martes, 10 de febrero de 2015

Los ángeles pertenecen a una dimensión única y diferente de la creación

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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VIDRIO OPACO: EL ENIGMA DE LA REALIDAD

Los ángeles pertenecen a una dimensión única y diferente de la creación la cual nosotros, seres limitados al orden natural, difícilmente podemos comprender.
Billy Graham
 
 Hace algunos años, después del servicio vespertino del domingo, una anciana se acercó para hablar
conmigo. Se veía algo preocupada.
—Unos objetos brillantes, como estrellas—me informó de la manera más baja que pudo—, andan
flotando a través de la ventana de mi baño. ¿Considera que esté viendo visiones? ¿Serán ángeles?
¿Cree que esto tenga algún significado espiritual?

Sus preguntas me parecieron un poco extrañas. Ella misma parecía un tanto extraña. Pero siempre tengo cuidado de no menospreciar las experiencias espirituales de otras personas. Sabiendo que la Biblia misma está llena de historias fuera de lo común respecto a dimensiones del cielo que interceptan la tierra, la mayoría albergamos genuinamente la esperanza de tener un encuentro real con Dios y sus ángeles. 

Sin embargo, en este caso de la mujer anciana, presentía que no se trataba de uno de estos encuentros.
—¿Tiene usted vidrio opaco en las ventanas de su baño?—le pregunté de manera cautelosa y cortés.
—Sí, por qué … creo que sí tengo—me respondió con timidez.
—Verifíquelo—le dije—. Si tiene ese tipo de vidrio en su baño, lo que ha estado viendo podría ser la luz que reflejan los carros al pasar por la calle. A lo mejor me equivoco, pero no creo que esto que ha visto sea algo fuera de lo común.
 
Las experiencias espirituales son misteriosas. A menudo algo que pareciera sobrenatural o
paranormal puede explicarse fácilmente. O si algo inusual ocurre, el momento puede ser tan pasajero que no podamos recordar con exactitud lo sucedido. A veces, sin embargo, la realidad del ámbito espiritual irrumpe a través de las barreras del tiempo y el espacio.
 
El servicio terminó. Y apenas al abrir mis ojos después de la oración de clausura noté a una joven madre que se encaminaba apresurada por el pasillo de la iglesia. No podía ocultar su emoción. Su hijo de doce años, me anunció, acababa de ver a dos ángeles (conmigo) en la plataforma.
 
—¿Le puedo hacer una preguntas a Matt?—inquirí. Su hijo estaba inmóvil en la parte trasera del templo, viendo un poco avergonzado el entusiasmo de su madre.
 
Conocía a esa familia bastante bien. Este jovencito era sensible y no extremadamente religioso.

—Eran dos de ellos—me informó con un balbuceo de emoción.
—¿Estaban parados o sentados? ¿Dónde estaban exactamente?—le pregunté, pues quería saber los detalles. Quizás sólo estaba inventando todo esto.

—Los ángeles estaban parados, uno a cada lado de usted.
—¿Eran grandes o pequeños?—le presioné un poco.
—Grande
—¿Cuán grandes?
—Muy grandes.
—¿Más grandes que yo?
—Ah sí, mucho más grandes que usted.
 
Su cara sincera y sus respuestas rápidas y precisas me indicaron que este jovencito verdaderamente había visto algo. Por un momento transitorio, Dios descorrió la cortina del tiempo y el espacio y le permitió ver seres celestiales de luz.

Una cosa bastante similar sucedió años más tarde. Hace un tiempo conté una de estas historias en uno de mis sermones. Una hermana miembro de nuestra iglesia, Tina Esman, me escribió poco después de este acontecimiento:

Tan pronto como terminó de contar la historia del jovencito que vio ángeles cerca de usted en la plataforma, fue como si mis ojos se abrieran y vi dos ángeles, dos o tres veces más grandes que un ser humano, en túnicas blancas con cabello blanco, sentados uno a cada lado de usted.

Creo que el Señor me reveló que estaban allí para proteger las palabras de Dios que hablaría a su pueblo. Fue como si la gloria de Dios o una nube dorada descendiera desde los cielos en medio de los ángeles pasando a través de usted hasta la congregación.
 
Al principio quise decírselo, pero luego me contuve. Pensé que creería que yo era algo extraña, pero tan cierto como que todavía puedo verlos ahora en mi mente, sé que Dios está aún protegiendo su Palabra a través de usted, a pesar de que nunca más los he vuelto a ver.
¿Existen los ángeles? Sin dudas. ¿«Prueban» estos incidentes la existencia de ángeles? No. 

De la misma manera que no prueban ni sugieren que yo sea alguien especial porque otras personas hayan visto ángeles acompañándome cuando predico. Desafortunadamente, o quizás por fortuna, jamás los he visto. Sin embargo, ¿podríamos decir que historias como estas afirman lo que sabemos de la Biblia acerca de la realidad espiritual? Sí.
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