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lunes, 14 de octubre de 2013

Aconsejando bajo la luz de la Biblia: Consejería Bíblica sus Principios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Principios Bíblicos para Aconsejar

Objetivos
  1. Comprender que la consejería bíblica debe basarse en una visión de mundo según las Escrituras.
  2. Comprender que las Escrituras son las que fundamentan nuestro consejo y vida cristiana.


Introducción
Los términos consejería y aconsejamiento no pertenecen al español según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), por lo menos no en la connotación que nosotros les damos. Estos vocablos más bien son una traducción de la jerga evangélica de la palabra inglesa “counseling”, una palabra que describe una de las funciones más importantes del ministerio pastoral y de todos los miembros de una iglesia.
Con la expresión “consejería bíblica” me refiero a aquella que tiene como fundamento las Sagradas Escrituras. Con esto quiero decir que la Biblia es la que define las motivaciones, los objetivos y las estrategias de la consejería. Son las Escrituras las que nos dan el fundamento teórico para la práctica de aconsejar.
Con ello indico no solamente la parte espiritual, sino todas las partes del ser humano, porque somos seres integrales. A veces creemos que como cristianos podemos aconsejar sólo en el campo de las cosas espirituales, pero según la Escritura todas las cosas son espirituales, todas están interrelacionadas. Un problema de ira es espiritual, un problema matrimonial es espiritual, etc. La Biblia es suficiente para cambiar vidas, no solo los problemas “espirituales” (Salmo 119).

El consejero bíblico
Hoy en día existe la idea generalizada de que los únicos que pueden dar la consejería son los psicólogos, psiquiatras, orientadores u otros profesionales de las ciencias sociales. Pero la Biblia dice otra cosa, ella afirma que la consejería no es exclusiva para los expertos o profesionales. La consejería no es una ciencia es una cuestión espiritual.
La Biblia dice que la consejería puede ser dada por parte de toda la iglesia (Ro 15:1, 14; Ga 6:1–2; Col 3:16; 1 Ts 4:18; 5:11; Hb 3:13; Stg 5:16). Adams, lo expresa de la siguiente manera: “Dios llama a cada creyente a aconsejar a otros en algún punto, algún tiempo, sobre algo.” Con respecto a Galatas 6:1, Adams continúa diciendo: “La orden es clara: todos tenemos que restaurar a cualquier hermano o hermana a quién Dios haya colocado providencialmente en nuestro camino cada día.
La Consejería Bíblica es parte del discipulado cristiano que Dios nos llama a hacer en la Gran Comisión (Mt 28:19–20) como parte de la missio dei, este nos dice que debemos hacer “discípulos” en todas las naciones. Y parte del discipulado cristiano es ayudar a los creyentes a que se conduzcan según la Palabra de Dios, y una forma de hacer esto es mediante la consejería bíblica. Así, que si el mandato de la Gran Comisión es para todos los creyentes, la consejería también es un mandato para todos los creyentes.
John McArthur por su parte lo describe de la siguiente manera “desde los tiempos apostólicos, la consejería se ha realizado en la iglesia como una función natural de la vida espiritual del cuerpo de Cristo. Después de todo, el nuevo testamento manda a los creyentes: “amonestaros los unos a los otros”; “exhortaos los unos a nosotros”; “animaos unos a otros, edificaos unos a otros”; “confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados”. Todos en un momento u otro necesitamos consejo del otro, o damos consejo a otros. Esto es un ministerio mutuo entre los creyentes.
Por supuesto, el cristiano laico no debe andar buscando problemas que resolver entre los hermanos, esto es ser un entrometido, esto lo vuelve un pecado (2 Tes 3:11), más bien, debe dar consejería cuando Dios ha colocado a otro en su camino.
Es una necesidad que cada ministerio de la iglesia realice consejería: los pastores, misioneros, maestros de escuela dominical, pastores de jóvenes, líderes de varones o mujeres, etc. Cada uno de estos ministerios tiene bajo su cargo la responsabilidad de una parte del Cuerpo de Cristo, y estos tienen la necesidad de recibir consejo bíblico.
Por supuesto, tampoco niego que puede haber especialistas en consejería bíblica, y que en algunos casos podrían resultar necesarios, pero tampoco hay que pensar que la consejería es exclusiva de estos últimos, la iglesia en sí es una comunidad terapéutica6.
Atkinson y Field nos dicen “La iglesia debería constituir la mejor comunidad terapéutica del mundo. A diferencia de cualquier otra, centrada en un consejero psicológico y sus clientes, la iglesia no es una comunidad artificial. Enfatiza la aceptación (Ro 15:7); el perdón (Ef. 4:32), la compasión (Fil 2:1; Col 3:12) y la gracia; es decir, un amor incondicional y divino (Jn 13:34, 35; Ro 12:9, 10; 1 Co 13; Gá 5:13). Estás cualidades nacen del hecho de que han recibido la aceptación, el perdón, la compasión y la gracia de Cristo. Por tanto, se crea una verdadera comunión… La verdadera comunión debería ofrecer seguridad, y ser el terreno perfecto para sanar las heridas y alcanzar la madurez”.
Ahora, como lo dije anteriormente considero que puede haber especialistas en consejería bíblica y uno que es llamado a esto, es el pastor de la iglesia. El pastor es esencialmente llamado a la tarea de aconsejar, el ha sido llamado a pastorear la grey, y esto incluye la labor de la consejería. Adams menciona “si bien todo cristiano tiene que ser un consejero para su hermano cristiano, la obra de aconsejar, como una vocación especial es asignada particularmente al pastor”. El pastor ha sido llamado a la consejería como su función u oficio dentro de la iglesia, además, de la labor de la predicación.
Al pastor Dios le ha dado la carga y la autoridad para ejercer el aconsejamiento. Adams, nos menciona que los pastores si son llamados a “buscar los problemas entre los miembros de la iglesia, con miras a cortarlos de raíz. Como pastores, no se les requiere sólo que se hagan cargo de los problemas con los cuáles tropiezan en su camino, sino que han de vigilar sobre las almas (vidas) de cada miembro” (Hb 13:17).
Por otra parte, hay personas con dones especiales dentro de la iglesia que pueden apoyar al pastor en situaciones específicas. Por ejemplo, puede que hayan personas que Dios los ha dotado de una mayordomía excelente de sus finanzas, por tanto, el pastor puede recurrir a ellos cuando se busca dar consejo a una persona que tiene problemas en esa área.

La consejería y la Biblia
En la consejería bíblica la revelación especial de Dios en las Escrituras tiene preponderancia. Dios se ha revelado a nosotros a través de la Biblia, esto es lo que los teólogos han llamado “revelación especial”. Así, Dios en las Escrituras nos revela en forma especial las verdades sobre si mismo, y sobre la relación del hombre en cuatro dimensiones: su relación con Dios, su relación consigo mismo, su relación con su prójimo y su relación con la creación.
No hay nadie que conozca mejor el ser humano que el Dios que lo creo, y este se ha revelado en las Santas Escrituras para guiarnos en los asuntos prácticos de las Escrituras. Así, las Escrituras son la única fuente de autoridad para resolver nuestros problemas espirituales (Sal 119:9; 24, 98–100; Jn 6:63; 2 Ti 3:16–17). La consejería sin las Escrituras es una consejería sin el Espíritu Santo. 2 Timoteo 3:16 nos dice que las Escrituras son útiles para perfeccionar a lo santos, mediante lo que podemos considerar los medios de la consejería bíblica: enseñanza, reprensión, corrección e instrucción. Dios es el verdadero y único consejero, nosotros solamente somos sus voceros.
Adams nos dice: “Sólo la palabra de Dios mismo puede decirnos propiamente como hemos de cambiar. Sólo en la Biblia puede hallarse la descripción veraz del hombre, su situación apurada y difícil y la solución que da Dios en Cristo. Sólo las escrituras pueden decirnos qué clase de personas hemos de llegar a ser. Sólo Dios puede mandar, dirigir, y dar poder para efectuar los cambios apropiados que van a permitir a los hombres, a los cuales él redime, a que renueven su propia imagen corrompida por la caída.”
La Palabra de Dios es suficiente para conducirnos en la vida piadosamente. La Palabra trata todo lo que necesitamos. No hay un versículo para cada tema, eso sería demasiado simplista, pero habla sobre todos los temas. Podemos resumirlo en la expresión “En la Biblia no esta todo, pero habla de todo”. La Biblia no es una enciclopedia, e ir a ella con la actitud enciclopedista de la era de la información es incorrecto. Ella no está acomodada así. Por supuesto, hay temas que en la Palabra de Dios que si tiene versículos concretos, pero, en muchos otros casos solo contamos con principios bíblicos, y estos hay que explicarlos a las personas.
Lo que nos dice la Biblia es que pensemos bíblicamente y visualicemos las cosas desde la perspectiva de la Escritura. Por ello, la consejería cristiana debe hacerse desde una verdadera cosmovisión bíblica. Por tanto, sus conceptos sobre Dios, Jesucristo, el hombre, el pecado, los medios de la gracia, la vida y del mundo en general; deben partir de las Sagradas Escrituras.

La consejería y el ser humano
La consejería bíblica debe de partir de una antropología bíblica y no de una humanista o de otro tipo. Recomiendo que un consejero cristiano haya leído libros y tomado cursos de antropología bíblica, ya que es esencial el entender como Dios ve al ser humano para poder aconsejarle de manera adecuada.
A continuación cito algunos principios que vienen de la Biblia sobre el ser humano:
1. Los seres humanos somos creados con la necesidad de consejo, eso es parte de la humanidad, desde Génesis vemos un Dios que nos muestra como hemos de vivir. A Dios le llamamos el Admirable Consejero (Isaías 9:6).
2. El hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza para agradar a Dios; aunque esa imagen ha sido distorsionada por el pecado desde la caída. Contrario a lo que dicen los psicólogos humanistas, el hombre no es un animal, no funciona por instintos (instinto sexual, instinto de supervivencia) sino por decisiones. El hombre no tiene las respuestas dentro de sí mismo; ni es autónomo como lo proclama el humanismo, especialmente la línea de Carl Rogers. Sino que la única respuesta la tiene Dios y Él la ha revelado a través de su Palabra en las Sagradas Escrituras. El hombre es totalmente dependiente del Dios que lo ha creado, le ha dado la vida y le permite vivir; el hombre en definitiva necesita a Dios.
3. El hombre no es naturalmente bueno sino que es pecador. El pecado es una transgresión de la ley divina, una afrenta contra Dios (1 Jn 3:6; Sal 7:11). Muchos de los problemas humanos como el alcoholismo y la homosexualidad no deben ser tildados simplemente como “enfermedades”, este concepto lo que hace es quitar la propia responsabilidad. Muchos de los problemas del ser humano son originados por el pecado (hamartiagénicos, es decir, engendrados por el pecado) de la persona sea este sujeto pasivo o activo; y aún cuando es sujeto pasivo es responsable por sus reacciones pecaminosas. Nunca como consejeros debemos minimizar el pecado; recordemos que es rebelión contra Dios y debe ser tomado seriamente. Para el humanista Carl Rogers los consejeros deben ayudar a los clientes a que acepten sus sentimientos negativos, los admitan y los validen13. Para el consejero bíblico los sentimientos negativos son pecado, y le llama al aconsejado a la confesión de pecados y al arrepentimiento.
4. El hombre es responsable por sus problemas; estos no se deben a baja autoestima (Ef 5:29; Ro 12:2) ni son producto de los pecados de los demás. No hay que echarle la culpa a la sociedad u otros; la Biblia dice que yo soy responsable por mi propio pecado (Jer. 31:29–30); desde el Edén el hombre siempre ha buscado esconderse para no enfrentar sus problemas y además, echarle la culpa a otro. La responsabilidad es la capacidad de responder a cada situación de la vida según los mandamientos de Dios.
5. En nuestra condición de pecadores no somos aceptados por Dios (Sal 58:3; Ro 3:10–18; Sal 7:11); por tanto, la persona impía no debe simplemente aceptarse tal y como es; ni mucho menos debe creer que Dios lo acepta tal y como es. Aunque afirmamos paradójicamente que “Dios ama al pecador pero odia al pecado”, esto no implica que Dios acepte al pecador. El Salmo 7:11 nos dice más bien que “Dios está airado contra el impío todos los días”. Ahora bien, es cierto que los cristianos son aceptados por Dios “en el Amado” (Efesios 1:6), que llevó nuestras culpas y nos acepta porque nuestros pecados han sido perdonados, y también que como cristianos debemos aceptarnos los unos a los otros solamente porque somos hermanos en Cristo (Romanos 15:7); pero, en este tipo de aceptación no existe ninguna implicación que nos diga que no se pueden hacer juicios sobre pecado. El pasaje en Mateo 7:1–5 lo que condena es el juzgar a las personas en forma ilegítima; en la Biblia se manda a juzgar en forma específica (Jn 7:24). Recordemos, que “aceptar” el comportamiento pecaminoso ante los ojos de la persona aconsejada es lo mismo que aprobarlo.

La consejería y la santificación
El único tratamiento para el pecado es la justificación por la fe y la santificación progresiva por medio del Espíritu Santo. El hombre debe confesar su pecado, arrepentirse y aceptar el perdón de Dios. En el fondo la consejería bíblica es una aplicación de los medios de santificación. R.C. Sproul nos menciona sobre el papel santificador del Espíritu Santo “Es tarea del Espíritu Santo hacernos santos. Él nos consagra. El Espíritu Santo cumple el papel de santificador. Ser santificado es ser hecho santo o justo. La santificación es un proceso que comienza en el instante en que nos convertimos en cristianos. El proceso continúa hasta nuestra muerte cuando el creyente es hecho justo por última vez, completamente y para siempre”.
La santificación en las Escrituras es un estado pero también es un proceso. De cierta manera somos santos e igualmente Dios nos está santificando. Ningún cristiano puede afirmar “es que yo soy así”, eso es negar el proceso de santificación. Nosotros como creyentes estamos siendo santificados, estamos en construcción, Dios esta trabajando en nuestras vidas. La consejería desde el punto de vista de la santificación es mostrarle a la persona que Dios le está cambiando a él o a ella a través de las circunstancias, no es cambiar las circunstancias.
La santificación implica cambios personales. Todo hombre puede cambiar con la ayuda de Dios (Mt 19:25–26). El cambiar hábitos no es fácil pero es posible, los cristianos no pueden decir no se puede (1 Co 10:13; Fil 4:13). Recordemos que no hay nada imposible para Dios. La personalidad puede ser cambiada, Dios nos da excelentes ejemplos en sus Escrituras de hombres totalmente transformados como Israel, Pedro y Pablo. No se debe permitir que una persona alegue que él es así y que no se puede hacer nada respecto a ello.
“El remedio de Dios para los problemas del hombre es la confesión” (Pr. 28:13); está debe ser primeramente a Dios y luego a las personas afectadas; además de ello la Biblia demanda restitución. No sólo se debe confesar que se ha pecado contra la otra persona, y pedirle perdón, es bueno, si esto es posible, solicitarle su ayuda para romper las viejas pautas y establecer nuevos patrones bíblicos.

La consejería y el Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el consejero por excelencia, el es llamado por Juan “paracleto” (consejero) y por Isaías el “el espíritu de consejo” (Isaías 11:2). Él es el autor de la Palabra y por tanto, opera por medio de la Palabra de Dios (Jn 3:5; 15:3; Ef 5:26). “Para que la consejería sea realmente cristiana, tiene que ser llevada en armonía con la obra regeneradora y santificadora del Espíritu de Dios”; recordemos que es el Espíritu Santo junto con la Palabra la que produce los cambios (Hb 4:12; 6:3; Hch 20:32). John MacArthur nos dice “el nuevo nacimiento es obra soberana del Espíritu Santo (Jn 3:8). Y todo aspecto de verdadero crecimiento espiritual en la vida del creyente es producido por Él, utilizando las escrituras (Jn 17:17). El consejero que pasa por alto este punto experimentará fracaso, frustración y desaliento. Sólo el Espíritu Santo puede lograr cambios fundamentales en el corazón; por tanto, él es el agente indispensable en toda consejería bíblica efectiva. El consejero, armado con la banda bíblica, puede ofrecer guía y pasos objetivos hacia el cambio. Pero, a menos que el Espíritu Santo esté obrando en el corazón del aconsejado, cualquier cambio aparente será ilusorio, superficial y temporario, y los mismos o peores problemas reaparecerán muy pronto”.
En palabras de Jay Adams: “Si el aconsejar es en esencia un aspecto de la obra de santificación, entonces el Espíritu Santo, cuya obra principal en el hombre regenerado es santificarle, tiene que ser considerado como la persona más importante en el contexto del aconsejar”. Si el Espíritu Santo es la persona más importante en el aconsejar, significa que la función del consejero es simplemente declarar lo que Dios dice, los cambios le corresponden solamente al Espíritu de Dios. De ahí la importancia de tener una buena pneumatología20.

La consejería y la gloria de Dios
La meta de la consejería no es que la persona se sienta mejor sino la gloria de Dios. (Efesios 1:6, 12, 14; Ef 3:21; 1 Co 10:31). Su segunda meta es perfeccionar a los santos (Ef 4:11–16). Al ser como Cristo, Dios será glorificado. El objetivo de la consejería no es simplemente el resolver los problemas, sino el cómo vamos a vivir la vida, como Adán o como Cristo, de una manera que demos rienda suelta a nuestra naturaleza pecaminosa o de una manera que agrade a Dios.
Si Carl Rogers llama a su sistema terapia centrada en el cliente, los creyentes tenemos consejería centrada en Dios. Los esposos Bobgan lo expresan así “En lugar de centrarse en los problemas o procurar revelar lo que hay en sus corazones, el pastor y su congregación deben ocuparse activamente en la santificación, creciendo en el fruto del Espíritu, aprendiendo a andar en el Espíritu, teniendo a Jesús por centro de atención y haciéndose semejante a Él, que es la meta de nuestra vida”22.
El consejero no está para remover los problemas sino para que la persona se someta a la voluntad de Dios; no estamos para que la gente se sienta bien, sino para que haya cambios en sus vidas y sean santificados; hay que guiar y exhortar a las personas a que sus normas de comportamiento se conformen a la norma bíblica; sólo de está forma se glorificará a Dios. Esto especialmente cuando la consejería debe tomar forma noutética, es decir, de exhortación por el pecado. El “éxito” en la consejería se mide en relación a si Dios ha sido glorificado o no; no importa que la persona le haya gustado o no.
Recordemos que el consejero no trata de imponer sus propias normas sino las normas de Dios; y se debe ser cuidadoso en no confundir ambas. Para evitar la dependencia al consejero se debe por medio del modelado y la práctica supervisada (hoy se hablaría de mentoría, en los tiempos neotestamentarios de discipulado); enseñar a las personas a utilizar las Escrituras por su propia cuenta a fin de dar respuesta a sus problemas. Una forma de iniciar esto es promoviendo el desarrollo de devocionales personales (que por supuesto incluya lectura y meditación de la Biblia) en los aconsejados.
La consejería bíblica no consiste solamente en escuchar para que la persona se sienta bien; por supuesto, la Biblia llama al consejero a escuchar; pero esto es antes que responder (Pr 18:13). Escuchar es interesarse en lo que el otro dice y responder de una manera adecuada de acuerdo a las normas divinas. El humanista Carl Rogers menciona que el terapeuta debe estar alerta y responder a los sentimientos expresados del cliente y no al contenido intelectual. Para Rogers el terapeuta debe evitar contestar y responder al sentimiento acompañado por las expresiones25. Es decir, se refiere a que lo importante es comprender los sentimientos del aconsejado y no responder a lo que está diciendo realmente. Esto no es verdaderamente escuchar, es sólo alcahuetear los sentimientos de la persona que normalmente están asociados al pecado. El aconsejado está esperando una respuesta bíblica y sabia para poder aplicar en el problema.
Por otra parte, la simple “catarsis” no es el objetivo de la consejería bíblica sino el que las personas se sujeten a la voluntad de Dios. Esto es lo que realmente glorificará a Dios. La consejería bíblica en este caso es opuesta a la consejería humanista. Por ejemplo, para el consejero humanista Carl Rogers uno de los elementos centrales de la terapia es la descarga emocional, es decir, la liberación de los sentimientos. Para él está descarga emocional o liberación de los sentimientos se vuelve el propósito esencial de la consejería. Pero como consejeros cristianos sabemos que sencillamente la descarga emocional no tiene sentido si la persona lo hace como un fin en sí mismo, y no con la motivación de agradar a Dios.
Según Rogers cuando el consejero muestra una simpatía vigilante ante las actitudes expresadas por el cliente y reconoce y clarifica sus sentimientos, la entrevista está centrada en el cliente. Y esto, es cierto, está centrada en el cliente, en el pecado del cliente, y no en como deben ser las cosas. La entrevista debe tener en el centro a Dios y no a la persona. Cuando ponemos en el centro a la persona estamos siendo humanistas, cuando ponemos en el centro a Dios estamos siendo cristianos.
Por otra parte, Adams nos dice “cada consejero debe ver claramente que todo lo que hace en el aconsejar no sólo lo hace para el aconsejado sino también para Cristo y para su iglesia”.

La consejería, la esperanza y la soberanía de Dios
La esperanza verdadera está fundada en la Escritura (Ro 4:18; 2 P 1:4.). Adams menciona “En un sentido, todo aconsejado necesita esperanza. El pecado ha producido sus efectos de abatimiento y desánimo en las vidas de todos. Todo cristiano está desanimado en una u otra ocasión. Con frecuencia, esta actitud deteriora en el pecado de la falta de esperanza”.
Por otro lado, los psicoterapeutas solo pueden infundir falsa esperanza (Pr 10:28; 11:7). Cuando las cosas no tienen sentido para los seres humanos, para Dios si tienen sentido. El sabe que está haciendo en su soberanía, y es algo en que podemos reposar los creyentes (Ro. 8:28). El consejero humanista no tiene el recurso de la soberanía de Dios, sólo los consejeros bíblicos podemos dar aliento en medio de las situaciones de crisis donde se cree que las cosas no tienen sentido. Los casos de Job, José (Gn. 50:20), Sadrac, Mesac y Abednego (Dn. 3:17) son testimonio de la soberanía de Dios sobre sus hijos. Podemos confiar en que la soberanía de Dios es suprema.
Hay esperanza en el Dios soberano. En palabras de Jay Adams “Si Dios es soberano, la vida no es absurda; tiene un designio, un significado, un propósito”. Dios tiene el control de todo, Él es quién no permite que el mundo se desboque.
Pero la esperanza es realista. Romanos 8:28 dice que todas las cosas nos ayudan a bien, no que todo va a ser “color de rosa”. “Aún cuando la verdadera esperanza aguarda que un bien resulte de las pruebas, no procura negar la realidad el pecado ni del sufrimiento y dolor que esas pruebas pueden causar”.
Nuestro objetivo es enseñar a las personas a que miren las cosas como Dios las ve, desde la perspectiva de Él. Hay que enseñar a no solo mirar el lado malo de las cosas, sino lo que Dios desea cumplir a través de la dificultad.

Conclusión
Hemos visto como las Sagradas Escrituras son el fundamento de la obra de consejería. Ellas son indispensables para la tarea del aconsejamiento que debe ser realizada por toda la iglesia, especialmente por aquellos que Dios ha llamado al servicio pastoral. Estudiemos y meditemos en la Palabra para que conduzca nuestras vidas y nos ayude a conducir a otros.


domingo, 13 de octubre de 2013

Preparando Sermones: Tema / Seamos Imitadores de Dios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Tema: SEAMOS IMITADORES DE DIOS, Efe 5.1
Texto: 
Efesios 5:1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; 2 y andad en amor así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios como fragante aroma. Mt 5.48) Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Dt. 18.13; Lc. 6.36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. Ef. 4.32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Col. 3.13.

Introducción: Ro 14.15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. Jn. 13.34-35 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Concepto: Imitación—intento de duplicar o copiar lo bueno 3 Jn 11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios 

A- Ser imitadores es ser la forma en que los hombres de Dios se conducieron agradando al Señor en todo veamos algunos ejemplo de hombres que imitaron lo bueno. 

1- No andar desordenadamente. Pablo 2 Tes 3.7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis
     imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros
    A. Nombre akatastasia (ἀκαταστασία, 181), inestabilidad, (a, negativo; kata, abajo; stasis, estar), denota un estado de desorden, perturbación, confusión, desorden. 
  B. Verbo atakteo (ἀτακτέω, 812), lit.: ser desordenado (a, negativo, y taxis, orden), llevar una vida desordenada. En sentido militar, romper la formación. 
  C. Adverbio ataktos (ἀτακτῶς, 814), significa desordenadamente, con descuido; como soldados que no guardan la formación. 

2- No siendo indiferente a la obra del Señor. He 6.12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas Jue. 18:19; Prov. 26:15
 
3- Padecer por causa de Cristo. 1 Tes 2.14 Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, Hch. 17.5. 

B- En que debemos de ser imitadores nosotros.
1- En amor v. Afecto,Compasion, Desear, consolar. Es la espresion de los sentimientos del alma y espiritu manifestado en acciones. Gl 2.20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 

2- Ofrendamos a nosotros mismo a Dios. He 10.10En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre
12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 

3- Muriendo a nuestro propios deseos. Col 3.5-6 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, Ef 4.29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Sigamos el ejemplo del Señor en nuestra vida

A. Virtudes ilustradas por:
Mansedumbre Mt 11.29
Negación Mt 16.24
Amor Jn 13.34
Obediencia Jn 15.10
Benevolencia 2 Co 8.7,9
Humildad Fil 2.5,7; 
Perdón Col 3.13
Sufrir equivocadamente 1 P 2.21–23; 
Pureza 1 Jn 3.3
 
B. El acercamiento cristiano 
     a:  Progresista 2 Co 3.18
     b. Instructivo Ef 4.20–24; 
     c. Imitado 1 P 2.21–23; 
     d. Perfeccionador Ro 8.29
 
Conclusión: Imitemos a Dios como hijos amados. como iglesia del Señor cada uno dice a Dios darás cuenta en aquel dia. Mt 12.36-37 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Ro 14.12-14 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. 13Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano


Preparando Sermones: Abundancia en la Pobreza material

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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                                   LA ABUNDANCIA EN LA POBREZA MATERIAL

Sinopsis
     El estado de plenitud. Dado que Israel estaba frecuentemente limitado en recursos, la abundancia era una característica importante de su esperanza futura, y se convirtió en símbolo de bienestar espiritual.
I. Ejemplos de abundancia material
    A.  Lluvia
          Dt 32.2
          Ver también 1 Re 18.41 ; 1 Re 18.45 ; Job 36.28 ; Sal 68.9 ; Jl 2.23
     B. Agua, arroyos y ríos
          Sal 78.20

          Ver también Nm 24.7 ; 2 Cr 32.4 ; Sal 1.3 ; Is 44.4 ; Ez 47.5
     C. Crecimiento exuberante y fruto abundante
          Ez 47.12
          Ver también Ez 19.10 ; Ez 31.2–9 ; Dn 4.12 ; Dn 4.21 ; Ap 22.2
    D.  Cosecha, alimento, leche y vino
          Am 9.13
          Ver también 2 Cr 31.10 ; Sal 4.7 ; Sal 23.5 ; Sal 37.19 ; Pr 3.10 ; Is 7.22 ; Jr 44.17 ; Jl 3.13 ; Mi 2.11
     E. Amplitud
          Sal 31.8
          Ver también Gn 26.22 ; Sal 66.12
     F. Riqueza y posesiones
          Gn 24.35
          Ver también Gn 30.43 ; Gn 36.7 ; 2 Sm 19.32 ; 2 Cr 1.15 ; 2 Cr 9.22 ; Job 1.3
     G. Canaán
          Éx 3.8 
         Ver también Nm 13.27 ; Dt 8.8 ; Jr 2.7
II. Abundancia material como recompensa por la obediencia
   Lv 26.5
          Ver también Dt 30.9 ; Job 42.12 ; Sal 132.15
     A. Obediencia no es siempre recompensada de esta manera
          Job 1.12; Job 2.6; Flp 4.12 
III. Ejemplos de abundancia espiritual
     A. La abundancia del poder divino
          Dt 9.26; Sal 93.4; Jl 2.29–32; Ef 1.18–20; Ef 3.20
     B. La abundancia de la gracia divina
          Ro 5.20; 2 Co 9.8–14; Ef 1.7; Ef 2.6–7; 1 Ti 1.14; 1 P 1.2; 2 P 1.2
     C. La abundancia de la gratitud humana
          2 Co 4.15
          Ver también Sal 119.171
     D. La abundancia de la bendición futura de Dios
          2 Co 4.17
          Ver también Sal 36.8 ; Is 64.4 ; Jn 10.10 ; 1 Co 2.9 ; 2 P 1.11 ; Ap 14.3



sábado, 12 de octubre de 2013

El concepto del hombre por el hombre: Existencialismo y Palabra de Dios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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La conclusión de Sartre
Uno de los pensadores más influyentes de nuestra generación es, sin duda alguna, el existencialista francés Jean Paul Sartre. Junto su compañera y alter ego Simone de Beauvoir, marcó un hito en el pensamiento occidental de la post guerra. No es mi intención por el momento navegar por las aguas del existencialismo en un brazo de mar tan pequeño, sino concentrarme en el concepto que Sartre tenía del hombre.

Sartre parte de la premisa de que no existe Dios y, por lo tanto, no considera al hombre como un ser creado bajo la autoridad de un Ser superior, ni tampoco presupone un propósito fuera de nosotros mismos que debamos perseguir: “El hombre, dice Sartre, es nada más que lo que él hace de sí mismo. Ese es el primer principio del existencialismo”. Y de ese principio fundamental se deriva lo que podríamos llamar la libertad soberana del hombre. Para Sartre, la libertad no es otra cosa que el poder que supuestamente poseemos de definir nuestro propio ser, de determinar lo que somos.

Y ¿qué es lo que realmente somos? Según él, eso es algo que no podemos establecer con certeza en ningún punto de nuestra existencia porque nuestro ser no posee una esencia fija, sino que es algo que estamos determinando continuamente por nosotros mismos: “La naturaleza humana no existe, ya que no existe ningún Dios” que nos provea un concepto adecuado de ella.

El hombre está en un constante proceso de llegar a ser y, por lo tanto, nunca podremos decir lo que un hombre realmente es. Consecuentemente, según Sartre, el hombre es nada, una pasión inútil. ¡Que ironía! Echando a Dios fuera de su sistema filosófico, y tomando al hombre como punto de partida para explicar su esencia, termina reduciéndolo a nada.

De manera que el ateismo no sólo atenta contra la existencia de Dios, sino también contra la humanidad del ser humano. Cuando el hombre pretende obviar a Dios pierde el único punto objetivo de referencia que le permite establecer su significado y propósito.

Sorprendentemente al final de su vida el pensamiento de Sartre dio un giro inesperado; unos meses antes de morir escribió: “No siento que yo sea un producto de la casualidad, una mota de polvo en el universo, sino alguien que era esperado, prefigurado. En conclusión un ser que solamente un creador pudo colocar aquí; y esta idea de una mano creadora se refiere a Dios”. ¿Será posible que el viejo pensador haya encontrado algo trascendental que había perdido de vista luego de 75 años de búsqueda?

Preparando sermones: Tema Duda - Ayuda Ministerial

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Sinopsis
     La duda conduce a la inseguridad y a la falta de confianza en cuanto al deseo y habilidad de Dios de liberar a su pueblo. También lleva al temor de personas y situaciones.
Dudando la verdad de Dios
     Duda como el cuestionamiento de las palabras de Dios
          Gn 3.1
          Ver también Gn 3.4 ; Is 5.19 ; Jr 17.15 ; 2 P 3.4
     Duda como la falta de fe
          Mt 21.21–22
          Ver también Mt 17.20 ; Mr 6.6 ; Mr 16.14 ; Lc 17.6
     Duda como vacilación
          Stg 1.6
          Ver también 1 Re 18.21 ; Ro 4.20 ; Ef 4.13–14
     Duda com doble ánimo
          Stg 1.8
          Ver también 2 Re 17.40–41 ; Lc 16.13 ; 1 Co 10.21 ; Stg 4.8
Duda como inseguridad sobre la relación con Dios
     Dudando la compasión de Dios
          Sal 77.7–9
          Ver también Sal 90.13 ; He 12.5–6
     Dudando el interés de Dios
          Job 30.20; Is 49.14
          Ver también Sal 13.1–2 ; Sal 22.1–2 ; Sal 35.17 ; Is 40.27 ; Jr 8.18–22 ; Lm 3.8 ; Hab 1.2
     Dudando el deseo de Dios de liberar
   Jr 45.3
          Ver también Éx 5.22–23 ; Lm 2.1–9 ; Lm 3.13–20
     Dudando la habilidad de Dios de liberar
          Sal 78.18–22
          Ver también Éx 14.10–12 ; Sal 78.41–43 ; Mt 8.26
     Dudando la justicia de Dios
          Jr 12.1
          Ver también Job 9.23 ; Sal 73.13–16 ; Sal 82.2 ; Jr 15.16–18 ; Hab 1.13
Duda como temor de personas y situaciones
     Mt 14.30–31
     Ver también Gn 12.12–13 ; Gn 19.30 ; Gn 26.7 ; Jos 7.5 ; 1 Sm 17.11 ; Is 51.12–13


miércoles, 9 de octubre de 2013

C on los Ángeles al frente: Encuentros

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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CARA A CARA CON LOS ÁNGELES
Los ángeles de Dios son seres brillantes y resplandecientes que emanan luz e irradian la gloria de Dios.
Basilea Schlink
Los verdaderos ángeles no son tontos. No llevan aureola, ni tampoco tocan el arpa ni cantan las mismas canciones viejas una y otra vez eternamente.
Forrester Church
Una amiga cercana, sensible e inteligente, me pasó esta reseña sobre los ángeles, con la condición de que no mencionara su nombre. Se trata de una aparición angélica excepcional que nos da una idea acerca de cómo son los ángeles y a qué se dedican.
Supe que estabas buscando testimonios sobre experiencias con ángeles. Dudé en escribirte, pero decidí arriesgarme. Puedes contar mi experiencia si lo deseas, pero sólo si lo haces de forma anónima. Me di cuenta bastante pronto que no debo relatarla tan libremente debido a las reacciones adversas que recibí.
Hace aproximadamente ocho años me encontraba orando con otra señora de mi iglesia. Durante años esta hermana estuvo atormentada con sentimientos de inferioridad y fracaso. Tenía serias dudas de que Dios la amara y la hubiera perdonado. Había recibido una gran preparación en Biblia y consejería, pero parecía incapaz de salir de la depresión que las dudas le causaban. Dos de nosotras fuimos a orar por ella a su casa. Habíamos ayunado a inicios de esa semana, pero habíamos comido el día anterior y esa mañana; yo quería que estuviéramos físicamente listas. En otras palabras, lo que voy a decirte no se debió a la alucinación por falta de comida.
Comenzamos la ministración con adoración. Luego oramos. Orábamos y cantábamos, orábamos y cantábamos. El tiempo pasó con rapidez, aunque en realidad estuvimos con nuestra amiga varias horas. Seguíamos sintiendo que no habíamos llegado a la raíz, de manera que continuábamos orando. Después, mi compañera de oración tuvo la sensación de que algo le pasó a nuestra amiga en su nacimiento. Mis recuerdos de lo que dijimos, exactamente, son nebulosos, porque desvié mi atención.
La presencia del Señor se sentía fuertemente en ese cuarto. Tenía mis ojos cerrados, pero me di cuenta de que podía ver un brillo intenso. Era como si pudiera «ver» a un ser radiante frente a mí, atrás de mi compañera de oración. También podía «sentir» una presencia celestial detrás de mí. Sabía que era un ángel y estaba maravillada.
No hice nada durante algunos minutos, esperando que esa presencia se fuera. Luego abrí mis ojos y miré tal cual era a ese ser con mis ojos abiertos. Era bastante alto, brillante y parecía transparente. Tenía puesta encima una especie de túnica. No tenía cabellos en su cara y creo que su pelo era largo y peinado hacia atrás. Estoy segura de que esta criatura era un ángel. Hablo de «él» como si fuera un varón, pero con todo y eso sabía que no se trataba de un varón.
Estaba un poquito asustada y muy asombrada. El ángel parecía tan alto como el techo. Después volví mi cabeza lentamente y he ahí que estaba otro ángel. Esta era la presencia que sentía detrás de mí. También este ángel era muy alto, parecía de complexión musculosa y tenía el pelo rojo o rojizo. Estaba vestido de forma similar, excepto que blandía una enorme espada.
No estaba precisamente asustada, pero sí abrumada, asombrada e intimidada por completo. Luego me invadió una paz y entonces supe que estos ángeles estaban ahí para protegernos y ministrarnos. No escuché voz alguna, y los ángeles no dieron muestra de haber advertido mi presencia.
En este momento recobré la atención hacia mi compañera de oración y hacia la mujer por quien orábamos y que yacía en el piso. Mi amiga, quien oraba por esta mujer como si estuviera a punto de dar a luz, gritó: «Ya es hora del parto».
Sé que esto suena extraño, por eso me contuve de contar esta historia, pero cuando le preguntamos a la mujer que a quién se parecía «el bebé», comenzó a llorar y a reír. Nos dijo: «Soy yo, y soy preciosa y nueva». Luego nos dijo que sabía que había nacido de nuevo.1
En este momento noté que el ángel que estaba detrás de mi compañera de oración tenía una bolsa oscura de papel. Estaba perpleja. Luego mi amiga también puso cara de confundida cuando dijo: «Hay algo más que Dios quiere hacer. El posparto no ha terminado». El ángel dio un paso hacia el frente, tomó lo que «percibí» como una masa de color café, la puso en la bolsa y se fue a través del techo. El ángel a mis espaldas lo siguió.
Todo el tiempo que duró la experiencia no dije nada. Cuando los ángeles se fueron, en ese preciso momento, las otras dos mujeres me miraron y con calma dijeron: «Ha terminado».
No pretendo entenderlo todo. Esta es la única experiencia de este tipo que he tenido en mi vida y estoy cerca de los cuarenta.
Durante varios meses, me mantuve en contacto con la mujer por la que oramos y parece que hubo un cambio real en ella después de esta experiencia. Por fin llegó la liberación que tanto anhelaba.
Mi amiga tuvo un encuentro angélico del cuarto tipo. Su ángel apareció cara a cara, lo cual es la excepción, no la regla. Diremos más en cuanto a la apariencia de los ángeles más adelante en este capítulo, pero demos ahora un poco de contexto.
¿Cómo podemos saber si un ángel se ha cruzado en nuestro camino? A veces uno no lo sabe, porque los ángeles aparecen de casualidad. Es decir, parecieran como hechos fortuitos, pero ellos son en realidad parte del plan de Dios cuidadosamente orquestado para nuestra vida.
ÁNGELES DE CASUALIDAD
Génesis 24 cuenta la historia de cómo Abraham encontró esposa para su hijo Isaac: «por casualidad». En ese tiempo, Abraham vivía en suelo extranjero, un tanto distante de su parentela, de manera que comisionó a su siervo:
—No dejarás que mi hijo Isaac se case con una mujer de esta tierra de Canaán, donde yo vivo, sino que irás a mi tierra y escogerás una esposa para él entre las mujeres de mi familia.
El siervo le contestó:
—Pero si la mujer no quiere venir conmigo, ¿qué hago? [¡Buena pregunta!] ¿Debo entonces llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?
Abraham le dijo:
—¡No, no lleves allá a mi hijo! El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes y me prometió dar esta tierra a mis descendientes, también enviará su ángel delante de ti para que traigas de allá una esposa para mi hijo (Génesis 24:1–7, Dios habla hoy, cursivas añadidas).
Esta es la única mención a ángeles en el texto, pero quiero creer que Abraham no estaba simplemente dándole a su siervo un tipo de despedida usual en la antigüedad, como: «¡Que los ángeles te acompañen, mi amigo!» No, el ángel de Dios estaba actuando de manera invisible para dar una respuesta a la oración. Cuando el sirviente llegó a la ciudad de Nacor, hizo arrodillar los camellos en las afueras, cerca del pozo de agua. Era cerca del atardecer, la hora en la que las mujeres salían a sacar agua del pozo.
El asunto en todo esto es que ninguno es accidental. El ángel trabajaba duro mientras que el siervo oraba: «Señor y Dios de mi amo Abraham, haz que hoy me vaya bien[…] Voy a quedarme aquí, junto al pozo, mientras las muchachas de este lugar vienen a sacar agua. Permite que la muchacha a la que yo diga: “Por favor, baja tu cántaro para que yo beba”, y que me conteste: “Bebe, y también daré agua a tus camellos”, que sea ella la que tú has escogido para tu siervo Isaac[…] Todavía no había terminado de orar, cuando vio a una muchacha que venía con su cántaro al hombro. Era Rebeca».
El resto, como luego dicen, es historia. Una cosa condujo a la otra. O quizás debiéramos decir que un ángel fue responsable de poner una cosa tras otra. Y Rebeca llegó a ser la esposa de Isaac.
Para los cristianos, no hay tal cosa como hechos casuales. Cada situación de la vida tiene matices providenciales. Tal vez son en realidad seres celestiales invisibles que intervienen directamente a nuestro favor. Mi amigo, Duane Rawlins, adjudica a una presencia angélica invisible el haber evitado un serio accidente automovilístico.
El incidente ocurrió cuando tenía diecisiete años de edad, un nuevo conductor que amaba ir a gran velocidad por las calles del pueblo. Eran cerca de las ocho de una tarde oscura. Delante de mí, en el límite de mis brillantes luces delanteras, había una ligera elevación en la carretera. Un pensamiento cruzó por mi mente: «Voy a usar esa pequeña loma en el camino para hacer volar a este automóvil». Lo que no sabía era que esa pequeña elevación que se aproximaba a gran velocidad era el paso a nivel de un cruce del tren. Mi visión estaba obstruida por los árboles y no había señales ni barrera de golpe que impidieran pasar.
De repente, mientras serpenteaba el camino hacia la leve subida, una inexplicable fuerza detuvo mi auto cuando un inesperado y rápido tren cruzaba por las vías. Cuando me percaté de lo que acababa de suceder, la adrenalina se elevó en mi cuerpo debido al pánico. Me debilité tanto y estaba tan asustado, que apenas podía manejar de regreso a casa. No tengo duda alguna de que habría muerto al instante si no hubiera sido por esa «fuerza inexplicable».
He recopilado varios informe como este. He aquí otro, de uno de los miembros de nuestra iglesia.
Una vez iba conduciendo mi camioneta y escuchando una grabación de Amy Grant. En un momento de esos en que a uno casi se le paraliza el corazón, me libré, por unos cuantos centímetros, de no pegarle al automóvil que iba delante del mío. «¿¡Cómo fue que nos libramos de chocar!?», pensé.
A los pocos segundos, el cásete de Amy Grant cambió solo a la otra cara, mi radiocasetera tiene esta función, ¿y adivinen qué canción se escuchó? «Ángeles cuidan de mí».
Quizás esa fue una coincidencia, pero prefiero creer que de esa manera Dios me dijo que cuidaba de mí.
La mayoría de la actividad angélica de este tipo es invisible. Otras veces, los ángeles aparecen bajo semejanza humana, «ángeles inadvertidos», algo de lo cual hablaré e ilustraré en un capítulo posterior. Pero una que otra vez en cada tiempo de la vida2 los ángeles se materializan, literalmente, en su forma celestial, de manera muy similar a la de los dos ángeles que aparecieron a mi amiga en la historia al principio del capítulo.
OPINIÓN DE UN ÁNGEL: SOBRE ALAS Y OTRAS COSAS
¿Cómo son los ángeles cuando se aparecen tal cual y no se disfrazan de hechos «casuales» ni como seres humanos? A manera de preparación para escribir este libro y como parte de mi proyecto final para el grado de Doctor en Ministerio del Western Conservative Baptist Seminary, de Phoenix, conduje una encuesta3 de varios cientos de personas en diferentes tipos de iglesias, incluyendo evangélicas, carismáticas protestantes y católicorromanas. Entre las personas que dicen haber visto un ángel existen algunos aspectos bastante comunes acerca de la apariencia angélica.
De las muchas experiencias angélicas que recabé, quizás tantas como un ciento, son sorprendentemente similares. Esto es muy significativo, ya que las personas que me contaron sus historias no hablaron entre sí con anterioridad. Ni siquiera se conocen.
Una descripción en particular sobresale, como un buen ejemplo de los diversos elementos en común que aparecen en muchos encuentros angélicos. Los ángeles que aparecieron a uno de los caballeros que participaron en mi encuesta: «Tenían brazos, manos, piernas, pies y alas, y podía ver sus caras. Las figuras eran de cuerpo completo, transparentes y brillantes. También parecía que estaban vestidos con túnicas largas, o algo que les cubría desde sus cuellos hasta sus tobillos y muñecas. Y tenían una especie de cinta alrededor de sus cinturas».
Esta es otra historia «típica» de ángeles, que me contó un amigo, Robert Obergfoll.
Eran cerca de las diez de la noche cuando mi hermano y yo, niños en ese entonces, nos arrodillamos a un lado de nuestras camas para orar. De lo que recuerdo, era una tranquila noche de primavera, el cielo brillaba a la luz de una luna creciente. La ventana de nuestro dormitorio tenía vista al este y una brisa ligera corría por la tela de la ventana abierta. Era como si las cortinas respiraran. Inhalando con suavidad. Exhalando.
Mi hermano se fue a la cama primero. Era una gran noche. Había puesto su diente bajo la almohada preparándose para cuando el «ratón viniera y le dejara un premio por su diente». En realidad, no creíamos en el asunto ese del ratón que viene por los dientes, pero como niños católicos, creíamos en los ángeles. De manera que inocentemente oramos para que Dios enviara a uno de sus ángeles para que se llevara el diente de mi hermano y no dispusimos a dormir.
Ya tarde esa noche, no tengo idea de qué hora sería, un fortísimo viento que entró a nuestra habitación me despertó. Mi cama estaba al lado derecho de la ventana y la cama de mi hermano estaba al lado izquierdo. Todavía puedo verlo ahí, durmiendo al otro lado del pequeño espacio que había entre nuestras camas y la fuerte brisa agitando las cortinas como banderas que volaban paralelas al piso.
Con los ojos bien abiertos, miré con intensidad hacia la ventana y vi cómo una luz brillante aparecía. Repentinamente, un ángel, como si estuviera cabalgando en el aire, voló a través de la ventana y entró en nuestro cuarto. El ángel estaba parado muy recto, como si hubiera salido directo de la pared. Era más alto que mis padres y era tan alto como el techo de nuestra habitación. Era de color azul claro y transparente. No podría decir si se trataba de una mujer o un hombre, pero tenía el pelo largo y una hermosa cara.
El ángel nunca se volvió a verme, pero fijó su atención en mi hermano, como lo habíamos pedido temprano esa tarde en nuestra oración. El ángel apoyó una rodilla en la cama de mi hermano, se acercó a él y con su mano derecha tocó suavemente su cara.
Lo primero que vino a mi mente fue que el ángel iba a llevarse el diente. Pero parecía que tenía otro propósito. Sin siquiera voltear a verme, ni percatarse de mi presencia en la habitación, el ángel se puso de pie y salió de nuestro cuarto tal y como había entrado. Toda esta experiencia pareció haber tomado varios minutos, pero en realidad no tengo idea de cuán larga fue. Después que el ángel se fue, me levanté y desperté a mi hermano para decirle lo sucedido. Los dos nos quedamos sentados en un momento de encantamiento y asombro antes de ir a contarles a nuestros padres.
Tiempo después, durante ese mismo año, a mi hermano le diagnosticaron un serio desorden sanguíneo. Él está vivo hoy en día, y creo que eso está en relación directa con el toque de ese ángel.
Hay bastantes similitudes sobrenaturales en mi colección de historias sobre aparición de ángeles, especialmente en las descripciones de los ángeles mismos. Casi siempre resultan ser bastante altos, por lo general, de diez pies. Son brillantes, de un blanco resplandeciente y a menudo con un tono azulado. Sus rostros son indescriptibles, de manera que no es posible reconocer su género.4 Regularmente están vestidos con una túnica larga y con frecuencia atada con un cinturón o correa de oro.
A menos que aparezcan en forma humana, lo cual parece ser el caso en la mayoría de los relatos que escuché, los ángeles son transparentes. Muchos me dijeron que se «podía ver a través de los ángeles». Las apariciones de los ángeles son también bastante breves y, si el ángel habla, no es usual que sea en la forma de una conversación normal. Quizás sería más adecuado decir que los ángeles se «comunican» más que «hablan». Y lo último, pero no menor que los demás puntos de los informes, es que en las historias que me han contado, los ángeles por lo general no tiene alas.
¿Es realmente esta la forma en que se ven los ángeles? ¿Podemos depender de lo que la gente nos dice en sus experiencias personales? Billy Graham nos recuerda: «La historia de casi todas las naciones y culturas revelan por lo menos cierta creencia en seres angélicos[…] Pero sea cual fuere nuestra tradición, nuestro punto de referencia será la Biblia como nuestra suprema autoridad en la materia».5
¿Qué podemos aprender en la Biblia acerca de los ángeles y de cuál es su apariencia? La Palabra de Dios sugiere tres categorías amplias. Primera, los querubines. Estos son una clase especial de ángeles cuya apariencia y características se dan con más detalles en la Biblia. Hablaremos más de ellos en uno de los capítulos siguientes. Los querubines, dicho sea de paso, tienen alas.
Segunda, en los libros históricos del Antiguo Testamento, casi cada referencia a los ángeles está de alguna manera relacionada a «el ángel del Señor», que tiende a mostrarse como varón o como un visitante inesperado. En este caso, creo que «mostrarse» es más adecuado que «aparecerse», porque eso es precisamente lo que hace. El ángel del Señor toma la forma de un visitante o invitado, que llega como si acabara de venir de un viaje.6 De acuerdo a la Biblia, el ángel del Señor nunca tiene alas.
Tercera, el ángel del Señor es, a diferencia de muchos de los ángeles de los encuentros angélicos en el Nuevo Testamento, donde los mensajeros celestiales se materializan y luego desaparecen, más como una luz repentina que aparece y desaparece en una bombilla cuando prendemos o apagamos el interruptor de la luz. La apariencia de cómo los ángeles se ven en estas apariciones, en la mayoría de los casos, no se dicen con detalles. Por ejemplo, cuando el ángel Gabriel apareció a Zacarías y más tarde a María en Lucas 1, se hace omisión total a su apariencia. Sin alas. Sin aureolas. Sin siquiera un rayo de luz, lo cual es inusual.
Todos vosotros ángeles, progenie de la luz.
Milton
Cuando los ángeles se mencionan en la Biblia, pareciera que la luminocidad o la brillantez fuera la cualidad mencionada con mayor frecuencia. A esto quizás se deba que casi siempre vemos aureolas en las pinturas de ángeles. Las aureolas, por supuesto, son esos pequeños y graciosos aros, coronas doradas, flotando como los anillos de Saturno unos cuantos centímetros por encima de las cabezas de los ángeles y de la gente santa en las pinturas antiguas. Algunas veces a las aureolas se les llama «auras».7
La presencia de Dios a menudo aparece en la Biblia como una nube de luz, la gloria de Jehová, y los ángeles como mensajeros parecieran ser portadores de la brillante gloria de Dios, algo que los hebreos llamaban «la shekinah». Por cierto, en momentos extraordinarios, la luz especial de la presencia de Dios puede también cubrirnos. Una vez, mientras predicaba, alguien en la congregación me informó haber visto un resplandor de luz alrededor de mi cuerpo como el mencionado. Después me pregunté cuál sería el significado de dicho suceso, una no es bastante frecuente en más de veinte años de predicar.
Moisés tuvo un encuentro similar, aunque mucho más poderoso, con la luz de la presencia de Dios. Después de pasar un tiempo a solas con Jehová en el monte Sinaí, la cara de Moisés estaba tan brillante que los hijos de Israel no podían hablar con él sin cubrirse los ojos. En Éxodo 34:29–30 leemos acerca de esto:
Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.
Los ángeles, entonces, son seres de brillante, a veces resplandeciente, luz. Sugiriendo que su habitación es en los cielos, en la brillante y resplandeciente presencia de Dios. Algo de Dios se les ha pegado.
La luz de Dios y de sus ángeles puede tener algo de importancia científica también. Hay quienes han especulado que la luz, según se entiende en el marco de trabajo de la teoría de la relatividad de Einstein, es en realidad la barrera entre el tiempo y la eternidad. Sabemos por la hipótesis de Einstein y otros experimentos subsiguientes que, a medida que una materia física alcanza la velocidad de la luz, el tiempo se detiene y la materia se vuelve infinita. En otras palabras, a la velocidad de la luz algo extraordinario sucede: el tiempo y el espacio reales, tal como los conocemos, desaparecen.
La velocidad de la luz quizás represente la barrera de la dimensión del tiempo y del espacio, una destellante cortina entre el mundo material visible y la eternidad. A lo mejor existe aquí una conexión con la afirmación bíblica de la naturaleza de la deidad: Dios es luz. Y tal vez por eso los ángeles parecen brillantemente iluminados.
De acuerdo a muchos estudios de «experiencias en el umbral de la muerte» (EUM), la gente moribunda, las personas que están al borde de la atemporalidad, comúnmente ven un «ser de luz». Aun la resurrección de Cristo la acompañaron seres resplandecientes. Mateo narra que «hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve» (Mateo 28:2–3, cursivas añadidas).
Lucas añade: «El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes» (Lucas 24:1–4, cursivas añadidas).
Los ángeles son seres celestiales, «estrellas» radiantes con la luz de la presencia de Dios. Hebreos 1:7 los nombra «llama de fuego», una imagen «brillantemente iluminada» a través del libro de Apocalipsis:
Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Apocalipsis 10:1 (cursivas añadidas)
Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio; y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
Apocalipsis 15:5–6 (cursivas añadidas)
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
Apocalipsis 18:1 (cursivas añadidas)
Y también están las espadas encendidas: «Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida» (Génesis 3:24, cursivas añadidas).
Mi amiga, la de la historia que conté al principio de este capítulo, vio un ángel con una espada encendida como protección y defensa parado al lado de la mujer que estaba «dando a luz».
¿Qué más podemos decir respecto al aspecto de los ángeles? En la Biblia, muchas de las criaturas celestiales de Dios tienen alas. En Daniel 9:21 leemos de un ángel que se apresura para traer el mensaje de Dios al profeta. Mientras que Daniel todavía oraba, Gabriel vino a él «volando con presteza» cerca de la hora del sacrificio de la tarde. No se mencionan alas específicamente en este pasaje, pero el ángel de Daniel debió haber tenido algunas facultades aeronáuticas.
Cuán dulcemente flotan con sus alas
De silencio atravesando la vacía bóveda de la noche.
Milton, Comus8
Los ángeles pueden volar
porque se toman a sí mismos ligeramente.
Refrán escocés
Theodora Ward, en su libro Men and Angels, observa que: «Toda mitología tiene seres alados[…] La asociación de los ángeles con las alas ha sido tan común que hasta una fecha tardía como 1930, el Shorter Oxford English Dictionary definía la palabra “ala” como “uno de los apéndices motores u órganos por medio de los cuales el vuelo de un pájaro, murciélago, insecto, ángel, etc., se lleva a efecto”».9
Alas, sí. Plumas, no. En ninguna parte la Biblia sugiere que las alas de los ángeles tengan plumas ni que parezcan alas de pájaros, como lo hacen en muchas pinturas y esculturas. Es más, en todo caso, sólo los querubines, una clase especial de ángeles, son los que aparecen como ángeles esculpidos en madera asegurando cada extremo de la cubierta del propiciatorio, la tapa, del arca del pacto.
Una pequeña caja del tamaño de un escritorio, labrada en madera y cubierta con oro, el arca (no el arca de Noé) era el lugar de la morada de Jehová. Se guardaba en el pequeño santuario interior llamado el Lugar Santísimo, en el tabernáculo de Moisés. Entre los dos querubines de oro flotaba la gloriosa nube de la presencia especial de Dios, la shekinah. Una vez al año, el sumo sacerdote, en tiempo de Yom Kippur, el día de Expiación, rociaba la sangre sacrificial sobre la cubierta del propiciatorio para redimir a Israel de sus pecados. «Y los querubines [de oro] extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio» (Éxodo 37:9).
Querubines reales alados aparecen en maravillosa gloria en Ezequiel. En esa época de la historia judía, los babilonios habían destruido a Jerusalén y su templo, y se llevaron consigo el arca y sus querubines de oro como motín de guerra. Pero los querubines celestiales de Jehová estaban todavía velando sobre Israel, como Ezequiel lo descubrió:
El aspecto de los seres [querubines10] era como de carbones encendidos, o como algo parecido a antorchas que iban y venían en medio de ellos; el fuego era resplandeciente, y de él salían[…] Por encima de sus cabezas se veía una especie de bóveda, brillante como el cristal. Debajo de la bóveda se extendían rectas las alas de aquellos seres, tocándose unas con otras. Con dos de ellas se cubrían el cuerpo.
Ezequiel 1:13–14, 22–23,
Dios habla hoy (cursivas añadidas)
Todos los ángeles, entonces, tienen ciertos medios para volar. Algunos tienen alas. También sabemos que los ángeles hablan, porque regularmente hablan con la gente en la Biblia. Por medio de las antiguas fuentes judías, como el Targum Yerushalim y el Libro del jubileo, se nos ha dicho que la lengua de Dios en la creación y en Edén era el hebreo. Esto no lo sabemos directamente de la Biblia, pero el hebreo es la lengua de la historia de la creación del Génesis. Quizás podríamos pensar que los ángeles hablaban la misma lengua.11
También suponemos que hablan su propio idioma o sus idiomas en el cielo. O tal vez sean políglotos. El apóstol Pablo hace referencia a las «lenguas humanas y angélicas (1 Corintios 13:1)», indicando así que pueden existir dialectos celestiales únicos.
Los ángeles pueden mostrar emociones. En Lucas 15:10 Jesús nos dice: «Os digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte» (Lucas 15:10). Y mi tío en verdad escuchó que esto sucedió en una ocasión.
En 1967, uno de sus amigos, Joe (este no es su verdadero nombre), se había convertido a Cristo recientemente. Procedente de un medio judío, tenía un alto grado de incertidumbre acerca de lo que le estaba sucediendo, de manera que le pidió a Dios alguna clase de señal en su servicio bautismal.
Mi tío y su esposa estaban parados con un pequeño grupo de cristianos a las orillas del río Chagrin, al este de Cleveland, Ohio. Nadie más estaba cerca de allí. No había casas cercanas. No había explicación natural para lo que sucedió después.
Mientras bautizaban a Joe, sólo por unos breves momentos, mi tío y todos los demás, incluyendo a Joe, escucharon música etérea procedente del cielo. No era comparable a nada que mi tío hubiera escuchado antes, me comentó.
Dos años más tarde, en 1969, mi tío y su esposa asistieron a su primer servicio de alabanza carismático, en donde escuchó lo que los carismáticos llaman «cantar en el Espíritu». Cuando lo escuchó, se dijo para sí: «Esto es como la música etérea que escuchamos en el bautismo de Joe».
¡Los ángeles se regocijaban en el cielo!
¿Pero a qué se dedican los ángeles? De eso precisamente hablaremos en el siguiente capítulo.
1 «Renacido» en el sentido de sanidad interior, no de «nacer de nuevo», como cuando uno se convierte a Cristo.
2 La mayoría de la gente no ha tenido un encuentro con un ángel del cuarto tipo, un encuentro cara a cara con un ser celestial. Y quienes lo han tenido, han visto un ángel únicamente una o dos veces en su vida.
3 El contenido de la encuesta y los resultados se detallan en el Apéndice 1.
4 Si bien el género de los ángeles no se especifica en la Biblia, es importante hacer notar que en el texto griego del Nuevo Testamento, la palabra «ángel» siempre se encuentra en masculino, nunca en femenino ni neutro.
5 Graham, 34.
6 En el capítulo 8 investigaremos el uso de la frase «el ángel del Señor».
7 Algunas personas están interesadas en leer el «aura personal», las clases y colores de la luz que suponen representa nuestra personalidad. Esta práctica es estrictamente cúltica.
8 Joan Webster Anderson, Where Angels Walk: True Stories of Heavenly Visions [Donde caminan los ángeles: historias verdaderas de visiones celestiales], Barton and Brett, Sea Cliff, NY, 1992, p. 22.
9 Theodora Ward, Men and Angels [Hombres y ángeles], Viking Press, New York, 1969, p. 7, cursivas añadidas.
10 Véase Ezequiel 10:20.
11 Davidson.


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