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miércoles, 1 de julio de 2015

¿Entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Cuatro razones para estudiar la hermenéutica

1. Aprender principios para interpretar las Escrituras

   Explicar cuatro razones por las cuales necesitamos estudiar la hermenéutica.

Los principios nos ayudan en muchas actividades de la vida, tal como la de conducir un vehículo. Debido a que los conductores tienen reglas o principios, conducen por el lado correcto de la carretera. No adelantan en las cuestas, porque podrían venir otros vehículos en dirección contraria. Circulan lentamente en las zonas atestadas. Se estacionan al lado de la carretera, ¡y no en medio del tráfico!

Cuando los conductores no se sujetan a los principios que deben observar, ocurren accidentes y queda gente herida. Imagínese los problemas que tendríamos si no hubiera ningún principio para los conductores. Tendríamos un caos en nuestras carreteras.

   ¿Por qué necesitamos ciertos principios para interpretar la Biblia?

Así como necesitamos principios o reglas para conducir, también necesitamos ciertos principios para interpretar las Escrituras. Es decir, para interpretar la Biblia, los creyentes deben poner en práctica dichos principios. De lo contrario, habrá accidentes y quedará gente herida.

En la introducción a este capítulo, mencionamos algunos problemas que ocurren cuando la gente interpreta las Escrituras a su manera. En la actualidad, algunos creyentes siguen interpretando la Biblia como les parece bien ante sus propios ojos. Pasan por alto los principios básicos de la hermenéutica. Por consiguiente, se produce un caos.

    •      Uno dice que podemos comer carne de cerdo; otro, que no podemos.

    •      Uno dice que debemos asistir al culto los domingos; otro, que debemos hacerlo los sábados.

    •      Uno dice que llamemos a los ancianos de la iglesia para que oren por nosotros cuando estamos enfermos; otro, que nunca debemos reconocer que estamos enfermos.

    •      Uno dice que los creyentes deben orar en lenguas hoy; otro, que las lenguas cesaron cuando se terminó de escribir la Biblia.

    •      Uno dice que Jesús es divino; otro, que solamente era humano.
    •      Uno dice que María no pecó jamás; otro, que todos han pecado.

Estos ejemplos muestran lo que sucede cuando cada uno interpreta la Biblia a su manera (Gibbs 1994, 16). ¡El caos! Por tanto, necesitamos principios que nos guíen cuando interpretamos la Biblia.


2. Desarrollar habilidades para responder preguntas difíciles

Felipe le preguntó al etíope: “¿Entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:30–31). Los principios enunciados en este curso nos guiarán en la comprensión de lo que leemos en la Biblia. Para cuando termine de estudiar este libro usted debiera ser capaz de contestar preguntas difíciles como éstas:

    •      El Espíritu Santo nos enseña todas las cosas. No tenemos necesidad de que nadie nos enseñe (1 Juan 2:27). ¿Por qué, pues, necesitamos maestros?

    •      Jesús no vino para traer paz a la tierra, sino una espada (Mateo 10:34). ¿Por qué, pues, cantaron los ángeles “y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14)?

    •      “El que sacrifica buey es como si matase a un hombre” (Isaías 66:3). Entonces, ¿es malo matar un buey?

    •      ¿Está bien usar un poco de vino debido a problemas estomacales (1 Timoteo 5:23)?

    •      ¿Son nuestras todas las bendiciones de Abraham (Gálatas 3:14)?

    •      Pablo dijo: “Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (Romanos 7:18–19). ¿Son esclavos del pecado los creyentes?

    •      Jesús dijo: “No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón” (Mateo 10:9–10). ¿Es un error viajar con dinero y una maleta? ¿Debemos viajar descalzos?


3. Usar bien la Palabra de verdad

   Al citar a una persona, ¿por qué es necesario dar a sus palabras el sentido que les corresponde? Explique.

¿Han tergiversado alguna vez sus palabras? Quizás usted le habló a alguien sobre un asunto personal. Luego esa persona “interpretó” mal lo que usted dijo y se lo dijo a otra, con el resultado de que alguien lo culpó de algo que usted nunca dijo.

   ¿Cómo la gente de los tiempos de Jesús torció lo que Él dijo sobre el templo?

La gente de los tiempos de Jesús usó sus palabras con el propósito de acusarlo. Sin embargo, no interpretaron bien sus palabras, sino que lo acusaron de planear la destrucción del templo de Herodes y de reedificarlo en tres días (Marcos 14:58). No entendieron que Jesús hablaba del templo de su cuerpo. Así pues, vemos que quienes erraron fueron los intérpretes, y no Jesús. La Palabra de Dios es siempre verdadera, pero debemos tener cuidado de interpretarla correctamente. De lo contrario, podemos basar nuestras creencias en la inestabilidad de las interpretaciones humanas en lugar de la roca firme de la Palabra de Dios.

Hace algún tiempo circuló un rumor en el sentido de que Tomás Harris —autor del libro I’m Okay, You’re Okay [Yo estoy bien, tú estás bien]— se había suicidado. Un conocido maestro de la Biblia creyó este rumor y lo usó en uno de sus mensajes. Dijo que el suicidio de Harris demostraba que su libro era falso. Pero el rumor no era cierto, porque Tomás Harris todavía estaba vivo. Por consiguiente, Harris demandó al maestro, que tuvo que pagar una gran suma de dinero por calumnia (Baron 1987, 64). Este caso lamentable ilustra una gran verdad. No basta con que seamos sinceros en lo que creemos; debemos también creer la verdad.
Muchas personas son sinceras, pero están equivocadas. Rara vez ellas tienen dudas; pero también rara vez tienen razón. Muchos citan las Escrituras y creen que hacen la voluntad de Dios. Pero no basta con ser sincero, como lo revela este pasaje:

  No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mateo 7:21–23)

La gente descrita en ese pasaje parece sincera. Pero en alguna parte se desviaron del camino correcto. La Palabra de Dios es verdadera y sus promesas firmes. Pero debemos usarla como Él se lo propuso. “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11). Dios no prometió bendecir su Palabra para que la usemos en todo lo que nos propongamos.
Satanás es descarado. Aun trató de hacer que Jesús usara la Palabra de Dios con un propósito equivocado. Le recordó que Dios había prometido enviar a sus ángeles para protegernos (Salmo 91). Así que lo instó a que se lanzara desde el pináculo del templo (Mateo 4:6). Desde luego, Jesús lo resistió, citando otro pasaje de las Escrituras. Dios no envió la promesa de Salmo 91:11–12 para permitirle a su pueblo que lo tentara. Como Satanás no interpretó bien la Palabra de Dios, Jesús lo reprendió.

En la actualidad, Satanás continúa torciendo las Escrituras. Induce a los falsos maestros a interpretar la Biblia de tal manera que lleven a la gente a la perdición.

    •      “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1).

    •      “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado” (2 Pedro 2:1–2).

    •      “[Pablo ha escrito] casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3:16).

Nosotros no queremos torcer las Escrituras ni seguir a aquellos que las interpretan erróneamente. Al contrario, queremos usar bien la Palabra de verdad (2 Timoteo 2:15). Debemos interpretar la Biblia de modo que cumpla con los propósitos de Dios. Por esta razón es que estudiamos la hermenéutica, para usar la Palabra de Dios conforme a sus propósitos. Entonces podremos estar seguros de que confiamos en las promesas, sin dudar de ellas.


4. Relacionar los tiempos bíblicos con los nuestros

Considere estas grandes brechas existentes entre las Escrituras y nosotros.

    1.      La brecha del tiempo. Hay un espacio de casi dos mil años entre cualquier libro del Nuevo Testamento y nosotros. Por consiguiente, interpretamos un libro que fue escrito hace casi dos milenios. Así pues, necesitamos ciertos principios que nos sirvan de guía.

    2.      La brecha cultural. Los pueblos de la Biblia tenían valores, tradiciones, costumbres y prácticas diferentes de los nuestros. Los escritores del Antiguo Testamento escribieron en hebreo de derecha a izquierda. A veces celebraban los cultos en los templos y en las sinagogas, se lavaban los pies, se saludaban unos a otros con un beso, o sacrificaban animales. Comían comidas diferentes de las nuestras y gobernaban sus vidas conforme a reglas diferentes. Tenemos, pues, necesidad de ciertos principios para interpretar lo que Dios les dijo.

    3.      La brecha del idioma. Ya que los pueblos de la Biblia hablaban hebreo, arameo y griego, este libro fue escrito en estos idiomas. Siempre hay necesidad de seguir ciertos principios cuando traducimos de un idioma a otro.

    4.      La brecha histórica. Cada libro de la Biblia fue escrito en un momento específico de la historia. A veces Dios les habló a los esclavos, a los amos, a los guerreros, o a los presos. Envió su Palabra a judíos y a gentiles. Los principios nos guiarán para entender el entorno histórico de los primeros lectores de estos libros.

La Hermenéutica es un estudio de 9 lecciones diseñado para servir como una ayuda en la comprensión correcta del texto bíblico.
  Link
1. Introducción a la interpretación de la Biblia Bajar
2. Figuras literarias y sus definiciones Bajar
3. Ayudas para entender bien la palabra divina Bajar
4. Métodos de interpretación Bajar
5. El método inductivo de interpretación Bajar
6. La exégesis: Situación histórica y biográfica Bajar
7. Pautas para interpretar la narrativa del Nuevo Testamento Bajar
8. Pautas para interpretar las epístolas del Nuevo Testamento Bajar
9. Pautas para interpretar el Antiguo Testamento Bajar

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jueves, 12 de marzo de 2015

El varón tiene una costilla menos que la mujer : ¡Alguien debe decírselo al que escribió la Biblia!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Lea siempre con cuidado
En uno de los programas de televisión, cierto cómico respondió equivocadamente a una pregunta bíblica. Según la Biblia, dijo, el varón tiene una costilla menos que la mujer. Cuando el jefe del programa lo corrigió, respondió: “¡Alguien debe decírselo al que escribió la Biblia!”
 
Por supuesto, estaba equivocado. La Biblia no dice tal cosa. (Véase Gn. 2:21–23.) Había cometido el error de no leer el texto con cuidado; o acaso, de no haberlo leído nunca. En todo caso, era como un gran número de personas que meten al texto sus propias ideas sin verificarlas.
 
Todo lector de la Biblia puede acostumbrarse tanto al lenguaje bíblico que llega a leer por encima de las palabras muy conocidas, creyendo que las lee con toda exactitud. Cuando lee así, los errores de su lectura habitual se graban aún más profundamente en su cerebro.
 
Para entender correctamente cualquier pasaje escrito, es necesario leerlo siempre con cuidado. Entre más importante sea lo que está escrito, más serios serán los errores que se cometen al no leerlo bien.
 
El error de este cómico era relativamente sin importancia; pero ilustra este tipo de error muy común. Era serio sólo en el sentido de que las ideas falsas acerca de la Biblia tienden a destruir la confianza de los que podrían aceptar sus enseñanzas.
 
¿Quién no “sabe” que eran tres los magos que visitaron al niño Jesús en Belén? El evangelista Mateo relata la historia (2:1–12) sin decir cuántos eran. Es muy probable que fueran más de tres, ya que la caravana con la que probablemente viajaron, estaba compuesta de muchas personas. La idea de que eran tres magos, probablemente viene de los tres tipos de regalo que le llevaron: oro, incienso y mirra. Por supuesto, los nombres que les ha dado la tradición, son completamente ficticios.
 
El lector debe ver con cuidado las palabras que encuentra en el texto. Es posible que una palabra se tome por otra. Se cuenta que un lector no muy experto leyó Génesis 2:20, sustituyendo la palabra “idónea” por “ideona”. Se puso a pensar sobre esta palabra desconocida y dijo: “Sí, es verdad que Dios nos ha dado mujeres ideonas. Tienen muchas ideas buenas y nos ayudan de esta manera.” No conociendo la palabra “idónea”, la leyó como si fuera “ideona”, y le dio su propia interpretación.
 
Con gran frecuencia se cita equivocadamente 1 Timoteo 6:10: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero.” Comúnmente se cree que el dinero mismo es la raíz de todos los males, especialmente porque los lectores no han puesto mucha atención a todas las palabras del texto; o acaso han repetido el error común de los que citan este texto. Por supuesto, es el amor al dinero que se llama la raíz de la maldad. Pero tampoco es la raíz de todos los males, sino una raíz de toda clase de maldad. En estos detalles, el sentido correcto se encuentra en mejores traducciones de la Biblia.
 
Al hablar del cuerpo que reciben los creyentes en el cielo después de la muerte, Pablo escribe:
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu (2 Co. 5:5).
 
Yo lo había leído siempre suprimiendo algo de la frase: “nos hizo para esto”, leyéndola: “nos hizo esto”. La entendía como si dijera que Dios nos había preparado el cielo como una habitación. Un día me di cuenta de mi error. Entonces entendí que Dios no había hecho el cielo para nosotros, ¡sino que nos hizo a nosotros para el cielo! Nuestra habitación allá no existe para consolarnos frente a la muerte; más bien, es la gran meta para la cual nos está preparando por su Espíritu.
 
Algunos lectores han tropezado con la lectura ambigua de 1 Corintios 15:19, creyendo que el apóstol Pablo enseña que los cristianos que tienen solamente la esperanza en Cristo, son los más miserables de los hombres. Es natural que tal interpretación perturbe a los que lean así el texto.
 
La dificultad está en leerlo mal. Dice más bien: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.” En la Versión Popular se ha redactado para decir: “Si nuestra esperanza en Cristo solamente está referida a esta vida, somos los más desdichados de todos.” La verdad es que nuestra esperanza no es solamente para esta vida, porque habrá una resurrección y la vida eterna.
 
Cuando alguna traducción introduce una duda con respecto a algo muy importante, debemos entender que algo está mal en la traducción, o en nuestra manera de leer el texto.
 
Cuando decimos que se debe leer siempre con cuidado, esto incluye la necesidad de entender y poner atención en la gramática del texto. Desafortunadamente, muchos no han estudiado la gramática lo bastante para distinguir entre las varias partes de la lengua: nombres, verbos, adjetivos, adverbios, pronombres, conjunciones, frases, cláusulas, admiraciones y signos de puntuación. Valdría la pena volver a estudiar los elementos de la gramática.
 
En 1 Corintios 11:27 leemos la enseñanza de Pablo acerca del uso correcto de la cena del Señor. Escribe:
Cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
Con frecuencia el lector entiende que Pablo enseña que el creyente indigno no debe comer de ella.
 
El texto no dice tal cosa. Si así dijera, nadie podría tomarla, porque todos somos indignos como pecadores. Observemos que “indignamente” es un adverbio y que se refiere a la manera de comer, y no al carácter del creyente. Dice que no debemos tomar la Cena de manera indigna, como por ejemplo, burlándose de ella, bebiendo hasta emborracharse, o sencillamente no creyendo que la observación de la Cena tenga valor. Según el v. 29, la manera indigna de comer consistió, en parte, en comer y beber sin discernir el cuerpo del Señor. Las versiones antiguas emplean la palabra “indignamente” en los dos casos, pero la Versión Popular expresa el v. 27 más claramente:
Cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de una manera indigna … De manera que la regla que insiste en que leamos siempre con cuidado, da a entender que debemos observar con cuidado la gramática de cualquier texto. También da a entender que es importante usar una versión de la Biblia que sea clara y exacta en la forma de expresarse.
 
Las versiones más antiguas de la Biblia tenían una falta común al usar un estilo pesado para traducirla. Se debía, en parte, a la costumbre de usar oraciones largas y complicadas. Pero también se debía a la convicción de que era necesario traducir usando las palabras y la sintaxis más parecidas al texto original. Había poca libertad para usar modismos semejantes y un estilo popular en las traducciones. También es posible que los traductores prefieran ese estilo más pesado para dar más importancia literaria a su trabajo.
 
En algunas partes de la Versión de Reina y Valera, especialmente en las Epístolas de Pablo, las oraciones resultan largas y complicadas, sin ninguna necesidad. Véase por ejemplo, Romanos 5:10, 12, 15 y 17. Los ocho versículos de Efesios 1:3–10 se traducen como una sola oración, así como los versículos 15 al 23. En la Versión Popular esta falta se ha corregido, haciendo del primer grupo de versículos en Efesios, siete oraciones, y del segundo grupo, seis.
 
El que lee las versiones antiguas se ve obligado a poner mucha atención en su lectura para sacar el sentido. Se debe hacer esto en todo caso. Pero al leer las oraciones largas y complicadas se debe leer cada frase y cláusula como parte de un todo, haciendo las pausas necesarias para captar la relación entre una y otra parte.
PARA EL ESTUDIANTE
1.     En el Diluvio, ¿murieron todos los seres vivientes? ¿Murieron también los peces? (Gn. 6:7; 7:3).
2.     Cuando Jesús dijo: “La verdad os hará libres”, ¿lo dijo en un sentido sin límites? (Jn. 8:31, 32).
3.     Según Filipenses 4:13, ¿puede el hombre hacerlo todo?
4.     Según Génesis 38:9, 10, ¿en qué consistió el pecado de Onán?
Note bien la razón por qué lo hizo.


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Métodos equivocados de uso común en la interpretación: El método correcto se ha determinado eliminando los que son falsos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El método correcto
Debe ser evidente que la interpretación correcta depende de varios elementos. No basta tener el espíritu correcto al comenzar el estudio; será necesario también usar un método correcto.
Aunque el intérprete tenga la sinceridad, la humildad, la reverencia y el espíritu de oración, no podrá llegar a conclusiones adecuadas si no procede usando el método correcto. Conceptos equivocados respecto al propósito del escritor, la validez de sus declaraciones doctrinales, la exactitud de los hechos históricos que relata, y el origen divino del texto, llevarán muchas veces a conclusiones falsas.
Cuando afirmamos que existe un método correcto, no lo hacemos pretensiosamente. El método correcto se ha determinado eliminando los que son falsos, de acuerdo con la conciencia cristiana universal. Los métodos falsos fueron eliminados después de observar las conclusiones falsas que resultaron por el uso de ellos.
Hay tres métodos equivocados de uso común, y los hemos de examinar aquí. Cada uno tiene algo en su favor. Pero cuando se aplican rígidamente, el error de cada uno se hace evidente.
1. El método racionalista consiste en sujetar toda la Escritura al juicio humano para saber si son válidas o no sus declaraciones. Presupone que lo sobrenatural no existe, y que todo texto se puede entender por medio de la razón humana. Pretende ser el método científico porque elimina lo sobrenatural, según la llamada actitud científica que predomina en el laboratorio y en la mayor parte de los centros educativos.
Pero al proceder así, este método viola el verdadero método científico, que no permite al investigador comenzar con prejuicios; no debe juzgar de antemano lo que investiga, antes de reunir todos los datos necesarios. Los que usan el método racionalista muchas veces comienzan rechazando una de las pretensiones fundamentales de la Biblia: que Dios interviene en los asuntos humanos. Los racionalistas entonces comienzan a interpretar la Biblia usando su prejuicio como punto de partida. El resultado es que sacan conclusiones satisfactorias para sí mismos, que son muy diferentes de lo que las Escrituras enseñan claramente.
Este método estaba en boga especialmente durante el siglo XIX, y todavía está en uso. Sin embargo, ha perdido mucho terreno en tiempos recientes aun entre los teólogos más liberales.
El racionalista considera que los milagros de la Biblia—así como todos los eventos sobrenaturales—no eran sino sucesos naturales que se pueden explicar por las leyes naturales que ahora entendemos; o quizá con hechos que los escritores ignoraron o no mencionaron. Afirman que los evangelistas no pensaron engañar a sus lectores, sino que escribieron convencidos de que decían la verdad.
El racionalista resuelve el caso de la alimentación de los cinco mil, por ejemplo, y de los cuatro mil, suponiendo en el primer caso que la generosidad del muchacho estimuló a todos los demás a compartir su alimento con los que no tenían nada. En el segundo caso, suponen la generosidad de los discípulos del Señor. No ven en este suceso nada milagroso; bien que agregan este comentario: que hubo un milagro moral en la generosidad espontánea del pueblo.
En el caso cuando Jesús anduvo sobre el agua del mar de Galilea, los racionalistas ofrecen una resolución ingeniosa. Sugieren que después de remar toda la noche en la tormenta, los discípulos no se dieron cuenta de que estaban cerca de la orilla. Jesús llegó a ellos, no andando sobre el agua, sino sobre la orilla del mar. De noche esta aparición del Señor les pareció milagrosa. Los intérpretes racionalistas señalan la preposición “sobre” (epí) que puede traducirse “junto a”. Es decir, Jesús no andaba sobre el agua, sino por la orilla del mar, en la tierra. Y luego, cuando él entró en el barco, se encontraron en el lugar a donde querían llegar.
Siguiendo el mismo método, encuentran explicaciones para todos los eventos sobrenaturales de la Biblia. Y cuando esto no les es posible, dicen que el texto no es correcto, o que los escritores han engañado a sus lectores, contrario a su costumbre normal.
Debemos observar que estos intérpretes echan mano a cualquier detalle que les pueda servir y rechazan todo lo que milita contra sus conclusiones falsas.
Ha habido varias modificaciones del método racionalista que pueden ofrecernos algo de bueno para entender mejor la historia del evangelio y los textos de los evangelistas. A mediados del siglo XIX, J. C. K. von Hofman, de Erlangen, desarrolló la idea de la historia de la salvación (Heilsgeschichte) en las Escrituras.1 Para él, la cosa más importante no es el texto bíblico sino la historia misma. Según este método se le permite al intérprete criticar el texto sagrado siempre que no perjudique la historia. Aunque este método contribuye algo al estudio de la historia sagrada, el intérprete puede tomar muchas libertades con el texto, contrario a la convicción general de los intérpretes conservadores.
En 1919 apareció la obra de Martín Dibelius, “La Historia de Formas en los Evangelios” (Die Formesgeschichte des Evangeliums.)2 Esta clase de crítica literaria trata de determinar la forma oral de la tradición evangélica que existía detrás de la forma escrita de los Evangelios. Luego procura clasificar y examinar las varias formas que tienen las historias. Los que siguen este método clasifican las historias como declaraciones autoritarias, milagros, historias acerca de Jesús y varios dichos. Estos últimos se clasifican como sabiduría, proféticos y apocalípticos, leyes y reglas para la comunidad, dichos que comienzan con la palabra “Yo”, y parábolas.
Esta clase de análisis no afirma nada sobre la verdad original de la historia; solamente analiza su forma literaria. A veces las historias son llamadas “mitos” o “ ;leyendas”. Sin embargo, este método ayuda al estudio de los Evangelios en que nos da nuevas categorías para el material de los Evangelios. Además, ayuda a desmentir la teoría documental del origen de los Evangelios.
Rodolfo Bultmann fue mucho más allá en su crítica de la historia evangélica. En 1921 publicó su obra “La Historia de la Tradición Sinóptica” (Die Geschichte der Synoptischen Tradition). Entre otras cosas afirma Bultmann que no sabemos casi nada del Jesús histórico. Sin embargo, afirma que el acto de Dios en Cristo es el fundamento de la Iglesia y de la predicación (kērugma). Para él, la historia evangélica está compuesta, en gran parte, de mitos que siguen las formas judías y griegas. La tarea del intérprete es localizar estos mitos y buscar la predicación original a través de ellos, el kērugma. Este proceso lo llama “desmitologizar”; es decir, quitar del Nuevo Testamento sus mitos para descubrir la declaración evangélica original.3
 
Como se puede ver, todos estos métodos se deben considerar como variantes del método racionalista. Hay algo de valor en los métodos críticos de la historia de la salvación (Heilsgeschichte) y de formas literarias (Formesgeschichte). Pero en la desmitologización de Bultmann, no encontramos nada de utilidad.
En fin, no quisiéramos negar el uso de la razón: Dios le ha dado al hombre su inteligencia y espera que la use responsablemente. La inteligencia del hombre no le fue dada para hacerle tropezar; se debe ocupar en el estudio correcto de la revelación divina, iluminada por el Espíritu Santo. La fe y la razón no se oponen la una a la otra, especialmente cuando la razón de la persona existe en una mente sana, obediente a la revelación divina.
2. El método alegórico-místico es otra manera de interpretar la Biblia. Este considera que toda la Biblia fue escrita como una serie de alegorías. Insiste en que no es el significado natural y evidente el que da a la Biblia su importancia, sino el sentido “místico”. Para ellos, “místico” significa oculto o espiritual.
Este método fue inventado por los griegos antiguos que procuraban explicar para sí mismos sus mitos y leyendas. Algunos creyentes cristianos de Alejandría, incapaces de explicar ciertas dificultades bíblicas, adoptaron este método para recomendar las Escritaras y la fe cristiana a sus amigos educados. Aunque los líderes cristianos de Antioquía se oponían, este método siguió afectando toda la historia de la interpretación bíblica, aun hasta el tiempo presente. Era usado especialmente durante la Edad Media. Hoy, la Iglesia Católica Romana apoya algunas doctrinas que tuvieron su origen en este método. Aun entre los evangélicos, hay algunas creencias basadas en el método alegórico-místico.
Parece que una de las razones del porqué algunas sectas modernas usan este método es la misma que le dio origen entre los griegos antiguos; ayudar a desvanecer todo aquello que ellos creen ser contradicciones científicas. Porque cuando se hace a un lado el sentido literal del texto, ya no hay necesidad de preocuparse por su exactitud histórica.
Un ejemplo de la forma en que el método alegórico-místico se emplea, se ve en el trato dado a la experiencia de Daniel en el foso de los leones. Para los intérpretes que usan este método, Daniel nunca estuvo en el foso de los leones, sino que se encontró “preso” por las tentaciones y debilidades comunes entre los hombres. Estos son representados en la historia por los leones. Por medio de la fe Daniel salió ileso. Sus enemigos, sin embargo, cayeron víctimas de esas mismas tentaciones. La lección que encuentran en la historia es ésta: que sólo aquel que tiene fe en Dios puede salir triunfante sobre las dificultades de la vida.
Hay un sentido en que este y otros sucesos de la Biblia pueden ser alegorizados o espiritualizados correctamente. Los predicadores lo hacen con frecuencia en sus sermones que, en otros sentidos, son enteramente fieles al mensaje de la Biblia. Tales eventos pueden usarse como ejemplos o ilustraciones, pero solamente cuando el sentido literal e histórico del suceso es reconocido antes. De otra manera el resultado es una interpretación falsa del texto bíblico.
Otro ejemplo común es la historia de nuestros primeros padres en el Edén. El método alegórico-místico toma la parte de la historia que se refiere al árbol del conocimiento del bien y del mal, como una referencia a las relaciones sexuales. De ahí tenemos el uso popular de la manzana como símbolo del contacto sexual, aunque la Biblia misma no sugiere tal cosa. Para los que lo dudan se debe observar que la Biblia dice más tarde, cuando Adán tuvo contacto sexual con Eva, que “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín …” (Gn. 4:1). Aquí no habla alegóricamente.
Hay, sin embargo, algunas alegorías en la Biblia; se pueden reconocer por sus características que veremos más adelante. Véase, por ejemplo, Gálatas 4:24, donde la historia de Abraham, Sara y Agar es explicada como una alegoría. Pero este sentido le es dado como algo adicional; su sentido histórico no está puesto en duda. Aquí el Espíritu Santo ha dado el sentido alegórico solamente para señalar la diferencia entre los dos Testamentos. Otras alegorías serán identificadas en el capítulo 17 donde se tratan como un tipo especial de lenguaje figurado.
El gran error de este método es que los intérpretes hacen a un lado los hechos importantes de la historia bíblica y perjudican así el sentido claro de la Escritura.
3. El tercer método equivocado es el dogmático. Su nombre se deriva de la palabra griega dogma, que significa enseñanza. Propiamente hablando, toda doctrina cristiana es dogma, aunque desafortunadamente esta palabra lleva cierto sentido desagradable a la mente popular. Se debe a que las doctrinas cristianas se han enseñado muchas veces en un espíritu rígido o dogmático. Sin embargo, el método dogmático no se considera equivocado por ningún espíritu dogmático, sino porque interpreta de acuerdo con los dogmas de algún grupo. Sus enseñanzas son consideradas correctas porque proceden de aquel grupo, y no porque tengan mérito basado en algunos principios aceptados de la hermenéutica.
Por ejemplo, la Iglesia Católica Romana usa este método oficialmente aunque no lo llama por este nombre. Luis Macchi, que escribió con la aprobación eclesiástica, dice:
… el intérprete … debe tener siempre a la vista lo que la Iglesia determinó sobre la interpretación de los Sagrados Libros.4
Cita luego el señor Macchi el Concilio de Trento sobre este asunto:
… que ninguno … se atreva a interpretar … contra el sentido que le ha dado y da la Santa Madre Iglesia …
Otra vez cita el Concilio Vaticano:
… se debe tener por verdadero sentido de la Sagrada Escritura aquel que cree y enseña la Santa Madre Iglesia, a la que toca juzgar del verdadero sentido y de la interpretación de la Sagrada Escritura, por lo que a ninguno es permitido interpretarla contra este sentido o contra el unánime consentimiento de los Padres.
Así como la Iglesia Católica argumenta, parece ser razonable que no interpretemos nada sin darle el sentido que le da aquella iglesia. Pero en este caso será necesario que demuestren que aquella iglesia es la única y verdadera, la que fue encargada con la responsabilidad y capacitada para interpretar las Escrituras. Aún así, esta forma de entender la Biblia no es realmente un método de interpretarla, sino una prohibición de toda interpretación individual; impone la obligación de dejar su interpretación a los oficiales de aquella iglesia.
En una palabra, este método consiste en aceptar lo que la iglesia de uno haya declarado sobre alguna doctrina.
No es, sin embargo, solamente el católico romano el que usa este método; la gran mayoría de los creyentes evangélicos comúnmente interpretan ciertos pasajes bíblicos de acuerdo con las enseñanzas de sus propias iglesias sólo porque son enseñanzas oficiales, o porque son las enseñanzas más aceptadas. Pero de esta manera pueden llegar a ser fanáticos, porque quieren interpretar sin saber ni aplicar las reglas de la hermenéutica.
No es la intención de este escritor usar la Iglesia Católica Romana como “chivo expiatorio”. Sin embargo, algunas doctrinas de aquella iglesia ilustran los errores de que hablamos. Uno de los mejor conocidos es la manera de tratar el texto Mateo 16:18, 19. De allí sacan la enseñanza que afirma que Pedro fue el primer Papa y el fundador de la Iglesia.
Debe admitirse francamente que el pasaje es oscuro y que presenta dificultades para los que quieren interpretarla adecuadamente y sin prejuicios. Pero el examen imparcial no nos da ninguna base para enseñar que Jesús llamó a Pedro “la roca” sobre la que iba a edificar la iglesia. Pero esto no parece preocupar a los que lo creen; no están preparados para abandonar la enseñanza que les ha dado su iglesia. Lo han interpretado dogmáticamente.
Lo mismo sucede con otros textos, tales como Mateo 26:26–28. “Esto es mi cuerpo … esto es mi sangre.” La misa se encuentra en el centro mismo de la teología católica romana. De la misa depende la doctrina de la transubstanciación, 5 y ésta depende del texto sobre “la roca”. Si entendieran el sentido figurado de las palabras, desaparecería la doctrina de la transubstanciación. También en este caso se ve que la forma de interpretar el texto es dogmática y no descansa sobre el método correcto de interpretar las Escrituras.
Entre los judíos es común entender el capítulo 53 de Isaías como refiriéndose a la nación de Israel y no al Mesías. Lo entienden así porque sus rabinos le han dado esta interpretación a través de los años.
Muchos evangélicos aceptan algún sistema escatológico6 sólo porque el doctor Fulano o Mengano así lo enseña, y no porque lo hayan estudiado ellos mismos.
Desgraciadamente muchos bautistas, miembros de la Iglesia de Cristo, los creyentes pentecostales, algunos metodistas y menonitas, y otros, creen que la inmersión es la manera correcta de bautizar porque “mi iglesia así lo enseña” y no porque lo hayan encontrado en la Biblia.
Todos estos son ejemplos de la interpretación dogmática. Pueden o no ser correctas tales interpretaciones. Pero la manera de llegar a la conclusión es incorrecta.
4. El método correcto se llama el gramático-histórico. Siempre requiere que el individuo interprete de acuerdo con las características del idioma, especialmente de aquel idioma en que la Biblia fue escrita, así como aquél a que fue traducida. Considera que la Biblia fue escrita como historia fidedigna; es decir, que su historia no es alegórica ni compuesta de fábulas, leyendas, mitos, tradiciones, engaños, etcétera, sino solamente donde las mismas Escrituras indiquen que algún pasaje debe entenderse en alguno de estos sentidos no literales.
Este método es, además, el más antiguo de todos. Se puede verificar su uso antes del segundo siglo después de Cristo. Mientras que los teólogos de Alejandría usaban el método alegórico para defender las Escrituras, los de Antioquía de Siria seguían usando el método literal. Allí el obispo Teófilo insistía en seguir la práctica antigua de los judíos.7
Más tarde, en el siglo IV, Jerónimo abandonó su método alegórico a favor del método literal. Sin embargo, Agustín nunca pudo estar de acuerdo con Jerónimo aunque avanzó hacia el método literal.
Fueron los reformadores Lutero y Calvino los que dieron el impulso principal al método correcto, por medio de su énfasis en los idiomas originales. Demostraron que el justo entendimiento de ellos aclaraba su sentido verdadero, que tenía que ser literal y no alegórico.
PARA EL ESTUDIANTE
1.     Mencione y describa brevemente los tres métodos equivocados de interpretación, y explique por qué son falsos.
2.     ¿Cuál es el método correcto, y por qué?
1 Bernard Ramm, Diccionario de Teología Contemporánea, (Casa Bautista de Publicaciones, Cuarta edición, 1984).
2 Baker’s Dictionary of Theology, editor: Everett F. Harrison (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1960), p. 227.
3 Ramm, op. cit., pp. 33, 34.
4 Luis Macchi, Nociones de Sagrada Hermenéutica (Buenos Aires: Sociedad Editora Internacional, 1943), p. 101.
5 La transubstanciación es la doctrina que afirma que la sustancia de los elementos, es decir el pan y el vino, se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo cuando el sacerdote pronuncia las palabras de consagración.
6 La escatología es el estudio de lo que va a suceder en el fin de la presente edad, especialmente en conexión con la segunda venida de Cristo.
7 A. H. Newman, A Manual of Church History (Philadelphia: The American Baptist Publication Society), Vol. I, pp. 239, 248, 334. El método gramático-histórico era conocido en tiempos primitivos como literal. Este término no quiere decir que todo debe ser interpretado literalmente, sin reconocer la presencia de figuras literarias y modismos, sino que el sentido es literal aun cuando el lenguaje sea figurado. La interpretación literal comprende el uso de toda clase de lenguaje figurado en un contexto literal. Por otra parte, el literalismo comúnmente olvida el uso correcto de figuras literarias en el habla común.
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