
Un estudio basado en Hageo el profeta que movio a un pueblo que estaba enfrascado en su propio yo, su egoísmo y se olvidó de reedificar la casa de Dios.

El ministerio personal de Cristo duró alrededor de tres años y medio. Durante este tiempo él viajó a través de Palestina, haciendo milagros y enseñando una nueva manera de vida. Al terminar este período, fue arrestado y crucificado en el Calvario. Entregó así su vida para que el mundo pudiera ser redimido. En la lección anterior dejamos a Jesús en Capernaum, sede de casi todo su ministe-rio. El pronto cambió a Galilea por Judea con el fin de asistir a la Fiesta de la Pascua en Jerusalén. Ahí arrojó a los cambistas fuera del templo y tuvo su famosa discusión con Nicodemo acerca del nuevo nacimiento. Regresando a Galilea a través de Samaría, él se encontró a una mujer junto al pozo de Jacob, cerca de la ciudad de Sicar. Después de hablar con ella extensamente acerca de cosas espirituales, él concluyó con un profundo pensamiento: “Dios es Espíritu: y los que lo adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).


Muchos pecados son morales por naturaleza. Algunos de estos, tales como la idolatría, el adulterio y la bebida, son condenados y mencionados por su nombre en la Biblia. Otros peca-dos, tales como el juego, no son mencionados en las Escrituras. Pero son condenados por los principios morales enseñados en la palabra de Dios. Juan resume estas obras de la carne cuando dice: “Toda injusticia es pecado” (1 Juan 5:17). Los pecados de omisión son también condenados en el Libro Divino. “Y al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17). Por ejemplo, los cristianos deben visitar al enfermo (Mateo 25:36) pero si ellos saben esto y no lo hacen, entonces pecan. Nosotros no sólo debemos evitar hacer las cosas que Dios ha prohibido, sino que también debemos hacer aquello que él ha mandado.

El libro de Hageo es el primero de los escritos por los tres profetas posteriores al exilio. Fue contemporáneo de Zacarías. Su nombre significa «mi/s fiesta/s» o «festivo». No sabemos nada más de Hageo. Al considerar Hageo 2:3, se ha llegado a la conclusión de que tuvo que haber visto el templo de Salomón antes de que el mismo fuera destruido en el año 586 a.C. Si esto fue así, entonces Hageo debe de haber tenido más de setenta años cuando escribió este libro. 