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lunes, 30 de marzo de 2015

Si la iglesia pertenece al Señor, Él tiene autoridad para reclamar un comportamiento acorde con Su voluntad

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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APERTURA DE LA PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS: UNA CONGREGACIÓN MUY JOVEN
1:1–9
1. Saludos iniciales (1:1–3)
2. La oración de un apóstol (1:4–8)
3. Una declaración (1:9)
CAPÍTULO 1
Los primeros nueve versículos de la epístola tienen mucho que ver con su tono y contenido. Pablo sigue el estilo habitual de la época, poniendo al principio el nombre de quien escribía, para indicar luego quiénes eran los destinatarios. Después, como hace en todas sus epístolas, menciona qué dice sobre ellos cuando ora al Señnor.
1.     SALUDOS INICIALES (1:1–3)
1Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, 2a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos cos todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: 3Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Al mencionar su nombre, Pablo ya nos está haciendo una presentación digna de ser meditada. Nos dice que ya no es el perseguidor Saulo de Tarso; utiliza ahora “Pablo”, que significa “pequeño”.
Pero sobre todo, se cuida de ratificar su autoridad como apóstol y el origen de dicha autoridad. Los temas tratados en la carta y el tono imperativo que exigían las circunstancias así lo reclamaban.1
“Apóstol” significa enviado. Estos versículos nos muestran el lugar de Pablo en relación con los corintios.
PABLO COMO APOSTOL
1.     Había sido enviado a predicarles el evangelio.
2.     Ahora era enviado a ratificar el mensaje de Cristo.
3.     Lo hacía porque era voluntad de Dios.
4.     El fin: acelerar la santificación y riqueza espiritual de los lectores.
Cuando Pablo recibió el llamado en Damasco, Dios declaró: “Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles” (Hch. 9:15). EI apóstol mismo lo relató años después. La “voluntad de Dios” (que se menciona también en 2 Corintios, Gálatas y Efesios) significa un deseo expreso del Señor Pablo mismo, para los corintios y los demás que lo recibían, y para el logro de los fines mencionados.
Se incluye el nombre de Sóstenes, que debe de ser el mismo que aparece en Hch. 18:17. Pablo une su testimonio al de este creyente.
LA AUTORIDAD DE SÓSTENES
1.     Era un “hermano”.
2.     Ratificaba lo que Pablo decía.
3.     Provenía de la misma iglesia que recibía la carta.
4.     Había dejado su fe anterior y había sufrido por ello.
La relación entre el apóstol y un miembro de la iglesia de Corinto era una buena base para un mensaje consistente.
Los destinatarios son mencionados en forma extensa, algo no habitual. De esa manera, Pablo ya comienza a hacerles una exhortación. Si ellos hubieran reflexionado en todo lo que allí les era sugerido, no habrían necesitado más.
Además de dirigirse sólo a la iglesia en su totalidad y no a los individuos, Pablo la denomina “iglesia de Dios”, que sólo ocurre en el encabezamiento de esta epistola y la siguiente.
Nada es casual en las Escrituras, pero aquí el propósito deliberado se hace evidente. Uno de ellos se relaciona con el profundo contenido de la carta, la necesidad de llevar una vida acorde con la voluntad de Dios. Si la iglesia pertenece al Señor, él tiene autoridad para reclamar tal comportamiento.
Desde el principio, los lectores de esta carta—los de aquel entonces y los de ahora—debemos tener en cuenta quién es el Señor de la iglesia. La iglesia es de Dios porque se rige por su Palabra y es dirigida por su Espíritu.
Por otro lado, la frase “iglesia de Dios” también es una advertencia sobre el tema que trataría enseguida. Si la iglesia es de Dios, no es de Pablo, ni de Apolos, ni de Cefas, ni de Cristo (cuando su nombre se una con espíritu faccioso) (vv. 12, 13). Todavía hoy se oyen frases como “Yo soy de la iglesia del pastor Fulano” o “Esta es la iglesia de Mengano”. Aunque el sentido pueda ser distinto (o sea que no implique propiedad o dominio), hay en la expresión un peligro latente que debemos evitar.
UN MENSAJE A LAIGLESIA (1:2)
1.     Debe recibirse como algo dirigido a un cuerpo.
2.     Ese cuerpo es concreto, por ejemplo el que está en Corinto.
3.     Debe comenzar por ser santificado.
4.     Ante los demás, debe ser de quienes invocan a Cristo.
5.     Forman parte de un gran pueblo “en todas partes”.
Teniendo en cuenta las fuertes amonestaciones que seguirían, Pablo comienza por recordarles que la posición de los corintios era “santificados en Cristo Jesús”, y el llamamiento, “a ser santos”. La mención de otras iglesias hace que esa responsabilidad sea aun mayor.
Luego sigue la habitual bendición apostólica, aunque a veces aparece con ligeras variantes: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
Gracia es un concepto fundamental en el N.T. Se relaciona con nuestra palabra “gratis” y se refiere al don de Dios, que es inmerecido, y cuyo precio fue pagado por Jesucristo. Esto hace que sea gratuita y bondadosa para nosotros. La primera consecuencia de la gracia es la “paz”: la buena relación con Dios, con nuestra conciencia y con los demás, y entre los demás y nosotros. Es dada directamente “a los corintios”, así como “a todos los demás” y al mismo autor, que se incluye al usar la palabra “nuestro”. Por sobre todo, el apóstol cuida de que el primer lugar sea otorgado a Jesucristo, a quien nombra cuatro veces en tres versículos.
JESUCRISTO SIEMPRE PRESENTE (1:1–3)
1.     Es quien envía a predicar (a ser apóstol).
2.     Quien santifica a los creyentes.
3.     Quien debe ser invocado.
4.     Quien nos da gracia y paz.
5.     Nuestro Señor.
2.     LA ORACIÓN DE UN APOSTOL (1:4–8)
4Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; 5porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 6así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
Pablo siempre empezaba sus oraciones dando gracias. Cuando pensamos en los corintios y todos sus problemas, nos admiramos de que el apóstol no se dejara llevar por el desánimo.
Además, deja claro que eso es lo que hace “siempre”, sin depender de buenas noticias. Por el hecho de ser creyentes, ellos mismos ya eran motivo para que Pablo agradeciera.
GRACIAS POR LOS CREYENTES (1:4–6)
1.     Por la gracia de Dios, su salvación (4).
2.     Por la abundancia que les ha sido dada (5).
3.     Por el testimonio que se da de ellos (6).
En el v. 5 insiste en la palabra “todo”: Las cosas, la palabra, la ciencia. Quizá pensemos que todo eso les faltaba, pero Pablo sabía agradecer por lo que sí tenían. “En todas las cosas fuisteis enriquecidos en él”. Es posible que nuestra reacción sea pensar que la carta está dirigida a una iglesia espiritual y materialmente pobre. Pablo no piensa eso, al contrario, los declara “enriquecidos”, que no es lo mismo que “ricos”. Los corintios no habían recibido una herencia en dinero de sus padres, ni tenían talentos en abundancia por su condición humana; al menos, Pablo se refiere más bien a aquellas cosas en las que Dios había actuado, transformándolos en una congregación que disfrutaba de “riquezas”. Nadie puede enumerar todas las cosas, pero la palabra indica que el apóstol tenía en mente tanto lo material como lo espiritual, lo terreno como to eterno.2
Notemos que él mismo menciona algunas de ellas, que debe considerar más importante: 1) toda palabra (el mensaje transmitido oralmente); 2) toda ciencia (el conocimiento superior que Dios da); 3) el testimonio sobre Cristo (que ha sido confirmado); 4) todos los dones (“nada os falta”, v. 7), aunque naturalmente el resto de la carta mostrará que ellos no entendían bien ni la esencia ni el uso de esos dones.3
En resumen, toda la iglesia por ser parte del plan de Dios es potencialmente rica.
Pone énfasis especial al hablar del testimonio. No se trata de atesorar las riquezas espirituales que Dios tiene listas para nosotros, sino de hacerlas ver, compartirlas y transformarlas en algo útil. El testimonio es tanto lo que se puede decir de nosotros, como lo que nosotros decimos de Cristo.
Sin embargo la gratitud por los dones presentes no es suficiente, y Pablo recuerda a los corintios que aún estan esperando la revelación final cristólogica (v. 7b). En el v. 8 vemos una referencia al juicio, pero Pablo expresa confianza en sus lectores cuyo comportamiento estaba lejos de ser sin mancha. El secreto está en la obra de Dios, no en los corintios.
EL TESTIMONIO DE CRISTO (1:6–7)
1.     Dado por la predicación a los incrédulos.
2.     Confirmado por la aceptación de Jesucristo.
3.     Completado con todos los dones (7a).
4.     Culminará en la misma “manifestación de Jesucristo” (7b).
Una vez más, el simple hecho de un saludo lleva a proclamar al Salvador. En este breve trozo—una oración y su comentario—Jesús aparece otras seis veces:
EL CRISTO QUE SE MANIFIESTA (1:4–9)
1.     Quien nos salvó por su gracia (4).
2.     Quien nos enriqueció con abundancia (5).
3.     El tema de nuestro testimonio (6).
4.     Quien se manifiesta: se muestra y mostrará (7, 8).
5.     Quien nos confirma hasta el fin (8).
6.     Aquel con quien tenemos comunión (9).
Lo que Pablo pide por los corintios, o mejor dicho lo que agradece a Dios como algo natural en todo cristiano, resulta múltiple y aumenta el cuadro presentado en los versículos anteriores:
LOS CREYENTES (1:4–5, 8–9)
1.     Han recibido la gracia de Dios (4).
2.     Han sido enriquecidos en todo (5).
3.     Serán confirmados hasta que Cristo vuelva (8).
4.     Tienen comunión con el Señor (9).
3.     UNA DECLARACIÓN (1:9)
9Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo jesucristo nuestro Señor.
Al orar, Pablo tiene su corazón puesto tanto en quien le escucha, ese Dios que “es fiel”, como en quienes leen lo que narra. En realidad, no está orando sino explicando qué dice al recordarlos en oracion. Hay un motivo por el cual siempre vale la pena orar: tenemos un Dios cuya fidelidad no le permite faltar a sus promesas. Hay también un motivo pare ser constantes: ser fieles como él es fiel. Esa fidelidad divina se demostró sobre todo en su Hijo Jesucristo, que es la cumbre de las promesas hechas en la antigüedad. El pueblo que las recibió, y que no siempre fue fiel, ha dado lugar al nacimiento de un nuevo pueblo, aquel que vive en una nueva comunión, cuyo eje es Jesucristo (Ef. 2:11–18).
LA FIDELIDAD DE DIOS (1:9a)
1.     Debemos recordar que él es fiel (Dt. 7:9; Sal. 19:7; 2 Co. 1:18).
2.     El también nos llamó a ser fieles.
3.     Estamos en comunión con Cristo: su fidelidad nos mantiene en ella.
Al cerrar esta introduccion, encontramos una nueva mención de nuestro Redentor. Notemos la forma complete y ferviente en que se mencionan los titulos del que murió en la cruz por nosotros.
EL CRISTO QUE NOS UNE EN COMUNIÓN (1:9b)
1.     Es Hijo de Dios como desde el principio (Jn. 1:1).
2.     Es Jesús, el hijo de María, el hombre de Nazaret.
3.     Es Cristo, el Mesías prometido, el que salvará y honrará.
4.     Es el Señor, lo que nos anticipa su gloria eterna.
5.     Es nuestro Señor, de la iglesia y de cada vida.
Sobre la base de esta apelación a la misericordia divina ahora nos disponemos a entrar en el cuerpo principal de la carta misma.
KOINONIA-COMUNIÓN
En el v. 9 aparece la palabra griega KOINONIA, traducida “comunión”. Es una expresión que tiene mucho auge actualmente y además es un concepto neotestamentario básico.
En griego dice literalmente “comunión de su Hijo Jesucristo”. Es lo que se conoce como genitivo, y que en primer término da la idea de propiedad. Esa comunión es algo que Jesucristo nos da, antes que nada para que estemos unidos a él—“teniendo el mismo sentir” (Fil. 2)—, y en consecuencia para que estemos unidos unos a otros.
Detrás del concepto de “comunión” del término KOINONIA, hay más de lo que imaginamos en castellano. La unión es profunda pues procede del hecho de que ahora todos tenemos el mismo Espíritu, pensamos lo mismo, actuamos de la misma manera, nos reunimos en un mismo lugar (o nos sentimos identificados con los que se reúnen en otros), lloramos cuando los demás lloran y nos gozamos cuando ellos se gozan. Es en el fondo la base de la subsistencia y progreso del cuerpo de Cristo, el espíritu que mueve ese cuerpo.
Lo categórico de esta expresión al comienzo de la carta podría parafrasearse como si su autor dijera: “Hermanos, todos los problemas de que vamos a hablar desaparecerían si en su corazón ustedes tuvieran hacia Jesucristo y hacia los demás de la iglesia, ese espíritu que él puso en nosotros.”
1 En las cartas a los Tesalonicenses, no usa ningún título. A los Romanos y Filipenses—donde no había mayores problemas—se dirige como “siervo”, mientras que se presenta como “apóstol” en ésta, 2 Corintios, Gálatas y Efesios, o sea en general donde había algo que corregir.
2 Otros comentaristas restringen el sentido de “todas las cosas” a la gracia espiritual con que los corintios habían sido enriquecidos.
3 “Toda palabra” podría definirse aquí como el don sobrenatural de saber expresar bien la verdad. De acuerdo a la mayoría de los comentaristas, Dios enriqueció y dio, tanto a los corintios como a nosotros, la capacidad de hablar “toda palabra” para él. No todos seremos predicadores, pero Dios nos da cierta capacidad. Pablo probablemente se refiera a lo que nosotros llamamos “testificar” (Hch. 1:8; 4:29).
 
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sábado, 21 de marzo de 2015

La meta principal del andar de los cristianos es agradar a Dios: Abundar más y más en las cosas que agradan a Dios.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6

 
 
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Instrucciones prácticas para los cristianos

1 Tesalonicenses 4:1–12

En 1 Tesalonicenses 3:10 Pablo habló de completar “lo que falte a vuestra fe”. Esa expresión indica que, no obstante el gran gozo que había experimentado al recibir las buenas nuevas de Timoteo, observaba algunas deficiencias. Pensaba tratar esas cosas en la visita que deseaba hacer, pero evidentemente decidió no esperar. En los capítulos 4 y 5 de su primera carta tocó esos temas. Esta última parte de la carta podría llamarse “Instrucciones prácticas y exhortaciones”. La sección que se va a tratar en este capítulo tiene cuatro divisiones principales:


Conducta en téminos generales     4:1–2

Apartaos de la fornicación     4:3–8

Abundad en el amor fraternal     4:9–10

Ocupaos en vuestros negocios     4:11–12


CONDUCTA EN TÉRMINOS GENERALES 4:1–2

Los dos primeros versículos de esta porción hablan en términos generales acerca de la conducta cristiana (4:1–2). Pablo se dirige a los creyentes llamándolos “hermanos”, demostrando siempre que había una relación fraternal entre él y ellos. Usa dos verbos, rogamos y exhortamos, para transmitir su mensaje. Rogar indica solicitar en vez de imponer la autoridad, y es un verbo que se usaba en aquel entonces entre personas de igual rango. Otros ejemplos se encuentran en 1 Tesalonicenses 5:12; 2 Tesalonicenses 2:1 y Filipenses 4:3. Todas las referencias aparecen en cartas dirigidas a los de Macedonia, e indican la gran estima que Pablo tenía hacia ellos. Exhortar, como ya hemos observado en capítulos anteriores, lleva la idea de amonestar con urgencia. Pablo rogaba y exhortaba en el Señor Jesús, y no utilizaba su propia autoridad con aire de superioridad.

Después hace referencia a cosas aprendidas de los misioneros: “cómo os conviene conduciros y agradar a Dios” (4:1c y d). No sabemos exactamente qué cosas fueron enseñadas por Pablo y sus colegas, pero las podemos adivinar con alguna certeza. En 1:6 Pablo dice que los tesalonicenses habían llegado a ser “imitadores de nosotros y del Señor”. Además de la bienvenida dada a la palabra (1:6) y del fervor misionero mencionado en 1:7–9, podemos deducir que imitaban también la conducta de los misioneros que Pablo describió como irreprensible (2:10). La expresión (“cómo os conviene conduciros”) usada en nuestra versión, deja algo que desear. Mejor sería cómo debéis conduciros. La buena conducta es un deber. No es opcional. “Conducir” viene de una raíz griega que quiere decir andar. Colosenses 2:6 dice: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él. Efesios 4:1 enseña: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”. Se supone que los tesalonicenses habían recibido enseñanzas parecidas a éstas, y por consiguiente, sabían cómo debían vivir.

La meta principal de su andar era agradar a Dios. Pablo ya había dicho que esa era su meta (2:4), y debe ser la meta de todos los cristianos. Los tesalonicenses debían abundar más y más en las cosas que agradaban a Dios.


“POR TANTO PROCURAMOS TAMBIÉN,

O AUSENTES O PRESENTES, SERLE AGRADABLES”

(2 CORINTIOS 5:9).


En 4:2, Pablo hace referencia a instrucciones que les dieron por el Señor Jesús, y añade que los tesalonicenses ya tenían conocimiento de dichas instrucciones. En el original, “instrucciones” es un término militar. No es un simple ruego. Es una ordenanza proveniente no de un ser humano, sino de nuestro Capitán, el Señor Jesús. Es menester obedecerle como fieles soldados de Cristo. El llamado a la santidad no es opcional. Es un imperativo.

¡PENSEMOS!
¿De qué cosa habla Pablo en 1 Tesalonicenses 3:10 que presenta el tema para los capítulos 4 y 5? ¿Cuáles son los dos verbos que Pablo usa en 4:1 para dirigirse a los tesalonicenses? ¿Cuál es el significado de la expresión “conduciros?” ¿Cuál debía ser la meta principal del andar de los hermanos?
¿Qué significa la palabra “instrucciones” en 4:2?

APARTAOS DE LA FORNICACIÓN 4:1–8

La exhortación de Pablo es clara. “La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” (4:3). La santificación quiere decir vivir separados o apartados, e implica separación del mundo hacia Dios. Tiene tres aspectos. Fuimos separados para Dios para ser salvos desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:3–6). Este aspecto de la salvación llegó a ser efectivo cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador. La segunda fase de la santificación está llevándose a cabo en la actualidad y tiene que ver con nuestra continua separación del sistema mundanal y nuestro crecimiento en santidad hacia Dios. El último aspecto se cumplirá cuando venga Cristo y nos haga tal como él es en cada aspecto de nuestro ser (1 Juan 3:2). Sin lugar a duda, en 4:3 Pablo se refiere al segundo aspecto de nuestra santificación.


NO HAY LIBERTAD CRISTIANA

QUE JUSTIFIQUE LA FORNICACIÓN.


En griego, la palabra fornicación viene de porneia y abarca todos los aspectos de inmoralidad sexual. Los creyentes tesalonicenses no disfrutaban del mismo contexto moral que los judíos. En el judaísmo había leyes claras en contra de la fornicación y castigos bien definidos para los culpables. Pero en la cultura y aun en la religión de los gentiles se practicaba la prostitución abiertamente como cosa legítima y muchas veces como un rito de sus cultos. De modo que era necesario enseñar a los creyentes acerca de la pecaminosidad de la fornicación y exhortarles a apartarse de ella.

En la Versión Reina Valera 1960, 1 Tesalonicenses 4:4 dice de la manera siguiente: “que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor”. La Biblia de Las Américas tiene una traducción más fiel del griego y dice: “que cada uno de vosotros sepa como poseer su propio vaso en santificación y amor”. La palabra griega es skeúos, y consistentemente su traducción es vaso, como hacen constar los siguientes pasajes (2 Corintios 4:7 y 1 Pedro 3:7). La inserción de la palabra esposa en la Versión Reina Valera es una interpretación y no una traducción. “Vaso” hace referencia al cuerpo de uno, y la enseñanza es evidente. Cada uno debe usar su cuerpo en santificación y amor. Si se usara esposa, parece que la aplicación se limitaría a hombres casados, y los solteros y las mujeres quedarían al margen de la prohibición de involucrarse en la fornicación. La sugerencia es improbable, porque la exhortación se aplica igualmente a esposos y esposas, a solteros y solteras.


“QUE CADA UNO DE VOSOTROS

SEPA COMO POSEER SU PROPIO

VASO EN SANTIFICACIÓN Y AMOR” (4:4,

Biblia de las Américas).


“La voluntad de Dios” se expresa en forma positiva en 1 Tesalonicenses 4:4. En cambio, su énfasis es negativo en el versículo 5: “no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios”. La concupiscencia es un deseo sexual desordenado. Pablo dice que no debemos entregar nuestro vaso o cuerpo a la satisfacción de tales deseos. El impulso sexual es más fuerte en algunos que en otros. San Pablo instruyó en 1 Corintios 7:2 “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”. El significado es que el deseo sexual ha de satisfacerse dentro del matrimonio, y aun allí la concupiscencia no debe controlarnos.

No todos tienen el don de continencia (1 Corintios 7:9). Pero supongamos que sea difícil si no imposible encontrar esposa o esposo. ¿Qué se puede hacer? El cristiano debe entregarse a la santidad y honor (4:4) y no a una pasión de concupiscencia (4:5a). Los gentiles se gobiernan por sus deseos sexuales en forma desenfrenada. La enorme diferencia entre ellos y nosotros los creyentes es que “no conocen a Dios” (4:5b), pero nosotros sí lo conocemos. Hemos sido regenerados por él, y su poder nos hace más que vencedores por la sangre bendita de su Hijo Jesucristo.

¡PENSEMOS!
Según la enseñanza de Pablo en 4:3, ¿cuál es la voluntad de Dios? Defina el término santificación.
¿Qué significa fornicación? ¿Qué debe hacer uno con su propio vaso o curpo? ¿Cuál es el significado de concupiscencia? ¿Cuál es la gran diferencia entre los gentiles y nosotros los creyentes? ¿Qué valor práctico tiene esa diferencia a la luz de las enseñanzas de Pablo acerca de la fornicación?

Consideración para con el hermano 4:6

La instrucción de 4:6 comienza así: “que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano”. Esta prohibición también tiene que ver con la orden de apartarse de la fornicación. El uso de “hermano” aquí no se limita a los hermanos en Cristo ni a los hermanos de sangre de la familia. Se refiere más bien al prójimo. Además de poseer su propio cuerpo en santidad y honor (4:4), debemos pensar en el prójimo. Los judíos entendían perfectamente bien la enseñanza de Éxodo 20:17: “No codiciarás la mujer de tu prójimo”. Ya era tiempo de que los gentiles creyentes recibiesen la misma instrucción. Algunos opinan que la advertencia se refiere a la otra persona involucrada en un acto de inmoralidad. El iniciador sería el más culpable, pero ambos incurrirían en el castigo de Dios. “Porque el Señor es vengador de todo esto” (4:6b). Los hermanos tesalonicenses ya habían sido informados acerca de ese aspecto del carácter de Dios (4:6c).


“PUES NO NOS HA LLAMADO DIOS A INMUNDICIA,

SINO A SANTIFICACIÓN” (4:7).


En esta sección (4:6–7) Pablo da dos razones por las que el creyente debe evitar la inmoralidad sexual. La primera razón mira hacia el futuro, e invoca el juicio de Dios sobre todo pecado (4:6c). La segunda razón echa una mirada hacia atrás y enfoca el llamamiento de Dios para el cristiano (4:7). No hemos sido llamados a inmundicia, sino a santificación. Por lo tanto, debemos andar como es digno de nuestra vocación.

Advertencia para no desechar esta enseñanza 4:8

En el versículo 8, Pablo concluye su enseñanza acerca de la pureza moral haciendo una advertencia y una provisión. Primero, les advierte que no desecharan su enseñanza porque provenía de Dios (4:8a) y recordó a los creyentes que no estaban solos. Dios nos ha dado a su Espíritu Santo (4:8b). El que es santo y también poderoso, vive en nosotros permanentemente para recordarnos que hemos de vivir en santidad de vida y que él puede ayudarnos a vencer los deseos ilícitos de nuestro cuerpo.

ABUNDAD EN EL AMOR FRATERNAL 4:9–10

No era necesario que Pablo enseñara a los tesalonicenses acerca del amor fraternal, porque habían aprendido esa lección directamente de Dios (4:9). Hay ciertas cosas innatas en el nuevo hombre. El amor fraternal es una de ellas, y es una prueba de que uno ha nacido de Dios (1 Juan 3:14). Los creyentes ya practicaban el amor fraternal, y fueron elogiados por Pablo por su generosidad (1 Tesalonicenses 1:3 y 2 Corintios 8:1–5). Pablo no les está enseñando una cosa nueva aquí, sino que les estaba rogando “que abundaran en ello más y más” (4:9b).

OCUPAOS EN VUESTROS NEGOCIOS 4:11–12

Había otra deficiencia evidente entre los tesalonicenses. Algunos habían llegado a estar intranquilos y ociosos. No se nos explica la causa de su intranquilidad, pero es posible que hubiera una relación estrecha entre ambas cosas. El que se entrega a la ociosidad se intranquiliza a sí mismo, y es una distracción para otros. Puede ser que la ociosidad tuviera relación con el amor que las personas más prósperas de la iglesia mostraban a los demás. Su generosidad ya era evidente, y habían recibido elogios por parte de Pablo (1:3). Quizá algunos pensaran: “El amor en nuestra iglesia es extraordinario. Hay tanta provisión para las necesidades de la vida, que no hay por qué trabajar”. También existe la posibilidad de que algunos, esperanzados en la venida de Cristo, hubieran decidido dejar de trabajar, porque Cristo vendría en cualquier momento. Una de las artimañas del diablo es tergiversar las verdades preciosas de la palabra de Dios a tal extremo, que algunos creyentes abandonan el equilibrio espiritual, se desvían del Señor y causan intranquilidad en la iglesia. Seguramente eso es lo que pasó en Tesalónica.


QUE PROCURÉIS TENER TRANQUILIDAD,

Y OCUPAROS EN VUESTROS NEGOCIOS (4:11A).


La Biblia tiene mucho que decir acerca de la ociosidad o pereza y el trabajo. Las siguientes citas dan luz sobre el asunto: Proverbios 12:24; 18:9; 21:25; 22:29 y 26:13–15. En 1 Tesalonicenses 4:11, Pablo amonesta a los tesalonicenses a trabajar con sus propias manos de la manera que él les había mandado. Evidentemente, cuando estuvo en medio de ellos les instruyó en cuanto al valor del trabajo o les había enviado una razón con Timoteo. El trabajo es digno y debe ser ensalzado y practicado por parte de los cristianos. Pablo da dos razones de su consejo:


“A FIN DE QUE OS CONDUZCÁIS HONRADAMENTE

PARA CON LOS DE AFUERA,

Y NO TENGÁIS NECESIDAD DE NADA” (4:12).


El trabajo refuerza nuestro testimonio ante los no creyentes y es el instrumento que Dios usa para proveer todo lo que necesitamos.

¡PENSEMOS!
¿Qué significa la amonestación de no agraviar ni engañar en nada a los hermanos? ¿Cuál es el peligro de cometer esa ofensa? ¿Por qué no era necesario enseñar a los hermanos acerca del amor fraternal? ¿Qué ruego hizo Pablo a los tesalonicenses en cuanto al amor? ¿Por qué se cree que algunos hermanos habían dejado de trabajar? ¿Qué consejo les dio Pablo? ¿Por qué debe trabajar el creyente con sus manos?


La esperanza de la iglesia

1 Tesalonicenses 4:13–18

Por el contenido de este pasaje se deduce que después de la visita de Pablo, murieron algunos de los creyentes de Tesalónica. Los creyentes sobrevivientes estaban preocupados por el estado de sus hermanos muertos cuando se realizara el arrebatamiento de la iglesia. Pablo había predicado acerca de la resurrección en su ministerio inicial allí (Hechos 17:1–4), de modo que es muy probable que creyeran en la resurrección y el arrebatamiento de la iglesia, pero algunos detalles no estaban claros en su mente. Por consiguiente, había preguntas que revelaban otra deficiencia en su conocimiento, y Pablo se propuso completar lo que faltaba a su fe (3:10).

El pasaje se divide en cinco puntos:


El problema explicado     4:13

Una respuesta parcial     4:14

Seguridad que convence     4:15

El orden de los acontecimientos     4:16–17

Consolación expresada     4:18


EL PROBLEMA EXPLICADO 4:13

No deseaba el apóstol que los hermanos ignorasen acerca de los que dormían. El uso del verbo “dormir” aquí no tiene nada que ver con el sueño natural. Es un eufemismo para referirse a la muerte. Cristo usó la misma metáfora acerca de la muerte de Lázaro en Juan 11:11: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle”, pero dijo claramente en 11:14: “Lázaro ha muerto”. Tampoco tiene que ver con el sueño del alma en la tumba. Tan pronto como un creyente muere, su alma se aparta de su cuerpo para ir a estar con Cristo. 2 Corintios 5:8 expresa el anhelo de todo cristiano: “pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.


DORMIR ES UN EUFEMISMO QUE SE REFIERE

A LA MUERTE.


La confusión acerca del estado de los muertos en Cristo presentaba otra posible consecuencia, la tristeza. El siervo de Cristo deseaba evitar que los cristianos se entristecieran “como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13b). De ninguna manera aconseja Pablo que el cristiano reprima toda su tristeza cuando muere un ser querido que es creyente. Es cosa bien sabida que emocionalmente, es saludable expresar la tristeza causada por la muerte. Lo que tenemos aquí es un contraste entre el creyente y el no creyente. El que no conoce a Cristo se entristece en forma desesperada. El cristiano se entristece, pero tiene esperanza. La muerte del creyente no significa una separación permanente. Nos volveremos a ver, y estaremos siempre juntos con el Señor.


CIERTO DESAHOGO ES SALUDABLE EN CASO

DE MUERTE, PERO EL CREYENTE EN CRISTO

NO DEBE DESESPERARSE.


UNA RESPUESTA PARCIAL 4:14

En el versículo 14, Pablo comienza a infundirles esperanza basándose en hechos históricos. Primero, apela a la muerte y resurrección de Cristo. La expresión “si creemos que Jesús murió y resucitó” no es condicional. Es más bien una afirmación, y se podría leer “Puesto que creemos que Jesús murió y resucitó”. Los creyentes de Tesalónica no dudaban de tales hechos. De modo que la expresión siguiente debió aliviar en gran escala su preocupación por sus hermanos muertos: “Así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”. Este versículo tiene en mente las almas de “los que durmieron en él”. El regreso con Cristo de los creyentes muertos es tan seguro como la muerte y la resurrección del Señor.


EN 4:14 SE ENFOCAN TRES PUNTOS

CARDINALES DE LA CRISTOLOGÍA:

CRISTO MURIÓ,

CRISTO RESUCITÓ Y

CRISTO VENDRÁ OTRA VEZ.


¡PENSEMOS!
¿Cuál es el problema que Pablo enfoca en 1 Tesalonicenses 4:13–18? ¿Qué significa la expresión “los que duermen” de 4:13? ¿Qué es lo que Pablo no quería que los creyentes hicieran? ¿Cuáles son los hechos históricos que Pablo confirma en 4:14? ¿Qué seguridad ofrece a los creyentes el mismo versículo? Ese versículo abarca tres puntos claves de la cristología, ¿cuáles son?

SEGURIDAD QUE CONVENCE 4:15

En 4:15, el enfoque de Pablo cambia del cielo a la tierra. Las almas de los creyentes muertos vendrán con Jesús en el aire, pero ¿qué estará sucediendo en la tierra? ¿Serán arrebatados primero los creyentes vivos o serán resucitados primero los que duermen en Jesús? La contestación es clara y convincente. “Nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron”. Los que durmieron en Jesús serán resucitados primero.

El apóstol tenía la esperanza de ver al Señor y ser arrebatado sin pasar por la muerte. Él usó la primera persona plural y el tiempo presente del verbo vivir, incluyéndose a sí mismo entre los vivos, porque esperaba ver al Señor descender del cielo con sus ojos. Esto se llama la venida inminente de Cristo, e indica que él puede venir en cualquier instante para arrebatar a su iglesia sin esperar el cumplimiento de las señales. Los tesalonicenses tenían la misma esperanza, según se hace constar en 1 Tesalonicenses 1:9–10: “cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”. Ellos no esperaban la muerte, sino la venida de Cristo. Esa debe ser la expectación de todos los creyentes de todas las épocas.

EL ORDEN DE LOS ACONTECIMIENTOS 4:16–17

En los versículos 16–17 se presenta el siguiente cuadro:


La venida de Cristo
1. Con voz de mando
2. Con voz de arcángel
3. Con trompeta de Dios
La resurrección de los muertos en Cristo
El arrebatamiento de la iglesia
El encuentro con el Señor en el aire



La venida de Cristo 4:16a–d

Nunca debemos perder de vista que es el Señor mismo el que descenderá del cielo. Esta esperanza la hemos tenido desde su ascensión a la diestra de su Padre. La promesa de los dos hombres vestidos de blanco fue acertada: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

Infortunadamente, tendemos a hacer más hincapié en volver a ver a nuestros seres queridos que en ver a nuestro Señor Jesucristo, al cual amamos sin haberlo visto (1 Pedro 1:8). Él es quien murió por nosotros, habiéndonos amado cuando aún “eramos pecadores” (Romanos 5:8). A él le debemos todo lo que somos por su gracia. Debemos amar su venida y anhelar el momento glorioso en que lo veremos con nuestros ojos. La corona de justicia se dará “a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8). Unámonos hermanos a los creyentes tesalonicenses en “esperar de los cielos a su Hijo… Jesús” (1 Tesalonicenses 1:10). La reunión con los creyentes muertos será especial, pero ¡qué gozo el nuestro de ver a Cristo primero!

Con voz de mando 4:16b. No se sabe si esa voz provendrá de él o de un ángel. Lo que sí es cierto es que su venida será acompañada de una voz de mando. La expresión que se usa en griego es un término militar, y puede referirse a la orden dada por un oficial a sus soldados. En este caso, ya sea que venga directamente de la voz del Señor o de uno de sus subordinados, es una orden que proviene de nuestro jefe supremo para despertarnos a que esperemos su venida. Seguramente, esa voz se oirá por todo el mundo.

Con voz de arcángel 4:16c. La Biblia únicamente menciona a un arcángel: Miguel (Judas 9), pero eso no indica dogmáticamente que no hay otros. El artículo de 1 Tesalonicenses 4:16 es indefinido, mientras que el de Judas 9 es definido, dando lugar a la posibilidad de que no sea Miguel el que se menciona en 4:16. No podemos ser dogmáticos cuando la Biblia no aclara una cosa. Lo que es cierto es que será una voz de arcángel que también se oirá por todo el mundo, la cual anunciará la llegada de Cristo en el aire.

Con trompeta de Dios 4:16d. La trompeta se ha usado a través de los siglos para convocar a la gente a reuniones especiales. Ese será su uso en aquel instante. Cristo descenderá en el aire para recibir a su iglesia, y la trompeta sonará para convocar a los muertos en él a que resuciten y a los vivos en él para que sean transformados y arrebatados con los resucitados para recibirle en el aire.

Las tres cosas, la voz de mando, la voz de arcángel y la trompeta de Dios, tienen el mismo propósito: anunciar la venida de Cristo en el aire y convocar a su iglesia para reunirse con él en el aire.

¡PENSEMOS!
¿Qué esperanza ofrece Pablo a los tesalonicenses en 4:15? ¿Qué evidencia hay en 4:15 de que Pablo esperaba ver a Cristo con sus ojos? ¿Cuál debe ser nuestra actitud en relación con la venida de Cristo para arrebatar a su iglesia? ¿De qué manera será anunciado Cristo en su regreso? ¿Quién es el único arcángel mencionado por nombre en la Biblia?

La resurrección de los muertos en Cristo 4:16e

Inmediatamente después del anuncio del descenso de Cristo en el aire, “los muertos en Cristo resucitarán primero” (4:16e). En la respuesta parcial de 4:14 se deduce que las almas de los creyentes que durmieron en Jesús vendrán con él en su regreso, pero no se dice nada acerca de sus cuerpos. En 4:16e la respuesta es más completa. Sus cuerpos se unirán con sus almas, y este acontecimiento glorioso precederá al arrebatamiento de los vivos. Primera Corintios 15 da más detalles acerca del cuerpo resucitado. Será un cuerpo incorruptible (15:53), inmortal (15:53), glorioso (15:43) y poderoso (15:43). Filipenses 3:20–21 agrega: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.

Vale la pena decir algo acerca de la identidad de “los muertos en Cristo”. ¿Quiénes son? ¿Se incluye en ese grupo a todos los justos del Antiguo y del Nuevo Testamento? ¿Se limita únicamente a los que han creído en Cristo? Existen varias opiniones, pero lo más probable es que sean únicamente las personas que han depositado su fe en el Cristo muerto y resucitado de la tumba. La expresión “en Cristo” nunca se usa para referirse a los santos que vivieron antes del comienzo de la iglesia en el día de Pentecostés. El Antiguo Testamento coloca la resurrección de Israel después de la gran tribulación (Daniel 12:1–3).

El arrebatamiento de la iglesia 4:17

Inmediatamente después de la resurrección de los muertos en Jesús, los que hayamos quedado vivos “seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire” (4:17a). Es evidente que el lapso de tiempo entre los dos acontecimientos es muy breve. Seremos arrebatados “juntamente con ellos”. Primera Corintios 15:52 indica que ambos eventos ocurrirán en un abrir y cerrar de ojos. Los vivos en Cristo no pasaremos por la muerte (1 Corintios 15:51). La descripción dada anteriormente a los cuerpos resucitados se aplica a los cuerpos de los vivos, que no morirán, sino que serán transformados por el poder de Cristo en su venida (1 Corintios 15:51).

La reunión con el Señor se llevará a cabo en el aire (1 Tesalonicenses 4:17a). Es importante distinguir entre su venida para llevar a su iglesia y su venida para reinar. En el arrebatamiento, sus pies no tocan la tierra. Ese evento gloriosísimo sucederá completamente en el aire. En su venida para reinar “se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos” (Zacarías 14:4).

Nuestra reunión con el Señor durará para siempe (1 Tesalonicenses 4:17b). Del punto de la reunión con él en el aire seremos llevados para estar con él en el cielo.

CONSOLACIÓN EXPRESADA 4:18

En San Juan 14, en un contexto relacionado con la partida de nuestro Señor Jesucristo, él dio a sus discípulos uno de los pasajes más famosos acerca de su ministerio actual y su regreso por los suyos. El Señor introdujo la enseñanza con la siguiente exhortación: “No se turbe vuestro corazón” (Juan 14:1). Enseguida, dio su promesa de ir a prepararles lugar (14:2) y volver a llevarles dónde él estuviera (14:3). Sin lugar a duda, se sintieron muy consolados por esas bellas palabras salidas de la boca del Señor.

En 1 Tesalonicenses 4:13–18 tenemos una escena parecida. Se trata de la ausencia de unos creyentes en el Señor, de las promesas de Pablo en el sentido de que regresarían con Cristo en su venida, que antecederían a los vivos en la resurrección y tanto ellos como los arrebatados tendrían un encuentro glorioso con el Señor en el aire, para estar con él para siempre. Tales palabras son promesas muy alentadoras que calman y consuelan el conrazón de los creyentes. Con razón Pablo terminó su instrucción con las siguientes palabras:


“POR TANTO, ALENTAOS LOS UNOS A LOS OTROS

CON ESTAS PALABRAS” (4:18).


¡PENSEMOS!
Cuando Cristo venga ¿qué sucederá primero, la resurrección de los muertos o el arrebatamiento? Describa cómo será el cuerpo resucitado de los creyentes. ¿Qué pasará con el cuerpo de los creyentes vivos?
¿A quiénes se refiere la expresión: “los muertos en Cristo”? ¿Dónde se llevará a cabo la reunión con el Señor? ¿Qué diferencia hay entre su venida para arrebatar a su iglesia y su venida para reinar?
¿Qué exhortación práctica da el apóstol acerca de su enseñanza?



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