Señor, Jud. 4. Esto
quiere decir que el legalismo ya estaba considerado como una perversión judaizante
del liberalismo permisivo, porque estaba distorsionando el Santo Evangelio con
el único propósito de pervertir la verdadera naturaleza de la obra de Cristo
Jesús.
__________________________
LECCIÓN TRES:
PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO II
1. Pasión
de Pablo por la Verdad
del Evangelio, (Gá. 1:9): -“Como ya lo
hemos dicho, ahora lo repito: Si alguien les anda predicando un evangelio
distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición! Cuando el
apóstol Pablo nos dice: Como ya lo hemos dicho, está
refiriéndose a una visita anterior que él había hecho a los gálatas. En cambio,
cuando dice ahora, indica que les está
repitiendo en ese instante lo que anteriormente les había dicho.
Por otro lado, Pablo,
desde el inicio de su visita a los gálatas, les había advertido con mucha
prudencia acerca de la perversión y degeneración del Evangelio de Cristo Jesús,
por parte de los legalistas y otras sectas de aquel entonces: -Si
alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron. Esto
quiere decir que Pablo ya les había predicado con la debida anticipación,
acerca de las Buenas Nuevas de la gracia de Cristo, en la cual ya habían creído
los gálatas.
En consecuencia, todo
falso maestro que distorsiona el sentido divino del Evangelio, debe
caer bajo maldición (Gr. anatema), en vez de ser creídos y seguidos; es decir, deben ser
apartados para la destrucción. De tal manera, en este sentido, el apóstol Juan
nos escribe en 2 Jn. 6, 7, 9-11: -“Y éste es el mandamiento: que vivan en este
amor… Es que han salido por el mundo muchos engañadores que no reconocen que
Jesucristo ha venido en cuerpo humano. El que sí actúa es el engañador y el
anticristo… Todo el que se descarría y no permanece en la enseñanza de Cristo,
no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza sí tiene al Padre y al Hijo.
Si alguien los visita y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni le den
la bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas
obras”.
Todo cristiano debe
vivir unido en amor. Asimismo, las enseñanzas falsas no deben ser aceptadas en
el seno de las iglesias de Cristo, porque les hace cómplice de lo malo, falso, dañino y perverso.
(Amado lector: Si
usted desea profundizar más sus conocimientos bíblicos, puede leer: Ap. 16:13,14; 1 Jn. 2:18,19; 1 Co. 11:19 y
Jn. 10:25-30).
Por último, todo
cristiano de buen corazón pero inmaduro, debe abstenerse mantener contacto
alguno con predicadores y maestros falsos, porque les llevarían a la distorsión
completa del Evangelio de Cristo Jesús. En este aspecto, Pablo fue celoso con
su pupilo Timoteo, quien fue advertido para permanecer alejado del error
humano, y dedicarse de lleno a continuar con la Verdad pura y santa de Dios, conforme nos lo
dice en 1 Ti. 4:6,7,9,10 y 13: -“Si enseñas estas cosas a los hermanos,
serás un buen servidor de Cristo Jesús, nutrido con las verdades de la fe y de
la buena enseñanza que paso a paso has seguido. Rechaza las leyendas profanas y
otros mitos semejantes… Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado
por todos. En efecto, si trabajamos y nos esforzamos es porque hemos puesto
nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos,
especialmente de los que creen. En tanto que llego, dedícate a la lectura
pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos”. Además,
puede leer: 2 Ti. 2:14-19.
Por tanto, jamás nos
sometamos a enseñanzas falsas, porque ello significa desobedecer a nuestro Creador; porque si lo
hacemos, desacreditamos y debilitamos el Evangelio de Jesucristo; además de
soportar pacientemente la tergiversación y degeneración de la gracia abundante
de Dios en su Amado Hijo, Cristo Jesús.
2.
Pablo no busca ni pretende Agradar a los
Hombres, (v.10). “Que busco con esto:
ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los
demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”. Cuando
leemos y meditamos concienzudamente en este versículo, apreciamos con claridad
que el apóstol Pablo no tenía pretensión alguna con los hermanos, porque él no
hablaba ni enseñaba para congraciarse con la gente, sino porque él era un fiel
esclavo de Cristo; que al mismo tiempo,
llevaba en su cuerpo, alma y espíritu las marcas de sus sufrimientos con
orgullo, según nos declara en Gá. 6:17.
Con este motivo, el único propósito de Pablo era sólo servir a Jesús, su Amo; y
no agradar a hombre alguno, porque la fe de un buen cristiano cuesta mucho:
Lágrima, trabajo, sudor y sangre; de lo contrario, nadie lo valoraría
intrínsecamente, ni lo viviría en su yo interior, como Cristo lo vivió en carne
propia, para ser considerado, hoy por hoy, Señor y Mesías, de acuerdo a lo que
nos dice Hch. 2:36. Aún más, amplía
el apóstol Pedro con valentía, cuando nos da a conocer en Hch. 3:15, diciéndonos: -“Mataron
al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso
nosotros somos testigos”.
En virtud de todo el sufrimiento de Cristo,
según Hch. 3:18, Pablo también tenía
que padecer, porque para eso fue llamado, Lucas nos dice en Hch. 9:16: -“Yo le mostraré (Jesús le dice a Ananías), cuánto tendrá que padecer (Pablo) por mi nombre”.
Volviendo a los judaizantes legalistas, éstos
tenían como único objetivo desacreditar y difamar la autoridad apostólica de
Pablo de origen divino, para formar dudas en la mente de muchos gálatas. Sin
embargo, él presentó evidencias contundentes para contradecir las acusaciones
en su contra y demostrarles la
Verdad de Dios, que era pervertida por los falsos maestros
legalistas.
Al apóstol Pablo, lo que más le interesa es agradar
a Dios, no a los hombres, como lo hizo aquel Pablo cuando fue maestro
de la ley: Perseguía a los cristianos según le dictaba su conciencia el
conocimiento del legalismo tradicional. Sin embargo, ahora Pablo no
procura agradar a los demás, porque sería completamente absurdo; de tal
modo, por ningún motivo, sería siervo de Cristo Jesús.
Para refutar a los falsos maestros, Pablo tenía las marcas del sufrimiento terrenal
que había recibido en Galacia, cuando lo dejaron y lo dieron por muerto, tras
de haber sido apedreado sin piedad en la ciudad de Listra, conforme lo podemos ver
en Hch. 14:19.
Por otro lado, padecer por manos de gente a
los cuales Pablo les era desagradable, fueron casos frecuentes en su vida. Sin
embargo, a pesar de todo, la expresión fue honrar a Dios anunciando las Buenas
Nuevas. Pues, los que buscan agradar a
los hombres, jamás llegan al grado
de mártires, ni tampoco soportan la
persecución severa y el apedreamiento cruel que Pablo tuvo que soportar por
manos de hombres judaizantes malvados llegados de Listra, de Antioquia de
Pisidia y de Iconio. Esta actitud de
sufrimiento sólo es compatible con los verdaderos siervos de Cristo Jesús. En cambio, los acusadores judaizantes buscaban ser aceptados por los hombres: Agradándolos en la carne; es decir,
obligando a los gentiles a circuncidarse, con el único y exclusivo fin de no
padecer persecución por causa de la cruz de Cristo, nos dice el mismo autor en Gá. 6:14.
De tal manera, Pablo tuvo dos propósitos
fundamentales: Primero, agradar a
Dios, vivo o muerto, conforme él mismo nos dice en 2 Co. 5:7-9: -“Vivimos por fe
y no por vista. Así que nos mantenemos confiados, y preferiríamos ausentarnos
de este cuerpo y vivir junto al Señor. Por eso nos empeñamos en agradarle, ya
sea que vivamos en nuestro cuerpo o que lo hayamos dejado”. Con este
motivo, Pablo tuvo todo el derecho de maldecir contra cualquiera persona que
tratara de degenerar, pervertir y empequeñecer el régimen de la gracia por el
régimen de una doctrina de salvación por obras. De lo contrario, Cristo
habría muerto en vano, conforme lo expresa nuestro apóstol en Gá. 2:21.
El segundo
propósito de Pablo era ver salvos,
por la gracia de Dios a todos los seres humanos, quienes por su fidelidad a
Dios denunciarían enérgicamente la manifestación de cualquier otro evangelio
falso, que podría llevarlos a un absoluto engaño y a la eterna condenación.
EL EVANGELIO DE PABLO ES UNA REVELACIÓN DE
DIOS A LOS HOMBRES, MAS NO ES UNA TRADICIÓN: vv.11-24.
Dice
la Carta de
Pablo a los Gálatas… (Debe leerse).
3.
El Mensaje de Pablo no es una Invención
de Hombres, (v.11). “Quiero que sepan,
hermanos, que el evangelio que yo predico no es invención humana”. En este
versículo, podemos apreciar una excelente reiteración, que el apóstol Pablo hace a los gálatas, acerca de
la naturaleza de su evangelio. De tal modo, cuando él dice: Quiero
que sepan, hermanos, significa dar
a conocer con certeza, certificando y asegurando que el Evangelio que él
predica no es de índole humana, porque no es invento suyo, ni tampoco hombre
alguno lo inventó. Por tanto, su mensaje
es de índole divino y celestial, que no se ha mezclado ni se ha combinado
con algún mensaje producto de la sabiduría humana y terrenal. Argumento suficiente con el cual se miden,
refutan y condenan todas las suposiciones, hipótesis y teorías humanas
impropias y falsas acerca de la salvación que viene de Dios para los hombres.
Pues, amado lector, la salvación para todos los hombres es por la gracia de
Dios y por medio de su fe, mas no por obras de la ley, conforme nos dice el mismo
apóstol en Gá. 3:1; 4:31.
De tal manera, si Pablo hubiese proclamado su
Evangelio como producto de él mismo o de hombre alguno, habría estado
difundiendo la justicia por obras, como cualquier otro sistema religioso lo
hacía en aquel tiempo, como en el caso de los corintios que negaban por completo
la resurrección, que en 1 Co. 15:12-14,
nos dice: -“Ahora bien, si se predica que
Cristo ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de ustedes
que no hay resurrección? Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha
resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para
nada, como tampoco la fe de ustedes”.
En consecuencia, Pablo jamás inventó el
Evangelio que él anunciaba; sin embargo, esto sí lo han hecho los judaizantes,
los obispos de Roma, Martín Lutero, Juan Calvino, José Smith, Carlos Rusel,
Mary Ellen White, William Seimor y otras muchas denominaciones, entremezclando
la sana doctrina de Cristo Jesús con las tradiciones humanas, como adoración de
imágenes, bautizo por aspersión, bautizo por los muertos, misa de cumpleaños de
muertos, la misa cantada o rezada, la intromisión de instrumentos musicales en
la adoración a Dios, etc, etc. Todo esto es lo que usted, amigo lector, tiene
que evaluar concienzuda y cristianamente, para que nuestra doctrina no sea adulterada,
ni polucionada, ni degenerada, ni pervertida. Amén.
4.
Pablo recibió el Mensaje Divino por Revelación Personal de Cristo Jesús, (v.12). “No
lo recibí ni lo aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por revelación
de Jesucristo”. Esto significa que el mensaje que el apóstol Pablo
difundía como Mensajero de Dios no lo había recibido ni le había sido enseñado
por ningún hombre. Pues, él había recibido el Evangelio por revelación personal de Jesucristo, como también la celebración de la Cena del Señor, especificada en 1 Co. 11:23,24, que dice: -“Yo recibí del Señor lo mismo que les
transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y después de dar gracias lo partió…”.
Este acontecimiento ceremonioso de la
Cena del Señor, también es una evidencia irrefutable de que
Cristo Jesús lo preparó de manera especial y personalmente. Como el apóstol no
tuvo otros testigos, tuvo más bien una
satisfacción personal que lo expuso a ser considerado como presuntuoso y peligroso por los tipos
judaizantes y legalistas de aquella época, que en realidad, fue una gran
preocupación para todos los adversarios del apóstol. ¿Por qué? Porque, además de ser una revelación estrictamente
personal y privada en Damasco (Hch. 9:1-16),
donde tuvo un encuentro personal con Cristo Jesús, llegándolo a conocer y reconocer como Señor y Salvador, recibiendo de
Él la verdad sobrenatural y celestial, como lo tuvo Abraham, Moisés y los
profetas, y otros personajes bíblicos. En consecuencia, Pablo estaba anulando, proscribiendo y abrogando mucho de lo que los
legalistas judaizantes consideraban de vital importancia sagrada y de gran
validez. De tal modo, la audaz
pretensión del Apóstol fue plenamente
sustanciada y sustentada con amplitud de conocimiento dada por el Espíritu de
Dios. Mas la tarea de todo buen cristiano de hoy, no es agregar a la revelación escrita, ideas de hombres, sino más
bien entenderla, explicarla y aplicarla
vitalmente, en estrecha comunión con Dios y el prójimo.
Finalmente, debemos declarar lo que Pablo
explicó a la Iglesia
de Cristo en Corinto: cuando una persona regresa donde nuestro Señor Jesucristo,
de inmediato es quitado el velo de ignorancia espiritual que le cubre, y de su
separación de Dios. Esto lo podemos apreciar en 2 Co. 3:14-16, que literalmente
nos dice: -“Sin embargo, la mente de
ellos (de los legalistas) se embotó, de modo que hasta el día de hoy
tiene puesto el mismo velo al leer el Antiguo Pacto. El velo no le ha sido
quitado, porque sólo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen
a Moisés, un velo le cubre el corazón. Pero cada vez que alguien se vuelve al
Señor, el velo es quitado”. Por tanto, no hay refutación celestial más contundente
y aprobada por Pablo, que progresivamente irá sustentando con evidencias
irrefutables, acerca de aquella
revelación divina y su lanzamiento al mundo gentil con la credencial apostólica,
que por mérito divino le corresponde al Pablo de Tarso.
5.
La Conducta de Pablo antes de su Conversión, (vv.13,14).
“Ustedes ya están enterados de mi
conducta cuando pertenecía al judaísmo, de la furia con que perseguía a la
iglesia de Dios, tratando de destruirla. En la práctica del judaísmo, yo
aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi celo exagerado por las
tradiciones de mis antepasados”. Con este primer versículo
(13), Pablo les recuerda a los gálatas acerca de la posición que alcanzó en
otro tiempo antes de su conversión, como una prueba contundente a lo que él había
representado: Era más judío que los judaizantes, porque ninguno de ellos podía
superarlo en su implacable conducta
perseguidora a los miembros de la Iglesia de Cristo. Pues, esto se debió a que el
apóstol era fariseo e hijo de fariseos,
conforme él mismo lo afirma en Hch. 23:6,
expresándonos: -“Pablo, sabiendo que unos
de ellos eran fariseos y los demás fariseos, exclamó en el Consejo (de los
sacerdotes judíos): Hermanos, yo soy
fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la
resurrección de los muertos”. Esta decente prudencia de Pablo que Jesús le
había recomendado, le sirvió de mucho para salir del atolladero en que se
encontraba en medio del Sanedrín.
Como podemos comprobar, distinguido lector, Pablo presenta sus anteriores actividades
como una fehaciente prueba negativa de que el mensaje de la gracia divina,
no se fundamenta en absoluto en las creencias y hechos de su vida anterior,
porque tanto su conversión como su mensaje tenían sustento divino suficiente, a
pesar de que su persecución a la
Iglesia de Cristo había
sido excesiva y extremadamente destructora,
cuyo significado en buen castellano es: asolar, destruir, saquear. Por tanto, esto significa que la
conducta de Pablo para con la
Iglesia de Cristo fue terribilísima.
Corrobora aún más acerca de la conducta y el comportamiento de Pablo, cuando leemos lo
que él mismo nos dice en Fil. 3:5,6: -“Circuncidado al octavo día, del pueblo de
Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la
interpretación de la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la
iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable”. Éste es un
argumento irrefutable, apreciado lector, acerca de su formación conductual:
judaizada y judaizante del apóstol Pablo. Además, estos dos versículos
insertados aquí, amplían con mayor
exactitud, acerca de quién era este ilustre personaje bíblico, y cómo actuaba
antes de ser llamado hijo de Dios y Apóstol.
Cristo Jesús, nuestro Amado Redentor, se guió
con gran diligencia apoyado en la
Ley de Moisés, según Mt.
5:17,18, en el cual anuncia a los fariseos y maestros de la ley,
insistiendo y sugiriéndoles a sus discípulos que la obedecieran; mas NO, y
nunca le siguieran a los fariseos y escribas, conforme lo podemos comprobar en Mt. 23:1-4.
Ahora, cuando el mismo autor nos dice: -“De
la furia con que perseguía a la
Iglesia de Dios, tratando de destruirla”, podemos
valorarla como una confesión transparente o translúcida, y sincera, nacidas de
las recónditas entrañas del entonces perseguidor de los hijos de Dios.
Pablo, sólo demostró su celo profundo, persiguiendo
a los cristianos y destruyendo a la
Iglesia de Dios - como él mismo lo dice en Hch. 22:3, cuando él era rabino y
judaizante convicto y confeso; y que al mismo tiempo aventajaba a muchos de sus contemporáneos
en su celo exagerado por la tradición de sus antepasados (v.14). Pues,
tan pronto terminó el martirio de nuestro hermano Esteban, Saulo asolaba a la
iglesia ingresando casa por casa, arrasaba a hombres y mujeres y los entregaba
a la cárcel, según nos da a conocer Hch.
8:3. De tal manera, por ser nacido de padres hebreos, es lógico comprender
que él había aceptado la interpretación estricta de la ley, bajo las normas tan
exigentes para convertirse en irreprensible
e incorruptible, llegándosele a describir como el más estricto celoso de las tradiciones de sus padres.
Razón por la cual, se le reconoce por sus
hechos de extremada o exagerada hostilidad para con los cristianos de su tiempo
y su ascenso vertiginoso en el judaísmo farisaico. De tal manera, su conversión
al cristianismo no se debió a influencia humana alguna, si no a una revelación
divina del Espíritu Santo, conforme él mismo lo relata en el capítulo 9 del libro de los Hechos,
cuando un año después, “Saulo respirando
aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó ante el
sumo sacerdote, y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco.
Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que
pertenecieran al Camino, fueran hombre o mujeres”, Hch. 9:1,2. En consecuencia, la única pasión obsesionada del
apóstol Pablo era destruir a los seguidores y simpatizante del Camino, como
personalmente lo confiesa en Hch. 26:11,
que literalmente nos dice: -“Muchas veces
anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos, para obligarlos a blasfemar. Mi
obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades
del extranjero”.
Esto nos demuestra, que pocos judíos
igualaron o superaron en su apasionamiento por su religión y a su aberración
frente a la Verdad
de Cristo Jesús. Cuando él nos dice: por las tradiciones de mis antepasados,
se refiere al sistema de enseñanza oral acerca del Antiguo Testamento. Pues,
eran conocidas como Halakah la colección de interpretaciones de la Torá, que ni los rabinos más
encumbrados y doctos lograban dominarlas, ni en la interpretación como ni en la
conducta diaria. Sin embargo, al convertirse en cristiano, Pablo llegó a ser el
líder más consagrado y de mayor renombre de la doctrina cristiana, por que
llegó a comprender que la doctrina del Evangelio, jamás podía acomodarse al
judaísmo como acontece con el agua y el aceite. De tal manera y con justa
razón, podríamos preguntar, ¿a qué se
debió su cambio radical? La respuesta la tiene usted apreciado lector.
6.
La Gracia de
Dios como la Prueba Contundente
de su Conversión, vv. 15,16. “Sin
embargo, Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su
gracia. Cuando él tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo lo predicara
entre los gentiles, no consulté a nadie”.
Vemos en el v.15 que para que Dios aparte o
separe a una persona, tiene que haber sido
de su agrado, porque en el caso de rabino Pablo, es una forma asombrosa de cómo llegó al conocimiento de la Verdad de Cristo Jesús,
y cómo su fe creció en Él, y la forma cómo fue destinado para el ministerio apostólico. Algo extraordinariamente
supremo ocurrió en su conversión, por la profundidad e inconmovible cambio que
en él transcurrió, porque Dios
le había apartado desde el vientre de su madre; es decir,
refiriéndose a antes de su nacimiento espiritual, para un determinado fin o
designación, habiendo sido llamado por
su gracia como Jacob fue
escogido sobre su hermano gemelo Esaú
antes de nacer, Ro. 9:11-13.
De tal manera, en Pablo se cumplió lo que él
mismo nos dice en Ef. 1:4: -“Dios nos escogió en Él antes de la creación
el mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de Él”. Es decir,
Dios nos escoge desde nuestro nacimiento. De igual manera lo hizo con el pueblo
de Israel, según nos dice 1 S. 12:22. Asimismo,
muchos personajes bíblicos fueron
apartados desde el vientre materno, como Moisés, conforme nos da a conocer Éxodo, capítulos 2 y 3; Isaías, Is. 49:1; Jeremías, Jer. 1:5; Juan, Lc.
1:13-15, y Pablo, Gá. 1:15.
De igual modo, jamás dejemos de pasar por
alto que Pablo como fariseo fue un separatista, pero nunca le cruzó por su
mente la idea de que algún día sería separado
personalmente por Dios, con el único propósito de ser Embajador de Cristo Jesús ante
los gentiles. Pues, esta situación sólo fue definida por un unigénito Hijo
de Dios, cuando podemos apreciar lo que en Hch.
9:15 le dijo personalmente a Pablo: -“¡Ve!-
insistió el Señor- (a Ananías),
porque ese hombre es instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a
las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel”.
Por otro lado, no olvidemos que Cristo Jesús
en su soberanía y en la suprema gloria de su resurrección, le confrontó al apóstol
Pablo en el camino hacia Damasco, para
que él respondiera a la realidad y necesidad del Evangelio, porque Jesús aunque
fue muerto y sepultado, estaba perfectamente vivo cuando le escuchó proclamar
desde el cielo: -“Yo soy Jesús, a quien
tú persigues, Hch. 9:5. Y,
además, porque es la buena voluntad del
Padre darles el reino a Pablo y sus seguidores, como les dijo también Jesús
a sus discípulos en Lc. 12:32.
En consecuencia, todo llamado, designio o
nombramiento que Dios hace a sus representantes terrenales, se dan por las
bendiciones de ÉL a través de su gracia divina, que significa apostolado, de acuerdo a
lo que nos da a conocer Gá. 2:9; 1 Co. 7:
10-12,25. Esto también lo podemos apreciar en Hch. 13:1,2, cuando expresó el Espíritu Santo: -“Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo pata el
trabajo al que los he llamado”. Esto significa que Pablo jamás fue rebelde
a la visión celestial conforme está escrito en Hch. 26:19,20, que a la letra nos expresa: -“Así que, rey Agripa, no fui desobediente ala visión celestial. Al
contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que
estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les
prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su
arrepentimiento con sus buenas obras”.
Y el v.16 el apóstol nos dice cuando
Él (Dios) tuvo
a bien revelarme a su Hijo para que yo le predicara entre los gentiles, no
consulté a nadie”. En este
versículo, da la impresión que el apóstol nos revela un orgullo amoroso lleno
de satisfacción, porque nuestro Padre Celestial tuvo a bien revelarle
la persona viviente y las obras de su Hijo, para que desde esos momentos
llevara la presencia de Cristo Jesús dentro de su conciencia espiritual
transformada. Motivo por el cual, Pablo pudo anunciar, proclamar y difundir con
gran eficacia las Buenas Nuevas acerca de Él a los gentiles, sin excluirlos a
los judíos de aquel entonces que querían escuchar estas buenas noticias.
En consecuencia, Pablo era legítimamente un
verdadero Apóstol, porque había visto a Cristo Jesús, personalmente, conforme
él mismo lo confiesa por medio de una interrogación en su Epístola a los
Corintios, en 1 Co. 9:1, que nos
dice: -“¿No soy libre? ¿No soy apóstol? ¿No
he visto a Jesús nuestro Señor?
¿No son
ustedes el fruto de mi trabajo en el Señor? También reforzará
nuestro aprendizaje bíblico, cuando apreciamos lo que el Apóstol nos dice en 1 Co. 15:8: -“…y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció
también a mí”. Estos dos versículos nos muestran con clara evidencia, la defensa verdadera e intransferible de
que Pablo se había encontrado con el Señor Resucitado. De tal manera, había
un motivo justificado para que el Apóstol predicara el Evangelio de Cristo
Jesús con toda la autoridad ante todos sus opositores. Motivo por el cual, el propósito de su experiencia era predicar
entre los gentiles. Pues, el vocablo gentiles proviene del Gr. Ethnos que se diferencia mucho
de los judíos, según lo podemos apreciar en Hch. 9:15, cuya expresión, dice: -“…ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre”. (Amplíe
su conocimiento, amigo lector, leyendo Hch.
22:12-15; 26:16-19).
Esto nos demuestra, que un encuentro con Cristo Jesús resucitado y viviente, es
el inicio de una vida transformada
como efecto del nuevo nacimiento: Lo que antes era legado por las tradiciones
de sus padres; hoy, sin embargo, es evidente por medio de la verdad y gracia de nuestro Señor Jesucristo.
Finalmente, Pablo, justifica su situación de
convertido cuando dice: -“no consulte a nadie”. Pues, la
palabra consulté en griego es prosanatitheme,
que significa contribuir o agregar algo. En esta circunstancia,
el apóstol Pablo está clarificando y justificando a la posteridad que nadie
agregó nada a su Evangelio, ni tampoco Ananías, ni tampoco otros cristianos,
porque todo provenía de Dios.
7.
Evidencias después de la Conversión de Pablo, (v.17).
“Tampoco subí a Jerusalén para ver a los
que eran apóstoles antes que yo, sino que fui de inmediato a Arabia, de donde
regresé a Damasco”. Los judíos de aquel tiempo siempre usaban el
término de subir a Jerusalén, por su
situación geográfica; también, por ser la sede oficial de la dirección y
autoridad humanas de la iglesia primitiva de Cristo Jesús, única en su género,
por cierto. Ahora, como el apóstol mismo lo dice líneas arriba, que recientemente se había convertido, no consultó con ningún líder cristiano;
condición indispensable que le apoya en su autoridad primigenia y única, a
pesar que otros eran apóstoles antes que
yo, dice Pablo; es decir, que lo habían antecedido en esta santa y noble vacación misionera. De la
misma manera, recientemente convertido fui de inmediato a Arabia (de los
nabateos) nos dice el autor sagrado. Una región que se extendía al oriente
de Damasco hasta el sur de la
península del Sinaí; aunque no sabemos el lugar exacto ni el propósito de su
estadía en Arabia de los nabateos; pero se infiere directamente y con acertada
seguridad, que fue dicho lugar, el centro de su retiro y preparación personal
por Cristo Jesús a solas, para su
ministerio divino de amplia responsabilidad.
Tras de su estadía en Arabia, el apóstol nos
dice
de donde regresé a Damasco; fue allí donde continuó predicando por un
tiempo con renovado valor y acertada visión, conforme nos da a conocer el libro
de los Hechos 9:19-21, diciéndonos: -“Saulo pasó varios días con los discípulos
que estaban en Damasco, y enseguida se dedicó a predicar en las sinagogas,
afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.
Todos los que le oían se quedaban asombrados, y se preguntaban: “¿No es
éste el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre?
Todo esto hizo Pablo en Damasco, inmediatamente
después de su bautismo, Hch. 9:18,
donde también recibió la oposición de los líderes judíos, posiblemente con
aquel grupo con el que Pablo mismo había conspirado eliminar a los cristianos,
según podemos apreciar en Hch. 9:2,
que literalmente dice: -“tenía la
intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que
pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres”.
Como ejemplo de ello, en Damasco, tenemos al
gobernador de la provincia árabe nabatea, el rey Aretas lo aguardaba
pacientemente a Pablo para prenderlo, conforme nos dice 2 Co. 11:32 y Hch. 9:23-25. Pues, las dos ocasiones de
predicación paulina en Damasco y su estadía en Arabia, hizo que nuestro apóstol estuviera en compañía de
nuestro Señor Jesucristo en aprendizaje, estudio y meditación profundos acerca
del Antiguo Testamento. Todo esto ocurrió a unos 320 Km. al sur de Damasco y a
150 Km.
al sudeste de Jerusalén, cuando Dios le llamó mediante la revelación de su
Hijo; en el cual, Pablo no visitó a ningún apóstol en Jerusalén, porque no
había ninguna urgencia.
8. La Fugaz Visita de Pablo a Jerusalén, (vv.18-20). “Después de tres años subí a Jerusalén para
visitar a Pedro, y me quedé con él quince días. No vi a ningún otro de los
apóstoles, sólo vi a Jacobo, el hermano del Señor. Dios me es testigo que en
esto que les escribo no miento”.
Sólo tres
años después de predicar el Evangelio antes de conocer a los apóstoles
restantes, visitó a Pedro por espacio de quince días, donde trató con ellos. Lo
hizo con especial dedicación y esmero para conocerle a Pedro, el Apóstol del
Señor y compañero personal de Cristo Jesús, como también al vocero de mayor y
mejor prestigio y reputación en los primeros años de la Iglesia de Cristo en
Jerusalén, desde el Primer Pentecostés de la Era Cristiana en adelante.
(Amigo lector, le recomiendo leer Hch.
2:14-40; 3:11-26; 4:20; 5:3-32 y 8:20-25).
Pablo
permaneció con Pedro por espacio demasiado breve, no con el fin de instruirlo, sino simplemente para conocerlo en persona, y saber que él era evangelista reconocido
de aquella iglesia; y también darle la oportunidad de ver la transformación del
antiguo perseguidor.
En tales
circunstancias, Pablo no vio a ningún otro de los apóstoles; salvo
a Jacobo o Santiago, hermano del Señor. Esto aconteció, porque tenían
temor de verlo, recordando la despiadada persecución ocurrida anteriormente;
con este motivo, optaron por no acercarse a Pablo, según nos dice Hch. 8:1. Por consiguiente, este
personaje llamado Jacobo es el
referido en Hch. 15:13; 21:18 y Gá.
2:9,12. Jacobo no era el
primo-hermano de Jesús, sino su medio-hermano,
producto de José y María, madre del Señor. Además, apreciado lector, Jacobo
y Pedro habían sido personas muy cercanas y de confianza de Cristo Jesús; por
lo cual, Pablo quería saber también de algunas de sus experiencias personales
con el Señor Encarnado, a quién él había llegado amarlo y servirlo, y con quién
había pasado esos tres años en el desierto de Arabia, conociéndolo cada vez
mejor y recibiendo sus sabias enseñanzas jamás superadas por hombre alguno,
aquí en la Tierra.
Por otro
lado, algunos investigadores bíblicos fundamentan que la visita de Pablo a
Jerusalén fue tan brevísima, porque al llegar a ver a Pedro, luego a Santiago o
Jacobo, fue repelido con brusca hostilidad por causa del temor razonable de
entender de que no fuese un sincero creyente del Señor; más bien pensaban que,
de una manera encubierta se acercaba Pablo para llevarlos encadenados y
encarcelarlos, como lo podemos apreciar en Hch.
9:26, que nos informa así: -“Cuando
llegó (Pablo) a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos
tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo”.
Si no
hubiese sido por la ayuda personal de nuestro hermano Bernabé, Pablo no habría
podido visitar a Pedro ni a Jacobo en Jerusalén, según lo podemos comprobar en Hch. 9:27, quienes estaban ligados en
fraternidad sincera a los apóstoles en aquel tiempo, toda vez que ellos habían
visto a Cristo Jesús resucitado, conforme lo podemos ver en 1 Co. 15:5,7, que dice: -“…y que se apareció a Cefas, y luego a los
doce… Luego apareció a Jacobo, más tarde a todos los apóstoles”. Ahora,
aunque este Jacobo no fue considerado apóstol por los demás ungidos por el
Señor, Pablo pudo haberlo considerado como apóstol en el sentido más amplio y
estricto del oficio que desarrollaba.
9. El Juramento del Apóstol Pablo, (v.20). “Dios me es testigo que en esto que les
escribo no miento. Pablo, al ponerlo a
Dios como testigo, jamás pecó; porque al hacerlo a la ligera o con hipocresía
está condenado por Cristo Jesús en Mt.
5:33-37: -“No faltes a tu juramento,
sino cumple con tus promesas a Dios… Cuando ustedes digan sí, que sea realmente sí; y cuando digan no, que sea no.
Cualquier cosa demás, proviene del maligno”. Pablo se expresa de esta
manera, porque es una solemne declaración, donde pone como testigo a Dios, por
lo serio y verdadero de lo que él escribe a los gálatas, y por lo difícil que
sería convencerles de tamaña influencia, porque la salvación de ellos estaban
en juego. Pues bien, si los legalistas judaizantes hubieran podido destruir la
poderosa influencia de Pablo en Galacia, también podrían haber destruido la
salvación de los gálatas. Por este motivo, Pablo, puso como testigo a Dios
acerca de lo que él sostenía, amparándose en lo que les había dicho a los
corintios en 2 Co. 2:17,
expresándoles: -“A diferencia de muchos,
nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien,
hablamos con sinceridad delante de Él en Cristo, como enviados de Dios que
somos”. (Apreciado lector, compare con 2
Co. 11:31; Ro. 9:1; 2 Co. 1:23; 1 Ts. 2:5).
De lo
contrario, se le hubiera considerado como un mentiroso, farsante, hipócrita y
desvergonzado de la Verdad
de Dios. Por eso, lo que Pablo se propone a declarar en esta parte de su
Epístola a los Gálatas es, que él había recibido el Evangelio del Señor por vía
directa, mas no de apóstol alguno. Sólo después de haber transcurrido tres años
de su conversión y del inicio de su ministerio de predicación, visitó a Pedro y
Santiago en Jerusalén por espacio de quince días, como él mismo lo dice líneas
arriba.