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miércoles, 17 de agosto de 2016

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




La controversia gay y lesbiana en el quehacer diario

Los errores de la hermenéutica gay y lesbiana


Por Jaime Mazurek

Sin duda uno de los desafíos más excepcionales que enfrenta la Iglesia de Jesucristo en el siglo xxi es la gran transformación de valores éticos y morales que acontece en la sociedad occidental. Quizás el cambio más trascendental que ha transcurrido en muchas naciones es la aceptación y la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pero no solamente la sociedad secular experimenta este cambio; también sucede entre un número de iglesias protestantes. Para avalar este cambio de postura, diversos pastores y líderes de iglesias simpatizantes con la causa gay han elaborado una nueva hermenéutica, una nueva interpretación de la Biblia que afirma que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo nunca han sido ni son pecado, y que las iglesias deben celebrar y respetar las uniones gay.
Que no haya malentendido. Amamos a las personas sean cuales fueran sus preferencias sexuales, y deseamos que puedan conocer plenamente la acción salvadora y transformadora de Cristo, el Señor y Salvador de todos nosotros. Pero entendemos que la Biblia afirma que las relaciones homosexuales son pecado, asimismo sabemos que hay muchísimas otras cosas identificadas en la Biblia como tal. Ante Dios, la práctica de la homosexualidad no es peor que otras formas de pecado, pues todas nos separan de Él.
Sin embargo, nos enfrentamos a algo único en esta ocasión, pues se hacen grandes esfuerzos para interpretar las Sagradas Escrituras de manera nueva y diferente para afirmar que las relaciones homosexuales no son pecado, cosa que generalmente no pasa en otras instancias. Que yo sepa, nadie está tratando de enseñar que la Biblia dice que mentir, robar o cometer adulterio ya no son pecado. Los que mienten, roban y cometen adulterio generalmente admiten que saben que lo que hacen está mal. Pero la comunidad gay se esfuerza ahora en enseñar que sus acciones no son pecaminosas y que la Biblia concuerda con eso. La hermenéutica gay tuerce las Escrituras en su afán de decir que algo es bueno y puro cuando en verdad no lo es. Quienes defienden la teología gay necesitan conocer mejor la Palabra de Dios.
La hermenéutica gay trata de decirnos que la Biblia nunca ha dicho cosas que durante miles de años han sido comprendidas con perfecta claridad por toda la Iglesia. Es un caso de eiségesis muy claro. Antes de abrir la Biblia fijan el presupuesto que las relaciones homosexuales son buenas y sin pecado, y luego van a las Escrituras con el fin de imponer tal sentido de cualquier manera necesaria para lograr el resultado deseado, el que dé la razón a sus presupuestos.
Las enseñanzas resultantes de la errónea hermenéutica gay gozan de una gran difusión, especialmente en Internet. Es importante y necesario que todo pastor y maestro de la Palabra de Dios sepa cuales son y cómo responder ante ellas. El objetivo de este breve ensayo es evaluar la hermenéutica gay a la luz de las Escrituras y su correcta interpretación. En este escrito no se discutirá el tema de los factores causantes de la homosexualidad o del ministerio cristiano entre las personas homosexuales, temas de gran importancia que ameritan sus propios escritos. Este trabajo se limita exclusivamente al aspecto hermenéutico.
A continuación se examinarán varios textos bíblicos relevantes importantes, cómo éstos son reinterpretados por la hermenéutica gay, y cómo se deben entender luego de una exégesis correcta.

1.  El pecado de Sodoma – Génesis 19:1-25; Ezequiel 16:48-50
Los maestros de la hermenéutica gay afirman que el pecado de los sodomitas no fue su conducta homosexual, sino su falta de hospitalidad y su violencia. Don Eastman[1], anciano de la iglesia pro-gay Metropolitan Community Church declara que se trataba de “una gravísima violación a las antiguas reglas de hospitalidad”.[2]  Afirma que el profeta Ezequiel expresa lo mismo, que entre todos los pecados de Sodoma no figuraba su conducta homosexual.
He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité (Ezequiel 16:49,50).
Eastman insiste en que los homosexuales eran “una pequeña minoría”[3] en Sodoma, un porcentaje pequeño como suele ser el caso entre las ciudades de hoy en día, y que por ende el pecado colectivo de la ciudad que mereció el juicio de Dios no pudo ser la homosexualidad.
Sin embargo, una comprensión clara del texto rinde lo que siempre se ha sabido, que Sodoma era una ciudad con una gran mayoría homosexual. Génesis dice que no fue una “pequeña minoría” quienes querían violar a los varones con Lot, sino que “rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.” Entre todos esos, ninguno se interesó en violar a las hijas de Lot, sino que todos buscaban a los varones. Sin duda, había una gran mayoría homosexual en Sodoma.
Ezequiel describe con detalle los graves delitos y pecados de Sodoma. El contexto es la comparación de los pecados de Judá con los de Samaria y Sodoma. La intención del escritor es mostrar la similitud más que las diferencias entre Sodoma y Jerusalén. Los pecados de Sodoma denunciados son los mismos que los profetas denunciaban contra Jerusalén y Judá (ejemplo, Miqueas caps. 1 y 2). Sin embargo, Ezequiel también incluye la palabra “abominación” (en hebreo “toaybah” – asqueroso, despreciable),
El apóstol Pedro describe la condición de Lot en Sodoma de la siguiente manera:
Pero Dios también rescató a Lot y lo sacó de Sodoma, porque Lot era un hombre recto que estaba harto de la vergonzosa inmoralidad de la gente perversa que lo rodeaba. Así es, Lot era un hombre recto atormentado en su alma por la perversión que veía y oía a diario. (2 Pedro 2:7,8  Nueva Traducción Viviente).
Pedro no enfatiza una sencilla falta de hospitalidad sino la “vergonzosa inmoralidad de la gente perversa” (aselgeia anástrofes“conducta sensual de hombres libertinos” LBLA; “vida desenfrenada de esos perversos” NVI, BAD) y la “perversión” de los habitantes de Sodoma.
Judas también condena los pecados de Sodoma y Gomorra con lenguaje preciso que calza con la actividad homosexual.
como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno. (Judas 1:7)
La expresión “vicios contra naturaleza” (sarkos heteras) habla de “carne diferente” o “carne extraña”, lo no natural. Evidentemente se refiere a relaciones homosexuales y no a una falta de hospitalidad.
Al sumar todas las expresiones de las Escrituras sobre el tema, vemos que el pecado principal de Sodoma fue de veras la práctica de la homosexualidad.

2.   Las leyes mosaicas contra las relaciones homosexuales y el travestimo – Levítico 18:22 y 20:13, Deuteronomio 22:5
La ley de Moisés expresa la prohibición contra la práctica de la homosexualidad con gran claridad.
No te echarás con varón como con mujer; es abominación (Lev. 18:22).
Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre (Lev. 20:13).
Los defensores de la hermenéutica gay intentan justificar la conducta homosexual afirmando que estos textos fueron escritos exclusivamente para los sacerdotes levitas y no para el común del pueblo israelita y que solamente guardan relación con actos sexuales realizados dentro de un rito pagano idolátrico. Es decir, afirman que el sexo homosexual en sí, entre dos personas que no sean sacerdotes levitas y que no estén participando en un rito idolátrico, está bien. Pero al ver el pasaje en contexto uno fácilmente ve lo inverosímil que es semejante interpretación. El texto en Levítico 18 en contexto reza así:
21  Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.
22  No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
23  Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión.
La prohibición contra las relaciones homosexuales sigue inmediatamente después de una prohibición contra el infanticidio, y aparece justamente antes de una prohibición contra la bestialidad. ¿Acaso los defensores de la hermenéutica gay quieren decirnos que si uno hoy no es un sacerdote levita y no está participando en un culto idolátrico que no hay problema con matar a un bebé o con tener sexo con un animal? No puede ser. El significado de los pasajes señalados en Levítico no puede ser selectivamente manipulado de tal manera. Dice lo que significa y significa lo que dice; que las relaciones homosexuales son pecado.
No solamente eso, las leyes contra las prácticas homosexuales no fueron dadas exclusivamente para los sacerdotes sino para todos los israelitas (Véase Lev. 18:2 “Habla a los hijos de Israel, y diles…”). El Antiguo Testamento para nada representa un cuadro donde a los sacerdotes se les prohibía practicar toda suerte de incesto, infanticidio, homosexualidad y bestialidad, pero el común de los israelitas sí lo podían hacer sin caer bajo condenación. Estas leyes se dieron para todos.
De la misma manera, la ley mosaica condena al travestismo, el vestirse con ropas del sexo opuesto en afán de expresar así su sexualidad. “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace.” (Deut. 22:5).  Los defensores de la hermenéutica gay insisten que esta amonestación se limita a no practicar travestismo en medio de un culto idolátrico. Pero nada hay en el texto que indique que esta ley tenía vigencia únicamente dentro de tales límites. La ley era para todos. La palabra “abominación” empleado aquí es el mismo que ya vimos usado en Ezequiel 16:50, que significa “algo asqueroso y despreciable” y que se emplea en relación con el culto idolátrico como también con otras cosas.
Algunos dicen que no es justo demandar el cumplimiento de esta ley, habiendo otras leyes en el mismo capítulo del Deuteronomio que hoy casi nadie toma en cuenta, como no vestir lana y lino juntamente (Deut. 22:11). Uno de los problemas con la hermenéutica gay en cuanto a su interpretación de los libros de la Ley es que no distinguen entre las leyes apodícticas y las leyes casuísticas. Sin duda que hay leyes del Antiguo Testamento que ya no rigen hoy, las leyes casuísticas. Estas son las leyes que tratan situaciones y casos específicos, vinculados a la cultura israelita. Son leyes que no tienen eco en el Nuevo Testamento – por ejemplo las leyes sobre las ofrendas en el altar del tabernáculo. Por otro lado, las leyes apodícticas son las leyes que establecen paradigmas que son aplicables a más de una situación y que son repetidas en el Nuevo Testamento como parte de la Ley de Cristo. Las leyes contra las relaciones homosexuales son apodícticas, pues son para todo el pueblo israelita, en toda circunstancia y son repetidas con claridad en el Nuevo Testamento, como veremos en seguida.

3.  Romanos 1:26, 27
Sin duda, la interpretación más inverosímil que hace la hermenéutica gay es su trato de la bien conocida exhortación del apóstol Pablo a los Romanos.
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. (Rom 1:26,27).
El argumento que hacen los defensores de la hermenéutica gay es que Pablo estaría diciendo aquí que pecar es hacer lo que va en contra de la naturaleza de uno. Por ende, si uno por naturaleza es homosexual, le sería un pecado tratar de hacerse heterosexual. Don Eastman lo dice así: “debemos reconocer que lo que es “contra natura” (para physin) para una persona de hoy, con orientación homosexual, es el tratar de vivir como si fuera heterosexual.”[4]
Pero el texto no deja abierta la definición de “contra naturaleza” para que cada uno inserte lo que quiera ahí afirmando que eso es “su naturaleza” y por ende lo que Dios desea para él. No, el texto dice claramente, “y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer.” Queda evidente que Pablo afirma que “el uso natural” consiste en una relación heterosexual entre un hombre y una mujer. Decir lo contrario es distorsionar al texto.
Este es el texto bíblico más claro que hay sobre el tema, y condena con fuerza tanto la práctica del lesbianismo como del homosexualismo. Declara que estas acciones son desviaciones del padrón establecido por Dios, el fruto de “pasiones vergonzosas”.  Llama a las relaciones homosexuales  “hechos vergonzosos, hombres con hombres”. Es imposible interpretarlo de manera que diga que Dios está animando a las relaciones homosexuales y desanimando las relaciones heterosexuales.

4.  I Corintios 6:9,10 y I Timoteo 1:9-11
El apóstol Pablo vuelve a identificar a las relaciones homosexuales como pecado en dos epístolas, I Corintios y I Timoteo. En ambos casos las menciona como parte de una lista de pecados que caracterizan a los transgresores e impiden el ingreso al reino de Dios.
9  ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
10  ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (I Cor. 6:9,10)
9  conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,
10  para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina,
11  según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. (I Tim. 1:9-11).
En 1 Corintios 6:9 Pablo emplea dos vocablos que dicen relación con la homosexualidad; “los afeminados” malakos, y “los que se echan con varones” arsenokoites.  El segundo vocablo es el mismo que Pablo también emplea en 1 Tim. 1:10 y que es traducido “sodomitas” en la RVR60.
Malakos significaba “suave” y se usaba como peyorativo para describir a los jóvenes o niños que participaban en las relaciones sexuales pederastas,[5] los hombres y niños que se dejaban abusar sexualmente por otros hombres.[6] Arsenokoites aquí en I Cor. 6 probablemente describe al hombre que llevaba la iniciativa de tener relaciones homosexuales con el malakos.[7]  
El defensor de la hermenéutica gay, Don Eastman, afirma que el mal que Pablo condena entonces no es la homosexualidad, sino la prostitución. Sin duda, la prostitución, sea heterosexual u homosexual, es pecado. Pero arsenokoites se emplea sin malakos en I Tim. 1:10, en referencia a la homosexualidad en sí. Interesantemente, en la versión Septuaginta, Levítico 20:13 rinde “se ayuntare con varón” en griego como arsenos koiten.  Es un vocablo con una larga historia como expresión de “homosexual”.

Así podemos ver claramente que la Biblia no aprueba ni celebra a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento afirman que tales cosas son pecado. Es muy necesario que todo pastor, pastor de jóvenes, y educador cristiano sepa esta verdad con absoluta claridad, para poder orientar y enseñar a nuestros jóvenes y adultos sobre el ideal divino para su realización personal en el matrimonio cristiano de un hombre y una mujer, como hijos de Dios. Como dijo el pastor inglés John Stott,
El rechazo cristiano de las prácticas homosexuales no descansa sobre “unos pocos y aislados textos… cuya explicación tradicional puede ser derrotado”. Las prohibiciones escriturales negativas contra las prácticas homosexuales solo tienen sentido en la luz de la enseñanza positiva en Génesis 1 y 2 sobre la sexualidad humana y el matrimonio heterosexual. Sin la sana y positiva enseñanza de la Biblia sobre el sexo y el matrimonio, nuestra perspectiva sobre la pregunta homosexual seguramente se distorsionará.[8]
Que Dios nos ayude a instruir bien a nuestros jóvenes sobre los errores de la hermenéutica gay y sobre la verdad bíblica de la bendición de la unión matrimonial entre un hombre y una mujer.



[1] Nótese que Don Eastman no es Dick Eastman, autor de múltiples libros sobre la oración.
[2] Don Eastman, “Homosexualidad: ni enfermedad ni pecado, qué dice y qué no dice la Biblia” en Internet; www.mcchartford.com/icmhomosexual.html; último acceso 28 de marzo, 2016.
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Gordon Fee, Primera Epístola  a los Corintios, 275.
[6] Simon J. Kistemaker, Comentario al NT – 1ra Corintios, 169.
[7] Fee, 276.
[8] John Stott, citado en http://goop.com/dr-john-stott-on-homosexuality-in-the-bible/, último acceso 25 de mayo, 2016.
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