Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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El Mensajero Reprendido
Jonás 1:4–16
¿Qué sucede cuando algún siervo del Señor comienza a desobedecer? ¿Dios lo abandona? De ninguna manera. De la experiencia de Jonás aprendemos que por lo menos dos cosas acontecen. La primera es que se inicia un proceso de descenso. Todo va para abajo. Lo que le sucedió físicamente ilustra lo que le estaba aconteciendo espiritualmente: Jonás “descendió a Jope” (v. 3), entró en la nave (v. 3), “había bajado al interior de la nave” (v. 5), lo echaron al mar (v. 15) y descendió a lo profundo de él (2:3, 6). Su descenso físico representa su condición espiritual. El que se rebela contra el Padre celestial comienza a perder su vitalidad espiritual. Una desobediencia lleva a otra, y a otra, y a otra. Paulatinamente uno se va alejando del Señor. El ascenso no comienza sino basta que viene el arrepentimiento y la confesión del pecado de rebeldía.
LA DESOBEDIENCIA SIEMPRE RESULTA
EN DECADENCIA ESPIRITUAL
La segunda cosa es que el Altísimo comienza el proceso de reprender al siervo desobediente con el fin de llevarlo al arrepentimiento y la confesión. Nuestro Dios no acepta una negativa de parte de sus mensajeros. El siempre toma la iniciativa para lograr la rehabilitación del rebelde. ¿Qué hizo para reprender a Jonás y hacerlo un siervo útil? Envió una tempestad.
LA TEMPESTAD FUE EL INSTRUMENTO
DE LA REPRENSION
Jonás 1:4–16 relata todo lo que necesitamos saber acerca de la tempestad. Los versículos 4 y 5 introducen la tormenta y los personajes principales del drama que se desarrolla.
Jehová, el origen de la tempestad 1:4
En el versículo 3, Jonás actuó y en el 4 Jehová es quien se puso en acción. Jonás pensaba que todo estaba bien. Su plan se estaba realizando a las mil maravillas. La nave lo llevaría lejos de la presencia de Jehová. Terminó su problema; ya podía descansar. Por lo menos así pensaba. “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar”. Aquí tenemos un ejemplo del refrán que dice “el hombre propone, pero Dios dispone”. El profeta no contaba con la persistencia de Jehová para lograr que el siervo cumpliera su voluntad.
El texto dice literalmente que Dios envió un viento fuerte. El verbo empleado se utilizaba para describir al soldado que con toda su fuerza arrojaba una lanza. La acción divina fue deliberada. El viento provocó una tempestad de tal magnitud que la nave parecía partirse en dos; así dice el original.
Este es el primer milagro que el Señor usa para asegurar que se haga su voluntad. Aquí vemos que nuestro Dios es soberano y omnipotente. El usa todos los medios necesarios para reprender al rebelde y hacerlo obediente.
Los marineros, los más afectados por la tempestad 1:5a
El pecado de Jonás y el nuestro siempre afecta a otras personas. Ojalá no fuera así, pero esta verdad es ineludible. Mi pecado tiene consecuencias en los que me rodean. En este caso los tripulantes fueron los más afectados por la desobediencia de Jonás.
Estos hombres, muy avezados en asuntos náuticos reconocieron que esta tempestad era extraordinaria. Su intensidad era tal, que aunque por lo regular eran valientes, se llenaron de miedo. Nunca habían experimentado un viento tan severo. Siendo politeístas, creían que la naturaleza era controlada por los dioses. Sabían que algún dios había sido ofendido y que la tormenta era un castigo. Por eso, “cada uno clamaba a su dios”, esperando que uno de ellos se dirigiera al ofendido y su ira se aplacara. Su plan no dio resultado. La tormenta siguió y por eso se guiaban por el dicho “a Dios orando y con el mazo dando”. Ya que ningún dios contestó, hicieron todo lo que pudieron para remediar la situación. Echaron al mar la carga y los aparejos del barco.
Jonás, inconsciente de la tempestad 1:5b
Mientras que los marineros luchaban por remediar la situación, Jonás dormía tranquilamente en la bodega. Ni cuenta se dio del peligro. El vocablo usado indica que dormía un sueño muy profundo y una versión antigua agrega que roncaba. En esta condición no podía contribuir en nada a los esfuerzos para salvar el barco y a los que estaban a bordo. Aun menos podía darles el mensaje de que “la salvación es de Jehová”. El siervo rebelde se volvió inútil en las manos del Señor. Allí es exactamente donde el diablo quiere que nos encontremos. Inútiles para Dios y los hombres.
EL SIERVO REBELDE SE VUELVE INUTIL
¡PENSEMOS!
Qué precioso es saber que Dios no se da por vencido cuando su mensajero se rebela. ¿Ha renunciado a hacer la voluntad clara de Dios para su vida? ¿Anda en rebeldía? Cuidado, porque él entrará en acción usando todos los medios necesarios para regresarlo a la obediencia.
¿Quiénes sufren las consecuencias de su pecado? ¿Cómo han sido afectadas otras personas por su rebeldía?
¿Siente apatía hacia los retos del servicio cristiano? ¿Qué de su celo evangelístico? ¿Está el diablo contento porque usted está en la bodega durmiendo en vez de estar en el mundo sirviendo?
Busque un hermano maduro y júntese con él durante esta semana para hacer una evaluación franca de su ministerio. ¿Se asemeja al de Jonás o está siendo instrumento útil en las manos del Señor?
LOS INSTRUMENTOS DE LA REPRENSION
1:6–12
La tempestad vino como un medio para visualizar la disciplina que el Señor aplica al siervo rebelde. Pero la naturaleza de la reprimenda es que debe ser de palabra. Una ilustración no es suficiente; tiene que haber conversación. Es interesante notar que en estos versículos Jehová no se dirige directamente a Jonás, la amonestación no viene directamente de él, sino de otros humanos. Es fascinante ver que los agentes no eran creyentes espirituales maduros, sino paganos. El Señor sabía que tendrían más impacto los comentarios de marineros incrédulos que las palabras de él mismo.
Reproche del jefe de la nave 1:6
En el versículo 6 el jefe de la embarcación es el instrumento que Dios usa para despertar al profeta. Su reproche vino primeramente en forma de pregunta: “¿qué tienes, dormilón? Este no es el tiempo de dormir sino de trabajar”. Después encontramos el mandato “levántate y clama”. En el original, se usan las mismas palabras de la comisión dada por Jehová: “levántate … y pregona”. ¡Qué reprensión tan fuerte! El Señor lo estaba reprochando por medio del jefe pagano, forzándolo a pensar en su comisión original.
Reproche de los marineros 1:7–12
Entre todos echaron suertes para identificar al culpable de haber ofendido a algún dios. El proceso reveló que Jonás era el responsable (v. 7). Desde este punto supieron que en él radicaba el problema y que la solución solo vendría por medio de él.
El mero conocimiento de este hecho no fue suficiente para los tripulantes ni para el Señor. En medio de la tempestad realizaron un juicio en que obligaron a Jonás a reconocer su culpa y decidir su propia sentencia. El interrogatorio que le hicieron fue el medio que Jehová utilizó para reprender a Jonás.
La primera pregunta está implícita en los versículos 7 y 8a. ¿Por causa de quién nos ha venido este mal? Las suertes ya habían revelado que el culpable era Jonás, entonces el propósito de la pregunta era obtener su confesión personal. En el versículo 12 encontramos la confesión del profeta y a la que siguieron cuatro preguntas (v. 8b) que tienen que ver con la identidad del mismo. Esto lo forzó a reflexionar sobre quién era, y provocó la convicción de su pecado.
1. ¿Qué oficio tienes?
Soy profeta de Jehová.
2. ¿De dónde vienes?
Vengo de renunciar a mi oficio. Huyo de la presencia de Jehová.
3. ¿Cuál es tu tierra?
Soy de la tierra de Israel que Jehová dio en promesa a su pueblo.
4. ¿De qué pueblo eres?
Soy hebreo, el pueblo unido a Jehová por pacto.
Estas respuestas no las expresó Jonás en forma verbal, pero suponemos que son las que vendrían a su mente. El sólo pensar en ellas traería arrepentimiento y convicción. Si era todo esto, ¿qué estaba haciendo allí? Su respuesta registrada en el versículo 9 es breve y evasiva. “Soy hebreo y temo a Jehová Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra”. Con esta respuesta se revela la identidad del Dios ofendido que ha causado la tempestad: es Jehová.
¡PENSEMOS!
¿Quién es usted? Elabore una lista de contestaciones a esta pregunta. Cada respuesta debe comenzar con la frase: “Yo soy …” A la luz de ella, conteste la pregunta: ¿Qué estoy haciendo? ¿Vivo y trabajo de acuerdo con lo que soy? Si no, arregle cuentas con el Creador y comience a vivir de acuerdo con lo que es.
La sexta pregunta (v. 10) tuvo que ver con la motivación de las acciones de Jonás. ¿Por qué había renunciado a servir a Jehová, el Creador de todo? No comprendían cómo alguien con un llamamiento tan elevado podía haber renunciado a él y andar en rebeldía. Esta postura les era inconcebible.
La última pregunta se relacionaba con la solución del problema (vv. 11, 12). Ya que su culpabilidad estaba comprobada, ¿qué debían hacer con él? “Queremos que tu mismo te impongas sentencia”, es lo que los navegantes decían con su pregunta. Jonás dictaminó la pena capital por ahogamiento. Por segunda vez, él se valió del mar para realizar su escape. La primera vez pensó que el mar lo llevaría lejos de la presencia de Jehová, ahora quería usar el mar para escapar definitivamente de su obligación con el Señor. En ambas ocasiones su plan falló.
Parece que el Altísimo logró su propósito en todo lo sucedido. Dios no deseaba que su siervo muriera; lo que quería era su arrepentimiento y confesión para que pudiera volver a utilizarlo como su portavoz a Nínive. Pero Jonás se sintió tan culpable que pensó que el único remedio era morir. Esta actitud se volvió a repetir posteriormente (Jonás 4:3 y 9).
LOS RESULTADOS DE LA REPRENSION
1:13–16
La reprimenda de Jonás por medio de la tempestad y los marineros hizo gran impacto especialmente en éstos últimos. A través de lo acontecido en los versículos 6 al 12, aprendieron mucho acerca de Jehová y Jonás. Su comportamiento reflejó ese nuevo conocimiento. A su vez, cada acción de los tripulantes se constituyó en una nueva reconvención para Jonás.
NUESTRO COMPORTAMIENTO DEBE REFLEJAR
NUESTRO CONOCIMIENTO
En los marineros 1:13–16
En primer lugar demostraron compasión por Jonás (v. 13). No querían que él muriera. Hicieron todo lo humanamente posible para salvarle la vida. Pero Jehová frustró su esfuerzo. ¡Qué paradoja! Los paganos muestran compasión hacia un siervo rebelde de Jehová, mientras que al mensajero no le importaba el destino de miles de ninivitas.
En el versículo 14 encontramos la segunda oración de los navegantes. En la primera (v. 5), “cada uno clamaba a su dios”. En esta, todos juntos “clamaron a Jehová”. La última frase de su plegaria es la más significativa. “Porque tú, Jehová, has hecho como has querido”. Esta es una confesión de la soberanía de Jehová y a la vez es una declaración de su sumisión a él. Los paganos reconocieron y se sometieron a la soberanía del Señor mientras que el siervo rebelde la rechazó e intentó frustrarla.
La tercera acción de los marineros se encuentra en el versículo 15. “Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar”. En este texto encontramos la obediencia. El Creador les había revelado por medio de Jonás lo que debían hacer: echarlo al mar. En este relato cumplen con su deber, en contraste con la desobediencia deliberada de Jonás. ¿Cómo se sentiría después de comparar la actuación de los paganos con su propio comportamiento? Creo que este es el clímax de la reprensión hecha al profeta rebelde.
Jonás no pudo apreciar el cuarto resultado, pues ya estaba en medio del mar cuando sucedió. Este se registró para reprender al pueblo que leyó el relato. Todo lo sucedido resultó en la conversión de los tripulantes. El milagro de la cesación inmediata de la tempestad los convenció de que debían temer solamente a Jehová. Los versículos 10 y 16 comienzan con las mismas palabras en el original: “aquellos hombres temieron”. La diferencia entre los dos textos es que el objeto del temor era distinto. En el versículo 10 temieron a la tempestad; en el 16, temieron al Dios que causó la tempestad. Se convirtieron en adoradores del Señor. Los paganos hicieron lo que él quería, mientras que su pueblo Israel persistía en su desobediencia y rebelión. La conversión de los navegantes serviría como reprensión al Israel duro de cerviz. En todo esto vemos que “la salvación es de Jehová”.
En Jonás 1:15a
¿Cuál fue el resultado para Jonás? Los agentes divinos lo echaron al mar y terminó en medio del agua pensando que todo acabaría. Sin embargo, Dios no había terminado con él. La reprensión fue completa pero su propósito no era destruir al rebelde. El Señor todavía tenía planes para él y lo iba a rehabilitar.
¡PENSEMOS!
Haga una lista de los cuatro resultados de la reprensión en los marineros. En columna paralela escriba el contraste que se ve en Jonás. En una tercera columna anote su situación. ¿Se asemeja más a Jonás o a los marineros? ¿Cómo demuestra concretamente su compasión hacia los incrédulos? ¿Desde cuándo no ha orado entregando su ser al control de la soberanía divina? ¿Se caracteriza su vida por la obediencia? ¿En qué área necesita “convertirse” al Señor?
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
El Mensajero Reprendido
Jonás 1:4–16
¿Qué sucede cuando algún siervo del Señor comienza a desobedecer? ¿Dios lo abandona? De ninguna manera. De la experiencia de Jonás aprendemos que por lo menos dos cosas acontecen. La primera es que se inicia un proceso de descenso. Todo va para abajo. Lo que le sucedió físicamente ilustra lo que le estaba aconteciendo espiritualmente: Jonás “descendió a Jope” (v. 3), entró en la nave (v. 3), “había bajado al interior de la nave” (v. 5), lo echaron al mar (v. 15) y descendió a lo profundo de él (2:3, 6). Su descenso físico representa su condición espiritual. El que se rebela contra el Padre celestial comienza a perder su vitalidad espiritual. Una desobediencia lleva a otra, y a otra, y a otra. Paulatinamente uno se va alejando del Señor. El ascenso no comienza sino basta que viene el arrepentimiento y la confesión del pecado de rebeldía.
LA DESOBEDIENCIA SIEMPRE RESULTA
EN DECADENCIA ESPIRITUAL
La segunda cosa es que el Altísimo comienza el proceso de reprender al siervo desobediente con el fin de llevarlo al arrepentimiento y la confesión. Nuestro Dios no acepta una negativa de parte de sus mensajeros. El siempre toma la iniciativa para lograr la rehabilitación del rebelde. ¿Qué hizo para reprender a Jonás y hacerlo un siervo útil? Envió una tempestad.
LA TEMPESTAD FUE EL INSTRUMENTO
DE LA REPRENSION
Jonás 1:4–16 relata todo lo que necesitamos saber acerca de la tempestad. Los versículos 4 y 5 introducen la tormenta y los personajes principales del drama que se desarrolla.
Jehová, el origen de la tempestad 1:4
En el versículo 3, Jonás actuó y en el 4 Jehová es quien se puso en acción. Jonás pensaba que todo estaba bien. Su plan se estaba realizando a las mil maravillas. La nave lo llevaría lejos de la presencia de Jehová. Terminó su problema; ya podía descansar. Por lo menos así pensaba. “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar”. Aquí tenemos un ejemplo del refrán que dice “el hombre propone, pero Dios dispone”. El profeta no contaba con la persistencia de Jehová para lograr que el siervo cumpliera su voluntad.
El texto dice literalmente que Dios envió un viento fuerte. El verbo empleado se utilizaba para describir al soldado que con toda su fuerza arrojaba una lanza. La acción divina fue deliberada. El viento provocó una tempestad de tal magnitud que la nave parecía partirse en dos; así dice el original.
Este es el primer milagro que el Señor usa para asegurar que se haga su voluntad. Aquí vemos que nuestro Dios es soberano y omnipotente. El usa todos los medios necesarios para reprender al rebelde y hacerlo obediente.
Los marineros, los más afectados por la tempestad 1:5a
El pecado de Jonás y el nuestro siempre afecta a otras personas. Ojalá no fuera así, pero esta verdad es ineludible. Mi pecado tiene consecuencias en los que me rodean. En este caso los tripulantes fueron los más afectados por la desobediencia de Jonás.
Estos hombres, muy avezados en asuntos náuticos reconocieron que esta tempestad era extraordinaria. Su intensidad era tal, que aunque por lo regular eran valientes, se llenaron de miedo. Nunca habían experimentado un viento tan severo. Siendo politeístas, creían que la naturaleza era controlada por los dioses. Sabían que algún dios había sido ofendido y que la tormenta era un castigo. Por eso, “cada uno clamaba a su dios”, esperando que uno de ellos se dirigiera al ofendido y su ira se aplacara. Su plan no dio resultado. La tormenta siguió y por eso se guiaban por el dicho “a Dios orando y con el mazo dando”. Ya que ningún dios contestó, hicieron todo lo que pudieron para remediar la situación. Echaron al mar la carga y los aparejos del barco.
Jonás, inconsciente de la tempestad 1:5b
Mientras que los marineros luchaban por remediar la situación, Jonás dormía tranquilamente en la bodega. Ni cuenta se dio del peligro. El vocablo usado indica que dormía un sueño muy profundo y una versión antigua agrega que roncaba. En esta condición no podía contribuir en nada a los esfuerzos para salvar el barco y a los que estaban a bordo. Aun menos podía darles el mensaje de que “la salvación es de Jehová”. El siervo rebelde se volvió inútil en las manos del Señor. Allí es exactamente donde el diablo quiere que nos encontremos. Inútiles para Dios y los hombres.
EL SIERVO REBELDE SE VUELVE INUTIL
¡PENSEMOS!
Qué precioso es saber que Dios no se da por vencido cuando su mensajero se rebela. ¿Ha renunciado a hacer la voluntad clara de Dios para su vida? ¿Anda en rebeldía? Cuidado, porque él entrará en acción usando todos los medios necesarios para regresarlo a la obediencia.
¿Quiénes sufren las consecuencias de su pecado? ¿Cómo han sido afectadas otras personas por su rebeldía?
¿Siente apatía hacia los retos del servicio cristiano? ¿Qué de su celo evangelístico? ¿Está el diablo contento porque usted está en la bodega durmiendo en vez de estar en el mundo sirviendo?
Busque un hermano maduro y júntese con él durante esta semana para hacer una evaluación franca de su ministerio. ¿Se asemeja al de Jonás o está siendo instrumento útil en las manos del Señor?
LOS INSTRUMENTOS DE LA REPRENSION
1:6–12
La tempestad vino como un medio para visualizar la disciplina que el Señor aplica al siervo rebelde. Pero la naturaleza de la reprimenda es que debe ser de palabra. Una ilustración no es suficiente; tiene que haber conversación. Es interesante notar que en estos versículos Jehová no se dirige directamente a Jonás, la amonestación no viene directamente de él, sino de otros humanos. Es fascinante ver que los agentes no eran creyentes espirituales maduros, sino paganos. El Señor sabía que tendrían más impacto los comentarios de marineros incrédulos que las palabras de él mismo.
Reproche del jefe de la nave 1:6
En el versículo 6 el jefe de la embarcación es el instrumento que Dios usa para despertar al profeta. Su reproche vino primeramente en forma de pregunta: “¿qué tienes, dormilón? Este no es el tiempo de dormir sino de trabajar”. Después encontramos el mandato “levántate y clama”. En el original, se usan las mismas palabras de la comisión dada por Jehová: “levántate … y pregona”. ¡Qué reprensión tan fuerte! El Señor lo estaba reprochando por medio del jefe pagano, forzándolo a pensar en su comisión original.
Reproche de los marineros 1:7–12
Entre todos echaron suertes para identificar al culpable de haber ofendido a algún dios. El proceso reveló que Jonás era el responsable (v. 7). Desde este punto supieron que en él radicaba el problema y que la solución solo vendría por medio de él.
El mero conocimiento de este hecho no fue suficiente para los tripulantes ni para el Señor. En medio de la tempestad realizaron un juicio en que obligaron a Jonás a reconocer su culpa y decidir su propia sentencia. El interrogatorio que le hicieron fue el medio que Jehová utilizó para reprender a Jonás.
La primera pregunta está implícita en los versículos 7 y 8a. ¿Por causa de quién nos ha venido este mal? Las suertes ya habían revelado que el culpable era Jonás, entonces el propósito de la pregunta era obtener su confesión personal. En el versículo 12 encontramos la confesión del profeta y a la que siguieron cuatro preguntas (v. 8b) que tienen que ver con la identidad del mismo. Esto lo forzó a reflexionar sobre quién era, y provocó la convicción de su pecado.
1. ¿Qué oficio tienes?
Soy profeta de Jehová.
2. ¿De dónde vienes?
Vengo de renunciar a mi oficio. Huyo de la presencia de Jehová.
3. ¿Cuál es tu tierra?
Soy de la tierra de Israel que Jehová dio en promesa a su pueblo.
4. ¿De qué pueblo eres?
Soy hebreo, el pueblo unido a Jehová por pacto.
Estas respuestas no las expresó Jonás en forma verbal, pero suponemos que son las que vendrían a su mente. El sólo pensar en ellas traería arrepentimiento y convicción. Si era todo esto, ¿qué estaba haciendo allí? Su respuesta registrada en el versículo 9 es breve y evasiva. “Soy hebreo y temo a Jehová Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra”. Con esta respuesta se revela la identidad del Dios ofendido que ha causado la tempestad: es Jehová.
¡PENSEMOS!
¿Quién es usted? Elabore una lista de contestaciones a esta pregunta. Cada respuesta debe comenzar con la frase: “Yo soy …” A la luz de ella, conteste la pregunta: ¿Qué estoy haciendo? ¿Vivo y trabajo de acuerdo con lo que soy? Si no, arregle cuentas con el Creador y comience a vivir de acuerdo con lo que es.
La sexta pregunta (v. 10) tuvo que ver con la motivación de las acciones de Jonás. ¿Por qué había renunciado a servir a Jehová, el Creador de todo? No comprendían cómo alguien con un llamamiento tan elevado podía haber renunciado a él y andar en rebeldía. Esta postura les era inconcebible.
La última pregunta se relacionaba con la solución del problema (vv. 11, 12). Ya que su culpabilidad estaba comprobada, ¿qué debían hacer con él? “Queremos que tu mismo te impongas sentencia”, es lo que los navegantes decían con su pregunta. Jonás dictaminó la pena capital por ahogamiento. Por segunda vez, él se valió del mar para realizar su escape. La primera vez pensó que el mar lo llevaría lejos de la presencia de Jehová, ahora quería usar el mar para escapar definitivamente de su obligación con el Señor. En ambas ocasiones su plan falló.
Parece que el Altísimo logró su propósito en todo lo sucedido. Dios no deseaba que su siervo muriera; lo que quería era su arrepentimiento y confesión para que pudiera volver a utilizarlo como su portavoz a Nínive. Pero Jonás se sintió tan culpable que pensó que el único remedio era morir. Esta actitud se volvió a repetir posteriormente (Jonás 4:3 y 9).
LOS RESULTADOS DE LA REPRENSION
1:13–16
La reprimenda de Jonás por medio de la tempestad y los marineros hizo gran impacto especialmente en éstos últimos. A través de lo acontecido en los versículos 6 al 12, aprendieron mucho acerca de Jehová y Jonás. Su comportamiento reflejó ese nuevo conocimiento. A su vez, cada acción de los tripulantes se constituyó en una nueva reconvención para Jonás.
NUESTRO COMPORTAMIENTO DEBE REFLEJAR
NUESTRO CONOCIMIENTO
En los marineros 1:13–16
En primer lugar demostraron compasión por Jonás (v. 13). No querían que él muriera. Hicieron todo lo humanamente posible para salvarle la vida. Pero Jehová frustró su esfuerzo. ¡Qué paradoja! Los paganos muestran compasión hacia un siervo rebelde de Jehová, mientras que al mensajero no le importaba el destino de miles de ninivitas.
En el versículo 14 encontramos la segunda oración de los navegantes. En la primera (v. 5), “cada uno clamaba a su dios”. En esta, todos juntos “clamaron a Jehová”. La última frase de su plegaria es la más significativa. “Porque tú, Jehová, has hecho como has querido”. Esta es una confesión de la soberanía de Jehová y a la vez es una declaración de su sumisión a él. Los paganos reconocieron y se sometieron a la soberanía del Señor mientras que el siervo rebelde la rechazó e intentó frustrarla.
La tercera acción de los marineros se encuentra en el versículo 15. “Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar”. En este texto encontramos la obediencia. El Creador les había revelado por medio de Jonás lo que debían hacer: echarlo al mar. En este relato cumplen con su deber, en contraste con la desobediencia deliberada de Jonás. ¿Cómo se sentiría después de comparar la actuación de los paganos con su propio comportamiento? Creo que este es el clímax de la reprensión hecha al profeta rebelde.
Jonás no pudo apreciar el cuarto resultado, pues ya estaba en medio del mar cuando sucedió. Este se registró para reprender al pueblo que leyó el relato. Todo lo sucedido resultó en la conversión de los tripulantes. El milagro de la cesación inmediata de la tempestad los convenció de que debían temer solamente a Jehová. Los versículos 10 y 16 comienzan con las mismas palabras en el original: “aquellos hombres temieron”. La diferencia entre los dos textos es que el objeto del temor era distinto. En el versículo 10 temieron a la tempestad; en el 16, temieron al Dios que causó la tempestad. Se convirtieron en adoradores del Señor. Los paganos hicieron lo que él quería, mientras que su pueblo Israel persistía en su desobediencia y rebelión. La conversión de los navegantes serviría como reprensión al Israel duro de cerviz. En todo esto vemos que “la salvación es de Jehová”.
En Jonás 1:15a
¿Cuál fue el resultado para Jonás? Los agentes divinos lo echaron al mar y terminó en medio del agua pensando que todo acabaría. Sin embargo, Dios no había terminado con él. La reprensión fue completa pero su propósito no era destruir al rebelde. El Señor todavía tenía planes para él y lo iba a rehabilitar.
¡PENSEMOS!
Haga una lista de los cuatro resultados de la reprensión en los marineros. En columna paralela escriba el contraste que se ve en Jonás. En una tercera columna anote su situación. ¿Se asemeja más a Jonás o a los marineros? ¿Cómo demuestra concretamente su compasión hacia los incrédulos? ¿Desde cuándo no ha orado entregando su ser al control de la soberanía divina? ¿Se caracteriza su vida por la obediencia? ¿En qué área necesita “convertirse” al Señor?