Como todo buen Padre, le dio buenos dones a sus hijos. Durante muchos años no le faltó ropa, alimento ni cobijo. Como todo Padre justo, los disciplinó cuando hizo falta, pero nunca fue el castigo en grado “desmedido”. El profeta Ezequiel dijo de la bendición de Dios que tuvo Israel: “Pasé a vestirte con una prenda de vestir bordada y a calzarte con piel de foca y a envolverte en lino fino y a cubrirte con género costoso”, les recuerda más tarde por medio del profeta Ezequiel (Ezequiel 16:10).
Aquí encontramos un cuadro muy bonito, la relación Padre-Hijo. Jesús nos reveló con su evangelio que todos somos Hijos de Dios por la fe de manera muy individual, no de manera de pueblo. Somos declarados Hijos de Dios por la fe, por lo tanto, podemos hacer nuestras las palabras del profeta Ezequiel citadas arriba de manera individual. Al mismo tiempo debemos de ir a la meditación: ¿Estamos agradecidos a nuestro Padre celestial por las cosas tan buenas que nos ha dado? ¿Estamos de verdad dispuestos a serle fiel hasta la misma muerte sin desobedecerle sin caer o en el abandono de todo pecado conocido?
“Oigan, oh cielos, y presta oído, oh tierra, porque Jehová mismo ha hablado” (Isaías 1:2a). En sentido figurado, Dios hace una convocación a los cielos invisibles y a la tierra para que testifiquen en contra de la sublevación de Judá. (Recordemos que todo le pertenece a Dios, tanto los mismos cielos como la misma tierra). Siglo antes, en los tiempos de Moisés, sucedió lo mismo. Al pueblo de Israel se le dio advertencia en contra de todo pecado que traía desobediencia. “De veras tomo como testigos contra ustedes hoy los cielos y la tierra, de que positivamente perecerán de prisa de sobre la tierra hacia la cual van a cruzar el Jordán para tomarla en posesión” (Deuteronomio 4:26).
Vemos también en esta escena un “papel en cuanto como se presenta Dios ante su pueblo infiel. Además de presentarse como el dueño que ha comprado a su pueblo, se presenta en tal circunstancia como todo un Padre amoroso. ¿No nos recuerda este hecho la parábola del Hijo Prodigo enseñada por Jesús? De todas maneras, Jehová está a punto de exponer sus argumentos contra la nación.
De manera irónica, dos grupos de animales, el toro y el asno, resultan ser más inteligentes que el mismo pueblo de Israel al tener estos respectos como plena obediencia a sus dueños legítimos. Dice Isaías: “Un toro conoce bien a su comprador, y el asno el pesebre de su dueño; Israel mismo no ha conocido, mi propio pueblo no se ha portado con entendimiento” (Isaías 1:3).
A este respecto, veamos lo que un investigador de la Biblia presenció al caer la tarde en una ciudad de Oriente Medio: “La manada empezó a dispersarse en cuanto se halló dentro de los muros de la ciudad. Todos los bueyes conocían a la perfección quiénes eran sus amos y el camino a su casa, y ni por un momento se desconcertaron en aquel laberinto de callejones angostos y sinuosos. En cuanto al asno, fue derecho a la puerta y luego al ‘pesebre de su amo’”. Ciertamente, la gente de Judá no puede negar que hasta esas simples bestias tienen un sentido de fidelidad, una clara noción de que pertenecen a un dueño.
El pueblo de Judá no demostró tener entendimiento alguno. Debió haber sido muy vergonzoso para ello haber oído de parte de Dios que los mismos animales eran más inteligentes porque realmente los animales poseen una coordinación fisiológica de la asociación del reconocimiento de los sensaciones y la memoria de éstas, pero ningún animal experimenta aquel reconocimiento de las sensaciones que discierne su significado ni muestra aquella asociación de estas experiencias físicas combinadas que ve su propósito, tal como se manifiesta en las conclusiones de las interpretaciones humanas inteligentes y reflexivas. Y este hecho de una existencia autoconsciente, asociado con la realidad de su subsecuente experiencia espiritual, constituye al hombre como un hijo potencial del universo y prefigura su alcance final de la Suprema Unidad del universo.
Qué este relato acerca del mal comportamiento sin entendimiento alguno de la nación de Judá olvidada de Dios Padre nos sirva de ejemplo en que nunca podemos olvidarnos de Dios, que nunca podemos escapar a la realidad divina.
Siempre recordemos todo lo que nuestro Abba ha hecho por nosotros. Recordemos que nos dio a su hijo Jesucristo siendo él una revelación misma de él. Si Jesús nos enseñó el amor al prójimo como a los enemigos, ¿Cuánto más amor no tendrá el Padre? Abba Padre nos dio la vida, junto con la vida, el camino de la eternidad. Abba es amor, nos dio su amor, como senda tenemos el amor que es un camino sin igual que Abba nos ha trazado que no tendrá final. Si Realmente valoramos su amor, lo amamos a él y a nuestro prójimo como a nosotros mismos un caudal de bendiciones sobre ti verás caer. Hagamos nuestras las palabras del salmista:
“Ciertamente te elogiaré, oh Jehová, con todo mi corazón; de veras declararé todas tus maravillosas obras” (Salmo 9:1)
Qué en el día a día crezcamos en el conocimiento divino, “el conocimiento del Santísimo es lo que el entendimiento es” (Proverbios 9:10). Las enseñanzas de Jesús bastan y sobran para crecer en el “Amor de Dios”.
Algún día veremos sobre nosotros la misericordia divina que redunda en salvación eterna: “El que ofrece acción de gracias como su sacrificio —dice Jehová— es el que me glorifica; y en cuanto al que guarda un camino fijo, ciertamente le haré ver la salvación por Dios.” (Salmo 50:23.)
La nación Judá en sus tiempos de grande trasgresión estuvo en grado muy similar a los tiempos de “Sodoma y Gomorra” donde Jehová Dios calificó sus pecados “muy grave[s]. (Génesis 18:20).
De manera similar, dice Abba Padre en cuanto a Judá:
Isaías 1:4: Reina-Valera 1960 (RVR1960): ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
Se dice que el pueblo está “cargado de error”, se les llama “pueblo cargado de maldad, generación de malignos”, de verdad ellos han seleccionado conscientemente ante Dios el camino del pecado y la iniquidad, muy bien dice el profeta “se volvieron atrás”. Podemos decir confiadamente que Judá fue un pueblo rebelde que fue tras sus deseos egoístas sin pensar en Dios.
En este versículo Bíblico # 4 se usa una frase para referirse a Abba Padre: “El Santo de Israel”. Esta frase aparece veinticinco veces en el libro de Isaías denotando pureza, limpieza porque Abba Padre es santo en grado superlativo. Nuestra mente escaba a lo que realmente es la santidad de Dios. De Dios Padre, dice el libro apocalipsis:
Apocalipsis 4:8:Reina-Valera 1960 (RVR1960): Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Esos pecadores crasos de la nación de Judá estaban violando la santidad de Abba. Ya en el pasado, Dios le había dicho:
Levítico 11:44:Reina-Valera 1960 (RVR1960): Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.
Jesucristo nos reveló la santidad del “Santo de Israel”. Nos enseñó que debemos permitir la guía del Espíritu de Dios que mora en nosotros para purificar nuestro ser desde adentro hacia afuera, no desde afuera hacia adentro. Usó la típica expresión: “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Mateo 15:17-20: Reina-Valera 1960 (RVR1960)
¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina?
Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre. Los siervos de Dios de la actualidad deberán respetar la santidad del Santo de Israel en repudiar todo lo que es malo y que lleva a pecado.
Salmos 97:10
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Los que amáis a Jehová, aborreced el mal;
El guarda las almas de sus santos;
De mano de los impíos los libra. El Apóstol Pedro, más tarde, nos dijo:
1 Pedro 1:15-16: Reina-Valera 1960 (RVR1960): sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Jesucristo nos dijo: “ser perfectos como vuestro Padre qué está en los cielos es perfecto”, (Mateo 5:48). No cabe duda hermanos, la fe en Dios Padre es el precio que pagamos por entrar en el reino, pero la fe trae consigo rectitud. No hay fe sin rectitud, ni rectitud sin fe. Jesucristo usó dos parábolas para ilustrar la felicidad que siente una persona y el esfuerzo sincero que haría esta por llegar a tener la aprobación divina porque tiene sed de Dios, él dijo:
«El reino del cielo también es como un tesoro escondido en un terreno, que un hombre descubre. En su regocijo va y vende todo lo que tiene para así poder comprar ese terreno».
«El reino del cielo es también como un comerciante que anda buscando perlas finas; y habiendo encontrado una perla de gran valor, va y vende todo lo que tiene para poder comprar esa perla extraordinaria».
Por lo tanto, practicas inmundas como la inmoralidad sexual, la idolatría, la borrachera, corrompe la guía del espíritu divino lo que constituye que la persona vaya tras lo deseos de la carne. Esto constituye pecado. Así estaba la nación de Judá. Con el tiempo, a aquellos que de forma impenitente siguen un proceder de inmundicia no se les permitirá recibir las bendiciones del Reino de Dios. Se le hará la extinción completa de su personalidad.
Tememos bien a pecho esto porque están surgiendo nuevas ideas pervertidas de nuevos grupos surgentes que declaran que son siervos de Dios con ideas pervertidas de un evangelio barato donde una persona puede vivir en inmoralidad que nada tiene ver ante Dios. Estos nuevos grupos exponen que en el mundo está habiendo un resurgimiento del paganismo según la ley del Pueblo. Nosotros, los siervos de Dios, entendemos que los principios divinos no se recortan a nuestro antojo y estamos advertidos de qué habrá una gran apostasía ante de la manifestación de Jesús donde muchas personas serán arrastradas antes estas doctrinas y evangelios baratos.
Isaías invita a la reflexión al pueblo de Judá para señalarle lo insensato que será dejar recibir las consecuencias de su pecado. Él dice: Isaías 1:5-6:Reina-Valera 1960 (RVR1960): ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Isaías, para describir la situación de Judá, usa términos como: “cabeza” y “corazón”. Es de gran interés notar que en dichos lugares se encuentran las intenciones del alma que acercan o alejan al creador.
La Biblia compara a la congregación de siervos de Dios como el cuerpo de Jesús. Isaías describe a Judá como un cuerpo entero enfermo de pie a cabeza. La realidad es que Judá se encuentra en un estado crítico, malsano y acabado. Enferma en sentido espiritual de pie a cabeza. Preguntémonos: ¿cómo se encuentra el cuerpo de siervos de Dios del presente en sentido espiritual? Ya Jehová le había advertido desde mucho tiempo atrás las consecuencias si escogían el camino deliberado y consciente del pecado. Abba Padre les dijo:“Jehová te herirá con un divieso maligno sobre ambas rodillas y ambas piernas, del cual no podrás ser sanado, desde la planta de tu pie hasta la coronilla de tu cabeza” (Deuteronomio 28:35).
Los sufrimientos del pecado deliberado de Judá no la hacen recapacitar, es rebelde, no parece tener la más mínima cura. Por eso dice Proverbios 29:1: “Un hombre censurado repetidas veces, pero que hace dura su cerviz, de repente será quebrado, y eso sin curación”. ¿No nos enseña estas verdades espirituales a oír del pecado y no hacernos personas de duras cerviz?
Como Hijos individuales de nuestro amado Dios Padre, tenemos que evitar la “enfermedad espiritual” de la cual vivió Judá. ¿Cómo? Mediante la guía del Espíritu divino que mora en nosotros el cual nos lleva a los altos niveles donde no hay conflictos con las obras de la carne, él nos lleva a ‘aborrecer lo que es inicuo’ y ‘adherirnos a lo que es bueno’ (Romanos 12:9). Esforcémonos en el día a día por cultivar y manifestar los frutos del espíritu que constituyen la auténtica voluntad de Dios. (Gálatas 5:22, 23). De ese modo evitaremos estar como Judá: espiritualmente enfermos de pies a cabeza.
El estado de deterioro espiritual de Judá es tan grande, que ya Isaías pasa a hablar una analogía médica viendo en lo que terminará la ciudad: “La tierra de ustedes es una desolación, sus ciudades están quemadas con fuego; su suelo... directamente enfrente de ustedes, extraños se lo están comiendo, y la desolación es como un derribo por extraños” (Isaías 1:7). Isaías habla como si ya hubiese sucedido para garantizar que la profecía se cumplirá. Estas palabras debieron haberse escrito para el tiempo del reinado de Acaz tal como testifican algunos estudiosos.
Las palabras del profeta, Isaías 1:7, 8, parecen cumplirse cuando los asirios asedian a Israel provocando su caída y a la misma vez causando devastación a Judá. La Biblia eficazmente deja registro de estas batallas.