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jueves, 10 de septiembre de 2015

No son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la Ley serán declarados justos... los gentiles, que no tienen Ley...son ley para sí mismos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Nos preparamos para enseñar a nuestros discípulos
Los que oyen y los que hacen
Romanos 2:12-16

12      Porque todos los que sin Ley pecaron, sin Ley también perecerán; y todos los que en           la Ley pecaron, por medio de la Ley serán juzgados.
13      Porque no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la                 Ley serán declarados justos.
14      Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley,           éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos;
15      los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio                 juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos
16      en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres,          conforme a mi Evangelio.

La posesión de la ley no justifica, Romanos 2:12–16. 

El versículo 12 empieza un nuevo párrafo que tiene una relación directa con lo que Pablo ha estado diciendo con respecto a la imparcialidad de Dios en el juicio. El nuevo elemento es la referencia específica a la ley y el punto principal es que la posesión de la ley no constituye una defensa para el judío en el juicio de Dios.

El versículo Romanos 2:12 es una ilustración del principio de la imparcialidad de Dios en el juicio enunciado en el versículo 11. El término traducido como perecerán se usa para designar lo que los desobedientes pueden esperar en el juicio (Juan 3:16; 1 Cor. 1:18). A la luz de la enseñanza general del NT con respecto al destino de los incrédulos, no se debe concluir que el término indica el fin de su existencia.

La mención de los gentiles que pecaron sin la ley sirve como contraste para referirse a la situación de los judíos, que es lo que interesa a Pablo. La posesión de la ley no eximirá al judío del juicio; más aún, él será juzgado por la ley. Es evidente que se refiere a la ley mosaica. Los judíos serán juzgados por Dios, pero serán juzgados por la ley porque ella será el instrumento que se tomará en cuenta, la regla que se aplicará. Cada uno, gentil o judío, será juzgado por la luz que tiene.

El versículo Romanos 2:13 apoya al versículo Romanos 2:12b y expresa en forma clara el punto del párrafo, que la mera tenencia de la ley no beneficia al judío en el juicio. Fuentes rabínicas demuestran que algunos fariseos también enseñaban que ser hacedor de la ley era más importante que ser oidor. 

A pesar de esto, parece claro que en ciertos ambientes se creía que la mera posesión de la ley por el pueblo judío era suficiente para asegurar un veredicto favorable en el juicio (ver la cita de Sabiduría en el comentario sobre el v. 3). Las expresiones justos delante de Dios y serán justificados tienen un sentido jurídico aquí e indican el estado de la persona absuelta de culpabilidad en el juicio. Vuelve a surgir el problema de que si Pablo está diciendo que uno puede ser justificado por medio de ser hacedor de la ley. En este caso, aparentemente el Apóstol no está afirmando que la salvación puede lograrse por medio de guardar la ley. 

Está exponiendo el argumento desde la perspectiva de la ley. En lo que tiene que ver con la ley, solamente los hechos tienen importancia (comp. v. 2). En una nota Morris dice: “Parece que Pablo está hablando de la manera en que las personas de hecho son condenadas, no de la manera en que son realmente justificadas. Él cree que jamás pueden ser justificadas por la ley (3:20)”. Cranfield, en cambio, cree que aquí como en 2:6–10 Pablo está hablando de la demostración de la fe en hechos.

El argumento sigue y el Apóstol cita el caso de gentiles que no tienen la ley mosaica (v. 14) pero por naturaleza cumplen con algún aspecto de ella, por ejemplo, honrar a los padres o no robar. Aunque no tienen la ley (Pablo lo dice dos veces en el versículo), son ley para sí mismos. 

No cumplen la ley conscientemente, sin embargo cumplen algunas de las provisiones de ella. De hecho el gentil no está fuera de la esfera de la ley, aunque está fuera de la esfera de la ley de Moisés. Dios no dejará de reconocer que en estos aspectos específicos han hecho lo correcto aunque no lo han hecho como un acto de obediencia a la ley mosaica. Lo que vale desde la perspectiva de la ley no es tener la ley sino hacer lo que la ley exige aun cuando el cumplimiento se realiza sin conciencia de su contenido específico.

Los versículos 15 y 16 explican como es que los gentiles a veces por naturaleza practican las provisiones de la ley. Dice Pablo, muestran la obra de la ley escrita en sus corazones. Debemos fijarnos en que Pablo no dice que tienen la ley escrita en su corazón, sino la obra de la ley o “lo que ordena la ley”. En el versículo 14 él afirmó dos veces que no tienen la ley, pero por su conducta demuestran lo que ordena la ley. Hay un sentido interior de lo correcto.

Además de este sentido interior de lo correcto, su conciencia concuerda en su testimonio. El término conciencia designa la habilidad del hombre de evaluar sus actos con miras a su aprobación o desaprobación. En este caso la conciencia de los gentiles es un testigo en el proceso de evaluación de su cumplimiento del sentido interior de lo correcto.

Bosquejo  homilético
Dios sabe
  I.      Dios conoce la verdad 
         (Romanos 2:1-3; Mat. 5:12-22; 5:27, 28; Juan 8:1-11).
    1.      Dios juzga de acuerdo a la verdad.
    2.      Cuando criticamos a otros por sus pecados no ocultamos con eso los nuestros

  II.      Dios conoce tu necesidad 
           (Romanos 2:4, 5).
    1.      Sabe que necesitas arrepentirte.
    2.      Sabe que debes volver a Cristo.
    3.      Sabe que necesitas ser perdonado (2 Cor. 5:21; Ef. 2:8, 9; Sal. 32:5).

  III.      Dios conoce lo que haces 
            (Romanos 2:6-10).

  IV.      Dios conoce tu situación 
            (Romanos 2:11-15).
    1.      Dios es imparcial.
    2.      La persona que tiene la ley será juzgada por la ley.
    3.      La persona que no tiene la ley también será juzgada.

  V.      Dios conoce tus motivaciones 
           (Romanos 2:16).
    1.      Todos los secretos serán revelados.
    2.      Los no salvos serán juzgados delante del gran trono blanco (Apoc. 20:11-15).
    3.      Los salvos estarán frente al tribunal de Cristo (2 Cor. 5:10; Rom. 14:12).

Conclusión: 
Si crees que vas a ser salvo por tu propio juicio, vuélvete a Cristo para recibir perdón y nueva vida. Si aun siendo cristiano te justificas a ti mismo, confiesa la necesidad que tienes de la misericordia de Cristo.


Con respecto a la última parte del versículo, parece preferible la traducción alternativa que figura en la nota de RVA: “y sus razonamientos o los acusan o los defienden”. Los términos traducidos como acusan y defienden son términos legales. 

Lo que Pablo describe es una situación en que el hombre participa de un diálogo consigo mismo, una especie de proceso jurídico, en el cual él es por turno su acusador y su defensor. Aunque el gentil no tiene la ley de Moisés, tiene el testimonio de un sentido interior de lo correcto (la obra de la ley escrita en sus corazones); una conciencia que es testigo de su grado de obediencia a este sentido del bien y el mal, y una capacidad racional que evalúa todo el proceso y lo acusa o lo defiende (sus razonamientos).

Es precisamente la posesión de estos testimonios por parte de los gentiles lo que será tomado en cuenta en el juicio (v. 16). Aunque la conciencia y el proceso racional de la evaluación de conducta pueden fallar en la era presente, en el día de juicio serán testigos en contra o en defensa del pecador. 

La referencia a los secretos de los hombres nos recuerda que nada quedará oculto en aquel día. Es este aspecto revelador del juicio que hace que sea tan temible. El juicio del mundo por Jesucristo (comp. Juan 5:27; Hech. 17:31) era parte del evangelio de Pablo. A veces pensamos que el evangelio y el juicio son incompatibles, que el evangelio elimina la necesidad de juicio. Aquí el Apóstol indica que el juicio del mundo por medio de Jesús es parte del mensaje evangélico.
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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;...porque ante Dios no hay acepción de personas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Estudiamos La Palabra para enseñar al liderazgo de la congregación
Romanos 2:1-11

El juicio de Dios

1      Por lo cual eres inexcusable, oh hombre (todo el que juzga), pues en lo que juzgas al           otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas practicas las mismas cosas.
2      Y sabemos que el juicio de Dios sobre los que practican tales cosas, es según verdad.
3      ¿Y piensas tú, oh hombre, que juzgas a los que practican tales cosas, y las haces, que         escaparás del juicio de Dios?
4      ¿O menosprecias la riqueza de su benignidad, de su tolerancia y de su longanimidad,           ignorando que la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento?
5      Pero según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el             día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;
6      el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
7      Vida eterna a los que perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honor e                         inmortalidad;
8      pero ira y enojo a los que, por egoísmo, desobedecen a la verdad y son persuadidos           por la injusticia;
9      tribulación y angustia sobre el alma de todo hombre que obra lo malo, del judío                     primeramente, y también del griego;
10    pero gloria, honor y paz a todo el que obra lo bueno: al judío primeramente y también           al griego,
11    porque ante Dios no hay acepción de personas.

Juicio imparcial, Romanos 2:1–11. 

Pablo empieza el capítulo 2 señalando que aquellos que condenan a los demás ponen su propia vida en peligro porque ellos son culpables de los mismos pecados. Es siempre más fácil ver la paja en el ojo ajeno que ver la viga en el ojo propio.

El versículo 1 empieza con una conjunción que debe indicar que lo que se va a decir es una conclusión lógica de lo que se ha venido exponiendo. No es muy evidente por qué la condenación de los judíos debe ser consecuencia lógica de la condenación de los gentiles, el tema de Romanos 1:18–32. La respuesta más simple y satisfactoria a este problema es reconocer que, aunque en Romanos 1:18–32 Pablo se refería especialmente al pecado de los gentiles, no se limitaba a ellos; están incluidos en esta condenación los pecados de toda la humanidad. 

En este caso, del 2:1 en adelante es una aplicación específica y lógica a un grupo especial, los judíos, de esta condenación general. Se puede resumir de la siguiente manera: mientras en el capítulo 1 se tiene en mente principalmente a los gentiles, se condenan los pecados de todos los hombres; aquí (2:1 ss.), mientras los judíos están en el centro de la escena, se condena a todos los que piensan que están en condición moral de juzgar a los demás.

El Apóstol ahora se dirige a un lector imaginario en segunda persona singular. Esta era una técnica empleada en la época para hacer que la exposición fuera más dinámica (comp. 2:17 ss.; 9:19 ss.; 11:17 ss.; 13:3 ss.; 14:4, 10, 15, 20–22). En la expresión no tienes excusa se usa el mismo término que ya se ha usado de los paganos (1:20); es igualmente aplicable a los judíos. 

A veces se usaba en sentido legal, para la persona que no tenía una defensa que podía justificar su conducta ante los tribunales. Los gentiles no tenían excusa al rechazar la revelación de Dios para seguir su propio camino. Tampoco tienen excusa los que se constituyen en jueces (sean judíos o moralistas en general) para condenar los pecados de otros. La acción de juzgar en este versículo tiene el sentido de condenar.

El judío y el moralista se condenaban a sí mismos en su condenación de los demás porque hacen lo mismo que condenan en otros (v. 1b). No es necesario pensar que los judíos pecaban de la misma manera. De hecho había una diferencia entre el estado moral en el mundo pagano y el mundo judío. No son culpables de las mismas acciones, pero son culpables de la misma clase de conducta, la de pecar contra la luz que tenían sobre el bien y el mal. Se ha dicho que el pecado de los judíos era el mismo, pero sus pecados no eran los mismos.

Algunos entienden que el versículo 2 es una respuesta del judío representativo a quien Pablo se dirige en el pasaje. Es mejor entenderlo como una afirmación del Apóstol. Pablo usa la expresión sabemos con frecuencia (3:19; 7:14; 8:22, 28; 2 Cor. 5:1; 1 Tim. 1:8) para señalar algo que es aceptado por él y por la persona a quien se dirige. Lo que se da por sentado aquí es que el juicio de Dios es según verdad. La sentencia de Dios es según los hechos. En el juicio no tendrá importancia nacionalidad o privilegio, sino hechos.

En el versículo 3 Pablo vuelve a dirigirse al judío imaginario repitiendo los conceptos de los dos versículos anteriores. Por medio de una pregunta aplica a la situación del judío la verdad que acaba de enunciar con respecto al juicio de Dios. En el griego extra bíblico la palabra traducida como supones se usaba en el lenguaje comercial en el sentido de contar, calcular (te figuras, NBE). 

Después, se aplicó al pensar objetivo y reflexivo con el sentido de considerar o tomar en cuenta. Es un término que invita a razonar y quizá por eso es de uso tan frecuente en Romanos (19 veces), una epístola con estilo reflexivo. El pronombre recibe el énfasis en la pregunta. 

El judío debe ser el último en pensar que escapará. Pero ésta es precisamente la actitud reflejada en citas como ésta del libro apócrifo o deuterocanónico Sabiduría: “Aunque pequemos, somos tuyos” (Ro 15:2). 

La pregunta de Pablo tiene tres implicaciones que el judío no podrá evitar: 
(1) el juicio, 
(2) el ser condenado, y 
(3) el castigo correspondiente a su culpabilidad.

El Apóstol, al llegar al versículo 4, dirige otra pregunta al judío imaginario. La bondad de Dios se refiere a su disposición a hacer el bien, su benignidad. Paciencia traduce un término que aparece en el NT solamente aquí y en 3:24 y que significa “interrumpir”; se usaba especialmente para indicar la interrupción de hostilidades en el sentido de “tregua”, “armisticio”. Dios ha suspendido su castigo al pecador, pero el mismo queda pendiente. Magnanimidad representa una palabra que significa paciencia (DHH). El uso de la expresión las riquezas para calificar estas virtudes de Dios indica que son “inagotables”.

Arrepentimiento significa etimológicamente cambio de mente. Es un cambio de mente con respecto al pecado que implica un cambio de vida. En el contexto neotestamentario indica el acto de volverse a Dios. La observación de Cranfield es pertinente: “la bondad de Dios ofrece a aquellos que son objeto de su favor tanto la oportunidad de arrepentirse como la intimación a hacerlo”.

El versículo 5 nos presenta el hecho de que en lugar de arrepentimiento, la actitud del judío se caracterizaba por dureza y por un corazón no arrepentido. Dureza traduce un término que se usa aquí en sentido metafórico para referirse a la obstinación, la terquedad. Corazón (ver comentario sobre 1:21) indica la vida interior total que, en este caso, no quiere someterse a Dios. 

Movido por estas actitudes, el judío esta acumulando sobre sí mismo ira. El término traducido como acumulas significa atesorar (comp. Mat. 6:20). El uso parece ser irónico. En lugar de estar atesorando algo de valor, está amontonando para sí ira. Ira es la firme oposición de Dios al mal (ver el comentario sobre 1:18). La ira mencionada en 1:18 ya se está manifestando; aquí está reservada para el día de la ira. Parece claro que se refiere al juicio futuro.

Revelación traduce un término de la misma raíz que en 1:18 se traduce como se manifiesta. Aquí Pablo se refiere a la revelación del justo juicio de Dios en lugar de la ira, pero es evidente que las expresiones son equivalentes. La ira de Dios se está revelando en la entrega del pecador a las consecuencias plenas del pecado, pero queda una revelación futura en el día del juicio. La manifestación presente es un anticipo de la manifestación escatalógica de la ira.

Tesoro bíblico
Él recompensará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que por su perseverancia en las buenas obras buscan gloria, honra e incorrupción (2:6, 7).
 
Ni judíos ni gentiles tienen excusa (2:1 y 1:20) ante el tribunal de Dios. Sobre judíos y sobre gentiles se revela la ira (2:5 y 1:18). Pero mientras que en el caso de los gentiles el énfasis está en la manifestación presente, en el caso de los judíos está en la manifestación futura.

El Apóstol cita el Salmo 62:12 al iniciar el versículo 6 para declarar el principio fundamental del juicio de Dios. El justo juicio de Dios consiste en la retribución exacta correspondiente a los hechos (v. 2) sin ninguna parcialidad (v. 11). Al decir cada uno, enfatiza la responsabilidad individual. 

Este principio general se explica en los versículos 7 al 10 y vuelve a enunciarse en el 11. El párrafo presenta un problema para el intérprete, pero es mejor considerarlo después de haber repasado los versículos. Sin embargo, se puede afirmar que la enseñanza invariable de la Biblia es que el juicio será en base a obras, pero la salvación es totalmente por gracia.

El versículo 7 inicia mencionando 2 categorías de hombres. Los primeros se caracterizan por 2 cosas: (1) su perseverancia en las buenas obras y (2) su búsqueda de gloria, honra e incorrupción. Para algunos intérpretes la palabra perseverancia es la clave. Presupone una confianza en Dios más allá de los esfuerzos propios. 

Gloria, honra e incorrupción son dones escatológicos firmemente asociados en el pensamiento judío con la vida de los hijos de Dios después de la muerte (comp. v. 10; 1 Ped. 1:7). Pablo habla de los que buscan estas bendiciones no de los que las merecen. El comentario de Morris es muy apropiado: “[Pablo] está hablando de una actitud, la de los que buscan ciertas cualidades; no está hablando de los que guardan ciertas leyes o tratan de merecer cierta recompensa. 

La confianza de esta gente está en Dios, no en sus propios logros. Él habla de aquellos cuyas vidas están orientadas en cierto sentido… La inclinación de sus vidas es hacia cosas celestiales”.

Personas con esta disposición reciben vida eterna. El énfasis no está tanto en la duración de la vida sino en su calidad. Es el término amplio para designar el estado final de bendición del que es salvado.

Los de la segunda categoría son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia (v. 8). El significado del término traducido como contenciosos es tema de discusión. Recientemente se ha sugerido el sentido de ambiciosos (BLA) o egoístas (NBE). 

Sin embargo, en este contexto parece mejor entender el sentido tradicional y preferir la traducción rebeldes (DHH). La última parte del versículo recuerda la descripción de los hombres que con injusticia detienen la verdad (1:18). Ellos están en contra de la verdad y a favor de la maldad (DHH).

A esta gente le corresponde enojo e ira. La palabra traducida como enojo es la misma que aparece en 1:18 y 2:5 (dos veces) donde la traducción de RVA y RVR-1960 es ira. El primer término tiende a enfatizar una disposición resuelta de hostilidad y el segundo a la manifestación exterior y explosiva. 

En este pasaje aparentemente son sinónimos, y el segundo término sirve para reforzar y subrayar la idea. La referencia es a la ira de Dios. Mientras en 2:7 Dios da la vida eterna, en este versículo la gramática requiere que se agregue el sobreentendido “y” para quedar finalmente habrá ira y enojo. Pablo se refiere directamente a Dios como el dador de la vida eterna, pero no lo asocia tan directamente como agente de la ira.

Pablo, en el versículo 9, vuelve a referirse a las dos categorías de hombres, pero en el orden inverso (v. 9 corresponde al v. 8 y v. 10 al v. 7) y con énfasis en que el castigo es imparcial e inclusivo: Tribulación traduce un término que tiene el sentido fundamental de “presión” y es un término fuerte para designar una situación de opresión que se hace inaguantable. 

Angustia traduce una palabra menos frecuente que etimológicamente sugiere la idea de falta de espacio. Para algunos, cuando aparecen juntas en los escritos paulinos, la primera indica el sufrimiento externo y la segunda el sufrimiento interno. Pero posiblemente aquí son sinónimos usados para subrayar la magnitud de la aflicción. Son consecuencias explícitas del “enojo e ira” del versículo anterior.

Sobre toda persona (literalmente “sobre toda alma de hombre”) indica que ni una sola persona “que hace lo malo” escapará. La universalidad del castigo se recalca aún más por la frase el judío primero, y también el griego. Los dos términos abarcaban la totalidad de los hombres. 

El AT enseñaba el juicio de los judíos (comp. Jer. 25:29 y Amós 3:2), pero en el primer siglo era una enseñanza olvidada por los judíos. Jesús insistía en que un mayor conocimiento implicaba una mayor responsabilidad en el juicio (Luc. 12:48). Por lo tanto, la prioridad de los judíos en el juicio es lógica. Tienen prioridad en la salvación (1:16) y prioridad en el juicio.

El Apóstol habla de gloria, honra y paz para cada uno que hace el bien (v. 10). Los términos se refieren a la bendición de la salvación, especialmente en su aspecto escatológico.
En el versículo 11 el Apóstol hace explícito lo que ha venido diciendo: habrá imparcialidad en el juicio (comp. vv. 2 y 6).

Bosquejo homilético
Principios del juicio divino
Romanos 2:1-16
  I.         El juicio de Dios está de acuerdo con nuestros patrones (2:1; Mat. 7:1-2).
  II.       El juicio de Dios a los hombres es de acuerdo a nuestras obras (2:5-11; Apoc.              20:12).
  III.      El juicio de Dios a los hombres es de acuerdo a la revelación que tenemos                   (2:12).
  IV.      El juicio de Dios a los hombres es imparcial (2:3, 11).
  V.       El juicio de Dios no se debe confundir con su misericordia (2:4, 5).

 
Ahora es posible considerar el problema de interpretación que se presenta en estos versículos. Este pasaje (2:6–10) puede entenderse como base para creer en la salvación por obras, por mérito propio. Interpretado así estaría en contradicción con la insistencia de Pablo en que por las obras de la ley nadie será justificado (3:20), y en que la justificación es solamente por la fe (1:16, 17; 3:30; 4:1–8). 

Se han identificado cuatro posibles interpretaciones del párrafo: 
(1) Pablo no es consecuente. Hay una contradicción en su pensamiento. 
(2) Pablo está presentando como hipótesis la posibilidad de salvación por la conducta.              Demostrará la imposibilidad de esto a continuación (3:20). 
(3) Al hablar de obras en el versículo 6, Pablo se refiere a la presencia o no de la fe.                  Perseverar en las buena obras (v. 7) y el hacer “el bien” (v. 10) son expresiones que            equivalen a tener fe. 
(4) Las buenas obras (v. 7) y el bien (v. 10) no se refieren a la fe del creyente, sino a su            conducta como una expresión inevitable de su fe. De manera semejante “obras” en el          versículo 6 se refiere a la conducta de cada hombre como evidencia infalible de su fe o        falta de fe.

Tesoro bíblico
Pues no hay distinción de personas delante de Dios (2:11).

En el análisis de las cuatro interpretaciones mencionadas, la (2) podría parecer más lógica en el contexto. Sin embargo, nada indica que Pablo esté presentando una mera hipótesis. Por lo tanto, parece que la (4) es la mejor. Además, es una interpretación que puede ser apoyada por otros pasajes neotestamentarios (p. ej., Mat. 25:31–46; Stg. 2:14–26).

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