domingo, 6 de octubre de 2013

¿Hay Libertad en la Ley Mosaica?: Lo que dice La Biblia - La ley del Amor

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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LEY Y LIBERTAD
Éxodo • Levítico • Números • Deuteronomio
Tras la muerte de José (hecho con el que termina Génesis), el pueblo de Israel floreció y se multiplicó en Egipto. Sin embargo, los egipcios pronto olvidaron cómo José los había salvado de la hambruna. De parte de los gobernadores de Egipto, la gratitud se convirtió en recelo y odio.
Éxodo
ÉXODO
PASAJES Y HECHOS CLAVE
Moisés entre los juncos 1-2
Las diez plagas 7-12
La Pascua 12-15
El cruce del Mar Rojo 14
Los diez mandamientos y la Ley 20-24
El Tabernáculo 26
Al cabo de unos 300 a 400 años, la sola cantidad de israelitas planteaba una amenaza a los egipcios nativos. El faraón —rey de Egipto— trató de suprimirlos, usando a los israelitas como fuerza de trabajo forzado para sus ambiciosos proyectos arquitectónicos. Como aun así siguieron creciendo en número, el monarca promulgó un edicto en virtud del cual todos los bebés israelitas varones serían asesinados al nacer.
Un hombre y una mujer desacataron esta orden. Durante tres meses escondieron a su hijo recién nacido y, cuando ya no podían seguir haciéndolo, su madre lo puso en un canasto impermeable en el río, y dejó a María, la hermana, a cargo de su vigilancia. El bebé fue encontrado en su canasto por la hija del faraón, cuando bajaba a tomar su baño. María se acercó y ofreció a su madre como nodriza para el niño. La princesa llamó Moisés al bebé, y lo dejó a cargo de la mujer hasta el destete. Luego Moisés fue criado y educado en la corte egipcia como hijo adoptivo de la hija del rey.
Moisés
A pesar de haber sido criado en la corte real, el afecto de Moisés estaba con su propio pueblo sometido, los israelitas. Trató de protegerlos de sus mayorales y de arreglar las disputas entre ellos, con la intención de defender su causa, pero ellos lo rechazaron. Finalmente, en su pasión por la justicia, mató a un capataz egipcio que golpeaba a un israelita, y tuvo que huir del país.
Durante los siguientes 40 años, Moisés vivió como pastor, y pasó largas horas solo en el desierto. Un día, cerca del Monte Sinaí, vio una zarza ardiendo. Lo que llamó su atención fue el hecho de que el arbusto no se consumiera. Al acercarse, una voz le habló desde la zarza ardiente.
Dios le dijo:
—No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
Y añadió:
—Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. (Éx 3.5-6)
Dios había escuchado los clamores de su pueblo. Llegaba la hora de liberarlos de la esclavitud y había elegido a Moisés para dirigirlos. Moisés se excusó una y otra vez. Era mayor y más sabio de lo que era en su impetuosa juventud y carecía de la ambición para emprender la tarea.
Dijo Moisés a Dios:
—Si voy a los hijos de Israel y les digo: “Jehová, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a vosotros”, me preguntarán: “¿Cuál es su nombre?”. Entonces ¿qué les responderé?
Respondió Dios a Moisés:
—“Yo soy el que soy”…‘Yo soy’ me envió a vosotros”. (Éx 3.13-14)
En aquel tiempo se creía que el nombre de una persona indicaba su carácter. Este nombre misterioso era una manera de decir que Dios se da a conocer por sus actos. También, en las palabras de John Drane, ese nombre nos dice que «Dios es el Señor del tiempo y hará en el futuro lo que hizo en el pasado y está haciendo en el presente».
El nombre del Dios de la alianza fue revelado a Moisés de una manera nueva. Este nombre ha sido transcrito en las Biblias castellanas de diversas maneras, como Jehová, Yahvé o Señor.
Dios indicó a Moisés que dijera a la gente de Israel que su Dios los liberaría. Muchos habían olvidado cómo era Dios, pero pronto tendrían una demostración de su poder cuando Moisés desafiase al rey egipcio. Cuando Moisés puso como objeción no ser un buen orador, Dios le prometió que su hermano Aarón lo acompañaría y sería el vocero. Dios no aceptaba excusas.
VIDA EN EGIPTO
Desde los tiempos de José hasta los de Moisés (cuatro siglos), los clanes de Israel vivieron en Egipto, un reino cuya historia incluso entonces se remontaba a bastante más de mil años. En los tiempos de Moisés, la mayoría de los habitantes de Egipto eran agricultores campesinos que cultivaban pequeñas parcelas de tierra. La inundación anual del Nilo regulaba su vida. El Nilo aportaba el agua para irrigar las siembras y producir el rico légamo o lodo, que hacía de Egipto una tierra tan fértil. Durante la inundación del Nilo, cuando nadie podía ocuparse de la tierra, muchas personas eran reclutadas para trabajar en proyectos estatales de construcción.
El faraón (rey de Egipto e intermediario entre los dioses y la humanidad) estaba en la cúspide del orden social; le seguían dos visires, que dirigían la vasta burocracia que controlaba y registraba cada área de la vida.
Obreros y campesinos vivían en casas hechas de ladrillos de barro, pero los nobles tenían casas y jardines más espléndidos. La abundante información que poseemos sobre la vida egipcia procede de pinturas e inscripciones funerarias, de escritos en muros de templos y monumentos, y de objetos encontrados en las tumbas.
Los egipcios adoraban muchos dioses, en santuarios locales y en grandes templos, por intermedio de sacerdotes. La magia era una parte activa de la religión. Creían en la vida después de la muerte y todo lo necesario para esta nueva vida se incluía en la tumba de la persona muerta, donde se depositaba el cuerpo cuidadosamente embalsamado.
«Deja ir a mi pueblo»
Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, el rey de Egipto, con la petición de que permitiera salir al pueblo de Israel, con el propósito de adorar a su Dios. El faraón rehusó de plano. Con el fin de demostrar que Dios era más fuerte que faraón y los dioses de Egipto, y para hacer cambiar la actitud del faraón, cayó sobre los egipcios una serie de desastres: las diez plagas. Primero las aguas del Nilo, dadoras de vida, se volvieron color sangre. Luego fueron las plagas de ranas, de moscas y de piojos. Pero el faraón endureció su corazón y se negó a permitir que el pueblo abandonara Egipto, como Dios había mandado… y su pueblo sufrió en consecuencia. Después de nueve plagas, Moisés previno al rey que vendría una décima y mucho más terrible tragedia: el primogénito de cada familia en Egipto —incluso la primera cría del ganado— moriría en una noche determinada.
La Pascua
A través de estas intervenciones, el pueblo de Israel también aprendía acerca del poder de Dios y de su misericordia hacia ellos. Por eso, antes de que cayera la última plaga, Moisés indicó ciertos preparativos especiales. Cada familia israelita debía matar un cordero y salpicar con su sangre los dinteles y postes de las puertas de su casa. Esto era un símbolo: la vida del cordero era entregada por ellos. Cada familia refugiada en una vivienda marcada por esa sangre estaba a salvo del poder destructor de la muerte.
La noche del juicio para los egipcios habría de ser la noche de salvación y liberación para los israelitas. En el interior de cada hogar debían preparar una comida especial de cordero asado y hierbas amargas, con pan sin levadura. Comerían ya vestidos para la travesía. Apenas amaneciera, los egipcios estarían ansiosos por acelerar la partida de los israelitas.
Llantos y lamentaciones llenaron la tierra a medida que la muerte llegaba a cada vivienda egipcia. El faraón le dijo a Moisés que se llevara lejos a su pueblo. Los israelitas estaban finalmente libres para abandonar la tierra de esclavitud y partir en busca de la tierra que Dios les había prometido desde el tiempo de Abraham.
El Mar Rojo
Tan pronto como la vasta procesión de israelitas con sus rebaños y ganados hubo abandonado Egipto, el faraón se arrepintió de haber dejado escapar a sus esclavos. Envió un ejército para recapturarlos. Los israelitas parecían estar atrapados. Tenían al ejército en sus talones, y el camino delante de ellos estaba bloqueado por el agua.
El Mar Rojo, tal como lo llama la Biblia, puede no ser el mar que hoy lleva ese nombre. Una mejor traducción es Mar de los Junquillos, una extensión de agua probablemente ubicada en la región que actualmente ocupa el canal de Suez.
Cuando vieron acercarse los caballos y carros egipcios, los israelitas se sobrecogieron de pánico. Pero Moisés les dijo:
—No temáis; estad firmes y ved la salvación que Jehová os dará hoy, porque los egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca más. (Éx 14.13)
A la orden de Dios, Moisés alzó su cayado sobre el mar y un fortísimo viento del este separó las aguas para que la gente pudiera seguir por tierra firme. Solo cuando estuvieron a salvo del otro lado, las aguas volvieron a fluir, ahogando al ejército egipcio que los perseguía.
Moisés y su hermana María rompieron a cantar e iniciaron una danza de victoria a la que se sumó todo el pueblo:
«Cantaré yo a Jehová,
porque se ha cubierto de gloria;
ha echado en el mar al caballo y al jinete.
Jehová es mi fortaleza y mi cántico.
Ha sido mi salvación. (Éx 15.1-2)
A lo largo de la historia de Israel, esta poderosa liberación en el Mar Rojo se ha visto como el acto supremo de Dios para salvar a su pueblo, junto con la Pascua, su gran acto de redención de la esclavitud en Egipto.
En el desierto
Moisés alejó al pueblo del bien custodiado camino de la costa, y lo llevó hacia el sur, por el Desierto de Sinaí, hacia el Monte Sinaí. Dios había prometido a Moisés que regresarían al mismo lugar donde él había sido llamado. Durante toda la larga peregrinación en el desierto, se describe a Dios yendo al frente de su pueblo: una columna de nubes en el día y una columna de fuego en la noche eran los signos de que él estaba con ellos. El fuego y las nubes se emplean a menudo como símbolos de la presencia de Dios. Esta nube se describe como brillante y luminosa. Más tarde, la tienda o Tabernáculo de Dios sería otro símbolo visible de su presencia.
La alianza
La alianza o pacto entre Dios y su pueblo de Israel, en el Monte Sinaí, es el corazón de todo el Antiguo Testamento. El pacto está basado en el libre amor y bondad de Dios hacia su pueblo. Él los había elegido para que le pertenecieran de una manera especial. Él los protegería y los haría prosperar. La parte que le correspondía al pueblo en el pacto era obedecer a Dios y cumplir las leyes dadas por intermedio de Moisés.
Todos estaban entusiasmados con este acuerdo. No dudaban de que podían cumplir su parte en la alianza, aunque el resto del Antiguo Testamento muestra cuán lejos estuvieron de ser fieles y obedientes a Dios.
Moisés subió a la montaña a recibir las palabras de Dios y descendió para la ceremonia del pacto. Espantados por la nube, el sonido de una trompeta, los truenos y relámpagos en derredor, el pueblo prestamente se declaró dispuesto a acatar el pacto. Moisés selló las promesas de la alianza con la sangre de animales.
El signo de la relación contractual entre Dios e Israel era la circuncisión de todos los varones, tal como primero se requirió a Abraham. La circuncisión era práctica común en esa parte del mundo, como rito de iniciación a la adultez, pero para los israelitas marcaría su relación especial con Dios; la operación se ejecutaría, de allí en adelante, en el octavo día después del nacimiento. Dios les reveló su nombre especial para el pacto —el nombre que había dado a conocer a Moisés— para que así lo nombrasen en adelante.
Los diez mandamientos
El núcleo central de las numerosas leyes contenidas en los libros Éxodo y Levítico es el Decálogo o los diez mandamientos. La primera mitad resume la relación de las personas con Dios y la segunda mitad, la relación entre personas. Estas leyes son mucho más que un conjunto pasajero de reglas para un determinado grupo de personas. Han sido ampliamente reconocidas como universales y permanentes; las leyes actuales de muchos países occidentales tienen base en estos mandamientos.
«Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
»No tendrás dioses ajenos delante de mí.
»No te harás imagen ni ninguna semejanza… No te inclinarás a ellas ni las honrarás…
»No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano…
»Acuérdate del sábado para santificarlo…
»Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da.
»No matarás.
»No cometerás adulterio.
»No hurtarás.
»No dirás contra tu prójimo falso testimonio.
»No codiciarás… ni cosa alguna de tu prójimo». (Éx 20.2-17)
Leyes civiles
Los libros de la ley en el Antiguo Testamento contienen muchas otras leyes, algunas claramente relacionadas con las formas de vida en ese tiempo.
Se dan instrucciones acerca de la conducta correcta en situaciones particulares. Por ejemplo, si un toro corneaba a una persona y esta moría, se daba muerte al toro. Si el toro era conocido por dar cornadas a la gente, el dueño pagaba la misma pena.
Otras leyes se refieren a la vida familiar y al trato de los esclavos. Un aspecto que tienen en común es la consideración por los débiles y desposeídos, a quienes Dios pone especial cuidado en proteger:
«Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella ni espigarás tu tierra segada. No rebuscarás tu viña ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo, Jehová, vuestro Dios…
»No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana siguiente.
»No maldecirás al sordo, ni delante del ciego pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo, Jehová.
»No cometerás injusticia en los juicios, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo.
»No andarás chismeando entre tu pueblo.
»No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo, Jehová…
»No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehová. (Lv 19.9-18)
Alianzas o pactos en tiempos de Moisés
La alianza era un concepto familiar para los contemporáneos de Moisés. Los arqueólogos han descubierto registros de alianzas hititas que datan de 1400 a 1200 a.C. Los hititas eran otro pueblo que vivía en el Medio Oriente en los tiempos de Moisés. Una alianza solía pactarse entre un caudillo o rey y un grupo menos poderoso.
En el texto de la alianza, el que había tomado la iniciativa se presentaba y enumeraba lo que había hecho por la otra parte. Requería ciertas cosas a cambio. Por lo general seguía luego una enumeración de bendiciones o maldiciones, según que la otra parte respetara o rompiera los votos (el capítulo 28 de Deuteronomio enumera tales bendiciones y maldiciones en relación con la alianza divina).
La alianza de Dios opacó cualquier otro pacto celebrado por reyes o caudillos humanos. Como su iniciador, prometió bendiciones y beneficios inigualados a su pueblo.
Leyes ceremoniales
Otro grupo de leyes tiene que ver con la adoración y servicio a Dios. Algunas normas prescriben la manera de ofrecer el culto a Dios. Otras son leyes alimentarias, que estipulan los alimentos que no deben ser comidos. La carne de puerco y los mariscos, entre otros, estaban prohibidos. Es muy posible que estas leyes fueran dictadas para proteger la salud en un clima cálido. La separación entre animales limpios e inmundos también simboliza la separación de Israel de las naciones.
Había además muchas otras leyes que se referían a la limpieza ritual de la persona. Tenían su fundamento en la higiene, pero la razón predominante era que el Dios de Israel era un Dios santo. Era puro y no era tocado por el pecado. La suciedad física se consideraba símbolo de corrupción moral y espiritual. Si Dios iba a vivir en medio de su pueblo, este también debía mantenerse santo y puro en todo sentido.
El becerro de oro
Después de sellar la alianza, Moisés ascendió nuevamente la montaña y allí permaneció largo tiempo en comunión con Dios. El pueblo se cansó de esperar su regreso. Rompiendo las promesas que acababan de hacer, le rogaron a Aarón que les hiciera un dios que pudieran ver y tocar. Él pidió que le entregaran sus joyas de oro, las fundió e hizo un becerro. Siguió luego una ruidosa y concupiscente celebración, una orgía que pretendía ser un culto de adoración, con el becerro en el centro.
Finalmente Moisés y su ayudante Josué descendieron de la montaña. Moisés llevaba las tablillas de piedra grabadas por Dios con los diez mandamientos. Débilmente al comienzo, pero cada vez más fuerte, escucharon el griterío que venía del campamento. Moisés muy pronto se dio cuenta de lo que sucedía. Se puso furioso. Arrojó al suelo las tablillas de piedra, rompiéndolas en pedazos, e irrumpió en la escena de la francachela, restableciendo rápidamente el juicio en la gente. Moisés no podía creer que tan pronto después de jurar obediencia a los mandamientos de Dios pudieran romper el segundo mandamiento e inclinarse ante una imagen hecha por el hombre.
En su furia, Moisés molió el becerro hasta convertirlo en polvo, lo mezcló con agua e hizo que los israelitas lo bebieran. Sin embargo, poco después Moisés mismo emprendió de nuevo la caminata montaña arriba, e imploró el perdón de Dios y la rehabilitación para ese pueblo que había pecado tan gravemente. Dios se reveló así a Moisés:
¡Jehová! Dios fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad, que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero que de ningún modo tendrá por inocente al malvado… (Éx 34.6-7)
Muchas veces Dios perdonó y redimió a su pueblo. Lamentablemente, la idolatría marcaría la conducta de Israel durante muchos siglos subsiguientes. Finalmente la infidelidad condujo a la quiebra de la nación.
El Tabernáculo
Dios prometió a Moisés que estaría con su pueblo; su presencia se reconocía en las columnas de nubes y fuego. Pero Dios también decidió que se erigiera un Tabernáculo: una carpa para sí mismo en medio del campamento israelita. Moisés trasmitió las detalladas instrucciones de Dios a los artífices que habrían de construir este pabellón especial o Tabernáculo. En el centro de una serie de claustros, se encontraba «el Lugar santísimo». No había allí imagen alguna de Dios, como en otros santuarios similares de la época, pero sí una caja o arca cubierta de oro, en la que se colocaron las dos tablas de la Ley que Moisés había traído de lo alto de la montaña.
Una característica de este Tabernáculo era que cada una de las partes estaba provista de varas y anillos para transporte. Puesto que el pueblo estaba en marcha, el Tabernáculo también tenía que ser movible. El Dios de Israel no era como los dioses de los pueblos de los alrededores, cuyo poder estaba confinado al territorio en que vivía su tribu. Mientras el pueblo de Dios estuviera peregrinando, él prometía ir con ellos y vivir allí.
Se estipularon pautas muy estrictas, para evitar que la gente pensara que se podía tratar a Dios con liviandad. Solo los sacerdotes elegidos tenían permiso para servir en el Tabernáculo; y una vez instalado el campamento, las tiendas de los sacerdotes rodeaban a la tienda de Dios. A la vez que señalaba la presencia de Dios entre su pueblo, el Tabernáculo protegía a todos de un contacto demasiado próximo con la terrible majestad y santidad de la presencia de Dios.
El libro del Éxodo está lleno de la gloria y santidad de Dios, pero los escritores también ponen énfasis en el hecho de que Dios estaba dispuesto a vivir en medio de su pueblo, protegiéndolo y salvándolo. La gente tuvo que aprender muchas lecciones amargas durante su peregrinación por el desierto. Faltaba el agua, y a menudo protestaban y aturdían a Moisés con sus quejas. Pero Dios se revela como Aquel que constantemente proporciona lo que necesita su pueblo.
El libro de Éxodo termina cuando se completa la construcción del Tabernáculo, y lo envuelve la brillante nube de la presencia de Dios en toda su gloria. Dios está con su pueblo.
EL TABERNÁCULO
La tienda del culto de Israel
Las instrucciones para construir el Tabernáculo están estipuladas en detalle en el libro de Éxodo. Los israelitas debían hacer una tienda portátil para el Señor, que llevarían durante la travesía hasta la tierra prometida. Cuando instalaban el campamento, la tienda de Dios se erigía en el centro. Dios estaba en el medio de su pueblo: estaba siempre presente entre ellos.
La tienda tenía dos habitaciones: en el cuarto privado interior se depositaba el arca de la alianza y la copia de las leyes de Dios. En el atrio externo había un candelabro con siete lámparas, un altar para el incienso y una mesa con doce panes.
Un amplio atrio rodeaba a la tienda de Dios: aquí la gente se presentaba ante los sacerdotes. Había un altar para los sacrificios. Un gran recipiente de bronce contenía agua para que los sacerdotes se lavaran antes de entrar a la tienda de Dios.
Levítico
LEVÍTICO
PASAJES Y HECHOS CLAVE
Leyes sobre ofrendas y sacrificios 1-7
Aarón y sus hijos ordenados sacerdotes 8-9
Leyes rituales sobre pureza e impureza 11-15
El Día del perdón 16
Los grandes festivales 23
Leyes sobre santidad en la vida y en el culto 17-21
A primera vista, Levítico es poco más que un informe sobre cómo ofrendar sacrificios y llevar a cabo disposiciones rituales. Eso se debe a que el libro se refiere a los deberes de los sacerdotes y levitas, como el título indica.
Los levitas eran miembros de la tribu de Leví. No eran sacerdotes, porque no descendían de Aarón, el primer sumo sacerdote. Sin embargo, ayudaban a los sacerdotes en sus deberes. Necesitaban instrucciones detalladas a fin de poder ejecutar sus servicios correctamente.
La palabra clave de Levítico es «santo». El estilo de vida de los sacerdotes, los levitas y el pueblo debe ser limpio, puro y consagrado a Dios. Debido a que están en una relación de alianza con un Dios santo, ellos también deben ser santos: libres de contaminación y completamente dedicados a Dios.
En el centro mismo del libro, leemos sobre las fiestas religiosas que marcan el paso del año para los israelitas. Los festivales celebraban los actos salvíficos de Dios en el pasado y su incesante protección.
El Día del perdón
Si había algo que comunicaba a la gente la santidad de Dios, era la observancia anual del Día del perdón. En ese día nadie trabajaba y todos ayunaban. Debían reconocer y confesar su fracaso en seguir y obedecer la ley de Dios. Procedía luego un rito solemne para quitar los pecados.
Nadie, excepto el sumo sacerdote, tenía derecho a entrar en el santuario interior del Tabernáculo, donde se guardaba la caja de oro: el arca de la alianza. Aun el sumo sacerdote solo podía entrar una vez al año, en el Día del perdón (o expiación). Salpicaba con sangre la tapa del arca, conocida como el propiciatorio, para expiar los pecados de la gente. La sangre representaba la ofrenda de vida.
«Perdón» conlleva la idea de la reconciliación de Dios con su pueblo, que se purifica con la eliminación del pecado. El sumo sacerdote también ofrecía sacrificios de animales para expiar los pecados de los sacerdotes y del pueblo. Luego seleccionaba dos machos cabríos. Mataba a uno como sacrificio, pero sobre el otro recitaba los pecados del pueblo. A continuación lo mandaba lejos, para que llevara consigo esos pecados, al desierto. Era el chivo emisario con los pecados de todos.
El día de reposo (sábado)
El día de reposo —es decir, el principio de separar un día de descanso cada seis días de trabajo— tiene sus raíces en la historia misma de la creación. El relato de Génesis dice que Dios descansó de su obra de creación en el séptimo día, y ese día fue santo para el Señor. Guardar ese día especial era uno de los diez mandamientos y distinguía a los israelitas como pueblo de la alianza, como pueblo de Dios. El día de reposo, al parecer, tenía como propósito ser una celebración gozosa. Era un día en el cual la gente podía recordar el pacto con Dios, y estar libre del trabajo de todos los días. Incluso los esclavos y los animales de labor debían disfrutar del feriado semanal.
La Pascua
La Pascua era una conmemoración clave en Israel. Era la primera de las fiestas anuales y, una vez que Israel llegó a la tierra de Canaán, todos los israelitas varones debían acercarse al Tabernáculo de Dios —más tarde el templo— para celebrar la Pascua.
En la noche de la primera Pascua, Dios había liberado a su pueblo de la esclavitud en Egipto; desde entonces, esos acontecimientos se conmemoraban durante la comida pascual. La redención de Dios se recordaba al comer el cordero asado, junto con hierbas amargas, que eran remembranza de la amargura de la esclavitud en Egipto. También comían pan preparado sin levadura, pues la fiesta de los panes sin levadura («ázimos») se celebraba al mismo tiempo.
Algunos consideran la fiesta del pan sin levadura como una celebración agrícola, por estar relacionada con la cosecha de la cebada, ocasión en que la primera gavilla madura se ofrecía a Dios. La Biblia asocia el acto de comer el pan sin levadura con la primera Pascua, cuando la gente tenía tanta prisa por abandonar Egipto, que no podía esperar que leudara la masa que llevaría consigo.
El festival de las semanas (Pentecostés)
Esta fiesta tenía lugar siete semanas después de la Pascua y de ofrecer a Dios la gavilla de cebada. Su otro nombre era Pentecostés, pues ocurría 50 días después de la ofrenda de cebada. Era la fiesta de las primicias. Para entonces había terminado la recolección del grano y se hacía una ofrenda especial a Dios. En esta oportunidad también debían todos los hombres de Israel dirigirse al Tabernáculo de Dios.
Fiesta de los Tabernáculos
Esta era la tercera fiesta en que los israelitas se presentaban ante Dios en su Tabernáculo. Se trataba de una acción de gracias por la cosecha, a veces llamada la fiesta de la reunión. Era un festival especialmente alegre, que los niños disfrutaban, cuando el pueblo, una vez establecido en Palestina, acampaba en rústicas chozas hechas de ramas. Algunos consideran que esta costumbre proviene del hábito de los agricultores de vivir en los campos mientras se hace el trabajo de la cosecha. Levítico lo explica como un recordatorio del tiempo en que todos vivían en tiendas, durante su éxodo por el desierto.
Sacrificio
A mucha gente hoy el sacrificio le parece algo bárbaro, especialmente si involucra animales. Otrora el sacrificio se practicaba en todo el mundo como una forma de poner aquello que puede ser visto y conocido en este mundo en contacto con el mundo espiritual. En ciertas religiones, el sacrificio se considera una manera de alimentar y satisfacer a los dioses. La Biblia rechaza este punto de vista y pone énfasis en la santidad de Dios; su bondad absoluta lo sitúa lejos del error y del mal, y por esa razón se hace necesario un camino especial para que hombres y mujeres pecadores se acerquen a él. El sacrificio era ese camino.
Se prescribían ofrendas diferentes para distintas ocasiones y situaciones, pero en cada caso el sacrificio expresaba el reconocimiento de que el devoto no estaba en condiciones de aproximarse a Dios. Antes de hacerlo, los pecados deben ser cubiertos y expiados. Con el paso del tiempo, la necesidad del perdón de los pecados se convirtió en la principal razón para el sacrificio en Israel.
Se realizaba de la manera siguiente:
El ofrendante se aproximaba al altar, que estaba en el atrio externo del Tabernáculo, y traía el animal determinado. Tenía que ser perfecto, libre de defectos. La persona ponía su mano sobre la cabeza del animal, identificándose con este. Luego él mismo mataba al animal, y el sacerdote untaba la sangre en los cuernos y en la base del altar. El cuerpo del animal era quemado sobre el altar. A veces se guisaba parte del animal y se compartía una comida.
No existe una explicación clara de la relación entre el sacrificio y el pecado; con todo, al identificarse con el animal, el ofrendante claramente expresaba que, por haber quebrantado las leyes de Dios, merecía el destino que el animal iba a sufrir. El animal moría en lugar de él. Había varios tipos de sacrificio. En la ofrenda colectiva, la acción de compartir y comer la carne guisada significaba la renovada relación del pecador con Dios y con sus congéneres hombres y mujeres.
Todo el poderoso rito del sacrificio servía como fuerte ayuda visual, y ponía en claro la necesidad de cada persona de estar en buenos términos con un Dios santo.
Ceremonial
Buena parte de Levítico y otras partes del Pentateuco se ocupan del ritual. No hay explicación de las detalladísimas instrucciones que acompañan la construcción del Tabernáculo o el procedimiento para los sacrificios. Con todo, es importante atribuirles el peso que merecen. Algunos antropólogos sociales sostienen que la comprensión del ritual de un pueblo es la clave para conocer su identidad. Explica cuáles son sus valores y qué es lo que más los conmueve.
Cada grupo en la sociedad tiene sus propios ritos, aunque a veces, por la misma familiaridad, no nos percatemos de ellos. Todos los ritos de los israelitas pretendían enfatizar la santidad del Dios al cual servían, el hecho de su absoluta bondad y ausencia de pecado. Las ceremonias traían a la memoria la seriedad que reviste acercarse a Dios, la necesidad de obedecer sus leyes y de seguir los procedimientos adecuados para ser santos también.
El capítulo 19 del Levítico es un maravilloso ejemplo de cómo tenía que vivirse la santidad de Israel en la vida cotidiana. Las leyes abarcan muchos aspectos de la vida, desde la exactitud de las pesas y medidas hasta el cuidado de los desposeídos, así como mandatos sobre no robar, mentir o cometer fraude. En todas estas enseñanzas subyace el amor y la veneración hacia Dios y hacia los demás.
Levítico también establece las disposiciones de Dios para rehabilitar a su pueblo y restaurar su herencia, la tierra. Cada séptimo año habría de ser un año «sabático», durante el cual la tierra descansa y queda en barbecho. Cada 50 años se proclamaría un año de Jubileo. La tierra debía ser devuelta a su primitivo propietario y los esclavos puestos en libertad.
Números
NÚMEROS
PASAJES Y HECHOS CLAVE
Vida en el desierto, en Sinaí y después 14
Espionaje de la tierra 13
Cuarenta años de peregrinaje 14
La rebelión de Coré 16
Agua de la roca 20
La serpiente de bronce 21
Balac y Balaam 22-24
Fronteras de Canaán 34
El libro de Números contiene la lista de los clanes del pueblo de Israel; el título del libro proviene del censo o empadronamiento con el cual comienza. Lo que hoy puede parecernos lectura árida y polvorienta era fascinante para la gente que leía acerca de sus propios antepasados. El libro de Números, sin embargo, contiene algo más que guarismos relativos al censo. Hay otras leyes, así como un relato de ciertas experiencias de Israel durante su peregrinación por el desierto.
Cades-Barnea
Una historia clave relata que Moisés, desde un lugar llamado Cades, envió a doce hombres —uno por cada tribu— a explorar la tierra de Canaán, antes de prepararse para entrar en ella. Los frutos que trajeron de vuelta eran exquisitos, pero solo dos de los doce espías creían que Dios les daría la tierra. Los demás vieron a sus habitantes como gigantes que podrían repelerlos fácilmente. La mayoría del pueblo se puso del lado de los diez, rehusando creer en Dios y en su promesa.
Entonces toda la congregación gritó y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. (Nm 14.1)
En vano Caleb y Josué, los dos que confiaban en Dios, suplicaban a la gente:
Si Jehová se agrada de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; es una tierra que fluye leche y miel… Jehová está con nosotros: no los temáis. (Nm 14.8-9)
Pero el pueblo no quiso escucharlos y, por no haber confiado en Dios, los israelitas fueron condenados a vagar por el desierto durante 40 años: el tiempo necesario para que esa generación de incrédulos se extinguiera. Luego Josué y Caleb condujeron a una nueva generación hacia la tierra prometida.
Biografía de Moisés
Nacido en Egipto bajo amenaza de muerte del faraón; hijo de Amram, un levita, y de Jocabed (Éxodo 2, 6).
Escondido de los soldados egipcios y puesto en un canasto impermeable a orillas del Río Nilo, es encontrado por la hija del faraón y criado en la corte tras un cuidado inicial a cargo de su madre (Éxodo 2).
En defensa de sus hermanos israelitas, mata a un capataz egipcio y es obligado a huir del país (Éxodo 2).
Se casa en Madián, y trabaja como pastor para su suegro, Jetro, durante 40 años (Éxodo 2-3).
Atraído por la zarza ardiente en el desierto, es llamado por Dios para rescatar a su pueblo (Éxodo 3).
Regresa a Egipto; el faraón se niega a dejar ir al pueblo. Moisés y Aarón anuncian una serie de desastres: las diez plagas (Éxodo 7-12).
Muerte de los primogénitos; la Pascua; Moisés saca al pueblo de Egipto (Éxodo 12-13).
El cruce del Mar Rojo y una canción de triunfo (Éxodo 13-15).
Recibe la ley de Dios para su pueblo en Sinaí y sella la alianza (Éxodo 20-24).
El becerro de oro. Enojado, Moisés rompe las tablas de la ley; pero más tarde intercede ante Dios por su pueblo (Éxodo 32).
Exploradores son enviados a Canaán desde Cades; la rebelión tiene como resultado 40 años de peregrinaje en el desierto bajo el liderazgo de Moisés, que estaba siempre alentando a su pueblo (Números 13).
Agua brota de una roca; la ira de Moisés (Números 20).
El último gran discurso de Moisés al pueblo recordándoles la alianza; Moisés entrega el liderazgo a Josué y observa la Tierra prometida desde el monte Pisga (Deuteronomio 34).
Muerte de Moisés (Deuteronomio 34).
Números describe a Moisés como «un hombre muy humilde”. Tal vez esta sea la cualidad que mejor lo describe. Se crió gozando de todas las ventajas de la educación ofrecida en un palacio. Fue escogido por Dios para ser líder de su pueblo, y además tuvo una relación íntima con Dios. Sin embargo, Moisés nunca se impuso a nadie ni luchó por sus propios derechos. La mayor parte del tiempo soportó las quejas y la desobediencia del pueblo con paciencia. Habló con dureza al pueblo solo cuando el honor de Dios estaba en juego.
No solo sacó al pueblo de la esclavitud y lo llevó a la frontera de la Tierra prometida, sino que también les entregó la Ley y confirmó la alianza entre ellos y Dios. Hizo de una muchedumbre indisciplinada un pueblo casi unido. Cuidó de sus necesidades diarias —alimento y agua— y administró justicia. También los guió en victorias militares.
Deuteronomio cataloga su grandeza con estas palabras:
Nunca más se levantó un profeta en Israel como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara; nadie como él por todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, contra el faraón y todos sus siervos, y contra toda su tierra, y por el gran poder y los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel. (Dt 34.10-12)
Serpientes venenosas
Números habla bastante de las experiencias del pueblo en el desierto y de las lecciones que Dios trató de inculcarles bajo la guía de Moisés. En cierta ocasión, los israelitas habían vuelto a refunfuñar, como tantas veces, contra Moisés y contra el mismo Dios:
«¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto?» (Nm 21.5)
En respuesta, Dios permitió que una plaga de serpientes venenosas los asediaran. Lleno de remordimiento, el pueblo se acercó a Moisés y le pidió que intercediera ante Dios para que alejara las serpientes. Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce o de cobre y la pusiera en lo alto de un asta. Cualquiera que hubiera sido mordido y mirara la serpiente de bronce, sanaría. Se trataba de otra simple ayuda visual para enseñar fidelidad y obediencia.
Alimento
Cuando se cansaban de la vida en el desierto, los israelitas a menudo hablaban con nostalgia de la comida que solían disfrutar en Egipto: pescado, pepinos, melones, puerros y ajo. No había ninguna posibilidad de encontrar estos productos en el desierto. En cambio, tenían que satisfacer su hambre con lo que llamaban «este pan tan liviano».
Se referían a la comida especial que Dios les proveyó durante todo su peregrinaje por el desierto. El autor de Éxodo lo describe como una sustancia blanca, escamosa y dulce. Se derretía al sol. La gente lo llamaba maná, vocablo que significa «¿qué es?», pues cuando lo vieron por primera vez nadie sabía lo que era. El maná cubría la tierra cada mañana. Puede haberse tratado del man arábigo, sustancia exudada por dos tipos de insecto que viven en el tamarisco.
Oraciones y bendiciones
Cada vez que la nube de la presencia de Dios y el arca de la alianza se detenían, los israelitas armaban sus tiendas. La oración que Moisés repetía era la siguiente:
«¡Descansa, Jehová,
entre los millares de millares de Israel!». (Nm 10.36)
Cuando la nube y el arca se ponían nuevamente en movimiento, oraba:
«¡Levántate, Jehová!
¡Que sean dispersados tus enemigos
y huyan de tu presencia los que te aborrecen!». (Nm 10.35)
Aarón y los sacerdotes impartían esta bendición especial sobre el pueblo:
“Jehová te bendiga y te guarde.
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti
y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro
y ponga en ti paz”. (Nm 6.24-26)
Deuteronomio
DEUTERONOMIO
PASAJES Y HECHOS CLAVE
«No se olviden»; a través de todo el libro, Moisés le recuerda al pueblo los mandamientos de Dios y todo lo que él había hecho por ellos.
Los diez mandamientos 5
Obediencia y desobediencia: maldiciones y bendiciones 27-28
La renovación de la alianza 29
Josué, un nuevo líder 31
Cántico y bendición de Moisés 32-33
La muerte de Moisés 34
Este libro ha sido llamado «el latido del corazón» del Antiguo Testamento. Su nombre significa «segunda ley», porque describe la renovación de la alianza entre Dios e Israel.
El libro toma la forma de un discurso de despedida de Moisés al pueblo de Israel, cuando después de tanto tiempo alcanzan la tierra prometida. A Moisés no le fue permitido entrar en esa tierra con ellos. En una ocasión había dejado que su ira hacia los israelitas brotara sin control; en consecuencia, dijo Dios, podría ver pero no entrar en Canaán.
Deuteronomio evoca el pasado, recordando al pueblo todo el amor y la fidelidad que Dios les ha mostrado durante los años en el desierto. Expone nuevamente ante los israelitas las promesas de la alianza, fielmente guardadas por el lado divino. Por su parte, ellos deberán obedecer a fin de experimentar la bendición de Dios en la nueva vida que tienen por delante.
El libro termina con la muerte de Moisés, y la figura de Josué, su nuevo líder, que surge para conducirlos hacia la tierra prometida.
Amor y obediencia
El tema de la fidelidad de Dios está presente en todo el libro de Deuteronomio. Moisés mueve a los israelitas a pensar sobre su historia de los últimos 40 años, recordándoles el constante cuidado de Dios. Hasta las pruebas padecidas han sido parte del plan amoroso de Dios:
Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu Dios, estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. (Dt 8.2-3)
Fecha y compilación de Deuteronomio
Hay muchas opiniones en cuanto a la fecha en que fue escrito el libro de Deuteronomio; oscilan desde los tiempos de Moisés hasta después del exilio, una diferencia de unos 600 años. Muchos están de acuerdo con que parte de su contenido se remonta hasta el mismo Moisés; pero la mayoría cree que el libro fue escrito o compilado (o sea, que su lenguaje fue actualizado) en el siglo VII a.C. Algunos piensan que fue compilado por levitas; otros, por escribas. Pero también puede ser obra de profetas del reino del norte de Israel, quienes habían huido hacia Judá, al sur, después de la caída de su capital, Samaria. Se cree que fue escrito por ellos durante los malos días del reinado de Manasés (ver 2 Reyes 21).
Muchos eruditos creen que los que compilaron Deuteronomio también son responsables por los libros de Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, y 1 y 2 de Reyes. Reconocen que todos estos libros ponen de relieve en la alianza con Dios y la importancia de obedecerla. Se les llama a estos escritores los «deuteronomistas».
Los autores asimismo hacen hincapié en la forma en que Israel debía corresponder al cuidado paternal de Dios. Debían responder en obediencia amorosa:
Mirad, pues, que hagáis como Jehová, vuestro Dios, os ha mandado. No os apartéis a la derecha ni a la izquierda. Andad en todo el camino que Jehová, vuestro Dios, os ha mandado, para que viváis, os vaya bien y prolonguéis vuestros días en la tierra que habéis de poseer. (Dt 5.32-33)
El libro de Deuteronomio reitera la Ley —el Decálogo y algunas de las leyes que de él derivan— y luego resume todo en una sola sentencia:
«Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es.
»Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas». (Dt 6.4-5)
La Ley se cumple en el amor.

Lectura diaria de La Biblia: Génesis 18 - 20 RV Actualizada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Nueva promesa del nacimiento de Isaac
18 Jehovah se apareció a Abraham  en el encinar de Mamre, cuando él estaba sentado en la entrada de la tienda, en el pleno calor del día. 2 Alzó sus ojos y miró, y he aquí tres hombres que estaban de pie frente a él. Y al verlos, corrió desde la entrada de la tienda para recibirlos, y se postró a tierra. 3 Y dijo:
—Señor, si he hallado gracia ante tus ojos, por favor, no pases de largo a tu siervo. 4 Que se traiga un poco de agua para que lavéis vuestros pies y os recostéis debajo del árbol. 5 Yo traeré un pedazo de pan, y repondréis vuestras fuerzas y después proseguiréis; porque para esto habéis pasado cerca de vuestro siervo.
Ellos dijeron:
—Sí; haz así como dices.
6 Entonces Abraham fue de prisa a la tienda de Sara y le dijo:
—Toma rápidamente tres medidas  de harina fina, amásala y prepara unas tortas.
7 Luego corrió Abraham a donde estaban las vacas y tomó un ternero tierno y bueno, y se lo dio al mozo; y éste se dio prisa para prepararlo. 8 Después tomó mantequilla, leche y el ternero que había preparado, y lo puso delante de ellos. Y mientras comían, él se quedó de pie junto a ellos debajo del árbol. 9 Ellos le preguntaron:
—¿Dónde está Sara tu mujer?
El respondió:
—Adentro, en la tienda.
10 Entonces dijo:
—Ciertamente volveré a ti después del tiempo que dura el embarazo, y he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo.
Sara escuchaba junto a la entrada de la tienda que estaba detrás de él. 11 Abraham y Sara eran ancianos, de edad avanzada. A Sara le había cesado ya la regla de las mujeres. 12 Y Sara se reía dentro de sí, diciendo: "Después que he envejecido, ¿tendré placer, siendo también anciano mi señor?" 13 Entonces Jehovah dijo a Abraham:
—¿Por qué se ríe Sara, diciendo: "¿Realmente he de dar a luz siendo vieja?" 14 ¿Acaso existe para Jehovah alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, después del tiempo que dura el embarazo, y Sara habrá tenido un hijo.
15 Entonces Sara, porque tuvo miedo, negó diciendo:
—No me he reído.
Pero él dijo:
—No, sino que sí te has reído.
Abraham pide por Sodoma y Gomorra
16 Los hombres se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma. Abraham iba con ellos para despedirlos.
17 Entonces Jehovah dijo:
—¿He de encubrir a Abraham lo que voy a hacer, 18 habiendo de ser Abraham una nación grande y poderosa, y que en él han de ser benditas todas las naciones de la tierra? 19 Porque yo le he escogido y sé que mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino de Jehovah, practicando la justicia y el derecho, para que Jehovah haga venir sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. 20 - Además Jehovah dijo-: Ciertamente el clamor de Sodoma y de Gomorra es grande, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo. 21 Descenderé, pues, para ver si han consumado su maldad, según el clamor que ha llegado hasta mí; y si no, lo sabré.
22 Los hombres partieron de allí y se fueron a Sodoma. Pero Abraham quedó todavía delante de Jehovah. 23 Entonces Abraham se acercó y dijo:
—¿Destruirás también al justo con el culpable? 24 Quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿la destruirás con todo y no perdonarás el lugar por causa de los cincuenta justos que estén dentro de ella? 25 Lejos esté de ti hacer tal cosa: hacer morir al justo con el culpable, y que el justo sea tratado como el culpable. ¡Lejos esté de ti! El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
26 Entonces respondió Jehovah:
—Si hallo en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré todo el lugar en consideración a ellos.
27 Intervino Abraham y dijo:
—He aquí, ya que he comenzado a hablar con mi Señor, a pesar de que soy polvo y ceniza, 28 quizás falten cinco para ser cincuenta justos. ¿Destruirás por aquellos cinco toda la ciudad?
Le respondió:
—No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco.
29 Volvió a hablarle diciendo:
—Quizás se encuentren allí cuarenta …
Y respondió:
—No lo haré en consideración a los cuarenta.
30 Abraham  le dijo:
—Por favor, no se enoje mi Señor si hablo: Quizás se encuentren allí treinta …
Y respondió:
—No lo haré, si encuentro allí treinta.
31 Y dijo:
—He aquí, ya que he empezado a hablar a mi Señor, quizás se encuentren allí veinte …
Y respondió:
—No la destruiré en consideración a los veinte.
32 Volvió a decir:
—Por favor, no se enoje mi Señor, si hablo sólo una vez más: Quizás se encuentren allí diez …
Y respondió:
—No la destruiré en consideración a los diez.
33 Y Jehovah se fue luego que acabó de hablar con Abraham. Y Abraham regresó a su lugar.
 


Lot y sus hijas son librados de la ruina
19 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado junto a la puerta de Sodoma, y al verlos se levantó Lot para recibirlos postrándose a tierra. 2 Y les dijo:
—He aquí, señores míos, venid, por favor, a la casa de vuestro siervo; pasad la noche y lavaos vuestros pies. Por la mañana os levantaréis temprano y seguiréis vuestro camino.
Pero ellos respondieron:
—No, sino que pasaremos la noche en la calle.
3 Pero él les insistió mucho; así que fueron con él y entraron en su casa. El les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y comieron. 4 Pero antes de que se acostasen, los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo, rodearon la casa. 5 Y llamaron a Lot y le dijeron:
—¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácanoslos, para que los conozcamos.
6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta, cerró la puerta detrás de sí 7 y dijo:
—¡Por favor, hermanos míos, no hagáis tal maldad! 8 He aquí tengo dos hijas que todavía no han conocido varón: Os las sacaré, pues, y haced con ellas como os parezca; sólo que no hagáis nada a estos hombres, porque para esto han venido a la sombra de mi techo.
9 Ellos respondieron:
—¡Quítate de ahí! -Y añadieron-: Este vino aquí para residir como forastero, ¿y ahora habrá de erigirse como juez? Ahora te haremos a ti más daño que a ellos.
Forcejeaban mucho contra el hombre, contra Lot, y se acercaron para romper la puerta. 10 Entonces los hombres extendieron las manos, metieron a Lot en la casa con ellos y cerraron la puerta. 11 Y a los hombres que estaban junto a la puerta de la casa, los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que se fatigaban por hallar la puerta.
12 Aquellos hombres dijeron a Lot:
—¿Tienes aquí a alguien más? Yernos, hijos, hijas; cualquiera que tengas en la ciudad, sácalos de este lugar. 13 Porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor de ellos ha llegado a ser grande delante de Jehovah. Por eso Jehovah nos ha enviado para destruirlo.
14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de casarse con sus hijas, y les dijo:
—¡Levantaos, salid de este lugar, porque Jehovah va a destruir la ciudad!
Pero a sus yernos les pareció que bromeaba. 15 Y al rayar el alba, los ángeles apremiaban a Lot, diciéndole:
—¡Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seas destruido con el castigo de la ciudad!
16 Cuando se detenía, los hombres tomaron su mano, la mano de su mujer y las manos de sus dos hijas, por la misericordia de Jehovah para con él. Lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. 17 Y después de haberlos sacado fuera, le dijeron:
—¡Escapa por tu vida! No mires atrás, ni te detengas en toda esta llanura. Escapa a la montaña, no sea que perezcas.
18 Lot le  dijo:
—¡Por favor, no, señor  mío! 19 He aquí que tu siervo ha hallado gracia ante tus ojos y has engrandecido tu misericordia que has mostrado conmigo dándome la vida. Pero yo no podré escapar a la montaña, no sea que me alcance el mal y muera. 20 He allí esa ciudad está cerca para escapar allá, y es pequeña. Deja que escape allá y salve mi vida. ¿Acaso no es pequeña?
21 Le respondió:
—He aquí que también te he atendido  con respecto a este asunto. No destruiré la ciudad de la cual has hablado. 22 Date prisa y escapa allá. Nada podré hacer hasta que hayas llegado allí.
Por eso fue llamado el nombre de la ciudad Zoar.
23 El sol ya había salido sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. 24 Entonces Jehovah hizo llover desde los cielos azufre y fuego de parte de Jehovah sobre Sodoma y Gomorra. 25 Y trastornó aquellas ciudades, toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se convirtió en una columna de sal.
27 Abraham se levantó muy de mañana, fue al lugar donde había estado delante de Jehovah 28 y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de la llanura. Y al mirar, he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Y sucedió que cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó Dios de Abraham y sacó a Lot de en medio de la destrucción, al trastornar las ciudades donde Lot había estado. 


Las hijas de Lot conciben de su padre
30 Lot tuvo miedo de permanecer en Zoar y se fue de allí a la región montañosa, junto con sus dos hijas. Y habitaba en una cueva con sus dos hijas. 31 Entonces la mayor dijo a la menor:
—Nuestro padre es viejo, y no queda ningún hombre en la tierra que se una a nosotras, como es la costumbre en toda la tierra. 32 Ven, demos de beber vino a nuestro padre, acostémonos con él y conservemos descendencia de nuestro padre.
33 Aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego entró la mayor y se acostó con su padre, pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 34 Y aconteció que al día siguiente la mayor dijo a la menor:
—He aquí yo me acosté anoche con mi padre. Démosle de beber vino también esta noche, y entra tú y acuéstate con él, y conservemos descendencia de nuestro padre.
35 También aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego fue la menor y se acostó con él, pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 36 Así concibieron de su padre las dos hijas de Lot. 37 La mayor dio a luz un hijo y llamó su nombre Moab,  el cual es el padre de los moabitas, hasta hoy. 38 La menor dio a luz un hijo y llamó su nombre Ben-amí,  el cual es el padre de los amonitas, hasta hoy.

Problemas de Abraham con Abimelec
20 Abraham partió de allí hacia la tierra del Néguev. Acampó entre Cades y Shur y residió en Gerar. 2 Abraham dijo de Sara su mujer: "Ella es mi hermana." Y Abimelec, rey de Gerar, mandó y tomó a Sara. 3 Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche y le dijo:
—He aquí que vas a morir por causa de la mujer que has tomado, la cual es casada.
4 Abimelec, quien todavía no se había acercado a ella, dijo:
—Señor, ¿acaso has de matar a la gente inocente? 5 ¿Acaso no me dijo él: "Ella es mi hermana", y ella también dijo: "El es mi hermano"? Con integridad de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.
6 Dios le dijo en sueños:
—Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto. Yo también te detuve de pecar contra mí, y no te permití que la tocases. 7 Ahora pues, devuelve la mujer a su marido, porque él es profeta y orará por ti, y tú vivirás. Y si no la devuelves, ten por cierto que morirás irremisiblemente, tú y todos los tuyos.
8 Entonces Abimelec se levantó muy de mañana, llamó a todos sus servidores y dijo todas estas palabras a oídos de ellos. Y los hombres temieron mucho. 9 Después Abimelec llamó a Abraham y le preguntó:
—¿Qué nos has hecho? ¿En qué te he ofendido para que hayas traído sobre mí y sobre mi reino un pecado tan grande? Has hecho conmigo cosas que no debiste hacer. 10 -Dijo además Abimelec a Abraham-: ¿Qué has visto, para que hicieras esto?
11 Abraham respondió:
—Porque pensé: "Seguramente no hay temor de Dios en este lugar y me matarán por causa de mi mujer." 12 Y a la verdad, también es mi hermana. Ella es hija de mi padre, pero no de mi madre; así que la tomé por mujer. 13 Cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije a ella: "Este es el favor que tú me harás: En todos los lugares a los que lleguemos dirás de mí: ’El es mi hermano.’ "
14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, siervos y siervas; se los dio a Abraham y le devolvió a Sara su mujer. 15 Y le dijo Abimelec:
—He aquí mi tierra está delante de ti. Habita donde bien te parezca.
16 A Sara le dijo:
—He aquí que he dado 1.000 piezas  de plata a tu hermano. He aquí que esto constituye para ti y para todos los que están contigo una venda a los ojos. Así eres totalmente vindicada.
17 Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec y a su mujer y a sus siervas para que dieran a luz. 18 Porque Jehovah había cerrado por completo toda matriz en la casa de Abimelec a causa de Sara, mujer de Abraham.

Los Ángeles: Enigma ¿Mito o Realidad?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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VIDRIO OPACO: EL ENIGMA DE LA REALIDAD
Los ángeles pertenecen a una dimensión única y diferente de la creación la cual nosotros, seres limitados al orden natural, difícilmente podemos comprender.
Billy Graham
¿Eso fue un ángel? ¿Qué ocurrió? ¿Sucedió algo? Muchas experiencias espirituales son intangibles. Ahora las ve, después quién sabe si pueda verlas.
Y a veces ni siquiera son experiencias espirituales.
Hace algunos años, después del servicio vespertino del domingo, una anciana se acercó para hablar conmigo. Se veía algo preocupada.
—Unos objetos brillantes, como estrellas—me informó de la manera más baja que pudo—, andan flotando a través de la ventana de mi baño. ¿Considera que esté viendo visiones? ¿Serán ángeles? ¿Cree que esto tenga algún significado espiritual?
Sus preguntas me parecieron un poco extrañas. Ella misma parecía un tanto extraña. Pero siempre tengo cuidado de no menospreciar las experiencias espirituales de otras personas. Sabiendo que la Biblia misma está llena de historias fuera de lo común respecto a dimensiones del cielo que interceptan la tierra, la mayoría albergamos genuinamente la esperanza de tener un encuentro real con Dios y sus ángeles. Sin embargo, en este caso de la mujer anciana, presentía que no se trataba de uno de estos encuentros.
—¿Tiene usted vidrio opaco en las ventanas de su baño?—le pregunté de manera cautelosa y cortés.
—Sí, por qué … creo que sí tengo—me respondió con timidez.
—Verifíquelo—le dije—. Si tiene ese tipo de vidrio en su baño, lo que ha estado viendo podría ser la luz que reflejan los carros al pasar por la calle. A lo mejor me equivoco, pero no creo que esto que ha visto sea algo fuera de lo común.
Las experiencias espirituales son misteriosas. A menudo algo que pareciera sobrenatural o paranormal puede explicarse fácilmente. O si algo inusual ocurre, el momento puede ser tan pasajero que no podamos recordar con exactitud lo sucedido. A veces, sin embargo, la realidad del ámbito espiritual irrumpe a través de las barreras del tiempo y el espacio.
El servicio terminó. Y apenas al abrir mis ojos después de la oración de clausura noté a una joven madre que se encaminaba apresurada por el pasillo de la iglesia. No podía ocultar su emoción. Su hijo de doce años, me anunció, acababa de ver a dos ángeles (conmigo) en la plataforma.
—¿Le puedo hacer una preguntas a Matt?—inquirí. Su hijo estaba inmóvil en la parte trasera del templo, viendo un poco avergonzado el entusiasmo de su madre.
Conocía a esa familia bastante bien. Este jovencito era sensible y no extremadamente religioso.
—Eran dos de ellos—me informó con un balbuceo de emoción.
—¿Estaban parados o sentados? ¿Dónde estaban exactamente?—le pregunté, pues quería saber los detalles. Quizás sólo estaba inventando todo esto.
—Los ángeles estaban parados, uno a cada lado de usted.
—¿Eran grandes o pequeños?—le presioné un poco.
—Grandes.
—¿Cuán grandes?
Muy grandes.
—¿Más grandes que yo?
—Ah sí, mucho más grandes que usted.
Su cara sincera y sus respuestas rápidas y precisas me indicaron que este jovencito verdaderamente había visto algo. Por un momento transitorio, Dios descorrió la cortina del tiempo y el espacio y le permitió ver seres celestiales de luz.
Una cosa bastante similar sucedió años más tarde. Hace un tiempo conté una de estas historias en uno de mis sermones. Una hermana miembro de nuestra iglesia, Tina Esman, me escribió poco después de este acontecimiento:
Tan pronto como terminó de contar la historia del jovencito que vio ángeles cerca de usted en la plataforma, fue como si mis ojos se abrieran y vi dos ángeles, dos o tres veces más grandes que un ser humano, en túnicas blancas con cabello blanco, sentados uno a cada lado de usted.
Creo que el Señor me reveló que estaban allí para proteger las palabras de Dios que hablaría a su pueblo. Fue como si la gloria de Dios o una nube dorada descendiera desde los cielos en medio de los ángeles pasando a través de usted hasta la congregación.
Al principio quise decírselo, pero luego me contuve. Pensé que creería que yo era algo extraña, pero tan cierto como que todavía puedo verlos ahora en mi mente, sé que Dios está aún protegiendo su Palabra a través de usted, a pesar de que nunca más los he vuelto a ver.
¿Existen los ángeles? Sin dudas. ¿«Prueban» estos incidentes la existencia de ángeles? No. De la misma manera que no prueban ni sugieren que yo sea alguien especial porque otras personas hayan visto ángeles acompañándome cuando predico. Desafortunadamente, o quizás por fortuna, jamás los he visto. Sin embargo, ¿podríamos decir que historias como estas afirman lo que sabemos de la Biblia acerca de la realidad espiritual? Sí.
Oh palabra invisible, nosotros te contemplamos
Oh palabra intangible, nosotros te palpamos
Oh palabra insondable, nosotros te conocemos
Imperceptible, nosotros te poseemos.
Francis Thompson
Dietrich Bonhoeffer, uno de los más grandes pensadores cristianos de este siglo, una vez escribió sobre milagros y hechos providenciales: «Los creyentes ven una señal. Los incrédulos no ven nada». El apóstol Pablo vio a Cristo cara a cara, sin embargo: «Los hombres que iban con Saúl se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie» (Hechos 9:7). Un hombre, que vio la luz, cambio el curso de la historia. Otros sólo se pararon parpadeantes y confusos.
Lo que para alguien es un hecho auténtico que puede cambiar su vida, para otro es una evidencia de inestabilidad mental. Cuando Pablo se defendía después de su arresto y contaba su impresionante experiencia de conversión, Festo, el gobernador romano de Judea, lo interrumpió con un grito: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco» (Hechos 26:24).
Las experiencias espirituales son intangibles. Pablo lo dice de la siguiente manera: «Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara» (1 Corintios 13:12). Escribir acerca de los ángeles es como ver a través de un vidrio opaco: Sabemos que hay algo del otro lado, pero no siempre estamos seguros de qué se trata. Nuestra humanidad tiene limitaciones. No podemos ver las cosas del mundo espiritual cada vez que lo deseemos, ni ver tan siquiera uno de sus millones de seres espirituales a nuestro antojo. Tampoco podemos ver los campos magnéticos, ni la electricidad ni el sol en un día nublado. La realidad no se basa únicamente en lo que podemos o no ver, o en lo que podemos o no entender.
El autor cristiano Frederick Buechner escribe:
La magia que opera en base a la habilidad de manos se fundamenta en el hecho demostrable de que, como regla general, la gente ve únicamente lo que espera ver. Los ángeles son espíritus poderosos a quienes Dios envía al mundo para desearnos bienestar. Y puesto que no esperamos verlos, no los vemos. Un ángel extiende sus brillantes alas sobre nosotros, y decimos cosas tales como: «Fue uno de esos días que te hacen sentir bien por el simple hecho de estar con vida», o «Tengo la corazonada de que todo me va a salir bien».1
El dominio espiritual es tan enigmático que algunas personas, aun las que creen en Dios, se han preguntado si de verdad los ángeles existen. Algunos teólogos creen, por ejemplo, que los ángeles pueden entenderse mejor si los consideramos como metáforas de la presencia de Dios y que en realidad no son ángeles en un estado perpetuo de existencia celestial. En lugar de eso, los ángeles van y vienen como los sueños, pedacitos holográficos de la voluntad de Dios. Que, al Dios crearlos por uno o dos segundos, llevan mensajes y después se esfuman para siempre.
Sin embargo, esto no es lo que encontramos en la Biblia. Las Escrituras siempre dicen que los ángeles son seres espirituales reales con existencia individual, como examinaremos en detalles a través de este libro. C. Fred Dickason observa que nunca, aun en los primeros escritos de la Biblia, «los ángeles se consideraron simples ilusiones o figuras de estilo. Los ángeles son una parte integral de la historia de Dios en su trato con los seres humanos».2
A pesar de todo, abunda mucho la especulación filosófica acerca de la existencia y la naturaleza de los ángeles. Y esto es natural, supongo, porque los seres humanos somos inquisitivos hasta lo más profundo de nuestro ser, especialmente cuando se trata de asuntos misteriosos y sin total explicación. Un libro sobre ángeles no estaría completo sin mencionar La jerarquía celestial, escrita por Dionisio, algunas veces llamado San Denis. Dionisio, una figura poco conocida de la historia de los inicios de la Iglesia, se dedicó a examinar y clasificar ángeles con minucioso detalle. Comenzando con la Biblia, Dionisio agregó un buen pedazo de superstición medieval acerca del mundo de los espíritus. Lo que resultó fue una elaborada pero imaginativa jerarquía de seres espirituales que en esencia forjaron la visión cristiana sobre los ángeles durante muchos siglos.
Los escritos de Dionisio influyeron grandemente en Tomás de Aquino, por lo general conocido como «el padre de la teología católica romana» y a veces también llamado «el ángel doctor». Este dedicó una gran parte de su obra clásica Suma Teológica (que significa, vagamente, todo lo que siempre has querido saber de teología) a escudriñar y refinar la visión de Dionisio, incluyendo aspectos tales como «la predicación, multiplicación y la individualidad de la naturaleza de los ángeles».
Hubo algunos teólogos a quienes no lograron impresionar los escritos de estos hombres. Karl Barth llamó a los escritos de Dionisio «irritantes» y, en respuesta a los complicados escritos de Tomás de Aquino sobre los ángeles, declaró: «Las Sagradas Escrituras nos dan suficiente información para pensar respecto a los ángeles».3
En otras palabras, por lo que la Biblia revela, hay algunas cuestiones acerca de los ángeles que podemos saber con certeza, pero hay otras con las cuales sólo podemos especular. Lo mejor que puede suceder con las nebulosas acerca de los ángeles es que resulten interesantes y de ayuda, y lo peor es que nos guíen a equivocaciones. Si vamos a entender a los ángeles de las tinieblas y de la luz, necesitamos identificar lo verdadero y lo falso, lo seguro y lo peligroso. Lo que los cristianos creen acerca de los ángeles, o cualquier otra cosa sobre la materia, debe ser firmemente fundamentado en la Biblia. Pablo advierte a la iglesia de Colosas:
Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal.
Colosenses 2:18
Pablo nos dice aquí que, si no somos cuidadosos, la verdad tal como se nos revela en la Biblia puede ser confusa si le prestamos demasiada atención a las cosas vanas. De manera que a través de este libro analizaremos, a la luz de las Sagradas Escrituras, todo respecto a los ángeles, y lo que diferentes personas dicen y creen acerca de ellos. Algunas cosas son claras. Muchas otras no los son.
Dios creó a los ángeles para servirle y para que sirvan a su pueblo. Si hay algo que podemos aprender de la Biblia acerca de ellos, es que son reales. Los ángeles existen. Y a pesar de todo, hay teólogos que se han cuestionado al respecto (aunque, como tal vez usted sabe, los teólogos se cuestionan respecto a muchas cosas). Como los ángeles van y vienen como una nube de humo en un día de viento, hay quienes han especulado que ellos en realidad no tienen una «naturaleza» ni una existencia independiente. Algunos teólogos creen que los ángeles existen momentáneamente, sólo para dar algún mensaje. O para decirlo de otro modo, el ángel es el mensaje. Una vez que el mensaje se ha dicho, el ángel desaparece para siempre o hasta que Dios lo vuelva a «crear» para enviar otro mensaje. Los ángeles, de acuerdo a esta perspectiva, no existen en «realidad».
Un escritor ha hecho notar lo siguiente: «Con frecuencia se ha hecho ver que los ángeles no tienen biografías. Que no tienen una extensión narrativa horizontal, histórica. No son[…] progresivos. Irrumpen fragmentando el tiempo y la secuencia, y luego, como lo dice la historia en Lucas, desaparecen sin dejar rastro alguno, dejando solamente una canción o una imagen».4 Esta idea la encuentro difícil de aceptar, porque la Biblia enseña que los ángeles existen en la presencia de Dios, aunque no estén ocupados trayendo mensajes a la tierra.
El gran reformador Juan Calvino rechazó severamente «esa filosofía trivial concerniente a los santos ángeles que enseña que ellos no son nada más que inspiraciones o buenas motivaciones de Dios puestas en la mente de los seres humanos».5
No obstante, la Biblia guarda silencio respecto a «la “naturaleza” de los ángeles, si son o no personas, o de cuál es su relación con respecto al mundo físico».6 Todo lo que sabemos es que son seres espirituales invisibles que ministran a Dios y a su pueblo.
Descartando la idea del matrimonio en el cielo, lo más cercano que Jesús dijo respecto a «la naturaleza» de los ángeles fue cuando explicó: «Mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles».7 Esto sólo nos dice que la «naturaleza» de los ángeles es inmortal, nada más. E implica que los ángeles tienen una existencia separada, que continúa.
Los ángeles, entonces, son reales. Son seres espirituales, semejantes a Dios, pero no son Dios. Tampoco son humanos, ni de carne y hueso, si bien es posible que aparezcan en forma humana. La «sustancia» precisa de su naturaleza se desconoce. Son inmortales. No son omnipresentes: presentes en todas partes al mismo tiempo, como Dios, pero sí son inmediatamente presentes. En Mateo 4:11 se nos dice que los ángeles «vinieron» y servían a Jesús después de la tentación en el desierto, sugiriendo así que estos no estaban presentes cuando unos minutos antes el diablo apareció. Dios estaba ahí, en la encarnación del Hijo, pero los ángeles no. Los ángeles no están en todas partes.
SI EL CIELO ESTÁ TAN CERCA,
¿POR QUÉ DIOS PARECE TAN DISTANTE?
Vemos el cielo a través del vidrio opaco. Esto quizás sea la más terrible y frustrante consecuencia del pecado humano. Cuando Dios creó al principio a Adán y a Eva, el compañerismo inmediato y la conversación directa con el cielo era algo «normal». No había barreras. Pero la serpiente que «era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho», desafió a la mujer … y a Dios: «¡Mentira!—silbó la serpiente—. ¡No morirán! Dios sabe muy bien que en el momento que lo coman se les abrirán los ojos para distinguir entre el bien y el mal».8
Se les abrirán los ojos. ¿Qué ojos? ¿Qué verán? Pareciera como si el diablo le estuviera haciendo una oferta para hacerse más perceptiva espiritualmente, como Dios. Es irónico, pero Adán y Eva no obtuvieron lo que veían, ni vieron lo que iban a obtener. Esa es siempre la naturaleza de la ilusión: la carnada de la verdad siempre esconde el anzuelo de la decepción. Así como el diablo predijo: «fueron abiertos los ojos de ambos».
Pero no se volvieron más semejantes a Dios. Al contrario, por primera vez «conocieron que estaban desnudos». El foco de la percepción humana retrocedió de la primacía de la dimensión espiritual al de las limitaciones del tiempo y el espacio de la creación física. El mundo material entró en acción. La dimensión espiritual se esfumó en una niebla espesa. En esencia, la naturaleza humana dio un vuelco total.
Ahora vemos los cielos, y a los ángeles, a través de un vidrio opaco. McCandlish Phillips, antiguo reportero del New York Times, hizo la observación de que los «hombres pueden saber sólo lo que Dios determina revelarles sobre lo espiritual y lo sobrenatural[…]. No podemos saber nada de los ángeles[…] sino por revelación».9 «Rumores de ángeles» es como un autor recientemente ha descrito a los seres difusos del mundo espiritual.10
Es como si nuestros ojos espirituales necesitaran una cirugía de cataratas, mientras que la capa lechosa siguiera engrosándose. En lo que va de las dos últimas generaciones, nuestra cultura occidental ha desdeñado las experiencias espirituales. Para aquellos de nosotros que crecimos bajo la influencia del materialismo científico, el vidrio opaco se ha tornado negro. Cada misterio se evapora en el matraz de ácido de la duda científica. Aunque creemos en Dios teóricamente, en la práctica el ámbito espiritual no es real para nosotros. Incluso nuestro lenguaje, un componente vital de nuestra cultura, traiciona nuestro escepticismo acerca de las «cosas espirituales». Los términos «sobrenatural» y «paranormal» son, en realidad, creaciones occidentales. Estas expresiones sugieren que hemos creado una distinción artificial entre lo «natural» y lo «sobrenatural», lo «normal» y lo «paranormal».
Quizás resulte sorprendente que la palabra «sobrenatural» no tiene equivalente ni en el hebreo del Antiguo Testamento ni en el griego del Nuevo Testamento. Para los escritores de la Biblia, aun y cuando también vieron a través de un oscuro opaco, las barreras entre tiempo y eternidad no fue tan específicamente definida. Tampoco está muy bien definida en las culturas no occidentales. En la India, por ejemplo, no hay equivalente de la palabra «paranormal» o «sobrenatural» en ninguna de sus catorce lenguas principales.11
Esa borrosa barrera entre tiempo y eternidad fue precisamente el tema de la muy aclamada película, Field of Dreams [Campo de sueños]. En esta película, una sonora voz como si fuera Dios guía al actor estrella, Kevin Costner, a construir un diamante de béisbol a mitad de un maizal en Iowa. Varios grandes jugadores del béisbol, todos muertos, comienzan a materializarse a partir de las crecidas filas de maíz al margen del campo de juego.
Uno de los jugadores, literalmente un fantasma del pasado, le pregunta a Kevin Costner con incredulidad: «¿Es aquí el cielo?»
La respuesta de Costner se inmortalizó: «No», le dice con la misma incredulidad, «¡esto es Iowa!»
Las barreras entre el cielo y la tierra se han esfumado. La película, por supuesto, no es cristiana. Su base central es la filosofía del movimiento de la Nueva Era12, pero los seguidores de la Nueva Era nos quieren decir que podemos redescubrir, si lo intentamos, la realidad de la dimensión espiritual. Está se encuentra más allá de la próxima hilera de maíz.
Esto es, por cierto, muy cercano a la visión del mundo que encontramos en la Biblia, no es que podamos conversar con los muertos, sino que «el reino de los cielos se ha acercado». El cielo está tan cercano como nuestro aliento. Los ángeles están tan cercanos como si estuvieran al otro lado de la habitación … y algunas veces aún más.
CUATRO CLASES DE ENCUENTROS CERCANOS
La falsa imagen del cielo está al otro lado del vidrio opaco. ¡Sabemos que algo hay allí! ¿Qué vemos? ¿Y cómo lo vemos? He llegado a creer, para usar la terminología de los OVNI, que hay cuatro clases de «encuentros cercanos» sobrenaturales.
Primero, a veces Dios pone pensamientos en nuestras cabezas. Este tipo de encuentro espiritual más común no es abiertamente sobrenatural, pero la Biblia contiene muchos ejemplos. En una ocasión, cuando Jesús estaba solo con sus discípulos, les preguntó qué era lo que la gente estaba decía de Él:
—¿Quién dice la gente que soy?
—Bueno—le respondieron—, algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que eres Elías; y otros, que eres Jeremías o alguno de los profetas.
—¿Y quién creen ustedes que soy?
—¡Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo del Dios viviente!—respondió Simón Pedro.
—Dios te ha bendecido, Simón, hijo de Jonás—le dijo Jesús—, porque esto no lo aprendiste de labios humanos. ¡Mi Padre celestial te lo reveló personalmente!13
Jesús le explicó, dejando bien en claro que los pensamientos de Pedro, por cierto, no eran de él. Vino del cielo. El Padre celestial puso ese pensamiento en la mente de Pedro.
Ahora bien, Dios no controla nuestros pensamientos, pero sí nos habla de vez en cuando. Y aunque esta clase de iluminaciones espirituales no se convierten en grandes titulares, que no son muy sensacionales, podríamos llamar a este un encuentro cercano a lo sobrenatural del primer tipo.
Segundo, el cielo puede venir hacia nosotros en imágenes mentales y sueños. «Vemos» como escenas dentro de nuestra cabeza, similar a una especie de pantalla de televisión mental. Los sueños, por supuesto, han sido siempre un tema de estudio y fascinación desde los tiempos antiguos de los relatos bíblicos hasta la investigación científica contemporánea. Algunos dicen que los sueños son puramente fisiológicos, impresiones inducidas de manera química. Otros abogan que algunas veces los sueños son ventanas del cielo, una clara enseñanza de la Biblia. Mientras que la mayoría de los sueños son una función normal de un cerebro en reposo y casi todos los sueños no tienen significado espiritual, en la Biblia Dios usa sueños de vez en cuando para hablar a su pueblo. Las referencias a los sueños aparecen cerca de cien veces en las Escrituras y a veces hay ángeles en esos sueños.14
Jacob tuvo un famoso sueño con un ángel. Cuando huía de su vengativo hermano Esaú, Jacob dejó Beerseba y se fue a establecer en Harán. «Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella» (Génesis 28:11–12, cursivas añadidas).
José, después de la visita de los magos, un ángel le advirtió en sueños: «Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo» (Mateo 2:13).
Cuando un amigo mío, Mark Buckley, escuchó que estaba escribiendo acerca de los ángeles, me preguntó con cierta reserva si estaría interesado en una historia de cómo un ángel se le apareció en un sueño. «A cientos de personas le impactó mi sueño», me dijo. Mark es un pastor de éxito, por encima del promedio, en el área de Phoenix y un escritor regular de la revista Ministry Today.
En la primavera de 1971 vivía en Novato, California, con otros cinco hombres en una casa ministerial cristiana llamada Solid Rock. Una noche tuve un sueño que cambió el curso de mi vida y ministerio. En mi sueño veía un grupo de estudiantes jugando voleibol en el gimnasio de la secundaria Terra Linda. Hacía tres años que me había graduado en esa secundaria, de manera que recordaba bastante bien el gimnasio.
Mientras observaba el desarrollo del juego, una cara de un hombre apuesto apareció de repente en mi sueño. «Preséntate aquí mañana a las siete y media de la noche», me dijo. Luego la cara desapareció y el sueño terminó.
Cuando desperté a la mañana siguiente, recordaba el sueño vívidamente. Sentía como si el Señor me hubiera hablado. Puesto que la cara que vi no se parecía a la de Jesús, pensé que se trataría de un ángel. Cuando mi buen amigo Malcolm despertó, le conté mi sueño y le pedí que me acompañara a la secundaria Terra Linda esa noche. Malcolm no estaba del todo seguro que hubiera escuchado al Señor, pero estaba dispuesto a acompañarme y apoyarme.
Malcolm y yo llegamos a la secundaria a las siete y quince esa tarde. El recinto estaba desierto, excepto por la presencia de algunos estudiantes de teatro que ensayaban una obra. Intentamos entrar por la puerta exterior del gimnasio. Estaba con candado. Recorrimos todos los edificios de la escuela, llevando unos folletos sobre los Evangelios, sin resultado alguno. No sabía lo que el Señor tenía reservado para mí, pero suponía que era de esperar que le hablara del evangelio a alguien.
A las siete y media fuimos y nos paramos en la acera frente al gimnasio. Comencé a sentirme bastante tonto. Y Malcolm me lo recordaba. En son de burla me dijo: «Creo que esta vez lo perdiste».
Cuando estábamos a punto de irnos, un ómnibus escolar se acercó a la acera frente a nosotros. Uno a uno los miembros del equipo de béisbol de la secundaria se bajaron del ómnibus. Caminamos hacia ellos y comenzamos a darles los tratados a los muchachos, que no eran muy receptivos al evangelio. Venían de un largo viaje e iban a bañarse. Sólo un par de ellos se detuvo lo suficiente para escuchar mientras que intentábamos hablarles del evangelio.
Don Lucas, el entrenador, fue el último en salir del ómnibus. Don, quien fue mi entrenador durante dos años cuando jugaba fútbol y béisbol, mostró una amplia sonrisa cuando me reconoció. Nuestro gozo de vernos se multiplicó cuando me dijo que también él le entregó recientemente su vida a Cristo. Después de mencionarme que pensaba formar un grupo de atletas cristianos en su escuela, también se precipitó para unirse a los jugadores que estaban en los vestidores.
Cuando el chofer estacionó a un lado el ómnibus vacío lejos de la acera, Malcolm y yo decidimos retirarnos también. Tenía un sentimiento de vacío dentro de mí. Fue bueno ver a mi antiguo entrenador, pero no sucedió nada dramático. Y supuse que quizás había mal interpretado el sueño.
Dos semanas más tarde recibí una llamada de Don. «¿Te gustaría dar una conferencia en nuestra reunión de atletas cristianos?», me preguntó. Acepté con mucho entusiasmo. En esa reunión, una semana más tarde, conocí a otro entrenador cristiano que también era un maestro de enseñanza de salud en la secundaria. Supo que algunos años antes me habían hospitalizado debido a una sobredosis de drogas, y me invitó a que le hablara a sus alumnos acerca del peligro del abuso de drogas y lo que Jesús hizo para liberarme de la drogadicción.
El día que hablé en la escuela, conocí a otros maestros que también me pidieron que visitara sus aulas. Una puerta abierta llevó a abrir otras más. ¡A veces llegué a hablarle hasta a cinco grupos de estudiantes en un solo día!
Se me dio una libertad fuera de lo común para hablar de mi fe, junto con un mensaje antidrogas, en la escuela. A los pocos meses, los estudiantes formaron un receso de comida para estudiar la Biblia en una de las aulas. Me pidieron que fuera una vez a la semana y les enseñara. Durante los dos años siguientes, estuve con ellos cada semana.
Las recomendaciones de los maestros de la secundaria Terra Linda me abrió las puertas para hablar en las clases de educación de la salud, historia y ciencias en las secundarias de San Rafael,
Redwood, Drake y Tamalpias. Pronto tuvimos estudios bíblicos semanales en cuatro escuelas diferentes. El condado de Marin, al norte de San Francisco, siempre ha tenido un clima liberal, pero a inicios de la década del setenta los maestros y directores de las secundarias en Marin dieron la bienvenida al evangelio como un medio de ayudar a los estudiantes.
Todavía sigo en contacto con muchos de los estudiantes que confiaron en Cristo para vida eterna y fueron discipulados a través de aquellos estudios de la Biblia en las secundarias. Algunos se dedican por completo al ministerio cristiano. Cuando veo hacia atrás, cómo comenzó todo, todavía puedo ver en mi mente la cara del ángel que me guió y dijo: «Preséntate aquí mañana a las siete y media».
Marcos tuvo un encuentro sobrenatural del segundo tipo.
Tercero, el cielo puede venir a nosotros en visiones y éxtasis. Estas son menos comunes y más extraordinarias que los sueños y las imágenes mentales. Pienso en una visión como algo externo, algo visual que «vemos» fuera de nosotros, opuesto a los sueños e imágenes dentro de nuestra cabeza. La Biblia no hace esta distinción en cada caso, pero tenemos la impresión, por ciertos pasajes, de que lo que lo gente vio fue como «realidad virtual». No estaba allí en verdad, pero era lo suficientemente real, quizás tridimensional y a todo color. Una visión o un éxtasis es un encuentro sobrenatural del tercer tipo.
El apóstol Pedro, cuando visitaba a unos amigos en Jope, en la costa del Mediterráneo, subió a la azotea de la casa para tomar algo de brisa y orar. «Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis». Sea por lo que sea, la Biblia no dice nada acerca de que Pedro se hubiera quedado dormido o estuviera soñando. Usa sólo una palabra, «éxtasis». El término usado en griego es ekstasis, del cual proviene la palabra en castellano «éxtasis».
Más allá de sí mismo, Pedro «vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo». Comida inmunda, comida chatarra, como las salchichas y el tocino. «Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come[…] Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo» (Hechos 10:9–16). La sábana, aparentemente, no estaba en la mente de Pedro. Vino del cielo y volvió al cielo.
Este relato, por supuesto, es acerca de cómo Dios quería que Pedro testificara del evangelio a los gentiles «impuros», algo que un buen judío como Pedro no estaba dispuesto a hacer. Pero lo que trato de resaltar es que lo que apareció aquí era una clase de imagen en tercera dimensión.
A lo mejor Juan tuvo una experiencia similar cuando, «en el Espíritu» en el Día del Señor, escribió el libro de Apocalipsis. Cuando leo el último libro de la Biblia, me da la impresión de que Juan vio y escuchó cosas fuera de su propia mente, como en éxtasis.
Mucho de lo que vio debe haber sido similar a la «realidad virtual»: el anticristo levantándose del mar, o «una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas» (Apocalipsis 13:1). Pero otras cosas que Juan vio, creo yo, estaban realmente allí: «Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono[…] y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder» (Apocalipsis 5:11–12). Juan verdaderamente vio eso. Estaba allí en realidad.
Cuarta, en el más alto nivel de los encuentros espirituales, la realidad del cielo literalmente puede fraccionar el tiempo y el espacio. Jesús apareció, realmente, a Saulo (después llamado el apóstol Pablo) en el camino a Damasco. Mi tío se convirtió cuando Jesús se le apareció, de verdad, parado al pie de su cama. Igual que Pablo, mi tío no esperó ni un mes ni dos para pensar acerca de lo sucedido. Su visión de Cristo fue sobrecogedora y él se convirtió esa misma noche. Este fue un encuentro sobrenatural de la cuarta clase, típico de la mayoría de los ángeles que aparecen en la Biblia.
Los ángeles aparecen, en realidad, a mucha gente en la Biblia. Pueden verse y escucharse, y la gente habla con ellos como usted y yo conversamos con un amigo. A medida que he coleccionado informes de encuentros con ángeles y encuestado a cientos de personas, he descubierto que muy pocas personas han tenido un encuentro indudable, real y literal con un ángel. Y casi todos los que lo han tenido, han visto un ángel una sola vez. Los encuentros espirituales reales de la cuarta clase son escasos.
Es más, cuando ocurren, puede ser difícil y aun imposible que la persona logre describir la experiencia. Por ejemplo, el apóstol Pablo aparentemente tuvo una experiencia fuera del cuerpo, quizás cuando lo apedrearon en Listra (Hechos 14:19–20). Cuenta: «Conozco a un hombre [Pablo se refiere a sí mismo] en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar» (cursivas añadidas).15
Dios no es el único incomprensible; lo mismo puede también
decirse del cielo en el mundo de las criaturas.
Karl Barth
El lenguaje humano simplemente no puede describir aquello que va por encima de la experiencia normal. Apoyándose en el lenguaje del símil y la metáfora, Ezequiel describe las cámaras privadas de su Majestad:
Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido[…] Se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová.
Ezequiel 1:4–7, 25–28 (cursivas añadidas)
Note especialmente la última línea. Ezequiel no vio al Señor. Ni siquiera vio su gloria. Es más, no vio ni la semejanza de la gloria del Señor. Ezequiel vio la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Este es otro ejemplo de la más elevada forma de experiencia espiritual. El cielo irrumpió en tiempo y espacio, y Ezequiel vio, literalmente, el trono de Dios. Fue como un pequeño tratando de describir un día de paseo en un centro de diversiones. Ezequiel no tenía una experiencia previa ni algún punto de referencia para describir lo que había visto.
En otra narración del Antiguo Testamento (2 Reyes 6:8–23), el rey de Siria, frustrado y furioso por la dirección profética de Eliseo para con el rey de Israel, hace los preparativos para secuestrar a su antiguo adversario judío. «Id, y mirad dónde está», ordenó el rey, «para que yo envíe a prenderlo». Y le informaron: «He aquí que él está en Dotán». Así es que el rey envió gente de a caballo, carros y un gran ejército, y sitiaron la ciudad en medio de la noche. A la mañana siguiente, cuando el sirviente de Eliseo se levantó y se dio cuenta que la ciudad de Dotán estaba sitiada, se atemorizó. «¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?», dijo temblando.
«No tengas miedo», le respondió el profeta con confianza. «Más son los que están con nosotros que los que están con ellos». Y Eliseo oró: «Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea». Y Dios lo hizo y el joven criado vio, literalmente, dentro de la dimensión espiritual: los montes alrededor de la ciudad estaban llenos de caballos y carros de fuego enviados para proteger a Eliseo. No fue un sueño. No fue una imaginación. El ejército de fuego del Señor estaba realmente allí.
De manera que Dios puede revelársenos en diferentes formas y niveles, desde pensamientos sublimes hasta apariciones angélicas literales. Quizás George Washington tuvo un encuentro sobrenatural del cuarto tipo. Se dice que un ángel se le apareció en Valley Forge. También se dice que los ángeles visitaron dos veces a Johnny Cash: la primera cuando tenía doce años y la segunda cuando era un adulto. Las dos veces el ángel le advirtió sobre una muerte inminente. Y también hay la historia (no pude obtener un informe de primera mano sobre ella) de seis cosmonautas rusos, todos ateos, que cuando estaban en el espacio vieron dos veces una banda de ángeles con alas tan grandes como las de un avión gigante.16
La gente aún sigue escuchando la voz de Dios y viendo ángeles. El teólogo C. Fred Dickason escribió: «El testimonio combinado de las Escrituras, el Antiguo y Nuevo Testamentos, y de el Salvador, nos aseguran que hay un mundo de criaturas inteligentes, poderosas e invisibles cerca y sobre nosotros, que aprueban nuestro cuidadoso y piadoso estudio y nos desafían a expandir nuestras categorías de pensamiento y a cambiar nuestra conducta de vida de acuerdo a la verdad de Dios».17
1 Frederick Buechner, Wishful Thinking: A Theological ABC [¡Ojalá y así fuera!: Un ABC teológico], Harper & Row, New York, 1973, pp. 1–2.
2 C. Fred Dickason, Angels: Elect and Evil [Ángeles: elegidos y perversos], Moody Press, Chicago, 1975, pp. 18–19.
3 Karl Barth, Church Dogmatics: The Doctrine of Creation [Dogmática de la Iglesia: La doctrina de la creación], vol. 3, parte 3, T. & T. Clark, Edimburgo, 1961, p. 410.
4 David Miller, «Angels, Ghosts, and Dreams: The Dreams of Religion and the Religion of Dreams» [Ángeles, fantasmas y sueños: Los sueños de la religión y la religión de sueños], The Journal of Pastoral Counseling, 26, 1, 1991, p. 21.
5 Según lo cita Mortimer F. Adler, The Angels and Us [Los ángeles y nosotros], Macmillan, New York, 1982, p. 26.
6 Barth, pp. 410–11.
7 Lucas 20:35–36, cursivas añadidas. Este versículo contiene la única mención en el Nuevo Testamento del término griego isangelos, «como un ángel».
8 Génesis 3:4, La Biblia al día, cursivas añadidas. El relato completo se encuentra en Génesis 3:1–7.
9 Según lo cita Billy Graham, Los ángeles: agentes secretos de Dios, Editorial Caribe, Miami, FL, 1976, p. 29.
10 Timothy Jones, «Rumors of Angels» [Rumores de ángeles], Christianity Today, 37, 4, 1993, pp. 18–22.
11 Según me dijo Paul Pillai, graduado del Seminario Teológico Talbot y prominente líder cristiano del norte de la India.
12
«Nueva Era» es un término que usado y aplicado a un extenso número de religiones interrelacionadas y creencias casi religiosas, no cristianas, que han tomado un gran auge popular.
La erudita cristiana Mary Ann Lind escribe: «El término Nueva Era es una referencia a un tiempo particular en el futuro cercano cuando la humanidad pres umiblemente entrará en una era de iluminación espiritual caracterizada por la realización colectiva de la “conciencia de dios” dentro de cada persona. La liberación universal de dicho poder espiritual guiará entonces hacia la “nueva era” (From Nirvana to the New Age [De Nirvana a la Nueva Era], Revell, Tarrytown, NY, 1991, p. 18). De acuerdo a Lind, al Movimiento de la Nueva Era se le ha denominado también como el Movimiento del Potencial Humano, La Conspiración Acuariana, La Era de Acuario, La Tercera Fuerza y la Nueva Espiritualidad. Doug Groothuis, quizás la máxima autoridad en Nueva Era, identifica seis elementos clave del movimiento: (1) Todo es uno o monismo. Todo (Dios, los humanos y otras formas de vida, cosas materiales y no materiales) en el universo es parte de un gran todo. El karma del hinduismo y «La fuerza» de la película La guerra de las galaxias son expresiones de esta idea. (2) Todo es Dios. Dios está en todo y Dios es todo. Esto es panteísmo, donde todas las cosas, se dice, parten de una esencia divina. (3) La humanidad es Dios. Nosotros no sólo somos perfectos; somos dioses. (4) Un cambio en la conciencia. Groothuis escribe: «Todo es uno; todo es dios; nosotros somos dios. Simple y sencillamente». Si es así, ¿cómo no sabemos esto? Necesitamos ser iluminados. Necesitamos ser guiados a una conciencia de la unidad y del poder espiritual. Esto, en parte, es precisamente lo que nos dicen diciendo los ángeles de la Nueva Era. (5) Todas las religiones son una. Esto es, en una palabra, sincretismo. (6) Optimismo cósmico evolucionario. Una nueva era va a surgir, «emergiendo de las cenizas de la visión del mundo occidental». (Véase Unmasking the New Age [Desenmascarando a la Nueva Era], Intervarsity, Downers Grove, IL, 1986, pp. 18–31.)
13 Mateo 16:13–17, La Biblia al día.
14 «Los sueños se asocian a menudo con ángeles en las tradiciones judía y cristiana como si ellos en sí mismos fueran en un sentido “ángeles”[…] La conexión de ángel e imagen (sueño-imagen) es común en la antigüedad. Para Filón, en su obra Sobre gigantes, la imagen de Dios es el ángel o logos. Josefo llama a los ángeles phantasma («imágenes fantásticas»). En el antiguo siríaco la palabra ekoni significa imagen y ángel». Miller, pp. 18–28.
15 Véase 2 Corintios 12:1–4.
16 Sophy Burnham, A Book of Angels [Un libro de ángeles], Ballantine Books, New York, 1990, p. 18.
17 Dickason, Angels: Elect and Evil [Ángeles: Elegidos y perversos], p. 23.
Kinnaman, G. (1996). Ángeles: De las tinieblas y de la luz (10). Nashville, TN.
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