lunes, 7 de octubre de 2013

La misión del Señor Jesucristo: Cumplimiento en su Totalidad

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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    18      El Espíritu del Señor está sobre mí,
    Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
    Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
    A pregonar libertad a los cautivos,
    Y vista a los ciegos;
    A poner en libertad a los oprimidos;
          19      A predicar el año agradable del Señor.
 
GENEALOGÍA DEL SEÑOR JESÚS
 

MATEO 1:1 - 17

Lectura Bíblica Diaria 7: Génesis 21 - 23 RV Actualizada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Nacimiento de Isaac
21 Jehovah favoreció a Sara, como había dicho. Jehovah hizo con Sara como había prometido, 2 y ella concibió y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo que Dios le había indicado. 3 Abraham llamó el nombre de su hijo que le había nacido, y que Sara le había dado a luz, Isaac.  4 Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac al octavo día, como Dios le había mandado. 5 Abraham tenía 100 años cuando le nació su hijo Isaac. 6 Entonces Sara dijo:
—Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oiga se reirá conmigo. 7 -Y añadió-: ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara daría de mamar a hijos? Pues yo le he dado un hijo en su vejez.
8 El niño creció y fue destetado. Y Abraham hizo un gran banquete el día que Isaac fue destetado.
Abraham despide a Agar e Ismael
9 Sara vio al hijo de Agar la egipcia, que ésta le había dado a luz a Abraham, que se burlaba. 10 Por eso dijo a Abraham:
—Echa a esta sierva y a su hijo, pues el hijo de esta sierva no ha de heredar junto con mi hijo, con Isaac.
11 Estas palabras preocuparon muchísimo a Abraham, por causa de su hijo. 12 Entonces Dios dijo a Abraham:
—No te parezca mal lo referente al muchacho ni lo referente a tu sierva. En todo lo que te diga Sara, hazle caso, porque a través de Isaac será contada tu descendencia. 13 Pero también del hijo de la sierva haré una nación, porque es un descendiente tuyo.
14 Abraham se levantó muy de mañana, tomó pan y un odre de agua, y se lo dio a Agar, poniéndolo sobre el hombro de ella. Luego le entregó el muchacho y la despidió.
Ella partió y caminó errante por el desierto de Beerseba. 15 Y cuando se acabó el agua del odre, hizo recostar al muchacho debajo de un arbusto. 16 Luego fue y se sentó enfrente, alejándose como a un tiro de arco, porque pensó: "No quiero ver morir al muchacho." Ella se sentó enfrente, y alzando su voz lloró. 17 Entonces Dios escuchó la voz del muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo:
—¿Qué tienes, Agar?  No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho, allí donde está. 18 Levántate, alza al muchacho y tómalo de la mano, porque de él haré una gran nación.
19 Entonces Dios abrió los ojos de ella, y vio un pozo de agua. Ella fue, llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho. 20 Dios estaba con el muchacho, el cual creció y habitó en el desierto, y llegó a ser un tirador de arco. 21 Habitó en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer de la tierra de Egipto.
Alianza de Abraham y Abimelec
22 Aconteció en aquel tiempo que Abimelec junto con Ficol, jefe de su ejército, habló a Abraham diciendo:
—Dios está contigo en todo lo que haces. 23 Ahora pues, júrame aquí por Dios que no me engañarás ni a mí, ni a mis hijos,  ni a mis nietos; sino que conforme a la bondad que yo he hecho contigo tú harás conmigo y con la tierra en la que vienes residiendo.
24 Abraham respondió:
—Sí, lo juro.
25 Entonces Abraham se quejó a Abimelec acerca de un pozo de agua que los siervos de Abimelec le habían quitado. 26 Abimelec respondió:
—No sé quién haya hecho esto. Tú no me lo hiciste saber, ni yo lo había oído hasta ahora.
27 Entonces Abraham tomó ovejas y vacas, y se las dio a Abimelec; e hicieron ambos una alianza. 28 Luego Abraham apartó del rebaño siete corderas. 29 Y Abimelec preguntó a Abraham:
—¿Qué significan estas siete corderas que has puesto aparte?
30 Y él respondió:
—Toma estas siete corderas de mi mano para que me sirvan de testimonio de que yo cavé este pozo.
31 Por eso él llamó a aquel lugar Beerseba,  porque allí juraron ambos. 32 Así hicieron una alianza en Beerseba. Luego se levantaron Abimelec y Ficol, jefe de su ejército, y regresaron a la tierra de los filisteos.
33 Abraham plantó un árbol de tamarisco en Beerseba e invocó allí el nombre de Jehovah, el Dios eterno. 34 Y residió Abraham en la tierra de los filisteos por mucho tiempo.

Dios prueba la fe de Abraham
22 Aconteció después de estas cosas que Dios probó a Abraham, diciéndole:
—Abraham.
El respondió:
—Heme aquí.
2 Y le dijo:
—Toma a tu hijo, a tu único, a Isaac a quien amas. Vé a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Abraham se levantó muy de mañana. Enalbardó su asno, tomó consigo a dos de sus siervos jóvenes y a Isaac su hijo. Partió leña para el holocausto, y levantándose, fue al lugar que Dios le dijo. 4 Al tercer día Abraham alzó sus ojos y divisó el lugar de lejos. 5 Entonces Abraham dijo a sus siervos:
—Esperad aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros.
6 Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo. El tomó en la mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos.
7 Entonces Isaac dijo a Abraham su padre:
—Padre mío …
Y él respondió:
—Heme aquí, hijo mío.
Le dijo:
—He aquí el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 Abraham respondió:
—Dios mismo proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.
E iban los dos juntos. 9 Cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, Abraham edificó allí un altar. Arregló la leña, ató a Isaac su hijo y lo puso sobre el altar encima de la leña. 10 Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. 11 Entonces el ángel de Jehovah llamó desde el cielo diciendo:
—¡Abraham! ¡Abraham!
El respondió:
—Heme aquí.
12 Y le dijo:
—No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada, porque ahora conozco que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.
13 Entonces Abraham alzó la vista y miró, y he aquí que detrás de sí estaba un carnero trabado por sus cuernos en un matorral. Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. 14 Abraham llamó el nombre de aquel lugar Jehovah-yireh.  Por eso se dice hasta hoy: "En el monte de Jehovah será provisto."
15 El ángel de Jehovah llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, 16 y le dijo:
—He jurado por mí mismo, dice Jehovah, que porque has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único, 17 de cierto te bendeciré y en gran manera multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar. Tu descendencia poseerá las ciudades  de sus enemigos. 18 En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz.
19 Abraham regresó a sus siervos, y levantándose se fueron juntos a Beerseba. Y Abraham habitó en Beerseba.
Descendientes de Nacor
20 Aconteció después de estas cosas que le informaron a Abraham, diciendo: "He aquí que también Milca le ha dado a luz hijos a Nacor tu hermano: 21 Uz su primogénito, su hermano Buz, Quemuel padre de Aram, 22 Quesed, Hazo, Pildas, Jidlaf y Betuel. 23 (Betuel engendró a Rebeca.)"
Milca dio a luz estos ocho hijos a Nacor, hermano de Abraham. 24 Y su concubina, que se llamaba Reúma, dio a luz también a Tébaj, a Gajam, a Tajas y a Maaca.

Sara es sepultada en Macpela
23 La vida de Sara fue de 127 años; éstos fueron los años de Sara. 2 Sara murió en Quiriat-arba, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán, y Abraham vino a hacer duelo por Sara y a llorarla.
3 Abraham se levantó de delante de su difunta y se fue para hablar con los hijos de Het.  Y les dijo:
4 -Yo soy forastero y advenedizo entre vosotros. Permitidme tener entre vosotros una propiedad para sepultura,  y que sepulte allí  a mi difunta.
5 Los hijos de Het respondieron a Abraham diciéndole:
6 -Escúchanos, señor nuestro: Tú eres un príncipe de Dios entre nosotros. Sepulta a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que sepultes a tu difunta.
7 Pero Abraham se levantó, e inclinándose ante el pueblo de aquella tierra, los hijos de Het, 8 habló con ellos diciendo:
—Si tenéis a bien que yo sepulte allí  a mi difunta, escuchadme e interceded por mí ante Efrón hijo de Zojar, 9 para que me dé la cueva de Macpela que está en el extremo de su campo. Que por su justo precio  me la dé como propiedad para sepultura  en medio de vosotros.
10 Efrón estaba sentado entre los hijos de Het. Y Efrón el heteo respondió a Abraham en presencia de los hijos de Het y de todos cuantos entraban por las puertas de la ciudad, diciendo:
11 -No, señor mío. Escúchame: Yo te doy el campo y te doy la cueva que hay en él. En presencia de los hijos de mi pueblo te lo doy; sepulta a tu difunta.
12 Pero Abraham se inclinó ante el pueblo de la tierra. 13 Y respondió a Efrón en presencia del pueblo de la tierra, diciendo:
—Más bien, te ruego que me escuches: Yo te daré dinero por el campo. Tómamelo, y yo sepultaré allí a mi difunta.
14 Efrón respondió a Abraham diciéndole:
15 -Señor mío, escúchame: La tierra vale 400 siclos  de plata. ¿Qué es esto entre tú y yo? Sepulta, pues, a tu difunta.
16 Entonces Abraham escuchó a Efrón, y en presencia de los hijos de Het, pesó para Efrón la plata que éste le dijo: 400 siclos  de plata de buena ley entre mercaderes. 17 Así el campo de Efrón que estaba en Macpela, frente a Mamre, tanto el campo como la cueva que había en él, junto con todos los árboles que había en el campo y en sus contornos, pasó 18 a ser propiedad de Abraham, en presencia de los hijos de Het, de todos los que entraban por las puertas de su ciudad. 19 Después de esto, Abraham sepultó a Sara su mujer en la cueva del campo en Macpela, frente a Mamre, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán. 20 Así Abraham adquirió de los hijos de Het el campo y la cueva que había en él, como una propiedad para sepultura.
 

Matrimonios forzados: Los niños en la mira

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Niñas en matrimonios forzados 
 

En 2020 142 millones de niñas cambiarán juguetes por marido, a veces de 60 años

 
En 2020 142 millones de niñas cambiarán juguetes por marido, a veces de 60 años
Afganistán, 11 de Septiembre de 2005. Faiz de 40 años con su mujer Ghulam de 11 años / Foto: Stepanie Sinclair
 
Se siguen dando matrimonios concertados con niñas que no llegan a la adolescencia. Muchas sufren graves secuelas físicas y psicológicas. Según Unicef, el 36% de mujeres del mundo de 20-24 años fueron casadas antes de los 18 años.
16 DE NOVIEMBRE DE 2012, MADRID
Lo cierto es que cada año, millones de niñas siguen sufriendo las consecuencias de un matrimonio precoz. Algunas de ellas son tan jóvenes que durante la boda sostienen juguetes entre sus manos. En estas circunstancias, se espera que se conviertan en madres en sus primeros años de adolescencia, cuando ellas mismas todavía siguen siendo niñas.

"Para el año 2020, 142 millones de niñas inocentes en todo el mundo serán separadas de sus familias, privadas de una educación y puestas en peligro debido al matrimonio de menores", afirma Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas.

UNA PRÁCTICA MUY ARRAIGADA
Según información de la plataforma  www.tooyoungtowed.org , las familias sufren una gran presión social por seguir estas prácticas en las comunidades en las que el matrimonio precoz está muy extendido por la sociedad.

Por ejemplo, en algunos pueblos afganos, se considera una deshonra si las hijas de la familia tienen citas con chicos y en la mayoría de comunidades pobres, a las niñas se las ve como una boca más a la que deben alimentar, por lo que “conviene” de algún modo, que se marchen pronto de casa (el precio suele ser mayor cuanto más joven es la niña).

En Amhara, una región de Etiopía, creen que la menstruación es provocada por las relaciones sexuales, por lo que las familias deciden casar a sus hijas antes de que entren en la pubertad.

En definitiva, la práctica de los matrimonios con niños está basada en costumbres muy arraigadas en la sociedad, que muchas veces se justifican con argumentos religiosos.

CONSECUENCIAS DEL MATRIMONIO PRECOZ
Las familias de estas niñas creen que casando a sus hijas tan jóvenes, las están protegiendo, pero nada más lejos de la realidad. La mayoría son casadas con hombres mucho mayores que ellas, algunos incluso de 60 años, y suelen conocerlos por primera vez en la ceremonia de la boda.

Muchas son forzadas a mantener relaciones sexuales y se convierten en pocos días en mujeres adultas a la fuerza, lo que conlleva un fuerte impacto psicológico en las niñas.

Además, en la mayoría de los casos, se exponen al virus del SIDA y otro tipo de infecciones, además de sufrir graves peligros por quedarse embarazadas demasiado jóvenes.

Por otra parte, se las priva del derecho a una educación, ya que cuando las niñas se casan dejan de asistir a la escuela. Con esta tradición lo único que se consigue es que estas sociedades no avancen y sigan manteniéndose sumidas en la pobreza.

DEMASIADO JÓVENES PARA SER MADRES
En cuanto las niñas son entregadas a sus maridos, son forzadas a mantener relaciones sexuales frecuentemente, siempre que el hombre lo desee. En estas sociedades, la fertilidad es de gran importancia, por lo que se espera que la mujer tenga hijos lo más pronto posible.

Son tan jóvenes cuando se casan, que la mayoría de ellas no tienen ningún tipo de conocimiento o información sobre sexo, embarazo o cómo hacer cuando nazca su bebé.

“No sé como se hacen los niños, pero te quedas embarazada y lo llevas en tu estómago. Después lo liberan y el bebé sale” explica Tehani, una joven que fue obligada a casarse a los 6 años de edad.

Tampoco tienen información sobre métodos anticonceptivos: Sólo el 22% de las chicas utilizan preservativo, siendo del 15% en los países del sur de Asia y el África subsahariana.

Debido a la falta de información, la juventud de las niñas y la falta de higiene, muchas de ellas mueren durante el parto entre los 15 y 19 años.

Muchas de ellas sufren lo que se conoce como “fístula obstétrica”, que se produce como consecuencia de un parto que no recibe el tratamiento adecuado y porque el cuerpo de la niña todavía no está lo suficientemente preparado para dar a luz. Una de las consecuencias de esto es que la mujer comienza a tener pérdidas constantes de orina, lo que provoca un fuerte rechazo en el marido. Muchas de las jóvenes que sufren esta enfermedad, son abandonadas por sus esposos, que consideran esta enfermedad consecuencia de un castigo divino.

REPERCUSIONES PSICOLÓGICAS
Cuando las niñas son obligadas a casarse, se sienten aterrorizadas y avergonzadas. Desde que sus familias las venden a hombres que muchas veces, doblan su edad, hasta que llegan a las casas de sus esposos, son tratadas como una simple moneda de cambio y sometidas a tradiciones ancestrales que aumentan, si cabe, más aun el sentimiento de inseguridad e impotencia en las niñas.

Una de estas prácticas es la mutilación genital, que continúa siendo algo normal en muchas sociedades hoy en día.

A la mayoría de las niñas se las realiza esta práctica antes del casamiento, siendo un proceso muy doloroso y que además, provoca terribles consecuencias para la salud. Una de estas consecuencias es que provoca dificultades durante el parto, poniendo en peligro no sólo a la madre, sino también al niño.

Desde el inicio del proceso del enlace, la niña se convierte en un ser indefenso, sin derechos. Si el marido, resulta ser violento, en la mayoría de los casos, la niña se ve en una situación sin salida, no teniendo más opción que sufrir y aguantar las circunstancias.

NUEVOS DATOS
Según informes de Unicef, el 36% de las mujeres en todo el mundo de edades comprendidas entre los 20-24 años, fueron casadas antes de llegar a los 18 años.

Estos mismos informes estiman que 14 millones de adolescentes entre los 15 y los 19 años dan a luz cada año. Esto supone que estas niñas tengan un alto riesgo de morir durante el embarazo o durante el parto.

CÓMO ACABAR CON EL MATRIMONIO DE NIÑOS
Según Unicef, los gobiernos de las sociedades en las que se practica el matrimonio entre niños debería establecer los 18 años como la edad legal para casarse, y sobre todo, asegurarse de que esto se cumple, ya que a pesar de que en muchos poblados existe esta ley, las ceremonias se dan en secreto, y los gobiernos no se esfuerzan por hacer cumplir tal norma. Para ello, Unicef hace mención sobre la importancia de tener un registro legal de cada nacimiento y cada matrimonio.

“Terminar con el matrimonio precoz es complicado porque incluso a los padres les cuesta entender que lo que hacen tiene una grave repercusión negativa, debido a sus dificultades económicas y a las fuertes presiones sociales y tradiciones”, explica Unicef.

Esta ONG, sabe que las niñas que han podido acabar la escuela no suelen casarse a edades tan tempranas, y por ello está llevando acabo un programa que promueve la educación entre las niñas en países como Bangladesh.

El objetivo principal de esta campaña es que para el año 2015, todos los niños en todos los países del mundo puedan completar por lo menos, la educación primaria en el colegio.

Kishori Abhijan, es un proyecto que se da en Bangladesh, una de las zonas más afectadas por este problema, y también es apoyado por la ONG de Unicef. Se encarga de fomentar los derechos de las chicas adolescentes y lucha por defender a las niñas del matrimonio precoz y las dotes. Esta iniciativa ofrece educación, entrenamiento y contactos para que las chicas puedan incorporarse al mundo laboral.


La Misericordia en los planes de Dios: Ayuda Ministerial

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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LA PRÁCTICA DE LA Misericordia

MATEO 6:1


  Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.


INTRODUCCIÓN: EL PRINCIPIO GENERAL

Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mateo 5:48). Con esta sentencia lapidaria, Jesús acaba de concluir la primera gran sección del Sermón del Monte, dedicada al carácter cristiano (5:1–16) y al verdadero alcance de la ley de Moisés (5:17–48).
Hasta aquí, el discurso del Maestro ha tenido un fuerte contenido ético. Ha demostrado que la justicia enseñada y practicada por los escribas y fariseos, lejos de sostener exigencias morales excesivamente elevadas —como opinaban algunos de sus contemporáneos—, erraba a causa de su superficialidad. Ellos se conformaban con una justicia externa que no llegaba nunca a satisfacer a Dios. De cara a la galería, practicaban una ética severa que exigía un cumplimiento riguroso y aparentemente costoso; pero, en la intimidad de su corazón, eran egocéntricos, soberbios y, en última instancia, profundamente injustos. A pesar de sus alardes de rectitud, no tenían una auténtica hambre de justicia. A pesar de creerse buenos y aceptables delante de Dios, estaban muy lejos del reino de los cielos.
Por lo tanto, si los discípulos aspiran a ser realmente justos y entrar en el reino, tendrán que seguir otro camino diferente del practicado por los escribas y fariseos. Tendrán que ser mejores que ellos (5:20). No basta con que hagan alguna que otra buena obra. En vano intenta el ser humano hacer buenas obras si no es bueno en la intimidad de su fuero interior. Sólo puede dar buenos frutos el árbol sano. Sólo puede agradar a Dios un carácter completamente renovado y santificado (5:3–16). Por lo tanto, sólo puede servir para capacitarnos para el reino de Dios una justicia que llegue a los resortes más íntimos del ser, informando no solamente nuestras acciones externas, sino también nuestros deseos, nuestras aspiraciones y nuestras motivaciones. La ética de Jesús tiene que ver no sólo con actos justos, sino con una manera de ser justa. El reino de Dios no es para los meramente buenos, sino para los perfectos (5:48). Esto respecto al capítulo 5.
Ahora, al llegar a esta nueva sección de su discurso (6:1–18), Jesús sigue hablando explícitamente de la «justicia». El tema del capítulo 6, pues, continúa siendo el mismo que el del 5: es decir, la práctica de vuestra justicia (6:1). Existe una clara continuidad entre las dos secciones (cf. 5:6, 10, 20) que se manifiesta también en el hecho de que Jesús siga contrastando la justicia genuina con las prácticas de los escribas y fariseos, esos «hipócritas» a los que el Maestro está a punto de denunciar (6:2, 5, 16). Además, se ve en que Jesús sigue manteniendo el listón alto: todos somos capaces de hacer obras de caridad o de piedad si pensamos que con ellas recibiremos los aplausos de los demás, pero Cristo exige la misma entrega y dedicación cuando nadie nos ve.
Sin embargo, además de la continuidad, también existe un claro contraste entre los dos capítulos. Para empezar, mientras el capítulo 5 se centra en nuestra necesidad de apartarnos del mal, el 6 nos enseña positivamente a practicar el bien. Además, ahora el énfasis recae no sobre la justicia practicada en las relaciones sociales, sino sobre la vida religiosa, la que solemos entender como la piedad; es decir, sobre prácticas como la caridad, la oración y el ayuno, las cuales eran tenidas por los judíos como las tres columnas sobre las cuales se apoyaba la vida piadosa. Este desplazamiento de nuestra atención desde nuestro prójimo hacia Dios se ve en que Jesús, en el transcurso del capítulo 6, hace referencia a vuestro Padre que está en los cielos (o alguna frase similar) nada menos que doce veces. Claramente, el énfasis del capítulo recae sobre la vida vivida de cara a Dios.
De inmediato conviene señalar que el solo hecho de que Jesús pueda servirse de la misma palabra —justicia— para hablar tanto acerca de las relaciones sociales (5:20–48) como acerca de la práctica de la piedad (6:1–18) indica que, para él, la vida del hombre no puede dividirse en compartimientos, algunos de los cuales deben ser regidos por la piedad (o la justicia) y otros no. La vida es un conjunto indivisible en el cual absolutamente todo debe ser vivido en rectitud ante Dios. Debemos ser justos no sólo en la vida social, sino también en la vida piadosa; no sólo al apartarnos del mal, sino también al abrazar positivamente la voluntad de Dios.


LAS DOS ALTERNATIVAS

En el versículo 1, Jesús enuncia aquel principio general que subyacerá en toda la sección: para que nuestras acciones sean realmente justas, debemos renunciar a toda motivación turbia, a toda clase de ostentación en el ministerio, a todo motivo de jactancia y a toda búsqueda de la aplausos humanos, y debemos entender que Dios desea la verdad en lo más íntimo (Salmo 51:6). En otras palabras, la vida piadosa se puede entender y practicar de dos maneras: una vivida de cara a los hombres; la otra, de cara a Dios. En el primer caso, las prácticas religiosas se convierten en meras obras de teatro realizadas con el fin de conseguir los aplausos de los demás; en el segundo, la motivación es vivir en consecuencia con el evangelio, en integridad y sencillez de corazón, deseando la gloria de Dios y el bien del prójimo, y desterrando toda motivación egocéntrica y todo deseo de reconocimiento humano.
Ahora bien, es muy triste que la vida del discípulo nunca sea motivo de aprobación y admiración para los demás. Si el creyente vive en consecuencia con su profesión de fe, debe ser cierto que sus vecinos vean sus buenas acciones y glorifiquen al Padre que está en los cielos (5:16). Algo anda mal si nuestras vidas no se caracterizan por un nivel de bondad y generosidad muy por encima de lo común y si nuestros prójimos nunca hablan bien de nosotros. Pero otra cosa bien diferente es hacer las cosas con el fin expreso de ganarnos sus aplausos. Nuestras acciones deben merecer la aprobación del vecindario, pero nuestras motivaciones deben ser la integridad, la sencillez, el sincero deseo de ayudar al prójimo y de glorificar a Dios. Una cosa es procurar conseguir que Dios sea alabado; otra es intentar obtener alabanza para nosotros mismos.
El objeto de la denuncia de Cristo no es tanto el solo hecho de recibir palabras de aprobación humana, sino la hipocresía de fingir motivaciones espirituales cuando, en realidad, sólo nos interesa la adulación humana.

  Los hipócritas … ejecutan sus deberes religiosos con el fin de atraer la atención de la gente … Esperan que entonces los espectadores digan: «¡Qué devotos, qué notablemente piadosos son estos escribas y fariseos!» Naturalmente, hay que evitar una demostración pública con tal motivación.

  Los humanos somos una raza de lo más extraña. Oímos hablar de elevados mandatos morales, vislumbramos un poquito de la belleza genuina de la santidad perfecta, y luego prostituimos la visión al pensar en cuánta estima nos tendrían los demás si nos comportáramos así. La exigencia de perfección genuina se pierde en la meta, más baja, de la piedad externa; la meta de complacer al Padre se troca en su prima enana, la de complacer a los hombres. Casi parece que cuanto mayor es la exigencia de santidad, más se acrecienta la oportunidad de ser hipócrita.

Los animales luchan entre sí por establecer su posición jerárquica dentro de la manada. Los hombres carnales se pisotean los unos a los otros en su afán de subir peldaños sociales y ganar poder e influencia. Los hombres religiosos suelen ser mucho más sutiles. Utilizan los bienes espirituales para hacer avanzar su propia reputación. Intentan deslumbrar a los demás con su espiritualidad, su bondad y hasta con su humildad, y así ser tenidos por líderes destacados de la comunidad. Esconden su afán de protagonismo tras una máscara de abnegación y afabilidad. Sus buenas obras son el medio por el cual ganan puntos en las rivalidades eclesiásticas.
La clase de hipocresía que Cristo denuncia en los fariseos y escribas —la de tocar la trompeta antes de dar limosna, por ejemplo— nos indigna. Sin embargo, se trata de un fenómeno universal y muy sutil. ¿Quién de nosotros conoce suficientemente su propio corazón como para poder asegurar que sus motivaciones siempre son puras? En estas cuestiones es muy fácil cegarnos y engañarnos a nosotros mismos. Tanto en la práctica de la piedad como en el ejercicio de dones espirituales, podemos creernos libres de carnalidad y, sólo después, caer en la cuenta de que hemos actuado abrigando aspiraciones egocéntricas. Podemos empezar bien, con auténticos deseos de glorificar a Dios o con una sincera preocupación por nuestro prójimo, y luego acabar mal por haber dado entrada en nuestro ministerio a móviles interesados.
Recuerdo que, después de varios años en el pastoreo de una iglesia de Barcelona, durante los cuales intenté ser fiel siempre a la Palabra y a la dirección de Dios en mi predicación, empecé a ser consciente de que algo andaba mal en mí. Descubrí que, si después de un sermón mío no venían los hermanos a darme las gracias y a expresar el bien que habían recibido a través de él, me sentía deprimido. Después de examinarme delante del Señor, tuve que reconocer que, a pesar de mi intención inicial de utilizar el púlpito siempre para la gloria de Dios, se había infiltrado en mí otro deseo no tan loable: el de utilizarlo para la gloria de mi propia reputación.
Por lo tanto, antes de señalar con el dedo a los fariseos y escribas, haremos bien en reconocer nuestra propia debilidad. Seguramente, no haremos sonar trompetas cuando hagamos actos de caridad. Somos mucho más sofisticados en nuestra hipocresía. Hay mil maneras más sutiles en las que podemos hacer rentables para nuestro propio prestigio aquellos actos que, supuestamente, proceden, con toda sencillez, de nuestra devoción al Señor y de nuestro amor al prójimo. Cualquier ministerio cristiano se presta a ser plataforma de nuestros intereses humanos. Siempre existe la tentación de utilizar nuestra piedad para «barrer para dentro» y de convertir en medios de protagonismo humano los dones y servicios que Dios nos ha encomendado.
Precisamente porque el peligro es real y sutil, el Señor empieza esta sección con el imperativo: ¡Cuidad! Es decir, guardaos, estad en guardia, vigilad, tened mucho cuidado, ¡ojo! En el momento menos esperado, el maligno puede insinuar en nuestra piedad móviles impíos. Es prescriptivo, pues, un periódico auto-examen para asegurarnos de que seguimos sirviendo al Señor con corazón limpio. Un buen chequeo que podemos hacernos es el de considerar si actuamos de la misma manera cuando nadie nos ve que cuando sabemos que otros nos miran. ¿Oramos tanto o más en privado que en público? ¿Damos limosnas cuando nadie nos ve o sólo cuando vamos acompañados? ¿Es tan intensa nuestra práctica religiosa cuando estamos lejos de nuestro lugar habitual de residencia como cuando estamos en casa, sujetos a las presiones de nuestros familiares o amigos creyentes? En una palabra, ¿vivimos y actuamos para ser vistos por los hombres o porque sabemos que Dios nos mira?
Las dos maneras de practicar la piedad conducen a dos premios diferentes. Aquel que practica la piedad sólo para ganar los aplausos de los demás quizás consiga el premio de la adulación humana —la recompensa del honor, la admiración y la alabanza—; pero no debe pensar que recibirá la aprobación de Dios, ni siquiera cuando sus actos sean de carácter religioso, porque, en el fondo, jamás quiso glorificar a Dios. Su piedad nunca fue auténtica, sino una especie de teatro religioso.
En cambio, aquel que no actúa de cara a la galería, sino en la integridad y sencillez de su corazón, quizás no reciba nunca los aplausos de sus contemporáneos, pero disfrutará de una amplia recompensa de parte de su Padre celestial.

En los versículos 2 a 18 de este capítulo, Jesús procede del principio general del versículo 1 a unos ejemplos específicos: las limosnas, la oración y el ayuno. Como ya hemos dicho, todos ellos eran tenidos por muy importantes tanto en el judaismo como en la iglesia cristiana primitiva. Para reforzar la unidad de esta sección, el Señor emplea una misma estructura literaria en los tres casos.
De hecho, la estructura de todo el Sermón del Monte depende de la frecuente repetición de las mismas fórmulas. Ya hemos visto que cada una de las bienaventuranzas del 5:3–12 se ajusta a un mismo patrón, como también las seis antítesis del 5:21–48 (habéis oído que se dijo … pero yo os digo). Ahora, en su enseñanza en torno a las tres obras de piedad, Cristo emplea un claro paralelismo de lenguaje. Esto se ve en los siguientes puntos:

          —      Cada ejemplo empieza con una frase similar: cuando des limosna …, cuando oréis …, cuando ayunéis …

          —      A continuación vienen instrucciones en cuanto a lo que no hay que hacer, ilustradas siempre por medio de la ostentosa pseudo-piedad practicada por los «hipócritas».

          —      En cada caso, los hipócritas son acusados de realizar su justicia para ser vistos (o alabados) por los hombres.

          —      Y en cada caso se dicta la misma sentencia irónica: ya han recibido su recompensa completa (vs. 2, 5, 16). La recompensa en cuestión consiste en la efímera adulación de los espectadores. En cambio, los hipócritas no deben esperar recibir recompensa de parte de Dios, pues él no premiará la hipocresía.

          —      Sigue una frase similar que introduce las instrucciones positivas acerca de lo que los discípulos deben hacer: pero tú, cuando des limosna … pero tú, cuando ores … pero tú, cuando ayunes.

          —      Las instrucciones positivas, en cada caso, versan sobre la auténtica piedad y sobre el carácter secreto de su práctica.

          —      Y cada ejemplo acaba con la misma promesa: tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará (vs. 4, 6 y 18). En contraste con los aplausos de una multitud voluble y olvidadiza, ésta sí es una recompensa sólida y duradera.

Se trata, pues, de una sección tan rigurosamente estructurada como las bienaventuranzas o las enseñanzas éticas del 5:21–48. La única parte que no se ajusta a esta estructura es la digresión o ampliación del tema de la oración que ocupa los versículos 7 a 15.

Lo que dice Dios acerca de los Ángeles: Ayuda ministerial

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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LA ÚLTIMA PALABRA DE DIOS SOBRE LOS ÁNGELES
La esfera doctrinal [ángeles y espíritus] a la cual tenemos que entrar y atravesar en esta sección es la más importante y difícil de todas las demás[…] Las Sagradas Escrituras nos dan bastante de qué pensar en cuanto al tema de los ángeles.
Karl Barth
Nuestro marco de referencia debe ser el de las Escrituras como nuestra suprema autoridad en esta materia.
Billy Graham
No estamos completamente seguros de cuándo ni aun el porqué Dios creó a los ángeles. Los ángeles no se mencionan en ninguna parte en los seis días de la creación en Génesis 1, a menos que estén de algún modo implicados en las «lumbreras en la expansión de los cielos» (Génesis 1:14–19). En Job, por ejemplo, el paralelismo de la poesía hebrea antigua presenta a los ángeles y las estrellas casi como sinónimos:
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
¿Quién ordenó sus medidas,
si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?1
En realidad, los ángeles no son estrellas y estas no son ángeles, pero están muy cercanamente asociados unas con los otros en las antiguas porciones de la Biblia,2 lo cual sugiere que Dios creó a los ángeles, junto con las estrellas, en el cuarto día de la creación.
También es posible que Dios haya creado a los ángeles antes de la creación de los cielos y la tierra descrita en Génesis 1. La Biblia no nos dice nada de esto abiertamente, pero quizás lo da por sentado por la aparición de Satanás en el huerto del Edén. ¿Quién es ese ser maligno y cómo llegó hasta ahí? ¿Cuándo cayó de la gracia de Dios? ¿Qué hace el poder maligno en la tierra nueva y sin pecado de Dios? Algunos eruditos creen que determinados ángeles se crearon bastante antes de la creación en Génesis 1, cayeron de la gracia de Dios y más tarde descendieron a la tierra. Otros teólogos cristianos piensan que la caída de los ángeles quizás ocurrió en algún momento entre Génesis 2 y 3, entre la creación del ser humano y el encuentro con la serpiente en el huerto del Edén.
De cualquier modo, pareciera que la guerra celestial entre los ángeles buenos y los malos ya estaba en su apogeo antes de que Dios creara a Adán. El mandato en la creación fue, por ejemplo: Llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread, lo cual podría sugerir una batalla espiritual (Génesis 1:28). Sojuzgar y señorear sobre la tierra significa más que un simple cuidado y protección de los animales. Esto se vuelve pecaminosamente claro en Génesis 3, donde la serpiente, más que un animal cualquiera, desafía la autoridad de Dios en la nueva tierra.
Esta es la secuencia que yo sugiero sobre la historia primitiva: (1) Dios creó a los ángeles y a otras criaturas celestiales. Pero no sabemos exactamente cuándo. Pablo escribió en Colosenses 1:16: «Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles[…] todo fue creado por medio de Él y para Él». (2) Algún tiempo más tarde (todavía no sabemos cuándo), Satanás, quien pudo haber comenzado su carrera como arcángel, condujo una rebelión celestial en contra de Dios. Y perdió. (3) Por último, Dios creó los cielos materiales y la tierra y todo lo que hay en ellos, incluyendo a los seres humanos. En algún punto de la historia (y tampoco sabemos cuándo sucedió), el diablo fue echado a la tierra. Por lo general, la Iglesia acepta esto, aunque muchos de los detalles no están tan claros en la Biblia como nos gustaría.
Apocalipsis 12:7–9 nos dice:
Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Está bien claro que esto ocurrió. Cuándo sucedió, no se sabe. No podemos estar seguros de que este pasaje describa un hecho pasado o futuro. Mientras que hay quienes creen que se trata de una regresión narrativa sobre la caída de Satanás antes de la creación, hay otros que sienten que este pasaje describe algo que ocurrirá poco antes del fin del mundo, sugiriendo que el poder de Satanás se desatará en la tierra en una furia sin precedente antes de la venida de Cristo (véase Apocalipsis 9:1–6).
Muchos estudiosos de la Biblia piensan que Isaías 14:12–15 podría ser un paralelo:
¡Cómo caíste del cielo,
oh Lucero, hijo de la mañana!
Cortado fuiste por tierra,
tú que debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto,
junto a las estrellas [¿ángeles?] de Dios,
levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré
[referencia al monte del templo judío, Sion],
a los lados del norte;
sobre las alturas de las nubes subiré,
y seré semejante al Altísimo.
Mas tú derribado eres hasta el Seol [el lugar de
los muertos], a los lados del abismo.
En su contexto histórico, el pasaje que acaba de leer es un juicio profético en contra del rey de Babilonia. Aunque con frecuencia se entiende que tiene una aplicación más amplia sobre la caída llena de orgullo de Satanás. En La Biblia al día, una paráfrasis, la frase «Oh Lucero, hijo de la mañana» se traduce «Lucifer».3 Quizás Jesús hizo alusión a este texto del Antiguo Testamento cuando le dijo a sus discípulos: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará» (Lucas 10:18–19).
Y Apocalipsis 9:1–2 usa unas figuras similares. «El quinto ángel [de juicio] tocó la trompeta, y vi una estrella4 que cayó del cielo a la tierra; y se le [Satanás] dio la llave del pozo del abismo [otra palabra para infierno]. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno».
De manera que la Biblia no nos dice, especial y directamente, cuándo creó Dios a los ángeles ni cuándo fue que los ángeles malignos cayeron del cielo. Pero esto sí sabemos: Dios es creador de todas las cosas, incluyendo a los ángeles, y en algún momento de la historia, muchos de esos ángeles se volvieron malos.
Orígenes, uno de los «padres» más conocido de la iglesia primitiva, no ocultó su perplejidad acerca de algunas de estas preguntas: «Esto también es parte de las enseñanzas de la Iglesia, de que hay ciertos ángeles de Dios y ciertas buenas influencias, los cuales son sus siervos realizando la salvación de los seres humanos. Sin embargo, cuándo se crearon estos [ángeles], o cuál es su naturaleza, o cómo es que existen, no está claramente revelado».5
Los primeros ángeles buenos aparecen en Génesis 3. Después que Dios echa al ser humano del Edén: «Puso al oriente del huerto de Edén querubines [varios ángeles especiales6], y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida» (Génesis 3:24). Billy Graham resume el papel de los ángeles buenos de la siguiente manera:
¿Ha visto usted o se ha encontrado usted con uno de esos seres superiores llamados ángeles? Son mensajeros de Dios cuya principal tarea es cumplir las órdenes de Dios en este mundo. Les ha dado el cargo de embajadores. Les ha conferido dignidad de santos diputados para que realicen obras de justicia. De esta forma ayudan a su Creador en la tarea de regir soberanamente el universo. Por tanto les ha otorgado la capacidad de llevar la santa empresa a una feliz conclusión.7
TÉRMINOS USADOS EN LA BIBLIA PARA LOS ÁNGELES
Quizás la mejor manera de entender a los ángeles es revisando algunas de las diferentes palabras usadas para «ángel» en los testamentos hebreo y griego de la Biblia. La palabra en castellano «ángel» se deriva de angelos, un término griego usado casi doscientas veces en el Nuevo Testamento el cual significa, en su forma simple, «mensajero».
En el mundo helenístico, existente antes de la historia del Nuevo Testamento, el término tenía muy poca significación religiosa y el papel del angelos humano era bastante simple: daba mensajes, respondía preguntas, esperaba recibir un pago por sus servicios y recibía la protección de los dioses. El antiguo angelos humano podía también ser un diplomático, que hacía tratos y despachaba comunicados oficiales. En la antigua Grecia, a los filósofos, y a veces hasta a las aves, se les refería como angeloi.8
La idea central en el Nuevo Testamento es que angeloi (la forma plural de angelos) eran seres divinos celestiales con un mensaje de Dios. Por lo general, este concepto en el Nuevo Testamento se toma de la idea judía acerca de los ángeles en el Antiguo Testamento: «Los ángeles son representantes del mundo celestial y son los mensajeros de Dios. Cuando aparecen, el mundo sobrenatural irrumpe en el nuestro».9
En el Antiguo Testamento, malak es el término usado con mayor frecuencia para referirse a los ángeles. Así como angelos, también significa mensajero o representante. La palabra trabajo o negocio en hebreo es malaka y malukut significa mensaje (véase Hageo 1:13). Malaquías, uno de los profetas del Antiguo Testamento, es un nombre que significa «mi mensajero».
«Mensajero» es la traducción (pero no el significado) de malak. Para nosotros, la palabra «mensajero» tiene poco significado comparado con su importancia en el mundo antiguo. Debido a que la comunicación era tan difícil, a veces tomaba semanas entregar un mensaje (antes no tenían teléfonos ni máquinas de fax), el mensajero a veces tenía que hablar y aun hasta mediar en nombre de quien lo había enviado.
Esto se ilustra en Génesis 44. A José, uno de los doce hijos de Jacob, sus hermanos lo vendieron como esclavo. Sorprendentemente, José termina siendo príncipe de Egipto. Cuando una terrible hambruna amenazó toda la región, los hostiles hermanos de José se aventuran a Egipto en busca de comida, sólo para descubrir que su hermano menor se ha convertido en un prominente oficial del gobierno. Al principio, los hermanos no reconocieron a José, aunque él sí los reconoció. Al hablar egipcio fluidamente, José se mantuvo de incógnito y por razones que nunca se explican en la Biblia, trata a sus hermanos con dureza. (Cuando uno lee la historia, da la impresión de que en verdad no las tenía todas con ellos.)
Poco antes de descubrir su verdadera identidad, José envía a sus hermanos de vuelta a casa, con sus animales cargados de comida. Pero con un astuto plan de arrestarlos, José esconde su copa de plata en la bolsa de viaje del menor. Cuando el siervo descubre la copa «robada», uno de los hermanos, Judá, negocia desesperadamente con el siervo, «el mensajero» que representa a José. En realidad, Judá rogaba por la vida de Benjamín. Era como si el siervo-mensajero y su señor, José, fueran uno.
En Génesis 24, Abraham envía a su siervo-mensajero a otro país a buscar esposa para su hijo Isaac. ¿Se puede imaginar a su padre enviando a un secretario de viaje a California o a Nueva York para buscarle una pareja?
La palabra «mensajero» tenía mucho más significado en la cultura antigua del que tiene ahora. En el mundo griego no cristiano, por ejemplo: «Dependían mucho del mensajero, era visto como alguien que estaba bajo protección especial de los dioses, lo cual no sólo significaba que hacer daño al mensajero se consideraba como un acto que atentaba contra los dioses, sino que también denotaba que el mensajero veía su tarea como algo divino[…] Muy poco de esto se encuentra implicado en nuestra palabra “mensajero”».10
Si alguien me llegase a preguntar si alguna vez he visto a un ángel, me temo que no podría dar una respuesta satisfactoria. Pero si me fuesen a preguntar que si alguna vez he visto a un mensajero de Dios, la respuesta sería un enfático e inequívoco: «¡Sí, lo he visto!»
Claus Westerman
Así, en su actividad más simple, los ángeles son mensajeros. San Agustín escribió:
Los ángeles son espíritus, pero no porque sean espíritus es que son ángeles. Se vuelven ángeles cuando son enviados, pues el nombre ángel se refiere a su oficio no a su naturaleza. Me pregunta el nombre de esta naturaleza, es espíritu; pregunta por su oficio, es el de un ángel (i.e., mensajero). En tanto que exista, un ángel es espíritu; en tanto que actúe, es un ángel.11
Forrester Church lo expresa de la siguiente manera: «Recuerde, los ángeles son tanto los mensajeros de Dios como el mensaje de Dios, testimonios para la eternidad en tiempo, para la presencia de la divinidad en medio de lo ordinario. Cada momento de cada día se complica por sus huellas».12
Los ángeles están al constante servicio de Dios. Pueden aparecer, literalmente, trayendo algún mensaje de aliento o dirección. O pueden venir de incógnito, «ángeles inesperados», como a veces se traduce. O, ¡quizás simplemente usted tuvo un día bueno y no está seguro por qué!
¿CUÁNTOS ÁNGELES HAY?
Sólo podemos imaginar cuántos ángeles hay. Algunas personas han tratado de suponerlo con precisión. Algunos místico del siglo catorce llegaron a la suma exacta (301,655,722) empleando cálculos elaborados, pero oscuros. Especulaciones excéntricas como esta rigieron los estudios teológicos durante los siglos de la Edad Media. Algunos de los primeros luteranos, en una obra llamada Theatrium Diabolorum,13 estimaron que había 2,500 millones de diablos, un número que más tarde se elevó a 10 billones.14
Millones de criaturas espirituales caminan en la tierra sin ser
vistas, cuando estamos despiertos y cuando dormimos.
Milton, El paraíso perdido, IV
La Biblia, al igual que todo lo demás que dice acerca de los ángeles, revela el número de seres celestiales sólo hablando en términos generales. Cuando están a punto de arrestarlo, Jesús anuncia que, si así lo quisiera, podría llamar a doce legiones de ángeles que fueran en su ayuda (Mateo 26:53). En el tiempo de Augusto César, una legión comprendía cerca de seis mil hombres, de manera que Jesús hablaba de varias decenas de miles de seres angélicos.
En Deuteronomio 33:2, Moisés canta:
Jehová vino de Sinaí,
Y de Seir les esclareció;
Resplandeció desde el monte de Parán,
Y vino de entre diez millares de santos.
Judas 14 nos da un indicio de las multitudes de ángeles que acompañarán el advenimiento del Señor: «He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares».
Y en el último libro de la Biblia, Juan ve y escucha «la voz de muchos ángeles alrededor del trono[…] y su número era millones de millones» (Apocalipsis 5:11).
ORGANIZACIÓN ANGÉLICA
Los ángeles se describen comúnmente como multitudes, pero eso no significa que no tengan un sistema. De nuevo, aunque la Biblia virtualmente permanece callada respecto a los arreglos del cielo, esto no ha desanimado a los teólogos especuladores, quizás les podríamos llamar «angeleólogos», quienes han jerarquizado a los seres celestiales en elaborados esquemas.
En La jerarquía celestial, Dionisio, quien escribió en el siglo sexto, hiló la tela especulativa del orden angélico con un detalle extraordinario, un organigrama que llegó a verse con gran autoridad.
Los católicos pueden trazar su angeleología a partir de Tomás de Aquino, cuyas ideas acerca de los ángeles recibieron una gran influencia de Dionisio. Mortimer Adler, editor general de la Enciclopedia Británica y autor de una docena de libros, resume y simplifica el esquema de Dionisio:
La sociedad o comunidad de ángeles se dividió en tres jerarquía, y en cada una había tres coros u órdenes de ángeles; en la primera y más alta jerarquía estaban los serafines, querubines y tronos en orden descendente; en la segunda jerarquía, la media, estaban los dominios, virtudes y poderes; en la tercera y más baja jerarquía estaban los principados, arcángeles y ángeles.
Expresado en los términos más simples, el orden descendente de las jerarquías, y de los tres coros en cada una, consistía en los grados de perfección de las criaturas: los serafines representaban el grado más alto de perfección entre las criaturas de Dios y los ángeles simples la más baja. La perfección a la cual se referían no era moral, sino metafísica, una perfección en el modo de ser.15
Los libros de Billy Graham son fundamentalmente bíblicos y confiables. Sugiere, basando sus ideas en Colosenses 1:16 y en otros pasajes de la Biblia, la siguiente organización angélica: arcángeles, ángeles, serafines, querubines, principados, autoridades, potestades, poderes, tronos y dominios.16 Pablo escribe en el pasaje de Colosenses: «Porque en Él [Cristo] fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades».
Este versículo se refiere primordialmente a la autoridad de Cristo sobre los reinos de este mundo; pero más que eso, se puede referir a los principados y poderes de las tinieblas que influyen sobre esos reinos. Pablo afirma en otra de sus cartas: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12).
Estos pasajes nos dicen que en verdad hay jerarquías celestiales, pero no se aclara si estas oficinas celestiales son de ángeles de luz o de tinieblas. Es imposible determinar estos rangos con certeza, pues varios versículos de la Biblia usan diferentes términos para las huestes angélicas en diferente orden.
El teólogo C. Fred Dickason menciona que hay «suficiente evidencia como para decir que existen rangos distintos y graduales, pero no hay suficiente evidencia como para hacer una comparación completa o un organigrama».17 San Agustín reconoce, hablando del rango y orden social de los ángeles, lo siguiente: «Dejemos a quienes son capaces que contesten estas preguntas, si es que pueden probar que sus respuestas son ciertas; porque en lo que a mí respecta, confieso mi ignorancia».18
Sabemos con certeza un par de cosas acerca de los rangos angélicos: primera, de acuerdo a los capítulos uno y dos de Hebreos los ángeles tienen un rango mucho más bajo que Dios el Padre y su Hijo, Jesús; y segunda, de acuerdo al Salmo 8:5, los seres humanos somos «poco menor que los ángeles».19
MI ÚLTIMA PALABRA RESPECTO A LA ÚLTIMA PALABRA DE DIOS ACERCA DE LOS ÁNGELES
En resumen, Dios creó a los ángeles, incontables millares de ellos, en algún momento anterior a la creación del universo. En esa bruma anterior al tiempo, se libró una guerra en los cielos que provocó la expulsión de Satanás y sus ángeles. Los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios, un poco menor que los ángeles. Por lo general, los mensajeros de la Palabra de Dios son los ángeles buenos que sirven a Dios y a su pueblo, mientras que los ángeles malos simplemente están al servicio de Satanás y sus propósitos. Y los ángeles en ambos reinos, de la luz y las tinieblas, están gobernados por rangos y órdenes.
Pero, ¿cómo son los ángeles? En los dos estudios siguientes pintaremos un retrato de los ángeles y así daremos un vistazo más cercano a las labores a las que se dedican.
1 Job 38:4–7, cursivas añadidas. Este «poema» es un ejemplo de un tipo de paralelismo hebreo, el cual sugiere que las ideas paralelas en cada una de las oraciones de repetición son mutuamente inclusivas. Las estrellas y los ángeles también están implicados en Salmos 103:20–21; 148:2–5; y Apocalipsis 1:20.
2 Colin Brown, The Theological Wordbook of the Old Testament, Three Volumes [El libro de palabras teológicas del Antiguo Testamento, Tres volúmenes], Zondervan, Grand Rapids, MI, 1981, vol. 1, pp. 101–2, indica que la creencia popular en los ángeles se incrementó en el judaísmo tardío. «Los ángeles», escribe, «representaban la omnisapiencia y omnipresencia de Jehová, formaban su corte y asistentes, y eran sus mensajeros. Estaban relacionados con las estrellas, los elementos, fenómenos naturales y poderes, los cuales gobernaban como representantes de Dios» (cursivas añadidas).
3 El significado de este texto se debate acaloradamente. En realidad, este es el único lugar en la Biblia donde aparece el nombre «Lucifer». En ninguna otra parte se le asigna a Satanás ese nombre. Satanás se le llama «la serpiente», «el diablo», «el dragón», «el destructor», pero no «Lucifer». No obstante, muchos estudiantes de la Biblia, en los cuales me incluyo, basados en similitudes en Ezequiel 28:11–19, Lucas 10:18, Apocalipsis 9:1–6, y 12:7–9, creen que este pasaje es una referencia directa a Satanás y a su caída del cielo.
4 Aquí está otro versículo que sugiere una relación entre ángeles y estrellas.
5 Brown, vol. 1, p. 102.
6 Rob van der Hart, The Theology of Ángeles and Devils [La teología de ángeles y diablos], Fides Publishers, Notre Dame, IN, 1972, p. 23.
7 Graham, p. 30.
8 Collin Brown, vol. 1, p. 101.
9 Brown, vol. 1, p. 102.
10 Rob van der Hart, p. 23.
11 Sermón sobre el Salmo 103.
12 Forrester Church, Entertaining Ángeles: A Guide to Heaven for Atheists and True Believers [Hospedando ángeles: una guía al cielo para ateos y creyentes verdaderos], Harper & Row, San Francisco, 1987, p. 35.
13 Lo que significa, sencillamente, «teatro (o mundo) de diablos».
14 Gustav Davison, A Dictionary of Ángeles [Un Diccionario de ángeles], The Free Press, New York, 1969, pp. xiii–xiv.
15 Adler, p. 45.
16 Graham, p. 57.
17 Dickason, Ángeles [Ángeles], p. 87.
18 Philip Schaff y Henry Wace, eds., A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian Church, Series 1 [Una biblioteca selecta Nicena y Posnicena de los padres de la iglesia cristiana, serie 1], Eerdmans, Grand Rapids, MI, vol. 3, p. 256.
19 La palabra traducida «ángeles» en la versión Reina Valera es la palabra hebrea elohim que quiere decir Dios. Es evidente por el contexto, y por muchas otras citas bíblicas, que esta palabra no se puede traducir «Dios» de manera apropiada en este versículo.
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