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miércoles, 30 de agosto de 2017

En el matrimonio en especial: Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





UN MATRIMONIO PARA HACER FUNCIONAR

¿QUÉ HACE FUNCIONAR UN MATRIMONIO?

Suponga que enciende su televisor a la hora de las noticias y, de repente, aparezco yo en la pantalla en lugar de la persona que da el pronóstico meteorológico. Por supuesto, usted se sorprenderá de verme allí, pero es probable que se sorprenderá aun más cuando escuche lo que tengo que decir:

  Esta noche, en lugar del informe habitual del clima y el pronóstico meteorológico, me gustaría presentar el pronóstico de los matrimonios de algunos de mis espectadores. Para algunos de ustedes, el pronóstico anuncia cielos nublados con noventa por ciento de probabilidades de tormentas eléctricas que terminarán en tornados y huracanes. No se sabe cuándo terminarán. Por cierto, a la vista hay muy pocas señales de alivio.

  Para otros televidentes, sus matrimonios tendrán los ajustes normales y atravesarán las fases habituales, pero la perspectiva del clima es brillante y clara. Cuando aparezcan tormentas en el horizonte, no durarán mucho y estarán preparados para recibirlas. Las superarán bien.

  Y agregando algo al cuadro climático, puedo decirles a ustedes, televidentes, cuáles entrarán en la categoría del pronóstico tormentoso y cuáles encajarán en el pronóstico de buen tiempo. Pero, por ahora, no me queda más tiempo disponible. Sintonice mañana para obtener más detalles.

Si cerrara el programa de esta manera, es muy probable que usted le tire un zapato a su televisor, que la estación de televisión reciba llamados telefónicos exasperados y que, probablemente, yo reciba una invitación para ser la siguiente persona que anuncie el clima en el Polo Norte. Por lo tanto, para evitar todo lo arriba mencionado, permítame decirle cuáles son los matrimonios que tienen las mejores probabilidades de amoldarse al pronóstico del buen tiempo. No se trata solo de mis propias ideas; las he recogido a través de una considerable investigación a lo largo de los últimos años.
No me refiero solo a los matrimonios que permanecen juntos. Muchos de ellos son caparazones vacíos. Me refiero a matrimonios que resultan satisfactorios para ambas partes. Aunque no puedo ofrecer una garantía —una fórmula de éxito seguro— puedo describir las características de un matrimonio saludable.


El retrato de un matrimonio saludable

La capacidad para cambiar y tolerar los ajustes

Los matrimonios saludables demuestran flexibilidad por parte de ambos cónyuges. Sin embargo, cuando hay demasiados cambios, se producen trastornos junto con la sensación de estar fuera de control. Así se abre la puerta a la ansiedad. Pero al igual que el capitán de un velero que se sale de rumbo debido a una ola repentina, los matrimonios fuertes están formados por personas que están en condiciones de hacer ajustes y correcciones en el curso para retroceder a un ámbito seguro y regresar al curso original. La flexibilidad también significa hacer cambios personales para el beneficio del matrimonio. La gran pregunta es: ¿Cuán flexible es usted? ¿Cuán flexible es su cónyuge? Si le pidiera que me dé algunos ejemplos de su flexibilidad, ¿qué me diría?


La capacidad para vivir con lo inalterable

Las parejas que tienen matrimonios saludables comprenden la necesidad de vivir sin tener todas las respuestas a lo que sucede en la vida y sin poder resolver totalmente algunos problemas. No siempre es fácil, en especial para los hombres, porque tienen un deseo ardiente de sentir que tienen el control de sus vidas.

Algunas características de la personalidad y algunos hábitos nunca cambiarán. Tal vez, su cónyuge nunca recuerde poner el respaldo del asiento del automóvil en la posición que usted lo necesita para conducir, o de bajar la tapa del inodoro. Tal vez, a usted le guste sacar la ropa que usará al día siguiente la noche anterior, dándole al dormitorio un aspecto desordenado. Tal vez, su cónyuge siempre hará gárgaras con la puerta abierta y la mayor parte de las veces no embocará adentro de la pileta.

¿Estas son molestias mayores? Lo son únicamente si las vemos de esa manera. Para tener un buen matrimonio tenemos que poder vivir con lo imperfecto. Dios es nuestro modelo: él nos ama a pesar de nuestras imperfecciones.


Creer en la permanencia del matrimonio

Un especialista cuenta que:
Durante las sesiones de consejos prematrimoniales, animo a las parejas a asirse a la creencia de que su matrimonio no terminará en el divorcio. Sencillamente, no es una de las opciones. «Hasta que la muerte los separe» no es una cadena pesada que nos mantiene unidos, sino un compromiso gratificante. Esto significa que durante las épocas de conflicto, de distanciamiento o de enojo, ni siquiera consideramos la posibilidad del divorcio. Como lo dijo alguien en tono de broma: «Divorcio no. Asesinato, tal vez». Cuando uno se aferra a la creencia de que su matrimonio durará, esto afecta la manera en que abordamos las imperfecciones de nuestro cónyuge, las diferencias y los conflictos y el futuro juntos. Es cierto que, probablemente, el grado de compromiso no sea el mismo en cada uno. El compromiso puede decaer y subir de tanto en tanto, pero se encuentra allí de la misma manera.


Confíen el uno en el otro

Cuando las parejas pueden confiar el uno en el otro, poseen un artículo poco común que la gente busca desesperadamente en el mundo de hoy. Como dijo una esposa: «Puedo confiar en que mi esposo será fiel a su palabra. No hay nada que me prepare para el fracaso. Si me dice que estará en casa a determinada hora, o bien llega a esa hora, o me llama por teléfono. Me gusta eso. Me da un sentido de seguridad y por esta razón me siento más libre con él. Nuestro nivel de intimidad es fuerte porque confiamos el uno en el otro».


Un equilibrio de poder

Una de las principales causas de conflicto es la lucha por el poder tan común en los matrimonios hoy en día. El matrimonio se basa en el reconocimiento de los puntos fuertes y los dones de cada parte, y la libertad para expresar estas cualidades. Se trata de un matrimonio con un grado de poder más o menos igualitario. La dependencia y la dominación (en este caso, ambas utilizadas en sentido positivo) se intercambian entre los cónyuges.


Disfrutar el uno del otro

Esto quiere decir que cada uno disfruta de la presencia del otro: de su silencio y de su conversación, de sus valores, de su fe y demás. El matrimonio es más satisfactorio cuando los cónyuges se ven el uno al otro como mejores amigos. Tal amistad, como todas las amistades, lleva tiempo cultivarla y desarrollarla y también implica lealtad entre los amigos.


Promover el crecimiento personal

Su matrimonio contiene el poder para que usted lo haga crecer en forma personal de una manera que jamás soñó que experimentaría. Estoy seguro de que desearía que ese crecimiento fuera indoloro (como extraer un diente con la ayuda de altas dosis de anestesia). Pero hasta el momento, nadie ha creado una anestesia matrimonial. No existe. Por lo tanto, prepárese, porque algunos de los cambios y el crecimiento serán dolorosos.

Muchas parejas luchan porque el matrimonio involucra un increíble trabajo y esfuerzo. Como dijo un hombre: «Es mucho más esfuerzo que el que jamás pacté. Deseaba un matrimonio pacífico. ¿Armonía? Me pregunto si todo el trabajo y el esfuerzo valen la pena por los pocos momentos de paz y armonía que hemos experimentado».

Permítame hacerle una pregunta. ¿Cómo describe los conflictos en su vida, en su matrimonio? ¿Alguna vez se queda sin palabras para describir lo que sucede? ¿Posee un vocabulario que hará justicia con lo que está experimentando? Descubrí los siguientes sinónimos de «conflicto». Puede encontrarlos usted mismo en cualquier diccionario de sinónimos. Subraye toda palabra que describa (o las que mejor describan) lo que se asemeja a lo que ha sido su matrimonio. Los verbos incluyen las siguientes palabras: chocar, estar en desacuerdo, estar de punta, entrenarse en el boxeo, oponerse, contender, dar de topetazos, reñir, pelear, altercar, agraviar. Los sustantivos incluyen lucha, guerra, Armagedón, pelea, disputa, discusión, riña, reyerta.


En el matrimonio hay que enfrentar la realidad

A muchas parejas, el matrimonio las sorprende porque entran a esta relación con una preparación lamentable. Su sentido de la realidad se vio distorsionado por la fantasía y la ilusión. Algunos se sorprenden porque se casaron a pesar de no haber resuelto problemas del pasado, esperando que su compañero o compañera oficiara de salvador. ¿Se casó con la persona que pensaba que se había casado?

Escuché la historia de un hombre que, luego de un intenso y descorazonador desacuerdo con su esposa, se sintió muy frustrado y enojado con ella. Luego de algún tiempo vino y declaró: «Ana, ¡no eres la mujer con la que yo me casé!» Ella se dio vuelta y lo miró, y con una débil sonrisa dijo: «Nunca fui la mujer con la que pensaste que te casabas».

Tenemos la tendencia a casarnos con un ilusión, una fantasía, una idealización proyectada sobre un frágil ser humano. Tal vez, nos casamos con un fantasma o un sueño, pero cuando nos acercamos a tocar ese fantasma, no hay sustancia. El verdadero problema no es si se casó con la persona correcta; más bien se trata de que usted sea la persona correcta para su cónyuge. Zig Ziglar lo dijo bien:

  Si trata a la persona equivocada como si fuera la persona adecuada, bien puede ser que termine estando casado con la persona adecuada después de todo. Por otra parte, si se casó con la persona adecuada y la trata mal, con seguridad terminará casado con la persona equivocada. También sé que es mucho más importante ser la persona adecuada que casarse con la persona adecuada. En resumen, si se casó con la persona adecuada o la equivocada es una cuestión que depende fundamentalmente de usted.

Uno de los ajustes iniciales en el matrimonio es enfrentar las realidades del mismo. La buena noticia es que sus conflictos disminuyen cuando esto sucede. Además, enfrentar la realidad no es tan malo.

  La gente puede olvidarse de sus fantasías si se dan cuenta de que «realidad» no es una palabra en clave, sinónima de «problema». Entre otras cosas, realidad significa aceptar la diversión de planear un futuro con otra persona a la cual usted respeta y ama. Es la alegría de vivir con su mejor amigo o amiga y la seguridad de pescarse un tremendo resfriado y tener a alguien a mano que le alcance un caldo de gallina sin protestar. La realidad es tener un desacuerdo y aceptar la noción de que es probable que usted y su cónyuge tal vez nunca lleguen a ver una serie de cosas de la misma manera.

Si existe algún lugar en el cual necesitamos la gracia de Dios para hacer frente a las realidades de la vida, ese es el matrimonio. Ninguno de nosotros tiene la capacidad de hacerlo por sí mismo. Considere lo siguiente: su matrimonio no saldrá adelante por lo que usted o su cónyuge hagan, ¡sino por la gracia de Dios! Podemos habernos casado debido al amor que sentíamos por la otra persona, pero ninguno de los dos conocía el significado cabal de ese amor. Tal vez, teníamos la esperanza de que el amor de nuestro noviazgo nos sostendría y nos impulsaría a lo largo de los años de matrimonio. Esperábamos relajarnos y disfrutar de nuestro amor. Mike Mason ha escrito uno de los libros que más hace pensar con respecto a este tema, The Mystery of Marriage [El misterio del matrimonio]. Allí dice:

  Estar casado no es que nos quiten de las primeras líneas del amor, sino más bien, que nos lancen adonde está la acción. Es enfrentar, día a día, la necesidad de ceder una y otra vez, y en niveles cada vez más profundos, aquella misma decisión imposible y terriblemente trascendental que solo se puede haber tomado cuando uno estaba loco de amor y trastornado por la fe y la confianza. Esto no es resignarse al destino, sino abrazar libre y espontáneamente un regalo, un desafío y un destino.

  ¿Nos sorprende que la gente no pueda soportar la presión? Es una presión que solo se puede manejar con amor en dosis cada vez más altas. El matrimonio requiere la renovación diaria y constante de una decisión que, al ser de una naturaleza tan asombrosa que resulta imposible desde el punto de vista humano, únicamente se puede tomar mediante la gracia de Dios.

Al comienzo, las parejas suponen con felicidad que sus compañeros no desean otra cosa más que actuar, pensar y sentir exactamente como ellos. Cuando descubren que esto no es así, les parece que algo terrible ha ocurrido. Pero en realidad, no es así. El duelo por esta pérdida trae consigo la aceptación de las diferencias en carácter, personalidad, estilo de comunicación, valores y deseo sexual. Con el tiempo, la aceptación y el ajuste atenúan el conflicto. Prefiero que se produzca alguna clase de conflicto hasta encontrar la solución en lugar de que las parejas entierren los problemas hasta que surjan nuevamente, esta vez fuera de control, con un nuevo poder que produzca más dolor.

Las tormentas en su matrimonio tienen varios puntos de partida. Pueden presentarse debido a la experiencia pasada con sus padres o porque entró al matrimonio creyendo demasiados mitos. Las tormentas pueden aparecer por no saber cómo crecer y desarrollar nuevas maneras de responder acordes con el tiempo presente. Sean cuales sean las razones, estos obstáculos se pueden vencer.

¿Cuáles son los mitos que creía acerca del matrimonio? Algunos de los más comunes son:

  Pensé que mi esposa sería la extensión de mis propias necesidades emocionales y físicas, y cuando mis necesidades no se vieron satisfechas inmediatamente y en la forma que yo quería, me sentí destrozado.

  Esperaba que mi matrimonio estuviera libre de problemas. Después de todo, los buenos matrimonios cristianos sencillamente no tienen problemas o conflictos. Nadie me dijo que los buenos matrimonios se convierten en tales a través de los conflictos constructivos.

  Esperaba que mi cónyuge supiera lo que yo deseaba o necesitaba. ¿Por qué pasar un montón de tiempo hablando acerca de lo que uno quiere? Una vez que uno se casa, el cónyuge debiera saberlo.


¿Qué piensa?

    1.      Escriba o dibuje un informe del estado climático que describa a su matrimonio.
    

    2.      ¿Cuáles mitos o creencias erróneas llevó a su matrimonio?
    

    3.      ¿Qué pasó con los mitos? ¿Murieron? ¿Recibieron un funeral apropiado o atraviesan una resurrección periódica?
    

Tal vez ustedes sean como una pareja que vino a ver a un especialista. No quisieron fiarse de lo que les decía, ya que le preguntaron: «Norm, sin lugar a dudas, lo que acaba de compartir con nosotros está basado en la investigación. ¿Qué fue lo que se describió como positivo y qué fue lo negativo? Creo que nos ayudaría si conociéramos detalles más específicos».


Cómo animar la interacción positiva

Tenían razón. Las parejas estables sugieren numerosas maneras de expresar la interacción positiva en el matrimonio. Y una y otra vez, la Palabra de Dios nos amonesta a comportarnos de manera positiva y alentadora.

  Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros [de inmediato y voluntariamente], como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efesios 4:32).

  Por cuanto Dios los escogió para que alcancen esta nueva vida, y al ver su inmenso amor e interés hacia nosotros, practiquen con sinceridad la compasión y la bondad. Sin que el causar buena impresión en los demás sea su objetivo, estén dispuestos a sufrir silenciosa y pacientemente. Sean benignos y perdonen; no guarden rencor. Si el Señor los perdonó, están ustedes en el deber de perdonar (Colosenses 3:12–13, La Biblia al Día).


La actitud de escuchar

Es importante que le muestre interés a su compañero como una persona, para descubrir qué es lo que ha experimentado durante el día y para sacar a la luz cualquier de sentimientos de molestia. Aquí puede ser necesario escuchar y mirarse el uno al otro, sin echar miradas al televisor o al periódico que tiene en el regazo. Puede ser necesario escuchar sin intentar arreglar el problema que su cónyuge le está compartiendo, a menos que se lo pida. Si usted es un hombre, quizá es necesario que dé más respuestas verbales cuando escucha, porque a la mujer le gusta oírlo para saber que está escuchándola. Santiago 1:19 dice que debemos ser «prontos para oír».


Atención frecuente en diversas maneras

Ser siempre afectuoso —no solo en los momentos en que está interesado en la relación sexual— es una respuesta positiva de alto valor. Algunas veces no se comparte nada verbalmente. Tal vez, solo sea necesario estar sentados el uno junto al otro tocándose suavemente, o acercándose lo suficiente como para entrar en contacto el uno con el otro mientras miran cómo el sol se esconde detrás de las montañas coloreando las nubes con destellos rojizos. Puede manifestarse tomándose de las manos en público. Puede manifestarse haciendo algo atento o amable, sin que se lo hayan pedido y que solo su cónyuge se dé cuenta. (Pero como he mencionado el tema de la relación sexual, animo fuertemente a cada hombre a que lea y aplique el contenido del libro de Joyce y Cliff Penner, Men and Sex [Los hombres y el sexo]. Puede transformar su relación física.)

Cuando su cónyuge ha tenido un día difícil, tal vez sea mejor acariciarle la cabeza o frotarle los hombros en lugar de hablar acerca de los detalles del día. Cuando uno siente que su compañero o compañera lo comprende a este grado y satisface sus necesidades, tiene la seguridad de que realmente se ha casado con la persona correcta.

El afecto se demuestra de diversas maneras. Años atrás escuché la historia de una pareja a la que habían invitado a una de esas cenas en las que cada uno lleva un plato de comida. A la esposa no se la conocía por sus habilidades como cocinera, pero decidió cocinar una tarta de crema. Mientras conducían hacia la cena, supieron que estaban en problemas porque podían sentir el olor de la masa quemada. Luego, cuando dieron vuelta en una esquina, el contenido de la tarta se trasladó trágicamente de un lado de la masa que lo contenía al otro. Él pudo ver al instante cómo la ansiedad de la esposa crecía.

Cuando llegaron, pusieron el pastel en la mesa de los postres. Los invitados se sirvieron las ensaladas y luego volvieron para el plato principal. Justo antes de que se dirigieran a la mesa de los postres, el esposo se dirigió decidido a la mesa, miró todos los postres caseros y arrebató el pastel de su esposa. Mientras los otros lo miraban, anunció: «Hay tantos postres aquí, y mi esposa hace tan pocas veces mi postre favorito que me lo llevo todo para mí. Comí liviano hasta ahora, así que puedo darme el gusto de ser un glotón».

Y se comportó como un glotón. Más tarde, su esposa dijo: «Se sentó junto a la puerta comiendo lo que podía, haciendo una papilla con el resto de manera que nadie pudiera pedirle un pedazo, y deslizándole algunos pedazos al Rottweiler de los dueños de la casa cuando nadie lo veía. Vio que lo estaba mirando y me guiñó el ojo. Lo que hizo me llenó el corazón aquella noche. Mi esposo, que no siempre dice mucho, me comunicó más amor con aquel acto que con todas las palabras que hubiera podido decir».

Amabilidad y cuidado

Por supuesto, existen muchas otras maneras en las que se puede mostrar que se preocupa por la otra persona. 

Un esposo cuenta lo siguiente:
Planto flores durante todo el año y sé que a Joyce le encanta verlas dentro de la casa. Muchas veces, luego de hacer el café, le corto una rosa y se la pongo en un florero junto a su taza de café. Ahora casi se ha convertido en algo automático, pero la motivación es la misma. Y muchas veces, antes de que me vaya de viaje, Joyce desliza una nota de amor en los bolsillos de mis pantalones.

Tal vez se encuentre en una tienda y al ver la comida favorita de su cónyuge se la compra aunque usted la deteste. O decide detenerse en una tienda para comprar algún artículo y llama por teléfono a su cónyuge a la casa o al trabajo para ver si hay algo que desea o necesita. Está pensando en otros en lugar de pensar en sí mismo. Está actuando de acuerdo con la enseñanza de la Escritura en Efesios 4:32 (NVI): «Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros».

Un acto que demuestre preocupación puede ser un llamado telefónico para preguntarle a su cónyuge si tiene algún pedido especial de oración. Los actos que reflejan preocupación por el otro pueden ser: recordar las fechas especiales y los aniversarios sin que se lo digan. Me asombra la cantidad de esposas que se han sentido profundamente heridas porque sus esposos no recordaron su aniversario y ni siquiera su cumpleaños.

Y las excusas de los esposos son tan pobres. «Simplemente no me acordé», «Necesito que me lo recuerden», o «Nosotros no lo hacíamos en mi familia». Si el esposo se encuentra sentado en mi oficina, le pregunto si se olvida de ir al trabajo o de disfrutar de su pasatiempo. A regañadientes dice que no, entonces yo sigo adelante diciéndole que creo que es capaz de aprender algo nuevo que los beneficiará tanto a él como a su esposa. No aceptamos excusas cuando el cambio es el paso evidente que hay que dar.


Palabras de aprecio

Otra respuesta positiva es mostrar aprecio. Esto significa salir un poco de uno mismo para fijarse en todas aquellas pequeñas cosas que su compañero o compañera hacen y dejarle saber cuánto lo aprecia. También significa concentrarse en las experiencias positivas y hacer hincapié en ellas más que en las negativas (se hablará más acerca de esto más adelante).

Es importante esforzarse por entenderse y apreciar la perspectiva de la otra persona. Los elogios transmiten aprecio, pero necesitan estar en equilibrio con lo que la persona hace y lo que ella o él es. Las afirmaciones basadas en las cualidades de una persona no son muy comunes pero son muy apreciadas.

Mostrar una genuina preocupación por su cónyuge cuando nota que está molesto construye la unidad y la intimidad en una relación. Es probable que no pueda hacer nada, pero el solo hecho de expresar el deseo de hacerlo puede ser todo lo que se necesita. Pedir perdón en lugar de estar a la defensiva es otra expresión de afecto. Cuando su compañero o compañera le cuenta un problema, no lo relacione con un problema similar que usted tuvo una vez, no le diga lo que debe hacer, no haga bromas para levantarle el ánimo ni le pregunte cómo hizo para meterse en ese problema. En cambio, escuche, abrácelo, demuéstrele que lo entiende y hágale saber que está bien que actúe y sienta en la manera que lo hace.

Muéstrele empatía. Esta es la sensación de estar con la otra persona tanto emocional como intelectualmente. Es ver la vida a través de los ojos de su cónyuge, sintiendo lo que él o ella sienten y escuchar la historia del otro de la manera en que él o ella la perciben.

En el matrimonio usted puede escoger responder con empatía, simpatía o apatía. La simpatía es estar demasiado involucrado con las emociones de su cónyuge. Verdaderamente puede socavar su fuerza emocional. La apatía quiere decir que no le importa en absoluto lo que le sucede al otro. Pero la empatía incluye una relación de comunicación, sabiendo cómo se siente su cónyuge en la mayoría de las situaciones sin necesidad de preguntar. Experimentan algo juntos, al mismo tiempo, mirando a través de los ojos de su cónyuge.


Libres para ser

Aceptar a nuestros cónyuges significa hacerles saber que aunque podamos no estar de acuerdo con lo que ellos dicen, estamos dispuestos a escucharlos. Quiere decir que liberamos a nuestros compañeros de tener que amoldarse a la fantasía de lo que deseábamos que fueran. Esto es más que tolerancia. Es enviar el mensaje: «Tú y yo somos diferentes en muchos sentidos. Está bien que seas tú mismo o tú misma y que yo sea yo mismo o yo misma. A medida que aprendamos a complementarnos el uno con el otro, seremos más fuertes juntos que separados». Es inevitable que nos ayudemos el uno al otro a cambiar, pero el propósito por el cual lo hacemos y el método que usamos hace un mundo de diferencia.


Risas frecuentes

El sentido del humor y la capacidad de reírse, de hacer bromas y de divertirse le da equilibrio al lado serio del matrimonio. Algunas de las cosas por la cuales se reirán serán privadas, otras, podrán compartirlas con los demás. Tener sentido del humor significa que uno se puede reír de uno mismo (¡aunque a veces lleve un rato!), y los dos se pueden reír juntos. Algunas veces, los mejores recuerdos son aquellos incidentes graciosos que sucedieron, aunque en el momento a su cónyuge no le hayan parecido graciosos.

Un esposo cuenta lo siguiente:
Hace varios años, mientras hablaba en un campamento para familias en Forest Home, California, algo por el estilo nos sucedió a Joyce y a mí. Estábamos en una bonita cabaña. Como suelo levantarme temprano, me fui al salón comedor para tomar el desayuno temprano. Joyce se levantó un poco más tarde y no desayunó demasiado sabiendo que yo le traería algunas frutas y un panecillo dulce. Llegué a la cabaña y estaba a punto de entrar al dormitorio con su comida cuando se abrió de par en par la puerta del baño. Joyce, que acababa de salir de la ducha, dijo:
—¡No entres allí! ¡Todavía sigue allí! ¡No lleves mi comida allí!
Me quedé desorientado y le pregunté:
—¿Qué? ¿Qué es lo que hay allí?
—¡Allí adentro! —dijo nuevamente al borde de las lágrimas—. Todavía está en el dormitorio. Fue terrible, y no te atrevas a reírte. ¡No fue gracioso!
Yo seguía sin saber de qué estaba hablando.
Finalmente se calmó y me contó lo que había sucedido. Se había quedado descansando en la cama, tomando su café. Entonces se inclinó hacia abajo para tomar sus chinelas. Encontró una, la levantó y tanteó debajo de la cama para encontrar la otra. Ahora bien, Forest Home estaba usando unas nuevas trampas humanitarias para ratones que consistían en una pedazo de cartón de 15×15cm con una sustancia muy pegajosa. Cuando el ratón se quedaba atascado allí, no podía salir y finalmente moría. Puede adivinar lo que sucedió. Joyce no solo puso la mano sobre la sustancia pegajosa ¡sino sobre un ratón muerto e hinchado! ¡Era inmenso! (Tengo una foto de él.) Me dijo que salió disparada como un misil, dando gritos, tratando de quitarse a esta desagradable criatura de la mano.

Mientras Joyce me lo contaba, agitaba la mano demostrándome cómo había tratado de quitarse al ratón. Cuanto más agitaba la mano, más graciosa quedaba. Me mordía los labios tratando de no reírme, recordando aquellas lapidarias palabras: «No te atrevas a reírte. No fue gracioso». Creo que ella se dio cuenta de mi lucha por no reírme porque con una mueca exagerada me miró y me dijo lentamente: «No es gracioso».

Eso colmó el vaso. Era hombre muerto y lo sabía. Me reí hasta que las lágrimas me rodaron por las mejillas. Por supuesto, tomé al ratón y me deshice de él. También le dije a Joyce que yo también me hubiera puesto histérico si me hubiese sucedido a mí, y que tenía todo el derecho de estar disgustada. Luego de varios abrazos me dijo: «Después de todo, me parece que fue gracioso». Ahora es una de nuestras historias favoritas.

También tenemos recuerdos graciosos en los cuales yo fui la fuente de diversión. Pregúntele alguna vez a Joyce, agrega.


Gozo en común

Otra cosa positiva relacionada con el matrimonio es el sentido del gozo compartido. Se comparte el entusiasmo y el deleite del otro y se desea que el otro sea consciente de lo que uno está experimentando. El gozo es una sensación de alegría que no necesariamente se asocia a la felicidad. También es un mandamiento de las Escrituras. «Alégrense con los que están alegres» (Romanos 12:15, NVI).


Un corazón agradecido

Otro rasgo positivo es nunca dormirse en los laureles ni dar por sentado que tenemos asegurado a nuestro cónyuge. Un amigo mío lo describió de la siguiente manera:

  Las personas que han estado casadas por mucho tiempo tienden a dar por sentado que tienen asegurado a su cónyuge. Las razones más comunes son:

  •   Siempre estarás aquí cuando te necesite.
  •   Siempre me amarás.
  •   Siempre estarás en condiciones de proveer para mis necesidades.
  •   Siempre serás el mismo.
  •   Siempre estaremos juntos.


  Cuando en el matrimonio se supone que estas cosas son así, se vive más en la tierra de las fantasías que en el lado de la realidad. Es muy raro que la gente que da por sentadas las cosas sepan apreciar las bendiciones diarias en sus vidas. Luego de algún tiempo, llegan a creer que la vida les debe estos pequeños regalos. Muy pocas veces dicen gracias por algo.

  Cuando consideramos que tenemos a alguien asegurado le restamos valor. Se envía el mensaje mudo: No vales mucho para mí. También se le roba a esta persona el don del aprecio humano. Y ser amados y apreciados nos da a todos una razón para vivir cada día. Cuando este regalo se retiene o se niega durante años, nuestros espíritus se marchitan y mueren. La gente puede soportar este sufrimiento y permanecer casados para siempre, pero lo único que hacen es cumplir una sentencia. En los matrimonios de muchos años en los que a uno de los cónyuges se lo toma por asegurado en forma continua, se levanta una pared de indiferencia entre el esposo y la esposa. Cuanto más tiempo de matrimonio, más alta será la pared y mayor el aislamiento humano. La manera de salir del atolladero es sencilla pero crucial:

  •  Comience a dar las gracias y a mostrar su aprecio por cada cosa.
  •  Tome más conciencia de sintonizar lo que está sucediendo a su alrededor.
  •  Conviértase en una persona que dé más y que sepa apreciar.
  •  Especialícese en las muchas pequeñas cosas que tienen gran significado: traer flores, hacer largas caminatas por el campo, acostarse en el suelo junto a la chimenea, llevarse el desayuno a la cama, tomarse de las manos en público, caminar bajo la lluvia, enviarse tarjetas amorosas y graciosas por correo, comprarse pequeños regalos sin razón aparente.


Recuerde: un matrimonio de 35 años no garantiza el año número 36. No dé nada por sentado, simplemente porque hoy lo tiene.

Recuerde, en un matrimonio saludable…

  •   Uno trata de ser el «número dos» en lugar de ser el número uno.
  •   Se le proporciona energía al cónyuge en lugar de quitársela.
  •   Se eliminan del matrimonio las acusaciones y el avergonzar al otro.
  •   Se está dispuesto a aprender del compañero.
  •   Se terminan los desacuerdos sintiendo que se han resuelto.
  •   Uno se siente mejor luego de un desacuerdo.

Comunicación bilingüe

Existe un factor final. Aquellas parejas que aprenden a ser flexibles y a hablar el idioma de su cónyuge tendrán la mejor comunicación de todas. Puede sonar un tanto extraño, pero durante los últimos 32 años en los que he aconsejado a parejas y dirigido seminarios para el enriquecimiento del matrimonio, cada vez estoy más convencido de que esta es la médula del proceso de comunicación. Significa que uno acepta las diferencias, descubre la exclusividad del vocabulario comunicativo del cónyuge, sus modelos y estilos, y comienza a usarlos a medida que los comparte. Da resultado en el matrimonio y también en el mundo de los negocios.

No significa que tenga que dejar de ser quién es, ni de comunicarse en la forma que le es habitual. Se trata de añadir a su repertorio de respuestas de tal manera que tenga un campo de acción mayor. A la mayoría de las personas les gusta conversar con los que hablan su mismo lenguaje. Esto se puede aprender. Yo lo hice, ¡y cómo cambiaron las cosas! De eso se trata el resto de este libro.


¿Cuál es su plan?

Estos son tan solo algunos aspectos positivos que mantienen vivo a un matrimonio. Pero, ¿qué me dice de usted? En una escala del 0 al 10, ¿cómo calificaría la presencia de estos aspectos positivos en su propio matrimonio (siendo 0 lo que no existe y 10 lo sobreabundante)? ¿Cómo calificaría su cónyuge estos aspectos? (En el apéndice encontrará un formulario de evaluación del matrimonio que le permitirá darle una mirada renovada a su relación matrimonial.)
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martes, 23 de agosto de 2016

Cómo solucionar conflictos en el matrimonio



"La diferencia entre un cristiano y un no cristiano no está en el hecho de que los primeros no tengan  problemas, sino en que los cristianos saben manejar sus problemas y no se dejan manejar por ellos"

MANEJO DE CONFLICTOS

Cualquiera pensaría que "el matrimonio ideal" es aquel en el cual no se presentan ninguna clase de conflictos. Sin embargo, esto es una utopía.

Los conflictos son parte natural de la vida. El conflicto es una realidad ineludible en cualquier relación sostenida, es algo universal; su manejo varía de cultura a cultura; su experiencia es única.

El ser humano fue creado para vivir en relación y eso hace que ineludiblemente tenga diferencias con otros. Todos tenemos sentimientos y actitudes que de vez en cuando chocan con los demás especialmente con aquellas personas con las que convivimos de una manera más cercana.

Por esto es que el conflicto hace parte de la vida cotidiana al interior de cualquier familia. El problema no está en que se tengan conflictos sino en la forma como reaccionamos ante ellos (Ef. 4:26).

Es a través del conflicto que llegamos a conocernos como realmente somos; por eso un conflicto bien manejado llegará a ser saludable para cualquier matrimonio. Aun cuando el conflicto es ineludible, sus consecuencias no tienen que ser destructivas. Tenemos que aprender a manejar los conflictos, enfrentándolos de una manera creativa y constructiva.

Agustín decía:

"La diferencia entre un cristiano y un no cristiano no está en el hecho de que los primeros no tengan  problemas, sino en que los cristianos saben manejar sus problemas y no se dejan manejar por ellos"

A. DEFINICION DE CONFLICTO.

Un conflicto es un choque (real o percibido como tal) de intereses, opiniones o actitudes entre personas o grupos.

El diccionario Webster define el conflicto como:

"Desacuerdo, angustia de ánimo, tensión emocional resultante de impulsos interiores o necesidades incompatibles Confrontar: poner a dos personas en presencia una de la otra ("cara a cara") para comparar sus afirmaciones.

B. ORIGEN DE LOS CONFLICTOS.

Las causas de los conflictos en el matrimonio son múltiples y generalmente más de un factor contribuye para que la pareja se confunda y experimente una alteración en su relación.

Alguien decía que el conflicto es como el polvo, no se sabe de donde viene pero aparece en cualquier momento y en cualquier parte.

Causas que originan conflictos en el matrimonio:


1. Conflictos internos.

Uno de los factores que origina los conflictos en el matrimonio son los problemas internos o "intrapersonales". Aquellos aspectos que hemos almacenado en el corazón determinaran nuestro comportamiento (Mt. 12:35).

"Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?"Jeremías 17:9

Una baja autoestima o un autoconcepto demasiado alto traerá como consecuencia celos, paranoia, inseguridad, orgullo, altivez, etc. (Ro. 12:3).

* La ultrasesibilidad y los complejos harán que se tomen posturas autodefensivas.
* La culpabilidad hace que el pecado destroce la confianza (Col. 2: 13-14).
* La depresión hace perder la objetividad y provoca el aislamiento (Heb. 12:15).


2. Conflictos contextuales o "extrapersonales".


Existen muchos agentes externos que pueden generar conflictos al interior de la pareja. Pueden ser personas que se involucran con comentarios, chismes, etc., afectando la relación (por ejemplo los suegros, la familia extendida, los amigos, vecinos o aún personas ajenas) (Pr.16:28).


También se pueden originar conflictos dentro del matrimonio cuando se trasladan al hogar los incidentes que se han tenido con personas en la calle, el trabajo o cualquier otro sitio.

Dentro de ésta categoría de agentes que pueden originar conflicto también se incluyen todos aquellos cambios, aún siendo cambios agradables, que producen tensión en las personas y en las relaciones. Los especialistas han encontrado que muchos cambios, sucediéndose simultánea o muy seguidamente, a menudo producen irritación, desajustes emocionales y hasta depresión profunda.

La muerte de un ser querido, la perdida o el cambio de trabajo, la jubilación, un embarazo, el cambio de residencia, la reconciliación matrimonial y hasta los cambios de hábitos y comidas pueden producir alteraciones y llevar al conflicto.


3. Conflictos interpersonales.


Son los más comunes en el matrimonio. El hecho de que tanto el hombre como la mujer sean diferentes los hace susceptibles de entrar en conflictos.

Esto no quiere decir que para que no haya conflicto en la pareja y se tengan familias armoniosas los dos tengan que ser copias iguales.

"El hombre y la mujer fueron creados iguales en esencia a la imagen de Dios, pero maravillosamente diferentes"



Entre esposos se pueden encontrar muchas diferencias que los pueden llevar a la confrontación:

  • Costumbres diferentes.
  • Percepciones diferentes.
  • Diferencias al actuar. 
  • Diferentes gustos. 
  • Expectativas diferentes. 
  • Metas divergentes.

David Hormachea dice:

"Si Dios nos hizo diferentes para beneficiarnos mutuamente, no tratemos de ser iguales pues nos destruiremos paulatinamente"

Otra causa de conflicto entre esposos proviene de los trasfondos culturales de la pareja.

Por ejemplo el machismo o el matriarcado son influencias culturales que condicionarán al matrimonio para que copie el mismo modelo, originando así conflictos internos

C. REACCIONES NEGATIVAS ANTE EL CONFLICTO.
Teniendo claro que en todo matrimonio existen conflictos también debemos identificar algunas reacciones negativas que tomamos y que pueden afectar la relación.
Negar el conflicto. Muchos matrimonios no tienen el valor de enfrentar los conflictos y para no herirse más lo niegan. No se tiene en cuenta que un problema sin solucionar, por pequeño que sea (Cnt. 2:15), hará nacer raíces de amargura en el corazón.
Tampoco se debe aplicar el "tratamiento del silencio" como medio para evitar la controversia. A veces se escoge esta opción pues parece menos dolorosa, pero el silencio a la larga nunca da resultados. Puede ser que se necesite un momento de silencio pero finalmente se tendrá que enfrentar la situación.
Bien lo decía en sabio Salomón:"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora..... tiempo de callar, y tiempo de hablar."Eclesiastés 3:1, 7
Un conflicto sin solucionar sigue una secuencia:



ENOJOà HERIDA àRESENTIMIENTOàAMARGURAàAISLAMIENTO

Trivializar o suavizar el conflicto. Es cuando alguno de los dos cede, asumiendo la culpa, para ser aceptado. Este puede ser un mecanismo de chantaje. También se llega a ceder, a costa de las convicciones o metas personales, pues lo más importante es mantener la relación así ésta sea solo de apariencia.

Retirarse del conflicto. La persona cede y prefiere perder. La meta está en no chocar, aún a costa de las relaciones y de las convicciones. El mensaje que se comunica es "tu no eres importante para mi". En vez de enfrentar el conflicto se rompe la comunicación, refugiándose en otras actividades como el trabajo, la televisión, etc. Es una forma de ocultar el conflicto como cuando de esconde la basura bajo la alfombra, esperando muchas veces ante la desesperación del cónyuge, para que el tiempo los vaya resolviendo (Ef 4:26-27).

Culpar o rebotar el conflicto. Es una forma de querer solucionar un conflicto culpando al otro para disculparnos nosotros. Esto fue lo que hizo Adán en el Edén cuando culpó a Eva para salir del problema (Mt. 7:1-5).

Dominar o vencer en el conflicto. Lo grave de esta reacción es que se pretende imponer las convicciones sobre las del otro, aún en forma agresiva, porque no se valora mucho la relación. Es más importante vencer que la persona misma. Si hay una ganador habrá un perdedor. Cuando se tiene esta actitud se ataca al otro hasta aplastarlo (Gá. 5:15).

Espiritualizar o idealizar el conflicto. Es cuando se argumenta acerca de que los conflictos no deben existir pues son malos y destructivos. Lo que se busca es mantener una "fachada de perfección" hacia los demás mostrando una imagen de mucha espiritualidad y falsa santidad (Gá. 6:1-3).

Usar "armas" en el conflicto. Muchas parejas se acostumbran a usar ciertas "armas" en la solución de sus conflictos, las cuales en lugar de ayudarles lo que hacen es agrandar el problema.
Algunas de esas "armas" son:
  • La explosión de ira.
  • El silencio.
  • Las lágrimas
  • Palabras ofensivas.
  • Actitudes despreciativas.
  • Fingimiento de enfermedades.
  • Llevar la contraria.
  • Negativa a la relación sexual.
  • Amenaza de abandono.
  • Privación de privilegios.

viernes, 19 de agosto de 2016

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable...el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Después de la luna de miel

Para tí, esposo y padre

La luna de miel

Por Jorge Taylor

Y AHORA, ¿QUÉ?

La luna de miel ha terminado y te hallas en casa con tu esposa. Ante ambos se abre una nueva etapa llena de insospechadas interrogaciones.
La luna de miel fue una experiencia inolvidable y feliz que comenzó al concluirse la ceremonia nupcial y salir de viaje. Ahora has empezado otro tipo de relación, “posiblemente una de las más importantes en la vida del hombre”.
Eres esposo. Eres marido. Te parecerá casi increíble, pero… ya estás casado.
¿Qué puedes esperar? ¿Será el matrimonio como lo habías soñado? ¿Qué puedes hacer tú para que la unión de los dos sea feliz? ¿Cómo desempeñar tu parte a cabalidad para que la vida matrimonial resulte satisfactoria en todos sus aspectos?
El éxito del, matrimonio depende de que cada uno de los dos contrayentes cumpla cabal y fielmente las funciones y responsabilidades que le pertenecen. Mucho le toca a tu mujer, desde luego, que es tu querida esposa y el alma de la casa. Pero quizás mucho más a ti, que como hombre llevas la dirección del hogar.
Cuando una pareja decide formalizar su amor en el matrimonio, ambos están generalmente llenos de ilusiones y convencidos de que la unión ha de ser, como se suele decir, “para toda la vida”.
¿Cuáles son, sin embargo, las causas de que no siempre ocurra así? Es un hecho sabido, hoy día más que nunca, que un número considerable de matrimonios terminan en fracaso. Se calcula que dentro de unos diez años más del 50 por ciento tendrán serias dificultades o se hallarán al borde “del divorcio”. ¿Por qué?
La felicidad matrimonial es el resultado de un ajuste de personalidades sobre una base mutua de amor. Cuando alguno de los dos —o ambos— falla en cualquier aspecto de la parte que le corresponde, el equilibrio matrimonial se rompe y la vida en común se hace aburrida o insoportable, si es que antes no termina en la separación.
Pero ese ajuste es algo casi imposible, dirás, puesto que en la vida real muy rara vez se encuentran dos personalidades que armonicen a perfección entre sí. Cierto, y por eso precisamente es aquí donde aparece la primera palabra clave hacia una relación satisfactoria.
Esa palabra es adaptación. Cuando tanto tú como tu esposa entienden y reconocen las respectivas áreas de su responsabilidad en la unión, están en condiciones de adaptarse cada uno a la personalidad del otro.
¿Qué quiere decir esto? Adaptación no significa necesariamente ceder siempre. No es que el hombre espere que su mujer se acomode constantemente a sus puntos de vista; ni que la mujer pretenda que su esposo haga siempre lo que ella quiere. El secreto consiste sencillamente en buscar cada uno primero el bienestar y la satisfacción del otro. Lo cual lleva en sí el resultado sorprendente de producir también la propia satisfacción y el propio bienestar.
La capacidad de adaptación depende proporcionalmente del grado de madurez emocional. Muy a menudo nos encontramos con personas que, aunque adultas en edad —veinte, treinta, o más años— se comportan no obstante como niños.
Seguro que tú conoces muchas personas de ese tipo. De todos modos, permíteme señalar aquí las principales características que muestra la persona que posee madurez emocional.
Podemos empezar por la objetividad. La persona dotada de madurez emocional tiene la capacidad de contemplar cualquier situación desde distintos puntos de vista además del propio. No permite que sus sentimientos o sus intereses personales interfieran con su juicio. Sabe, como si dijéramos, salirse de sí misma y ponerse en el lugar de los demás. Su pensamiento es “objetivo”, es decir, ve no sólo por sus ojos, que es lo “subjetivo”, sino también por los ajenos.
Es obvio que esta cualidad de ser objetivos es de suprema importancia en el matrimonio, donde a diario se presentarán situaciones en que los puntos de vista del marido y su mujer diferirán uno del otro. Puede decirse, además, que sin objetividad no puede haber adaptación.
La madurez emocional se halla también en lo que pudiéramos llamar relación de edad. Quiere decir que una persona normal ha de actuar y conducirse en todo momento en relación a su edad cronológica. “Un niño de cinco años, por ejemplo, que se comporte y piense como un niño de cinco años demuestra madurez emocional. En cambio, una mujer de treinta que actúe como una niña de trece o catorce dista mucho de poseer madurez emocional.
En realidad, pocas cosas hacen tan difícil la adaptación en el matrimonio como el hecho de que alguno de los dos —o ambos— carezca de madurez emocional por falta de relación de edad. El niño ha de ser y hacer como niño; el adolescente como adolescente; el adulto como adulto; el anciano como anciano.
El concepto de la madurez emocional envuelve también sentido de responsabilidad. La persona ha de ser capaz de “responsabilizarse con sus decisiones” —y no refugiarse o depender de las decisiones de otras personas. Significa primeramente que las decisiones no han de tomarse a la ligera, sino como producto de una consideración previa de todas las posibles consecuencias; luego que una vez tomada una decisión, la persona deberá estar dispuesta, a seguir todos los pasos que la misma requiera.
Otra cualidad que forma parte de la madurez emocional es la aptitud de actuar en la vida con independencia. No me refiero a actuar con aislamiento o rebeldía, sino más bien a la capacidad de tomar decisiones y asumir responsabilidades que viene con el desarrollo completo de la personalidad.
Es de suma importancia para la paz del matrimonio que tanto el esposo como la esposa se hallen independientes de ataduras ajenas a su unión. Sucede a veces que el que se casa no parece darse cuenta de que ha entrado en una nueva vida en la que debe cortar, o por lo menos subordinar, la mayoría de sus lazos e intereses con el pasado.
Hay matrimonios en que la esposa; una mujer que por edad ya ha alcanzado completamente la etapa adulta, continúa no obstante apegada a su madre como si aún estuviera en la niñez.
El mismo caso se presenta también a la inversa. Conocí a un hombre que, aun después de casado, tenía que ir todos los días a casa de su madre, donde casi siempre se quedaba a comer. Su esposa preparaba la comida… sólo para quedarse esperando la mayor parte de las veces. Un día la pobre mujer no pudo más y confrontó a su marido con la situación: o compartía la vida con ella como Dios manda, o ella se iba definitivamente para casa de su madre.
Si el que se casa resulta incapaz de asumir la independencia que el matrimonio exige, es que carece de madurez emocional y por lo tanto no puede ser feliz ni traerle felicidad a su cónyuge.
Vale notar lo que dice la Biblia en referencia al matrimonio: “Por esta causa dejará el hombre padre y madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.” Claramente quiere decir la Palabra de Dios que el que se casa ha de independizarse completamente de toda unión anterior, aun la más cercana en la sangre.

LA ADAPTACIÓN EMOCIONAL

Al hablar de la adaptación emocional estoy refiriéndome a una de las cualidades más importantes de la personalidad. Es algo que tiene que ver con el control y dirección del mundo variado de los sentimientos. La capacidad de adaptación emocional es indispensable para la armonía y comprensión en el matrimonio, pues de ella depende en alto grado el éxito en la actividad sexual, en las relaciones sociales, y en la organización económica.
Debes empezar, marido recién casado, por reconocer que entre el hombre y la mujer existe una enorme diferencia en la forma de expresar sus emociones. Generalmente el hombre es comedido, mientras que la mujer es espontánea. El hombre piensa que con una vez que diga las cosas basta; la mujer, en cambio, necesita oír con frecuencia las mismas palabras amorosas de su esposo.
No te debes extrañar, pues, si cada mañana o una vez por semana tu esposa te pregunta si todavía la quieres. Esto es para ella como el agua fresca para las plantas. Significa que no debes ser parco en prodigarle a tu esposa los elogios, las atenciones y las galanterías que solía recibir de ti durante la época del noviazgo.
Desde el punto de vista del hombre, el hecho de volver y permanecer en el hogar luego de todo un día de trabajo es prueba suficiente de su amor hacia la mujer. Para ti, tal vez; pero para ella no basta. Tu esposa necesita tus demostraciones de cariño, escuchar de tu voz el “¡Te quiero!” y toda la ternura que refleja el misterio del amor.
Si te examinas a ti mismo, tendrás que admitir que tú también necesitas de las manifestaciones de cariño y de los mimos de tu esposa, si es que de veras la quieres, Pues la expresión del amor es mucho más importante aun para el alma femenina.
En segundo lugar, debes tener en mente que en el matrimonio se busca la unidad de dos personalidades. Pero esta unidad ha de ser para enriquecerlas a ambas, nunca para impedir su respectivo desarrollo. Es decir, tanto tú como tu esposa continuarán desarrollando cada uno su propia individualidad. La unidad de los dos servirá precisamente de estímulo recíproco para ello y a la vez para que los dos lleguen a formar y a ser “una sola carne”.
“Cada marido —dijo Fritz Künkel— es responsable de darle a su mujer la oportunidad de hacerse más mujer de lo que era antes del matrimonio”. Esto significa que la personalidad de la mujer seguirá desarrollándose y que la actitud del marido habrá de contribuir bien a estimular o bien retardar ese desarrollo. Tu esposa no deberá seguir siendo niña ni estancarse en su desarrollo, sino al contrario: gradualmente deberá ir haciéndose más y más mujer. Pero tú tienes que ayudarla.
Permíteme insistir. Esta unidad de la vida matrimonial no significa que las dos personas habrán de llegar a sentir y ser la misma cosa. No; lo que quiero decir es que los dos llegarán a conocerse mejor, a identificarse el uno con el otro y a hacerse cada uno cómo un complemento del otro. Hay una expresión familiar que sirve para ilustrar esta idea: “Mirar uno por los ojos del otro”.
Al principio esta adaptación emocional puede resultar difícil para ambos, ya que en cierto modo significa comenzar a pensar no tanto en yo como en nosotros. Después de haber vivido todos los años anteriores de la vida —dieciocho, veinte, treinta, a veces más— pensando solamente en mí, no es fácil cambiar de pronto y comenzar a pensar en nosotros. Pero es muy necesario e importante. Cuando tú puedas pensar ya en unidad y en lo que tú y tu esposa van a decidir o a hacer, sentirán ambos el aliento estimulante de una nueva corriente de vida.
La adaptación emocional supone también interdependencia emocional. Y esto es importante. En muchos matrimonios existe de hecho una relación de dominio y sumisión, bien sea que el hombre es el dominante y la mujer se somete o a la inversa. En estos casos puede tal vez haber adaptación; pero será una adaptación forzada, anormal. Según estudios e investigaciones, tales matrimonios no pueden conocer plenamente la felicidad. Esta sólo puede alcanzarse cuando entre los dos existe interdependencia emocional, es decir, cuando cada uno depende del otro por lo menos en los aspectos básicos del matrimonio.
No olvido en este punto lo que nos dice la Biblia, que el hombre es la “cabeza del hogar”. Creo que el hombre debe ser el que decida, el que represente, el que ayude y el que asuma, en una palabra, la dirección del hogar. Pero esto no quiere decir que necesariamente el marido haya de ser un dictador, que impone su voluntad y que toma decisiones sin consultar, gústele o no, a su mujer. La interdependencia emocional significa que esa dirección se ha de inspirar en el amor y la comprensión, no en el dominio y la fuerza.
Algo que puede ayudarte en la adaptación emocional es recordar que todavía 10 y tu esposa están en el proceso de conocerse. Generalmente los recién casados han llegado al matrimonio con la idea de que ya se conocen bien. Posiblemente tú piensas que conoces bien a tu esposa. Pues déjame decirte que antes de casarse uno ha conocido sólo una pequeña parte de la personalidad del otro. Es luego en el matrimonio que va descubriendo y sabiendo cosas que antes ignoraba. Dice el Dr. Künkel que se necesitan por lo menos siete años de vivir con una mujer para empezar a conocerla. Así que no pienses que ya tú conoces a la tuya; lejos de eso, vas a ver que cada día te trae rasgos o facetas nuevas de la personalidad de tu mujer que no sospechabas.
Algunos hombres llegan a pensar que su mujer los engañó cuando eran novios pues entonces no mostraban tal tipo de conducta. Pero tal no es realmente el caso. Lo que sucede es que como tú la veías sólo en determinadas situaciones y no todo el tiempo, no podías conocer muchos aspectos de su personalidad. Ahora que viven juntos es otra cosa. Como están bajo el mismo techo, duermen en la misma cama, comen en la misma mesa, y se ven en los más íntimos detalles de la vida doméstica, tienes amplia oportunidad de ir descubriendo y conociendo lo antes no habías podido saber de tu esposa.
Por último, quizás el factor más importante en la adaptación emocional es el grado de madurez emocional que tú y tu esposa hayan alcanzado. Ya hemos comentado sobre el caso de personas que son adultas cronológicamente hablando pero emocionalmente se comportan como niños.
Una persona madura emocionalmente no es como un niño. El niño demanda constantemente; quiere recibir pero no sabe cómo dar. El fenómeno cambia algo en el caso de los adolescentes. Los adolescentes también exigen, sólo que muchas veces no quieren aceptar lo que se les da. Es la misma falta de madurez emocional. La persona con madurez emocional es una que puede recibir y dar amor, cosa que es indispensable para el éxito de un matrimonio.
Otra señal de madurez emocional es la capacidad de comprender los sentimientos de otras personas. Comprender en este caso lleva también la idea de participar. Es muy importante que puedas comprender a tu esposa, es decir, sentir lo que ella siente, identificarte emocionalmente con ella. Cuando llegas a tu casa por la noche y encuentras que tu mujer está triste o desilusionada, tu comprensión será la habilidad de identificarte con ella, de ponerte en su lugar y tratar de saber por qué ella se siente triste o desilusionada. La comprensión a tiempo puede disolver muchas nubes ligeras, impidiendo que se acumulen y se conviertan más tarde en tempestades.
Las personas dotadas de madurez emocional suelen también ser objetivas. O sea, pueden reconocer sus propias faltas y sus propias limitaciones, y están dispuestas a aceptarlas y a corregirlas en vez de tratar de esconderlas y huir de ellas. Cuando el esposo posee la virtud de reconocer sus faltas tanto como las de su esposa y tiene la capacidad de identificarse con ella, el matrimonio está en el camino seguro de la adaptación emocional y la felicidad conyugal.
Tal vez pienses que en el caso particular de tu vida matrimonial la adaptación emocional es muy difícil. En realidad, no tiene por qué ser así. Si ambos, el esposo y la esposa, están de veras interesados en alcanzar la felicidad en su matrimonio, la mitad de la batalla está ganada. Algo que ayudará mucho es que tú, como esposa, se señalen algunas metas para los próximos dos o cinco años. La primera de esas metas debe ser el llegar a comprender bien a tu esposa/o. Lo que quiero decir es que, si hay una meta, ya tú tienes algo a que ceñirte, algo que te sirva de guía.
A menudo nos encontramos con personas que han ido al matrimonio sin ninguna meta. Las probabilidades de que esos matrimonios tropiecen con dificultades son muchas. Ninguna otra meta mejor para tu paz emocional, pues, que la de llegar a comprender de la manera más completa a tu esposa, identificándote con ella y haciendo así que ella encuentre también la paz emocional en su propia identificación contigo.
En su libro Noviazgo, matrimonio y familia, la pareja Schnepp ofrece una serie de consejos acerca de cómo alcanzar la madurez emocional. He aquí esos consejos:
    • Tener dominio propio.
    • Buscar la base racional que hay siempre detrás de todo conflicto emocional.
    • Respetar cada uno al otro y considerar sus necesidades y deseos.
    • No alterarse por cosas insignificantes.
    • Estar dispuestos a tomar decisiones y a hacerse responsables de las mismas.
    • Tener un punto de vista que incluya no solamente las conveniencias propias sino también las de la familia y la comunidad.
    • Adquirir un sentido de equidad guiado por el propio criterio.
    • Poseer una fe profunda y sincera.
    • No caer en la minucia que se manifiesta en encontrar fallas y en regañar o ridiculizar a los demás.
    • Reconocer el derecho del otro a que se contesten sus preguntas y a quedar satisfecho.
    • Estar dispuestos a transigir, excepto en lo fundamental.
    • Ser generosos.
    • Tener sentido de humor.
    • Admitir la corrección y sacar buen provecho de ella.
    • Estar constantemente procurando el mejoramiento y el progreso.
    • Simpatizar con los demás y tratar de comprenderlos y de ayudarlos en sus problemas.
    • Hacerse dignos de confianza y practicar la puntualidad.
    • Cooperar, como cónyuge, a la formación de un hogar en el que todos puedan encontrar paz, amor, dicha y seguridad.

Dando por sentada la necesidad indispensable de la adaptación sexual , quisiera recordarte que hay también una adaptación a los distintos cambios o reacciones de tu compañera, cosas que tú no esperabas, cosas que a veces no puedes explicarte. Piensa también en la adaptación cuando surjan las dificultades, las luchas, las peleas. No sé cuándo tendrás el primer disgusto serio con tu esposa ni cuándo se peleará la primera batalla; pero sí te digo que es importante aprender a pelear en la vida del matrimonio. Muchas veces el primer disgusto, la primera pelea, señala pautas para el futuro.
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