Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Querido Amigo:
Queremos que estudies muy detalladamente los dibujos en esta página. Estos cuentan una historia maravillosa—la
historia de cómo el Hijo de Dios dejó Su hogar en el Cielo para venir a
este mundo para ser nuestro Salvador. Ellos muestran como Él se
humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en la cruz. Y
también enseñan como Dios ha exaltado al Señor Jesús hasta el trono del
Cielo.
Antes que el Señor Jesús ascendiera al Cielo, dio este mandamiento:
Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15).
Entonces les dio esta promesa maravillosa:
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo
(Mateo 28:20).
Mientras que lo contemplaban, el
Señor Jesús fue llevado de ellos y una nube lo recibió. El Señor Jesús
dejó la tierra con su cuerpo glorificado y resucitado y pasando por las
nubes, regresó al Cielo.
En Sus manos y en Sus pies, llevaba la señal de los clavos. En Su
costado, llevaba la señal de la lanza. En su frente, llevaba las
cicatrices de la corona de espinas.
Porque el Padre estaba completamente satisfecho con la obra de Su Hijo, le impuso tres grandes honores:
1 Le dio toda potestad en el Cielo y en la tierra
2 Le exaltó al puesto más alto en el universo
3 Le dio un nombre que es sobre todo nombre.
El Poder Dado al Señor Jesucristo
La Biblia dice,
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano (Juan 3:35).
Una de las cosas que el Padre ha
dado a Su Hijo es todo poder. Antes de Su ascensión, el Señor Jesús
reveló esta verdad sorprendente a Sus discípulos. Él dijo,
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18).
Mientras que servimos al Señor Jesús aquí en la tierra, tendremos
muchas dificultades y nos encontraremos con muchos obstáculos; pero
siempre debemos de recordar que servimos a un Salvador todo poderoso.
¡No hay nada que Él no pueda hacer!
La Posición Dada al Señor Jesucristo
Cuando un rey da un banquete para
honrar a alguien, ¿dónde sienta a quien desea honrar más que a todos
los otros? Lo sienta a la derecha de él mismo, porque éste es el lugar
más elevado de honor.
Cuando el Señor Jesús regresó al
Cielo, el Padre quiso darle el lugar más elevado de honor. ¿Dónde
estaría este lugar? ¡Estaría a la derecha del Padre, por supuesto! Y
este es exactamente el lugar que Dios el Padre ha dado a Su Hijo. La
Biblia dice,
[Dios con el] poder de su fuerza, la cual operó
en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los
lugares celestiales
(Efesios 1:19-20).
El puesto dado al Señor Jesús es
mucho más elevado que el de cualquiera persona o poder espiritual en el
universo. La Biblia dice que Dios ha puesto todas las cosas debajo de
Sus pies. Esto quiere decir que toda criatura está bajo Su autoridad y
está sujeta a Él. También, la Biblia dice que Su puesto es sobre todo principado y autoridad y poder y señorío . . . (Efesios 1:21).
Necesitamos abrir nuestros ojos y
ver qué cambio más maravilloso se ha efectuado. Mientras que el Señor
Jesús andaba aquí en la tierra, Él era dócil y humilde. Pero ahora ha
sido recibido de regreso en el Cielo y exaltado al lugar de honor a la
derecha de Su Padre. Nadie jamás recibirá un puesto de honor y autoridad
como el que recibió el Señor Jesucristo.
El Nombre Dado al Señor Jesucristo
Antes de nacer el Señor Jesús, le fue profetizado,
. . . y se llamará su nombre Admirable . . . (Isaías 9:6).
Esta profecía ha sido cumplida en una manera maravillosa, porque Dios le ha dado un nombre, el cual es sobre todo nombre. El nombre "Jesucristo" es verdaderamente admirable. Podemos pensar en muchos nombres grandes en la Biblia. Podemos pensar en Moisés quien fue llamado "el varón de Dios".
Pensamos en David de quien dijo Dios que era un hombre según la
voluntad de Dios para el hombre. Podemos pensar en otros nombres grandes
en la historia del mundo. Pero hay un nombre que es sobre todo
nombre—el nombre "Jesucristo". Dios dice que nunca ha sido y nunca habrá nombre tan grande como este nombre, y es cierto. ¡El nombre "Jesucristo" es sobre todo nombre en este mundo o en el mundo venidero!
Hay un pasaje en Filipenses que cuenta de una manera hermosa cómo Jesús se humilló y como Dios lo ha exaltado:
. . . Cristo Jesús, el cual, siendo en forma
de Dios . . . se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por
lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre . . . (Filipenses 2:5-9).
Dios el Padre ha declarado solemnemente que, algún día, toda rodilla se doblará al Señor Jesús y toda lengua confesará que Él es Señor. La Biblia dice,
para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla . . . y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10-11).
Jesucristo es Señor de Todo
Lo que sigue son unos de los nombres dados al Señor Jesús en la Biblia:
"Maestro y Señor" . . . . . . . . . (Juan 13:13)
"Señor y Cristo" . . . . . . . . . (Hechos 2:36)
"Señor de todos" . . . . . . . (Hechos 10:36)
"Rey de Reyes y Señor de Señores" . . . . . . . (Apocalipsis 19:16)
El nombre "Señor" quiere decir "amo".
Dios el Padre ha hecho al Señor Jesucristo gobernador y Señor de todo
el universo. Él debe gobernar y reinar, y todos tienen que sujetarse a
Él y obedecerle.
Jesucristo tiene que ser el Señor de Nuestras Vidas Ahora
Si somos cristianos, pertenecemos al Señor Jesucristo. Él nos ha comprado con Su propia sangre. La Biblia nos recuerda que,
no sois vuestros . . . Porque habéis sido comprados por precio
(1 Corintios 6:19-20).
Es el propósito de Dios que Jesucristo sea no solamente nuestro Salvador, sino también nuestro Señor. La Biblia dice,
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y
volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven
(Romanos 14:9).
Sabemos que Jesucristo es el Señor del Cielo; por eso, Él es Señor de
todos los que han muerto y han ido al Cielo. También es el propósito de
Dios que Jesús reine como Señor en nuestras vidas aquí en la tierra
para que Él pueda guiar nuestras vidas a la voluntad perfecta de Dios.
Aunque el Señor Jesús está
presente en la vida de cada creyente, Él no puede dirigir aquella vida
si no se le reconoce como Señor. Él tiene que ser Quien decida qué es lo
que debemos de hacer. Tiene que llegar el día en que le hagamos Señor
de nuestra vida—un día tan definitivo como el día en que le recibimos
como nuestro Salvador.
Tal vez tú nunca antes te habías
dado cuenta que Dios ha hecho a Jesucristo el Señor de todo. Tal vez el
Espíritu de Dios te ha mostrado que Él debe tener el mismo puesto en tu
corazón que tiene en el universo. Tal vez ahora quieras hacerle Señor de
tu vida para que puedas conocer la voluntad perfecta de Dios para tu
vida. Aquí tienes una oración que quizás quieras orar:
Señor Jesús, tú eres Señor del Cielo y de la
tierra. Quiero que tú seas Señor de mi vida. De ahora en adelante, tú
eres mi Señor. Soy tu siervo(a). Enséñame tu voluntad perfecta para mi
vida. Sea hecha tu voluntad, y no la mía, en mi vida. Amén.
Versículos para memorizar de la lección 6:
La cual operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre
que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero (Efesios 1:20- 21).
Para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de
la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10-11).
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y
que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los
cuales son de Dios (1 Corintios 6:19-20).
A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos (Mateo 10:32).
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven (Romanos 14:9).
El Puente
Una Alegoría
por W. C. Irvine
En mi sueño vine a la orilla de un
gran río. Barcos de diferentes clases y tamaños constantemente cruzaban
para la otra orilla; algunos parecían de una clase especial y siempre
cruzaban seguros, pero muchos, muchísimos, no llegaron a la otra orilla.
Pasado el tiempo un gran puente fue construido a un costo tremendo,
el cual amplió el río, y sobre este puente día y noche pasaba una
corriente continua de personas—ancianos y jóvenes, ricos y pobres, sin
temor de las traicioneras aguas abajo. A pesar que muchas personas
cruzaban el puente con mucho gozo y canto, miles llegaban a las orillas
del río y con mucho dolor y grande gasto construyeron sus barquillos y
se embarcaban para la otra orilla— pero lástima, sin éxito. Los barcos
que anteriormente habían cruzado con seguridad ahora ya no estaban, ni
uno desembarcaba; todos los demás como antes, se perdían.
Queriendo saber el significado de
todo esto, me acerqué a un guardián vestido de blanco, quien
bondadosamente me informó. Me dijo, "este el río de la muerte, cada
momento algunos están partiendo de su hogar terrenal para el más allá.
Pero, lástima, la gran mayoría rehúsa el paso seguro por el bien
construido puente, prefiriendo confiar en sus propias fuerzas para la
seguridad. Sus pequeños barcos luego naufragan y se pierden."
"Pero," dije yo, "¡ antes que se construyera el puente muchos tuvieron éxito en llegar a la otra orilla, y ahora no lo hacen!"
"Ah," dijo el guardián, "antes que
viniera Cristo, algunos obedientes a la ley de Dios y confiando en Él,
llevaron el sacrificio convenido, y por la eficacia de la obra de Cristo
en el Calvario, llegaron al otro lado seguros. Ahora no está hecha tal
provisión; en Cristo, y solamente en Cristo hay seguridad. El puente es
Cristo."
"Pero," dije yo, "¿por qué no cruzan todos por el puente? ¿Hay tales
condiciones puestas que lo hacen imposible para la mayoría usarlo?"
"No, no," contestó él, "para
nosotros que observamos, aquí está el misterio de las edades. El
puente es GRATIS para todos quienes con fe sencilla aceptan al Cristo de
Dios como su Señor y Salvador."
"Pero," me atreví a preguntar, "¿esto lo saben todos los habitantes de la tierra?"
"Sí, a la verdad, aunque parezca
increíble, el Creador del Cielo y la tierra ha proclamado esta noticia
bendita por unos 2000 años; y sin embargo—"
¡Y SIN EMBARGO MUCHOS QUE LEEN ESTA PUBLICACIÓN ESTÁN TRATANDO DE LLEGAR AL CIELO POR HACER BUENAS OBRAS! ¿Y TÚ?!
¿Crees Tú de VERDAD?
Esto es lo que escribió un ateo (uno que no cree en Dios):
Si creyera yo de verdad, como
millones afirman creer, que el conocimiento y la práctica de la religión
en esta vida influye en el destino en otra vida, la religión
significaría todo para mí. Yo rechazaría los placeres terrenales como
basura, las preocupaciones terrenales como locuras y los pensamientos
terrenales como vanidad. La religión sería mi primer pensamiento al
despertar, y mi última imagen antes que el sueño me hundiera en la
inconsciencia. Yo trabajaría solamente por esta causa. Pensaría
solamente en el mañana de la Eternidad. Estimaría que un alma ganada
para el Cielo valdría una vida de sufrimiento. Las consecuencias
terrenales nunca me detendrían ni sellarían mis labios. La tierra, sus
goces y sus tristezas no ocuparían por un momento mis pensamientos.
Lucharía para estar ocupado sólo con la Eternidad y las almas inmortales
alrededor de mí, prestos para ser eternamente felices o eternamente
miserables. Iría a todo el mundo y les predicaría a tiempo y fuera de
tiempo, y mi texto sería,
"¿QUÉ APROVECHARÁ AL HOMBRE SI GANARE TODO EL MUNDO, Y PERDIERE SU ALMA?"