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martes, 1 de julio de 2014

los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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                           LA OBRA DE LOS NIÑOS: NUESTRO FUNDAMENTO BÍBLICO
Un mandato evangélico: “Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra […]” Deuteronomio 31:12–13).
Jesús dijo: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños […]” (Mateo 18:10).
“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” (Mateo 18:5).
“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mateo 18:6).
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19:14).
“Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo […] y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna el Hijo de David! se indignaron y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que aman perfeccionaste la alabanza?” (Mateo 21:15–16)
Jesús dijo a Pedro: “Apacienta mis corderos” (Juan 21:15)
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). (Como comentó C.H. Spurgeon acerca de este versículo: “¿Acaso no son criaturas los niños?”).
Del Antiguo Testamento: “Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis […]” (Éxodo 12:26–27).
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Y de las Epístolas: “Y vosotros padres […] criadlos [a vuestros hijos] en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Efesios 6:1).
“Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).

sábado, 26 de abril de 2014

Enseñando para cambiar vidas: Escuela Dominical

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Formación para Maestros de Escuela Dominical

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Estudio de los estudios cristianos: ¿Cómo está usted en esto?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 Una mirada de 6000 años en ¡tres minutos!
Para pensar un poco en la historia, conteste las siguientes preguntas:

  1.      Siglos antes de Cristo, y según Deuteronomio 6:6–9:¿En qué lugares los padres debían instruir a sus hijos en la verdadera fe?
 
  2.      Año 30 d.C. Piense y escriba algunos de los recursos que usó Jesús para enseñar.
 
  3.      Año 1500. ¿Quién es este reformador? ¿Cuáles fueron algunos cambios que trajo la Reforma Protestante? 

 
  4.      Año 1600. La primera traducción de la Biblia completa en español es conocida como “Reina Valera”. ¿Por qué? ¿Cuántas personas eran Reina Valera?
 
  5.      Siglo XXI. América Latina. ¿Cuáles son los obstáculos para el crecimiento de la iglesia? ¿Con qué recursos cuenta para el desarrollo de la educación cristiana?
 
  6.      Año 2100. ¿Por qué la educación cristiana estaría vigente?
 

  ¿En qué me puede servir mirar el pasado?
 

Nuestra historia de siglos está llena de personas, acontecimientos y principios que nos pueden instruir y advertir. Todo pasado ayuda a explicar el presente. Somos educadores en la fe, porque nuestro Dios desea, desde el principio, ser conocido por cada generación.


a. Siglos anteriores. Bases históricas de la educación en la fe

Antiguo Testamento

La educación comenzaba en el hogar
En Israel los padres tenían la responsabilidad de educar a su familia en la verdadera fe, porque era muy importante la conservación y propagación de la religión. Por eso, la educación era primordialmente asunto del hogar. Era con los padres donde el niño aprendía acerca de Dios y escuchaba las historias de patriarcas y profetas, de guerreros y príncipes. No cabe duda que la educación realizó un valioso aporte a la prosperidad y permanencia de la nación. Josefo decía respecto a su pueblo:



  “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” Deuteronomio 6:5–7

    “Nuestro principal empeño es educar a nuestros niños, y consideramos que ésta es la tarea más necesaria de nuestra vida hogareña.”

Las fiestas, las costumbres y los mandamientos reforzaban las enseñanzas
Además del aprendizaje en el hogar, las fiestas y las costumbres que el pueblo celebraba, enfatizaban el poder y el cuidado de Dios.

  “Y cuando sus hijos les pregunten: ¿Qué significa para ustedes esta ceremonia?, les responderán: Este sacrificio es la Pascua del Señor, que en Egipto pasó de largo por las casas israelitas. Hirió de muerte a los egipcios, pero a nuestras familias les salvó la vida.” Éxodo 12:26, 27

En los siglos anteriores al nacimiento de Cristo, los hebreos organizaron un sistema educativo que giraba en torno a las Escrituras, que era el libro de texto. Las sinagogas, los días de semana, servían como escuelas. Los niños aprendían a leer la ley al memorizar porciones, y a escribir en hebreo al copiar párrafos de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. El objetivo de los maestros judíos era formar futuros líderes que ayudaran al pueblo a mantenerse fiel a Dios, sujetarse a su autoridad y promover una comunidad con altos valores morales.


Nuevo Testamento

Jesús es el gran modelo de maestro
Jesús, quien fue “el Gran Maestro”, es la base bíblica e histórica de la educación cristiana. Él enseñaba con el propósito de cambiar vidas y afectar a las personas en su totalidad. Jesús usaba técnicas sencillas de enseñanza; por ejemplo, llamaba la atención de los oyentes al iniciar una conversación (Juan 4:7–9); hacía preguntas (Mateo 16:13); llamaba a las personas por su nombre (Juan 1:42); y usaba palabras que captaran la atención como “oíd”, “de cierto, de cierto”, etc. Además, Jesús enseñaba cosas desconocidas, pero desde elementos conocidos, y conceptos abstractos con términos concretos; por ejemplo, el árbol estéril para mostrar la necesidad de la fe y una moneda para enseñar la responsabilidad ante el gobierno. Podemos decir que el Señor usaba diferentes métodos que ayudaban a las personas a comprender y a poder aplicar esa enseñanza a sus vidas.



  “Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia.” Mateo 9:35



Jesús fue un maestro innovador para su época al incluir a todas las personas en sus enseñanzas. Sus alumnos eran niños, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, personas muy sencillas y otras importantes y de influencia. Sus enseñanzas llegaban a los diferentes públicos. En muchas oportunidades la gente observó que Jesús no era como los demás maestros, porque reconocían en él una autoridad que no veían en los demás.


 Nombre los diferentes escenarios (aulas) en los que enseñó Jesús: Ej: un monte,
  Mencione personas diferentes (en edad, sexo, estrato social, etc.) que fueron seguidores (alumnos) de Jesús. Ej: Mateo, publicano;


La formación cristiana era una prioridad en la iglesia primitiva
Después de la ascensión de Jesús, la iglesia continuó en las sinagogas judías. Sin embargo, los primeros cristianos empezaron a enseñar el evangelio de Jesucristo: su muerte, resurrección y ascensión. Como resultado de ello, fueron rechazados de las sinagogas y comenzaron a reunirse en las casas.



  “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.” Hechos 2:42

  “… recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba.” Hechos 17:11b

La iglesia primitiva daba mucho énfasis al cuidado de los niños. La tarea de enseñar a los niños las Escrituras y las doctrinas de Jesús era algo que ni los padres ni los apóstoles descuidaban.
Como síntesis de la educación en el Nuevo Testamento podemos decir que:
1. Se mantuvieron los ideales de educación del Antiguo Testamento: Cristo y los apóstoles reafirmaron la responsabilidad de los padres por la vida espiritual de sus hijos.
2. La iglesia, conformada en congregaciones locales, tomó la responsabilidad de enseñar a los nuevos cristianos al dar: guía, consuelo, ayuda práctica, edificación y consejo. Aun las correcciones eran parte de la educación cristiana. Todo esto les ayudó a enfrentar y actuar en circunstancias adversas.



  Agustín (354–430) obispo de Hipona (África), es reconocido como uno de los más ¡lustres padres de la iglesia. Enfatizaba la importancia de que el maestro fuera paciente, que adaptara la enseñanza a las necesidades de sus alumnos y que los ayudara a participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje por medio del diálogo. Además, sostenía que el maestro debía ser un modelo, como lo fueron Jesús y el apóstol Pablo, a los cuales el alumno pudiera seguir e imitar. (Ibíd, pp. 61–62.)

Se puede decir que todo el Nuevo Testamento es un manual para la enseñanza de los principios cristianos. Ya sea a través de historias, parábolas, cartas, informes, listas de doctrinas y oraciones, el lector del Nuevo Testamento está inmerso en los mismos ideales del Antiguo Testamento. Es decir que creer, aprender y vivir son aspectos inseparables en la vida del hombre o de la mujer que aman a Dios y a su prójimo.


Primeros siglos de la iglesia

La iglesia organizó diferentes niveles de capacitación
En el Imperio Romano había escuelas paganas, pero los cristianos preferían instruir a sus hijos en las casas, especialmente en el área de la religión. También la iglesia local jugaba un rol educativo importante.
Hacia el siglo II d.C. existían diferentes tipos educación: escuelas para “catecúmenos” (preparaban a los recién convertidos para el bautismo); escuelas para “catequísticos” (daban una instrucción más avanzada); escuelas catedrales (que capacitaban al clero local), entre otras. Durante los tres primeros siglos, estos tipos de escuelas cumplieron un rol muy importante en la preparación de los cristianos. Con el paso del tiempo, se fueron convirtiendo en las escuelas teológicas de la iglesia. Después del siglo IV fueron desapareciendo gradualmente, lo que produjo una elite intelectual en la iglesia y casi perpetuó la ignorancia de las masas.

jueves, 3 de abril de 2014

¿Son las tribulaciones una bendición o una maldición?: La locura de la Cruz

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


Sometidos a Prueba
1 Pedro 1:6–12
El siglo XX ha traído intensos sufrimientos a muchas vidas y familias. La violencia de los conflictos armados, el terrorismo, la delincuencia y la opresión matan y aplastan a los seres humanos. Por su lado, los terremotos, erupciones volcánicas, tempestades e inundaciones causan daños materiales y personales incalculables. La enfermedad provoca debilidad, dolencia y luto y todos padecemos por diversos motivos, ya sea por sueños irrealizados, fracasos que no pueden olvidarse o relaciones familiares destruidas. La vida humana es dura y dolorosa, a tal punto, que algunos dudan de la existencia de Dios.
¿Puede el humano comprender el significado de todas estas penas? ¿Qué postura debe tomar cuando se presentan? ¿Qué actitud ha de tener un cristiano cuando pasa por una experiencia negativa?
El pasaje mencionado se tratará en dos secciones. Los primeros versículos enseñan que el Señor tiene un propósito muy específico al permitir las tribulaciones en la vida del cristiano. Además, el apóstol Pedro habla de las emociones positivas que debemos sentir a pesar de los padecimientos.
En los últimos tres versículos, el autor introduce el misterio del sufrimiento y gloria que se aprecia en la vida del Jesucristo. El interés que los profetas y ángeles tienen en este acontecimiento debe hacer que el hijo de Dios agradezca la maravilla de la salvación que Cristo provee.
1:6–9
1:10–12
Las pruebas refinan la fe.
La gloria sigue al sufrimiento.
¡PENSEMOS!
Medite cuidadosamente en los versículos 6–9. ¿Qué emociones encuentra en ellos? ¿Cuál es el propósito real de las pruebas que pasa el cristiano? De esta figura, ¿qué se puede aprender con relación al proceso de refinar nuestra fe? ¿Cuáles son los detalles en esta porción que le ayudan a tener la perspectiva correcta de las aflicciones?
LAS PRUEBAS REFINAN LA FE 1:6–9
Los versículos 3–5 tenían como objeto animar a los lectores dándoles la seguridad de que Dios tiene reservado para ellos un futuro de grandes bendiciones, las cuales recibirán cuando se cumpla la etapa final de la salvación al estar con Jesucristo. Según eso, el creyente ha de tener esperanza y vivir con optimismo porque cree en el cumplimiento de las grandes promesas divinas.
El versículo 6 comienza diciendo que esa esperanza proporciona gran alegría y de ahí hasta el 9, continúa describiendo las emociones que palpitan en el corazón del cristiano.
No es fácil para el humano sentir optimismo y alegría en medio de las tribulaciones. La vida trae penas, dolores y desilusión. Pero los autores bíblicos, como Santiago en su capítulo 1:2–4, nos instruyen diciendo que podemos regocijarnos aun en medio de ellas. ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué es razonable?
Pedro afirma en este pasaje varias verdades acerca de las penas de los creyentes. Cuando comprendemos estas enseñanzas, entonces aprendemos la perspectiva bíblica para fortalecernos en medio de los problemas. Descubramos con el apóstol Pedro cómo debemos ver tales contrariedades.
Las tribulaciones son temporales (v. 6).
Por un poco de tiempo es la expresión que el apóstol usa. También Pablo habla de “esta leve tribulación momentánea” (2 Corintios 4:17). A nosotros esos momentos pueden parecernos demasiado largos y algunas personas sufren toda la vida, pero Dios y su pueblo tienen otra perspectiva acerca del tiempo, porque la eternidad de gloria y bendición permanece para siempre. En contraste, nuestras aflicciones tienen poca duración.
Recordemos cuando éramos niños y nuestros padres prometían llevarnos a pasear. ¡Aunque sólo faltaban cinco días, nos parecían un año! La madurez espiritual y el conocimiento de la Palabra de Dios nos proporcionan la perspectiva divina que nos asegura que en la eternidad seremos sanos y fuertes, que estaremos seguros, tranquilos, sin tener que derramar lágrimas ni sentir dolor.
No todas las aflicciones duran toda la vida. Dios sabe lo que necesitamos y cuánto podemos soportar. El conoce cuándo se ha cumplido su propósito en nosotros.
CUANDO PASAMOS POR UNA PRUEBA
DIOS ESTA EN CONTROL
TANTO DEL TERMOSTATO COMO DEL RELOJ
Las tribulaciones son necesarias (v. 6).
Si Dios permite una prueba, es porque es imprescindible. El no desea que suframos sin propósito; más bien está llevando a cabo sus maravillosos y eternos designios para nuestro bien, para el de otros y para su gloria. El creyente está en la “escuela de Dios”; nos está forjando para que seamos como su Hijo y transformando día con día para que mostremos al mundo cómo es su divina persona. En otras palabras, nos está preparando para llegar al cielo.
Pablo escribió en Romanos 8:28 que para los creyentes “todas las cosas les ayudan a bien”. Recordemos el pastel que prepara la madre o la esposa. Utiliza en su elaboración varios ingredientes que aisladamente no tienen buen sabor como la harina, el polvo de hornear y la manteca. Otros sí son apetitosos, como el azúcar y la fruta. De la misma manera son las experiencias que Dios diseña para sus hijos. Algunas son agradables y otras amargas. ¡Pero todas contribuyen para hacer un “pastel” bello y sabroso cuando sale del horno!
Las tribulaciones son difíciles (v. 6)
El lenguaje de Pedro demuestra que él sentía junto con los destinatarios el dolor de las pruebas que estaban pasando; sabía cuán pesadas eran y que podían causar además de trastornos físicos y materiales, angustia mental y emocional. El autor conocía lo penoso, doloroso y deprimente que pueden ser los problemas que enfrentamos.
Todavía podía recordar el miedo y vergüenza que sintió la noche en que negó a su Señor; los azotes y amenazas que sufrió por parte del concilio. Traía a la memoria la prisión y el peligro de muerte en que se había encontrado. Sí, Pedro había experimentado en carne propia lo que es sufrir por Jesucristo, pero había aprendido a ver todo desde el punto de vista divino y de la eternidad.
Las tribulaciones son variadas (v. 6).
Como los múltiples colores del arco iris son diferentes, así es la gama de problemas. Impactan el cuerpo, la mente o las emociones. Pueden afectar a nuestro matrimonio, a los hijos, la familia o a los amigos. A veces producen cambios difíciles en el trabajo, los estudios o los proyectos y sueños personales. En ocasiones ponen en peligro la vida, provocan soledad, nos incapacitan o debilitan.
Estos nos enseñan que no debemos sorprendernos de ninguna experiencia, aun la más inesperada. Dios sabe lo que necesitamos para cumplir sus propósitos. Tampoco debemos comparar nuestras experiencias con las de otras personas aunque a veces nos parezca que ellos no padecen problemas tan difíciles como nosotros, pero el Señor conoce a cada persona y sólo él sabe lo que puede sufrir ahora o en el futuro. El calendario de problemas y causas de sufrimiento varía.
El humano siempre sueña con el momento en que sus pruebas terminen y pueda vivir tranquilo. Dios no promete la desaparición de ellos por completo, sino que los ejemplos en la Biblia muestran que las dificultades son una circunstancia normal para los humanos. Cuando termine una prueba, puede comenzar otra. Pero de distinta naturaleza, porque se nos dice que pasaremos por “diversas pruebas”.
Las tribulaciones refinan la vida espiritual (v. 7).
Lo que purifica al oro es el crisol. El encargado o “acrisolador” calienta el oro en una caldera hasta hacerlo líquido. Poco a poco, la llamada “escoria”, lo que no es oro, sube a la superficie. Con cuidado y paciencia, va quitando todo lo que flota. Después, observa atentamente el metal hasta que no quedan materiales contaminantes y la superficie brilla con claridad.
Dicen que cuando el oro es cien por ciento puro, el acrisolador puede ver su propia imagen reflejada en él porque se asemeja a un espejo. Job dijo tocante a Dios, “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:10).
¡Qué bella esta comparación del acrisolador con Dios y la comparación del oro con la fe! El Creador está depurando pacientemente nuestra fe. No es fácil, porque se requiere que el creyente pase por el fuego de las pruebas y las tribulaciones.
Pero, ¡vale la pena! Pedro dice que la fe es más valiosa que el oro. El oro perecerá, pero la confianza en Dios trae resultados eternos. La fe produce la alabanza divina, la gloria y la honra para nosotros y para Jesucristo cuando regrese en gloria. Ignacio, un líder cristiano de la antigüedad, fue encarcelado por su fe en Cristo pero llamó a sus cadenas “perlas espirituales”.
Las pruebas en la vida del cristiano tienen un propósito, aunque en el momento de sufrirlas tal vez no lo entendemos a la perfección. Sin embargo, nos está haciendo mejores personas. La tribulación revela la debilidad, y el carácter se transforma porque éstas nos obligan a acercarnos al Señor y a depender más de él. Dios desarrolla nuestra fe por medio de ellas.
En medio de las tribulaciones el cristiano ha de amar a Cristo (vs. 8–9).
Al estudiar este pasaje, el creyente debe sentir con Pedro todas la emociones que él describe. En el versículo 2 afirma que es un ser muy especial y privilegiado, porque Dios lo escogió para la salvación. En el versículo 3 habla de que tiene una bendita esperanza por ser hijo de Dios. Más adelante habla de gozo (v. 6) porque su herencia está bien segura. Después, en el mismo versículo, menciona la aflicción, pero ésta no debe quitarnos la felicidad.
El autor expresa el afecto que siente por Jesucristo, un amor que los lectores tenían aunque nunca habían visto al Señor en carne, pero Pedro sí. Jesús le había preguntado tres veces “¿Me amas?”, y cada ocasión afirmó su amor para el Señor (Juan 21:15–17). El apóstol había pasado por una prueba de su fe y había negado a Jesús. Después se había arrepentido con muchas lágrimas. Porque había pasado por la prueba ahora amaba mucho más a su Salvador. Pocos días después, en el día de Pentecostés, demostró gran valor y fe cuando se atrevió a predicar a las multitudes. Su fe se había fortalecido y su amor para Jesús crecía.
La alegría que Pedro menciona es muy intensa y fuerte: un sentimiento interno, profundo, inexpresable y glorioso. Según el versículo 8, este mismo gozo lo experimenta la persona que confía (creyendo) en Jesucristo aún en medio de las aflicciones de la vida. El versículo 9 dice que el creyente que confía, que ama a Cristo y que goza esta relación profundamente, está experimentando el resultado (fin) de su fe. Es un fruto de la nueva vida que tiene en Cristo.
Los versículos 8 y 9 enseñan que los cristianos podemos saborear y disfrutar por lo pronto una muestra de la gloria que gozaremos en la presencia del Señor. Las claves son que debemos:
1)     amar a Jesucristo,
2)     confiar en él,
3)     regocijarnos y
4)     apropiarnos (obtener) todo lo que la salvación nos provee.
No solo esperamos el futuro glorioso; ahora podemos empezar a experimentar el gozo. ¡Dios decide qué experiencias vamos a pasar; nosotros decidimos cómo vamos a pasarlas!
“UN POCO DE FE LLEVA EL ALMA AL CIELO,
PERO MUCHA FE TRAE EL CIELO AL ALMA”
Carlos Spurgeon
¡PENSEMOS!
¿Qué tipo de tribulación está usted experimentando? ¿Cómo debe manifestar su fe en Cristo durante ella? ¿Cómo cree que Dios está fortaleciendo su fe por medio de este problema? Si usted no ve el propósito de la prueba, ¿cómo le ayudará la fe? ¿Siente amor por el Señor y alegría a pesar de la aflicción? ¿Qué tiene que ver la fe con el experimentar esas emociones positivas? ¿Qué debe hacer usted para “traer el cielo a su alma”?
DESPUES DEL SUFRIMIENTO, VIENE LA GLORIA 1:10–12
Pedro magnifica la grandeza de la salvación en varias maneras. Es grande porque Dios nos escogió de antemano (v. 2). En segundo lugar, porque nos da una esperanza segura (vv. 3–5). También porque hace que el creyente se regocije en Dios y ame a Cristo aun en medio del sufrimiento (vv. 6–9). En los versículos 10–12, el escritor agrega otra enseñanza que muestra lo extraordinario de la salvación. Los mismos profetas del Antiguo Testamento deseaban comprender lo que profetizaban sobre ella pero su conocimiento era limitado. Aun los ángeles del cielo desean conocer las grandes obras que Dios planea.
Los profetas anunciaban que el Mesías traería bendición al mundo (v. 10).
Estos voceros del Antiguo Testamento recibieron de Dios muchas profecías acerca de Jesucristo. Sin embargo, no entendían el significado de todo lo que escribían. Esto hizo que se dedicaran a estudiar atentamente las promesas divinas y las Escrituras, porque querían entender la bendición que el Mesías traería al mundo. Sin embargo, seguían con muchas dudas.
Los profetas no entendieron por qué había de haber sufrimiento antes de la gloria (v. 11).
Pedro habla aquí de un tema específico que esos mensajeros no comprendieron. Dios les revelaba profecías sobre el sufrimiento del Siervo de Dios. Sin embargo, otras profecías decían que el Mesías sería un personaje poderoso y victorioso. Lo cual les hacía preguntarse: “¿En qué tiempo y en qué clase de circunstancias podría el Mesías ser una persona sufrida y a la vez victoriosa?”
En Lucas 24:25–27, Jesús habló con los discípulos en el camino a Emaús. Les expuso este mismo tema para que entendieran que el Mesías tendría que sufrir y después ser glorificado: “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” Aun así, no captaron en toda su magnitud que Cristo vendría por segunda vez para manifestar su gloria.
Los profetas escribieron para nosotros (v. 12).
¡Qué privilegio saber que Dios inspiró a los autores del Antiguo Testamento para que sus escritos y sus profecías fueran de bendición para nosotros! Por supuesto, sirvieron de base para que los que vivían en aquellos tiempos entendieran lo que sucedía. Sin embargo, Pedro dice que hay enseñanzas que no les fueron reveladas pero nosotros sí las entendemos y podemos aprovecharlas.
También el apóstol Pablo subraya que el Antiguo Testamento tiene mucho que decirnos (Romanos 15:6, 1 Corintios 10:1–11). Menciona que los acontecimientos sucedidos a la nación de Israel: “…estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11).
Note el importante papel que juega el Espíritu Santo en la tarea de traernos las enseñanzas divinas. En el versículo 11 Pedro dice que fue él quien estaba en los profetas comunicando a través de ellos las enseñanzas acerca de Cristo. Además, sabemos que los guiaba cuando anotaban las palabras del Antiguo Testamento para que no se equivocaran en ningún detalle (2 Pedro 1:21, 2 Timoteo 3:16). Y el versículo 12 señala que esa divina persona estaba en los que predicaban el evangelio en el tiempo de Pedro, iluminando su entendimiento y capacitándoles para comunicar la verdad. Dios supervisó todo el proceso de llevar su mensaje a los hombres.
Pedro añade un dato más que nos hace apreciar el privilegio que tenemos de conocer a Cristo y de entender tanto los sufrimientos como la majestad del Mesías. No sólo los profetas anhelaban descubrir este secreto, ¡también los ángeles del cielo querían saber este misterio!
Es interesante ver en otros pasajes bíblicos que los ángeles están observando las obras de Dios (1 Corintios 4:9, Efesios 3:10). Aun ellos desconocían lo que Dios planeaba. Los ángeles se daban cuenta de que algo maravilloso iba a pasar, pero no se les había dado a conocer.
No obstante, por la gracia de Dios, ¡nos tocó a los cristianos entenderlo! Aprender que el Hijo de Dios vino del cielo y que sufrió y murió por nosotros. Además, sabemos que regresará en gloria y poder para juzgar a los hombres y para reinar sobre el mundo.
El sufrimiento y la gloria
Estos tres versículos (10–12) introducen una enseñanza que es muy clave. Necesitamos captarla para apreciar el gran impacto que tiene esta primera carta de Pedro. La encontremos muchas veces en ella. La enseñanza es esta: los cristianos experimentamos primero el sufrimiento, y después disfrutamos la gloria. El ejemplo de Jesucristo lo confirma:
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. (Hebreos 12:2)
SUFRIMIENTO > GLORIA
Sucede lo mismo en la vida del creyente. La cruz viene antes de la corona; la tierra antes del cielo; el sacrificio antes del triunfo; la guerra antes de la victoria. Cuando Dios permite las penas, hemos de confiar y esperar en él, porque al fin traerá la victoria y la tranquilidad.
¡PENSEMOS!
¿Recuerda usted alguna vez en que haya experimentado primero lo difícil y después, como resultado, lo bueno? ¿Cómo influyen los versículos 10–12 en su actitud hacia el Antiguo Testamento? ¿hacia Jesucristo? ¿hacia la salvación? ¿hacia las pruebas?
Piense en varias razones por qué el creyente puede regocijarse en medio de las tribulaciones ¿Qué nuevo descubrimiento hizo usted en los versículos 6–12? ¿Quién fue quien le comunicó el evangelio de Jesucristo? ¿Le ha dado las gracias?
¿Con quién debe usted compartir el evangelio? Ore con otro cristiano para que el Señor le ayude a compartir las buenas nuevas con esa persona. Según el versículo 12, ¿Quién le capacitará para hecerlo?

martes, 25 de febrero de 2014

Enseñar en la Iglesia, Escuela Dominical, colegio: Pedagogía para maestros

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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CONTENIDO
Cómo Usar Este Manual, 3
Sugerencias Para el Estudio en Grupo, 3
Introducción, 5
Objetivos del Curso, 6
1. Una Introducción A Enseñanza, 7
2. Un Maestro Venido De Dios: La Misión, 17
3. Un Maestro Venido De Dios: El Mensaje - Parte I, 29
4. Un Maestro Venido De Dios: El Mensaje - Parte II, 34
5. Un Maestro Enviado Por Dios: Los Métodos - Parte I, 51
6. Un Maestro Enviado Por Dios: Los Métodos - Parte II, 63
7. Ayudas Didácticas, 78
8. Analizando El Público, 84
9. Declarando Objetivos, 98
10. Planeando la Lección, 105
11. Evaluación, 117
12. Selección del Plan de Estudios, 123
13. Enseñando a Los Estudiantes Analfabetos, 132
14. Adiestrando Maestros, 136
15. Una Introducción A Predicación, 143
16. Planeando Un Sermón, 151
Respuestas de la Sección “Prueba Personal”, 165

El asunto de este curso es "Tácticas de Enseñanza." "Enseñanza" es el acto de instruir a otra
persona. La enseñanza bíblica incluye impartir el conocimiento y demostrar cómo aplicar ese
conocimiento a la vida personal y ministerio. "Tácticas" son los métodos que logran una meta,
propósito, u objetivo. En el ejército, el asunto de "tácticas" enseña a los soldados cómo usar
sus  armas  para  lograr  una  ventaja  sobre  el  enemigo.  El  mismo  es  verdad  en  el  mundo
espiritual.  Si  nosotros  aplicamos  los  métodos  de  Dios  o  Sus  "tácticas",  nosotros  podemos
conquistar a los enemigos espirituales que incluyen el mundo, la carne y Satanás con todo sus
poderes.

En "Tácticas de Enseñanza" usted aprenderá a usar una gran arma espiritual. Esa arma es la
espada  del  Espíritu  que  es  la  Palabra  de  Dios  (Efesios  6:17).  Usted  aprenderá  tácti cas  de
predicar y enseñar la Palabra de Dios con el propósito de derrotar al enemigo. Este curso usa
la Palabra de Dios, la Biblia, como la revelación en que toda la enseñanza es basada. En la
enseñanza Bíblica el maestro, el asunto, y los métodos deben todos estar en armonía con la
Biblia.

Enseñar  no  es  sólo  la  comunicación  de  doctrinas  o  informaciones.  Los  estudiantes  deben
experimentar  a  Dios,  no  sólo  aprender  informaciones  sobre  Él.  Enseñar  es  la  transmisión
[impartir] tanto de la vida cuanto del estilo de vida. La vida a ser impartida a los estudiantes
es la nueva vida en Jesucristo a través del nuevo nacimiento espiritual (Juan 3). El  estilo de
vida  a ser impartido es aquel del Reino de Dios. Debemos enseñar a los estudiantes cómo vivir
como "ciudadanos" en este Reino, mientras aprendiendo los privilegios y responsabilidades de
su posición.

A  veces,  nosotros  hemos  estado  satisfechos  en  pedir  prestado  los  sistemas  educativos
artificiales, hechos por los hombres, en lugar de aprender y aplicar lo que la Palabra de Dios
revela  sobre  la  enseñanza.  Este  curso  enfoca  en  el  mensaje  Bíblico  y  en  los  métodos  de
enseñar.  Usted  aprenderá  y  aplicará  los  métodos  del  maestro  supremo,  Jesucristo. 

 Usted entenderá las funciones de Dios el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo en su enseñanza.
En  este  curso  son  dadas  directrices  para  analizar  el  público,  declarar  objetivos,  planear  la
lección,  usar  métodos  de  enseñanza  diferentes,  y  evaluar  su  enseñanza.  La  relación  entre
enseñar y predicar se examina y se dan pautas para predicar mensajes Bíblicos. Usted también
aprenderá  a  entrenar  otros  para  enseñar  y  cómo  adaptar  su  enseñanza  a  las  personas
analfabetas [aquellos que no pueden leer o escribir].

Al concluir este curso usted será capaz de: 
  1. Explicar la diferencia entre la posición de un maestro, el don de enseñar, y el orden a todos los creyentes para enseñar. 
  2. Resumir la misión y métodos del maestro supremo, Jesucristo. 
  3. Explicar las funciones del Padre, Hijo, y Espíritu Santo en la enseñanza. 
  4. Usar métodos Bíblicos de enseñanza. 
  5. Explicar la misión del maestro. 
  6. Listar las calificaciones Bíblicas para maestros. 
  7. Analizar el público. 
  8. Declarar objetivos educacionales. 
  9. Enseñar una lección Bíblica. 
  10. Explicar la relación entre enseñar y predicar. 
  11. Predicar un mensaje de la Biblia. 
  12. Desarrollar y usar ayudas audio-visuales. 
  13. Evaluar su enseñanza y predicación. 
  14. Adiestrar otros para enseñar. 
  15. Seleccionar y/o desarrollar un plan de estudios Bíblico. 
  16. Adaptar su enseñanza a aquellos que son analfabetos.

viernes, 21 de febrero de 2014

La Palabra de Dios y la palabra del hombre...¿Qué diferencias hay?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Información

El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.” “Sécase la hierba, cáese la flor: mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” Mateo 24:35; Isaías 40:8.
El doctor Payson, refiriéndose a la Biblia, ha dicho lo siguiente:

    Destruye este volumen, tal como han tratado de hacerlo en vano los enemigos de la felicidad del hombre, y nos dejarás sumidos en profunda ignorancia con respecto a nuestro Creador, a la formación del mundo en que habitamos, al origen de nuestra raza y sus progenitores, a nuestro destino futuro, relegándonos al plano de la fantasía, de la duda y la conjetura. Destruye este volumen y nos privarás de la religión cristiana, con todos sus consuelos vivificantes, esperanzas y perspectivas que ofrece, no dejándonos nada sino elegir (¡miserable alternativa!) entre las lóbregas tinieblas de la infidelidad y las sombras monstruosas del paganismo. Destruye este volumen y despoblarás el cielo, cerrarás para siempre sus puertas a la desdichada posteridad de Adán, restituirás al rey de los terrores su fatal aguijón, sepultarás la esperanza en la misma tumba que recibe nuestro cuerpo, consignarás a todos los que han muerto antes que nosotros al sueño eterno o calamidad infinita, y nos dejarás sin esperar nada a nuestra muerte, sino suerte similar a la de ellos. En una palabra, destruye este volumen, y nos despojarás al instante de todo lo que impide que la existencia se convierta en el peor de todos los azotes; apagarás el sol, secarás el océano y harás desaparecer la atmósfera del mundo moral, y degradarás al hombre a un nivel desde el cual quizá mire con envidia a los brutos que perecen. 

1. HAY NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS

¿Qué cosa es verdad?” preguntó Pilato. Por su tono sugirió que la búsqueda de la verdad era vana, sin esperanzas. Si no hubiera una guía autorizada para llegar al conocimiento de Dios, el hombre y el mundo, Pilato tendría razón. Pero no se necesita caminar a tientas sumido en la duda y el escepticismo, ya que hay un Libro, las “Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).


  1.1. Tal revelación debe desearse

El Dios que creó el universo debe de ser un Dios sabio, y sin duda un Dios sabio tendrá un propósito determinado para sus criaturas. El descuidar ese propósito sería necedad, y el desafiarlo, pecado. Pero ¿cómo se puede conocer a ciencia cierta el propósito divino? La historia nos demuestra que el mundo llega a diferentes conclusiones, y hay muchas personas que jamás llegan a ninguna. La experiencia nos demuestra que el problema no se puede solucionar sólo mediante el estudio. Algunos carecen del tiempo necesario; otros, aunque quisieran estudiar, no tienen capacidad para ello, y aunque tuvieran éxito, llegarían a sus conclusiones con lentitud, y con dudas. Los sabios quizá propugnen sistemas filosóficos para llegar a la verdad, pero ningún sistema, por completo que sea, jamás podrá descubrir la verdad. “El mundo por medio de su sabiduría (filosofía) no conocía a Dios”, dice otra versión. Las verdades que le dicen al hombre cómo pasar de la tierra al cielo deben enviarse del cielo a la tierra. En otras palabras, el hombre necesita una revelación.


  1.2. Tal revelación debe esperarse

En la naturaleza, tenemos una revelación de Dios que puede ser comprendida por la razón. Pero cuando el hombre está aherrojado por el pecado, y su alma se halla agobiada, tanto la naturaleza como la razón son impotentes para proporcionar luz y alivio. Oigamos a hombres que hicieron culto de la razón. Dijo Kant, uno de los más egregios pensadores de todos los tiempos: “Haces bien en fundamentar tu paz y piedad en los evangelios, pues sólo en los evangelios se halla la fuente de verdades espirituales, después que la razón ha llegado al límite de su investigación, en vano.” Otro filósofo capacitado, Hegel, no quiso otro libro en su lecho de muerte que la Biblia. Dijo que, si pudiera prolongar la vida, se dedicaría al estudio de ese Libro, pues en él había hallado lo que la razón no podía descubrir.
Si, como creemos, hay un Dios bueno, es razonable esperar que se revelará personalmente a sus criaturas. El Reverendo David S. Clarke dijo lo siguiente:

    No podemos imaginarnos que un padre se oculte para siempre de su hijo, que nunca se comunique con él. Tampoco podemos imaginar que un Dios bueno oculte de las criaturas creadas a su imagen la revelación de su ser y de su voluntad. Dios ha hecho al hombre capaz y deseoso de conocer la realidad de las cosas, ¿y acaso ocultará una revelación capaz de satisfacer ese deseo? Según la antiquísima mitología egipcia, la legendaria Esfinge tebana proponía enigmas a los que pasaban, y los mataba si no los descubrían. Sin duda alguna un Dios amoroso y sabio no dejará que el hombre perezca por falta de conocimientos, desconcertado ante el enigma del universo.

Por su parte el doctor Hodges afirma:

    La inteligencia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que El ha adaptado los medios al fin, y que coronará la naturaleza religiosa con una religión sobrenatural. La benevolencia de Dios despierta la esperanza en nosotros de que sacará a sus criaturas de su doloroso azoramiento y conjurará el peligro que las acecha. La justicia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que hablará a la conciencia con tono claro y de autoridad.


  1.3. Tal revelación sería expresada en forma escrita

Es razonable pensar que Dios expresara en un libro su mensaje al hombre. El doctor Keyser dice lo siguiente:

    Los libros constituyen el mejor método de preservar la verdad íntegra, y trasmitirla de generación en generación. Ni la memoria ni la tradición son dignas de confianza. Por lo tanto, Dios procedió con la mayor sabiduría y también en forma normal al proporcionar al hombre la revelación divina en forma de libro. De ninguna otra manera, hasta donde nos es posible ver, podría El haber impartido a la humanidad un nivel infalible que hubiera estado disponible para toda la humanidad, y que continuaría intacto a través de las edades, y del cual el hombre podía obtener el mismo nivel o patrón de fe y conducta.

Es razonable esperar asimismo que Dios inspiraría a sus siervos para registrar las verdades que no podrían haber sido descubiertas por la razón del hombre. Y finalmente, es razonable creer que Dios ha preservado en forma providencial los manuscritos de las Sagradas Escrituras, y ha inspirado a la iglesia para incluir en el canon sólo aquellos libros que tuvieron su origen en la inspiración divina.


  2. LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS

El que una religión sin escrituras inspiradas podría ser divina es una posibilidad concebible. Sobre el particular dice el profesor Frank L. Patton:

    Si basado en simples pruebas históricas se puede establecer que Jesús hizo milagros, habló profecías y proclamó su divinidad; si se puede demostrar que fue crucificado para redimir a los pecadores, que resucitó e hizo depender el destino del hombre de su aceptación de El como Salvador, luego fueran los anales históricos inspirados o no, ¡ay de aquel que descuida una salvación tan grande!

Sin embargo, no necesitamos discutir con más amplitud esa posibilidad, pues no se nos ha dejado en dudas con respecto al asunto. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (Dios le imparte su hálito), declara el apóstol Pablo (2 Timoteo 3:16). Por su parte el apóstol Pedro afirma: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
El diccionario de Webster define a la inspiración de la siguiente manera: “Es la influencia sobrenatural del Espíritu de Dios ejercida sobre la mente del hombre, influencia que capacitó a los profetas, apóstoles y escritores sagrados para exponer la verdad divina sin mezcla de error.” Por su parte, el diccionario Espasa-Calpe dice: “Intimación que Dios hace al escritor sagrado para que este escriba acerca de una determinada materia, junto con una asistencia especial para que no yerre en su exposición.”
De acuerdo con lo expuesto por el doctor Gaussen, inspiración es “el poder inexplicable que el Espíritu Divino ejerce en los autores de las Escrituras, para guiarlos aun en el empleo de los vocablos que deben usar, y preservarlos de todo error u omisión”.
“La inspiración, según la definición formulada por el apóstol Pablo en este pasaje (2 Timoteo 3:16) es un soplo recio, consciente, de Dios en el hombre, capacitando a éste para expresar la verdad”, nos dice el doctor William Evans. “Es Dios que habla por medio del hombre, y por lo tanto el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios tanto como si Dios mismo hubiera pronunciado cada una de las palabras. Las Escrituras son el resultado del influjo o hálito divino, así como la respiración acompaña en el hombre la pronunciación de palabras. La declaración de Pedro se puede decir que indica que el Espíritu Santo se encontraba presente en forma especial y milagrosa con los escritores de las Sagradas Escrituras y en ellos, recalcándoles las verdades que no habían conocido antes, y guiándolos igualmente en el registro de estas verdades, y en todo acontecimiento que habían visto y oído, de manera que eran testigos capacitados para presentarlos con suficiente exactitud a otros.”
Uno llegaría a la conclusión por la lectura de los diversos credos cristianos que el cristianismo es un asunto más bien complicado, erizado de enigmas teológicos y cargado de definiciones abstrusas. No es ese el caso. Las doctrinas del Nuevo Testamento, tal como fueron expuestas originalmente, son simples y se pueden definir con sencillez. Pero con el transcurso de los años, la iglesia se vio confrontada con puntos de vista erróneos y defectuosos con respecto a doctrinas, y se vio obligada entonces a cercarlas y protegerlas con definiciones. De este proceso de definición exacto y detallado surgieron los credos. Las declaraciones doctrinales desempeñaron un papel importante y a la vez necesario en la vida de la iglesia, y se convirtieron en obstáculos sólo cuando la fe viva fue reemplazada por el mero asentimiento a dichas declaraciones.
La doctrina de la inspiración, según se enuncia en la Palabra, es muy sencilla, pero la presentación de puntos de vista erróneos y defectuosos hizo necesario “proteger” la doctrina mediante definiciones amplias y detalladas. En oposición a ciertas teorías, es necesario sostener que la inspiración de las Sagradas Escrituras es:


  2.1. Divina y no meramente humana

Los modernistas comparan la inspiración de los escritores sagrados con esa clarividencia espiritual y sabiduría que desplegaron hombres como Platón, Sócrates, Browning, Shakespeare, Cervantes y otros genios de la literatura, la filosofía y la religión. Se considera así a la inspiración algo puramente natural. Esta teoría despoja al vocablo inspiración de todo su significado; no es consecuente con el carácter único y sobrenatural de la Biblia.


  2.2. Unica y no común

Algunos confunden la inspiración con la iluminación. La iluminación es la influencia ejercida por el Espíritu Santo, la cual es común a todos los creyentes, y les facilita comprender las verdades divinas (1 Corintios 2:4; Mateo 16:17). Afirman que tal iluminación es una explicación adecuada del origen de la Biblia. Hay una facultad en el hombre, según se enseña, por la cual el hombre puede conocer a Dios, algo así como un ojo del alma. En circunstancias que los hombres piadosos de antaño meditaban en Dios, el Espíritu divino vivificaba sus facultades, permitiéndoles el acceso a los misterios divinos.
Tal iluminación ha sido prometida a los creyentes y ha sido experimentada por ellos. Pero no es lo mismo que la inspiración. Se nos dice que a veces los profetas recibieron verdades por inspiración, y al mismo tiempo les fue denegada la iluminación para comprender esas verdades (1 Pedro 1:10–12). El Espíritu Santo inspiró sus palabras, pero no creyó oportuno proporcionar el significado de esas palabras. Se nos dice que Caifás fue el instrumento de un mensaje inspirado (aunque no tuvo conciencia de ello) cuando aun no pensaba de Dios. En ese momento era inspirado, pero no iluminado (Juan 11:49–52).
Nótense dos diferencias especificas entre la iluminación y la inspiración (1) Con respecto a duración, la iluminación es permanente, o puede serlo. “Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.” La unción que el creyente ha recibido del Santo permanece en él, nos dice Juan (1 Juan 2:20–27). Por otra parte, la inspiración era intermitente, pues en efecto el profeta no podía profetizar a voluntad, sino que estaba sujeto a la voluntad del Espíritu. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana”, dijo el apóstol Pedro, “sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Lo repentino de la inspiración profética está insinuado en la expresión común que dice: “Vino palabra de Jehová.” Se establece una distinción clara entre los profetas verdaderos que hablaron sólo cuando vino la palabra de Jehová, y los falsos que hablaron según propia invención. (Cf. Jeremías 14:14; 23:11, 16; Ezequiel 13:2, 3). (2) La iluminación admite grados, la inspiración no. La gente disfruta de distintos grados de iluminación, pues algunos poseen mayor penetración que otros. Pero en el caso de la inspiración, en el sentido bíblico, una persona es inspirada o no lo es.


  2.3. Viva y no mecánica

La inspiración no significa dictado, ni que los escritores adoptaban una actitud pasiva y su mente no tomaba parte alguna en la escritura del material, aunque es cierto que algunas porciones de las Escrituras fueron dictadas, como por ejemplo los Diez Mandamientos y el Padrenuestro. La misma palabra inspiración excluye mera acción mecánica, y la acción mecánica excluye la inspiración. Por ejemplo, un comerciante no inspira a su secretaria cuando le dicta una carta. Dios no habló por medio del hombre como hablaría por medio de un megáfono. Su Espíritu Divinó usó las facultades del hombre, produciendo así un mensaje perfectamente divino que no obstante ostenta las características de la personalidad del escritor. Es la Palabra del Señor, pero en cierto sentido, la de Moisés, de Isaías o de Pablo. Dios no ha hecho nada sin el hombre; el hombre no ha hecho nada sin Dios. Es Dios quien habla en el hombre, Dios que habla por medio del hombre, Dios que habla como hombre, Dios que habla a favor del hombre.
El hecho de la cooperación divina y humana en la producción de un mensaje inspirado, es de sí evidente; pero el “cómo” del asunto escapa a nuestra observación. La interacción o influencia recíproca aun entre la mente y el cuerpo es un misterio para el sabio más egregio. ¡Cuánto más cuando se trata de la interacción del Espíritu de Dios y del espíritu del hombre!


  2.4. Completa y no meramente parcial

De acuerdo con la teoría de la inspiración parcial, los escritores fueron preservados del error en asuntos necesarios para la salvación, pero no en asuntos como historia, ciencia, cronología y otros. Por lo tanto, de acuerdo con esa teoría, sería más correcto decir que la Biblia contiene la Palabra de Dios, más bien que afirmar que es la Palabra de Dios.
Esa teoría nos sume en la ciénaga de la incertidumbre, pues ¿quién puede juzgar de manera infalible lo que es esencial para la salvación y lo que no es? ¿Dónde se encuentra la autoridad infalible para decidir con respecto a qué parte es la Palabra de Dios, y qué parte no es? Y si la historia de la Biblia es falsa, luego la doctrina no puede ser verdadera, pues la doctrina bíblica se fundamenta en la historia bíblica. Finalmente, las Sagradas Escrituras mismas reclaman para sí inspiración completa, plena. Cristo y sus apóstoles aplican el término “palabra de Dios” a todo el Antiguo Testamento.


  2.5. Verbal, y no meramente conceptual

De acuerdo con otro punto de vista, Dios inspiró los pensamientos pero no las palabras de los escritores. Dicho de otra manera, Dios inspiró a los hombres, y los dejó librados a su propio criterio en la selección de vocablos y frases. Pero el énfasis bíblico no recae sobre hombres inspirados, sino sobre palabras inspiradas. “Dios, habiendo hablado … en otro tiempo a los padres por los profetas” (Hebreos 1:1). “Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Además, es difícil separar palabra y pensamiento, ya que el pensamiento es palabra interna (“y no penséis decir dentro de vosotros”; “dijo el necio en su corazón”), mientras que una palabra es un pensamiento expresado. Pensamientos divinamente inspirados serían naturalmente expresados mediante palabras divinamente inspiradas. Pablo nos habla de palabras que enseña el Espíritu Santo (1 Corintios 2:13). Finalmente, se citan palabras particulares como fundamento de doctrinas de peso. (Cf. Juan 10:35; Mateo 22:42–45; Gálatas 3:16; Hebreos 12:26, 27).
Se debe distinguir entre revelación e inspiración. Por revelación significamos ese acto de Dios por medio del cual revela lo que el hombre no podía hallar por sí mismo; por inspiración queremos indicar que el escritor es preservado del error al escribir esa revelación. Por ejemplo, los Diez Mandamientos fueron revelados y Moisés recibió inspiración para registrarlos en el Pentateuco.
La inspiración no siempre implica revelación. Moisés fue inspirado a registrar los acontecimientos que él mismo había presenciado y que por lo tanto se encontraban dentro de la esfera de sus propios conocimientos.
Se debe distinguir entre palabras no inspiradas y registro inspirado de ellas. Por ejemplo, muchos dichos de Satanás figuran o están registrados en las Escrituras, y sabemos que el diablo no fue inspirado de Dios cuando los pronunció. Pero el registro de esas expresiones satánicas es inspirado.


  3. LA VERIFICACION DE LAS ESCRITURAS

  3.1. Afirman ser Inspiradas

El Antiguo Testamento reclama para sí el haber sido escrito por inspiración especial de Dios. La frase “y dijo Dios” o su equivalente se emplea más de dos mil veces. La historia, la ley, los salmos y las profecías afirman que todo fue escrito por hombres bajo la inspiración especial de Dios. (Cf. Exodo 24:4; 34:28; Josué 3:9; 2 Reyes 17:13; Isaías 34:16; 59:21; Zacarías 7:12; Salmo 78:1; Proverbios 6:23). Cristo mismo confirmó el Antiguo Testamento, lo citó y vivió en armonía con sus enseñanzas. Confirmó su verdad y autoridad (Cf. Mateo 5:18; Juan 10:35; Lucas 18:31–33; 24:25, 44; Mateo 23:1, 2; 26:54) y así también lo hicieron los apóstoles (cf. Lucas 3:4; Romanos 3:2; 2 Timoteo 3:16; Hebreos 1:1; 2 Pedro 1:21; 3:2; Hechos 1:16; 3:18; 1 Corintios 2:9–16).
¿Reclama para sí el Nuevo Testamento una inspiración similar? En particular, la inspiración de los evangelios está garantizada por la promesa de Cristo de que el Espíritu traería a la memoria de los apóstoles todas las cosas que les había enseñado, y que el mismo Espíritu los guiaría a toda verdad. En todas partes el Nuevo Testamento afirma que es una revelación más amplia y clara de Dios que la que proporciona el Antiguo Testamento, declarando con autoridad la abrogación de las antiguas leyes. Por lo tanto, si el Antiguo Testamento es inspirado, también lo es el Nuevo. Pedro parece colocar los escritos de Pablo a un mismo nivel con aquellos del Antiguo Testamento (2 Pedro 3:15, 16), y tanto Pablo como los demás apóstoles afirman hablar con autoridad divina. (Cf. 1 Corintios 2:13; 1 Corintios 14:31; 1 Tesalonicenses 2:13; 1 Tesalonicenses 4:2; 2 Pedro 3:2; 1 Juan 1:5; Apocalipsis 1:1.)


  3.2. Tienen toda la apariencia de inspiradas

Las Sagradas Escrituras afirman ser inspiradas, y un examen de ellas revela el hecho de que su carácter sustenta o apoya esa afirmación. La Biblia se presenta ante el tribunal, por así decirlo, con un buen testimonio. Con respecto a sus autores, la Biblia fue escrita por hombres cuya honradez e integridad no puede ponerse en tela de juicio. Con respecto a su contenido, encierra la revelación más sublime de Dios que conoce el mundo; en lo que respecta a influencia, ha proporcionado luz salvadora a naciones e individuos, y posee un poder infalible de conducir hombres a Dios, y transformar su carácter; en lo referente a autoridad, llena los requisitos de tribunal final de apelaciones en religión, de manera que los cultos falsos hallan necesario citar sus palabras con el objeto de hacer impresión en el público.
Para ser específicos, notemos: (1) Su exactitud. En efecto, se observa en la Biblia una ausencia total de absurdos que aparecen en otros libros sagrados. Lo leemos en ella, por ejemplo, que la tierra naciera de un huevo que necesitó varios años para encubar, que la tierra descansa sobre la caparazón de una tortuga, que está rodeada de siete mares de agua salada, jugo de caña de azúcar, licores espiritosos, manteca pura, leche agria y otras sustancias. El doctor D. S. Clarke escribe al respecto lo siguiente: “Hay una diferencia insondable para el hombre entre la Biblia y cualquier otro libro. La diferencia reside en el origen.” (2) Su unidad. La Biblia consiste en sesenta y seis libros, escritos por unos cuarenta autores diferentes, durante un periodo de 1.600 años, y abarca una variedad de asuntos, no obstante lo cual mantiene una unidad de tema y de propósito que se puede explicar sólo si se admite que fue dirigida por una mente rectora o superintendente. (3) ¿Cuántos libros hay que justifican aun dos lecturas? Pero la Biblia se puede leer centenares de veces sin que se logre sondear sus profundidades, o sin que pierda el interés para sus lectores. (4) Su extraordinaria circulación, habiendo sido traducida a centenares de idiomas, y leída en la mayor parte de los países del mundo. (5) Su actualidad. Es uno de los libros más antiguos, y sin embargo el más moderno. El alma del hombre jamás dejara de necesitarla. El pan es uno de los alimentos más antiguos, y sin embargo el más moderno. Mientras el hombre sienta hambre, querrá pan para su cuerpo; y mientras el hombre anhele a Dios y aquello que es eterno, querrá la Biblia. (6) Su extraordinaria preservación frente a la persecución y la oposición de la ciencia. “El martillo se rompe, pero el yunque sigue en pie”. (7) Sus muchas profecías cumplidas.


  3.3. Uno siente que son inspiradas

“¿Pero usted no cree ese libro, no es cierto?” dijo cierto profesor de una universidad de Nueva York a una señora cristiana que había estado asistiendo a clases bíblicas. “Claro que sí—respondió la señora—, sucede que conozco personalmente al Autor.” Había expresado una de las razones más poderosas para creer que la Biblia es la Palabra de Dios, es decir, el llamado a nuestro fuego interior, ya que la Biblia nos habla en un tono que nos hace sentir que procede de Dios.
La iglesia romana afirma que el origen divino de las Escrituras depende, en el análisis final de las cosas, del testimonio de la iglesia, la cual se considera a sí misma guía infalible en todo asunto de fe y práctica. “¡Como si la verdad eterna e inviolable de Dios dependiera del criterio u opinión del hombre!” declaró Juan Calvino, el gran reformador. Dijo además:

    Se afirma que la iglesia decide qué reverencia se le debe a las Escrituras y qué libros deben incluirse en el canon sagrado … La pregunta de “¿cómo podemos saber que proceden de Dios, si ello no se nos asegura por medio de la iglesia?” es tan necia como la pregunta: “¿cómo podemos distinguir la luz de la oscuridad, lo blanco de lo negro, lo amargo de lo dulce?”
    El testimonio del Espíritu Santo es superior a todo argumento. Dios en su Palabra es el único testimonio adecuado con respecto a sí mismo; y de igual manera su Palabra no podrá ser creída verdaderamente por el hombre hasta que no haya sido sellada por el testimonio del Espíritu. El mismo Espíritu que habló por los profetas debe entrar en nuestro corazón para convencernos de que comunicaron fielmente el mensaje que El les dio (Isaías 59:21).
    Que este sea entonces un asunto fijo, establecido: que quienes han sido interiormente enseñados por el Espíritu Santo confían firmemente en las Escrituras y que las Escrituras son su propia evidencia y no se las debe sujetar legalmente a pruebas y argumentos, sino que obtienen, por el testimonio del Espíritu, esa confianza que merecen.

Puesto que este es el caso, ¿por qué aducir evidencia externa con respecto a la exactitud de las Escrituras y al hecho de que son dignas de toda confianza? Hacemos esto primero, no con el objeto de creer que son la verdad, sino porque percibimos que son la verdad. En segundo lugar, es natural e inspirador ser capaz de señalar la evidencia o prueba exterior de lo que uno anteriormente creé; finalmente, estas pruebas suministran medios concretos, por así decirlo, por los cuales podemos expresar la convicción de nuestro corazón mediante palabras, y de esa manera estar “siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).


  3.4. Demuestran ser inspiradas

El doctor Eugene Stock dijo en cierta oportunidad lo siguiente:

    Cuando era niño, leí una historia que me demostró las formas diferentes por las que podemos estar seguros de que esa gran biblioteca de Libros Sagrados que denominamos la Biblia es realmente la Palabra de Dios, su revelación a la humanidad. El autor de la historia había estado explicando tres clases diferentes de evidencia: la histórica, la interna y la experimental. Luego narró que en cierta oportunidad envió a un joven a la farmacia a comprar fósforo, el cual es un elemento químico. El joven trajo un paquete pequeño. ¿Era fósforo? El joven informó que fue a la farmacia y pidió fósforo, y que el farmacéutico fue a un estante, sacó algo de un frasco, lo envolvió y se lo dio, y que él lo había traído directamente. Esa era la evidencia o prueba histórica de que el paquete contenía fósforo. Luego el caballero abrió el paquete. La sustancia olía a fósforo y se parecía al fósforo. Esa era la evidencia interna. Luego le acercó un fósforo encendido, y el contenido del paquete ardió. Esa era la evidencia experimental.

La defensa intelectual de la Biblia tiene su sitio, pero, después de todo, el mejor argumento es el práctico. La Biblia ha influido en las civilizaciones, ha transformado vidas, ha traído luz, inspiración y consuelo a millones de personas. Y su obra continúa.
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