CV 1 — Complemento visual para su utilización en las lecciones sobre “El poder de Jesús…”.
Símbolo A.
— Empieza el viaje.
Describe cómo el mismísimo Jesús mismo propuso que Él y los discípulos cruzaran el mar. Otros barcos les siguieron y se vieron implicados en todo lo que ocurrió.
La vida misma es como un gran viaje en un mar imprevisible. Zarpamos como marineros inexpertos. ¿Nos parecen innecesarios una carta de navegación, una brújula y un piloto? ¿Está el Señor con nosotros?
Símbolo B.
— Una embarcación frágil.
Mientras los discípulos estaban de pie en la orilla su nave parecía sólida y segura, pero una vez que empezó a soplar la tormenta, fue sacudida como si fuera una caja de cerillas, y llegaron a temer ser aplastados por las olas. Nosotros viajamos por el mar de la vida en una frágil nave. Podemos suponer que nuestros cuerpos son sanos y fuertes, pero en realidad solo existe una latido de corazón entre nosotros y la muerte, y las fuerzas con que nos vamos a encontrar serán mucho más poderosas que nosotros.
Símbolo C.
— ¡Peligro!
Describe la súbita aparición de una pequeña nube en el cielo nocturno, el viento soplaba y en breves momentos el tranquilo mar nocturno se transformó en una masa embravecida. Aun los pescadores veteranos estaban aterrorizados. El viaje por la vida es mucho más peligroso de lo que la mayoría de las personas cree.
Pregunta a los niños si han estado alguna vez realmente asustados.
Ayúdales a imaginar cómo ha de ser estar en una nave aérea que cae en picado sin control.
Recuerda a la clase que las tormentas inesperadas de la vida traen temores e inquietudes que a menudo se llevan consigo nuestra felicidad y determinan lo que hacemos.
En cierto momento estamos esperando con interés, por ejemplo, unas vacaciones, o un nuevo juguete o algún cachivache, cuando de repente nos golpea el desastre. Quizá el desempleo golpea a la familia, o una pelea terrible rompe la familia, o quizá uno de los padres cae enfermo.
¿Podríamos hacer frente al problema? ¿Mientras crezcamos y pasemos por la juventud resistiremos el pecado y la tentación, o temeremos el desprecio de aquellos que se rinden a él y nos uniremos a ellos? La vida está llena de estos temores y estas inquietudes.
Símbolo D.
— Nuestra confianza puesta a prueba. Los discípulos creían que estaban siguiendo al Señor, pero Él les puso a prueba quedándose dormido durante la terrible tormenta. ¿Creyeron en Él? ¿Creyeron de veras que, dormido o despierto, Él era el Señor y que, por tanto, estarían a salvo?
En tierra firme creían que confiaban en Él, pero ahora Él ponía su fe a prueba. Nadie es verdaderamente convertido sin confiar en Cristo.
Símbolo E.
— El enorme poder de Jesús.
Los seres humanos no comprenden fácilmente el poder espiritual del Señor Jesús.
Los discípulos, unos marineros experimentados, sintieron pánico.
¡Aunque Jesús estaba a bordo, estaban seguros de que iban a morir!
¡En su estado de desesperación, demostraron que no creían que Jesús podía salvarles si estaba dormido! ¡Como cualquier otro hombre normal, tenía que estar despierto para hacer cualquier cosa que les ayudara! Si hubieran entendido realmente que Él era Dios, se habrían dado cuenta de que no podía ahogarse en un accidente.
¿Somos nosotros mejores? ¿Comprendemos que el Señor Jesús, a pesar de que está fuera de la vista en el Cielo, posee el poder espiritual para cambiar nuestros propios corazones con una sola mirada?
Puede cambiar nuestro carácter, capacitarnos para comprender el Evangelio, fortalecernos y bendecirnos sin estar presente físicamente.
Símbolo F.
— Su poder hacia nosotros.
La voluntad del Señor es todopoderosa, aun sobre cosas que parecen incontrolables.
De la misma forma que dio órdenes al mar, puede transformar a la persona más rebelde y hacer que le conozca y le ame. Cuando oramos a Él pidiendo ayuda, aunque hayamos pecado contra Él, acude inmediatamente en nuestra ayuda y nos salva con una palabra.
Hemos oído de otros que afirman ser capaces de sanar a las personas, pero nadie ha pretendido jamás ser capaz de controlar el tiempo atmosférico. Sin embargo, el Señor Jesús, en presencia de muchos hombres completamente despiertos, dirigió tan solo dos palabras a las olas y al mar, y el resultado fue inmediato. Aun en la era de los satélites, las naves espaciales, los ordenadores que analizan el tiempo, etc., no podemos predecir el tiempo con exactitud, ni mucho menos controlarlo con palabras.
Di a los niños que el Señor cambió completamente no solo el tiempo, sino también las vidas de millones de personas. Él también les ha revelado su gran poder día tras día, respondiendo a sus oraciones y ayudándoles, especialmente en su servicio y su obra para Él. Recuerda a los niños que el Señor Jesús no ha cambiado. Sigue siendo el Señor del universo y Soberano de todas las cosas.
Símbolo G.
— Nuestra incredulidad pecaminosa.
El Señor reprenderá a todos aquellos que rechazan confiar en Él. Afirma que Jesús expresó su decepción a sus discípulos. El viento y el mar “conocieron” y obedecieron a su Creador, sin embargo, a sus propios discípulos les entró pánico y se comportaron como si Él fuese tan solo un ser humano desvalido. (cf. Isaías 1:3).
Termina la lección mostrando a la clase que podemos apenar al Señor cuando rehusamos creer en Él. Vino de los atrios celestiales a hacer el milagro más grande de todos los que se han hecho: morir en la Cruz, para que tuviera el derecho y el poder de salvar a muchos, muchísimos niños y adultos de sus pecados.
¡Cuán trágico es separarse del Salvador y depositar nuestra confianza en alguna cosa o en alguien en su lugar!
Anima a los niños a que consideren las evidencias y fijen su mirada con admiración y asombro en el Hijo de Dios —Señor del mar— que vino a este mundo para rescatar a todos aquellos que, al comprender que sin Él perecerán, claman a Él para recibir su ayuda.
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