LA APOSTASÍA MANCHA LOS CULTOS A DIOS
¿DEBEMOS APLAUDIR
EN
LOS CULTOS A DIOS?
Un estudiante colombiano que nos lee nos ha
escrito planteándonos lo siguiente:
"La iglesia a que pertenezco tiene un
pastor joven que nos dice: El culto sin palmadas y aplausos es un culto sin
vida.
Este planteamiento ha dividido nuestra congregación.
Quisiera que usted me proporcione una respuesta sensata.
¿Que
opina usted en relación con el culto amenizado con aplausos?
Respuesta:
He visto iglesias grandes y pequeñas.
Unas fervientes en espíritu y otros
tibias.
Pero no he visto
iglesias que hayan amenizado sus cultos con aplausos en el pasado.
Y debemos preguntarnos si
el culto con aplausos tendrá algo que ver con la anunciada apostasía de la
iglesia.
En 1 de
Juan 2:15, se nos dice:
"No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo."
Si alguno ama los métodos del mundo el amor del Padre no está en
el.
En el
pasado los templos se edificaban con el propósito de que en ellos se rindiese
culto a Dios. Jesucristo nos enseña que solamente Dios es digno de recibir
adoración.
Y preguntamos:
Los que pretenden amenizar el culto con aplausos:
¿piensan que Dios está presente?
¿Si
vieran presente a Dios se atreverían a aplaudir?
La palabra "aplauso" se encuentra
una sola vez en la Biblia; y no se refiere a aplauso de persona (Is. 55:12).
No hay una
sola evidencia en la Biblia que nos diga o sugiera que la presencia del Señor
haya motivado a un ser humano a aplaudir.
Juan, el discípulo amado, nos dice que vio al Señor tal comos es ahora;
"y cuando le vi - dice Juan en Ap. 1:17 - caí como muerto a sus
pies". Y el profeta Isaías nos
dice: "El año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono
alto y sublime... entonces dije: ¡Ay de
mí! que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en
medio de un pueblo de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey Jehová de los
ejércitos".
Una de las revelaciones más grandes sobre la alabanza al
Señor en el futuro se encuentra en Ap. 5:8 al 14. Y no vemos en este pasaje
palmadas y aplausos; lo que vemos es adoradores postrados delante del Señor.
Los aplausos
tiene su lugar en la esfera seglar.
Se aplaude:
en los congresos legislativos,
en la tribuna política,
en un teatro,
en un salón social.
Se aplaude:
al orador,
al cómico,
al artista,
al mago,
al payaso.
Pero un templo no es un lugar apropiado para aplaudir ni
para recibir aplausos.
¿A quién
aplauden los que ahora quieren aplaudir en los cultos?
A los que actúan frente a ellos. Y esto puede
conducirnos a que en el templo no se conceda a Dios el primer lugar, sino a los
que reciben los aplausos de la congregación.
Un culto amenizado con aplausos ni
tienen a Dios en primer lugar ni resulta agradable al Señor.
El profeta Habacuc nos dice: "Jehová está en su santo
templo; calle delante de él toda la tierra".
Si lo que vas a decir en un
templo dedicado a Dios no está motivado por el respeto y la reverencia a Dios,
cállate. Porque el templo no es el lugar
adecuado para dar culto a otro que no sea el Dios Altísimo.
Cuando Dios
estableció el primer sistema de culto en un templo, dijo a los llamados a
participar de aquel culto: "MI SANTUARIO TENDREIS EN REVERENCIA"
(Lev. 19:30, y 26:2). Y San Pablo nos exhorta en Hebreos 12:28, a servir al
Señor con "temor y reverencia".
Desde los días
de los apóstoles hasta hace poco tiempo, los cristianos se congregaban en los
templos con el propósito de tributar culto a Dios, y hacerlo en espíritu y en
verdad.
Las partes fundamentales de la
liturgia cristiana eran:
el canto de alabanza al Señor,
la oración,
la lectura
bíblica y
la predicación del Evangelio.
Hasta ahora no sabíamos de ninguna religión cuyos devotos pretendiesen
tributar culto a su Dios o a sus dioses por medio de aplausos.
El culto a
Dios debe tener carácter sagrado. Debe inspirar respeto y reverencia. Si Dios
se dirigiera hoy a algunas iglesias, como se dirigió un día a los israelitas
que convocaban asambleas y fiestas solemnes, puede que les dijese: vuestros
cultos y métodos de alabanza me producen el efecto de un vomitivo, no los puedo
soportar.
Dicen las
Sagradas Escrituras que donde no hay dirección sabia el pueblo perece. (Prov.
11:14. Jueces 17:6).
Resumiendo:
El
aplaudir en los templos ha surgido estos días, después de 20 siglos de
cristianismo. ¿Han fallado los líderes del cristianismo en los 20 siglos
pasados o estamos fallando los que vivimos en los últimos días del presente
siglo?
Ni en la Biblia ni en la Historia encontramos
apoyo para aplaudir en un culto que se supone que tenga a Dios por objeto.
Los aplausos tienen su lugar en la esfera
mundana, pero no en los templos.
Hasta ahora ninguna religión ha adorado a su
Dios o a sus dioses por medio de aplausos.
Los aplausos y la reverencia
no ligan. Los aplausos matan la
reverencia.
Dios demanda reverencia en su
santuario.
Los aplausos en los templos
constituyen un aspecto de la apostasía.
Los pastores están llamados a dirigir las iglesias. Y dice la Escritura que tendremos que dar
cuenta a Dios. (Heb. 13:17).