sábado, 19 de mayo de 2012

¿Estas acostumbrado a escuchar la Voz de Dios?: Discernimiento Espiritual, resultado de la oracion intensa


biblias y miles de comentarios
 
Cómo escuchar la voz de Dios
Un sábado por la noche en 1991 fue muy inquieto para mí. De vez en cuando sentía que se estaba lidiando cierta clase de guerra espiritual. Cuando desperté tenía la leve impresión de haber soñado con un espíritu de homosexualidad.
Era algo inusual. Normalmente duermo bien y casi no sueño. Hasta ahora, a diferencia de muchos de mis amigos, no he recibido revelaciones de Dios en sueños. Y cuando los tengo les presto poca o ninguna atención. A este en verdad, no le presté mucha atención. Tengo muchos problemas en mi vida, pero el de la homosexualidad jamás ha estado ni siquiera cerca.
Una palabra del Señor
Sin embargo, a la mañana siguiente en la Escuela Dominical, me sentí inclinado a darle una palabra a mi clase. Esto también era raro. Durante los últimos años, podía contar con mis dedos las veces que lo había hecho. Sentí que era una palabra del Señor, así que la expresé públicamente:
«Hay alguien aquí esta mañana a quien se le están acercando para una relación homosexual, que no desea, pero que es difícil de rehusar, y necesita ayuda. Dios le proveerá esa ayuda». Sabía que era una relación masculina, pero no había mencionado esa parte.
Al día siguiente el tesorero de la clase, Rocky Lloyd, me llamó. Dijo que el domingo por la noche fue a la iglesia y recibió una enseñanza bíblica excelente. Se sentía bien en cuanto al servicio de la iglesia y se fue a la casa a pasar el resto de la noche estudiando la Biblia. Esa noche recibió dos llamadas telefónicas de hombres distintos, que no estaban relacionados el uno con el otro, a los cuales Rocky les había testificado en algún momento en el pasado. Él también sabía que cada uno de ellos vivía un estilo de vida homosexual, ambos le solicitaron una relación sexual con él esa noche.
Aunque Rocky no se inclinaba personalmente en esa dirección, me llamó para decirme que estaba agradecido porque Dios le había advertido en cuanto a ello mediante la palabra que me había dado, y que alababa a Dios por armarlo esa misma noche con la espada del Espíritu. También dijo que había recibido ayuda directa de la oración esa misma mañana. En un momento de la Escuela Dominical, sin que nadie tuviera idea alguna en cuanto a quién podría aplicar la palabra de Dios, Dave Rumph se le acercó y le dijo, «Dios me está diciendo que ore por ti, pero no sé por qué». Dave oró por Rocky y fue un día victorioso en todo sentido.
¿De dónde vino esta información?
Obviamente fue una comunicación directa de Dios para conmigo y también para Dave Rumph. Más importante aún, fue una palabra de Dios para Rocky Lloyd a través de Dave y yo.
En el capítulo anterior, mencioné que la oración activa era de dos direcciones. Hablamos con Dios y Él nos habla a nosotros, así como mi padre terrenal y yo hablamos cuando lo llamo por teléfono. Esto debe ser evidente para los cristianos bíblicos, y así lo es para muchos. Pero un segmento bastante grande de la iglesia más bien se enoja con la idea de que escuchamos de parte de Dios en estos días y en esta época. Las personas generalmente aceptan la idea de que Dios nos guía y nos dirige mediante un arreglo divino de las circunstancias de la vida, pero pretender «escuchar» directamente a Dios es percibido como algo que no es respetable. Es particularmente sospechoso si de alguna manera damos la impresión de que estamos citando palabras de parte de Dios, o si estamos parafraseando lo que creímos haber escuchado.
¿Fue apropiado que me parara en público y expresara lo que creía era una palabra de Dios?
¿Fue apropiado que Dave Rumph dijera: «Dios me está diciendo …?»
«John Maxwell ora hoy»
Hace poco estaba enseñando en el curso doctoral de ministerio en el Seminario Fuller a unos 50 pastores. Al comenzar cada día del curso intensivo de dos semanas, generalmente le pido a uno de los pastores que sea el líder de oración de la clase y pasamos 45 minutos orando juntos. Temprano en la mañana en mi tiempo personal de oración saco la lista de la clase y oro por mis estudiantes, pidiéndole a Dios que me muestre quién debe ser el líder de oración en esa ocasión. Durante los primeros 2 ó 3 días, usualmente pongo una marca al lado de los nombres de unos 10 ó 15 que siento podrían ser líderes potenciales.
Sucede que mi buen amigo John Maxwell, pastor de la Iglesia Wesleyana Skyline en San Diego, estaba tomando el curso. Sin embargo, no marqué su nombre por ser tan reconocido como maestro de pastores a través del país. Pensé: (1) John no necesita estar al frente de nuevo; y (2) no quiero que piensen que estoy lisonjeando a una celebridad en nuestro medio. Decidí que otros orarían en esta ocasión.
Dios tomó otra decisión. Mientras oraba sobre los nombres señalados el lunes en la mañana de la segunda semana, escuché claramente a Dios hablar a mi espíritu: «John Maxwell ora hoy». Eso me bastó. Llamé a John Maxwell, él dirigió, y resultó ser uno de los momentos de oración más profundos y poderosos de las dos semanas.
El próximo día John y yo cenamos juntos. Me dijo: «Sabía que me ibas a pedir que orara ayer. La noche anterior le dije a Dave Freshour: “¡Voy a orar mañana por la mañana!”»
Esta vez ninguno de los dos hizo público lo que habíamos escuchado de parte de Dios. Pero cuando comparamos las notas de manera privada estábamos jubilosos. Ambos nos identificamos con tradiciones teológicas muy conservadoras, pero habíamos llegado a creer que Dios habla hoy en día y que podemos escucharle lo suficientemente claro como para casi citar sus palabras. ¡Esa vez sí lo escuchamos!
«Y cito»
Jack Hayford aceptó esta verdad mucho antes que John Maxwell o yo. Lo dice tan atrevidamente como cualquiera. Cuando usa el término. «Dios me habló», Hayford dice, «estoy siendo más específico que la revelación general o las impresiones internas privadas. Me reservo esas palabras de manera intencional para las raras y especiales ocasiones cuando, en mi espíritu, el Señor me ha hablado directamente. No quiero decir, “me sentí impresionado” o “sentí de alguna manera”». Hayford afirma que el Señor le dice palabras a él. «Esas palabras han sido tan distintivas que casi me siento capaz de decir, “y cito”».1
Reconociendo plenamente mi pecaminosidad y humanidad, creo apropiado reclamar que estoy citando al Altísimo Dios diciéndome, «John Maxwell ora hoy».
También estoy consciente que algo de esto suena como absoluta arrogancia. «¿Quién se cree Peter Wagner para que el Creador del universo baje a hablarle?» Sobre todo acerca de cosas relativamente insignificantes como resistir ofertas homosexuales cuando quizás ni siquiera había tentación homosexual, o pedirle a una persona en particular para que orara en una aula.
¿Revelación de Dios hoy día?
Comprendo muy bien esa manera de pensar porque así lo hice yo durante una buena parte de mi carrera como ministro ordenado.
En el seminario, se me enseñó que la revelación general de Dios estaba disponible a todos los humanos a través de la creación, pero que su revelación especial estaba limitada a la Escritura Sagrada. Dios pudo haberle hablado directamente a los apóstoles y a los profetas, pero ellos escribieron lo que Él dijo, y cuando se concordó el canon del Antiguo y del Nuevo Testamento, no hacía falta más revelación. Después de todo, Hebreos 1:1, 2 dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo». Dios ha dicho lo que hacía falta decir. Si leemos y aplicamos la Escritura, no tenemos necesidad de ninguna otra revelación de parte de Dios.
Ahora bien, todavía tengo una gran opinión de la infalibilidad bíblica, pero también estoy consciente de que Dios tiene cosas que decirnos que no están en la Biblia. Cuando tomé la decisión de casarme con Doris, por ejemplo, no tuve un versículo bíblico que me dijera que ella era. Lo mismo ocurrió cuando acepté el llamado a unirme a la facultad del Seminario Fuller. O al invitar a Alice Smith para que fuera la intercesora I-1 de Doris y yo.
Los que han leído Escudo de oración, el segundo libro de esta serie Guerrero en oración, sabrán que me gusta hacer la distinción entre los intercesores I-1, I-2 e I-3 a quienes Dios ha llamado de manera específica a orar por nosotros y por nuestro ministerio. Actualmente, Doris y yo tenemos 18 I-2 y un I-1, para un equipo íntimo de compañeros intercesores de oración de 19. Creo que sólo Dios elige los intercesores I-1, así que es imperativo escuchar de parte de Dios antes de establecer tal relación.
Una razón por la cual es importante que Dios mismo fundamente esta relación es que Él, por lo general, le hablará de manera directa al intercesor acerca de la persona por la cual él o ella está orando. Por ejemplo, el 15 de noviembre de 1990, Alice Smith escribió en su diario:
Aproximadamente a la 1:15 p.m. hora de Houston, hubo peligro para Peter Wagner. A medida que comencé a interceder, el Señor me dio una visión de un principado que provenía del sur. Era tan grande como un hombre y se cernía sobre Peter con una flecha en su mano apuntando al corazón. Yo gritaba: «Sálvalo, Señor. Ten misericordia de él y sálvalo». El Señor reveló que era un espíritu de muerte. Le pregunté al Espíritu Santo si Peter estaba bien y me dijo: «Su vida está en equilibrio».
¡De mí se derramaba dolor! Llamé y le pedí a Eddie [el esposo de Alice] que orara. Mientras clamaba por misericordia, recordándole al Padre de Sus planes para Peter, recitando la Escritura y luchando contra las fuerzas de las tinieblas, el Señor me dijo el Salmo 144 a mi corazón. Era una palabra para Peter.
Entonces a la 1:57 p.m., así como vino esto, vi un ángel del Señor venir y quitarle la flecha de la mano del principado, romperla sobre su rodilla, y ¡salir hacia el este! El espíritu de muerte simplemente se desvaneció.
¿Qué podemos deducir de esto?
¿Es ésta una mujer que está emocionalmente perturbada y que tiene una imaginación hiperactiva? ¿Ha estado leyendo demasiado los libros de Frank Peretti? ¿Es una fanática descabellada?
No si es que soy un juez de carácter razonable. Alice es una maravillosa madre y mujer. Es muy competente en su campo de bienes raíces. Eddie, su esposo, es un pastor bautista del sur, y ella es activa en la iglesia. Es mujer santa y es solicitada como maestra bíblica y conferencista. También es una intercesora reconocida internacionalmente. Además escucha a Dios de manera un tanto más regular que el resto de nosotros.
Los lectores de Escudo de oración podrán recordar que relaté esta historia allí incluyendo algunos detalles adicionales. Como dije en ese libro, todavía creo que la oración de Alice salvó mi vida física en 1990.2 Pero esta vez lo repito para enfatizar cuán crucial ha sido su ministerio y cuánto parte del mismo depende de escuchar la voz de Dios.
Escribir lo que Dios dice
Aunque no escucho directamente a Dios con demasiada frecuencia, la decisión de pedirle a Alice que fuera nuestra intercesora I-1 vino luego de uno de esos eventos especiales. Mientras tenía mi acostumbrado momento de oración matutina, encontré mi mente llena de pensamientos que claramente no eran míos. Para ese entonces estaba aprendiendo cómo reconocer la voz de Dios, pero lo que me sorprendió fue la claridad con la que las palabras mismas llegaban. Saqué un bolígrafo y una libreta y comencé a escribirlas, percatándome de que era la primera vez que había hecho algo así. He aquí lo que escribí, sin pausa alguna:
Todavía no sabes cuán importante va a ser Alice Smith en la guerra espiritual a favor tuyo. Llegará a ser tu intercesora más poderosa. No tendrás una relación personal particularmente estrecha con ella. No tendrás que decirle todo por lo cual ha de orar porque ella me es muy querida y me escucha bien. Yo le haré saber cómo ha de orar día a día y semana tras semana. No necesitas recompensarla; sus recompensas vendrán directamente de mí.
La he estado preparando para este ministerio, proveyéndole equipo especial, y mostrándole cómo utilizarlo. Su nombre será conocido y temido entre las fuerzas del mal. La odiarán y tratarán de destruirla, pero sufrirá poco. Su esposo será un apoyo y su protección.
Estoy haciendo esto porque te he elegido para un ministerio que requiere el más alto nivel de intercesión. He estado trayendo personas nuevas a tu vida que te amarán a ti y a Doris y que lucharán y ganarán batallas espirituales. No sabrás nada acerca de muchas de estas batallas, pero te hubieran destruido sin la intercesión. Los intercesores te serán fieles y estarás libre de restricciones que el enemigo te ocasione. Has sufrido por mí, y tu sufrimiento prácticamente se ha acabado.
Mientras escribía estas palabras, sentí que estaba escribiendo cierta clase de revelación divina. Fue una palabra muy importante de parte de Dios en un momento crucial de mi vida y mi ministerio. La expresé a Alice cuando Doris y yo la invitamos a ser nuestra intercesora I-1, pero si mal no recuerdo no la había dado a conocer, palabra por palabra, a nadie más hasta ahora.
El movimiento evangélico común
El movimiento evangélico común ha cuestionado la clase de comportamiento que acabo de describir. «Así dice el Señor» está bien para Isaías o Ezequías o el apóstol Pablo, pero ahora tenemos algo más que lo que ellos tuvieron: el canon cerrado de la Escritura. Dios obra de manera diferente hoy en día. Mis maestros de teología me enseñaron a decir, «No esperamos que Dios se involucre actualmente en actividades de revelación». Pablo le escribe a Timoteo que la Escritura inspirada es «útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Ti 3:16, 17).
Si la Escritura nos equipa completamente, dice el argumento, ¿qué más necesitamos? Esperar escuchar la voz de Dios hoy como lo hicieron los profetas de ayer va más allá de lo que permite la Escritura.
Esta manera de pensar, por supuesto, restringe cualquier concepto de oración en dos direcciones. Desde que aprendí acerca de la oración activa, no puedo hablar de la oración por mucho tiempo sin hablar acerca de escuchar a Dios. Pero esto es bastante reciente para mí. Por lo tanto, no me sorprendo al leer un artículo por Billy Graham, «Power When You Pray» [Poder cuando oras], y no ver referencia alguna a escuchar la voz de Dios.3
No cito esto para criticar a Billy Graham en manera alguna, sino simplemente porque él es el vocero más visible de nuestra corriente tradicional evangélica. También reconozco que un breve artículo no permite el espacio para decir todo lo que hace falta en cuanto a la oración, y que Graham podría muy bien creer que nosotros, de hecho, actualmente recibimos comunicación reveladora de Dios.
Pero para ampliarlo todavía más, permítanme hacer referencia al Comité de Evangelización Mundial de Lausana (CEML), que tuvo una masiva Asamblea Internacional de Oración en Seúl, Corea, en 1984. Vonette Bright y Ben Jennings dirigieron la reunión, junto con Kim Joon-Gon y Thomas Wang, a la cual asistieron representantes de 71 países. El programa presentó 94 conferencistas. Luego se publicó un libro, Unleashing the Power of Prayer [Cómo desatar el poder de la oración], que presentó la contribución de 23 de esos distinguidos líderes de oración.4
Mi punto es este: ninguno de estos destacados mensajes trata de la oración en dos direcciones o de escuchar la voz de Dios. No quiero decir que ninguno de los conferencistas negaría escuchar a Dios, pero simplemente no fue una prioridad lo suficientemente alta como para destacarla en este hito literario.
La recepción de «deseos dominantes»
Cuando recuerdo mis años como misionero, los años cuando no esperaba escuchar a Dios, reconozco que a pesar de ello creíamos que Dios respondía a la oración. No nos decíamos el uno al otro: «Dios me dijo tal o cual cosa», pero testificaríamos, por ejemplo, que Dios me había «llamado a Bolivia». Usualmente asumíamos que las respuestas a la oración llegaban en la manera en la cual se arreglaban nuestras subsiguientes circunstancias por la mano de un Dios soberano en lugar de mediante cualquier comunicación verbal directa. Pero un artículo en una revista que leí recientemente me recordó que también éramos guiados por algo que se nos permitía llamar «deseos dominantes».
Este artículo era acerca del ministerio de uno de mis directores misioneros en Bolivia, Bill Hammond. En 1950, el año de mi conversión, Bill y otros misioneros con la Misión Sur América estaban tratando de hacer contacto inicial con los indios ayoré, una tribu guerrera salvaje, que unos años antes habían asesinado a cinco integrantes de la Misión Nuevas Tribus.
Bill Hammond, que había estado orando por el contacto con los ayorés, sintió un día un «deseo dominante» de ir a El Encanto. No sería algo común porque implicaba un arduo viaje a caballo de casi 121 kilómetros por una jungla hostil a través de senderos inundados durante la temporada de lluvia. Empero, «el deseo no lo dejaba». Así que Bill salió a buscar a un compañero boliviano, Angel Bravo, a quien encontró en el camino en busca de él. Esa mañana, según la autora Edith Norwood, «Angel había tenido el mismo irrazonable deseo». Así que realizaron el viaje, el cual se convirtió en histórico. Ellos establecieron el primer contacto pacífico con los ayorés.5
Nadie se cuestiona mucho, aun los evangélicos comunes, que Bill Hammond y Angel Bravo oyeron a Dios. Él les dijo a Hammond y a Bravo que fueran a El Encanto. Ya sea que lo llamemos «deseo dominante» o una palabra de conocimiento, lo vemos como una instrucción lo suficientemente fuerte de Dios como para lanzarse a algo tan significativo en un viaje misionero en el que posiblemente se arriesgue la vida.
Esto podría ser un asunto de semántica. A lo mejor la mayoría de los evangélicos, cuando piensan acerca de esto, realmente creen que hay cierta clase de actividad reveladora de parte de Dios hoy disponible.
¡Sólo que no la llame «profecía»!
El movimiento profético moderno
Cuando escribí mi libro Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow [Sus dones espirituales pueden ayudar a su iglesia a crecer], en el 1979, confronté una decisión difícil. ¿Cómo habría de definir el don de profecía mencionado en Romanos 12:6, 1 Corintios 12:10 y Efesios 4:11, las tres listas principales de dones en el Nuevo Testamento?
Hacía poco que había regresado de Bolivia en donde se nos hizo más fácil hablar de deseos que de palabras. La mayoría de los comentarios que tenía decían que el don de la profecía se relacionaba con la predicación efectiva y la exposición de la Palabra de Dios. Pero en ese entonces también había hecho investigaciones minuciosas acerca del crecimiento eclesiástico en los movimientos pentecostales y carismáticos y había comenzado a escuchar personas lo suficientemente valientes como, para usar las palabras de Cecil M. Robeck, hijo, «para reclamar que él o ella habla en favor de Dios».6
Luego de bastante oración, estudio y consulta, decidí irme por la tangente y definirla no como predicación, sino como revelación. Dije: «El don de la profecía es la capacidad especial que da Dios a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo para recibir y comunicar un mensaje inmediato de Dios a Su pueblo mediante una declaración ungida divinamente».7 No me he arrepentido. Por un lado, no he recibido la crítica que anticipé. Por otro lado, establecí el fundamento para una comprensión bíblica de la oración en dos direcciones aun antes de practicarla.
Una razón principal, creo yo, para la falta de crítica era que alrededor de ese tiempo el Espíritu Santo comenzó a hablarle a las iglesias en general acerca de una renovación del ministerio profético. Esto había comenzado anteriormente en círculos carismáticos y pentecostales, pero alrededor del 1980 comenzó a extenderse a través de las tradiciones históricas y evangélicas. En ese entonces, un erudito evangélico bíblico de importancia, Wayne Grudem de la Trinity Evangelical Divinity School [Escuela de Divinidad Evangélica La Trinidad], estaba realizando su investigación doctoral en la Universidad de Cambridge en Inglaterra. Los hallazgos de Grudem fueron publicados luego en su influyente libro, The Gift of Prophecy in the New Testament and Today [El don de la profecía en el Nuevo Testamento y en la actualidad]. Exactamente al mismo tiempo, otros eruditos serios como David Hill y David Aune estaban investigando y escribiendo acerca de la profecía neotestamentaria.8
Sabiduría de ambos campos
Wayne Grudem tiene palabras de sabiduría para ambos campos. El proviene, como yo, del campo tradicional evangélico, por lo tanto la orientación general de su libro procura pedirle a los evangélicos que «le den cierta consideración a las enseñanzas del Nuevo Testamento acerca del don de la profecía, y a la posibilidad de que, en ciertos contextos, y siguiendo ciertas salvaguardias, este don podría ofrecer mucha edificación personal y nueva vitalidad a la adoración».9 Como resultado de la influencia de Grudem, junto con otros puntos de luz que Dios ha utilizado, muchos evangélicos ahora están haciendo lo que él sugiere.
Al mismo tiempo, Grudem apela a los pentecostales y a los carismáticos a que sean menos agresivos al declarar: «Así dice el Señor», sonando sin así desearlo como si la palabra profética está al mismo nivel que la Biblia. Él señala que aunque enseñan que no está al mismo nivel, su práctica a veces lo hace ver de esa manera. Creo que los cristianos más concienzudos de cada campo concordarían con Grudem cuando dice: «Lo que se declara en cualquier profecía actual no es la palabra de Dios, sino simplemente un ser humano reportando en meras palabras humanas algo que Dios ha traído a colación».10
Debido a que Dios está hablando al extenso Cuerpo de Cristo acerca de la profecía actual, nuestro Curso de Oración Unida 2000 A.D., que junta enormes cantidades tanto de evangélicos como carismáticos, ha tenido que escribir una declaración de la política del uso de la profecía en eventos interdenominacionales. Aunque reconocemos que varias iglesias, denominaciones y ministerios practicarán ministerios proféticos de maneras diferentes en sus reuniones, y aunque no intentamos criticar la manera en que otros lo hacen, a pesar de ello requerimos normas para mantener la armonía cuando estamos orando todos juntos. He aquí la política del 2000 A.D.:
Exhortamos a que se escuche a Dios y a que se utilicen los dones proféticos. La prudencia al comunicar palabras de parte de Dios en una reunión interdenominacional evitará frases tales como «así dice el Señor» o utilizar la primera persona para Dios. Las profecías pueden orarse de vuelta a Dios: «Dios, te escuchamos decir» o expresarse al grupo con declaraciones como: «Creo que Dios podría estar diciéndonos» y esperar que otros concuerden si es una palabra verdadera.
¿Cómo ha operado esto? Admito que es difícil quebrantar los hábitos y de vez en cuando las personas se involucran emocionalmente en una ferviente temporada de oración y violan las reglas. La mayoría de las personas presentes en una reunión como esa toman una actitud indiferente. Sabemos de dónde viene la otra persona. Pero en momentos de más calma, todavía no he encontrado un líder de oración que esté en desacuerdo con la política o que desee violarla de manera habitual.
Un terremoto en Fuller
En 1979 definí correctamente la profecía en mi libro, Your Spiritual Gifts [Sus dones espirituales], pero no estaba listo para involucrarme en su aplicación cuando Paul Cain aterrizó en California el 3 de diciembre de 1988. No tenía manera de saber que John Wimber había invitado a este hombre, que tenía reputación de profeta, para dirigirse al liderazgo de su Vineyard Ministries International [Ministerios Viñedo Internacional] por recomendación de Jack Deere, antiguo profesor del Seminario Dallas. O que este extraño de Texas le había confirmado a John por teléfono que tenía un mensaje de Dios; un terremoto habría de conmover el sur de California el día que llegara y el epicentro estaría bajo el Seminario Fuller.
Todo lo que sabía en aquel entonces era que me pasé casi todo el 3 de diciembre recogiendo libros del suelo de mi oficina en el Seminario Fuller y colocándolos en los estantes luego de un terremoto de 5.0 esa mañana. El epicentro estaba bajo la alcaldía de la ciudad de Pasadena, a un bloque del recinto del seminario. ¡Lo suficientemente cerca!
Considerando este memorable incidente, mi escepticismo persistía todavía. Un mes después, en enero, asistí a la conferencia en la iglesia Vineyard en Anaheim, California, escuché a Paul Cain, y me fui poco impresionado. Pero luego de que Doris y yo cenamos con John y Carol Wimber un par de ocasiones ese invierno y en la primavera, me convencí de que este nuevo movimiento profético era verdadero.
El libro de Wayne Grudem, The Gift of Prophecy [El don de la profecía], me ayudó a comprender el movimiento profético desde la perspectiva evangélica. Pero el libro que más satisfactoriamente me ayudó a entender el movimiento fue Prophets and Personal Prophecy [Los profetas y la profecía personal] de Bill Hamon. Escrito desde una perspectiva pentecostal, el libro de Hamon se dirigía de manera franca a las debilidades y fortalezas a la manera en la cual se había enseñado y practicado la profecía por décadas. Cubre tanto los usos como los abusos. Aun así, Hamon afirma, utilizando todas las debidas precauciones y renuncias, que Dios «ha establecido el ministerio profético como una voz de revelación e iluminación que revelará la mente de Cristo a la raza humana».11 Todavía lo recomiendo como el mejor libro práctico sobre el tema.
La demostración de Cindy Jacobs
A comienzos de 1989 mi esposa, Doris, y yo conocimos a Cindy Jacobs, quien, según averigüé prontamente, había acumulado algunos años de experiencia en los ministerios proféticos. Establecimos una relación íntima con Cindy y su esposo, Mike, y la invité a hablar en el retiro anual de nuestra Escuela Dominical Comunión 120 ese otoño. Le pedí que nos enseñara en cuanto a la profecía.
Cindy no sólo nos enseñó profecía, sino que el segundo día nos anunció que habría de profetizar. Esto era algo diferente y un tanto arriesgado para nosotros los congregacionalistas, la mayoría de los cuales podrían haber escuchado acerca de la profecía personal pero jamás habían estado tan cerca a la misma de esta manera. Al observar a Cindy, noté que ella estaba siguiendo todas las reglas que había detallado Bill Hamon. Por un lado, insistió en que se grabaran todas sus profecías para que no hubiera duda alguna en cuanto a lo que ella sentía que Dios le estaba diciendo.
El resultado de este ministerio fue verdaderamente sorprendente, y hasta hoy muchos de los que asistieron registran cambios importantes en sus vidas a partir de ese retiro. Transcribimos y publicamos las profecías en nuestro boletín Body Life [Vida del cuerpo], y en subsiguientes publicaciones muchos miembros de la clase expresaron testimonios de sanidad en sus vidas. Una profecía que Doris y yo recordaremos por mucho tiempo fue la sanidad de algunas adicciones crónicas en nuestro sobrino, Jon Mueller.
Para ese entonces no sólo estaba convencido de que la profecía personal estaba en vigencia, sino que también me sentía a gusto en contextos ministeriales en los que se estaba utilizando. Uno de las experiencias personales más notables que he tenido con la profecía ocurrió unos pocos meses después.
Peligro espiritual para un seminario
Había ido a otro estado para dirigir una conferencia anual ministerial en un importante seminario teológico. Mientras un profesor y su esposa me conducían desde el aeropuerto al seminario, me contaron de un sorprendente avivamiento espiritual que había estado ocurriendo en el seminario por meses. Me regocijé con ellos, aunque sentí unas cuantas señales amarillas de alarma en mi mente de vez en cuando.
A medida que comencé a recoger más información, me alarmé más. Se hizo claro que, junto con el gran movimiento del Espíritu Santo, se había lanzado un ataque de alto nivel del mundo invisible de las tinieblas contra el seminario, indudablemente para segar el floreciente reavivamiento antes de que pudiera adquirir ímpetu. Los detalles serían confidenciales, pero fue lo más cercano que he visto a una materialización en la vida real del libro de Peretti, Esta patente oscuridad.
En una de las noches, el presidente del seminario, a quien llamaré Charles, me invitó a cenar con él y su esposa. Hacía años que nos conocíamos, así que no necesitábamos invertir mucho tiempo con los formalismos de presentación. La conversación pasó rápidamente a las actividades espirituales, tanto buenas como malas, en el recinto y se aclaró el panorama en mi mente. Luego de escuchar a Charles por casi una hora dije:
—¿Por qué me estás dicíendo esto? ¿Deseas mi consejo?
—Sí—dijo Carlos—, ¿qué harías si estuvieras en una situación como esta?
—Carlos, tú y varios miembros de la facultad están atrapados en un conflicto espiritual de alto nivel para el cual ninguno de ustedes tiene las herramientas para manejarlos adecuadamente. Esto es mucho lío para ustedes. Yo mismo no tengo las herramientas; todo esto me resulta bastante nuevo. Pero si estuviera en tu situación, sé exactamente lo que haría: llamaría a Cindy Jacobs—le dije—. Luego le expliqué quién era Cindy y el enfoque de su ministerio Generales de Intercesión. Charles me preguntó si podía llamarla por teléfono para ver si podía ayudar.
Cuando llegué a mi cuarto luego de la cena, llamé a Doris, mi esposa, quien se enojó mucho con los detalles que le relaté. Ella concordó conmigo en que el seminario verdaderamente estaba en peligro espiritual, y estaba airada conque el malo empleara tácticas tan perversas.
Entonces llamé a Cindy y le relaté la historia. Ella accedió para que le diera permiso a Charles para que la llamara; él la llamó, y hablaron por una hora. La llamada fue un momento culminante para este presidente de seminario, y una experiencia personal profundamente conmovedora.
«Su nombre es Charles»
Mi tercera llamada fue para Cathy Schaller, que era la intercesora I-1 de Doris y yo en aquel entonces. Aquí es donde la oración en dos direcciones o escuchar la voz de Dios entra en escena.
Pensaba que Cathy había estado orando por mi ministerio en el seminario, así que le ofrecí un breve reporte. Entonces le dije que creía que Dios tenía una razón mayor para llevarme a ese seminario. Cathy dijo: «Dime lo que sucedió y entonces te diré lo que he estado orando durante todo el día. No fue acerca del seminario».
Cuando terminé de contarle lo que estaba sucediendo en el seminario, ella me dijo que había recibido una palabra del Señor en cuanto a mí durante su momento de oración a las 9:00 esa mañana. Fue la palabra más clara de parte del Señor que ella había recibido acerca de mí desde hacía mucho tiempo. Ella había estado orando por ello durante todo el día, y me hubiera llamado de tener el número telefónico.
Entre otras cosas, el Señor le había dicho a Cathy que durante el día un líder cristiano importante se me acercaría para pedirme algún consejo. ¡Su nombre sería Charles! Sus preguntas tendrían que ver con demonios y la guerra espiritual. Dios me daría justamente la palabra para él. Yo cumpliría con esa tarea, pero no sería algo en lo cual habría de estar involucrado.
De más está decir que dormí bien esa noche, con certeza directa de parte de Dios, mediante la intercesora, de que había hecho lo que Dios quería que hiciera. Escuchar a Dios lo suficientemente claro como para saber que el nombre de mi amigo sería Charles era, para mí, equivalente a predecir un terremoto.
Sucedieron otras cosas más, incluyendo más llamadas a Cindy Jacobs; de más está decir que el enemigo fue descubierto y se ocuparon de él con éxito. Se evitó por completo lo que pudo haber sido un desastre literal para el seminario, y el reavivamiento ha continuado y aumentado. Casi tres años después el presidente del seminario dice: «Estoy abrumado por el derramamiento de la bendición de Dios. Las cosas en el seminario no podrían estar mejor. ¡Alabado sea Su nombre!»
Mirando atrás, ¿cuál fue la clave para convertir una situación potencialmente devastadora en un importante seminario teológico? No tengo duda de que fue la intercesión de Cathy Schaller. Esto no era nuevo o raro para Cathy. Ella es una experimentada líder de oración, conferencista y fundadora del Ministerio Amigos del Novio. Ella practica escuchar a Dios en sus oraciones y ejercita un poderoso ministerio profético.
Cómo escuchar a Dios
Este incidente del seminario incorpora la necesidad de escuchar a Dios cuando oramos. Afortunadamente, muchos otros a través del Cuerpo de Cristo están aprendiendo ahora a hacer esto y están enseñándolo a otros. Un libro que se ha convertido en un clásico acerca del tema es Is That Really You, God? [¿Dios, ese verdaderamente eres Tú?], (YWAM Publishing) de Loren Cunningham. El subtítulo es Hearing the Voice of God [Cómo escuchar la voz de Dios]. Cuando los evangélicos me preguntan qué libro recomiendo más, les hablo acerca de Hearing God [Cómo escuchar a Dios] de Peter Lord. Escrito desde una perspectiva evangélica, Peter Lord afirma: «No hay manera en la cual podamos experimentar muchas de las promesas de la Escritura a menos que conozcamos a Dios y le escuchemos hablándonos».12 Él lo explica bien.
Ahora muchos de nosotros estamos comenzando a experimentar la oración en dos direcciones y estamos escuchando la voz de Dios. A medida que crezcamos en esta área, podemos esperar que gran parte de nuestra oración retórica se convierta en excitante oración activa.
Preguntas de reflexión
1.      ¿Conoce usted cristianos que debatirían que Dios ya no pronuncia palabras específicas para la iglesia en nuestros tiempos? ¿Qué argumentos ofrecen para su posición?
2.      Por otra parte, ¿conoce personalmente cristianos que están tan seguros de que han escuchado a Dios que se unirían a Jack Hayford al decir: «Y cito»? ¿Cómo responderían a los mencionados en la pregunta anterior?
3.      ¿Por qué supone que algunos cristianos se alegrarían de admitir que reciben «deseos dominantes» de parte de Dios pero no quisieran percibirlo como revelación profética?
4.      ¿Ha llegado a conocer personalmente algún ministerio profético que sólo podría explicarse admitiendo que la persona debe haber recibido información sobrenatural? De ser así, ofrezca ejemplos.
5.      Discuta el incidente relacionado con el seminario evangélico. Mencione al menos cuatro cosas que el Dios soberano hizo para rescatar la institución. ¿Qué papel juega la obediencia humana a Dios?
Iglesias que oran
En el capítulo 2, mencioné que estimo que entre las iglesias que crecen, el ministerio de oración en 95 de cada 100 casos es poco más o menos como el ministerio de oración de las docenas de iglesias que no crecen en la misma comunidad. Hasta ahora no se ha hallado una correlación estadística entre la oración y el promedio de crecimiento de las iglesias.
La primera clave para el crecimiento eclesiástico
Sin embargo, más que nunca, algunos de los más destacados pastores de iglesias que crecen hoy en día afirman la importancia de la oración, no simplemente como retórica sino como acción, para el crecimiento de sus iglesias. Por ejemplo, cuando John Maxwell, pastor de la Iglesia Wesleyana Skyline en San Diego, California, que hace poco adquirió casi 58 hectáreas para sus nuevas instalaciones, les habla a los pastores acerca de «Las seis claves para el crecimiento de la iglesia», la primera es la oración. Maxwell dice: «Cada vez que he tenido un adelanto en el crecimiento y la vida de mi iglesia, ha sido a raíz de la oración intencional».
Bob Logan es conocido entre los líderes eclesiásticos a través del país como lo que muchos consideran el principal experto actual en la plantación de iglesias nuevas. Es un experimentado plantador de iglesias, habiendo comenzado una que creció hasta 1.200 y otras numerosas iglesias en el proceso. Ahora se dedica a tiempo completo a la consulta, investigación, la enseñanza y la supervisión de plantación de iglesias. Cuando le habla a líderes eclesiásticos, bosqueja «Las siete cosas más importantes que he aprendido acerca de la plantación de iglesias». La primera es la oración. Él dice: «Concuerdo con E.M. Bounds quien dice: “La oración no es la preparación para la batalla; es la batalla”».
George Barna, hoy por hoy uno de los observadores más agudos en cuanto a las tendencias en las iglesias y la sociedad, investigó recientemente lo que denomina «iglesias amistosas». Identificó una cantidad de iglesias que sobresalieron sobre el resto debido a la extraordinaria vitalidad de la congregación y su impacto positivo sobre la comunidad circundante. Entonces enumera las características que tienen estas iglesias en común. Encontró que la oración era la piedra angular del ministerio de todas. «El llamado a la oración», dice Barna, «fue el grito de batalla de la congregación: reunió las tropas. Estas personas comprendieron el poder de la oración».1
La Iglesia Wesleyana, una denominación de tamaño mediano, experimentó una nivelación en el número de sus miembros desde el 1982 hasta el 1990. Sin embargo, en 1991 y 1992 la asistencia aumentó un 10%, y plantaron más iglesias que en ningún otro año desde la década de los sesenta. Su director de «Evangelismo y Crecimiento Eclesiástico», Marlin Mull, dice:
Atribuimos este adelanto en 1989 al comienzo de un énfasis anual durante cuaresma llamado «Cuarenta días de oración y ayuno». Las iglesias involucradas en ese programa, o alguna modificación del mismo, dirigieron el camino en el evangelismo y el crecimiento eclesiástico. El año pasado más de 1.200 de nuestras 1.700 iglesias participaron. La oración y el crecimiento eclesiástico sugieren gemelos siameses. No puede tener uno sin llegar a tener el otro.2
En mi «estimación», accedí a que 5 de las 100 iglesias pudieran tener un ministerio de oración vivo y dinámico. Esas son las que estoy describiendo en este capítulo. Son ejemplos que las otras 95, al menos la mayoría de ellas, anhelan seguir. Son iglesias como el Centro de Vida Cristiana de Waymon Rodgers, que mencioné anteriormente. Rodgers dice: «El ministerio de oración es el más importante en la iglesia. La oración crea la atmósfera y ata los poderes de las tinieblas para que el evangelio de Jesús pueda avanzar y la iglesia pueda prosperar». Lamentablemente, tiene que añadir: «Esta es la área de la cual la mayoría de las iglesias hablan más y practican menos».3
Uno de esos pastores que ha dirigido su iglesia en la oración activa es Jack Hayford.
La gloria en su casa
Jack Hayford usa el título Glory on Your House [Gloria en su casa], para su libro acerca del ministerio de La Iglesia del Camino en Van Nuys, California. Una de las razones por las cuales usa este título es que la gloria de Dios apareció visiblemente en la iglesia en una ocasión y abrió el camino para uno de los crecimientos más dramáticos en los EE.UU.
Pero antes de que llegara la gloria, los poderes de las tinieblas tenían que ser echados. No mucho después de que Hayford comenzó a pastorear La Iglesia del Camino, estaba solo en el santuario cuando pudo ver algo extraño alrededor del altar. Al mirar las vigas en el techo, discernió brevemente «un objeto pequeño y oscuro» y entonces desapareció. Sintió «una presencia viscosa» allí. Entonces supo que había una opresión satánica abierta en la iglesia y que Dios lo estaba llamando como pastor para hacerse cargo y echarla. También sabía que su principal arma sería la oración.
Hayford sintió que la forma particular de oración que Dios le estaba motivando a usar era la alabanza. Varias veces a la semana caminaba a través del santuario, aplaudía y alzaba su voz, declarando el honor y la gloria de Jesucristo. El espíritu no se fue inmediatamente, pero Jack persistió en su oración de guerra por más de un año. Él puede señalar el momento de la victoria en un servicio dominical del día de la Reforma en octubre. Ese día, a través de la alabanza y la adoración espontánea de la congregación, que no estaba planificada, se quebrantó el agarre del espíritu que había oprimido a la iglesia.4
Entonces se abrió el camino para que llegara la gloria. Un sábado en la tarde cuando fue al mismo santuario a ajustar el termostato, Jack Hayford notó súbitamente que el lugar estaba lleno de una neblina plateada. Él sabía que no podía ser natural. «Ningún polvo terrenal», dice Hayford, «tenía la calidad fluorescente que poseía esta neblina a medida que llenaba todo el cuarto, aun cuando el sol no estaba brillando». Entonces comenzó a orar la oración en dos direcciones en la que no sólo se expresa, sino que también espera escuchar a Dios. La voz de Dios le llegó claramente: «Es lo que piensas. He dado Mi gloria para que more en este lugar».5
En ese entonces, la iglesia había estado luchando y se había nivelado en unos 100, pero comenzó un dramático crecimiento. El próximo día la asistencia pasó a 170, y el crecimiento ha continuado sin parar. Al momento de escribir esto, La Iglesia del Camino se está acercando a una asistencia semanal de 10.000. La oración está en el corazón mismo de esta explosión.
Un ministerio dinámico de oración para su iglesia
Entre las iglesias que conozco, que tienen ministerios dinámicos de oración, ninguna de ellas son exactamente iguales. Pero tienen suficiente en común como para discernir ingredientes clave que deben estar presentes de una u otra manera para una efectividad máxima. Creo que los tres componentes principales humanos son el pastor, los intercesores y el líder de oración. En cuanto al programa mismo, el entrenamiento es una gran prioridad, entonces se pueden implementar cualquier variedad de ministerios de oración y actividades. El resto de este capítulo detallará lo que quiero decir con esto.
Función vital del pastor
Si he escuchado a John Maxwell decirlo una vez, lo he escuchado decirlo cien veces: «Todo se sostiene o se cae en el liderazgo». En mis 25 años involucrado profesionalmente en la investigación acerca del crecimiento eclesiástico, he visto de manera consistente que esto es cierto. También he hallado que muchos líderes cristianos, tanto clérigos como laicos, desean de manera profunda que esto no fuera cierto. Muchos de ellos están en estado de negación; de alguna manera reclaman que tal concepto no es bíblico.
Hace casi 20 años escribí mi primer libro acerca del crecimiento eclesiástico estadounidense, Su iglesia puede crecer (Clie). En ese entonces, la negación de la crítica función del pastor era mucho más fuerte que hoy en día. Empero, me arriesgué e incluí un capítulo, «Pastor, ¡no tema al poder!» Sugería que el pastor era la primer señal vital de una iglesia saludable. Algunos aceptaron este hecho más fácilmente que otros.
No es difícil comprender por qué algunos no desearían admitir que todo se sostiene o se cae en base al liderazgo. Los pastores de iglesias que están creciendo dinámicamente son adecuadamente modestos, y no desean tomar crédito excesivo por su éxito. No desean ser colocados sobre un pedestal por encima de compañeros ministros que no están viendo un crecimiento similar en sus iglesias. Tampoco desean menospreciar la función que los líderes laicos y los obreros tienen en la vida y el crecimiento de su iglesia. Y no hace falta decir que los pastores de iglesias estancadas o decadentes preferirían que no se les echara la culpa.
Yo amo a los pastores. Trabajo con ellos constantemente. Entreno a miles de ellos cada año en mis clases en el Seminario Fuller y en conferencias. Sé cuán duro trabajan y cuán dedicados a Dios son. Lo último que quiero hacer es recargarlos con algo mayor de lo que puedan llevar. No tengo deseo alguno de contribuir a que haya más frustración y agotamiento pastoral.
Al mismo tiempo, los pastores vienen a mis clases y conferencias porque saben que no voy a dorarles la píldora. Ellos saben que lo que les digo será el ajuste más preciso que pueda realizar en cuanto a la realidad del momento. Muchos tienen conmigo la ambigua relación que tengo con mi dentista. Cada vez que lo veo me hiere, pero me agradan los resultados a largo plazo y me percato de que vale la pena el dolor. Mi dentista es una parte bienvenida de mi vida.
Los pastores y la oración
Casi odio decirlo, pero creo que es cierto: el ministerio de oración de la iglesia local se sostendrá o sucumbirá en base a la función de liderazgo del pastor.
Temo decirlo porque también enseño que los pastores deben delegar ministerio a los miembros del personal y a líderes laicos. Los pastores que usan el sistema del ovejero y tratan de realizar todo el ministerio y mantener relaciones de tipo familiar con todos los miembros de su iglesia están condenados a permanecer bajo lo que llamo la barrera de los 200. Para cruzar la barrera los pastores deben estar dispuestos a cambiar del sistema del ovejero al sistema del ranchero y permitir que otros dirijan y supervisen áreas significativas del ministerio en sus congregaciones.
Los pastores principales pueden delegar la administración de la iglesia a pastores ejecutivos. Estos pueden delegarle los asuntos financieros a supervisores de negocios. Pueden delegar el ministerio de la música, el ministerio juvenil, la educación cristiana, la visitación, las bodas, el cuidado pastoral, los programas de mayordomía, el evangelismo y muchas otras actividades semanales de la iglesia. Deben hacer esto si desean que la iglesia crezca.
Pero esto no se aplica a la oración.
Las iglesias que he encontrado con ministerios de oración congregacionales dinámicos tienen pastores que le han dado a la oración una prioridad lo suficientemente visible en sus vidas y ministerios como para asumir el liderazgo del ministerio de oración. Esto no significa que ellos cometen todo el ministerio de oración. Lejos de eso. Pero se hacen responsables por la cantidad y calidad de oración en su iglesia. Todo comienza y termina con ellos. ¿Acaso no hay excepciones a esto? Unas pocas; pero verdaderamente son excepciones, no la regla.
Cómo se modela la oración en Skyline
Mi amigo John Maxwell ha modelado la oración para mí. Cuando comencé a investigar el tema, la Iglesia Wesleyana Skyline en San Diego fue una de las primeras iglesias que visité. Temprano en la mañana ese domingo, John permitió que Doris y yo observáramos algo que el público en general casi nunca ve. Fuimos admitidos al santuario vacío a las 6:45 a.m., en donde hallamos asientos, sin molestar a nadie, en un remoto banquillo.
El pastor Maxwell entró solo, como hace todos los domingos, y comenzó a «santificar el santuario» con oración estratégica. Caminó lentamente a través de cada pasillo, poniéndole las manos a cada banquillo. Tocó el tablero del control de sonido, la baranda del altar, el piano, la mesa de comunión, el lugar del coro y el órgano. Oró sobre el púlpito por largo tiempo. Al final de un banquillo se detuvo y se arrodilló, entonces comenzó a llorar. Sus sollozos retumbaban a través del santuario. Dios le había recordado la necesidad especial de una familia que generalmente se sentaba en ese banquillo y John derramó su corazón en oración por ellos.
Alrededor de las 7:00 a.m., 3 ó 4 hombres comenzaron a filtrarse y realizaron la misma clase de ministerio de oración alrededor del santuario. Estos eran algunos de los 100 compañeros de oración de Maxwell, un cuerpo de hombres muy comprometidos que oran a diario por su pastor.
Este equipo de compañeros de oración es el grupo—en la iglesia de Maxwell, de más de 3.000—, que tiene el acceso personal más íntimo al pastor principal con la excepción de la junta de la iglesia. Y nadie es invitado a la junta que no haya servido anteriormente como compañero de oración al menos por un año. Los compañeros de oración no sólo oran a diario por Maxwell, sino que todos los meses, el día de su cumpleaños, oran durante todo el día, así como el doce de cada mes. Mike Mullert, un agente de bienes raíces, programa un reloj especial para que suene 5 veces ese día y ora por John a las 6:00 a.m., a las 10:00 a.m., a las 2:00 p.m., a las 6:00 p.m. y a las 10:00 p.m. Si está en una reunión de negocios, ¡se excusa cuando su reloj suena y ora por John en el baño!
Un domingo en la mañana cada mes una cuarta parte de los compañeros de oración se reúnen en la oficina de Maxwell antes del primer servicio para una ferviente sesión de negocios. John abre su corazón a ellos, entonces se arrodilla a medida que ellos le rodean. Aunque Skyline podría describirse como una iglesia wesleyana que no es carismática, la intensidad y el volumen de este momento de oración avergonzaría a muchos pentecostales. Estos hombres saben cómo orar porque el pastor les enseña. Él programa un desayuno un sábado por la mañana con ellos tres veces al año y un retiro de todo un día de oración una vez al año.
Cada miembro del personal en Skyline tiene que reclutar, entrenar y nutrir grupos parecidos de compañeros de oración. Como resultado de ello, cientos de los miembros de la iglesia se involucran en un ministerio de oración regular e instruido a favor de sus líderes pastorales. Los pastores que no estén dispuestos a darle a la oración su mayor prioridad no deben solicitar una posición en el personal de John Maxwell.
Los pastores oran por su pueblo
Una parte esencial al proveer liderazgo pastoral para el ministerio de oración de la iglesia es orar por el pueblo en la congregación y hacerles saber que usted está haciendo eso. Un punto de partida para esto podría ser la «mención» sistemática de cada miembro de la iglesia en oración como dice Pablo que hacía con los romanos (véase 1:9), los efesios (véase 1:16), los tesalonicenses (véase 1 Ts 1:2), y Filemón (véase 4). Pero esto sólo es el comienzo. Hace falta oración más instruida y consagrada. Dos de los mejores ejemplos que he encontrado son un pastor presbiteriano y uno de las Asambleas de Dios.
Edward Langham hijo, es pastor de la Iglesia Presbiteriana de Ooltewah, Tennessee. Él utiliza la lista alfabetizada de los miembros de su iglesia y ora por una familia de la iglesia cada mañana de martes a viernes, los días que está en la oficina. La semana antes de que salga su nombre en la lista, les envía una carta a la familia, diciéndoles en qué día estará orando por ellos, y pidiéndoles que le den cualquier petición especial para ese entonces.
Ed Langham recibió tanta reacción positiva cuando comenzó este ministerio de oración que llegó a extenderlo para incluir más personas. Ahora invita a toda la congregación para unirse a él en oración por la familia seleccionada en el día señalado. En cada boletín dominical de la iglesia son registrados los nombres de las cuatro familias por las cuales se orará de acuerdo con sus respectivos días.
Como resultado de ello, la Iglesia Presbiteriana de Ooltewah sabe que su pastor le da gran prioridad a la oración y se los recuerda cada domingo. Ellos sienten que sus necesidades están siendo cubiertas en oración, y ellos mismos devuelven el favor orando los unos por los otros. Langham enfatiza la simplicidad de este método, haciendo que la secretaria de la iglesia se ocupe de los detalles y la logística. Y dice: «Anticipo este ministerio cada semana. Me ofrece una manera regular de ejercitar cuidado pastoral mediante la oración para cada persona bajo mi responsabilidad».6
Don George pastorea el dinámico Templo Calvario, cerca de Dallas, Texas, una de las Iglesias Asambleas de Dios más grandes de la nación. Él usa un sistema de orar por las personas de su iglesia que inicialmente tomara del fenecido L.D. «Bill» Thomas de la Primera Iglesia Metodista en Tulsa, Oklahoma. Don escribe una carta a su pueblo, informándoles que va a marcharse en cierta fecha para un retiro solitario de oración de cuatro días. Lo único en la agenda de Don es interceder por el pueblo en el Templo Calvario. Les envía un sobre marcado «Confidencial» y una hoja de papel encabezada: Pastor George, por favor ore por esta necesidad.
Don les dice: «La carta que usted escriba no será abierta hasta que esté a solas con Dios. Yo mismo abriré su carta y oraré por su necesidad. Luego de haber orado, su carta será destruida. Sólo tres personas sabrán lo que ha escrito: usted, yo y Dios». De acuerdo con Don George, los retiros de oración como este traen muchos reportes de victoria, y le atribuye gran parte de la vitalidad y la salud de la congregación a las respuestas a estas oraciones.
Aunque esta iglesia es tan grande que George no podría orar con su pueblo individualmente, ellos sienten que el pastor principal ha orado por ellos de manera personal. Y también ciertamente saben que su pastor, le da una gran prioridad a la oración.
El ignorado poder de los intercesores
Si los intercesores que Dios ha colocado en cada congregación fueran reconocidos, coordinados, entrenados y liberados para el ministerio, se transformarían totalmente las iglesias a través de los EE.UU. y el mundo entero. Desafortunadamente, muchos cristianos, incluyendo a los pastores, no se percatan que los intercesores están allí, ni están equipados para reconocerlos. El segundo libro de esta serie Guerrero en oración: Escudo de oración, fue escrito para ayudar a conectar a pastores y otros líderes cristianos con los intercesores y para suscitar el apoyo del resto del Cuerpo de Cristo.
No intentaré repetir aquí lo que está escrito en Escudo de oración, pero reiteraré que, aunque no encuentro Escritura alguna que lo enseñe de manera explícita, estoy personalmente convencido de que Dios le ha dado el don de la intercesión a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo. Se espera que todo el pueblo cristiano ore e interceda por otros, así como se espera que todos los cristianos sean testigos activos para Jesucristo. Pero Dios ha seleccionado algunos para tener un ministerio de oración especial, utilizando el don de la intercesión, así como ha seleccionado a algunos para tener el don del evangelismo.
Son estas personas dotadas a las cuales me estoy refiriendo en esta sección. Si un ministerio de oración que involucra a toda la iglesia ha de echar raíces y crecer, lo ha de hacer más fácilmente si los intercesores dotados están orando de manera activa para que así suceda.
En Escudo de oración hay una descripción bastante detallada de los intercesores. Una de las primeras cosas que hay que buscar es personas que oran de 2 a 5 horas al día y que lo disfrutan. Eso parece casi imposible para la mayoría de los cristianos, pero no para los intercesores. Mi cálculo, que no ha sido probado, es que en una iglesia promedio, que está viva, 5 o 6 de 100 miembros tendrán el don de la intercesión. Es posible que algunos tengan el don pero que todavía no lo hayan reconocido. Otros lo afirmarán inmediatamente.
La mayoría de los intercesores encajan más o menos en cuatro énfasis de oración: intercesores generales, intercesores de crisis, intercesores personales y los intercesores de guerra. Algunos servirán de vez en cuando en las cuatro áreas. Otros servirán mayormente en una área. Los pastores que desean iniciar ministerios activos de oración en su iglesia identificarán a los intercesores, se reunirán con ellos, hablarán con ellos, los escucharán y los retará a invadir el mundo invisible a favor de la atmósfera de oración de la iglesia en general. Se pueden esperar resultados poderosos, especialmente cuando comiencen a escuchar a Dios todos juntos.
«Deseo verte morir»
Ted Haggard, pastor de la Iglesia Nueva Vida, de 4.000 miembros, en Colorado Springs, Colorado, es uno que ha movido su iglesia a la oración activa, y que ha desarrollado un profundo aprecio por el ministerio de intercesión.
Un martes a comienzos de 1992 a Ted Haggard le sucedió algo espantoso. Un hombre de su iglesia que había conocido por años se sentó con Ted en su oficina. Pronto, para alarma de Ted, del hombre salió una actitud fría de odio. Le declaró que le encantaría matar a Haggard. Sabía que matar al pastor arruinaría a su familia y su lugar en la comunidad, pero dijo que valdría la pena por el gozo de ver morir a Ted.
Ted conocía suficiente acerca del hombre para saber que era un ávido cazador que estaba acostumbrado a matar y que tenía un verdadero arsenal de armas en su hogar. Con su comportamiento frío e inmisericorde fácilmente hubiera podido sacar una y cometer un asesinato. Su intensidad crecía a medida que maldecía a Ted y a sus hijos. Entonces, sin explicación alguna, se relajó un poco, dijo que el Espíritu Santo no le permitía ir más lejos, y se marchó. Antes de irse, también afirmó que todavía no había decidido si habría de obedecer o no al Espíritu Santo.
Poco después Ted averiguó el resto de la historia. Un grupo de intercesores de otra iglesia dirigida por Bill Anderson, que también es uno de los compañeros de oración de Doris y yo, estaba orando el viernes anterior. El grupo se reúne de lunes a viernes y ora de 12:00 del mediodía a 1:00 de la tarde. Ese martes, ellos recibieron una carga particular de orar por Ted Haggard. Ted le pidió a Bill que escribiera lo que sucedió, y esto fue lo que dijo:
Cuando estaba en intercesión tenía una representación de este hombre que tenía fácil acceso a ti desde tu congregación. El tenía un espíritu de violencia y asesinato en él. Comenzamos a interceder y a sufrir y a atar los planes que este hombre tenía para dañarte. Cité la Escritura: «Jesús vino a paralizar las obras del diablo», y nos sentimos como si realmente hubiéramos ganado, cuando fuimos librados de la intercesión. Sentimos que habíamos paralizado las obras del diablo y las habíamos atado.7
El remate es que el hombre con el espíritu asesino se arrepintió. Vendió sus armas, y está asistiendo gozosamente a los servicios de la iglesia. ¡La intercesión hizo la diferencia!
Nada podría ser más importante para un pastor que desea ver el aumento del poder de Dios en el ministerio que tener un grupo de compañeros personales de oración comprometidos a orar de forma regular. Si el grupo incluye intercesores dotados llamados a la intercesión personal, mucho mejor. Cómo organizar y mantener un grupo de ese tipo es el tema principal de Escudo de oración, así que no voy a repetirlo aquí.
Cómo instalar un líder de oración
Aunque creo que asumir el liderazgo del ministerio de oración es responsabilidad definitiva del pastor principal de una iglesia, su administración ordinariamente debe delegarse a un líder de oración. Mientras más grande sea la iglesia, más necesario es esto.
Muchas personas no se percatan de que todos los intercesores dotados no son líderes potenciales de oración. Es interesante que no todos los líderes de oración tienen el don espiritual de la intercesión. Yo mismo soy un ejemplo de esto.
Yo coordino la que actualmente es la más extensa red de redes de oración en el mundo bajo el Curso de Oración Unida 2000 A.D., escribo libros acerca de la oración, enseño sobre la oración, y estoy totalmente comprometido con la oración, entiendo a los intercesores y los amo y los necesito para mi ministerio, pero no soy uno de ellos. Mi vida personal de oración podría ser superior, pero de ser así, es sólo un poco superior. La principal razón por la cual veo el fruto en mi ministerio es porque Dios me ha dado varios que sí tienen el don espiritual de la intercesión como miembros del estrecho círculo de compañeros de oración de Doris y del mío.
La combinación ideal es nombrar un líder de oración que también tenga el don de la intercesión. Esto es lo que he hecho para los equipos de intercesión que trabajan directamente con mi curso de oración. Bobbye Byerly de Women’s Aglow [Organización de mujeres Aglow] y Bill Anderson, a quien acabo de mencionar, son líderes de un equipo de 60 intercesores para la Red de Guerra Espiritual. Ben Jennings de la Cruzada Estudiantil y Bobbye Byerly dirigen otro equipo de 120 para todo el curso. Ellos son responsables por el personal en sus equipos, las agendas, los itinerarios, el estilo de oración, la disciplina y resolver los problemas cuando sea necesario. Pero todos se reportan a mí.
Es muy importante que una iglesia local tenga un líder de oración designado. Algunas veces esta persona se le llama coordinador o director de oración. Un número creciente de iglesias están abriendo posiciones a tiempo completo en su personal para un pastor de oración o ministerio de oración. Concuerdo con Alvin Vander Griend que dice, «Permita que usted y su iglesia tomen la oración tan seriamente como toman la educación, la adoración, el compañerismo y la evangelización. El resultante derramamiento de oración enriquecerá todos sus ministerios con la visión y el poder de Dios».8
Los pastores que crean posiciones en el personal o posiciones laicas de liderazgo a un alto nivel para los líderes de oración envían un fuerte mensaje a través de la congregación de que ella es una gran prioridad. La oración, con demasiada frecuencia, es percibida como resultado de ir a la iglesia. Es algo que está supuesto a suceder de manera automática. Es gratis. No requiere esfuerzo especial ni espacio en el presupuesto. Obviamente, esa clase de actitud es una fórmula segura para una iglesia en donde la mayoría de la charla acerca de la oración es retórica y en donde los resultados de la oración son prácticamente nulos.
En estos días del gran movimiento de oración que está barriendo nuestra nación y alrededor del mundo, el surgimiento de excitantes posibilidades para nuevos y vitales ministerios de oración en la iglesia es ilimitado. Las iglesias que esperan tener un oído para escuchar lo que el Espíritu está diciendo deben tener un líder de oración que esté llamado y comprometido a escuchar estas cosas y quien está motivando a otros a participar plenamente.
Este no es un trabajo para un alfeñique de la iglesia. Alvin Vander Griend nombra las siguientes calificaciones para un líder de oración de una iglesia local:
     Un vida de oración fuerte;
     Madurez espiritual;
     Dones para organizar, animar y dirigir en oración;
     Una buena reputación en la congregación y la confianza de los líderes de la iglesia;
     Suficiente tiempo para asistir a eventos clave de oración en la iglesia y en la comunidad.9
Cómo enseñar a la iglesia a orar
Unas pocas iglesias que toman la oración de forma seria y son lo suficientemente grandes como para tener acceso a recursos han instalado programas semiformales para enseñar a su pueblo a orar. Estas «escuelas de oración» al presente son muy pocas e infrecuentes, pero a medida que se esparce el movimiento de oración llegarán a ser más numerosas.
Uno de los pioneros en el desarrollo de lo que ellos llaman, atrevidamente, «Universidad de oración» es la Community Church of Joy [Iglesia Comunitaria de Gozo] en Phoenix, Arizona. Mi amigo Walt Kallestad está entre los pastores evangélicos luteranos de América más innovadores de hoy, y como tal dirige una congregación de unos 7.000 al momento de escribir esto. En 1989, la iglesia estaba añadiendo 50 miembros nuevos al mes, pero un año después en 1990 la tasa se había duplicado a 100 al mes. «¿Qué causó la diferencia?», pregunta Kallestad. «La respuesta es la oración y la intercesión intencional y comprometida».10
El cambio en Community Church vino durante un curso en el programa doctoral de Walt en el Seminario Fuller cuando se sostuvo una discusión en la clase acerca de los compañeros personales de oración para los pastores. Él y su iglesia estaban agonizando ante Dios por una nueva visión en ese entonces. Walt dice: «Mi estómago estaba siempre debilitado por la agitación».
Walt fue a su cuarto de hotel esa tarde y decidió ayunar y orar. Su acostumbrado breve tiempo de oración se extendió a varias horas. Sintió que estaba en contacto con el corazón de Dios, y surgió del tiempo de oración con una clara visión para la iglesia que parecía engañosamente sencilla. «La respuesta», dice Walt, «era hacer de la oración la mayor prioridad posible en mi vida así como en la vida de la Iglesia Comunitaria de Gozo».11
Entre otras cosas, Walt reclutó un equipo de 30 compañeros de oración personal y estableció una meta de 100. Entonces abrió una posición en el personal para un hombre en su iglesia que tuviera una historia probada como intercesor y líder de oración, Bjorn Pedersen, para que se convirtiera en un pastor a tiempo completo para la oración.
Treinta y ocho cursos acerca de la oración
Bjorn Pedersen ha desarrollado una de las escuelas locales de oración más avanzadas que he visto. Él dice: «Los propósitos de la Universidad de la oración son aumentar la conciencia de los creyentes en cuanto a la necesidad de orar, proveer herramientas prácticas en cuanto a cómo orar, y animar al pueblo a orar».12
El catálogo de la escuela tiene 38 cursos desde una hasta trece sesiones cada uno, enseñados en trimestres en otoño, invierno y primavera. El costo es $1.00 por hora de clase y un mínimo de $5.00 por curso. Pedersen ha desarrollado programas de estudio que califican a los estudiantes para el Certificado de bachillerato de oración, el Certificado de maestría de oración y el Certificado doctoral de oración. Estoy seguro de que los cursos no son acreditados por la Asociación de Escuelas Teológicas, pero estoy igualmente seguro de que están acreditados por Dios.
Bjorn viaja alrededor del país entrenando líderes de oración no sólo en la organización de escuelas de oración para sus iglesias, sino en muchos otros excitantes ministerios de oración.
Su iglesia podrá no tener los recursos para comenzar una escuela de oración totalmente organizada; empero, parte de la descripción de trabajo del líder de oración debe ser desarrollar programas regulares de entrenamiento de alguna clase para enseñarle al pueblo a orar. Los niños necesitan aprender a orar, y cuando aprendan, muchos orarán de forma poderosa. Las familias necesitan aprender a orar juntas, y los cónyuges el uno con el otro. Los miembros de la iglesia necesitan aprender a orar con compañeros de oración, en tríos de oración, en células domésticas de oración o en sus devociones privadas. Los miembros de las juntas de iglesia y los comités necesitan aprender cómo invertir más de su tiempo de reunión en oración y menos en discusiones acerca de lo que frecuentemente resultan discusiones triviales.
Todo esto puede hacerse si el pastor principal le da prioridad a la oración, instala un líder de oración competente, y mantiene el liderazgo personal para asegurarse de que se proveen recursos adecuados y apoyo de todo tipo para hacer del ministerio de oración uno de los más prestigiosos en la iglesia.
Cómo edificar un ministerio de oración
Los componentes de un ministerio dinámico de oración en la iglesia variarán de una a otra, pero el menú para seleccionarlos está creciendo de forma rápida. Más adelante me ocuparé de forma separada de la oración corporativa y la oración en la comunidad. Pero aquí me limitaré a describir 6 de las otras formas más comunes de ministerio de oración que actualmente tienen bastante popularidad en las iglesias locales que le dan prioridad a la oración.
1. Ministerios de oración de 24 horas. El pastor Ed Young de la Segunda Iglesia Bautista, Houston, Texas, siempre supo que una iglesia local debe ser una casa de oración. Él recuerda el año 1982 cuando la Segunda Iglesia Bautista estableció un ministerio formal de oración, parte del crecimiento eclesiástico más explosivo de la nación comenzó en ese entonces. Ahora, dependiendo de cómo uno lo evalúe, la Segunda Iglesia Bautista podría considerarse como la congregación más grande en la nación. Ed Young cree firmemente que Dios ha honrado el enérgico compromiso con la oración.
Entre muchas otras actividades de oración, la Segunda Iglesia Bautista tiene uno de los ministerios de oración de 24 horas más sobresalientes. Jill Griffith es la directora a tiempo completo del ministerio de oración. Es intercesora y líder de oración, además dirige a los líderes laicos, a los intercesores y a los miembros de iglesia voluntarios que están involucrados en las múltiples facetas del ministerio de oración. Una secretaria a tiempo completo y muchos voluntarios mantienen el curso de millares de detalles asociados con la oración por las necesidades de la extensa congregación y su comunidad.
Las facilidades del ministerio de oración incluyen un cuarto de oración que tiene dos estaciones de trabajo separadas. Una es para el intercesor que recibe peticiones de oración por el teléfono, y la otra es para un intercesor silencioso que ora por las peticiones en existencia así como por el que está sirviendo en el teléfono. Este cuarto de oración está ocupado 24 horas al día. Se le pide a cada intercesor que sirva una hora a la semana para llenar las 168 horas de una semana. Al tener dos intercesores en el cuarto de oración para cada hora de la semana además de sustitutos que están disponibles cuando hagan falta, participan más de 390 miembros de la iglesia en esta parte del ministerio, al cual se le llama «La primera vigilia».
Más recientemente se ha formado una «Segunda vigilia»; aquí los intercesores se comprometen a orar semanalmente durante una hora y un día designado desde dondequiera que estén, para proveer una «sábana de oración» de 24 horas para toda la familia de la Segunda Iglesia Bautista. Se han organizado vigilias de 24 horas separadas para las secciones del norte, sur, este y oeste del área metropolitana de Houston. Esto implica que un mínimo de 672 (168 horas semanales multiplicadas por 4) voluntarios participan cada semana en esta excitante actividad de oración.
2. Cuartos de oración. Algo esencial para una vigilia de oración de 24 horas es un cuarto de oración. Muchas iglesias están remodelando construcciones antiguas como capillas descuidadas o dedicando nuevas instalaciones para proveer espacio necesario como centro designado de oración para la iglesia.
Terry Teykl ha visto la Iglesia Metodista Unida Aldersgate de College Station, Texas, crecer de 6 a más de 1.200 en asistencia. Él es uno de los más sobresalientes investigadores y maestros de oración en nuestros días. Recientemente escribió un excelente libro, Making Room to Pray [Cómo crear espacio para orar]. En él explica cómo desarrollar un centro de oración en su iglesia para ayudar a ganar su ciudad para Dios. Él sugiere que éste sea separado del cuarto de oración utilizado para un ministerio telefónico de 24 horas.
El centro de oración que Teykl vislumbra está diseñado para:
     Mantener información vital disponible para ayudar a las personas a orar de manera inteligente;
     Proveer lugares de inspiración en donde las personas puedan llegar de forma individual o como grupo para orar;
     Recordarle, de forma visual, a las personas la importancia de la intercesión en la iglesia local por objetivos designados en la comunidad; y
     Ayudar en el desarrollo de la disciplina en la oración en la iglesia local para alimentar otros ministerios de oración en la iglesia.13
Al momento de escribir, 50 iglesias con las cuales Terry Teykl se ha puesto en contacto ahora tienen cuartos de oración.
3. Cadenas de oración. Como Alvin Vander Griend dice: «Una cadena de oración es el sistema de alarma para las necesidades de la congregación. Esta hace posible un esfuerzo concentrado de oración en cualquier asunto o preocupación específica, incluyendo las situaciones de emergencia».14
Vander Griend dice de forma específica: «Incluyendo situaciones de emergencia», porque es un error proyectar la imagen de que una cadena de oración sólo es para emergencias. La experiencia muestra que cuando esto sucede hay una tendencia a utilizar la cadena de oración cada vez menos y puede morirse lentamente.
La manera común de organizar una cadena de oración es crear una lista de miembros de la cadena incluyendo números telefónicos. Esta comienza con el líder o capitán de la cadena de oración que llama a la siguiente persona en la lista. Si no responde, se llama a la próxima en la línea hasta que se haya informado a toda la cadena de oración de la necesidad. Luego, los que no recibieron respuesta llaman de nuevo a los que se saltaron, pero mientras tanto la cadena no se rompe.
No se debe animar a nadie a que se una a una cadena de oración que no: (1) esté comprometido a orar inmediatamente después de recibida la petición; (2) esté comprometido a hacer llamadas telefónicas hasta que se alcance a otro miembro de la cadena; (3) esté comprometido a repetir la petición exactamente, palabra por palabra. Cualquier otra cosa sería un vínculo débil.
Las iglesias pequeñas podrían tener sólo una cadena de oración. Las iglesias más grandes pueden tener varias. Ya sea que la iglesia sea grande o pequeña, el líder de oración de la iglesia necesita responsabilizarse por el reclutamiento, el mantenimiento y el control de calidad de la cadena de oración. Esto, por supuesto, puede delegarse a otra persona, pero debe supervisarse de manera directa o se marchitará. Un principio para mantener una cadena de oración es mantenerse usándola. Como un músculo humano, mientras más se use más fuerte será. Las cadenas de oración de la iglesia que no se activan al menos una vez a la semana están en peligro.
Otro principio para mantener la vitalidad de las cadenas de oración es diseñar e implementar una forma eficiente de dar a conocer las respuestas a la oración a cada uno de los miembros. Sin respuestas a la oración, el ministerio podría llegar a ser tedioso.
4. Retiros de oración. Cuando la oración llega a ser parte importante de la vida de una congregación, los que oran y los intercesores querrán disfrutar de extensos períodos de tiempo para orar juntos en retiros de oración.
Por un lado, un retiro de oración debe ser fundamentalmente para orar, y no un nombre capcioso para otra conferencia. La enseñanza debe ser acerca de aspectos de la oración. Una gran proporción del tiempo se debe invertir en orar, incluyendo alabanza y adoración en canto. Parte de la oración debe ser corporativa, parte en grupos, y parte individual. Variar es importante, pero el tiempo dedicado a ello no debe eclipsar el momento de presentar las peticiones ante Dios.
El líder de oración de la iglesia debe estar capacitado para dirigir retiros de oración. Si hace falta desarrollar esta capacidad, se debe disponer de fondos para seminarios de entrenamiento o visitas de aprendizaje con experimentados líderes de retiros. Una vez que el líder de oración de la iglesia desarrolle estas aptitudes, se le deben enseñar a otros en la iglesia.
Bjorn Pedersen de la Iglesia Comunitaria de Gozo sostiene retiros de oración para liderazgo de oración, liderazgo eclesiástico, familias y algunos para las congregaciones que estén interesadas. Varios grupos en la iglesia también pueden programar sus propios retiros de oración de vez en cuando.
5. Semanas de oración. Muchas iglesias programan eventos anuales o dos veces al año para destacar ciertos ministerios. Nuestra iglesia, por ejemplo, tiene una semana de misiones, una para enfatizar el ministerio laico y otra para enfatizar el evangelismo local. ¿Por qué no hacer lo mismo para la oración?
Dadas las múltiples ideas que se están mencionando entre líderes de oración en nuestro país en estos días, esta verdaderamente podría ser una semana excitante. En el primer domingo, invite a un destacado líder de oración a que rete a la congregación, es indudable que hay alguien en su área. Diseñe el programa de la semana planificando poderosos eventos de oración. En el último domingo, el pastor cierra presentando un mensaje acerca de la oración y utilizando oración especial en el servicio de adoración.
Una vez más esto envía un mensaje a través de toda la congregación de que la oración es una gran prioridad en su iglesia. Y debe obtener una marca de cinco estrellas en el programa de la misma.
6. Equipos especializados de oración. La mayoría de las iglesias tienen ministerios especializados. Los equipos de oración deben organizarse con personas que oren, que sientan una carga particular por ciertos ministerios, y deben activarse y mantenerse. Muchas iglesias están haciendo esto, y algunos de los equipos de oración especializados más frecuentes incluyen:
     Evangelismo. Ellos oran por cualquier actividad evangelística que pueda tener la iglesia, por las personas que participan evangelizando en el frente de batalla, y por el aumento en la carga de la iglesia por el evangelismo. Cuando el programa de Evangelismo Explosivo experimentó intencionalmente con el reclutamiento de equipos de oración evangelísticos para orar por los que salían a servir, ¡se duplicó el número de profesiones de fe!
     Las misiones mundiales. No todo el mundo se entusiasma por las misiones, pero los que son cristianos mundiales sí. Cada iglesia necesita un equipo fuerte de oración por las misiones. Muchas iglesias han organizado una «Comunión de Fronteras» y se le presentan peticiones de oración y respuestas a la oración por el Centro Estadounidense para Misiones Mundiales en Pasadena, California.
     Sanidad. Un creciente número de iglesias, tanto carismáticas como las que no lo son, ahora están organizando equipos de personas aptas en la oración por la sanidad física y emocional. Mi libro How to Have a Healing Ministry in Any Church [Cómo tener un ministerio de sanidad en cualquier iglesia] (Regal Books), ha ayudado a muchas iglesias a moverse en esta área de compasión y fecundidad.
     Liberación. En todo el Cuerpo de Cristo hay una creciente conciencia de la mortal actividad de Satanás y las fuerzas demoníacas que controla. Muchos se están percatando de que este es un problema aquí en los EE.UU. así como en el Tercer Mundo. Muy pocas iglesias en una ciudad como tal tienen a los que están entrenados para sacar demonios y liberar personas de acuerdo con los patrones bíblicos. El libro de Charles Kraft Defeating Dark Angels [Cómo derrotar ángeles entenebrecidos] (Servant Publications), es sumamente recomendado como guía. ¡Que se multipliquen los equipos que se especializan en la oración de liberación!
     Servicios de adoración. Muchas iglesias están reclutando equipos que se especializarán en orar a través de los distintos servicios de adoración de la iglesia. Algunas veces esto se hace en cuartos separados utilizando televisión a circuito cerrado o un sistema de bocinas estereofónicas. Algunas veces las personas que oran se arrodillan detrás de la plataforma del conferencista o cerca. Spurgeon tenía enormes grupos de intercesores orando en un cuarto del sótano debajo de su púlpito en cada servicio y decía que esa era su «caldera» divina.
Resumen
Es obvio que, este capítulo sólo se ocupa superficialmente de las posibilidades para ministerios vitales de oración en la iglesia local. Muchos de los títulos que encontrará en las notas al calce le ofrecerán información adicional y sugerencias. Algunos de ustedes notarán que no mencioné la vida corporativa de oración de la iglesia en este capítulo, y eso se debe a que creo que es lo suficientemente importante como para ameritar uno propio. (Véase el capítulo 5.)
Para acción inmediata
Si siente que Dios lo está moviendo a comenzar un fuerte ministerio de oración en su iglesia, le recomiendo que comience ordenando estos dos artículos sumamente prácticos:
1.     The Praying Church Sourcebook [Manual para una iglesia que ora] recopilado por Alvin J. Vander Griend. Church Development Resources, 2850 Kalamazoo Avenue, S.E., Grand Rapids, MI, 49560.
2.     Church Prayer Ministry Manual [Manual del ministerio de oración de la iglesia] recopilado por T.W. Hunt, Southern Baptist Convention Press, 127 Ninth Avenue, North, Nashville, TN 37234.
Preguntas de reflexión
1.      En este capítulo se mencionan varias iglesias que tienen ministerios de oración sobresalientes. ¿Conoce algunas otras que podrían incluirse? ¿Qué aspectos de la oración parecen apartarlas?
2.      ¿Acaso sería ir demasiado lejos decir que el factor principal que determina la vida de oración de una congregación es el ejemplo de su pastor? ¿Podrían otros en la iglesia desarrollar un dinámico ministerio de oración si el pastor fuera reacio o simplemente indiferente?
3.      Peter Wagner habla de «intercesores dotados». ¿Cuáles serían las características de esas personas? ¿Podría nombrar a alguien que conoce que podría ajustarse a esta descripción?
4.      ¿Es legítimo pagarle a una persona para que ore o dirija un ministerio de oración en la iglesia? ¿Acaso no están supuestos todos los cristianos a orar y no esperar recompensas materiales por orar?
5.      Repase las seis formas de ministerio de oración que se están haciendo populares en muchas iglesias. ¿Cuáles son algunas de las otras maneras en las cuales se implementa la oración en las iglesias de hoy? ¿Están activas algunas de estas en su iglesia? ¿Deberían estar?

1 Jack W. Hayford, Glory on Your House [Gloria en su casa], Chosen Books, Grand Rapids, Michigan, 1991, p. 139.
2 C. Peter Wagner, Escudo de oración, Editorial Betania, Miami, FL, 1995, pp. 161–162.
3 Billy Graham, «Power When You Pray», Decisión, mayo 1989, pp. 1–3.
4 Vonette Bright y Ben A. Jennings, eds., Unleashing the Power of Prayer, Moody Press, Chicago, Illinois, 1989.
5 Edith Norwood, «SAM’s Hall of Fame: William F. Hammond», Windows, abril-junio, 1989, p. 4.
6 Cecil M. Robeck, hijo, «Gift of Prophecy» [Regalo de profecía], Dictionary of Pentecostal and Charismatic Movements, Stanley M. Burgess y Gary B. McGee, eds., Zondervan Publishing House, Grand Rapids, Michigan, 1988, p. 738.
7 C. Peter Wagner, Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow, Regal Books, Ventura, California, 1979, p. 259.
8 Véase a David Hill, New Testament Prophecy [Profecía del Nuevo Testamento], John Knox Press, Atlanta, Georgia, 1979 y David Aune, Prophecy in Early Christianity and the Ancient Mediterranean World [Profecía en el cristianismo primitivo y el mundo antiguo del Mediterráneo], William B. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, Michigan, 1983.
9 Wayne Grudem The Gift of Prophecy in the New Testament and Today [El don de profecía en el Nuevo Testamento y hoy], Crossway Books, Westchester, Illinois, 1988, p. 14.
10 Ibid., p. 262.
11 Ibid. p. 262.
12 Peter Lord, Hearing God, Baker Book House, Grand Rapids, Michigan, 1988, p. 15.
1 George Barna, User Friendly Churches [Iglesias amistosas], Regal Books, Ventura, California, 1991, p. 116.
2 Marlin Mull, carta personal a C. Peter Wagner, 25 de enero de 1993.
3 Waymon Rodgers, «The Seed of Prayer in Church Growth», Church Growth, septiembre de 1987, p. 19.
4 Jack Hayford, Glory On Your House, Chosen Books, Grand Rapids, Michigan, 1991, pp. 63–67.
5 Ibid., pp. 13–16.
6 Carta personal a C. Peter Wagner de Edward Langham hijo, 8 de marzo de 1989.
7 Carta personal de Ted Haggard a Peter Wagner, 18 de marzo de 1992.
8 Alvin Vander Griend, The Praying Church Sourcebook, Church Development Resources, Grand Rapids, Michigan, 1990, p. 9.
9 Ibid., pp. 5, 6.
10 Walt Kallestad, The Intercessor, otoño 1990, p. 1.
11 Ibid.
12 Community Church of Joy College of Prayer Catalog, 1990–1991, p. 3.
13 Terry Teykl, Making Room to Pray, Renewal Ministries, Inc., 6501 East Highway 6 Bypass, College Station, TX 77845,1991, contraportada.
14 Vander Griend, The Praying Church, p. 52.
Wagner, C. P. (1995). Iglesias que oran : Cómo la oración puede revitalizar su congregación y derribar las paredes que la separan de su comunidad. Serie guerrero en oración (59). Nashville, TN EE.UU.


¿Como esta orando tu congregacio?: Oracion retorica vs. Oracion Eficaz


biblias y miles de comentarios
 
Oración retórica contra oración activa
Estoy muy interesado en la relación entre la oración y el crecimiento eclesiástico. He sido profesor de crecimiento eclesiástico, por más de 20 años, en el Seminario Fuller, y los últimos cinco los he dedicado a la investigación acerca de la oración. He hablado con muchos pastores a través del país acerca de esto y ahora algunos patrones resultan claros.
Uno de ellos es la diferencia entre lo que he llegado a llamar «oración retórica» y «oración activa».
La oración y el crecimiento eclesiástico
Creo que lo que voy a decir es preciso, aunque admito que no tengo mucha información estadística para probarlo. Empero, suponga que seleccioné un grupo variado de 100 pastores de iglesias en crecimiento. Suponga que les hice a cada uno esta pregunta: En su experiencia, ¿qué papel ha jugado la oración en el crecimiento de su iglesia?
Estoy bastante seguro de que casi todos ellos responderían: «Oh, la oración ha jugado una función central en nuestro crecimiento».
También estoy razonablemente seguro de que para 95 de los 100 pastores esa respuesta sería nada más que retórica. Con eso no quiero decir que no crean en la oración o que en manera alguna estaban tratando de ofrecer una respuesta engañosa. Pero sí quiero decir que si se hiciera un estudio cuidadoso de la vida de oración de sus iglesias, no me sorprendería si se hallara poca o ninguna diferencia entre ellos y la vida de oración de las iglesias que no están creciendo en la misma comunidad.
¿Estaré equivocado? Por supuesto. Hasta espero estarlo. Conociendo el poder de la oración, anticipaba encontrar una estrecha correlación entre cantidad y calidad de oración y grados de crecimiento eclesiástico. No es que la correlación esté completamente ausente. Investigaciones de C. Kirk Hadaway sugieren que el aumento en la oración ha acompañado el crecimiento en algunas iglesias Bautistas del Sur.1 Por eso es que permití unas hipotéticas 5 iglesias de 100 que podrían verdaderamente mostrar una correlación entre su vida de oración y su crecimiento. Ofreceré algunas ilustraciones de esto a su debido tiempo. Pero en general, temo decir que mi observación es correcta.
Lo «que debe ser» y lo que «es»
Permítame reforzar mi punto con un poco de ironía. Hasta donde sé, la persona que ha tomado la iniciativa en intentar investigar de manera seria este asunto es Terry Teykl, pastor de la Iglesia Metodista Unida Aldersgate en College Station, Texas. Su libro, Pray and Grow [Ore y crezca]2 es el único libro que conozco que se ocupa de la relación de la oración con el crecimiento de la iglesia. Este sólo es el comienzo de la investigación de Teykl y la sección estadística a la cual hice referencia todavía no se ha realizado. De más está decir que Teykl concuerda conmigo en que debemos hallar una correlación y escribe su libro sobre esa premisa.
Pero, ¿y qué de estos pastores hipotéticos? Aparentemente, si no los presionamos preguntándoles de forma directa qué función juega la oración en el crecimiento de sus iglesias, es posible que no lo mencionarán. Esto se afirma en el prefacio al libro de Terry Teykl, escrito por Ezra Earl Jones de la Junta General de Discipulado Metodista Unida, una agencia en contacto directo con pastores metodistas a través de la nación.
Ezra Earl Jones cita algunas investigaciones, que de hecho se han realizado. Ellos seleccionaron iglesias metodistas que están creciendo y le pidieron a los pastores de esas iglesias que evaluaran, en orden, los 10 principales factores que contribuyen a su crecimiento. Aquí están en orden: servicios de adoración robustos, comunión, el pastor, ministerios planificados de manera precisa, ministerios de alcance mundial y entre la comunidad, educación cristiana, planificación para el crecimiento eclesiástico, instalaciones físicas y localización, ministerios laicos y esfuerzos evangelísticos. ¡Ni siquiera uno de los diez es la oración!
Por supuesto, estos pastores pudieron haber sentido que era inadecuado mencionar la oración, pero la ironía es que el prefacio en un libro que propone que la oración debería ser un factor predominante en el crecimiento produce evidencia de que ese no es el caso. Al menos no es algo que los pastores de iglesias en crecimiento expresarían como importante.
¿Qué es lo que queremos decir con retórica?
Espero que sea claro que no estoy criticando a estos pastores metodistas. Simplemente estoy tratando de proveer una descripción precisa de la situación actual entre muchas iglesias estadounidenses. ¿Qué quieren decir los pastores de iglesias en crecimiento cuando dicen que la oración es una clave para su crecimiento, aunque no la incluirían en la lista de los 10 factores principales?
Estoy seguro de que quieren decir que:
     El poder de Dios está detrás de nuestro crecimiento. Jesús dijo: «Edificaré mi iglesia» (Mt 16:18). Pablo dijo: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios». Nuestra iglesia está creciendo, no primordialmente debido al esfuerzo humano, sino mediante la bendición de Dios.
     Predico acerca de la oración a menudo. No es que he ofrecido muchos sermones completos acerca de ella, pero la menciono con frecuencia y le enseño a mi pueblo que ella es extremadamente importante para nuestras vidas personales y la vida de la iglesia.
     Oro regularmente por la iglesia, por su vida y por su crecimiento. Muchos otros en la congregación también oran frecuentemente por ella.
Aunque las declaraciones anteriores son verdaderas y admirables, si la vida de oración de una y otra semana de tales iglesias se evaluara en una escala de 1 a 10, estarían bastante bajas, aun si la evaluación fuera realizada por los pastores mismos.
No sé cuántas veces he escuchado a pastores decir: «El servicio de oración vespertina de los miércoles es la reunión más importante de la semana en nuestra iglesia». Pero, con raras excepciones, realmente no lo es. Es la reunión más tediosa, a la que menos personas asisten, la más rutinaria y más aburrida de la semana. En la mayoría de los casos, la iglesia crecería al mismo nivel con o sin la reunión vespertina de oración los miércoles.
La conclusión sincera es que la mayoría de las iglesias en crecimiento, al menos en los EE.UU., están creciendo debido a la aplicación consciente o inconsciente de principios sólidos de crecimiento eclesiástico acompañados por un nivel bastante bajo de oración. Todavía no he encontrado una iglesia que no crea en la oración y que la practique hasta cierto punto. Sin embargo, concuerdo con Terry Teykl. Creo que el crecimiento de esas iglesias sería mucho más dinámico si estuviera acompañado por un alto nivel de oración. Ahora mismo son autos de ocho cilindros corriendo con cuatro o cinco cilindros.
En este libro, deseo animar a los pastores para que hagan la transición de la oración retórica a la oración activa.
Creo que la oración puede:
     Ayudar a las iglesias en crecimiento a aumentar su nivel de crecimiento y a profundizar la calidad espiritual de sus iglesias.
     Renovar iglesias que no están creciendo.
     Cambiar la atmósfera espiritual de la comunidad en su totalidad para que haya más justicia social y receptividad evangelística.
De la retórica a la acción
Me considero en cierta medida un experto en la oración retórica. La practiqué de manera constante durante los primeros 25 años de mi carrera como ministro ordenado. Luego de varios años de transición, ahora estoy tratando de practicar la oración activa. Los últimos 5 años de mi ministerio han sido definitivamente los más excitantes y gratificadores de todos. La oración activa ha hecho la diferencia.
A medida que analizo la transición de la oración retórica a la oración activa, señalaría al menos tres áreas sobre las cuales las iglesias y los líderes eclesiásticos harían bien en concentrarse. Indudablemente hay muchas más, pero estas me parecen de suprema importancia. Las tres áreas son: (1) comprender la naturaleza de la oración; (2) reconocer el poder de la oración; y (3) seguir las reglas de la oración.
Cómo comprender la naturaleza de la oración
Las personas, por lo general, piensan que la oración es pedirle a Dios algo. Pero esto es sólo una parte de lo que es orar; no describe de manera precisa la esencia de la oración. La manera más útil de comprender la oración activa es percatarse de que básicamente es una relación. Moramos en Dios a través de la oración. La oración nos acerca a la intimidad con el Padre. Es una relación personal.
Cuando Jesús le enseñó a sus discípulos a orar, les dijo que comenzaran, «Padrenuestro que estás en los cielos» (Mt 6:9). Esta es una declaración no sólo de una relación, sino de una relación familiar. Lo más extraordinario acerca de la oración es que nos lleva hasta la presencia de Dios, no como si estuviéramos sentados en un estadio mirando su figura allá abajo en una plataforma, sino como si estuviéramos sentados juntos en nuestra sala.
La oración agrada a Dios
El libro de Apocalipsis habla de la oración sólo dos veces, y ambas la describen como incienso. En Apocalipsis 5, estamos mirando a la majestuosa escena del salón del trono en donde Jesús toma un pergamino sellado con siete sellos del Padre. Los 24 ancianos se postran a adorar y cada uno tiene «copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos» (Ap 5:8). Entonces de nuevo en Apocalipsis 8, aparece un ángel en el altar para ofrecer incienso junto con las oraciones de todos los santos. «Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos» (Ap 8:4).
A medida que el apóstol Juan escribe esto en Apocalipsis, ciertamente está familiarizado con el Salmo 141:2: «Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde». Esta era una referencia al altar del incienso en el tabernáculo. Aarón, el sacerdote, quemaba incienso allí todas las mañanas y todas las noches para simbolizar la relación diaria entre Dios y su pueblo.
Gracias a Jesucristo y a su muerte en la cruz, no tenemos que depender de un sacerdote como Aarón que queme incienso para recordarnos de nuestra relación con Dios. Nuestras oraciones en sí mismas son esa relación. Y cada uno de nosotros puede ir directamente a Él.
Dios disfruta de esta relación de oración. Le agrada la atmósfera producida por el incienso. Casi parece arrogante decirlo, pero Dios es bendecido por nuestras oraciones. Debido a Jesús tenemos el abrumador privilegio de una relación Padre-hijo con nada más y nada menos que el Creador del universo. Nos sentamos con Él en nuestra sala.
La oración activa es de dos direcciones
Aunque algunos pudieron no haber pensado en definir la oración como intimidad con el Padre, pocos de los que lean esto estarán en desacuerdo. Pero hay una implicación que va junto con el entendimiento de la oración como intimidad que muchos no aceptan de manera consciente. Si la oración es una relación, esta debe ir en dos direcciones, no sólo en una.
El Nuevo Testamento nos instruye a relacionarnos con Dios como Padre nuestro y asume que sabremos cómo hacer esto mediante lo que hemos aprendido a través de nuestras relaciones humanas. Al momento de escribir esto, mi padre tiene 87 años y vive a más de 4.800 kilómetros. Le dediqué este libro. Mantenemos nuestra relación mediante un sustituto funcional para la oración: el teléfono. Lo llamo al menos una vez a la semana, pero cuando lo hago hablamos los dos. Ni siquiera en una ocasión he esperado hablar en todo momento.
Sin embargo, a través de mis años de oración retórica, eso es más o menos lo que hacia con mi Padre celestial; era en una sola dirección. Le hablaba y jamás escuchaba para obtener respuesta. Oh, buscaba respuestas a mis oraciones, principalmente mediante circunstancias alteradas en mi vida. Pero, ¿escuchar su voz? Sabía que Juan dijo: «Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1:3), pero jamás concluí que, como parte de nuestra relación, Dios deseaba una conversación mutua.
Escuchar la voz de Dios es tan importante para la oración activa que me voy a ocupar de ella con cierto detalle en el próximo capítulo.
Cómo reconocer el poder de la oración
Para que la oración retórica llegue a ser oración activa, es esencial reconocer una verdad sencilla: ¡la oración da resultados!
Con eso quiero decir que cuando oramos correctamente vemos respuestas a la oración. Las respuestas no siempre vienen de la manera que esperamos, pero con frecuencia vienen. Las respuestas no siempre llegan en el momento que las esperamos, pero frecuentemente llegan. Algunas veces las respuestas son parciales, pero a menudo no sólo satisfacen nuestras expectativas, sino que las exceden.
Se sabe que Dios «es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Ef 3:20).
Estoy plenamente consciente de que muchos de los que están leyendo esto ya son personas que oran de manera activa y no hace falta convencerlos de que la oración da resultados. Es difícil para alguien creer que en nuestro mundo evangélico actual hay quienes nos desanimarían para que no le pidiéramos a Dios algo en oración esperando que, en respuesta, Él lo conceda. Pero así es.
¿Nos deberían excitar las respuestas a la oración?
Casi siempre evito las controversias, y continuaré haciéndolo aquí cambiando los nombres y los lugares. Pero creo que este asunto es absolutamente crucial para la participación total en el gran movimiento de oración de nuestros días, y por lo tanto voy a aclarar el asunto de manera tan precisa como pueda. Para identificarlo, diré que estoy citando un editorial oficial en una prominente publicación evangélica, conservadora, escrito y publicado dentro de los últimos 5 años.
El trasfondo del editorial fue un experimento de oración que recibió bastante publicidad realizado por el cardiólogo Randolph C. Byrd del Hospital General de San Francisco. Hice referencia al estudio en mi libro How to Have a Healing Ministry [Cómo tener un ministerio sanador] (Regal Books). Byrd dividió 400 pacientes cardíacos al azar en 2 grupos de 200. Más nadie, ni los pacientes ni el personal médico, sabían quién estaba en qué grupo. Un grupo de cristianos renacidos oraba por un grupo y nadie oró por el otro grupo. El grupo por el cual se oró desarrolló muchísimas menos complicaciones y murieron menos de ellos.
La mayoría de los cristianos que conozco se regocijarían con este hallazgo. Pero este editor en particular sintió que debía advertir a sus lectores en cuanto a un peligro que acechaba tras esa evidencia. Él contiende, por ejemplo, que no debemos utilizar este tipo de evidencia para enseñarle a nuestros hijos a orar. Si así lo hacemos, pueden ignorar la lección de más importancia: la obediencia. «Primero oramos para obedecer», dice, «no para ganancia».
Tampoco, sugiere él, debemos usarla para convencer a nuestras amistades para que oren más. Si así lo hacemos y luego alguna oración no es respondida, la oración en general puede perder su atractivo. Él piensa que difundir las buenas nuevas acerca de la oración respondida es como darle dulces a nuestros hijos. Puede saber bueno en ese momento. «Pero una dieta continua de dulces no es realmente una buena nutrición».
El editor resume su posición diciendo, «Reducir la oración a una técnica de complacencia propia enfermará nuestra teología».
La perpetuación de la oración retórica
La noción de que estamos más saludables teológicamente hablando si no esperamos respuesta a nuestras oraciones está vivita y coleando. No sé de ninguna otra cosa que contribuya más a perpetuar la oración retórica. Fui programado en esta manera de pensar en mi entrenamiento para el ministerio, pero dudo que alguno de mis profesores fueran tan atrevidos. Me pregunto cuál hubiera sido la respuesta del editor si su esposa, por ejemplo, hubiera sido uno de esos pacientes cardíacos que recibió oración.
Un estudio reciente de Margaret Poloma y George Gallup, hijo halló que aunque 88% de los estadounidenses oran a Dios de una u otra manera, menos de la mitad (42%) le piden cosas materiales que podrían necesitar. Y sólo 15% experimentan de manera regular la recepción de respuestas a peticiones específicas de oración.3 Una de las razones por las que tan pocas personas practican la «oración suplicante» podría muy bien ser que la teología de nuestro amigo editor domina la escena en nuestros días, incluyendo a los evangélicos.
Poloma y Gallup encontraron que «muchos de los que piden reciben aquello por lo cual oraron». Su comentario: «Una cosmovisión moderna y racional podría considerar a la oración suplicante como una forma de magia, pero es una forma de oración para la cual hay innumerables ejemplos bíblicos».4
Yo añadiría que un ejemplo bíblico primordial de orar por cosas materiales es el Padrenuestro, en el cual Jesús nos instruyó a orar, «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Mt 6:11).
La soberanía de Dios y la ley de la oración
Si mal no recuerdo, en el seminario se me enseñó que la función más importante de la oración era cambiarme y moldearme. Dios jamás cambia. Es soberano y hará lo que desea ore yo o no. Una voz santa de ayer, la de R. A. Torrey, parece que estuviera hablando hoy. Torrey lamenta que las iglesias de sus días no oraban. Los cristianos, dice él, «creen en la oración como algo que tiene una benéfica «influencia refleja», es decir, algo que beneficia a la persona que ora … pero que la oración cause algo que no hubiera sucedido a no ser que hubiéramos orado, eso no lo creen, y muchos de ellos lo dicen francamente».5 La oración retórica también era común en aquel entonces.
Por fortuna, las actitudes acerca de la oración están cambiando rápidamente en nuestros días. El gran movimiento de oración no estaría barriendo el globo si la oración no funcionara. Los proponentes de la oración activa no cuestionan de manera alguna la soberanía de Dios. Pero en base a la Escritura entienden que el Dios soberano ha establecido una ley de oración. Dios desea hacer muchas cosas, pero no las hará a menos que o hasta que el pueblo cristiano, mediante el uso de su libertad otorgada por Dios, ore y le pida que lo haga (véase Stg 4:2). Y esa oración no viola nuestra obediencia a Dios; es justamente lo opuesto. Se hace en obediencia a Dios (véanse Mt 6:8; 7:7–11; Lc 11:9–13).
Nadie puede cambiar a Dios, pero nuestras oraciones pueden influir directamente lo que Dios hace o deja de hacer. Esta es la manera en la cual Él mismo ha estructurado la realidad. «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jer 33:3). Suponga que no clamemos. La respuesta es demasiado obvia como para declararla.
Cuando oro, no le estoy diciendo a Dios qué hacer; Él no puede hacer nada en contra de su voluntad. Estoy orando para que lo que Él desee hacer se efectúe en realidad. Presumo que si no oro, algo que Dios desea no se realizará. Me encanta el título de un capítulo en la obra muy popular de Jack Hayford, Oración a la conquista de lo imposible (Editorial Clie): «Si no lo hacemos, Él no lo hará».
Ningún grupo estima la soberanía de Dios más que los calvinistas. Por eso es que creo que la opinión de mi amigo Alvin Vander Griend acerca de esto es tan importante. Alvin proviene de la denominación Cristiana Reformada, que ha dado nombre a su seminario teológico en base a Juan Calvino. Vander Griend dice:
Dios aguarda a que se le pida no porque es impotente sino debido a la manera en que ha elegido ejercitar su voluntad. No somos peones en un gigante tablero de ajedrez. Estamos involucrados. Sólo un punto de vista frío, duro y mecánico de la soberanía de Dios y la predestinación asume que Dios descuenta nuestra oración y simplemente se mueve de acuerdo con un plan determinado de una vez y para siempre. Ese no es el punto de vista bíblico acerca de Dios; se parece más al punto de vista fatalista, parecido al musulmán, que la Biblia repudia.6
La oración cambia la historia
Nadie lo ha dicho mejor que Richard Foster en su clásico, Alabanza a la disciplina: «Estamos trabajando con Dios para determinar el futuro. Ciertas cosas sucederán en la historia si oramos de manera correcta».7
Uno de los libros acerca de la oración que estoy recomendando a mis estudiantes en el Seminario Fuller tiene un título llamativo: And God Changed His Mind [Y Dios cambió de parecer]. Lo escribió el hermano Andrés, que dice: «Los planes de Dios para nosotros no están cincelados en concreto. Sólo su carácter y naturaleza son incambiables; ¡sus decisiones no!»8
La Biblia ofrece varios ejemplos de Dios cambiando sus planes debido a la intercesión. Uno fue su afán de derramar su ira y consumir a Israel cuando Moisés regreso del Sinaí con las tablas de la Ley. Pero Moisés intercedió a favor de los israelitas. «Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo» (Éx 32:14).
Es importante que nos percatemos de que todo lo que sucede en este mundo no es la voluntad de Dios. No es un pensamiento agradable, pero Satanás es descrito nada menos que como «el dios de este siglo» (2 Co 4:4). Por ejemplo, Dios quiere que nadie perezca (véase 2 P 3:9), pero muchos perecen debido a que el dios de este siglo les ha enceguecido sus mentes (véase 2 Co 4:3, 4).
En la Escritura se nos dice que Daniel oró y Dios respondió a su oración el mismo día. Empero, la respuesta se tomó 21 días, no porque Dios fuera lento, sino porque el «príncipe de Persia» logró retrasarla (véase Dn 10). Al ocuparse de esto, Walter Wink sugiere: «Este nuevo elemento en la oración, la resistencia de los poderes a la voluntad de Dios, señala un rompimiento decisivo con la noción de que Dios es la causa de todo lo que sucede».9 Si Daniel no hubiera continuado ayunando y orando, ¿acaso hubiera llegado la respuesta? Probablemente no. Por eso es que la oración es tan importante y porqué la historia le pertenece a los intercesores, como diría Wink.
El Centro de Vida Cristiana
El Pastor Waymon Rodgers fundó el Centro de Vida Cristiana en Louisville, Kentucky, a comienzos de los ochenta. El Centro creció hasta 500 personas, pero entonces decreció de forma abrupta a unas 200. Rodgers se desanimó y comenzó a buscar otra iglesia. Entonces vino una palabra de Dios: «Te he llamado a Louisville, y te daré las llaves de la ciudad».
Resultó que la llave era la oración. Rodgers, que ahora está con el Señor, retó a 7 diáconos para que oraran con él 1 hora al día. Presentó la necesidad a la congregación y 100 de los 200 accedieron a orar regularmente por la iglesia. Comenzó a orar y mantuvo una cadena de oración 22 horas al día. La iglesia creció en fe y compró 154 hectáreas para instalar una montaña de oración estilo coreana con grutas de oración, cuartos estilo motel y una capilla. Designaron cada jueves como día de oración y ayuno.
En el Centro de Vida Cristiana, la oración no era mera retórica, era acción viva. La iglesia cambió casi instantáneamente. Creció casi a 2.000 y luego a 6.000. Para ese entonces se había convertido en el centro desde el cual se plantaron 55 nuevas iglesias en el estado.
La oración es poderosa. ¡Da resultados!
Cómo seguir las reglas de la oración
He perdido la cuenta de cuantos libros acerca de la oración he leído durante los últimos años. Una de las cosas más sorprendentes es que difícilmente hay dos iguales. Es posible que la oración sea un tema inagotable. Existen muchas «reglas de oración», pero deseo señalar las cuatro a las que aquellos que hemos estado practicando la oración retórica tenemos que prestarle atención particular si deseamos entrar en la oración activa.
Las cuatro reglas de oración que considero cruciales son:
     Orar con fe.
     Orar con un corazón puro.
     Orar con poder.
     Orar con persistencia.
Primera regla: orar con fe
Santiago nos dice que si nos hace falta sabiduría debemos pedírsela a Dios (véase Stg 1:5). Entonces añade: «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento» (Stg 1:6). ¿Cuán importante es esto? Santiago dice que hace un mundo de diferencia. El que duda no debe pensar en recibir «cosa alguna del Señor» (Stg 1:7). Es claro que la fe es una regla importante para la oración.
Jesús le enseñó a sus discípulos acerca de la fe mediante el uso de un ejemplo gráfico: con fe podían decirle a una montaña que se echara al mar y así ocurriría (Mt 11:23). Entonces dijo: «Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que los recibiréis, y os vendrá» (Mc 11:24).
¿Qué es la fe? «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Heb 11:1). Naturalmente, no le pedimos algo a Dios que ya tenemos, sino algo que todavía no tenemos. Lo esperamos. No lo vemos. Pero si tenemos fe, las cosas invisibles por las cuales esperamos tendrán sustancia. Esta no puede ser material, debe ser espiritual, pero aun así es sustancia. Si no le damos sustancia a las cosas que esperamos, dudaremos como las olas del mar y nuestras oraciones no serán respondidas. Habremos violado una regla de la oración.
A muchos les desagrada esta enseñanza. Creen que es peligrosa porque no da demasiada responsabilidad. No les agrada confrontar el hecho de que algunas veces (ciertamente no siempre) somos los culpables de que nuestras oraciones no sean respondidas. La acción activa requiere fe. ¿Permite Dios en algún momento excepciones a esta regla? Afortunadamente, para la mayoría de nosotros, incluyéndome a mí, sí lo hace. Pero seamos claros, esas son las excepciones, no la regla.
La teología de la prosperidad
Por años, he escuchado críticas del campo a la «superfé» o la «teología de la prosperidad». Pero según mi opinión, sus mejores proponentes simplemente están tratando de equilibrar la iglesia mediante el énfasis de una verdad bíblica que muchos de nosotros hemos tendido a ignorar, a saber, la función crucial que tiene nuestra fe humana para que se realice la voluntad de Dios.
También he escuchado críticas a la práctica de la «visualización». Cuando escuché por vez primera acerca de la visualización de amistades íntimas como David Yonggi Cho y Robert Schuller, sólo podía admitir que estas personas sabían algo que yo no sabía. Me ayudaron a entender lo que quería decir Hebreos 11:1 con «sustancia», y les agradecí.
¿Han ido muy lejos algunas de las personas de la superfé o de la visualización? Indudablemente así ha sido, pero se debe esperar esto cuando llega una gran corrección al Cuerpo de Cristo. ¿Han ido muy lejos algunos presbiterianos con la predestinación? ¿Han ido muy lejos algunas personas de la Iglesia de Cristo con la regeneración bautismal? ¿Han ido muy lejos algunos nazarenos con la santidad? ¿Han ido muy lejos algunas personas de las Asambleas de Dios con la glosolalia? ¿Han ido muy lejos algunos luteranos con la ley y el evangelio? Por supuesto.
El equilibrio llegará. Algunos en el campo de la prosperidad ya han reconocido que han exagerado la función de la fe en la oración respondida. Algunos se han percatado de que existió el peligro de sentirse que podían manipular a Dios; ellos saben que no deben hacer eso. Algunos han reconocido que la línea entre la prosperidad dada por Dios y la codicia desenfrenada se desvaneció un tanto. Algunos han confesado que han pedido y no han recibido porque pidieron de manera equivocada para «gastar en vuestros deleites» (Stg 4:3).
Sin embargo, teniendo en cuenta los riesgos, debemos concordar que orar con fe es una regla cardinal de la oración. Las respuestas llegarán o serán refrenadas en base a ello.
¿Cómo podemos orar con más fe?
La clave principal para orar con fe es conocer la voluntad de Dios. Juan nos dice: «Que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye» (1 Jn 5:14).
El gran «si»
Algunas personas no han sabido cómo tratar la oración con fe y su vida de oración ha sufrido, por consiguiente. Se han preocupado tanto en cuanto a los peligros de la presunción y de manipular a Dios que han desarrollado un método garantizado de orar. Han descubierto que cuando introducen de manera prudente la palabra «si» en puntos estratégicos de su oración no necesitan preocuparse si reciben respuesta o no.
En su libro, El poder de la oración tenaz, John Bisagno tituló un capítulo «Si es tu voluntad». Y escribió: «Muchas oraciones maravillosas no han recibido respuesta porque se hicieron impotentes con la palabra «si» en medio de ellas». ¿Por qué hacen esto las personas? Bisagno sugiere la verdadera razón de fondo: «Realmente no creemos que Dios vaya a hacer nada así que tenemos una manera fácil de escaparnos en caso de que así sea: una cláusula de escape en palabras minúsculas».10 En otras palabras, muchas personas no tienen una fe bíblica.
Juan Calvino concordaría con Bisagno. En sus Instituciones de la religión cristiana, Calvino se pregunta en cuanto a qué clase de oración sería algo como esto: «Señor, dudo que desees escucharme, pero ya que estoy ansioso, escapo hasta ti para que, de ser digno, me puedas ayudar». Calvino asevera que las oraciones de los santos en las Escrituras no siguen este patrón. Nos amonesta a seguir las instrucciones del Espíritu Santo de acercarnos «confiadamente al trono de la gracia» (Heb 4:16). Juan Calvino dice, «La única oración que Dios acepta nace, por así decirlo, de tal presunción de fe, y se basa en una seguridad inconmovible de esperanza».11
A menudo hay una sutil suposición detrás de la frase: «Si es tu voluntad». La suposición es que no es posible conocer la voluntad de Dios antes de que oremos. Algunos citan Santiago 4:15: «En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello», para justificar la suposición, quizás sin percatarse de que el contexto planifica un viaje de negocios, y no se dirige al Padre en oración.
Cómo conocer la voluntad de Dios
Pero, ¿podemos conocer la voluntad de Dios antes de que oremos?
Ciertamente. Dos grandes maneras de conocer la voluntad de Dios son: (1) leerla en la Escritura (véase 2 Ti 3:15, 16); y (2) pedirle a Él y obtener una respuesta (véase Jn 14:26; 16:13; 2 Ti 2:7; Stg 1:5–7).
La mayoría de lo que necesitamos saber acerca de la voluntad de Dios se nos revela en la Biblia. Conocemos su voluntad acerca de alimentar a los hambrientos, el sexo antes del matrimonio, la justicia para los oprimidos, el pago de los impuestos, la obediencia a nuestros padres y la armonía de las razas. La Biblia es clara en cuanto a estas cosas, así que cuando oremos en cuanto a ellas sabemos que estamos orando la voluntad de Dios.
En algunos círculos se está haciendo popular pasarse una buena proporción del tiempo de oración Praying the Scriptures [Orando las Escrituras], para usar el título de un excelente libro acerca del tema por Judson Cornwall. En su obra, Cornwall sugiere que el texto bíblico puede convertirse en la oración que recemos. Y dice: «Cuando se utiliza como el vehículo de nuestras oraciones, la Palabra de Dios puede declarar profundos deseos internos y pensamientos del alma-espíritu».12 Cuando utilizamos las palabras de la Escritura para nuestras oraciones estaremos orando la voluntad de Dios.
La segunda manera de orar según la voluntad de Dios es pedirle que la determine antes de que oremos. Jesús dijo que Él sólo hizo lo que vio al Padre hacer (véase Jn 5:19). Nosotros debemos hacer lo mismo.
La clave principal para conocer la voluntad del Padre es pasar tiempo con Él. ¿Podemos conocer la voluntad de nuestro cónyuge? Luego de más de 40 años viviendo con mi esposa, es mejor que la sepa, y así es. Y ella conoce la mía. El día de nuestra boda ninguno de nosotros sabía lo que hoy sabemos. Pero aprendimos y pronto descubrimos que mientras más pronto aprendiéramos más felices seríamos. Lo mismo ocurre con nuestro Padre celestial. Mientras más tiempo pasemos con Él, más seguros estaremos de lo que es y no es su voluntad.
En el próximo capítulo se explicará cómo podemos escucharle mientras pasamos tiempo con Él.
Cuando conozcamos la voluntad de Dios, ya sea mediante la Escritura o a través de la comunicación directa con Él, entonces podremos orar con toda la fe que se espera de nosotros y ver las correspondientes respuestas a nuestras oraciones.
Segunda regla: cómo orar con un corazón puro
Al recordar que la esencia de la oración es una relación íntima con el Padre, llega a ser obvio que cualquier pecado que obstruya esa relación, aunque sea de forma parcial, reducirá la efectividad de nuestras oraciones.
Isaías afirma el deseo de Dios de escuchar y responder a nuestras oraciones: «He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír» (Is 59:1). Empero, el pecado puede prevenir que suceda. «Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír» (Is 59:2). Ocuparse del pecado y tener un corazón puro es una regla establecida de la oración.
Jesús reconoció esto cuando, en el Padrenuestro, nos instruye a orar diariamente: «Perdona nuestros pecados» (Mt 6:12). (Las palabras más comunes, «deudas» o «transgresiones» son obsoletas y encubren el verdadero mensaje contemporáneo de esta oración.) Ya que todos los cristianos pecan de vez en cuando, tenemos que asegurarnos de que el registro esté limpio todos los días si esperamos respuesta a nuestras oraciones. Pedro nos recuerda: «Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal» (1 P 3:12).
La confesión del pecado y el arrepentimiento son esenciales para orar bien. Asimismo lo es no pecar en el futuro, y por eso es que Jesús quiere que oremos, «no nos dejes caer en tentación» (Mt 6:13). Eso contribuye en mucho a purificar el corazón. Pero parece que de todos los pecados por los cuales nos tenemos que ocupar para orar bien, hay algo que está por encima: el perdón.
Perdonar a otros
La segunda parte de esta sección «perdona nuestros pecados» es, «así como perdonamos a aquellos que pecaron contra nosotros» (Mt 6:12). La razón por la cual dijo que el perdón está por encima de los pecados para orar bien es que esta es la única parte del Padre nuestro que Jesús enfatiza inmediatamente después de ofrecerla. Él dice: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mt 6:14, 15).
Suponga que realmente ha sido herido. Suponga que usted verdaderamente es una víctima. Suponga que usted no tuvo la culpa, pero que fue herido de manera severa por esa otra persona. Suponga que ellos rehúsan admitir que lo sienten. Suponga que ellos le dicen a otros que fue culpa suya. Qué debe hacer.
¡Perdonarlos! Así hizo Jesús.
Si perdona, su corazón será purificado. Las respuestas a sus oraciones no dependen de lo que su adversario haga o deje de hacer. Dependen de lo que haga usted.
Santiago 4 se ocupa de las oraciones que no reciben respuesta porque violan la regla del corazón puro. «Pedís, y no recibís» (Stg 4:3). ¿Por qué? Porque usted
     Tiene deseos incorrectos. Codicia, pelea y envidia (véase Stg 4:2).
     Tiene motivos incorrectos. Pide mal. No pide de acuerdo con la voluntad de Dios así que está fuera de rumbo (véase Stg 4:3).
     Tiene objetivos equivocados. Pide para satisfacer sus deleites. Es egoísta (véase Stg 4:3).
El fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas enfocará de nuevo la manera en la cual venimos a Dios. El Espíritu Santo nos dará: (1) el deseo correcto: intimidad con el Padre; (2) el motivo correcto: glorificar a Dios; y (3) el objetivo correcto: hacer la voluntad de Dios. Esto nos ayudará a alinearnos, utilizando la regla de orar con un corazón puro.
Tercera regla: orar con poder
Una de las razones por las cuales tendemos a no tener fe en nuestras oraciones es que no nos percatamos por completo de cuánto poder tenemos cuando venimos al Padre en nombre de Jesús. Una regla de oración que debemos seguir es usar el poder que ya se nos ha otorgado.
La diferencia entre una oración poderosa y una débil es el Espíritu Santo. Este fue la fuente del milagroso poder de Jesús (véanse Mt 12:28; Lc 4:1, 14–18; Hch 2:22; 10:38), quien les dijo a sus discípulos que ellos tendrían el mismo poder y que harían las obras que Él hizo (véase Jn 14:12). Antes de abandonar la tierra, Jesús les dijo a sus discípulos que eso era para su ventaja porque sólo entonces podrían recibir el pleno poder del Espíritu Santo (véase Jn 16:7–14). Les instruyó que aguardaran en Jerusalén hasta que recibieran este poder (véase Lc 24:49). Entonces justo antes de que Jesús se fuera al cielo, dijo: «Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1:8).
Aunque cada cristiano renacido disfruta de la presencia del Espíritu Santo en su vida, no todos la disfrutan en la misma medida. Algunos están llenos del Espíritu Santo en cualquier momento dado, mientras otros no. Yo podría estar lleno con el Espíritu Santo hoy, pero mañana tendré que renovar mi relación con Él (véase Ef 5:18). Algunos lo llaman bautismo en lugar de infusión. Distintos grupos le adjudican adornos doctrinales y prácticos. Pero el fenómeno es el mismo: aunque todos tenemos la presencia genérica del Espíritu Santo, la cantidad de poder de Él podría variar (véanse 1 Ti 4:14; 2 Ti 1:6).
Pedro fue uno de esos que fue lleno «del Espíritu Santo» (Hch 2:4) el día de Pentecostés. Pedro, sin embargo, fue «lleno del Espíritu Santo» de nuevo en Hechos 4:8 para su ministerio ante el Sanedrín. Aparentemente una vez no fue suficiente.
Nuestra diaria y constante renovación de la presencia del Espíritu Santo nos ayuda en los otros aspectos de la oración. Él nos ayuda a mantener un corazón puro porque una de sus obras es convencernos de pecado (véase Jn 16:8). Él nos ayuda a asegurarnos de que conocemos la voluntad de Dios a medida que entramos en la oración porque nos acerca al Padre (véase Ro 8:16; Gl 4:6). Él edifica nuestra fe porque somos animados al ver fluir el poder sobrenatural a través de nosotros y tocando a otros.
Cuando tenemos al Espíritu Santo, podemos orar verdaderamente con poder.
Cuarta regla: orar con persistencia
Anteriormente mencioné que algunas veces las respuestas a nuestras oraciones no llegan tan rápido como esperamos. Cuando sucede esto, debemos continuar orando. Daniel, como hemos visto, oró 21 días antes de que llegara la respuesta a su oración (véase Dn 10:12, 13). Él nos demostró la regla de orar con persistencia.
Jesús habló acerca de «la necesidad de orar siempre, y no desmayar» (Lc 18:1), y entonces lo ilustró con la parábola de la viuda y el juez injusto. Aunque el juez no procuraba ocuparse del caso de la viuda, a la larga cambió de parecer debido a su persistencia. Este era un juez indecente, pero la persistencia pagó. Sin embargo, Dios no es indecente; es bueno. Si la persistencia fuera apropiada en el peor de los casos, cuanto más lo será con un Dios inclinado hacia el amor y la compasión.
Obviamente, se pudiera exagerar la persistencia. Creo que si tenemos fe y un corazón puro, nuestro patrón debería ser continuar orando hasta que suceda una de tres cosas.
Deje de orar cuando vea la respuesta. Esta es la más obvia de las tres.
Recuerdo que durante un receso en una conferencia que estaba ofreciendo en Texas, se me acercó un hombre que obviamente se le hacía difícil respirar. Él sabía que era un ataque de asma que podía amenazar su vida. Poco después de que comencé a orar por él tosió de manera ruidosa y fuerte, una misteriosa nube blanca salió de su boca y se evaporó en la atmósfera, y comenzó a orar de manera normal.
Menciono esto porque fue uno de esos momentos cuando en realidad podía ver respuesta a mi oración. Así que dejé de orar, alabé al Señor junto con él, y estuvo bien durante el resto de la conferencia. Jamás volví a orar por él.
Deje de orar cuando el Espíritu Santo le asegure que se ha ganado la batalla espiritual. Un pastor de Zambia que había estado estudiando en el Seminario Fuller por un tiempo finalmente hizo arreglos para traer a su esposa y sus cinco hijos a los EE.UU. Al comienzo del curso de 2 semanas, nos pidió que oráramos para que su familia obtuviera asientos reservados en el avión, de otra manera tendrían que viajar sólo si había espacio disponible. Y sería difícil hallar asientos vacíos.
El primer día que oramos, la familia del pastor no obtuvo los asientos en el avión. Pero persistimos y oramos cada día durante esa primera semana. En dos ocasiones más se le rehusaron asientos a su esposa. El lunes de la segunda semana, gentilmente le sugerí que continuáramos orando por ella. Pero el pastor dijo que no debíamos orar. Dios le había dicho durante el fin de semana que había respondido a nuestras oraciones, y sintió que si continuaba orando mostraría falta de fe en la certeza que Dios le había dado. Dijo que era tiempo de cambiar de la fe a la esperanza.
Esta clase de experiencia era nueva para mí, pero no para el pastor de Zambia. Los africanos pueden saber cosas que los estadounidenses no conocen. Seguí su sugerencia, y Dios fue fiel. ¡La familia vino en el próximo avión!
Deje de orar cuando Dios diga que no. El apóstol Pablo deseaba desprenderse de su aguijón en la carne, cualquiera haya sido. Fue lo suficientemente persistente como para pedirle al Señor tres veces que lo eliminara. En este caso Dios dijo que no y, aunque no siempre hace eso, se lo explicó a Pablo. Dios le dijo que necesitaba el aguijón en la carne para que no se exaltara desmedidamente (2 Co 12:7).
Por supuesto, no es un principio orar tres veces como hizo Pablo en este caso. Dios podría desear que oremos 30 ó 300 veces. Creo que nuestra tendencia humana es concluir que la respuesta es no antes de así mostrarse. Yo casi hice ese error al orar por la salvación de mi padre y de mi madre. Fue después de 42 años de persistencia (debo confesar que fue irregular en ocasiones) que entregaron sus vidas a Jesucristo.
Nuestra oración retórica puede llegar a ser oración activa, y estoy viendo pasar esto en iglesias a través de los EE.UU. y en otras partes del mundo. A medida que el pueblo cristiano se sintonice de manera más precisa con la naturaleza de la oración, a medida que se muevan en el poder de la oración y mientras sigan las reglas de ella, veremos muchas de nuestras iglesias transformarse y nuestras comunidades abrirse al evangelio.
Preguntas de reflexión
1.      ¿A qué se debe que muchos pastores dirían que la oración es la actividad más importante de su iglesia cuando en realidad no lo es?
2.      Si concordamos en que la verdadera esencia de la oración es intimidad con el Padre, ¿cuáles son algunas de las aplicaciones concretas que tendrán que realizarse en nuestras vidas personales de oración?
3.      Algunos sienten que debemos difundir las respuestas tangibles a la oración con entusiasmo, otros proponen una actitud más modesta y reservada hacia el deseo de respuestas explícitas. Discuta las ventajas y las desventajas de cada lado.
4.      ¿En qué sentido hace la oración que Dios «cambie de parecer» como dice un autor? ¿Qué acerca de Dios no puede alterarse a pesar de las iniciativas humanas?
5.      «Que se haga su voluntad» a menudo es parte de nuestras oraciones. Presente algunas ocasiones cuando esto es apropiado y otras en las que podría ser inapropiado.
1 C. Kirk Hadaway, Church Growth Principles [Principios del crecimiento de la iglesia], Broadman Press, Nashville, Tennessee, 1991, p. 51.
2 Terry Teykl, Pray and Grow, Discipleship Resources, P.O. Box 189, Nashville, Tennessee 37202, 1988.
3 Margaret M. Ploman y George H. Gallup, hijo., Varieties of Prayer [Variedad de oración], Trinity Press International, Filadelfia, PA., 1991, pp. 26,52.
4 Ibid., p. 53.
5 R.A. Torrey, The Power of Prayer, [Poder de la oración], Zondervan Publishing House, Grand Rapids, Michigan, 1955, p. 15.
6 Alvin Vander Griend, The Praying Church Sourcebook [Manual para la iglesia que ora], Church Development Resources, 2850 Kalamazoo Avenue, S.E., Grand Rapids, Michigan 49560, 1990, p. 7.
7 Richard J. Foster, Alabanza a la disciplina, Editorial Betania, Miami, FL., 1995, p. 35 del original en inglés.
8 Hermano Andrés, And God Changed His Mind, Chosen Books, Grand Rapids, Michigan, 1990, p. 15.
9 Walter Wink, Unmasking the Powers, Fortress Press, Filadelfia, PA., 1986, p. 91.
10 John Bisagno, El poder de la oración tenaz, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, TX., 1973, (pp. 19, 20 del original en inglés).
11 Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, Nueva Creación/Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1988, Libro III, capítulo XX:2, (pp. 864–865 del original en inglés).
12 Judson Cornwall, Praying the Scriptures, Creation House, Lake Mary, Florida, 1990, p. 11.
Wagner, C. P. (1995). Iglesias que oran : Cómo la oración puede revitalizar su congregación y derribar las paredes que la separan de su comunidad. Serie guerrero en oración (33). Nashville, TN EE.UU.


https://story.ad/site/file_download/smartpublicity1467919561neTNIrOs.html