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biblias y miles de comentarios
Capítulo 8
Cómo Desplegar un Ataque Ofensivo
Y tomad … la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
Efesios 6:17b–18
En enero de 2002, cuando regresé a mi apartamento después de unas conferencias sobre la doctrina de la salvación en un país de Europa oriental, fui asaltado por dos hombres que me tiraron al suelo, me ataron y amordazaron, y corrieron un cuchillo de arriba a abajo por mi espalda mientras gritaban: -¡Mafia, mafia!-. Dios gentilmente me liberó y confortó enormemente con su palabra durante esta prueba de 45 minutos, pero ustedes entenderán que me consideré hombre muerto.
Como sea, la mafia no siempre es tan descarada o agresivamente abierta. Más frecuentemente, ellos, como Satanás, manejan una organización y operaciones camufladas. ¿Conoce las direcciones de los líderes de la mafia? ¿Los reconoce bajo sus finos trajes de negocios y sus negocios aparentemente legítimos? Sabemos que la mafia controla los negocios de lavado de dinero, varios anillos de prostitución y toda clase de crímenes, pero es difícil incriminarlos. En el periódico de anoche leí que uno de los líderes de la mafia era tan resbaladizo que aun cuando se le imputaba más de una docena de cargos, el jurado lo absolvió y pronto será puesto en libertad.
La mafia espiritual de Satanás controla a la gente y las naciones; algunas veces abierta y descaradamente, pero con más frecuencia de un modo camuflado. Necesitamos mucha sabiduría y fortaleza, no solamente para defendernos contra sus ataques, sino también para buscarlo ofensivamente y salir al ataque en las fuerzas de nuestro Dios. Pablo nos dice cómo hacerlo en Efesios 6:17b–18, presentándonos con tres potentes armas en nuestra batalla contra el archienemigo de nuestro Salvador.
La espada del Espíritu
La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (6:17b) es una pieza única de la armadura al pelear contra Satanás, pues tanto ataca al enemigo como lo repele. Dios magnifica su palabra al usarla como una espada de doble filo (Hebreos 4:12). El Espíritu Santo, el autor de la palabra “exhalada” de Dios, nos capacita para interpretar y usar esta palabra. He aquí la forma en que la espada del Espíritu puede utilizarse para combatir a Satanás:
1. Es una defensa contra Satanás. Jesús pone el ejemplo aquí. Él respondió cada vez, a las tentaciones de Satanás en el desierto, con un “escrito está” (Mateo 4:1–11). Sus palabras llenas de la Escritura se hundieron como acero en el corazón de Satanás. De esa forma nosotros, también, necesitamos responderle a Satanás. El combate mano a mano con Satanás y la tentación rara vez funciona. Necesitamos la espada del Espíritu en nuestra mano.
Satanás no puede derrotar a un creyente que ejerce con fe las promesas de la Biblia. La fe confía en las promesas de Dios. Cuando Satanás dice: “Un día caerás en mis manos”, la fe dice: -No-, y levanta la palabra de Dios como una espada, diciendo: “Estoy persuadido de que el que comenzó la buena obra en mí la continuará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Cuando Satanás lanza la duda: “Tu pecado es muy grande”, la fe responde diciendo: “Él puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25). Para cada dardo de Satanás, Dios ha proporcionado una defensa segura en su palabra. Calvino escribió: “La única forma de vencer a Satanás es ceñirse a la palabra de Dios en su totalidad”.
2. Es un arma ofensiva contra Satanás. Peleamos contra Satanás al cobijarnos en Cristo. Peleamos contra él con una defensa inexpugnable. Pero también peleamos contra Satanás tomando la ofensiva contra él. La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, nos da indicaciones claras, poderosos motivos, ricos estímulos y ejemplos instructivos que nos equipan bien para enfrentar a Satanás.
No viva solamente por el pan, sino por cada palabra de Dios. Familiarícese íntimamente con la Biblia al estudiarla y memorizarla cada día. Eso conservará con filo la espada de Dios en su mano. Conserve la espada pulida y brillante viviendo las verdades de la Biblia diariamente. Mantenga la espada lista en todo momento mediante la oración constante. Hable; dé testimonio de la verdad de la Escritura. Lleve la luz de la palabra de Dios a un mundo oscuro, haciendo brillar su luz en cada oscura esquina.
Pida la sabiduría del Espíritu Santo para blandir la espada de la Escritura contra Satanás. El Espíritu es el autor e intérprete por excelencia de la palabra de Dios, así que busque su sabiduría. El Espíritu se deleita en abrir nuestras mentes a su palabra. Él nos mostrará cómo usarla como una espada contra Satanás.
Para los ciegos, la Biblia es un libro común, lleno de errores. En las manos del Espíritu, la Biblia es poder sobrenatural. Hebreos 4:12 dice que la palabra de Dios “es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu”. Cuando usted usa la palabra de Dios con conocimiento de causa contra los ataques demoníacos, Satanás sentirá la espada del Espíritu penetrar sus coyunturas y tuétanos, cortando su fuerza y todos sus planes más avispados.
Al depender del Espíritu, use la espada de la Biblia para mantener su posición contra Satanás, para acometerlo, para correr contra él, para derrotarlo y echarlo fuera del campo. Confíe en la palabra de Dios. Nunca le fallará, ni siquiera en el espesor de la batalla contra Satanás (Apolión), y como dice Bunyan tan intensamente respecto a los cristianos que pasan por el valle de la humillación:
Pero como Dios lo tenía, mientras Apolión asestaba su último golpe, para terminar por completo con este buen hombre, Cristiano extendió ágilmente su mano para tomar su espada, y al hacerlo dijo: “No te regocijes contra mí, oh enemigo mío: pues cuando caiga he de levantarme”; y con ello le asestó un golpe mortal, que le hizo replegarse, como quien ha recibido una herida mortal. Cristiano, al percibirlo, volvió a atacarlo, diciendo: “Y en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. Y con ello Apolión extendió sus alas de dragón, y se fue a toda prisa.
Orando en el Espíritu
“Orando en todo tiempo, con toda oración y súplica en el Espíritu” (6:18a). La oración es la segunda arma ofensiva contra Satanás. Martín Lucero dijo: “La oración es una fuerte muralla y fortaleza de la iglesia; es un arma divina para los cristianos”. Juan Bunyan dijo: “La mejor arma en el almacén de Dios es el arma de la oración”.
La oración es crítica porque cada pieza de la armadura cristiana es inútil sin ella. La oración es como el aceite. Así como cada pieza de una maquinaria es inútil sin aceite, de la misma forma cada parte de la guerra cristiana es vana sin la oración. Pelear contra Satanás sin oración es como cuando David iba a enfrentar a Goliat en la armadura de Saúl. La armadura no ajusta bien y no es efectiva contra los golpes del enemigo.
Al confrontar a Satanás a través de la oración, Pablo nos indica hacer lo siguiente:
1. Oren siempre. Hace algunas generaciones, varios ministros se reunieron en las montañas de Escocia para discutir lo que significaba “orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Tras una considerable discusión, un ministro preguntó a una señorita de la servidumbre si ella sabía lo que eso significaba.
“Sí señor -respondió ella-. Cuando me levanté de la cama esta mañana, oré porque el sol de justicia levantara sus alas con sanidad sobre mí en este día. Cuando me vestí, oré por ser ataviada con la justicia de Cristo. Mientras sacudía los muebles de esta habitación, antes de que ustedes llegaran, oré porque el Señor limpiara mi corazón por medio de la sangre de Jesús. Cuando preparé sus refrigerios, pedí que Jesucristo fuese mi alimento y mi bebida. Señor, oro por mi camino cada día, pues la oración es mi aliento, mi vida”.
La oración sin cesar significa orar en horarios y estaciones establecidas, así como enviar cortas peticiones a Dios a lo largo del día. Significa orar en momentos establecidos para la oración y orar cada vez que sienta el mínimo impulso de hacerlo. La oración es más importante que cualquier otra cosa que usted esté haciendo. Spurgeon dijo: “Debemos hacernos adictos a la oración”.
2. Oren con oración y súplica. Aunque Pablo parece ser redundante en Efesios 6:18, no lo es. Pablo está diciendo: “Oren con una sentida y suplicante oración. Oren de verdad en su oración”. Desgraciadamente, frecuentemente fallamos lastimosamente al usar el arma de la oración. Satanás puede cabecear al lado de nuestras oraciones ausentes de oración.
Las notas al margen en Santiago 5:17, en la versión King James de la Biblia, dicen que Elías “oró en su oración”. Eso significa que el profeta Elías en verdad oró con todo su corazón. Samuel Rutherford dijo que la condición del corazón en la oración es más importante que las palabras que se dicen. Él escribió: “Un limosnero mudo obtiene más limosna cuando no puede hablar que cuando lo hace. Las lágrimas tienen una lengua, una gramática y un lenguaje que el Señor puede entender mejor que las palabras”. Bunyan lo puso de este modo: “Es mejor, cuando oren, que su corazón se quede sin palabras y no que haya palabras sin corazón”.
3. Oren con toda oración. Esto significa, orar reconociendo a Dios en todos sus caminos y confiando que Él enderezará todas sus veredas (Proverbios 3:5–6). Lleve todas sus necesidades ante Dios, grandes y pequeñas. Tal como Mary Winslow le dijo a su hijo: “Dile al Señor todo sobre ti, como si no te conociera en absoluto, aun sabiendo que Él conoce todas las cosas”. Confíe su ser y todas sus necesidades en las manos competentes de Dios, si quiere derrotar a Satanás tanto en las cosas pequeñas como las grandes.
4. Oren en el Espíritu. En Romanos 8:26 dice que el Espíritu Santo nos ayuda a orar en nuestra debilidad e intercede por nosotros con gemidos indecibles. El Espíritu Santo nos muestra cuán miserables somos por naturaleza y cuán grande es nuestra deuda con Dios. El Espíritu también nos capacita para tener pensamientos de salvación de Dios, de Cristo, y de cosas benditas. Nos da fe y nos ayuda a expresar nuestras necesidades y pensamientos en la oración. Nos aleja de la hipocresía, la frialdad y todo lo impropio.
Permítanme ilustrar la forma en que el Espíritu Santo hace esto. Un pequeño niño estaba siendo instruido por su padre sobre cómo dirigir un barco. Mientras el niño navegaba, su padre se colocó justo detrás de él. El padre sabía que si no ayudaba a su hijo, el bote chocaría contra las rocas o podría ser arrastrado por la corriente. Sin embargo, el padre no quitó a su hijo diciéndole que sería mejor que él tomara el timón. Se inclinó sobre su hijo, puso sus manos sobre las del niño, y guió las manos de su hijo en la rueda. Con las directrices de su padre, el hijo condujo el barco a salvo.
De la misma manera, mis amigos, oramos mejor cuando el Espíritu toma nuestro corazón y guía nuestros pensamientos, conduciéndonos en el curso que ha trazado para nosotros. De la misma forma en que este niño no podría conducir el barco por sí mismo, nosotros tampoco podemos orar adecuadamente sin el Espíritu Santo. Confiemos en Él y busquemos ser llenos de Él (Efesios 5:18).
Martin Lloyd-Jones dijo: “Todo lo que hacemos en la vida cristiana es más sencillo que la oración”. Si usted desea orar en el Espíritu para pelear contra Satanás, haga lo siguiente:
• Apóyese en Cristo. En Él, toda oración es efectiva.
• Haga de la oración una prioridad. Bunyan dijo: “Usted puede hacer algo más que orar después de que ha orado, pero no puede hacer nada más que orar hasta que ore”.
• Encuentre la dulzura en la oración. Cuando yo tenía nueve años, mi papá me dijo: “Recuerda siempre que un verdadero creyente tiene un lugar al que ir, el trono de gracia. La oración es el regalo de Dios dirigido a Él mismo. Él es un Dios dador de oración, oyente de la oración y respondiente de la oración”.
William Bridge dijo: “Orar es misericordia, aunque [quizá] nunca reciba la misericordia que pedí”. Joseph Hall lo puso de esta forma: “Las buenas oraciones no regresan en llanto, pues estoy convencido de que recibiré lo que pedí o lo que debería estar pidiendo”.
• Repita las promesas de Dios. Dios es el cuidador de su propia palabra. Tome su palabra. Él hará que la oración sea efectiva para usted.
Si Satanás descansa contento a nuestro lado porque sabe que carecemos del aliento y la vitalidad de la oración genuina, nuestra oración no tendrá poder contra él. Debemos usar lo que Bunyan definió como “el arma de toda la oración”. Si creemos que el hombre es hombre y que Dios es Dios, debemos ser persistentes al orar en nuestras oraciones.
Velar con perseverancia
“Velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (6:18b). El verdadero soldado debe montar guardia en su puesto; debe estar vigilante, atento y alerta. De la misma forma, el soldado de Cristo debe velar y orar para evadir los ataques de Satanás.
Pablo conjunta la oración y la vigilancia en un versículo (6:18b) porque en verdad son inseparables. Nuestros días generalmente van mal porque fallamos al empezar el día con una oración sentida. También oramos pobremente cuando nos retiramos en la noche porque no hemos estado vigilantes durante el día. “Velad y orad”, dijo Jesús (Mateo 26:41).
El diablo adora trabajar con cristianos soñolientos. Las vírgenes insensatas se perdieron la recepción del Novio porque a sus lámparas se les agotó el aceite. En su libro, El progreso del peregrino, el Cristiano de Bunyan perdió su rollo, simbolizando su garantía de fe, cuando se quedó dormido.
Podemos derrotar a Satanás solamente si velamos y oramos. Hacemos esto al:
• Estar conscientes constantemente. Debemos estar conscientes de lo que sucede en nuestros corazones y en los corazones de nuestra familia y hogar. Debemos estar conscientes de las necesidades de la iglesia y los hijos de Dios. Debemos estar conscientes de las necesidades de nuestra ciudad, nuestro estado y nación. Debemos estar conscientes de lo que sucede en el gobierno y los asuntos mundiales. Debemos ampliar nuestro sentido de conciencia, pues ello nos dará mas material para interceder.
• Interceder por otros. Debemos orar por los ministros y el progreso del Evangelio. Pablo lo solicita en los versículos 19–20. También debemos orar con toda oración y “suplica por todos los santos” (v. 18b). Nunca nos parecemos más a Cristo que cuando nos comprometemos con una intercesión sincera. T. J. Bach dijo que muchos de nosotros no pueden alcanzar el campo de la misión a pie, pero podemos hacerlo de rodillas. La intercesión nos aleja del egoísmo, en el que Satanás se deleita tanto cuando lo ve; nos eleva por sobre nosotros mismos, nos da gozo en el servicio, y nos permite mantener a raya a Satanás.
• Perseverar. La palabra griega utilizada aquí como perseverancia significa perseguir hasta alcanzar a la presa. Continúe mientras vigila, recordando que: “A su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). Siga tocando a la puerta de la gracia de Dios. No se vaya tras tocar una vez, como un vendedor descorazonado. Sea como la Misericordia en el libro de Bunyan, El progreso del peregrino, quien se mantuvo tocando al punto de desmayarse hasta que Dios le respondió. Vele por la respuesta de Dios. No le de la espalda.
• Atento en todas las cosas. Eso le ordenó Pablo a Timoteo (2 Timoteo 4:5). Obedezca el llamado: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19). Como escribió E. M. Bounds: “Velar, es la clave para mantenerse a salvo. [Debemos permanecer] bien despiertos no solamente cuando vemos su forma y tememos su presencia, sino bien despiertos para verlo cuando está oculto, repelerlo cuando viene en alguno de sus diez mil pretextos o disfraces este es nuestro curso sabio y seguro” (Satan: His Personality, Power and Overthrow [Satanás: su Personalidad, Poder y Derrocamiento], p. 144).
Estar firmes por Jesús
El soldado bien ataviado que describe Pablo en Efesios 6:14–18 nos da una imagen completa de cómo pelear contra Satanás. Bajo la dependencia del Espíritu, y con la fortaleza de Cristo, use diariamente cada pieza de la armadura lleno de la oración, recordando que Samuel Rutherford dijo: “Satanás solamente es el maestro esgrimidor de Dios para enseñarnos a utilizar nuestras armas”. No permita que ninguna pieza del armamento de Dios permanezca colgada y sin usar en el fondo de su gabinete. Necesita todas. Confíe en que Dios le ayudará; no lo haga con su propio entendimiento. Como advirtió Calvino: “Si peleamos contra Satanás de acuerdo con nuestra propia visión de las cosas, nos abrumará cientos de veces y nunca seremos capaces de resistir”.
Vean a Cristo, recordando que Él mismo vistió las armas de Efesios 6, tal como Isaías lo señala en el Antiguo Testamento:
El Mesías ciñó sus lomos con la verdad, al temer a Dios y caminar en el poder y la sabiduría del Espíritu. (Isaías 11:5). Jehová se coloca la coraza de la rectitud para liberar a su pueblo de la esclavitud del pecado (59:17). El mismo Señor viene—con los pies calzados—anunciando las buenas nuevas de paz a los cautivos en el pecado y el juicio (52:7). Jehová es el escudo tras el que la fe se refugia de los enemigos. Jehová usa el yelmo de la salvación al traer liberación del poder del pecado y otorgar su Espíritu y su palabra (59:17). La espada del Espíritu es la palabra de Dios y procede de la boca del Mesías, el Sirviente que liberará a las naciones del poder de la oscuridad (49:2). La oración es la forma en que todo esto sucede, pues la oración confía en el Señor (Powlison, Power Encounters [Encuentros de Poder], p. 114).
Como un creyente en Cristo, coloque su guerra espiritual en las manos de Cristo. Recuerde que a fin de cuentas, la batalla contra Satanás no es suya, sino de Él (2 Crónicas 20:15). Jesucristo no perderá la batalla contra el Príncipe de este mundo. Usted es parte de su cuerpo, de la iglesia, y Él no renunciará a su novia.
Ánimo, soldado. Tiene muchos consuelos. Está en una posición fuerte, al estar “en Cristo”. Tiene todo el equipo que necesita: toda la armadura de Dios. Tiene la ayuda de un Gran Guerrero, el mismo Maestro y Guía de David, el Espíritu Santo (Salmos 18, 144). Él hace que el diablo sea “quien lo pula, en tanto que intenta ser [su] destructor”, escribió Stephen Charnock. Usted tiene la promesa de la ayuda en el día aciago y la victoria garantizada en el día final. Usted está del lado ganador; a final de cuentas, como escribió William Gurnall: “Dios ha establecido que el diablo se atrapará a sí mismo”. Tal vez pierda algunas escaramuzas con Satanás, pero por medio de Jesucristo, ganará la guerra.
¡Estad por Cristo firmes! Las fuerzas vienen de El.
El brazo de los hombres es débil y es infiel.
Vestíos la armadura, velad en oración.
Deberes y peligros demandan gran tesón.
Oremos con un Puritano:
Oh, Tú, cuya promesa es bálsamo,
cada toque: vida,
acércate a Tu guerrero cansado.
Restáurame, que pueda volver a erguirme para enfrentar los conflictos,
y nunca cansarme hasta que mi enemigo sea pisoteado.
Dame tal comunión contigo que yo pueda desafiar a Satanás,
negar la incredulidad, la carne y el mundo …
Dame un trago de la fuente eterna
que yace en tus decretos y amor, inmutables y eternos.
Y que entonces mi mano nunca se debilite, ni mis pies tropiecen,
que mi espada nunca descanse, y mi escudo jamás se oxide,
que mi yelmo nunca se sacuda, y mi coraza jamás se caiga,
en tanto mi fuerza resida en el poder de tu fortaleza.
(Valley of Vision [El Valle de la Visión], p. 181)
PARTE TRES
LAS ESTRATEGIAS DE SATANÁS:
Sus artimañas y cómo resistirlas
Capítulo 9
La Habilidad de Satanás y Sus Estrategias
En su libro, Satanismo, Bruce Frederickson escribió: “En la historia del caballo de Troya, en vez de atacar directamente la ciudad de Troya, los soldados griegos construyeron un enorme caballo de madera, hueco. Lo dejaron enfrente de las puertas de la ciudad. Pensando que el caballo era un regalo, los troyanos lo llevaron al interior de las murallas de la ciudad para admirarlo. Cuando los troyanos se fueron a dormir, los griegos se arrastraron fuera de su escondite, dentro del caballo, y tomaron la ciudad por sorpresa. Satanás frecuentemente obra de esa manera; ataca por detrás [y desde el interior] donde menos se le espera”.
Nos enfrentamos más a las maniobra y estrategias de Satanás cuando experimentamos más a Dios, porque Satanás abomina ver un verdadero cristiano en comunión con Dios. Como dijo Lutero: “Donde Dios construye una iglesia, el diablo construye una capilla. Porque incluso el diablo es el imitador dios”.
Los puritanos, quienes experimentaron una gran intimidad con Dios, se familiarizaron grandemente con las estrategias y las artimañas de Satanás. Frecuentemente escribieron con gran detalle sobre la guerra espiritual. En esta sección del libro, quiero conjuntar en lenguaje contemporáneo la esencia de lo que seis autores puritanos dijeron al respecto de las estratagemas de Satanás y los remedios que proponen en los siguientes trabajos:
• Thomas Brooks, Remedios Preciosos Contra las Artimañas del Diablo, un renombrado clásico que ha sido traducido al español por la editorial Publicaciones Faro de Gracia.
• Richard Gilpin, A Treatise on Satan’s Temptations [Tratado de las Tentaciones de Satanás], un clásico de 500 páginas que recientemente fue reimpreso por Soli Deo Gloria.
• William Spurstowe, The Wiles of Satan [Los Engaños de Satanás], un pequeño trabajo único, pero útil, reimpreso recientemente por Soli Deo Gloria.
• John Downame, The Christian Warfare [La Guerra Cristiana], un trabajo exhaustivo de dos volúmenes y 1,800 páginas, que no se ha vuelto a imprimir desde el siglo XVII.
• William Gurnall, The Christian in Complete Armour [El Cristiano Vestido de Toda la Armadura], un detallado trabajo sobre Efesios 6:10–20, reimpreso por Banner of Truth Trust.
• Thomas Goodwin, A Child of Light Walking in Darkness [Un Hijo de la Luz Caminando en la Oscuridad], el cual tiene una sección muy útil sobre la actividad de Satanás en nuestra oscuridad espiritual (The Works of Thomas Goodwin [Las obras de Thomas Goodwin], 3:256–288).
• Frederick S. Leahy, Satanás Echado Fuera, ha sido traducido al español por la Editorial Peregrino.
Aquí responderé tres preguntas: En primer lugar, ¿qué significan estrategias, artimañas, y otros términos relacionados? En segundo, ¿por qué Satanás tiene tanta habilidad para tentarnos? Y en tercero, ¿cuáles son algunas de las principales estrategias y artimañas, y qué remedios nos proporciona Dios para pelear contra ellas?
Los términos, estrategias y artimañas
Esta semana, mi familia tiene un número desconocido de familias viviendo con nosotros: familias de ratones. Mi esposa y yo estamos manejándolo con relativa calma y lógica. Establecimos cuatro círculos concéntricos. Primero, el círculo del exterior, es nuestra meta: remover a todos los ratones de nuestra casa. Después, un círculo un poco más pequeño, es nuestra estrategia o plan: adquirir una variedad de trampas para atrapar a los ratones. Actualmente nuestra casa está llena de ratoneras, cebaderos y placas pegajosas. Un tercer círculo más pequeño nos insta a utilizar una variedad de artimañas o cebos para atrapar los ratones, desde el queso hasta la mantequilla de maní, para atraerlos a que sean presa de nuestra estrategia. Finalmente, el círculo al centro consiste en los remedios: sacar de la casa a los ratones muertos que quedaron en las ratoneras para deshacernos de ellos; sacar a los ratones vivos que quedaron atrapados en las placas pegajosas y matarlos (mi método menos predilecto, porque rehuyo matar lo que sea); o deshacernos de los restos muertos de los ratones envenenados, siempre y cuando los podamos encontrar (el método menos predilecto de mi esposa, porque no le gusta la idea de tener ratones muertos en algún lugar desconocido de la casa). Hasta ahora hemos eliminado a cuatro ratones de la casa, pero me temo que tenemos un largo camino por delante.
Satanás nos engaña como nosotros a estos ratones, pero su misión de cuatro círculos concéntricos es más compleja. El mayor de sus círculos, el de metas (también llamado propósitos u objetivos), que está diseñado para herir la gloria de Dios, tiene al menos cuatro pliegues: (1) destruirnos porque reflejamos la imagen de Dios, (2) derribar el reino de Dios, (3) mantener el control de lo que aún posee y (4) recuperar el territorio perdido. Estas metas ya han sido abordadas en cierta medida, así que no ahondaremos más en ellas por ahora; queremos enfocarnos más en este asunto.
El segundo círculo, más pequeño, representa las estrategias o planes de Satanás. El término estrategia se refiere a la ciencia de comandar, o de liderar un ejército. Es un término que abarca todo, pero también puede ser utilizado para planes o trampas específicas en una guerra o campaña. Satanás tiene muchas trampas por utilizar, incluyendo las ratoneras, los cebaderos y las placas pegajosas. En esta sección del libro, estudiaremos de cerca cuatro de sus muchas estrategias: las estrategias de Satanás para atraernos al pecado, para dificultar nuestra disciplina espiritual, para tergiversar a Dios y la verdad, y para oponerse a nuestra santificación.
El tercer círculo, más reducido, son las artimañas de Satanás, por medio de las que lleva a cabo sus estrategias y metas. El término artimañas (del griego: noema) sugiere los pensamientos y acciones involucrados en engañar a alguien, como las emboscadas en la guerra, los movimientos falsos en un deporte o las falacias en un debate. En 2 Corintios 2:11, Pablo ofrece orientación a la iglesia de Corinto para lidiar con una persona incestuosa, “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”. Pablo les advierte a los corintios que no permitan que Satanás gane ventaja sobre ellos al hacer que se entusiasmen tanto contra el pecado de la persona incestuosa que puedan rechazar su arrepentimiento sincero. De ser así, el hombre estaría abrumado por la vergüenza y Satanás podría burlarlos.
Así es, Pablo no ignoraba la estrategia de Satanás para destruir a la iglesia de Corinto. El primer ardid de Satanás fue alentar una disciplina más relajada, y con ello afloraron toda clase de desórdenes (ref. 1 Corintios). Cuando la iglesia se arrepintió, el siguiente ardid de Satanás fue promover una disciplina severa en la iglesia, incapaz de perdonar. A lo largo del camino, Satanás ha manejado la misma estrategia, pero ha utilizado diferentes artimañas. Pablo advierte contra el abuso de la disciplina en la iglesia, para que no fuera a ser que Satanás consumara su estrategia contra la iglesia de Corinto.
El término artimañas tiene varios sinónimos, de los que solo mencionaré los tres más importantes. Un sinónimo bíblico es estratagema o acechanza, del griego methodeia, y raíz de la palabra método. Las dos veces que se menciona esta palabra en el Nuevo Testamento aparecen en Efesios (4:14; 6:11) e indican un método astuto, negativo, que implica engaño. Algunas traducciones de Efesios 6:11 utilizan “las artimañas del diablo” en vez de “las acechanzas del diablo”. Otro sinónimo, maquinación, es únicamente una parte de un plan o estrategia; se refiere a un ardid o truco sucio que siempre implica engaño. Por lo tanto, las artimañas, maquinaciones, acechanzas y estratagemas, todas llevan el mismo significado.
Finalmente se encuentra el círculo central: los remedios. Y aquí es donde mi analogía con los ratones se derrumba, porque necesitamos contrarrestar a Satanás implementando los remedios bíblicos que Dios proporciona, de modo que Satanás no nos lleve al infierno para destruirnos para siempre.
Ahora queremos enfocarnos en los círculos internos de las estrategias y artimañas de Satanás y los remedios contra ellas. William Spurstowe nos advirtió: “Satanás está lleno de artimañas y estudia las artes del embuste por las que incansablemente busca la ruina irrecuperable de las almas de los hombres” (p. 6). Tal como es esencial para los líderes militares registrar las estrategias y las artimañas del enemigo en la guerra, también es vital para los verdaderos cristianos familiarizarse con su enemigo, Satanás, y sus métodos para pelear en batalla. Necesitamos estudiar las estrategias y artimañas que Satanás utiliza actualmente para ser capaces de pensar más allá y actuar conforme a los remedios de la escritura de Dios.
Las habilidades de Satanás para tentarnos
Antes de profundizar en las artimañas de Satanás, necesitamos preguntarnos: ¿Qué hace que Satanás sea tan hábil al tentarnos para pecar a través de diversas artimañas? William Spurstowe proporciona las seis razones a continuación:
1. El poder intelectual y Satanás, el ser espiritual. Cuando la gente se tienta entre sí, lo hace con acciones patentes. Por ejemplo, José probó la lealtad de sus hermanos hacia su hermano menor, Benjamín, al pedirle a su mayordomo que escondiera su copa en el saco de Benjamín. Pero Satanás, que es un espíritu, no requiere de acciones patentes. Él puede cazar directo la mente, tentándonos a ceder a sus artimañas. Satanás pudo entrar al corazón de Judas Iscariote y tentar al discípulo para traicionar a Cristo (Juan 13:2). Satanás pudo entrar al corazón de Ananías y tentarlo a mentirle al Espíritu Santo (Hechos 5:3).
Aunque haya caído, Satanás todavía es un ángel, de modo que intelectualmente es muy superior a nosotros. Eso lo hace muy peligroso. Jonathan Edwards dijo: “El diablo fue educado en la mejor escuela celestial del universo, es decir, el cielo de los cielos”. Calvino se refirió a él como “un teólogo perspicaz”. Además, este ángel caído es capaz de esconder su mortal veneno intelectual bajo “una hermosa piel brillante”. El gran intelecto de Satanás y sus astutos engaños deberían hacernos especialmente cautelosos, pues sabemos que no podemos derrotarlo por medio de nuestras limitadas capacidades intelectuales (Spurstowe, The Wiles of Satan [Los Engaños de Satanás], p. 14).
2. La experiencia y el trabajo de Satanás. El diablo es viejo pero no es débil. Sus tentaciones son como flechas de un hábil arquero que rara vez falla en dar en el blanco (Jeremías 50:9). Al paso de los siglos ha dominado el arte de la maldad. Satanás sabe por experiencia cuándo es el mejor momento para disparar sus flechas. Sabe qué carnada utilizar cuando pesca. Tienta a los jóvenes con la belleza, a los ahorradores con dinero, a los ambiciosos con poder. William Jenkyn dice: “Tiene una manzana para Eva, uvas para Noé, un cambio de vestiduras para Giezi, y una bolsa para Judas”. Tiene notable experiencia en derribar cada defensa que se levanta en contra de ceder a sus tentaciones.
Satanás sabe cómo disfrazar el pecado dándole un falso aspecto. Spurstowe dice que tal como Apeles pintó únicamente un lado del rostro del rey Antígono I para encubrir el lado que no tenía ojo, así pinta Satanás la media cara del pecado.
Satanás es experto en desviar nuestras defensas. Los creyentes frecuentemente quedan asustados y perplejos cuando son tentados porque Satanás responde rápida y efectivamente a sus argumentos contra el pecado. Esta pronta respuesta de Satanás debería enseñarnos a negarnos total e inmediatamente en vez de discutir con él.
La experiencia de Satanás le ayuda a asaltar tranquilamente a los creyentes más santos. Si Satanás no puede mantener a los creyentes fuera del cielo, hará lo que sea por mantener el cielo fuera de los creyentes aquí en la tierra. Como dice Spurstowe: “Si no puede extinguir su luz, aun así [Satanás tienta] para eclipsar su lustre; si no puede causar un naufragio, puede crear una tormenta; si no puede estorbar su final feliz, los acosará en el camino” (p. 21).
Satanás es un adversario experimentado y taimado. ¿Quién ha peleado con él sin ser herido? Si grandes hombres como Noé, Lot, David y Pedro cayeron bajo las tentaciones de Satanás, ¿cómo podemos esperar a resistir al Tentador? No suponga que puede derrotar al diablo en su propia fuerza.
3. La energía incansable de Satanás para promover el mal. Satanás tienta al hombre sin tregua y sin fin para mantenerlo alejado de Dios. Satanás tiene una mente con una sola pista. Y este único propósito en su mente lo hace formidable. Un antiguo proverbio italiano dice: “Señor, líbrame del hombre que tenga solo un negocio por realizar”.
Satanás nos tienta para que seamos holgazanes, pero él nunca holgazanea. Spurstowe escribe: “¡Qué difícil es persuadir a los hombres de que caminar prudentemente es un deber, o que ser diligentes en su vocación es uno de los mejores antídotos para alejar el alma de la putrefacción de los deseos, y para protegerla contra las incursiones de un asiduo tentador!” (p. 25).
4. Satanás tiene un reino de demonios. En Daniel 7:10 dice que “millares de millares” de ángeles servían a Dios y “millones de millones” estaban delante de Él. Los ángeles caídos que sirven a Satanás también son numerosos, dado que la Escritura describe a Satanás y sus demonios como un reino poderoso. Pablo da a entender que el número de ángeles caídos es grande cuando dice que luchamos contra “principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
El reino de Satanás también está unido bajo un propósito. Cada demonio aborrece la gloria de Dios y nuestra felicidad. Cada demonio, en unión, promueve la doctrina de Satanás, los reconocimientos de Satanás, la dominación de Satanás y las distracciones de Satanás. Cada demonio, unido, se opone a la posición de Dios, a los preceptos de Dios, a la pureza de Dios y al pueblo de Dios. No hay divisiones en el reino de Satanás (Mateo 12:26), no hay huelgas por un bajo salario, no hay quejas por las marchas forzadas, ni quien rehuya las tareas difíciles.
Los ángeles en el cielo que moran con el Dios Trino también están unidos. Pero, ¿no es notable que los diablos en el infierno sean más unidos en su propósito que la iglesia en la tierra? Qué tragedia que la comunión de los demonios exceda la comunión de los santos con tanta frecuencia.
Si los diablos están llenos de orgullo, rabia, envidia y amargura, ¿cómo pueden ser tan unidos? Así como los enemigos en la tierra pueden unirse por medio de su odio mutuo hacia un tercero, de la misma forma los demonios de Satanás se unen por su odio mutuo hacia Dios y el hombre. En tanto los ángeles buenos se regocijan del arrepentimiento de un pecador, los ángeles malvados se regocijan de la destrucción de un pecador. Spurstowe dice: “Los pecadores en ruina son solamente trofeos y despojos de guerra del infierno” (p. 29).
5. Las sugerencias malvadas de Satanás, que casi no se pueden distinguir de nuestros propios deseos corruptos. En ocasiones es difícil saber cuando un pensamiento pecaminoso tiene su origen en Satanás o en nosotros. Es difícil distinguir entre el mal que ha sido sembrado en la mente por el Tentador y el mal que es nuestro por naturaleza. Como dice el viejo dicho: “Las botas del mal no rechinan”. Spurstowe dice que un pájaro empollará un huevo y cuidará a un polluelo hasta descubrir que no es suyo. Entonces, la madre empujará al intruso fuera del nido. De la misma forma, si reconociéramos las ideas que nos ha dado Satanás, tendríamos la fortaleza para repudiarlas. Si el rey David hubiese sabido que Satanás lo estaba tentando para censar al pueblo de Israel, indudablemente habría dejado de hacerlo de inmediato (1 Crónicas 21:1).
6. Las habilidades de Satanás para relacionar sus sugerencias con nuestra propia razón corrupta. Satanás no puede conquistar nuestra alma por la fuerza; su éxito depende de confundirnos sobre el origen de sus sugerencias. “El diablo puede seducirnos, solamente Dios puede cambiarnos eficazmente, pero nadie puede obligarnos” (p. 33).
Satanás es un maestro al sugerir que creamos en lo que queremos creer en vez de creer en la verdad. A los ateos, Satanás les sugiere que adorar a Dios es una muleta para los débiles mentales. A los conversos, Satanás les sugiere que con un poco de religiosidad basta. A los cristianos nominales, les sugiere que la fe intelectual es suficiente. Al verdadero creyente, Satanás le sugiere que el mundano no sufre tanto como el justo (Salmos 73).
Spurstowe concluye: “Si Satanás, el labrador malvado, esparce semillas de tentación en aquellos cuyo corazón constituye una tierra preparada y dispuesta por los deseos corruptos que se alojan ahí, las semillas brotarán rápidamente en actos, y crecerán con una raíz que dará soporte a la hiel y el ajenjo” (p. 35).
Capítulo 10
Cómo Confrontar Cuatro de las Principales Estrategias de Satanás
“No puede evitar que los pájaros vuelen sobre su cabeza, escribió Lutero, pero puede evitar que descansen en su cabello”. En este capítulo, quiero darle un ejemplo de los remedios que le ayudarán a seguir la audaz afirmación de Lutero.
Obviamente, las estrategias y artimañas de Satanás son demasiado numerosas como para cubrirlas en este pequeño libro. William Gurnall expresó que ninguna actriz tiene “tantos vestuarios para salir a escena como tiene el diablo formas de tentación”. En vez de ello, agruparé algunas de sus principales artimañas bajo cuatro grandes títulos, y después ofreceré formas para refutar cada estrategia. Muchos de los remedios sugeridos también le ayudarán a pelear contra otros engaños satánicos que no se enlistan aquí.
Primera Estrategia: Satanás Nos seduce a pecar
Artimaña:
Satanás ofrece el cebo del placer que oculta el gancho del pecado. De esta forma, Satanás les dio a Adán y Eva un pedazo de fruta a cambio del Paraíso. La fruta encubrió el gancho del pecado que los guió al castigo y la muerte.
Remedios:
(1) Recuerde las consecuencias de ceder a la tentación. Todo pecado es agridulce. Tarde o temprano, la trampa ratonera de Satanás lo encontrará. Una tarde mi esposa y yo observamos a dos ratones comer cuidadosamente la mantequilla de maní de una trampa de broche. Eran asombrosamente listos; la trampa nunca brincó. Pero dos mañanas después, los ratones aparecieron muertos en la trampa. Se volvieron más audaces y descuidados.
El pecado es una plaga que inevitablemente incurre en las más tristes pérdidas. “Todas las tentaciones de Satanás son casi como letreros tamaño panorámico de “bienvenida” a lo largo del amplio camino que conduce a la destrucción”, escribió J. I. Packer. “Muchos comen en la tierra lo que digieren en el infierno”, dice Brooks. William Gurnall lo pone de este modo: “Hay una chispa de infierno en cada tentación”. Estos pensamientos, por sí mismos, deberían alejarnos de jugar con el seductor cebo de Satanás.
(2) No se tambalee. Si sabe que es débil en cierta área, aléjese de situaciones donde es frecuente que sea tentado de esa forma. Para algunos, eso significa no entrar sin supervisión a Internet y evitar las salas de conversación. Para otros, puede significar cancelar el hojear catálogos o las visitas al centro comercial y para otros más, guardar su distancia de bares y tabernas. Conozca sus propias áreas de debilidad y huya de ellas. En Proverbios 5:8 dice: “Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa”.
No se pregunte qué tanto puede acercarse al pecado sin pecar, sino que procure mantenerse tan lejos del pecado como le sea posible. “Si no quiere que el diablo lo tiente con la fruta prohibida, más vale que se mantenga fuera de su huerto”, escribió Doug Barnett. Como dice Romanos 12:9: “Aborreced lo malo”. La palabra griega para “aborrecer” significa odiar el pecado con horror; odiar al mismo infierno.
(3) Manténgase involucrado activamente en el crecimiento y el ministerio. David era especialmente vulnerable a la tentación cuando no estaba en la batalla, que era a donde él pertenecía (2 Samuel 11). Recuerde el antiguo adagio: “La ociosidad es la madre de todos los vicios”.
(4) Comparta las tentaciones persistentes con un amigo cercano, cristiano, a quien le cuente sus confidencias. Dado que el pecado prospera en el secreto, sacarlo a la luz le ayuda a romper su poder, y hará que usted sea más responsable para manejarlo con rectitud (1 Juan 1:6–7). Ore con su amigo y ore solo con frecuencia por fuerza espiritual para resistir la tentación (Mateo 26:41). Recuerde que los alguaciles solitarios frecuentemente se convierten en alguaciles muertos. Los cristianos se necesitan unos a otros.
(5) Recuerde que no puede permanecer neutral a ninguna tentación. Cada tentación lo llevará ya sea más cerca de Dios o más lejos de Él. “Nuestra respuesta a la tentación es un barómetro preciso de nuestro amor por Dios”, escribió Erwin Lutzer.
Artimaña: Satanás presenta el pecado como una virtud. Minimiza el pecado para retener al pecador. El orgullo se convierte en autoestima, la codicia se torna en ambición y el alcoholismo se vuelve camaradería.
Remedio: Recuerde, el pecado es más peligroso cuando ha sido pintado y está disfrazado. Pero eventualmente el pecado quedará descubierto y será expuesto. Debemos ver el pecado con todo lo negro que tiene, de la forma en que lo veríamos en nuestro lecho de muerte. Debemos recordar que el perdón de los pecados le costó a nuestro Salvador su preciosa sangre.
Artimaña: Satanás dice que arrepentirse de los pecados es fácil. Al menoscabar la dificultad del arrepentimiento, Satanás minimiza la horrible naturaleza del pecado. Ello nos alienta a seguir pecando.
Remedio: Es tan difícil arrepentirse que es casi imposible para nosotros. “El arrepentimiento es una flor que no crece en el jardín de la naturaleza”, escribe Thomas Brooks. El verdadero arrepentimiento es radical y total. Como destaca Brooks: “Arrepentirse del pecado es tanto un gran trabajo de gracia como el no pecar” (p. 63). El arrepentimiento es una tarea diaria, para toda la vida, que cambia por completo a una persona, llevando continuamente a la persona del pecado hacia Dios. Produce pesar y vergüenza de pecar, la confesión, el abandono del pecado, y la aceptación del castigo por pecar. Hace que una persona sienta repulsión de sí misma (Job 42:6; Ezequiel 20:43) y corra a buscar el perdón y el solaz que solo Cristo puede dar.
Artimaña: Satanás nos alienta a ser amigos de la gente del mundo. Él sabe que dicha relación genera una asimilación, y nos atrae al pecado a través de amistades con gente que no es piadosa.
Remedio: La Escritura nos advierte contra el infeccioso peligro de compañía que no es de Dios. En Efesios 5:11 dice: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”. Proverbios 5:14–16 dice: “No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa”.
Artimaña: Satanás presenta a los inconversos como gente muy misericordiosa que sufre poco, y a los creyentes como poco misericordiosos y que sufren mucho. En este sentido, Satanás trata de convencernos de que es vano servir a Dios (Salmos 73:1–15; Jeremías 44:16–18).
Remedio: Puede parecer que la misericordiosa mano de Dios bendice a una persona mientras que el corazón de Dios la condena. Tal fue el caso del rey Saúl. De la misma forma, puede parecer que la mano de misericordia de Dios está contra una persona mientras que su corazón la ama firmemente. Ese fue el caso de Job. Muchas veces, Dios purifica a los que ama (Hebreos 12:5–6) para su bienestar eterno. Todas las aflicciones, sí, “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Además, el gozo interno de los creyentes frecuentemente es más grande de lo que puede observarse desde el exterior, en tanto que las necesidades internas de los malvados siempre son mayores que su regocijo externo.
Artimaña: Satanás minimiza la seriedad del pecado y nos guía a mayores pecados. El pecado entonces nos invade, moviéndose de nuestros pensamientos a nuestras miradas, a nuestras palabras y a nuestras acciones. Spurstowe dice que: “Satanás no derriba a nadie súbitamente del pináculo de una gran profesión a un abismo de maldad, sino que los guía por oblicuos descensos y desviaciones, más y más abajo, hasta que finalmente se afianzan en el infierno” (p. 36).
Remedio: Brooks nos dice que “el menor de los pecados es contrario a la ley de Dios, a la naturaleza de Dios, a la esencia de Dios y la gloria de Dios”. Técnicamente, no hay pecados pequeños porque no hay un Dios pequeño contra el cual pecar. Brooks opina que el cometer un “pecado pequeñito” es un gran insulto a Dios. “Entre menor sea la tentación para pecar, más grande es el pecador”, escribió Brooks. “De modo que es la descortesía más grande que podemos mostrar a Dios, a Cristo y al Espíritu, que por un alma que ha cedido a los pequeños pecados Dios sufra quejas, Cristo sangre y el Espíritu se aflija” (p. 41). Cuando Satanás lo tiente a cometer un pecado pequeño, dígale que usted no desagradará a su mejor Amigo, quien murió por todos sus pecados, incluyendo los más pequeños, cediendo ante su mayor enemigo.
Un pecado pequeño puede hacer un gran daño. Una vez que ha empezado a pecar, usted no sabrá cómo, cuándo o dónde dejará de cometer ese pecado. Como escribe Brooks: “Los pequeños pecados frecuentemente se resbalan dentro del alma, germinan, y trabajan secretamente y de forma que no podemos discernir en el alma, hasta que se vuelven tan fuertes, que pueden pisotear el alma y cortar su garganta” (p. 42). A fin de cuentas, el pecado más pequeño traerá la ira de Dios sobre el que lo cometa. Verdaderamente, Brooks tenía razón al expresar que hay “más maldad en el menor de los pecados que en la mayor de las aflicciones” (p. 44).
Segunda Estrategia: Satanás impide las disciplinas espirituales
Artimaña: Satanás nos hace enfocarnos en lo difícil que es practicar las disciplinas espirituales. Nos desanima de perseverar en la oración, en el estudio de la Biblia, en la comunión con los creyentes y en la santidad. Siembra el pensamiento de que es mejor para nosotros abandonar todas estas disciplinas que llevarlas a cabo superficialmente y de forma poco satisfactoria.
Remedio: Contrarreste este razonamiento satánico y de autoderrota enfocándose en el mandamiento de Dios de utilizar las disciplinas espirituales. Lea las Escrituras diaria, diligente y sistemáticamente, lleno de oración. Medite regularmente en las verdades de la Escritura, pues la meditación disciplinada le proporcionará los recursos internos a los cuales asirse (Salmos 77:10–12). Ore sin cesar, use los sacramentos con fe, reúnase frecuentemente con los creyentes, santifique el Día del Señor, y dé testimonio a sus vecinos.
Recuerde los beneficios de las disciplinas espirituales. Practicar estas disciplinas puede ser difícil en ocasiones, pero el Espíritu Santo bendecirá su uso. A través de la oración, el estudio de la Biblia, congregarse con otros creyentes, y otras disciplinas, honramos a Dios y hacemos que se regocije, conocemos y abrazamos a Cristo, avivamos nuestro amor, afirmamos nuestra mente y mantenemos a raya el pecado. Nuestra débil gracia se fortalece, nuestra lánguido consuelo es revivido, nuestros temores se dispersan, y se levantan nuestras esperanzas. Practicar las disciplinas espirituales promueve la divinidad en cada área de nuestra vida.
Vea más la corona que la cruz, vea más la gloria futura que el sufrimiento presente. Recuerde que si obtiene muchos beneficios del uso de las disciplinas espirituales en esta inmensidad terrestre, ganará mucho más en el cielo. El cielo hará más que pequeñas modificaciones a todo el esfuerzo que requirió mantener las disciplinas espirituales.
Artimaña: Satanás aflige nuestra mente con pensamientos vanos para distraernos de buscar a Dios a través de las disciplinas espirituales. Tales ataques pueden ser tan graves y desconcertantes que nos cansamos de comprometernos en deberes sagrados.
Remedio: Cuando busque a Dios, enfóquese en su majestuosa santidad. Confiese su pecado de ser indulgente en pensamientos que desvarían y dígale a Dios que aborrece dichas distracciones. Después, resístalas por medio de la fortaleza del Espíritu, y procure continuar las disciplinas espirituales. Ruegue a Dios por fortaleza para dejar de lado las preocupaciones del mundo. Pídale que lo llene cada vez más de las verdades celestiales y eternas. Luche por tener un conocimiento de Dios, grande, creciente y diverso.
Enfóquese en las disciplinas espirituales en vez de en las preocupaciones de este mundo. Si su vida está cargada con obligaciones seculares, disminuya sus obligaciones hasta que sienta que tiene el tiempo adecuado para buscar a Dios cada día. No deje que los asuntos de negocios se entrometan en sus disciplinas espirituales.
Martín Lutero dijo que quería que el diablo escuchara su seriedad sobre tener comunión con Dios, de modo que Lutero practicaba sus disciplinas espirituales en voz alta. Hablar en voz alta ayuda a la concentración. Para tener más ayuda sobre cómo enfrentar las distracciones, lea A Remedy for Wandering Thoughts [Un Remedio para Pensamientos Divagantes], de Richard Steele.
Tercera Estrategia: Satanás tergiversa a Dios y su verdad
Artimaña: Satanás presenta a Dios como un severo amo de la reprensión. Desde Génesis 3, Satanás ha pintado a Dios como duro, frío y distante. Satanás incluso ha aniquilado a multitudes diciéndoles que el Dios santo, justo y viviente no tendría misericordia de ellos porque son demasiado duros de corazón y pecaminosos para Dios.
Remedio: Jonathan Edwards predicó una vez un sermón sobre Salmos 25:11 (“Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande”), para responder a esta estrategia de Satanás. Edwards dice que solo podemos entender la solicitud de perdón de David si nos damos cuenta de que David esperaba el perdón de Dios únicamente por el nombre de Dios. David convirtió la grandeza de sus pecados en un campo de súplicas para el perdón. Edwards concluye que así como un limosnero que pide pan aboga por la grandeza de su pobreza, de la misma forma un hombre en angustia solicita la piedad de Dios. No hay más “alegatos más adecuados que argumentar que lo extremo de su caso”, dijo Edwards. El Dios Trino se deleita en recibir a los limosneros. No es un severo amo de la represión que no es tocado por nuestra pobreza. Recuerden, como dijo Charnock: “Satanás pinta a Dios con sus propios colores [los de Satanás]”.
Artimaña: Satanás alimenta el concepto erróneo de que no todas las personas de la Trinidad tienen la misma voluntad de salvar a los pecadores. A Satanás no le preocupan los sermones en los que se dice que Cristo desea salvar a los pecadores, en tanto el predicador presente una imagen del Padre y el Espíritu Santo más reacios a salvar gente.
Remedio: Jesús en verdad “recibe a los pecadores” con gozo (Lucas 15:2), pero lo mismo hacen Dios Padre y Dios Espíritu Santo. Dios Padre se deleita tanto en salvarnos que dio a su Hijo unigénito para preparar nuestra salvación. Dios Espíritu Santo se deleita tanto en salvarnos que está dispuesto a trabajar con sorprendente paciencia en los corazones de todo tipo de pecadores.
Artimaña: A veces Satanás solamente hace hincapié en el amor y misericordia de Dios. Satanás actualmente convence a mucha gente de que no deben preocuparse por el pecado y por su relación con Dios, pues Dios está lleno de misericordia. Y dado que Dios se deleita en la misericordia, y está siempre dispuesto a ser misericordioso, la gente no tiene que preocuparse por su justicia, dice Satanás.
Remedio: Ciertamente Dios es misericordioso, pero su misericordia es justa. Si se utiliza la misericordia como licencia para pecar, entonces pecamos contra la misericordia. Entonces Dios “hará llover el infierno desde el cielo”, como dice Thomas Brooks, puesto que “los pecados contra la misericordia traerán los juicios más grandes y enconados sobre las mentes y los corazones de los hombres”. Brooks continua diciendo que Dios “muestra primero la bandera blanca de la misericordia”, pero si la gente rechaza su misericordia, “Dios entonces ondeará su bandera roja de justicia y juicio” (p. 51–52).
Los creyentes deben ver la misericordia de Dios como el argumento más poderoso para preservarlos del pecado, y no como un aliciente a pecar (Salmos 26:3–5; Romanos 6:1–2). “No hay nada en el mundo que provoque que un hombre se aleje más de la imagen de un santo, y se asemeje más a Satanás, que argumentar misericordia para tener libertad de pecar; de la bondad divina para dar pie al libertinaje. Esta es la lógica del diablo” (pp. 54–55).
Cuarta Estrategia: Satanás se opone a la santificación
Artimaña: Satanás desalienta la obediencia al conocimiento salvador de la verdad del Evangelio. Una vez que ha sido salvo y ha pasado por el proceso de refinación del cuchillo podador de Dios, Satanás trata de confundirlo. Como Pedro, usted entonces negará a su Maestro y caminará sin ser merecedor de la vocación espiritual a la que ha sido llamado.
Remedio: Arrepiéntase de sus resbalones, regrese a Dios, y haga las buenas obras que hizo con tanto entusiasmo en los tiempos de su primer amor (Apocalipsis 2:4–5). Sumérjase en las Escrituras y en literatura bíblica cimentada. Ore mucho para caminar en obediencia firme y amorosa, ante Dios.
Artimaña: Satanás hace hincapié en que el conocimiento intelectual de la verdad espiritual es suficiente. Si otras personas que dicen ser salvas están satisfechas simplemente con saber de Cristo, ¿por qué usted debería buscar un conocimiento más empírico de Cristo? A Satanás no le importa si continuamos aprendiendo de Cristo, ya que trabaja arduamente para evitar que la recolección de hechos se convierta en el conocimiento santificado de la verdad (2 Timoteo 3:7). “Al diablo no le importa cuántas píldoras de sermón tomemos en tanto estas pastillas no trabajen en nuestra conciencia”, escribió Thomas Watson.
Remedio: Establezca nada menos que el conocimiento empírico de Cristo por la obra del Espíritu (1 Corintios 1:30), y, por extensión, el conocimiento de todas las grandes verdades de la Escritura (2 Timoteo 3:14–17). Cristo, quien es la palabra viviente (Juan 1:1) y la encarnación de la verdad, debe ser conocido empíricamente y después adoptado. Como dice en Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. La palabra conocer en este texto indica una relación profunda y de dependencia.
Artimaña: Satanás hace parecer poco práctica la santificación porque es muy difícil de entender. Satanás trata de esconder la hermosa simplicidad del camino de la santidad.
Remedio: La salvación y la santificación son regalos, no tienen costo. Recuerde que Dios, el gran Dador de la santificación, procura abundantemente la santidad en nosotros, aun cuando nosotros tememos que es del tamaño de una semilla de mostaza. Dios también pone en nuestro interior el deseo de darle todo a Él, no para labrar nuestro camino al cielo, sino porque el Espíritu de Dios nos incita a seguir el camino de la santidad. Este intercambio santo no es parejo, porque el regalo de Cristo, de darse a sí mismo por nosotros, es mucho más grande que nuestro regalo de darnos a Él. Con todo, este intercambio es hermoso, simple y místico. No se divorcia de las Escrituras ni de la mente y la obra del Espíritu Santo. Confíe en Dios con la simplicidad de un niño para ser santificado en Cristo, pues Dios ha prometido que Jesucristo en nosotros nos es hecho “sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30).
Artimaña: Satanás nos hace pensar que nuestra salvación depende de nuestra experiencia espiritual, nuestra santidad, o nuestras obras. Trata de confundir la verdadera relación entre la fe y las obras así como el Evangelio y la ley.
Remedio: Un creyente del siglo XIX prefirió explicar singularmente su experiencia de esta forma:
Pensé que debía obedecer la ley, y fui con Moisés para establecer los términos con él, y me derribó a la primera. Sabía que lo merecía y no me quejé. Me preparé y fui de nuevo; pero, con un golpe más severo, me mandó al suelo por segunda ocasión. Yo estaba sorprendido y le rogué que me escuchara. Pero me echó del Sinaí y no me dio satisfacción. En mi desesperación fui al Calvario. Ahí encontré a Alguien, quien tuvo piedad de mí, perdonó mis pecados y llenó mi corazón con su amor. Lo miré, y su curativa misericordia penetró en mi ser, curando la enfermedad dentro de mí. Entonces, regresé con Moisés para contarle lo que había sucedido. Me sonrió, estrechó mi mano y me felicitó de lo más cariñoso; y desde entonces nunca me ha derribado. Voy del Calvario al Sinaí y todos sus truenos están silenciosos (W. L. Parsons, Satan’s Devices and the Believer’s Victory [Las Artimañas de Satanás y la Victoria del Creyente] (Boston, 1864), pp. 291–292).
La salvación únicamente es por gracia. No confíe en ninguno de sus méritos. Refúgiese diariamente en la fe y el arrepentimiento en Cristo, el Salvador de los pecadores. Pida al Espíritu Santo que continúe abriendo su alma al amor de Dios en Cristo, y que lo incite a realizar actos de obediencia en gratitud que fluyan dulcemente de esta fuente de amor.
Artimaña: Satanás trata de descartar lo que hacemos, diciendo que únicamente lo que creemos es importante. “No es tan importante esforzarse por llegar a niveles más altos de santidad en esta vida porque solo se necesita una cosa y ya lo tienes “dice Satanás”. Ya eres converso. Estás en camino al cielo. Cuando mueras, serás perfectamente santo. No te preocupes tanto por ser santo ahora”.
Remedio: Abrigar esa sugerencia, incluso por un momento, no es digno de un discípulo de Cristo. La Escritura llama a los creyentes a crecer en la gracia. Nos persuade a dejar las cosas que han quedado atrás y a esforzarnos por una mayor madurez espiritual. Nos enseña a ser firmes en la obediencia a Cristo. Nuestra utilidad y misión en el mundo nos obliga a seguir adelante, aunque el mar y el desierto se extiendan ante nosotros (Éxodo 14:13–14). Debemos vencer al mundo por la fe o seremos vencidos por el. Si caemos de nuevo en la incredulidad, olvidaremos que fuimos “purificados de nuestros antiguos pecados” (2 Pedro 1:9). Nuestros pecados volverán siete veces para llevarnos de nuevo a la esclavitud.
Artimaña: Satanás dice que no es útil tratar de vivir en Cristo mientras estemos en esta vida. Muy pocas personas en verdad vencieron al mundo por la fe, como nos encargó hacerlo Juan (1 Juan 5:4), ¿por qué molestarnos en intentarlo?
Remedio: Rehúse creer que es inevitable ser derrotado por el mundo, la carne y el diablo. Confíe en que su Libertador lo hará un conquistador, por fe, a través de su propio poder. Pelee la buena batalla de la fe. Por gracia, haga suyas las promesas de la Escritura. Recuerde el pacto y juramento de su Redentor. Busque en Cristo el poder para romper el yugo de la esclavitud y llegar a estar en “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).
Artimaña: Satanás nos seduce a ser mundanos atacando nuestros puntos más débiles. Insensibiliza nuestra conciencia alentándonos a compararnos entre nosotros en vez de hacerlo contra los estándares establecidos para nosotros por la Escritura.
Remedio: Recuerde, lo mundano se desarrolla lentamente en nosotros. Como un cáncer maligno, frecuentemente no lo detectamos hasta que es muy tarde. Debemos ser prudentes. Debemos guardar nuestro corazón contra lo mundano. Como escribe John Flavel en Keeping the Heart [Guardando el Corazón]: “Vigile cada puerta que conduzca al interior o exterior de su corazón”. Debemos montar guardia en las puertas de nuestra imaginación, nuestra mente y nuestro corazón. Debemos mantenernos atentos sobre nuestros pensamientos privados. Como dice el salmista, debemos asegurarnos que no haya cosas malvadas ante nuestros ojos.
Uno de los mayores peligros de la mundanería actual llega a través de nuestros ojos. Cada año, 4,000 pastores evangélicos caen en las redes de la pornografía en Internet. Otras personas piensan que no tiene nada de malo pasar numerosas horas viendo programas de televisión no edificantes o rentar películas cuestionables para ver en casa.
No coquetee con el pecado. Considere al hombre que vivía en lo alto de una montaña. Necesitaba contratar a alguien que llevara cada día a su hija de arriba debajo de la montaña, a la escuela. Así que entrevistó candidatos, y a cada uno le preguntó: “¿Qué tan cerca de la orilla puedes llegar sin caer?”.
El primer hombre dijo: “Yo puedo estar a 30 centímetros de la orilla y no caerme.” El segundo respondió: “Puedo acercarme a 15 centímetros de la orilla.” El tercero dijo que podría acercarse hasta a 2.5 centímetros sin caer. Pero el cuarto dijo: “Entre más me acerque a la orilla, más estaré abrazando el otro lado. Así que prefiero mantenerme tan lejos como me sea posible de la orilla”. Ya sabrán quién obtuvo el empleo.
Manténgase alejado del mundo. Reconozca su peligro antes de que caiga por la orilla. Confiese el pecado tan pronto como tome conciencia de él. Que su cuenta con Dios sea pequeña. Solo una conciencia habitualmente limpia nos dará la comunión despejada, sin interrupciones, con Dios que necesitamos tan desesperadamente. Sentarnos en lugares celestiales junto con Jesucristo (Efesios 2:6) es la mejor cura para las luchas diarias con el mundo.
Consejo final
Donald Grey Barnhouse escribió: “No hay necesidad de ser ignorantes respecto a las artimañas del diablo, puesto que se establecen claramente en la Palabra de Dios, y también son visibles a nuestro alrededor.” Y podríamos añadir, están claramente expuestas en numerosos libros, particularmente aquellos escritos por puritanos capaces sobre el tema.
El espacio no nos permitirá hablar de otras estrategias satánicas, como las que explican la forma en que Satanás mantiene a los creyentes en duda y oscuridad, saca provecho de sus inconsistencias, promueve la división entre creyentes e iglesias, fomenta los errores doctrinales y la apostasía, cultiva la falsa espiritualidad, y promueve la adoración satánica, el demonismo y el ocultismo.
De cualquier forma, los remedios para todas estas artimañas, generalmente siguen patrones similares. Thomas Brooks, cuyo libro clásico Remedios Preciosos Contra las Artimañas del Diablo no tiene igual, resumió el deber cristiano de responder a las artimañas de Satanás en diez remedios. Brooks obtuvo estos remedios de la totalidad de revelación general de la Escritura:
1. Camine conforme a la Escritura.
2. No disguste ni contriste al Espíritu Santo.
3. Busque la sabiduría celestial.
4. Resista los primeros actos de Satanás inmediatamente.
5. Pida diariamente ser lleno del Espíritu.
6. Permanezca humilde.
7. Mantenga una vigilancia fuerte y constante.
8. Conserve la comunión con Dios.
9. Pelee contra Satanás en las fuerzas de Cristo, no en las suyas.
10. Ore mucho.
Pedro proporciona un resumen más corto aún. Obedezcamos su amonestación: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe” (1 Pedro 5:8–9).
“Sed sobrios”: piense con claridad, piense con cuidado y, sobre todo, piense bíblicamente.
“Velad”: esté atento; permanezca alerta a las señales de la presencia del enemigo, la actividad del enemigo o sus propósitos.
“Resistid” al diablo. Sus designios son siempre malvados. Entre más ceda, más querrá. Considere seriamente lo que Brooks escribe: “Satanás promete lo mejor, pero paga con lo peor; promete honor y paga con deshonra; promete placer y paga con dolor; promete ganancias y paga con pérdidas; promete vida y paga con muerte”.
Permanezca “firme en la fe”, inamovible, incesante, utilizando la fe en el Hijo de Dios y la palabra de Dios como su escudo. Así todo terminará bien. Por la gracia de Dios, usted será perfeccionado, cimentado y fortalecido. Como concluye Brooks: “Recuerden esto, su vida es corta, sus deberes son muchos, su ayuda es grande, y su recompensa, segura; por tanto, no desmayen, aférrense y sosténgase, en maneras de hacer el bien, y el cielo las subsanará todas”.
Finalmente, ¿quiere ver la derrota de Satanás en su vida? Enfóquese en Cristo. Recuerde quién es usted en Cristo. Venza al mundo por la fe en Cristo. Dé fruto en nombre de Cristo. No caiga en tentación, por el amor de Cristo. Ponga toda su esperanza en Cristo. Confíe en su poder. Ámelo y ame a su pueblo. Viva de manera que Cristo signifique todo para usted.