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Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 29MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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Lección Página
1 Adán y Eva-La Primera Pareja
1 Adán y Eva-La Primera Pareja
2 Noé y el Diluvio
3 Abram-Llamamiento y Promesa
4 Abraham-Pacto y Patriarcado
5 Isaac-Patriarca Pacífico
6 “A Jacob Amé”
7 José-Despreciado pero Escogido
4 Abraham-Pacto y Patriarcado
5 Isaac-Patriarca Pacífico
6 “A Jacob Amé”
7 José-Despreciado pero Escogido
8 Job-Prosperidad y Prueba
9 Job-Incomprensión
9 Job-Incomprensión
10 Job-Vindicación
Bibliografía
Bibliografía
En los albores del pueblo judío, la organización de una familia (no olvidemos que el pueblo judío surgió de una familia) tenía en la cúspide al patriarca de familia, quien era líder y señor de todo el patrimonio, además era quien tomaba las decisiones más importantes.
El primer patriarca hebreo fue Abraham, quien por mandato de Dios salió de su parentela para la tierra que Dios le mostraría, y como promesa, haría de él una gran nación, cuya esposa fue Sara y de la cual nació Isaac, el segundo patriarca, a su vez, Isaac tuvo dos hjos, Jacob y Esaú. Jacob fue el elegido de Dios para cumplir la promesa que le había hecho a Abraham, quien quitando la progenitura a su hermano, huyó a la tierra de su madre Rebeca, donde conoció a las que serían sus dos esposas, Lea, y Raquel, hijas de su tío Labán, quien además dio con sus hijas a sus siervas Zilpa y Bilha, como criadas de Lea y Raquel, respectivamente.
Jacob (quien, al luchar con Dios, éste le puso de nombre Israel, que significa "Él lucha con Dios") tuvo con su mujer Lea a los siguientes hijos: el primero fue Rubén, que signica "Ved, un hijo", el segundo fue Simeón (heb. shama, esto es oir). El tercer hijo fue Leví (heb. lawah, que significa "unión"). El cuarto hijo de Lia fue Judá (heb. hodah, "alabar"), y dejó de dar a luz.
Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Israel: Dame hijos, o si no, me muero. Por lo que dio a su sierva Bilha a Jacob por mujer, y quien concibió a: Dan ("El (Dios), juzgó), Neftalí (heb. niftal, "contendido").
Viendo Lia que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa, su sierva y la dio a Israel por mujer, de la cual nacieron: Gad ("fortuna"), Aser ("feliz").
De nuevo, Lia volvió a dar hijos a Jacob, quien durmió con ella porque le dio a su hermana Raquel unas mandrágoras, que había tomado su hijo Rubén. Así, pues, dio a luz Lia a Isacar, (heb. sakar, "recompensa"), a Zabulón (heb. zabal, "morar"). Después dio a luz una hija y le puso por nombre Dina.
Finalmente, como dicen las Escrituras, Dios se acordó de Raquel, y dio a luz dos hijos: a José (esto es, "Él añde") y a Benoni ("hijo de mi tristeza, pues al nacer, murió Raquel), a quien Jacob cambió el nombre a Benjamín ("Hijo de mi mano derecha).
En el campo de los estudios bíblicos, existen cinco libros que normalmente son incluidos bajo el título de “literatura de sabiduría” o “los libros poéticos del Antiguo Testamento”. Estos son los libros de Proverbios, Salmos, Eclesiastés, Cantares de Salomón, y Job. De estos cinco libros, hay uno que sobresale, manifestando diferencias significativas respecto a los otros cuatro. Ése es el libro de Job. La sabiduría que se encuentra en el libro de Job no es comunicada en forma de proverbio. Más bien, el libro de Job trata las cuestiones de la sabiduría en el contexto de una narrativa que trata la profunda angustia y el dolor insoportable de Job. El escenario de esta narrativa es el tiempo de los patriarcas. Se han levantado preguntas acerca de la intención autorial de este libro, en cuanto a si estaba destinado a ser una narración histórica de un individuo real o si su estructura básica es aquella de un drama con un prólogo, incluyendo una escena de apertura en el cielo, conteniendo un discurso entre Dios y Satanás, y moviéndose de una forma gradual al epílogo, en el que son repuestas las profundas pérdidas sufridas por Job durante sus pruebas.
En cualquier caso, en el corazón del mensaje del libro de Job está la sabiduría respecto a la respuesta a la pregunta de cómo Dios está involucrado en el problema del sufrimiento humano. En cada generación protestas son levantadas diciendo que si Dios es bueno, entonces no debería haber dolor, ni sufrimiento o muerte en este mundo. Junto con estas protestas contra cosas malas que le suceden a gente buena, también han habido intentos de crear un cálculo de dolor, por el cual se asume que el umbral de sufrimiento en un individuo es directamente proporcional al grado de su culpa o del pecado que ha cometido.
Una respuesta rápida a esto es hallada en el capitulo noveno de Juan, donde Jesús responde a la pregunta de los discípulos acerca del origen del sufrimiento del hombre ciego de nacimiento.
En el libro de Job, el personaje es descrito como un hombre justo, de hecho el hombre más justo que se puede encontrar en la tierra, pero a quien Satanás afirma que él es justo únicamente para recibir bendiciones de la mano de Dios. Dios ha puesto un cerco alrededor de él y lo ha bendecido más que al resto de los mortales, y como resultado el Diablo acusa a Job de servir a Dios solo por la generosa retribución que recibe de su Hacedor. El reto viene del malvado, a que Dios quite el cerco de protección y compruebe si Job empezará entonces a maldecir a Dios. A medida que la historia se desarrolla, el sufrimiento de Job va en una rápida progresión de mal a peor. Su sufrimiento es tan intenso que él se encuentra a si mismo sentado en un montón de estiércol, maldiciendo el día que nació, y gritando a los cuatro vientos su dolor incesante. Su sufrimiento es tan grande que incluso su esposa le aconseja que maldiga a Dios, para que se pueda morir y ser aliviado de su agonía. Lo que se desarrolla mas adelante en la historia es el consejo dado a Job por los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar. Su testimonio muestra cuán hueca y superficial es su lealtad por Job, y lo presuntuosos que son al asumir que la innombrable miseria de Job se debe a una degeneración radical en carácter de Job. El consejo a Job alcanza un nivel más alto con algunas consideraciones profundas de Eliú. Eliú da varios discursos que tienen muchos elementos de sabiduría bíblica. Pero la sabiduría final que se encuentra en este gran libro no viene de los amigos de Job ni de Eliú, sino de Dios mismo. Cuando Job demanda una respuesta de Dios, Dios le responde con esta reprensión, “¿Quién es este que oscurece los consejos con palabras sin conocimiento? Vístete para la acción como un hombre; Yo te preguntaré, y tú me harás saber” (Job 38:1–3). Lo que sigue a esta reprensión es la interrogación más intensa al que un hombre ha sido llevado por el Creador. A primera vista casi parece que Dios está provocando a Job, tanto que Él dice, “¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? (v. 4). Dios levanta pregunta tras pegunta de esta manera. ¿Puedes atar las cadenas de las Pléyades? ¿O aflojar el cinturón de Orión? ¿Puedes conducir a los Mazzaroth en su temporada, o puedes guiar la Osa con sus hijos?” (v. 31–32). Obviamente, la respuesta a estas preguntas retóricas que vienen con la rapidez de una ametralladora es siempre, “No, no, no.” Dios machaca en la inferioridad y subordinación de Job con Su interrogatorio. Dios continua con pregunta tras pregunta acerca de la habilidad de hacer cosas que Job no puede hacer pero que Dios claramente puede hacerlas.
En el capítulo 40, Dios finalmente le dice a Job, “¿Debería un criticón luchar contra el Todopoderoso? Él que reprende a Dios, responda a esto” (v. 2). Ahora, la respuesta de Job no es de demanda desafiante de respuestas a su miseria. Más bien dice, “He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.” (v. 4–5). Y una vez más Dios prosigue la interrogación y va aún más profundo en el fuego rápido de la interrogación que muestra el contraste abrumador entre el poder de Dios, quien es conocido en Job como El Shaddai, y contrastante la impotencia de Job. Finalmente, Job confiesa que esas cosas eran demasiado maravillosas. Él dice, “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (42:5–6).
Lo que se debe notar en este drama, es que Dios nunca responde directamente a las preguntas de Job. No dice, “Job, la razón por la que has sufrido es esta o aquella”. Más bien, los que Dios hace en el misterio de la iniquidad de un sufrimiento tan profundo, es que Él responde a Job con Sí mismo. Esta es la sabiduría que responde a la pregunta del sufrimiento — no la respuesta de porqué tengo que sufrir de un modo particular, en un momento particular, y en una circunstancia particular, sino dónde descansa mi esperanza en medio del sufrimiento.
La respuesta a esto proviene claramente de la sabiduría del libro de Job, que concuerda con las demás premisas de la literatura de sabiduría: el temor del Señor, la asombro y la reverencia ante Dios, es el principio de la sabiduría. Y cuando estamos perplejos y confundidos por cosas de este mundo que no podemos entender, no buscamos respuestas específicas a preguntas específicas, sino que buscamos conocer a Dios en Su santidad, en Su rectitud, en Su justicia, y en Su misericordia. He aquí la sabiduría que se encuentra en el libro de Job.
En el campo de los estudios bíblicos, existen cinco libros que normalmente son incluidos bajo el título de “literatura de sabiduría” o “los libros poéticos del Antiguo Testamento”. Estos son los libros de Proverbios, Salmos, Eclesiastés, Cantares de Salomón, y Job. De estos cinco libros, hay uno que sobresale, manifestando diferencias significativas respecto a los otros cuatro. Ése es el libro de Job. La sabiduría que se encuentra en el libro de Job no es comunicada en forma de proverbio. Más bien, el libro de Job trata las cuestiones de la sabiduría en el contexto de una narrativa que trata la profunda angustia y el dolor insoportable de Job. El escenario de esta narrativa es el tiempo de los patriarcas. Se han levantado preguntas acerca de la intención autorial de este libro, en cuanto a si estaba destinado a ser una narración histórica de un individuo real o si su estructura básica es aquella de un drama con un prólogo, incluyendo una escena de apertura en el cielo, conteniendo un discurso entre Dios y Satanás, y moviéndose de una forma gradual al epílogo, en el que son repuestas las profundas pérdidas sufridas por Job durante sus pruebas.
En cualquier caso, en el corazón del mensaje del libro de Job está la sabiduría respecto a la respuesta a la pregunta de cómo Dios está involucrado en el problema del sufrimiento humano. En cada generación protestas son levantadas diciendo que si Dios es bueno, entonces no debería haber dolor, ni sufrimiento o muerte en este mundo. Junto con estas protestas contra cosas malas que le suceden a gente buena, también han habido intentos de crear un cálculo de dolor, por el cual se asume que el umbral de sufrimiento en un individuo es directamente proporcional al grado de su culpa o del pecado que ha cometido.
Una respuesta rápida a esto es hallada en el capitulo noveno de Juan, donde Jesús responde a la pregunta de los discípulos acerca del origen del sufrimiento del hombre ciego de nacimiento.
En el libro de Job, el personaje es descrito como un hombre justo, de hecho el hombre más justo que se puede encontrar en la tierra, pero a quien Satanás afirma que él es justo únicamente para recibir bendiciones de la mano de Dios. Dios ha puesto un cerco alrededor de él y lo ha bendecido más que al resto de los mortales, y como resultado el Diablo acusa a Job de servir a Dios solo por la generosa retribución que recibe de su Hacedor. El reto viene del malvado, a que Dios quite el cerco de protección y compruebe si Job empezará entonces a maldecir a Dios. A medida que la historia se desarrolla, el sufrimiento de Job va en una rápida progresión de mal a peor. Su sufrimiento es tan intenso que él se encuentra a si mismo sentado en un montón de estiércol, maldiciendo el día que nació, y gritando a los cuatro vientos su dolor incesante. Su sufrimiento es tan grande que incluso su esposa le aconseja que maldiga a Dios, para que se pueda morir y ser aliviado de su agonía. Lo que se desarrolla mas adelante en la historia es el consejo dado a Job por los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar. Su testimonio muestra cuán hueca y superficial es su lealtad por Job, y lo presuntuosos que son al asumir que la innombrable miseria de Job se debe a una degeneración radical en carácter de Job. El consejo a Job alcanza un nivel más alto con algunas consideraciones profundas de Eliú. Eliú da varios discursos que tienen muchos elementos de sabiduría bíblica. Pero la sabiduría final que se encuentra en este gran libro no viene de los amigos de Job ni de Eliú, sino de Dios mismo. Cuando Job demanda una respuesta de Dios, Dios le responde con esta reprensión, “¿Quién es este que oscurece los consejos con palabras sin conocimiento? Vístete para la acción como un hombre; Yo te preguntaré, y tú me harás saber” (Job 38:1–3). Lo que sigue a esta reprensión es la interrogación más intensa al que un hombre ha sido llevado por el Creador. A primera vista casi parece que Dios está provocando a Job, tanto que Él dice, “¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? (v. 4). Dios levanta pregunta tras pegunta de esta manera. ¿Puedes atar las cadenas de las Pléyades? ¿O aflojar el cinturón de Orión? ¿Puedes conducir a los Mazzaroth en su temporada, o puedes guiar la Osa con sus hijos?” (v. 31–32). Obviamente, la respuesta a estas preguntas retóricas que vienen con la rapidez de una ametralladora es siempre, “No, no, no.” Dios machaca en la inferioridad y subordinación de Job con Su interrogatorio. Dios continua con pregunta tras pregunta acerca de la habilidad de hacer cosas que Job no puede hacer pero que Dios claramente puede hacerlas.
En el capítulo 40, Dios finalmente le dice a Job, “¿Debería un criticón luchar contra el Todopoderoso? Él que reprende a Dios, responda a esto” (v. 2). Ahora, la respuesta de Job no es de demanda desafiante de respuestas a su miseria. Más bien dice, “He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.” (v. 4–5). Y una vez más Dios prosigue la interrogación y va aún más profundo en el fuego rápido de la interrogación que muestra el contraste abrumador entre el poder de Dios, quien es conocido en Job como El Shaddai, y contrastante la impotencia de Job. Finalmente, Job confiesa que esas cosas eran demasiado maravillosas. Él dice, “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (42:5–6).
Lo que se debe notar en este drama, es que Dios nunca responde directamente a las preguntas de Job. No dice, “Job, la razón por la que has sufrido es esta o aquella”. Más bien, los que Dios hace en el misterio de la iniquidad de un sufrimiento tan profundo, es que Él responde a Job con Sí mismo. Esta es la sabiduría que responde a la pregunta del sufrimiento — no la respuesta de porqué tengo que sufrir de un modo particular, en un momento particular, y en una circunstancia particular, sino dónde descansa mi esperanza en medio del sufrimiento.
La respuesta a esto proviene claramente de la sabiduría del libro de Job, que concuerda con las demás premisas de la literatura de sabiduría: el temor del Señor, la asombro y la reverencia ante Dios, es el principio de la sabiduría. Y cuando estamos perplejos y confundidos por cosas de este mundo que no podemos entender, no buscamos respuestas específicas a preguntas específicas, sino que buscamos conocer a Dios en Su santidad, en Su rectitud, en Su justicia, y en Su misericordia. He aquí la sabiduría que se encuentra en el libro de Job.
El sufrimiento de Job
Job trata el problema de ¿porqué
el justo sufre?... en el Libro, la estratagema de Satanás, le dio oportunidad a
Dios de corregir y purificar al justo Job, que, después de muchos sufrimientos,
se arrepiente, y recibe en todo doble porción.
Presenta a Jesucristo como nuestro
Redentor por nombre (9:25) y purificador; ¡el Omnipotente!, palabra que se
repite docenas de veces hablando del Señor. Job es de la época de los
patriarcas, y es probablemente el libro más antiguo de la Biblia, que lo suele
colocar a la cabeza de los 5 ó 7 libros sapienciales... y contiene algunos de
los pasajes más citados y amados de la Biblia. Era de Hus, en Arabia, cerca de
donde era Abrahán, y de su tiempo. ...
"Job" significa "el perseguido" en
hebreo, y "el arrepentido" en árabe... los dos títulos le van bien, pero como
era árabe, de Hus, quizás "el arrepentido" sea el verdadero significado. Dios le
dio permiso a Satán a que hiriera a Job, y Satán le mató todos sus ganados, sus
7 hijos y 3 hijas, le quemó la casa... y Job reaccionó diciendo: "Desnudo salí
del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Yavé lo dio, Yavé lo ha
quitado. ¡Bendito sea el nombre de Yavé!" (1:21)...
¡Satán estaba equivocado!... Job
siguió siendo integro... y este verso 1:21 es precioso para vivirlo nosotros en
nuestras vidas, ¡siempre aceptando la voluntad de Dios!, que nos quiere, y nos
manda siempre lo mejor para nosotros, ¡aunque lo mejor parezca de momento un
gran desastre! Fue Satán quien le hizo el gran desastre a Job, pero Job no lo
atribuye a Satán, sino a Yavé... porque Yavé es el único "Señor", ¡el único
responsable!, que ahora usó a Satán; otras veces usará a la esposa o el marido
para purificarnos, otras veces usará la rebeldía de los hijos, o una catástrofe
económica o un huracán... ¡pero siempre Yavé es el único Señor!, el único
responsable de lo que nos pasa en la vida...
Y así lo expondrá otra vez el
mismo Job en 5:17-18: "¡Dichoso el hombre a quien corrige Dios!. No desdeñes la
corrección del Omnipotente. Pues El es quien hace la herida y la venda, el que
hiere y la cura con su mano"... ¡es el Señor!, quien usa el bacilo de la
tuberculosis o el virus de SIDA, ¡pero es el Señor el que hiere y cura!... y así
lo dirá luego Moisés en Deut.32:39, y Pablo en Hebreos 12:5-12, y el mismo
Cristo en Mat.6:25-34... 2- Segundo desastre de Job (cap.2) Ahora Satán hizo
más, con el permiso de Dios: ¡Tocó la propia carne de Job!: Le llenó todo su
cuerpo de una úlcera maligna ... y hasta su misma esposa le reprochó:
"¿Aún sigues tu aferrado a tu
integridad?. ¡Maldice a Dios y muérete!"... ¡olvídate de Dios!... Pero Job no
pecó, se mantuvo íntegro, y le contestó a la esposa: "Has hablado como mujer
necia. Si recibimos de Dios los bienes, ¿porqué no también los males?" (2:10)...
¡otra vez se equivocó Satán!, Job no era bueno por conveniencia. Después de los
dos discursos de Dios, Job le contestó: "Sólo de oídas te conocía; mas ahora te
han visto mis ojos, ¡por eso me retracto y hago penitencia sobre polvo y ceniza"
(42:5-6)... ¡Job fue purificado!, se arrepintió de su pecado, que era de
"autosuficiencia", ¡de creerse justo!...
Y, después de que hizo penitencia
sobre polvo y ceniza, Dios, ¡el único Señor!, le devolvió doble porción en todo:
Lo sanó de su úlcera, ¡sin que Satán pudiera hacer nada!; le dio 14.000 ovejas,
6.000 camellos; y el doble número de hijos: 14 hijos y 3 hijas... ¡y 140 años
más de vida!, en la abundancia, y honrado por parientes, amigos y conocidos...
Después de estos 7 días Job explotó en el cap.3, ¡era lo que buscaba Satán!:
Comenzó a maldecir el día que
nació, a desear haber muerto en el seno de su madre, o a haber sido abortado;
maldijo los brazos que lo cogieron al nacer, y los pechos que lo amamantaron sin
dejarlo morir... en 6:1 dirá, "que se digne Dios aplastarme, matándome"; y el
cap.10 lanzará el grito más feroz: "¡Estoy hastiado de mi vida!... ¿porqué me
sacaste del vientre de mi madre?. Muriera yo sin que ojos me vieran, llevado del
vientre al sepulcro" (10:1,18).
Si alguna vez se ha sentido usted
tan mal que ha deseado morirse, no se apure, ¡está en buena compañía!: El
paciente Job deseo morirse; Moisés le pidió a Yavé "dame la muerte" en
Num.11:15; Jeremías gritó, "maldito el día en que nací" (Jer.20:14); Elías y
Jonás también desearon morirse (1Rey.19:4, Jon.4:8) El día que se sienta como
que ya no vale para nada, ¡todavía vale para ser Santo!, como Job y Moisés y
Jeremías y Elías y Jonás...
Job se siente totalmente turbado
al final del cap.3 cuando dice, "lo que temo, eso me llega; y lo que me
atemoriza, eso me coge"... pues cuando te sienta así, muy enfermo, o muy
anciano, o desabilitado, o enterrado por el llanto... cuando te sientas que ya
no sirve para nada, ¡todavía sirve para ser Santo! Tener siempre el ánimo de
decir lo que gritó Job a Dios en medio de todas sus angustias, "aunque El me
matara, no me dolería" (Job 13:15).
Y todavía es más impresionante el
grito esperanzado de Job en medio de sus inmenso dolor, ¡esperando un redentor,
y su recuperación!, "¡Quién me diera que se escribieran mis palabras y se
consignaran en un libro, que con punzón de hierro y de plomo se esculpiesen para
siempre en la roca!. Porque yo se que mi Redentor vive, y al fin se erguirá como
fiador sobre el polvo; y detrás de mi piel yo me mantendré erguido, y desde mi
carne yo verá a Dios" (Job 19:23-26)... ¡maravilloso!. ... En la persona de Job
ocurrió lo que él mismo dijo, "que me pruebe al crisol, saldré como el oro"
(23:10)... y nunca olvidemos, que "es batalla, la vida del hombre sobre la
tierra" (7:1).
Purificación de Job: Esta es la
esencia de la "filosofía del dolor" en Job: El sufrimiento es para "purificar al
hombre y a la mujer"... es como la inyección que yo le pongo a mi hijo con mucho
cariño, ¡para sanarlo!; como los martillazos que le da el artista al mármol,
¡para moldearlo!... ... Job era íntegro y recto, pero era un hombre, y como todo
hombre ¡un pecador!... como nos dice Salomón, "el justo cae siete veces, y se
levanta" (Prov.24:16). ¡todos somos pecadores!, nos gritarán San Pablo y San
Juan...
... y Job, ¡también era
pecador!... y su pecado era de esos que nunca confesamos, ¡porque ni nos lo
imaginamos!... su pecado es que se creía justo, perfecto, sin ningún pecado...
hasta el punto que en su último discurso del cap.31 Job retó a Dios a que le
mostrara en qué había pecado: "¡péseme Dios en su balanza justa, y Dios
reconocerá mi integridad!" (31:6).
Le da a continuación una lección a
Dios de todas las cosas buenas que ha hecho en su vida... terminando con esta
altanería, "¡ahí va mi firma!, ¡Respóndame el Todopoderoso!" (31-35)... Y el
Todopoderoso le contestó desde un torbellino, haciéndole 77 preguntas en dos
discursos, en los caps 39-41... ... Y Job comprendió su pecado de creerse santo,
justo... y se arrepintió... y hizo penitencia, en 42:6... y Dios lo perdonó, y,
después de purificado, le dio el doble en todo de lo que tenía antes de ser
tentado por Satanás. Satanás también nos va a tentar a tí y a mí, ¡es su
oficio!... tentó a Job, ¡y al mismo Jesucristo!, y lo tentó cuando Jesús se puso
a orar y hacer penitencia por 40 días... así es que, por seguro, Satanás nos va
a tentar... ¡pero no temas!...
¡/Dios está contigo!... y el
resultado de todos los trabajos y asquerosidades de Satanás es que tu vas a
purificarte y a recibir el doble de lo que antes tenías... ¡como Job!. A Job le
ayudaron sus amigos y Dios. Ayuda de sus 3 Amigos (caps.3-31): Los 3 amigos de
Job trataron de ayudarle... y le ayudaron con su presencia... ¡pero hicieron un
muy mal trabajo!, según Dios (42:7-9)... y los 3 lo hicieron mal, porque, en vez
de orar por Job, como hubiera hecho cualquier cursillista o carismático, lo que
hicieron fue "insultarlo", cada uno en sus 3 discursos:
Elifaz le dijo a Job que era
"inicuo malo", un "perverso" y un "tirano", y de "gran malicia" y de "faltas sin
número" (4:8, 15:20, 22:5), a juzgar por cómo Dios lo había castigado... ¡y el
pobre Job no era nada de eso!. ... Bildad le dijo que era un "impío", "perverso"
y "malvado" (8:13, 18:5,21). Sofar le dijo que era un "charlatán", "malo",
"inicuo", "malvado", "perverso", "culpable", "violento"... y, de verdad, Job no
era todo eso...(11:3,14, 20:5:29, 27:13) .
La primera lección, es que nunca
debemos juzgar a nadie por sus dolores, por los sufrimientos que Dios le
mande... a Jesús, Dios le dio el regalo de morir en una cruz; a la Virgen, la
cruz de ver morir en cruz a su único Hijo; San Pedro murió crucificado, San
Pablo y Santiago y el Bautista, degollados... La segunda lección, es que cuando
visitemos a un enfermo con dolor, ¡recemos por él y con él!... es lo que hizo
Dios en los caps.38-41, considerar y alabar las bondades, grandezas y obras
maravillosas del Señor que nos ama y se cuida por nosotros, tanto, que hasta los
cabellos de nuestra cabeza tiene contados (Mat.10:30).
... esto es lo que debe hacer un
cursillista cuando visita a un enfermo, ¡hacer palanca!... o un carismático,
¡orar!... o cualquier cristiano al visitar a alguien con un gran problema,
¡rezar con él!, pero nunca insultarlo, ni discutirle su vida... De todas formas,
los 3 amigos tuvieron inspiraciones buenas:
Elifaz nos enseña sobre la "correccióm"
de Dios, en 5:17-19, que después será ampliada por San Pablo en Hebreos 12, y
por el Deuteronomio 32:39, Bildad le dijo algo bello y práctico para tí y para
mí: "si tu recurres a Dios e imploras al Omnipotente, si fueres recto y puro,
desde ahora velará por ti, y restaurará la morada de tu justicia" (8:5). .. ¡y
en verdad, así ocurrió con Job!, y con todo que espera en el Señor. ... Sofar
nos regaló la doctrina gloriosa de la "sabiduría", en el cap.28, que se alcanza
con el "temor de Dios", cumpliendo sus mandamientos... es el tema del último
libro de Salomón, "Sabiduría", uno de los más sustanciosos de la Biblia.
El joven Elihú trata de ayudar a
Job con 4 discursos... Job no le contestó nada, y Dios tampoco lo menciona
cuando el cap.42 cuando reprochó a los 3 amigos. ... Elihú acertó en decirle a
Job que los dolores son "corrección" de Dios para purificar a los malos, y a los
que parecen buenos (33:16-19). Le dijo la verdad a Job, señalándole que era una
altanería decir "puro soy, sin pecado; limpio estoy, no hay culpa en mí"
(33:9... y le hizo una profecía muy bella a Job que se cumplió a la letra:
"Reverdecerá tu carne más que en
la juventud, volverá a los días de su adolescencia" (33:25)... y le dijo algo
que nos puede valer en nuestras vidas, "no querelles contra Dios. .. pues a tu
pecado añades la rebelión" (33:13,334:37). ... Y, en general, Elihú hizo un buen
trabajo de ayuda, al insistir en las grandezas de Dios, e invitarle a Job a que
se detuviera en contemplar las maravillas del Omnipotente... ¡será lo que haga
luego Dios en persona!...
Finalmente, Yavé en persona, le da
a Job dos discursos desde un torbellino; nunca le menciona sus dolores ni sus
pecados... sólo le hace 77 preguntas acerca de la grandeza y maravillas de
Dios... ¡sólo le invitó a reflexionar y alabar a su Dios!... ¡y este plan
aparentemente absurdo es lo que condujo a Job a "ver a Dios"!, a su
arrepentimiento y liberación. En su primer discurso, caps.38-39, Yavé se limita
a hacer preguntas sobre el poder y las maravillas de Dios, la sabiduría del
Creador, y su poder preservador...
Job le responde reconociendo su
propia ignorancia e insignificancia, sin ofrecerle ninguna respuesta (39:33-34).
... En su segundo discurso, caps.39-40, Dios le hace repetidas preguntas sobre
la soberanía y autoridad de Dios, capaz de controlar lo incontrolable... y el
corazón arrepentido de Job responde con la penitencia y sumisión que condujo a
su total liberación.En 42:1-6, cita que ya comentamos, ¡la solución de Job, y la
tuya y la mía en cualquiera de nuestros dolores o adversidades!
SIGNIFICADO DEL DOLOR: 1- Es un
"castigo" que Dios da por el pecado... y cada pecado es algo horrendo, es como
"escupir a Dios en la cara"... merece un castigo inmenso, ¡aunque se hayan hecho
cosas buenas!... el que le escupa a Dios en la cara uno que parece bueno, es tan
malo como cuando le escupe un perverso... Es lo que dirá san Pablo y los Salmos,
"no hay un justo, ni siquiera uno, todos se han corrompido" (Rom.3:11, Salmos 14
y 53). Es en lo que insistían repetidamente los 3 amigos de Job.
El castigo que Dios da es de
"corrección", para purificar al malo o al que parece bueno, ¡porque todos somos
pecadores!... así dice en Job 5:17... y será lo que amplíe Hebreos 12, llegando
a decir que si Dios no te castiga es señal de que eres hijo "bastardo" de Dios,
¡que a Dios ya no le importa nada de tí!, que te da por perdido... pero como
Dios no da a nadie por perdido, por eso a todos nos alcanza la corrección de
Dios, como Padre... porque al cielo sólo puede entrar lo que es puro e
inmaculado, ¡como la Virgen María!, dirá Efesios 1:4. 3. Desde Cristo, el dolor,
la cruz, tiene un valor glorioso de "redención".
Jesús no nos redimió con sus
milagros, ni con sus discursos tan bellos, ¡nos redimió con su cruz!. ... Los
cristianos, cada cristiano, tenemos que ayudar a nuestros vecinos y familiares a
ir al Cielo, tenemos que ser evangelistas, misioneros... y no lo seremos con
nuestros sermones, ni con nuestros milagros, si milagros podemos hacer... ¡lo
seremos con nuestra "cruz", la que Dios nos quiera regalar... así grita San
Pablo, "me alegro de mis sufrimientos por vosotros, porque suplo en mi cuerpo lo
que falta a los sufrimientos de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia", en
Colos.1:24.
Por eso, un anciano imposibilitado
no es una carga para la casa, sino el tesoro más glorioso que posee ese hogar...
un ciego o un sordo o mudo, no son una carga para la sociedad, sino el tesoro
más estimable que posee esa comunidad. La Primera Carta a los de Corintio, es
sobre la "cruz de Cristo"; la Segunda Carta, es sobre "la cruz del cristiano"...
... San Pedro y Santiago también se alegran de sus sufrimientos y tentaciones,
¡con sumo gozo! (1Ped.4:13, Sant.1:2).
En el Apocalipsis, se llaman a los
dolores ¡las trompetas de Dios!: Porque Dios nos "susurra" al oído dándonos el
aire y el sol y nuestros cuerpos, ¡pero no le escuchamos!; nos "habla" por medio
de la Iglesia y los hermanos, ¡pero tampoco le escuchamos!; y entonces, cuando
no hay más remedio, nos "grita" al oído con las trompetas de Dios, ¡con los
dolores y enfermedades!... ¡son los cariños más amorosos del Señor. Jesús
"divinizó" el dolor en la Cruz... y, de alguna forma, cada dolor nos diviniza y
diviniza a nuestros familiares, amigos y enemigos... el dolor es la moneda de
más valor en la tierra... ¡el "dolor"!, no el "dólar"... por eso dice San Juan
Vianney que "debemos ir tan afanosos en busca de dolores, como el avaro tras el
dinero"..
El dolor, tu enfermedad, los
problemas grandes con tu esposa o hijos, o de trabajo, es el tesoro más
entrañable que te regala el Señor, ¡para divinizarte!... y para que ayudes a tus
familiares y amigos a divinizarse, a que sean santos, felices en la tierra y en
el Cielo.. San Pablo no sólo recibía con gozo los dolores, sino que ¡se los
proporcionaba!, "castigo a mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que habiendo sido
heraldo de la verdad para otros, resulte yo descualificado" (1Cor.9:27).
San Luis María de Monfort enseña,
siguiendo la Biblia, que "las mayores gracias y mercedes del cielo son las
cruces que Dios nos manda": Si Dios te quiere mucho, te va a regalar una cruz
grande... si te quiere tanto como a Jesús, te va a regalar una cruz tan grande
como la de Jesús. A la Virgen María le regaló la cruz de que querían matar a su
Hijo recién nacido,, y de que lo vio matar en una cruz; San Pedro murió
crucificado con la cabeza para abajo; San Andrés en una cruz en forma de X; San
Pablo, Santiago y el Bautista, degollados; San juan el Evangelista en una olla
de aceite hirviendo..
"La cruz es el mejor presente del
cielo. Jamás debemos mirar de donde nos vienen las cruces; nos vienen de Dios.
es Dios quien da ese medio de probarla nuestro amor"... el cristianismo es la
"religión de la alegría", porque hasta los dolores deben ser ocasión de gran
gozo alabando al Señor, que nos los regala... y la misma muerte es una gran
bendición, ¡la única puerta para entrar en el cielo eterno!, por eso la fiesta
de los Santos, es el día que murieron. Jesús bendijo el dolor en los dos montes,
el de las Bienaventuranzas y el del Calvario... ¡bendita lección de Job!, que
nos enseña y anima a vivir con esperanza y gozo nuestro dolor, ¡el cariño del
amor!.
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