martes, 13 de enero de 2015

Usted debe seguir mirando a Dios, no a la gente. Espere confiadamente en que Él otorgue el crecimiento.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 La Predicación Expositiva
Aquí nos vamos a ocupar del arte de exponer un pasaje de la Escritura. Exponer significa interpretar y explicar, representar una materia en detalles.
Por ejemplo, usted puede decidir exponer el Evangelio de Juan, capítulo por capítulo. Comenzando con el primer capítulo, usted procurará interpretar, explicar el significado y lo que da a entender, versículo por versículo. Usted podría ocuparse de un capítulo cada semana y así, en un periodo de semanas, terminaría de leer todo el libro. 

A. VENTAJAS DE LA PREDICACIÓN EXPOSITIVA
Este es un método excelente para enseñar la Biblia. Tiene muchas ventajas diferentes y es un buen estilo que se puede cultivar. Aquí están algunas de las ventajas obvias de este método: 

1. Es Un Método Bíblico
Jesús mismo lo usó frecuentemente. Tomaba una porción de las escrituras del Antiguo Testamento e interpretaba su significado ante Sus oyentes.
Pedro también lo usó en el Día de Pentecostés. Tomó algunas de las escrituras que se referían al Rey David y explicó el verdadero significado de ellas ante una gran multitud de personas. Mostró cuidadosamente las implicaciones proféticas de estas escrituras y la manera en que señalaban hacia Cristo, demostrando que Él era el Mesías.
Otra vez encontramos a Esteban utilizando este método de predicación expositiva en el Capítulo 7 de los Hechos. La Biblia está llena literalmente de excelentes ejemplos de la predicación expositiva. 

2. Produce Predicadores Bíblicos Y Congregaciones Orientadas Por La Biblia
Exponer las Escrituras asegura que hay un enorme contenido bíblico en su ministerio. Cuando usted discurre a través de un capítulo, versículo por versículo, su congregación se va saturando de la Palabra de Dios. 

3. Invita A Un Refuerzo Del Espíritu Santo
El Espíritu de Dios siempre está de acuerdo con la Palabra de Dios (1 Jn 5:7). Por lo tanto, cuanto más prediquemos del contenido de la Biblia, más unción del Espíritu habrá sobre la proclamación. El Espíritu Santo se deleita en confirmar la Palabra de Dios. Lo hace muchas veces con señales y maravillas (Mr 16:20).

4. Anima Un Interés Más Profundo En La Biblia
Cuanto más se comparte la Palabra con la gente, más hambre sentirán por los Escritos Sagrados. Pronto comenzarán a estudiar la Biblia por sí mismos hacia niveles más profundos. Sus vidas se verán transformadas. Serán fortalecidas y reforzadas por la Palabra. Tendrá una Iglesia orientada bíblicamente.

B. PROCEDIMIENTO SUGERIDO
1. Escoja Cuidadosamente Un Pasaje Apropiado De La Escritura

Asegúrese de que ese pasaje dará vida y fuerza a sus oyentes. No escoja un tema meramente porque le interesa o intriga. Nunca seleccione un tema que vaya a crear disputas, divisiones o contiendas.
Usted está buscando ser un canal para Dios, para que Él pueda hablar Su Palabra a Su pueblo a través de su persona. Por lo tanto, es responsable de tener la mente de Dios para la gente a quien le ha hecho responsable de ministrar. Este ministerio es uno de los privilegios más grandes que se ha dado al hombre mortal. ¡Es también una de las responsabilidades más sobrecogedoras! 

2. Busque Un Tema Apropiado Para La Situación Presente De La Gente
Dios siempre tiene una "verdad presente" que desea compartir con Su pueblo (2 P 1:12). Hay una progresión y un desarrollo continuo de los propósitos de Dios entre Su pueblo. Él tiene un propósito específico para cada cuerpo de creyentes.

Cada congregación local deberá moverse adelante en el propósito particular de Dios, el cual ha definido para ellos. Para poder lograrlo, es esencial que Su Palabra de verdad específica le sea administrada de manera consistente. 

A veces es un ejercicio útil preguntarse: "Si esta fuera mi última oportunidad de hablar a esta gente, ¿Qué sería lo más importante que necesitarían escuchar?" 

Predicar con esta clase de pensamiento en mente, le ayudará a estar seguro de que sus sistemas sean apropiados y vitales para el desarrollo de la capacidad espiritual de la congregación, tocante a los propósitos de Dios para ellos. 

3. Estudie El Pasaje Cuidadosamente Desde Cada Ángulo
Primero, léalo varias veces hasta que se familiarice perfectamente con él, luego, proceda a leerlo versículo por versículo. Cuando haya una relación obvia con algún otro pasaje de la Escritura, lea esa porción también. 

Si tiene acceso a cualquier libro de referencia, entonces, léalo por cualquier medio. Pero sobre todo, mantenga su mente abierta y alerta al Espíritu Santo, a fin de captar cualquier pensamiento que Él quiera compartir con usted. 

4. Dedíquese A Comprender Cabalmente Su Tema
Busque siempre descubrir el tema subyacente del pasaje. ¿Qué estaba intentando manifestar el Espíritu Santo cuando inspiró el pasaje? ¿Qué hay en el centro de esta enseñanza? ¿Qué es lo que Dios dijo a Su pueblo a través de esto?

5. Tenga Un Objetivo Definido En Mente
Su objetivo debería estar en completa armonía con el objetivo de Dios. Tras descubrir lo que usted cree que Él desea comunicarle a través de esta Escritura, su tarea es ser tan fiel a la misma como sea posible. Así que, necesita empaparse en el mensaje.

No es suficiente comprender mentalmente lo que Dios está diciendo, necesita sentir lo que Él está sintiendo. Él desea comunicar Su corazón tanto como Su mente. Así que, Su Palabra debe fluir a través de su corazón al igual que de su mente. 

Usted va a ser el instrumento de Dios para llevar Su mensaje de manera convincente a las gentes. ¡Es Su portavoz! 

Usted no ha sido llamado a compartir SU mente con la gente, sino más bien a compartir la mente de Dios con ellas. Este conocimiento deberá ser su factor motivador y la razón para su predicación. 

6. Hable De Su Propia Experiencia
Para comunicar la verdad de manera efectiva, primero, tiene que haber algo en su vida de lo que Dios ha obrado en usted. 

Muchos predicadores presentan teorías o trivialidades que muchas veces no tienen aplicación práctica. Ningún hombre puede predicar "la experiencia del nuevo nacimiento" con convicción, a menos que él mismo la haya recibido primero. 

Es vital que usted haya recibido tal experiencia como una realidad en su vida antes de que la pueda compartir efectivamente con los demás. El predicador también ha sido llamado a ser una epístola viviente. No sólo se le requiere predicar la verdad, sino también practicarla y demostrarla. Tiene que ser un ejemplo viviente de todo lo que predica. 

7. Haga Su Predicación Significativa
Exégesis significa "extraer verdadero significado". Usted es responsable de asegurar, tanto como pueda, que el significado y el entendimiento de la Escritura sean comunicados a los oyentes con claridad.

Esfuércese siempre de simplificar su tema. Esto es obviamente lo que hizo Jesús y es una razón importante del porqué Su ministerio fue tan poderoso y efectivo. Tomó temas profundos y los simplificó.

Muchos predicadores modernos hacen todo lo contrario. Toman los temas más simples y los hacen tan profundos y complicados que su audiencia apenas puede comprender lo que escucha. Recuerde esto: ¡Entre más simple, mucho mejor!

8. Hágalo Práctico
Intente siempre mostrar claramente las implicaciones prácticas que su mensaje tiene para la gente. Un grave peligro para los cristianos es que a menudo hay "demasiado conocimiento, pero muy poca práctica".

Muchos cristianos han escuchado sermones durante años; sin embargo, patéticamente hay poco que mostrar en términos significativos, no se contente solamente con hablar a la gente. Clarifique sus conclusiones grandemente. Intente hacer sugerencias prácticas sobre como puede la gente responder de una manera más significativa a Dios. 

Continúe los mensajes con programas prácticos, de manera que la gente pueda comprometerse para ser hacedores de la palabra, y no meramente oidores
.
C. ACUMULANDO MATERIALES APLICABLES
Además de estudiar el pasaje de la Escritura, ¿Cómo podemos acumular materiales aplicables adicionales? 

Las siguientes son unas cuantas sugerencias. Pregúntese a sí mismo
:
1. ¿Qué He Leído O Escuchado Sobre Este Tema?
Comience a punzar su memoria. Quizás haya leído un buen libro sobre el tema.
¿Cuál era el libro? ¿Qué decía sobre el tema? Trate de recordar hasta que los pensamientos vuelvan a su mente consciente. Tal vez oyó alguna vez predicar sobre el tema. ¿Qué dijeron? ¿Cómo lo presentaron? Con frecuencia, algo que se dijo se convertirá en una semilla de pensamientos en su mente. A partir ahí sobrevendrá un tren completo de pensamientos. 

2. ¿Qué Me Ha Mostrado El Espíritu Santo Sobre Este Tema?
Aquí es donde uno se da cuenta de los beneficios de llevar un libro de notas.
A veces meses o incluso años antes, Dios le adjudicó algunos pensamientos interesantes y percepción sobre este mismo tema. Si usted no escribió esos pensamientos, puede tener problemas para recordarlos. 

Pero si tiene una libreta de notas en la cual registra sus pensamientos devocionales, puede volver a familiarizar su mente con lo que Él le mostró entonces.
Si no ha estado siguiendo sus apuntes, apártese a cualquier lugar tranquilo donde pueda meditar a solas en el tema sin interrupciones. La meditación le ayudará a recordar aquellas cosas que el Espíritu le enseñó. 

3. ¿Qué He Observado Que Se Relacione Con Este Tema?
Frecuentemente hemos observado cosas que arrojan luz sobre el tema que estamos considerando. Incidentes que brotan de nuestras experiencias e ilustran algunos aspectos de la verdad que ahora consideramos. 

A veces es algo que hemos observado en la naturaleza que confirma un principio que estamos estudiando en la Palabra de Dios. 

Las ilustraciones de la naturaleza muchas veces traen gran luz sobre la exposición de las Escrituras. Los predicadores africanos son usualmente muy adeptos a esto. A menudo me he sentido emocionado escuchando a un predicador negro, ilustrando la verdad de la Biblia con aquellas cosas que él había aprendido de la naturaleza. ¡El Dios de la Naturaleza, también es el Dios de la Biblia!

4. ¿Qué Pensamientos Ha Tenido Usted Sobre Este Tema?
Muchos de nuestros pensamientos previos, sobre un tema dado, se encuentran ahora enterrados en el subconsciente. Es necesario que sean llevados otra vez a la superficie. Esto puede hacerse a menudo en un tiempo de meditación profunda. 

Cuando nos sentamos tranquilamente enfocando nuestras mentes en la Biblia, los pensamientos sepultados flotarán hasta la superficie otra vez. A menudo digo a mis estudiantes: "Presionad a vuestra memoria, hacedla trabajar. No le hará daño alguno por el mero hecho de hacerla trabajar. Solamente hará que mejore el así hacerlo". Nunca tengan miedo de hacer esto. 

Siéntese y concéntrese. Desee recordar cuáles eran sus pensamientos. Refresque otra vez su mente con ellos. 

5. ¿Quién O Qué Puedo Consultar Sobre Este Tema?
Discutir un tema bíblico con un compañero predicador es siempre una experiencia estimulante y valiosa. Si tiene usted la oportunidad de hacerlo, aproveche la ocasión. Será edificante e iluminador para todos los interesados.

Esta clase de ejercicio deberá tener lugar cada vez que los predicadores estén juntos. Entrar en discusión sobre temas bíblicos edificantes, logrará una cantidad tremenda de bien, y construirá una adoración y unidad verdaderas. Me siento triste por tantos de mis amigos ministros que no tienen libros de referencias. ¡Pero ustedes se tienen los unos a los otros! 

Comparta su conocimiento y experiencias con los demás. Presente su conocimiento bíblico a través de la buena discusión y de la conversación frecuente. No desperdicie las oportunidades de orar cuando se reúnan. 

D. PREPARACIÓN DE SU MATERIAL
Después de haber encontrado un pasaje conveniente y apropiado, ocúpese de él: 

1. Esté Abierto
Deje a un lado sus ideas preconcebidas sobre el tema. Abra su mente y aparte los prejuicios que tenga para recibir y atender algo nuevo. 

Alguien ha dicho que si realmente queremos crecer espiritualmente, tenemos que leer todas las partes de la Biblia que nunca hemos subrayado. 

Muchas veces establecemos conceptos firmemente y tenemos la tendencia de ver solamente aquellas cosas que confirman lo que ya creemos. Sin embargo, es vital que nos alleguemos a la Palabra de Dios sincera y honestamente. No haga que la Palabra de Dios sea nula o inefectiva porque su tradición religiosa haya cerrado su mente a cualquier otra cosa que no sea lo que usted crea al presente. 

Ciertamente usted no tiene la suma total de todo el conocimiento que Dios desee impartirle. Esté dispuesto a aprender cualquier nueva verdad que Dios tenga disponible para compartir con usted.

2. Investíguelo A Fondo
Analice El Pasaje. ¡Interróguelo! Tómelo aparte y examínelo a fondo. Haga esto con una mente abierta al Espíritu Santo. Anticipe la adquisición de una revelación fresca de parte de Dios. Espere discernir las verdades que nunca antes percibió. 

La palabra de Dios es como una mina de oro, cuanto más profundo cava, más ricos depósitos de minerales descubrirá. 

Muchas personas se contentan con excavar en la superficie. Sus conclusiones son siempre superficiales. Pueden compartir sólo lo que otros ya conocen. 

Un secreto de la enseñanza efectiva es investigar aquellas áreas de la verdad que no se le han ocurrido con anterioridad a la gente. De esta manera, usted puede compartir una verdad nueva y estimulante con ellos.
3. Analícelo De Manera Original

No deje que su mente se quede en las líneas que usted ha creado. Confíe en el Espíritu Santo para que ilumine su mente. Estoy seguro de que Él compartirá algo con usted que no había conocido con anterioridad. 

Compruébelo con el resto de la Biblia. Ninguna "verdad" contradice el cuerpo total de verdad revelada en las Escrituras. 

Compruébelo también con un amigo predicador. Uno que sepa más que usted acerca de la Biblia, y no alguien que siempre esté de acuerdo con su manera de opinar.
No tenga miedo de tener algún pensamiento original. Deje que el viento del Espíritu aparte con Su soplo las telarañas de su mente. 

4. Aproxímesele De Forma Creativa
Dios Es Un Creador. Su Palabra es una palabra creativa. Todo lo que Dios hizo, lo creó con el poder de su Palabra. No debemos limitarla nunca. Es todavía creativa y poderosa. Cuando se le permite obrar en los corazones redimidos, ésta crea y transforma. 

Esté siempre consciente del potencial creativo de la palabra de Dios. Manéjelo con una actitud de fe y esperanza. Tenga siempre en mente que está lleno de capacidad creativa.
Tiene mucha más energía y posibilidad de la que usted nunca llegará a entender. Es siempre capaz de producir mucho más de lo que usted puede comprender. 

Recuerde que es una Palabra milagrosa. Dios está en Su Palabra. Su genio creativo se encuentra en ella. Su ministerio deberá dirigirse hacia la liberación de esa capacidad creativa en la vida de sus oyentes. 

5. Trátelo De Manera Constructiva
Recuerde que usted está colaborando con Dios. Está involucrado en edificar algo, no en destruirlo. Su tarea, bajo la dirección de Dios, es edificar el cuerpo de Cristo. Por lo tanto, sus mensajes deberán ser constructivos y no destructivos. 

A veces su énfasis puede ser muy inquisidor. La palabra que predica puede llevar convicción al corazón de sus oyentes y como consecuencia al arrepentimiento. Su reacción puede ser una de gran dolor, pesar o llanto, por haber pecado contra Dios. Es vital que usted no los deje en tal estado. 

Considere a Esdras y Nehemías (Neh 8:5-12). Dios había entregado una palabra muy seria a los judíos que habían vuelto del exilio. 

A medida que oían la exposición de la Ley, se dieron cuenta de lo lejos que se habían apartado durante los años del exilio. Esto les hizo llorar e inclinar sus rostros a tierra en arrepentimiento. Los profetas les permitieron hacer esto por un tiempo, pero luego interrumpieron su llanto y lamento, colocaron al pueblo sobre sus pies de nuevo y dijeron: "...Id... comed... y bebed... no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fortaleza" (v 10). 

No esté trayendo a la gente bajo condenación constantemente. Su meta final debe ser verlos edificados, fortalecidos y firmes. Para lograr esto deberá ministrarles de manera constructiva. 

6. Comparativamente
La Escritura tiene que ser comparada con la Escritura. Tiene que ser interpretada siempre dentro del contexto total de la Biblia. Esto requiere madurez de comprensión de toda la Biblia. Deberá de estudiarla de manera consistente: "para mostrarse aprobado ante Dios, un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que aplica la palabra de verdad correctamente dividida" (2 Ti 2:15, parafraseado).

7. Conclúyalo De Manera Práctica.
Toda predicación y enseñanza efectiva, sobre la Biblia, tiene que tener una conclusión y aplicación prácticas. El ministerio no está meramente para informar a la mente, sino más bien para formar las vidas. Usted siempre deberá tener una conclusión práctica que hacer.
Sugiera a su auditorio alguna respuesta significativa que ellos puedan dar a la palabra que usted les ha expuesto. 

E. LA ENTREGA DEL MENSAJE EXPOSITIVO
1. Abra Su Biblia En El Pasaje Apropiado

Haga que su congregación se vuelva al pasaje apropiado de la Biblia. 

2. Lea El Pasaje En Voz Alta
Si planea exponer un capítulo en particular, léalo. Quizá la congregación pueda participar en la lectura leyendo cada uno un versículo o dos. 

3. Presente Su Tema
Explique como va a tratarlo. Presente su propósito e intenciones, de manera que la gente pueda cooperar con usted. Entonces, comprenderán hacia donde se dirige y podrán caminar a su lado. 

4. Lea El Pasaje En Voz Alta Otra Vez
Usted puede decidir entonces leerlo todo otra vez, un versículo a la vez, haciendo un comentario sobre cada uno.

F. SIETE PRINCIPIOS
En este punto me gustaría presentarles siete principios vitales que son extremadamente importantes, particularmente en la enseñanza de exposición. Recuérdelos y trate de cubrirlos siempre que presente la Palabra de Dios. 

1. Claridad
Asegúrese de que su comentario es comprendido con facilidad. No intente ser demasiado profundo y misterioso. La finalidad de la predicación expositora efectiva es convertir los pasajes pertinentes en algo tan fácil de comprender como sea posible. 

No intente ser deslumbrante, ni airear su conocimiento. Trate de compartir el Pan de Vida de manera que toda su audiencia pueda seguir fácilmente el énfasis que está haciendo. 

2. Consistencia
Haga que sus comentarios tengan consistencia con el tema que usted está exponiendo. Evite la tentación de vagar por varios caminos desviados que se le puedan ocurrir. El mantenerse fiel a su tema, lo refuerza en las mentes de su audiencia. 

No tema hacer alguna repetición. Cierta cantidad de ésta es necesaria a fin de fijar una verdad en los corazones de la gente. 

3. Coherencia
"Adherirse" significa unirse. Por lo tanto, asegúrese de que sus pensamientos tienen una unidad o coherencia clara. Una persona que habla con incoherencia, es aquella cuya predicación carece de tanta unidad, que apenas es posible comprender lo que está diciendo. 

Deje que la expresión de sus pensamientos tenga una unidad obvia. No vague de pensamiento en pensamiento. Sea claro y conciso. Asegúrese de que sus pensamientos tienen relación y están bien unidos, sosteniéndose y complementándose mutuamente.

4. Continuidad
También tendría que haber una progresión clara del pensamiento. Sus afirmaciones deben estar moviendo continuamente a su audiencia hacia el objetivo propuesto. Cada punto deberá seguir claramente al anterior. Sus comentarios deben fluir libremente de un texto al siguiente con unidad, correspondencia y progresión claras. Siga progresando paulatinamente hacia su meta final.

5. Conciso

Procure ser breve. Es mucho mejor dejar a su audiencia con el deseo de que usted continúe, que con el deseo de que hubiera terminado veinte minutos antes. Evite la tentación de hablar por hablar. No adquiera el hábito de divagar. Un buen ejemplo de consejo fue ofrecido una vez a los predicadores de esta forma:
¡PÓNGASE DE PIE! ¡HABLE! ¡CÁLLESE! 

6. Comprensivo
Este punto aparenta contradecir el anterior, en el cual, aconsejé la brevedad. Se trata de cubrir el tema tan plenamente como sea posible. Pero no hay contradicción.
Es ciertamente posible y deseable cubrir un tema completamente y a la vez tan brevemente como sea posible.
Ser comprensivo no requiere hablar tantísimo que su audiencia se canse del sonido de su voz. ¡Trate de unir las dos! 

7. Concluyente
Aquí está el punto más importante. ¿Cuál es la conclusión de todo lo que usted ha dicho? ¿Cuál es el resultado final? ¿Qué conseguirán sus palabras?
La conclusión deseada debería dominar su mente desde el comienzo. Deberá estar moviéndose incansablemente hacia ella. Desarrolle su ministerio en fe, esperando que Dios cumpla su objetivo deseado. Recuerde que no es responsabilidad suya lograr el resultado deseado. Esa es la tarea de Dios. Usted debe seguir mirando a Dios, no a la gente. Espere confiadamente en que Él otorgue el crecimiento.


Preparación de Sermones: Una herramienta audiovisual de calidad - Para Obreros y Ministros itinerantes

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 29MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
Este es un libro de “Cómo hacer…” que es fiel a su promesa. El autor expone con claridad y lógica el proceso gradual de la preparación y proclamación de un sermón eficaz.
  • Editorial Portavoz
  • Rústica
  • 320 páginas
 A. ¿Qué es la predicación?
1. “La predicación es la comunicación de la verdad por un hombre a los hombres”.
2. “La predicación es la presentación de la verdad a través de la personalidad” (El Sermón Eficaz, Pág.19,20).
B. Todo predicador y maestro debe querer mejorar su predicación.  A continuación, veamos tres razones porque debemos desear mejorar nuestra predicación:
1. Porque son muy pocos los que saben predicar bien.  “Pocos de los sermones que se predica cada semana en el mundo, son realmente buenos, pero esto no nos excusa ni debe desanimarnos; debemos predicar lo mejor que nos sea posible, esforzándonos para llegar a la excelencia” (Tratado sobre la predicación, 22).
2. Porque la predicación es el medio que Dios ha seleccionado para comunicar el mensaje de salvación y debemos predicarlo en la mejor manera posible.  “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Co.1:21).
3. Porque la predicación mal hecha ha causado que muchas personas  pierdan su alma.
C. Razones por las cuales copiar sermones y bosquejos es mal   costumbre:
1. Porque un sermón hecho personalmente sale mejor que un sermón copiado de un libro de bosquejos.
2. Porque el predicador debe saber estudiar la Biblia por sí solo.
I. Paso Uno: Seleccione un Tema.
A. “Definamos el tema como la materia de que se trata en el sermón; la idea central del sermón; el asunto presentado en el sermón” (El Sermón Eficaz, 95). El tema consiste de una sola palabra y nos explica cuál es el asunto general o básico del sermón.
B. Cómo escoger un Tema adecuado para los oyentes
1. Escoja un tema que la congregación necesita escuchar.
a. “El predicador tiene que descubrir las necesidades espirituales, los conflictos, y los problemas de los miembros a quienes predica” (Preaching: Man and Method, 54).
b. Las necesidades espirituales de la persona son muchas; por lo tanto no debe ser difícil hallar un tema apropiado para su sermón.
2. Escoja un tema que usted mismo necesita y que a usted le interesa.  A veces las dificultades que usted tenga pueden ser las mismas que tengan los miembros.
II. Paso Dos: Desarrolle el Título
A. El título es el nombre del sermón.
1. “El título es el nombre que se le da al sermón, o sea el encabezamiento” (El Sermón Eficaz, 96).
2. “El título es una frase que encierra el tema, pero tiene como propósito llamar la atención e interesar a la gente en lo que se va a presentar” (La Escalera de la Predicación, 29).
B. Funciones del Título:
1. El título limita el tema.  El tema es tan general que es necesario especificarlo.  Por caso, el tema “Iglesia”, puede ser convertido en un título tal como “El Establecimiento de la Iglesia”.
2. El título de un bosquejo debe ser interesante y atractivo.
a. No debe ser un título largo, porque ellos aburren y son difíciles de recordar.  “Además un buen título será breve.  Por regla general no debe contener más de cuatro o cinco términos importantes” (El Sermón Eficaz, 96)
b. Debe ser un título que despierta interés en el tema y debe causar en los oyentes el deseo de oír el sermón.
C. Diferentes clases de título
1. Títulos con una o dos palabras importantes.  Por ejemplo, en el título “El Sufrimiento de Jesús” las palabras “Sufrimiento” y “Jesús” son importantes.
2. Títulos que son mandatos.  Por ejemplo, en el título “Ama a tu Prójimo”, nos es mandado que amemos al prójimo.
3. Títulos que hacen preguntas.  En el título “Por Qué Debemos Orar?” nos están haciendo una pregunta.
4. Títulos que sólo hacen declaraciones.  En el título “La Obediencia es Mandada”, sólo nos están declarando un hecho.
III. Paso Tres: Identifique el Propósito
A. La Definición del propósito:
1. El propósito es la meta que usted desea alcanzar con su sermón.
2. El sermón sin propósito escrito es como una flecha disparada al aire, sin puntería.
B. La Importancia del Propósito. “Cada Sermón debe tener a la vista una meta clara.  Antes de sentarse a preparar su discurso, el predicador debe preguntarse a sí mismo: ¿Cuál es mi propósito en este sermón?  Y no debe dar un solo paso más sino hasta haber formulado en su mente una contestación definida a esta pregunta” (El Sermón Eficaz, 57).
C. Es indispensable escribir el propósito de su sermón.
1.”Para cada sermón que el predicador prepara, debe haber un propósito escrito que sea claro y conciso” (Preaching: Man and Method, Pág.75).
2. “Formulemos con claridad el fin que perseguimos.  Empuñemos la pluma y para desterrar todo peligro de ambigüedad, notemos en el papel cual es nuestro propósito” (El Sermón Eficaz, 57).
3. “A la cabeza de su borrador puede escribir este propósito” (La Preparación de Sermones Bíblicos, 112).
D. La Función del propósito.  El propósito es para que el predicador sepa claramente lo que quiere lograr con el sermón que va a presentar.
E. El Propósito tiene que empezar con la palabra, “Quiero”.
IV. Paso Cuatro: Haga la Pregunta Principal.
A. La pregunta principal es la interrogante que el sermón debe contestar.
B. La pregunta principal siempre debe empezar con una de estas palabras: ¿qué, cuándo, dónde, por qué, quién, cómo, cuál?
C. La pregunta principal no se debe escribir en la pizarra, sino solamente en su sermón.
V. Paso Cinco: Elabore los Puntos Mayores
A. Los puntos mayores son respuestas a la pregunta principal. Por ejemplo si la pregunta principal es: “¿Para qué es el bautismo?”, entonces los puntos mayores deben ser las respuestas a esta pregunta.
B. A continuación, veamos los puntos mayores de un sermón llamado “Ofrendas Que Cuestan” y su pregunta principal: ¿Qué son algunas ofrendas que nos cuestan?:  I. El Dinero que damos a Dios y a los demás. II. El Tiempo que apartamos para leer la Biblia, para ir al  culto, y para orar diariamente. III. La Relación que perdemos con nuestros amigos y parientes, cuando nos hacemos cristianos.
VI. Paso Seis: Seleccione Versículos Para sus Puntos Mayores
A. Hay cuatro pasos para seleccionar versículos para cada punto mayor:
1. Identifique cuales son las palabras importantes en cada punto mayor.
a. I. El Dinero que Damos a Dios y a los demás.
b. II. El Tiempo que Tomamos para Leer la Biblia, para Adorar a Dios y para Orar Diariamente.
c. III. La Relación que Perdemos con Nuestros Amigos y Familia, Cuando nos Hacemos Cristianos.
B. Ahora, piense en sinónimos (palabras que significan lo mismo que otra palabra) para las palabras importantes.
1. Dinero – ofrenda, pagar, colecta
2. Tiempo -hora, día, año
3. Leer – Estudiar, Meditar
4. Adorar – honrar
5. Orar (Oración)
6. Amigos
7. Familia – madre, padre, hermanos, hermanas
C. Busque todas las palabras importantes y sus sinónimos en la concordancia.
D. Apunte cualquier versículo que esté relacionado con los puntos  mayores.
VII. Paso Siete: Estudie cada Versículo Que Ha Escogido
A. Estudiar un versículo significa poderlo explicar en sus propias palabras.
1. Toda palabra en el versículo que no entiende, debe buscarla en el diccionario.
2. Numerosos pasajes de la Escritura no son entendidos por los oyentes.
a. Si no puede entender un versículo, no debe usarlo hasta que lo entiende.  “El predicador no debe tratar de explicar un versículo que él mismo no entienda” (Tratado sobre la Predicación, Pág.85).
b. Para poder entender versículos difíciles de la Biblia, estudie las reglas de la hermenéutica (reglas de interpretación bíblica).  Un libro recomendado sobre la hermenéutica se llama Hermenéutica, Introducción Bíblica, escrito por E. Lund, y A. Luce.
B. Estudiar un versículo, además de poderlo explicar, incluye aplicarlo a la vida de los oyentes.
VIII. Paso Ocho: Busque Ejemplos Relacionados con Cada Punto Mayor
A. Las Ventajas Prácticas del Empleo de Ilustraciones en la Predicación:
1. La ilustración explica.  Es útil para aclarar el sentido de las cosas. Ilustrar es iluminar.
2. La ilustración aumenta el interés de los oyentes.
3. La ilustración ayuda poderosamente a la memoria” (El Sermón Eficaz, Pág. 197).
B. Hay tres tipos de ejemplo que puede usar en su sermón:
1. La Ilustración es un cuento ficticio que aclara un punto mayor. Jesús usó ilustraciones llamadas parábolas en su predicación.
2. El Ejemplo Personal es una experiencia que uno ha vivido y tiene relación con un punto mayor.
3. El Ejemplo Bíblico es una historia usualmente del Antiguo   Testamento que enfatiza un punto mayor.
XI. Paso Nueve: Desarrolle la Introducción
A. “Las Funciones de la Introducción:
1. Lograr que los oyentes tengan buena voluntad para con el predicador mismo,
2. Lograr que le presten su atención
3. Lograr que estén dispuestos a recibir la enseñanza que él les quiera impartir” (El Sermón Eficaz, 160).
B. “Las Cualidades de una Buena Introducción:
1. Una buena introducción debe ser interesante.  Su importancia estriba en su habilidad para captar la atención y despertar el interés desde el principio de su sermón.
2. Una buena introducción debe ser breve.  Esta brevedad tan necesaria se logra cuando se tiene cuidado de que la introducción no presente más de un solo pensamiento principal.
3. Una buena introducción será cuidadosamente preparada” (El Sermón Eficaz, Pág. 161-163).
C. Existen muchas formas de introducción.  Veamos tres de ellas:
1. Hable de una experiencia personal que usted haya tenido que esté relacionada con el tema.
2. La Introducción puede decir porqué es interesante el sermón.
3. Lea un versículo sobresaliente que esté relacionado con el tema y haga hincapié en ello.
X. Paso Diez: Desarrolle la Conclusión
A. “La conclusión del sermón constituye el ataque final a la fortaleza de la voluntad de los oyentes” (El Sermón Eficaz, 169).
B. Los elementos principales que pueden entrar en la conclusión del sermón:
1. La Recapitulación.  Con palabras breves vuelve a señalar las divisiones principales del discurso.  Es un resumen breve de los puntos mayores.
2. La Aplicación.  La porción final del sermón deberá hacer hincapié particular sobre la relación práctica que tiene el asunto con la vida diaria de los oyentes.
3. La Persuasión.  En la conclusión queda la tarea de persuadir la voluntad a cumplir con su deber.  Motivar a las personas a tomar una decisión.  El predicador debe bajar la voz.
4. La Invitación.  Siempre debe ofrecer el plan de salvación.  Inmediatamente después de la conclusión, debe haber un himno de invitación que relata apropiadamente a la conclusión.
 

lunes, 12 de enero de 2015

La manifestación en el creyente del creciente conocimiento de Cristo, evidencia su llamado y elección

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información


Alcanzando el fruto
2 Pedro 1:5–11

Un curriculum vitae del apóstol Pedro incluiría una gran variedad de “vocaciones”. Algunos críticos señalan únicamente su trabajo anterior a conocer a Cristo y lo llaman, “el pescador”. 

En cierto sentido, la manera en que usan el término da la impresión de que desprecian a su persona (inclusive a veces se agrega el adjetivo “ignorante”), o su ocupación, como que dicho trabajo no era muy noble. Bueno, los evangelios no catalogan esa vocación así ni emplean su ocupación anterior como designación, título o apodo.

Unos escogen todavía otro capítulo de su vida para hacer hincapié en su hora oscura, recordándolo como el discípulo que negó a Cristo. Pues, sí, dicha actuación cobarde es parte de la crónica evangélica. La Biblia nunca califica algo como bueno si no lo fuera.

Por otro lado, en la historia de la iglesia primitiva, tal y como relata el libro de los Hechos de los Apóstoles, no se hace referencia a esa ocasión sombría. Fue un evento triste de la biografía petrina, pero obviamente hubo otro acontecimiento aun más trascendental en el cual se perdonó su error, y le restauró de tal manera, que los eventos de aquella noche no llegaron a ser la pauta para recordar a Pedro, por lo menos, en el Nuevo Testamento.

El apóstol Pedro, autor de la carta que estudiamos, sí pasó por lo arriba mencionado y, aunque difícil sería decir que todos los eventos de su vida anterior han pasado al olvido total, algo, más bien, “alguien”, vino a reemplazar dichos recuerdos. En cierto sentido, a eso se refiere la frase de 2 Pedro 1:3: “…mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”. 

Pedro sentía la atracción de la persona divina, disfrutaba del poder divino, y se deleitaba en las promesas divinas. Así era el apóstol Pedro, ya maduro, el mismo que escribió la carta, que ya estaba preparado para hablarnos del fruto de una vida expuesta a, y ocupada por la persona y obra de nuestro Salvador Jesucristo.

De acuerdo con el tema y bosquejo general de la epístola, y habiendo visto en el primer estudio la fuente del conocimiento, Pedro sigue elaborando el desarrollo de su carta.


DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO EN EL CREYENTE 1:5–11

El cómo. La escalera que conduce al fruto 1:5–7
Por mucho que el horticultor pode un árbol para que su fruta sea fácil de cosechar, parece que la mejor fruta siempre está en las ramas más altas. Alcanzarla requiere de una escalera. En esta sección, el autor describe siete virtudes como si fueran los peldaños de una escala que conducen al fruto (1:8). Aquí se nota la gran diferencia que había entre la filosofía griega y el Nuevo Testamento.

Los filósofos también admiraban la virtud, pero no podían ofrecer a sus discípulos el método para adquirirla. Más bien, aparentemente pensaban que una vida verdaderamente santa era imposible de alcanzar.

En cambio, aun antes de hacer una lista de las virtudes cristianas, Pedro expuso la base para adquirirlas en los vv. 1:3b–4a: “…mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina… (1:3b–4a).

A continuación, el autor dice directamente a los destinatarios de la carta y por ende, a nosotros: “vosotros también”. Por las mismas razones ya presentadas, siendo la principal entre ellas que un creyente participa de la naturaleza divina, todo cristiano debe incorporar las siguientes virtudes a su vida. Esa actuación es lo normal y corresponde al crecimiento, desarrollo y madurez de un hijo de Dios. Además, la entrega a la tarea demanda todo nuestro esfuerzo, por lo que debemos poner “toda diligencia”.


PEDRO NO ESTARÍA DE ACUERDO
CON EL CÍNICO QUE DESCRIBIÓ
AL CRISTIANISMO COMO
“UN ESPASMO INICIAL
SEGUIDO POR UNA INERCIA CRÓNICA”.


El autor pone en claro que la fe es fundamental (por haber sido “llamado” el creyente v. 3) y que es a ella a la que se tienen que agregar las virtudes. Se podría concebir la fe como el hilo en el cual se tienen que ensartar las joyas preciosas que son las virtudes.

La etimología (historia de la palabra) del término “añadir” es fascinante. Viene de un vocablo (joregos) tomado del teatro y de las fiestas de drama que se celebraban en la antigua Atenas. 

Dos famosos poetas trágicos del cuarto siglo a.C. (Sófocles y Eurípides), creaban y presentaban dramas que requerían de coros cada vez más grandes y costosos. Los ciudadanos ricos y prominentes (joregos) de aquel entonces, parece que competían por mostrar su generosidad, con objeto de patrocinar las extravagantes puestas en escena.

Posteriormente, la misma palabra (joregos) dejó de referirse a los ciudadanos ricos o prominentes y tomó el significado de “muy generoso”. Aquí Pedro emplea la forma verbal que se deriva de ese sustantivo (a propósito, esta es la única vez que se usa en el Nuevo Testamento). Traducida como “añadid”, la palabra señala que el creyente no puede satisfacerse con sólo hacer lo mínimo, tiene que ser “generoso” (fértil, muy productivo, abundante) en su adquisición de las virtudes.


EL CREYENTE DEBE SER PRÓDIGO EN EL USO DE
SU TIEMPO Y SU ESFUERZO PARA INVERTIRLOS
EN EL DESARROLLO DE SU VIDA CRISTIANA



¡RAZONEMOS!

 Se ha dicho que la salvación es instantánea y ocurre en el momento que uno acepta a Cristo, pero que la conversión requiere de tiempo. Sin duda, la última frase se refiere al proceso de crecimiento hacia la madurez. 

Uno no nace de arriba y simultáneamente se hace maduro; se necesita tiempo. Por supuesto, algo más que tiempo es necesario, porque el tiempo por sí sólo envejece. La madurez requiere de la obra del Espíritu Santo actuando sobre el conocimiento creciente de la palabra de Dios. El proceso se ilustra en Judas 20: “edificándoos sobre vuestra santísima fe”.

Ahora pasamos a considerar las virtudes mismas, los peldaños de la escalera. Las cinco primeras tienen que ver con la vida interior del creyente y con su relación con Dios.

“La virtud” v. 5. Este término, que no es muy frecuente en el Nuevo Testamento, quiere decir “mérito” o “valor”, y es el mismo que se emplea en el v. 3 donde se refiere a Cristo, y se traduce “excelencia”. La palabra se usaba para expresar el uso correcto o apropiado de algo. Es decir, la “excelencia” (o uso apropiado) de un cuchillo está en su capacidad de cortar. Si no corta, no sirve. La “excelencia” de una buena vaca está en la cantidad y calidad de leche que produce. Si no cumple con esos requerimientos, no sirve.

Ahora bien, la virtud (la “excelencia”) de un creyente, o sea el propósito que Dios tiene en mente para cada hijo de Dios, es que llegue a ser parecido a Cristo. Su vida debe reflejar algo del atractivo de Cristo (v. 3). Los maestros falsos hablaban muy bonito y tocaban un montón de temas, pero su vida no demostraba lo que es el propósito de Dios para los creyentes. Al verdadero hijo de Dios le corresponde agregar a su fe “la virtud”, el pleno conocimiento de lo que es el propósito de Dios y el cumplimiento de ello, reflejando así la excelencia de Cristo.

“Conocimiento” v. 5. Gracias a Dios por las emociones, pero el cristianismo es mucho más que sólo sentimientos. Es sabiduría, sagacidad, conocimiento obtenido en el ejercicio práctico del primer peldaño, “la virtud” o “excelencia”. Es una sabiduría que discierne entre lo bueno y lo malo y evita lo último. Es la capacidad de manejar la vida con éxito y tomar decisiones correctas a la vista de Dios. Quiere decir que es posible vivir la vida sin cometer errores graves.

Pero, y este es un “pero” muy grande y muy fuerte, no se puede lograr todo eso sólo por medio de las emociones. El “conocimiento” requiere el uso de la mente. Hay cosas que debemos aprender. Ya era tiempo que los que ocupaban el púlpito se dirigieran a la mente de sus oyentes y no sólo a sus emociones. Una cabeza vacía es muy susceptible de cometer errores, y de aceptar las falsas doctrinas que prevalecían entonces y en la actualidad.

El apóstol Pablo nos informa que los judíos “tienen celo de Dios (¡emoción!), pero no conforme a ciencia” (Romanos 10:2). También habló de su petición ante Dios a favor de los filipenses: “…que vuestro amor abunde aun más en ciencia y en todo conocimiento” (Filipenses 1:9). No debemos entrar en la pelea en ignorancia, sino que debemos agregar a la fe y la virtud, el conocimiento.

“Dominio propio” v. 6. La palabra que aquí se traduce como “dominio propio” es la misma que usó Pablo en la famosa e importante lista de virtudes que componen el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22–23), solamente que allí se traduce “templanza”. El sentido básico del vocablo original tiene que ver con el control de nuestros apetitos en todas las áreas, tanto del raciocinio, como de las emociones y de la voluntad. Como en el caso de la referida ilustración de la escalera en donde cada peldaño depende del anterior, el “dominio propio” contempla la adquisición del “conocimiento”. Se tiene que poner en práctica lo que ya se ha aprendido mediante la obra educativa del Espíritu Santo a través de la palabra de Dios.

Cualquier sistema religioso que separa la ética de su doctrina, es herético. La demanda del dominio propio era bastante fuerte, puesto que Pedro estaba enfrentando a los maestros falsos, muchos de los cuales postulaban que su conocimiento avanzado los libraba de la necesidad de ejercer semejante control.

“Paciencia” v. 6. Pedro agrega todavía otro ingrediente más al cuadro de lo que es un creyente maduro, otro peldaño en la escalera que lo conduce a dar fruto. La palabra “paciencia” enseña que el creyente debe portarse con valor, aguantando la prueba, no dejando que nada le fuerce a rendirse. Es la actitud y estado mental, que no se mueve por la dificultad, sino que puede resistir los ataques tanto de afuera (del mundo) como de adentro (la carne). El creyente maduro no se da por vencido.


LA VERDADERA FE PERDURA.
POCAS SON LAS PRUEBAS DE LA FE MEJOR
ACREDITADAS QUE ÉSTA.



¡RAZONEMOS!

 Se ha dicho que esta clase de paciencia es más semejante a una estrella que a un cometa, porque tiene que ver con la perseverancia. Sin embargo, esta virtud no se le otorga al creyente automáticamente. 

No es una de las bendiciones que acompañan a la salvación, que se entregan al nuevo hijo de Dios en el momento en que cree. La adquisición de la paciencia no es un evento sino un proceso, y Santiago 1:2–3 lo presenta en forma bien clara: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. Se dice que cada dificultad tiene un dividendo y le corresponde al creyente hacer que su dificultad se lo pague.

“Piedad” v. 6. Literalmente quiere decir “rendir culto o adorar bien”. Es la actitud reverente que busca complacer a Dios en todo, y que establece su lealtad a Dios como una prioridad. La palabra no se usa mucho en el Nuevo Testamento, tal vez porque los paganos también la utilizaban. En 1 Timoteo 6:6, Pablo usa el mismo vocablo: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”.
Las dos últimas virtudes de la lista tienen que ver con las relaciones de un creyente con otros.

“Afecto fraternal” v. 6. Convendría aquí insertar las palabras que se encuentran en 1 Juan 4:20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso”. El amor fraternal era señal del verdadero discipulado y una cualidad que estaba totalmente ausente en los falsos maestros. El peldaño anterior, la piedad, ha de llevar al creyente hacia el “afecto fraternal”. Pedro mismo aprendió esa virtud enfrentando discusiones, argumentos y disgustos con los mismos discípulos. Por eso, pudo escribir: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22).

“Amor” v. 6. Ahora Pedro presenta la corona de todas las virtudes. Agape es el “amor” deliberado, basado en nuestra decisión, que siempre busca y anhela lo mejor para el objeto de él. Parece ser una palabra forjada especialmente para comunicar la actitud que Dios ha tenido para con el hombre y que demanda de sus hijos. El amor divino no se basa en lo que el hombre es, sino en lo que Dios es. Primera Corintios 13:13 dice: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.
Es así como Pedro nos ha llevado desde la raíz, que es la fe, hasta el peldaño más alto, donde se encuentra el fruto, que es el amor.


¿Para qué? 1:8–11
Hay una razón de ser de las virtudes, los peldaños ya mencionados; hay un propósito, o sea, una meta que el creyente debe alcanzar al ir ascendiendo por esa escalera. Efectivamente, Pedro nos provee en 1:8–11 una lista de los resultados de ocuparse continuamente en adquirir las virtudes citadas. Es de notarse que “la diligencia” (v. 5) con la que el creyente sigue agregando virtud sobre virtud, producirá la abundancia o aumento a que se refiere el v. 8.

Activos y fructíferos v. 8. Esta es la expresión en forma positiva, aunque la manera exacta en que Pedro la presenta es negativa: “No os dejaran estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”. La idea es que si atendemos con diligencia a las mencionadas virtudes, el creyente será efectivo y productivo en el conocimiento de Cristo. El conocimiento experimental y creciente de la verdad referente a Cristo producirá lo que debe producir, es decir, llenará su cometido en cada uno.

Es así como de nuevo se ve en la epístola la importancia del conocimiento de la verdad revelada. El creyente tiene que ser fortificado con ese conocimiento para poder resistir el ataque inminente del error.

“Ciego” v. 9. Por otro lado, “el que no tiene estas cosas”, las virtudes o excelencias comentadas a principios del capítulo, se describe como si estuviera ciego. El texto explica más específicamente esto, diciendo que es miope, pues “tiene la vista muy corta”. La metáfora de la ceguera, representando la incapacidad de ver (entender) la verdad, es muy frecuente en las Escrituras. Aquí Pedro aclaró su referencia aún más, usando la frase “habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados”. El contexto tiene a la vista a un creyente, no a un pagano totalmente ignorante de la palabra de Dios. Es un creyente que aunque conoce algo de la palabra, tiene en su corazón nada más una luz vacilante. Es como si alguien o algo le produjera amnesia en cuanto a lo que es importante, el perdón.
Objetivos a corto y largo plazo (vv. 10–11). A la luz de las excelencias que el creyente debe adquirir y experimentar, y más a la luz del creciente conocimiento de Cristo, Pedro dice: “…hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección…” (v. 10).

En primer lugar, el autor aclara que se está dirigiendo a los verdaderos creyentes porque usa el término “hermanos”, la única vez que aparece dicha palabra en sus epístolas. Se agrega así una nota de ternura y relación familiar.

Luego, el verbo de la oración “tanto más procurad” (v. 10) y el sustantivo “diligencia” del v. 5, tienen la misma base, o sea, que por segunda vez Pedro exhorta a sus lectores a la diligencia. Antes señaló la necesidad de ella al subir la escalera de las excelencias. En el v. 10 demandó la diligencia para “hacer firme vuestra vocación y elección”. Es importante notar que el creyente no es el autor de la vocación y elección. Tampoco puede, mediante su esfuerzo, hacer más seguras su vocación y su elección. Sin embargo, la manifestación en el creyente del creciente conocimiento de Cristo y de sus excelencias o virtudes, son evidencias de haber sido llamado y elegido. La seguridad es el fruto. Naturalmente que ese desarrollo, esa madurez espiritual, es producto del Espíritu Santo. Con semejantes puntos de apoyo, es imposible tropezar como dice Pedro.


¡LA SALVACIÓN ES DE JEHOVÁ!
VIENE DEL CIELO Y NOS CONDUCE AL CIELO.


En cierto sentido, lo anterior tiene que ver con el tiempo; lo que sigue se proyecta hacia la eternidad: “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (v. 11). Naturalmente se refiere al cielo y al hecho de que Dios suple generosamente (el mismo término que se emplea en el v. 5) todo lo necesario para lograrlo.

Meditemos:

 La salvación que vino del cielo se logró mediante el Señor Jesucristo, quien también vino del cielo. En esta seeción de 2 Pedro se notan varios títulos de Cristo: “…nuestro Dios y Salvador Jesucristo (v. 1); “…de Dios y de nuestro Señor Jesús” (v. 2); “…nuestro Señor Jesucristo” (v. 8). Él es “Dios”, “Salvador”, “Señor” y gracias a Dios, “es nuestro”.

domingo, 11 de enero de 2015

A los que habéis alcanzado… una fe igualmente preciosa que la nuestra

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información

EL CONOCIMIENTO
Aclarando su esencia 2Pedro (1:1–21)


Fuente del conocimiento para el creyente. 1:1–4
La carta: De quién y para quién (1:1–2). Siguiendo la forma acostumbrada en que se enviaban misivas en la época del primer siglo, ésta también empieza dando el nombre de su autor. Sin embargo, no es como las demás cartas del Nuevo Testamento, porque empieza dando dos nombres de la misma persona. Desde el principio, 2 Pedro es única.

Este hecho naturalmente refuerza la identidad del autor, sobre todo, cuando se considera que en un buen número de textos, aparece la forma original de “Simón” es decir, la forma hebraica “Simeón”. Ningún falsificador del segundo siglo hubiera introducido la forma no hebrea que aparece en la epístola. Por otro lado, sería muy natural que Pedro el apóstol sí la usara.

Pero si los nombres en sí no son suficientes para establecer la identidad del autor, ¿qué tal sus dos credenciales mencionadas en seguida, siervo y apóstol? “Siervo” es traducción de la palabra que se usaba para hablar de un esclavo. Sin embargo, no se refiere aquí a la servidumbre involuntaria, sino a alguien que con muy buena voluntad y hasta entusiasmo se rinde a su amo, en este caso el Maestro, el Señor Jesucristo. A esas alturas, Pedro ya no era el pescador impetuoso e independiente, sino un hombre maduro, totalmente sumiso a su Salvador y Señor.

La palabra “apóstol” coloca al autor en compañía muy selecta. Fueron pocos los que podían adjudicarse semejante título. Efectivamente, Pedro estaba entre los primeros escogidos por el Señor, juntamente con Juan y Jacobo. Él presenció los milagros del Jesucristo, escuchó sus grandes discursos, así como sus parábolas y sencillas lecciones. Anduvo con Cristo por las veredas de Tierra Santa, entró con él a Samaria y subió con él al monte de la Transfiguración. En la última semana de la vida terrenal de nuestro Señor, Pedro estuvo presente durante las grandes enseñanzas del aposento alto, y poco después, descendió al valle más oscuro de su vida, cuando entre los enemigos de Cristo negó a su Señor. Gracias a Dios, su biografía no termina allí.

También fue testigo de la resurrección triunfante y posteriormente fue totalmente restaurado. Entonces, cuando los apóstoles estudiaron (Hechos 1) el dilema de quién tomaría el lugar del traidor Judas, fue Pedro quien hizo una lista de los requisitos de apóstol. Luego, en el siguiente capítulo (Hechos 2), el mismo apóstol llegó a ser el intenso predicador del día de Pentecostés. Años después y estando a más de 2,300 kilómetros de distancia, en la ciudad de Roma, escribió la carta que estamos estudiando, cuyo autor es Pedro, apóstol de Jesucristo.

Los receptores de ésta, su última obra, se catalogan como “los que habéis alcanzado… una fe igualmente preciosa que la nuestra” (1:1). El versículo establece que eran creyentes, pero no indica directamente si eran gentiles o judíos. Tampoco establece el lugar geográfico donde se encontraban.

Si 2 Pedro 3:1, que dice: “Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento”, se refiere a 1 Pedro, entonces los destinatarios son los mismos que se mencionan en 1 Pedro 1:1: “…los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”. En ese caso, quienes recibieron la segunda carta eran creyentes judíos (“los expatriados”) de Asia Menor.

Por otro lado, es posible que 2 Pedro 3:1 se refiera a otra carta (una ya perdida), es decir, a una que no llegó a formar parte del canon del Nuevo Testamento. Varios eruditos piensan de este modo. Si así fuera, no tendríamos ni la menor idea de quienes fueron los recipientes de 2 Pedro. Sabríamos de ellos únicamente por lo poco que la carta revela, que aunque es “poco”, es muy importante.

Habiendo “alcanzado… una fe” (1:1) indica que eran creyentes que lógicamente, habían aceptado a Cristo hacía relativamente poco tiempo, pero cuya salvación era igual a la de los que aceptaron antes; igual en el sentido de que tenía la misma fuente (la obra de Dios) y los mismos resultados.

Hay una importantísima expresión teológica en la frase “nuestro Dios y Salvador Jesucristo”. Pocas, pero fuertes, son las referencias novotestamentarias donde se identifican directamente a “Dios” con “Jesucristo”. (Véase Juan 1:1; 20:28; Tito 2:13 y la explicación de Pablo en Colosenses 2:9.) No debe extrañar al estudiante del Nuevo Testamento que sea Pedro el que lo dice, reforzando lo que dice en su doxología de 3:18. Es de interés notar que en el Nuevo Testamento el término “Salvador” se aplica a Jesucristo unas 16 veces, 5 de las cuales aparecen en 2 Pedro.

El saludo “Gracia y paz os sean multiplicadas” (1:2) es igual al de 1 Pedro, pero como los saludos de Pedro no hay igual en todo el Nuevo Testamento. En los de Pablo, no se incluye el verbo como aquí, cuando dice: “sean multiplicadas”, siguiendo el estilo formal de los griegos. El uso del verbo, que es un estilo de composición más oriental, en este caso parece indicar que los destinatarios ya habían recibido esos elementos, pero, que a la luz de los maestros falsos que estaban entrando en el cuadro, los hermanos necesitarían una mayor cantidad de esos importantes ingredientes, la gracia y la paz.

No se debe pasar por alto la primera aparición en la carta de la palabra “conocimiento”. La palabra, los derivados de ella o términos análogos, se encuentran unas 16 veces en 2 Pedro, lo cual enfoca lo que él consideraba que era el antídoto para el veneno de los maestros falsos.

La causa: 
De dónde viene la vida (1:3)
La fuerza del versículo se capta en la paráfrasis, “¡Todos, absolutamente todos los recursos necesarios para disfrutar y demostrar la relación que el creyente sostiene con su Dios, él los ha dado ya!” Dios, siempre de acuerdo con todas sus demás perfecciones, planificó, ejecutó y soberanamente aplicó al individuo todo su poder. Y no le entregó solamente lo requerido para el inicio de la vida eterna, sino que también le proveyó todos los recursos necesarios para garantizar y desarrollar esa vida. Dios nos ha reclutado para ser sus soldados y para que entremos en la milicia bien equipados para la pelea.

Entonces, ¿a quiénes se refiere específicamente el pronombre “nos” (1:3)? Debido a la frase “por su gloria” se cree que el “nos” se refiere a los mismos apóstoles. Por cierto, los relativamente recién convertidos (en comparación con los apóstoles) a quienes Pedro escribió, no podían formar parte de ese “nos” por razón de tiempo y geografía. Ellos no habían visto la “gloria” del Señor Jesucristo. En cambio los apóstoles sí la vieron, algunos en el monte de la Transfiguración y todos en el Cristo resucitado. Por otro lado, la fuente de vida es la misma, ya se trate de los apóstoles, de los lectores de la carta, o de nosotros de la edad presente.

Por segunda vez en sólo dos versículos, el autor menciona “conocimiento”. La vida que complace a Dios no le pertenece al hombre caído por naturaleza; es un don de Dios. Y sus detalles se encuentran en la Biblia.

¡QUÉ MARAVILLOSA ES LA GRACIA DE DIOS,
QUE PERMITE AL HOMBRE CONOCERLO!


 El hecho de que un ser humano, finito, con todas las limitaciones que semejante descripción comprende, pueda llegar a conocer al Dios infinito, es en sí un milagro. ¿Cómo es posible? Solamente mediante una obra sobrenatural de parte de ese mismo Dios. En primer lugar, el Dios infinito tenía que revelarse, es decir, él mismo tuvo que comunicarse, dándonos a conocer como es, qué ha hecho, y cuáles son sus planes. De otra manera, el hombre no podría haber sabido nada de él. Aun así, por lo que le pasó al hombre en el jardín de Edén y por consiguiente, a toda la raza, una revelación del Dios infinito no sería suficiente. Por muy inteligente que sea, la Biblia dice: “…el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura” (1 Corintios 2:14). Tuvo que haber una obra de parte del Espíritu Santo de Dios para convencer al hombre al respecto (Juan 16:7–11). Solamente así puede la mente de un ser finito conocer al Creador infinito.

Ahora bien, este no es un conocimiento puramente intelectual, aunque, claro, la información referente al plan de Dios revelado en su Palabra es absolutamente necesaria. Su aceptación, sin embargo, tiene que ser no solamente del cerebro, sino también del corazón. Es decir, “creer”.

Las Consecuencias: 
De qué somos participantes (1:4)
Aquí Pedro ofrece una especie de definición de lo que quiere decir ser cristiano: “participantes de la naturaleza divina…” (1:4). Las grandes y muy valiosas promesas de Dios en este contexto nos fueron dadas por la “gloria y excelencia” de Cristo (v. 3), cuyo carácter garantizó el valor de ellas.

El resultado no es que el creyente llega a ser un dios ni siquiera un mini-dios. Esta es la meta que tienen varias sectas en la actualidad. Los mormones enseñan que el hombre llegará a ser un dios. La iglesia ortodoxa oriental también cree en la divinización futura del hombre, y de igual manera postulan muchas de las religiones falsas. Pedro jamás hubiera enseñado semejante error. Más bien, la frase “ser participantes de la naturaleza divina…” toma en cuenta que el Espíritu Santo ha impartido a cada creyente una naturaleza nueva, y que es ahora capaz de entrar en comunión con Dios. El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera: “…Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27).

Por otro lado, tenemos que confesar que las Escrituras establecen como meta para el creyente que llegue a ser como Cristo: “Amados ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él és” (1 Juan 3:2). No seremos dioses pero, sí tendremos el cuerpo glorificado, lo cual nos facilitará aún más glorificar a nuestro Salvador.

 

https://story.ad/site/file_download/smartpublicity1467919561neTNIrOs.html