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lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Hasta cuándo, oh YHVH, clamaré por auxilio? Pero no, Tú no oirás. Gritaré ante ti: ¡Violencia! Pero no, Tú no salvarás. ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me constriñes a mirar la opresión? La violencia y la destrucción me confrontan; surgen contiendas y se levantan pleitos.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






Nos preparamos para enseñar en la congregación
Habacuc 1:1-11
1      Carga que tuvo en visión el profeta Habacuc.

Diálogo de protesta

2      ¿Hasta cuándo, oh YHVH, clamaré por auxilio? Pero no, Tú no oirás. Gritaré ante ti: ¡Violencia! Pero no, Tú no salvarás.
3      ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me constriñes a mirar la opresión? La violencia y la destrucción me confrontan; surgen contiendas y se levantan pleitos.
4      Por eso la Ley ha perdido su poder y el derecho no sale vencedor, porque los impíos han cercado al justo, y la justicia resulta pervertida.
5      Mirad a las naciones, contemplad y asombraos, porque Yo haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contara, no la creeríais.
6      He aquí levanto a los caldeos, pueblo cruel e impetuoso que marcha por la anchura de la tierra conquistando poblaciones ajenas.
7      Terribles y temibles, de ellos mismos procede su juicio y majestad.
8      Sus caballos son más veloces que leopardos y más feroces que lobos nocturnos. Su caballería se despliega, y sus jinetes vienen de lejos, vuelan como el águila cuando se precipita sobre la presa.
9      Todos ellos vienen en son de violencia. Sus rostros están fijos hacia el viento del oriente, y recogen cautivos como arena.
10      Se burlan de los reyes, y los príncipes son motivo de su mofa: se ríen de todas las plazas fuertes, pues levantan terraplenes y las conquistan.
11      Pero luego mudará su espíritu y se enfurecerá, y pecará, por cuanto ha hecho de su poder su dios.

Un Gran Mensaje Pesado


  I.      TÍTULO, Habacuc 1:1

Como ya se mencionó, la Biblia no ofrece datos concretos tocantes a la persona y al ministerio del profeta Habacuc. Él solo dejó por escrito esta profecía que recibió del Señor. La palabra profecía (massa4853) muy bien puede traducirse lit. como “carga”, porque casi siempre se refiere a un mensaje “pesado” que amonesta o anuncia juicio (ver por ej., Isa. 13:1; Nah. 1:1; Mal. 1:1).

Predice el juicio y la destrucción tanto de Judá como del imperio de Babilonia. Habacuc vio esta profecía, es decir, ella vino por revelación divina. Más adelante, Jehovah le da una visión del futuro (2:2) y el profeta presenta un cuadro impresionante de Dios que ve en la oración que clausura su obra (3:7 ss.).


  II.      DIÁLOGO ENTRE HABACUC Y JEHOVAH: EL PROBLEMA DE LA JUSTICIA DIVINA,  Habacuc 1:2–2:20


  1.      Lamento inicial de Habacuc, 1:2-4
La inquietud que anima al profeta a que inicie un diálogo con Jehovah tiene que ver con la justicia divina: ¿Cómo es posible que un Dios justo permita que haya injusticia en su pueblo? Las palabras de Habacuc están en forma de lamento y expresan dos angustiosas preguntas: 
- ¿Hasta cuándo? (comp. Sal. 13:1, 2) y 
- ¿Por qué? (comp. Sal. 22:1). 

Estas preguntas dan la impresión de que ya había estado orando a Jehovah por mucho tiempo y la falta de respuesta lo tiene perplejo y frustrado. En el pasado Dios sí había respondido al clamor de su pueblo (por ej., Éxo. 2:23–25; Jue. 3:9; Sal. 145:19), pero ahora aparentemente se mantiene mudo ante la súplica de los justos (comp. Job 19:7).

El profeta hace énfasis en la gravedad de la situación de varias maneras. Por un lado, en el v. 3, él elabora el concepto de la violencia mencionada en el v. 2, al presentar tres pares de abusos. 

Usa también una gran variedad de términos: iniquidad/aflicción, pleitos/contiendas, destrucción/violencia. Vocablos similares en otros pasajes dan a entender que Habacuc está describiendo el sistema de injusticia y opresión sancionado por las autoridades de la nación (Job 15:35; Jer. 6:6, 7, 15:10; Amós 3:10). 

Él describe poéticamente la situación perversa, utilizando la forma literaria llamada quiasmo, que es una estructura en forma de espejo (a b / b’ a’). Esta estructura tiene como uno de sus propósitos subrayar los elementos que se encuentran en el centro de esa estructura o, por lo menos, hacer que el lector ponga su atención en ello. La estructura hebrea de la frase es así: “¿Por qué me muestras (verbo) la iniquidad (objeto) y la aflicción (objeto) me haces ver (verbo)?”. 

Habacuc quiere que el lector se fije en las palabras “iniquidad” y “aflicción”. Lo que le es aun más inexplicable es que Dios hace que él vea toda esta injusticia.

Como resultado de la extensa iniquidad (1:4), ahora no rige un estado de derecho justo en Judá (2 Rey. 24:4; Jer. 22:13–17). Los fallos de las cortes salen manipulados y no siguen las exigencias de la Ley de Jehovah. El justo no puede escaparse de los ataques y del maltrato de los impíos que controlan el sistema y se benefician de la injusticia. 

En el Pacto Mosaico Dios había advertido que el pecado traería consecuencias graves. Ahora, ante la inactividad de Jehovah, su palabra podría perder su impacto y, los llamados proféticos al arrepentimiento, su credibilidad.

¿Quiénes son las víctimas de esta injusticia? Probablemente los seguidores de Jehovah son los que se esfuerzan por mantener una vida recta y fiel a la voluntad divina. Es posible que el mismo Habacuc se encuentre entre los acosados, así como su contemporáneo Jeremías. También, el justo puede ser una referencia a individuos inocentes que pierden sus casos en el sistema legal corrupto.

Esta porción introductoria pinta un cuadro bastante negativo de la situación interna del país. Habacuc muestra su angustia e inconformidad a través de un enfático lamento. En estos versículos también aparecen por primera vez ciertos términos que tendrán importancia en el desarrollo de su obra: violencia (1:9; 2:8, 17), “observar” “mirar” y ver (1:5, 13), justicia (1:4, 7). 

Quedan planteadas las interrogantes del profeta: 
¿Hasta cuándo? 
¿Por qué? 
Ahora le corresponde a Jehovah dar una respuesta a su siervo.


PRÁCTICA homilética
Dios responde a las inquietudes de su profeta
Habacuc 1:12–2:4
Introducción: 
Todos los siervos del Señor tienen tiempos cuando hay grandes preguntas e inquietudes. En tales tiempos, es necesario expresar las inquietudes, y evaluar de nuevo nuestra fe.

        I.      El profeta expresa sus inquietudes delante de Dios.
               1.      El problema de la oración no contestada ( Habacuc 1:2).      
                        El profeta sufrió confusión, porque sintió que Dios no lo oyó, ni le                                   contestó.
               2.      Los pecados de la sociedad están delante de él ( Habacuc 1:3). El                                 profeta sufre porque él ve toda esta maldad.
                3.     La razón de tanta iniquidad, y sus resultados ( Habacuc 1:4).
                         (1)      Falta de respeto.
                         (2)      El derecho no prevalece.

        II.      Los eventos históricos contribuyen a las inquietudes.
                 1.      Él cree que Dios es inmortal, santo, y personal ( Habacuc 1:12, 13).
                 2.      Dios levanta a los caldeos; ellos destruyen al más justo que ellos                                   ( Habacuc 1:6–17).
                         (1)      Es nación cruel.
                         (2)      Posee las moradas ajenas.
                         (3)      Destruyen como águilas que se apresuran para devorar.
                         (4)      Pasa como el huracán y luego lo atribuye a su dios.

        III.      El profeta se acerca a Dios con sus inquietudes ( Habacuc 2:1b).
                  1.      Tomó su posición sobre su guardia.
                  2.      Subió la torre espiritual para ver de lejos.
                  3.      Hizo su acercamiento a Dios con el fin de escuchar.

        IV.      Dios responde a las inquietudes.
                  1.      Primero, Dios dijo al profeta: “escribe la visión y grábala claramente                              en tablas” ( Habacuc 2:2b).
                  2.      La respuesta de Dios vino en forma de una visión.
                  3.      Es importante la paciencia ( Habacuc 2:3).
                  4.      He aquí la respuesta. “He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro                              de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá” ( Habacuc 2:4). 




  2.      Respuesta inicial de Jehovah, Habacuc 1:5-11
En estos versículos Jehovah responde a las inquietudes del profeta. Esta sección se divide en dos partes. Primera, Jehovah anuncia que pronto enviará a los caldeos como su instrumento de juicio (1:5, 6), y luego pasa a describir el carácter de estos invasores ( Habacuc 1:7–11).

(1) El anuncio del juicio, Habacuc 1:5, 6. 
El mensaje divino que corresponde al lamento de Habacuc se dirige no solo al profeta, sino a la nación entera (nótese el cambio al plural en Habacuc 1:5). Todo el pueblo debe darse cuenta de la obra de Dios. Las palabras que inician esta porción (observad, mirad) en heb. son las mismas del v. 3 (¿Por qué me muestras… y me haces ver?). 

Jehovah había forzado a Habacuc a que viera la triste condición del pueblo; ahora exige que toda Judá se fije en lo que hará por el pecado nacional. Esto indica que Jehovah sí estaba consciente de los problemas que el profeta señalaba en sus oraciones. Habacuc pensaba que Dios estaba indiferente. 

Sin embargo, él veía la situación con más seriedad de la que creía el profeta. Por lo tanto, decide tomar la drástica medida de entregar a Judá en manos de un invasor poderoso y cruel.

¿Por qué estarían los judíos asombrados y atónitos? ¿Por qué razón no iban a creer lo que haría Jehovah? La idea de que Dios enviará naciones para juzgar a su pueblo era muy antigua: se menciona en las maldiciones de la legislación mosaica (Lev. 26:17, 18, 33, 36–39; Deut. 28:25, 26, 47–57) y los profetas en el siglo anterior también habían anunciado que un imperio (el asirio) sería la vara del juicio de Jehovah (por ej., Isa. 5:26–30, 10:5, 6; Amós 6:14). 

Entonces, posiblemente para los judíos habría dos realidades sorprendentes. Por un lado, en el pasado, por castigo divino, cuando Judá había sido invadida, Dios la había salvado una y otra vez. El pueblo seguramente conocía las historias de los jueces y de sus grandes reyes guerreros. Hacía 100 años que, durante el reinado de Ezequías cuando los asirios sitiaron a Jerusalén, el ángel de Jehovah había herido a gran parte del ejército enemigo para lograr una victoria inesperada (2 Rey. 18–19; Isa. 36–37). 

De acuerdo con tales acontecimientos y las tradiciones teológicas acerca de Sion y el Pacto Davídico (por ej., 2 Sam. 7; Sal. 2), muchos pensaban que la capital era inviolable. Concebir que la nación y en particular la santa ciudad de Jerusalén serían destruidas, habría sido considerado como blasfemia y una contradicción (ver la reacción al ministerio de Jeremías a nivel popular y oficial; por ej., Jer. 6–7, 28, 36–38). 

Por otro lado, el surgimiento de Babilonia como el imperio sin rival en el Medio Oriente fue sumamente acelerado. Entre el año 614 y el año 605 a. de J.C. destruyó al imperio asirio y derrotó a los egipcios. Nadie hubiera imaginado que los caldeos (otro nombre para referirse a los babilonios, por ej., 2 Rey. 24:2, 25:4, 5; Jer. 32:4, 5) alcanzaran tanto en tan poco tiempo. Su llegada a las puertas de Jerusalén sería en vuestros días, o sea en días no muy lejanos.

(2) El carácter del invasor,  Habacuc 1:7-11
En esta porción Jehovah describe y califica el carácter del ejército de Babilonia como temible y terrible. Lo compara con la ferocidad y rapidez de varios animales salvajes (comp. Deut. 28:49; Jer. 4:13). Es violento ( Habacuc 1:9), orgulloso y burlador ( Habacuc 1:10; comp. Isa. 10:8, 9, 13, 14).

Estos versículos también enseñan dos verdades centrales del libro. 

Primero, se recalca la ley del talión: el juicio corresponde al pecado. El pueblo judío (o por lo menos sus líderes) pervierten la justicia de Jehovah ( Habacuc 1:4); por lo tanto, tendrán que vivir según la justicia caldea ( Habacuc 1:7). 

La nación está llena de violencia ( Habacuc 1:2, 3); ahora sufrirá la violencia del opresor ( Habacuc 1:9). Los injustos cercan a los piadosos ( Habacuc 1:4); en un futuro cercano multitudes irán amarradas como cautivos ( Habacuc 1:9; comp. Lev. 26:33, 34; Deut. 28:36, 37, 63–68). 

Segundo, esta obra profética intenta presentar a Jehovah como el único, incomparable y Dios soberano. Los demás dioses son vanas creaciones humanas. El versículo 11 hace alusión a la idolatría babilónica. El imperio atribuye su éxito a sus dioses (comp. Habacuc 1:16), algo que más adelante es juzgado por Jehovah ( Habacuc 2:18, 19; comp. Isa. 40:18–20, 44:9–20, 46:1–7).


Cuando las cosas no salen bien
En su libro ¿Quién va allá? (Who goes there? ), Walter Hamilton dice: “Es un tonto el que dice que tiene la respuesta al problema del sufrimiento humano”. Usted puede estar de acuerdo o no con él, sin embargo, casi diariamente estamos enfrentados con problemas sin respuesta. Aunque no tenemos respuesta, nosotros nos preguntamos, ¿por qué?, ¿por qué pasa así conmigo?

Hay varios acontecimientos misteriosos y sufrimientos de la vida que no se pueden entender ni explicar. Aunque no hay explicación, tales hechos nos llevan a averiguar y preguntar. Alguien ha dicho que la esperanza de descubrir algo nuevo da vigor a la vida. Un filósofo dijo: “Si pudiera recoger toda verdad y todo conocimiento y contenerlos en mi mano como a un pájaro cautivo, los soltaría para poder experimentar el gozo de descubrirlos de nuevo”. 

Habacuc, el profeta del AT, se enfrentó con grandes problemas en su tiempo. La destrucción y la violencia lo rodeaba. La ley fue débil y no hubo justicia. Hombres malos conquistaban a los buenos. 

Habacuc tuvo dos preguntas: 
- ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás? ¿Hasta cuándo daré voces a ti diciendo: “¡Violencia!”, sin que tú libres? (Hab. 1:2). Y 
- ¿Por qué, pues, contemplas a los traidores y callas cuando el impío destruye al más justo que él? (Hab. 1:13b).

¿Cómo afrontamos nuestros problemas indecifrables? Habacuc decidió así: “En mi guardia estaré de pie y sobre la fortaleza estaré firme. Vigilaré para ver qué dirá y qué tiene que responder a mi queja”. El resultado fue que él ganó una nueva perspectiva. 

Él pudo ver el panorama, tuvo preguntas, tuvo problemas grandes; no le dio la espalda a Dios, sino que buscó a Dios con más fervor. Dios le mostró a él que iba a hacer una obra, y tal vez por el momento no entenderá, pero el “justo vivirá por la fe”. No hay nada malo en hacer preguntas, solamente recuerda que en medio de las preguntas debes buscar a Dios.

Si tienes preguntas sin respuestas recuerda que fue Jesús quien preguntó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mar. 15:34.)

No sé la respuesta a todas las preguntas que hace la humanidad. Solamente sé que Dios dice: “Pero los que esperan en Jehovah renovarán sus fuerzas” (Isa. 40:31a).


Dentro de esta porción se encuentran tres pasajes difíciles de traducir. 

El primero ( Habacuc 1:8) hace referencia a los jinetes de la caballería babilónica. 
En el Texto Masorético (TM) el término sus jinetes se repite y las dos palabras aparecen juntas. En contraste, el versículo en los Rollos del Mar Muerto (Rollos MM) tiene la forma verbal “se dispersarán” en vez del primer “sus jinetes”. La RVA  está de acuerdo con esta versión. La repetición de vocablos o de palabras derivadas de la misma raíz es muy común en Habacuc; por lo tanto, se puede mantener el texto de TM (comp. RVR-1960). 

El segundo, la frase todos sus rostros en el v. 9, ha causado problemas. 
RVR-1960, por ejemplo, traduce “el terror”. De acuerdo con la RVA, es mejor presuponer que el término viene de la raíz gamam (“ser abundante”, de allí, “todos”) y no de otras raíces, de las cuales las diferentes versiones basan sus traducciones. La frase todos sus rostros sería paralela a la anterior todo este pueblo. Así que el v. 9 describe el avance incontenible del invasor.

Por últimoHabacuc 1:11 ha sido muy discutido. 
Existen dos problemas principales. Primero es necesario tomar una decisión acerca de la palabra heb. ruaj7307 ó 7306. Este término se puede traducir como “espíritu” o como “viento”. La RVA toma la primera opción y la califica como el sujeto (su espíritu pasará). No obstante, se puede traducir como “viento” y asignarle la función de adverbio. La frase entonces se traduciría “pasará como el viento” (RVR-1960 y Dios Habla Hoy tienen: “como el huracán”). Tal vez sea mejor esta segunda opción. En este caso, el versículo sería la continuación de la descripción iniciada en 1:7 acerca de la invasión.

Tercero, algunos comentaristas y versiones cambian la forma verbal de la segunda oración del versículo de acuerdo con los Rollos MM. 
La forma propuesta es traducida por la RVA (ver su nota) devolverá; mientras que Dios Habla Hoy y RVR-1960 optan por la otra forma verbal. Gran parte de esta culpabilidad ante Dios es el orgullo egoísta del imperio que se asocia con sus dioses.

No reconocen que su éxito viene por la voluntad de Jehovah que utiliza al imperio según sus planes soberanos.

En resumen, Habacuc 1:7–11 presenta cómo ha de ser el juicio de Dios. 
Será una invasión llevada a cabo por el imperio caldeo. Este instrumento de Dios hará una campaña militar relámpago y devastadora. 

Habacuc quería que Jehovah juzgara la injusticia del pueblo. Dios responde que pronto lo castigará a través de un pueblo cruel e idólatra. Esta revelación hace que surjan nuevas inquietudes en la mente del profeta y lo lleva a continuar el diálogo con Jehovah.

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contemplad y asombraos, porque Yo haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contara, no la creeríais.

RECUERDALa Ley ha perdido su poder y el derecho no sale vencedor, porque los impíos han cercado al justo, y la justicia resulta pervertida. Habacuc 1:4







Un Libro menos consultado

HABACUC EL LIBRO TAN DESCONOCIDO

Los lectores que usan computadoras para el procesamiento de textos saben que una de las funciones de esos programas es la de corregir la ortografía. Si se usa una palabra mal escrita o incorrecta, la computadora subraya esa palabra y da sugerencias de palabras y su ortografía. Si la computadora no reconoce la palabra, aparecerá en la pantalla el mensaje “¡No hay sugerencias!”. 

Eso sucede cuando se escribe el nombre Habacuc en una computadora: no recibirá sugerencias. Este nombre resulta igualmente extraño para los cristianos de estos tiempos, los padres no lo usan para nombrar a alguno de sus hijos como lo hacen con el nombre de otros profetas. 

Por desgracia, muchas personas que no han escuchado el nombre tampoco conocen el mensaje del libro.


Autor

No se conoce mucho acerca de Habacuc, aparte de lo que se menciona en su libro, lo cual es muy poco. No existe ninguna referencia en cuanto a su lugar de origen o en que época vivió ni donde trabajó. Tanto para el lector hispano moderno como para el israelita antiguo, este nombre ha sido muy extraño. Lutero, así como algunos otros estudiosos, sugirieron que el nombre Habacuc proviene de un verbo hebreo que significa “abrazar”, así que interpretan su nombre con el significado de “el consolador” o “el que consuela”. 

Otros insisten en que Habacuc es un nombre extranjero, que es una palabra asiria que designaba una planta que se cultivaba en todo el Medio Oriente en tiempos antiguos. Cualquiera que sea el origen del nombre, lo único que conocemos de Habacuc es su libro.

Sin embargo, hay una leyenda que habla de Habacuc en la adición apócrifa al libro de Daniel llamada Bel y el Dragón. Este libro, como otros libros apócrifos, se escribió en el tiempo que transcurrió entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Según la leyenda, Habacuc estaba en Judea llevándoles alimentos a algunos trabajadores del campo. Un ángel se le apareció y le dijo que en lugar de ir al campo fuera a Babilonia y le llevara alimento a Daniel. Daniel ya había pasado seis días en la cueva de los leones y tenía hambre. 

Habacuc respondió que nunca había ido a Babilonia y que tampoco sabía nada de la cueva de los leones. Entonces el ángel lo levantó del cabello y lo llevó allí. Después de que Habacuc lo alimentó en la cueva de los leones, el ángel lo regresó a Judea. Aunque pueda parecer muy interesante esta historia apócrifa, no nos da información acerca de Habacuc.

Habacuc pudo haber sido un levita y miembro del coro del templo, porque su libro termina con un salmo (capítulo 3) hermoso y bien escrito, como los que se encuentran en el libro de los Salmos. El salmo de Habacuc comienza con indicaciones para cantar la melodía. Contiene la misteriosa palabra “Selah” tres veces, las únicas veces que aparece en el Antiguo Testamento aparte del libro de los Salmos. 

Aunque Habacuc puede que haya sido levita, no es necesario ser músico profesional para componer buena música. Habacuc, igual que el rey David, pudo haber tenido un talento musical aunque esa no haya sido su profesión. Así como muchas otras cosas que se han mencionado acerca de Habacuc, ésta también es una especulación. En realidad, no hay mucho que podamos decir con certeza.


Fecha

Habacuc no fechó sus escritos con el reinado de cierto rey de Israel o de Judá como otros profetas lo hicieron. Por eso los que desean calcular en el esquema de acontecimientos del Antiguo Testamento tienen que depender de algunas de las claves que el profeta nos da en su libro. En realidad sólo ayuda una afirmación con respecto a esto. En 1:5, 6 el Señor dice por medio de Habacuc: “Mirad entre las naciones, ved y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contara, no la creeríais. Porque yo levanto a los caldeos”.

El Señor predice la llegada de los babilonios bajo el rey Nabucodonosor. Por lo tanto, según las palabras del Señor, esto se profetizó en un tiempo en el que la profecía se consideraba muy improbable. El Señor le indica a Habacuc que aunque se le haya dicho, tanto a él como a la gente de sus días, sería difícil creerlo.

Al continuar la lectura, parece ser que Habacuc estaba familiarizado con los babilonios y su estilo de vida belicosa. Eso parece indicar que los babilonios ya existían, pero todavía no eran la nación más poderosa ni se esperaba que su influencia se extendiera hasta Canaán, a unos mil cuatrocientos cincuenta kilómetros de Babilonia, y que fueran una gran amenaza para Judá.

Hay un período que parece cumplir estos requisitos. En el año 626 a.C. Babilonia bajo el liderazgo de Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, declaró su independencia de Asiria. Nabopolasar (626–605 a.C.) era caldeo, jefe de una de las tribus que se habían establecido en la tierra del sur de Babilonia por lo menos cuatro siglos antes. Allí esos caldeos trataban de combatir los intentos que hacía constantemente Asiria para dominarlos. 

Por fin, en el año 626 a.C., se cambiaron los papeles con los asirios. En una batalla que se llevó a cabo fuera de Babilonia, obtuvieron el control de lo que hasta entonces había sido la provincia asiria de Babilonia. Entonces Nabopolasar tomó el trono de Babilonia. Ese fue el principio del imperio caldeo o la Nueva Babilonia. Nunca más estuvo Babilonia bajo el control de los asirios, pero en el año 626 a.C. todavía no era obvio que el nuevo imperio de Babilonia al fin iba a controlar todo el imperio asirio.

Entonces, en el año 612 a.C., los babilonios y los medos marcharon hacia el interior de Asiria y sitiaron la ciudad de Nínive, la capital de Asiria. Tres meses después quemaron Nínive y la dejaron reducida a cenizas, tal y como el profeta Nahúm lo predijo. Las fuerzas asirias que quedaron se esparcieron y se dirigieron hacia el oeste. Intentaron reagruparse y poner resistencia en Harán, pero en el año 610 a.C. los babilonios y sus aliados tomaron también Harán. Ahora toda Asiria estaba en sus manos.

Por siglos los asirios habían sido la superpotencia del Medio Oriente. Ahora, con el desmoronamiento de su imperio había un vacío de poder en la región: un vacío que tanto los babilonios como los egipcios estaban ansiosos de llenar. Uno de los premios valiosos de esta lucha por el poder sería el “área provisional” de Siria-Palestina que estaba justo entre los dos (los medos estaban contentos de tener el control de las tierras que tenían en el este). Por eso, después de que cayó Nínive, los egipcios marcharon rápidamente al norte, con la intención de detener cualquier posible expansión babilonia en el Éufrates.

Por siete años los egipcios controlaron con éxito la expansión de Babilonia en el río Éufrates. Durante ese tiempo parecía muy improbable que los babilonios alguna vez pudieran vencer a los egipcios, cruzaran el Éufrates, avanzaran hacia la costa del Mediterráneo y lograran controlar a Siria y a Palestina (incluso Judá), que una vez formaron parte del jactancioso imperio asirio.

Sin embargo, todo esto terminó en el año 605 a.C. cuando Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar, venció contundentemente a los egipcios en la batalla de Carquemis en la parte alta del río Éufrates. Esta victoria monumental solidificó el nuevo imperio babilonio y estableció a Babilonia como la potencia para tomar en cuenta en el Medio Oriente. Ya no existía el problema de quién controlaría el área que estaba al oeste del Éufrates.

Ese mismo año Nabucodonosor marchó hacia el sur, a las áreas que Egipto había controlado para demostrar que ahora él estaba al mando. Cuando llegó a Jerusalén, se llevó a Babilonia como rehenes a algunos hombres jóvenes, incluyendo a Daniel, que pertenecían a destacadas familias judías. También explicó que él era el gobernante de todo el antiguo imperio asirio.

Durante esos siete años antes de Carquemis (612–605 a.C.) el poder de los caldeos era bien conocido, sin embargo todavía les faltaba dominar a Judá. Por eso el Señor pudo haberle hablado a Habacuc en alguna oportunidad durante esos años. El piadoso rey judío Josías gobernó durante la mitad de esos años, y se supone que las condiciones de las que se queja Habacuc habrían ocurrido después de la muerte de Josías. Los años de Joaquín, el hijo de Josías, fueron años de perversidad: malvados, impenitentes, y violentos. Coinciden con las quejas de Habacuc.

Estos datos nos hacen suponer que Habacuc profetizó entre el año 609 y el 605 a.C., lo que lo pondría como joven contemporáneo de Nahúm y de Sofonías. Esta fecha también lo coloca en medio del ministerio de Jeremías. Es probable que hasta haya trabajado con Jeremías por algunos años.

Forma y contenido

La forma del libro de Habacuc es única entre los profetas. Los dos primeros capítulos son un diálogo entre Habacuc y Dios; Habacuc añade a la conversación las quejas que le presenta a Dios, tal vez en nombre de todos los creyentes que todavía quedan en Judá. El Señor, a su vez, responde a las preguntas del profeta. Después de haber recibido las respuestas de Dios, Habacuc contesta y termina su libro con un hermoso salmo. Este salmo nos muestra que él ha aceptado con fe las respuestas del Señor, a las conmovedoras preguntas que le había presentado. 

Al mismo tiempo es una hermosa confesión de fe porque expresa la confianza que Habacuc tiene en el Señor y en su gobierno sobre la tierra y todos sus habitantes.

Una de las razones que hace de Habacuc un libro interesante, valioso, y digno de estudiarse, son las preguntas fundamentales que presenta, que son las mismas que el pueblo de Dios de toda época todavía hace. Pregunta: “¿Por qué?” Si el Señor es Dios justo que odia el mal, entonces ¿por qué permite que el mal llene la tierra? ¿Por qué la gente perversa no recibe castigo? Si el Señor es Dios de amor que se preocupa por su pueblo, entonces ¿por qué permite que sufra? ¿Por qué permite que experimente el mal en el mundo? Éstas son preguntas muy importantes para el bienestar espiritual de los creyentes. La respuesta equivocada, o la falta de una respuesta, pueden alejar de la fe a los hijos de Dios y llevarlos: a la amargura, a la ira, y a la desesperación.

Sin embargo, Habacuc no sólo hace las preguntas; sino también les da a los creyentes un modelo excelente a seguir mientras esperan la respuesta de Dios. Habacuc dice: “Velaré para ver lo que me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja” (2:1). Cuando Habacuc se presenta ante el Señor y expresa sus quejas, no lo hace para desafiar al Señor, ni para entablar ningún debate con Dios acerca de la manera en que el Señor gobierna la tierra. No, busca respuestas que pueda llevar al pueblo de Dios, respuestas que fortalecerán su fe, y aliviarán la ansiedad que han estado sufriendo.

Como Habacuc se acerca con este espíritu, Dios le responde misericordiosamente y comparte con él sus planes para el futuro. El Señor le asegura a Habacuc que el mal no ha pasado desapercibido, ni el de Judá, ni tampoco el de los babilonios. Se castigará la maldad y nadie escapará. Estas cosas sucederán, pero cuando el Señor lo disponga.

Estas respuestas le dan solidez al tema del libro: “Mas el justo por su fe vivirá” (2:4). El Señor le dijo a Habacuc lo que debía esperar en el futuro próximo, pero eso no responde directamente la pregunta, ¿por qué el Señor tolera el mal? La maldad de Babilonia castigará la de Judá. A su vez, otra nación de malhechores castigará la maldad de Babilonia. Además, el pueblo del Señor continuará sufriendo en este mundo.

Entonces, ¿dónde está la justicia eterna de Dios? La respuesta del Señor es el llamado a la fe. “Confía en mí” son las palabras de ánimo que le da el Señor. Esa es la diferencia que existe entre el pueblo de Dios y los incrédulos. Los creyentes actúan con la confianza de que todo está en las manos del Señor, y al mismo tiempo él controla todas las cosas para el bien de los miembros de su familia eterna. Cuando esa seguridad penetra en el corazón de los creyentes, uno se pueden unir a Habacuc en medio de las dificultades y decir: “Tranquilo espero el día… me alegraré en Jehová, y me regocijaré en el Dios de mi salvación” (3:16, 18).

El último capítulo de Habacuc está escrito de una manera que indica la posibilidad de que se haya utilizado en un servicio de adoración durante tiempos de calamidad y desastre. Se puede tomar esto como evidencia de que el Espíritu de Dios no sólo obró en el corazón de Habacuc la confianza en el Señor, sino también en el corazón de los demás hijos de Dios. Desde entonces los creyentes adoptaron las palabras de Habacuc al usar su salmo en el servicio de adoración.


Bosquejo de Habacuc

Tema: El justo vivirá por la fe

          I.      Título ( Habacuc 1:1)
          II.      Diálogo sobre la maldad del mundo ( Habacuc 1:2–2:20 )
            A.      Habacuc pregunta sobre la maldad de Judá (1:2–4)
            B.      El Señor responde que los babilonios castigarán a Judá (1:5–11)
            C.      Habacuc pregunta acerca de la maldad entre los babilonios (1:12–2:1)
            D.      El Señor responde que también castigará la maldad de los babilonios                          (2:2–20)
          III.      Salmo de fe en la justicia y el poder salvador del Señor ( Habacuc                         3:1–19)
            A.      Llamado a que el Señor los libere como en el pasado (3:1–15)
            B.      Confesión del poder misericordioso del Señor para salvar (3:16–19)

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domingo, 29 de noviembre de 2015

Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6








Sólo guerreros espirituales


Preparándonos para enseñar en la congregación

Cómo identificar a Satanás

    Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!
                                                                                                                   (Juan 8:44)

En la Biblia el nombre de un individuo era de suma importancia. Hablaba del carácter y algunas veces de los sueños de sus padres. Los apóstoles cambiaron el nombre de José de Chipre a Bernabé (hijo de consolación), para así reflejar el carácter y ministerio de este siervo de Dios (Hch. 4:36). 

El nombre Jesucristo revela mucho acerca del hombre que murió en la cruz. Jesús significa Salvador, y es el nombre personal o humano del Señor. Cristo es su nombre oficial, traducción griega de la palabra hebraica Mesías, que significa ungido. Lo mismo sucede con el enemigo. 

La Biblia emplea varios nombres que revelan no solamente el carácter del diablo sino también sus propósitos y obras. Estudiaremos sus nombres uno por uno.


El diablo

Diablo significa acusador o calumniador (Mt. 4:1; 13:39; 25:41). Este nombre señala algo importante acerca de su estrategia. Las acusaciones son su primera estrategia para mantener al creyente lejos de Dios.

1) Acusa al hombre frente a Dios (Ap. 12:10)
Para investigar esta parte de su estrategia es vital leer Job 1:6–12 y 2:1–6, donde encontramos al diablo rodeando la tierra buscando a quién devorar (1 P. 5:8). 

El argumento satánico es sencillo; hablando a Dios dijo: «Por supuesto que una persona como Job te sirve porque le has dado todo en abundancia, pero si quitaras la mayoría de lo que tiene, dejaría de servirte». Satanás acusó a Job ante Dios, y así consiguió autoridad sobre sus bienes materiales y su familia. La estrategia de Satanás es explorar hasta encontrar debilidades en los seres humanos, y entonces aprovecharse de ellas. 

En el caso de Job, Satanás llegó a la conclusión de que el punto vulnerable era sus vastas posesiones y su querida familia, por quien siempre oraba (Job 1:5). Sin embargo, Satanás estaba equivocado, pues a pesar del consejo de sus amigos y la áspera reacción de su esposa, Job siguió fiel a Dios.

No sabemos cuántas veces nuestros nombres han aparecido ante Dios como personas que se volverían contra Él si tan sólo.... Tenemos un adversario que tiene buena idea de nuestras debilidades y sabe cuándo pedir permiso para incursionar allí. Sin embargo, Dios insiste en que el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo (1 Jn. 4:4), y no dará permiso para que Satanás nos tiente más de lo que podemos resistir (1 Co. 10:13).

En Zacarías 3:1–4 encontramos al diablo acusando al sumo sacerdote Josué de ser un pecador indigno para ministrar. El adversario sabe que si el sumo sacerdote es indigno, entonces no existe esperanza para el pueblo. 

En lenguaje simbólico pero sumamente significativo, Jehová mismo reprende a Satanás y le asegura que los pecados de este hombre de Dios le fueron perdonados. Dios mismo, con la sangre de su Hijo (1 Jn. 1:7), reprende al diablo cuando éste acusa al hombre por su estado pecaminoso. En efecto, lo que Dios le dice al acusador es que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Ro. 8:1 RV).

Recordemos cuando el diablo se presentó ante Dios pidiendo permiso para poner a prueba la fidelidad de Simón Pedro (Lc. 22:31). No debemos esperar menos para nosotros. Todo cristiano es representante del reino de Dios y debe esperar que Satanás lo acuse ante Dios.

2)  Acusa a Dios ante los hombres. 
Satanás es hábil para tergiversar los dichos, los hechos y la persona de Dios frente al hombre. El primer ejemplo lo hallamos en el jardín del Edén: ¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal (Gn. 3:4–5).

Solamente Satanás con toda su astucia puede tomar los atributos divinos (la justicia, la fidelidad, la bondad, su inmenso amor, etc.) y presentarlos fraudulentamente ante los seres humanos. Los modifica lo suficiente para que el incauto quede embaucado de tal forma que ya no sabe si puede confiar en Dios enteramente. Es tan sutil el cambio, que muy pocos lo notarán.

Usted quizá pregunte: ¿cómo lo hace Satanás? La Biblia no contesta directamente la pregunta. Sabemos que el enemigo indujo a David a desobedecer a Dios haciendo un censo del pueblo de Israel (1 Cr. 21:1). No explica cómo lo hizo, pero en otros pasajes de la Biblia resulta evidente que era posible vencer la tentación y no pecar contra Dios. 

En Mateo 4:3 Satanás se acercó a Jesús para tentarlo. Eva fue engañada por la astucia de la serpiente (Gn. 3:1–6). Pablo temía que los tesalonicenses fueran inducidos al pecado por el tentador (1 Ts. 3:5). Queda claro que Satanás es astuto y puede inducir, atacar y tentar, pero al margen de ciertos ejemplos ya dados la Biblia, nuestra autoridad, no indica cómo lo hace. 

Si la Biblia no especifica cómo es porque no es necesario saberlo. A mi criterio, en vez de hacer una pesquisa que nos lleve a especulaciones y medios no bíblicos, es preferible centrarnos en cómo no caer en las trampas del diablo y cómo no darle cabida en nuestras vidas.

Otra pregunta que surge es: ¿tiene Satanás la habilidad de implantar pensamientos que son contrarios a la Palabra de Dios, incluso en la mente de los creyentes? Entre los teólogos las opiniones están divididas. Quienes creen que el diablo no posee acceso a la mente humana, opinan que Satanás y sus demonios nos oprimen externamente a fin de cambiar nuestros pensamientos, pero que no introduce los pensamientos.

Admito que una conclusión definitiva es difícil, pero doy mi perspectiva tomando en cuenta una de las finalidades de este libro: no exagerar ni subestimar el rol del diablo en nuestras vidas. Es mi opinión —basada en la Escritura— de alguna manera Satanás sí tiene entrada a nuestras mentes. Es más fácil sostener que tiene entrada a las mentes de los inconversos. 

Por ejemplo en Job 1:12–17 el enemigo estuvo detrás de las acciones de los sabeanos y los caldeos. En 1 Reyes 22:19–23 hallamos a un espíritu, es decir un agente de Satanás enviado por Dios a fin de seducir (v. 20) a Acab y a los falsos profetas. Sin embargo, es más problemático en el caso de los creyentes. No obstante, podríamos estudiar pasajes como 1 Crónicas 21:1 donde la Biblia insiste en que Satanás incitó a David a pecar. Los dardos encendidos de Efesios 6:16 parecen ser dudas sembradas por el diablo.

Sin embargo la Biblia no dice cuál es la frecuencia de tales pensamientos y nos advierte en contra de atribuir al diablo todos los pensamientos que contradicen a las Escrituras (Stg. 1:13–15). Tampoco es nuestra intención descartar la innegable posibilidad de que Satanás también emplee circunstancias externas para seducir al creyente a cambiar su manera de pensar.

En los siguientes ejemplos (todos verídicos), note cómo el acusador tuerce la obra de Dios,  la Palabra de Dios o tergiversa la imagen que una persona tiene de Dios.
El diablo emplea el trasfondo de la persona y le dice: «No existe perdón para ese pecado». «Dios está enojado contigo». «Después de todo lo que hiciste, tú no eres digno». «Dios no tiene interés en ti; eres insignificante».

También utiliza falsa enseñanza y da preponderancia al razonamiento humano: «Tienes que ser digno de acercarte a Dios». «Dios no te dejaría sufrir; tiene que haber un pecado escondido en tu vida». «Tú tienes derecho a mucho más de lo que Dios te ha dado». Refiriéndose a una relación adúltera: «Dios es un Dios de amor; no te privará de este hombre». Quizá el peor de todos: «No puedes confiar en Dios. Él no te escucha».

De una u otra manera, Satanás tuerce la Palabra, la persona de Dios o el proceder de Dios para acusarlo frente al hombre. Su meta es que el cristiano pierda su confianza en Dios y llegue a conclusiones equivocadas acerca del cuidado, perdón o salvación de Dios. De esa manera el ser humano vivirá confundido, frustrado, justificando su pecado o intentando purgar su propio pecado.

Por supuesto el antídoto para las representaciones falsas de Satanás es la irrebatible verdad. Hay perdón en la sangre de Cristo (Sal. 32; 51; 103; 1 Jn. 1:7, 9). El enojo justo de Dios cayó sobre su Hijo Jesucristo en la cruz del Calvario, donde se efectuó la reconciliación entre el hombre y Dios (2 Co. 5:17–20). Es cierto que no soy digno, pero también es cierto que Cristo es digno y Dios me ve a través de su Hijo (Ro. 5:1; 8:1). Un sabio maestro de la Palabra de Dios expresó: «Cada vez que Satanás me recuerda mi pasado, yo le recuerdo su futuro».


El tentador

La Biblia también presenta a Satanás como el tentador. Por eso, cuando ya no pude soportarlo más, mandé a Timoteo a indagar acerca de su fe, no fuera que el tentador los hubiera inducido a hacer lo malo y que nuestro trabajo hubiera sido en vano (1 Ts. 3:5). El propósito de la tentación es seducir a la persona al pecado. 

Para poder hacerlo, el diablo tiene que presentar el pecado como un deleite. No nos engañemos; el pecado bien puede tener sus partes deseables. Moisés prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado (He. 11:25). Sin embargo, Satanás nunca muestra las consecuencias del pecado. La Biblia, en cambio, claramente enseña: No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra (Gá. 6:7).

 Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión.
                                                                                                              Santiago 1:14


A estas alturas, es propio preguntar si el diablo está directamente detrás de todas las tentaciones. La respuesta es un rotundo no. Como hemos indicado, el cristiano tiene tres enemigos, los tres igualmente peligrosos: el diablo, el mundo y la carne. En el jardín del Edén el ser humano no había pecado todavía, es decir que no sufría las tentaciones de la naturaleza pecaminosa (la carne), pero no obstante sí estuvo presente el tentador.

La Biblia indica que durante el milenio el diablo estará atado, totalmente fuera de circulación (Ap. 20:2). Sin la presencia del diablo, con Cristo reinando corporalmente y con la influencia del mundo disminuida, el milenio será un tiempo de paz y tranquilidad. Sin embargo, el ser humano todavía tendrá su naturaleza pecaminosa en estado latente. 

Tan peligrosa y dañina es la carne (aun sin los otros dos enemigos, el mundo y Satanás) que al terminar los mil años de paz sobre la tierra el diablo, suelto otra vez, podrá reunir a gran número de rebeldes para la batalla final (Ap. 20:7–8). David Powlison bien dice: «La Biblia habla muchas veces acerca de nuestra responsabilidad sin mencionar al diablo, pero nunca habla del diablo sin mencionar nuestra responsabilidad».

Uno llega a una clara conclusión: aun sin el diablo, el ser humano luchará con la tentación. Santiago lo resume bien: Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.»  Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen (Stg. 1:13–14). Conviene citar las palabras de Carolyn Baker y Frank Macchia: «Aquellos que convierten toda tentación o prueba en una batalla directa con el diablo, necesitan mirarse en el espejo para descubrir quién es en realidad su peor enemigo».

Es preciso señalar que a pesar de la fuente de tentación, siempre existe la posibilidad de victoria para el creyente: Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir (1 Co. 10:13; véase 2 P. 2:9).

En América Latina existe la creencia (que no encontraremos en ninguna declaración doctrinal ni libro de teología) de que las tentaciones de Satanás son irresistibles. Abundan frases como «Satanás se apoderó de mí y caí en pecado». La idea y actitud equivocada que resulta de tal argumento es: «Si puedo culpar al diablo, el pecado resultante no es responsabilidad mía». ¡No, mil veces no! Es factible que Satanás sea la fuente de la tentación pero no del pecado. ¡Siempre es posible resistir al diablo, siempre es posible vencer la tentación!  Pero, como veremos más abajo, el diablo busca los momentos exactos para tentar a una persona, aprovechando el poder de la carne y la atracción del mundo.

Cuando salió a la luz el pecado secreto de uno de los más conocidos predicadores cuyos programas de televisión se difundían por todo el continente latinoamericano, muchos quedamos atónitos. 

Los periodistas lo acusaron de engaño, y posiblemente miles de personas retrocedieron en su vida cristiana. Años más tarde, es interesante analizar cómo el mundo, la carne, y probablemente el diablo obraron en conjunto para tumbar a uno de los líderes del movimiento evangélico a nivel mundial. 

El mundo, con su énfasis en todo lo externo, se identifica claramente en el campo de la televisión. Siempre tiene que ser más grandioso, más moderno, extenderse a más lugares, requerir más equipo, etc. Todo eso precisa más dinero, lo cual lleva a la tentación de emplear ciertos métodos no totalmente éticos para levantar el dinero necesario a fin de sostener el ministerio. Es una tentación real para todos los que tienen un ministerio público. 

Rogelio Nonini cita un solo ejemplo de un ministerio que falsea los datos para conseguir recursos. «Mi hermana contestaba las cartas que recibían en un programa [de radio]... Un día leyó en una publicación en la cual promocionaban el programa, que se recibían miles de cartas de toda Latinoamérica solicitando consejos y felicitándolos por el programa. 

La realidad era que sólo llegaban seis o siete cartas por mes. Cuando mi hermana les preguntó por qué publicaban esa mentira, le contestaron que si decían la verdad no les darían más dinero.»

Podemos advertir también el lugar de la carne. Desde su juventud el predicador a quien hicimos referencia había tenido una debilidad, un deseo no controlado por el Espíritu Santo: la pornografía. El mundo con la fama que ofrece, la carne con su debilidad, y el diablo aprovechándose de los dos, creó una situación peligrosa y explosiva.

Es notable que este predicador le echó la culpa al diablo, como si no hubiera sido su propia culpa. ¿Cuál hubiera sido la solución? ¿No entrar nunca en los medios masivos?  No necesariamente. Él mismo comprobó la eficacia de los medios de comunicación con sus impactantes programas que fueron de bendición para miles en todo el continente.

El consejo práctico del pastor Eros Pasquini es muy apropiado para todo cristiano a fin de no doblegarse ante la presión del mundo y frente a la tentación sexual:

(a)  Nunca subestime la importancia de la relación física con su esposa. 
Tenga usted 20 años ó 50, recuerde que la Biblia nos dice textualmente: «Alégrate con la mujer de tu juventud» (Pr. 5:18 RV). En el siguiente versículo, el texto dice claramente «... sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre». Me he encontrado con muchos colegas que creen en el engaño de Satanás de que es posible mantener una relación sana con Dios y no estar bien con su esposa.

(b)  No trabaje hasta el punto de estar exhausto
Si el fútbol fuese nuestra ilustración, seríamos el jugador que juega en todas las posiciones: de golero a centro-delantero. Hay cierto sentimiento de «imprescindibilidad» que nos mueve, quizá por causa del sentido de urgencia ministerial. Sea cual fuere el motivo, el cansancio físico nos deja emocionalmente carentes.

(c)  Tenga sumo cuidado con el tipo de cosas que permite entrar en su mente. Lo que entra en su mente, va a acabar saliendo: ¿Cuántas horas por día usted pasa frente al televisor?  ¿Y los videos, ya tan comunes en los hogares de casi toda América Latina?  ¿Se deja atraer por literatura sexual explícita?  

Debemos ser sinceros y reconocer que nuestro viejo hombre está pronto a «resucitar» al menor incentivo que haya. Trate de terminar su día con la Palabra, en oración. Comience su día con la Palabra, en oración. Es maravilloso el resultado que eso produce en nuestra mente: ella queda más alerta ante los peligros, el Espíritu de Dios consigue nuestra atención con mayor facilidad, y pasamos nuestros días en el verdadero regocijo del Señor. No olvide la advertencia de Proverbios 4:23: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida (RV).

(d)  Asuma una posición de compromiso con Dios. 
Es increíble que Daniel haya tenido entre 14 y 16 años cuando «propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía» (Dn. 1:8 RV). Todos conocemos el ejemplo de vida que fue Daniel. En Esd. 7:10 leemos que Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de JEHOVÁ y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos (RV). Fue otro ejemplo de un hombre íntegro.

(e)  Asóciese a un grupo donde pueda «rendir cuentas»
No nos gusta contar nuestras cosas íntimas, pero si cada uno de nosotros tuviera 2 ó 3 hermanos comprometidos con el Señor que quisieran incentivarse mutuamente, eso puede ser de ayuda inestimable para mantenerse puro. Mi consejo es reunirse periódicamente (semanal o quincenalmente). Adopten preguntas francas y honestas, como por ejemplo: ¿Has pasado tiempo en la Palabra y en oración?  ¿Tuviste alguna actitud de codicia o de flirteo? ¿Estuviste expuesto a material sexualmente explícito, que no glorifica a Dios? ¿Te mantuviste irreprensible en asuntos financieros? ¿Permitiste que alguna circunstancia en tu vida te robara la alegría del Señor?

(f)  No se contente con nada menos que una vida llena del Espíritu
Cuanto más tiempo pasemos con el Señor, más habremos de querer agradarle. Y cuanto más tratemos y no lo logremos por nuestras propias fuerzas, más seremos incentivados –por Él mismo– a buscar el control completo del Espíritu Santo.

Si el predicador del ejemplo hubiera seguido esta disciplina bíblica desde el principio de su ministerio, el pecado de la codicia no se habría arraigado en su vida. Sin embargo, este hombre no estaba bajo la autoridad de nadie, y aun cuando la denominación intentó ayudarlo, no quiso sujetarse a esa disciplina. Quizá lo más triste son algunas de sus explicaciones de por qué no se sujetó a la disciplina prescrita por su grupo: «Dios me está usando». «Se suspendería un gran movimiento de Dios». «Dios me dijo que debo seguir adelante». Cuando hay mucho dinero, fama y poder de por medio existe la tentación de menospreciar los claros principios bíblicos.

Padre de mentiras

Después de estudiar todos los pasajes que tienen que ver con el diablo, llegué a la conclusión de que Satanás pasa gran parte de su tiempo fabricando engaños y mentiras. Él [diablo] fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira (Jn. 8:44 BLA). Apocalipsis 12:9 explica que él engaña al mundo entero. Satanás será atado por mil años para que no engañe más a las naciones (Ap. 20:3); y al terminar los mil años como primera actividad saldrá para engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra (Ap. 20:8).

Quizá la manera principal de engañar a la gente sea con falsa doctrina y falsas religiones. El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas (1 Ti. 4:1). Según el sociólogo Alberto Barrientos, los dos peligros más grandes para la creciente iglesia en América Latina son nominalismo y falsa doctrina. La falsa doctrina más peligrosa no es importada de Norteamérica sino nacida dentro de la iglesia evangélica latinoamericana. 

El crecimiento de sectas falsas y doctrina falsa es asombroso. Pablo bien pudiera haber escrito desde el contexto de América Latina: Tales individuos son falsos apóstoles, obreros estafadores, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz (2 Co. 11:13–14).
Es por ese motivo que Pedro insiste que estemos alerta (1 P. 5:8).


León rugiente

Es fascinante estudiar los hábitos de los leones en Africa. Los animales viejos con sus voces profundas rugen mientras las hembras jóvenes se esconden cerca de sus víctimas. Al potente rugido, los antílopes, ya atemorizados, empiezan a correr y son fácilmente atrapados por los leones escondidos en el forraje.

Un amigo mío preguntó a un africano qué debería hacer si llegara a enfrentarse a un león rugiente. Su respuesta bien puede ser de la Biblia: Mantenerse firme, mirarlo directamente a los ojos, no exhibir ningún temor. Generalmente, frente a una persona inconmovible, el león retrocederá por cuenta propia. Aun si el animal asalta, el consejo es mantenerse firme con el cuchillo preparado. Cuando el león ataca, brinca exponiendo sus partes más vulnerables y uno puede matarlo clavando el cuchillo en el estómago. Según este africano, lo peor, es huir porque así uno firma su propia orden de ejecución.

Es algo que está aconteciendo con mucha frecuencia en nuestras iglesias. El diablo ruge y nosotros corremos tras cada doctrina o viento que sopla, provocando confusión, desorden y divisiones. Frente al enemigo, el mandato de Pablo es mantenerse firmes (Ef. 6:14) con la espada del Espíritu preparada.

Mientras por un lado la Biblia nos instruye a mantenernos firmes (Ef. 6:14), muchos se asustan al contemplar un enfrentamiento con el león rugiente (1 P. 5:8). Podemos ver cómo los animistas y los budistas temen a los espíritus malos. Esta creencia ha entrado en muchas formas en la iglesia evangélica en América Latina. 

Todo tipo de ritos que antes pertenecían sólo a los animistas ya forman parte de cultos evangélicos. Me refiero, por ejemplo, a echar el jugo o vino de la cena del Señor en los ríos para quitar maldiciones de generaciones pasadas o de ritos paganos; tirar desde avionetas pañuelos «ungidos» para correr los demonios de una ciudad; ungir teléfonos con aceite para sacar las maldiciones de las conversaciones de gente inconversa; ungir las ventanas de las casas a fin de que no entren las maldiciones (o los demonios); enseñar que los demonios emplean grafito escrito (inscripciones en paredes u otros lugares) en las paredes de una vecindad para controlar ese sector de la ciudad; advertir que los demonios entran en una casa donde hay objetos religiosos paganos. Todo esto es animismo, no cristianismo, y nos desvía de la batalla verdadera contra el león rugiente.


Otras designaciones

    1.       El ángel del abismo (Ap. 9:11) cuyo nombre en hebreo es Abadón y en griego es Apolión y significa «destructor».
    2.      Beelzebú, príncipe de los demonios (Mt. 10:25; 12:24; Mr. 3:22; Lc. 11:15, 18, 19). Príncipe de los demonios explica que Satanás encabeza un ejército de soldados malignos que cumplen sus deseos. Beelzebú es una transliteración de un nombre hebreo o arameo que quiere decir «señor de las moscas» o más probable «señor del cielo».
    3.       El maligno o El malo (RV) (Mt. 13:19, 38; 1 Jn. 5:18–19).
    4.       El enemigo (Mt. 13:39).
    5.       Asesino (Jn. 8:44). Es notable que en este versículo Satanás es llamado tanto mentiroso como asesino. En contraste Jesús es la verdad y la vida (Jn. 14:6).
    6.       Príncipe de este mundo. Príncipe de la potestad del aire. Dios de este mundo (Jn. 12:31; 14:30; 16:11; 2 Co. 4:4; Ef. 2:2 RV; 1 Jn. 4:4; 5:19). Jesús no niega que Satanás tenga poder sobre el mundo actual, pero indica que nosotros, los seguidores de Jesús, no somos de este mundo (Jn. 15:19; 17:14).
    7.       Belial (2 Co. 6:15 RV). Belial es un nombre derivado de un vocablo hebreo que significa maldad (1 S. 25:25). En el Antiguo Testamento fue una palabra aplicada a personas tan viles, tan depravadas y disolutas que no temían ni a Dios ni a los hombres (Dt. 13:13; Jue. 19:22; 1 S. 2:12). Es un nombre apropiado para Satanás.
    8.       Nuestro adversario (1 P. 5:8 RV).
    9.       El dragón (Ap. 12:3, 7, 9; 20:2). El dragón (un animal mitológico) poseía dos características que lo hacían eficaz en la lucha: un poder monstruoso y espantoso, y una excelente vista. Estas características hacen hincapié en dos designios de nuestro enemigo: atemorizarnos y buscar oportunidades (1 P. 5:8).
    10.       Satanás El nombre Satanás significa adversario, oponente de Dios y de su pueblo. (Algunos de los versículos que mencionan a Satanás son: 1 Cr. 21:1; Job 1–2; Zac. 3:1–2; Mt. 4:10; 12:26; 16:23; Lc. 10:18; 22:3; Hch. 5:3; 26:18; 1 Co. 5:5; 7:5; 2 Co. 2:11; 11:14; 12:7; 1 Ts. 2:18; 1 Ti. 1:20; 5:15; Ap. 12:9; 20:7.)
    11.      Serpiente (Gn. 3:1–4; 2 Co. 11:3; Ap. 12:9; 20:2). La serpiente ha sido y es todavía símbolo de la maldad. Los comentarios de Oswald Sandars nos ayudan a entender este aspecto de Satanás:

«Aquel a quien posteriormente se identificó como diablo apareció en primer lugar en las páginas de la Biblia con el siguiente nombre, en Génesis 3:1: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo.”
La palabra hebrea utilizada para serpiente, nachash, podría significar “sisear o brillar”, por lo que podría presentar a Satanás como “el resplandeciente, el brillante”. Esto podría explicar el hecho de que a Eva no le repugnase su aproximación. En el mundo de la antigüedad, así como en nuestro moderno y sofisticado mundo, se consideraba la serpiente como un objeto de culto. Fuera cual fuere la naturaleza de la criatura poseída por el diablo, era tan atractiva, y su aproximación tan natural, que no produjo ni temor ni sospecha en Eva; y así logró su caída de una manera más sencilla.»

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