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martes, 10 de noviembre de 2015

Es un alimento de sacrificio ígneo de olor que apacigua. Toda la grosura pertenece a YHVH y es estatuto perpetuo por vuestras generaciones en todos vuestros asentamientos: no comeréis grasa ni sangre.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




La Ofrenda Humana que Expresaba armonía, salud, gozo, felicidad y comunión con Dios
Prefigura de Jesucristo al Ofrendarse a Sí mismo al Padre en la institución de la Cena del Señor

Preparamos nuestro Estudio para enseñar en la congregación
Ofrendas de paz
Levítico 3:1-17

3      Si su ofrenda es un sacrificio de paz, si ofrece de la vacada, sea macho o hembra, lo presentará sin defecto ante YHVH.
2      Apoyará su mano sobre la cabeza de su víctima y la degollará a la entrada del Tabernáculo de Reunión. Los sacerdotes, hijos de Aarón, rociarán la sangre en derredor sobre el Altar.
3      Del sacrificio de las ofrendas de paz, presentará una ofrenda ígnea ante YHVH con la grosura que cubre los intestinos, toda la grosura que hay sobre las entrañas,
4      los dos riñones, la grosura que hay sobre ellos y sobre los lomos, y la grosura del hígado, que quitará con los riñones.
5      Los hijos de Aarón dejarán consumir esto en el Altar, encima del holocausto, sobre la leña, sobre el fuego. Es ofrenda ígnea de olor que apacigua a YHVH.
6      Si su ofrenda para el sacrificio de ofrendas de paz a YHVH es del rebaño, lo presentará sin defecto, sea macho o hembra.
7      Si presenta un cordero por su ofrenda, entonces lo hará acercar delante de YHVH,
8      y apoyando su mano sobre la cabeza de su ofrenda, lo degollará delante del Tabernáculo de Reunión. Luego, los hijos de Aarón rociarán su sangre en derredor sobre el Altar.
9      Y del sacrificio de las ofrendas de paz, presentará como ofrenda ígnea ante YHVH la grosura y la cola entera, cortada desde el espinazo, así como la grosura que cubre los intestinos, toda la grosura que hay sobre las entrañas,
10      los dos riñones, la grosura que hay sobre ellos y sobre los lomos y la grosura del hígado, que quitará con los riñones.
11      Y el sacerdote lo dejará consumir sobre el Altar como alimento de ofrenda ígnea a YHVH.
12      Y si su ofrenda es una cabra, la hará acercar ante YHVH,
13      y apoyando su mano sobre la cabeza, la degollará delante del Tabernáculo de Reunión. Después los hijos de Aarón rociarán su sangre en derredor sobre el Altar,
14      y de ella, presentará su ofrenda ígnea ante YHVH: la grosura que cubre las entrañas y toda la grosura que hay sobre las entrañas,
15      los dos riñones con la grosura que hay sobre ellos y sobre los lomos, y la grosura del hígado, que quitará con los riñones.
16      Luego, el sacerdote los dejará consumir sobre el Altar. Es un alimento de sacrificio ígneo de olor que apacigua. Toda la grosura pertenece a YHVH.
17      y es estatuto perpetuo por vuestras generaciones en todos vuestros asentamientos: no comeréis grasa ni sangre.

Las Ofrendas de paz


Las ofrendas de paz 
( Levítico 3:1–17 )


Levítico 3:1–5. Los sacrificios de paz también comprendían el sacrificio de animales. El significado básico de la palabra hebrea que se traduce como “paz” significa “ser completo o unido”. Por lo tanto, los sacrificios de paz, eran la demostración de que habían sido sanadas las relaciones rotas entre el santo Dios y el Israel pecador. 

El procedimiento le recordaba a los adoradores, primero, que el pecado, la causa de la relación rota, había sido quitada al transferirlo al animal. Después se les permitía a los adoradores celebrar con una comida su paz con Dios. El Señor participaba en la comida aceptando la ofrenda quemada de olor grato. Los sacerdotes, como representantes de Dios, participaban en la comida. Las partes comestibles de la ofrenda que no eran propiedad de Dios, eran la parte que comían los sacerdotes y los adoradores de Israel en el banquete.

Primero se describen los sacrificios de paz consistentes en ganado. El adorador mataba el animal sin defecto a la entrada del Tabernáculo de reunión. Después, el sacerdote rociaba la sangre del animal sobre el altar. Después de esto, se cortaba el animal en sus piezas, algunas de las cuales se ofrecían sobre el altar. Los sacrificios de paz diferían de las ofrendas quemadas en este aspecto, ya que las ofrendas quemadas se consumían por completo sobre el altar.

La gordura que cubría las entrañas del animal no se comía, porque se la consideraba como una porción escogida, reservada solamente para Dios. Se quitaban también los riñones y la gordura del hígado. En el Antiguo Testamento se hace referencia a los riñones y a otros órganos internos como la sede de las emociones. Es posible que al ofrecer los riñones y la gordura que cubre el hígado, se simbolizara la dedicación a Dios de las más profundas emociones.

Levítico 3:6–11. 
El adorador también podía llevar un sacrificio de paz tomada de las ovejas. También en este caso, se quitaba la gordura y se quemaba, como la parte del Señor. Toda la cola del cordero se quitaba y se quemaba. Recientemente se ha comprendido con claridad la justificación para esto último; los estudiosos han descubierto que los corderos que se criaban en Palestina en los tiempos bíblicos almacenaban gordura en la cola.

Levítico 3:12–16. 
Aquí se describen los sacrificios de paz consistentes en cabras. Los procedimientos eran los mismos que se hacían con los corderos y las ovejas, y la fórmula se repetía de la misma manera.

El sacerdote quemaba las partes del animal sobre el altar como comida, pero con toda seguridad no para dar sustento a Dios. Los paganos vecinos de Israel ofrecían sacrificios con la idea de que estaban alimentando o nutriendo a sus dioses. Esos pensamientos estaban lejos de las mentes de los hebreos. Por el contrario, el pueblo de Dios entendía que esas ofrendas expresaban la comunión y la paz que ellos tenían con Dios, en términos de una comida compartida. Mediante la expiación que Dios había hecho, no había barrera entre ellos y Dios.

Levítico 3:17. 
La expresión “estatuto perpetuo será para vuestros descendientes” se presenta diecisiete veces en Levítico. Esas palabras se presentan aquí para hacer hincapié en que la prohibición que hace Dios de comer la gordura y la sangre tenía el propósito de cumplirse mientras estuviera vigente el sistema de los sacrificios. Toda gordura estaba prohibida porque le pertenecía al Señor, y la sangre estaba prohibida porque era el medio de la expiación.

Al examinar las ocasiones que se registran en la Escritura, en las que se celebraron los sacrificios de paz, notamos que invariablemente había un ambiente festivo. Las bendiciones que daba el Señor, la ayuda que se experimentaba para cumplir un voto o para terminar alguna tarea grande, invitaban a un sacrificio de paz con la alegría que la acompañaba. 

La mayoría de las ofrendas que llevaron y presentaron Salomón y el pueblo en la jubilosa ocasión de la dedicación del Templo, fueron sacrificios de paz. Algunas veces se ofrecían sacrificios de paz en relación con peticiones de la ayuda de Dios; había alegría en tener presente que por causa del pacto de Dios, él los iba a ayudar. 

En ocasiones, el sacrificio de paz era un acto espontaneo de acción de gracias a Dios, que hacía el adorador en el tiempo de la cosecha o cuando reconocía otras bendiciones de Dios. Ana, cuando nació su hijo Samuel, llevó un sacrificio de paz para expresar su gratitud al Señor. Los sacrificios de paz también se relacionan frecuentemente con las felices ocasiones en las que se realzaba el pacto con Dios.

Sabemos, por lo que dice Levítico 7, que los sacrificios de paz concluían con la reunión del adorador con sus amigos y su familia, en una comida para consumir la carne que no había sido ofrecida en sacrificio. Todos los participantes en la comida tenían que estar en un estado de pureza ritual, y la comida tenía que ser consumida el mismo día en que había sido ofrecida como sacrificio de confesión, o el día siguiente, si había sido ofrecida con otros propósitos. 

Al sacerdote se le daba el pecho y la espaldilla derecha como parte de su salario, y el adorador y sus amigos comían el resto. De esta manera se experimentaba la paz con Dios, cuando los invitados disfrutaban las bendiciones en su misericordiosa presencia. Al celebrar esta comida, los adoradores también estaban mostrando que habían sido apartados de las naciones paganas solamente para Dios. El apóstol Pablo escribe: “Mirad a Israel según la carne: los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?” (1 Corintios 10:18). 

Los creyentes del Antiguo Testamento, al comer del sacrificio, compartían todo aquello para lo cual estaba el altar, la salvación lograda mediante el perfecto sacrificio prefigurado por los sacrificios de paz.

Los creyentes del Nuevo Testamento participan de una comida para expresar su paz con Dios y con los demás. Algunas veces la llamamos Santa Comunión para hacer énfasis en ese aspecto de la comida. Es fascinante ver cómo los sacrificios de paz del Antiguo Testamento eran una bella prefiguración de esta comida santa. Cuando Jesús instituyó su cena, dijo que el vino que había en la copa era “el nuevo pacto en mi sangre” (1 Corintios 11:25). 

Por lo tanto, él hizo alusión a la sangre del antiguo pacto, la sangre de las ofrendas quemadas y de los sacrificios de paz, que fueron la figura del derramamiento de su sangre en la cruz. Pero junto con el pan y el vino, Cristo también nos ofrece, en el sacramento, su verdadero cuerpo y su verdadera sangre para darnos la seguridad del perdón.

El adorador de los tiempos del Antiguo Testamento, en el momento del sacrificio de paz alababa a Dios, hacía votos y hacía peticiones. Hoy en día, la celebración de la comunión les da a los cristianos la oportunidad para volverse a dedicar al servicio de Dios y para presentar sus oraciones y sus alabanzas a su Señor.

Se ve un fuerte contraste entre los sacrificios de paz y la Santa Cena, respecto a beber la sangre. Bajo el antiguo pacto, estaba prohibido consumir la sangre sacrificial, debido a que era el medio de la expiación. Sin embargo, en la Santa Cena recibimos la verdadera sangre derramada en la cruz del Calvario, junto con el vino, para darnos la seguridad de nuestra salvación, comprada con sangre.

Las contrapartes de los sacrificios de paz en el Nuevo Testamento se pueden considerar como los servicios de adoración en general. Al escuchar la Palabra de Dios, estamos participando del Pan de Vida. Al experimentar sus bendiciones, nos alegramos al saber que otros comparten esas bendiciones con nosotros. La fe se fortalece al adorar junto con hermanos creyentes.

Seguramente no está fuera de lugar pensar también que las cenas de Navidad, las fiestas de bodas cristianas, las comidas que se ofrecen en los bautismos y otras más son contrapartes adecuadas de los sacrificios de paz del Antiguo Testamento. Por ejemplo, después de asistir a un servicio de adoración de Navidad, en el que hemos hecho memoria del más grande don de Dios al hombre, y lo hemos alabado por la venida de su Hijo, es apropiado participar en una comida festiva en la que nos regocijamos por su presencia en nuestra vida y disfrutamos de la paz con él y con los demás.

Es maravilloso disfrutar de la relación que tenemos con Dios en Cristo. Sin embargo, seamos realistas; no siempre hacemos eso. Hay ocasiones en las que la consciencia de nuestra pecaminosidad nos hace sentir lejos de Dios. En el Antiguo Testamento, había sacrificios de sangre que estaban destinados exactamente para esos momentos de la vida.

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