viernes, 7 de agosto de 2015

...a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


CONSTRUCCIÓN DE SERMONES EXPOSITIVOS
GÁLATAS 2: 1-10

1Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusaléna con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. 2Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. 

3Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 4y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, 5a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. 

6Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personasb), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. 

7Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8(pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), 9y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. 10Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.
a a 2.1: Hch. 11.30; 15.2.
b b 2.6: Dt. 10.17.


La aceptación apostólica, 
GÁLATAS 2:1-10

Después de haber argumentado su independencia de los apóstoles en relación con el origen de su evangelio, Pablo comienza a escribir acerca de la unidad que existía entre él y los apóstoles de Jerusalén. En contra de las acusaciones de los judaizantes que decían que el evangelio de Pablo no era igual al dado por Jesús a los doce apóstoles, Pablo argumenta que es el mismo evangelio.

El Apóstol continúa su narración histórica y menciona que después de catorce años él subió a Jerusalén (v. 1. Aquí se menciona por tercera vez la palabra griega epéita 1899 que se traduce después). Es lógico asumir que Pablo se refiere a catorce años después de la visita a Jerusalén mencionada en 1:18. Hay dos razones por que tomar este punto de vista. Primera, la palabra griega epéita que se traduce después en 1:18 tiene referencia al versículo anterior (v. 17) que incluye la salvación de Pablo y su viaje a Arabia y Damasco. El después en 2:1 tiene que ver con la visita a Jerusalén mencionada en 1:18 y no a su salvación remota. Segundo, la palabra griega pálin 3825 (otra vez) en 2:1 tiene referencia a su visita a Jerusalén y no a su conversión.

Es de importancia escribir un poco acerca de la visita de Pablo a Jerusalén según 2:1. Entre los eruditos de las Sagradas Escrituras hay un debate en cuanto a esta visita. Sería de ayuda presentar un esquema de las visitas de Pablo a Jerusalén según Hechos y las que Pablo menciona en Gálatas.
Según Lucas Según Pablo
Hechos 9:26–30 Gálatas 1:18–24
Hechos 11:27–30 Gálatas 2:1–10
Hechos 15
Hechos 18:22
Hechos 27:17 s.
El argumento entre los eruditos es dónde poner la visita de Pablo a Jerusalén mencionada en Gálatas 2:1–10 con las cinco referencias mencionadas por Lucas en Hechos. Las dos interpretaciones más comunes son: Gálatas 2:1–10 es la misma visita mencionada por Lucas en Hechos 11:27–30 (algunos exponentes de este punto de vista son F. F. Bruce y William Ramsey). El segundo punto de vista es que Gálatas 2:1–10 es la narración de Lucas en Hechos 15 (algunos exponentes de este punto de vista son J. B. Lightfoot y A. T. Robertson). En realidad los dos enfoques tienen sus argumentos fuertes y sus problemas pero es mejor seguir el punto de vista tradicional, que afirma que Gálatas 2:1–10 es la misma visita en Hechos 15

Algunos de los argumentos que hacen esta interpretación más fuerte son los siguientes. Los participantes son los mismos. Pablo y Bernabé son prominentes en Hechos 15 y Gálatas 2. También Pedro y Jacobo estaban envueltos en este evento. Un problema en relación a los participantes es: ¿Por qué Tito no es mencionado en Hechos 15? Este problema se puede contestar diciendo que Tito fue incluido con los otros en Hechos 15:2. Otro argumento que favorece este punto de vista es que el problema es el mismo. En las dos narraciones el problema era el de la circuncisión de los gentiles convertidos. Pablo estaba en un conflicto serio con los judaizantes acerca de la circuncisión, lo que llevó al concilio de Jerusalén en Hechos 15. Finalmente, la cronología apoya este punto de vista. Si sumamos los tres años de 1:18 con los catorce años en 2:1, el resultado encaja mejor con el tiempo del concilio en Hechos 15.

Un argumento fuerte que vale la pena mencionar contra el primer punto de vista (Gál. 2:1–10 es el mismo incidente que Hech. 11:27–30) es que en Hechos 11 Pablo trajo ayuda para los pobres y sería una falta de cortesía que los apóstoles insistieran a Pablo que recordara a los pobres (Gál. 2:10).

Una pregunta que hay que contestar es: ¿Por qué Pablo solamente menciona aquí dos de sus cinco visitas a Jerusalén según Hechos? Esta pregunta se puede contestar diciendo que el propósito de Pablo no era el mencionar todas sus visitas a Jerusalén sino sólo algunas que podían apoyar su argumento contra los judaizantes.
El Apóstol subió a Jerusalén acompañado por Bernabé y Tito (2:1). Bernabé no era su nombre original sino José; los apóstoles le pusieron el nombre de Bernabé, que traducido es "hijo de consolación". Este nombre mostraba su carácter (Hech. 4:36). Bernabé era un levita nacido en Chipre (Hech. 4:36) y su primo era Marcos (Col. 4:10). 
No sabemos nada acerca de su conversión, pero mucho en cuanto a su naturaleza espiritual. Bernabé era un hombre con una naturaleza muy generosa, y vendió su heredad para ayudar a los pobres (Hech. 4:37). También Bernabé probó en su vida que en realidad era un hijo de consolación. El tomó a Pablo en el comienzo de su vida cristiana y lo llevó a los apóstoles en Jerusalén para que tuviesen compañerismo con él. Fue Bernabé quien también buscó a Pablo para que fuera a Antioquía y ministrara allí por un año (Hech. 11:25, 26). El ministerio de Bernabé y Pablo creció y después la iglesia de Antioquía los envió a Jerusalén con una ayuda para los pobres (Hech. 11:29, 30). Después Pablo y Bernabé fueron comisionados por la iglesia como misioneros (Hech. 13:2–4). Bernabé fue con Pablo en el primer viaje misionero y más tarde regresaron a Antioquía (Hech. 14:24–28). 
En Antioquía, la iglesia reconoció el liderazgo de Pablo. (Lucas mencionaba primero a Pablo y después a Bernabé según Hech. 15:2, 35.) El trabajo unido de estos dos grandes siervos terminó por una discusión que tuvieron en relación con Marcos, el primo de Bernabé, antes del segundo viaje misionero (Hech. 15:36–41). Pablo no quería llevarlo porque Marcos no quiso seguir en el primer viaje misionero y regresó a Jerusalén (Hech. 13:13). 
Bernabé quería llevar a Marcos en un programa de discipulado y ánimo, pero Pablo no estuvo de acuerdo. Entonces Bernabé tomó a Marcos y se fue a Chipre. Pablo partió con Silas en su segundo viaje misionero. Bernabé tuvo éxito en el discipulado de Marcos. El apóstol Pablo más tarde reconoció el cambio en Marcos. 
Personalmente pide que le ayude en su ministerio (Col. 4:10; 2 Tim. 4:11; Flm. 24). Después de esta discusión, Bernabé sale del retrato narrativo de Lucas en Hechos. Si alguien hubiese escrito un libro acerca de la vida de Bernabé, yo creo que tendría muchos relatos de personas que testificarían de la influencia que Bernabé tuvo en ellos; el apóstol Pablo sería uno de ellos. Este desacuerdo no terminó la amistad entre Pablo y Bernabé. En 1 Corintios 9:6 Pablo menciona a Bernabé como colaborador.
Compañeros en el ministerio
(Pablo y Bernabé)
Las experiencias de estos dos siervos del Señor nos dan ejemplo de las maneras en que podemos experimentar el compañerismo en la obra del Señor.
1.     Ambos habían tenido experiencias dramáticas de conversión.
2.     Ambos cambiaron el rumbo de su vida al convertirse, para ser misioneros.
3.     Ambos tenían carácter fuerte, que se prestaba para diferencias de opinión en cuanto a la estrategia en la obra (Hech. 13:13).
4.     Ambos llegaron a madurar en la fe, para ser más amplios en aceptar los puntos de vista de otros (1 Cor. 9:6).
Algunos se pueden preguntar: ¿Quién tuvo la razón, Pablo o Bernabé? La respuesta es que los dos la tuvieron. El punto de vista de Pablo era expandir el reino de Dios; en este enfoque no hay mucho tiempo para equipar y animar. El punto de vista de Bernabé era el equipar y animar a los hijos del reino y ésto toma tiempo. Los dos puntos de vista son correctos y deben ser ejercitados en las iglesias. Lo bueno de esta discusión fue que Pablo siguió en lo que el Señor le había llamado y Bernabé siguió en su ministerio. También continuaron como amigos y hermanos en Cristo según 1 Corintios 9:6. Este debe ser un ejemplo cuando hay discusiones entre hermanos; seguir como amigos y hermanos en el Señor y lo más importante es seguir en la obra donde el Señor les ha colocado.

Otra persona que Pablo menciona que fue con él a Jerusalén es Tito. El era un gentil incircunciso (Gál. 2:3). También fue un colaborador con Pablo. Tito era pastor (2 Cor. 8:23; 12:18). No sabemos cuando Tito se juntó con Pablo en las actividades misioneras. La referencia más temprana de Tito está en Gálatas 2:1, 3. Una de las epístolas pastorales fue enviada a Tito, que estaba trabajando como pastor en Creta (vea la epístola de Tito).

El apóstol Pablo explica que subió a Jerusalén de acuerdo a una revelación (v. 2). Algunos eruditos argumentan que Gálatas 2 no es el mismo incidente que el concilio de Hechos 15, porque Lucas no menciona nada acerca de esta revelación. Podemos decir que fue posible que el Espíritu Santo haya podido hablar por medio de los líderes de Antioquía y también por Pablo, como lo había hecho antes cuando comisionó a Pablo y Bernabé a ir a Jerusalén para llevar ayuda a los pobres (Hech. 11:17–30; 12:24, 25). El silencio de Hechos 15 acerca de la revelación de Pablo no la niega, pero sencillamente no fue mencionada por Lucas. Un ejemplo de una exclusión de Lucas es Hechos 9:29, 30 donde Pablo huye de Jerusalén. Aquí no se menciona nada de una revelación pero en Hechos 22:17–21 Pablo explica que fue por una visión que salió de Jerusalén. De la misma manera Pablo subió a Jerusalén porque sabía que era la voluntad de Dios (Dios se lo manifestó por medio de una revelación); aunque Lucas no la menciona, no quiere decir que no ocurrió.

La pregunta en este versículo (2:2) es: ¿Qué quiso decir Pablo cuando escribió: ... no corro ni he corrido en vano? Pablo no quiso decir que él no estaba seguro de su evangelio y por eso fue a Jerusalén para recibir una confirmación apostólica. El estaba totalmente convencido del evangelio y estaba dispuesto a no ceder ni un centímetro de su mensaje (Gál. 2:3–5). Es mejor interpretarlo como que el Apóstol tenía miedo de que el evangelio que él predicaba fuera mal entendido y eliminado públicamente por los líderes de Jerusalén. Si ésto sucedía, su evangelio vendría a estar en la lista negra y los judaizantes ganarían la acreditación para predicar un evangelio contaminado. El ministerio de Pablo sería perjudicado y todo su trabajo vendría a ser en vano. La unidad del evangelio sería dividida entre salvación más la ley o salvación más nada. El Apóstol menciona la misma idea cuando exhorta a los filipenses en cuanto a su carácter cristiano (Fil. 2:16).

Antes del concilio público en Hechos 15, el Apóstol expuso su evangelio previamente. Pablo lo hizo así para conocer la posición de los líderes en Jerusalén y que ellos también supieran más acerca del evangelio que él predicaba entre los gentiles. Además el Apóstol quería evitar conversaciones y decisiones públicas que podían ser de estorbo para la obra entre los gentiles. Algunos podían preguntarse: ¿Por qué la reunión en privado no es mencionada por Lucas en Hechos 15? Hechos 15:4, 5 nos dice que hubo una reunión en la cual Pablo y Bernabé dieron un informe de su ministerio y más tarde en los vv. 6–12 comenzó la reunión más formal.

Otra pregunta que se puede hacer en este punto es: ¿Por qué Pablo no resolvió este problema cuando fue a Jerusalén por primera vez? Posiblemente el problema de los judaizantes no había sido de una gran oposición en el ministerio temprano de Pablo. También la naturaleza de la primera visita era de conocer a los apóstoles y saber más acerca de Jesús cuando estuvo en el mundo.

Pablo continúa diciendo que Tito (que era un gentil incircunciso) no fue obligado a ser circuncidado, mas fue recibido como hermano en la fe. Posiblemente Pablo llevó a Tito para mostrar lo que el Espíritu Santo estaba haciendo entre los gentiles. 

Pablo menciona a Tito en este punto para argumentar contra la pretensión de los judaizantes que querían que los gentiles fuesen circuncidados para ser salvos. Si la circuncisión es importante, entonces: ¿Por qué Tito no fue forzado a hacerlo por los de reputación en Jerusalén?

Sería buena idea explicar brevemente qué es la circuncisión. Circuncidar quiere decir "cortar" circularmente una porción del prepucio. La circuncisión en el AT era una señal del pacto que Dios tuvo con Abraham (Gén. 17:10, 11). Este rito externo era observado por el pueblo de Dios en el AT (Gén. 17; Exo. 4; Jos. 5) y debía ser una señal de un cambio interno hecho por Dios (Deut. 10:16; 30:6). En el NT este rito externo no tenía ningún significado en la vida espiritual de una persona (Rom. 4:10, 11; Gál. 5:6). Sabiendo la influencia tremenda que la circuncisión tenía en el pueblo de Israel por siglos, podemos entender el celo ferviente que los judaizantes tenían por la ley y la circuncisión.

Una pregunta que algunos lectores se pueden hacer es: ¿Por qué Pablo animó a Timoteo a circuncidarse (Hech. 16:3) y también defendió a Tito para que no se circuncidara (Gál. 2:5)? ¿Era Pablo inconsecuente? La contestación es que Pablo no fue inconsecuente. El caso de Timoteo es diferente al de Tito. 

Timoteo se circuncidó para evitar pleitos entre los judíos no salvos en Jerusalén; Timoteo no quería ser piedra de tropiezo para ellos. Se hizo como ellos para ganarlos para Cristo. En el caso de Timoteo la circuncisión no era para salvación sino para evitar pleitos, siendo él en parte judío (Hech. 16:1). El caso de Tito era totalmente diferente. Pablo se opuso a la enseñanza de que hay que circuncidar a los cristianos gentiles para salvación. Pablo quería mostrar que los gentiles eran salvos sin la circuncisión. El caso de Tito tenía más que ver con el mensaje de salvación y la ley.

Los judaizantes, a quienes Pablo se refiere en el cap. 2, eran falsos hermanos. El Apóstol no estaba diciendo que ellos eran hermanos en la fe sino al contrario, eran hombres que se hacían pasar como hermanos pero en realidad eran falsos. Estos hombres falsos se infiltraron secretamente (v. 4). La idea aquí es que estos falsos hermanos eran puestos en las congregaciones por algún grupo de afuera. Pablo no dice quiénes eran pero los gálatas sabían quiénes eran los responsables. Posiblemente el grupo que investigaba esta clase de actividad eran ex fariseos o ex sacerdotes judíos que se llamaban cristianos en Jerusalén. Estos falsos hermanos tenían un lema que era: Si no os circuncidáis de acuerdo con el rito de Moisés, no podéis ser salvos (Hech. 15:1). 

Según Pablo, los falsos hermanos tenían dos objetivos. El primero era de espiar la libertad que los cristianos gentiles tenían en Cristo. Cuando Pablo menciona la palabra libertad (v. 4), él no se está refiriendo a una libertad de hacer lo que le venga en gana, sino a una libertad de los ritos y reglamentos de la ley que eran impuestos por los líderes judíos. El segundo objetivo era de esclavizar a los cristianos más dé-biles a observar las leyes y ceremonias del AT.

El Apóstol explica que esta clase de enseñanza no fue tolerada ni practicada en su ministerio para que el evangelio de libertad se siguiera proclamando (v. 5). Algunos eruditos piensan que Tito sí fue circuncidado. 
Ellos argumentan que en algunos manuscritos las palabras ni por no aparecen (en el griego son las palabras hois oude y no aparecen en el texto occidental); la lectura de este versículo sin las palabras "ni por" tiene el significado de que Tito se circuncidó para no traer problema. Tito no fue forzado pero aceptó la circuncisión y así el Apóstol y Tito accedieron por un tiempo. Este punto de vista es inconsecuente con la firmeza de Pablo acerca de su evangelio de libertad. También el tono de la epístola es totalmente contrario a la idea de la circuncisión para los gentiles. Es mejor interpretar este versículo como que Tito no se circuncidó.
“Los importantes”
2:6
Hace unos años un líder en la obra cristiana en un país se jactó de estar entre los importantes, cuando se señaló a sí mismo y dijo: “Aquí está uno de los ‘big wig’ (más importantes) de la obra.” Desgraciadamente, después de unos años, se descubrió que este mismo hermano estaba involucrado en actos de deshonestidad que causaron tristeza para todos los cristianos. No debemos pensar que somos los “importantes” en la obra; Dios nos llama a servir con fidelidad, y él se encargará de dar la recompensa. Nuestro llamado es a ser fieles en servir, no buscar los títulos de importancia.
El apóstol Pablo regresa a lo que dijo en el v. 2 acerca de exponer su evangelio a aquellos con reputación en Jerusalén y llega a la conclusión de que ellos no agregaron nada nuevo a su evangelio dado directamente por Cristo (v. 6). El Apóstol no tenía falta de respeto para los apóstoles en Jerusalén, al contrario, él fue para que ellos escucharan su evangelio. Pablo estaba reaccionando contra aquellos judaizantes que ponían a los apóstoles de Jerusalén como la máxima autoridad y a Pablo como un apóstol falso, que tenía un evangelio inventado por él. Estos grandes hombres tenían una reputación de haber caminado con Jesús y de ser apóstoles en Jerusalén, donde se originó el mensaje verdadero y el cristianismo. Posiblemente los judaizantes usaban estas credenciales para mezclar el evangelio con la ley. Pablo reacciona contra tales hombres (no contra los apóstoles) y menciona que el hecho de que estos apóstoles hubieran caminado con Jesús en otros tiempos no les daba más favor ante Dios que a él, que llegó a ser apóstol más tarde. Los judaizantes sabían que Dios no hace acepción de personas. En el concilio de Jerusalén Pedro confirmó esta verdad (Hech. 15:9).
El Apóstol regresa al concilio de Jerusalén y menciona una de las decisiones que se tomó (v. 7). Se reconoció que el evangelio dado a Pablo venía de Cristo y se tomó la decisión de que a Pablo se le había encomendado el evangelio por Cristo para ser predicado a los gentiles (Hech. 15:12) y a Pedro, que era un líder destacado entre los apóstoles en Jerusalén, el evangelio para los judíos (Hech. 15:7–11). Cuando Pablo menciona el evangelio para la incIrcuncisión y para la circuncisión, él no se está refiriendo a que hay dos evangelios, sino que el mismo evangelio se predicase a dos grupos diferentes. El mismo Espíritu Santo que actuó en Pedro también actuó en Pablo (v. 8). En otras palabras, el evangelio tenía que ser uno porque el autor es uno y es el mismo Espíritu Santo que llamó a estos dos grandes siervos a un ministerio diferente. Cuando se dice que Pablo es apóstol a los gentiles y Pedro a los judíos, no necesariamente se eliminaba la evangelización a los otros grupos, sino que en general el ministerio de Pablo era para los gentiles y el de Pedro para los judíos.
El Apóstol continúa su defensa contra los judaizantes y menciona a tres personas que los judaizantes usaban para combatir el evangelio de gracia que Pablo predicaba. Les dice que ellos (Jacobo, Pedro y Juan) aprobaron el ministerio del apóstol Pablo (v. 9). No sabemos de seguro por qué Pablo menciona a Jacobo primero. Posiblemente Jacobo llegó a ser el más prominente en la iglesia de Jerusalén. Pedro y Juan también fueron mencionados. Pablo escribe liberalmente el nombre de Cefas en vez de Pedro; posiblemente Pablo usaba los dos nombres intercambiadamente. El Juan que Pablo menciona es probablemente el hijo de Zebedeo (Mat. 10:2–4). Esta es la única oportunidad en que el nombre Juan es mencionado en las epístolas paulinas. Según el libro de Hechos, Juan estuvo con Pedro en diferentes ocasiones (Hech. 3:1–4:22; 8:14–25). Estos apóstoles eran pilares en la obra de Jerusalén. El término columna (v. 9) es simbólico de una persona que muestra apoyo y defensa (en el sentido de enseñanza) por los suyos. Entre los judíos, la palabra columna tenía que ver con un gran maestro. Apocalipsis 3:12 menciona la palabra columna para aquellos que son vencedores. Fueron estos hermanos de gran prestigio en Jerusalén los que dieron la mano de compañerismo a Pablo y Bernabé. La mano derecha (déxios 1188, "la mano"), tenía que ver como un acto simbólico que representaba un acuerdo o amistad entre dos grupos o personas. Estos líderes estaban de acuerdo con el ministerio de Pablo para los gentiles. Lo único que los hermanos le pidieron fue el recordar a los pobres, lo cual Pablo estaba haciendo. En la reunión no hubo ninguna indicación de que el evangelio paulino tenía defectos sino al contrario hubo unidad entre los líderes de Jerusalén y Pablo.

La petición de recordar a los pobres por los líderes de Jerusalén no es mencionada por Lucas en Hechos. Tenemos que concluir que aunque no fue mencionada por Lucas, esta fue una petición que los apóstoles hicieron, posiblemente en la reunión privada en Hechos 15:4. Esta petición no cambiaba nada en el evangelio de Pablo, al contrario lo apoyaba.
Semillero homilético
Llamados para ser apóstoles
2:6–10
Introducción: Los llamados de Dios siempre buscan lugares para servir. En el caso de Pablo el lugar no era importante. Sintió que su misión era a los gentiles, que en este pasaje se llama la incircuncisión. Pedro y otros apóstoles concentraron su ministerio en los judíos, que aquí abarca a los de la circuncisión.
I.     La fuente del llamado es Dios.
1.     El llamado fue dado a Pedro y los otros apóstoles.
2.     El llamado fue dado también a Pablo.
II.     El propósito del llamado de Dios.
1.     El llevar el evangelio a los judíos primeramente (de la circuncisión).
2.     El llevar el evangelio a los gentiles (incircuncisos).
III.     El alcance del llamado de Dios, v. 10.
1.     Enfocar en lo esencial del evangelio y no en los aspectos periféricos.
2.     Acordar las obras sociales para ayudar a los pobres.
Conclusión: La aplicación práctica del pasaje hoy en día nos lleva a enfocar a los grupos étnicos en distintas partes del mundo, que nunca han escuchado el evangelio. No importa su raza; lo importante es que son personas por las cuales Cristo murió y Dios quiere que entren en su reino.
Una pregunta que se puede hacer en este punto es: ¿Por qué el Apóstol no incluyó el contenido del decreto en Hechos 15 en su argumento contra los judaizantes? Tenemos que entender que una de las cosas que Pablo quería argumentar era su independencia de los apóstoles de Jerusalén y que su evangelio era dado totalmente por Cristo. Al mencionar el decreto, su evangelio perdía credibilidad. Es interesante que en 1 Corintios 8, que se refiere a comidas sacrificadas a los ídolos, el Apóstol tampoco menciona el decreto de Hechos 15 para reforzar su argumento.

c. La exhortación a Pedro según el evangelio, 2:11–21. Hemos visto que el evangelio dado a Pablo por Cristo en realidad es genuino. Este evangelio fue dado a Pablo por revelación directa y fue totalmente independiente de la autoridad apóstolica en Jerusalén. También fue por el evangelio que su vida fue transformada para predicar a los gentiles. El evangelio predicado por Pablo fue también aceptado por los apóstoles en Jerusalén. Ahora el apóstol Pablo da un ejemplo de la autoridad de su evangelio y es en ocasión de la confrontación que tuvo con Pedro. Esto pasó después del concilio de Jerusalén relatado en Hechos 15; Pedro decidió visitar a los hermanos en Antioquía (v. 11). Fue en esta visita que Pedro fue resistido por Pablo (el verbo griego anthístemi 436 tiene que ver con un ataque inicial del otro lado y así ser resistido. En la mente de Pablo, Pedro era culpable de un acto original de agresión contra el evangelio de la gracia). Pablo menciona que lo que Pedro hizo era reprensible. 

El ser reprendido por Pablo no significa que éste era superior sino que los hechos de Pedro no eran según el evangelio. El Apóstol explica lo que pasó (v. 12). Pedro comía con los gentiles (eran gentiles cristianos convertidos por medio del evangelio predicado por Pablo). Cuando Pedro estaba teniendo compañerismo con ellos, algunos de parte de Jacobo vinieron a ellos, (posiblemente en el tiempo de la comida también participaban del partimiento del pan y el vino, para recordar la muerte del Señor). Ciertas personas de parte de Jacobo (v. 12): Estos judíos eran cristianos, y venían de parte de Jacobo. Este es el mismo Jacobo que Pablo mencionó en 1:19. Posiblemente fueron a Antioquía para llevar luego un informe a Jacobo. Estos no eran los falsos hermanos que el apóstol menciona en el v. 4. Pero eran hombres de prestigio en la iglesia en Jerusalén y por ello Pedro tuvo temor. Estos hombres que venían de parte de Jacobo eran judíos estrictos que se habían convertido al cristianismo.

Es importante mencionar que a Pedro y a los judíos cristianos, especialmente los de Jerusalén, no les era cosa fácil dejar atrás una enseñanza que había predominado anteriormente en sus vidas. La tradición de sus padres era algo que predominaba en su sociedad. Pedro tuvo problemas en la transición de la ley a la gracia. Un ejemplo clásico de esto fue la visión que Pedro tuvo de parte de Dios para enseñarle que ya no hay diferencia entre judíos y gentiles (Hech. 10).

Cuando llegaron los de Jerusalén, Pedro se retraía y apartaba, temiendo... (v. 12). Estas palabras juntas describen a una persona tímida que se aparta cuidadosamente para no ser observada. El verbo "retraer" (upostéllo 5288) se usaba para cuando un ejército planeaba retirarse para ir a buscar protección. Por miedo a los de la circuncisión Pedro comenzó a separarse de los hermanos gentiles. Pablo los menciona como los de la circuncisión (v. 12). La idea aquí es la misma que en el v. 7, en el cual se menciona que el ministerio de Pedro era para aquellos de la circuncisión o judíos. Estos hermanos eran judíos cristianos. El temor de Pedro era como en Hechos 11:1, 2 donde los cristianos judíos conocidos como los de la circuncisión argumentaban con Pedro y le reclamaban su compañerismo con los gentiles.

Una pregunta que puede estar en algunos de los lectores es: ¿Por qué tenía Pedro temor de estas personas si el concilio (Hech. 15) claramente había dado a los judíos "luz verde" para el compañerismo? Simplemente que el decreto de Hechos 15 fue anunciado en teoría y no en práctica. Lo que le pasó a Pedro fue un error suyo en la práctica. La tensión de la ley predominaba entre los cristianos judíos en Jerusalén. No fue algo que desapareció totalmente después del decreto. Con su manera de actuar, Pedro influyó en otros, para hacer lo mismo (los otros judíos eran judíos cristianos que vivían en Antioquía). Tanta fue su hipocresía que hasta Bernabé lo siguió en sus hechos (v. 13). El apóstol Pablo llama hipocresía a esta acción de parte de Pedro y sus seguidores, porque representaban una comedia que no estaba de acuerdo con sus convicciones. Esto sucedió por un período de tiempo, seguramente durante la estadía de los de la circuncisión.

El apóstol Pablo vio que no andaban rectamente (v. 14; orthopodéo 3716 tiene que ver con seguir un camino derecho en contraste con una línea torcida). Con su testimonio, ellos se estaban alejando de la verdad del evangelio. Aquí hay una lección muy importante que tenemos que considerar y es que a veces sabemos la verdad del evangelio (en teoría) pero por presiones externas actuamos en forma contraria a la verdad de lo que la palabra nos indica. El saber de la Palabra y el vivirla debe ser una sola cosa. Pablo exhortó a Pedro cara a cara delante de todos (v. 14). La razón por la que Pablo lo exhortó en público fue que, como líder, estaba siendo piedra de tropiezo a muchos hermanos. Esta no fue una ofensa personal, sino que involucraba a muchos hermanos.

Pablo comienza su exhortación con una pregunta (v. 14b). No sabemos de seguro en qué versículo terminó la exhortación de Pablo. Algunos piensan que terminó en el v. 14, pero es mejor concluir que su exhortación siguió hasta el final del capítulo. La pregunta de Pablo era: Si Pedro, que era judío, vivía como gentil, (tenía la libertad de vivir en la manera de los gentiles, como lo estaba haciendo en Antioquía) ¿cómo podía él obligar a los gentiles a vivir como los judíos? Con su testimonio, Pedro estaba diciendo a los gentiles que hasta que ellos se conformaran a las prácticas judías no podían tener compa-ñerismo con él y sus compañeros judíos. En esencia, ésto era una obligación para que los gentiles se judaizaran.

La respuesta de Pedro no está registrada; él era culpable delante de la acusación de Pablo, pues sus acciones no eran iguales a sus convicciones.

El apóstol Pablo continúa su argumento basado en la acción de Pedro (vv. 15–21). La refutación del Apóstol va dirigida a los judíos de nacimiento (incluyendo a Pedro y sus seguidores). Aunque tuvieron privilegios por ser judíos, ellos tienen que venir a Cristo por la fe como los gentiles. Pablo menciona un pensamiento que prevalecía entre el judaísmo y era que los judíos de nacimiento eran parte del pacto de Dios y no los gentiles que eran pecadores por naturaleza (v. 15). Aunque Pablo y Pedro sabían que al haber nacido judíos tenían una bendición y algunas ventajas en ello, sin embargo esto no incluía la salvación (v. 16). 

Las obras de la ley (que eran importantes para los judaizantes) no traen salvación. La palabra "justificar" en el v. 16 (dikaióo 1344) no tiene que ver con un cambio ético o hacer que alguien viva una vida santa, sino que es una declaración judicial de Dios por la cual la persona se cuenta como justa y aceptable delante de Dios. Las obras de la ley no producen esta justificación. La fe en Cristo trae justificación, sea para judíos o gentiles. 

La palabra fe (pístis 4102) tiene que ver con aceptar lo que ella misma acredita como verdad. En este caso es Jesucristo. Es esta verdad que se cree y domina las vidas y conductas de los cristianos. Lo que Pablo dice aquí (v. 16) es que los judíos no pueden ser justificados por la ley sino solamente por la fe. Entonces, ¿por qué dar la impresión a los gentiles de que algo más allá de tener fe en Jesús (como la ley de los judíos) trae salvación?

El v. 17 es una porción del cap. 2 que no es fácil de entender. Hay dos explicaciones que son las más lógicas a la luz del contexto. Algunos eruditos sugieren que Pablo estaba contestando una objeción hipotética que toma dos proposiciones correctas y una conclusión incorrecta.
1. Objeción correcta: Pablo dice que los judíos son justificados en Cristo aparte de la ley.
2. Pablo dice que al abandonar la ley para ser salvo por medio de la fe, los judíos tienen que reconocer que ellos mismos están en la misma categoría de pecadores como los gentiles (lo cual es correcto).

Conclusión incorrecta: Entonces Cristo es el servidor o el promotor del pecado. El requiere que los hombres abandonen la ley para ser justificados. El abandonar la ley de Dios que es buena y moverse hacia los principios sin la ley es pecar.
El Apóstol trae a luz este pensamiento totalmente equivocado y horrorizado, exclama: ¡De ninguna manera! (v. 17).

La segunda manera en que se puede explicar este versículo es que Pedro había dejado la ley y dependía de la fe solamente para ser justificado al tener compañerismo con los gentiles. Después vaciló y regresó a la ley cuando vio a los judíos de Jerusalén. En esta manera él estaba insinuando que la ley era necesaria para la salvación. Al regresar a los principios de la ley, en esencia estaba diciendo que él había pecado por haber dejado la ley judía. Esto implicaba que Cristo estuvo equivocado (estaba animando el pecar) al presentarse como el único que justifica fuera de la ley. Cristo engañó a los judíos al enseñarles que no necesitaban la ley; por ello es un servidor del pecado al animarles a dejar la ley. En esencia Pablo estaba diciendo: nosotros buscamos ser justificados por Cristo pero nos hicimos pecadores al dejar la ley; entonces, Cristo es el servidor del pecado. La respuesta es: ¡De ninguna manera! (v. 17).

El Apóstol continúa con el mismo pensamiento del v. 17 y aclara que la culpa no es de Cristo. Entonces, ¿de quién es la culpa? Es de la misma persona (v. 18). El se incluye, por cortesía a Pedro y expone su caso como judío. Lo que Pablo dice aquí (v. 18) es: Si yo dejé la ley y vine a Cristo sólo por la fe y después quiero regresar a aquello que dejé, me hago un transgresor. La palabra griega parábates 3848, que se traduce transgresor, es más específica que la palabra pecadores en los vv. 15 y 17. Quiere decir "uno que quebranta la ley", no tanto un estatuto de ella sino el significado verdadero o la intención de la ley. La razón por la que una persona se hace un transgresor es por el propósito de la ley. La ley no salva pero confirma que el hombre es pecador (comp. Rom. 6–8).

El apóstol Pablo sigue explicando su relación con la ley cuando vino al conocimiento de Cristo (v. 19). En el plan redentor de Dios, la ley tenía un trabajo legítimo y era el de mostrar que el hombre es pecador y señala hacia Cristo. El Apóstol menciona que él ha muerto a la ley. Esto quiere decir que el propósito de la ley terminó en su vida cuando él aceptó a Jesús. En la analogía de la muerte, el Apóstol no responde más a ella porque el propósito de la ley no es de salvar. En su vida nueva Pablo responde a Dios para servirle en espíritu y verdad.

Pablo explica cómo él vive en la nueva vida (v. 20). Lo primero que Pablo dice acerca de esta nueva vida es que él está juntamente crucificado con Cristo (v. 20). (El tiempo del verbo es perfecto, que significa una acción en el pasado y que continúa en el presente. También la voz del verbo es pasiva, que significa "yo no lo hago ahora; ya lo han hecho por mí", lit. se puede traducir, "yo he sido crucificado y sigo siendo crucificado en Cristo".) El verbo "crucificar" explica por qué Pablo había muerto a la ley y se identifica con la muerte del Salvador (él tomó nuestros pecados y no la ley); es la muerte de Cristo la que todo cristiano experimenta (Rom. 6:1–6; 1 Cor. 12:13). 

El resultado de esta unidad con Cristo es que no se vive para uno mismo, ya no se vive para tratar de obtener méritos por observar la ley; pero el vivir, en la vida de Pablo, era que Cristo vivía en él. Todo lo que el Apóstol hacía en la carne lo vivía agradando a Cristo. 

La palabra carne no tiene que ver con la vida de pecado que Pablo menciona en otras epístolas (Rom. 8:8 ss.), sino que tiene la idea del cuerpo mortal (ver 2 Cor. 10:3). El oxígeno en la nueva vida en Cristo es la fe en el Hijo de Dios (Pablo usa este título para hacer hincapié en la nueva revelación de Dios en contraste con el AT). Fue el Hijo de Dios que amó y se entregó a morir en una cruz por Pablo. (El Apóstol usa la primera persona singular, lo que muestra el afecto profundo que él tenía por su Se-ñor. Esto no significa que él estaba excluyendo a otros, si así fuese, el caso iría contra sus enseñanzas del cuerpo de Cristo.)

Pablo explica el propósito de la ley; la ley no tiene nada que ver con la vida eterna. El caminar con el Señor va más allá que los preceptos externos, es una nueva vida en el espíritu y somos motivados a servirle por el amor que Jesús nos tiene.

El apóstol Pedro con su conducta de vacilación eliminaba la gracia de Dios. En sus hechos de apartarse de sus hermanos gentiles, él estaba diciendo que la ley suplementa la justicia alcanzada por Cristo. El apóstol Pablo comenta que él no ha puesto a un lado la gracia de Dios (v. 21). Si una persona puede tener justicia delante de Dios por guardar la ley, entonces la muerte de Cristo fue en vano. Cualquier persona que agregue un requisito más a la muerte de Cristo, en esencia está diciendo que el sacrificio de Cristo no fue suficiente para la salvación.
BOSQUEJO HOMILÉTICO TEXTUAL
Crucificado con Cristo
2:20
Introducción: Pablo explica en este versículo lo que significa para el cristiano estar en relación con Cristo. Representa un nivel de consagración que pocos cristianos alcanzan, pero ofrece una recompensa especial. ¿Qué efecto tiene el estar crucificado con Cristo?
I.     Trae perdón del pecado.
1.     La cruz hace posible nuestro perdón, porque así Cristo pagó por nuestros pecados.
2.     La cruz fue necesaria para expiar los pecados de la humanidad.
II.     Trae poder para vivir frente a las dificultades.
1.     En tiempos de persecución abierta.
2.     En tiempos de experimentar pruebas en la vida.
III.     Trae propósito en vivir día tras día.
1.     Podemos identificarnos con la misión mundial de compartir este mensaje.
2.     Podemos vivir la vida en el espíritu y no en la carne.
IV.     Trae seguridad y tranquilidad en cuanto a la eternidad.
Conclusión: Pablo no apela a otros a entrar en este nivel de consagración. Simplemente testifica que él ha alcanzado este nivel de sentir una relación especial con Cristo y de poder vivir la fe en la seguridad del amor de Cristo. Esto apela a los cristianos y los motiva a buscar esta experiencia.
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Amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Información 

CONSTRUCCIÓN DE SERMONES EXPOSITIVOS
ROMANOS 1:1–15

A.     INTRODUCCIÓN DE LA PROCLAMA (1:1–7)
1Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 2que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, 3acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, 4que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, 5y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; 6entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo; 7a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
1.     Credenciales del heraldo (v. 1)
La carta a los Romanos comienza con un saludo lleno de inspiración comunicativa. Es el saludo de Pablo, que escribe como un cristiano decidido a servir a Cristo. Se presenta a sí mismo como siervo de Jesucristo, y como llamado en forma especial por Dios para la difusión de su proclama de buenas noticias para el hombre. Todos los cristianos compartimos, al menos en la expresión de deseos, la decisión de Pablo de servir a nuestro Salvador y Señor. 

Es una decisión que todos hemos expresado una o muchas veces, aunque por lo general con altibajos y superficialidad en lo referido a su cumplimiento. Pablo, en cambio, tomaba en serio sus decisiones de servicio y acá se presenta como un siervo de Jesucristo, un esclavo fiel y hasta las últimas consecuencias. 

Era obediente y sujeto a un Señor que podía disponer de su tiempo, de sus posesiones, de sus actos, y de su vida toda. Su vida no sólo en el sentido de ser vivida para Cristo, sino también en el de ser una vida en permanente actitud de renuncia propia, una vida expuesta y entregada a cada momento por la causa suprema que ocupaba su visión (Ro. 8:36). Pablo es:
a) Siervo, un esclavo servidor y servicial que nos escribe en ese carácter. Es un ejemplo típico del siervo o esclavo voluntario o por amor (Dt. 15:15–17). Cristo lo había hecho libre con una libertad tan gloriosa, que lo convirtió, por amor a El, de perseguidor de los cristianos en perseguido por los no cristianos.
Hay un doble significado para la palabra siervo, que tal vez no estuvo ausente del sentir de Pablo al utilizarla. Por un lado, siervo en el sentido de ser un esclavo, sujeto y obediente a los mandatos y órdenes, y aun a los deseos no expresados pero perceptibles del amo. Por el otro lado, siervo en el sentido de honor, como lo fueron aquellos recordados hombres del pasado, como Caleb (Nm. 14:24), Job (Job 1:8; 2:3), David (Sal. 116:16), Jacob (Is. 44:1; 44:21; 48:20; 49:3), Daniel (Dn. 6:20), Moisés (He. 3:5) y otros.1

b) Llamado a ser apóstol, un mensajero especial, con un llamado y con una misión concretos, un enviado de Dios. Escribe en cumplimiento de esa misión. La palabra “apóstol” define, en términos generales, a uno que es enviado. En el caso de Pablo, como también en el de los apóstoles de Cristo que compartieron su ministerio terrenal (Lc. 6:13), el término apóstol adquiere un carácter único y especial. Y aunque Pablo no fue uno de los doce, hace valer su apostolado, con ese carácter distintivo, por haberlo recibido así del Señor (1 Co. 9:1–2).

c) Apartado para el evangelio de Dios, separado, absorbido con una misión o trabajo específico y definido (Hch. 26:16–18): predicar el evangelio de Dios.
Aplicación: 
En esta presentación que Pablo hace en su carta, tenemos un hermoso modelo que puede ayudarnos a replantear nuestras decisiones de servicio, motivaciones y realidad práctica. ¿Asumimos nuestra condición de siervos del gran Rey? ¿Experimentamos que somos enviados? ¿Conocemos los términos de nuestra misión y estamos abocados a su fiel cumplimiento?
2.     Definición de la proclama (v. 1)
Pablo fue apartado para el evangelio de Dios, esto es, para:
a) la tarea de divulgación del evangelio, lo que incluye también
b) el contenido del mensaje.

No se trata de una doctrina nueva, nacida en la imaginación de los hombres. No es algo así como “una nueva era” de invención humana, en la cual pueden tener cabida y fusionarse los pensamientos mundanos con los religiosos, la verdad con el error, lo santo con lo vil. Y hoy lo vemos difundirse a través de mezclas sutiles de conceptos desfigurados como el amor, la ecología, la meditación trascendental, el cuidado del cuerpo, el bien hacer, y otros. 

Se trata, en cambio, de una doctrina directamente opuesta a cualquier mezcla de ese tipo; es nada menos que el evangelio de Dios, las buenas noticias de Dios, tan antiguas como la humanidad misma, y aun anteriores a ella. Son las buenas noticias del mensaje divino de salvación a la humanidad perdida.
3.     Cumplimiento profético (v. 2)
Notamos que tanto el esclavo servidor, como la empresa o propósito a llevar a cabo, están relacionados en forma estrecha con el cumplimiento de una promesa. Es la promesa que Dios había hecho en las Santas Escrituras, bajo el sello de su inspiración divina, por medio de los profetas que así lo anunciaron (ver en Ro. 10:16 la cita de Is. 53:1: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?”). 

Había llegado el tiempo en que lo que Dios había prometido en las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, se había convertido, en la persona de Jesucristo, en una realidad viviente y amplificada.

Es, en síntesis, la más pura doctrina evangélica, que adquiere por la revelación de Dios una forma inalterable, y que, por venir en forma directa de Dios, es eterna, segura y confiable.
a) Es la revelación personal de Dios en Cristo por medio de la encarnación (Hch.                      13:18).
b) Es la revelación escrita compuesta de 66 libros, en dos tomos, Antiguo y Nuevo                    Testamento, inspirada en los idiomas originales, e inerrante (2 Ti. 3:15–16).
c) Es la revelación por la iluminación que el Espíritu Santo hace hoy para nosotros                    de esa palabra encarnada y escrita (Jn. 14:26; 15:26; 16:7, 13).
4.     La Persona señalada (vv. 3–4)
Este prometido “evangelio proclama” que Pablo nos presenta, es de Dios y es nuestro. Es acerca de su Hijo, del cual aclara que es también nuestro Señor Jesucristo, el Dios Hombre a quien debemos adorar. Es suyo (de Dios) y al mismo tiempo nuestro (mío). Esto indica una posesión común. Esto es comunión verdadera con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn. 1:3). Nacido de mujer (Gá. 4:4), descendiente del rey David en lo que respecta a su naturaleza humana. 

Declarado Hijo de Dios con poder, en lo que se refiere a su naturaleza divina. Cuando leemos “por quien recibimos la gracia y el apostolado …” (v. 5), surge de inmediato la pregunta: ¿quién es ese por quien? Acaba de mencionar a Dios, sin duda en referencia a Dios el Padre; ha nombrado a Dios el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y termina refiriéndose al Espíritu de santidad. En este contexto, la mención que hace del Espíritu de santidad, no podemos sino tomarla como una referencia específica al Espíritu Santo.2 No podemos equivocarnos si atribuimos el “quien” del v. 5 en forma indistinta a cualquiera de las tres personas, que equivale a decir, al trino Dios. “Dios en tres personas, bendita trinidad”.

Jesucristo es, entonces, la Persona. Ante El, Pablo se considera a la vez como un honrado siervo y como un sumiso esclavo. En este caso, uno que declina ejercer sus propios derechos con el fin de servir a los intereses de Cristo, y servir a la causa del glorioso anuncio de las buenas noticias para el hombre.

Pablo, aun antes de haber nacido (Gá. 1:15), había sido separado para esa misión única y empresa grandiosa: la proclama de las buenas noticias de Dios al hombre que cree, y de la advertencia de Dios al hombre que no cree.
Aplicación: 
No se trata, entonces, de un mero predicar sermones, sino de lanzarse a la empresa de la extensión evangelizadora, cuya meta es anunciar, proclamar a toda criatura el contenido doctrinal del evangelio, que produce en los que lo aceptan, la alegría y regocijo de saberse perdonados y en comunión con el Dios eterno.
5.     Resumen de la enseñanza sobre Jesús (vv. 3–4)
a) Su Hijo;
b) nuestro Señor Jesucristo;
c) del linaje, de la descendencia del rey David. Tiene, como hombre, una ascendencia               real (de rey).
d) Declarado Hijo de Dios con poder. Con el poder de un nacimiento sobrenatural,                     virginal, no teniendo un padre humano. Ningún hombre pudo señalarlo y decir: es mi            hijo, yo lo engendré. Pero eso es lo que justamente expresó el Padre desde los cielos:          “Este es mi hijo amado” (Mt. 3:17; 2 P. 1:17). Además, fue declarado Hijo de Dios con          el poder de la resurrección de los muertos. Tenemos así su entrada al mundo como              Hombre perfecto, y su salida del mundo como Salvador perfecto una vez                          consumada su obra. “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (cita en He. 1:5 del                Sal. 2:7, aplicado en Hch. 13:33 a la resurrección de Cristo).

Con la misma fuerza con que se afirma que Jesús es el Hijo de Dios, se establece que es nuestro Señor Jesucristo.

La declaración de Jesús como Hijo de Dios es una declaración doctrinal basada en los hechos objetivos de la encarnación, por un lado, y de la resurrección de entre los muertos, por el otro. Entre el nacimiento virginal y la tumba vacía, encontramos la muerte en la cruz.

Podría argumentarse que si Cristo murió, tuvo que haber sido porque de alguna manera experimentó el pecado, que es el que trae como consecuencia la muerte (Ro. 6:23). Pero sabemos con toda claridad que Cristo no conoció el pecado por experiencia propia. Fue concebido por María siendo engendrado por el Espíritu Santo, como “el Santo Ser …” (Lc. 1:35). Sabemos también que “no conoció pecado” (2 Co. 5:21), no tuvo experiencia personal de lo que significa pecar, “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 P. 2:22). “Por nosotros [Dios] lo hizo pecado” (2 Co. 5:21), “habiendo él llevado el pecado de muchos” (Is. 53:12), no el propio. “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Is. 53:6). 

Entonces vemos que El se identificó con el pecado porque se identificó con la situación que tenía el pecador culpable ante la justicia de Dios. El pecado fue juzgado en El y castigado, pero siendo El “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores” (He. 7:26). El pecado castigado en El fue deshecho, desvanecido en forma literal, como una nube que es atravesada por el sol potente (Is. 44:22). Así, el Hijo de Dios emergió de la muerte, se levantó de la tumba en resurrección, según el Espíritu de santidad, que no permitió que el Santo fuera afectado por la corrupción de la muerte (Sal. 16:10) debido, justamente, a que era el Hijo de Dios, impecablemente santo y perfecto.
6.     La obediencia reclamada (v. 5)
Pablo se refiere otra vez al tema de su apostolado, mencionado ya en el v. 1. El Señor Jesucristo dio a Pablo la gracia, el don y el favor, junto con la importante comisión de ser un apóstol, un mensajero especial, para que al ser predicado el evangelio en todas las naciones, gente de todas las naciones crea y obedezca, adhiriendo a la fe en Cristo. (Hch. 6:7; Ro. 6:16–17; 10:16; 15:18; 16:19, 26; 2 Co. 10:5, 6; 2 Ts. 1:8; 1 P. 1:22; He. 5:9; ver también He. 11:8 B de J.) Pablo consideraba su apostolado como un don especial de la gracia de Dios (1 Co. 3:10; 15:10; Gá. 2:9).
7.     Las personas incluidas (v. 6)
Al mismo tiempo que la inclusión general de personas de todas las naciones, se destaca la inclusión personal: los de Roma, nosotros, yo. “Me incluye, sí, me incluye a mí”. Nuestra proclamación tiene el compromiso del Señor Jesucristo mismo de que va a producir frutos. Esto es por amor de su nombre. El mismo ha garantizado los resultados. Entre esos resultados estamos también nosotros, llamados a ser, o los que ya somos, o pertenecemos a Jesucristo. Como lo expresa el Dr. Motyer: “La grande gloria de la ética cristiana es que somos llamados a llegar a ser lo que ya somos”.3
8.     La comunicación establecida (v. 7)
La progresión continúa: un siervo-apóstol (Pablo); una proclama (el evangelio); un cumplimiento profético; una Persona señalada (Dios-Hombre, Jesucristo); la enseñanza sobre Jesús; la obediencia reclamada; las personas incluidas; y ahora la comunicación establecida: a todos los que estáis en Roma o en América Latina, o en cualquier lugar del mundo, con tal que sepan que son amados de Dios, llamados a ser santos. 

Ahora Pablo, el comunicador humano de la proclama, concluye estos grandes pensamientos iniciados en el v. 1 y entrega su saludo como cierre de la presentación de su carta. “Gracia y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Es el saludo formal de Pablo en todas sus epístolas. Es una combinación del concepto cristiano de gracia con el concepto judío de paz.
B.     LA VISITA DESEADA POR PABLO, EL HERALDO (1:8–15)
8Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. 9Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, 10rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. 11Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; 12esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. 13Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. 14A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. 15Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
1.     Reconocimiento a Dios y a los creyentes en Roma (vv. 8, 9)
Pablo se encuentra lejos en cuanto a distancia, tiempo, circunstancias y experiencia de las personas a las que escribe su carta. Tiene en todo sentido un largo camino que recorrer, pero antes que todo eso está para él la preparación de ese camino por medio de la oración a Dios.

Pablo no puede comenzar su mensaje escrito, que es revelación del mismo Dios del cielo, sin poner sus distintivos toques personales. En este caso, hace en primer lugar un llamado de atención, un “antes que nada”. Nos da una enseñanza sobre la importancia de las prioridades correctamente establecidas y ordenadas. Primeramente (“antes de entregar mi mensaje”), pone en práctica su propia exhortación “sed agradecidos” (Col. 3:15). 

Expresa su gratitud a Dios en razón de aquellos a los que dirige su carta. Si fuera por él, hubiera sacado de en medio a su amanuense Tercio y el papel (papiro en aquel tiempo) en que la pluma iba registrando los pensamientos que Dios le inspiraba, y hubiera entregado verbalmente su mensaje. Muchas veces se había propuesto hacer el viaje que lo separaba de Roma, pero hasta ese momento—lo cual indica que mantenía vivo su anhelo y propóesito—había sido estorbado (v. 13).

Tal vez por las circunstancias de su tan ocupada vida y servicio (“el cuidado de todas las iglesias”), o por no contar con los recursos necesarios, o los obstáculos puestos en su camino por el enemigo; o aun por el mismo Espíritu de Dios, que en otras ocasiones había marcado para él un camino diferente al humanamente deseado o predecible (Hch. 16:7). Su intento de estar con los hermanos de Roma no era algo puesto a un lado o desechado. El “hasta ahora” dejaba la puerta abierta a su posibilidad de concreción.
Aplicación: 
¡Cuántos “hasta ahora” tenemos en nuestras propias vidas de servicio! ¡Y cuántas esperanzas de que viejos anhelos puedan todavía ser realizados! ¡Y qué buen ejemplo nos da Pablo en su larga y paciente espera en Dios!
2.     Oración del apóstol (vv. 9, 10)
Al comenzar el v. 8 es como si Pablo dijera: “Ahora vamos a tener un momento de oración”. Nuestros corazones se solemnizan en la misma presencia de Dios, mientras que el corazón de Pablo queda al descubierto. Da gracias a Dios, y esto mediante Jesucristo, por los de Roma, por todos ellos (v. 8). Da gracias por el hecho de que la fe que han depositado en Cristo se divulga por todo el mundo. La calidad de la fe que tienen en Cristo hace de ella una fuerza expansiva.
Aplicación: Mi padre solía decir que el evangelio es como el sarampión, pues empieza por uno y se contagia a toda la familia. ¡Cuánto necesitamos en las iglesias esa clase de fe viva, contagiosa y expansiva!
Pero además de dar gracias por el resultado incontenible que produce la fe de ellos, la oración de Pablo llega a ser tan personal, que siempre hace mención de ellos en sus oraciones.

Y esto es tan real que, por si a alguno le parece que ha exagerado dando como un hecho lo que sólo pudiera ser una expresión de deseos, pone a Dios mismo por testigo así como en una corte de justicia se cita a testigos para que quede probada la veracidad de las afirmaciones. Pablo pone como testigo al mismo Dios al que está sirviendo en su espíritu en la difusión del evangelio de su Hijo (v. 9).
Aplicación: ¿Oramos nosotros así? ¿Podemos también citar a Dios como testigo de nuestras oraciones?
3.     Deseo de un viaje próspero (vv. 10, 13)
Su oración por ellos concuerda en forma exacta con su anhelo de verlos. Cumple además, con los requisitos de la oración que el Señor ha prometido contestar: que “por la voluntad de Dios”, no por la suya propia, tenga al fin, como para colmar todos sus anhelos por ellos, un próspero viaje a Roma (v. 10) para permanecer allá un tiempo con ellos (15:22, 29).
4.     Propósito de la visita (vv. 11–13)
Pablo ya sabía el porqué y el para qué de ese viaje que culminaría con la victoria sobre todos los estorbos que había tenido antes. Sin embargo, también se agregarían los nuevos y múltiples problemas del viaje que, por último, lo llevó a Roma como prisionero, a través de una tormenta dramática en el mar, un naufragio, una serpiente en la isla de Malta (Hch. 27 y 28), y de las cadenas que por fin lo retuvieron preso a él pero no a la Palabra de Dios. ¿Próspero viaje? nos preguntamos. 

Y Pablo mismo contesta la pregunta: “las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Fil. 1:12).
¡Qué lección, que nunca terminamos de aprender nosotros, de mirar todas las circunstancias desde la perspectiva de Dios!

El porqué (v. 11) de su ruego para ir a Roma, tenía una sencilla pero válida motivación: ver cumplido su deseo de verlos, de ver a sus hermanos de Roma. Siendo que Dios “produce así el querer (deseo) como el hacer (cumplimiento del deseo) por su buena voluntad (Fil. 2:13), Pablo sabe que su querer, su deseo, proviene de la voluntad del Soberano que dispondrá de los medios y las circunstancias para que se efectivice en el tiempo adecuado.

El para qué está relacionado con el porqué y con el deseo mismo: “Comunicarles algún don espiritual” (ver 12:6–8), lo que constituye el medio para lograr el propósito: que ellos sean confirmados. Al hacerlo así, Pablo será un transmisor de la bendición que resulta de la proclamación de la preciosa fe, pero al mismo tiempo se convertirá en un receptor de bendición. Espera confortarlos a ellos, y espera ser confortado por ellos. 

Les dará a conocer cómo es la confianza que tiene en Cristo, y conocerá de la confianza que ellos tienen en Cristo. Comprobará así que se trata de una misma fe, de una fe común a ambas partes (v. 12). Compartirá la fe que les es común a los romanos y a él. Con razón dice la Escritura: “Hermosos son los pies de los que anuncian la paz” (10:15). La proclamación es una avenida de bendición de doble vía: hacia el que recibe el mensaje, y hacia el que lo da.

Por último, en el v. 13 que ya hemos comentado en parte, Pablo agrega otro para qué de su anhelado viaje hasta ahora intentado pero estorbado, que puede ser el resumen de lo que ya ha anticipado en el mismo sentido: “para tener entre vosotros [los de Roma] algún fruto, como entre los demás gentiles”. El fruto mencionado debemos entenderlo como bendiciones espirituales (fruto: Jn. 15:18; Ro. 6:21–22; Gá. 5:22; Fil. 1:11; 4:17), y también como la conversión de muchos. Así fue hasta ahora entre los demás gentiles, y así ha de ser entre los de Roma por la garantía de resultados asegurados, que ya fue mencionada en el v. 5.

Aparece así la iglesia de Roma, identificada como una iglesia gentil, aunque no le habrán faltado componentes judíos. Pero más que a una iglesia de gentiles, Pablo sabe que en última instancia su viaje a Roma le llevará a una ciudad y a un imperio eminentemente gentiles, donde él tendrá ocasión de ver funcionar a pleno su misión a todas las naciones no judías (Hch. 26:17).
Aplicación: 
Pablo sabe que a medida que el propio pueblo judío cierra su puerta y su corazón a su Mesías Jesús, esa puerta se abre de par en par para que entren los gentiles hasta una situación que es llamada en la profecía bíblica “la plenitud de los gentiles”. 
¡Qué cerca nos parece encontrarnos de esa consumación feliz que traerá a Jesucristo de los cielos para arrebatar su amada iglesia! Si Juan, el vidente, pudo decir hace cerca de 2.000 años: “¡Ven, Señor Jesús, ven pronto!”, ¡cuánto más cerca está ahora nuestra total redención que cuando creyeron (13:11) aquellos que estaban al comienzo de la formación de la iglesia!
5.     Deuda de Pablo y decisión de pagarla (vv. 14, 15)
Como para que ningún lector de su carta a Roma lo tome a mal o lo interprete mal cuando llegue a estar entre ellos, Pablo se declara “deudor a griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios” (v. 14). Es decir que proclamará un evangelio que no hace acepción de personas (3:22, 23; Hch. 10:34).

En cuanto a mí, dice Pablo, lo siento como una deuda que no puedo dejar de pagar. Es una obligación que no puedo dejar de cumplir. Estoy pronto, decidido a predicarles el evangelio a los que están en Roma, el corazón mismo del más grande imperio, y a la vez el centro de mayor divulgación posible de la fe, como ya estaba sucediendo (v. 8). 

Como entonces, así seguiría ocurriendo, no sólo por ser una fe y comunión expansivas, sino también porque Dios y Pablo como su siervo no dejaron de lado las consideraciones estratégicas, como aquello de que “todos los caminos conducen a Roma” y por consecuencia inversa “todos los caminos salen de Roma”. Porter el evangelio en el corazón del imperio era sin duda ponerlo en su torrente sanguíneo, en todo su interior, y también en su periferia y aun más allá de ella.
Aplicación: 
¿Tenemos en cuenta en nuestra proclamación los aspectos estratégicos de nuestro lugar y de nuestro tiempo? ¿Percibimos en el entorno de nuestro lugar de reunión las posibilidades de servicio a la comunidad que nos permitirán ayudar a satisfacer necesidades generales primero, y las profundas y más importantes necesidades espirituales de inmediato?
La deuda que reconoce Pablo es, como la nuestra, una deuda transcultural (griegos y no griegos), que comprende la patria chica de cada uno, su país, y la patria grande representada en el continente, y aun extensiva al mundo entero. Es también deuda con los sabios y los no instruidos, los alfabetizados y los analfabetos. Hubo épocas en que el evangelio casi se circunscribió a los círculos privilegiados del conocimiento. Hoy casi se circumscribe a los círculos cerrados, que constituyen a veces verdaderos ghettos, y a la vez puja por extenderse a los ambientes populares con expresiones masivas. Observando el todo, quedan inmensos bolsones de gente religiosa sin vida en Cristo, o de gente indiferente, o de los que se están volcando en forma masiva a sectas de todo tipo y color.

Si es correcta la estadística oficial de que en la Argentina hay un 25% de analfabetos funcionales4 (incluyendo personas que no han concluido la instrucción primaria y que sólo pueden leer y entender títulos de los periódicos, pero no una columna densa, y mucho menos un pasaje bíblico), nos damos cuenta de que la deuda de los cristianos en nuestro gran continente es una deuda de proporciones gigantescas. 

Ya no basta el pensamiento de distribuir porciones escritas de la Biblia. Habrá que pensar, como las Sociedades Bíblicas están actualmente afrontando el desafío en distintos continentes, en proveer la Biblia hablada (grabada en CDs), como un medio de dar oportunidades eficaces de oír el mensaje del evangelio. Después de todo, es algo así como volver al principio, en que la comunicación escrita era privilegio de muy pocos, con la ventaja de que en la actualidad disponemos de los medios de grabación y reproducción de la palabra.

Hay una fuerte deuda también hacia los sectores intelectuales de la sociedad moderna, altamente secularizados en cuanto a la religiosidad. Estos tienden a absorber doctrinal lindantes o directamente imbuidas con conceptos orientalistas como la meditación trascendental, o universalistas como la Nueva Era, y mezcladas como muchas otras, con abierto ateísmo y aun satanismo. En definitiva, las mismas corrientes que penetran las capas inferiores de la sociedad, aunque con expresiones y efectos diferentes.

Aparte de cuáles sean los resultados que se alcancen, la misión de la iglesia debe tener en vista el cumplimiento de una deuda, de una obligación que abarque a todos los hombres desde sus perspectivas particulares.

Pablo ha recorrido en los vv. 1–15 toda la distancia que podía haber entre él y los creyentes de Roma. Comenzó identificándose él mismo (v. 1), y termina con el identificatorio “vosotros que estáis en Roma” (v. 15). 

Y de él hacia ellos, ha tendido un puente de comunicación matizado con:

a) lo que quiere que ellos sepan de él (vv. 1; 8–15);
b) lo que él sabe de Dios, de Jesucristo, del Espíritu Santo y del evangelio (vv. 1–5);
c) lo que sabe de ellos y desea para ellos (vv. 6–15).

Con semejante presentación y saludo (vv. 1–7) e introducción (vv. 8–15), ha dejado allanado el camino no sólo para llegar en un futuro a Roma, sino para llegar de inmediato desde su corazón al corazón de los romanos, y también al nuestro.
Aplicación: 
Los que predicamos y enseñamos la Palabra de Dios debemos tomar en cuenta este modelo de comunicación para que nuestra proclamación como iglesia de Cristo sea lo que debe ser en cuanto a estrategia, métodos y contenido. 
Que dejen de abundar en el púlpito cristiano evangélico los “sonidos inciertos” (1 Co. 14:8) y se afirme como propia la convicción de Pablo: 
“en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio …” (v. 15). 
Y al decir evangelio, no nos referimos al así “llamado” evangelio, sino al evangelio que Pablo presenta como tal en toda la extensión de su carta a los Romanos y que es motivo de análisis en este Comentario.
BOSQUEJO EXPOSITIVO - ROMANOS  1:1–15
La proclama de Dios para salvar a todo aquel que cree
A.     Introducción de la proclama (1:1–7)
1.     Credenciales del heraldo (1)
a)     un siervo, un esclavo servidor y servicial
b)     llamado a ser apóstol, enviado con un llamado y misión concreta.
c)     apartado para el evangelio de Dios
2.     Definición de la proclama (1)
El evangelio de Dios, las buenas noticias de Dios
3.     Cumplimiento profético (2)
4.     La Persona señalada (3–4)
5.     Resumen de la enseñanza sobre Jesús (3–4)
a)     Su Hijo;
b)     Nuestro Señor Jesucristo;
c)     Del linaje, de la descendencia del rey David.
d)     Declarado Hijo de Dios con poder.
6.     La obediencia reclamada (5)
7.     Las personas incluidas (6)
8.     La comunicación establecida (7)
B.     La visita deseada por Pablo, el heraldo (1:8–15)
1.     Reconocimiento a Dios y a los creyentes en Roma (8–9)
2.     Oración del apóstol (9–10)
3.     Deseo de un viaje próspero (10, 13)
4.     Propósito de la visita (11–12)
5.     Deuda de Pablo y decisión de pagarla (14–15)
1   Ver también Mt. 8:9; 20:27; 24:45; Ro. 6:16, 17.
2   Interpretar, como hacen algunos, que Espíritu de santidad se refiere al espíritu humano       de Jesús, es      dejar de ver la expresa mención de las tres personas de la Trinidad             divina que aparece no sólo acá,      sino también en otras partes de la epístola. Por otra       parte, mencionemos la siguiente traducción del      versículo: “… fue constituido Hijo de         Dios con plenos poderes, como Espíritu santificador” (VP).
3    J. Alec Motyer, El mensaje de Filipenses, págs. 56 y 32. Ed. Hebrón, Portavoz.
4    En el resto de América latina ese porcentaje a menudo es mucho más alto.
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