miércoles, 19 de agosto de 2015

El Espíritu del Señor está sobre mí, Porque me ungió para evangelizar a los pobres; Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, Y restauración de vista a los ciegos, A enviar en libertad a los oprimidos, A proclamar el año favorable del Señor

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


CONSTRUCCIÓN DE SERMONES

En Nazaret
Lucas 4:16-30

16      Y fue a Nazaret, donde había sido criado, y en el día sábado entró en la sinagoga, y             conforme a su costumbre se levantó a leer.
17      Y le fue entregado el rollo del profeta Isaías; y habiendo desenrollado el volumen,                 halló el lugar donde estaba escrito:
18      El Espíritu del Señor está sobre mí,
       Porque me ungió para evangelizar a los pobres;
       Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos,
       Y restauración de vista a los ciegos,
       A enviar en libertad a los oprimidos,
19   A proclamar el año favorable del Señor.
20      Y habiendo envuelto el rollo, lo devolvió al asistente, y se sentó. Y los ojos de todos             en la sinagoga estaban fijos en Él.
21      Y comenzó a decirles: 
          Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros                  oídos.
22      Y todos daban testimonio de Él, y se maravillaban de las palabras de gracia que                   salían de su boca, pero decían: ¿No es éste el hijo de José?
23      Entonces les dijo: 
      Sin duda me diréis este proverbio: Médico, cúrate a ti       mismo. Cuantas cosas oímos que se han hecho en           Cafarnaúm, hazlas también aquí en tu tierra.
24      Y añadió: 
      En verdad os digo que ningún profeta es grato en su        tierra;
25      y en verdad os digo que muchas viudas había en             Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue                   cerrado por tres años y seis meses, mientras hubo           una gran hambre en toda la tierra;
26      pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una        mujer viuda en Sarepta de Sidón.
27      Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del              profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue limpiado, sino         Naamán el sirio.
28      Oyendo estas cosas, todos se llenaron de ira en la sinagoga;
29      y levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cumbre del monte           sobre el cual había sido edificada la ciudad de ellos, para despeñarlo;
30      pero Él, pasando por en medio de ellos, prosiguió.
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Jesús en la sinagoga de Nazaret, 4:16–30
En Lucas, el ministerio de Jesús inicia en Galilea en la sinagoga de Nazaret, con su lectura de Isaías 61:1, 2. Esta sección es clave en toda la obra lucana. Realmente este evento ocurrió más tarde (comp. 4:23 con Juan 2:1–12), pero Lucas lo ubicó aquí estratégicamente, porque tiene relación con la perspectiva histórica y teológica que él quiere desarrollar en toda su obra, pensando en sus receptores gentiles. 

La ubicación aquí no obedece por tanto a una razón cronológica, sino más bien teológica. Lucas describe a Jesús como el Ungido de Dios (Rey, Profeta y Sacerdote), que trae la salvación no sólo a los judíos, que terminarán rechazándolo; sino a todos los que se atrevan a creer en él.

(a) Con el poder de su plan redentor, 4:16–20
Es la primera y única vez que encontramos a Jesús leyendo las Escrituras en una sinagoga. 
  • ¿Por qué Lucas seleccionó este relato? 
  • ¿Por qué Jesús eligió el pasaje de Isaías 61:1, 2? Finalmente, 
  • ¿qué quiso expresar con ciertas palabras como: pobres (ptocós4434), cautivos (aicmálotos164) y oprimidos (thráuo2352)? 


Este pasaje no tiene paralelos en los demás Evangelios, es exclusivo de Lucas. 

Los eventos antecedentes tienen que ver, en primera instancia, con el “Evangelio de la Infancia del Señor” (1–2:52); en segunda instancia, con la irrupción del ministerio público de Jesús, precedido por el ministerio precursor de Juan (3:1–20). 

Finalmente, la autenticación de Jesús como el Mesías, por medio de su bautismo, genealogía materna y la tentación fracasada en el desierto (3:21–4:13). Tan crucial es este pasaje que muchos autores piensan, con toda razón, que parte en dos el Evangelio de Lucas, y que es el inicio de una especie de plan geográfico, social y teológico; aunque Lucas conoce poco la región de Palestina, pues probablemente nunca estuvo allí. 

Los eventos consecuentes de la lectura en Nazaret son un desarrollo de lo que Jesús declara allí. Como si toda la teología que quiere presentar Lucas se encontrara en cápsula en la agenda redentora del Mesías (Isa. 61:1 ss.).

Joya bíblica
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para proclamar el año agradable del Señor (4:18, 19).

Con los vv. 16–20 Lucas quiere resaltar tres aspectos básicos, para sus lectores gentiles: 
  1. La unción especial del Espíritu Santo sobre la persona y misión de Jesús. 
  2. El cumplimiento profético del mesianismo de Jesús, enfatizando que aquel joven carpintero, que había confeccionado varias cosas para los pobladores de Nazaret, era en verdad el Hijo de Dios, concebido por el Espíritu Santo. 
  3. Resaltar el lugar de los gentiles, y en especial de los más marginados, como uno de los objetivos fundamentales y preferenciales del Señor. 

Se puede decir que la misión de Jesús, descrita por Isaías y asumida por Jesús, tiene tres condicionamientos imprescindibles: 
  • Unción, 
  • visión y 
  • compasión. 
Y ese es el Cristo de Dios, que Lucas presenta: un Cristo ungido, visionario y compasivo.

Posiblemente Jesús regresó a Nazaret en abril del año 28 d. de J.C. Esta es la primera vez que Jesús visitó Nazaret luego de recibir el bautismo y entrar en su ministerio público.

Regresó para predicar a sus amigos, parientes y vecinos que lo habían conocido toda la vida. (Un año después, en la primavera del 29 d. J.C., volvió por segunda vez, y se cree que fue la última vez que honró a Nazaret con su presencia). 

Entró en la sinagoga en el día de reposo, conforme a su costumbre judía, y se levantó para leer, para mostrar reverencia por la lectura de la Sagrada Escritura, conforme a la tradición de los judíos (comp. Neh. 9:3). Es interesante la postura física de Jesús, se “levanta” para leer, y se “sienta” (v. 20) para enseñar.

Jesús fue un maestro por excelencia, de tal manera que cuando regresó a su pueblo era natural que enseñara en la sinagoga. Como cualquier adulto judío, Jesús frecuentó la sinagoga de Nazaret, donde se hacían oraciones, lecturas seguidas de comentarios, generalmente de la ley y los Profetas. 

Los lectores eran miembros muy bien instruidos de la comunidad o maestros invitados que conocían profundamente las Escrituras. Lucas marca así el ministerio oficial de Jesús, no en el templo de Jerusalén, según la expectativa mesiánica judía, sino en una sinagoga y en la despreciada región de Galilea. Lucas denuncia claramente su perspectiva.

Abrió el rollo, según la enseñanza de su madre y de los rabinos con quienes Jesús había estudiado la Escritura con regularidad desde su niñez y juventud. 

Es claro que el Señor conocía perfectamente el rollo (biblíion975), lo que permitió que encontrara sin dificultad el texto de Isaías. Es posible, además, que él leyera más de lo que Lucas presenta, no obstante Lucas corta, por así decirlo, la lectura de Jesús porque es el texto suficiente y fundamental de su tesis en el Evangelio. Además, para un escritor gentil no era ningún problema hacerlo, pero sí para un escritor judío, que por respeto a la Escritura habría citado todo el texto de la lectura.

Se ha discutido también si Jesús buscó deliberadamente ese texto, lo encontró coincidencialmente, o se lo dieron según el calendario acostumbrado de lecturas y comentarios. Como sea, no fue un acto que le escapó a Dios en su cuidadosa, perfecta y eterna planificación, no sólo de la encarnación del Verbo, sino también de su ministerio. Es posible que se unieran todos los factores mencionados; aunque tampoco se puede descartar que el Señor Jesús buscó y seleccionó ese texto en particular. 

Jesús seleccionó el pasaje que representaba su misión en este mundo y su dotación para cumplirla.

Cada sábado tenían los judíos siete lectores; 
primero un sacerdote, 
luego un levita, y finalmente 
cinco piadosos israelitas de la respectiva sinagoga. 

Jesús había sido miembro muchos años de esta sinagoga. Lucas refiere que se le entregó el rollo del profeta Isaías; es muy probable que de ese libro se sacasen las lecturas de aquellos sábados, y no hay que pensar que la frase encontró el lugar donde estaba escrito signifique que abrió el libro “por donde saliera”, al azar. La idea de desenrollar un texto sagrado ocurre solamente aquí (v. 17) en todo el NT.

Este pasaje procura explicar el sentido de la acción y palabra de Jesús, pero sobre todo busca enfatizar la identidad y propósito de Jesús como el Mesías. 

Es decir, hay dos propósitos: 
ontológico y 
teleológico, 

Pues para los nazarenos Jesús no era más que un carpintero. Cristo venía cumpliendo con la profecía hecha por Isaías unos (700 años) a. de J.C. En el AT se ungía a profetas, reyes y sacerdotes. 

La profecía comienza precisamente identificando al ungido como Rey, Sacerdote y Profeta (los magos hicieron algo parecido con sus regalos, que son símbolos proféticos de la identidad de Jesús: 
“oro”—Rey—; 
“incienso”—Sacerdote—; y 
“mirra”—Profeta—, ver Mat. 2:11). 

Comenzando su misión, Jesús fue ungido directamente por el Espíritu Santo de Dios (3:22; Hech. 10:37, 38), y no con ungimiento de aceite—óleo—como los antiguos siervos de Dios. Pero el énfasis aquí no solamente es identidad, sino también propósito.

Libertad
4:18, 19
Ahora mismo vivimos una de las etapas más trágicas de la historia de la humanidad en relación con la violación de los derechos humanos, especialmente con respecto al derecho inalienable de la libertad. 

En América Latina, lamentablemente, se encuentran algunos de los países con el mayor número de secuestrados del mundo; en algunos casos esta cifra alcanza las cinco mil personas secuestradas en un solo país. 

Qué maravilloso sería ver hecha realidad la promesa del Señor para todos los cautivos y oprimidos de nuestro continente, que no son sólo los que están privados de su libertad, sino todos los que les rodean, aman y sufren; el mensaje del evangelio para ellos es de esperanza; este es el año agradable del Señor.

El texto que Jesús leyó fue Isaías 61:1, 2 (comp. Isa. 35:5; 58:6) 

El Espíritu lo había ungido a Jesús, como Hijo de Dios, para cumplir la agenda redentora del Mesías, que Isaías había profetizado de antemano, y que el pueblo conocía: 
  • anunciar el evangelio a los pobres, 
  • pregonar libertad a los cautivos y 
  • vista a los ciegos, 
  • poner libertad a los oprimidos y 
  • pregonar el año agradable del Señor (jubileo, comp. Lev. 25:8–13), 
Cuando todos los esclavos fueron puestos en libertad, las deudas perdonadas, las tierras restituidas, etc. Hay mss. que añaden “para sanar a los quebrantados de corazón” (ver nota de la RVA), pero esta frase no consta en el texto griego más antiguo y confiable.

Anunciar buenas nuevas a los pobres
Esto es a los desposeídos, a los marginados, a los que no tienen “cupo” en la sociedad, a los que tienen que agachar la cabeza por la vergüenza de no pertenecer a un rango social, o porque simplemente tienen que pedir qué comer. 

La palabra para pobre es ptocós4434 y Lucas la usa en forma literal, no metafórica. 
La palabra ocurre unas 33 veces en el NT, y más en los Evangelios sinópticos; Mateo y Marcos la usan 5 veces cada uno, mientras que sólo Lucas la usa 10 veces (comp. 6:20; 18:22). Para Lucas, la predicación se abre con la bendición a los pobres. Ptocós4434 es el término clave para referirse primariamente, por ejemplo, 16:19–31 (el rico y Lázaro, sin paralelos); 19:1–8 (Jesús y Zaqueo, sin paralelos).

Pobres son para Jesús los que tienen una necesidad real, en la línea de Isaías 61:1. Pobres son los que: 
  • padecen necesidad, 
  • los hambrientos, 
  • sedientos, 
  • desnudos, 
  • forasteros, 
  • enfermos y 
  • encarcelados, 
  • los que tienen hambre, 
  • los que lloran, 
  • los que están agobiados por un peso. 
En definitiva, pobres aquí son todos aquellos que están bajo algún tipo de opresión real

Los pobres a los que se dirige la buena noticia del reino se hallan en algún tipo de miseria real y se ven agobiados por un doble peso: por un lado abarca tanto el desprecio público del que eran objeto por parte de los hombres, como también la falta de perspectiva de jamás hallar salvación ante Dios.

Por eso, los seguidores de Jesús mayormente eran personas difamadas, que no gozaban de buena reputación. Eran considerados incultos, ignorantes, a quienes por su condición de ignorancia religiosa y baja reputación moral, les cerraban la puerta a la salvación, según las convicciones de la época. Por esa razón el Señor Jesús privilegia en su visión misionera a estos despreciados. Son ellos los protagonistas en la historia de Jesús, los receptores primarios de la maravillosa noticia de redención (comp. 2:8–20).



BOSQUEJO homilético

El evangelio: un anuncio de esperanza
Lucas 4:16–19
Introducción: 
La Biblia enseña claramente que el evangelio es un anuncio de esperanza. ¿Para quién es el evangelio un anuncio de esperanza?

          I.      El evangelio es un anuncio de esperanza para los desposeídos (v. 18a).
    1. ¿Cómo capacita el Espíritu Santo?
    2. ¿Qué son las “buenas nuevas”?
    3. ¿Las buenas nuevas son solamente para los pobres?

          II.      El evangelio es un anuncio de esperanza para los que han perdido su                            libertad (v. 18b).
    1. ¿Qué clase de libertad provee Dios?
    2. ¿Cuántas cautividades y opresiones hay?
    3. El evangelio, ¿sólo proclama libertad o también pone en libertad?

          III.      El evangelio es un anuncio de esperanza y transformador (v. 19).
    1. ¿Qué es el “año agradable”?
    2. ¿En qué facetas de nuestra vida influye este “año agradable”?

Conclusión: 
El evangelio no es un mensaje que implique sólo “asuntos espirituales”, es un mensaje que influye en todo aspecto de la vida, y así esta vida recobra esperanza.
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Proclamar libertad a los cautivos. La palabra que usa Lucas para cautivos es aicmálotos164. La palabra significa literalmente “uno que ha sido tomado por la lanza”. De allí que denota la idea literal de cautivo, preso o prisionero. Tanto en el AT, como en el NT, significa “prisionero de guerra”. Puede ser descrito literalmente como una persona miserable, que está en una posición de crisis que necesita la ayuda de Dios (Sal. 79:11), temiendo ser aniquilado por terribles enemigos (Luc. 21:24; Apoc. 13:10). 

El proclamar libertad a los cautivos es una función mesiánica. El visitar a los prisioneros es uno de los deberes elementales del discipulado en el ejercicio del amor de Dios. La tarea es predicar la libertad verdadera en Cristo a los presos, no a sacarlos de la cárcel. Ellos necesitan experimentar la libertad sobrenatural que sólo el Señor provee, pero a la vez deben pagar las consecuencias razonables de sus actos, y de ese modo crecer en madurez.

También se puede entender el término en sentido figurado, como prisioneros de la moral y la religión. Este uso es exclusivo del NT, especialmente Pablo, que usa imágenes militares para ilustrar su teología (comp. Rom. 7:23, 6; 2 Cor. 10:5; Efe. 4:8; 2 Tim. 3:6). También encontramos este tipo de uso en la LXX (comp. Judit 16:9). Ocurre ocasionalmente también en los escritos posapostólicos, como en Ignacio.

Haftarah
4:16–21
Aquí hay una clara muestra de la familiaridad de Lucas con las costumbres de las sinagogas en las que los maestros u hombres piadosos eran invitados a leer y exponer el sentido de las Escrituras en el día sábado. Es posible que el trozo de pasaje que Jesús leyó correspondiera al Haftarah o parte de los profetas señalada para aquel día; la cita parece tomada de diferentes partes, quizá, de Isaías 61:1, 2; 58:6; 42:7.

Proclamar … vista a los ciegos. Desde la perspectiva médica de Lucas, no existía otra cosa más maravillosa que un ciego (tuflós5195) pueda ver físicamente. Esta fue una de las señales del mesianismo de Jesús (comp. Juan 9:1–41). La palabra ciego (tuflós5195) aparece en el NT al menos unas 50 veces, y la ceguera que denota es literal.

Poner en libertad a los oprimidos. La palabra oprimidos (thráuo2352) significa literalmente “golpear a través de; desmenuzar; romper en pedazos, quebrantado de corazón”, también del cuerpo. El uso específico en Lucas responde al sentido de ser “quebrantados por las calamidades” u “oprimidos por las adversidades”. 

Es de uso restringido de Lucas y siempre en sentido literal. Es conmovedor pensar que Jesús sentía, como parte de su misión, el recompensar corazones quebrantados como trozos de vasos de barro cocido; una verdadera obra de rescate. Jesús vino para recompensarlos y liberarlos de sus limitaciones. Jesús no vino a calmar sus conciencias, sino a rescatarlos literalmente de todo tipo de opresión, sea esta psicológica, demoníaca, social, ideológica o emocional.

Proclamar el año agradable del Señor. Se refiere al año del jubileo, que sólo ocurría cada (50 años). Cristo vino para establecer un jubileo íntegro, dinámico y permanente en la historia humana, y basado en la práctica del amor y la justicia. 

Un jubileo donde no haya más esclavitud de ningún tipo; donde no haya explotación u opresión del hombre por el hombre; donde se pueda vivir en completa integridad en comunión con el Creador, con lo creado y con nuestros semejantes. 

Un jubileo donde haya espacio suficiente para los pobres, cautivos, ciegos y oprimidos. Esta última tarea es una especie de síntesis misionera en la mente de Jesús. Por ello la iglesia debe ser el escenario del reino de Dios, para modelar ese jubileo permanente, generoso y gratificante, que sólo es posible vivir a partir de la conversión de vida a Cristo, como Señor y Salvador personal. 

Se debe entender también el año agradable del Señor como significando la era mesiánica. Jesús estaba interesado en las personas de carne y hueso, en sus necesidades concretas; y no en la institucionalidad de la religión establecida.

En la obra de Lucas, la enfermedad, la tiranía jerárquica religiosa y la persecución llegan a ser las formas principales de opresión. Frente a todas ellas, el Señor Jesús se presenta como el libertador y el redentor: curando a los enfermos, desenmascarando falsas pretensiones de las autoridades, y protegiendo y librando a sus enviados. Se trata de una liberación verdaderamente integral e íntegra.

El v. 20 marca el epílogo de la lectura, por cuanto Lucas refiere que luego de enrollar el libro, y devolverlo al ayudante (uperétes5257), Jesús se sentó. Aquello, en el contexto de la liturgia judía, era un indicativo de que ahora comenzaba un comentario por parte de lector de la porción que acababa de leer. Por ello, los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Después de lo que había leído, y el lugar y tiempo en el que estaban, el escenario era perfecto para presentarse como lo que realmente siempre fue: el Mesías de Dios, escondido en un taller de carpintería.

(b) Con el poder de su identidad mesiánica, 4:21, 22. 
En la profecía de Isaías, apropiada por Jesús en la sinagoga de Nazaret, encontramos la manera en que Jesús interpreta los alcances de su ministerio y misión. Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos (v. 21) expresa y revela su identificación total con lo que acaba de leer. 

No toda manifestación de Jesús a favor de los pobres es mesiánica, lo que se corrobora por el ocultamiento de su condición mesiánica hasta la revelación pascual. Esto último explica el fenómeno evangélico de las proclamaciones liberadoras de Jesús, en contextos no mesiánicos (vv. 16–21). 

Esta es una de las declaraciones más gloriosas en todo el NT, pues resume en una frase y en una persona, Jesús, toda la revelación veterotestamentaria (comp. 24:13–32). La inmediatez del hoy, en la persona de Jesús (comp. 2:11; 19:5, 9; 23:43), es la clave que desencadena la ofensa y el rechazo visceral.

En el pasaje de la lectura en Nazaret, es la figura del siervo sufriente del Señor la que trasciende. Este aspecto profético del siervo sufriente de Isaías como central está muy profundamente arraigado en el NT, especialmente en Lucas, donde aparece como Redentor de los pobres remontándose a la ideología real del AT, que es el que prefigura la teología mesiánica. 

Y es en esta línea del “Siervo del Señor” donde debe ubicarse misionológicamente la iglesia en América Latina y en el mundo. La lectura en Nazaret viene a nosotros como un proyecto abierto, como una invitación a descubrir los caminos y estrategias para historizar en misión el programa redentor de Jesús. Por ello, se debe afirmar que la iglesia no puede tener otro programa misionero que no sea el que asumió el Señor Jesucristo, Cabeza de la iglesia.

La reacción de la gente en el v. 22 implica claramente que lo del v. 21 es tan solo una declaración sumaria de parte de Jesús. Luego del comentario de rigor—que Lucas omite en gran parte—el resultado fue una sensación de asombro (thaumázo2296, comp. 2:18, 47). No encontraban coherencia entre la sabiduría excelsa con que Jesús hablaba y su humilde origen humano: ¿No es este el hijo de José? Jesús les era completamente familiar, pero no la sabiduría con que les hablaba. Ciertamente, entre un simple carpintero y el Mesías de Dios hay muchísima distancia, misma que Dios amorosamente recorrió para mostrarse humano y, desde esa condición, ser obediente hasta la muerte redentora (comp. Fil. 2:1–11).

(c) La apología del Mesías, 4:23–27
Al no poder comprender la inmanencia del Dios trascendente, al resistirse a creer en un Dios tan humanado, tan cercano, tan diferente a sus bélicas expectativas mesiánicas, optaron por el rechazo en lugar de la fe humilde y sencilla (comp. 2:16–20). 

Jesús les refiere, a propósito, dos refranes muy conocidos y dos eventos del AT, en los cuales la gracia y favor de Dios se desbordó precisamente por los gentiles. Recalcó de esa forma que no es nada nuevo que se ofreciera el evangelio a los gentiles. Es más, siempre el diseño de Dios en su plan de redención contempló a los despreciados gentiles.

El refrán del v. 23 viene de la literatura clásica y médica griega, que algunos rabinos habían acuñado en su propio contexto cultural. El otro refrán registrado en el v. 24 es una clara y directa alusión a la despreciable reputación de Israel como torturadora de sus propios profetas (comp. Jer. 11:18–23; Heb. 11). Estas simples referencias, más la inminencia de un Mesías presente, exasperaron a la audiencia. El v. 23 también explica que hubo un ministerio anterior a este evento desarrollado en la propia Galilea.

Ante la incredulidad de la gente, Jesús rememora dos eventos del AT, en los que se evidencia claramente la preferencia de Dios por los gentiles, ante la incredulidad y rebeldía de Israel. 

Elías—prefiguración de Juan el Bautista—que socorrió a una viuda extranjera de Sarepta de Sidón, en tiempo de hambre y sequía en Israel, cuando allí había muchas viudas igualmente necesitadas, v. 25 (1 Rey. 17); y Eliseo—sucesor de Elías—que curó a un leproso, jefe del ejército del rey de Siria, v. 26 (2 Rey. 5), cuando ningún leproso israelita recibió el mismo trato misericordioso en ese entonces. En las dos historias mencionadas del AT, Dios envió a sus siervos a hacer portentos a favor de los extranjeros. Este énfasis escandalizó a los judíos, que se consideraban el pueblo exclusivo de Dios. Pero la reflexión de Jesús resultó tan incendiaria que quisieron matarlo. Y aparentemente, luego de aquello, el Señor nunca más regresó a Nazaret.

(d) El rechazo del Mesías, 4:28–30
La autodeclaración mesiánica de Jesús, más la “ilustración” de la universalidad de la salvación y el rechazo a la incredulidad de Israel, terminó por enfurecer a todos los presentes en la sinagoga (v. 28). 

La ira produjo su fruto y los movió a actuar irracionalmente. Echaron de Nazaret a Jesús, y luego intentaron despeñarlo, pero él pasó por en medio de ellos y se fue (v. 30). En Israel, una turba no tenía poder legal para ejecutar a una persona, más complicado aún si se trataba de un día de reposo. La ciudad de Nazaret estaba rodeada de una región montañosa, de rocas escabrosas y de precipicios cercanos. Probablemente querían, además, lapidar a Jesús en el fondo del abismo.

Lucas no comenta acerca de la razón de porqué desistieron de la idea de asesinar a Jesús (v. 30). Tal vez Dios intervino directamente (comp. Jer. 36:26); recapacitaron a tiempo de su falta de jurisdicción para tamaña decisión; o se intimidaron por causa del día de reposo … no sabemos. Pero lo que es absolutamente claro es que su hora de morir vicariamente aún no había llegado. Aquí se puede observar el inicio del cumplimiento de la profecía de Simeón (comp. 2:34, 35). Este relato de Lucas marca un patrón a seguir en el ministerio de Jesús (comp. 23:46; Juan 10:15, 17, 18). 

Al parecer hubo más intentos de muerte previa que los registrados en el Evangelio, incluso algunos eruditos creen que Jesús se volvió un experto en escapar de este tipo de emboscadas (comp. Mar. 14:44; Juan 7:30, 44; 10:31, 39; 11:53, 54; 12:36). Pero de nada sirve la hostilidad contra el evangelio, este se abrirá paso abiertamente y sin impedimento en la vida y obra de Jesús, como también en la misión de la iglesia.

Jesús fue a su propio pueblo, a su nación, a su familia, pero fue rechazado y amenazado de muerte (Juan 1:11). El v. 30 marca de algún modo el resumen de toda la obra lucana. El costo amargo de extender el evangelio a todo el mundo es la exclusión sutil o burda de la gente que decide creer en Jesús. Vivimos en un mundo religioso que ama a Dios a su manera. Pero un signo de amar a Dios sinceramente es aceptar a su pueblo sin reservas, y estar dispuesto a compartir el camino.

(2) Capernaúm, 4:31–41
Luego del conflicto en Nazaret, Jesús continuó en la provincia de Galilea, pero se fue a Capernaúm. 

Al parecer, esta pequeña ciudad en Galilea se convirtió en el segundo hogar de Jesús luego del incidente en Nazaret. También era el hogar de Pedro y su hermano Andrés. Este puerto del mar de Galilea para el siglo II se convirtió en un centro del cristianismo judío, y en gran parte aquello fue consecuencia de la recepción y apertura con que recibieron a Jesús, en contraste con los nazarenos (vv. 16–30). 

Los estudios arqueológicos han confirmado la existencia de Capernaúm y de su sinagoga. En esta sección Lucas registra tres episodios milagrosos: un endemoniado liberado (vv. 31–37); una anciana sanada (vv. 38, 39); y una serie de varias sanidades y exorcismos (vv. 40, 41). 

El contraste que Lucas quiere marcar es que mientras Jesús es rechazado en Nazaret, en la misma región hay muchas personas que están abiertas para escuchar su mensaje y recibir las bendiciones de su poder y autoridad.
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