Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
Tweet
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 2.9MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
LA HISTORIA DEL ENGAÑO LUCRATIVO
A lo largo de la historia del cristianismo y de cualquier otra religión, ciertos individuos han pensado en usar la fe y la credulidad para obtener beneficios y acentuar su deseo de riquezas o de poder. Para ello han diseñado fórmulas diversas que van desde la fabricación de ídolos, hasta la imposición de cargas económicas a cambio de una bendición espiritual.
Podemos citar, para no ser muy extensos, dos hechos bíblicos al respecto. El primero ocurrió en Efeso, donde los fabricantes de ídolos de la diosa Diana produjeron un gran alboroto (Hechos 19:23-41) al ver que las prédicas de Pablo ponían en peligro sus fuentes de ganancias basadas en la superstición y las bendiciones existentes en una imagen hecha en plata de esa diosa “Diana”, patrona de los Efesos. Demetrio, un influyente platero de esa ciudad instigó al pueblo contra los cristianos, porque sus enseñanzas eran anti-ídolo y anti fetiche, perjudicaba su negocio, pues dice la Palabra que él mismo les generaba “mucha ganancias” (Hechos
19:25). La acusación propuesta contra los cristianos fue de sedición, y por lo tanto, los intereses creados dominaron[1] sobre la verdad y la razón.
La segunda historia que refleja un espíritu de chantaje espiritual fue el caso de Simón el Mago. Él había hecho de la magia, engaño, adivinación y los fenómenos sobrenaturales un medio de ganancia. Noten que la Biblia declara que las fórmulas usadas por el mago eran falsas: “Porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo” Hechos 8:11. Es evidente que usaba su “supuestos poderes divinos” para explotar la fe de los ingenuos para beneficio propio. Al ver Simón el poder del mensaje de Felipe, aparentemente se convirtió, (Hechos 8:12-13) pero en el fondo pensó “es buen negocio ser cristiano y explotar los dones espirituales“. Así que al llegar los apóstoles a Samaria para apoyar el ministerio de Felipe, y éstos mediante la imposición de manos impartieron el Espíritu Santo, (8:17) llevó a Simón a pensar que si buscaba esta forma de poder podría obtener más beneficios, y propuso:“–Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo” (Hechos 8:19). ¿Quería en realidad Simón compartir la bendición, o más bien estaba buscando una forma de hacer negocio con los dones del Espíritu? La respuesta está en las palabras del apóstol Pedro:
“Entonces Pedro le dijo:–¡Tu dinero perezca contigo, porque has pensado obtener por dinero el don de Dios! Tú no tienes parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios” (Hechos 8:20-21). ¿Por qué no era recto delante de Dios? Porque quería volver a sus andadas, a hacer dinero a base de las cosas espirituales, explotar la fe.
Siempre el cristianismo se ha visto amenazado por la manipulación mercantil. Con la conversión de Constantino, lo cual trajo más males que bienes a la Iglesia, se comenzó a proliferar el culto a las osamentas de los mártires. A partir de ahí comenzó a hacer negocio de todo aquello que tenía un matiz religioso. Aparecieron las reliquias portadoras de bendición y perdón de los mártires. Al respecto escribe Juan Eslava Galán, católico y crítico español de este fenómeno: “El fetichismo mágico de las reliquias, alentado por la jerarquía eclesiástica que obtenía de él buenos dividendos, tanto espirituales como dinerarios, fue en aumento hasta transformarse en obsesión. Hasta tal punto que a veces la codicia de una reliquia justificó extorsiones, asesinatos y hasta guerras“[2]. Y fíjense hasta donde llegó lo absurdo que incluso “las reliquias más peregrinas hicieron su aparición en cantidades sorprendentes. En el obispado de Maguncia, dentro de artísticos relicarios, se veneraban plumas y huevos del Espíritu Santo. En otro santuario había estiércol del
estercolero del santo Job, un producto que, según la autorizada opinión de san Juan Crisóstomo [aumenta la sabiduría y fortalece la paciencia]“[3].
El mercantilismo con las reliquias des-cabelló a muchos. Una de ellas fue la madre del Emperador Constantino, llamada Helena, y hecha santa por la iglesia católica, la cual afirmaba poseer uno de los clavos con los cuales Jesús fue crucificado[4]. En el Santuario de Sangüensa, en Navarra, España, se venera una supuesta pluma del arcángel san Gabriel.
¿Qué se buscaba con el culto a las reliquias? Atraer peregrinos y obtener ingresos. Convertir el lugar en un centro de fama y poder. A veces para entrar y ver una de estas reliquias se debía aportar una suma determinada de dinero. Si un noble la deseaba poseer para su ciudad, debía pagar a las arca de la Iglesia una gran suma. Era un medio de obtener ganancias económicas de forma indecorosa, explotando la fe de la gente. Alrededor de estos objetos fraudulentos, como la sábana santa[5], el Grial de Cristo[6], la supuesta madera de la cruz etc., se entretejían cuentos fantásticos que rompían la lógica bíblica y humana[7] para producir un gran negocio religioso.
No podemos negar que en todas las épocas y de muchas maneras se ha tratado de anular la forma bíblica de dar, para introducir fórmulas contrarias a la Palabra, como la de usar objetos, fetiche, indulgencias y ceremonias paganas, con las cuales se sobornaba a Dios para que perdonara y otorgara gracia a los que no deseaban arrepentirse y vivir rectamente, de acuerdo a sus postulados, buscando el camino fácil de “comprar la bendición, o el objeto que portaba ésta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario