Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 2 MBytes | Idioma:Spanish |Categoría: Estudios Bíblicos
Las cualidades del carácter cristiano
Los pobres en espíritu
OBjetivo: Indicar las actitudes y expresiones del carácter cristiano según Mateo 5:3–10. |
La primera cualidad del carácter cristiano se menciona en Mateo 5:3: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” Los pobres en espíritu son aquellos que se dan cuenta que ellos no son la fuente de su riqueza espiritual. Ellos dependen de Dios para suplir sus necesidades espirituales. Jesús no declararía bendición sobre aquellos que se jactan y dependen de sí mismos. Antes bien, Él bendice a aquellos que piensan que sin Dios tienen poco que ofrecer. Los seguidores de Cristo creen que sin Él no pueden hacer nada (Juan 15:4). El publicano (cobrador de impuestos) que ni siquiera levantaba su cabeza cuando oraba es un ejemplo de una persona pobre en espíritu (Lucas 18:13). Él dependía de Dios, no de sí mismo. Sólo personas como él compartirán el reino de los cielos.
Los que lloran
La segunda cualidad de carácter cristiano se encuentra en Mateo 5:4: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” Felices y enriquecidos son aquellos que claman a Dios por sus necesidades, sus pecados, y los pecados de otros. Esta clase de lamento santo lleva al arrepentimiento y al cambio (2 Corintios 7:10). Ay de aquellos que sólo se ríen durante su vida (Lucas 6:25), ya que demasiado brillo de sol crea un desierto. A veces vemos mucho mejor después que nuestros ojos se lavan con lágrimas. Santiago dijo a los pecadores, “Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Santiago 4:9–10). Tres ejemplos de esto son Ana (1 Samuel 1:1–20), el hombre que se arrepintió de su pecado sexual (1 Corintios 5:1–5; 2 Corintios 2:5–8), y la mujer que gimió a los pies de Jesús (Lucas 7:36–50).
La bendición de los mansos
La tercera cualidad se nombra en Mateo 5:5: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.” La palabra griega para manso describe a un potro que está sujeto a su jinete. La mansedumbre no es debilidad; más bien, es fuerza sometida a la autoridad.
La Escritura dice que Moisés fue el hombre más manso sobre la faz de la tierra (Números 12:3). Este mismo Moisés quemó el becerro de oro y lo molió hasta reducirlo a polvo, luego esparció las cenizas sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel (Éxodo 2:19–20). ¡Ningún hombre débil hubiese hecho esto! Sin embargo, cuando Moisés fue acusado, él no se defendió (Números 12:1–3). Humildemente él presentó su caso a Dios, quien juzgó a María y Aarón. Los mansos no se defienden a sí mismos; como Jesús, ellos someten sus vidas a Dios. El mundo desprecia a los mansos, pero Jesús dice, “Bienaventurados los mansos” porque ellos heredarán la tierra.
Anhelo de justicia
Encontramos la cuarta cualidad en Mateo 5:6: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” El hambre y la sed son deseos fuertes. ¿Qué persona se olvida de comer y beber cada día? Jesús bendice a aquellos que tienen hambre y sed de tener una buena comunión con Dios. Él promete saciar estas necesidades. Dios no defrauda a los que lo anhelan. Él recompensa a aquellos que lo buscan fervientemente (Hebreos 11:6).
Tener hambre y sed por una buena comunión con Dios es una forma de vida, no un pensamiento casual. Todas las personas vuelven a tener deseos de comer y beber; del mismo modo, las personas deben tener hambre y sed de tener una buena comunión con Dios. Entonces, ¿qué deben hacer las personas que no tienen hambre y sed de Dios? Primero, ellas deben tener cuidado de cómo alimentan sus almas. Por ejemplo, si una persona come muchos dulces, su apetito será estropeado y rechazará la dieta saludable. De la misma forma, el tiempo invertido en cosas espirituales no saludables disminuirá el deseo por las cosas espirituales saludables. Las personas tienen dos naturalezas interiores, y la que se alimenta más será la que gobierne.
Segundo, comer alimento espiritual, aun cuando no se tiene hambre. Por ejemplo, lea la Biblia por algunos minutos, aun cuando no desee hacerlo. Esto hará despertar su deseo dormido por la Palabra de Dios. Que todos nosotros tengamos el hambre y sed por justicia como María, la hermana de Lázaro (Lucas 10:38–42).
Pureza de corazón
La quinta cualidad se encuentra en Mateo 5:8: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Un metal puro, como el oro, es uno que no está mezclado con otros metales. Un corazón puro es aquel que no se mancha con malos deseos. Santiago y Juan no eran puros de corazón cuando tramaron obtener dos tronos (Mateo 20:20–28). El corazón de una persona es como un jardín, y los deseos y motivaciones impuros son como malezas. Cada maleza aparece pequeña, pero si se deja allí, crecerá con raíces fuertes. Si una persona pasa la azada en el jardín del corazón en forma regular, permanecerá puro, sin maleza. Ejemplos bíblicos del corazón puro incluye a Natanael (Juan 1:47) y Timoteo (Filipenses 2:19–22).
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