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martes, 26 de julio de 2016

Si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




φθόνος
Envidia y celos

Cuando usamos la palabra celos, la usamos en el sentido de estar envidiosos de alguien que tiene algo que nosotros no tenemos. Esta clase de celos es un pecado y no es característica de un cristiano – contrariamente, muestra que aún estamos siendo controlados por nuestros propios deseos (1 Corintios 3:3).Gálatas 5:26 dice, “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”

La Biblia nos dice que debemos tener la perfecta clase de amor que Dios tiene por nosotros. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:4-5). Entre más nos concentremos en nosotros mismos y nuestros deseos, seremos menos capaces de concentrarnos en Dios. Cuando endurecemos nuestros corazones a la verdad, no podemos volvernos a Jesús y permitirle que nos sane (Mateo 13:15). Pero cuando permitimos que el Espíritu Santo nos controle, Él producirá en nosotros el fruto de nuestra salvación, el cual es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Santiago 3:14-15 dice, “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.”

El estar celosos indica que no estamos satisfechos con lo que Dios nos ha dado. La Biblia nos dice que estemos contentos con lo que tenemos, porque Dios nunca nos desamparará ni nos dejará. (Hebreos 13:5). A fin de combatir esto, necesitamos hacernos más como Jesús y menos como nosotros mismos. Podemos hacer esto, estableciendo una relación personal con Dios. Podemos llegar a conocerlo a través del estudio de la Biblia, la oración y la asistencia a la iglesia. Conforme vayamos aprendiendo cómo servir a otros en vez de a nosotros mismos, nuestros corazones comenzarán a cambiar. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)

1 RETRATOS
    •  Carol se pasa la mayor parte del día buscando maneras nuevas para decorar su casa. Su esposo, Tomás, se queja de que nunca logran ahorrar nada debido a los gastos constantes de su esposa.
    •  Aunque Juana goza de buenos estudios y de un trabajo excelente, siente envidia de la capacidad que tiene Lisa de demostrar su elegancia y su estilo cuando invita a alguien a su casa. Piensa: Si yo dispusiera de tanto tiempo libre, ¡también podría tener el mismo éxito que Lisa!
    •  Parece que María no logra controlar su lengua. Le parece casi imposible resistirse a la tentación de comentar a sus amigos las últimas “noticias” de algún miembro de su iglesia.
    •  Susana estaba agradecida porque la amistad que tenía con Diana les permitía a ambas apoyarse en medio de las tribulaciones y las pruebas por las que pasaban. Ahora que parece que Diana recibe una bendición tras otra, Susana descubre que está resentida porque la vida de Diana haya mejorado tanto.
    •  La joven esposa, celosa de su hermana, sus amigas y sus vecinos, ahora también tenía celos de la nueva compañera de trabajo de su esposo. Sumida en la ira y en la autocompasión, estaba permitiendo que sus celos consumieran sus emociones y perjudicasen su matrimonio. Su esposo, que se sentía agobiado y acusado sin motivo, se sentía frustrado. Ella siempre tenía miedo de algo, de que su esposo la abandonara o tuviera una aventura, pero se comportaba de una manera que aumentaba la probabilidad de que se hicieran realidad estas predicciones ominosas.

El envidioso piensa que, si su prójimo se rompe una pierna, él mismo podrá caminar mejor que antes. Helmut Schoeck

2 DEFINICIONES E IDEAS CLAVE
  • Los celos y la envidia son hermanos, los hijos perversos de una combinación tóxica de ira, inseguridad con base en la ansiedad y el hábito obsesivo de compararse con otros (para, normalmente, salir perdiendo en la comparación).
  • En la mayor parte de los casos de celos existe también una raíz de temor: el miedo a perder el amor o la alabanza de aquello o aquellos a los que se ama.
  • La envidia quiere algo que tienen otros.
  • Los celos consisten en tener miedo de que nos quiten algo que hemos conseguido. Los celos también conllevan un triángulo: tres personas, una de las cuales es la celosa que se fija en un rival (a quien suele malentender), alguien a quien considera un competidor por la atención de la tercera persona.
  • La Escritura dice que el amor “fuerte como la muerte” producirá unos celos que son tan “crueles como la tumba” (Cnt. 8:6).
  • Se puede definir la envidia como el deseo de algo que tienen otros, ya sea posición social, posesiones, estilo de vida, relaciones o características.
  • Si no se controla, la envidia puede convertirse en malicia, desprecio y destrucción de otros (Ver 1 S. 18:9 para ver la envidia en la vida de Saúl).
  • La envidia se manifiesta en el resentimiento por la prosperidad de otros.
  • La envidia será evidente cuando a una persona no le guste otra. La persona envidiosa no será consciente necesariamente de que ese disgusto se fundamenta en la envidia.
  • La envidia se fundamenta en la expectativa de merecer más éxito y reconocimiento que otra persona. Por consiguiente, la envidia está muy relacionada con el orgullo y la codicia.
  • La envidia es lo opuesto al amor. El amor se alegra por el bien que otro recibe. La envidia busca la destrucción de otros en beneficio propio.
  • En última instancia, la envidia es una rebelión contra la finitud humana y la provisión divina. Cuando las personas luchan con la envidia, rechazan la provisión de Dios además del modo único en que Dios las creó.
  • La Escritura nos dice que el Señor es un “Dios celoso” (Éx. 34:14), pero esta actitud del Señor es justa. Dios siente celo por la Iglesia (2 Co. 11:2). No obstante, Pablo nos advierte que no provoquemos los celos del Señor (1Co. 10:20-22)
La envidia es un síntoma de la falta de apreciación de nuestra propia unicidad y el valor que tenemos. Cada uno de nosotros tiene algo que aportar que nadie más tiene.
Anónimo

Causas de la envidia y de los celos
  • La insatisfacción con la provisión divina: Es posible que la persona solo vea lo que Dios no le ha dado, en lugar de lo que sí le ha entregado.
  • La comparación con otros: Desde bien pronto, muchos se han sentido condicionados para verse solo en comparación con otros; son más listos que, menos atractivas que, más populares que, etc.
  • El orgullo: La envidia está impulsada por la idea falsa de que una persona “merece” tener una vida centrada en sus propios beneficios y satisfacción personales.
  • La baja autoestima o el deseo de ser importante: Cuando las personas no se sienten bien consigo mismas, intentarán constantemente aliviar su sufrimiento buscando sentido en sus circunstancias, en vez de permitir que Jesucristo satisfaga sus necesidades más profundas.
  • El valor de los bienes mundanos: Las personas buscan dinero, posición social, fachada, talentos o éxitos como evidencias de su valor y su “lugar” en el mundo.

Expresiones de la envidia y de los celos

La envidia se puede disfrazar de muchas maneras. Estas son las manifestaciones más frecuentes:
  • Resentimiento hacia otros: La persona puede mostrarse muy crítica y acusadora de otra persona o personas.
  • Competición en las relaciones: El deseo de ser “quien manda” en todas las relaciones puede ser indicativo de una lucha con la envidia. La persona puede manifestar el impulso desbocado de alcanzar muchos objetivos, y también una actitud de superioridad respecto a otros.
  • Depresión: La persona puede volverse muy autocrítica porque no ha conseguido lo que deseaba, y lo que tenía otra persona.
  • Falta de contentamiento: Vivimos en una cultura en la que los medios de comunicación nos bombardean con la idea falsa de que conseguir más bienes materiales nos hará más felices. Una persona que lucha con la envidia no suele estar satisfecha con lo que Dios le ha dado.
  • El chismorreo: Las personas envidiosas nunca cesan de criticar a los objetos de su envidia.
  • Idolatrar o poner a otros en un pedestal.
  • Insatisfacción con la vida: Las personas celosas suelen tener el pensamiento de Si tan solo…

Fases de la envidia y de los celos
  1. Estadio inicial: El primer estadio de la envidia es desear lo que es o tiene otra persona.
  2. Burla o desprecio: Cuando una persona no se enfrenta a su propia envidia, esto puede inducirla a burlarse de otra persona o despreciarla, simplemente porque ella le recuerda lo que le falta. Esto se manifiesta mediante el desprecio.
  3. Malicia: La envidia también se puede convertir en malicia. Las personas desean destruir el bien que ven en las vidas de otros, creyendo que si no pueden tener lo mismo que ellos, al menos acabarán con el placer que a esas personas les proporciona lo que tienen.
  4. Dominio de las relaciones: Los celos, cuando se llevan a un extremo, pueden dominar una relación. Algunos cónyuges que en su infancia padecieron malos tratos o abandono introducen esta patología en su matrimonio. Las cuestiones pendientes del pasado pueden ser el impulsor para desarrollar un círculo vicioso de celos disfuncionales.
  5. Un ciclo consumidor: Un cónyuge siempre celoso usará la autocompasión, las mentiras, las amenazas y otras manipulaciones para controlar una relación. Cuando la otra parte se resiste, la persona celosa contraataca volviéndose más controladora. A medida que pasa el tiempo, este ciclo adquiere velocidad y aboca al desastre.


La caridad se alegra del bien de nuestro prójimo, mientras que la envidia se duele por ella.
Tomás de Aquino

3 ENTREVISTA DE EVALUACIÓN
A menudo, la envidia está enmascarada por otras cuestiones. Una persona puede hablar de la injusticia de la vida o manifestar resentimiento hacia otra persona. Es posible que la persona tenga la necesidad de ser siempre la mejor en cualquier tarea a la que se dedique.

Sea consciente de que este tema del resentimiento también puede ser una falta de perdón, en la que la persona padeció un sufrimiento causado por otro, y desea vengarse.

Escuche el tema central. ¿Se trata de que la persona siente rencor hacia lo que alguien le ha hecho? ¿Es que alguien ha conseguido algo que él o ella no ha logrado?
No etiquete a la persona como “envidiosa” o “celosa”. Escúchela y reconozca la lucha y la experiencia de la persona.
       1.  ¿Cuál es la circunstancia que ha incitado esos sentimientos tan difíciles para usted?
       2.  ¿Le molesta ver que otros avanzan en su carrera profesional o mejoran su estatus social?
       3.  ¿Se da cuenta de que le cuesta celebrar las bendiciones que reciben quienes le rodean?
       4.  ¿Siente a veces que Dios le ha decepcionado en su provisión?
       5.  ¿Se ha encontrado alguna vez pensando Si tan solo… (llene este espacio con lo que le gustaría que fuera distinto en su vida).
       6.  ¿Dónde ve que va la mayor parte de su dinero?
       7.  ¿Se siente complacido en secreto de que alguien a quien admira se encuentre con un problema?
       8.  ¿Alguna vez quisiera sabotear las bendiciones de otros?
       9.  ¿Lucha con sus sentimientos de crítica y/o juicio de otros?
     10.  ¿Descubre que no está satisfecho a menos que sea “el mejor” en algo?
     11.  ¿Lucha con la depresión?
     12.  ¿Se identifica más con los mejores y los más listos en vez de con aquellos que están en los márgenes de un grupo?
     13.  ¿Ha descubierto que tiende a poner a otros en un pedestal?
     14.  Hábleme de su matrimonio.
     15.  ¿Cómo se siente con respecto a las amistades o actividades de su cónyuge?
     16.  ¿Alguna vez su cónyuge le ha dado motivos para dudar de su fidelidad o su amor por usted?

¡Oh, cuidaos, mi señor, de los celos! Es ese monstruo de ojos verdes que se burla de la carne de la cual se alimenta.
Shakespeare, Otelo, acto III, escena 3.

4 CONSEJOS SABIOS 
La clave para superar la envidia o los celos es triple:
  1. Comprender el amor de Dios
  2. Estar satisfecho con su provisión
  3. Amar a otros como Dios nos ama

La envidia y los celos son intentos inútiles de satisfacer nuestros más profundos deseos de ser importantes y de gozar de seguridad, pero buscando algo que tiene otra persona o controlando lo que otro hace.

A la persona que tiene problemas en este campo hay que llevarla, cariñosa y coherentemente, hacia el amor y la suficiencia de Jesucristo.
Además, ofrézcale ánimos hasta que la persona esté dispuesta a abordar este tema y contemplar sinceramente su propio pecado.

5 PASOS PRÁCTICOS 
1. Sea sincero
    •  Todos nos engañamos de muchas maneras. Aunque es posible que no sintamos que somos víctimas de la envidia o de los celos, estos sentimientos pueden existir bajo muchos disfraces, como la crítica, el menosprecio, el chismorreo, la autocompasión y la manipulación.
    •  Pida a Dios que le revele sus propias motivaciones y sentimientos. Anote en un diario o en un cuaderno privado lo que Dios le ha mostrado en su corazón.
    •  Confiese a Cristo las actitudes de su corazón.

2. Concéntrese en Jesucristo
    •  Dios le ve como a su hijo amado.
    •  Entréguese a sí mismo y su día a Dios, pidiendo su guía y su presencia durante todo el día.

La envidia consiste en contar las bendiciones de otro en lugar de las nuestras.
Harold Coffin

3. Desarrolle un estilo de vida de gratitud y adoración
    •  Cuente sus bendiciones.
   •  Lea los Salmos como oraciones personales, alabando a Dios por todo lo que Él es y lo que ha hecho.
    •  Al final de cada día, reflexione sobre las bendiciones inesperadas que ha recibido a lo largo de ese día. Dé gracias a Dios por su amor y su cuidado constantes.

4. Evite actividades que fomenten la comparación
    •  Pase un tiempo en un centro comercial solo cuando tenga que adquirir un objeto concreto.
    •  Lea libros que le induzcan a reflexionar sobre la belleza de la vida y las bendiciones externas que tenemos como creyentes (por ejemplo, Lo mejor está por llegar, de Greg Laurie, Gracia venidera de John Piper, y La envidia de Bob Sorge).
    •  Reduzca la lectura de revistas, vea menos televisión y otros medios que se centren en la obtención de bienes materiales.

5. Interrumpa los sentimientos de envidia
    •  Pida a Dios su bendición sobre la persona a la que usted envidia, y dé gracias al Señor por su provisión para ella.
    •  Recuérdese el consejo de Jesús, que “la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes” (Lc. 12:15). Al final, las “cosas” son sustitutos superficiales de la presencia de Dios en su vida.
    •  Recuérdese quién es, como hijo o hija escogido por Dios. “Porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad” (2 Ts. 2:13).
    •  Pregúntese qué es lo que provoca su envidia de una persona. ¿Tiene esa persona una gran capacidad para socializar? ¿Muestra una gran compasión? Dé gracias a Dios por las cualidades positivas que ve en esa persona, y pídale que Él las potencie en su propio corazón. Entonces pasará de la envidia a la admiración. Afirme y dé gracias por las cualidades que Dios ha introducido en su propio corazón.

6. Interrumpa los sentimientos de celos 

•  Sea sincero consigo mismo; evite las afirmaciones controladoras o manipuladoras.
•  Pase un tiempo con Dios. Sumérjase en la oración y en la Palabra de Dios. Pídale      que transforme su necesidad de seguridad en la dependencia y la confianza en Él.
• Transforme su mente. En lugar de permitir que sus pensamientos ansiosos                  fomenten sospechas tenebrosas, pida a Dios que limpie su corazón y su mente.         Pídale que le ayude a amar de verdad: “El amor no es envidioso… no se enoja fácilmente” (1 Co. 13:4-5). Recuerde todos los aspectos positivos de su relación con la persona hacia la que siente celos. Haga algo, en ese mismo momento, para manifestar su amor. Llámela por teléfono, escríbale un correo electrónico.

El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.
Proverbios 14:30

7. Crezca
    •  Forje un plan para desarrollar los dones y las capacidades que Dios le ha dado de una forma única.
    •  Evalúe sus dones espirituales y sus talentos. 
•  Practique las disciplinas espirituales. Algunos ejemplos son: oración, ayuno, soledad, estudio, sacrificios, adoración, comunión, meditación y memorización.
    •  Dedique un tiempo a memorizar la Escritura; comprométase a ayunar y orar por una situación concreta de su vida.
    •  Pida a Dios que ponga a creyentes en su vida que le puedan animar en su relación con Cristo.

8. Piense en hacer un seguimiento
    •  Para algunas personas, su lucha crónica con la envidia puede ser indicativa de un sufrimiento más profundo y pendiente de resolución, encerrado en su pasado, un caso en el que es posible que recurrir a un terapeuta profesional sea el mejor curso de acción.

6 EJEMPLOS BÍBLICOS
Ésta es la ley en cuanto a los celos… (Nm. 5:29).

Los antiguos israelitas tenían un ritual complejo para abordar los celos. Su proceso detallado (Nm. 5:11-31) admitía el potencial destructivo de un cónyuge celoso. Lo más importante es que solventaban este asunto delante del Señor (v. 30).

    Los celos pueden destruir cualquier relación, y dentro de un matrimonio pueden introducir un elemento de desconfianza.

    Para protegerse de esto hay que basarse en la sinceridad. Ambos cónyuges deben reflexionar honestamente sobre su tendencia hacia los celos, respondiendo a la pregunta: “¿Qué me pone celoso?”
.
    Ambos cónyuges deben expresar sinceramente sus sentimientos. Entonces podrán hablar de lo que pueden hacer el uno por el otro para aliviarlos. La sinceridad y la confianza absolutas contribuirán a destruir los celos.

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Santiago 3:16

Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: “A David le dan crédito por diez ejércitos, pero a mí por uno solo. ¡Lo único que falta es que le den el reino!”. (1 S. 18:8).

Saúl se puso celoso de la victoria de David sobre Goliat, y por la atención que la nación puso en él. El joven guerrero había desbancado al rey. Los celos de Saúl le llevaron a la ira, el resentimiento, el miedo y a un intento de asesinato.

    Como una olla hirviente que amenaza con volcarse en cualquier momento, los celos descontrolados pueden llevar a la destrucción. Debemos llevar nuestros celos ante Dios, pidiéndole que nos ayude a apreciar los talentos de otros mientras, al mismo tiempo, nos enseña a usar los nuestros de la mejor manera.

El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura (2 Co. 11:2).
El término celoso puede usarse positiva o negativamente. Pablo dijo que él sentía “celo santo” por los creyentes corintios. Los celos de Pablo no se centraban en su propia reputación, sino en la seguridad eterna de los corintios.

    Sin embargo, los celos humanos tienen a menudo un centro menos noble (como el aspecto, la riqueza, la popularidad o el poder de otro), y resultan perjudiciales para todos los afectados.

    Los creyentes deben tener cuidado para no permitir que los celos impíos les perjudiquen a ellos mismos o a otros.

Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia… (1 P. 2:1).

Los creyentes deben estar tan agradecidos a Aquel que les llamó a ser santos para que deseen ser santos en todas las facetas de su conducta (1 P. 1:15).

    Esto quiere decir “abandonar toda… envidia”, porque carece de utilidad en el reino de Dios. La envidia provoca sufrimiento, disensión y división.

    Las personas que se comparan con otras se sienten superiores o inferiores a ellas. Dios quiere que dejemos de comparar nuestro aspecto, nuestras posesiones, nuestros trabajos o nuestras capacidades con las que tienen otros, y que nos centremos en ser sus hijos y servirle.

7 ORACIÓN
Antes que nada, queremos darte gracias por tus grandes bendiciones en la vida de tu hijo. 

Él/ella sabe que has hecho grandes cosas, pero hoy lucha con el sufrimiento que le produce querer más. 

Ayúdale hoy, Señor, a comprender los grandes dones que ha recibido de tu mano y las grandes contribuciones que puede hacer a tu reino. Ayúdale a aprender el contentamiento…
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miércoles, 8 de junio de 2016

Tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.... no fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¡¡¡Atención Consejeros!!!
                            RETRATOS INQUIETANTES

  • Carla tiene un problema muy grande. Ha recibido una beca para la universidad, tiene un novio estupendo, un papel de liderazgo en el grupo de jóvenes de la iglesia, y un test de embarazo que ha dado positivo. No puede renunciar a sus sueños por este error. Además, es un procedimiento muy sencillo, y nadie tiene que enterarse…
  • He sido perdonada, lo sé, pero, ¿por qué no puedo superar esto? Nancy no dejaba de repetirse estas palabras mientras contemplaba el banco de la iglesia en el que sus dos hijas pequeñas se removían inquietas, esperando el momento de marcharse a la clase de escuela dominical. Intentó concentrarse en el sermón, pero el anuncio de Derecho a la Vida que aparecía en el boletín reclamaba toda su atención. No fui consciente de lo que hacía.

ABORTO - ABORTAR - ABORTISTA - ABORTANTE

  • En realidad, el término aborto se refiere a cualquier expulsión prematura de un feto humano, ya sea de forma espontánea o natural o por medios artificiales, como en el caso de un aborto por medios quirúrgicos o químicos. Hoy día, el uso más frecuente del término aborto se aplica al aborto inducido artificialmente.
  • Una joven que tenga un embarazo no planificado deberá entender que la “elección rápida y fácil” no es ni rápida ni fácil, sino que tendrá repercusiones durante el resto de su vida.
  • A menudo la mujer decide mantener en secreto su aborto, sobre todo si forma parte de una comunidad cristiana que, según le parece, la criticaría o condenaría en caso de enterarse. Es posible que no lo sepan ni los miembros de su familia. Por consiguiente, el dolor y la pérdida que rodean ese aborto pueden estar muchos años sin resolverse.
  • Un aborto no solo se experimenta como una pérdida, sino a menudo también como un trauma. Algunos de los efectos secundarios posibles son tanto la tendencia a experimentar de nuevo el trauma, por ejemplo mediante sueños o recuerdos angustiosos, como la tendencia a la negación y el intento de evitar todos los pensamientos o sentimientos asociados con el aborto.
  • Otros posibles efectos secundarios del trauma que supone un aborto son adormecimiento emocional, trastornos del sueño, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, depresión, sentimiento de culpa e incapacidad de perdonarse a una misma.
  • El hecho de enfrentarse sola a la realidad de un aborto es un proceso que aísla a la mujer, y que puede reforzar el sentimiento de vergüenza de la persona. También pueden darse conductas autodestructivas, como el consumo de drogas.
  • Si alguien le confiesa que se ha sometido a un aborto, sea consciente de que, al hablar de esa experiencia, ha decidido confiar en usted. Tenga cuidado con cualquier manifestación verbal o gestual que pudiera complicar la sensación de culpa y la vergüenza de la persona. 

Mitos sobre el aborto
    Mito 1: “Es un procedimiento sencillo; mañana seguiré con mi vida”.
    Mito 2: “No es un bebé, es solo una masa de tejidos”.
    Mito 3: “No pasa nada, el aborto es legal”.
    Mito 4: “Si tengo este bebé, mi vida será un desastre”.
    Mito 5: “Es mi elección, mi responsabilidad, mi decisión”.
    Mito 6: “Si el bebé padece alguna disfunción, abortar está bien”.
    Mito 7: “Estoy sola. No le importo a nadie”.
    Mito 8: “No merezco perdón. Ya sabía que estaba mal”.
    Mito 9: “Tengo lo que me merezco; lo hice más de una vez”.
    Mito 10: “No me dolerá; el dolor remitirá”.
    Mito 11: “Es mi única opción; él no quiere el bebé”.
    Mito 12: “En casos de violación o de incesto, es permisible”.

EVALUACIÓN
Para la mujer que se plantea abortar

  1. ¿Cómo sabe que está embarazada? ¿Se ha sometido a un examen médico? (Estas preguntas no amenazantes sobre el embarazo ayudarán a la aconsejada a sentirse cómoda y a aceptar su responsabilidad).
  2. ¿Cuánto hace que está embarazada?
  3.  ¿Cuáles son las circunstancias actuales de su vida?
  4. ¿Cuál prevé que sea la reacción de su familia ante su embarazo?
  5. ¿Goza de un respaldo social adecuado?
  6. ¿Quién es el padre del bebé? ¿Qué tipo de relación mantiene con él?
  7. ¿Ha pensado en otras opciones aparte del aborto? ¿Ha pensado en llevar a término el embarazo?
  8. ¿Qué cree que pasará en su vida si aborta? ¿Qué cree que sucederá si opta por otra solución? (A menudo, una mujer elige abortar porque no cree que tenga ninguna otra opción. A veces, la decisión de tener un aborto se toma rápidamente para “resolver el problema”. Dígale a la mujer que tiene tiempo de tomar una decisión. Ayúdela a entender que si lleva el embarazo a término su vida no “se arruinará”)
  9. ¿Tiene alguna pregunta sobre el embarazo y el aborto? (No dé por hecho que ella está plenamente informada).
Para la mujer que abortó en el pasado
  1. ¿Qué la angustia hoy día?
  2. Recuerde la situación y dígame qué sucedió. (Preste atención a cualquier síntoma de estrés postraumático, como los sueños perturbadores o los activadores que traen a la mente ese suceso. Al optar por empezar a contarle su historia, la mujer rompe el silencio, lo cual es el inicio del proceso de sanidad, pero también puede ser angustioso, dado que ya no es posible negar los hechos)
  3. En aquel momento, ¿cuáles fueron los principales motivos para tomar aquella decisión
  4. ¿Se siente deprimida, abatida o triste la mayor parte del día?
  5. ¿Tiene dificultades para comer o dormir?
  6. ¿Se ha planteado el suicidio? (Si es evidente una tendencia suicida busque ayuda de inmediato).
  7. ¿Consume drogas o alcohol para aliviar el sufrimiento?
  8. ¿Cómo gestiona su vida actualmente? ¿Qué activa su dolor?
  9. ¿Cree que Dios la ha perdonado? ¿Por qué sí o por qué no?
  10. ¿Siente que usted misma puede perdonarse? ¿Por qué sí o por qué no? 
CONSEJOS SABIOS
Asegúrese de ofrecer a la mujer que se plantea el aborto un respaldo práctico adecuado para animarla a llevar a término su embarazo. Tenga a mano información sobre agencias que ofrezcan asistencia médica y un lugar donde puedan alojarse las embarazadas. Subraye a la mujer que toma una decisión por su vida y por la de su bebé. Anímela a ver la situación a largo plazo, en lugar de plantearse ir a la universidad el semestre siguiente o conservar su puesto en un equipo deportivo. Aborde cualquier conducta que ponga en peligro la seguridad de la mujer, como los impulsos suicidas o el consumo de drogas.
  1. Pida perdón a Dios.
  2. Acepte el perdón divino.
  3. Perdónese a sí misma.
  4. Busque asistencia profesional y pastoral.
  5. Visualice a Dios sosteniendo en brazos a su bebé.
  6. Cuando Dios le dé su gracia, colabore de alguna manera para ayudar a las embarazadas jóvenes. 
PASOS PRÁCTICOS
Para la mujer que se plantea el aborto

  1. Reflexione sobre las opciones. Puede que le parezca que su única opción es el aborto. Sencillamente no es así. En todos los Estados Unidos hay casi tres mil Crisis Pregnancy Centers (CPC) atendidos por voluntarios que quieren ofrecerle alternativas reales, y que le ayudarán con cariño. También puede buscar consejería cristiana antes de decidir abortar.
  2. Hable con otros. Tiene que comentar la situación con otros miembros de la familia. Evalúe cómo hacer esto (dependiendo de lo que usted sepa sobre los otros miembros de la familia). Es posible que usted, el terapeuta, deba participar como tercera parte en esa conversación.
  3. Busque ayuda. Anime a la joven y a sus padres a que busquen ayuda terapeutica o busquen consejería cristiana.
  4. Haga un seguimiento. Asegúrese de continuar el proceso fijando otra cita con ella. Aunque puede que usted lamente su embarazo, puede empezar de inmediato a tomar algunas decisiones sabias respecto al futuro de su bebé.
Para la mujer que tuvo un aborto en el pasado                            1. Cuente su historia. Siga contando su historia a lo largo de las sesiones futuras de                       consejería y por medio de un diario personal.                                                                            2. Busque ayuda. Hay diversas organizaciones y existen materiales para facilitar la                        sanidad tras un aborto. Descubra cuáles existen en su zona para remitir a ellas a la                      persona.
        3. Busque apoyo. Si en su zona existe un grupo de apoyo al duelo que sea confidencial,                 anime a la mujer a asistir a las reuniones.
   4. Reafirme a la aconsejada. Asegúrese de transmitir, tanto verbalmente como de              otras maneras, que usted la acepta y que Dios la ha perdonado.
La sanidad posterior a un aborto es un proceso, y sin duda no se puede conseguir en una sola sesión; sin embargo, es posible curarse.                                                             
Asegure a la mujer que el perdón, incluyendo la capacidad de aceptar el perdón divino y de perdonarse a sí misma, son posibles por medio de la gracia de Dios.
El aborto no es el pecado imperdonable.
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lunes, 23 de mayo de 2016

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida... Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Dios confronta al necio


Se entregaron a la inmoralidad, son insaciables

...y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas. Efe. 4:19 LBLA
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Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes. Efe. 4:19 NVI

“Toda clase de impurezas” se refiere a la amplia diversidad de pecados sexuales que representan tentaciones en la vida del hombre. Desafortunadamente, algunos de ellos son
motivo de atracción y tentación también para los siervos de Dios. En este capítulo veremos algunas de las formas en las que el pecado sexual se presenta, con el fin de conocer las características de cada una y de ver cómo nosotros, como creyentes en Cristo, podemos repeler sus influencias destructivas.

Fornicación.
El vocablo griego porneia, deriva de porne (prostituta). Bíblicamente, es un término general que abarca toda clase de conducta sexual inmoral incluyendo:

  • relaciones sexuales prematrimoniales, 
  • homosexualidad, 
  • prostitución (de hombres o mujeres), 
  • pornografía, 
  • incesto, 
  • adulterio, 
  • lascivia, etc.

La palabra fornicación también se usa comúnmente para referirse a las relaciones sexuales entre solteros.

Se practica por no contener las pasiones antes de su matrimonio o, como en algunos casos, por puro placer y “diversión”.

Esto refleja el espíritu de este siglo, llamado “la nueva moralidad”, o “revolución sexual”. Este concepto de sexualidad rechaza como anticuada toda ley moral en cuanto a la vida sexual, y demanda total libertad para participar en todo tipo de acto sexual, libre y sin restricción.

El fruto ha sido miles de jóvenes embarazadas, bebés nacidos fuera del matrimonio (muchos sin padre), vidas quebrantadas y confundidas, enfermedades sexuales transmitidas, y la proliferación del aborto.

El resultado incluye a muchos jóvenes varones que engendran hijos, pero no saben ser padres responsables.

Un nuevo hogar, formado sobre el “fundamento” de la inmoralidad, tiene poca probabilidad de ser un hogar estable y duradero.

Jóvenes que practican la inmoralidad durante su vida de solteros están más propensos a ser infieles a su cónyuge una vez que se casan. En un sentido, la inmoralidad es infidelidad a la futura cónyuge.

Las “aventuras”.
Antes de exponer las distintas clases de aventuras, es importante ver algunos hechos fundamentales acerca de ellas y las relaciones indebidas que se presentan.

Una aventura ocurre cuando hay una relación o lazo emocional o físico entre dos personas, y cuando por lo menos una de ellas es casada. La relación es ilícita porque involucra la infidelidad al, o a la cónyuge.

Adulterio es la violación de votos y promesas de fidelidad y exclusividad. Significa infidelidad o deslealtad al, o a la cónyuge, traicionar los votos hechos al iniciar la vida matrimonial.

Al tener relaciones sexuales extramaritales, uno es infiel a sus promesas de proteger, cuidar y amar exclusivamente a su cónyuge.

El término también se usa en La Biblia en sentido espiritual para referirse a la infidelidad a Dios por parte de su pueblo.

Por ejemplo, Santiago 4:4 dice: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.

Aunque la mayoría de los casos de adulterio ocurre entre hombres casados y mujeres solteras, el adulterio puede suceder en una diversidad de situaciones.

La Biblia describe el adulterio como traición al pacto de matrimonio que un varón hace con su mujer.
Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto... Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud” (Malaquías 2:14–15).

Véase también Proverbios 2:16–17, donde, en este caso, es la mujer quien viola el pacto matrimonial que hizo con su marido.

En Jeremías 29:21–23, el adulterio era una de las causas de la cautividad en Babilonia: “...porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus
prójimos...” (v.23).

Éxodo 20:14 revela que la prohibición del adulterio constituye uno de los Diez Mandamientos
de Dios, dados al principio de la vida de Israel como nación.

Hay varios tipos de “aventuras”:
  • La aventura prolongada o continua. Puede durar semanas, meses o, en casos raros, años. Se forman lazos más allá de lo emocional, e incluyen relaciones íntimas como si fueran varón y esposa.
  • La aventura de “una sola noche”. Ocurre en un  momento de tentación con una persona, y las pasiones no controladas dan lugar a un encuentro sexual. Sea que lo busque el varón, o sea seducido, el resultado es el mismo: una caída en el abismo del pecado sexual. A veces ocurre en una sola ocasión. En otros casos, la aventura de una sola noche se repite muchas veces, con diferentes personas. Se ha dicho que hay personas “adictas” a las aventuras de una sola noche. Un hombre que practicaba este estilo de vida “disfrutó” de otra noche de placer sexual con una mujer que recién había conocido. Cuando despertó a la mañana siguiente, descubrió que su “amante” se había ido. En el espejo, escritas con pintura de labios, encontró las palabras: “Bienvenido al mundo del SIDA”.
  • Adulterio emocional o mental. Se parece a las fantasías porque se trata de algo que sucede en la mente de una persona, no en el mundo físico. Se disfrutade una relación ilícita con una persona en la imaginación. Se piensa mucho en la persona, se imaginan escenas románticas con ella, incluyendo relaciones sexuales. Cristo habló de esto en Mateo 5:28 cuando dijo: “Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Por eso La Biblia hace mucho énfasis en la necesidad de controlar nuestros pensamientos: “... derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento (Palabra) de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:5). Hay personas que no están dispuestas a cruzar la línea e ir “tan lejos”, o sus circunstancias les impiden practicar el adulterio físico. Sin embargo, lo cometen en el corazón, quizá porque piensan que “no habrá consecuencias” (como cuando es físico). O bien aceptan que es la única forma en la cual pueden disfrutar la relación romántica deseada en su corazón. Puede vivirla un soltero con una mujer casada, o un hombre casado con otra mujer, soltera o casada. El adulterio emocional o mental: 

  1. demuestra que el matrimonio de la persona (si está casada) no es saludable. Algo anda mal en su relación con su cónyuge. Fantasear con una relación ilícita no arregla el problema. Es sólo fantasía que provee un escape del aburrimiento u otros problemas en su matrimonio.
  2. indica que algo está mal en el propio corazón. Si deseamos algo que Dios prohíbe, es indicio de un espíritu de rebelión puesto de manifiesto en nosotros. Llegamos a creer que el estado en el que Dios nos permite vivir (soltería, matrimonio, etc.) no es de nuestro agrado, y buscamos algo más allá de lo que él nos concede. Este fue el engaño que la serpiente le vendió a Eva en el Edén: “Dios no te dio lo que mereces, él te ha defraudado, lo que tienes no es lo que podrías y debes tener; la esposa (o el esposo) que tienes no es lo que tú necesitas; tú mereces más”. De pronto creemos esta mentira, pensando que lo que tenemos (matrimonio, cónyuge, etc.) no es ni apropiado ni suficiente. Pensamos que hemos sido “defraudados”, por lo tanto buscamos algo más, lo que realmente “merecemos”. Y, como Eva, caemos en la trampa. El adulterio emocional o mental, entonces, no es ni más ni menos que la búsqueda de algo no dado por Dios, pero que codiciamos. La lista de los Diez Mandamientos prohíbe primero el adulterio (7º mandamiento), y luego prohíbe el deseo por la mujer de otro hombre: “No codiciarás... la mujer de tu prójimo” (10º mandamiento). El deseo de tener algo más allá de lo que Dios nos ha dado como cónyuge, matrimonio, etc., es una señal de la rebeldía del hombre hacia Dios: el deseo de seguir el propio camino, decidir lo que es mejor para uno y, en fin, vivir una vida independiente de Dios.
  3. El adulterio emocional o mental puede ocurrir en las amistades surgidas entre un varón y una mujer. Cuando alcanzan cierto nivel, la cercanía creada por su amistad da lugar a un ambiente de confianza en el que uno comparte problemas y asuntos personales con el otro. Esto da lugar a una intimidad emocional, la cual, como dijimos antes, está a un paso de la intimidad física. Se trata de una intimidad falsa y preocupante, porque reemplaza la intimidad emocional que uno debe experimentar únicamente con su cónyuge. Una relación de amistad con una persona del sexo opuesto no es necesariamente inapropiada, pero sí debemos actuar con mucha cautela y precaución para evitar que se pase de la raya y se convierta en una relación indebida. Esto ha ocurrido en miles de casos.
  4. Una aventura mental puede abrir la puerta y preparar el camino para el adulterio físico. Existe la ley de rendimientos decrecientes. Cuando el cigarrillo ya no satisface, la persona busca la marijuana. Cuando ésta ya no produce el éxtasis de antes, se busca algo más fuerte, por ejemplo, la cocaína. Cuando la cerveza no deleita como antes, uno busca una bebida alcohólica más fuerte para lograr el mismo efecto. Lo mismo sucede en la relación entre un hombre y una mujer que ha dejado de ser una simple amistad. Las conversaciones y sentimientos se convierten en contactos más serios: la amistad llega a ser cariño, el cariño se convierte en caricias, y las caricias en acto sexual. El pecado sexual requiere “dosis” cada vez más fuertes, y siempre nos lleva más allá de donde pensábamos llegar. La pureza moral que Dios espera de nosotros empieza en el corazón. No sólo el área de lo físico debe mantenerse pura y “el lecho sin mancilla” (Heb. 13:4), sino también la arena de los pensamientos debe ser guardada como terreno sagrado e inviolable. A veces el adulterio emocional o mental incluye “conversaciones inocentes” con la persona que atrae nuestro corazón. Pensamos que si no hay contacto físico o sexual con la persona, no cometemos ninguna falta. Sin embargo, si en la mente damos lugar a pensamientos impropios o experimentamos emociones indebidas o compartimos cosas íntimas que se deben reservar única y exclusivamente para nuestro cónyuge, violamos los límites que protegen el matrimonio. Jesús confirma que es posible cometer adulterio en nuestro corazón. Por eso La Biblia nos amonesta en Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida”. Sabio es el que guarda su corazón de ésta y toda expresión de inmoralidad. 
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lunes, 11 de abril de 2016

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




CRISIS EN PERSONAS
Trabajando con la desesperación 
¿Qué es una crisis?
La Palabra de Dios describe a muchos seres humanos en estado de crisis. Pablo es uno de ellos.
Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» El dijo: «¿Quién eres, Señor?» Y le dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.» Él, temblando y temeroso, dijo: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» Y el Señor le dijo: «Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.» Y los hombres que iban de camino con él, se pararon atónitos, oyendo en verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole de la mano, le metieron en Damasco, y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió … (Hch. 9:1–9).
Éste es uno de los relatos más famosos de conversión religiosa, y frecuentemente una conversión puede desembocar en una crisis. El caso de Pablo es un ejemplo excelente de algunas de las características de la crisis. Esta experiencia afectó a Pablo en muchas formas. 
Le afectó físicamente, porque no podía ver y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad. 
Le afectó espiritualmente, porque pasó a ser un creyente; e invirtió toda la pauta de su actitud frente a los cristianos. 
Le afectó mental y emocionalmente, porque no comió ni bebió en tres días. 
Su conversión causó una crisis, en cuyo punto culminante Pablo cambió el curso de su vida, en este caso para mejoría.

Hemos hablado mucho sobre la palabra crisis, pero para ministrar propiamente a otros, nosotros hemos de llegar a comprender bien lo que significa la palabra. 

El diccionario de Webster define crisis como un «momento crucial» y «un punto de cambio en el curso de algo». Este término es usado con frecuencia para indicar la reacción interna de una persona ante una amenaza o riesgo externo. 

Una crisis generalmente implica la pérdida temporal de la facultad de reaccionar o hacer frente a las cosas, con la suposición de que esta alteración de la función emocional es reversible. 

Si una persona hace frente de modo efectivo a la amenaza, supera la crisis y vuelve al nivel previo en que funcionaba.

El carácter o signo de escritura que usan los chinos para indicar una crisis está hecho de dos símbolos: el uno es la pérdida de la esperanza, y el otro el de la oportunidad. Cuando un médico habla de crisis, está hablando del momento en el curso de una enfermedad en que se produce un cambio, para bien o para mal.

Cuando algunos consejeros hablan de una crisis matrimonial, están hablando de puntos cruciales en que el matrimonio puede ir en una dirección u otra: puede avanzar hacia el fortalecimiento, enriquecimiento o mejora, o bien pasar a la insatisfacción, el dolor y, en algunos casos, a la disolución.

Cuando una persona pierde el equilibrio como resultado de un suceso, se dice que experimenta una crisis. El término es usado, con frecuencia, de modo erróneo. Se aplica de manera incorrecta a las molestias o inconvenientes cotidianos. Los términos stress y tensión se utilizan de modo indiscriminado, pero esto es incorrecto, como veremos más adelante.

Una crisis puede ser el resultado de uno o más factores. 

En ocasiones puede ser un problema que ha crecido de modo desproporcionado y abrumador, como la muerte de un hijo. 

En otros casos no es un problema serio, y serio sin importancia para la mayoría de las personas, pero que para una persona determinada adquiere un significado especial y se convierte en algo agobiante. 

Normalmente porque se produce en un momento de vulnerabilidad especial, o cuando la persona no está preparada. Para una persona normal el problema resultante de haberse atascado un fregadero se resuelve sin grandes apuros. Pero cuando la persona se halla en un estado de tensión, puede convertirse en un verdadero drama. Cuando los mecanismos de respuesta del individuo son anormales, no funcionan bien o no tiene el apoyo de otros a quienes necesita, un simple grano puede convertirse en una montaña.

Las crisis no son siempre malas o dañinas. Más bien actúan como punto de giro o gozne en la vida de una persona. Por tanto, pueden significar una oportunidad lo mismo que un peligro. Cuando la persona busca métodos para hacer frente a una situación, puede inclinarse hacia caminos de destrucción, pero puede también descubrir caminos y métodos nuevos y mejores que los que antes tenía a su disposición.
elementos comunes en una crisis
El primer elemento es el suceso o hecho que genera el problema
Es la razón que desencadena una reacción de sucesos que culminan en crisis.
  • Una esposa joven que se preparó para una carrera durante siete años, descubre de pronto que está embarazada. 
  • Un joven atleta que ha estado entrenando durante sus años de estudio a fin de ser seleccionado por los profesionales, se fractura un tobillo durante una excursión a una montaña. 
  • Un viudo que tiene cinco hijos pequeños pierde el empleo en una profesión muy especializada. 
Todas estas personas comparten algo en común: El motivo causante de la crisis. Algo que es importante que los que les ayudan sean capaces de identificar desde el primer momento.

El segundo elemento es el estado vulnerable

Ninguno de estos sucesos conduce por sí mismo a la crisis. Para que esto suceda, la persona ha de ser vulnerable. 
  • El simple hecho de pasarse dos noches sin dormir puede hacer a una persona vulnerable a una situación que de otro modo habría resuelto sin dificultad. 
  • El estar enfermo o deprimido rebaja los mecanismos de defensa. Recientemente hablé con una mujer que quería ceder a su hijo adoptado, cerrar su negocio y dejarlo todo. Había perdido al marido y estaba deprimida por la amenaza de otra pérdida en su vida. Le pedí que no tomara ninguna decisión durante el período de depresión, puesto que estas decisiones suelen ser lamentadas más tarde.
El tercer elemento es el factor precipitante

Dicho de otra forma: «la gota que hace rebosar la copa». Algunas personas se defienden bien durante un período de pérdida o de sufrimiento extremo, pero se desmoronan por haber roto un plato o dejar caer un vaso. Ésta es la gota final, pero en realidad la reacción y las lágrimas son respuesta a otra razón o pérdida más seria.

El cuarto y último elemento es ya el estado de crisis activa

Cuando la persona no puede sostener más la situación, estalla la crisis. 
Hay varias indicaciones de este estado:
1.     Síntomas de tensión o «stress» psicológicos, físicos —o los dos—. 
     Éstos pueden incluir depresión, dolores de cabeza, ansiedad, úlceras. Siempre hay algún tipo de malestar extremo.

2.     Una actitud de pánico o de derrota. 
      La persona puede considerar que ya ha intentado todo lo que se puede hacer y que no hay nada que dé resultado. Por tanto, se considera un fracasado: está derrotado, abrumado, impotente. 
      
     A esto tiene dos formas de responder: 
  •      una es el nerviosismo y agitación extrema que le llevan a actuar en formas que no producen ningún resultado positivo. Éstas incluyen el andar desasosegado de acá para allá, beber, tomar drogas, conducir a velocidades excesivas o entrar en reyertas y peleas. 
  •      La otra forma de responder es volverse apático. Un ejemplo es dormir en exceso.

3.      Una necesidad extrema de ayuda
     «¡Sacadme de esta situación!», es lo que pide y suplica. Quiere alivio al dolor de la tensión. No está en condiciones de resolver el problema de forma racional. Algunas personas en crisis puede parecer que se hallan en estado de estupor o responden de forma estrafalaria. Otras se muestran frenéticas en sus esfuerzos y van a otros en busca de ayuda, hasta el punto de hacerse dependientes de otros en exceso, tratando que les ayuden a resolver su dilema.

4.      Una disminución en la eficiencia. 
     La persona en una crisis activa puede seguir funcionando con aparente normalidad, pero en vez de responder con un 100 % de eficiencia responde sólo con un 60 %. Cuanto mayor es la amenaza según la evaluación de la situación por parte del individuo, menos efectivas serán sus respuestas y recursos. Pueden darse cuenta de esto, lo cual contribuye a desanimarles más aún.
La forma en que se evalúa la situación es una parte importante del curso de la crisis. La evaluación es lo que la gente «hace» del suceso. Toda persona tiene su forma propia de percibir o reaccionar ante un suceso. 
Las creencias, ideas, expectativas y percepciones de una persona contribuyen todas ellas a evaluar una situación como de crisis o no de crisis. Es importante que al ayudar a las personas procures que vean y juzguen el suceso con sus propios ojos y no con los tuyos. 
La muerte de un amigo íntimo, por ejemplo, es evaluada desde varios puntos de vista: 
  • lo íntima que era la relación, 
  • con qué frecuencia se hallaban en contacto, 
  • cómo ha respondido la persona a otras pérdidas, y 
  • cuántas pérdidas ha sufrido recientemente. 
Una viuda cuya vida era dependiente y estaba envuelta íntimamente en la de su marido, considera su pérdida de modo muy diferente que un amigo íntimo, un socio en los negocios o uno de los tíos a quien el marido había visto sólo una vez en los últimos cinco años.

El sentimiento de pérdida es una de las causas más frecuentes generadoras de crisis. Incluso un ascenso en el empleo puede causar una sensación de pérdida que precipita una crisis. 

Juan se llevaba bien y disfrutaba con la camaradería de los otros vendedores en su agencia de venta de coches. Fue ascendido a gerente de ventas. Esto le dio más categoría, más dinero, pero cambió sus relaciones. Ya no se encontraba en el mismo nivel que los vendedores. En realidad ahora tenía que presionarles para que aumentara su cuota de ventas. A Juan esto no le gustaba y acabó tan insatisfecho que entró en crisis, dejando de ir al trabajo por hallarse enfermo y, de este modo, evitar conflictos.
Evaluación y equilibrio de factores
Hay quien cree que un problema no desemboca en crisis a menos que haya deficiencias de uno o más factores en el equilibrio de la vida de una persona. 
El principal de estos factores es una percepción adecuada: la forma en que ve el problema y el significado que tiene para ella. 
Si su hija se divorcia, los padres pueden considerar que es la tragedia mayor en su vida y un fallo negativo como padres de su propia capacidad educativa demostrada en la crianza de la hija. Otros padres, sin embargo, en situación similar, no verán el mismo hecho, ni del mismo modo.

Un segundo factor de equilibrio es disfrutar de un número suficiente de amistades. 

Esto implica tener un grupo de amigos, parientes o conocidos que pueden dar apoyo durante el problema. Es aquí que el Cuerpo de Cristo tiene el potencial de ser uno de los mayores grupos de apoyo a disposición, si se le hace actuar de modo adecuado respecto a la persona en necesidad.

Un tercer factor de equilibrio son los mecanismos de defensa sobre los que todos nos apoyamos. 

Si éstos no funcionan bien o si dejan de responder, puede generarse una crisis.

 Estos mecanismos implican: 
  • racionalización, 
  • negación, 
  • hallar nueva información en un libro, 
  • orar, 
  • leer las Escrituras y así sucesivamente. 
Cuanto mayor es el número y la diversidad de los mecanismos de defensa, menos probable es que una persona experimente una crisis.

El factor final es la duración limitada
Las personas no pueden permanecer en un estado de crisis durante un período muy extendido. Hay que hacer algo y es necesaria alguna decisión al respecto. 

La experiencia y la investigación indican el hecho de que una crisis termina y el equilibrio se restaura dentro de un máximo de seis semanas. 

Es posible que el equilibrio sea diferente de antes, pero por lo menos se alcanza de nuevo algún tipo de equilibrio.

Algunas veces el momento más apropiado para ayudar a una persona en estado de crisis activa es durante la misma, puesto que al sentirse más dañada, con frecuencia está mejor dispuesta a hacer cambios significativos en su vida.
Las transiciones como causa de crisis
No todas las crisis son inesperadas. Hay un tipo de crisis y éstas ocurren por sucesos predecibles. Un hecho que es parte de un proceso planeado, esperado o normal de la vida, puede conducir también a una crisis. La vida está llena de transiciones. Una transición es «un período en que se pasa de un estado de certeza a otro, con un intervalo de incertidumbre y cambio entre los dos».

Durante el curso de la vida tiene lugar un cierto número de transiciones que conllevan el potencial de generar crisis. 
  • Hay la transición de soltero a casado; 
  • la transición de los años veinte a los treinta, y 
  • la de los cuarenta a los cincuenta; 
  • la transición de un matrimonio sin hijos al ser padres; 
  • de ser padres a verse con el nido vacío; 
  • del nido vacío a ser abuelos; 
  • de estar empleados a estar jubilados.
La mayor parte de estos sucesos se ven venir en el horizonte. Y la persona puede prepararse para ellos imaginando mentalmente lo que serán, antes de que lleguen. 

Se puede recabar información al respecto para ayudar en el proceso de transición. 

Un maestro que se dio cuenta que al cabo de diez años tendría que retirarse, empezó a expansionar sus áreas de interés. 
  • Comenzó tomando cursos en un colegio local sobre temas que le gustaban.
  • Se dedicó a la fotografía y empezó a leer en áreas que no había considerado antes. 
  • Hizo una larga lista de proyectos que creyó le gustaría emprender, caso de tener salud y recursos, cuando se retirara. 
Como previo una pérdida significativa en los recursos económicos y de calidad del estilo de su vida, hizo planes por adelantado, previniendo una serie de sustituciones inevitables, trabajándolas mentalmente, para adaptar sus sentimientos a estas posibles pérdidas. Desarrolló hobbies e intereses que pudieran serle agradables, caso de que su salud fuera deficiente. Por medio de este proceso anticipativo eliminó la posibilidad de que esta transición desembocara en una crisis.

Si el movernos a lo largo de los diversos estadios de la vida fuera algo suave y todo fuera predecible, la vida sería relativamente fácil para individuos sensatos y maduros. 

Pero hay dos factores que deben considerarse: 
  • Primero, que una gran parte de la gente no es sensata o que no son capaces de tomar o aceptar responsabilidades, porque padecen un estado de inmadurez.
  • Y segundo, que hay numerosos cambios que no son predecibles y que no ocurren en el momento y modo que se habían planeado.
Consideremos por un momento algunas de las cosas que pueden generar cambios productores de tensión a lo largo de la vida. Empezar nuevas actividades o estudiar durante horas, en tanto que seguimos con las responsabilidades de ama de casa o bien empleados trabajando todo el día. Adoptar otros niños mientras seguimos criando a los propios. A veces puede tratarse de un cambio radical de situación. Divorciarnos y, de este modo, renunciar a nuestro cónyuge. Graduarnos de la universidad y tener que aceptar la responsabilidad de un empleo o profesión.

Hay también otras cosas a las que nos podemos ver obligados a renunciar sin que sean reemplazadas por otras. Éstas incluyen el jubilarse sin hallar una actividad sustitutiva en el retiro; el perder un cónyuge sin volvernos a casar; o el que la casa se quede vacía por marcharse los hijos, sin tener otra ocupación fuera del hogar que la de pasar a ser abuelo.

Podemos también experimentar cambios geográficos, como el trasladarnos de un país a otro, de un área rural a una zona urbana, o del centro de la ciudad a los alrededores o suburbios.

Hay también cambios socioeconómicos que incluyen el pasar de una clase social inferior a una clase media, o de una clase económica superior a otra inferior.

Sin olvidar los cambios físicos, como son el perder el oído, el quedar confinados en una silla de ruedas durante años y luego recobrar la capacidad de andar, el dejar de ser obeso y adelgazar, o viceversa.

Las transiciones pueden ser rápidas o graduales, y pueden tener un impacto positivo o devastador en la vida de la persona. Todas las transiciones, sin embargo, tienen el potencial de llegar a convertirse en crisis y depende de la persona afectada que lo llegue a ser. Incluso la experiencia de que un cónyuge pase a ser cristiano ha sido el catalizador de una crisis en algunas familias. El Dr. Lloyd Ahlem discute esta experiencia a fondo en su libro Living with Stress.

El papel de la iglesia, si hemos de contribuir a disminuir o aminorar algunas de las crisis de la vida, ha de ser preparar la congregación por adelantado para los cambios que van a experimentar. 

Esto implica educarlos para estos estadios de la vida y para las transiciones reales por las que van a pasar, y ayudarlos a aplicar la Palabra de Dios de manera que puedan resolver mejor tanto los cambios súbitos como los predecibles.
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