Mostrando entradas con la etiqueta predicación eficaz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta predicación eficaz. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de agosto de 2016

He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti... Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




JESÚS: EXCELSO NOMBRE DEL HIJO DEL HOMBRE
                             JESÚSJesús es llamado el “Hijo del Hombre” 88 veces en el Nuevo Testamento. ¿Qué significa esto? ¿Qué no dice la Biblia que Jesús era el Hijo de Dios? ¿Cómo puede ser Jesús también el Hijo del Hombre? El primer significado de la frase “El Hijo del Hombre”, es en referencia a la profecía de Daniel 7:13-14 “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará y Su reino uno que no será destruido.” La descripción “Hijo de Hombre” era un título Mesiánico. Jesús es Aquel a quien le fue dado dominio, la gloria, y el reino. Cuando Jesús usaba esta frase en relación a Sí mismo, Él se estaba adjudicando la profecía del “Hijo del Hombre” a Él mismo. Los judíos de esa época, debieron haber estado íntimamente familiarizados con la frase y a quién se hacía referencia. Él estaba proclamándose como el Mesías.

Un segundo significado de la frase el “Hijo del Hombre” es porque verdaderamente Jesús era un ser humano. Dios llamó al profeta Ezequiel “hijo de hombre” 93 veces. Dios simplemente estaba llamando a Ezequiel un ser humano. Un hijo de un hombre, es un hombre. Jesús era totalmente Dios (Juan 1:1), pero también era un ser humano (Juan 1:14). 1 Juan 4:2 nos dice, “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios.” Sí, Jesús es el Hijo de Dios – Él era en esencia Dios. Sí, Jesús también era el Hijo del Hombre – Él era en esencia un ser humano. En resumen, la frase el “Hijo del Hombre” indica que Jesús es el Mesías, y que Él es verdaderamente un ser humano.

iesous es una transliteración del nombre heb. «Josué», significando «Jehová es salvación»; esto es, «es el Salvador»; era «un nombre común entre los judíos (p.ej., Éx 17.9; Lc 3.29; Col 4.11). Fue dado al Hijo de Dios en la encarnación como su nombre personal, en obediencia a la orden dada por un ángel a José, el marido de su madre, María, poco antes de que Él naciera (Mt 1.21). 
Es con este nombre que se le designa generalmente en las narraciones evangélicas, pero no sin excepciones, como en Mc 16.19; Lc 7.13, y una docena más de pasajes en este Evangelio, y en unos pocos lugares en el de Juan.
«‹Jesucristo› aparece solo en Mt 1.1,18; 16.21, margen; Mc 1.1; Jn 1.17; 17.3. En Hechos se halla frecuentemente el nombre ‹Jesús›. ‹Señor Jesús› se usa normalmente, como en Hch 8.16; 19.5,17; véase también los relatos de las palabras pronunciadas por Esteban (7.59), por Ananías (9.17), y por Pablo (16.31); aunque tanto Pedro (10.36), como Pablo (16.18), usaron también ‹Jesucristo›.
»En las epístolas de Santiago, Pedro, Juan y Judas, el nombre personal no se encuentra solo ni una sola vez, pero sí en Apocalipsis, donde se encuentra ocho veces (vm, 1.9; 12.17; 14.12; 17.6; 19.10, dos veces; 20.4; 22.16). En la rvr se exceptúan los dos primeros pasajes, donde aparece el nombre compuesto ‹Jesucristo› (tr).
»En las Epístolas de Pablo, ‹Jesús› aparece solo únicamente trece veces, y en Hebreos ocho veces; en esta última, el titulo ‹Señor› se añade solo una vez (13.20). En las Epístolas de Santiago, Pedro, Juan y Judas, hombres que acompañaron al Señor en los días de su carne, ‹Jesucristo› es el orden invariable (en vm) del nombre y título, porque este fue el orden de su experiencia; lo conocieron primero como ‹Jesús›, llegando a aprender, finalmente, en su resurrección, que Él era el Mesías. Pero Pablo llegó a conocerlo por primera vez en la gloria celestial (Hch 9.1-6), y siendo así su experiencia la inversa de la de los otros, se halla frecuentemente el orden inverso, ‹Cristo Jesús›, en sus epístolas, pero, exceptuando Hch 24.24, no aparece en ningún otro lugar de la vm.
»En las cartas de Pablo, el orden siempre está en armonía con el contexto. Así, ‹Cristo Jesús› describe al Excelso que se humilló a sí mismo (Flp 2.5), y da testimonio de su pre-existencia; ‹Jesucristo› describe al Menospreciado y Rechazado que fue después glorificado (Flp 2.11), y da testimonio de su resurrección. ‹Cristo Jesús› sugiere su gracia; ‹Jesucristo› sugiere su gloria» (de Notes on Thessalonians, por Hogg y Vine, pp. 26, 29).
DESCARGAR


viernes, 5 de agosto de 2016

Si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres...Él... me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




ASPIRAMOS LA LIBERTAD O SEGUIREMOS ESCLAVOS

LA  
ADICCIÓN  
SEXUAL

Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad (Proverbios 26:11).

Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado (Proverbios 5:22).

... y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia... tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar ... seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció (2 Pedro 2:10-19).

Porque los labios de la mujer extraña destilan miel ... no te acerques a la puerta de su casa; para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel.
Al punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón (Proverbios 5:3,8,9; 7:22-23).
_________________________________________________

Jaime fue iniciado en la pornografía cuando tenía siete años de edad. Cierto día fue llevado por su hermano mayor , a un amigo cuyo padre vendía películas pornográficas. 

Mientras Jaime espectaba fascinado las películas los otros dos se fueron a la recámara para lo que después descubrió era un encuentro homosexual. 

Jaime no volvería a ser el mismo. Este descubrimiento inicial lo introdujo de por vida a una esclavitud a la pornografía que lo transformó en un adicto sexual. (Al hermano de Jaime, que también era un adicto sexual, lo condenarían por la violación y el asesinato de dos mujeres y una joven años más tarde.) 

A Ricardo lo iniciaron en la adicción sexual cuando era un adolescente. Lo invitaron a la casa de un amigo a participar en una turbulenta orgía. Por años vivió una vida obsesionada por el sexo. 

Poco tiempo después de haberse casado, a través de la manipulación y de lanzarle implacables ataques de culpabilidad a su esposa, logró convencerla para que su matrimonio entrara al estilo de vida de los que comparten sexualmente a su pareja. 

Por doce años su esposa Rebeca vivió en constante degradación y vergüenza, hasta que conoció a Jesucristo y toda su vida cambió. Pasarían varios años antes de que Ricardo hiciera el mismo descubrimiento. 

Cierto día, siendo un adolescente, Manuel caminaba rumbo a casa por una carretera rural al salir de la escuela. Transitaba indiferente cuando vio que más adelante se detenía un carro. Le entró la curiosidad cuando vio que del vehículo arrojaban una caja. La abrió y encontró docenas de revistas pornográficas. 

Su vida nunca sería la misma. Siguieron años de adicción sexual, aun después de haberse convertido en cristiano cuando estaba en la universidad. Manuel llegó a ser gerente general de una estación de radio cristiana a pesar de su continua lucha con la pornografía. 

La verdad acerca de su vida secreta finalmente salió a la luz cuando abandonó a su fiel esposa y se fugó con la esposa de un pastor. 

Roberto se introdujo en la pornografía por primera vez cuando descubrió unas revistas bajo la cama de su padre. Le siguieron años de esclavitud. Cuando la pornografía ya no lo emocionaba, comenzó a andar a hurtadillas por las casas, espiando por las ventanas. Podía pasar horas en una ventana esperando ver un cuerpo humano. Después de arruinar un matrimonio y casi otro, Roberto al fin buscó ayuda.

ESCLAVITUD 
SEXUAL
Todos estos individuos compartían una cosa en común: eran adictos al comportamiento sexual compulsivo. Una adicción es una gama de hábitos no bíblicos de pensamientos y acciones que llega a ser un estilo de vida. Así como algunos se entregan a la euforia del alcohol o las drogas, otros desarrollan un estilo de vida de estímulo y éxtasis en torno al sexo. 

Cuando las personas intensifican de forma desmedida la importancia del sexo en sus vidas, este empieza a dictarles un estilo de vida y se obsesionan con los pensamientos sexuales. Con el tiempo pierden el control de con qué frecuencia, con quién y bajo qué circunstancias practicarán el sexo. Llegan a ser esclavos del comportamiento sexual compulsivo.

Lo que comienza como algo para «divertirse un poco» o «satisfacer los impulsos carnales» los hace caer cada vez más profundo en el fango de la esclavitud. «Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada» (Romanos 1:28).

Como el vendedor de drogas del vecindario seduce a alguien dándole marihuana gratis, con la intención de introducirlo a las drogas fuertes, asimismo Satanás sutilmente atrae a una víctima inconsciente a sus garras con algunas experiencias sexuales satisfactorias. Sin embargo, la Biblia promete que los deleites del pecado serán solo temporales (Hebreos 11:25). 

En un capítulo posterior hablaré de cómo Satanás usa la fantasía de forma magistral, en especial por medio de la pornografía, como un péndulo frente a la nariz de su víctima para atraparla.

Cuando la adicción aprieta sus garras sobre la víctima, la persona se inicia en ciertas rutinas o rituales especiales a los cuales se habitúa. El hombre adicto a mirar películas pornográficas podría comenzar por curiosear en los estantes de revistas pornográficas por un tiempo. Al aumentar su lascivia se aventurará a entrar a las galerías de películas, que son cuartos débilmente iluminados, ubicados en la parte trasera de algunas librerías en los Estados Unidos. 

De allí andará de estante en estante, en busca de la película perfecta (su última fantasía), hasta que al final satisfaga su lascivia. Personalmente puedo identificarme con este ritual en particular. Yo también entraba a una librería para adultos y caminaba alrededor de las cabinas de video, mirando los anuncios propagandísticos de cada una de las películas. Entonces, de forma metódica, andaba de estante en estante, adquiriendo la que más me llamaba la atención.

Un padrastro que practica el abuso sexual infantil podría tener una rutina diferente por completo. Tal vez comience mirando pornografía. Sin embargo, finalmente entrará a hurtadillas a la alcoba de la niña, donde dará rienda suelta a su lascivia.
Jorge empezó a abusar de su hija mayor desde que ella tenía diez años de edad. En cada ocasión pasaba unos momentos persuadiéndola y consolándola, a fin de convencerla de que esa era su manera de demostrar su «amor especial» hacia ella y diciéndole que eso sería el secretito de ambos. Su hija aceptaba de mala gana hasta que él trató de abusar de su hermana menor. Habiendo vivido el horror del abuso sexual, ella no podía tolerar que su hermana pasara por lo mismo.
Desesperaba, le contó a su maestra, quien de inmediato avisó a las autoridades.

  • Un exhibicionista por lo general lleva a cabo su rutina en un carro. Mientras va manejando, se introduce en su mente la idea de exhibirse ante una muchacha. Enseguida, esto llena su pensamiento hasta que en definitiva representa su fantasía frente a alguna víctima ingenua.
Samuel era un adolescente cuando empezó a sentir el deseo de exhibirse. Todas las mañanas, cuando un grupo de muchachas adolescentes atravesaba el patio de su casa rumbo a la escuela, él se masturbaba mientras las miraba por la ventana. Pese a que nunca se atrevió a dejarse ver, la idea de que las muchachas lo vieran masturbándose lo excitaba. Al ir envejeciendo, este impulso insistente continuaba atormentándolo. 

En repetidas ocasiones lo desechaba, pero no desaparecía. Cierto día estacionó su carro y se masturbó mientras pasaba una mujer. Hizo un buen trabajo para esconderse, pero el pensamiento de que ella lo viera era lo que lo excitaba. Repitió esa rutina con frecuencia por varios meses, hasta que al fin su lujuria lo venció y se rindió a la tentación. Permitió que una mujer lo viera llegar al climax. 

A pesar de que esto lo asustó terriblemente, se encontró repitiendo el acto una y otra vez. La masturbación sola ya no era suficiente para satisfacerlo.

  • La rutina del que hace llamadas telefónicas indecentes se parece mucho a la del exhibicionista, con la excepción de que su ritual lo hace en el teléfono. Al marcar los números de teléfono, el que llama se excitará al pensar en que alguna mujer sea lo suficiente ingenua como para escuchar lo que él dice. Aquí es cuando se satisface su lujuria.
Tomemos a Paco como ejemplo: Sus problemas empezaron con las «llamadas pornográficas». Se preparaba viendo pornografía y luego llamaba a un número especial donde una chica hablaba de sexo con él. Pero esto era demasiado fácil.

En vez de permitirse terminar con esta llamada, comenzaba a hojear la guía telefónica local llamando a distintos números, hasta que encontraba a una mujer que escuchaba sus libidi
nosas sugerencias y la gráfica descripción de su climax subsiguiente. 

  • El fisgón pervertido cruzará calles por horas con la esperanza de encontrar una ventana que le proporcione alguna excitación. Después de esperar con angustia, tal vez por horas, al fin una visión de un cuerpo humano entra en su campo visual. Este buen vistazo ocasiona la culminación de su lascivia. 
Javier está sentado en su casa en la noche, mirando la televisión, cuando la idea de todas esas ventanas potenciales comienza a tentarlo. Después que todo el mundo se ha ido a acostar, él sale furtivamente de la casa y recorre las calles en busca de una ventana con las cortinas abiertas. Luego de encontrar una, se quedará por largo rato hasta que pueda vislumbrar algo excitante. 

  • La adicta al sexo llevará a cabo su rutina en cantinas, yendo de hombre en hombre, noche tras noche. Intentará ver con cuántos hombres puede coquetear o bromear en una noche determinada, hasta que escoge a uno con quien dormir. Esto culminará su rutina nocturna. 
Beatriz, una mujer con cierto atractivo, era una cantante de un club nocturno a quien le encantaba seducir a los hombres. Disfrutaba de la atención que recibía del público cuando cantaba. Durante su presentación, escogía a un hombre a quien intentaría cautivar. Terminar en la cama con ese hombre la hacía sentirse increíblemente erótica y deseada como mujer. 

Si un hombre en el club nocturno no le ponía suficiente atención, tal vez por ser casado, ella tomaba eso como un reto para seducirlo. Todo ese tipo de conquistas le daba una tremenda satisfacción. Al final, Beatriz se casó, pero pronto le empezó a hacer falta la atención de los hombres y comenzó a tener aventuras secretas. Sin importar cuántos hombres hubiera logrado seducir, no podía alcanzar el punto donde estuviese en verdad contenta consigo misma como persona. Sin embargo, todo eso empezó a cambiar para ella cuando conoció a Jesucristo como su Salvador. 

  • Un individuo puede llevar a cabo su rutina deambulando por la llamada zona de tolerancia, refugio de las prostitutas. Cautivado por la escena, pasa con lentitud frente a cada muchacha, examinándola con cuidado. Comienza a fantasear y la lujuria se desarrolla en su corazón. Al final una de ellas atrapará su interés y buscará con afán sus servicios. 
Armando pasa horas manejando por las calles llenas de prostitutas. Esto representa la mitad de la emoción para él. En ocasiones se detendrá y hablará con una por un rato, pero por lo general no estará listo todavía para ponerle fin a su rutina. Así que continúa manejando. Al fin, después de que su deseo de sexo llega al máximo, selecciona a una de las muchachas y la lleva a un hotel, donde su rutina llega a su climax. 

  • El homosexual compulsivo practica su rutina de varias formas. Por lo general llega a donde acostumbran reunirse los gays de la localidad. Andará coqueteando hasta que encuentre a la persona «correcta». O decidirá ir a una galería de películas para adultos donde habrá hombres bisexuales o heterosexuales que acogerán sus servicios. Allí irá de hombre en hombre en el curso de la noche, hasta que por fin se canse y encuentre alguna manera de lograr placer para sí mismo. 
Ricardo hacía ambas cosas. Algunas noches iba a los bares de homosexuales o a las salas de masajes para gays, seleccionando a otro homosexual que lo atrajese. Ambos podrían tomar varios tragos juntos para irse conociendo entre sí y a la sazón terminarían la noche en la cama. 

Otras noches iba a las librerías de adultos y se relacionaba allí con otros homosexuales que se encontraran mirando películas pornográficas en las cabinas. En una noche determinada, podría tener sexo con una docena de hombres o más en esa cabina. Aunque había sido impulsado a hacer esto, era desconcertante para él recibir tan poca satisfacción.

Todas estas personas diferentes comparten algo en común: se han permitido tener pensamientos no bíblicos que dominan sus vidas, al grado de que llegan a ser adictos. Sus rutinas pueden diferir, pero todas tienen un patrón claro y perceptible que a la larga los conduce a «expresarse» sexualmente.

EL CICLO VICIOSO DEL PECADO

Una vez que el individuo se convierte en adicto al sexo, entra en un círculo vicioso de autodestrucción y degradación. Parece que entre más compulsiva o pervertida sea su conducta sexual, más severa es la sociedad para calificarlo y juzgarlo por ese motivo. Por consiguiente, su vida se consume por la culpabilidad y la vergüenza. 

Esto es en especial cierto de las personas que provienen de un ambiente cristiano o que están involucradas de modo activo en su iglesia local. Al transcurrir el tiempo, muchas cosas comienzan a suceder en la vida del adicto sexual. Disminuye de continuo su sentido de confianza y autoestima, y el vacío en su interior aumenta. Como resultado, empieza una búsqueda intensa y desesperada para llenar este vacío en su vida. Puesto que el sexo ha sido su elixir personal al que ha recurrido vez tras vez con desesperación, tal como un borracho se vuelve hacia la botella de licor, el adicto sexual perseguirá el objeto de su deseo. 

Por desdicha, después de apresurarse al sexo para encontrar consuelo o sencillamente una salida rápida, el adicto solo logrará acumular más vergüenza y desesperación sobre sí mismo. El foso llega a ser más profundo; la oscuridad aun más sombría. El adicto comienza a construir muros alrededor de sí. Al crecer la necesidad de protegerse a sí mismo, se aleja más de sus seres queridos. De esta manera ellos empiezan a sentir una barrera para comunicarse con el adicto. No pueden entender qué le está sucediendo y por qué ellos son incapaces de comunicares con él. 

Esta es una de las diferencias entre el alcohólico y el adicto sexual. Es raro que la forma de beber del alcohólico sea un secreto. Por lo general no le toma mucho tiempo a la gente descubrir un problema de alcoholismo. La familia del alcohólico puede llegar a comprender por qué se aisla. Sin embargo, con el adicto sexual la gente a menudo no tiene ni idea de lo que está pasando, y no puede entender su comportamiento. 

Jorge describe lo que sucedió con su familia: 

  • El alejamiento de mi familia comenzó sin que me diera cuenta de ello. Fue solo al recordar el pasado que pude ver la situación como en realidad había sido. Al principio esto involucraba solo a mi familia inmediata. Como resultado de mi obsesión egocéntrica con el sexo, mi esposa no obtenía el amor y la atención que ella en verdad merecía. Era comprensible la frustración que sentía por ese vacío en nuestra relación, que resultaba en innumerables discusiones, muchas de ellas graves.
EL CULPAR A LOS DEMÁS

El adicto sexual a menudo comienza a culpar a otra gente de sus dificultades. Aceptar la responsabilidad de su vida y de sus propios fracasos significaría tener que controlar su adicción. Reacio a aceptar la responsabilidad de sus acciones, debe encontrar a otros a quienes culpar. Permanece en constante estado de negación, aunque comprenda su adicción. Entre más niegue el carácter pecaminoso de su vida y de sus acciones, más culpará a los que están a su alrededor. 
  • «Es culpa de mí papá». 
  • «Es que mi esposa no me atiende». 
Trata de aparentar que el problema siempre se encuentra en otra persona. Culpar a otros es un proceso que se lleva a cabo en la mente del adicto sexual para justificar sus acciones. Culpa a los que están a su alrededor porque supuestamente siempre lo tientan con relación a ese tema. No admite la maldad de su conducta sexual, sino que inclusive puede negar cualquier otro pecado en su vida. 

El escritor del libro de Hebreos sabía de los efectos del pecado cuando advirtió: «Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los vinos a los otros ... para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» (Hebreos 3:12-13).

LA MANIPULACIÓN A LOS DEMÁS

Además de culpar a los otros, el adicto se convierte en manipulador. Puesto que siempre es la culpa de alguien, justifica sus acciones y su manipulación. Sus maniobras egoístas podrían incluir echarle algo de culpa a su esposa cada vez que ella pone en duda su conducta. 
  • «¡Siempre estás recriminándome algo!» 
  • «¡No confias en mí!» 
Estas son frases habituales de alguien que está en pecado de adicción. A menudo la sufrida esposa piensa que está volviéndose loca. 

Sus imputaciones de culpabilidad son tan convincentes que hasta el adicto mismo se las cree. Si fracasara convenciéndose a sí mismo de que sus problemas son culpa de los demás, tendría que enfrentarse a su propia culpabilidad. 
  • Fernando utilizaba sus habilidades de manipulación con su esposa a fin de involucrarla en su pervertido estilo de vida. Al principio hacía comentarios acerca de otros hombres mientras le hacía el amor. Luego aumentó sus esfuerzos. Era dulce y zalamero, tratando de persuadirla para que ella se involucrara en esa forma de vida. Más tarde comenzó a atacarla cuando su esposa se mantenía firme en su proceder decente. Él probaba una táctica tras otra buscando cómo vencerla. Al final ella se dio cuenta de que mientras se resistiera, nunca tendría un hogar feliz, y se rindió. No pasó mucho tiempo antes de que se involucrara con él en el estilo de vida de los que comparten su pareja sexualmente. Si trataba de protestar, él utilizaba un sarcasmo ofensivo para empequeñecerla y degradarla. Solo después de venir al Señor ella tuvo la determinación de restablecer su compromiso con la decencia.
Salomón podría haber estado describiendo a Fernando cuando dijo: 
«El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda en perversidad de boca; que guiña los ojos, que habla con los pies, que hace señas con los dedos. Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo; siembra las discordias» (Proverbios 6:12-14).

LA ADICCIÓN SEXUAL CRITICA Y ARREMETE

El adicto sexual también llega a criticar con severidad y a juzgar con dureza a los que están a su alrededor. 

Después que se ha colocado en un pedestal a través del proceso de la negación, se ve a sí mismo como incapaz de hacer algo malo. Repito, si tuviera que admitir que es vulnerable al fracaso o a las imperfecciones, tendría que enfrentarse a la realidad de sus acciones. Todo esto es parte de «el engaño del pecado».

En su interior, el adicto sexual sabe que está haciendo mal, así que ataca ferozmente a los demás con la crítica. Sus insultos mantienen a los otros por debajo de él, lo cual necesita para sentirse mejor acerca de sí mismo. Ese comportamiento le ayuda también a convencer a los demás (al menos en su retorcida manera de pensar) de que ellos son más culpables que él o ella de cualquier problema que pueda existir.
  • Como asistente de alguacil de Los Ángeles, asignado a una cárcel de máxima seguridad, a menudo me convertía por mi propia cuenta en un celoso juez. ¡No le dedicaba mucho tiempo a examinar la inmundicia de mi propia vida, pero era rápido para castigar a los fastidiosos reclusos por sus infracciones!
El adicto sexual también ataca ferozmente a sus seres queridos, a fin de protegerse a sí mismo de sus preguntas escudriñadoras. Si se mantiene inaccesible, no tendrá que responder por sus actos. Si su esposa trata de interrogarlo acerca de su vida personal, su maligna defensiva hará languidecer las buenas intenciones de ella y aprenderá con rapidez a mantener la boca cerrada. En el fondo de su mente el adicto sabe que su temperamento es su carta de reserva si su esposa comienza a examinar su comportamiento. 

Seguro que Salomón vio todo esto cuando dijo: 
«El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; el que reprende al impío, se atrae mancha. No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará» (Proverbios 9:7-8).

El individuo que está siendo controlado por el pecado con frecuencia será sumamente sensible ante la crítica. Puesto que su pecado sexual ha inflado tanto su ego, es fácil que lleve fuera de proporción todo menosprecio imaginable. 

Todo ese tiempo su profundo sentido de vergüenza debido a sus acciones refuerza su sentido de falta de mérito. Sin embargo, en vez de llegar ante la cruz de Jesucristo con esa gran necesidad, la mayoría de los adictos la manejará acrecentando un inflado sentido de su propia valía. Su pecado sexual crea un círculo vicioso que agita un torbellino de destrucción. 

Mientras mayor sea el pecado al que se entregue el adicto sexual, más profunda será la vergüenza, y peor se sentirá con respecto a sí mismo. Compensa la vergüenza haciéndose más arrogante. Dominado por el orgullo, se convierte en un individuo irritable en extremo. Mucho de su egocentrismo y arrogancia se disipa a medida que el hombre empieza a ser humilde.
  • Samuel, el exhibicionista, era de esta manera. Sentía una profunda vergüenza por su conducta. Aunque era engreído y arrogante ante los que lo rodeaban, dentro de sí mismo se sentía «raro». Sabía que traicionaba a su esposa, pero en vez de acercarse a ella con humildad, se hacía inaccesible. Samuel era tan sensible que ella no podía ni mencionar ninguno de sus defectos o fallas. No obstante, la verdad de su pecado salió a la luz cuando se exhibió ante la mejor amiga de su esposa.
LA CARNE ES CONTROLADORA
El pecado afecta a la gente de formas diferentes. En general, el pecado tiende a amplificar la naturaleza degradada de una persona. Si la persona es por naturaleza reservada, el pecado la conducirá a un aislamiento más profundo.
  • Marcos era un sargento de la fuerza aérea, asignado a un equipo especializado en rescate. Mientras prestaba sus servicios en Corea, se aislaba cada vez más de la gente que lo rodeaba. No se animaba a pedirle una cita a una muchacha. Mientras más se involucraba en su pecado sexual, tanto más su vergüenza destruía su confianza como hombre. Sin embargo, no tenía ningún problema en frecuentar las salas de masajes y los bares de moda ya que no era necesario tener una relación, ahí lo único que necesitaba era dinero. Al final, lo consumía un profundo odio hacia las mujeres. (Solo después de llegar a los pies de Cristo años más tarde y aprender a ser humilde fue que pudo liberarse de ese odio.)
Muchos hombres manejan la frustración de su miseria convirtiéndose en «extravagantes supercontroladores». Buscan controlar cada detalle de la vida a su alrededor. El menor revés de sus voluntades les causa gran agitación y frustración. 
  • Gonzalo admitió su necesidad de asistir a un Programa de Rehabilitación para adictos sexuales. No obstante, también tenía varias ideas preconcebidas de lo que sería la vida para él allí. En vez de entrar al programa de rehabilitación en busca de ayuda, con una actitud humilde por su situación de pecado y su desesperación, entró esperando que todo funcionara a su manera. ¡En realidad le envió una lista de exigencias al director del programa! Una vez en la instalación, Gonzalo se frustraba por su incapacidad de manipular a los que estaban a su alrededor, como había sido su costumbre. Su actitud llegó a ser intolerable para sus condiscípulos. Aunque quería ayuda y trataba de sobrellevar el programa de rehabilitación, sencillamente estaba renuente a entregar las riendas de su vida al Señor. El director del programa  tuvo que explicarle que con su actitud era imposible que pudieran ayudarle. Aunque el director le habló de una manera apacible y humilde, fue demasiado para Gonzalo. Salió de la oficina en un estallido de cólera. 
Para muchos, una situación como esta los hubiera colocado al borde del precipicio y de regreso al pecado. Sin embargo, Gonzalo se fue a un motel donde pudo reflexionar y cambió su actitud. 

A la mañana siguiente llamó al director y se disculpó con humildad. Se le permitió regresar a la instalación donde con el tiempo se quebrantó ante el Señor y su vida cambió. 
  • Carlos era un tipo de persona diferente por completo, su naturaleza amable y complaciente lo hacía una de las personas más adorables que uno pudiera encontrar. Pero nadie sabía que también era lujurioso. Como resultado, llevaba consigo un profundo sentido de culpabilidad y humillación por su pecado secreto. Carlos no era de ninguna manera una persona iracunda por naturaleza, ni controlador ni introvertido. Era muy popular, y parecía alcanzar su realización ganándose la admiración y el afecto de quienes le rodeaban. Su carácter amable solo servía para disfrazar un espíritu en extremo arrogante. Mientras más se entregaba a su pecado, más altivo se volvía. La actitud despreocupada de Carlos enmascaraba su arrogancia y su falta de sujeción a toda autoridad. En realidad se salía con la suya en muchas situaciones en su iglesia, porque a la gente le caía muy bien. 
Cuando Carlos llegó al programa de rehabilitación para adictos sexuales, Dios lo trató con mucha severidad por su espíritu rebelde y burlón. Y después de que él se hubo humillado y moderado, su vida dio un giro total. 

Aunque cada caso es distinto, la verdadera naturaleza de un hombre se hará más evidente a causa su pecado. El pecado, como la guerra, solo saca a relucir lo peor de la gente. 

ADICTOS SEXUALES PARANOICOS 
La paranoia es otro fenómeno que enfrenta el adicto sexual, pues imagina que los demás saben de su conducta secreta. 

  • Recuerdo una vez en que salía de una librería para adultos, después de haber cometido un acto de lascivia, cuando una patrulla con la sirena puesta se dirigía hacia donde yo estaba. ¡Mi imaginación desordenada me hizo creer que me perseguían! En otra ocasión, cuando iba en camino hacia una de esas librerías, vi un auto en el que iban mis amigos. A pesar de que giré el volante y me alejé de la librería, sentía que desde ese día en adelante me señalarían como pervertido. En realidad, ni la policía ni mis amigos tenían idea de lo que andaba haciendo.
  • Teodoro vivía aterrado creyendo que la gente sabía de su vida secreta. Estaba convencido de que todo el mundo en su trabajo sabía de su comportamiento anormal. Describía con gran detalle las cosas que habían sucedido en su trabajo para convencerse de que sabían de su conducta. También estaba seguro de que la policía lo tenía en la mira, veinticuatro horas al día. ¡Tardé mucho para convencerlo de que la policía no puede darse el lujo de vigilar a un exhibicionista!
Además de la paranoia, está la profunda vergüenza con la que a diario vive el adicto sexual. 
  • Me sentía muy hipócrita cuando iba a la iglesia. Siempre tenía un sentimiento molesto de que la gente de la iglesia de alguna manera sabía lo que hacía en secreto. Cuando al fin comencé a caminar en victoria, era liberador poder mirar a la gente directo a los ojos, sabiendo que no tenía nada que esconder. 
Tal como lo describe Salomón: «Huye el impío sin que nadie lo persiga; más el justo está confiado como un león» (Proverbios 28:1).

TODOS LLEGARÍAN A SER AFECTADOS
La adicción sexual trasciende a todos los grupos étnicos, raciales y a todo nivel social. 

La idea de que el desviado sexual es un hombrecillo asqueroso que sale arrastrándose de lugares inmundos se ha desvanecido en años recientes. Cada vez se van descubriendo personalidades más «respetables» en situaciones comprometedoras. 

En realidad, entre más respetable es un adicto, es probable que acarreará más vergüenza y mayor será su temor de ser descubierto y de que se le exhiba. La adicción sexual va más allá de la preferencia sexual. 

No todos los homosexuales son adictos a conductas sexuales compulsivas. Algunos viven con un compañero y no tienen necesidad de salir a aventurarse en la vida de parejas múltiples. Sin embargo, por lo general esto es una rara excepción. 

La homosexualidad, por su naturaleza, promueve la variedad en el sexo. El homosexual que desea arrepentirse de su conducta debe enfrentar problemas adicionales porque se ha visto a sí mismo como gay por muchos años. Esa ha sido su identidad. Cuando vivía en medio del pecado me veía a mí mismo como un hombre normal, aunque superdotado sexualmente. 

No obstante, un hombre que se ha visto involucrado en el estilo de vida gay a menudo se ve a sí mismo primero como homosexual y en segundo lugar como hombre. No solo tiene que superar la adicción sexual, sino que también espera que de alguna manera su preferencia sexual cambie. Sus amaneramientos y a menudo toda su identidad necesitarán transformarse. 

¿Puede esto en verdad suceder? ¡Con toda seguridad! La promesa de cambio y la certeza de la libertad del pecado está en el propio corazón del evangelio: 

«Así que, si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:36).
DESCARGAR

viernes, 29 de julio de 2016

No me propuse saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a Éste crucificado. Y llegué a vosotros con debilidad, y con temor y con mucho temblor; y mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del poder del Espíritu

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 



Formación de Sermones Expositivos
1 Corintios 2: 1-5

1    Cuando yo, hermanos, fui a vosotros, no fui proclamándoos el misterio de Dios con               palabras altisonantes, o de sabiduría.
2    Pues no me propuse saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a Éste crucificado.
3    Y llegué a vosotros con debilidad, y con temor y con mucho temblor;
4    y mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con       demostración del poder del Espíritu,
5    para que vuestra fe no esté en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.

Los corintios tenían en alta estima al orador elocuente; realmente lo idolatraban. No sólo admiraban al que era hábil e ingenioso con la palabra, sino que incluso llegaban a pagarle muy bien para que les instruyera en el arte de la elocuencia y de la retórica. Anhelaban expresar su sabiduría mundana con palabras persuasivas y con una dicción elocuente. De otra forma no valoraban el mensaje.

Como orador, Pablo era casi lo opuesto—tal como su propia descripción claramente lo indica. Su predicación era sencilla, sus sermones sin pretensiones. Pablo no era un orador popular como los tele evangelistas de hoy. Tampoco intentaba impresionar a sus oyentes extrayendo profunda sabiduría del simple evangelio. El estilo de Pablo en el púlpito era más bien mesurado.

Tenía buenas razones para mostrarse ante los corintios sin pretensiones. Pablo explica: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. Los corintios debían fijar sus ojos en Cristo crucificado, y no en Pablo el gran orador; se debían concentrar en el mensaje sencillo del evangelio, y en ninguna sabiduría mundana que el apóstol les pudiera impartir.

Pablo era capaz de ser elocuente; era un hombre inteligente y bien educado. Lea usted sus epístolas y se convencerá de ello. Era un hombre sabio, y sabía cómo presentar esta sabiduría de manera efectiva. Pero con los corintios no estaba tratando de ganarlos al evangelio valiéndose del amor que tenían ellos por la elocuencia y por las exposiciones sabias. Si él los hubiese complacido en cuanto a su gusto por esas demostraciones, y ellos hubieran aceptado el evangelio, bien pudiera haber sido porque la forma en que el apóstol usaba las palabras captó su atención, no porque el mensaje de la cruz hubiera ganado su corazón.

Los corintios recordarán que Pablo fue a ellos en “debilidad… temor y mucho temblor”. En Atenas, a sólo 60 kilómetros de Corinto, Pablo había tenido muy poco éxito y una experiencia decepcionante, así que tenía razones para pensar que estos griegos de Corinto serían igual de duros para ser ganados por el evangelio. Todo el tiempo que trabajó entre ellos estuvo consciente de la inmoralidad que abundaba en Corinto y del reto que presentaban los que no estaban listos a cambiar sus concupiscencias sólo porque un predicador itinerante los llamaba al arrepentimiento. Así sus palabras también sugieren ansiedad por el éxito del “necio” evangelio entre estas personas que eran tan sabias en las cosas del mundo. Trate usted de predicarles a Cristo crucificado a los estudiantes sofisticados y a los profesores de una universidad mundialmente famosa y entonces entenderá la ansiedad de Pablo.

Y sin embargo Pablo tuvo éxito en Corinto. En el momento en que les escribió esta carta, la congregación de Corinto pudo haber sido la congregación más grande de las que él había fundado en Europa. ¿Cómo fue posible ese éxito entre personas que tenían en tan alto valor las “palabras persuasivas de humana sabiduría”, y que despreciaban el mensaje como necedad si no era presentado con la debida elocuencia? Pablo nos da la respuesta: “Con demostración del Espíritu y de poder”. El Espíritu de Dios lo hizo. El Espíritu abrió los corazones que estaban cerrados y que eran hostiles a la verdad. Ahora aceptaban lo que habían despreciado, y creían en aquello de lo que se habían burlado. Sólo el poder del Espíritu Santo hizo que estos “sabios” griegos vieran la “necedad” de su antigua sabiduría y aceptaran la verdadera sabiduría de la “necedad” de Dios. No fueron las “palabras persuasivas de humana sabiduría” de Pablo las que obraron este milagro.

¿Por qué lo hizo Dios de esta forma? “Para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. La sabiduría de los hombres no puede hacer creyentes; sólo la sabiduría y el poder de Dios pueden obrarlos. Esta es la respuesta final al orgullo del hombre por su propia sabiduría.

En el púlpito, todo hombre de Dios debe dejar que estos cinco versículos de la carta de Pablo lo guíen en su predicación. Debe predicar la persona y la obra de Cristo; debe predicar con un sentido de temor y temblor. También debe predicar con confianza, sabiendo que el éxito no depende de su habilidad sino del poder de Dios, mientras la verdad de Dios convence el corazón de los que escuchan las palabras del predicador.

En esta ocasión, la división de capítulos que vemos en las versiones no es acertada, porque Pablo todavía no ha terminado su discurso sobre la insensatez de la cruz. En esta última parte de su disertación, les recuerda a sus lectores la primera visita que les hizo, cuando les predicó el evangelio. No fue con un discurso persuasivo, sino con el poder del Espíritu Santo. No les llevó nada que no fuese el mensaje del Cristo crucificado, para que su fe estuviese cimentada en el poder de Dios.

1. Y yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui proclamándoos el testimonio acerca de Dios con elocuencia incomparable o sobresaliente sabiduría.

Se presume que el verano del año 50 d.C., después de visitar Atenas durante su segundo viaje misionero, Pablo continuó viaje hasta Corinto (Hch. 18:1). Su costumbre era visitar las capitales, para que desde ellas el evangelio se propagase a las zonas rurales de los alrededores. Corinto, capital de Acaya en Grecia central y sur, tenía dos puertos, uno ubicado al sudeste (Cencrea) y otro al norte (Licaonia). Desde estos puertos, los marinos podían llevar las buenas nuevas a otros países y ciudades por todo el Mediterráneo. Corinto estaba ubicado en un lugar que era estratégico para la divulgación del evangelio.

a. «Hermanos, cuando fui a vosotros»
Pablo había tenido su encuentro con los filósofos de Atenas, donde su mensaje recibió una respuesta desfavorable (Hch. 17:16–34). Esto hizo que llegara muy desanimado a Corinto. Inmediatamente después de su arribo, encontró alojamiento en la casa de Aquila y Priscila, judeocristianos que se dedicaban a la confección de carpas y que ayudaron a Pablo (Hch. 18:2, 3). Como Pablo dice que la familia de Estéfanas fueron los primeros conversos de la provincia de Acaya (16:15), suponemos que Aquila y Priscila ya eran cristianos. Pablo y sus anfitriones fueron el núcleo de la iglesia cristiana de Corinto. Pablo predicó a los judíos y griegos de la sinagoga local, donde logró persuadir a Ticio Justo, a Crispo, a Gayo y a Estéfanas para que, con sus familias, creyesen en Cristo Jesús. La iglesia en Corinto siguió prosperando y creciendo en número. Cuando Pablo dejó Corinto unos dieciocho meses más tarde, Timoteo y Silas continuaron en la obra de predicar el evangelio.

Pablo vuelve a llamar «hermanos» a los corintios. Usa este apelativo general de afecto para llamar la atención de todos los miembros (hombres y mujeres) de esa congregación. Esto nos permite ver que tenía un corazón de pastor, cuando abordaba problemas delicados en la iglesia de Corinto.

b. «No fui proclamándoos el testimonio acerca de Dios». 
Algunos manuscritos griegos registran la palabra testimonio, otros la palabra misterio. El texto griego muestra que las palabras se escribían en forma similar, lo cual puede explicar cómo surgió la diferencia. La evidencia manuscrita que apoya la lectura misterio es antigua pero escasa, mientras que la que apoya testimonio es extensa. Numerosos editores, traductores y maestros del Nuevo Testamento Griego optan por esta última. Adoptan esta decisión en base a la evidencia interna, esto es, en base al sentido del contexto en el cual ocurre la palabra (cf. 1:6). Pablo les predicó el evangelio a los corintios. Este evangelio es el testimonio que Dios ha revelado a través de Jesucristo.

Algunos estudiosos creen que el versículo 7, donde ocurre la palabra misterio, es una explicación del versículo 1. A otros les parece que el versículo 7 influyó en los escribas, lo que los llevó a introducir la palabra en el versículo 1. Lo cierto es que, cuando Pablo fue a Corinto, no presentó un misterio, sino el evangelio de Cristo, que aquí se sintetiza en la expresión testimonio.

Algunas traducciones españolas leen el testimonio de Dios (NC, VM), pero en inglés otras leen «el testimonio acerca de Dios» (NIV, Cassirer). La diferencia tiene que ver con la forma en que se interpreta el caso genitivo. Si se trata de un genitivo subjetivo, entonces el texto quiere decir que Dios es el autor de este testimonio; si el genitivo es objetivo, entonces la idea es que Pablo predica un testimonio acerca de Dios. Como 1:6 tiene una construcción similar, nos parece que aquí el genitivo es tanto subjetivo como objetivo: Dios es el que origina el testimonio que Pablo proclama y Pablo enseña a los corintios acerca de Dios.

c. «Con elocuencia incomparable o sobresaliente sabiduría». 
Pablo declara abiertamente que no fue a Corinto con un mensaje entregado con elocuencia y sabiduría sublimes. Sus debates con los epicúreos eruditos y los filósofos estoicos en Atenas no consiguieron ninguna cosa, así que en Corinto predicó el evangelio sin adoptar la pose de un orador o filósofo. Más bien les llevó el mensaje de la salvación en términos sencillos que todos pudieran entender. Esta forma de predicar era poco usual en un contexto helénico, donde se admiraba a los oradores expertos.

Los sustantivos elocuencia y sabiduría apuntan a las habilidades verbales y a la agudeza mental del orador. Las dos expresiones se refieren a las palabras que salen de la boca de un orador y a los pensamientos que ensamblan palabras para formar oraciones. Claro que con frecuencia Pablo demuestra en su epístola que posee elocuencia y sabiduría. Por esto, en este contexto Pablo no quiere decir que carece de habilidades, sino que apunta a los excesos de filósofos y oradores griegos. El apóstol se niega a usar esos métodos; más bien prefiere predicar con claridad el mensaje de la cruz de Cristo.

La primera palabra que aparece en el griego es una forma que combina las palabras y yo. Se puede concluir, entonces, que Pablo empieza este versículo con el pronombre yo, a fin de acercarse a su audiencia. En el griego, el versículo 1 termina con la palabra Dios, para indicar de esta manera que su intención no es exaltarse a sí mismo, sino encaminar a su audiencia hacia Dios y hacia Jesucristo.

2. Más bien decidí no saber nada entre vosotros, que no sea a Jesucristo y a éste crucificado.

a. «Más bien decidí no saber nada». 
Una lectura superficial del texto podría hacernos creer que Pablo está en contra de lo intelectual. Pero esto es imposible, ya que en Jerusalén había recibido un largo e intensivo entrenamiento académico. Además, Pablo conocía la búsqueda griega del conocimiento y la sabiduría (Hch. 17:17). Con todo, su interés no era enseñarles a los corintios las metodologías que los pensadores atenienses habían adoptado y que los filósofos humanistas habían abrazado. Pablo dice que fue a predicar las buenas nuevas del Cristo crucificado (1:23; Gá. 6:14). Jesucristo lo había elegido para que llevase su nombre delante de judíos y gentiles (Hch. 9:15; 26:16). 

El Señor no lo había enviado a realizar ninguna otra tarea. Cuando Pablo llegó a Corinto, siguió cumpliendo la responsabilidad que Jesús le había encomendado, a saber, predicar el evangelio de la cruz de Cristo. Era un embajador en el sentido más pleno de la palabra, y como tal no reconocía ninguna otra tarea que no fuese la de proclamar el mensaje de su Señor y Salvador Jesucristo, el Señor crucificado.

b. «Entre vosotros». 
Estas palabras se refieren al año y medio que Pablo se quedó con los corintios, enseñándoles la Palabra de Dios (Hch. 18:11). En un sentido más amplio, la expresión entre vosotros revela la forma de vida de Pablo al predicar el evangelio de lugar en lugar, de sinagoga en sinagoga, de iglesia en iglesia.

c. «Que no sea a Jesucristo y a éste crucificado». 
Ésta es una forma más elaborada de la frase anterior «Cristo crucificado» (1:23). El mensaje de la crucifixión de Cristo parece ser directo y sencillo, y Pablo llamó a judíos y a gentiles a que creyesen en el Cristo crucificado, pero ellos rechazaron el mensaje como algo ofensivo y estúpido. Esto fuerza a Pablo a ir más allá de los detalles históricos de la crucifixión, para enseñar a su auditorio las implicaciones teológicas de este hecho redentor en la historia humana. No sólo enseñó por qué Cristo tenía que morir en la cruz, sino acerca de los beneficios eternos que cada creyente recibe: perdón de pecados, vida eterna y la resurrección del cuerpo.

Consideraciones prácticas en 2:2

Se espera que cuando se ordena a los ministros del evangelio, éstos dediquen tiempo completo a proclamar y enseñar el evangelio de Cristo. La ordenación significa que Dios los aparta para predicar «sea o no sea oportuno», como dice Pablo en 2 Timoteo 4:2. Los apóstoles dieron el ejemplo, cuando escogieron a siete varones llenos del Espíritu y de sabiduría para que ministrasen a las necesidades materiales de las viudas en Jerusalén (Hch. 6:1–6). De esta forma, los apóstoles pudieron dedicarse a la proclamación de la Palabra y a la oración. Sin embargo, Pablo dedicaba algún tiempo para confeccionar carpas, con lo cual suplía sus necesidades cotidianas. Pero cada vez que tenía lo suficiente para vivir, dedicaba todo su tiempo al ministerio de la Palabra.

Cuando Cristo llama a alguien a que proclame el evangelio, el tal debe dedicarse completamente a ese ministerio, debe rechazar toda oferta que implique tener que involucrarse en otras áreas de la vida. Ante todo y sobre todo debe ser un ministro de la Palabra de Dios. En otro tiempo, el predicador colocaría estas iniciales junto a su nombre: V.D.M. (Verbi Domini Minister, esto es, Ministro de la Palabra de Dios). Es bueno que todo predicador se repita y aplique a sí mismo la máxima de Pablo: «yo … decidí no saber nada entre vosotros, que no sea a Jesucristo y a éste crucificado».

3. Fui a vosotros en debilidad y en temor y con mucho temblor.
¡Qué confesión de los labios de uno de los apóstoles de Cristo! ¡Qué honestidad! ¡Qué humildad! Una vez más (véase el v. 1), Pablo se pone como ejemplo. Desnuda su alma y revela sus pensamientos. No tiene otra cosa que ofrecer que el mensaje de la muerte de Cristo en la cruz. Los judíos primero lo recibieron bien, pero pronto la recepción se tornó en hostilidad. Tuvo que dejar la sinagoga local, para continuar su ministerio en la casa de Ticio Justo. Cuando el desánimo se apoderó de Pablo, Jesús se le apareció en una visión y le dijo que no temiese, que debía seguir predicando, que no debía callar. Jesús le reveló que tenía mucho pueblo en la ciudad de Corinto (Hch. 18:7–11).

«Fui a vosotros en debilidad y en temor» (cf. 4:10). De sus otras epístolas, aprendemos que Pablo tuvo que soportar dolencias físicas; con frecuencia sufrió castigos y aflicción (2 Co. 11:23–28; 12:7) y se sabe que durante su visita a los gálatas estuvo enfermo (Gá. 4:13, 14). Suponemos que Pablo no tenía atractivo físico, quizá era de corta estatura (2 Co. 10:10) y con una enfermedad ocular (véase Gá. 4:15; 6:11). A pesar de todo, demostró ser un aguerrido divulgador del evangelio, cuando predicó en las sinagogas y los lugares públicos de Damasco, Jerusalén, Antioquía, Chipre, Asia Menor, Macedonia y Acaya.

Cuando Pablo escribe que su estadía en Corinto fue «en temor y con mucho temblor», se refiere a los dieciocho meses que se quedó en Corinto. Tenía la ardua tarea de fundar una iglesia en el Corinto cosmopolita. La gente influyente de Corinto consideraba a Pablo una persona sin fuerza, medios ni privilegios. Por causa de su trabajo con carpas, no le tenían respeto, estimándolo poco menos que como a un esclavo. Los judíos maquinaron continuamente contra él hasta que lograron llevarlo a juicio ante el procónsul Galión (Hch. 18:12). 

Los términos temor y temblor aparecen a menudo en las epístolas de Pablo como expresión de ansiedad. El miedo es una fuerza que Satanás usa para debilitar y detener a los siervos de Cristo y para distorsionar su percepción de la realidad. Pablo no entrega detalles, pero confiesa que durante su estadía en Corinto experimentó temor y temblor. Aquí los términos apuntan a las numerosas amenazas sociales y políticas que tuvo que enfrentar.

Además, también pensamos que Pablo debió tener un temor y temblor innato, porque estaba consciente de sus limitaciones ante la tremenda labor de predicar el evangelio y de fundar una iglesia en Corinto. Sabía que negándose a sí mismo, debía confiar que Dios le daría la fuerza necesaria para llevar a cabo esa tarea. Esto queda claro cuando se analiza lo que dice el siguiente versículo.

4. No entregué mi discurso y mi predicación en palabras persuasivas de sabiduría, sino que en demostración del Espíritu y de poder.

a. Declaración negativa. 
Jesús entrega al predicador la exigente tarea y obligación de predicar el evangelio, y ningún predicador debería confiar en que su propia inteligencia y habilidad le dará la victoria. Si lo hace, será como el confiado evangelista que durante un servicio de adoración predicó sin el poder del Espíritu Santo. Lo que consiguió en el púlpito fue un fracaso que lo humilló delante de la congregación. Después del culto, un anciano gobernante le dio un juicioso consejo: «Si hubieras entrado en el púlpito en la forma que lo dejaste, habrías salido del púlpito en la forma que entraste». Cuando el pastor conduce a la congregación en la adoración, debe dejarse guiar por la humildad.

Pablo afirma que ni su discurso ni su predicación fueron en palabras persuasivas de sabiduría. Repite lo que ya dijo en el versículo anterior (v. 1), sólo que ahora las palabras discurso y predicación adquieren un tono personal por medio del pronombre mi. Usa estas palabras para referirse al mensaje del evangelio (1:18) y a la predicación. Con todo, Pablo se abstiene de mencionar a los oradores que hablan persuasivamente y que predican en palabras de sabiduría.

¿Qué trata Pablo de comunicar? Porque cuando habló delante del rey Agripa (Hch. 26:27, 28) fue capaz de presentar el evangelio en una forma muy persuasiva y con palabras cuidadosamente escogidas. Sin embargo, en este contexto se niega a expresar su mensaje en persuasivas palabras de sabiduría, con lo cual sugiere que su sabiduría no tiene un origen humano, sino que viene de Dios.

b. Texto. «No … en palabras persuasivas de sabiduría»
En esta parte del versículo 4, el texto griego contiene algunas variantes que están ausentes en la mayoría de las traducciones, con excepción de: «palabras persuasivas de humana sabiduría» (RV60, la cursiva es mía, cf. LT, CI). Parece que el adjetivo que hemos presentado en cursiva es una glosa añadida por escribas que querían explicar el concepto de sabiduría. Se trata, entonces, de una lectura secundaria.

Donde el asunto se le complica a los traductores es con el adjetivo persuasivas, ya que no vuelve a ocurrir en todo el resto de la literatura griega. Parece que fue Pablo el que acuñó esta palabra. Uno de los manuscritos más antiguos, P46, le da su apoyo, y la mayoría de los traductores aceptan el adjetivo. Otros eruditos creen que el adjetivo debería traducirse por el sustantivo singular persuasión. Esto va de la mano con sugerir una variante más corta del texto griego, la cual omite el término palabras, lo que resulta en la lectura no … con persuasión de sabiduría. Aunque se han dado fuertes argumentos en favor de esta última traducción, la lectura persuasión carece de adecuado apoyo manuscrito. Me parece que la traducción «No … en palabras persuasivas de sabiduría» todavía es la mejor alternativa. No importa qué camino tome el traductor, todavía quedarán algunas dificultades.

c. Declaración positiva. 
Ahora viene la afirmación positiva de «sino que en demostración del Espíritu y de poder». Pablo escoge tres palabras claves para exhibir el poder espiritual que está a disposición de los predicadores de la Palabra de Dios. La primera palabra es «demostración», término que las cortes de justicia usaban para referirse a los testimonios. La palabra comunica la idea de que nadie es capaz de refutar las pruebas presentadas.

La segunda palabra es «Espíritu», la que ahora aparece por primera vez en esta epístola. Los corintios deberían saber que su nacimiento espiritual es la obra del Espíritu Santo (v. 13), que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo (6:19) y que sus dones espirituales son la obra del Espíritu (12:11). Tienen la evidencia en ellos mismos.

La última palabra es «poder». El Nuevo Testamento asocia fuertemente esta palabra con la persona del Espíritu Santo. Por ejemplo, Jesús dijo a los apóstoles que recibirían poder cuando el Espíritu Santo descendiese sobre ellos en Pentecostés (Hch. 1:8; véase también Lc. 24:49). En una de sus epístolas, Pablo escribe: «Nuestro evangelio les llegó no sólo con palabras sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción» (1 Ts. 1:5). Aunque la expresión poder muchas veces apunta a milagros, aquí su sentido es mucho más amplio. La palabra denota «la mano de Dios que se extiende para actuar con poder y de maneras diversas a través del apóstol».

Pablo exhorta a los corintios a que abran sus ojos espirituales y que por sí mismos vean que Dios está obrando en su medio a través de su poder y Espíritu. Ellos gozaban de pruebas visibles e irrefutables mediante el poder del evangelio y la presencia del Espíritu Santo.

5. Para que vuestra fe no esté fundamentada sobre la sabiduría de los hombres, sino sobre el poder de Dios.
En este último versículo de la presente sección, Pablo expresa cuál es su objetivo al rechazar las palabras persuasivas y la sabiduría sobresaliente. Cuando predicó el evangelio a los corintios, su predicación produjo en ellos fe personal en Dios. Pablo les informa que esta fe no se origina ni se fundamenta en la sabiduría humana. Si la fe tuviera un origen humano, fracasaría y desaparecería completamente. La fe descansa más bien sobre el poder de Dios, el cual protege al creyente y lo fortalece para que pueda perseverar (cf. 1 P. 1:5).

Dios produce la fe en los corazones de los corintios mediante la predicación del evangelio de Cristo. No sólo les ha concedido el don de la fe, sino que ha provocado su conversión. Dios manda a Pablo a que fortalezca esa fe, instruyéndoles en las verdades de la Palabra de Dios. En suma, los corintios deberían saber que la fe no descansa en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.

«La sabiduría de los hombres». Notemos que Pablo usa el plural hombres, para ilustrar que en Corinto hay mucha gente dedicada a entregar su propia agudeza y sabiduría. El discernimiento humano es temporal, defectuoso y sujeto a cambio; la sabiduría de Dios es eterna, perfecta e inmutable. Cuando un creyente pide en fe que Dios le dé sabiduría (Stg. 1:5), experimenta también la obra del poder de Dios y se regocija en la salvación que Dios le ha dado.

Consideraciones prácticas en 2:4

La Reforma del siglo XVI produjo denominaciones que siempre han promovido que sus ministros tengan una buena educación. Muchas universidades surgieron del deseo que la iglesia tenía de enseñar bien a sus futuros predicadores. Después de que estas escuelas crecieron y se convirtieron en universidades, se mantuvo y todavía continúa la enseñanza teológica mediante escuelas o seminarios teológicos afiliados a estas universidades. El objetivo siempre ha sido equipar a los estudiantes que desean ser pastores, de tal manera que sean capaces de manejar correctamente la Palabra de Dios (véase 2 Ti. 2:15).

Pablo mismo había pasado por un estudio completo de las Escrituras. En sus epístolas pastorales, exhorta a Timoteo a mantenerse firme en lo que aprendió de él y de otros. Desafía a Timoteo a que predique la Palabra «con mucha paciencia, sin dejar de enseñar», lo mismo que a hacer «los deberes de tu ministerio» (2 Ti. 4:2, 5). A los predicadores se les debe enseñar a producir sermones que sean una fiel exposición de lo que dice la Escritura. 

Además, los sermones deberían estar libres de ampulosidad y anécdotas que nada tienen que ver con el pasaje bíblico que se discute. Finalmente, los predicadores deberían ser capaces de comunicarse y relacionarse bien con la gente a la que tienen que ministrar la Palabra de Dios.

Palabras, frases y construcciones griegas en 2:1–5

Versículo 1

ἦλθον … καταγγέλλων
—el verbo es un aoristo voz activa («fui») y el participio está en tiempo presente, voz activa («proclamando»). Ambos deben tomarse como una unidad verbal. Pablo fue a Corinto con el propósito definido de predicar el evangelio, y continuó predicando después de su llegada.

οὑ
—esta partícula negativa está colocada inmediatamente después del verbo ἦλθον para mostrar que la usual partícula negativa μή con el participio significaría «no proclamando». Este orden sintáctico coloca el concepto fui proclamándoos en forma negativa.

Versículo 2

οὑ—J.B. Lightfoot cree que el negativo se conecta con el verbo ἔκρινα («decidí») y traduce la oración completa de la siguiente manera: «no tenía la intención, no tenía la voluntad de saber nada». El negativo para el infinitivo εἰδέναι (=saber) debería ser μή. 

Sin embargo, C.F.D. Moule provee numerosos ejemplos en los que los negativos οὐ y μή son cambiados de lugar o bien usados intercambiablemente, y llama nuestra atención al texto griego de 2 Corintios 2:2, que es similar aunque sigue la construcción regular.

Versículo 4

λόγος—En los primeros dos capítulos de esta epístola, Pablo usa repetidamente la forma singular y plural de λόγος (1:5, 17, 18; 2:1, 4, 13). 

Aquí la palabra es usada como sinónimo del mensaje del evangelio, esto se nota especialmente por el uso del pronombre mi que ocurre dos veces, modificando a «discurso» y a «predicación».

πειθοἷς σοφίας λόγοις—«palabras persuasivas de sabiduría». Esta lectura está apoyada por el Códice Vaticano, el Sinaítico y el Beza. 

Pero no existe evidencia textual para la presencia del adjetivo πειθός (=persuasivo). En cambio, el sustantivo πειθω, (=persuasión, que en el dativo singular es πειθοἷς) sí ocurre en otra literatura griega. Con todo, el apoyo manuscrito que recibe en este versículo es extremadamente débil, y esto es especialmente cierto de la otra lectura más corta que omite el sustantivo λόγοις.

Versículo 5

ἵνα—la oración negativa de propósito que lleva μή depende del sujeto principal contenido en κἀγω, y del verbo ἐγενόμην (fui) en el versículo 3.
ἐν—seguida dos veces del caso dativo, esta preposición significa «sobre».

Pareciera que Pablo sintió un santo temor de que le atribuyeran méritos que no tenía. Es cierto que había ido a predicar a Corinto y allí había sufrido persecuciones, había luchado contra propios y extraños y, aunque con falencias, había dejado una iglesia en marcha. El no lo negaba, pero de ninguna manera pretendía que todo era obra suya y no del poder de Dios. No es que los cristianos deben limitar el lugar de quienes predican la Palabra o dirigen la obra del Señor. Sin embargo, estos deben hacer un doble esfuerzo para que su acción no desplace el lugar que corresponde al Señor.

La insistencia en este punto de la carta tiene que ver con el tema que está tratando: la unidad. Como mencionamos, uno de los argumentos de algunos líderes de grupos facciosos en la iglesia era que podían apelar al nombre de su padre espiritual y fundador de la iglesia. Como era lógico que ese papel tan especial no fuera dejado de lado, el argumento tenía su peso. No se trataba de seguir a una figura secundaria como Apolos, ni a una personalidad lejana como Cefas, sino a quien más importancia podía tener en la historia de aquella congregación.

Por otra parte, es importante notar el tono empleado por el apóstol.

COMO HABLAR A LOS HERMANOS
  1.      Con afecto—“hermanos” (1a).
  2.      Con humildad.
  3.      Con claridad.
  4.      Con un propósito claro (5).


Después de demostrar que la obra del evangelio no podía basarse en las características de los corintios, Pablo expone que tampoco podía fundamentarse en él—pese a todo lo que Dios le había permitido realizar en esa ciudad.

Su afecto por aquellos creyentes se nota en la reiteración de la palabra “hermanos”, que pareciera una reflexión: “Pero, hermanos, no me coloquen en una situación falsa que yo no he buscado”. La palabra describe los sentimientos del apóstol, así como también apela a la conciencia de los lectores.

La primera insistencia de Pablo está precisamente en aquello que él evitó. No tenía dudas sobre lo que sí debía predicar (v. 2). Los vv. 1b y 4 prácticamente reiteran ideas similares: nada de “excelencia de palabras”, nada de sabiduría humana (2a, 4a, 5a), nada de “palabras persuasivas” (4a). Notemos que se trata precisamente de áreas en que los griegos se destacaban. 

Ellos habían producido oradores extraordinarios como Demóstenes,12 o pensadores inigualables como Aristóteles—que ha sentado las bases para la filosofía de todos los tiempos—, y además discutidores como los sofistas, que basaban sus razonamientos en juegos de palabras o en su sentido oculto. 

Es cierto que los tiempos de gloria habían pasado y que la ciudad de Corinto no se destacaba precisamente en esos órdenes, pero en general eso se esperaba de alguien que quisiera hacer un impacto en el pensamiento general. Pablo dice que él rehuye todo eso. Cuando leemos sus cartas o lo que nos queda de su predicación, nos admira la fuerza de sus razonamientos, así como la forma en que algunas de sus expresiones han logrado condensar maravillosamente grandes verdades. Pero él diría con sencillez: “Esto es sólo el poder de Dios”.

No se trata sólo de saber qué debemos evitar sino también de tener en claro qué debemos hacer.

EL EVANGELIO PARA EL PUEBLO
  1.      Es el mensaje de Jesucristo, el Mesías prometido que se hizo hombre en Israel.
  2.      Es el mensaje de “éste crucificado”, como si dijera: “De todo lo que se puede decir de él, hay un punto que no puede omitirse”. Es aún más fuerte que en 1:23.
  3.      Es algo que debemos predicar. Nadie oye lo que no se dice.

Algunos autores creen que Pablo tomó una decisión específica al ir a Corinto, ya que allí llegaba desde Atenas, donde había hecho un enfoque distinto al habitual, apelando a la cultura griega. Pero esta idea desconoce todo lo que el apóstol predicó con anterioridad. La idea de Cristo crucificado era central en todo lo que hizo en todo momento, y un leve cambio de estrategia en cuanto a la manera que había utilizado en Atenas, no indica que haya abandonado el núcleo del mensaje. “Me propuse” sólo indica que decidió continuar con su práctica habitual (Gá. 3:1). “A éste crucificado” no sugiere una nueva estrategia. Para Pablo esto ya era parte de predicar a Cristo.

El cuadro que Pablo traza sobre sí mismo es impactante. El apóstol debía de tener una buena medida de aquello que, en su humildad, colocaba en un discreto segundo plano (Fil. 2:3). En los siguientes versículos notamos que su actitud es distinta, así como el tono de autoridad que asume en diferentes momentos de la carta.

EL OBRERO CRISTIANO (2:3)
  1.     Puede sufrir de “debilidad” física (3a). Varios pasajes insinúan que Pablo no gozaba             de excelente salud. Pero las limitaciones eran suplidas por “el poder de Dios”.
  2.    También reconoce que tenía “mucho temor y temblor” (v. 3b), problemas que hoy                  consideraríamos psíquicos. Esta repetida expresión bíblica no describe el miedo, sino           el sentimiento de profunda responsabilidad ante una tarea de alcances etemos.
 3.   Asimismo estaba limitado en su capacidad de encontrar palabras suficientemente                 persuasivas. La respuesta estaba en dejar que lo humano tuviera un papel secundario,         y en dar preponderancia a lo del Espíritu.


De la misma manera, podríamos pensar que si alguien está convencido a tal extremo de sus limitaciones, bien podría replegarse y dejar el trabajo a otro que tuviera la elocuencia de Apolos o la historia de Pedro. Por lo contrario, Pablo declara que nunca dejará de ocupar su propio lugar, siempre apelando al poder del Espíritu.

Quizá todo eso era una sorpresa para los corintios, que debían recordar a Pablo con admiración. ¡De modo que aquellos mensajes inflamados de poder surgían de un hombre que temblaba ante Dios! ¡Y aquellos notables argumentos eran sólo una inspiración directa del Espíritu, que usaba los conocimientos previos del apóstol! ¡Y aquella fuerza ante las pruebas era exhibida por un hombre que se consideraba débil! Hay una sola conclusión posible: el poder de Dios es infinito, y el poder de Pablo no radicaba en la persona o la presentación del predicador sino en la obra del Espíritu.

DIOS A TRAVÉS DEL PREDICADOR (2:2, 4 y 5)
  1.      Produce el “testimonio de Dios” (2).
  2.      Enseña las palabras de la sabiduría de Dios.
  3.      Actúa con el poder de Dios (5b).
  4.      Se demuestra con el Espíritu de Dios (4b).

Si la fe de los cristianos se basara en la sabiduría humans, habría sido lógico que algunos fueran discípulos de Pablo, otros de Apolos, otros de Pedro y otros, insatisfechos con todos, dijeran ser sólo de Cristo. Pablo tuvo un propósito concreto al analizar cómo debía llevar el mensaje divino en Corinto: dar a la iglesia un fundamento verdadero. Estos conceptos reaparecerán en el cap. 3: “Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (v. 11).

EL FUNDAMENTO DE LA IGLESIA
  1.      Es aquello que fundamenta la fe, la convicción interna expresada en la vida                          continua.
  2.      No se basa en nada que sea humano.
  3.      Se basa en el poder transformador de Dios y én la guía del Espíritu Santo.

El apóstol entonces ha descartado las razones de fondo que provocaban divisiones en la iglesia de Corinto. No ha caído en minucias ni en hechos aislados. La importancia excesiva que los corintios daban a sus propios méritos así como a su fundador, revelaban que no tenían, su mira en lo único que produce verdadera unidad: el Espíritu de Dios.

En base a ello, Pablo puede proseguir exponiendo la acción de la tercera persona de la Trinidad, en un pasaje muy digno de ser considerado con suma atención, ya que se relaciona con muchos debates actuales.

DOWNLOAD HERE>>>
https://story.ad/site/file_download/smartpublicity1467919561neTNIrOs.html