miércoles, 1 de agosto de 2012

La Guerra espiritual: sus fundamentos

biblias y miles de comentarios
 

Siete fundamentos de la Guerra Espiritual

Usted y yo, en oración, estamos llamados a librar la batalla contra el mundo de las tinieblas... Usted y yo, en oración, estamos llamados a librar la batalla contra el mundo de las tinieblas...
Siete fundamentos Bíblicos sobre la validez de la Guerra Espiritual
 
Cuando se desinfló una de las gomas de su auto, Ricardo pensó que era un simple accidente. “Mañana la repongo. Simplemente voy al hipermercado y compro un nuevo neumático”, murmuró mientras cambiaba la llanta.
 
El segundo incidente ocurrió poco después. Su bebé de siete meses experimentó una fiebre muy alta. Los médicos lo ingresaron a una sala especial y lo sometieron a observación, en el hospital; no podían explicar qué tipo de afección era.
 
El tercer incidente que le hizo tomar conciencia del asunto en el que estaba inmerso, fue un cobro inadmisible e ilógico por la hipoteca de la casa. Aparecía como atrasado en una cuota mensual. Aun cuando llevó la documentación de soporte por el pago realizado, no quisieron ayudarle en el proceso de reclamación. Pasaron varias semanas antes que se aclarara el asunto.
 
Comprendió, como si instantáneamente se corriera un velo, que debía librar una batalla contra Satanás y sus huestes quienes—sin duda—le estaban poniendo dificultades. Peleó en oración, convencido y en su condición de soldado de Jesucristo, que tenía asegurada la victoria. Sí, reconoció, estaba involucrado en la Guerra Espiritual, y también, que él era un ganador.
 
Enfrentando un mundo real invisible
 
El mundo oculto es real. Lo gobiernan Satanás y sus huestes. Usted está inmerso en una batalla contra las fuerzas del bien, confrontación que se desencadena en la dimensión espiritual y que a su vez ejerce una poderosa influencia en la esfera física o natural.
 
En cierta ocasión el Señor Jesús envió a setenta de sus inmediatos colaboradores a predicar las Buenas Nuevas. “Los setenta y dos discípulos que Jesús había enviado regresaron muy contentos, y le dijeron:--¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando los reprendemos en tu nombre!--. Jesús les dijo:--Yo vi. que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo. Sin embargo, no se alegren de que los malos espíritus los obedezcan. Alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo--.”(Lucas 10:17-20, Traducción en Lenguaje Actual)
 
El pasaje revela que hay poder en el Nombre del Señor Jesús para los creyentes. El mundo demoníaco se somete. Ligado a este hecho, aprendemos que Satanás está en constante guerra contra los hijos de Dios, y en tercer lugar, observamos que en todo momento debemos ejercer la autoridad que Cristo nos delegó. ¡Tenemos asegurada la victoria!
 
Fundamentos bíblicos de la Guerra Espiritual
 
Hay suficiente fundamento bíblico para asegurar que la Guerra Espiritual es real. Aun cuando no lo querríamos, usted y yo estamos inmersos en la confrontación espiritual.
 
Un catedrático universitario refutó algunos  de mis artículos sobre estos temas cuando dijo: “No puedo concebir que crea en esos incidentes que parecen fruto de la mente prolífica de un escritor”. Desestimó la existencia de Satanás y de sus huestes. ¡Tremendo error! Él es muy real  La ciencia misma ha tenido que admitir la concurrencia de casos que no tienen relación con esquizofrenia o cualquier patología relacionada con un trastorno mental.
 
Desde la perspectiva científico no hay explicación para muchos fenómenos, pero es evidente que existen”, admitió un amigo sicólogo con quien hablábamos sobre la liberación de personas bajo posesión satánica.
 
Y en medio del sinnúmero de opiniones encontradas alrededor de la existencia  del mundo sobrenatural de maldad, reviste particular revisar las Escrituras para descubrir registros acerca de qué es, cómo operan y de qué manera los cristianos confrontamos las fuerzas satánicas. En esa dirección, comparto con usted siete verdades básicas sobre la Guerra Espiritual.
 
1. Existen dos dimensiones: la física y la espiritual
 
Dominadas por la inquietud de conocer mucho más acerca del mundo sobrenatural de maldad, infinidad de hombres y mujeres acuden diariamente a diversas estrategias. Un buen número terminan inmersas en el ocultismo, abriendo puertas a Satanás.
 
En cierta ocasión la ciudad de Samaria, donde se encontraba el profeta Eliseo, fue sitiada por tropas de Ben Hadad, rey de Siria. La situación se tornó grave. Escasearon los alimentos. Vinieron el hambre y la sed sobre decenas de hombres y mujeres que sucumbieron al temor y a la desesperación.
 
“Al día siguiente, cuando el criado del profeta se levantó temprano y salió al exterior, vio las tropas, los caballos y los carros por toda la ciudad. --¡Hay, señor mío! ¿Qué haremos ahora?—exclamó ante Eliseo. –No tengas miedo—le dijo Eliseo--. Son más los que están cono nosotros que los que están con ellos--. Entonces Eliseo oró: “Señor, ábrele los ojos a mi criado para que vea.” Y el SEÑOR le abrió los ojos al criado y éste vio que estaban rodeados de caballos y carros de fuego. ¡No estaban solos en la montaña!. Cuando los sirios comenzaron a acercarse, Eliseo oró: “Señor, haz que queden ciegos.” Y así fue.”(2 Reyes 6:15-18, Nueva Biblia al Día)
 
¡Los ejércitos de Dios pelean por nosotros! Usted y yo no estamos solos en medio de la batalla y, además, tenemos asegurada la victoria.
 
Estamos en medio de muna confrontación sin precedentes. No lo ponga en duda. El apóstol Pablo alertó: “Vístanse de toda la armadura que Dios les ha dado para que puedan hacer frente a los engaños astutos del diablo, porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra los poderes, las autoridades y los gobernantes de este mundo de tinieblas; o sea, que luchamos contra los espíritus malignos que actúan en el cielo.”(Efesios 6:11, 12, Nueva Biblia al Día)
 
Si bien es cierto no la vemos, la guerra en los aires está latente, ahora, allí mismo donde usted se encuentra. El Reino de Dios enfrenta el mundo de las tinieblas y nosotros estamos llamados—en nuestra condición de cristianos—a asumir el papel protagónico en esta confrontación permanente, como potenciales guerreros espirituales que somos.
 
2. Estamos involucrados en una guerra invisible
 
El que está quiero se deja quiero”, me dijo un líder cristiano después de leer algunos de mis artículos: “No comprendo por qué usted se empecina en andar alborotando al demonio a toda hora. ¡Déjelo quieto!”.
 
Aunque él se resista a creerlo, Satanás y sus huestes ejercen dominio de maldad sobre la creación gracias al pecado del género humano, como explicó el apóstol Pablo: “Si algunos no entienden nuestro evangelio, son aquellos que están perdidos, pues el dios de este mundo los ha cegado y no pueden contemplar la gloriosa luz de la buena noticia acerca de Cristo que brilla ante ellos…”(2 Corintios 4:3, 4. Nueva Biblia al Día)
 
Hasta tanto hombres y mujeres vuelvan su mirad a Cristo y se rindan ante Él, Satanás y sus huestes tendrán “derecho legal” para seguir gobernando al mundo.
 
¿Cómo enfrentamos los ataques del mundo de las tinieblas? Con oración, como enseña la Biblia: “Si, es cierto, vivimos en este mundo, pero nunca actuamos como el mundo para ganar nuestras batallas. Para destruir las fortalezas  del mal, no empleados armas humanas, sino armas del poder de Dios. Así podemos destruir la altivez de cualquier argumento y cualquier muralla que pretenda interponerse para que el hombre conozca a Dios.”(2 Corintios 10:3-5, Nueva Biblia al Día)
 
¿Se da cuenta? Estamos en medio de una batalla real y no podemos quedarnos impasibles; por el contrario, estamos llamados a librar las batallas en oración.
 
3. No podemos desestimar el poder del enemigo
 
Es cierto que nuestro adversario tiene serias limitaciones; sin embargo, tiene poder. Recuerde; se lo otorga al género humano mediante el pecado.
 
Porque sabe que aún tiene la capacidad de generar problemas ejerciendo influencia sobre el mundo físico desde la dimensión espiritual, nos asecha, como advirtió el apóstol Pedro: “Tengan cuidado y estén siempre alertas, pues su enemigo el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar. Resistan sus ataques manteniéndose firmes en la fe…”(1 Pedro 5:8, 9. Nueva Biblia al Día)
 
El enemigo espiritual no se queda quiero. Trabaja veinticuatro horas, siete días, todo el año. No podemos descuidarnos ni un solo minuto. Es necesario que libremos las batallas en oración (Cf. 1 Tesalonicenses 5:17; Génesis 3:1; 1 Crónicas 21:1; Mateo 4:1-11; Lucas 11:18; Apocalipsis 12:9)
 
4. Satanás formó parte de la creación de Dios
 
¿De dónde surgió Satanás? ¿Acaso emergió por generación espontánea?¡Por supuesto que no! Él estuvo con Dios como parte de su ejército (Cf. Ezequiel 28:14-19) El orgullo lo llevó a rebelarse contra el Señor y se convirtió en opositor y acusador (Cf. Job 1:6)(.
 
Al ser desalojado de la presencia de Dios por su rebeldía “Con la cola arrastró tras sí una tercera parte de las estrellas y las arrojó sobre la tierra…” (Apocalipsis 12: 4 a. Nueva Biblia al Día). Tras él se fueron ángeles que menospreciaron su condición e igualmente se rebelaron.
 
Desde entonces libra ataques persistentes contra el pueblo de Dios. Sin embargo, por la obra del Señor Jesús, está vencido. El fin del diablo es la destrucción, como lo enseñó el amado Salvador: “Entonces se volveré a los de la izquierda y les dirá: “Aléjense de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus demonios…” (Mateo 25:41, Nueva Biblia al Día). 
 
El apóstol Juan, por su parte, describe que en el final de los tiempos, el Adversario será literalmente destruido: “Se libró entonces una gran batalla en el cielo. Miguel y los ángeles que estaban bajo su mundo pelearon contra el dragón y sus huestes de ángeles. Estos últimos, una vez vencidos, fueron expulsados del cielo. ¡Aquel gran dragón, que no es otro sino la serpiente antigua que se llama diablo o Satanás, y engaña a todo el mundo, que fue arrojado a la tierra junto a la totalidad de su ejército!”(Apocalipsis 12:7-9, Nueva Biblia al Día)
 
Nuestro Adversario procura que el género humano caiga en pecado. No podemos permitirlo. Siempre hay que estar alerta.
 
5. Satanás cayó de su condición espiritual por el orgullo
 
¿Satanás siempre fue malo? Sin duda que no. Él fue creado por Dios y estuvo en el estado angelical con un alto nivel de perfección, como leemos en la Biblia: “…dile que el SEÑOR dice: ¡Tú eras la perfección de sabiduría y hermosura! Estabas en el Edén, el jardín de Dios, tu vestimenta estaba adornada con toda piedra preciosa: rubí, topacio, diamante, crisólito, ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda, todas engastadas en el oro más fino. Ello te fue dado el día que fuiste creado… Tu gran riqueza te llenó de inquietud interior y empezaste a cometer falta tras falta. Por tanto yo te eché del momento de Dios como a un infractor cualquiera. ¡Yo te desalojé, oh querubín protector, de ese lugar privilegiado donde habitabas!.”(Ezequiel 28:12, 13, Nueva Biblia al Día)
 
¡Nuestro Adversario espiritual es real! Su condición de criatura revestida de poder, pone en evidencia que sigue utilizando condiciones especiales para causar daño el género humano.
 
Satanás y sus huestes están condenados a la muerte eterna, como describe el autor sagrado: “Y a los ángeles que abandonaron el lugar de autoridad que Dios les había dado, ahora Dios los mantiene encadenados en prisiones de oscuridad en espera del gran día del juicio.”(Judas 6, Nueva Biblia al Día)
 
Su gran error: rebelarse; su destino por la eternidad: la desaparición absoluta y total.
 
6. Respetamos el poder de las tinieblas, pero sin temerle
 
Las serpientes en el campo se confunden con facilidad. Pasan desapercibidas; sin embargo, atacan certeramente si invadimos su territorio. Merced a que el ataque es sorpresivo, resulta eficaz.
 
Igual Satanás, con la diferencia que siempre—absolutamente siempre—procura nuestra destrucción. Él no desaprovecha oportunidad ya que—como anota el apóstol Pablo--:”… ya conocemos sus malas intenciones.”(2 Corintios 2:11, Nueva Biblia al Día)
 
No obstante, Satanás y sus huestes ya están vencidos (Colosenses 2:13-15; Juan 12:31). Desaparecerá por siempre jamás, en la muerte eterna (Apocalipsis 12:9; Mateo 25:41). ¿La razón? “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó encadenados en prisiones de oscuridad hasta el día del juicio.”(2 Pedro 2:4, Nueva Biblia al Día)
 
Aunque él se ha declarado abiertamente nuestro enemigo, en el tiempo eterno de Dios no sólo está condenado sino también, juzgado.
 
7. Tenemos asegurada la victoria en la Guerra Espiritual
 
Gracias a la obra poderosa del Señor Jesús en la cruz, usted y yo somos vencedores. El apóstol Juan enseñó que: “¡Nadie podrá jamás vencer en esta lucha sin creer que Jesús es el Hijo de Dios!!(1 Juan 5:5, Nueva Biblia al Día). También releva que usted y yo somos “… de Dios y han ganado ya la primera batalla contra los enemigos de Cristo, porque hay alguien en el corazón de ustedes que es más fuerte que cualquier falso maestro de este perverso mundo.”1 Juan 4:4, Nueva Biblia al Día)
 
Jamás lo olvide: usted y yo somos vencedores por la “sangre del cordero.”(Cf. Apocalipsis 12:11, Nueva Biblia al Día)
 
Quien tiene que salir huyendo en medio de la Guerra Espiritual es el diablo y no usted o yo. Así lo enseñan las Escrituras: “Por eso, obedezcan a Dios. Pónganle resistencia al diablo y él huirá de ustedes.”(Santiago 4:7, Nueva Biblia al Día)
 
Usted y yo fuimos concebidos por Dios para ser ganadores. Satanás procura salirnos al paso para poner tropiezo, pero están vencidos. Usted y yo por el contrario tenemos asegurada de antemano la victoria. Jesús nos hizo vencedores. Sí, es cierto, estamos en medio de la guerra. Ahora nos corresponde batallar, como soldados de Cristo y no podemos eludir ese papel protagónico.
 
¿Ya tomó la decisión más importante?
 
La mejor decisión que todo ser humano debe hacer, es recibir a Jesucristo como Señor y Salvador. Es una decisión de la que no nos arrepentiremos jamás. Además, es muy fácil. Basta con decirle, allí donde se encuentra: “Señor Jesús, reconozco mi pecado y gracias a tu muerte en la cruz, trajiste perdón a mi vida. Te recibo Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador. Declaro que mi vida te pertenece. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea e inscribe mi nombre en el libro de la vida. Amén”
 
¡Bienvenido a la libertad! Cristo lo hace libre. En adelante, permanezca prendido de la mano de Jesucristo. Ahora tengo tres recomendaciones para usted. La primera, hacer de la oración un principio de vida diario; el segundo, lea la Biblia. Aprenderá principios maravillosos para su crecimiento personal y espiritual, y por último, comience a congregarse en una iglesia cristiana. ¡Su vida jamás será la misma!


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