G12; revelando la realidad acerca del llamado Gobierno de Doce. Sangre, Fuego y Humo de Joel 2: 30, ¿Son bendición?
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Índice
- 1. Huyamos de los falsos maestros
- 2. Sangre
- 3. Fuego
- 4. Vapor o columnas de humo
- 5. El motivo de su error teológico: la “conquista de este mundo”
- 6. Concluyendo
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. 30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2: 28-32)
1. Huyamos de los falsos maestros
César Castellanos no deja de sorprendernos cada vez. El es especialista en ello. En su Facebook del martes, 4 de agosto del corriente, aparecía una de sus enseñanzas que comparte con sus allegados y correligionarios, llamada “Prodigios del fin” (1). Dicha enseñanza sólo ocupa dos simples folios, pero, ¡Hay que ver cuánto disparate se puede llegar a decir en tan poco espacio!
Castellanos comienza escribiendo así:
“El Señor a través del profeta Joel habla de los acontecimientos finales, específicamente en este versículo comparte acerca de lo que sucederá en el último tiempo. Entre los cuales se enfatiza en el gran derramamiento del Espíritu Santo,trayendo un gran despertamiento espiritual a nivel mundial. Mas el profeta habla también de prodigios que Dios daría simultáneamente en el cielo y también en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. Siempre que leía este texto pensaba que el profeta se refería al aumento de violencia sobre la tierra y a los incendios forestales y al humo que viene después de estos incendios. Pero, sabemos que siempre la tierra ha sido sacudida por la violencia y que los incendios se repiten continuamente...” (énfasis nuestro)
Castellanos, esgrimiendo la profecía de Joel, y desde su posicionamiento reemplacista (es decir, prescindiendo del todo de Israel), nos asegura que viene “un gran despertamiento espiritual a nivel mundial” y simultáneamente nos coloca la sangre, el fuego y las columnas de humo mencionados en la profecía, como señales de bendición, negando de ese modo el sentido cabal, real y literal; que esas señales serán lo que el mismo profeta dijo, así como otros libros de la Biblia: juicio, juicio, juicio.
Castellanos viene a negar el “aumento de violencia sobre la tierra” diciendo que eso es lo que él pensaba que el profeta decía, pero que ya no, contradiciendo de ese modo las mismas palabras de Jesús de Mateo 24: “y por haberse multiplicado la maldad…” (Mt. 24: 12) cuando las dijo en el contexto de los días finales.
Por otra parte, Castellanos mantiene una posición netamente actualista (*) al declarar: “sabemos que siempre la tierra ha sido sacudida por la violencia y que los incendios se repiten continuamente”, negando de ese modo el contenido de gran parte del Apocalipsis, donde el libro sagrado nos habla – entre otros - de juicios de Dios por medio del fuego (véase Ap. 8: 5, 7; 8: 8; 9: 18; 16: 8)
(*)“El uniformismo o actualismo, en filosofía de la ciencia, es el principio según el cual los procesos naturales que actuaron en el pasado son los mismos que actúan en el presente, negando implícitamente de ese modo cualquier intervención directa o indirecta de Dios en este mundo”
“César Castellanos”
Cualquier creyente que tenga un mínimo de temor de Dios, aun y conociendo poco la Biblia, se da cuenta de que Castellanos prescinde absolutamente de cualquier mínima regla de hermenéutica, haciendo una exégesis totalmente a su antojo; es decir, interpretando la Escritura según su solo y descontextualizado punto de vista.
En esa disertación escrita en su Facebook, y que muchos leen, el autor docenario, usando un único versículo, el de Joel 2: 30, interpreta a su modo y placer las palabras ungidas del profeta veterotestamentario, haciendo toda una doctrina al uso, que muchos también llegan a creer sin más.
El texto bíblico concretamente dice: “Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo”, y Castellanos escribe del modo siguiente:
2. Sangre
“…el profeta habla también de prodigios que Dios daría simultáneamente en el cielo y también en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo… Cuando el Señor, a través del profeta, presenta las señales que se presentarían al mismo tiempo en el cielo y la tierra creo que el primer prodigio: “Sangre” se refiere a la Sangre de Jesús… El profeta Joel presenta la Sangre de Jesús como una señal que se dará en el cielo y también en la tierra. Dicho en otras palabras, en el tiempo del fin Dios correrá el velo trayendo una gran revelación a Su pueblo acerca de la gran riqueza que cada derramamiento de Su Sangre posee…” (énfasis nuestro)
Castellanos dice algo de la Biblia, que la Biblia ni dice, ni quiere decir. Esa sangre aludida por el profeta Joel, no es la sangre de Cristo, ¡qué absurdo!, sino que será un fenómeno que señalará la llegada inminente de la ira de Dios en el día del Señor.
Nótese lo que dice el libro de Apocalipsis, en relación a esa sangre aludida por el profeta Joel, y siempre en el contexto de esos juicios de Dios contra las naciones impías al final de los días, y cotéjase todo ello con las palabras del líder del G12:
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre” (Ap. 6: 12)
“El tercer ángel derramó su copa sobre ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre” (Ap. 16: 4)
“El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde” (Ap. 8: 7)
“El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre” (Ap.8: 8)
“Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran” (Ap.11: 6)
“El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar” (Ap.16: 3)
¡Nada que ver con lo que dice Castellanos! Todas estas escrituras nos confirman la profecía de Joel acerca de una de las señales concisas: sangre.
Digo: Esto nada tiene que ver con la sangre bendita de Jesús, ni con “cada derramamiento de Su sangre”, lo cual no llego a comprender de parte del autor docenario, ya que Jesús vertió su sangre una vez y para siempre (He. 9: 26), y la Palabra no nos habla de diferentes “derramamientos de su sangre”, lo cual es espurio.
“La Biblia dice que al final de los días el mar se convertirá en sangre (Ap. 16: 3). Evidentemente, tal y como ya lo anunció el profeta Joel 800 años antes de Cristo, esa no es la sangre de Jesús”
3. Fuego
Sigue escribiendo Castellanos:
“El apóstol Pedro toma las palabra del profeta Joel para dar su discurso y les dice que esto era parte del cumplimiento de esa profecía, y afirma que: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne… Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo. Cuando la iglesia entiende el poder de la sangre, esto trae el fuego del avivamiento que arderá en los corazones de los creyentes”. (énfasis nuestro)
Vayamos por partes. El cumplimiento cabal - es decir, completo - de la profecía de Joel no fue consumado en Pentecostés (Hchs. 2), sino que será un acto a desarrollarse en el futuro, concretamente al final de la Gran Tribulación, y siempre en relación a Israel en primera instancia.
Escribe John MacArthur al respecto:
“En aquellos días” y “antes que venga el día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2: 31), apunta a un tiempo de cumplimiento propio de la Segunda Venida. Puesto que el contexto es “vuestros hijos y vuestras hijas”, “toda carne” se aplica de manera exclusiva a la casa de Israel. Aquí las naciones reciben la ira de Dios, no la unción de su Espíritu”(énfasis nuestro)
Tanto las palabras del profeta Joel (800 a.C.), como las de Pedro en el contexto de salvación y misericordia de parte de Dios, iban dirigidas al pueblo de Israel, y no al mundo como tal.
Joel fue un varón israelita que escribió para Israel, no para los gentiles, y lo propio hizo Pedro en Jerusalén, cuando no tenía en ese momento ni idea de que Dios tenía en mente salvar a gentiles también, cosa que no empezó a ocurrir sino con Cornelio, el primer gentil convertido a Cristo en Hchs. 10, y ¡cómo le costó a Pedro entender todo ello! (véase Hchs. 10)
Por lo tanto es un gran error interpretar que ese aludido derramamiento del Espíritu fue, es, o será, sobre cada ser humano de este planeta. Esa promesa es mesiánica, y será para el Israel de la Tribulación (véase Romanos 11: 26, 27), y tuvo su cumplimiento parcial en el momento que Pedro lo anunciaba en Hchs. 2, (ver más de esto en: http://www.centrorey.org/apologetica/apg_10.html). Evidentemente también se ha ido cumpliendo y se cumple sobre todos los que hemos recibido a Jesús como nuestro Salvador y Señor; pero no hemos de perder el contexto del asunto.
Ese “fuego” de Joel, nada tiene que ver con bendición del Espíritu Santo, sino que será parte de los juicios de Dios contra este mundo impío que lo merece, porque ha rechazado a Cristo. Véase más en Mt. 24: 29; Lc. 21: 25; Mr. 13: 24; Ap. 8: 6ss.; Ap. 16: 4, 8, etc.
Fíjense en la siguiente porción escritural, y díganme si ese fuego será de bendición… o más bien de juicio:
“El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego” (Ap. 16: 8)
“La Biblia dice que las gentes serán quemadas con fuego al final de los días (Ap. 16: 8). Evidentemente, tal y como ya lo anunció el profeta Joel, 800 años antes de Cristo, ese no es el fuego de bendición del Espíritu Santo”
4. Vapor o columnas de humo
Sigue escribiendo el reemplacista César Castellanos, esta vez en relación a la tercera señal de Joel, el vapor de humo:
“La tercera señal o prodigio sería “El vapor de humo”. Esto nos habla acerca de la confianza que tendrá cada creyente de que la presencia de Dios irá permanentemente con ellos, de la misma manera que lo hizo al guiar al pueblo del Israel por el desierto En esta profecía está la representación del Dios trino: La sangre representa Jesús nuestro redentor; el fuego representa al Espíritu Santo, nuestro consolador; y la columna de humo, representa al Padre, quien nos guiará como lo hizo con Moisés.” (énfasis nuestro)
¿¡Las columnas de humo representan al Padre!? ¿¡En esta profecía está la representación del Dios trino?! ¡Desde luego que la más mínima exégesis está del todo ausente en el autor docenario, y su febril imaginación casi es ilimitada!
Decir que el Dios trino (y Dios es Trino) está representado por la sangre, el fuego y el humo de Joel 2: 30, es de una estupidez supina que no merece mayor comentario.
Además, por lo que se puede apreciar, César Castellanos es post-tribulacionista, es decir, que cree que la Iglesia pasará por la Tribulación. Esto es natural según su enseñanza, ya que desde su posicionamiento post-milenarista/dominionista, él cree (o dice creer) que el Reino es ahora, y que la Iglesia irá creciendo hasta cristianizar el mundo entero, por “conquista”. De ahí su “visión” del gobierno de 12 que según él, cada creyente debería seguir, siendo cada uno líder de doce, tomando así blasfemamente también, el lugar del Señor Jesús.
Pero a pesar del autor docenario, todo lo que dijo Joel en cuanto a la sangre, el fuego y el humo está en el mismo e ineludible contexto: señales finales de juicio.
Insisto. Cualquier cristiano de a pie que ame al Señor y conozca un poco las Escrituras sabe que esas tres señales definidas por el profeta Joel, a saber, sangre, fuego y humo, son juicios de Dios contra este mundo al final de los días, y nada tienen que ver con lo dicho por Castellanos, el cual, o adolece terriblemente en las mínimas cuestiones teológicas, o realmente sabe lo que hace y por qué… ¡Él sabrá!
Nótese lo que el libro de Apocalipsis, libro que en su mayor contenido nos habla de los muy últimos días de esta dispensación, y que amplia la revelación de Joel, dice sobre el humo:
“Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por elhumo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra” (Ap. 9: 2, 3)
“Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca”(Ap. 9: 18)
“[Babilonia] y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre” (Ap. 14: 11)
“[Babilonia] y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?” (Ap. 18: 18)
¡Muy lejos queda este humo de representar al Padre!
“La Biblia dice que grandes columnas de humo subirán desde la tierra al final de los días. Evidentemente, tal y como ya lo anunció el profeta Joel, 800 años antes de Cristo, esas columnas de humo son parte del juicio”
5. El motivo de su error teológico: la “conquista de este mundo”
Ahora bien, nos preguntamos el motivo de todo este disparate, y la respuesta nos llega de forma nítida y sin ambages, porque se encuentra en su mismo escrito: obedece a su espuria enseñanza de la “conquista de las naciones”. Lo que va a decir Castellanos no tiene parangón, y requiere de un minucioso análisis, cuál lo haré a continuación. César Castellanos escribe así:
(1) “El profeta Joel presenta la Sangre de Jesús como una señal que se dará en el cielo y también en la tierra. (2)Dicho en otras palabras, en el tiempo del fin Dios correrá el velo trayendo una gran revelación a Su pueblo (3) acerca de la gran riqueza que cada derramamiento de Su Sangre posee. (4) Esta revelación llevará a la iglesia a un nivel muy elevado de conquista y no solo traerá purificación, sino que también es la sangre de redención y protección, y el entender (5) cada uno de los derramamientos de la sangre de Jesús pondrá a los creyentes en un nivel de ventaja por encima de las fuerzas adversas del mal, pues los creyentes entenderán que Dios pelea por su pueblo. (6) El comprender el poder de la sangre nos llevará a apropiarnos de la segunda señal o prodigio: “El fuego” mas este fuego no tiene nada que ver con los incendios forestales, (7) sino que será el fuego del Espíritu de Dios que arderá poderosamente en nuestros corazones.” (énfasis nuestro)
Me he permitido numerar lo que Castellanos dice, porque así me será más fácil su análisis y consiguiente comprensión para todos:
(1) Hasta la saciedad ya he argumentado que el profeta Joel no tenía la sangre de Cristo en mente, ni tampoco esto era la intención del Espíritu Santo, sino que esa señal en el cielo y en la tierra, tiene que ver con juicio y destrucción en los días finales de esta dispensación.
(2) Castellanos, no obstante, enlaza este asunto con otra invención suya, cual es, la que en el tiempo del fin Dios traerá una “gran revelación” [¿a través del mismo Castellanos, quizás?]. ¡No nos engañemos! Dios no va a dar más “revelaciones” porque ya tenemos la revelación, y se llama Biblia, que es el fundamento de los apóstoles y profetas sobre el que estamos edificados (Ef. 2: 20). Todo lo que Dios ha dicho y ha querido decir, ya lo ha hecho.
(3) ¿Por qué dice eso Castellanos, que Dios traerá “revelación” de la “gran riqueza” “que cada derramamiento de Su sangre posee”? ¿Qué espuria doctrina es esta? Sólo hubo un sacrificio de Cristo, y por tanto un solo derramamiento de Su sangre a todos los efectos. No hay más “revelación” sobre el asunto, y todo verdadero creyente ya tiene fe en los méritos de la sangre de su Salvador.
(4) ¡Ajá! ¡Aquí está la cuestión! Toda esa parafernalia de la nueva “revelación” de la “gran riqueza” de tantos supuestos “derramamientos” (¿?) es para hacernos creer una gran mentira. Recordemos las palabras del docenario: “Esta revelación llevará a la iglesia a un nivel muy elevado de conquista”… ¿Conquista?; pero Castellanos, ¡Dios no ha llamado a la Iglesia a conquistar el mundo!
(5) ¡Castellanos es como aquel vendedor empecinado y audaz, que intenta a uno vender lo que ya tiene! ¡Los verdaderos creyentes ya estamos en nivel de ventaja por encima de las fuerzas adversas del mal, justamente por la sangre de Jesús! Además, la Biblia no dice que existen “cada uno de los derramamientos de la sangre de Jesús”. Castellanos no debería decir lo que la Biblia no dice, si es que pretende ser lo que no es; un maestro verdadero.
(6) Los verdaderos creyentes comprendemos ya el poder de la sangre de Jesús, y ya estamos llenos del Espíritu Santo. Ese es el verdadero avivamiento; y siempre es personal.
(7) Muy al contrario de lo que dice Castellanos, ese “fuego” de Joel, nada tiene que ver con el fuego del Espíritu Santo, sino con fuego de juicio y destrucción (Ap. 16: 4)
“El recurrente tema de la “conquista de este mundo para Cristo” por parte del espurio G12, o gobierno de doce, es algo que siempre intentó la gran ramera, la falsa iglesia de Jesucristo, en este caso, la iglesia de Roma con sus papas al frente. Todo queda en casa”
6. Concluyendo
La escatología de Castellanos es prácticamente inexistente, y la poca que maneja es equivocada, y está llevando a muchos a creer mentiras que más tarde o temprano, pasarán factura al que las cree sin más. Recordemos lo siguiente: sin unatribulación pendiente de producirse, no hay necesidad de estar vigilantes; si no hay apostasía, no hay necesidad de discernir el engaño, ni preocuparse por el error, sólo esperar la “bendición” y la “conquista de tus sueños, de las naciones, etc.”.
Y así, a modo del cuento del “flautista de Hamelín”, muchos cristianos holgazanes a la hora de escudriñar las Escrituras, ingenuos, y consecuentemente engañados, corren un tremendo peligro actualmente, porque están poniendo su mira en las cosas de esta tierra, y no en las cosas de arriba (Col. 3: 2); están preocupados en ver cómo “ganar el mundo, soñando” y cómo transformar este mundo y gobernarlo “para Cristo”, en vez de realmente considerar y vivir en este mundo como extranjeros (He. 11: 9, 10), como ciudadanos del Cielo (Fil. 3: 20), como testigos de Cristo (Hchs. 1: 8), renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, esperando el retorno del Amado (Tit. 2: 12, 13).
Pero como una vez escribió el misionero F.V. Davold dirigiéndose a los flautistas, es decir, a los falsos maestros:
“La revelación sorprendente es esta: La resistencia a la verdad divina, a la obra de la evangelización mundial y a la edificación de la Iglesia, viene de la cizaña, y de aquellas almas atrevidas y audaces que tienen apariencia de piedadpero que – por sus acciones – niegan la eficacia de ella. No hay pecado más nefando y atroz que el cometido por los que se visten de boda y toman lugar entre los santos, cuando en verdad, son siervos del diablo, disfrazados como buenos cristianos” (2) (énfasis nuestro)
Contrariamente a como argumenta Castellanos, si las señales de Joel, véase: sangre, fuego y humo (Joel 2: 30), en vez de bendición para el pueblo de Dios, son señales de juicio a las naciones y advertencia a las gentes para que se arrepientan y busquen a Dios, entonces, flaco favor está haciendo Castellanos a unos y a otros, porque la realidad es que esa Palabra fue escrita de forma admonitoria – es decir – para advertir a todos de lo que sin lugar a dudas acontecerá en su momento.
La realidad es que Dios lleva mucho tiempo advirtiendo a las gentes a que se arrepientan y busquen a Dios, pero este mundo no se va a arrepentir, así lo dice la Escritura (2 Ts. 2: 3; 2 Ti. 4: 3, 4; Mt. 24: 11, 12; 24: 24; Ap. 9: 20, 21, etc.). Por eso la misma Escritura, muy a pesar del autor docenario, asegura que el juicio está listo en relación a las gentes y naciones que han despreciado la preciosísima sangre del Cordero de Dios, y no olvide querido lector, que el juicio empieza por la casa de Dios (1 Pedro 4: 17, 18)
“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?”
¡Creamos a la verdad!