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biblias y miles de comentarios
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO UNO
En el frente
Argentina es un buen escenario para empezar a explicar lo que es la guerra espiritual.
Como escribiera anteriormente, Considero tres naciones de mucha importancia para mí.
• Aquellas que están experimentando en este momento el mayor derramamiento del poder del Espíritu de Dios: China y Argentina.
• Las prioritarias en mi agenda de ministerio personal: Japón y Argentina.
• Naciones del Tercer Mundo que están haciendo actualmente contribuciones especificas al cristianismo del Mundo Occidental: Corea en la oración y Argentina en la guerra espiritual.
Desde 1990, mi esposa Doris, y yo hemos realizado muchos viajes de ministerio a Argentina para tener un testimonio de primera mano y participar en lo que equivale a un laboratorio sobre la relación entre la guerra espiritual a nivel estratégico y la evangelización. Para nosotros Argentina ha sido la vanguardia de un experimento altamente significativo que nos ha ayudado a aprender más acerca de las dimensiones espirituales de la evangelización mundial.
TRES NIVELES DE GUERRA ESPIRITUAL
Según veo desplegarse el cuadro mundial, el año 1990 marcó el comienzo de un ascenso rápido del interés a través de las líneas denominacionales, por la guerra espiritual, particularmente por lo que a mí me gusta llamar «guerra espiritual estratégica».
Una vez dicho y hecho todo, hay probablemente muchísimos grados discernibles de guerra espiritual. En este momento, sugiero tres niveles generalizados sobre los cuales existe un consenso bastante amplio entre los líderes cristianos que se especializan en esta clase de ministerio. Comprendo que cada uno de dichos niveles es susceptible de varias subdivisiones, y que se solapan entre sí considerablemente por las líneas más bien delgadas que los separan. Sin embargo, me ha sido de ayuda distinguir los siguientes:
1. Guerra espiritual al ras del suelo
Se trata del ministerio de echar fuera demonios. La primera vez que Jesús envió a sus 12 discípulos, «les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera» (Mateo 10:1). Cuando los setenta a quienes el Señor mandó en Lucas 10, volvieron de su misión, le dijeron con gran gozo: «Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre» (Lucas 10:7). Cuando Felipe evangelizó Samaria «de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces» (Hechos 8:7). Todos estos son casos de guerra espiritual al ras del suelo.
Esta clase de guerra espiritual es la variedad más corriente que encontramos en el Nuevo testamento y la más comúnmente practicada por los cristianos en el día de hoy. Los grupos e individuos comprometidos en «ministerios de liberación» en general están librando una guerra espiritual al ras del suelo. En tiempos modernos hemos visto bastante de esto en los Estados Unidos, particularmente entre los pentecostales y carismáticos, y misioneros de todas las filiaciones han vuelto de los campos de misión con relatos referentes a ello. En ciertas partes del mundo, como la India, la mayoría de los convertidos en algunas iglesias de pueblo han sido liberados de malos espíritus. A lo largo y ancho de países como China, Nepal o Mozambique, el evangelismo eficaz es casi inconcebible sin que vaya acompañado de un ministerio de liberación.
La mayoría de los libros acerca de la guerra espiritual que hay en las librerías cristianas tratan de la guerra al ras del suelo. Y aunque sean relativamente nuevos para algunos de nosotros, los ministerios de liberación llevan ya tiempo a nuestro alrededor y un buen número de líderes cristianos, aunque en mi opinión no los suficientes, han adquirido considerable experiencia en este campo.
2. Guerra espiritual en el nivel del ocultismo
Parece evidente que hay un cierto tipo de poder demoniaco que obra a través de los chamanes, los canalizadores de la Nueva Era, los curanderos, las brujas y los magos, los sacerdotes satanistas, los llamados adivinadores, etc. Dicho poder es substancialmente distinto de los demonios ordinarios que pueden causar dolores de cabeza, disputas matrimoniales, ebriedad o escoliosis.
Cuando el apóstol Pablo estaba en Filipos, una adivinadora le importunó durante varios días hasta que por fin echó fuera de ella al espíritu. Aparentemente esto era algo diferente de los demonios corrientes, ya que aquello causó tal conmoción política que los misioneros fueron encarcelados (véase Hechos. 16:16–24).
No hace muchos años, los cristianos de los Estados unidos eran bastante ignorantes acerca de esta actividad espiritual en el nivel del ocultismo. Algunos ni siquiera parecían prestar mucha atención al hecho de que Nancy y Ronald Reagan utilizasen en Washington a un astrólogo como consultor para la toma de decisiones a nivel presidencial. Y la incidencia de que el gobernador Michael Dukakis hubiera nombrado a una mujer como «bruja oficial del estado de Massachusetts» puede no haber sido una de las principales razones por las cuales los evangélicos no votaron por él para presidente. Pocos en esa época tenían mucha información acerca de la guerra espiritual en el nivel del ocultismo.
Sin embargo las cosas están cambiando. Resulta asombroso saber que el número de brujas inscritas en Alemania excede al de clérigos cristianos. Un misionero en Francia cuenta que más franceses enfermos consultan a médicos brujos que a los especialistas en medicina. No es fácil tener datos concluyentes, pero con toda probabilidad el movimiento religioso que más está creciendo en América es la Nueva Era.
En un sentido real Jesús vino a destruir las obras del diablo. Esto fue solo una manera para lograr la meta final que era buscar y salvar lo que se había perdido.
Libros excelentes sobre el tema, como Understanding the New Age, [Entendiendo la Nueva Era] de Russell Chandler (Word Inc.), Supernatural Faith in the New Age, (La fe sobrenatural en la Nueva Era] de Paul McGuire (Whitaker House) y Evangelizing the New Age [Evangelizando la Nueva Era] (Servant Publications), están elevando nuestro nivel de conciencia y preocupación acerca de la guerra espiritual en el nivel del ocultismo. La cubierta de Christianity Today correspondiente al 29 de abril de 1991 representa al poder demoníaco descendiendo a la tierra desde una luna llena, y el libro The Satanic Revival, [El renacimiento satánico] de Mark I. Bubeck (Here’s Life Publishers), documenta gran parte de lo que está sucediendo en los Estados Unidos y ofrece sugerencias para la acción de los cristianos.
3. Guerra espiritual a nivel estratégico
En este nivel nos enfrentamos a una concentración todavía más siniestra de poder demoníaco: los espíritus territoriales. En la epístola a los Efesios, Pablo escribe: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes« (Efesios 6:12). Nada en este versículo indica que una o más de estas categorías encajen en la descripción de espíritus territoriales, pero muchos, incluyéndome a mí, piensan que tal cosa es muy probable. (Trataré el tema más adelante.)
Un relato bíblico claro de guerra espiritual a nivel estratégico lo tenemos en Apocalipsis 12, donde se nos dice: «Hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles» (v. 7). Esto es algo bastante diferente a tratar con el ocultismo o echar fuera un demonio de lujuria.
Indudablemente el acontecimiento más influyente que ha estimulado el interés por la guerra espiritual ha sido las publicaciones de las dos novelas de Frank Peretti, This Present Darkness [Esta patente oscuridad] y Piercing the Darkness [Penetrando la oscuridad, Crossway Books]. Muchos cristianos que no habían pensado apenas en la posibilidad de que los sucesos que moldean la sociedad humana pudieran guardar relación con las luchas entre poderosos seres espirituales, hablan ahora abiertamente de tal probabilidad. De hecho, aunque saben la diferencia, muchos leen This Present Darkness [Esta patente oscuridad] más como un documental que como un relato de ficción algo extravagante.
EL ENFOQUE DE ESTE LIBRO
Este libro trata de la guerra espiritual a nivel estratégico y del tipo de oración que se requiere para librarla, aunque no sea posible separar del todo ni con precisión dicha guerra de las otras dos clases antes mencionadas.
Como los lectores de This Present Darkness fácilmente comprenderán, que estos tres niveles están íntimamente relacionados entre sí y lo que sucede en uno de ellos puede afectar y afectará a lo que pase en los demás. Con toda probabilidad, yo mismo cruzaré de vez en cuando los límites que los separan, pero mi énfasis principal será en el nivel estratégico, o en lo que algunos llaman intercesión a nivel cósmico.
No creo que debiéramos considerar la guerra espiritual como un fin en sí mismo. En un sentido válido, Jesús vino para destruir las obras del diablo (véase 1 Juan 3:8), pero ese fue sólo un medio para buscar y salvar lo que se había perdido (véase Lucas 19:10). Jesús quería, sobre todo, atraer de nuevo a los seres humanos a la comunión con el Padre, y estuvo dispuesto a morir en la cruz para hacerlo posible. Su interés se centraba en las personas, y el diablo era simplemente uno de los obstáculos, aunque el más imponente de todos, que se interponían en el camino de la redención humana. Veo el corazón de Dios amando de tal manera al mundo que da a su Hijo unigénito. ¿Y por qué razón? Para que todo aquel que en el cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (véase Juan 3:16).
La prioridad más importante de Dios es la evangelización: llamar para sí un pueblo que honre y glorifique su nombre. Esta es también mi prioridad más alta. He entregado más de treinta y cinco años de ministerio activo a las misiones, la evangelización y el crecimiento de la iglesia, y si me quedan aún diez años de servir a Dios, quiero que éstos contribuyan aumentar el número de almas que han de salvarse alrededor del mundo. Mi interés en la guerra espiritual es directamente proporcional a su eficacia para mejorar la evangelización.
Lo que me trae de nuevo a la Argentina.
ARGENTINA
La expulsión del gobernador de Adrogué
El suburbio de clase media alta llamado Adrogué, en Buenos Aires, había experimentado poca evangelización eficaz. Muchos lo habían intentado, pero sin conseguirlo. La mayoría de las iglesias protestantes establecidas en Adrogué habían luchado y terminado por cerrar sus puertas. Se trataba de un camposanto de fundadores de iglesias.
Entre los supervivientes estaba una iglesia bautista, que después de setenta años tratando de evangelizar Adrogué contaba sólo con setenta miembros. Y lo más preocupante todavía era que ninguno de esos setenta miembros residía en la localidad. Nadie recordaba que se hubiera convertido nunca ningún residente de Adrogué.
El pastor Eduardo Lorenzo había aceptado un llamamiento a esa iglesia en 1974. Era un dirigente dinámico que aplicaba los principios del crecimiento de la iglesia, y en trece años, hasta 1987, vio aumentar la congregación de 70 a 250 miembros. Aun así, pocos de esos miembros vivían en Adrogué.
En 1987 comenzó una ola de crecimiento, y cuando visité aquella iglesia en 1990, había pasado la marca de los 600 miembros y construido un nuevo auditorio que tenía capacidad para 2.000. A mediados de 1991 ya asistían 1.000 personas a la iglesia, y Eduardo Lorenzo me dijo: «¡Si para 1993 no llegamos a los 2.000 miembros será porque no lo estaremos intentando!»
¿Qué sucedió en 1987? ¿Cómo se convirtió la evangelización mediocre en evangelización eficaz?
La respuesta está en la aplicación de la guerra espiritual a nivel estratégico en primera línea. Esto no aconteció ni rápido ni fácilmente. Como muchos de nosotros, Eduardo Lorenzo no había sido enseñado en ningún tipo de guerra espiritual. Algunos de sus profesores de seminario consideraban el hecho de enfrentarse a lo demoníaco como un asunto de los pentecostales, pero fuera de lugar para los bautistas respetables.
Viniendo de ese transfondo, Lorenzo necesitó varios años para llegar a la raíz de las dificultades existentes en la evangelización de Adrogué y comprender sus dimensiones espirituales.
Cara a cara con un demonio
Todo comenzó a principio de la década de los 80, cuando el pastor Lorenzo se vio enfrentado con una mujer endemoniada. Aunque se sentía completamente inadecuado para ello, reprendió al demonio en el nombre de Jesús. ¡El demonio salió y la mujer fue liberada! Esto no lanzó a Lorenzo a un ministerio continuo de liberación, pero sí avivó su interés en el tema. En aquel tiempo, uno de los miembros de su iglesia viajó a los Estados Unidos y aprendió algunas cosas acerca de la guerra espiritual, las cuales transmitió a la congregación a su regreso. Lorenzo patrocinó dos seminarios sobre guerra espiritual en su iglesia: uno de los cuales fue dirigido por Edward Murphy, de Overseas Crusades, y el otro por John White, el conocido siquiatra cristiano y escritor del Canadá. El proceso de reequipamiento de la congregación estaba en marcha.
Poco después la batalla comenzó en serio y el enemigo intentó infiltrarse en la iglesia. Se descubrió que una mujer, la cual fingía haberse convertido a Cristo, era un agente encubierto de las fuerzas demoníacas que dominaban Adrogué. Los demonios empezaron a manifestarse abiertamente en los cultos. Satanás estaba contraatacando e intentando intimidar a los creyentes. Según explica Eduardo Lorenzo: «Satanás se sentía contento si podía mantener a aquella pequeña iglesia bautista dando vueltas y más vueltas. Había cegado eficazmente al evangelio las mentes de los inconversos de Adrogué. Alo largo de los años varias congregaciones más habían sido destruidas. Ahora nosotros mismos estábamos experimentando su ataque directo».
Por medio de un largo proceso de oración, ministerio y discernimiento, Lorenzo y los dirigentes de su iglesia identificaron por fin al principado demoniaco más importante que controlaba Adrogué. Descubrieron incluso el nombre de este espíritu territorial. Sintiendo que había llegado el momento de Dios para la última batalla, reclutaron a un equipo de 35 ó 40 miembros de la iglesia los cuales se comprometieron a pasar desde el lunes hasta el viernes de una determinada semana en ayuno y oración. El viernes por la noche, doscientos creyentes casi toda la congregación se unieron a ellos para interceder a nivel estratégico, y tomaron autoridad sobre el principado que dominaba la ciudad y sobre las fuerzas demoníacas menores.
Aquella noche, a las 11:45, los que oraban sintieron de un modo colectivo que algo se rompía en el ámbito espiritual, y supieron que la batalla había terminado. El espíritu malo se había ido y la iglesia comenzó a crecer. No sólo la membresía se triplicó en poco tiempo, sino que ahora el 40 por ciento de la misma es del mismo Adrogué. ¡El año de la victoria fue 1987!
El declinar de Argentina
Con toda probabilidad, lo que sucedió en Adrogué en 1987 no hubiera sucedido en 1977—diez años antes. De todas las naciones de Latinoamérica, Argentina, juntamente con otras como Uruguay y Venezuela, no había experimentado el rápido crecimiento de las iglesias protestantes o evangélicas tan característico de todo el resto del continente. Argentina había sido muy conocida como indiferente o resistente al evangelio. A excepción del impacto extraordinario que tuvo la campaña evangelística de Tommy Hicks a principios de los años 50, el movimiento evangélico en Argentina había estado relativamente estancado.
Sin embargo, un cambio espectacular acaeció en 1982 con la guerra contra Gran Bretaña por la posesión de las Islas Falkland, cuando Argentina trató sin éxito de ocupar las Islas Malvinas, como ellos las llaman. La victoria británica produjo un cambio radical en la sicología social de Argentina, que había conseguido la reputación poco envidiable de ser el pueblo más orgulloso de Latinoamérica. Su orgullo nacional quedó hecho añicos. Muchos se volvieron resentidos. La Iglesia les había fallado, los militares les habían fallado, el peronismo les había fallado. ¡Estaban listos para probar algo nuevo!
Pero la base del orgullo argentino se había ido erosionando en forma grave desde mucho antes de 1982. En otro tiempo la décima potencia económica mundial, Argentina, que alardeaba de tener un nivel de vida superior al del Sur de Europa, era considerada justamente por muchos como la joya de Sudamérica. Juan Domingo Perón tuvo grandes ambiciones para el país mientras fue su dirigente político, durante buena parte de las décadas de los 50 y 60. Pero una vez que la influencia de Perón comenzó a desvanecerse a comienzo de los años 70, éste se vinculó con un poderoso curandero, José López Rega, conocido popularmente como el brujo. López Rega sirvió bajo Perón como ministro de Bienestar Social, y después de la muerte de éste, como consejero principal de su tercera mujer, Isabel Perón, durante los dos años que ella ocupó la presidencia.
El brujo logró levantar un monumento público a la hechicería (desmantelado más tarde) y muchos dicen haberle oído maldecir abiertamente a la nación cuando perdió el poder tras el golpe militar de 1976.
Obviamente los principados y las potestades del mal sobre Argentina lo estaban pasando de maravilla, ya que su misión consiste en hurtar, matar y destruir, y estaban haciéndole todo eso y más a uno de los mejores países del mundo.
El espiritismo, procedente sobre todo de Brasil, comenzó a inundar la nación. Bajo el gobierno de los militares, miles según algunos incluso decenas de miles de sospechosos políticos «desaparecieron» para siempre. Muchos de sus cuerpos ha sido descubiertos recientemente en remotas fosas comunes. Argentina, la que en otro tiempo fuera la décima potencia económica mundial, se encuentra ahora en el décimo lugar empezando desde abajo según algunas estimaciones.
No es extraño, por lo tanto, que el país esté maduro para el mensaje del evangelio. Como es de esperarse, en tal vacío espiritual, y rodeados de una miseria social tan grande, casi cualquier cambio es considerado por muchos como un giro a mejor. El poder de la brujería sigue creciendo. En medio de cada dos casas en toda una manzana, hay tiendas con escaparates que exhiben artefactos de ocultismo. Las sectas falsas como el mormonismo están experimentando un rápido crecimiento. Un enorme y adornado templo mormón domina la carretera que une el aeropuerto de Ezeiza con Buenos Aires. Y según la revista Somos, el actual presidente, Carlos Menem, consulta regularmente con una «bruja personal» llamada Ilda Evelia que le aconseja desde hace 28 años y cita también las siguientes palabras de un alto cargo del gobierno: «La verdad es que la mayoría de nosotros consultamos con brujas, y lo hacemos muy a menudo».
Vitalidad espiritual
Aunque gran parte de Argentina todavía lucha con el dominio de los gobernadores de las tinieblas, la luz del evangelio de Cristo está progresando más que nunca en la historia. Dios está levantando una compañía de dirigentes espirituales argentinos de primer orden y los está utilizando para abrir «sus ojos [de los argentinos], para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados» (Hechos 26:18).
J. Philip Hogan, hasta hace poco director ejecutivo del Departamento de Misiones Exteriores de las Asambleas de Dios, sabe mejor que nadie lo que Dios está haciendo en el mundo. Sus viajes internacionales le han llevado multitud de veces a Argentina a lo largo de muchos años. Hogan está asombrado de lo que ahora ve en aquel país, y expresa: «Argentina se encuentra en medio de un avivamiento absolutamente soberano y desconocido hasta ahora en su historia. Conozco iglesias de las cuales han sacado los asientos para poder apiñar a más gente dentro».
Edgardo Silvoso, de Harverst Evangelism, uno de los principales expertos en el movimiento cristiano en Argentina, dijo en 1987: «La iglesia en Argentina ha crecido más en los últimos cuatro años que en los cien anteriores».
Los «cuatro años» de Silvoso se remontan a 1984, cuando el evangelista Carlos Anacondia llevó a cabo su primera gran campaña en la ciudad de La Plata. Muchos observadores utilizan esa fecha cuando hablan del comienzo del actual derramamiento de vitalidad espiritual en Argentina.
Carlos Anacondia
Carlos Anacondia era un cristiano comprometido, propietario de una fábrica de tuercas y tornillos de Quilmes, en las afueras de Buenos Aires, cuando Dios lo llamó al ministerio evangelístico. Probablemente no fue mera coincidencia que el mismo día de 1982 en que él iniciaba su primera campaña pública, los británicos hundieran el acorazado General Belgrano en la Guerra de las Malvinas. En aquel entonces Carlos tenía 37 años y era padre de ocho hijos.
Después de observar el ministerio de Carlos Anacondia, tanto desde cierta distancia como de primera mano, estoy listo para adelantar una hipótesis. Aunque algunos otros candidatos probables sean Reinhard Bonnke o Billy Graham, mi previsión es que Anacondia puede muy bien resultar el evangelista de campañas más eficaz de todos los tiempos. El ministerio de Carlos Anacondia, más que el de ningún otro evangelista que yo haya estudiado, es un instrumento para aumentar la tasa de crecimiento de las iglesias que participan en sus campañas.
En La Plata, por ejemplo, la Iglesia de las Asambleas de Dios de la Diagonal, pastoreada por Alberto Scataglini, creció de 500 a más de 2.500 en tres años después de la campaña de Anacondia. Han celebrado sus cultos dominicales en una cancha de baloncesto alquilada desde entonces, debido a que su templo no tenía cabida para todos los asistentes. Durante el mismo período de tiempo, la vecina Iglesia Bautista de Los Olivos, cuyo pastor es Alberto Prokopchuk, experimentó un crecimiento de 200 a más de 1.600 miembros.
En una reciente visita que hice a Argentina, trabajé con pastores de cuatro ciudades distintas. Sin ninguna pregunta directriz por mi parte, en cada una de esas cuatro ciudades oí a los dirigentes cristianos referirse de una manera natural a las nuevas tendencias en sus respectivas localidades como «antes de Anacondia» y «después de Anacondia». Durante más de veinte años estudiando la evangelización urbana de campaña, nunca he escuchado testimonios tan constantes del ministerio de un solo evangelista.
El pastor Alberto Scataglini, principal anfitrión de la campaña de Anacondia que hizo época en La Plata, dice: «El [Carlos Anacondia] transmite su ministerio. No es meramente cosa de una persona. Allí donde va parece transmitir a otros la misma unción que él tiene. Eso le diferenció mucho de cualquier otro evangelista que habíamos tenido aquí. Antes, el evangelista venía, y una vez que se iba el avivamiento había acabado, el poder desaparecía».
LA ORACIÓN DE GUERRA
¿Qué está haciendo Carlos Anacondia que no hacen generalmente otros evangelistas de campañas urbanas? Creo que la oración de guerra. En esto concuerda mi amigo Edgardo Silvoso.
Edgardo Silvoso dice que Anacondia y los otros prominentes evangelistas argentinos «incorporan a su trabajo de evangelización un nuevo énfasis en la guerra espiritual el desafio de los principados y potestades, y la proclamación del evangelio no sólo a las personas, sino también a los carceleros espirituales que las mantienen cautivos». Según Silvoso, la oración es la variable principal. «Los evangelistas empiezan orando por las ciudades antes de proclamar el evangelio en ellas, y únicamente después de que sienten que las potestades espirituales sobre la región han sido atadas, comienzan a predicar».
Un accesorio permanente de las campañas de Anacondia es su ministerio de liberación, posiblemente uno de los más sofisticados y masivos que se conozca. Bajo la dirección de Pablo Bottari, un siervo de Dios sabio, maduro y dotado, literalmente miles de individuos son liberados de demonios durante cada una de las 30 a 50 noches consecutivas de una campaña.
La tienda de liberación de 45 metros, levantada detrás de la plataforma al aire libre del orador, está funcionando desde las 8 de la noche hasta las 4 de la madrugada de cada día. Anacondia la llama la «unidad de cuidados intensivos espirituales». Allí, numerosos equipos adiestrados por Bottari en la oración de liberación llevan a cabo el ministerio real de imposición de manos.
Yo no he visto una oración de guerra que sea un final en sí mismo. Mi interés principal es una oración de guerra que contribuya a la evangelización de una forma efectiva.
No he visto nunca a ningún evangelista de campañas que sea tan agresivo en público confrontando los malos espíritus como Anacondia. Mediante un desafío prolongado de gran volumen y potencia lo que hace en realidad es ridiculizar a los espíritus hasta que éstos se manifiestan de una manera u otra. A los no iniciados, el escenario del solar de la ciudad donde celebra sus campañas puede parecerles una confusión total, pero para los miembros especializados y experimentados de los 31 equipos de ministerio de la campaña de Anacondia, se trata simplemente de una noche más de oración de guerra en primera línea en la que el poder de Jesucristo sobre las fuerzas demoniacas se manifiesta ante todos.
Y el poder de las reuniones es imponente. Se producen muchas curaciones milagrosas. Hay, por ejemplo, tantos milagros dentales, empastes, dientes nuevos y sustituciones de puentes defectuosos por muelas sanas que sólo se concede tiempo para dar testimonio público a aquellos que han tenido más de dos muelas empastadas. En una ocasión se informó de que un enano había crecido 38 centímetros.
Se sabe de peatones desapercibidos que pasaban cerca de las reuniones y que cayeron bajo el poder del Espíritu Santo. En la ciudad de Santiago del Estero, un sacerdote local decidió oponerse a la campaña invadiendo el área con una procesión religiosa. Cuando llegaron, los cuatro hombres fuertes que llevaban la imagen de la virgen favorita del sacerdote cayeron al suelo bajo el poder del Espíritu y la imagen se quebró en mil pedazos. Dos de dichos hombres pasaron la noche en el hospital ¡y los otros dos en la tienda de liberación de Anacondia!
Esto es la oración de guerra en acción. La oración dirigida por el Espíritu abre el camino para que las bendiciones del reino de Dios vengan a la tierra con sanidades, liberaciones, salvación, santidad, compasión por los pobres y los oprimidos, y el fruto del Espíritu. Sobre todo, Dios es glorificado, adorado y alabado.
TRACE LAS LÍNEAS DE BATALLA
Como ya he dicho antes, no considero la oración de guerra como un fin en sí misma. Soy una persona muy pragmática en el sentido de que las teorías que más me gustan son aquellas que funcionan. Mi interés principal es la oración de guerra que ayuda a realizar un evangelismo eficaz como en el ministerio de Carlos Anacondia. Mi esposa Doris, y yo tuvimos el privilegio de participar en la ciudad de Resistencia en un experimento real de la relación entre la guerra espiritual y la evangelización.
Edgardo Silvoso es un estratega evangelístico de primer orden. Hace años, Dios le llamó a un ministerio de evangelista en su tierra nativa de Argentina, pero después de algún tiempo se sintió insatisfecho, preguntándose si el fruto que veían en decisiones por Cristo era verdaderamente del tipo que permanece. Silvoso había leído un estudio el cual revelaba que en la campaña evangelística media para toda una ciudad, sólo del 3 al 16 por ciento de los que tomaban su primera decisión por Cristo terminaban en las iglesias colaboradoras. Y muy pocas, si es que había alguna, de las iglesias informaban de un aumento notable en su tasa de crecimiento después de la campaña. Entonces empezó a sospechar que debía de haber una forma mejor de evangelizar.
Ed Silvoso estudió los cursos de crecimiento de la iglesia en el Seminario Fuller y desarrolló una estrategia completamente distinta para el evangelismo a nivel de ciudad, la cual denominó Plan Rosario porque iba a ponerla en práctica en la ciudad de Rosario, Argentina. Se asoció con su cuñado, Luis Palau, e intentó el experimento en 1976. En vez del 3 al 16 por ciento usual, todo un 47 por ciento de aquellos que tomaban por primera vez la decisión de seguir a Cristo se integraron en las iglesias.
Este no es lugar apropiado para entrar en los detalles de aquella estrategia evangelística, pero las principales innovaciones de la misma tenían que ver con establecer metas de discípulos más que de decisiones, y de fundación de nuevas iglesias. Dos años después, Silvoso y Palau repitieron el esfuerzo en Uruguay y registraron un 54 por ciento de integración de convertidos.
Luego, Edgardo Silvoso contrajo una rara enfermedad mortal miastenia gravis y le dieron como máximo dos años de vida. Fue entonces cuando fundó su ministerio actual, Harvest Evangelism, que tiene oficinas tanto en Buenos Aires, Argentina, como en San José, California. Dios trajo intercesores a su vida y fue sanado milagrosamente a través de la oración. Todo aquel episodio llevó a Ed y a su mujer, Ruth, a una relación más estrecha con Dios de la que jamás habían tenido, y los inició en una herramienta hasta entonces poco enfatizada para el evangelismo: ¡la guerra espiritual!
La caída de Merigildo
Como caso de prueba, Silvoso trazó un círculo de 160 kilómetros de radio alrededor de su ciudad natal de San Nicolás, donde estaba estableciendo el centro de adiestramiento de su organización, Harvest Evangelism. Ed descubrió que dentro de aquel círculo habían 109 localidades y pueblos sin iglesia evangélica, y un estudio mostró que Merigildo, un poderoso brujo, había aplicado poderes sobrenaturales de ocultismo al área en cuestión para mantener fuera de ella el evangelio. Silvoso reunió a dirigentes cristianos, pentecostales y no pentecostales, para hacer una seria oración de guerra. Luego tomaron dominio sobre la zona en el nombre de Jesús y Silvoso dijo: «Hemos dado a los discípulos de Merigildo y a los gobernadores de las tinieblas que mandan sobre ellos un aviso de desahucio sellado con la sangre de Jesucristo». Sintieron que el poder maligno estaba roto.
¡Hace poco recibí un informe de Silvoso diciéndome que ahora en cada una de las 109 localidades mencionadas hay una iglesia evangélica!
Plan Resistencia
Después de la experiencia de Merigildo, Silvoso se fijó en la ciudad de Resistencia, situada en la región norteña de Argentina llamada Chaco. El avivamiento tan predominante en muchas partes del país parecía haber pasado de largo a Resistencia. Y aunque en un principio ese nombre tenía connotaciones militares, la ciudad resultó ser también espiritualmente resistente. A principios de 1990 menos de 6.000 personas de una población de 400.000 eran evangélicos meramente el 1, 5 por ciento.
En 1989, Silvoso había iniciado un Plan Resistencia de tres años dirigido a conseguir un evangelismo significativo y mensurable. Lo basó, no sólo en las técnicas punteras de crecimiento de la iglesia, sino en lo que es todavía más importante: la guerra espiritual sobre la que había estado aprendiendo.
Ed Silvoso discernía dos principales fortalezas demoníacas sobre la comunidad evangélica en Resistencia: un espíritu de desunión y un espíritu de apatía hacia los perdidos. De modo que trasladó a la ciudad a su equipo de Harvest Evangelism y durante más de un año puso allí cimientos de oración, guerra espiritual y preparación de líderes.
Para el mes de abril de 1990 había cambiado el curso de los acontecimientos. Casi todos los pastores estaban unidos y de acuerdo con el Plan Resistencia. Los cristianos habían comenzado a testificar y a hablar de sus vecinos como de «los que todavía no son creyentes». La desunión y la apatía habían sido vencidas por el poder de Dios.
En abril de 1990, Ed Silvoso nos invitó a mi esposa, Doris, y a mí a visitar Resistencia y a adiestrar líderes en los principios del crecimiento de la iglesia. Mientras yo me dedicaba a esto último, Doris tomaba la temperatura espiritual del lugar, y lo que descubrió la alarmó: era obvio que los creyentes tenían muy poco conocimiento acerca de la guerra espiritual estratégica y de la oración de guerra. A menos que eso cambiara, las posibilidades de un impacto evangelístico significativo eran escasas. Mi esposa sintió que Dios quería que aquello sufriera un cambio.
Llamada a los generales
Doris y Ed Silvoso acordaron pedir ayuda a uno de los principales expertos en la oración de guerra: nuestra amiga Cindy Jacobs de Generales de la Intercesión. Cindy y Doris realizaron tres visitas más a la Argentina en 1990. La pregunta que yo me hacía era si la guerra espiritual a nivel estratégico podría realmente producir cambios mensurables en la evangelización de Resistencia.
En junio, Cindy dio dos seminarios intensivos sobre la oración de guerra a varios cientos de pastores, intercesores y otros dirigentes cristianos, primero en Buenos Aires y luego en Resistencia. Marfa Cabrera, que había sido precursora junto con su marido Omar Cabrera en el avivamiento de Argentina, hizo equipo con Cindy como intérprete. El efecto fue electrizante. Los líderes argentinos no sólo deseaban saber acerca de la intercesión a nivel estratégico, sino que querían ver cómo se realizaba y querían hacerla ellos mismos. ¡En seguida!
Bajo la dirección de Dios, Cindy invitó a aquellos que sentían un llamado especial y tenían sus vidas en orden, a reunirse la mañana siguiente en la ciudad. Un grupo de ochenta se presentaron y marcharon hasta la Plaza de Mayo de Buenos Aires para enfrentarse durante cinco horas de intensa lucha con las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes. Eduardo Lorenzo, pastor de la Iglesia Bautista de Adrogué y director de Harvest Evangelism en Argentina, condujo al pequeño ejército de intercesores.
Entre otras cosas, el grupo discernió la presencia de un espíritu de brujería y otro de muerte en el ministerio de Bienestar Social donde el notorio brujo de Perón, José López Rega, había tenido su despacho. Cindy sintió que antes de ir a Resistencia era necesario extender aviso de la llegada del Reino de Dios a todos los poderes malignos que pudieran haber tenido influencia nacional.
Cuando el grupo abandonó la plaza, experimentaron una sensación de victoria: los principados y las potestades no habían sido destruidos, pero la oración de guerra había comenzado en cierta medida a debilitar la presa que tenían sobre Argentina.
Llegando a Resistencia, Cindy, Doris, Marfa, Eduardo y los demás descubrieron que los nombres de los espíritus que gobernaban sobre esa ciudad eran conocidos por la gente desde hacía generaciones. San La Muerte—el espíritu de muerte—era tal vez el más poderoso de ellos. Gran número de ciudadanos de Resistencia le guardaban tanta devoción que tenían diminutas imágenes de hueso de su ídolo implantadas quirúrgicamente bajo la piel o bajo los pezones, creyendo la falsa promesa de que ello les aseguraría una «buena muerte». Es difícil imaginarse el nivel de vaciedad y desesperación que había penetrado la ciudad.
Otros espíritus de casi el mismo rango resultaron ser: Pombero, un espíritu de división que producía terror, especialmente a los niños durante el tiempo de la siesta y por la noche; Curupí, un espíritu de perversión sexual y de incesto cuya imagen se caracterizaba por un órgano viril ridículamente largo; la Reina del Cielo, un espíritu religioso que había pervertido el verdadero carácter de la iglesia tradicional; y el espíritu de Masonería, una forma de poder ocultista inteligentemente disfrazado. Aparentemente, coordinando las actividades de todos ellos estaba un principado de adivinación o brujería representado por una serpiente.
Sorprendentemente, las imágenes de estos espíritus y sus actividades aparecían claramente pintadas en varios grandes murales populares de la plaza central de la ciudad.
Después de que Cindy diera un seminario de un día entero a los pastores, intercesores, el equipo de Harvest Evangelism y otros sobre la oración de guerra, un grupo de setenta aproximadamente se sintieron guiados a ir a la plaza y librar una batalla de primera línea. Después de orar colectivamente, arrepentirse y confesar los pecados representados por esos principados y potestades malignos, se enfrentaron a los espíritus durante cinco horas de lucha espiritual. Sólo entonces les dio Dios la seguridad en sus espíritus de que habían abierto brecha. Una vez terminado todo, levantaron sus voces juntos en alabanza y exclamaciones de victoria.
Fruto que permanece
¿Qué sucedió?
El Plan Resistencia de Harvest Evangelism siguió adelante como programado, con acontecimientos evangelísticos para toda la ciudad en agosto y octubre de 1990. Cindy y Doris hicieron dos visitas más al lugar. Edgardo Silvoso cuenta que las gráficas de crecimiento de las iglesias de Resistencia experimentaron un marcado giro en sentido ascendente a partir de abril, cuando el grupo oró en la plaza de la ciudad. En un acto público 250 personas se bautizaron en piscinas portátiles, mientras que multitudes de casi 17.000 abarrotaron un campo abierto día tras día para asistir a reuniones evangelísticas en las que se quemaban cada noche, en un bidón de 200 litros, objetos utilizados en rituales ocultistas y de brujería.
Se informó también de que el alcalde de la ciudad había hecho profesión de fe en Cristo. Cientos de personas fueron sanadas físicamente y liberadas de demonios. Se iniciaron por lo menos dieciocho iglesias nuevas.
Pero lo más importante de todo fue que la población evangélica de Resistencia se duplicó prácticamente durante 1990. Informes como éste indican que la oración de guerra tuvo indudablemente algún efecto directo sobre el fruto de la evangelización.
Tal vez una de las señales del debilitamiento de los espíritus territoriales sobre Resistencia haya sido la suerte trágica de la gran sacerdotisa del culto de San La Muerte. Dos semanas antes de que en octubre comenzara la ofensiva evangelística, el lecho de la mujer se incendió y, por alguna razón, las llamas parecieron actuar selectivamente, ¡ya que consumieron sólo su colchón, a ella y su estatua de San La Muerte!
San La Muerte mantuvo su promesa de conceder a sus seguidores una buena muerte del modo que cabe esperar del padre de las mentiras.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1. Considere nuevamente la descripción de los tres niveles de guerra espiritual (pp. 16–19). Mencione ejemplos de aquellos que haya usted experimentado personalmente o de los que haya oído hablar.
2. ¿Está usted de acuerdo en que no deberíamos «considerar la guerra espiritual como un fin en sí misma»? Explique su opinión.
3. Cuando el espíritu territorial fue echado de Adrogué, Eduardo Lorenzo había aprendido su nombre. ¿Cuánta importancia cree usted que tiene la revelación de los nombres?
4. Hable acerca de las campañas de Carlos Anacondia. ¿Le gustaría que se celebrara en su ciudad una campaña de ese tipo?
5. ¿Qué piensa que sucedió en realidad en las regiones celestes como resultado de la batalla espiritual de cinco horas en la plaza de Resistencia?
CAPÍTULO DOS
La verdadera batalla es espiritual
Para la inmensa mayoría de los cristianos norteamericanos la guerra espiritual que he estado describiendo es un concepto nuevo. Muchos han comenzado a preguntarse si será posible integrarla a sus ministerios dadas sus tradiciones y preparación. Pero ellos no son los únicos. Incluso los pastores argentinos luchan con algunas de las mismas cuestiones teológicas y prácticas.
APRENDA LA LECCIÓN
Disfruté mucho hablando con el pastor Alberto Prokopchuk, de la Iglesia Bautista de los Olivos, La Plata, Argentina, porque podía identificarme muy estrechamente con su trasfondo. La tradicional preparación bautista para el ministerio que había recibido no incluía un curso en Guerra Espiritual. Su ministerio en la Iglesia Bautista de Los Olivos no era muy diferente de lo que vemos en tantas iglesias típicas de nuestras ciudades americanas: un sólido ministerio de enseñanza bíblica, un nivel de moralidad relativamente alto, el fruto del Espíritu manifestado en un grado razonable, y miembros que oran, diezman, asisten a los cultos y testifican a sus vecinos cuando se les presenta la oportunidad. ¡Todo eso y ningún crecimiento!
Bajo el ministerio de Alberto, la iglesia de Los Olivos había permanecido estancada en 30 miembros durante muchos años, hasta que Carlos Anacondia llegó a La Plata para realizar una campaña. Alberto y la Iglesia Bautista de Los Olivos colaboraron en ella, y a medida que asistían a los cultos noche tras noche y observaban a Anacondia, comenzaron a aprender acerca de la oración de guerra. Quedaron profundamente impresionados por los resultados no sólo por las miles de personas que eran sanadas físicamente y liberadas de espíritus malos, sino todavía más por las 50.000 que tomaron públicamente una decisión por Cristo. Nunca se había visto en La Plata nada que se acercara a esto.
Sin embargo, el observar a Anacondia y a su equipo llevar a cabo la campaña y el trasladar ese tipo de ministerio a una iglesia bautista tradicional eran dos cosas muy distintas. No obstante, una cosa que sí sabían cómo hacer los bautistas era evangelizar. De modo que los dirigentes laicos de Los Olivos abordaron a Alberto y le dijeron: «Tengamos una campaña evangelística en nuestra propia iglesia».
Alberto no estaba listo para aquello. «No tengo el don de evangelista», replicó. «¿Debemos invitar a un evangelista de fuera?» «No, hagamos un trato», le respondieron: «Usted predica en la campaña y nosotros oramos a Dios para que le conceda el don de evangelista».
Posiblemente en un momento de debilidad, Alberto accedió. Organizaron la campaña y celebraron el primer culto. Alberto predicó un mensaje evangelístico e hizo la invitación. ¡No hubo respuesta!
Mientras se angustiaba interiormente por su evidente falta de poder, le pareció escuchar una voz dentro de sí que le decía:
«¡Intenta hacerlo a la manera de Anacondia!»
Medio desesperado, Alberto decidió jugarse el todo por el todo y lo intentó. Hizo una enérgica oración de guerra y reprendió directamente a los espíritus como había visto hacerlo tantas veces a Carlos Anacondia.
Una vez atados los espíritus con la autoridad que Jesucristo le había dado, hizo nuevamente la invitación. ¡Esta vez más de quince personas saltaron de sus asientos y vinieron corriendo al frente para recibir a Cristo como Salvador y Señor!
La Iglesia Bautista de Los Olivos ha crecido de los treinta miembros que tenía hasta más de 900. Pero eso no es todo. Prokopchuk ha comenzado congregaciones satélites en otras partes de la ciudad que suman un total de 2.100 miembros. La meta de Alberto Prokopchuk para su iglesia, junto con su red de congregaciones satélites, es de 20.000 miembros para el año 2000. No es necesario decir que Alberto lo ha estado haciendo «como Anacondia» desde entonces.
LA VERDADERA BATALLA
La lección fundamental que Alberto Prokopchuk aprendió fue que la verdadera batalla para una evangelización eficaz es una batalla espiritual. El lo aprendió a su manera, y otros lo estamos aprendiendo a la nuestra.
El Movimiento del Crecimiento de la Iglesia, al cual represento, ha sido bendecido por Dios y utilizado para estimular cambios fundamentales tanto en el ministerio de la iglesia local como en la evangelización del mundo. Este movimiento comenzó en 1955 y durante los aproximadamente 25 años que estuvo bajo la inspiración de su fundador, Donald McGavran, trabajó en el desarrollo de los nuevos aspectos tecnológicos radicales de crecimiento de la iglesia y evangelismo que tan ampliamente aclamados han sido.
Yo creo que Dios quiere que hagamos un mejor trabajo evangelizando nuestra nación en los próximos años. Y en mi opinión lo haremos en la medida que comprendamos que la verdadera batalla es espiritual.
Alrededor de 1980, algunos de nosotros comenzamos a explorar cuáles podrían ser algunas de las dimensiones espirituales del crecimiento de la iglesia. Eso no significa que ahora consideremos malo ningún aspecto tecnológico o que vayamos a sustituir lo tecnológico por lo espiritual. No; la tecnología ha sido sumamente útil para las iglesias y misiones, y seguimos trabajando con ahínco para mejorarla y actualizarla.
Sin embargo, lo que hemos descubierto es que toda la tecnología evangelística del mundo podrá tener un efecto mínimo sólo si se logra ganar la batalla espiritual. Es algo así como un automóvil nuevo con los últimos adelantos de la ingeniería; que puede ser muy bonito y estar construido a la perfección, pero que no funcionará hasta que se le eche gasolina en el depósito. Lo mismo sucede con el poder espiritual en el evangelismo y el crecimiento de la iglesia.
Para ilustrarlo, considere la década de los 80 en América. Esos fueron los años del desarrollo rápido de algunas de las mayores iglesias que ha visto jamás la nación. Casi todas las áreas metropolitanas tienen ahora una o más megaiglesias que no existían antes. Los seminarios sobre el crecimiento de la iglesia y los recursos evangelísticos se han multiplicado. Las escuelas cristianas privadas y el uso por los creyentes de los medios de comunicación han aumentado extraordinariamente. En la superficie parecía que el cristianismo estaba haciendo grandes progresos en nuestro país, pero las estadísticas presentan un cuadro bien distinto: al final de la década la asistencia a la iglesia era la misma que en sus comienzos, y la membresía de las iglesias protestantes había disminuido.
Yo creo que Dios quiere que hagamos un mejor trabajo evangelizando nuestra nación en los próximos años. Y en mi opinión lo haremos en la medida que comprendamos que la verdadera batalla es espiritual.
APRENDA ACERCA DE LA LUCHA
En 1980 sentí de Dios que necesitaba concentrarme en las dimensiones espirituales del crecimiento de la iglesia. Por mi íntima amistad con John Wimber—a quien entonces algunos apodaban «Don Señales y Prodigios»—supe que el evangelismo con poder sería lo primero en mi nueva agenda. También sentía que después de aquello vendría la oración, aunque debo admitir que no tenía en ese momento ninguna pista de cómo ésta podía relacionarse con la evangelización eficaz.
En mi libro How to Have a Healing Ministry [Cómo tener un ministerio de sanidad] (Regal Books), publicado en 1988, compartí mi investigación sobre las señales y los prodigios, y un año antes había comenzado a estudiar con ahínco y a enseñar acerca de la oración. Sin embargo, hasta que no llegó el magnífico Congreso de Lausana sobre la Evangelización Mundial en Manila, en el verano de 1989, no aprendí realmente en cuanto a la verdadera batalla.
Aunque no sabía demasiado acerca de ella, para 1989 había empezado por lo menos a entender dos cosas: (1) La evangelización funcionaría mejor si iba acompañado de una oración fervorosa, y (2) en el cuerpo de Cristo, a nivel internacional, Dios había dotado, llamado y ungido a ciertos individuos que estaban siendo extraordinariamente eficaces en el ministerio de intercesión.
Yo me encontraba en posición de integrar esas nuevas nociones en el Congreso Lausana II, porque era miembro del Comité Internacional de Lausana que patrocinaba el congreso.
Mientras oraba acerca de cómo unir la oración con la evangelización, Dios impresionó mi mente con el pensamiento de que debía tratar de identificar a 30 ó50 de esos intercesores de primer orden y desafiarles a venir a Manila pagándose sus propios gastos, pasar por alto el proceso de selección de participantes establecido, alojarse en el Hotel Plaza Filipino frente al Centro de Convenciones donde se celebraría el congreso, y orar durante las 24 horas del día todo el tiempo que durara el mismo. Los dirigentes del Comité de Lausana accedieron, y pedí a Ben Jennings, de la «Campaña de Oración por la Gran Comisión» de Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, que organizara y dirigiera el proyecto. Ben realizó un magnífico trabajo y, cumpliendo nuestras expectativas más elevadas, se presentaron cincuenta intercesores.
A través del equipo de intercesión de Manila, Dios nos dio lo que a mí me gusta llamar una «parábola viviente», a fin de hacernos ver con claridad cuáles son los verdaderos temas subyacentes en la evangelización mundial. Pero antes de que describa esa parábola tengo que explicar aún otro factor decisivo.
EL CORDÓN DE TRES DOBLECES
En la primavera de 1989 comencé a aprender acerca de otra dimensión espiritual relacionada con el evangelismo: la profecía personal. No quiero entrar en detalles aquí de cómo individuos como John Wimber, Cindy Jacobs y Paul Cain ayudaron a abrirme esta nueva área de entendimiento, sólo decir que en un principio yo era un poco escéptico al respecto. Sin embargo, ahora creo que el ministerio profético es un ministerio válido e importante en estos días.
A comienzos del verano de ese mismo año, John Wimber me dijo que Dick Mills me telefonearía con una profecía y me recomendó que prestara mucha atención a ella. Para mi desconcierto yo nunca había oído de Dick Mills, pero John lo describió como uno de los profetas más respetados de América con una trayectoria muy probada. Seguidamente supe por Cindy Jacobs, que conocía bien a Mills, que el telefonear a extraños iba en contra de las costumbres de éste. Por casualidad, Cindy resultó estar invitada en casa el día que Dick Mills me llamó.
No detallaré aquí lo que decía la profecía, pero el asunto de la parábola viva de Manila era una aplicación profética de Eclesiastés 4:12 a mi ministerio: «Cordón de tres dobleces no se rompe pronto». Dick me dijo que sentía que Dios me estaba llamando a servirle como catalizador para que ayudara a unir tres cordones que El deseaba trenzar en un diseño a fin de cumplir sus propósitos en años venideros. Esos tres cordones eran: los evangélicos conservadores, los carismáticos y los liberales escrupulosos.
Lausana II habría de desempeñar un papel importante en cuanto a la unión de los dos primeros cordones. Aunque Lausana I, celebrado en Suiza en 1974, había incluido sólo una participación simbólica de pentecostales y carismáticos, quince años más tarde, en Lausana II, estos grupos eran bastante prominentes. Algunos dijeron que, por el número de manos levantadas en las sesiones plenarias, tal vez la mayoría de los participantes fueran carismáticos.
Resultó que aproximadamente la mitad de aquellos que se reunieron para formar el equipo de intercesión de Manila eran evangélicos conservadores y la otra mitad pentecostales o carismáticos. Más tarde supe que, por ser la primera vez que esos dos grupos se habían mezclado a ese nivel, al principio les asaltaron una variedad de pensamientos. Los carismáticos se decían a sí mismos: «Me pregunto si estos evangélicos saben en realidad cómo orar y ponerse en contacto con Dios». Y los evangélicos, por su parte, pensaban: «¿Se van a poner estos carismáticos a gritar, chillar y a revolcarse por el suelo?»
Pero para el deleite de todos los implicados, descubrieron que al empezar a orar juntos no había ninguna diferencia apreciable entre ellos. Cuando entraron al salón del trono de Dios en compañía unos de otros se encontraron hablando y oyendo las mismas cosas. Los evangélicos animaban a los carismáticos y los carismáticos a los evangélicos. Dos de las cuerdas de Dios se estaban uniendo.
LA PARÁBOLA VIVIENTE
Una de las señales visibles más extraordinarias que he percibido de Dios ocurrió durante la primera noche que el equipo de intercesión de Lausana se reunió en la suite de oración del Hotel Plaza Filipino. La víspera de la mayor convocación internacional sobre evangelización celebrada hasta la fecha, Dios nos dio una parábola viviente para mostrarnos de una vez por todas que la verdadera batalla por la evangelización del mundo es espiritual.
Los cincuenta intercesores se sentaron alrededor de aquella gran habitación de hotel en círculo. Venían de doce naciones distintas, la mayor parte de ellos de Norteamérica. Diez de los intercesores eran filipinos. Y aunque mi esposa, Doris, y yo no somos intercesores, nos invitaron a participar en las actividades de la sala de oración por haber concebido la idea.
Naturalmente, el primer elemento de la reunión fue presentarnos. Y cuando habíamos recorrido poco más de la mitad del círculo, una mujer filipina, llamada Juana Francisco, de alrededor de sesenta años de edad se dio a conocer y nos habló del ministerio de intercesión que había ejercido durante muchos años. Dos o tres minutos después, mientras hablaba otro, Juana Francisco sufrió lo que más tarde supimos que era un ataque crítico de asma. Gritó, su rostro se puso pálido y comenzó a jadear ruidosamente tratando de respirar.
Una oleada de pánico recorrió la sala. Dos hombres tomaron a Juana por los brazos y la llevaron medio en volandas afuera, al pasillo del hotel. Justo al otro lado del vestíbulo estaba la habitación ocupada por Bill y Vonette Bright, de Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo. Lograron colocar a la mujer en la cama de Bill y afortunadamente una de las intercesoras filipinas era médico, de manera que salió con Juana para atenderla. Con el consuelo de que ya se encontraba bajo cuidado facultativo, dos o tres intercesores oraron por su salud y luego continuamos con las presentaciones.
Casi al terminar de dar la vuelta al círculo, alguien irrumpió en la sala gritando: «¿Quién tiene un automóvil? ¡Es una emergencia! ¡Debemos llevarla al hospital …! ¡La doctora dice que está muriendo!»
Dos mujeres—que no hacía mucho que se conocían—, saltaron de sus sillas de inmediato y salieron rápidamente por la otra puerta al pasillo del hotel. Una de ellas, Mary Lance, es reconocida como evangélica—presbiteriana de Charlotte, Carolina del Norte—y ha sido durante muchos años la intercesora personal de Leighton Ford, presidente del Movimiento de Lausana, el que ostentaba el cargo más alto del congreso. La otra era Cindy Jacobs, a la que ya me he referido anteriormente. Cindy es una conocida carismática independiente.
El espíritu de vudú
Una vez en el pasillo, Mary Lance y Cindy se miraron a los ojos y supieron en seguida en el Espíritu que habían recibido el mismo mensaje de Dios. El Señor les había dicho a ambas que el ataque de Juana Francisco era debido a la invasión de un espíritu de vudú. El vudú filipino había sido proferido contra el grupo y Dios había retirado lo suficiente su protección como para que ese espíritu de enfermedad alcanzara a la intercesora, de un modo muy parecido a la manera en que en el pasado permitiera al enemigo acceder a Job. En cuestión de segundos, Mary Lance y Cindy se asieron las manos, se pusieron de acuerdo en el Espíritu, hicieron una oración de guerra y rompieron el poder del demonio en el nombre de Jesús.
Precisamente en ese momento, Bill Bright, que no sabía nada de lo que había sucedido, salió del ascensor y se dirigió a su habitación. Allí, tendida en su cama, se encontraba aquella extraña filipina tratando de respirar y debatiéndose con la muerte. Su acción automática como cristiano fue imponerle las manos y orar por su sanidad, lo que hizo en el mismo momento que Mary Lance y Cindy rompían la maldición. Juana Francisco abrió los ojos y comenzó a respirar con normalidad. ¡La crisis había terminado!
Para entonces Doris y yo estábamos en el pasillo. Bill Bright salió de su habitación, vino hacia nosotros y nos dijo con una voz bastante emocionada: «¡Tenemos mucho poder! ¡Deberíamos utilizarlo más a menudo!»
¿Qué nos muestra Dios?
El propósito de Dios detrás de las parábolas, en este caso de una parábola viviente, es enseñar a su pueblo una lección importante. Cuando analizo aquel acontecimiento, la interpretación está clara. Aunque aquellos 4.500 líderes cristianos seleccionados de casi 200 naciones del mundo se reunieron en el congreso Lausana II en Manila a fin de elaborar una estrategia para la evangelización de 3.000 millones de personas que no conocen todavía a Jesucristo como Señor y Salvador, Dios quería que todos ellos conocieran la verdadera naturaleza de su tarea. En la parábola puedo ver tres lecciones principales:
1. La evangelización mundial es un asunto de vida o muerte.
Hablando médicamente, Juana Francisco estuvo al borde de la muerte. En términos espirituales, 3.000 millones de personas en el mundo están a punto de sufrir una muerte todavía más terrible: la muerte eterna en el infierno. Si Juana Francisco hubiera muerto, habría ido al cielo. La crisis evangelística a la que se enfrenta el pueblo de Dios es mucho más seria que la breve crisis habida en el Hotel Plaza Filipino, ya que si los inconversos mueren no van al cielo.
2. La clave para la evangelización mundial es escuchar a Dios y obedecer lo que oímos.
Mary Lance Sisk y Cindy Jacobs recibieron ambas una revelación inmediata de Dios. Como intercesoras experimentadas estaban acostumbradas a esto, de modo que no las tomó por sorpresa. Y el hecho de que las dos escuchasen la misma palabra al mismo tiempo confirmó a cada una de ellas que estaban oyendo correctamente.
Pero ellas también sabían que el escuchar a Dios era sólo el primer paso. El segundo consistía en tener el valor de obedecerle mandase lo que mandase. Sabían que El quería que se rompiera la maldición, de modo que actuaron y, otra vez, lo hicieron como cada una de ellas lo había hecho muchas veces antes: tomaron autoridad en el nombre de Jesús y ninguna tuvo duda alguna de que en ese instante la batalla se había ganado.
3. Dios va a utilizar a todo el cuerpo de Cristo para completar la tarea de la evangelización mundial.
Los evangélicos no van a cristianizar el mundo por sí solos. Los carismáticos tampoco van a hacerlo. Dios escogió a una evangélica y una carismática para que se encontraran en el pasillo y libraran una batalla espiritual. Luego, para sellar el asunto, escogió a Bill Bright, uno de los participantes evangélicos más visibles del movimiento de Lausana, para hacer la oración de sanidad y ver cómo el Señor levantaba a Juana Francisco del lecho de muerte.
ESPÍRITUS TERRITORIALES
Antes de la celebración en Manila de Lausana II, no hubo mucha discusión sobre la manera en que los espíritus territoriales podían influir en la evangelización mundial ni siquiera entre los pentecostales y los carismáticos, y menos aún entre los evangélicos.
Aunque este tema no formaba parte del diseño global llevado a cabo por el comité de programa, cinco de los talleres de Manila trataron de los espíritus territoriales y de la intercesión en el nivel estratégico. Los que hablamos de ello fuimos: Omar Cabrera y Edgardo Silvoso de Argentina, Rita Cabezas de Costa Rica, y Tom White y yo de los Estados Unidos. El interés en estos talleres superó las expectativas y, antes de terminar el congreso, yo sentí que Dios quería que tomase cierto liderazgo en cuanto a investigar más el asunto.
John Robb, de World Vision, precipitó la convocatoria de un grupo muy selecto que vivía en Estados Unidos que tenía cierto conocimiento de la guerra espiritual a nivel estratégico. Casi por defecto me convertí en el coordinador del acontecimiento. Entre los 30 individuos que asistieron a la primera reunión en Pasadena, California, el 12 de febrero de 1990, estaban Larry Lea, Gary Clark, John Dawson, Cindy Jacobs, Dick Bernal, Edgardo Silvoso, Mary Lance Sisk, Gwen Shaw, Frank Hammond, Bobbie Jean Merck, Jack Hayford, Joy Dawson, Beth Alves, Ed Murphy, Tom White, Charles Kraft y otros. Bobbye Byerly dirigió simultáneamente a un grupo de intercesión que estuvo orando durante todo el encuentro en la sala contigua.
El grupo empezó a autodenomlnarse la «Red de Guerra Espiritual» con el subtítulo de «Grupo Surgido de Lausana II en Manila para Estudiar la Guerra Espiritual a Nivel Estratégico». Ninguno de los miembros de la Red se considera a sí mismo un experto, pero todos están de acuerdo en que la verdadera batalla para la evangelización del mundo es espiritual, y que cuanto más aprendamos acerca de ella más eficazmente podremos concluir la Gran Comisión dada por Jesús de hacer discípulos a todas las naciones.
Algunos del grupo están avanzando en ello. El excelente libro de John Dawson La reconquista de tu ciudad (Editorial Betania) es el primer libro analítico y de enseñanza que tenemos sobre la oración de guerra. Las obras de Dick Bernal tales como Storming Hell’s Brazen Gates [La entrada descarada al infierno tormentoso] (Jubilee Christian Center) y Come Down Dark Prince [Ven, príncipe de las tinieblas] (Companion Press) comparten ministerios reales de guerra espiritual en el campo misionero. Mi libro Engaging the Enemy [Comprometiendo al enemigo] (Regal Books) reúne tratamientos del tema por 18 dirigentes cristianos, algunos de la Red de Guerra Espiritual—tales como Tom White, Dick Bernal, Larry Lea, Jack Hayford, John Dawson, Edgardo Silvoso, etc—y otros como Michael Green, Paul Yonggy Cho, Timothy Warner u Oscar Cullman. Possessing the Gates of the Enemy, [Poseyendo la entrada del enemigo] de Cindy Jacobs (Chosen Books) es el manual práctico de cómo hacemos en realidad la intercesión en la Red. El importante concepto de cartografía o mapping espiritual (véase el capítulo 8) es introducido por George Otis hijo en su libro The Last of the Giants [El último de los gigantes] (Chosen Books).
EL PODER ESPIRITUAL EN LA EVANGELIZACIÓN
No todos los que se lanzan a evangelizar son igual de eficaces. Y puesto que esto es así, resulta útil saber quiénes son los más efectivos y qué están haciendo que otros no hacen. Esta es una de las tareas de los profesores de crecimiento de la iglesia como yo. Llevo más de dos décadas estudiando iglesias que crecen y otras que no crecen, estudio del que han surgido ya algunas respuestas.
El crecimiento de la iglesia es en cierto modo complejo. Hay tres series de factores que intervienen cuando se hace un análisis del crecimiento o de la decadencia de congregaciones: los factores institucionales—la iglesia puede cambiar si lo desea—; los factores contextuales, que son condiciones sociológicas—la iglesia no tiene poder para cambiar—; y los factores espirituales, que reflejan la mano de nuestro Dios soberano.
Cuando se consideran a escala mundial, parece sin embargo que los factores institucionales y contextuales tal vez no sean tan decisivos como los espirituales. Esto resulta obvio cuando uno se fija en el crecimiento de los movimientos pentecostales y carismáticos durante los 40 ó 50 años pasados. Aunque ha habido algún crecimiento vigoroso entre iglesias no carismáticas y no todas las denominaciones e iglesias carismáticas crecen, sigue siendo cierto que a lo largo de las últimas décadas el crecimiento más asombroso de la iglesia a nivel mundial se ha registrado entre aquellas iglesias que dependen de un modo más explícito del poder espiritual; a saber las pentecostales y carismáticas.
El movimiento pentecostal/carismático tiene sus raíces en los comienzos del siglo XX, pero su poderoso crecimiento no empezó realmente hasta después de la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, en 1945, contaba con 16 millones de adherentes en todo el mundo. Para 1965, su número había aumentado hasta los 50 millones. En 1985 tenía ya 247 millones. Y la increíble cifra que arroja 1991 es de 391 millones.
En toda la historia, ningún otro movimiento humano voluntario o militarista y no político ha crecido tan extraordinariamente como el movimiento pentecostal/carismático durante los últimos 25 años.
Una denominación pentecostal, las Asambleas de Dios, creció de 1,6 millones en 1965 hasta 13,2 millones en 1985. Aunque se trata de un grupo relativamente nuevo, las Asambleas de Dios es ahora la denominación mayor o la segunda en número de miembros en más de 30 naciones del mundo. En una sola ciudad, Sao Paolo, Brasil, cuenta con 2.400 iglesias. El movimiento cristiano con mayor tasa de crecimiento en los Estados Unidos es el carismático independiente. Salvo algunas excepciones, la megaiglesia más grande de cualquier área metropolitana de América es pentecostal o carismática. También eran pentecostales/carismáticas las seis mayores iglesias del mundo que en 1990 tenían una asistencia a los cultos de 50.000 personas o más.
Aunque no soy historiador profesional, me atrevería a adelantar una hipótesis: Creo que en toda la historia, ningún otro movimiento humano voluntario no militarista y no político ha crecido tan extraordinariamente como el movimiento pentecostal/carismático durante los últimos veinticinco años.
Parece razonable pensar que aquellos que venimos del ala evangélica tradicional de la Iglesia haríamos bien en estar abiertos a aprender de nuestros hermanos y hermanas carismáticos. Y la lección más fundamental, según mi parecer, es que tienen una comprensión más avanzada del carácter espiritual de la verdadera batalla por la evangelización. Las señales y los prodigios, la liberación de espíritus demoniacos, las sanidades milagrosas, la adoración sostenida y entusiasta, las profecías y la guerra espiritual son considerados por muchos de ellos como las manifestaciones normales del cristianismo.
La demostración de este poder espiritual en traer grandes cantidades de personas a Jesucristo habla por sí sola. No tenemos más que mirar lo que Dios está haciendo hoy en día en el mundo para darnos cuenta de que la efìcacia de nuestros esfuerzos evangelísticos depende en buena medida del resultado que obtengamos en las batallas espirituales libradas en las regiones celestes.
Las Escrituras señalan que nuestra arma principal para enfrentarnos al enemigo en esta batalla es la oración de guerra.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1. Hable de alguna metodología evangelística o de algunas técnicas de crecimiento de la iglesia que conozca las cuales no parezcan estar funcionando todo lo bien que deberían.
2. ¿Cómo describiría usted cada segmento del «cordón de tres dobleces» que Dios está juntando? Nombre algunos líderes de cada uno de ellos. ¿Puede imaginárselos apoyando sus ministerios mutuamente?
3. ¿Cree usted que cristianos como Juana Francisco pueden ser maldecidos realmente? ¿Podría ella haber muerto de no haberse roto la maldición?
4. ¿Qué temas le gustaría que se trataran si fuera usted a asistir a una reunión de la Red de Guerra Espiritual?
5. Nombre varias de las áreas específicas que el resto del cuerpo de Cristo puede aprender del movimiento pentecostal/carismático.