sábado, 27 de octubre de 2012

Levítico; Leyes, reglas para cumplirse o castigo justo


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LA PREOCUPACIÓN DE DIOS POR SU PUEBLO Y SU DESEO DE TENER comunión con ellos se hace más y más evidente para quien lee cuidadosamente el libro de Levítico. 
 
Cada regla con s us detalles que se registra en Levítico es una revelación de Dios por medio de Moisés para su pueblo. Con estas leyes, Dios instruyó personalmente a los israelitas sobre el modo de vivir delante de él. Los lectores cristianos a veces se pierden en todas las reglas que rigen los diversos tipos de sacrificios, lo que es limpio o inmundo, quién podía ser elegido para ser sacerdote, y así sucesivamente. Sin embargo, cuando estos detalles se ponen en el contexto del deseo de Dios de tener comunión con los israelitas y vivir con ellos, la Ley, aparentemente «muerta» adquiere una nueva vida. El nombre del libro proviene del nombre de la tribu de Leví, la tribu que dio los sacerdotes a Israel. Levítico dirige muchas de las actividades de los sacerdotes. 
 
Da extensas instrucciones para el sistema de sacrificios expiatorios de las impurezas ceremoniales y morales. Sin embargo, Levítico no es sólo un manual sacerdotal. Se dirige a toda la comunidad israelita, con dos propósitos por lo menos: (1) que el pueblo conozca y valorice sus privilegios y responsabilidades delante de Dios; y (2) que los sacerdotes no adquieran un poder opresivo sobre el pueblo con el monopolio del conocimiento sobre el modo de acercarse a Dios.

El propósito de Levítico era mostrar a los israelitas que podían vivir en pureza moral y ritual. Cuando conservaban su pureza, Dios podía vivir en medio de ellos y ellos podían acercársele en la adoración. Muchos de los sacrificios descritos en Levítico se requerían para la expiación de los pecados. Por otra parte, los sacrificios voluntarios llevaban al pueblo a tener comunión con Dios y a regocijarse en Él, con sus familias y otras personas.

Las instrucciones de Levítico no fueron dadas a los israelitas para ayudarles a lograr su salvación. La salvación no se puede ganar. Siempre es un don de la gracia de Dios que se recibe por la fe. Estas instrucciones fueron dadas a una nación redimida para que sus miembros supieran cómo mantener su comunión con Dios.

Las distinciones entre limpio e inmundo y las diversas leyes para una vida santa promovían el bienestar de los israelitas y los señalaban como un pueblo apartado para Dios. El testimonio de Israel sobre la santidad de Dios y su notable bienestar como resultado de una vida santa delante de Dios demostraba vívidamente a sus vecinos el poder de Dios y su preocupación por su pueblo. 
 
La orden que se encuentra primero en Levítico 11.44 y muchas veces después, expresa el propósito de las leyes: «Seréis santos, porque yo soy santo».Hay que conservar la santidad delante de Dios, y la santidad sólo puede lograrse por medio de una adecuada expiación. Vistos en forma correcta, estos conceptos, sacrificios y reglas describen en muchas formas la persona y obra de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo.

Los cristianos modernos pueden aprender mucho de Levítico. Algunas de esas lecciones son: la santidad de Dios, la necesidad de una vida santa, el gran costo de la expiación y el perdón, el privilegio y la responsabilidad de ofrecer sólo lo mejor de nosotros a Dios, la generosidad de Dios que permite que su pueblo sea generoso. 
 
Levítico revela la santidad de Dios y su amor por su pueblo de un modo que no se encuentra en otro lugar en la Biblia. Finalmente, Levítico llama al pueblo de Dios de todas las épocas a la gran aventura de modelar la vida según los santos propósitos de Dios. La tradición judía y cristiana consideran a Moisés como el autor de Levítico. Después de liberar a Israel de Egipto, Dios reveló su pacto a Moisés en el Monte Sinaí. Cuando entró en la relación de pacto con los israelitas, Dios los transformó de ser una banda de esclavos refugiados en una nación. 
 
Levítico registra con gran extensión el contenido de ese pacto. Si Moisés, o un escriba que actuó como su secretario, escribió la revelación de Dios cuando la dio, Levítico fue compuesto hacia el año 1440 a.C. o poco después de 1290 a.C., dependiendo de la fecha fijada para el éxodo.

La crítica bíblica de fines del siglo diecinueve atacó la fecha y autoría tradicional de Levítico. Según esos estudiosos, que aún tienen influencia, Levítico fue escrito mucho después, durante el período posterior al éxodo. Esto sería en una fecha después del 530 a.C. Sin embargo, durante el último siglo nuestro entendimiento de la historia, los idiomas, culturas y religiones del antiguo Cercano Oriente, incluido Israel, han avanzado mucho. Muchas de las premisas sobre las que se basaba la fecha tardía de Levítico han sido desvirtuadas y se consideran no fidedignas.

Aunque Levítico mismo no dice haber sido escrito por Moisés, veinte de los veintisiete capítulos comienzan: «Habló Jehová a Moisés» o alguna variante de esa oración. Además, la frase aparece en otros catorce lugares en el libro. La intención es señalar que esta es la Palabra de Dios dada por medio de Moisés en el Monte Sinaí. 
 
Como en el resto del Pentateuco, después pudo haber algo de actividad editorial. El material pudo ser ordenado por alguien distinto de Moisés, aunque Moisés mismo tenía la capacidad de hacerlo en mejor forma que cualquiera otro. El punto importante es que Levítico es lo que dice ser, una serie de revelaciones de Dios acerca de cómo el pueblo de Dios puede acercarse a Él por medio de los sacrificios y honrarle con una vida santa.

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