martes, 1 de mayo de 2012

El Trabajo: Una bendicion para el Cristiano - Ayuda para el maestro y obrero itinerante cristiano

biblias y miles de comentarios
 

Es lunes. . .en punto de las seis de la mañana, suena el despertador. El fin de semana que pasó como un suspiro fue de actividad intensa. Juan se levanta y se asea, listo para comenzar otra semana laboral. Un poco antes de las seis, ese mismo lunes, María ya había despertado. Los niños entran a las siete a la escuela y ella sabe muy bien, que no llegarán a tiempo a menos que se levante un cuarto para las seis. Mientras prepara el desayuno, está repasando su lista de pendientes y actividades que deberá cubrir ese día para que el hogar siga adelante. Es lunes . . .la semana de labores y trabajo comienza. El fin de semana próximo se vislumbra apenas a la distancia y con mucha añoranza. ¿Te parecen familiares estas escenas?
¿Quién inventó el trabajo? ¿Es acaso el invento de una sociedad capitalista obsesionada por la acumulación de riqueza? ¿Acaso es una maldición que vino a la humanidad por la Caída? La Biblia, como para todo lo demás, tiene respuestas sobre este asunto y necesitamos conocerlas. Algunos desprecian el trabajo al punto de decir: “Mira si el trabajo no es algo terrible que hasta tienen que pagarte para que lo hagas”. Otros, por su parte, idolatran el trabajo hasta el punto de sacrificarlo todo por él. Por eso, como cristianos, es importante entender cómo quiere Dios que pensemos y actuemos respecto al trabajo.
Podemos definir el trabajo como aquel esfuerzo mental o físico encaminado a cumplir el mandato de Dios de señorear la tierra ya sea que recibamos algún salario o no. A continuación exploraremos tres verdades bíblicas acerca del trabajo.
trabajando duro
I. El trabajo es una Bendición
Muchas personas creen que el trabajo llegó a la humanidad como una maldición por haber caído en pecado. Esta idea se deriva de una mala interpretación de Génesis 3:17-19. Las palabras “con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” no significan que antes de la caída no había trabajo, sino más bien, que esta actividad instituida por Dios se tornaría complicada y dificultosa por estar la tierra bajo la maldición del pecado.
De ninguna manera podemos concluir que hoy trabajamos por causa del pecado. De hecho, la Biblia nos presenta que el trabajador por excelencia es Dios mismo (Ge 1). Dios no es ningún holgazán, perezoso y desobligado. Jesús dijo: “Mi padre hasta ahora trabaja” (Jn 5:17).
La Biblia también nos aclara que Dios puso a Adán, Su imagen, en el huerto del Edén para que trabajara (Ge 2:15). Adán no estaba en un centro vacacional en el Edén, estaba trabajando. Como vemos, el trabajo ya existía aun antes de la caída.
Por supuesto, la caída vino a complicar las cosas. Ahora nos esforzamos y el sudor corre por nuestros rostros, pero logramos muy poco. La tierra fue maldita por el pecado y esclavizada a la futilidad. Pero espera su liberación cuando los hijos de Dios sean manifestados (Ro 8:19-21).
Entonces, no veamos el trabajo como una maldición, sino más bien, como una bendición. Es el plan de Dios para las vidas de sus imágenes. Cuando trabajamos estamos reflejando a nuestro Padre que también trabaja.
II. El trabajo es una Obligación
En 2 Tesaloniceses 3:6-12 el apóstol exhorta a los holgazanes y plantea el deber de trabajar. El problema era que algunos de la congregación vivían desordenadamente. ¿Qué hacían? Teniendo la capacidad física y mental para hacerlo, no estaban trabajando (v.11). Pablo dice que la solución es que “trabajando sosegadamente, coman su propio pan”. Y de allí surge la famosa frase tan mencionada: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. El trabajo es un deber, es una obligación.
Por medio del trabajo logramos señorear la tierra y ganar nuestro sustento. En otra epístola, Pablo llega a decir que si alguien no provee para los suyos es peor que un incrédulo, incluso ha negado la fe por negarse a proveer el sustento (1Ti 5:8). También se nos dice en Efesios 4:8 que el que hurtaba ya no debe hacerlo sino debe trabajar para compartir con los necesitados. El trabajo es obligatorio si queremos agradar a Dios.
Entonces, el trabajo no es una opción para aquellos que tenemos las facultades físicas y mentales para realizarlo. No estemos buscando maneras para no trabajar. Si tiendes a la pereza y a la vida fácil, debes recordar que el trabajo es una obligación. Dios nos quiere activos, diligentes y productivos.
III. El trabajo es un acto de Adoración
Cuando pensamos en el trabajo, pensamos en cómo éste suple nuestras necesidades materiales ya sean personales o de otros, pero nunca pensamos que el trabajo sea algo espiritual. Es decir, algo que tenga que ver con la gloria de Dios, que sea un acto de adoración.
En Colosenses 3:22-24, el Señor nos dice a los que trabajamos que debemos hacerlo para agradarle y no para agradar a los hombres (v.22). Que debemos trabajar como para el Señor y no sólo para los hombres (v.23) y que cuando trabajamos estamos sirviendo a Cristo (v.24).
¿Te das cuenta que esta perspectiva puede revolucionar tu vida laboral? Esta perspectiva te dice que no trabajes por la quincena, sino para honrar a Dios. Que no trabajes para tener contento al jefe, sino para agradar a Dios. Que cuando haces un trabajo para la compañía donde laboras estás trabajando para Cristo. No importa cual sea tu ocupación (lícita, por supuesto), si cambias tuberías o reparas computadoras, si cambias pañales o vendes artículos, si enseñas a niños o recoges basura, si diriges al personal de una empresa o lavas y planchas, cuando trabajas puedes glorificar a Dios con lo que haces. Más allá del salario, de lo popular de tu trabajo, de lo monótono y cansado que pueda ser, recuerda: Eres siervo de Cristo. Estás adorando a Dios al trabajar.
Conclusión
Si tienes una mala actitud hacia el trabajo, recuerda que Dios te lo ha dado como una bendición. Si te ves tentado por la pereza, recuerda que Dios nos dice que el trabajo es una obligación. Si crees que a tu ocupación le falta dignidad, recuerda que con tu trabajo adoras a Dios. ¿Qué actitud tendrás el próximo lunes? Puedes despertar agradecido a Dios por la bendición de trabajar, con el gozo de cumplir tu deber delante de Dios y con la alegría de ir más allá del salario y el cansancio, sirviendo al único que merece toda tu adoración.
felices en el trabajo, ¿cómo?


Cómo ser feliz en el trabajo
“EL SEÑOR ENVIARÁ SU BENDICIÓN... SOBRE TODO AQUELLO EN QUE PONGAS TU MANO...” (Deuteronomio 28:8)
La felicidad implica que te sientas bien acerca de ti mismo en medio de tus relaciones y tus logros. Cuando tus dones y habilidades alcancen su pleno desarrollo y son utilizados a través del trabajo de toda una vida, crecerás en confianza y en poder. Aquí tienes siete claves para que seas feliz en tu empleo:
(1) Ve el trabajo como un regalo del Señor y no como un castigo: “...a todo hombre a quien Dios da bienes y riquezas, le da también facultad para que coma de ellas, tome su parte y goce de su trabajo. Esto es don de Dios” (Eclesiastés 5:19);
            (2) Reconoce a Dios como tu verdadero jefe: “Servid de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno haga, ése recibirá del Señor” (Efesios 6:7-8);
(3) Dedícate a la tarea que sea compatible con tus dones: “Si alguno... ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado...” (1 Pedro 4:11);
            (4) Aprende lo que puedas acerca de tus tareas: “El sabio... escucha y aumenta su saber, y el inteligente adquiere capacidad...” (Proverbios 1:5);
            (5) Aprovecha la crítica para tu ventaja. De hecho, haz que te sirva para algo, pidiendo sugerencias y corrección: “Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo, pero el que acepta la corrección recibirá honra” (Proverbios 13:18);
            (6) Haz más que lo que esperan de ti: “...a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos” (Mateo 5:41). Pertenece al “club” de los que van la “milla extra”;
            (7) Haz que Jesús sea tu “socio de trabajo”. Sigue estando consciente de la presencia de Cristo durante todo el día mientras realices fielmente tus obligaciones (lee Hebreos 12:2): “Tú guardarás en completa paz a aquél cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Trabajar en circunstancias difíciles

"EL SEÑOR DIOS... LO PUSO EN EL HUERTO..., PARA QUE LO LABRARA Y LO CUIDARA" (Génesis 2:15)
Rechaza cualquier pensamiento de ser la "pobre víctima" que te robe la paz y te prive de estar contento. Tu trabajo, a pesar de los desafíos, habría sido el sueño de tus antepasados. ¿No oraste para conseguir este empleo del cual ahora te quejas? Aunque sea difícil de aceptarlo, estás en estas circunstancias por un motivo, y sólo será por algún tiempo. Estudia el curso; haz los exámenes, termina la carrera y sigue adelante hacia lo que Dios tiene guardado para ti. Hay algo que tienes que aprender y llevar contigo desde tu situación actual hacia la próxima. ¿Como qué? (a) Cimentar aptitudes; (b) Forjar carácter. Aparte de ser hábil con los programas Excel y Word del ordenador puede que tengas que adquirir paciencia y gratitud. Posiblemente debes aprender a dirigir una oficina, además de controlar tus caprichos. Ninguna experiencia es jamás una pérdida de tiempo para los que aman al Señor.
Escucha: "...todas las cosas los ayudan a bien... a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28b). A veces es difícil ver eso en el mismo instante. Cuando José estuvo en el pozo (lee Génesis 37:23,24) y más tarde en la prisión (capítulo 39:20), era difícil ver que aquella "ruta" le conduciría al palacio, pero así fue (capítulo 41:37-45). Dios tiene un plan magistral para tu vida. Tu presente tarea bien puede ser una preparación para el trabajo que el Señor tiene pensado para ti. Mira atrás y ve los pasos que te han hecho llegar al rumbo actual. Después, confía en que Dios está usando cada experiencia para llevar a cabo su voluntad en ti – y tu alegría.
trabajando en circunstancias difíciles
El trabajo bien hecho da su propia recompensa. Nos proporciona un sentido de valor. Sin un propósito, tendemos a deprimirnos. No caigas en la trampa de la promoción publicitaria exagerada de los medios de comunicación que dice que la gente de éxito no tiene que trabajar. Todos fuimos creados para cumplir una finalidad, independientemente de cuánto dinero haya en nuestra cuenta bancaria.
Quizás has oído predicar que el trabajo fue el resultado de la desobediencia de Adán y Eva (lee Génesis 3:17-19). ¡No! Aunque es verdad que el trabajo tomó un significado diferente, es un error creer que nuestros primeros antepasados vivieron sin objetivo. Desde el momento en que Adán y Eva fueron creados ha estado claro de que Dios se propuso que fuéramos como nuestro Creador: productivos, fructíferos y haciendo labores que contribuyen a los propósitos del Señor. A Adán y Eva se les fue dado el dominio sobre el huerto de Edén (lee Génesis 2:4-25) y ellos disfrutaron de un nivel máximo de realización en sus quehaceres, antes de su decisión egoísta de desobedecer. Escucha: "Tomó... Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara. El Señor Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viera cómo las había de llamar; y el nombre que Adán dio a los seres vivientes, ése es su nombre" (Génesis 2:15,19).
La descripción del primer trabajo consistió en nombrar y supervisar, ¡la posición del gerente más alto! Asimismo, Eva, como ayudante de Adán, fue creada para tomar parte en estos empeños. Un hombre que no tiene mucho trabajo no necesita un asistente. De tal modo, no hace falta que busques más lejos: ¡leyendo tu Biblia te darás cuenta de que el trabajo productivo es el plan de Dios para tu vida!
Dios envía a su pueblo hacia zonas hostiles para ser "sal", que cura y saca lo mejor cuando es esparcida. Es un honor ser escogido para el encargo; ¿te sientes también así?
El Señor sabe que si en cualquier situación nos acomodamos demasiado, tendemos a holgazanear demasiado tiempo allí donde estemos. Al "tostarnos" en la tranquilidad y dicha no contenciosa, nos perdemos las bendiciones que vienen a través del enfoque, del propósito realizado y de la guerra. Sí, ¡guerra! La figura de un soldado nos parece demasiado drástica, pero no te olvides: "...sufre penalidades como buen soldado…" (2 Timoteo 2:3). Hemos sido llamados para entrar en situaciones inhóspitas, tomar el territorio y demostrar a otros lo que es vivir bajo la señoría de Jesús. Nos involucramos muy fácilmente en situaciones mundanas, como jefes agobiantes, politiqueo de oficina, chismorreo que causa enfriamiento de relaciones, y tratamiento injusto, los cuales no nos dejan lograr ver la razón de Dios por estar allí.
¿Se te ha ocurrido que podrías ser el único creyente a quien se le conoce en el lugar de tu trabajo, o mejor dicho: el primero que haga que Cristo sea bien visto y que su mensaje sea atractivo? El destino eterno de alguien podría depender de tu testimonio y actuación... Es posible que de momento no esté interesado en lo que tienes que decir, pero la muerte, el divorcio, la enfermedad o la adversidad puede cambiarlo todo en "un abrir y cerrar de ojos". Es cuando el mundo va a buscar el consejo de "los muchachos que echaron al horno ardiendo y también del que arrojaron al foso de los leones" (lee Daniel, capítulos 3 y 6), pues nadie más tiene la respuesta. Así que, "...(hacedlo) [haz] todo para la Gloria de Dios" (1 Corintios 10:31b).
Mientras David estaba fuera en el campo cuidando a las ovejas, los ojos de todo el mundo estaban fijos en Saúl. Pero no los de Dios; los suyos estaban en David, observando cómo adoraba, cómo su carácter, relación con Él y temor del Señor se desarrollaban, y cómo enfrentaba el mal. ¿Sería intimidado fácilmente, o tenía la "madera" de la cual los reyes deberían estár hechos? ¿Cómo se comportaría en la batalla? ¿Vería a un gigante humano, o a un Dios gigantesco apoyándole? ¿Era orgulloso y autosuficiente, corriendo delante del Señor, o confiaba únicamente en Él? ¿Sería justo con las personas? ¿Cómo manejaría la autoridad? ¿Hablaría mal de aquéllos que estaban por encima de él o respetaría a los que estaban en autoridad, independientemente de sus defectos personales?
David no era totalmente consciente de aquello que Dios había planificado para él, pero reconoció al Señor en todos sus caminos. Alguien dijo una vez: "El carácter es lo que eres cuando nadie te mira". Bien, ¡Dios siempre está mirando! Él observaba a David; ¡y también te vigila a ti!
La mayoría de nosotros no trabaja como si el Señor nos observara o incluso se preocupara por el trabajo que estamos haciendo. Fallamos en darnos cuenta de que la promoción no viene "...ni de oriente ni de occidente..., ...[sino de] Dios" (Salmo 75:6-7). ¿Entiendes que aunque tu oficio actual pueda ser dificilísimo, el Señor te ha colocado allí para un propósito? Él te ha puesto en ese lugar para que puedas aprender a tratar con el enemigo, crecer en gracia y madurez y ser entrenado para cosas mejores. ¡Piénsatelo!
¿Piensas que tienes una labor difícil? David trabajó para un rey violento, atormentado por un espíritu malo que le arrojó lanzas (lee 1 Samuel 18:10)... La tarea de David consistía en traer paz, orden y productividad en esa situación peligrosa. Observa dos cosas importantes:
(1) David no intentó orar para que desapareciera su problema. Si hubiera orado para que el espíritu malo de Saúl se alejara de él, habría eliminado la oportunidad de servir a Dios en aquel entorno y en los siguientes. David sabía que el Señor tenía para él algo bueno en el "tintero", y por eso siguió alegre, atento a la voz de Dios y averiguó lo que hacía falta en cada momento a fin de que el Señor apareciera. Dios es un "profesional" en cómo resolver problemas, y cuando los ve, envía a su delegado "profesional". El Señor puede equiparte para la solución en cualquier problema, con el propósito de que Él pueda ser manifestado en medio de la confusión;
(2) Cuando David fue llamado, no acudió con las manos vacías; llegó con regalos. Él trajo "...un asno cargado de pan…" (1 Samuel 16:20). ¡También se llevó su arpa y la habilidad para tocarla (lee 1 Samuel 16:14-18)! No preguntó: "¿Qué provecho sacaré de esto?". Tenemos que deshacernos de nuestro espíritu de "dame" y sustituirlo por un corazón que está dispuesto a servir. Esto implica mantener una postura correcta que diga: `Puede ser que sea un tiempo difícil, pero sólo es temporal. Por lo tanto, comprobaré mi actitud regularmente y estaré agradecido por lo que tengo, para que se me pueda confiar lo que estoy a punto de recibir. Mientras estoy aquí, voy a hacer feliz al Señor. Él me escogió para esta tarea, y demostraré a aquéllos con los que trabajo que tengo algo que ellos necesitan'.
David sabía que Dios le había llamado antes de que fuera a trabajar para el rey Saúl. ¡Esto es muy importante! Aparte de lo que haces, debes saber quien eres; de lo contrario terminarás trabajando con más empeño para ser apreciado que por tus quehaceres. Esto no sólo envía la señal equivocada a tus compañeros de trabajo y a tus supervisores, también te priva de tu verdadera identidad en Cristo, además de la base sólida de seguridad, apacibilidad y alegría que tu tarea provee. Más bien, tu autoestima fluctuará como la popularidad de un político en un año electoral, subiendo un día y bajando el siguiente... En lo que se refiere a tu estado de ánimo y desilusiones inesperadas, aparte de unos pocos momentos de eulogio que puede o no ser sincero, terminarás por estar metido en una "montaña rusa", ya que cuando otros se enteren de que te desenvuelves a través del reconocimiento, tendrán la "llave" para manipularte con el fin de llevar a cabo sus propios objetivos.
Estar sediento de reconocimiento da poder a otros sobre ti para limitarte e influenciarte. ¡Esto es peligroso! Es difícil oír la voz del Señor (que a menudo nos guía en contra de la "marea" de la opinión popular) cuando has afinado tus oídos para responder sólo a la voz del jefe o a los comentarios del cliente.
Escucha: "...hacedlo todo para la Gloria de Dios" (1 Corintios 10:31b). Ya sea barriendo o planificando un presupuesto, ¡hazlo todo como para el Señor! Cuando experimentas su gozo en lo que estás haciendo, incluso si es algo que no te gusta hacer particularmente pero sabes que estás donde debes estar por ahora, no necesitas la afirmación de nadie más.

El Trabajo fuera de la Iglesia: Una vision Biblica

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Cuando entiendemos que nuestro empleo es para Dios, ya no es secular, sino sagrado. Los resultados de esta perspectiva son los siguientes:

Una actitud diligente

Ahora necesitamos apuntar hacia "un trabajo bien hecho, con amor", como dice Eva, cuyo trabajo social y trato con el público requiere "desarrollar paciencia y dedicar la misma atención a la primera persona del lunes que a la última del viernes".

Esta actitud es muy distinta a la que a veces encuentra Carmen, una profesora de idiomas: "Muchos profesores son profesores porque es un trabajo cómodo. Son cuatro horas al día; es un trabajo con muchas vacaciones y bien pagado (a mi parecer). Hay un esfuerzo mínimo y mucho pasotismo". La actitud de Carmen, sin embargo, es la de colaboradora diligente: "Veo el trabajo como parte de lo que el Señor me ha dado en mi vida. Yo disfruto mucho dando clases; quiero enseñar a mis alumnos lo mejor que pueda, con los medios que tenga, y serles de testimonio".

Una actitud agradecida

Es la actitud que expresa una trabajadora cristiana como Eva: "Ante el trabajo tengo una actitud agradecida, pues entiendo que es un poderoso instrumento que Dios utiliza para modelar mi carácter, fortalecer las debilidades, aflorar hábitos pecaminosos y probar mi obediencia. La recompensa económica se traduce también en el privilegio de poder apoyar proyectos y ayudar a otros".

Una actitud flexible

Si te acuerdas de que trabajas para Dios, no tienes que hundirte cuando el trabajo no sea completamente satisfactorio, tengas que cambiar de trabajo, o pierdas tu posición en el trabajo. Esto es posible porque, como dice Eva, "no creo que el trabajo en sí sea lo que ´llene´ a un cristiano. No debería ser su meta ni el número uno en su corazón".

Junto con la actitud flexible, hay que recordar que no hay que quedarse para siempre en un trabajo que no te llena, a menos que Dios haya claramente designado ese trabajo para ti en ese momento. Una secretaria que ha estado en trabajos que no le gustaban dice que es importante elegir un buen trabajo porque "pasamos la mayor parte de nuestras vidas en el trabajo, y si no estamos contentos ahí, o no vemos que estamos utilizando las capacidades que Dios nos ha dado, va a afectar nuestra vida y nuestra actitud". Por consiguiente, es crítico, como escribe un psicólogo cristiano y asesor laboral, Marlowe Embree, que "discernamos si estamos desempeñando el trabajo adecuado. A Dios le importan estos temas, y su Palabra provee una base sólida para descubrir las respuestas".

Es ese fundamento sólido, la Biblia, el que nos lleva a la conclusión de que no debemos ver nuestro trabajo ni como un disgusto ni como un dios. Al entender que Dios ha creado el trabajo y que ese trabajo aporta tremendamente a nuestras vidas y a nuestro mundo, podemos vernos como lo que somos: colaboradoras de Dios que le glorifican con su diligencia, gratitud y flexibilidad.

Estudio Inductivo: Como hacerlo - Para Obreros Itinerantes


En numerosas ocasiones nos acercamos a la Biblia sin saber realmente cómo leerla, por dónde empezar, cómo aplicarla… Nos conformamos con recibir lo que otros elaboran pero no nos acercamos a las Escrituras siendo conscientes que somos capaces por nosotras mismas de descubrir y redescubrir verdaderos tesoros para nuestras vidas.

La Biblia es un regalo, y puesto que somos privilegiadas por poderla adquirir y leer libremente, merece la pena que la exprimamos al máximo. Fue escrita para que cada uno pudiera estudiarla, investigarla y sacar sus propias conclusiones. Somos capaces de aprender por nosotras mismas mucho más de lo que a veces pensamos.

Aún con todo, lo cierto es que muchas veces la leemos pero no hemos aprendido cómo estudiarla. Las pautas que a continuación se ofrecen, son sólo un modelo, una guía que pueden ayudarte a descubrir la Biblia desde una perspectiva nueva y muy enriquecedora.

A fin de poder leer la Biblia con entendimiento, debes responder a tres preguntas básicas:
¿Qué es lo que dice la Biblia? OBSERVACIÓN
¿Qué es lo que quiere decir la Biblia? INTERPRETACIÓN
¿Qué es lo que me quiere decir la Biblia a mí? APLICACIÓN

10 pautas para hacer un estudio bíblico inductivo

1. Ora.

Si pretendes estudiar la Biblia sin contar con el Señor, éste no tendrá ningún valor espiritual. Ora por ti misma para que Dios te ayude a entender y a aplicar el pasaje a tu propia vida, y para que Dios te llene de su Espíritu.

2. Sitúa el texto en su contexto.

Lo ideal es leer el libro entero o situar el texto en el libro. Define la forma literaria: histórico narrativo, ensayo o tratado teológico, carta personal, carta pública, poesía, parábola, sermón, profecía, alegoría.

3. Lee el pasaje varias veces.

Puedes leer en diferentes versiones o traducciones. Puedes leer también las referencias al Nuevo Testamento (NT) y al Antiguo Testamento (AT) que se hacen del texto. Busca las palabras que no entiendes en el diccionario.

4. Define la idea principal del texto.

Puedes ponerle un título al texto – un título contemporáneo que exprese la idea central.

5. Divide el texto en diferentes párrafos.

Pon un título a cada párrafo, mostrando la relación que existe entre cada título de cada párrafo y el título principal del texto. Fíjate en la progresión de ideas (estructura del texto), compara las ideas y descubre si hay un significado especial en el orden. ¿Las ideas se dirigen hacia un clímax?

6. Busca las palabras clave del texto.

Éstas son aquellas palabras que piensas que son importantes en el texto. Algunas veces las palabras que se repiten te darán la clave.

7. Convierte en forma de pregunta todos los hechos del pasaje.

Si no conoces el texto, será fácil. Si ya lo conoces, imagínate que nunca has visto el pasaje en tu vida, que todo lo que encuentras es nuevo. En primer lugar OBSERVA lo que está escrito: ¿Qué dice el pasaje? Sin llevar a cabo estas preguntas, no podrás interpretar y aplicar las verdades correctamente:
¿Quienes son los personajes?
¿Qué sucede?
¿Dónde?
¿Cuándo?
¿Cómo?
¿Por qué?
¿Qué problemas surgen?
¿Cuáles son las consecuencias?
Presta atención a actitudes, reacciones, contrastes, comparaciones, descripciones, secuencias de tiempo, las conjunciones y preposiciones que muestran el enlace entre ideas, las ilustraciones, argumentos, implicaciones, figuras de lenguaje, preguntas, etc.

8. Interpreta los hechos.

Después de haber observado, anotado y comprendido lo "objetivo" del texto, puedes pasar a la segunda fase: INTERPRETACIÓN DE LOS HECHOS.

¿Qué quería decir el escritor? ¿Qué habrán entendido sus primeros lectores?
¿Cuál es la forma literaria del pasaje como un todo? (¿Histórico narrativo? ¿Ensayo o tratado teológico? ¿Carta personal? ¿Carta pública? ¿Poesía? ¿Parábola? ¿Sermón? ¿Profecía? ¿Alegoría?)
Imagínate a ti misma presente en la escena. ¿Qué habrías visto? ¿oído? ¿sentido? Imagínate en el papel de cada personaje para notar que habría sentido, pensado, etc., en ese momento.
Ubica los lugares en el mapa, determinando cuanto tiempo tomaría el viajar entre ellos, etc.
¿Cuál es la intención del autor?
¿Por qué hay este orden de sucesos?
¿Por qué menciona este detalle aparentemente sin significado?
¿Cómo apoyan la conclusión sus argumentos?
¿Qué se puede inferir en relación a Dios Padre? ¿Y, a Jesús? al Espíritu Santo? a la voluntad de Dios? a la naturaleza humana? al pecado? a la Iglesia?

Repasa el pasaje preguntándote: ¿Por qué? ¿Por qué?

 Hay que tener especial cuidado de no espiritualizar o alegorizar demasiado. No se trata de explicar cada detalle, sino de aprender a mirar aquellos que nos dan la clave para entender el pasaje en su totalidad.

9. Investiga los problemas.

Sólo cuando ya hayas hecho todo lo posible para exprimir el máximo significado del pasaje, debes consultar diccionarios bíblicos, comentarios, etc., para más información sobre la época histórica, la geografía, las costumbres, el sentido de los términos teológicos, versículos difíciles, explicaciones para aparentes contradicciones, exposiciones doctrinales, problemas intelectuales, etc.

10. Determina las lecciones prácticas del pasaje: aplicación.

Elabora preguntas de APLICACIÓN: ¿Qué significa esto para mí, en un sentido práctico, hoy, en mis presentes circunstancias?
Puedes pensar en preguntas como estas:
¿Cómo se aplican estas verdades a mis relaciones vitales (padres, hermanos, novio, esposo, compañeros de clase o trabajo, jefes, subordinados, profesores, miembros de la Iglesia)? ¿Cómo se aplican a mí como ciudadana en cuestiones sociológicas, políticas, económicas? ¿Qué me dice de mi responsabilidad misionera y mi relación con Dios)?
Si Jesucristo es "Señor sobre todo", ningún aspecto de tu vida puede estar exento de la aplicación de su Palabra. Pregúntate lo siguiente:
¿Qué debo cambiar en mis actitudes, mis reacciones, mi comportamiento, mi escala de valores?
¿Qué pasos he de tomar para obedecer este mandamiento?
¿Cómo puedo aprovechar esta promesa?
¿Cómo puedo vencer este pecado?
Es importante aplicar detalladamente las verdades a tu propia vida, porque "la obediencia a la luz ya recibida es condición indispensable para recibir más luz".
Guarda el estudio en un fichero o cuaderno. Si has hecho el estudio seriamente y has pedido la ayuda de Dios, valdrá la pena guardar los resultados. Con el tiempo encontrarás mejores explicaciones y mejores ilustraciones (en revistas, periódicos, libros, sermones, conversaciones, etc.) que podrás guardar junto con el estudio inicial que así irá creciendo.

Sermones: El trabajo en la Biblia

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¿Quién inventó el trabajo y por qué? ¿Fue una bendición o una maldición? ¿Parte intrínseca de nuestra naturaleza o una idea de último momento para mantenernos ocupados?

Desde el principio de la Biblia, vemos que Dios es el que ha inventado el trabajo. En primer lugar, Dios trabaja, como afirmó Jesús: "Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo" (Juan 5:17).


"Dios —dice Samuel Escobar en
Una actitud cristiana ante el trabajo— ...es un Dios activo; no es un aristócrata griego que vive en estática contemplación o en absurdas bacanales en el Olimpo". Dios, al encarnarse, también escogió "la vida de un trabajador pobre en una aldea pobre".

Es más,
él creó al hombre y a la mujer intrínsecamente trabajadores, en oposición a la idea difundida que "El origen del trabajo es la maldición bíblica" y "el individuo...no considera el trabajo lógica consecuencia de su existencia, sino como una condena, que él tiene que cumplir sin culpa alguna", como dice Fernando Díaz-Plaja en El español y los siete pecados capitales.

Lejos de imponer una condena, Dios dio a Adán y a Eva las instrucciones de su tarea
como parte de su bendición: llenar la tierra, sojuzgarla, señorear (Génesis 1:28). Puede que estas tres funciones no parezcan tener mucho que ver con el trabajo que hacemos de día a día pero en realidad lo tienen, más de lo que pensamos. Un día normal en la vida de Adán y Eva trataría de plantar semillas, cultivar la tierra, "cortar el césped", hacer una "base de datos" con los nombres de los animales... porque eso era lo que Dios les mandó hacer en Génesis (cuidar del jardín del Edén). Al recibir estas tareas (trabajos), en ese momento se convirtieron en colaboradores de Dios, "trabajadores con y para Él", una posición que continuará en la eternidad (Apocalipsis 22:3).

Por lo tanto, una perspectiva bíblica del trabajo es aquella que lo ve de por sí como algo creado por Dios para la humanidad. El trabajo lícito, independientemente del que sea, glorifica a Dios; es el plan original para la humanidad. Es más, aquellos que no creen, también creados a imagen y semejanza de Dios, glorifican a Dios con su trabajo, ¡y ni siquiera lo saben!


Lo que sí que apareció en escena después de la caída fueron las complicaciones y el dolor que encontramos en el trabajo (Génesis 3:17-19). Aún con estas espinas añadidas, sin embargo, el trabajo lícito es algo positivo para nuestras vidas. Conlleva fruto por su misma naturaleza (Proverbios 14:23), beneficiándonos de las siguientes maneras:


proveyendo para nuestras necesidades físicas y las de nuestra familia;
proveyendo recursos para que podamos dar a otros;
manteniendo nuestra mente y manos ocupadas en tareas constructivas, alejándonos del vicio;
desarrollando nuestro carácter: así teniendo la oportunidad de aprender responsabilidad, gratitud, obediencia, atención, diligencia, justicia, sacrificio;
desarrollando nuesras capacidades mentales y físicas, nuestros talentos;
preparándonos para tareas más amplias o difíciles que Dios tiene para nosotros(Mateo 25:21);
acercándonos a Dios, al ver que el trabajo en sí no llena, que necesitamos sus fuerzas ante retos específicos, que él finalmente es quien provee para nuestras necesidades.
supliendo un medio para aportar a la sociedad y servir a otros;
abriendo nuestra esfera de influencia y testimonio.

Entender tanto el origen del trabajo como sus propósitos y beneficios es el primer paso hacia una actitud cristiana ante el trabajo.

Sermones: La Biblia y el Trabajo

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EL TRABAJO EN LA BIBLIA
 
(Génesis 1:28)
La Biblia registra la vida de un pueblo trabajador por excelencia. Desde la perspectiva teológica el trabajo es un quehacer creativo con el propósito de obtener el beneficio necesario, tanto en lo personal como en lo familiar. Dios mismo realiza un trabajo creativo en todo lo que significa la creación (Gén. 1:1ss). Más aún, el primer mandato a Adán y Eva es trabajar (Gén. 1:28) en armonía con la creación. Es el Dios Creador quien hace coopartícipe al ser humano de su obra creadora para que esta perdure por siempre. En el Nuevo Testamento el trabajo también adquiere importancia. Jesús mismo trabajó por reino de los cielos. Los apóstoles y demás discípulos también siguen esta línea del quehacer creador; es decir el trabajo.
El trabajo en sí no es una maldición, tal como se interpreta en Gén. 3:17-19, sino que es una tarea creadora. Lamentablemente, después de la caída de Adán y Eva, el trabajo será en adelante con dolor. En el proceso del trabajar seis días , el descanso es un día de reposo, con el fin de reponer fuerzas y reservado para Dios. Él lo bendijo y lo santificó (Gén. 2:1-3). Dios mismo después de trabajar arduamente en el proceso de la Creación, descansó en el séptimo día. Dios nos ha dado a cada de nosotros esa capacidad creadora para obtener algún beneficio del mismo, de modo, que todos debemos tener esas oportunidad de generar el beneficio necesario para nuestro propio bien y el de nuestra familia. Nada cae del cielo, todo se logra en base de esfuerzo creativo. Esa capacidad creadora es al final de cuentas una gran bendición de nuestro Creador. Sin embargo, hay un día que es nuestra ofrenda a Dios y en ese día debemos alabarlo y rendirle culto. Lamentablemente este último aspecto ha sido obviado por el ser humano en los días de hoy.
Jesús entre sus muchas acciones, alaba al hombre laborioso y lamenta la desocupación (Mateo 20:1-16). Más adelante, el apóstol Pablo hace una exhortación de trabajar y no ser perezoso (Romanos 12:11). Por otro lado, Jesús enfatiza que el obrero es digno de su salario (Lucas 10:7). Es decir, todo trabajo debe ser recompensado, ya que de ese quehacer creador depende su bienestar y el de su familia. No nos debe sorprender el rol de artesano -carpintero, que Jesús asumió para sostener a su familia. Los discípulos de Jesús eran también artesanos y desde sus trabajos fueron llamados para trabajar en el reino de Dios. Vemos también como Pablo quien era un artesano -constructor de carpas, se ganaba su salario con la obra creadora de sus manos.
Hoy en día este tema es un asunto álgido en la vida de todo ser humano; por un lado hay personas que viven muy bien de su actividad laboral y hay otros que sufren por tener esa misma oportunidad. Se ha calificado muchas veces esa actividad creadora de una manera desproporcionada, según intereses de algunos que tienen el monopolio del trabajo. Parece mentira creer que hay trabajos que reciben una gran cantidad de dinero en forma exuberante, mientras que otros reciben una miseria por la misma actividad realizada. Es decir, hay una injusticia en la generación de trabajos. No descartamos los dones privilegiados de algunas personas, dones que han sido dado por Dios para una tarea específica, lo que genera un trabajo especializado (Romanos 12: 4-6; 2 Corintios 12).
Un asunto que nos debe llamar mucho la atención es que hoy en día hay un alto índice de desocupación lo que no permite a muchas personas gozar de esa bendición de Dios de ser partícipe de Su obra creadora. En otros casos existen los trabajos inhumanos, con graves consecuencias. La pobreza y la miseria son consecuencias de estas injusticias del hombre por el hombre. Dios no quiera que siga existiendo esta situación, de ahí que seguirá siendo vigente la voz profética de Su iglesia para desterrar todo tipo de injusticia y explotación.
También nos debe llamar a preocupación el hecho de que el trabajo se haya convertido en una actividad deshumanizadora en vez de una actividad creadora. Vemos casos de agotamiento, strees, rutina, desvalorización, automatización, etc. Haciendo una relación entre el trabajo y el descanso vemos que los porcentajes con respecto al trabajar ha excedidito sus límites, por ejemplo, veamos la siguiente relación:
- Trabajo    -    descanso:  15 horas diarias laboradas  (62.5 %)
- Trabajo    -    recreación: 0 (0 %)
- Trabajo    -    Dios:  1 hora a la semana -culto ( 0.0059 %)  
Esta es la cruda realidad de nuestra actitud con relación a la labor realizada por cada uno de nosotros y nuestra relación con Dios en relación al tiempo que le damos para él.
Quiera el Señor nos libere de esta esclavitud y nos permita generar nuevas oportunidades de trabajo para otros. Que todo lo que realicemos sea para la honra y la gloria de nuestro Señor Creador

lunes, 30 de abril de 2012

Papel de la Madre: Hablando de la Biblia



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La madre en el Antiguo Testamento
       Comenzando en Génesis 17:16 que nos dice: "Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella." ya encontramos la importancia de la mujer como madre.

       Que decir de uno de los pasajes más bello en cuanto al amor de pareja Isaac y Rebeca, desde el principio Abraham dio muestras de considerar a la madre en la relación de los hijos; Génesis capítulo 24 nos dice de ellos y en sus inicios: "Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Jehová había bendecido a Abraham en todo. Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac... tenemos que este dio regalos a la madre de rebeca... también dio cosas preciosas a su hermano y a su madre. "

       En Éxodo nos encontramos de la importancia para Dios la madre, dándonos mandamientos con promesa "Ex. 20:12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da."   Seguimos en el mismo libro dando Dios más importancia a la madre 21:15, "El que hiriere a su padre o a su madre, morirá." al igual que el 17 "... el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

       Pasando a Deuteronomio y precisamente el capítulo 21 y versículos 18 al 21 tenemos la autoridad que Dios le da a la madre en la enseñanza al hijo "Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; el 19 dice entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; 20 y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho..." Una autoridad a la par o de igual forma que al Padre en cuanto a autoridad en la educación y castigo hacia sus hijos.

        En 1ra. de Samuel vemos del amor de la madre y su diligencia para con sus que haceres (vestuarios) 1ra. de Sa. 2:19 nos dice "Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado..."

       El libro de los Salmos igual forma nos habla de la bendición que nos da Dios en el caso de algunas madres que no podían tener un hijo... Sal. 113:9 "El hace habitar en familia á la estéril, gozosa en ser madre de hijos. Aleluya."

       Proverbios por otro lado habla de la sabiduría de la madre en cuando a consejos... "Y no desprecies la dirección de tu madre, no dejes la enseñanza de tu madre; y cuando ella, aun allá sigue su sabiduría como tal "... si envejeciere, no la menosprecies."

       Por el lado de Eclesiastés nos habla de como ellas son nuestro primer contacto de amor y cuidado "como salió del vientre de su madre, desnudo...", de igual forma Cantares nos sigue dándolo a conocer ..."Allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz. Mamó los pechos de mi madre"

       El profeta Isaías nos sigue revelando nuestra relación con ellas, donde Dios tiene parte; en 49:1 "Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria."

       Creemos que Dios a dejado algo muy especial en el sentimiento hacia una madre, que él lo compara en Is. 66:13 a una de sus manifestaciones de su consuelo "...como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros... 

Tenemos en el Nuevo Testamento
       Ahora bien en el N.T. y específicamente en Mateo 19:18 el mismo Señor Jesucristo nos reitera de sus propios labios la importancia de una madre y nos dice "...Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.19:19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

       En Marcos vemos el cuidado de una madre Mr. 16:1 "Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle."

       La obediencia a Dios sobre a otras personas lo vemos en Elizabeth "Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan."

       El sentirse orgullosa de sus hijos lo vemos en Lc. 2:33 "Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él." y la respuesta de un hijo a una madre, como la importancia de un hijo de la madre, versículo 51 "Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón."

       En Lucas vemos el amor de Dios hacia una madre con necesidad, Lc. 7:11-15 "11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. 7:12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. El 13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores, 14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. 7:15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre."

       Como una madre se ve incluida en el ministerio de un hijo, lo vemos en Lucas 8:19-20 donde María la Madre de Jesús acude con sus otros hijos a donde se encontraba "Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud. Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte."

       Como dentro del primer grupo de mujeres que anuncio la resurrección de Jesús estaba una madre, Lc. 24:10 "Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles."

       La unidad, permanencia, cuidado de una madre hacia un hijo que este aprecia Jn. 2:12 "Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días."

       Jesús siempre ha dado importancia en todo momento a una madre, aquí vemos que la fe, el cuidado, la dedicación, etc. de una madre le hacen ser parte de uno de los prodigios y milagros que hizo cuando estuvo en la tierra de israel; leemos en Lc. 8:51 "Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña.

       Dentro de la vida familiar de nuestro Señor Jesucristo, la presencia integral de la familia y su madre era reconocida en el lugar donde vivían, tenemos en Juan "Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?".

       En los momentos difíciles la presencia de la madre sin dudas se hace real "Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena."

       El sacrificio de una madre se hace presente en Jesús, pidiendo el cuidado de ella porque que se ausentaba físicamente, "...cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa."

       La madre, prueba de su devoción, compromiso y fe, leemos en Hechos 1:14 "Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos."

       Pablo reconociendo la integridad de una madre en Roma, a la cual llama como "...y mía", Ro. 16:13 "Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía. "

       Nuevamente el reconocimiento del valor de una madre y la promesa a cambio Ef. 6:2 "Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa.."

       Finalmente vemos en la Biblia a una madre de fe; la madre de Timoteo 2da. Ti. 1:5 "trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.


 

domingo, 29 de abril de 2012

Devocional: Hoy

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«NO ME GUSTA»
«Los que se preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un premio que dura para siempre».

1 Corintios 9:25
Traducción en lenguaje actual

Ariel comenzó a trabajar a los 14 años de edad. Su tío le pidió que lo ayudara con algunas tareas en la fábrica y poco a poco aprendió el oficio. ¡Todo un desafío para un adolescente acostumbrado a ver televisión, practicar básquet y asistir a clases! Además, consideró que se trataba de una buena oportunidad para ayudar financieramente a su madre y su pequeño hermano. Los primeros días le resultaron muy fáciles: todos le sonreían, los jefes le tenían paciencia y lograba cumplir con el horario matutino de ingreso. Pero al pasar los días las cosas no le parecían tan sencillas como al principio. ¡Había días en los que trabajaba durante más de diez horas! Cuando volvía a su casa cenaba y se caía desplomado sobre la cama, sólo para levantarse cinco horas después y seguir con la rutina. Nada de televisión, nada de paseos, ¡sólo trabajo! Pero algo especial sucedía cada dos semanas. Algo que hacía que Ariel se olvidara del sacrificio: ¡le pagaban su salario! Por primera vez en su vida administraría su propio dinero. Por primera vez logró entender el valor que tiene el esfuerzo personal para lograr lo que uno se propone. No es fácil entrenarse, ahorrar, seguir una dieta, estudiar, ir al dentista, ser amable con los demás, planificar, perdonar, arrepentirse, orar y leer la Biblia todos los días. ¡Pero qué diferencia tendrás en tu calidad de vida cuando te dediques a hacer lo que no te gusta pero que sabes que es lo mejor y lo que conviene para tu vida!

H2O: Busca un papel y un lápiz y escribe las cosas que sabes que tienes que hacer pero que no te gusta llevarlas a cabo. Vuelve a leer el versículo de hoy y pídele a Dios que te ayude a realizar tus tareas con gozo.



 


Obras para el Dia de la Madre: Especial para E.D.


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MAMITA QUIERO CAMBIAR
PERSONAJES
AMALIA
BEBÉ
ARMANDO NIÑO
ARMANDO ADULTO
ALFREDO
NATALIA
DELINCUENTE 1
DELINCUENTE 2

INTRODUCCIÓN

Este es una historia que pudiera pasar en cualquier sitio de nuestra ciudad, donde una madre soltera tiene que luchar con su pequeño niño, por causa del abandono. En esta situación encontramos a Amalia, una joven madre, que tiene que afrontar la vida sola con su pequeño hijo Armando, a causa de la ruptura de su matrimonio. Amalia confía en que sola cubrirá todas sus necesidades. Con la ayuda del Señor Dios Todopoderoso, confía en que en un futuro Armandito, será un hombre de provecho que estará caminando cada día con Dios. Pero por una mala casualidad le tocará vivir la trágica jugada del destino, donde será separada de su hijo.

PRIMERA ESCENA.

(Se encuentra Amalia en un parque de la ciudad conversando con su pequeño hijito Armando.)

AMALIA. ¡Mi niño querido! ¡Viniste a llenar un vacío tan grande en mi vida! Nunca te voy a dejar solo, ¡siempre te voy a querer! Haré de ti un hombre de provecho, serás un buen hombre, ¡un profesional! Te enseñaré a valorar la vida, a amarme, a respetar a tu esposa... (Con desilusión.) No como tu padre que se fue y nos dejó solos... ¡Mi niño querido! ¡Mi Armandito! Vas a crecer fuerte y saludable, nunca te hará falta nada; el Señor ha prometido estar con nosotros y sustentarnos en todo momento, pero tú ahora estás muy chiquitico para entender estas cosas, ¿no? Eres tan pequeñito, tan indefenso, necesitas tanto de mis cuidados, de mi protección... Te pareces tanto a mí... No, no, no, ¿cómo te vas a parecer a mí? Si tú eres tan lindo… Tú eres un regalo de Dios, tú eres mi pedacito de cielo. (Comienza a canta una canción de cuna.)



SEGUNDA ESCENA

(Pasados ocho años se encuentra Armandito jugando canicas cerca de su casa, con Alfredito su amigo.)

ARMANDO. Dale, dale, que te toca a ti...

ALFREDO. Sabes que si le pego, te quedas sin nada...

ARMANDO. ¡Ok! ¡Está bien! Si es que logras pegarle… (Viendo sus anteojos.) Porque con esas lupas que tienes, lo dudo mucho… (Risas.)

ALFREDO. (Molesto.) ¿Te estás burlando de mis lentes?

ARMANDO. (Sigue burlándose.) ¡Dale! ¿Qué se va a hacer tarde…? Y ya va a ser hora de almorzar y mi mamá me va a llamar.

ALFREDO. ¡No te sigas burlando! Si te sigues riendo de mí, ya vas a ver… (Hace como que va a jugar y Alfredito se tapa la boca aguantando las ganas de reír.) Entonces, ¿te vas a seguir burlando de mí? (Arroja las canicas al suelo y se le encima tomándole por el cuello.)

ARMANDO. ¡¡Yaaaa!! Suéltame… (Logra soltarse.) Oye, suéltame, no te pongas bravo… No fue mi intención… ¡¡DISCÚLPAME!!

ALFREDO. (Llorando.) ¡¡Cállate!! Tú eres como los demás, todos se burlan de mis lentes… Yo no pedí ser así… Mi mamá me dijo que los necesito para poder ver bien y tú que dices ser mi amigo, te burlas como los demás, no es justo…

ARMANDO. (Apenado.) Oye, de verdad, discúlpame… No fue mi intención, cometí un error… Te prometo jamás volverme a burlar de ti… pero no llores… Mira, mi mamá me dice que la palabra de Dios dice: “un amigo es más que un hermano” y tú eres mi mejor amigo…eres como un hermano para mí y te quiero mucho; no nos volvamos a pelear por tonterías OK. ¡Dame esos cinco, amigo!

ALFREDO. (Secándose las lagrimas.) Bueno, pero ya sabes… (Estrecha las manos con Armando.)

ARMANDO. Bien terminemos.

VOZ EN OFF. (Interrumpiendo.) ¡Armandito!, ¡la comida está servida, ven a comer!

ARMANDO. ¡Epa! Me tengo que ir, mi mamá me está llamando.

ALFREDO. (Protestando.) ¿Y no vas a terminar de jugar?

ARMANDO. No, no, no... Mi mamá me está llamando, tengo que ser muy obediente por que eso le agrada a Dios. ¿No sabes que tenemos que honrar a nuestros padres? Después seguimos. (Sale de escena corriendo.)



TERCERA ESCENA

(Diecisiete años más tarde, Armandito convertido en un hombre se encuentra conversando con su mamá, quien está planchando.)

AMALIA. Menos mal, mijo, que por lo menos conseguiste un empleo estable, porque un muchacho corno tú, bachiller de esta República, haciendo cualquier cosa por ahí, no resulta. Imagínate que ninguna nevera se descompusiera, ¿qué va ser de nosotros? ¿Ah? Porque con lo poquito que gano planchando, no alcanza, y entre pagar el apartamento, la compra de la comida, y cancelar todos los servicios, se va todo el dinero, pero el Señor escuchó mi oración y pudiste conseguir ese empleo y hasta en gracia has caído, porque tu jefe te trataba muy bien, ¿no es así? (Armando no contesta ~ vuelve a preguntar) ¿No es así, Armando? Armando, ¿tú me estás escuchando?

ARMANDO. Sí, sí, yo te estoy escuchando, mamá, pero es que estoy apurado porque hoy es la fiesta de Lisbeth, y voy a ir con Belice. Es más, me acaba de llamar y me dijo que baje en 5 minutos y no quiero hacerla esperar.

AMALIA. (Preocupada.) Pero, ¡Armando! ¿En qué habíamos quedado? ¿No me dijiste ayer que me ibas acompañar a visitar a la hermana Rosa? Ella te aprecia mucho y le gustaría verte, además siempre te he dicho que ese camino que pretendes llevar, no te va a producir a nada bueno. ¿No sabes que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios?

ARMANDO. (Molesto.) Pero bueno, mamá, ¿vas a empezar de nuevo con tu sermón? Siempre andas criticando mis amistades: que no te gusta lo que hacen…

AMALIA. Lo hago por tu bien. Tú naciste bajo la bendición de un hogar cristiano y tú me prometiste que hoy…

ARMANDO. ¡Que hoy nada mamá! Cambié los planes, ¿OK? ¿Tú crees que voy a perder mi tiempo con esa señora? No, mamá, lo siento mucho, además, ¡que la visite su familia! ¿Es que acaso se olvidaron de ella, que nosotros tenemos que estar arriba de ella?

AMALIA. ¡No hables así, Armando! Te desconozco… ¡Me estas faltando el respeto!

ARMANDO. Lo siento, mamá, pero es que a veces tú me cansas con tus sermones. Y me da mucha rabia. (Calmando las cosas.) Mira, dejemos esto hasta aquí, no quiero seguir discutiendo contigo, otro día te acompaño Ok…

AMALIA. (Reflexiva.) Como me gustaría verte en el grupo de danzas de la Iglesia. Danzándole al Señor… Dime: ¿cuándo piensas enseriarte con las cosas de Dios? Ya sabes lo que dice la palabra, “Acuérdate joven de tu creador en los días de tu juventud”. Él merece nuestra absoluta obediencia. A ver, explícame esto: ayer era Ana Teresa, ahora es Belice y mañana, ¿quién sabe? ¿Tú crees que vas a entrar en la universidad, si sigues con eso? ¿Si estás pendiente de fiestas y noviecitas?

ARMANDO. ¡Mamá, por favor! Yo entiendo que Jesucristo es mi Salvador, que murió por mí y todo eso, pero eso todavía no es para mí, ¡aún soy joven! Yo necesito vivir mi vida, ¡disfrutar mi juventud! Además, tú lo que quieres es tenerme sometido, tenerme aquí encerrado, ¿acaso tu me estás criando para que me quede contigo? Esta chica no te gusta, esta tampoco... ¡Yo no sé qué quieres tú!

AMALIA. Armando, yo solo quiero el bien para ti.

ARMANDO. ¡¡Ya!! No quiero escucharte más… ¡Me largo!

AMALIA. ¡¡Armando!! ¡¡Armando!!

(Armando sale de escena bruscamente, dejando a su madre sola.)



CUARTA ESCENA

(Al día siguiente, muy temprano por la mañana, Amalia se disponía a ir al mercado con Armando.)

AMALIA. ¡Dios del cielo! Yo no sé qué pasa con este muchacho... ¡Armando, Armando! ¿Se puede saber a qué horas llegaste?

ARMANDO. (Despertándose.) ¿Qué? ¡¡Déjame dormir!! Tengo mucho sueño…

AMALIA. ¡¡No vas a tener sueño, si llegas de madrugada…!!! ¡¡Bien bonito que te está quedando esa costumbre de llegar de madrugada!! Si así fueras cuando te digo que nos quedemos en la Iglesia para hacer una vigilia… (Armando se arropa la cabeza.) ¡Anda, levántate! Necesito que me acompañes al mercadito popular. Sabes bien que hay que ir bien temprano para aprovechar los precios, además tú sabes cómo se llena eso y necesito que me ayudes con las bolsas.

ARMANDO. (Levantándose.) Mamá, todas las semanas te acompaño al mercadito popular, pero entiéndelo, acabo de llegar. Y estoy bien cansado, además los muchachos me vienen a buscar más tarde para ir a la playa. (Se vuelve a arropar.)

AMALIA. (Sarcástica.) Así que, ¿te vienen a buscar de nuevo? Bien bueno contigo... ¿Por qué mejor no te mudas y vives en la calle…? Porque ya casi ni te la pasas en la casa.

ARMANDO. (Se levanta muy molesto.) ¡Sí! ¡¡Lo que me provoca es largarme!!¡¡Ahora no se puede dormir en paz en esta casa!!

(Armando sale de escena.)

AMALIA. ¡Armando! ¡No me hables así! ¡Mira que soy tu madre! ¡Armando…! Pero, ¿quién se ha creído éste que soy yo? Que el Señor reprenda el diablo… ¡Dios mío dame paciencia con este muchacho! (En ese momento toca la puerta Natalia, la amiga de Amalia en busca de unos palitos de fósforos.) Ahora quién será…

NATALIA. Buenos días, Amalia, ¿eso que todavía estás aquí? Ya te hacia en el mercado con Armadito, como ustedes salen bien temprano... Pero menos mal que te consigo, vine para ver si me puedes regalar unos palitos de fósforos que se me apagó la cocina y… disculpa la molestia.

AMALIA. No te preocupes, Naty, no faltaba más. (Los busca y se los da.) Aquí están, ¿vas al mercado?

NATALIA. Sí, ¿por qué?

AMALIA. Para ir juntas, porque Armando no podrá ir conmigo. ¿Vamos?

NATALIA. (Extrañada.) Ah, bueno. Vamos pues. Pasamos por la casa y con eso te cuento algo de Alfredo, pero primero llevamos los fósforos, busco el monedero y nos vamos. Ese muchacho no sé qué le pasa.

(Salen de escena.)



QUINTA ESCENA.

(Horas después aparecen en escena caminando Amalia y Natalia, con las bolsas del mercado, comentando.)

NATALIA. Ay no, Amalia, con estos precios no vamos a poder ni comer. Figúrate que ya subieron la harina de trigo, no se dónde iremos a parar...

AMALIA. Pero démosle gracias a Dios porque hasta ahora nunca nos ha faltado nada, y por ese mercadito que vende barato, porque yo vi. Esa misma harina la vi más cara la semana pasada en el abasto del señor Domingo.

NATALIA. Oye pero, no sé, a mí como que se me olvidó algo. ¿Qué será? ¡Ay! Se me olvidó comprar los fósforos...

AMALIA. (Risas.) Vaya, mujer, con esa cabeza tuya… Eres tan olvidadiza… No importa, no te preocupes, te voy a regalar una cajita que tengo en la alacena.

NATALIA. Gracias, mujer, eres tan buena… Eres una santa. (De pronto ve a dos delincuente en la esquina estaban drogados.) ¡Ay, Amalia! ¿Usted está viendo esos tipos de la esquina?

AMALIA. Sí, los he visto varias veces rondando el barrio. ¿Por qué, Natalia?

NATALIA. Porque esos tipos son unos delincuentes; le dicen los “morochos” y parece que lo están buscando y le digo una cosa: para nada bueno será. En el barrio dicen que la semana pasada mataron a uno por problemas de drogas… Mejor nos vamos por la otra calle…

NATALIA. No, se darían cuenta, además, ¿qué nos pueden hacer? Van a robar a dos pobres como nosotras… (Risas.) Vamos, el Señor nos cuida.

DELINCUENTE 1. Entonces my lady, buenos días. ¿Qué pasó, viejita? ¿Por qué van tan solitas? ¿Las acompañamos?

AMALIA. No, gracias, hijo, nosotras podemos solas.

DELINCUENTE 2. ¿Qué pasó morocho? ¿Te vas a meter con las señoras? No se preocupe mi vieja….

DELINCUENTE 1. ¿Qué pasó? ¿Por qué tan nerviosa, mi doña?

NATALIA. ¿Nerviosa yo…? Eh… para nada…

DELINCUENTE 1. Entonces, mi viejita, será que nos pasa alguito para comer…

AMALIA. Mira, muchacho, yo ni te conozco, y no te voy a dar nada porque ambos sabemos bien que no es para comer sino para comprar esa basura que te metes que además te está destruyendo la vida.

DELINCUENTE 2. (Molesto.) ¿Qué pasó, mi doña? Tampoco la cosa es así… (Saca una pistola.) Ahora, vieja estúpida, me vas dar la cartera o si no ¡¡te quiebro aquí mismo!!

AMALIA. ¡¡Suelta mi cartera!! ¡¡Auxilio!!

(Forcejean y el delincuente mata a Amalia.)

DELINCUENTE 1. ¡¡Vámonos!! ¡¡Te quebraste a la vieja!! ¡¡Corre!! (Salen corriendo.)

NATALIA. (Desesperada.) ¡Amalia, Amalia! ¡No! ¡Auxilio!, ¡ayúdenos!, ¡alguien que me ayude!, una ambulancia, ¡por favor!

AMALIA. (Agonizando.) ¡¡Natalia!!, me muero… me muero… Natalia..., cuida de mi hijo... dile que lo amo… que nunca se aparte de los caminos del Señor…... dile que lo amo... (Expira.)

NATALIA. (Gritando.) ¡¡Amalia!! ¡¡Amalia!!

(Entra en escena Armando apresuradamente.)

ARMANDO. ¿Qué pasó? Señora Natalia, ¿qué le pasó a mi mamá?

NATALIA. ¡La mataron! Armando… ¡la mataron!

ARMANDO. (Conmocionado.) ¡¡Noooo!! ¡¡Mamá!!, ¡¡mamá!!, (Grita desesperado pidiendo ayuda.) Mamá, despierta, estoy aquí, soy Armando, tu hijo Armando… ¿Quién pudo hacerte esto...? ¡Mamá, por favor, no te vayas!, por favor, ¡no me dejes solo!, contéstame mama... mamá, te quiero, tal vez no lo demostré cómo te lo merecías... si tú te vas, ¿quién va a estar en tu lugar? Nadie podrá sustituirte, ¿quién paralizó tus manos que trabajaron tanto por mí...?, ¿quién apagó tu voz...? ¡Mamita querida...! (Entona la canción y luego exclama.) Mamá: ¡¡TE PROMETO QUE VOY A SEGUIR A JESUCRISTO!! Escúchame: ¡¡acepto a Jesús!!


Libretos para el Dia de la Madre: lecciones para la Escuela Dominical


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10 Minutos y 6 Personajes. Es el día de la madre y parece que la familia de la protagonista se ha olvidado de ella...


UN DÍA DE LA MADRE

PERSONAJES

MAMÁ
PAPÁ
HIJO
HIJA
VECINA
ESPOSO


(Es el día de una madre, común y corriente, con sus obligaciones y deberes, pero sazonado con algo especial.)

ESCENA 1

(Comienza el día, la esposa se levanta para despedir a su marido, se queda en pie y comienza a hacer las cosas, luego se despiertan los niños y los manda al colegio.)

MAMÁ. Le voy a preparar el desayuno a mi chanchito para que vaya a trabajar.

PAPÁ. Gracias, mi amor, ¡eres la esposa perfecta! Que Dios te siga dando hoy siempre ese espíritu de sacrificio.

MAMÁ. Las cosas que me dice, yo siempre lo voy a cuidar... Ya, mejor váyase que va a llegar atrasado. (Se despide con un beso.)

MAMÁ. Chao... (En tono de no comprensión) Si supieras, amor, tengo que trabajar igual que tú sólo que yo lo hago en la casa.

(Se levantan los niños y llegan donde la mamá listos para irse al colegio.)

MAMÁ. (Está haciendo el aseo y ordenando.)

HIJA. Ya, mamita, estamos listos para irnos al colegio... pero el Felipe no se apura, siempre llegamos atrasados por su culpa.

HIJO. (Llega desordenado y con cara de sueño.) Tengo sueño... Me puedo acostar un ratito más.

MAMÁ. No, flojonazo, se me arregla y parte al colegio con su hermana.

HIJA. Ya, po' Felipe apurémonos o si no nos van a castigar.

HIJO. Pero si es temprano, (insistiendo) ¡un minutito más!

MAMÁ. (Se mira el reloj.) Mira la hora que es, se me van al tiro al colegio (les da un besito y los despide.)

(Se queda sola en casa, pone un casette cristiano canta y comienza a hacer las cosas.)

(Pasa un letrero mostrando las 12:00 horas. Esto sin cierre de telón.)

MAMÁ. (Está barriendo cuando llega una vecina muy apurada pidiendo ayuda.)

VECINA. Vecinita, vecinita, ayúdeme, por favor... (con voz de horror) el arroz se me echó a perder.

MAMÁ. Pero, cuéntame, Sandrita, ¿qué te pasó?

VECINA. Dejé el arroz puesto en la cocina y cuando lo fui a ver estaba todo pegado y duro y malo, etc.

MAMÁ. Pero, ¿cómo lo hiciste?

VECINA. (Con voz de ingenua.) Yo me acordaba que era una taza de agua por dos de arroz y nada más.

MAMÁ. Pero, ¡cómo se te ocurre! ASí no es, son dos de agua por una de arroz.

VECINA. Con razón me quedó tan duro… Pero no importa porque al pancho le dejé un plato de porotos con mazamorra que me quedaron de ayer.

MAMÁ. ¿Con mazamorra?

VECINA. Sí, ayer le eché harto choclito.

MAMÁ. ¡Eso fermenta! Tu marido se va a enfermar.

(En eso llega el marido gritando de dolor.)

ESPOSO. Permiso, vecina, Sandrita, ¿qué le echó a la comida? Me duele mucho la guata.

VECINA. Nada, panchito, vamos para la casa, ahí le explico... (Se acerca a la mamá y le dice como secreteando.) Eran dos de agua por una de arroz, ¿cierto?

MAMÁ. Sí, vecina, vaya tranquila, si hay algún problema me llama.

(Suena el teléfono.)

MAMÁ. ¿Haló? Hola, pastora, que Dios le bendiga, dígame. Claro, sí, me acuerdo que hoy me toca el tema en las Dorcas. Estoy terminando de hacer las cosas para darle la última repasadita. Acuérdese que tiene que llevar el queque para vender. No, no puedo quedarme conversando, tengo muchas cosas que hacer. Bueno, entonces nos vemos en la iglesia... que Dios le bendiga.

/Llega la hora del almuerzo. Tiene la mesa puesta y todo listo para recibir a sus hijos.)

HIJA. Hola, mamita, me saqué un 7.

HIJO. Hola, mamá, me anotaron por quedarme dormido en la clase, tienes que ir el viernes a ver al profesor jefe.

MAMÁ. Otra vez lo mismo... no importa, después hablamos, ahora siéntense a comer... alguien trajo tarea.

(Los dos levantan la mano enérgicamente.)

MAMÁ. Cuando llegue de las Dorcas les voy a ayudar a hacerlas. Ahora terminen levanten sus platos y reposen y se ponen a estudiar y si no entienden yo les ayudo cuando lleguen... de ahí pueden salir a jugar, ahora yo me voy a las Dorcas después nos vemos.
(Ella se va y pasa un letrero con las 18:00 horas, esto sin cierre de telón. La mamá llega a su casa y la están esperando sus hijos.)

HIJA. Que bueno que llegó teníamos mucha hambre.

HIJO. Danos, tesito al tiro, por favor.

(Mientras ellos le hablan ella se pone el delantal para hacer las cosas.)

MAMÁ. Enseguida les sirvo... ¿a quién le ayudo con las tareas?

HIJO. Yo no entiendo castellano.

MAMÁ. Que no entiende... cuénteme.

HIJO. El profesor dijo que ayer se escribía sin "h" y hoy se escribe con "h".

HIJA. Sí, mamá, los profesores son más enredados, andan preguntando cosas de cuando uno ni nacía.

MAMÁ. Ahí, hijitos, siempre tan enredados.

(Llega el papá, los hijos van corriendo a saludarlo, ella se pone a atenderlo, le saca la chaqueta, lo sienta, le hace masaje en las sienes y le sirve un tesito.)

MAMÁ. Quiere que le sirva algo más.

PAPÁ. No, gracias, mi amor.

MAMÁ. Entonces, me voy a poner a planchar.

(Saca la tabla, la plancha, la ropa y comienza a planchar.)

(En eso pasa el letrero de las 24:00 horas. Esto sin cierre de telón. La familia se va a despedir para irse a acostar, dejándola sola.)

MAMÁ. (Sentada.) Se fueron todos a acostar, tienen que estar muy cansados, mi chanchito trabaja todo el día para poder mantenernos, y mis niños tan duraznos que salieron para el estudio pero ya van a aprender... (Suspiro profundo.) Estoy tan cansada, me duelen las piernas y los hombros, pero cuando me acueste voy a descansar. Hoy estaban todos tan apurados que parece que se les olvidó que era el día de la madre, pero no importa, yo igual los sigo queriendo.

(Sentada se dispone a orar sobre la mesa.)
MAMÁ. Gracias Padre por este día que me das, por mi familia, mi vida, mi hogar, por los alimentos que nunca faltan, gracias por todo esto. Sólo te pido que me des fuerza para seguir adelante, mi familia me necesita y quiero estar ahí para ayudarlos, dame más años de vida para poder ver crecer a mis hijos y más tiempo para cuidar a mi esposo... es lo único que te pido.

(Mientras ella estaba orando su familia le deja una flor y una carta y se van. La mamá lee la carta.)

CARTA: En las fuerzas de tus manos
descansa nuestra alegría.
en la dulzura de tu voz
está nuestro corazón,
y en la profundidad de tu mirada
se encuentra nuestra esperanza.

Dios te bendiga, madre, de tu esposo e hijos.

(Luego todos salen y le dan un gran abrazo.)





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