miércoles, 23 de marzo de 2011

Esclareciendo Conceptos: La Batalla Por el Comienzo - Útil Para Ministros Itinerantes

 
Esclareciendo Conceptos: La Batalla Por el Comienzo - Útil Para Ministros Itinerantes
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 66MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial 
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CONTENIDOReconocimientos 9
Introducción 11
1. Creación: créalo o no: Génesis 1:1 35
2. ¿Cómo sucedió la creación? 57
3. Luz en el día primero: Génesis 1:2-5 83
4. Él demarcó los fundamentos de la tierra: Génesis 1:6-13 105
5. Lumbreras en los cielos: Génesis 1:14-19 125
6. Abundancia de criaturas vivientes: Génesis 1:20-23 147
7. Bestias y animales que se arrastran: Génesis 1:24-25 169
8. El hombre a imagen de Dios: Génesis 1:26-31 189
9. El reposo de la creación: Génesis 2:1-3 215
10. El paraíso perdido: Génesis 3:1-24 233
Epílogo: bendiciones a pesar de la maldición 255
Notas finales 267
Índice de temas 277

Gracias a la teoría de la evolución, el naturalismo se ha convertido en la religión dominante de la sociedad moderna. Hace menos de un siglo y medio, Carlos Darwin hizo popular el credo de esta religión secular con su libro El origen de las especies. Aunque casi todas las teorías de Darwin acerca de los mecanismos de evolución fueron descartadas mucho tiempo atrás, la doctrina misma de la evolución se las ha arreglado para alcanzar la prerrogativa de artículo fundamental de fe en la mentalidad popular moderna. El naturalismo ya ha reemplazado al cristianismo como la religión principal del hemisferio occidental, y la evolución se ha convertido en el dogma central del naturalismo.
El naturalismo es una perspectiva en la que toda ley y toda fuerza que opera en el universo es de carácter natural y no moral, espiritual o sobrenatural. El naturalismo se caracteriza en esencia por el ateísmo y rechaza el concepto mismo de un Dios personal. Muchos suponen por esa razón que naturalismo no tiene que ver con religión. De hecho, muchos mantienen la idea equivocada de que el naturalimo encarna la esencia misma de la objetividad científica. A los naturalistas les gusta presentar su sistema como una filosofía que se opone a todas las visiones del mundo basadas en la fe, y alegan que es superior en su contenido científico e intelectual porque se supone que carece de matices religiosos.

Tal como los idólatras a quienes Pablo describió, Sagan puso la creación en el lugar que corresponde nada más que al Creador.
Carl Sagan observó el universo, contempló su grandeza y concluyó que nada podría ser más grande. Sus presunciones religiosas le obligaron a negar que el universo es resultado de un diseño inteligente. De hecho, como naturalista devoto tenía la obligación de negar que tuvo un principio y que fue creado. Por esa razón siempre vio el universo como eterno e infinito, por lo cual tomó el lugar de Dios en su manera de pensar.
El carácter religioso de la fIlosofía que moldeó la visión del mundo de Sagan se hizo evidente en muchas de las cosas que escribió y dijo. Su novela Contacto, que se convirtió en una gran producción cinematográfica en 1997, está repleta de metáforas e imágenes religiosas. Trata acerca del descubrimiento de vida extraterrestre, lo cual sucede en diciembre de 1999 con el albor del nuevo milenio, en un mundo cargado de expectativas mesiánicas y temores apocalípticos. En la imaginación novelesca de Sagan, el descubrimiento de vida inteligente en otras partes del universo se convierte en una "revelación" que sienta las bases para la fusión de ciencia y religión como única visión del mundo, la cual, sorpresa de sorpresas, refleja con exactitud el sistema de creencias de Sagan, donde el cosmos es Dios y los científicos son los nuevos sacerdotes.

Una opinión popular que sostienen muchos defensores de una edad avanzada para la tierra, se conoce como "hipótesis del marco de referencia". Consiste en la creencia de que los "días" del capítulo uno no son ni siquiera épocas distintas sino etapas superpuestas en un proceso evolutivo lento y prolongado. De acuerdo con esta perspectiva, los seis días que se describen en Génesis 1no corresponden a una cronología exacta sino a un "marco de referencia" metafórico que sirve para representar el proceso creativo en nuestra mente humana finita.
Parece que esta opinión fue divulgada en un principio por teólogos alemanes liberales en el siglo diecinueve, pero ha sido adoptada y propagada en años recientes por algunos evangélicos prominentes, entre ellos el doctor Meredith G. Kline del Seminario Teológico de Westminster.
La hipótesis del marco de referencia empieza con la definición de los "días" de la creación en Génesis 1 como expresiones simbólicas que no tienen relación alguna con el concepto de tiempo. Quienes proponen la hipótesis señalan el paralelismo obvio que existe entre los días primero y tercero (la creación de la luz y el emplazamiento de lumbreras en el firmamento), los días segundo y quinto (la separación del aire y el agua y la creación de peces y aves que poblaran el aire y el agua), al igual que los días tercero y sexto (la aparición de la tierra seca y la creación de animales terrestres). Basados en esta observación, sugieren que esos tres paralelos constituyen una indicación clara de estilo literario que apunta al carácter poético del texto. De modo que, según esta teoría, la secuencia de la creación puede en esencia dejarse de lado, como si la forma
literaria del pasaje anulara su significado literal.
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martes, 22 de marzo de 2011

¿Qué fue lo que se Escribió en la Piedra de Mesa?: He Aquí la Traducción



La división en párrafos de la traducción que sigue no está en la inscripción original, pero se la añade por ser conveniente. Las palabras entre corchetes se insertan para hacer más claro el significado de la inscripción. Los puntos suspensivos indican vacíos en la inscripción, cuyo contexto no permite deducir lo que podría haberse escrito. Las palabras seguidas por signos de interrogación entre paréntesis, se han añadido para completar el texto tal como lo sugiere el contexto.

La Piedra Moabita
"Yo soy Mesha [Mesa], hijo de Kemosh [Quemos o Camos], ... rey de Moab, el debonita. Mi padre reinó en Moab 30 años, y yo reiné después de mi padre. Y erigí este lugar alto para Kemosh en Qorjah [Qarhoh] ... porque me salvó de todos los reyes y me hizo triunfar sobre todos mis enemigos. Omri, rey de Israel, había oprimido a Moab por muchos días porque Kemosh estaba enojado con su país. Y le sucedió su hijo, y dijo él también: 'Oprimiré a Moab'. En mis días él habló así (?), pero he triunfado sobre él y sobre su casa, e Israel ha perecido para siempre. Y Omri había ocupado la región de Medeba [Madaba] e[Israel] habitó allí durante sus días y durante la mitad de los días de su hijo [Acab], 40 años, pero Kemosh moró en ella en mi tiempo.
"Y yo edifiqué a Baal-meón y construí allí un estanque, y edifiqué a Qiryatán [Quiriataim]. Ahora los hombres de Gad habían habitado en la región de Atarot desde antaño, y el rey de Israel había construido a Atarot para ellos; pero yo guerreé contra la ciudad, la tomé y maté a toda la gente de la ciudad para satisfacer a Kemosh y a Moab. Y traje de allí a Orel [Arel], su caudillo, a quien arrastré ante Kemosh en Queriot, y establecí allí a los hombres de Saróny de Mabarat.
"Y Kemosh me dijo: 'Ve, arrebátale Nebo a Israel'. Y fui por la noche y combatí contra ella desde que despuntó el alba hasta el mediodía; la tomé, y los maté a todos: 7.000 [70.000] hombres, muchachos (?), mujeres, niñas (?) y esclavas, porque los había dedicado a todos a Ashtar [Astarot]-Kemosh [Quemos]. Y tomé de allí los vasos (?) de YHWH [Yahvé o Jehová], y los arrastré delante de Kemosh. Y el rey de Israel había edificado a Yahas [Jahaza], y allí habitaba mientras combatía contra mí. Pero Kemosh lo expulsó ante mí, y (?) tomé de Moab 200 hombres, todos principales, y los puse contra Yahas, y la tomé para anexarla a Dibón.
"Edifiqué a Qorjah, el muro de los bosques y el muro de la ciudadela; también construí sus puertas y construí sus torres, y edifiqué el palacio, e hice ambos estanques para el agua dentro de la ciudad. Y no había cisterna dentro de la ciudad de Qorjah. Y dije a todo el pueblo: 'Cada uno de vosotros haga para sí una cisterna en su casa'. Y corté madera para Qorjah con prisioneros israelitas.
"Yo edifiqué a Aroer, e hice un camino público en el Arnón. Edifiqué a Bet-bamot porque había sido destruida. Edifiqué a Bet-ser [Bezer] porque yacía en ruinas, con (?) 50 hombres de Dibón, pues todo Dibón era obediente. Y reiné sobre (?) 100 pueblos que yo había anexado al país. Y construí a Medeba y a Bet-diblatén [Bet-diblataim] y a Bet-baalmeón y puse allí los apriscos (?) para (?) las (?) ovejas de la región. Y en cuanto a Hauronen, ellos moraban en ella... Pero Kemosh me dijo: 'Desciende, lucha contra Hauronen'. Y descendí y (?) la (?) tomé (?) y Kemosh moró (?) en ella en mis días..."

La Piedra de la Discordia: La Piedra de Mesa o La piedra Moabita

Durante muchos siglos, el interés de los cristianos se había concentrado en los santos lugares tradicionales, que se expresaron en forma de monumentos tales como la Iglesia de la Natividad en Belén y la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Pero entre los cruzados o los peregrinos cristianos que viajaron a Palestina, y a través de ella, durante muchos siglos, no se puede encontrar ninguna huella de interés científico en los lugares antiguos.

No se llevó a cabo ninguna exploración científica del país hasta que Eduardo Robinson, profesor norteamericano, viajó por Palestina en 1838 e identificó numerosos lugares con los mencionados en el Antiguo Testamento y en el Nuevo.

Robinson estableció un fundamento seguro y sólido para la gran investigación topográfico que fue llevada a cabo después por Conder y Kitchener bajo los auspicios del Fondo de Exploración de Palestina. Se efectuaron unos pocos descubrimientos antes de que se realizaran realmente las excavaciones.

La famosa piedra de Mesa fue hallada en la tierra de Moab por el misionero alemán Klein, en 1868.
Sin embargo, antes de que llegara a manos de los eruditos, los recelosos árabes rompieron el monumento en muchos pedazos, calentándolo con fuego y luego arrojando agua fría sobre la piedra caliente. Afortunadamente, antes de esto se había hecho una copia imperfecta.
Después, el erudito francés Clermont-Ganneau pudo rescatar la mayoría de los pedazos y reconstruir la losa de basalto, que ahora está en el Louvre de París.
Este monumento contiene el texto de una victoria del rey moabita Mesa - en 34 líneas de hebreo antiguo anterior al exilio -, y que sigue siendo la inscripción más larga conocida de su clase.

La Palestina Antigua: Cuna de las Edades Venideras


La Palestina Antigua: Cuna de las Edades Venideras
Por largo tiempo, Palestina permaneció sin ser tocada. No fue antes del último tercio del siglo XIX cuando se introdujo la pala en las colinas de Palestina.
¿Por qué esperaron los arqueólogos más que el lapso de una vida, después de que Egipto y Mesopotamia comenzaron a entregar sus antiguos tesoros? ¿Por qué vacilaron antes de excavar en el país de los patriarcas y profetas, la patria de David, Salomón y Cristo? ¿No debería haber sido considerada Palestina como el campo más fértil para los arqueólogos bíblicos? ¿No podía esperarse que proporcionara un material valioso por el cual se corroboraran los relatos bíblicos y se confirmara la Palabra escrita de Dios?

Son fáciles de encontrar las razones por las cuales vacilaron los primeros arqueólogos antes de excavar en Palestina. Ella nunca fue el centro de un gran imperio rico y no poseyó ni edificios monumentales - con la excepción del templo de Jerusalén, completamente destruido - ni ciudades magníficas, como Tebas, Menfis, Nínive, Babilonia, Susa, Atenas o Roma.
Con la excepción de un corto tiempo, durante el reinado de Salomón, el país había sido pobre y generalmente estuvo dividido entre pueblos diferentes. Había visto más guerras y destrucciones que cualquier otro país de su tamaño, y su clima húmedo daba poca esperanza de que pudiera haber sobrevivido durante milenios cualquier material perecedero ante los embates de las destructivas fuerzas de la naturaleza.

La religión judía fue otra causa de la pobreza arqueológica, comparativamente grande de Palestina. En los países vecinos, los reyes levantaban monumentos de muchas clases para perpetuar sus nombres y fama. Tales monumentos no podían esperarse en la tierra de los israelitas, a quienes por ley les estaba prohibido hacer imágenes o erigir monumentos (Éxodo 20:4; Levítico 26:1; Deuteronomio 7:5, 16:22), y se les ordenaba que destruyeran tales objetos doquiera los encontraran.
Aunque puede suponerse que muchos reyes infieles de Israel construyeron tales monumentos, es igualmente probable que otros reyes, tales como Josías y Ezequías, o el gobernador Nehemías, destruyeran todos los monumentos que habían levantado sus predecesores. Por lo menos, esto explicaría por qué el único monumento conmemorativo descubierto hasta ahora, con una inscripción hebrea, sea la piedra moabita de Mesa, erigida por un rey pagano.
Por estas razones es comprensible que los excavadores tuvieron poca esperanza de efectuar descubrimientos espectaculares en Palestina, y las veintenas de excavaciones efectuadas en ese país han confirmado completamente los temores de los arqueólogos. Palestina no ha producido tesoros como los de las tumbas de Tutankamón o de los reyes de Ur, ni ha recompensado los esfuerzos de los excavadores con inscripciones comparables en número con las que han proporcionado Egipto o Mesopotamia.
Sin embargo, Palestina puede dar descubrimientos sensacionales. Esto finalmente se ha demostrado con los hallazgos de manuscritos bíblicos, y otros que no lo son, de dos mil años de antigüedad [a partir de 1947], tanto como planchas de cobre, en cuevas del desierto de Judea. Pueden esperarse grandes cosas si estos descubrimientos realmente fenomenales son sólo un ejemplo de lo que el suelo y las cavernas de Palestina pueden reservarnos.

lunes, 21 de marzo de 2011

Mira a Jesús: Un MP3 Para Ir Predicando

Tipo de Archivo: MP3 | Tamaño: 4MBytes | Idioma: Spanish |Categoría: Música Cristiana
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sábado, 19 de marzo de 2011

Kerygma: Tomás... Tanto que has creído...Ahora con ver No quieres creer...





Tipo de Archivo: MP3 | Tamaño: 4MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Muscica Cristiana
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Música Para Meditar: La Alforja - Kerygma!


Tipo de Archivo: MP3| Tamaño: 3MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Musica Cristiana 
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Salmo 8: Un Salmos cantado por un Grupo Cristiano Excelente

Tipo de Archivo: MP3 | Tamaño: 3MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Música cristiana
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Siete Requisitos que Cumplir Para Tener Éxito en el Ministerio Cristiano: Dar en El Blanco

Siete Requisitos que Cumplir Para Tener Éxito en el Ministerio Cristiano: Dar En El Blanco
Hay siete requisitos que cumplir para tener éxito en el ministerio cristiano. Estos son los elementos básicos para alcanzar un ministerio ungido y con éxito. Sin ellos, nuestro servicio será intrascendente y sin frutos. Observemos lo siguiente:
Consagración
Con esto me refiero a la entrega total de una persona a Dios. Ninguno de nosotros puede desarrollar un ministerio eficaz si no rendimos toda nuestra vida a Él.
En la empresa comercial y familiar que dirijo, cuando necesitamos emplear a una persona para trabajar con nosotros, publicamos un aviso en las páginas del periódico. Como respuesta a tal solicitud, se presentan muchos a los que se les hacen los exámenes pertinentes al puesto que se encuentra vacante. De acuerdo a la capacidad de cada aspirante, elegimos a uno de ellos que a nuestro parecer es el indicado. Sin embargo, esto no se hace sin antes evaluar algunas referencias, como por ejemplo: la capacidad para el desempeño de la correspondiente función y la experiencia. Así se suele proceder cuando se necesita contratar a alguien para que cubra un puesto específico.
La iglesia, por lo general, cuando necesita un ministro, un siervo, un colaborador, busca un teólogo que conozca perfectamente las Escrituras, que tenga sabiduría, capacidad, experiencia, etc. Pero, ¿qué busca Dios de un siervo? Él solo quiere una vida íntegramente rendida. Dios no busca un teólogo, ni un sabio, ni un dogmático, sino una persona del todo consagrada a Él. Dios no solo busca capacidad o sabiduría, sino  consagración y entrega a Él. Lograr esto no es fácil, requiere luchas y demanda de nosotros una total entrega y muchas otras cosas que nos cuestan ceder.
Recuerdo cuando Dios me llamó al ministerio. El primer año fue de verdadera lucha entre Él y yo. La razón de esta batalla era que solo le había rendido el noventa por ciento de mi vida. A pesar de que había recibido el bautismo del Espíritu Santo, de que iba a los hospitales, oraba por los enfermos y se sanaban, de que predicaba y se convertían, había algo en mí que no estaba íntegramente entregado al Señor.
Recuerdo que muchos habían profetizado sobre el ministerio que Dios me había dado. Me decían que Él me enviaría a otros países, que sería un evangelista internacional, que toda América oiría mi voz y muchas otras cosas más. Sin embargo, no sentía una libertad plena en mi vida para desarrollar este ministerio.
Un día, en sueños, el Señor me mostró una villa miseria y me pregunté: ¿Será que Dios quiere que vaya allí a predicar? A lo que respondí de inmediato: No … allí no voy. Otro día Dios me vuelve a mostrar otra villa miseria. Y volví a decir: A ese lugar no voy. ¿Cómo voy a ir yo a una villa miseria? Esa era la lucha. Creía que les predicaría a magnates o artistas, pero Dios quería que predicara a los pobres.
Me sentía tan mal al darme cuenta de lo que Dios me mostraba y de mi negativa, que un día le dije a María, mi esposa: «¿Si regalo todo lo que tengo y nos vamos al norte argentino a predicar el evangelio, sin nada, con lo que tenemos puesto, tú me seguirías?» Y ella respondió: «Si sientes que es de Dios, te seguiré. Donde tú vayas, iré». Pensaba que Dios quería esto. Hasta que finalmente comprendí que la voluntad de Él era que predicara de Cristo en esos lugares, a esa gente. Así entendí que ya no me interesaba lo que tenía, había perdido ese amor enfermizo por la empresa comercial que, hasta ese momento, había sido mi vida. Cuando quité mi «yo» y cambié las prioridades de mi corazón, Él me envió a evangelizar a los pobres.
 Predicamos en los lugares más marginados de la ciudad, bajo la lluvia, en medio del lodo. Así comenzó el ministerio. Allí realicé campañas entre ladrones, pervertidos, en medio del pecado. En ese lugar estábamos nosotros. En el auto, mi esposa y yo teníamos un par de botas para los días lluviosos en que debíamos caminar por esas calles llenas de barro. Pero, ¡con cuánta alegría predicábamos!
Dios necesitó de mí una entrega total. Ese es el primer paso. Si no hay una entrega total en nuestra vida, Él no nos puede usar. No hablo solamente de estar convertido ni de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo, sino que Dios quiere una vida íntegramente consagrada a Él. Alguien que le diga: «Señor, donde me envíes iré».
Visión
El segundo punto es la visión. ¿Cuál es la visión ministerial que Dios le ha dado?
Dentro de la Iglesia de Cristo hay cinco ministerios importantes: apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro. Creo que no todas las personas llamadas al ministerio deben ser pastores, ni que todas deban ser evangelistas porque si no estaríamos construyendo un cuerpo deformado. Si Dios aún no le ha dado una visión ministerial para su vida, ¡pídasela! Usted necesita saber cuál es el llamado que Él le ha dado para luego poner sus ojos en ese objetivo. Debe tener una visión clara y exacta del ministerio que va a desarrollar. De no ser así, será difícil alcanzarlo. Hay un llamado específico para cada uno de nosotros que debemos cumplir. Cuando tenemos ese llamado, Dios nos da la visión, la forma y la capacitación del Espíritu Santo para poderlo llevar adelante.
¿Sabe cuál es el grave problema en la Iglesia de hoy? El triunfalismo. ¡Cuidado! Esa es una enfermedad que corroe los ministerios. ¿Por qué lo digo? Muy simple, resulta que si un pastor tiene tres mil almas en su iglesia, una cantidad menor de personas le resultaría un fracaso. Entonces para alcanzar ese número de asistentes no importará lo que se deba hacer, ya sea comprar un gran auditorio, dos horas de radio, pedir dinero prestado, etc., Todo esto con el simple propósito de tener una iglesia de tres mil personas. Eso es triunfalismo.
En realidad, no todos los llamados de Dios son iguales. Por lo tanto, si usted se equivoca en la visión, fracasa en el ministerio. Lo importante es que sepamos cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Dios llama al hombre y a la mujer para un ministerio, pero usted debe saber que hay pastores para mil, para diez mil y hay pastores para cincuenta o cien almas.
Hubo un ministerio en la tierra que creo fue el más hermoso que haya existido. En él todos los enfermos que llegaban se sanaban. El predicador que lo lideraba salía fuera de la ciudad a predicar y la ciudad entera iba tras Él. Y no eran solo los habitantes de una población, sino que llegaban de otros lugares a verlo. A miles les predicó y miles sanaron, a ciudades enteras conmovió, a endemoniados liberó, hasta muertos resucitó. Pero cuando terminó su ministerio público aquí en la tierra, ¿cuántas almas tenía? Apenas ciento veinte. ¿Y a usted le parece que este ministerio fracasó?
Si lo miramos con la óptica actual, tendríamos que decir que Jesús fracasó. Ciento veinte almas estaban en el aposento alto esperando la promesa de Dios. Más de quinientos lo vieron resucitado, pero solo ciento veinte fieles estaban allí. Sin embargo, ellos fueron los que llenaron el mundo de Cristo y hoy nosotros recibimos este evangelio de aquellos ciento veinte. Así que estemos conscientes de que quizás Dios nos llame a tener una iglesia de mil, de quinientos, de cincuenta o de veinte. ¿Qué importa la cantidad? Lo importante es cumplir el propósito y el plan de Dios para nuestras vidas.
Cuidémonos del triunfalismo, de tratar de obtener el éxito de cualquier modo. Debemos esperar de Dios lo máximo, pero por sobre todas las cosas, hacer su voluntad. Por eso hay muchos ministerios que fracasan. Por eso hay ministros, que teniendo iglesias de doscientos y de trescientos miembros, se encuentran tristes y amargados porque no se conforman. Pero  si esa es la voluntad de Dios, acéptela y no se preocupe por las cantidades.
Dios quiere salvos, pero en su medida y a su modo. No todos van a predicar en las principales ciudades del mundo. Quizás Dios lo envíe a un pueblecito, a esos lugares tan difíciles donde a veces cuesta que la gente entienda el evangelio, pero para Dios esas almas también tienen mucho valor. Por eso nosotros estamos en un ejército, y allí no es valiente solo el que se encuentra en un puesto de batalla, sino aquel que administra, el que prepara los alimentos, los que se preocupan por la atención de los que están en la lucha. Todos los ministerios son importantes. El suyo también lo es.
Conocimiento
Tener conocimiento es fundamental, pero debemos usarlo para servir al Señor y no para demostrarle al mundo nuestro nivel intelectual. La capacitación es esencial para responder adecuadamente a los que preguntan sobre un determinado tema. Los que ministramos somos hombres y mujeres que debemos saber responder puesto que conocemos bien la Biblia, la Palabra de Dios. Si no la conocemos, vamos a estar en desventaja frente al diablo porque él sí la conoce.
Dios también nos capacita para que ministremos el amor y la gracia de Cristo a través de nuestras vidas. Si nos llenamos solo de conocimiento y no tenemos amor por las almas perdidas, no alcanzaremos el objetivo. Por lo tanto, todo tiene que ir ordenado, balanceado, en el ministerio eficaz. Trazando, como todo obrero aprobado, la palabra de verdad y no modificando las Escrituras.
Fe
La fe sin obras es muerta. Podemos tener fe, pero si no la ponemos en práctica, de nada nos sirve. Si cumplimos todos los pasos hasta aquí citados pero no tenemos fe, la unción no resultará. Son necesarios cada uno de estos ingredientes para alcanzar la unción.
El Señor nos dice claramente: «Y estas señales seguirán a los que creen» y menciona diferentes manifestaciones de poder, como por ejemplo: sanar enfermos, echar fuera demonios y otras cosas más. ¿Usted cree que esas señales le seguirán? ¿Para quiénes son estas señales? Sin duda son para todos nosotros sin excepciones. El Señor nos dice hoy: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» y avalará este envío con señales que se accionarán únicamente a través de la fe. (Véase Marcos 16:14–19.)
Cuando usted se para detrás de un púlpito, pone en obra la Palabra por la fe a fin de confirmarla. Todo lo demás corre por cuenta de Dios. Quizás me pregunte qué hago yo. Simplemente predico el evangelio como dice la Biblia en el Evangelio de Marcos: hablo la Palabra. Después que las personas aceptan a Jesús y se acercan a la plataforma como demostración de su paso de fe, echo fuera los demonios en el nombre de Cristo y estos salen. Oro por los enfermos y estos sanan. También en cada reunión oro por el bautismo del Espíritu Santo. Es fundamental cumplir con estas cuatro facetas. No deje de hacerlo, ya que cada una de ellas es necesaria: salvación, liberación, sanidad y bautismo del Espíritu Santo.
Entonces, ¿qué ocurre cuando oramos con fe? Lo sobrenatural comienza a suceder, el mover de Dios se activa con la única llave que puede darle movimiento y esa es la fe. Nosotros debemos creer que lo pedido se cumplirá porque Dios no falla.
Hace un tiempo me llamó un pastor para que fuera a predicar a su iglesia y le respondí: «Sí, iré. Dios me dio algo nuevo y quiero darlo a conocer». Ese día el culto fue una revolución. Pusimos en fila a todos los que querían el bautismo del Espíritu Santo y empecé a orar. A todo el que le imponía las manos comenzaba a hablar en lenguas. Creí que así sucedería y así ocurrió.
Eso es fe. Poner la Palabra en acción y con sencillez. Si creemos con candor en la Palabra, Dios revolucionará nuestra vida. En mi caso, predico el evangelio en la forma más sencilla posible para que todos lo entiendan sin importar el nivel cultural de los que escuchan.
Durante una reunión evangelística en Estados Unidos, Dios me dijo: «Predica una hora si es necesario. Las personas deben entender que son ellas las que necesitan de mí y no yo de ellas». Esto es una realidad, Dios le hace falta a los hombres, entonces nosotros tenemos que exponer sus necesidades diciéndoles: «Ustedes necesitan de Dios. ¿Piensan seguir con sus corazones destruidos, emborrachándose, adulterando, mintiendo o desean cambiar? Tengan en cuenta que vivir de espaldas a Dios solo trae dolor, tristeza y amargura».
Así de simple es el evangelio. Aprendamos las cosas sencillas y prediquemos a un Jesús sencillo para que todo el mundo pueda entender las verdades de Dios.
Acción
Para entender este paso deseo que tomemos el ejemplo de Nehemías. Él recibió Palabra de Dios diciendo que debía hacer algo. Y no se quedó sentado esperando que Dios lo hiciera, sino que se puso en acción y dijo: «Ayúdame cuando le presente al rey mi petición. Haz que su corazón sea propicio a mí» (1:11, La Biblia al día).
Muchos oran y oran, y cuando les decimos: «Hermano, ganemos aquel barrio para Cristo», responden: «Estamos orando». Al año siguiente le repetimos: «Hermano, hay que ganar el barrio para Cristo, hay muchos drogadictos». Y ellos vuelven a responder que siguen orando. En definitiva, se pasan la vida solamente orando. Debemos orar, pero una vez que Dios nos da la seguridad es momento de pararnos como Nehemías y decir: «¡Vamos! Reedifiquemos los muros de Jerusalén y quitemos de nosotros este oprobio» (Nehemías 2:17, La Biblia al día). Siempre estamos esperando que Dios lo haga todo, que Él sea el que venga a predicar. Oramos dos minutos y decimos:  «Señor, salva el barrio», y ya está. Y de esta manera pretendemos que una persona se convierta.
En cierta oportunidad Dios me dio una visión en la que vi un gran oasis, palmeras, plantas exóticas, árboles frutales de todo tipo, arroyos de agua cristalina, flores, césped de color verde oscuro, pájaros y una multitud bebiendo refrescos, comiendo frutas, cantando, riendo, jugando. Y pensé, este lugar es «el paraíso». Mas cuando comencé a acercarme al vallado que lo circundaba vi al otro lado un gran desierto. No había árboles, agua, flores, no había sombra, el sol partía las piedras y vi la multitud agonizante mirando. Muchos tenían la piel agrietada, la lengua hinchada y se sostenían el uno con el otro. Sus manos tendidas hacia los que estábamos en el paraíso imploraban ayuda.
Esta visión de Dios me ayudó a reflexionar como parte de la Iglesia de Cristo. Nuestros templos están cansados de oírnos. Cada ladrillo puede ser un doctor en teología. Saquemos el púlpito a la calle, a las plazas, a los parques. Vayamos de puerta en puerta hablando de Cristo. Los lamentos de los que sufren golpean nuestros tímpanos. Despertemos, los noticieros de radio y televisión, los periódicos y semanarios cantan loas al destructor. ¡Prediquemos de Cristo!
Dios quiere hombres y mujeres de acción. Seamos sensatos y sabios. En la vida, si no entramos en acción, no movemos. Si no nos esforzamos, fracasamos. Si no hay acción, aunque tengamos mucha sabiduría, no vamos a ganar las almas para Cristo. Aunque nos instalen una iglesia completa con todo lo necesario; ¡olvídese! A todo proyecto hay que agregarle acción y eso se demuestra saliendo a servir al Señor. Si es haragán, renuncie al ministerio o dígale al Señor que le saque la pereza. Ningún perezoso va a tener éxito en la obra del Señor porque Él necesita personas valientes y esforzadas. Eso fue lo que Dios le dijo a Josué: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes» (1:9).
¿Qué es esforzarse? Es sobrepasar los límites de nuestras fuerzas. Si por ejemplo nos gusta dormir mucho, el ministerio no resultará en nuestras vidas. En realidad, todo debe tener un límite y una medida. Tampoco es necesario llegar al extremo de tener tanta actividad que nos pasemos el día corriendo y dejemos de orar.
Oración y ayuno
Somos sacerdotes de Cristo. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de tener el fuego encendido, mantener el fuego del altar en nuestra vida devocional a través de la oración constante. Así el fuego del Espíritu Santo no se apagará jamás.
Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.
Levítico 6:12
Es importante que sintamos amor por las almas perdidas; que doblemos nuestras rodillas para gemir, para clamar por el mundo que se pierde. Cuando aceptamos a Jesús, las llamas del altar llegan hasta el techo. Sin embargo, al pasar el tiempo el amor se va apagando y el altar también. Entonces, allí donde había fuego, solo quedan cenizas. Si dejamos apagar el fuego del altar, como le sucedía a los levitas, no servimos como sacerdotes, fracasamos en nuestra función. Si no mantenemos el altar a Dios encendido en nuestras vidas, nos enfriamos. De pronto comenzamos a perder el amor por las almas sin Cristo, por la obra y por los hermanos.
Pero aún estamos a tiempo de recuperar ese primer amor, como la iglesia de Éfeso. Perdió su primer amor y su altar se consumió. Había trabajado mucho, había andado mucho, había obrado mucho, pero algo andaba mal. Dios vio los esfuerzos de la iglesia de Efeso, su trabajo incansable, que resistía a los malos y a los que decían ser apóstoles y no lo eran. Sin embargo, le dijo: «Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete» (Apocalipsis 2:4, 5).
Podemos mantener el fuego del altar encendido con oración y con ayuno. Buscando a Dios con todo nuestro corazón e intercediendo. Así nos prepararemos para enfrentar los obstáculos, pues, como el Señor nos dice, no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, contra potestades y contra huestes espirituales de maldad. La Biblia es clara al mostrarnos que nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra las potestades del aire. Es allí donde debemos tener victoria, orando permanentemente y diciendo: «Satanás suelta la ciudad. Diablo suelta las finanzas. Satanás, diablo inmundo, tú que traes el pecado sobre la Iglesia, suéltala en el Nombre de Jesucristo».
Satanás es real, pero muchas veces pareciera que lo pasamos por alto, creemos que de esta manera no nos va a hacer nada. El diablo anda como león rugiente, buscando a quien devorar y nosotros debemos librar esta batalla en oración, en el altar; y cada vez que lo reprendemos es como si le echáramos un balde de nafta al altar.
Es importante la consagración, la visión, el conocimiento, la fe, la acción, pero a la oración y al ayuno debemos cuidarlos celosamente. Este es un ingrediente que no puede faltar en su ministerio. Si fracasa en esto, lo demás no sirve. Cada tema debe cuidarse con celo. Cada cosa tiene su componente real para nuestra vida cristiana, pero es importante que le agreguemos una vida de oración e intercesión. Además, como líder de un ministerio, es importante que organice un grupo que esté orando constantemente a su alrededor e intercediendo por su vida.
Amor
A todo lo enunciado hasta aquí debemos abrazarlo con amor. Si no hay amor por las almas perdidas y por las ovejas propias, el ministerio cristiano es ineficaz y no va a tener en nuestra vida ningún resultado. Usted puede ser una persona de acción, de fe o de conocimiento, pero si no tiene amor, ¿de qué sirve? Todo lo que pueda construir lo termina destruyendo por falta de amor.
Diariamente elevo esta oración a Dios: «Señor, dame amor. Porque sé que si no tengo amor, nada soy». Si no amara en verdad al que sufre, me sería imposible continuar en el ministerio. Hay días en que tengo tres personas que me están hablando en un oído, tres en el otro y tres por detrás. Le puedo asegurar que a veces no es fácil, por eso necesitamos Una cuota de amor especial, pues muchas veces la paciencia se termina y si no tenemos amor no podemos continuar.
El amor, dice la Biblia, «no se envanece … no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Corintios 13:4–5, 7). Ese es el amor que debemos tener. Si usted tiene una vida de altar y el fuego está encendido, pídale a Dios que lo llene de su amor y Él lo hará. Pero no se olvide, ore a Dios, interceda ante Él, no se conforme con orar cinco o diez minutos, eso no alcanza. Ore a Dios cuanto quiera: una hora, dos horas … pero trate de dedicarle tiempo al altar. De manera que todos los pasos que debemos transitar para lograr un ministerio triunfante estén inundados con el amor precioso de nuestro Señor Jesús.
Hace un tiempo llegó un hermano, que ha escrito muchos libros, enviado por un pastor alemán. Estaba investigando todo acerca de los avivamientos y sus fallas. Habló de Finney, de Moody, de Wesley y de otros. Quería saber el porqué los avivamientos se detienen.
Entonces le respondí, de acuerdo a mi entendimiento, con una ilustración. Si dos boxeadores pelean en un ring, uno ataca y el otro se defiende. Cuando el que atacaba deja de hacerlo, el que se defendía comienza a atacar. Lo mismo sucede con la Iglesia y su lucha con Satanás. Cuando estamos librando la lucha por las almas perdidas, lo que sostiene el ataque es el  amor por esas vidas. Cuando la Iglesia deja la acción, el diablo la ataca y pasa a defenderse de él. ¡No pierda su lugar de victoria dentro de la lucha!
Quiero terminar este capítulo con lo que Dios me dijo al respecto:
El amor por los perdidos produce avivamiento. Cuando se termina el amor, se termina el avivamiento. Aquel que tiene pasión por las almas vive en un permanente avivamiento.


Los Resultados de Buscar a Dios: Almas Liberadas

Los Resultados de Buscar a Dios: Almas Liberadas

Mi vida tenía muchas complicaciones. Había tomado la decisión de suicidarme. Por lo tanto, llevaba en mi cartera una carta en la que expresaba mi determinación. Desconocía todo acerca de la campaña evangelística que precisamente ese día daría comienzo en la ciudad de Mar del Plata.
En ese tiempo trabajaba como jefa de personal de un importante hotel de esa ciudad. Por años llevé una vida de enfermedad y depresión a pesar de tener una familia bien constituida. No me faltaba nada, pero algo no andaba bien en mí.
Una tarde, mientras estaba parada en mi puesto de trabajo esperando que los empleados a mi cargo cambiaran de turno, decidí terminar con mi vida. Ese era el día que había elegido para suicidarme. Como mi trabajo estaba ubicado frente al mar, caminaría penetrando en las aguas sin mirar atrás y de esta manera le pondría fin a mis sufrimientos.
La entrada del hotel es muy hermosa con unas grandes puertas de vidrio y bronce. Desde allí se sienten los ruidos comunes del vestíbulo. A pesar de lo acostumbrada que estoy a ellos, esa tarde me llamó poderosamente la atención el sonido de la puerta que penetró en mis oídos muy profundamente. En ese instante, siento una mano muy fuerte que me toma de la espalda y me levanta, entonces comienzo a caminar bien erguida y me dirijo hacia una persona que estaba entrando por esa gran puerta. Me acerco, lo agarro fuertemente de su camisa y le digo:
—Señor, señor, ¿habrá alguien que me hable de Dios? Necesito que alguien me hable de Él.
 Este hombre, con unos ojos muy limpios y una sonrisa muy tierna, me responde:
—Sí, yo te puedo hablar de Dios. Te puedo hablar de un Cristo que te ama y te salva, Él es Jesús de Nazaret.
Esas palabras jamás las voy a olvidar; en ese momento comencé a pedir perdón al Señor. Descubrí todos los pecados que había cometido en mi vida, incluso los que había hecho de niña. Al pedir perdón a Dios, entró una luz a mi interior y comencé a agradecerle. Luego miré al hombre que me había hablado y le dije:
—Dígame, ¿quién es usted?
—Yo soy un siervo de Dios—me respondió.
—No lo conozco—repliqué—, pero no me quite lo que me ha dado.
A los quince minutos llegó mi esposo a buscarme a mi trabajo y no me reconoció. A partir de esa tarde mi vida cambió, nunca volví a ser la misma. Esa noche fui a la campaña de la iglesia cercana y entregué mi vida a Dios frente a una gran multitud. Hoy puedo decir que fui la primera persona que entregó su vida al Señor a través del evangelista en esa primera e inolvidable campaña de Mar del Plata.
A los tres días de haber conocido a Dios, Él me habló con voz audible y me dijo que tendría una hija más. No fue fácil entenderlo y aceptarlo porque debido a una operación en la que me habían extraído algunos órganos reproductores, los médicos habían confirmado que nunca más podría tener hijos; en esos momentos tenía treinta y siete años y tres hijas. Hoy mi cuarta niña tiene once años y es el resultado de haberle creído a Dios.
No mucho tiempo después, Dios me llamó a su servicio. Hoy trabajo para la obra del Señor pastoreando junto a mi esposo un anexo de nuestra iglesia. Dios es nuestra fuerza y aliento.
María, ciudad de Mar del Plata, Argentina.
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