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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;...porque ante Dios no hay acepción de personas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Estudiamos La Palabra para enseñar al liderazgo de la congregación
Romanos 2:1-11

El juicio de Dios

1      Por lo cual eres inexcusable, oh hombre (todo el que juzga), pues en lo que juzgas al           otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas practicas las mismas cosas.
2      Y sabemos que el juicio de Dios sobre los que practican tales cosas, es según verdad.
3      ¿Y piensas tú, oh hombre, que juzgas a los que practican tales cosas, y las haces, que         escaparás del juicio de Dios?
4      ¿O menosprecias la riqueza de su benignidad, de su tolerancia y de su longanimidad,           ignorando que la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento?
5      Pero según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el             día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;
6      el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
7      Vida eterna a los que perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honor e                         inmortalidad;
8      pero ira y enojo a los que, por egoísmo, desobedecen a la verdad y son persuadidos           por la injusticia;
9      tribulación y angustia sobre el alma de todo hombre que obra lo malo, del judío                     primeramente, y también del griego;
10    pero gloria, honor y paz a todo el que obra lo bueno: al judío primeramente y también           al griego,
11    porque ante Dios no hay acepción de personas.

Juicio imparcial, Romanos 2:1–11. 

Pablo empieza el capítulo 2 señalando que aquellos que condenan a los demás ponen su propia vida en peligro porque ellos son culpables de los mismos pecados. Es siempre más fácil ver la paja en el ojo ajeno que ver la viga en el ojo propio.

El versículo 1 empieza con una conjunción que debe indicar que lo que se va a decir es una conclusión lógica de lo que se ha venido exponiendo. No es muy evidente por qué la condenación de los judíos debe ser consecuencia lógica de la condenación de los gentiles, el tema de Romanos 1:18–32. La respuesta más simple y satisfactoria a este problema es reconocer que, aunque en Romanos 1:18–32 Pablo se refería especialmente al pecado de los gentiles, no se limitaba a ellos; están incluidos en esta condenación los pecados de toda la humanidad. 

En este caso, del 2:1 en adelante es una aplicación específica y lógica a un grupo especial, los judíos, de esta condenación general. Se puede resumir de la siguiente manera: mientras en el capítulo 1 se tiene en mente principalmente a los gentiles, se condenan los pecados de todos los hombres; aquí (2:1 ss.), mientras los judíos están en el centro de la escena, se condena a todos los que piensan que están en condición moral de juzgar a los demás.

El Apóstol ahora se dirige a un lector imaginario en segunda persona singular. Esta era una técnica empleada en la época para hacer que la exposición fuera más dinámica (comp. 2:17 ss.; 9:19 ss.; 11:17 ss.; 13:3 ss.; 14:4, 10, 15, 20–22). En la expresión no tienes excusa se usa el mismo término que ya se ha usado de los paganos (1:20); es igualmente aplicable a los judíos. 

A veces se usaba en sentido legal, para la persona que no tenía una defensa que podía justificar su conducta ante los tribunales. Los gentiles no tenían excusa al rechazar la revelación de Dios para seguir su propio camino. Tampoco tienen excusa los que se constituyen en jueces (sean judíos o moralistas en general) para condenar los pecados de otros. La acción de juzgar en este versículo tiene el sentido de condenar.

El judío y el moralista se condenaban a sí mismos en su condenación de los demás porque hacen lo mismo que condenan en otros (v. 1b). No es necesario pensar que los judíos pecaban de la misma manera. De hecho había una diferencia entre el estado moral en el mundo pagano y el mundo judío. No son culpables de las mismas acciones, pero son culpables de la misma clase de conducta, la de pecar contra la luz que tenían sobre el bien y el mal. Se ha dicho que el pecado de los judíos era el mismo, pero sus pecados no eran los mismos.

Algunos entienden que el versículo 2 es una respuesta del judío representativo a quien Pablo se dirige en el pasaje. Es mejor entenderlo como una afirmación del Apóstol. Pablo usa la expresión sabemos con frecuencia (3:19; 7:14; 8:22, 28; 2 Cor. 5:1; 1 Tim. 1:8) para señalar algo que es aceptado por él y por la persona a quien se dirige. Lo que se da por sentado aquí es que el juicio de Dios es según verdad. La sentencia de Dios es según los hechos. En el juicio no tendrá importancia nacionalidad o privilegio, sino hechos.

En el versículo 3 Pablo vuelve a dirigirse al judío imaginario repitiendo los conceptos de los dos versículos anteriores. Por medio de una pregunta aplica a la situación del judío la verdad que acaba de enunciar con respecto al juicio de Dios. En el griego extra bíblico la palabra traducida como supones se usaba en el lenguaje comercial en el sentido de contar, calcular (te figuras, NBE). 

Después, se aplicó al pensar objetivo y reflexivo con el sentido de considerar o tomar en cuenta. Es un término que invita a razonar y quizá por eso es de uso tan frecuente en Romanos (19 veces), una epístola con estilo reflexivo. El pronombre recibe el énfasis en la pregunta. 

El judío debe ser el último en pensar que escapará. Pero ésta es precisamente la actitud reflejada en citas como ésta del libro apócrifo o deuterocanónico Sabiduría: “Aunque pequemos, somos tuyos” (Ro 15:2). 

La pregunta de Pablo tiene tres implicaciones que el judío no podrá evitar: 
(1) el juicio, 
(2) el ser condenado, y 
(3) el castigo correspondiente a su culpabilidad.

El Apóstol, al llegar al versículo 4, dirige otra pregunta al judío imaginario. La bondad de Dios se refiere a su disposición a hacer el bien, su benignidad. Paciencia traduce un término que aparece en el NT solamente aquí y en 3:24 y que significa “interrumpir”; se usaba especialmente para indicar la interrupción de hostilidades en el sentido de “tregua”, “armisticio”. Dios ha suspendido su castigo al pecador, pero el mismo queda pendiente. Magnanimidad representa una palabra que significa paciencia (DHH). El uso de la expresión las riquezas para calificar estas virtudes de Dios indica que son “inagotables”.

Arrepentimiento significa etimológicamente cambio de mente. Es un cambio de mente con respecto al pecado que implica un cambio de vida. En el contexto neotestamentario indica el acto de volverse a Dios. La observación de Cranfield es pertinente: “la bondad de Dios ofrece a aquellos que son objeto de su favor tanto la oportunidad de arrepentirse como la intimación a hacerlo”.

El versículo 5 nos presenta el hecho de que en lugar de arrepentimiento, la actitud del judío se caracterizaba por dureza y por un corazón no arrepentido. Dureza traduce un término que se usa aquí en sentido metafórico para referirse a la obstinación, la terquedad. Corazón (ver comentario sobre 1:21) indica la vida interior total que, en este caso, no quiere someterse a Dios. 

Movido por estas actitudes, el judío esta acumulando sobre sí mismo ira. El término traducido como acumulas significa atesorar (comp. Mat. 6:20). El uso parece ser irónico. En lugar de estar atesorando algo de valor, está amontonando para sí ira. Ira es la firme oposición de Dios al mal (ver el comentario sobre 1:18). La ira mencionada en 1:18 ya se está manifestando; aquí está reservada para el día de la ira. Parece claro que se refiere al juicio futuro.

Revelación traduce un término de la misma raíz que en 1:18 se traduce como se manifiesta. Aquí Pablo se refiere a la revelación del justo juicio de Dios en lugar de la ira, pero es evidente que las expresiones son equivalentes. La ira de Dios se está revelando en la entrega del pecador a las consecuencias plenas del pecado, pero queda una revelación futura en el día del juicio. La manifestación presente es un anticipo de la manifestación escatalógica de la ira.

Tesoro bíblico
Él recompensará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que por su perseverancia en las buenas obras buscan gloria, honra e incorrupción (2:6, 7).
 
Ni judíos ni gentiles tienen excusa (2:1 y 1:20) ante el tribunal de Dios. Sobre judíos y sobre gentiles se revela la ira (2:5 y 1:18). Pero mientras que en el caso de los gentiles el énfasis está en la manifestación presente, en el caso de los judíos está en la manifestación futura.

El Apóstol cita el Salmo 62:12 al iniciar el versículo 6 para declarar el principio fundamental del juicio de Dios. El justo juicio de Dios consiste en la retribución exacta correspondiente a los hechos (v. 2) sin ninguna parcialidad (v. 11). Al decir cada uno, enfatiza la responsabilidad individual. 

Este principio general se explica en los versículos 7 al 10 y vuelve a enunciarse en el 11. El párrafo presenta un problema para el intérprete, pero es mejor considerarlo después de haber repasado los versículos. Sin embargo, se puede afirmar que la enseñanza invariable de la Biblia es que el juicio será en base a obras, pero la salvación es totalmente por gracia.

El versículo 7 inicia mencionando 2 categorías de hombres. Los primeros se caracterizan por 2 cosas: (1) su perseverancia en las buenas obras y (2) su búsqueda de gloria, honra e incorrupción. Para algunos intérpretes la palabra perseverancia es la clave. Presupone una confianza en Dios más allá de los esfuerzos propios. 

Gloria, honra e incorrupción son dones escatológicos firmemente asociados en el pensamiento judío con la vida de los hijos de Dios después de la muerte (comp. v. 10; 1 Ped. 1:7). Pablo habla de los que buscan estas bendiciones no de los que las merecen. El comentario de Morris es muy apropiado: “[Pablo] está hablando de una actitud, la de los que buscan ciertas cualidades; no está hablando de los que guardan ciertas leyes o tratan de merecer cierta recompensa. 

La confianza de esta gente está en Dios, no en sus propios logros. Él habla de aquellos cuyas vidas están orientadas en cierto sentido… La inclinación de sus vidas es hacia cosas celestiales”.

Personas con esta disposición reciben vida eterna. El énfasis no está tanto en la duración de la vida sino en su calidad. Es el término amplio para designar el estado final de bendición del que es salvado.

Los de la segunda categoría son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia (v. 8). El significado del término traducido como contenciosos es tema de discusión. Recientemente se ha sugerido el sentido de ambiciosos (BLA) o egoístas (NBE). 

Sin embargo, en este contexto parece mejor entender el sentido tradicional y preferir la traducción rebeldes (DHH). La última parte del versículo recuerda la descripción de los hombres que con injusticia detienen la verdad (1:18). Ellos están en contra de la verdad y a favor de la maldad (DHH).

A esta gente le corresponde enojo e ira. La palabra traducida como enojo es la misma que aparece en 1:18 y 2:5 (dos veces) donde la traducción de RVA y RVR-1960 es ira. El primer término tiende a enfatizar una disposición resuelta de hostilidad y el segundo a la manifestación exterior y explosiva. 

En este pasaje aparentemente son sinónimos, y el segundo término sirve para reforzar y subrayar la idea. La referencia es a la ira de Dios. Mientras en 2:7 Dios da la vida eterna, en este versículo la gramática requiere que se agregue el sobreentendido “y” para quedar finalmente habrá ira y enojo. Pablo se refiere directamente a Dios como el dador de la vida eterna, pero no lo asocia tan directamente como agente de la ira.

Pablo, en el versículo 9, vuelve a referirse a las dos categorías de hombres, pero en el orden inverso (v. 9 corresponde al v. 8 y v. 10 al v. 7) y con énfasis en que el castigo es imparcial e inclusivo: Tribulación traduce un término que tiene el sentido fundamental de “presión” y es un término fuerte para designar una situación de opresión que se hace inaguantable. 

Angustia traduce una palabra menos frecuente que etimológicamente sugiere la idea de falta de espacio. Para algunos, cuando aparecen juntas en los escritos paulinos, la primera indica el sufrimiento externo y la segunda el sufrimiento interno. Pero posiblemente aquí son sinónimos usados para subrayar la magnitud de la aflicción. Son consecuencias explícitas del “enojo e ira” del versículo anterior.

Sobre toda persona (literalmente “sobre toda alma de hombre”) indica que ni una sola persona “que hace lo malo” escapará. La universalidad del castigo se recalca aún más por la frase el judío primero, y también el griego. Los dos términos abarcaban la totalidad de los hombres. 

El AT enseñaba el juicio de los judíos (comp. Jer. 25:29 y Amós 3:2), pero en el primer siglo era una enseñanza olvidada por los judíos. Jesús insistía en que un mayor conocimiento implicaba una mayor responsabilidad en el juicio (Luc. 12:48). Por lo tanto, la prioridad de los judíos en el juicio es lógica. Tienen prioridad en la salvación (1:16) y prioridad en el juicio.

El Apóstol habla de gloria, honra y paz para cada uno que hace el bien (v. 10). Los términos se refieren a la bendición de la salvación, especialmente en su aspecto escatológico.
En el versículo 11 el Apóstol hace explícito lo que ha venido diciendo: habrá imparcialidad en el juicio (comp. vv. 2 y 6).

Bosquejo homilético
Principios del juicio divino
Romanos 2:1-16
  I.         El juicio de Dios está de acuerdo con nuestros patrones (2:1; Mat. 7:1-2).
  II.       El juicio de Dios a los hombres es de acuerdo a nuestras obras (2:5-11; Apoc.              20:12).
  III.      El juicio de Dios a los hombres es de acuerdo a la revelación que tenemos                   (2:12).
  IV.      El juicio de Dios a los hombres es imparcial (2:3, 11).
  V.       El juicio de Dios no se debe confundir con su misericordia (2:4, 5).

 
Ahora es posible considerar el problema de interpretación que se presenta en estos versículos. Este pasaje (2:6–10) puede entenderse como base para creer en la salvación por obras, por mérito propio. Interpretado así estaría en contradicción con la insistencia de Pablo en que por las obras de la ley nadie será justificado (3:20), y en que la justificación es solamente por la fe (1:16, 17; 3:30; 4:1–8). 

Se han identificado cuatro posibles interpretaciones del párrafo: 
(1) Pablo no es consecuente. Hay una contradicción en su pensamiento. 
(2) Pablo está presentando como hipótesis la posibilidad de salvación por la conducta.              Demostrará la imposibilidad de esto a continuación (3:20). 
(3) Al hablar de obras en el versículo 6, Pablo se refiere a la presencia o no de la fe.                  Perseverar en las buena obras (v. 7) y el hacer “el bien” (v. 10) son expresiones que            equivalen a tener fe. 
(4) Las buenas obras (v. 7) y el bien (v. 10) no se refieren a la fe del creyente, sino a su            conducta como una expresión inevitable de su fe. De manera semejante “obras” en el          versículo 6 se refiere a la conducta de cada hombre como evidencia infalible de su fe o        falta de fe.

Tesoro bíblico
Pues no hay distinción de personas delante de Dios (2:11).

En el análisis de las cuatro interpretaciones mencionadas, la (2) podría parecer más lógica en el contexto. Sin embargo, nada indica que Pablo esté presentando una mera hipótesis. Por lo tanto, parece que la (4) es la mejor. Además, es una interpretación que puede ser apoyada por otros pasajes neotestamentarios (p. ej., Mat. 25:31–46; Stg. 2:14–26).

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Habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se entregaron a vanas especulaciones, y su necio corazón fue entenebrecido. Alegando ser sabios se hicieron necios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Estudiemos La Palabra para enseñar
Romanos 1:19-23
La depravación del hombre
19      Porque lo que de Dios es conocido, es evidente para ellos, pues Dios se lo                           manifestó.
20      Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente                 visibles desde la creación del mundo, entendiéndose por medio de las cosas hechas,           de modo que no tienen excusa.
21       Porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron                        gracias, sino que se entregaron a vanas especulaciones, y su necio corazón fue                    entenebrecido.
22      Alegando ser sabios se hicieron necios,
23      y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre                   corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles



El pecado original del hombre (1:19–23). 
Ahora Pablo nos dice por qué la ira de Dios ha sido derramada sobre hombres inicuos. La razón es que los hombres se han negado a conocer a Dios como el Creador se los ha ofrecido. 


La iniquidad de los hombres no es sino un síntoma de una falta más básica. “Todas las perversiones de la vida (Pablo así lo demostrará) pueden ser trazadas a una causa fundamental, y este pecado original no se halla en el campo de la moral sino en el terreno de la religión: la perversión de la vida emana de la perversión de la fe.” 

Los humanos hemos violado la verdad divina. Pablo principia: “Porque lo que se conoce de Dios es manifiesto dentro de ellos mismos (ellos lo conocen muy bien, VP.); pues que Dios se los ha manifestado” (VM.). La versión Reina-Valera traduce la primera frase (en autois) les es manifiesto. La expresión sencillamente significa que cualquier revelación debe pasar a través de la consciencia humana. Pero notemos que Dios se conoce porque El se da a conocer El mismo. El descubrimiento que el hombre hace necesita ser entendido dentro del contexto de la autorrevelación divina.

El Dios invisible(s) se ha dado a conocer desde la creación del mundo (20). Aunque la frase apo ktiseos kosmou puede ser traducida “desde el universo creado”, generalmente se concede que el pensamiento de Pablo aquí tiene que ver con el tiempo, o sea: “desde la creación del universo”. 

Desde su mero origen la creación le ha dicho algo acerca de Dios a la mente que reflexiona. Aunque Dios no puede ser conocido directamente a través o por medio de la razón (1 Co. 1:21), El es conocible. Empero este conocimiento no es arrojado o lanzado sobre un sujeto pasivo; para saber algo de Dios necesitamos adoptar una actitud positiva y dispuesta a recibir. La creación existe como una invitación para dialogar con Dios. Algunas cosas pueden ser claramente visibles, pero sólo si estamos dispuestos a ver.

La contemplación que el hombre hace del mundo como una obra de Dios tiene dos objetos: 

  1. su eterno poder, y 
  2. su deidad. 


En primer lugar, Su poder (dynamis)
El hombre está al tanto de que depende de un Poder (dynamis) que preside sobre su existencia. Gracias a ese poder, y por ese poder el hombre logra existir y al confrontar ese poder se da cuenta de que es nada. Lo que es más, cuando considera lo temporal de su propia existencia, percibe que tal poder es un eterno poder.

En segundo lugar vemos Su deidad (theiotes). 
El universo no es movido por un poder ciego, sino por un poder que es divino en su carácter —es Dios. O sea que lo que es claramente visible es que Dios es Dios y no hombre. La observación de la vida creada es suficiente para demostrar que la creación no provee la clave para su propia existencia. Empero, estamos dejando de ver el punto enteramente si interpretamos que Pablo está aquí intentando “probar” la existencia de Dios.

Lo que es más, los pecados que Pablo denota después en este capítulo no son los pecados de hombres que no creen en Dios, sino los de aquellos que se niegan a honrar a Dios como Dios. Esa es la razón por la que pecadores e incrédulos no tienen excusa. “Dios correctamente puede visitar a los hombres (o descender sobre ellos) con ira porque, aunque no hayan tenido la ventaja de haber oido el evangelio, han rechazado el conocimiento rudimentario de Dios que les estaba disponible.”

La raíz del predicamento pecaminoso del hombre es que, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias (21). Puesto que es criatura, como criatura, el hombre le debía a su Creador gloria y acciones de gracia. 

Esto significa no meramente el reconocer la existencia de Dios, sino la aceptación de su señorío, y vivir en obediencia agradecida. Lo que es requerido es que el hombre gozosa y agradecidamente reconozca su condición de criatura mediante un servicio fiel a Dios.

Siglos antes de Pablo el profeta Isaías expresó la queja divina: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento” (Is. 1:3). En el orgullo de su corazón el hombre se niega a glorificar a Dios como Dios.

Obsesionado consigo mismo se aleja de Dios como el Centro de su ser y fuente de su felicidad—se mueve del amor digno al amor a sí mismo. Está indispuesto a reconocer al Señor de su ser; escoge ser señor él mismo y glorificarse a sí mismo. Este acto de constituirse a sí mismo como el fin falso de la vida es el pecado original del hombre y la fuente de toda su miseria.

La consecuencia inmediata de la autoidolatría del hombre es el oscurecimiento de su poder de razonar. Por cuanto los hombres se han alejado de Dios se envanecieron en sus razonamientos, dialogismois, (VM., NIV) y su necio corazón fue entenebrecido. 

Dialogismos casi siempre es usado tanto en la Septuaginta como en el Nuevo Testamento con una connotación mala, como “razonamiento y especulaciones perversas y caprichosas”. 

La Versión Popular traduce la frase así: “han terminado pensando puras tonterías”. 

La palabra corazón (kardia) tiene una diversidad amplia de usos. Es el órgano de las emociones (9:2), del pensamiento (10:6), y de la voluntad (1 Co. 4:5; 7:37), es el ser interior y escondido (2:29; 8:27). 

Lo que Pablo significa aquí es que el corazón, como el centro de los afectos, del intelecto y de la voluntad del hombre está entenebrecido y carece de sentido debido a su autoidolatría: profesando ser sabios, se hicieron necios (22). Desconectados de la realidad, las especulaciones pretensiosas del hombre son una necedad sin sentido alguno.

Puesto que los hombres han perdido al Dios verdadero han inventado la “religión” humana. Han cambiado (“trocaron” NVI, VM.) la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (23). 

Esto ilustra la profundidad de la necedad a la que se hunde el razonamiento del hombre cuando rechaza la verdad de Dios. “¡Bajaron a Dios al nivel de dos piernas, y luego a andar a gatas, y finalmente al nivel de arrastrarse sobre el vientre!” Y todo este tiempo estaban pretendiendo “que son sabios” (NIV).

Después del resumen inicial donde establece que el hombre es pecador, Pablo presenta una explicación más detallada. La ira de Dios se ha revelado contra el pecado porque el hombre ya ha recibido una revelación de la verdad acerca de Dios.
Pablo demuestra que el problema de la incredulidad del hombre no es por la falta de evidencias. La existencia de Dios se ha revelado con pruebas abundantes. Para hacer hincapié en el peso de este argumento, se repiten varias veces las palabras “conocer”, “manifestar”, “visible” y “entender”.

 Considere Romanos 1:19–20. Según estos versículos, ¿qué cosas han conocido los hombres? Haga una lista de algunos de los atributos de Dios y las evidencias de Su poder claramente visibles al ser humano y que todo mundo puede entender. Incluya en su lista las evidencias que Pablo menciona en 1:20. ¿Habrá otras más?

 ¿Cuáles son las implicaciones de esta verdad para los ateos, quienes niegan la existencia de Dios? Compare 2 Pedro 3:3–7. ¿Qué otra verdad nos enseña Pedro en cuanto a ellos?
 ¿A qué conclusión podemos llegar tocante a la evidencia en favor de la existencia y autoridad de Dios?

Dios se manifiesta claramente a través de la creación. Nadie podrá justificarse delante de El diciendo que no sabía la verdad acerca de Su existencia y autoridad. La evidencia es suficiente para cualquier persona que quiera ver la realidad. El problema es que los hombres no buscan la verdad.
Por lo tanto, al enfrentarse a Dios en el día del juicio, no tendrán ninguna excusa. No han creído porque no han querido saber la verdad. Pedro dice que ignoran voluntariamente la verdad (2 Ped. 3:5).

HAN CONOCIDO LA VERDAD

A pesar de haber conocido la verdad acerca de Dios, los hombres han intentado suprimirla. No quieren someterse a la autoridad de Dios, así que rechazan Su Palabra y tratan de evitar las consecuencias que trae conocerla.

 La oposición de los hombres a la verdad se demuestra en distintas maneras en este capítulo. Haga una lista de las cosas que hicieron al rechazar la verdad que habían conocido. ¿Qué hicieron respecto a esa verdad?


          1:21      “No le ______________________”
                “ni le” ______________________
                “sino que” ______________________
                “y” ______________________
          1:22      “Profesando ser sabios, ______________________”
          1:28      “Y como ellos ______________________”
          1:32      “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte,
no sólo  ______________________
sino que también  ______________________”


 ¿Dónde empieza el fracaso del hombre? ¿Cuál fue el pecado inicial? ¿Qué podemos aprender en base a esa verdad?
 Además de esta lista de lo que hicieron, se señalan tres cosas que ellos “cambiaron” que Dios había establecido:


          1:23      “cambiaron  ______________________
                en ______________________”
          1:25      “cambiaron  ______________________
                por ______________________”
          1:26      “cambiaron  ______________________
                por  ______________________”


 Al observar la conducta de la raza humana frente a la revelación de Dios que todo hombre ya conoce, ¿a qué conclusiones llegamos en cuanto a la relación entre los hombres y su Creador?

El conocimiento de Dios no produjo en el ser humano la respuesta esperada. Un Dios tan grande y poderoso merece nuestra adoración. Sin embargo, no le reconocieron como Dios, ni siquiera le dieron las gracias por lo que El había hecho (1:21a). Más bien, se hicieron necios (1:21b–22). Negaron la existencia del Dios Todopoderoso y empezaron a servir las cosas que El había creado. Dieron la espalda al Dios verdadero e hicieron dioses de las criaturas creadas por El (1:23).

La ingratitud y rebelión intencional de la humanidad en general no podía pasar desapercibida. Dios se dio cuenta de esa rebelión e intervino para juzgar a los hombres que le habían rechazado.

LOS HOMBRES HAN SUPRIMIDO LA VERDAD
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martes, 8 de septiembre de 2015

Juzguen si es justo delante de Dios obedecer a ustedes antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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PEDRO Y JUAN HABLAN VALIENTEMENTE 
(Hechos 4:13–22)

13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 
14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 
15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 
17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 
18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.
19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 
21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.

Los sacerdotes y ancianos se maravillaban (se asombraban) al ver el denuedo (libertad para hablar) de Pedro y Juan, especialmente porque se daban cuenta de que eran hombres sin letras (sin instrucción, en el sentido de no haber asistido a una escuela rabínica, ni haberse sentado ante un gran rabí como Gamaliel) y del vulgo (hombres no profesionales, laicos). 

Esto no quiere decir que fueran personas totalmente iletradas. Ellos habían asistido a las escuelas de la sinagoga en sus pueblos natales, pero no eran maestros profesionales, ni conferencistas entrenados, como los escribas y los doctores. Los laicos de ordinario no hablaban con esa autoridad.

Debe haber sido difícil para Pedro y Juan enfrentarse a semejante presunción. Pero la clave de su denuedo y su libertad para hablar era, por supuesto, que habían sido llenos del Espíritu nuevamente. El fue quien les dio las palabras que debían decir.

Entonces, algo más estremeció a estos líderes judíos. La expresión “les reconocían” no significa que les hacían más preguntas. El griego significa más bien simplemente que fueron reconociendo de forma gradual que habían estado con Jesús. Quizá las palabras de Pedro les trajeran a la memoria lo que Jesús había dicho. A medida que pensaban en su enfrentamiento con Jesús, iban recordando que El tenía discípulos consigo. Ahora reconocían que Pedro y Juan se hallaban entre ellos.

Jesús también había hablado con autoridad. Deben haber estado asombrados, porque creían que se librarían de Jesús crucificándolo. Pero ahora los discípulos, entrenados por El, hablaban de la misma forma. Jesús había hecho milagros como señales. Ahora los apóstoles estaban haciendo lo mismo.

A continuación, los ancianos se enfrentaron con algo más. El hombre que había sido sanado se hallaba allí de pie, junto a Pedro y a Juan. De pronto, los sacerdotes y los ancianos se hallaron sin nada más que decir. ¿Qué podían decir contra un milagro así?

Entonces los dirigentes les ordenaron a Pedro y a Juan que saliesen del concilio (el Sanedrín), esto es, del cuarto donde se estaban reuniendo. Después los líderes del Sanedrín conferenciaban entre sí. No sabían qué hacer con Pedro y Juan. No podían negar que una señal manifiesta (una obra reconocida como sobrenatural) había sido hecha por (a través de) ellos, y se hallaba ante la vista de todos los habitantes de Jerusalén.

Esto podría implicar que ellos no negaban la resurrección de Jesús. Lo que les molestaba era el hecho de que los apóstoles la estuvieran usando para enseñar que había una resurrección futura para todos los creyentes. Anteriormente, para salir de este problema, habían sobornado a los soldados para que dijeran que el cuerpo de Jesús había sido robado (Mateo 28:12, 13). 

Aún hoy hay algunos que discuten que las mujeres y los discípulos fueron a mirar a una tumba equivocada. Pero las mujeres se habían fijado bien en dónde colocaban a Jesús (Lucas 23:55). En realidad, estos dirigentes judíos no eran tontos ni tenían nada de simples. Sabían lo difícil que es deshacerse de un cuerpo. Por lo tanto, hubieran realizado una búsqueda intensiva del cuerpo si no hubieran sabido que El había resucitado de entre los muertos. Pero para ser salvo hace falta más que creer con la cabeza o aceptar mentalmente la verdad de la resurrección de Cristo (Romanos 10:9, 10).

Puesto que no tenían forma lógica de replicarles a Pedro y a Juan, decidieron que el mejor curso de acción era suprimir su enseñanza sobre Jesús y la resurrección. Sabían que no podrían sobornar a los discípulos. Por consiguiente, los amenazarían para que no hablasen más en este nombre (basados en él) a nadie.

Cuando hicieron regresar al cuarto a Pedro y a Juan, les ordenaron que no hablaran (no abrieran la boca ni dijeran una sola palabra) en ninguna manera o enseñaran en el nombre de Jesús. Pero estas amenazas no intimidaron a los dos apóstoles. Cortés, pero firmemente, volvieron a poner en ellos la responsabilidad: les pidieron a los dirigentes judíos que juzgaran (o decidieran) si era justo delante de Dios oírlos a ellos y no a El. Entonces declararon valientemente que no podían dejar de hablar sobre lo que habían visto y oído.

Los miembros del Sanedrín querían encontrar alguna forma de castigar a Pedro y a Juan. De hecho, lo que se sugiere es que trataron por todos los medios. Pero no pudieron por causa del pueblo. Todos estaban glorificando a Dios por lo que se había hecho, especialmente porque este hombre que había nacido lisiado, ya tenía más de cuarenta años. Debido a esto, se limitaron a añadir más amenazas a sus advertencias anteriores y los dejaron ir.

Esto fue un gran error por parte de ellos, porque le hizo saber al pueblo que Dios podía librar del Sanedrín. Dio a conocer que los dirigentes judíos no tenían acusación que hacerles a estos apóstoles, ni tenían forma alguna de refutar su mensaje.

El mensaje de Pedro encontró respuestas muy variadas. Hubo una diferencia pronunciada entre la reacción de los líderes religiosos y la del pueblo en general (4:1–4). Los primeros rechazaron el mensaje inmediatamente y los metieron en la cárcel. Estaban enojados porque los apóstoles proclamaban la resurrección del Señor Jesucristo a quien ellos habían crucificado (4:1–3).

No obstante, muchos otros lo recibieron y confiaron en Cristo. Se nos dice que el número de oyentes varones que profesaron públicamente su fe en el Señor fue aproximadamente de cinco mil. Nadie sabe cuántas mujeres y niñ os lo hicieron también (4:4).

La reacción popular asustó tanto a los dirigentes, que convocaron a una sesión urgente el día siguiente para estudiar el caso (4:5–6). Al estar todos presentes, preguntaron a los apóstoles quién les había dado autoridad para realizar este ministerio (4:7). Sin embargo, no había ningún secreto al respecto. En su sermón del día anterior, los apóstoles ya habían declarado que lo hacían en el nombre de Jesús (3:13–16). Seguramente los que fueron a llamarles lo habían reportado así. No obstante, tenían que investigarlo oficialmente.

Cuando Pedro tomó la palabra una vez más, el autor afirma que respondió estando controlado por el Espíritu Santo, quien le dio la capacidad de responder sabiamente, de tal manera que se maravillaron de su respuesta (4:8, 13). Sin embargo, antes de contestar, Pedro quiso aclarar la pregunta. Les habían llevado presos, no para investigar la verdad de su doctrina, sino para tratar de explicar el milagro y hallar algún motivo para impedir que siguieran predicando.

El apóstol les recordó que algo extraordinario había acontecido: un hombre había sido sanado. Dios había enviado un beneficio maravilloso e inexplicable a un enfermo. Puesto que no podían entenderlo ni imitarlo, al menos debían intentar averiguar su significado (4:9–10a).

Esto demostraba que la persona que ’ellos habían menospreciado y crucificado, había resucitado y todavía estaba actuando y ofreciendo salvación a Su pueblo. Ellos lo rechazaron pero Dios lo aprobó (4:10). La piedra que ellos habían desechado había sido exaltada por Dios, convirtiéndola en la cabeza del ángulo, donde se apoya el edificio (4:11). Pedro afirmó además, que El es el único medio de salvación. Por eso, debían confiar en El (4:12). El nombre por el cual habían hecho esta obra es el único por el cual podrían ser salvos. Si no se volvían a El, estarían perdidos para siempre.

La reacción de los acusadores manifestó que no tenían interés en conocer la verdad, ni hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, reconocían la grandeza del milagro que habían realizado y la maravillosa capacidad que Dios les había dado para comunicar la verdad. No pudieron decir nada en contra ni negar la evidencia (4:13–16). A la vez, aceptaron la respuesta favorable del pueblo; inclusive les dio miedo que se divulgara más entre ellos este asunto (4:16–17a). Por lo tanto, les advirtieron que no hablaran más del nombre de Jesús y los dejaron ir (4:17b–18).

Los apóstoles los escucharon y mostraron respeto a la autoridad que tenían como representantes del pueblo, pero les hicieron saber que su obligación era obedecer a un mandato superior, el de Dios mismo. Tenían que darle prioridad antes que a ellos y dar testimonio público de lo que habían visto y oído (4:19–20). Así que no tuvieron más remedio que soltarles. El pueblo admitió que Dios había hecho una obra significativa y le glorificaban por causa de ella (4:21–22).
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lunes, 7 de septiembre de 2015

Llamándolos, les ordenaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.. Jehovah conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos perecerá.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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Información 


Estudiemos La Palabra y Preparémonos para enseñar
Hechos 4:13-18
La reacción del Concilio 
(Hechos 4:13–18)

13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 
14Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 
15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 
17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 
18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.

El relato de Lucas es suficientemente claro como para que podamos ver en los religiosos una mezcla de sorpresa con impotencia e incapacidad de reacción. Es como si estos dos hombres los hubieran encerrado en la jaula que habían preparado ellos mismos para atrapar a los siervos de Dios. No tuvieron palabra alguna en contra de la apología y aceptaron los gravísimos cargos formulados, con tal de no producir más efervescencia. En cambio, reconocieron en los apóstoles ciertas características que por su importancia pasamos a estudiar:

  a.      La valentía divina

La persecución puede intimidar a los inseguros, pero ennoblece a los espirituales. Pedro y Juan demostraron algo más que capacidad humana para la defensa. En los días de la oposición, hay una diferencia sustancial entre el cristiano y el incrédulo. La valentía del cristiano nace de su comunión con Dios; el incrédulo confía en las armas.

Denuedo significa sin nudo, traducida del griego parrhe̅sia, libertad o franqueza para hablar (2 Co. 7:4; 1 Ti. 3:13); libertad que en el caso de ellos nace en la plenitud del Espíritu. Demuestran su denuedo con tres actitudes: (1) La manera respetuosa de asumir la defensa. Hablan con aplomo y valentía acerca del Señor Jesús. (2) El modo preciso de los cargos. Les muestran su ignorancia en temas claves, pero no descienden al lenguaje de agravio personal. Sin embargo, destacaron el pecado de haber rechazado al Ungido. (3) Al decir: “en ningún otro hay salvación …” barren con las religiones incluida la judía.

  b.      La sabiduría espiritual

Los enemigos percibieron (10:33–34; 25:25) algo excepcional en dos hombres sin escuela rabínica (Jn. 7:15). Los apóstoles actúan tal como el Señor Jesús les había enseñado (Mt. 10:20) y el Espíritu proveyó para la emergencia. A nosotros nos incumbe acumular conocimiento, y el Señor ordena cómo y cuándo utilizarlo.

También podemos advertir cómo opera el Espíritu pues pudieron producir una afirmación sobre el poder de Cristo. La pregunta fue “en qué nombre o autoridad” y la respuesta, “en el nombre de Jesucristo de Nazaret”. Además les informaron dónde se hallaba la salvación y cómo se había manifestado. Ellos estaban facultados para hacer una declaración sobre la ilimitada soberanía del Señor: “no hay otro nombre bajo el cielo …”

  c.      La influencia santa

El término “reconocer” significa mucho más que simplemente darse cuenta, más vale es advertir en profundidad. Jesucristo había hecho en ellos una labor singular y transformadora; podían hablar en su nombre porque realmente eran cristianos.
La pregunta “¿qué haremos con estos hombres?” era un serio dilema. ¿Cómo disminuir su influencia? La “señal manifiesta” y “notoria” (10:38) es ya imposible de anular (Jn. 7:10).

    Amonestados por el Sanedrín (4:13–22)



Los líderes judíos estaban maravillados por el denuedo (13) de Pedro y de Juan. La palabra griega traducida denuedo es parresia, que en el griego clásico denotaba “libertad de palabra, claridad, sinceridad”. Abbott-Smith lo toman de esa manera, tanto allí como en 2 Corintios 3:12. En la Septuaginta, en Josefo y en otros lugares del Nuevo Testamento quiere decir “confianza” u “osadía”. Es posible que ese sea el énfasis principal en este pasaje. Sin embargo, el sentido clásico más temprano es favorecido por la declaración de que Pedro y Juan eran sin letras y del vulgo. El primer adjetivo, agramatos (sólo aquí en el N. T.), significa literalmente “sin letras”. A. T. Robertson considera que esto implica “sin el aprendizaje técnico de las escuelas rabínicas profesionales”. Esa es la opinión de la mayor parte de los comentaristas. Mientras que en los papiros contemporáneos la palabra es empleada para aludir a gente analfabeta, es decir, que no leen ni escriben, la declaración de que los líderes sabían que los apóstoles eran agrammatoi, sugiere que el término se refiere a “hombres carentes de enseñanza escolástica a rabínica”. F. F. Bruce dice: “El sentido de ‘sin letras’… probablemente no está implicado en este texto.”

El segundo adjetivo del vulgo es idiotes. En 1 Corintios 14:16 es “simple oyente” y en 1 Corintios 14:23–24 es traducido como “indoctos”. El otro lugar en el Nuevo Testamento donde ocurre es 2 Corintios 11:6, donde Pablo se refiere a sí mismo como hombre “tosco en palabra”—probablemente citando una burla de algunos sarcásticos “cristianos” corintios. Esto apunta en dirección de la connotación moderna del término “idiotas”. Pero (contra lo que piensa Matthew Henry) ese no es probablemente el significado en este lugar. La palabra viene del adjetivo idios “propio”. De manera que significa “una persona privada, en oposición al estado u oficial”. De ahí proviene el significado: “Uno sin conocimiento profesional, ignorante, sin instrucción, indocto.”106 Es evidente que ese es el sentido en este lugar, que es el que Tyndale le da en la primera versión inglesa del Nuevo Testamento (1525), “persona laica”. Un poco después, la Biblia de Cranmer la tradujo un poco mejor, “hombres laicos”, que encaja bien con el contexto aquí.

Los líderes se maravillaban de que legos sin instrucción teológica pudiesen hablar con esa libertad y sinceridad. Y les reconocían, que habían estado con Jesús. La totalidad del incidente refleja la reacción de los líderes judíos en tiempo anterior cuando exclamaban acerca de su Maestro: “¿Cómo sabe éste letras, (grammata) sin haber estudiado?” (Jn. 7:15). Esto no significa que jamás hubiera aprendido a leer y escribir, pero El no había sido educado en escuelas teológicas como Pablo.

Los miembros del Sanedrín no podían negar el divino poder y autoridad de los apóstoles, porque allí estaba en pie con ellos (14) la evidencia en la persona que había sido sanada.
Confusos y frustrados, los miembros del concilio ordenaron a los apóstoles que salieran, para que ellos pudieran conferenciar en cuanto a la actitud que debían tomar con ellos (15). Los líderes judíos no podían negar la señal manifiesta—literalmente “señal conocida”—porque todo Jerusalén lo sabía (16). Pero para evitar que el asunto se divulgase más, pensaron que debían amenazarlos directamente—el mejor texto griego dice simplemente—amenacémosles—para que los apóstoles no hablasen más en este nombre (17). De modo que hicieron regresar a los prisioneros y les ordenaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen, en el nombre de Jesús (18).

Con sabiduría divina y plena franqueza, Pedro y Juan les preguntaron a los líderes judíos si era correcto obedecer a Dios o al Sanedrín (19). Esto puso a los jueces en un lugar difícil. Era claro que sólo había una respuesta. Entonces los dos discípulos hicieron una emocionante declaración: No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído (20). Es el testimonio de cada uno que ha encontrado realidad en Jesucristo.

Ellos entonces les amenazaron y soltaron (21) es una sola palabra en griego, un verbo compuesto que aparece aquí solamente en el Nuevo Testamento. El pensamiento es que les agregaron más amenazas a las ya dadas. La amenaza es la manera en que algunas personas resuelven un argumento cuando no han podido dar respuestas razonables. Pero, por causa del entusiasmo de la gente a favor del movimiento (2:41; 4:4) los líderes judíos no se atrevieron a castigar a los apóstoles. Porque todos glorificaban a Dios es una expresión típica de Lucas, encontrada a menudo en su evangelio y en Los Hechos.


Como médico Lucas recuerda el hecho de que el hombre que había estado enfermo tenía más de cuarenta años de edad (22). Esto fue lo que hizo que este milagro (gr., “señal”) resultara más sorprendente. Habría sido de esperarse que un hombre cojo de nacimiento sería un caso absolutamente imposible después de 40 años. Pero el poder de Dios no tiene límites. El también puede salvar a un pecador que ha sido encadenado en la profundidad de la depravación durante 40 años, aunque los sociólogos puedan despacharle como un caso sin esperanzas.

LA NOTICIA ALARMANTE Y YA AVISADA

Noticias Cristianas

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Cientos de cristianos han sido amenazados por extremistas hindúes que pretenden cortar en pedazos a todos lo miembros de las iglesias evangélicas y a todo el que predique de Jesucristo. La comunidad evangélica en la India ha manifestado que la persecución y el ataque hacia los cristianos se ha intensificado y esta vez la violencia es a niveles extremos.
Según el Star Morning News, 10 familias cristianas huyeron de Rajastán, ubicado el noroeste de India, al ser hostigados y asechados por estos grupos terroristas. El Pastor Malkeet Singh declaró que desde el pasado mes de junio estos grupos extremistas vigilan que nadie se reúna para orar o adorar a Dios, y las amenazas de muerte son constantes;  niños y adultos son intimidados, llevan meses sin poder reunirse.
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