sábado, 1 de marzo de 2014

El que se rebela contra el Padre celestial comienza a perder su vitalidad espiritual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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El Mensajero Reprendido
Jonás 1:4–16

¿Qué sucede cuando algún siervo del Señor comienza a desobedecer? ¿Dios lo abandona? De ninguna manera. De la experiencia de Jonás aprendemos que por lo menos dos cosas acontecen. La primera es que se inicia un proceso de descenso. Todo va para abajo. Lo que le sucedió físicamente ilustra lo que le estaba aconteciendo espiritualmente: Jonás “descendió a Jope” (v. 3), entró en la nave (v. 3), “había bajado al interior de la nave” (v. 5), lo echaron al mar (v. 15) y descendió a lo profundo de él (2:3, 6). Su descenso físico representa su condición espiritual. El que se rebela contra el Padre celestial comienza a perder su vitalidad espiritual. Una desobediencia lleva a otra, y a otra, y a otra. Paulatinamente uno se va alejando del Señor. El ascenso no comienza sino basta que viene el arrepentimiento y la confesión del pecado de rebeldía.

LA DESOBEDIENCIA SIEMPRE RESULTA
EN DECADENCIA ESPIRITUAL


La segunda cosa es que el Altísimo comienza el proceso de reprender al siervo desobediente con el fin de llevarlo al arrepentimiento y la confesión. Nuestro Dios no acepta una negativa de parte de sus mensajeros. El siempre toma la iniciativa para lograr la rehabilitación del rebelde. ¿Qué hizo para reprender a Jonás y hacerlo un siervo útil? Envió una tempestad.

LA TEMPESTAD FUE EL INSTRUMENTO
DE LA REPRENSION


Jonás 1:4–16 relata todo lo que necesitamos saber acerca de la tempestad. Los versículos 4 y 5 introducen la tormenta y los personajes principales del drama que se desarrolla.

Jehová, el origen de la tempestad 1:4
En el versículo 3, Jonás actuó y en el 4 Jehová es quien se puso en acción. Jonás pensaba que todo estaba bien. Su plan se estaba realizando a las mil maravillas. La nave lo llevaría lejos de la presencia de Jehová. Terminó su problema; ya podía descansar. Por lo menos así pensaba. “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar”. Aquí tenemos un ejemplo del refrán que dice “el hombre propone, pero Dios dispone”. El profeta no contaba con la persistencia de Jehová para lograr que el siervo cumpliera su voluntad.
El texto dice literalmente que Dios envió un viento fuerte. El verbo empleado se utilizaba para describir al soldado que con toda su fuerza arrojaba una lanza. La acción divina fue deliberada. El viento provocó una tempestad de tal magnitud que la nave parecía partirse en dos; así dice el original.
Este es el primer milagro que el Señor usa para asegurar que se haga su voluntad. Aquí vemos que nuestro Dios es soberano y omnipotente. El usa todos los medios necesarios para reprender al rebelde y hacerlo obediente.

Los marineros, los más afectados por la tempestad 1:5a
El pecado de Jonás y el nuestro siempre afecta a otras personas. Ojalá no fuera así, pero esta verdad es ineludible. Mi pecado tiene consecuencias en los que me rodean. En este caso los tripulantes fueron los más afectados por la desobediencia de Jonás.
Estos hombres, muy avezados en asuntos náuticos reconocieron que esta tempestad era extraordinaria. Su intensidad era tal, que aunque por lo regular eran valientes, se llenaron de miedo. Nunca habían experimentado un viento tan severo. Siendo politeístas, creían que la naturaleza era controlada por los dioses. Sabían que algún dios había sido ofendido y que la tormenta era un castigo. Por eso, “cada uno clamaba a su dios”, esperando que uno de ellos se dirigiera al ofendido y su ira se aplacara. Su plan no dio resultado. La tormenta siguió y por eso se guiaban por el dicho “a Dios orando y con el mazo dando”. Ya que ningún dios contestó, hicieron todo lo que pudieron para remediar la situación. Echaron al mar la carga y los aparejos del barco.

Jonás, inconsciente de la tempestad 1:5b
Mientras que los marineros luchaban por remediar la situación, Jonás dormía tranquilamente en la bodega. Ni cuenta se dio del peligro. El vocablo usado indica que dormía un sueño muy profundo y una versión antigua agrega que roncaba. En esta condición no podía contribuir en nada a los esfuerzos para salvar el barco y a los que estaban a bordo. Aun menos podía darles el mensaje de que “la salvación es de Jehová”. El siervo rebelde se volvió inútil en las manos del Señor. Allí es exactamente donde el diablo quiere que nos encontremos. Inútiles para Dios y los hombres.

EL SIERVO REBELDE SE VUELVE INUTIL

¡PENSEMOS!

 Qué precioso es saber que Dios no se da por vencido cuando su mensajero se rebela. ¿Ha renunciado a hacer la voluntad clara de Dios para su vida? ¿Anda en rebeldía? Cuidado, porque él entrará en acción usando todos los medios necesarios para regresarlo a la obediencia.
 ¿Quiénes sufren las consecuencias de su pecado? ¿Cómo han sido afectadas otras personas por su rebeldía?
 ¿Siente apatía hacia los retos del servicio cristiano? ¿Qué de su celo evangelístico? ¿Está el diablo contento porque usted está en la bodega durmiendo en vez de estar en el mundo sirviendo?

Busque un hermano maduro y júntese con él durante esta semana para hacer una evaluación franca de su ministerio. ¿Se asemeja al de Jonás o está siendo instrumento útil en las manos del Señor?

LOS INSTRUMENTOS DE LA REPRENSION
1:6–12

La tempestad vino como un medio para visualizar la disciplina que el Señor aplica al siervo rebelde. Pero la naturaleza de la reprimenda es que debe ser de palabra. Una ilustración no es suficiente; tiene que haber conversación. Es interesante notar que en estos versículos Jehová no se dirige directamente a Jonás, la amonestación no viene directamente de él, sino de otros humanos. Es fascinante ver que los agentes no eran creyentes espirituales maduros, sino paganos. El Señor sabía que tendrían más impacto los comentarios de marineros incrédulos que las palabras de él mismo.

Reproche del jefe de la nave 1:6
En el versículo 6 el jefe de la embarcación es el instrumento que Dios usa para despertar al profeta. Su reproche vino primeramente en forma de pregunta: “¿qué tienes, dormilón? Este no es el tiempo de dormir sino de trabajar”. Después encontramos el mandato “levántate y clama”. En el original, se usan las mismas palabras de la comisión dada por Jehová: “levántate … y pregona”. ¡Qué reprensión tan fuerte! El Señor lo estaba reprochando por medio del jefe pagano, forzándolo a pensar en su comisión original.

Reproche de los marineros 1:7–12
Entre todos echaron suertes para identificar al culpable de haber ofendido a algún dios. El proceso reveló que Jonás era el responsable (v. 7). Desde este punto supieron que en él radicaba el problema y que la solución solo vendría por medio de él.
El mero conocimiento de este hecho no fue suficiente para los tripulantes ni para el Señor. En medio de la tempestad realizaron un juicio en que obligaron a Jonás a reconocer su culpa y decidir su propia sentencia. El interrogatorio que le hicieron fue el medio que Jehová utilizó para reprender a Jonás.
La primera pregunta está implícita en los versículos 7 y 8a. ¿Por causa de quién nos ha venido este mal? Las suertes ya habían revelado que el culpable era Jonás, entonces el propósito de la pregunta era obtener su confesión personal. En el versículo 12 encontramos la confesión del profeta y a la que siguieron cuatro preguntas (v. 8b) que tienen que ver con la identidad del mismo. Esto lo forzó a reflexionar sobre quién era, y provocó la convicción de su pecado.

1. ¿Qué oficio tienes?
Soy profeta de Jehová.
2. ¿De dónde vienes?
Vengo de renunciar a mi oficio. Huyo de la presencia de Jehová.
3. ¿Cuál es tu tierra?
Soy de la tierra de Israel que Jehová dio en promesa a su pueblo.
4. ¿De qué pueblo eres?
Soy hebreo, el pueblo unido a Jehová por pacto.

Estas respuestas no las expresó Jonás en forma verbal, pero suponemos que son las que vendrían a su mente. El sólo pensar en ellas traería arrepentimiento y convicción. Si era todo esto, ¿qué estaba haciendo allí? Su respuesta registrada en el versículo 9 es breve y evasiva. “Soy hebreo y temo a Jehová Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra”. Con esta respuesta se revela la identidad del Dios ofendido que ha causado la tempestad: es Jehová.

¡PENSEMOS!

 ¿Quién es usted? Elabore una lista de contestaciones a esta pregunta. Cada respuesta debe comenzar con la frase: “Yo soy …” A la luz de ella, conteste la pregunta: ¿Qué estoy haciendo? ¿Vivo y trabajo de acuerdo con lo que soy? Si no, arregle cuentas con el Creador y comience a vivir de acuerdo con lo que es.

La sexta pregunta (v. 10) tuvo que ver con la motivación de las acciones de Jonás. ¿Por qué había renunciado a servir a Jehová, el Creador de todo? No comprendían cómo alguien con un llamamiento tan elevado podía haber renunciado a él y andar en rebeldía. Esta postura les era inconcebible.
La última pregunta se relacionaba con la solución del problema (vv. 11, 12). Ya que su culpabilidad estaba comprobada, ¿qué debían hacer con él? “Queremos que tu mismo te impongas sentencia”, es lo que los navegantes decían con su pregunta. Jonás dictaminó la pena capital por ahogamiento. Por segunda vez, él se valió del mar para realizar su escape. La primera vez pensó que el mar lo llevaría lejos de la presencia de Jehová, ahora quería usar el mar para escapar definitivamente de su obligación con el Señor. En ambas ocasiones su plan falló.
Parece que el Altísimo logró su propósito en todo lo sucedido. Dios no deseaba que su siervo muriera; lo que quería era su arrepentimiento y confesión para que pudiera volver a utilizarlo como su portavoz a Nínive. Pero Jonás se sintió tan culpable que pensó que el único remedio era morir. Esta actitud se volvió a repetir posteriormente (Jonás 4:3 y 9).

LOS RESULTADOS DE LA REPRENSION
1:13–16


La reprimenda de Jonás por medio de la tempestad y los marineros hizo gran impacto especialmente en éstos últimos. A través de lo acontecido en los versículos 6 al 12, aprendieron mucho acerca de Jehová y Jonás. Su comportamiento reflejó ese nuevo conocimiento. A su vez, cada acción de los tripulantes se constituyó en una nueva reconvención para Jonás.

NUESTRO COMPORTAMIENTO DEBE REFLEJAR
NUESTRO CONOCIMIENTO


En los marineros 1:13–16
En primer lugar demostraron compasión por Jonás (v. 13). No querían que él muriera. Hicieron todo lo humanamente posible para salvarle la vida. Pero Jehová frustró su esfuerzo. ¡Qué paradoja! Los paganos muestran compasión hacia un siervo rebelde de Jehová, mientras que al mensajero no le importaba el destino de miles de ninivitas.
En el versículo 14 encontramos la segunda oración de los navegantes. En la primera (v. 5), “cada uno clamaba a su dios”. En esta, todos juntos “clamaron a Jehová”. La última frase de su plegaria es la más significativa. “Porque tú, Jehová, has hecho como has querido”. Esta es una confesión de la soberanía de Jehová y a la vez es una declaración de su sumisión a él. Los paganos reconocieron y se sometieron a la soberanía del Señor mientras que el siervo rebelde la rechazó e intentó frustrarla.
La tercera acción de los marineros se encuentra en el versículo 15. “Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar”. En este texto encontramos la obediencia. El Creador les había revelado por medio de Jonás lo que debían hacer: echarlo al mar. En este relato cumplen con su deber, en contraste con la desobediencia deliberada de Jonás. ¿Cómo se sentiría después de comparar la actuación de los paganos con su propio comportamiento? Creo que este es el clímax de la reprensión hecha al profeta rebelde.
Jonás no pudo apreciar el cuarto resultado, pues ya estaba en medio del mar cuando sucedió. Este se registró para reprender al pueblo que leyó el relato. Todo lo sucedido resultó en la conversión de los tripulantes. El milagro de la cesación inmediata de la tempestad los convenció de que debían temer solamente a Jehová. Los versículos 10 y 16 comienzan con las mismas palabras en el original: “aquellos hombres temieron”. La diferencia entre los dos textos es que el objeto del temor era distinto. En el versículo 10 temieron a la tempestad; en el 16, temieron al Dios que causó la tempestad. Se convirtieron en adoradores del Señor. Los paganos hicieron lo que él quería, mientras que su pueblo Israel persistía en su desobediencia y rebelión. La conversión de los navegantes serviría como reprensión al Israel duro de cerviz. En todo esto vemos que “la salvación es de Jehová”.

En Jonás 1:15a
¿Cuál fue el resultado para Jonás? Los agentes divinos lo echaron al mar y terminó en medio del agua pensando que todo acabaría. Sin embargo, Dios no había terminado con él. La reprensión fue completa pero su propósito no era destruir al rebelde. El Señor todavía tenía planes para él y lo iba a rehabilitar.

¡PENSEMOS!

 Haga una lista de los cuatro resultados de la reprensión en los marineros. En columna paralela escriba el contraste que se ve en Jonás. En una tercera columna anote su situación. ¿Se asemeja más a Jonás o a los marineros? ¿Cómo demuestra concretamente su compasión hacia los incrédulos? ¿Desde cuándo no ha orado entregando su ser al control de la soberanía divina? ¿Se caracteriza su vida por la obediencia? ¿En qué área necesita “convertirse” al Señor?


Ningún siervo del Señor sale ileso de una rebeldía abierta: Consecuencias de la rebeldía

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El Mensajero Rebelde
Jonás 1:1–3

Antes de estudiar este capítulo sobre Jonás y su rebeldía es preciso que observemos algo sobre el Dios del profeta. Al fin y al cabo, este estudio tiene como propósito enseñarnos las características del Señor: ¿Quién y cómo es él? El Padre Celestial se revela a sí mismo a través de su trato con el profeta Jonás.

El personaje principal de esta profecía no es Jonás sino Jehová. Haciendo un recuento del libro, uno descubre que en estos cuatro capítulos Jehová o Dios se menciona directamente treinta y nueve veces y Jonás solo dieciocho veces. En todo el escrito, el Señor está en control de la situación. El toma la iniciativa de enviar al profeta a Nínive. El hace milagros para realizar sus propósitos. El libro comienza con Jehová llamando al profeta y termina dándole enseñanzas. En el transcurso de estos estudios señalaremos constantemente lo que podemos aprender acerca de nuestro Creador.

¿QUIEN ES JEHOVA?

Ya hemos visto que el libro de Jonás hace hincapié en la bondad del Señor. Esta verdad se ve explícitamente en la declaración de Jonás en 4:2b y en la pregunta de Jehová en 4:11a. No hay duda de que nuestro Dios es clemente y compasivo por naturaleza. Estos atributos divinos se manifiestan en la forma en que él trata a la ciudad malvada de Nínive y al profeta rebelde.

EL SEÑOR ES CLEMENTE Y COMPASIVO

Concretando más, aseveramos que en la profecía de Jonás nuestro Dios se revela como el que salva (2:9c.) y comisiona (1:1). Estas dos verdades se complementan. El hecho de que solo él salva tiene que proclamarse y por eso, él comisiona a ciertos individuos, para que sean portadores especiales de su mensaje.

Nuestro Dios salva 2:9c
La última declaración de la oración que Jonás eleva desde el vientre del gran pez es una confesión de fe: “La salvación es de Jehová”. Varios comentaristas toman esta frase como la verdad central de esta profecía. Todo el libro gira alrededor del hecho de que Jehová salva.

¿Qué es la salvación?
Antes de seguir adelante, es menester que definamos este concepto. ¿Cómo terminaría usted la frase, “La salvación es …”? Recuerde que la pregunta tiene que ver con la esencia, no con los resultados. En términos generales, la salvación es la liberación de cualquier peligro. La Biblia habla de la salvación como liberación de la opresión de ejércitos extranjeros (Jueces 3:9, 15, 31), de las dificultades tales como la persecuión (Salmos 3:7, 59:2), las enfermedades (Marcos 5:23, 28, 34), o el pecado (Hechos 4:12; Romanos 1:16). Resumiendo, se puede decir que la salvación es física o espiritual y siempre encierra la idea de liberación del peligro.

SALVACION ES LIBERACION
DE ALGUN PELIGRO


Toda salvación viene de Jehová
La confesión de Jonás, “la salvación es de Jehová”, significa que toda salvación viene de él, sea física o espiritual. En este libro encontramos ilustrados ambos aspectos. Físicamente, Jehová salvó a los marineros de la tempestad (1:4–15), y a Jonás del mar (1:17) y del vientre del pez (2:10). Espiritualmente, salvó a los marineros (1:10), y a los ninivitas (3:10). Es interesante notar que una salvación física produce salvación espiritual. Los marineros salvados de la tormenta se convirtieron al Señor (1:15, 16). Los ninivitas fueron salvos espiritualmente porque el profeta había sido salvo físicamente. Donde se encuentra liberación de cualquier tipo, allí también se encuentra el Señor porque “la salvación es de Jehová”.

La da a quien él quiere
La iniciativa es siempre divina. El salva a quien él quiere salvar. La salvación es siempre por la pura gracia de Dios (Juan 3:16, Efesios 2:8, 9). A veces los objetos de su gracia son lo que menos esperamos. Esta profecía nos proporciona dos ilustraciones de este principio. ¿Los marineros politeístas (1:5) merecían ser rescatados física y espiritualmente? De ninguna manera, pero “la salvación es de Jehová”. ¿Qué de los odiados ninivitas? En esa época Asiria era la potencia mundial más temida por todos. Tenía la reputación de ser sumamente cruel en el trato de los conquistados. Israel, el pueblo de Dios sabía que era inevitable su conquista por los asirios. Es natural que Jonás no haya querido ver la salvación de este pueblo, pero “la salvación es de Jehová” y la da a quien él quiere.

Nuestro Dios comisiona 1:1
Si la gente va a apropiarse de la salvación, es indispensable que escuche el mensaje. La proclamación del mismo requiere de mensajeros y por eso el Dios que salva también comisiona a sus portavoces. En este caso el Señor seleccionó a Jonás para ser su instrumento.
No se nota explícitamente en este texto, pero en primer término el ministerio del profeta estaba en su pueblo Israel. En por lo menos una ocasión anterior a lo sucedido en la profecía de Jonás, Dios lo había usado para comunicar su mensaje a los israelitas (2 Reyes 14:25).
El relato que tenemos en nuestra Biblia fue usado por Dios para enseñar a su pueblo. ¿Cómo reaccionaría un israelita al leer esta profecía? Se identificaría cien por ciento con Jonás. Tal como el profeta se rebeló frente a la comisión del Señor, así la nación de Israel se rebeló contra su responsabilidad de ser testigo a las naciones (Isaías 43:10–12). El pueblo pagano se arrepintió mientras que la nación escogida persistió en su rebeldía. ¡Qué paradoja! Por medio de este breve trozo biográfico, el Altísimo llamaba a su pueblo al arrepentimiento y al cumplimiento de su responsabilidad de proclamar que “la salvación es de Jehová” en todo el mundo.
Más obvio es el hecho de que Jonás fue comisionado para llevar el mensaje a Nínive (1:2). La verdad de la salvación divina es que no es sólo para el pueblo judío. Jehová quiere que su evangelio sea llevado a todas las naciones (Salmos 67:1–3). Dios siempre ha querido que los que no son de su pueblo lleguen a serlo. Nuestro Creador quería la salvación de los ninivitas de aquella generación y por eso comisionó a su profeta para llevarles el mensaje.

¡PENSEMOS!

 En la actualidad el Señor sigue siendo el mismo. El es quien salva y comisiona. Todavía desea que todas las naciones lo conozcan como el Dios de toda salvación (Mateo 28:18–20). La gran diferencia es que en nuestros días su pueblo no es la nación de Israel, sino la iglesia de Jesucristo de la cual somos miembros. En esta época somos sus testigos (Hechos 1:8). ¿Hasta dónde ha extendido el testimonio de su iglesia local? ¿Tiene algún ministerio que traspase las fronteras de su nación? ¿Alcanza a los odiados y despreciados de su patria?
 Y usted como individuo, ¿qué contribución está haciendo a la tarea de la evangelización del mundo? El Señor ya lo ha enviado (Juan 20:21). ¿Cómo ha respondido? ¿Qué hará durante esta semana para cumplir con su responsabilidad misionera?

LA COMISION DE
JONAS 1:2


En un solo versículo, Jehová revela su voluntad para su siervo Jonás. Esta comisión se caracteriza por su claridad. Sin rodeos. Va al grano y no deja lugar a dudas y especulaciones. Consiste en tres mandatos directos: Levántate, vé y pregona. No hay nada misterioso en estos imperativos. El llamamiento de Jonás es sumamente claro. Así es siempre con la guía del Señor. El no pone enigmas sino que da mandatos claros e inconfundibles. El siervo no tiene excusa si no cumple la voluntad divina.

LA COMISION DIVINA SIEMPRE ES CLARA

Los tres imperativos mencionados representan tres elementos en la dirección del Señor. Estos siempre se encuentran cuando él revela su voluntad a su siervo. Analicémoslos brevemente.

Levántate, (preparación personal)
Cuando nuestro Hacedor nos llama, siempre se toma el tiempo para captar nuestra atención. “Ponte de pie porque te quiero hablar. Prepárate para recibir mi dirección”. Al levantarse, Jonás estaba reconociendo que el que le hablaba era su jefe. Por su acción decía: “Habla, Señor, porque tu siervo está dispuesto a obedecer”. Este es el elemento de la preparación personal. La entrega total al Señor es indispensable para saber lo que él quiere que hagamos.
Además, su acción también lo preparó para actuar. Sentados con los brazos cruzados no vamos a ninguna parte. La obediencia en la preparación es indispensable para lo que sigue. Según Hechos 26:18 el Señor hizo lo mismo con Saulo de Tarso.

Vé a Nínive, (dirección geográfica)
Habiéndose preparado viene el segundo elemento: la dirección. El Señor le indicó precisamente el lugar en que desempeñaría su ministerio: la ciudad de Nínive.
Tres veces Jonás se refiere a ella como “aquella gran ciudad” ( 1:2, 3:2, 4:11) y una vez “ciudad grande en extremo” (3:3). Con estas frases se indica la magnitud del trabajo. Nínive era ciudad grande en área. El versículo 3:3 nos informa del hecho de que era de “tres días de camino”. Es probable que esta referencia es a la región metropolitana que en su circunferencia medía unos 100 kilómetros. También era grande en población. Si el dato en 4:11 se toma literalmente, se calcula que había 600,000 habitantes en el área conurbada. Además la ciudad tenía gran importancia, tal vez era la ciudad más importante del mundo en aquel entonces.

Pregona contra ella, (tarea específica)
Cuando llegara a Nínive, ¿qué debía hacer? ¿Cuál sería su tarea? Esto tampoco queda en duda. Iba a esa ciudad para proclamar el mensaje de Dios. La preposición “contra” implica que su predicación sería una denuncia.
El verbo pregonar implica que la denuncia sería en público y en voz alta. La razón de la acusación era que la maldad de sus habitantes había subido delante del Señor. El ya no soportaba el comportamiento inhumano de los asirios y envió a Jonás para avisarles que iba a actuar en su contra. Con este mandato, Jehová revela a Jonás su tarea específica.

¡PENSEMOS!

 Nuestro Señor no nos va a enviar a Nínive, pero no sabremos a dónde quiere enviarnos hasta que nos hayamos preparado para recibir su dirección. ¿Está dispuesto a ir a cualquier lugar? ¿Aun a su vecindario? Sin la entrega no viene la dirección. Cuando sabe a dónde debe ir, también sabrá qué ha de hacer en ese lugar.
 Los mismos tres elementos se encuentran en La Gran Comisión. Llene los espacios en blanco para ver los paralelismos:

Jonás 1:3
Marcos 16:14, 15
Hechos 1:8
Preparación Personal
v.14

Dirección Geográfica
v.15a

Tarea Específica
v.15b

LA REBELDIA DE
JONAS 1:3


Cuando Dios comisiona, el comisionado tiene que reaccionar a ese llamamiento. Se supone que la respuesta será afirmativa. Se espera que haya obediencia. Pero no siempre sucede así en la vida real. Los siervos del Señor no son robots, sino seres que poseen libre albedrío. Es por esto que las reacciones pueden variar.

POSIBLES REACCIONES.  REACCION
1. Obediencia inmediata y explícita.
2. Obediencia después de discutir.
3. Obediencia parcial
4. Desobediencia deliberada
A LA VOLUNTAD DE DIOS. EJEMPLO
1. Felipe (Hechos 8:26–30)
2. Ananías (Hechos 9:10–17)
3. Saúl (1 Samuel 15)
4. Jonás (1:2, 3)

¡Qué increíble! Siendo siervo del Señor y teniendo instrucciones tan claras de él, Jonás decidió desobedecer. En vez de levantarse para ir, se levantó para huir. Es el único profeta genuino que optó por la rebeldía. Sabía cual era la voluntad divina para su vida y escogió no hacerla.

Su desobediencia deliberada
En vez de obedecer e ir a Nínive, el profeta “se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Su rebeldía es “de” y “a”. Dos veces en el texto se hace referencia al hecho de que Jonás quería escapar de la presencia de Jehová. ¿Es que no sabía que Dios es Omnipresente (Salmos 139)? Por supuesto que sí. Entonces, ¿en qué sentido podía salir de la presencia del Señor? Parece que el primer término es vocacional y el último geográfico. Su primer acto de rebeldía fue decirle a Dios: “Renuncio”, dando a entender que estaba al servicio de alguien. Con esta acción Jonás decía: “Ya no quiero servirte. Busca a otro para llevar tu mensaje a Nínive”. ¡Qué tontería! De acuerdo con su actitud, la frase se usa en el sentido geográfico en la última cláusula del versículo 3. Aunque Dios se encuentra en todas partes, en un sentido muy especial su presencia se limitaba a la Tierra Prometida y a su morada en el Lugar Santísimo del templo de Jerusalén. Al viajar a Tarsis, de hecho pretendía salir de la presencia de Jehová. En otras palabras, Jonás abandonó deliberadamente la voluntad de Dios para su vida por ir al lugar que él había escogido. “Dios dice Nínive. Yo digo Tarsis”. Huyó de Nínive a Tarsis.

¿Por qué?
Se puede preguntar, ¿por qué reaccionó en esta forma? Algunos especulan que por cobardía. Jonás tenía miedo de “meterse en la boca del león” con su mensaje de juicio. Otros piensan que fue por su nacionalismo. Siendo buen judío tenía la idea de que la salvación pertenecía a los judíos solamente. ¿Por qué desperdiciar el mensaje divino en los odiados asirios? Además, sabía que ellos serían usados por Dios para castigar a su pueblo. Por su patriotismo renunció a su oficio de profeta del Señor. En el versículo 4:2 Jonás mismo explicó su razón. Sabía que el Altísimo era bondadoso y que perdonaría a los ninivitas. No quería ver su salvación y por eso se rebeló.

Consecuencias de la rebeldía
Ningún siervo del Señor sale ileso de una rebeldía abierta. Siempre vienen las consecuencias. Así fue con Jonás. Tuvo que sufrir la tempestad (1:4–17), la vergüenza de ser interrogado por paganos (1:8–11), la amenaza de ahogarse (1:15–17), y los días en el vientre del gran pez (1:17–2:10). Desobedecer al Señor siempre cuesta caro, sea en el siglo VIII antes de Cristo o en el siglo XX después de él.

¡PENSEMOS!

 Parece mentira que un portavoz del Señor se pusiera en plan de rebeldía abierta pero es la triste realidad. ¿A qué tarea específica le ha comisionado el Señor? ¿Está obedeciendo, o siguiendo el ejemplo de Jonás?
 Si no sabe qué ha sido comisionado entonces ahora es tiempo para acudir al Señor pidiendo su dirección. Al saber su voluntad, siga el ejemplo de Felipe obedeciendo inmediata y explícitamente (Hechos 8:26–30).
 Recuerde que nuestro Dios es elemente y piadoso y quiere que el mensaje de salvación se predique a todos, aun a los más despreciados por el mundo. ¿En qué forma está usted proclamando este mensaje? ¿Qué se propone hacer esta semana para cumplir con su comisión?


La salvación es de Jehová: Una promesa perenne

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Bondad y Severidad?

Los profetas menores, son los libros menos conocidos y predicados de toda la Biblia. Son doce los documentos que se encuentran en esta categoría: de Oseas a Malaquías. De entre ellos, el libro de Jonás es tal vez el más conocido. Todo mundo conoce la historia de Jonás, quien permaneció en el vientre del gran pez y de la conversión masiva de Nínive. Si bien es cierto que casi todos la conocen, también es cierto que la mayoría de la gente no está enterada del mensaje que Dios quiere comunicar a través de su relato.
Las profecías menos conocidas son las de Abdías y Nahum. Tal vez esta falta tiene que ver con el hecho de que estos libros tratan un tema poco agradable para la gente del siglo veinte: la destrucción. Abdías es el libro más corto del Antiguo Testamento ya que consta de apenas 21 versículos y profetiza la destrucción de Edom. Nahum es una secuela de la profecía de Jonás el cual relata la salvación de Nínive mientras que aquél, de su destrucción.


En este breve comentario estudiaremos estos tres libros: Jonás, Nahum y Abdías, con el fin de sacar de ellos lecciones que nos ayuden a vivir nuestra vida cristiana cotidiana. Todas estas profecías son importantes porque “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). Aun Abdías y Nahum con sus mensajes de destrucción son la palabra de Dios y por ende son útiles. He aquí la importancia de estudiarlos.
Hay una segunda razón por la cual estos tres libros son importantes: revelan a nuestro grandioso Dios. En ellos tenemos una de las fuentes más maravillosas para descubrir cómo es nuestro Señor. Nuestra oración es que al finalizar estos estudios le conozcamos mejor para que Ileguemos a asemejarnos más y más a él. Vamos a conocerle para que podamos proclamar su gloria a las naciones.

EL MENSAJE CENTRAL:
LA BONDAD Y LA SEVERIDAD DE DIOS

¿Cuál es la verdad más importante acerca de Dios que aprendemos en estas tres breves profecías? En todas ellas vemos que por un lado, es grande en misericordia y por el otro, es maravilloso en su justicia. En el Altísimo existe un equilibrio perfecto entre la rectitud y la gracia.

Romanos 11:22a
El apóstol Pablo escribió a los romanos: “Mira, pues, la bondad y severidad de Dios” (11:22a). En nuestro estudio veremos que el Señor es a la vez bondadoso y severo. Actúa en gracia cuando el caso lo amerita y en juicio cuando las circunstancias así lo demandan.
En la profecía de Jonás podemos apreciar en forma especial la bondad de Dios. De principio a fin, lo vemos actuando con gracia y misericordia. ¿Qué lo impulsó a enviar a un profeta al pueblo de Nínive? Su bondad. Esta gente era la más odiada por los hombres de aquel entonces por ser una nación que vivía en el desenfreno y por su crueldad hacia los pueblos conquistados. No merecía recibir el mensaje, pero Dios en su longanimidad le envió su mensajero Jonás. Este resultó ser profeta rebelde y desobediente quien se hizo merecedor de ser despedido y castigado por Dios. Sin embargo, en su bondad, el Señor se mostró paciente con el siervo rebelde. El libro de Jonás está Ileno de la bondad, la gracia, la misericordia, la longanimidad, la paciencia y la compasión del Padre celestial.
En las profecías de Nahum y Abdías se revela el otro lado del carácter del Creador: su severidad. La bondad y misericordia divinas tienen sus límites. Su longanimidad manifestada en el libro de Jonás, se convierte en juicio en el de Nahum. La Nínive perdonada se vuelve en la destruida. En este caso, al Señor se le había acabado la paciencia. Lo mismo sucedió con Edom en la profecía de Abdías. Por siglos, Jehová había tolerado el maltrato de su pueblo por los edomitas. Pero Ilegó el día en que tuvo que decir: “hasta aquí y no más”. Edom descubrió la verdad de la declaración de Hebreos 10:31: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”

Exodo 34:6, 7
Este es otro texto que expresa las mismas ideas y se relaciona estrechamente con los libros de Jonás y Nahum. Textualmente la porción dice: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Jonás y Nahum citan partes de estos versículos de acuerdo con el énfasis que Ilevan sus libros. El primero cita la parte que tiene que ver con la bondad, “porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia” (Jonás 4:2b). Por su parte, Nahum usa la sección que hace alusión a la severidad divina: “Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable” (Nahum 1:3a). En Jonás vemos la bondad de Dios que resulta en la salvación de Nínive. En Nahum apreciamos su severidad, que tiene como consecuencia la destrucción de esa ciudad malvada.
El libro de Abdías no cita este texto pero sí incluye los conceptos que encierra. Comienza su profecía enfocando la severidad de Dios para con sus enemigos (vv. 4–10) y la termina haciendo hincapié en la bondad de Jehová para con su pueblo (vv. 17–21).

NUESTRO DIOS ES DIOS DE
BONDAD Y DE SEVERIDAD

Ahora mismo podemos tomar como nuestro el testimonio del salmista. “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre” (Salmos 48:14). El no ha cambiado. Sigue siendo Dios de bondad y de severidad. Nos gusta enfocar el aspecto positivo y agradable, pero no podemos darnos el lujo de menoscabar el elemento negativo y desagradable. El Dios bíblico prefiere manifestarse en amor, derramando bendiciones sobre nosotros, pero cuando es necesario se revela en justicia enviando disciplina, castigo, y juicio. Estos atributos no son contradictorios, sino complementarios. Ambos son cualidades esenciales de Dios y él las va aplicando de acuerdo con su santa voluntad.

¡PENSEMOS!

 Juan 3:16–21 es una porción evangelística. Tome unos minutos para estudiarla pensando en el esquema de la BONDAD-SEVERIDAD de Dios. Busque indicaciones de cada cualidad en estos versículos.

LOS AUTORES

Ya hemos hecho alusión a la verdad de que estos tres libros proféticos son importantes porque son inspirados por Dios y útiles (2 Timoteo 3:16, 17). El autor de estos libros es Dios mismo. En cada libro el profeta manifiesta en forma muy patente que su mensaje tiene origen divino.

¡PENSEMOS!

 Analice los siguientes textos para ver el testimonio de cada profeta acerca de la inspiración divina de su escrito.
 Jonás 1:1; 3:1, 2, 4; 4:4, 9, 10
 Nahum 1:12; 2:13; 3:5
 Abdías 1–14

Segunda de Pedro 1:21 enseña claramente que el Señor se valió de profetas humanos para registrar su mensaje inspirado. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. ¿Quiénes eran Jonás, Nahum y Abdías? ¿Qué sabemos acerca de ellos?
De Jonás tenemos bastante información. Su padre se llamaba Amitai “verdad” (Jonás 1:1, 2 Reyes 14:25). Era nativo del pueblo de Gat-hefer (2 Reyes 14:25) que se encuentra aproximadamente a 5 kilómetros al noreste de Nazaret. El mismo texto enseña que profetizó durante el reinado de Jeroboam II en Israel, el reino del norte. Jonás significa “paloma”, indicando que tenía un temperamento bastante pacífico.
Acerca de Nahum sabemos muy poco. Fuera de Nahum 1:1 este profeta no se menciona en las Escrituras. El único dato biográfico que conocemos es que venía del pueblo de Elcos que probablemente se encontraba al sur de Judá. Su nombre significa “consuelo” y es probable que simbolice el ministerio que ejercería en su pueblo que estaba oprimido por Nínive, la cual sería destruida.
Abdías es el menos conocido de los tres. Hay varios personajes del Antiguo Testamento que tienen el mismo nombre, pero ninguno de ellos puede identificarse con Abdías el profeta. Lo único que sabemos de él es que su nombre significa “siervo o adorador de Jehová”.

LAS EPOCAS EN QUE ESCRIBIERON

De los datos que encontramos en 2 Reyes 14:23–25 sabemos que Jonás realizó su ministerio durante el reinado de Jeroboam II, rey de Israel. Esto quiere decir que su libro se escribió entre 793 y 753 a.C. Esa época fue de prosperidad material y expansión geográfica de Israel. También es el período en que Oseas y Amós ejercieron su ministerio, condenando la opresión y profetizando la destrucción de Israel por los asirios. En esa misma época, Asiria pasaba por tiempos difíciles. Sus reyes eran débiles y prácticamente reinaba la anarquía. Cuando Jonás escribió, Asiria estaba en decadencia y no era amenaza para Israel.
Un siglo después, el cuadro había cambiado. Comenzando con Tiglat-Pileser III, Asiria tuvo una sucesión de reyes fuertes que lograron conquistar Israel en 722 a.C. y llevarlo en cautiverio. En 701 a.C., Senaquerib llegó a las puertas de Jerusalén y fue milagrosamente derrotado (2 Reyes 19:35, 36). Asurbanipal, el último rey fuerte de Asiria, subió al trono en 669 a.C. y en 663 a.C. logró la conquista de Tebas en Egipto. Nahum alude a este acontecimiento como ya pasado en 3:8–10. Profetiza la destrucción de Nínive, suceso que se realizó en 612 a.C. Así que tuvo que haber escrito entre 663 y 612 a.C. Es probable que haya redactado su profecía antes de 654 a.C., época en la que el malvado rey Manasés reinaba en Judá y el cruel Asurbanipal en Asiria. En ese tiempo, Asiria era una amenaza genuina para Judá.
Ponerle fecha a la profecía de Abdías es sumamente difícil. Tanto, que algunos eruditos evangélicos abogan por fechas tan remotas como 845 a.C. y tan tardías como 585 a.C. Los edomitas participaron en tantos ataques contra Jerusalén que no se sabe después de cual de ellos Abdías vaticinó el castigo definitivo de Edom. El que escribe tiende a aceptar la fecha de 585 a.C. A continuación se dan las fechas aproximadas en que escribieron los tres profetas que estudiamos.

JONAS - 770 A.C.
NAHUM - 660 A.C.
ABDIAS - 585 A.C.

A VUELO DE PAJARO

Jonás tiene como tema general la confesión que hace el profeta en 2:9: “La salvación es de Jehová”. Este libro tiene que ver con el mensajero que el Señor usa para llevar su mensaje, y se puede dividir en la siguiente forma:

      JONAS, EL MENSAJERO:
         1. REBELDE 1:1–3
         2. REPRENDIDO 1:4–16
         3. RESCATADO 1:17–2:10
         4. RECOMISIONADO 3:1–10
         5. RENEGADO 4:1–11


El mensaje central de Nahum es la destrucción de Nínive y las causas por las cuales el Altísimo tiene que destruir esa ciudad. Sus divisiones principales son:


  NAHUM, LA DESTRUCCION DE NINIVE DEBIDO A:
  1. EL CARACTER DE DIOS 1:1–8
  2. LA FIDELIDAD DE DIOS A SU PUEBLO 1:9–2:2
  3. LA PERVERSIDAD DE NINIVE 2:3–3:19

La destrucción de Edom es la preocupación principal de Abdías. Trata el tema bajo tres puntos:

ABDIAS, LA DESTRUCCION DE EDOM
                    1. PROFETIZADA 1–10
                    2. JUSTIFICADA 10–15
                    3. ASEGURADA 15–21

¡PENSEMOS!
          1.      ¿Cómo es su Dios? Amoroso y tierno o justo y severo?
          2.      ¿Cómo afecta su metodología evangelística la enseñanza acerca de Dios en esta lección?
          3.      Muchos objetan que el Dios de amor no puede permitir guerras, enfermedades, etc. A la luz de esta lección, ¿cómo contestaría a esa objeción?

viernes, 28 de febrero de 2014

La Buena batalla de la fe: Lucha espiritual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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La Buena Batalla de la Fe

Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza.
 Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo.
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes (gobernantes) de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.
Estén, pues, firmes, ceñida su cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, calzados los pies con la preparacion para anunciar el evangelio de la paz.
Sobre todo, tomen el escudo de la fe con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno.
Tomen también el casco de la salvacion, y la espada del espíritu que es la palabra de Dios.
Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

- Efesios 6:10-18 (Nueva Biblia de los Hispanos.


Para definir la armadura de Dios hay una serie de preguntas que debemos hacernos: ¿Qué es? ¿Por qué motivo es Pablo usó ésa ilustración? ¿Qué podemos aprender de ella? ¿Cómo podemos aplicarla a nuestras vidas?

Veamos la Batalla Espiritual desde una perspectiva Bíblica.

En estos últimos años se ha escuchado mucho acerca de la guerra espiritual, y la gente ha quitado el balance de lo que es la verdadera batalla espiritual.

En 2 Corintios 2:11 dice: “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros;  pues no ignoramos sus maquinaciones” (Reina Valera 1960).

La Biblia EUNSA lo traduce así: “para que no seamos engañados por Satanás, ya que no desconocemos sus propósitos.”

No debemos ignorar los propósitos y maquinaciones del diablo, pero tampoco debemos irnos al otro lado, llegando a un extremismo en que todo lo veamos demonios.

Hace años una hermana veía todo demonios, en cada cosa, en cada lugar veía uno. Un día en una reunión de liderazgo, el grupo estaba tomando un café, y cuando la hermana levantó la tapa de la azucarera, el Pastor golpeo su mano para impedir que levante la tapa y le dijo: “¡No!”

La hermana sorprendida le preguntó: “¿Por qué Pastor?” Y el Pastor le respondió: “Hermana, no vaya a suceder que se escape el demonio del azúcar.”

La hermana se dio cuenta de lo que le dijo el Pastor y cambió su forma de pensar en cuanto al tema de los demonios.

La gente no se da cuenta pero al hacer esto y ver al diablo en todas partes, lo único que hacen es glorificarlo.

Son como la hermana que testificó en un servicio: “Hermanos el diablo me persiguió toda la semana; ¡bendito sea su santo nombre!”

Realmente la hermana no quería glorificar al diablo, pero al pasársela todo el tiempo hablando de él, y de las cosas que le hacía, sin darse cuenta le dio la gloria.

Eso es lo que está pasando el día de hoy; la guerra espiritual se ha vuelto muy popular; encontramos, conferencias, Biblias, posters, libros de estudio, polos y hasta juguetes; los escuchamos en la radio, en la televisión por todos lados.

Se han ido al otro extremo.

Pero, ¿el creyente debe hacer guerra espiritual?

Veamos lo que dice la Biblia.

En 1 Juan 3:8 dice: “El que practica el pecado es del diablo;  porque el diablo peca desde el principio.
Para esto apareció el Hijo de Dios,  para deshacer las obras del diablo” (Reina Valera 1960).

La Biblia del Pueblo de Dios lo dice así: “Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio.”

Wuest comenta acerca de esta palabra deshacer: “’Destruir’ es en el texto griego luo, ‘aflojarse, disolver’ Westcott comenta: ‘Las obras del diablo son representadas como teniendo una cierta consistencia y cierta coherencia. Muestran un tipo de frente sólido. Pero Cristo, con Su aparición, los ha revelado en completa insustanciabilidad. Él 'ha deshecho' las aparentes ataduras por las cuales fueron sujetados’ Pero Él ha hecho más que eso. Por la sangre de la Cruz que Él pagó por el pecado, hizo una vía de escape del enemigo principal de las almas de hombres, derrotando los propósitos del diablo, y finalmente causando su caída completa.”

Es la misma palabra que se usó en Lucas 3:16: “Respondió Juan,  diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua;  pero viene uno más poderoso que yo,  de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado;  él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Reina Valera 1960).

Esta palabra nos da la idea de desatar el nudo de un zapato; y es la figura que nos da Juan el Bautista cuando hablaba de Jesús en este pasaje.

También vemos está palabra en la sanidad de la mujer encorvada, en Lucas 13:10-16.

Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. Pero el principal de la sinagoga,  enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros  ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años,  ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? (Reina Valera 1960).

Esta es la obra que Jesús estuvo haciendo durante su ministerio, desatando todas las ataduras del diablo en contra de la gente.

Hechos 10:38 es bien claro respecto a esto: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él! (Reina Valera 1960).

En Hebreos 2:14 podemos ver más acerca de esta victoria: “Así que,  por cuanto los hijos participaron de carne y sangre,  él también participó de lo mismo,  para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte,  esto es,  al diablo” (Reina Valera 1960).

Veamos este pasaje en otras versiones para poder entender mejor lo que fue esta gran victoria.

Hebreos 2:14 (Nuevo Testamento de Arcas y Fernández)
14 Y como los miembros de una familia participan de una misma carne y sangre, también Jesús comparte carne y sangre con los hombres. Puede así, con su muerte, reducir a la impotencia al señor de la muerte, es decir, al diablo.

Hebreos 2:14 (Biblia Latinoamericana)
14 Puesto que esos hijos son de carne y sangre, Jesús también experimentó esta misma condición y, al morir, le quitó su poder al que reinaba por medio de la muerte, es decir, al diablo.

Hebreos 2:14 (Nueva Versión Internacional)
14 Por tanto,  ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular,  mediante la muerte,  al que tiene el dominio de la muerte; -es decir,  al diablo.

Vemos que Jesús no solo le quito todo su poder al diablo, lo anuló, lo redujo a la impotencia y lo destruyó (su poder).

El término destruir que usa en la Reina Valera es katargéo; que significa:  estar ó dejar enteramente inmóvil (inútil), inutilizar, invalidar, libre, abolir, acabar, dejar, deshacer, desligar, destruir, perecer, quitar, suprimir.

Satanás no fue aniquilado sino despojado de todo su poder, el poder que tenía sobre la muerte y el Hades ya fue quebrado; ahora Jesús es el que posee las llaves; Jesús es el que tiene la autoridad.

Por eso, cuando nos enfrentamos a Satanás y su ejército nos enfrentamos a enemigos que han sido despojados de poder; cuyo poder se anuló y redujo a la impotencia por causa de Jesús.

Por ese motivo es que en Romanos 8:37 dice: “Antes,  en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).

Esta frase “mas que vencedores” siempre me llamó la atención, ¿de que está hablando?

Dicen que después de una terrible pelea, en la que casi pierde pero que finalmente ganó, el campeón mundial de boxeo de peso completo recibió su cheque por 20 millones de dólares.

Había peleado y había ganado, era el vencedor.

Cuando llegó a su casa y abrió contento la puerta vió que su esposa lo esperaba con un bate de beisbol y que le decía: “Cariño, ¿Qué tienes para mí?”

Así que el campeón simplemente extendió la mano y le dio el cheque del premio por el que había luchado tan duramente.

¿Quién fue el vencedor? El esposo.

¿Quién fue más que vencedor? La esposa.

La esposa disfrutó de algo por lo que no había hecho nada.

Esa es la idea de que somos más que vencedores; Jesús venció al diablo por nosotros y ahora es que podemos disfrutar de esa victoria.

Pero, vemos que hay muchos cristianos derrotados por el diablo, ¿qué pasó?

No han entendido que el campo de batalla es en la mente.

En 2 Corintios 10:3-5 vemos la naturaleza de nuestra batalla espiritual: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (Reina Valera 1960).

El diablo trabaja en la mente trayendo opresión y atadura por medio del engaño y la manipulación, pero debemos darnos cuenta que ya es un enemigo derrotado; Jesús ya desató y deshizo todo el poder que tenía en nuestra contra.

Satanás ha apelado a las mismas tácticas desde el principio, podemos verlo desde la misma creación, cuando elaboró su plan para adueñarse de ella.

En Génesis 3:1-6 vemos como trabajo con Eva en la tentación: “Pero la serpiente  era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,  ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,  sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Reina Valera 1960).

Aquí se ve claramente el como Satanás manipuló a Eva torciendo las escrituras y diciéndole una verdad a medias.

Usó la táctica con la que envenenaron a Blancanieves, le trajo a Eva una manzana podrida que externamente había sido decorada para verse muy bien.

Jesús mismo en su ministerio también tuvo que enfrentarse a una situación similar, cuando fue tentado por el diablo en Lucas 4:1-12.

Veamos este pasaje en la versión Reina Valera 1960.

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.

Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús,  respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.

Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.

Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús,  le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.

Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación,  se apartó de él por un tiempo.

Aquí Jesús se enfrentó con el diablo, pero no se dejó vencer y nos mostró el camino para caminar en esa victoria que es vencerlo por medio de la Palabra de Dios.

Así que no depende de Dios, ni del diablo que seamos oprimidos y atados, depende solamente de nosotros, porque la obra de victoria ya fue hecha.

En Santiago 4:7 dice las siguientes palabras: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Reina Valera 1960).

Aquí término someteos es jupotasso que es principalmente un término militar, ordenar abajo (jupo, debajo; tasso, ordenar). Denota: ponerse en sujeción, sujetarse.

Al someternos estamos poniéndonos bajo las ordenes de Dios; nos sometemos a Su Palabra; es decir, la aceptamos como una realidad en nuestras vidas.

Cuando un General le da una orden a un soldado, este se para al frente y le dice: “Si mi General”; y luego va y hace lo que le dijo su General.

Si nuestro General nos ha dicho que tenemos autoridad, lo aceptamos como un hecho; si nuestro General ha dicho que somos sanos por la llagas de Jesús, lo somos, lo aceptamos como un hecho; si nuestro General dice que somos la victoria, ya es nuestra.

Este verso nos dice tres cosas

Lo primero es que debemos aceptar su Palabra como un hecho real para nosotros.

Lo segundo es resistir al diablo. ¿Cómo lo hacemos? Igual que Jesús, usando la Palabra de Dios.

Lo tercero es que al diablo no le quedará más remedio que huir de nosotros.

El huirá, escapará de nosotros, como una mosca al ver un matamoscas.

En Primera de Pedro 5:6-9 vemos algo similar: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios,  para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente,  anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (Reina Valera 1960).

Vemos aquí el mismo principio de Santiago, humillarnos ante la poderosa mano de Dios, someternos a Él y Su Palabra.

Si Dios ha dicho algo es así; debemos creerle, no dependiendo de nuestras propias fuerzas sino de las del Señor.

Debemos ser sobrios y velar; es decir mantenernos firmes en la Palabra; no ir a derecha ni ha izquierda.

Y debemos resistirlo con la Palabra de Dios y el nombre de Jesús.

Una cosa final en este verso es que no estamos solos, ni que recibimos “el gran ataque”, uno como nunca tuvo nadie; no es así, los mismos ataques que sufrimos los han sufrido otros hermanos; y si otros los han vencido nosotros también venceremos.

Entonces podemos ver que hay una batalla espiritual en la cual ya tenemos la victoria.

Como hemos visto, entramos en esta batalla espiritual con la victoria en las manos.

Efesios 6:12 dice: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne (oponentes físicos), sino contra principados, contra potestades, contra los poderes (gobernadores) de este mundo (presente) de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes” (Biblia Expandida de Fe).

No son oponentes físicos contra los que luchamos son oponentes espirituales.

Otra característica de esta batalla es que es una batalla de fe, la cual vencemos creyendo en las promesas que ya nos han sido dadas en la Palabra de Dios.

En 1 Timoteo 1:18-19 dice: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti,  milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” (Reina Valera 1960).

La Nueva Versión Internacional lo dice de esta manera: “Timoteo, hijo mío, te doy este encargo porque tengo en cuenta las profecías que antes se hicieron acerca de ti. Deseo que, apoyado en ellas,  pelees la buena batalla y mantengas la fe y una buena conciencia. Por no hacerle caso a su conciencia, algunos han naufragado en la fe.”

Y en el capítulo 6 verso 12 le vuelve a decir: “Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna,  a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos” (Nueva Versión Internacional).


Hay una buena batalla que luchar, la batalla de la fe a la cual entramos con la victoria en la mano y vencemos creyendo las promesas que Dios nos dio en Su Palabra.


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