sábado, 29 de diciembre de 2012

Ministerio Pastoral y Docente: Las bases para elaborar sermones


. Ministerio Pastoral y Docente
. biblias y miles de comentarios
 

Ministerio Pastoral y Docente

ÍNDICE.................................................................................... 1
I. INTRODUCCIÓN ............................................................... 2
II. PRIMERA PARTE: EL SERMÓN BOSQUEJADO.......... 4
CAPITULO 1:.......................................................................... 4
LA HOMILÉTICA Y EL BOSQUEJO .................................. 4
1. LA HOMILÉTICA.............................................................. 5
2. EL BOSQUEJO................................................................... 5
ACCIONES FUNDAMENTALES PARA ELABORAR UN SERMÓN HOMILÉTICO ... 6
3. NECESIDAD DE LA CONGREGACIÓN O PÚBLICO ................................................. 7
4. PROPÓSITO....................................................................................................................... 7
EL PROPÓSITO GENERAL ................................................................................................. 8
EL PROPÓSITO ESPECÍFICO. ............................................................................................ 9
5. TEXTO ............................................................................................................................. 10
6. ASUNTO .......................................................................................................................... 11
7. TEMA ............................................................................................................................... 12
CAPÍTULO 2:....................................................................................................................... 14
LA PROPOSICIÓN: EL CORAZÓN DEL BOSQUEJO................................................................................. 14
1. CLASIFICACIÓN DE LAS PROPOSICIONES ................... 14
2. LA INTERROGANTE SERMONARIA ................................ 15
3. LA ORACIÓN DE TRANSICIÓN ......................................... 16
CAPÍTULO 3:.............................................................................. 17
EL CUERPO DEL SERMÓN ..................................................... 17
1. LAS DIVISIONES PRINCIPALES ........................................ 17
2. LAS SUBDIVISIONES .......................................................... 18
CAPÍTULO 4:.............................................................................. 21
EL COMIENZO Y EL FINAL DEL SERMON ......................... 21
1. LA CONCLUSIÓN.................................................................. 21
2. LA INTRODUCCIÓN.............................................................. 21
III. SEGUNDA PARTE: EL SERMÓN PREDICADO ................22
CAPÍTULO 5:............................................................................... 22
TIPOS DE SERMONES .............................................................. 22
CAPÍTULO 5:............................................................................... 24
COMPETENCIAS BÁSICAS DEL PREDICADOR .................. 24
IV. CONCLUSIÓN........................................................................ 26
V. PLAN DE CURSO ................................................................... 27
VI. TAREAS ................................................................................. 29
VII. BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA Y SUGERIDA ................... 30

 
CONSEJOS HOMILÉTICOS PARA PREDICADORES CRISTIANOS

I. INTRODUCCIÓN

Hace varios años un joven predicador pentecostal fue invitado a entregar el mensaje
principal, durante la celebración nacional del Día del Pastor  en su Denominación. Como el
muchacho provenía de una provincia  rural, la idea de predicar  en Santiago, la capital de
Chile, era de propio atemorizante. Los miedos de nuestro principiante se acentuaban, pues
en su iglesia jamás había tenido la oportunidad de  predicar en una reunión importante, ni
siquiera durante algún culto dominical. 

Cuando llegó la hora, el Templo estaba repleto. Todos los pastores de la Denominación
estaban allí. También asistió como invitado especial un connotado Evangelista, a quien el
joven de esta historia admiraba entrañablemente. Antes de subir a la plataforma, con una
voz entrecortada le pidió al Señor que su gracia le acompañara.

Después de una temerosa introducción, la asamblea comenzó a responder con fervorosos
aleluyas y glorias a Dios. Nuestro pregonero se envalentonó, habló con todo el corazón, su
garganta enrojeció entre exhortaciones y expresiones de alabanza. Alcanzó el clímax del
mensaje y al final oró por una sobreexaltada audiencia que le despedía con alabanzas para
el Señor y las correspondientes tres glorias a Dios.

El muchacho estaba en éxtasis. Su corazón estaba agitadísimo. Se sentó en su banca, como
un grande. Sus ojos no daban crédito al alboroto que la Palabra del Señor había provocado
en la Asamblea. Mientras disfrutaba su minuto de gloria, un humilde hermano se le acercó.
Otro más va a felicitarme, pensó nuestro predicador, con un dejo de orgullo. Efectivamente,
el hermano se le acerca y le  dice: “excelente...maravilloso...lo felicito...pero...el que murió
apedreado fue Esteban y no Felipe”.

De más está decir que la enseñanza más grande que aquel principiante recibió aquella
noche, fue acerca de la humildad que debe manifestar siempre el que pregona las sublimes
verdades del Señor.

Esperando ser fiel a esta cuota de humildad, el autor de estas sencillas notas se plantea los
siguientes propósitos a través de este folleto. En primer lugar se procura ofrecer al lector una
serie de consejos teóricos y prácticos para ayudarle a preparar sermones bíblicos y

predicarlos con eficiencia.  En segundo lugar se intenta  con estas notas animar a los
predicadores principiantes a valorar este bello ministerio, procurando realizarlo siempre bajo
la inspiración del Espíritu Santo. En tercer lugar el autor anhela que los lectores desarrollen
un fervoroso amor por las sagradas Escrituras y su estudio sistemático. Por último, se espera
que este escrito sirva de base para la celebración de Talleres y Seminarios para
predicadores en la Iglesia Local.

Para facilitar el estudio y aplicación de este  texto, se ha dividido en dos partes principales.
En la primera de ellas, ofrecemos cuatro capítulos con la siguiente información: En el primer
capítulo se entregan una serie de elementos  introductorios, como conceptos básicos y
aclaraciones. También se presenta allí la estructura general de un bosquejo homilético para
elaborar un sermón. A partir de esta herramienta, se comienzan a definir sus partes,
partiendo con el Propósito, el  Asunto y el Tema. En el  segundo capítulo se aborda el
elemento principal de un bosquejo homilético: la Proposición. Es importante no confundirla
con el Propósito, y para ello, se darán a conocer diferentes tipos de proposiciones y las
formas de construirlas. El tercer capítulo  dará cuenta de lo que llamamos el cuerpo del
sermón. En términos del bosquejo homilético, esto corresponde a las Divisiones Principales y
a las Subdivisiones. Más adelante en el cuarto  capítulo se presentará la confección de la
introducción y la conclusión del sermón y su ubicación dentro del bosquejo homilético. 

La segunda parte de este texto contempla dos capítulos, más una conclusión. El capítulo
quinto ofrece una clasificación de los diferentes tipos de sermones, con algunos ejemplos y
actividades que el lector debe desarrollar. El capítulo sexto contempla una serie de consejos
básicos para que el predicador pueda desarrollar su ministerio en forma eficiente. Por último
la conclusión ofrece algunas sugerencias adicionales y algunas consideraciones del autor de
estas notas.

Con el propósito de motivar al lector a profundizar sus estudios homiléticos, se han incluido
notas al pie de página con los textos que han sido citados en estos apuntes. Estos textos se
dan a conocer al final en la bibliografía en forma sumaria. Además, en la medida de lo
posible, se ha señalado la fuente de los aportes o bosquejos usados en estas notas, que no
sean de propiedad del autor, evitando cualquier forma de plagio intelectual.

Por último, el joven predicador de la historia, ahora con algunos años más en el cuerpo,
agradece al Señor el permitirle escribir este texto, con el anhelo de contribuir humildemente
con la extensión del Reino de Dios.

II. PRIMERA PARTE: EL SERMÓN BOSQUEJADO

Es incuestionable que la Predicación es un proceso comunicacional. Esto significa que el
predicador es un emisor, el auditorio son sus receptores y el sermón es el mensaje. En este
sentido, el canal o código empleado para enviar el mensaje es una estructura, lógicamente
elaborada, sistemáticamente organizada y espiritualmente inspirada. 

La ciencia que estudia el proceso de elaboración de sermones cristianos es la Homilética y la
estructura básica de construcción de estos sermones recibe el nombre de Bosquejo Homilético. En el siguiente capítulo se abordarán los elementos introductorios de la
homilética. También se presentará la estructura general de un  bosquejo homilético, la cual
estará acompañada de la explicación de sus partes iniciales. En los capítulos posteriores se
continuará paulatinamente el estudio de los demás componentes básicos del bosquejo
homilético.

CAPITULO 1:
LA HOMILÉTICA Y EL BOSQUEJO

Uno de los principales deberes  de todo creyente es predicar el evangelio sin distinción de
personas; o sea, a toda criatura (Mr. 16:15) Lamentablemente, muchos cristianos rehuyen
esta responsabilidad endosándosela a los pastores, los evangelistas o los misioneros. ¿Por
qué ocurre esto? Las razones pueden ser muy variadas, pero principalmente consideramos
que los púlpitos en la actualidad carecen de personas que tomen en serio el maravilloso
ministerio de la Predicación.

Un sencillo análisis de los primeros cinco versículos del cuarto capítulo de la segunda carta
del apóstol Pablo a Timoteo, nos bastará para reconocer la relevancia que tenía la
predicación en el corazón de los primeros siervos del Señor. Pablo “encarece” a Timoteo a
predicar la Palabra. Esto es interesante, ya que muchas personas consideran que basta con
predicar lindos testimonios o edificantes experiencias que inflamen  las emociones de los
oyentes, sin valorar en lo más mínimo el contenido bíblico del sermón. Otros, más
intelectuales, transforman los púlpitos en verdaderas cátedras de Historia, Filosofía o
Sociología, perdiendo de vista  el sustento Teológico de todo  mensaje cristiano. Incluso los
más místicos, abusan de su condición de predicadores para hacer gala de supuestas
revelaciones o proféticos arrebatos, muchas veces tremendamente alejados de la verdad de
Dios. ¡Qué vigentes nos resultan hoy las palabras del Apóstol de los gentiles! “...que
prediques  LA PALABRA... ¿Cómo tenía que llevar adelante este ministerio el joven
Timoteo? Siendo sobrio en todo, soportando las aflicciones y haciendo obra de evangelista.
En definitiva, cumpliendo su ministerio.

1. LA HOMILÉTICA

La primera cuestión que debemos abordar en este breve texto es saber ¿Qué es la Homilética? Manfred A. Bluthardt nos ofrece una interesante explicación de este importante concepto.

La palabra “homilética” es la latinización del término griego omilew  = declarar, confesar. O el
verbo dmologew  = platicar, charlar (Hch. 20:11; 24:26; Lc. 24:14). Se trata de un compuesto
de dos palabras: “homo” = prefijo de dmoz que significa = semejante, parecido; y “lego”  lego = decir1

En este sentido, Homilética significa algo así como realizar una confesión fidedigna. Decir lo
mismo, en el sentido de no alterar el contenido de un mensaje. No obstante en términos
académicos la Homilética es el proceso mediante el cual se elabora un sermón que
comunica el mensaje de la Palabra de Dios en forma fidedigna.

La Homilética es una ciencia que se relaciona con el arte de la predicación, la cual a su vez,
puede ser definida en palabras de Andrés Blackwood como la  verdad de Dios, proclamada
por una personalidad escogida, a fin de satisfacer necesidades humanas. En esta
explicación, el aspecto más relevante de la predicación, para Dios, lo constituye el auditorio.
Pues tanto el mensaje como el mensajero  escogido, son empleados por el Señor para
satisfacer las necesidades de los oyentes. Si son inconversos, su principal necesidad será la
salvación de sus almas. Si son nuevos creyentes, requerirán un sermón didáctico que les
instruya sobre alguna doctrina bíblica importante. Si es una familia que acaba de perder un
ser querido, necesitarán una divina caricia y un aliento pastoral de parte del predicador. La
predicación en este sentido es, junto con el predicador, un poderoso instrumento divino para
satisfacer necesidades humanas.


2. EL BOSQUEJO

La estructura básica de un sermón se denomina Bosquejo Homilético. Este es algo así como
el esqueleto para el cuerpo humano. Sus diferentes partes son como los pilares y cadenas
de una casa en construcción. No es el sermón en sí, sino su estructura fundamental. En el
bosquejo se puede apreciar claramente el tema, el propósito y las verdades principales que
el predicador expondrá mientras predica.

                                                          
1 Bluthardt, Manfred, Homilética 1, FLET, p. 8

El propósito fundamental de este texto es que el lector sea capaz de conocer y dominar
todas las partes del bosquejo, para así ser capaz de elaborar adecuada y eficazmente un
sermón. Aunque los homiletas difieren en cuanto a cuáles son las partes que debe contener
un Bosquejo Homilético, a continuación se presentará una estructura que poco a poco está
siendo más empleada en los púlpitos chilenos. Se ha considerado prudente mostrar las
partes del sermón en forma de acciones concretas que el predicador debe realizar en la
confección del mensaje. 

ACCIONES FUNDAMENTALES PARA ELABORAR UN SERMÓN HOMILÉTICO

1)  Oír al Señor y observar la realidad de  la iglesia, para determinar cuáles son las necesidades concretas del auditorio.
2)  Determinar el PROPÓSITO GENERAL y el PROPÓSITO  ESPECÍFICO que el sermón deberá cumplir.
3)  Escoger y analizar un  TEXTO BÍBLICO que contenga material suficiente como para elaborar un sermón.
4)  Reconocer el ASUNTO del sermón.
5)  Determinar el TEMA del sermón.
6)  Redactar la PROPOSICIÓN
7)  Plantear una INTERROGANTE SERMONARIA.
8)  Responder la interrogante sermonaria mediante la  ORACIÓN DE TRANSICIÓN.
9)  Reconocer la PALABRA CLAVE.
10)    Formular las DIVISIONES PRINCIPALES.
11)    Elaborar las SUBDIVISIONES para cada división principal.
12)    Redactar la CONCLUSIÓN.
13)    Redactar la INTRODUCCIÓN.
14)  Buscar material ilustrativo.

Estas decisiones debieran producir un bosquejo con el siguiente orden:
1.  Tema:
2.  Texto.
3.  Propósito General:
4.  Propósito Específico:
5.  Introducción:
6.  Proposición:
7.  Interrogante Sermonaria:
8.  Oración de Transición:
9.  Divisiones y subdivisiones:
10. Conclusión: 

Aunque el orden de las decisiones analizadas anteriormente difiere levemente del
ordenamiento del Bosquejo, el lector no debe confundirse. Lo que ocurre es que el proceso
lógico de construcción del sermón es un poco distinto al proceso de exposición del mismo.
Se seguirá la lógica de confección del sermón en los contenidos que a continuación se
presentan:

3. NECESIDAD DE LA CONGREGACIÓN O PÚBLICO

Como ya lo señalamos al definir el concepto  de predicación, el elemento primordial en la
homilética es el público y sus  necesidades. Por lo tanto es  de vital importancia procurar
conocer cuáles son las necesidades concretas de  la audiencia a la cual predicaremos la
Palabra de Dios. 

¿Cómo saber acerca de qué predicar? Existen  varias formas para abordar este problema.
Sin embargo, es necesario insistir en que el  sermón debe satisfacer las necesidades de la
audiencia. Para ello, el predicador debe estar en comunión con el Señor. De este modo Dios
podrá inspirarle y motivarle a hablar sobre cuestiones relevantes, urgentes y necesarias para
su pueblo. El predicador también debe estar informado del acontecer mundial, nacional y
local, así su mensaje podrá estar mejor contextualizado y en sintonía con los problemas
cotidianos. Por otra parte un buen predicador sabe aprovechar situaciones especiales, como
celebraciones, acontecimientos sociales, efemérides servicios especiales u otros eventos
para ofrecer una palabra apropiada al momento.

En este orden de cosas el tino y el sentido común, muchas  veces juegan un rol
preponderante. Esto se señala,  pues, en no pocas oportunidades  fervientes predicadores
transforman un culto fúnebre en una campaña evangelística, o un matrimonio en un culto de
avivamiento. Un refrán muy añoso se aplica a la perfección: “un lugar para cada cosa y cada
cosa en su lugar”. Un poco de humor, por aquí; un poco de solemnidad por allá. En otras
palabras, no basta con detectar la necesidad  del auditorio, el  predicador además debe
manifestar la actitud correcta.

4. PROPÓSITO

Una vez que el predicador ha resuelto cuál es la necesidad de su audiencia, deberá
determinar qué propósito tiene el sermón que predicará. James D. Crane cita a William M.
Taylor, autor del libro “The Ministry of the World, quien comenta:

Analizando las cualidades que contribuyen a la efectividad del sermón...pongo en primer lugar la precisión del propósito. Cada sermón debe tener a la vista una meta clara...Antes de sentarse a preparar su discurso, el predicador siempre debe preguntarse a sí mismo: ¿Cuál es mi propósito en este sermón? Y no debe dar un solo paso más sino hasta haber formulado en su mente una contestación definida a esta pregunta2

Como lo señalábamos, establecer el propósito del sermón es una decisión muy importante.
Varias razones lo justifican. Cuando el predicador tiene un propósito definido, la selección del texto para alcanzar este propósito será más  sencilla. También se le facilitará la determinación de un tema para el sermón. Incluso, un sermón con un propósito bien definido
impedirá que el expositor se “vaya por las ramas”.

Alguien ha dicho que un sermón sin un propósito definido es como un arquero sin un blanco
al que tirar. ¿Cuántas veces hemos sido testigos de predicadores que disparan al aire, a diestra y siniestra, sin concretar en nada definido? Aunque estos predicadores hubiesen sido excelentes personas, el error estuvo en no tener un propósito bien definido.

Para que el lector pueda aclarar su blanco y acertar justo en el centro, se ofrecen a continuación varios propósitos generales  de la predicación, a  partir de los cuales, posteriormente se pueden extraer los propósitos específicos.

EL PROPÓSITO GENERAL

1.  PROPÓSITO EVANGELÍSTICO.
Es aquel que se plantea cuando en el auditorio se encuentran personas inconversas,
cuya principal necesidad evidentemente es aceptar a Jesucristo como su Señor y
Salvador.

2.  PROPÓSITO DOCTRINAL.
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita una explicación, aclaración o
presentación de una o más doctrinas bíblicas concretas. 

3.  PROPÓSITO DEVOCIONAL.
Es aquel que se plantea cuando  el auditorio necesita una inspiración para motivarse a
adorar, alabar o rendirse ante el Señor, en una forma más definida y decidida.

4.  PROPÓSITO ÉTICO MORAL.
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita ser corregido, advertido, exhortado,
reprendido o desafiado en cuanto a situaciones o conductas reñidas con la ética o la
moral cristianas.

                                                          
2 Crane, James D., El Sermón Eficaz, CBP, 1991, p. 57

5.  PROPÓSITO DE ALENTAR
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita recibir aliento en medio de una
situación difícil o problemática.
.
6.  PROPÓSITO CONSAGRACIONAL.
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita ser motivado a brindar un servicio más
comprometido al Señor.

EL PROPÓSITO ESPECÍFICO.
Una vez definido el Propósito General del sermón, el predicador debe redactar el Propósito
Específico de este. Para ello debe analizar la meta definida que desea alcanzar a través de
su sermón. La redacción del Propósito Específico se lleva a cabo de la siguiente manera:

•  Se escribe un verbo en infinitivo que describa la acción concreta que se desea lograr.
•  Después del verbo en infinitivo se identifica el auditorio con el cual se intentará alcanzar
este Propósito Específico.
•  Por último se escribe el contenido sermonario  a través del cual se llevará a cabo el
Propósito Específico.

Por ejemplo:

“Inspirar”  “a los varones de la Congregación”  “a manifestar delicadeza con sus esposas”
Verbo en Infinitivo
Auditorio con el cual  se alcanzará el Propósito
Contenido sermonario mediante  el cual se llevará a cabo el propósito específico.

•  Motivar a los jóvenes a vivir en santidad. (Devocional)
•  Advertir a los matrimonios de los peligros de la incomunicación. (Ético-Moral)

Al analizar los Propósitos Específicos anotados anteriormente se puede apreciar que cada
uno de ellos se derivan de un Propósito General.

Propósito General: Evangelístico
Propósito Específico: Convencer a los oyentes que Jesucristo es el único medio de salvación.

P. General: Doctrinal
P. Específico: Enseñar a los hermanos las características de la Salvación.

P. General: Devocional
P. Específico: Motivar a los hermanos a enfrentar los problemas con fe en Cristo.

P. General: Ético – Moral
P. Específico: Exhortar a los hermanos a evitar los vicios de la pereza.

P. General: De Aliento
P. Específico: Alentar a los deudos a enfrentar la pérdida del ser querido con el cariño de la
Iglesia.

5. TEXTO

El texto, en general, lo constituye todo el material bíblico que el predicador empleará en la
preparación y exposición de su sermón. Sin embargo, en términos específicos, es aquélla
porción de la Palabra de Dios que el predicador lee a su auditorio  y que luego procede a
exponer. La palabra “Texto” proviene del latín  textum y significa tejido o trama. Por ello, es
que es importante determinar qué función cumple este texto en la trama total del libro bíblico
del que se extrae el texto.

Para seleccionar adecuadamente el texto bíblico que el predicador empleará en su sermón,
se deben considerar algunas sugerencias. Hay que seleccionar pasajes bíblicos cuya
interpretación no sea oscura u objeto de controversias. Debe ser un texto que permita
alcanzar el propósito del sermón  y en el cual esté contenido  el tema del mismo. Se debe
procurar considerar toda la Biblia y no predicar siempre acerca del mismo texto. Debe ser un
pasaje bíblico del que se pueda extraer bastante material, de tal manera que la congregación
sea enriquecida, educada e inspirada.

La mayoría de los escritores de homilética sugieren almacenar los pasajes bíblicos de los
que se predica. De esta manera el predicador dispondrá de un archivo homilético bien
surtido. Sin embargo, además de esto, el buen predicador no sólo debe leer la Biblia, sino
también  estudiarla en forma seria y sistemática. Además debe procurar tomar notas cuando
otro predicador expone la Palabra. De esta manera puede  obtener buenas ideas para sus
propios sermones y por otra parte ello le ayudará a evitar ciertos errores o equivocaciones.

Para que la elección del texto bíblico sea completa, el buen predicador deberá dedicar
tiempo a interpretar adecuadamente el pasaje seleccionado. A este proceso de
interpretación se le denomina exégesis (proviene del griego  y significa “extraer”). Para llevar a cabo esta tarea se emplean las reglas de  la hermenéutica que es la ciencia de la
interpretación bíblica. Como el propósito de este apunte es más bien limitado, se ofrece a
continuación un modelo de lo que debiera ser una exégesis muy básica de cualquier pasaje
bíblico sobre el cual se desee predicar.

1.  Análisis Del Contexto.
a.  Identificar la naturaleza del Libro Bíblico en el cual se encuentra el pasaje a interpretar.
1)  ¿Es del Antiguo o del Nuevo Testamento?
2)  ¿Es un evangelio, una carta, un texto profético, etc?
3)  ¿Tiene relación directa con otro libro similar? (Por ejemplo: los evangelios, las cartas de Pablo, Esdras y Nehemías, etc.)
b.  Estudiar los elementos claves del Libro Bíblico en el cual se encuentra el pasaje.
1)  ¿Quién escribió el Libro?
2)  ¿A quiénes fue escrito el Libro originalmente?
3)  ¿En qué fecha fue escrito el Libro?
4)  ¿Cuál era el propósito del autor del Libro?
5)  ¿En qué situación (histórica, social, política, religiosa, económica, filosófica, emocional o moral fue escrito el Libro?
c.  Determinar qué función cumple el pasaje bajo estudio en el contexto del Libro.

2.  Análisis del Pasaje.
a.  Leer el pasaje en varias versiones de la Biblia.
b.  Determinar cuál es el tema central o asunto del pasaje.
c.  Destacar las ideas principales del pasaje.
d.  Identificar en qué género o géneros literarios fue escrito el pasaje.
e.  Extraer y analizar las palabras más importantes del pasaje.3
f.  Evaluar si en el pasaje se emplean citas de otras partes de la Biblia o extrabíblicas.

Se debe recordar aquí que gran  parte del material que se obtenga de este análisis, podría
ser empleado en la exposición del sermón. Al hacerlo, la presentación de la verdad de Dios
se hace más nutritiva, promoviendo la educación de la congregación que recibe el mensaje,
junto con una mayor claridad de las ideas vertidas.

6. ASUNTO                                                 
3 En este caso sugiero utilizar literatura cristiana que permita aclarar los significados de las palabras importantes en los idiomas originales en que fue escrita la Biblia. Será de mucha utilidad el Diccionario Expositivo de palabras del Nuevo
Testamento de W. E. Vine., que también tiene una versión para el Antiguo testamento. También es recomendable el uso de la Concordancia Exhaustiva de Strong, recientemente editada en español. Incluso, hasta un buen diccionario bíblico, como el de la editorial Certeza, prestará incalculable ayuda.

Con el Propósito queda claramente resuelto el ¿Para qué predicar?, en cambio, con el
asunto se procura determinar ¿Qué se va a predicar? El asunto guarda relación con el
contenido del sermón, por lo tanto está vinculado al texto.

En la breve exégesis que el predicador debe aplicar al texto, se identifica también el asunto
del pasaje a exponer. La mejor manera de reconocer el asunto de un texto bíblico es leer
varias veces el pasaje bíblico, hasta lograr identificar la idea general de la que habla. No se
refiere a varios detalles periféricos, sino a la idea central de la porción bíblica bajo estudio.

Mientras mejor lector de las Sagradas Escrituras es el predicador, logrará con mayor
facilidad reconocer el asunto de su texto.

Hay pasajes bíblicos muy conocidos en los que resulta muy sencillo determinar el asunto del
texto. Primera de Corintios 13 nos habla de  las cualidades del amor. La carta de Pablo a
Filemón es un precioso tratado acerca del perdón. El undécimo capítulo de Hebreos nos
emociona con los héroes de la fe. Sin embargo, el predicador se encontrará con pasajes un
poco más complejos, en donde  la determinación del asunto implicará un mayor tiempo de
lectura y concentración. La única manera de alcanzar pericia en esta tarea es intentándolo
una y otra vez. Los predicadores impacientes tienen ministerios muy breves.

7. TEMA

Una vez que el predicador ha identificado con éxito el asunto del texto de su sermón, debe
proceder a determinar el tema. Si se dijo que el asunto era la idea general que encerraba el
pasaje bíblico del cual se va a predicar, el tema entonces es la idea  concreta y específica
acerca de la cual el predicador expondrá en su sermón.

Por ejemplo, si un predicador ha decidido exponer el pasaje de Juan 3:16, entonces sus
notas mostrarán algo semejante a lo siguiente:

P. General:  Evangelístico
Texto:   Juan 3:16
Asunto:  El Amor de Dios
Tema:    El resultado del amor de Dios. (...ha dado a su Hijo...)

Pero, supongamos que otro predicador señale que con este versículo se podría predicar otro
tema. ¡Excelente! No hay problema, porque en la mayoría de los casos un mismo asunto
puede dar origen a más de un tema. Siguiendo con el ejemplo:

P. General:  Evangelístico
Texto:   Juan 3:16
Asunto:  El Amor de Dios
Tema:    El objetivo del amor de Dios. (...que todo aquél que el él cree, no se pierda...)

Es necesario señalar que la elección del  tema debe ser muy cuidadosa. Debe estar
estrechamente relacionado con el propósito del sermón y por supuesto con el texto. El tema
tiene que ser relevante, pues con él se pretenden satisfacer las necesidades espirituales de
la congregación. Es importante no ser repetitivo en cuanto a los temas. En el tema no debe
estar ausente el testimonio personal del predicador (no se debe ser un “predicador Gatica”,
...que predica lo que no practica)

CAPÍTULO 2:
LA PROPOSICIÓN: EL CORAZÓN DEL BOSQUEJO

Al llegar a este punto, el predicador se encuentra con la parte más importante de la
estructura del bosquejo de su sermón: La Proposición. Ella es una  especie de resumen de
todo el sermón. Consiste en la propuesta que el predicador hace a su auditorio, en términos
de una verdad que será demostrada, una interrogante que se procederá a responder, un
problema que habrá de solucionarse, un pecado que se denunciará, etc. la proposición
determina el curso completo del contenido del sermón. Por lo tanto, la elaboración de esta
pequeña, pero significativa oración resultará fundamental para el expositor de la verdad de
Dios.

Para que la Proposición esté completa se le debe realizar una Interrogante Sermonaria, que
luego se responde a través de la llamada oración de transición. De estos elementos
estructurales trata este capítulo.

1. CLASIFICACIÓN DE LAS PROPOSICIONES

Los distintos expertos en Homilética ofrecen diferentes tipos de  proposiciones, dentro de
ellas se pueden destacar tres clases principales:

1.  La Proposición Persuasiva:  Es aquella que procura convencer a los auditores de llevar a
cabo determinadas acciones o transformar sus conductas, con miras a ceñirse a alguna
verdad bíblica. Las proposiciones persuasivas pueden presentarse de tres formas:
a.  Proposición de DEBER.
Intenta convencer al oyente que se DEBE realizar algo.
Ej. Los padres deben disciplinar a sus hijos.
b.  Proposición de PODER.
Intenta convencer al oyente que se PUEDE realizar algo.
Ej. Los matrimonios pueden mejorar su convivencia mediante el diálogo.

c.  Proposición de VALOR.
Intenta convencer al oyente respecto de alguna valoración presentada en el sermón.
Ej. El buen testimonio VALE más que un buen sermón

2.  La Proposición Declarativa:  Es aquella en la que se afirma o expresa una afirmación en
tiempo presente, en torno a la cual se desarrollará el Tema del sermón. Por ejemplo: “La
honestidad produce buenos frutos”

3.  Proposición Interrogativa:   Es aquella que se elabora a través de una pregunta. Por
ejemplo: “¿Cuáles fueron las cualidades de los siete diáconos?

2. LA INTERROGANTE SERMONARIA

Como se ha señalado, la proposición por sí  sola no basta para presentar el sermón de
manera adecuada. Una vez que la proposición ha sido redactada es necesario probarla a
través de una Pregunta retórica llamada Interrogante Sermonaria. Toda proposición bien
elaborada debe suscitar al menos una interrogante. A continuación se presentan algunos
ejemplos:

•  Un creyente debe evangelizar sin distinción de personas.
-  Int. Sermonaria: ¿Cuándo un creyente debe evangelizar sin distinción de personas?

•  El pastor puede ser buen ejemplo para la congregación.
-  Int. Sermonaria: ¿Cómo puede el pastor ser buen ejemplo para la congregación?

•  El buen nombre vale más que las riquezas.
-  Int. Sermonaria: ¿Por qué el buen nombre vale más que las riquezas.?

Como se puede apreciar, son varias las  interrogantes que se pueden suscitar de la
proposición. El experto en Homilética Orlando Costas nos ofrece varias probables preguntas
que efectuarle a la Proposición, según sea el caso:

a)  ¿Quién?  Introduce una secuencia de personas para ser enumeradas, identificadas o
incluidas en   la aplicación de algún principio.
b)  ¿Cuál? Introduce una secuencia de cosas, selecciones o alternativas.
c)  ¿Qué?  Introduce una secuencia de significados, definiciones y características.
d)  ¿Por qué?  Introduce una secuencia de razones u objeciones.
e)  ¿Cuándo?  Introduce una secuencia de tiempos, etapas o condiciones.
f)  ¿Dónde?  Introduce una secuencia de lugares, orígenes, fuentes y causas.
g)  ¿Cómo?  Introduce una secuencia de métodos y formas4

Es importante destacar que cuando la Proposición es interrogativa no se necesita una
Interrogante Sermonaria. 
                                                
4 Costas, Orlando, Predicación por medio de la Comunicación, p. 73

3. LA ORACIÓN DE TRANSICIÓN

Una vez que la Proposición ha suscitado una Interrogante sermonaria, el predicador debe
responderla mediante la Oración de Transición. Esta es una frase en la que se debe incluir la
proposición misma y su respuesta, empleando para ello una palabra clave. Esta palabra
clave será fundamental en la elaboración de las divisiones que constituirán el cuerpo del
sermón. A continuación serán  considerados algunos de los ejemplos citados anteriormente
con el propósito de visualizar la confección de la Oración de Transición (O.T.)

Prop. “Un creyente debe evangelizar sin distinción de personas”
-  Int. Sermonaria: ¿Cuándo un creyente debe evangelizar sin distinción de personas?
-  O.T.: Un creyente debe evangelizar sin distinción de personas en las siguientes tres
situaciones.

Prop. “El pastor puede ser buen ejemplo para la congregación”
-  Int. Sermonaria: ¿Cómo puede el pastor ser buen ejemplo para la congregación?
-  O.T.: El pastor puede ser buen ejemplo para la congregación en cuatro maneras.

Prop. “El buen nombre vale más que las riquezas”
-  Int. Sermonaria: ¿Por qué el buen nombre vale más que las riquezas.?
-  O.T.: El buen nombre vale más que las riquezas por las siguientes dos razones.

Prop. “¿Cuáles fueron los principales errores de Saúl ”
-  O.T. Los principales errores de Saúl fueron cinco.

En este último ejemplo la Proposición es Interrogativa, por lo tanto no existe Interrogante
sermonaria.

CAPÍTULO 3:
EL CUERPO DEL SERMÓN

Lo que llamamos el cuerpo del sermón constituye el contenido del mensaje. Es el texto
bíblico explicado, ilustrado y  aplicado. Se compone de las  ideas principales, llamadas
divisiones y su exposición mediante las subdivisiones.

1. LAS DIVISIONES PRINCIPALES
Son las ideas principales del  sermón, las cuales emanan de la  proposición, a través de la
Oración de Transición que responde a la  Interrogante Sermonaria. En este procedimiento
resulta fundamental la palabra clave de la Oración de Transición, pues ella determinará la
naturaleza de las divisiones. Para una mejor comprensión se presenta a continuación un
ejemplo.

•  Tema: Los resultados de la Justificación por la fe.
•  Texto: Romanos 5:1-5
•  Propósito General: Devocional
•  Propósito Específico: Motivar a los hermanos a valorar los resultados de la Justificación
por la fe en sus vidas.
•  Proposición: La justificación por la fe produce  resultados  en la vida del creyente.
(palabra clave: “resultados”)
•  Interrogante Sermonaria: ¿Cuáles son los resultados que produce la justificación por la fe
en la vida del creyente?
•  Oración de Transición: La justificación por la fe produce cuatro resultados en la vida del
creyente.
•  Divisiones:

I.  El Creyente justificado tiene paz con Dios (5:1)
II.  El Creyente justificado tiene entrada a la gracia (5:2a)
III.  El Creyente justificado tiene esperanza (5:2b)
IV.  El Creyente justificado tiene paciencia (5:3)

Como ya se ha dicho más arriba, la proposición, la interrogante sermonaria y la oración de
transición son los elementos que determinan las divisiones principales. En el ejemplo, la
proposición consistía en una afirmación: “La justificación por la fe produce resultados en la
vida del creyente”. A esta declaración se le hace la pregunta: ¿Cuáles son los resultados que
produce la justificación por la fe en la vida del creyente?, la cual es la interrogante
sermonaria. Por último se responde la interrogante con la oración de transición: La
justificación por la fe produce cuatro  resultados  en la vida del creyente. Ya que la palabra
clave es  resultados, entonces cada una de las divisiones debe ser un “resultado” de la
justificación por la fe. Por otra parte, el hecho de que se mencionen cuatro resultados se
deriva del análisis del texto, el cual arrojó cuatro conceptos (resultados de la justificación).

Para que la redacción de las  divisiones sea más óptima, vale la pena seguir algunas
recomendaciones. En primer lugar deben ser relevantes y claras. O sea, no es correcto
elaborar divisiones que no estén  justificadas en el texto bíblico, ni tampoco divisiones muy
complejas, que dificulten la comprensión del mensaje. En  segundo lugar, las divisiones
deben ser simétricas y progresivas. Por simetría se entiende que deben ser similares, en
cuanto a extensión, contenido  y formulación. Por otro lado  cuando se exige progresión, se
espera que las divisiones sigan una secuencia  lógica: cronología, grado de importancia,
complejidad, desde lo general a lo particular u otra forma  de presentación. En tercer lugar,
las divisiones deben procurar presentarse de la forma más variada posible. Por ejemplo, a
través del tradicional “en primer lugar”...  “en segundo lugar”...; otra manera de presentar las
divisiones es acudiendo cada vez a la proposición o a la interrogante sermonaria y
responderla mediante la respectiva división, etc.

2. LAS SUBDIVISIONES

Una vez formuladas las Divisiones Principales y organizadas en la secuencia más adecuada,
se debe proceder a desarrollaras una por una. El contenido de las subdivisiones recibe el
nombre de subdivisiones. Tradicionalmente se ha señalado que las subdivisiones deben ser
cuatro. La primera de ellas ofrece una explicación de la división. En ella se ofrecen
elementos aportados por la interpretación del pasaje, aclaraciones teológicas u otros
contenidos relevantes. La segunda subdivisión consiste en una ilustración de la división en
desarrollo. Estas ilustraciones pueden ser bíblicas o extrabíblicas y tienen el propósito de
iluminar o aclarar la explicación de la división. Una tercera subdivisión consiste en aplicar la
verdad o principio contenido en la división al auditorio. En la aplicación se debe tener mucho
cuidado de no sacar la verdad bíblica de su contexto. La última división, como
tradicionalmente se enseñan, tiene el propósito de realizar una exhortación a los oyentes,
fundamentada en la verdad que se acaba de exponer y que resulte atingente a la realidad y
necesidad particular de la congregación. 

Un ejemplo tomado de la primera de las divisiones del caso antes tratado, podrá ayudar a
aclarar el procedimiento que se acaba de explicar:

I.  El Creyente justificado tiene paz con Dios (5:1)
A.  Explicación: 
El apóstol Pablo les señala a los hermanos de Roma que al recibir la justificación por la fe en Cristo, se recibe paz para con Dios. Para ello emplea la palabra griega eirene. Con ella se da a entender que la relación rota entre Dios y el hombre, producto del pecado, se restablece a través de la paz con Dios, que produce la justificación por la fe.

B.  Ilustración:
Faltando pocos minutos para que la sentencia de morir en la silla eléctrica se
cumpliera para Bill, el caso del asesinato tuvo un vuelco inesperado. Uno de
los implicados confesó ser el culpable,  y con ello se dejaba en claro que Bill
era solamente un cómplice. El terror de la muerte dejó al arrepentido Bill, y
por primera vez en tres años tuvo paz en su alma.

C.  Aplicación:
De manera similar a Bill, el condenado,  la sombra de la muerte eterna
golpeaba nuestros corazones. La culpa de nuestro pecado nos enemistaba
con Dios y eso solo podía provocar su justo juicio en nuestra contra. Sin
embargo, al aceptar por la fe al Señor Jesucristo, su justicia fue ofrecida
gratuitamente por nosotros, la sentencia recayó sobre él, y no siendo
culpable, sino inocente, murió por nosotros. En aquella cruz se cumplió la
profecía de Isaías: “el castigo de nuestra paz fue sobre él”

D.  Exhortación:
Abandonemos toda angustia, preocupación e intranquilidad. Si la justicia de
Cristo nos ha cubierto, hoy podemos disfrutar de la tan anhelada paz.

Sin perjuicio de lo anterior,  cabe señalar que esta no es la única forma de desarrollar las
subdivisiones. A continuación se señalan algunas técnicas para fabricar las subdivisiones.

1)  Subdivisiones Interrogativas. 
En este caso el predicador puede efectuar preguntas a la División, las cuales se
responden a través del texto. Cada pregunta y su respuesta constituyen una subdivisión.

2)  Subdivisiones Expositivas.
Estas subdivisiones se construyen mediante definiciones, explicaciones, negaciones u
otra manera de exponer la división.

3)  Subdivisiones Argumentativas.
Muy similares a las anteriores, las subdivisiones argumentativas emplean razonamientos
que procuran demostrar la verdad considerada en la división, esta clase de subdivisiones
se prestan para los sermones con valor apologético o evangelístico. Los testimonios o experiencias son excelentes formas de argumentación.

4)  Subdivisiones Narrativas.
Son aquellas que se utilizan cuando la división consiste en describir un episodio histórico,
cronológico o biográfico. La secuencialidad dependerá del contenido del mensaje.

Vale la pena recordar que las subdivisiones no se anuncian como ocurre con las divisiones
principales. Deben ser breves y concisas. Han de estar interconectadas. Y deben procurar
educar el intelecto, inflamar las emociones y motivar a la voluntad del oyente, de tal manera
que la persona integralmente se vea afectada por la Palabra de Dios. Para ello, su contenido
debe ser cristocéntrico e impartido bajo la unción del Espíritu Santo.

CAPÍTULO 4:
EL COMIENZO Y EL FINAL DEL SERMON

Los últimos procedimientos que completan la construcción de un sermón lo constituyen la
Conclusión y la Introducción respectivamente.  Ello se deja para el  final, ya que a estas
alturas recién el predicador tiene absoluta claridad en cuanto a cual será su mensaje.

1. LA CONCLUSIÓN
Es el broche final del sermón. No es el  momento para repetir todo lo que se ha dicho
anteriormente, ni para volver sobre puntos ya tratados. Es el tiempo para remarcar las
verdades esenciales, para intencionar el propósito específico del sermón o para apelar a las
decisiones y responsabilidad de la audiencia. Nunca se debe anunciar la Conclusión, ya que
de lo contrario se pierde el impacto del mensaje. La finalización del sermón debe producirse
naturalmente.

Existen varias maneras de concluir un sermón. La más común es la recapitulación. Ella
consiste en reiterar brevemente la enunciación de las divisiones principales, contextualizadas
en la proposición. Otra manera de concluir es efectuando una gran aplicación o exhortación
final de las verdades abordadas en el sermón.  También se puede finalizar a través de una
ilustración. 

Es necesario enfatizar que la Conclusión debe ser breve y solemne. Por lo general precede a
una oración congregacional, una invitación a la consagración o a una invitación evangelística
para aceptar a Jesucristo como señor y Salvador personal.

2. LA INTRODUCCIÓN

Esta importante parte del Sermón es la última en prepararse. Sin embargo, no por ello debe
ser menos relevante. Por el contrario. Con la Introducción el predicador despierta el interés
de su público. Basta pensar durante un momento. Si en una iglesia asisten 120 personas. Al
momento de iniciar el sermón hay 120 ideas diferentes en cada cabeza. La introducción, por
lo tanto deberá ser lo suficientemente motivadora para que aquellas 120 almas se coordinen
y se entusiasmen con la propuesta del heraldo del Señor.

Por lo antes expuesto, la introducción debe ser elaborada con esmero y dedicación. Debe
ser breve, interesante, motivadora y desafiante. Puede o no contener algo de humor, todo
dependerá del ambiente previo al sermón. Se puede elaborar mediante una cita célebre, una
anécdota, una ilustración bíblica o extrabíblica, una noticia, un suceso histórico o
simplemente a través de la contextualización histórica, cultural, teológica, filosófica, social,
espiritual o emocional del pasaje que se expondrá.

III. SEGUNDA PARTE: EL SERMÓN PREDICADO

En la segunda parte de estos apuntes, se explicarán brevemente algunas cuestiones
prácticas que se deben considerar al momento de exponer el sermón que ya se ha logrado
bosquejar en la parte anterior.
 
CAPÍTULO 5:
TIPOS DE SERMONES

La mayoría de los consejos tratados anteriormente pueden aplicarse en mejor medida a los
sermones expositivos. Sin embargo existen varias clases de sermones. Sin profundizar en
sus cualidades particulares, se considerarán a continuación algunos de ellos.

1.  La Homilía: Consiste en la lectura de un texto bíblico y su libre análisis. Este análisis
puede ser teológico, pastoral, devocional, etc.

2.  El sermón textual: Es aquel cuyas divisiones se extraen directamente del texto. Admás
en cuanto a su exposición generalmente sigue la misma secuencia del texto bíblico.

3.  El sermón Temático: Son aquellos en los que se propone un tema de discusión, el cual
no necesariamente surge de un pasaje bíblico en particular. Sin embargo las divisiones
se extraen de diferentes pasajes de la escritura. Para ello es fundamental efectuar una
adecuada exégesis de cada porción considerada.

4.  El sermón Expositivo: es aquél que explica y aplica adecuadamente las ideas contenidas
en un párrafo bíblico que posee unidad temática. Nace de la rigurosa interpretación del
pasaje bajo estudio y no puede ser escindido del libro bíblico del cual proviene el texto.

5.  El Sermón Doctrinal: Es aquel que expone una o más doctrinas bíblicas. La teología es
una ayuda excepcional para la elaboración de estos sermones.

6.  El Sermón Evangelistico: Es aquél mediante el cual se procura la conversión de los
oyentes inconersos.

7.   El sermón Devocional: Es uno de los más  comunes y procura motivar la comunión,
adoración y acercamiento espiritual del  creyente hacia Dios. En esta clase de
predicación, se enfatiza la espiritualidad de la vida cristiana.

8.  El sermón Ético o Moral: Es aquel a través del cual se abordan temas que advierten,
denuncian o increpan conductas o prácticas relacionadas con la moralidad cristiana.

9.  El sermón de Aliento: es aquel que procura animar a los oyentes en medio de situaciones
problemáticas o dolorosas.

10. El sermón Analógico: es aquel que se elabora mediante la comparación, metáfora o símil
entre una figura y una realidad. Por ejemplo, “Los creyentes son  la sal de la tierra”. En
este sermón las divisiones consistirán en explicar los puntos de comparación entre el
creyente y la sal.

11. El sermón Histórico: Es aquél  que describe una o varias épocas de la historia, con el
propósito de realizar ciertas inferencias de ellas.

12. El Sermón Biográfico: Es aquel que estudia a un personaje Bíblico para extraer lecciones
de su vida.

13. El sermón Conmemorativo: Es aquel que se predica en ocasiones o celebraciones
especiales: Día de la Madre, Navidad, Semana Santa, etc.

CAPÍTULO 5:
COMPETENCIAS BÁSICAS DEL PREDICADOR

¿Cómo debe ser un predicador? Muchos expertos en Homilética ofrecen recetas para
modelar lo que en su opinión  es un predicador ideal. Sin embargo se puede afirmar que la
principal cualidad de un expositor de la Palabra de Dios,  es que haya sido llamado por el
Todopoderoso para tal comisión. En la Biblia  hay tantos predicadores, como personajes
llamados por el Señor para pregonar su verdad. Los hay intelectuales y poco cultos; ricos y
pobres; elocuentes y serenos; se encuentran valientes y cobardes, pero todos ellos fueron
convocados divinamente para tal misión. 

Con esta dificultad, resulta más sencillo apreciar al más grande de todos los predicadores y
extraer de él sus cualidades y competencias básicas, para tratar de desarrollarlas
personalmente. A continuación el Decálogo del Predicador llamado por Dios.

1.  Jesucristo era un estudioso de la Palabra. Hasta a su adversario principal lo combatió
con una formidable habilidad para memorizar y aplicar adecuadamente las Sagradas
Escrituras.

2.  Jesucristo estaba familiarizado con su audiencia. El buen predicador debe conocer,
comprender y empatizar con su auditorio si desea que su mensaje sea bien recibido.

3.  Jesucristo empleaba imágenes  y explicaciones sencillas para enseñar verdades
profundas. Más valen dos gramos de humilde  sencillez que toneladas de retórica y
oratoria vanagloriosa.

4.  Jesucristo involucraba toda su integridad  al predicar. Lloraba, se emocionaba, se
enojaba, en fin se hacía uno de ellos.

5.  Jesucristo exaltaba a su Padre al predicar. El predicador que ha sido llamado por Dios
nunca buscará la fama, ni el dinero, ni siquiera el más mínimo  reconocimiento, pues
estará demasiado ocupado procurando exaltar a su Señor.

6.  Jesucristo predicaba acompañado de la poderosa manifestación del Espíritu Santo. Si el
sermón carece de unción y amor genuino, son solamente palabras.

7.  Jesucristo predicaba con un equipo, al que  capacitaba constantemente. Un predicador
individualista no honra al Señor.

8.  Jesucristo predicaba sin desalentarse, a pesar del constante rechazo. Un verdadero predicador debe ser siempre persistente.

9.  Jesucristo predicaba sin distinción de personas, incluso les predicaba a sus enemigos.

10. Jesucristo predicaba con tal compromiso  que llegó a morir por su mensaje. Los
predicadores que Dios llama, no transan su mensaje por nada de este mundo vil y perverso, antes darían su vida como Esteban, Policarpo, Juan Hus y tantos otros anónimos mártires.

IV. CONCLUSIÓN

Las palabras finales de este sencillo apunte son una especie de compromiso. En el tiempo
que terminan de escribirse estas notas, Septiembre del 2002, la situación del cristianismo
evangélico chileno es preocupante. La herejía del evangelio de la prosperidad ha infectado a
la mayoría de los medios de comunicación  de nuestras iglesias.  La cantidad de misioneros
que envía este país al extranjero es vergonzosa. El contenido vacío, personalista,
autorreferente y mediocre de las prédicas que salen a la luz pública es deplorable. La apatía
por servir al Señor, provoca pereza.

Tanto se criticó a los viejos pastores y sus testimonios gastados. Con exacerbada ironía se
ridiculizó a los predicadores callejeros que por poco logran hacer de Chile un país cristiano,
si no fuera por la llegada de los empresarios de la religión, quienes convencieron a nuestros
evangélicos que tenían que ser millonarios, que sus iglesias debían ofrecer un show en vez
de liturgias de adoración. Todo a  través de un tergiversado “pacto”, cargado de avaricia y
envidia.

¡Ya basta! Es hora de llenar nuestros púlpitos con verdaderos hombres y mujeres llamados
por Dios. Aunque haya que sacarlos de detrás de las majadas. Aunque sea necesario
derrocar a los principescos mercenarios del discurso concupiscente y de la adoración a
mamón. Es tiempo de predicar la palabra. Es hora de glorificar a Cristo. 

Si a usted, que se ha dado el trabajo de leer estas notas le late el corazón tan fuertemente
como al autor de este folleto, siéntase invitado o invitada a acceder al llamado de predicar la
gloriosa y eterna Palabra de Dios.
 
V. PLAN DE CURSO SEMINARIO DE PREDICADORES

OBJETIVOS
A. Conocimientos:
1.  Conocer los elementos básicos de la Homilética.
2.  Identificar los elementos de un Bosquejo Homilético.
3.  Reconocer las etapas de una Exégesis Básica.

B. Actitudes:
1.  Valorar el Ministerio de la Predicación.
2.  Sentir una mayor responsabilidad por predicar con excelencia.
3.  Manifestar un genuino amor y compromiso con la Palabra de Dios.

C. Habilidades:
1.  Estar en condiciones de elaborar y exponer un Sermón homiléticamente elaborado.
2.   Efectuar exégesis básicas para elaborar bosquejos homiléticos.
3.  Transmitir los conocimientos adquiridos a los predicadores de la Iglesia local.

REQUISITOS
  1.  Estudio a conciencia del libro de texto.
  2.  Entregar puntualmente las tareas asignadas.
  3.  Asistir puntualmente a las clases.
  4.  Participación activa en clase.
  5.  Cumplir satisfactoriamente las Evaluaciones Generales.


SISTEMA DE CALIFICACIONES
 1. Tareas      50%
 2. Evaluaciones Generales    40%
 3.  Participación            5%
 4. Asistencia y puntualidad     5%
PARCELACION DE LA MATERIA


SESIÓN  CONTENIDO  ACTIVIDAD PREVIA
A LA CLASE
TAREA A
ENTREGAR
1.    Introducción; La Homilética y el Bosquejo.  Lectura del Plan de
curso
Lectura de las Notas: 
pp. 2-7


2.    El Propósito – El Texto – El Asunto  - El Tema.  Lectura de las Notas:
pp. 7-13

Tarea 1
3.    La Proposición.  Lectura de las notas:
pp. 14-16

4.    Las Divisiones Principales – Las Subdivisiones  Lectura de las Notas:
pp.17-20

Tarea 2
5.    La Conclusión y la Introducción. 
Examen A
Lectura de las Notas:
p.21
Estudiar para el Examen


Examen 
6.    Tipos de Sermones – Competencias Básicas del
Predicador
Lectura de las Notas:
pp. 22-26
Prepararse para
Predicar

Tarea 3: Un
Bosquejo
Completo
7.    Ceremonia de Certificación

VI. TAREAS

En una hoja a parte desarrolle los ejercicios, sin olvidar escribir su nombre completo, edad y
actividad que realiza en su iglesia. Debe entregar cada tarea en la sesión correspondiente,
antes de comenzar la clase.

TAREA 1 (Para ser entregada en la sesión N° 2)
I.  RESPONDA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS.
1.  ¿Qué importancia tiene para usted la Predicación?
2.  ¿Cómo se define en el libro la Homilética?
3.  ¿Qué espera usted de este Seminario?

II.  DESARROLLE LOS SIGUIENTES EJERCICIOS
1.  Estudie el capítulo 1 del Evangelio según San Juan, luego extraiga el asunto
de este pasaje, escoja un Tema y defina el Propósito para el sermón.


TAREA 2 (Para ser entregada en la sesión N° 4)
I.  Redacte una Proposición Interrogativa  y una Proposición de Deber para el
Bosquejo que comenzó a desarrollar en la Tarea anterior. Luego para cada una
de las proposiciones escriba las divisiones correspondientes.



TAREA 3 (Para ser entregada en la sesión N° 6)
I.  Escoja uno de los Bosquejos que elaboró  en la Tarea anterior y complételo.
Escriba las subdivisiones, la Conclusión y la Introducción. No olvide escoger una
buena ilustración en cada división.

II.  Elabore un bosquejo completo de un pasaje bíblico a su elección.

VII. BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA Y SUGERIDA

Anderson, Justo.   Manual de Homilética para laicos.  (Buenos Aires:  Junta Bautista de
Publicaciones, 1973).

Bluthardt, Manfred.  Homilética 1.  Guía para maestros y alumnos.  (Viña del Mar:  Departamento de
educación, 1984)

Broadus, Juan A.  Tratado sobre la predicación.  (El Paso; Casa Bautista de publicaciones, 1985).

Costas, Orlando.  Comunicación por medio de la predicación.  (Miami:  Editorial Caribe, 1982).

Crane, James.  El Sermón Eficaz.  (El Paso:  Casa Bautista de Publicaciones, 1971).

Liefeld, Walter L., Cómo predicar expositivamente, (Deerfield Florid: Editoril Vida, 1990)

Martínez, José.  Ministros de Jesucristo.  Ministerio y Homilética.  Tomo XI.  Volumen 1.  (Barcelona: 
Editorial Clie, 1977).

Perry,  Lloyd.  Predicación Bíblica para el mundo actual.  (Miami: Editorial Vida, 1986).

Rodríguez, Rafael A.  Homilética Simplificada.  (Barcelona:  Editorial Clie, 1983).

Spurgeon, Carlos.  Discurso a mis estudiantes.  (El Paso:  Casa Bautista de Publicaciones, 1950).

Vila, Samuel.  Manual de Homilética.  (Barcelona:  Editorial Clie, 1984).

White, Douglas.  Predicación expositiva.  (El Paso:  Casa Bautista de Publicaciones, 1980).

Woodworth, Floyd.  La Escalera de la Predicación.  (Miami:  Editorial Vida, 1974).
 

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