jueves, 30 de abril de 2015

Pero si alguno de ustedes se ve falto de sabiduría, pidala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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DESEARÍA QUE ELLA VINIERA CON UN INSTRUCTIVO


Tu carro viene con uno. También tu televisión, tu estéreo, tu cámara y tu computadora. Qué lástima que tu esposa no venga también con un instructivo. Imagina lo fácil que sería vivir con ella, si viniera con un libro de instrucciones en el cual pudieras encontrar lo que necesitas saber para mantenerla saludable, feliz ¡y al máximo de su capacidad!

Si tuvieras un manual de esta índole, te proveería información esencial sobre las mujeres en general. Pero te daría otros datos valiosos como la información específica de tu producto (tu mujer en particular), instrucciones para el mantenimiento, direcciones para leer sus parámetros e indicadores emocionales, instrucciones de limpieza, advertencias sobre los riesgos e incluso una sección completa sobre “Cómo Resolver Problemas.” Pero tu esposa es una mujer, y las mujeres no vienen con un instructivo - ¿O sí?

Permíteme decirte un pequeño secreto poco conocido: tu esposa viene con un manual. Tú nunca lo has visto porque está metido en su corazón. Muy dentro de su corazón está la información necesaria para entenderla y cuidarla de acuerdo a la Biblia. Sólo hay algo que debes entender. Tú eres el que debe sacarla. Así es, tu trabajo es sacar esa valiosa información de su corazón, y si fuera necesario, ponerla por escrito. “Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre, y el hombre de entendimiento lo sacará.” (Prov. 20:5). La responsabilidad de ser entendido te la da Dios en 1 Pedro capítulo tres.

“1 Pedro, capítulo tres - ¡Amo ese pasaje! ¿No es allí donde dice que la mujer debe mantenerse callada?”

Bueno, sí, pero yo no me refiero a esos versos (1 & 2). Yo quiero hablarte del verso siete. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7, RV60). La Biblia pone sobre ti la carga de vivir sabiamente como esposo. Tú eres quien debe tomar la iniciativa para obtener de tu esposa la información necesaria para desarrollar y mantener la intimidad como una sola carne que Dios ha determinado que tengas con ella. Elisabeth Elliot en su libro The Mark of a Man (La Marca de Un Hombre), explica el concepto del hombre como iniciador:

  “Lo importante que como hombre debes recordar … es que una mujer no puede responder apropiadamente a menos que el hombre sea apropiadamente el iniciador. Él debe tomar la iniciativa para que ella lo siga, como en un baile. La voluntad de cada uno para ejecutar los ‘pasos’ que han sido ensayados es lo que da libertad a la otra persona.”

“¡Está bien! ¡Me convenciste! Así que mi trabajo es entenderla. Pero ¿Cómo saco esa información, ese instructivo fuera de su corazón?”

Bueno, para empezar, tienes que entender la perspectiva bíblica del matrimonio y la importancia de la comunicación para la relación marital.


Un Pacto de Compañerismo

Muchos creen que el propósito del matrimonio es la propagación de la raza humana. Pero el matrimonio fue diseñado por Dios para lidiar con el asunto de la soledad (Gen. 2:18–24). El SEÑOR Dios dijo:” No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.”

En su libro, Marriage, Divorce and Remarriage in the Bible (Matrimonio, Divorcio y Recasamiento), Jay Adams desarrolla este concepto:

  Dios hizo a la mayoría de nosotros para que estuvieramos solos sin una relación íntima con quien vivir. Dios proveyó a Eva no sólo (o primariamente) como ayuda para Adán (aunque la ayuda es una dimensión de esa compañía), sino como su compañera. Él también, como todos los demás esposos desde entonces (como veremos), debía proveerle compañerismo a ella. En la Biblia, el matrimonio es descrito en términos de una compañía. En Proverbios 2:17, por ejemplo, se nos dice que “… la mujer extraña … deja el compañero de su juventud, y olvida el pacto de su Dios.” La palabra traducida “compañero” en este verso tiene la idea de “uno que es domesticado” (es usado hablando de domesticar animales), o “uno que tiene una cercana e íntima relación con alguien.” Obviamente es difícil establecer una relación cercana con un animal salvaje, pero uno puede estar cerca de un animal domesticado. La idea central tiene que ver con una relación cercana e íntima. Y eso es exactamente lo que la compañía marital es: la relación cercana e íntima del esposo y la esposa.

  El concepto del matrimonio como compañía aparece también en Malaquías 2:14 con un término diferente pero complementario: “El SEÑOR ha sido testigo entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto.” Ahora, la palabra aquí traducida compañera tiene como idea central unión o asociación. Una compañera, entonces, es alguien con quien entras en una unión o relación cercana. Al unir estos dos términos obtenemos un entendimiento completo de la idea de compañía. Una compañera es alguien con quien tú estás íntimamente unido en pensamiento, metas, planes, esfuerzos, y en el caso del matrimonio, cuerpos.

Estos dos pasajes juntos, hacen claro que para ambos, esposo y esposa, el compañerismo es el estado ideal. En proverbios, el esposo es llamado el compañero (mostrándonos que también provee compañía para su esposa); en Malaquías, es la esposa quien es designada como tal. Para ambos entonces, entrar en el matrimonio debería significar el deseo de satisfacer el uno al otro la necesidad de compañía. El amor en el matrimonio se enfoca en darle al cónyuge la compañía que él/ella necesita para eliminar la soledad.

Para que este compañerismo sea establecido, mantenido y alcance madurez, hay algo de suma importancia que es requerido.


La Revelación es un Prerrequisito para la Relación

¿Alguna vez te has detenido a considerar que de no ser por la Biblia, nunca hubieses podido tener una relación personal con Dios a través de Jesucristo? Piensa en eso. De no ser por la revelación escrita que Dios da de sí mismo al hombre, no sabrías lo suficiente para convertirte en cristiano. En la medida en que Él se revela a sí mismo a través de la Biblia (y que tú entiendas esa revelación), puedes tener una relación íntima con Él. En la medida en la que Él no se revele a sí mismo a través de la Biblia (o que no entiendas esa revelación), no puedes tener una relación personal con Él. La revelación, por lo tanto, es un prerrequisito para tener una relación. Esto es verdad no sólo en tu relación personal con Dios, sino también con la gente.

En la medida en que dos personas se revelen a sí mismas la una a la otra, ellas podrán tener una relación íntima. En la medida en que no se revelen a sí mismas, no podrán tener una relación íntima. Ahora, puesto que el matrimonio es la más íntima de las relaciones interpersonales, es razonable que un esposo y su esposa, si han de experimentar la intimidad (compañía) de “una sola carne” diseñada por Dios, deben revelarse el uno al otro más que a nadie. En todo nivel (físico, intelectual, emocionalmente, etc.) ellos deben estar “desnudos y sin vergüenza” (Gen. 2:25). Tristemente, con demasiada frecuencia éste no es el caso. De hecho, a causa del pecado, los esposos y las esposas se avergüenzan y tienen miedo de revelarse el uno al otro. Esta falta de apertura y honestidad (falta de revelación) evita que muchas (me atrevo a decir, bastantes) parejas (aun cristianas) experimenten la seguridad, frescura y felicidad que Dios ha planeado para ellos en el oasis del matrimonio.

¿Qué con respecto a ti? ¿En qué medida te revelas como eres a tu esposa? ¿Te sientes avergonzado y temeroso? ¿Acaso la envidia, el orgullo, la indolencia o la ignorancia evitan que le reveles esa información a tu esposa?

¿En qué medida se revela a ti tu esposa? ¿Se siente ella avergonzada y temerosa también? ¿Acaso el miedo, la envidia, el orgullo, la pereza o la ignorancia le evitan revelarte esa información a ti?


Estorbos a la Revelación


1. Miedo

Quizá el estorbo más grande para revelarnos abiertamente sea el miedo.

  Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: “Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.” (Gen. 3:7–10)

Adán y Eva fueron azotados por el miedo y se escondieron de Dios al darse cuenta que estaban desnudos. Así también los esposos y las esposas son frecuentemente asolados por el miedo y esconden lo que verdaderamente son cuando se dan cuenta de la pecaminosidad de sus corazones. Las parejas cristianas que son una sola carne y están comprometidos a la santificación mutua no deben temer a la vergüenza y el rechazo. De hecho, deberían darse cuenta que en el matrimonio de dos pecadores ambas partes pecarán. Lejos de ser sorprendidos cuando el pecado ocurra deben presuponer que es inevitable (1 Juan 2:1). Lejos de ocultar el pecado el uno del otro deben sentirse libres de revelar sus luchas internas con la esperanza de encontrar ayuda para vencerlas. El esposo, como la persona que debe lavar (santificar) a su esposa con el agua de la Palabra de Dios (Ef. 5:26), y la esposa, como la ayuda de su esposo, son llamados a participar activamente en el proceso de santificación progresiva de sus respectivos cónyuges.


2. Egoísmo

Existe un verdadero corolario en la Biblia entre el miedo pecaminoso y el orgullo. Las personas que son egoístas tienden a ser miedosas. Las personas que son miedosas son necesariamente egoístas. Quizás la mejor manera para demostrar esto es estudiando la antítesis de ambos pecados. De acuerdo a las Escrituras, lo contrario (y un antídoto en contra) del miedo pecaminoso es el amor. 1 Juan 4:18 explica “En el amor no hay temor; sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.” Pero el amor es lo opuesto (un antídoto en contra) del pecado del egoísmo. De acuerdo a 1 Cor. 13:5 el amor “… no busca lo suyo [no es egoísta] …” Puedes tratar de ver esto como una ecuación.



Ahora mira lo que pasa cuando sacas el amor de ambos lados de la ecuación.



Otra manera de demostrar la misma relación bíblica entre miedo y egoísmo es por definición. Considera esto:

  Amor
  es estar más interesado con lo que puedo dar que con lo que pueda obtener.
  Egoísmo
  es estar más interesado con lo que puedo obtener que con lo que pueda dar.
  Miedo
    es estar más interesado con lo que pudiera perder, que con lo que puedo dar.

Cuando permites que el miedo al rechazo de tu esposa te impida amarla de modo que no le muestras lo que es bíblicamente necesario que ella sepa de ti, estás siendo egoísta. En es momento, estás más interesado en cómo lo que le reveles pueda herirte que en cómo ayudar a tu esposa. Cuando fallas al amar a tu esposa (tu prójimo más cercano) de esta manera, simultáneamente fallas en amar a Dios, y por lo tanto quebrantas el primer y el segundo mandamiento (al amar a Dios y tu prójimo cf. Mt. 22:35–40).


3. Orgullo

El pecado del orgullo trae el más severo e inmediato juicio de parte de Dios. Te ciega ante otros pecados en tu vida y evita que te arrepientas de ellos. El orgullo es el Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida (SIDA) del alma. Cuando una persona muere a causa de haber adquirido SIDA, realmente no muera a causa del SIDA. Más bien muere de enfermedades complicadas a causa del SIDA (neumonía, tuberculosis, meningitis, etc.). A diferencia de una catarata, el virus del SIDA de alguna manera ciega los ojos del sistema inmunológico de sus víctimas. Esto evita que su sistema inmunológico vea y consecuentemente destruya los virus y bacterias que al final de cuentas lo matará.

Como el SIDA, el orgullo te ciega no sólo de ti mismo, pero también de otros pecados escondidos en lo más profundo de tu corazón y de tu vida. Te hace odiar la corrección y la reprensión. Te esconde de tu pecado, justifica tu pecado, excusa tu pecado, y evita que te arrepientas de tu pecado. Te engaña haciéndote pensar que estás espiritualmente bien, cuando de hecho tienes un cáncer fatal y estás en la necesidad desesperada del Bálsamo del Gran Médico.

Escucha a Richard Baxter, el gran escritor puritano, describir (en mi versión contemporánea) la patología de esta terrible plaga del alma.

  El orgullo es una raíz profunda y un pecado que se auto preserva; por lo tanto es más difícil de eliminar y desarraigar que otros pecados. Se esconde para no ser descubierto … No permite que el pecador vea su orgullo cuando es reprobado; tampoco deja que lo confiese cuando lo ve; ni … que lo aborrezca o lo abandone … Aunque reconozca las evidencias del orgullo en otros, no lo ve en sí mismo. Cuando siente desprecio por la reprensión sabiendo que es una señal de orgullo en otros, no lo ve en sí mismo. Si tú tratas de curar a una persona orgullosa de cualquier falta, sentirás como si estás lidiando con una avispa o una culebra; pero aun mientras escupe el veneno de su orgullo contra el que lo reprende, la persona orgullosa no se da cuenta de su orgullo. Este veneno es una parte de su naturaleza y por lo tanto no siente que es dañino o tóxico …

Antes de la caída, Adán y Eva estaban desnudos y no tenían vergüenza (Gen. 2:25). Esto no se refiere sólo al hecho de que no usaban ropa. Primordialmente habla de la total apertura, honestidad y franqueza que gozaban antes de que su orgullo les hiciera esconder sus pecados. En definitiva, lo que impide a un esposo y esposa gozar la intimidad de “una sola carne” que Adán y Eva conocieron en el jardín del Edén es el orgullo. Es tu orgullo el que se resiste a revelar a tu esposa las cosas que te avergüenzan. Ella por ser tu esposa tiene la necesidad bíblica de saber ciertas cosas de tu vida que afectan tu relación con ella. Por ser ella tu ayuda tiene la necesidad bíblica de saber ciertas cosas de tu vida que afectan tu relación con Dios (recuerda: Si Dios quiere que tu esposa creyente te ayude con algo ¡es que seas un mejor cristiano!) Cuando tú orgullosamente te resistes a revelarle estas cosas pecas contra Dios, contra tu esposa y contra tu matrimonio.


4. Pereza

Si vas a tomar seriamente los mandamientos que Dios te da como esposo, necesitarás invertir una cantidad considerable de tiempo, esfuerzo y reflexión para estudiar e implementar los pasajes específicos de la Escritura que he tratado de trazar en este libro. Es probable que tengas que cambiar tu manera de pensar, actuar, hablar y priorizar tus otras responsabilidades. Quizás tendrás que cambiar para dejar de ser una persona guiada por los sentimientos—que hace lo que sus sentimientos le dictan y deja de hacer lo que no le dictan - para ser una persona obediente - que hace lo que la Biblia requiere, tenga deseos o no. Estos cambios serán difíciles al principio, pero recuerda, existe algo más difícil que cambiar - no cambiar: Proverbios 13:15 dice “… el camino de los transgresores es duro.” (RV60). Así que tienes una opción: trabajar duro ahora con la esperanza de la bendición de Dios en el futuro, o seguir el camino “fácil” ahora sabiendo que te espera un camino difícil por recorrer bajo la disciplina de Dios en el futuro.


5. Ignorancia

¿Alguna vez te has detenido a considerar que el hombre era dependiente del consejo de Dios aun antes de caer en pecado? Si Adán necesitaba de la sabiduría de Dios en el huerto del Edén sin haber caído, ¿Cuánto más necesitas tú de Su sabiduría mientras intentas amar a tu esposa y vivir con ella con sabiduría?

  Ahora, si aún piensas que vivir sabiamente con tu esposa es imposible puede ser porque ignoras, no sólo las Escrituras, sino también el poder de Dios. Jesús una vez dijo acerca de otro asunto:

    ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? (Marcos 12:24)

  En primer lugar, puede ser que no te des cuenta que las Escrituras te ordenan entender a tu esposa. 1 Pedro 3:7 no es un consejo, una recomendación o una sugerencia. Es un mandamiento. En otras palabras, ¡tienes que aprender cómo entender a tu esposa!

  En segundo lugar, puedes ser que no entiendas el poder de Dios. Siempre que veas en la Biblia un mandamiento que parece imposible de obedecer, debes recordar que Dios nunca pide a un cristiano obedecerle sin la provisión de tres fuentes poderosas.

    •      Dios promete darte sabiduría para obedecerle.

    Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (St. 1:5)

  Si no sabes cómo obedecer debes pedirle a Dios que te enseñe. Esta promesa es primero porque usualmente es necesario saber cómo obedecer a Dios antes de poder hacerlo.

    •      Dios promete darte la capacidad para cambiar.

    Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito (Fil. 2:13).

  Conforme caminas en fe para obedecer lo que Dios ha mandado en Su Palabra, Él provee el poder necesario para hacer lo que antes te parecía imposible. Santiago dice que el hacedor de la Palabra será “bienaventurado en lo que hace” (Stgo. 1:25).

    •      Dios promete darte el deseo de cambiar.

    Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito (Fil. 2:13).

  Es después de que has obedecido lo que has aprendido que probablemente experimentarás el deseo de caminar en obediencia a las Escrituras.

  Estas tres promesas son hechas sólo a los cristianos quienes en dependencia del Espíritu de Dios y en conjunción con Su palabra, las reciben e implementan. Mientras lees este libro, aprenderás cómo entender mejor a tu esposa y cómo cumplir mejor tus responsabilidades bíblicas hacia ella.


¿Puedo Guardar una Copia Impresa del Manual?

Sí, pero únicamente con la aprobación de tu esposa.

Apunta en una página separada lo que estés aprendiendo de tu esposa. Estas páginas te ayudarán a aplicar los principios bíblicos. Por supuesto, necesitarás la ayuda de tu esposa para completar la mayoría de ellos. Las páginas quizás deberían ser fotocopiadas antes de completarlas. Después podrías convertirlas en un cuaderno para futura revisión y examen. Este cuaderno “basado en 1 Pedro 3:7” se convertirá en la copia impresa del manual de operación de tu esposa.

Ya sea que elijas hacer una copia impresa del manual o no, te beneficiarás en gran medida llenando mentalmente las páginas adicionales al final de cada capítulo.

 
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