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sábado, 1 de marzo de 2014

El que se rebela contra el Padre celestial comienza a perder su vitalidad espiritual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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El Mensajero Reprendido
Jonás 1:4–16

¿Qué sucede cuando algún siervo del Señor comienza a desobedecer? ¿Dios lo abandona? De ninguna manera. De la experiencia de Jonás aprendemos que por lo menos dos cosas acontecen. La primera es que se inicia un proceso de descenso. Todo va para abajo. Lo que le sucedió físicamente ilustra lo que le estaba aconteciendo espiritualmente: Jonás “descendió a Jope” (v. 3), entró en la nave (v. 3), “había bajado al interior de la nave” (v. 5), lo echaron al mar (v. 15) y descendió a lo profundo de él (2:3, 6). Su descenso físico representa su condición espiritual. El que se rebela contra el Padre celestial comienza a perder su vitalidad espiritual. Una desobediencia lleva a otra, y a otra, y a otra. Paulatinamente uno se va alejando del Señor. El ascenso no comienza sino basta que viene el arrepentimiento y la confesión del pecado de rebeldía.

LA DESOBEDIENCIA SIEMPRE RESULTA
EN DECADENCIA ESPIRITUAL


La segunda cosa es que el Altísimo comienza el proceso de reprender al siervo desobediente con el fin de llevarlo al arrepentimiento y la confesión. Nuestro Dios no acepta una negativa de parte de sus mensajeros. El siempre toma la iniciativa para lograr la rehabilitación del rebelde. ¿Qué hizo para reprender a Jonás y hacerlo un siervo útil? Envió una tempestad.

LA TEMPESTAD FUE EL INSTRUMENTO
DE LA REPRENSION


Jonás 1:4–16 relata todo lo que necesitamos saber acerca de la tempestad. Los versículos 4 y 5 introducen la tormenta y los personajes principales del drama que se desarrolla.

Jehová, el origen de la tempestad 1:4
En el versículo 3, Jonás actuó y en el 4 Jehová es quien se puso en acción. Jonás pensaba que todo estaba bien. Su plan se estaba realizando a las mil maravillas. La nave lo llevaría lejos de la presencia de Jehová. Terminó su problema; ya podía descansar. Por lo menos así pensaba. “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar”. Aquí tenemos un ejemplo del refrán que dice “el hombre propone, pero Dios dispone”. El profeta no contaba con la persistencia de Jehová para lograr que el siervo cumpliera su voluntad.
El texto dice literalmente que Dios envió un viento fuerte. El verbo empleado se utilizaba para describir al soldado que con toda su fuerza arrojaba una lanza. La acción divina fue deliberada. El viento provocó una tempestad de tal magnitud que la nave parecía partirse en dos; así dice el original.
Este es el primer milagro que el Señor usa para asegurar que se haga su voluntad. Aquí vemos que nuestro Dios es soberano y omnipotente. El usa todos los medios necesarios para reprender al rebelde y hacerlo obediente.

Los marineros, los más afectados por la tempestad 1:5a
El pecado de Jonás y el nuestro siempre afecta a otras personas. Ojalá no fuera así, pero esta verdad es ineludible. Mi pecado tiene consecuencias en los que me rodean. En este caso los tripulantes fueron los más afectados por la desobediencia de Jonás.
Estos hombres, muy avezados en asuntos náuticos reconocieron que esta tempestad era extraordinaria. Su intensidad era tal, que aunque por lo regular eran valientes, se llenaron de miedo. Nunca habían experimentado un viento tan severo. Siendo politeístas, creían que la naturaleza era controlada por los dioses. Sabían que algún dios había sido ofendido y que la tormenta era un castigo. Por eso, “cada uno clamaba a su dios”, esperando que uno de ellos se dirigiera al ofendido y su ira se aplacara. Su plan no dio resultado. La tormenta siguió y por eso se guiaban por el dicho “a Dios orando y con el mazo dando”. Ya que ningún dios contestó, hicieron todo lo que pudieron para remediar la situación. Echaron al mar la carga y los aparejos del barco.

Jonás, inconsciente de la tempestad 1:5b
Mientras que los marineros luchaban por remediar la situación, Jonás dormía tranquilamente en la bodega. Ni cuenta se dio del peligro. El vocablo usado indica que dormía un sueño muy profundo y una versión antigua agrega que roncaba. En esta condición no podía contribuir en nada a los esfuerzos para salvar el barco y a los que estaban a bordo. Aun menos podía darles el mensaje de que “la salvación es de Jehová”. El siervo rebelde se volvió inútil en las manos del Señor. Allí es exactamente donde el diablo quiere que nos encontremos. Inútiles para Dios y los hombres.

EL SIERVO REBELDE SE VUELVE INUTIL

¡PENSEMOS!

 Qué precioso es saber que Dios no se da por vencido cuando su mensajero se rebela. ¿Ha renunciado a hacer la voluntad clara de Dios para su vida? ¿Anda en rebeldía? Cuidado, porque él entrará en acción usando todos los medios necesarios para regresarlo a la obediencia.
 ¿Quiénes sufren las consecuencias de su pecado? ¿Cómo han sido afectadas otras personas por su rebeldía?
 ¿Siente apatía hacia los retos del servicio cristiano? ¿Qué de su celo evangelístico? ¿Está el diablo contento porque usted está en la bodega durmiendo en vez de estar en el mundo sirviendo?

Busque un hermano maduro y júntese con él durante esta semana para hacer una evaluación franca de su ministerio. ¿Se asemeja al de Jonás o está siendo instrumento útil en las manos del Señor?

LOS INSTRUMENTOS DE LA REPRENSION
1:6–12

La tempestad vino como un medio para visualizar la disciplina que el Señor aplica al siervo rebelde. Pero la naturaleza de la reprimenda es que debe ser de palabra. Una ilustración no es suficiente; tiene que haber conversación. Es interesante notar que en estos versículos Jehová no se dirige directamente a Jonás, la amonestación no viene directamente de él, sino de otros humanos. Es fascinante ver que los agentes no eran creyentes espirituales maduros, sino paganos. El Señor sabía que tendrían más impacto los comentarios de marineros incrédulos que las palabras de él mismo.

Reproche del jefe de la nave 1:6
En el versículo 6 el jefe de la embarcación es el instrumento que Dios usa para despertar al profeta. Su reproche vino primeramente en forma de pregunta: “¿qué tienes, dormilón? Este no es el tiempo de dormir sino de trabajar”. Después encontramos el mandato “levántate y clama”. En el original, se usan las mismas palabras de la comisión dada por Jehová: “levántate … y pregona”. ¡Qué reprensión tan fuerte! El Señor lo estaba reprochando por medio del jefe pagano, forzándolo a pensar en su comisión original.

Reproche de los marineros 1:7–12
Entre todos echaron suertes para identificar al culpable de haber ofendido a algún dios. El proceso reveló que Jonás era el responsable (v. 7). Desde este punto supieron que en él radicaba el problema y que la solución solo vendría por medio de él.
El mero conocimiento de este hecho no fue suficiente para los tripulantes ni para el Señor. En medio de la tempestad realizaron un juicio en que obligaron a Jonás a reconocer su culpa y decidir su propia sentencia. El interrogatorio que le hicieron fue el medio que Jehová utilizó para reprender a Jonás.
La primera pregunta está implícita en los versículos 7 y 8a. ¿Por causa de quién nos ha venido este mal? Las suertes ya habían revelado que el culpable era Jonás, entonces el propósito de la pregunta era obtener su confesión personal. En el versículo 12 encontramos la confesión del profeta y a la que siguieron cuatro preguntas (v. 8b) que tienen que ver con la identidad del mismo. Esto lo forzó a reflexionar sobre quién era, y provocó la convicción de su pecado.

1. ¿Qué oficio tienes?
Soy profeta de Jehová.
2. ¿De dónde vienes?
Vengo de renunciar a mi oficio. Huyo de la presencia de Jehová.
3. ¿Cuál es tu tierra?
Soy de la tierra de Israel que Jehová dio en promesa a su pueblo.
4. ¿De qué pueblo eres?
Soy hebreo, el pueblo unido a Jehová por pacto.

Estas respuestas no las expresó Jonás en forma verbal, pero suponemos que son las que vendrían a su mente. El sólo pensar en ellas traería arrepentimiento y convicción. Si era todo esto, ¿qué estaba haciendo allí? Su respuesta registrada en el versículo 9 es breve y evasiva. “Soy hebreo y temo a Jehová Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra”. Con esta respuesta se revela la identidad del Dios ofendido que ha causado la tempestad: es Jehová.

¡PENSEMOS!

 ¿Quién es usted? Elabore una lista de contestaciones a esta pregunta. Cada respuesta debe comenzar con la frase: “Yo soy …” A la luz de ella, conteste la pregunta: ¿Qué estoy haciendo? ¿Vivo y trabajo de acuerdo con lo que soy? Si no, arregle cuentas con el Creador y comience a vivir de acuerdo con lo que es.

La sexta pregunta (v. 10) tuvo que ver con la motivación de las acciones de Jonás. ¿Por qué había renunciado a servir a Jehová, el Creador de todo? No comprendían cómo alguien con un llamamiento tan elevado podía haber renunciado a él y andar en rebeldía. Esta postura les era inconcebible.
La última pregunta se relacionaba con la solución del problema (vv. 11, 12). Ya que su culpabilidad estaba comprobada, ¿qué debían hacer con él? “Queremos que tu mismo te impongas sentencia”, es lo que los navegantes decían con su pregunta. Jonás dictaminó la pena capital por ahogamiento. Por segunda vez, él se valió del mar para realizar su escape. La primera vez pensó que el mar lo llevaría lejos de la presencia de Jehová, ahora quería usar el mar para escapar definitivamente de su obligación con el Señor. En ambas ocasiones su plan falló.
Parece que el Altísimo logró su propósito en todo lo sucedido. Dios no deseaba que su siervo muriera; lo que quería era su arrepentimiento y confesión para que pudiera volver a utilizarlo como su portavoz a Nínive. Pero Jonás se sintió tan culpable que pensó que el único remedio era morir. Esta actitud se volvió a repetir posteriormente (Jonás 4:3 y 9).

LOS RESULTADOS DE LA REPRENSION
1:13–16


La reprimenda de Jonás por medio de la tempestad y los marineros hizo gran impacto especialmente en éstos últimos. A través de lo acontecido en los versículos 6 al 12, aprendieron mucho acerca de Jehová y Jonás. Su comportamiento reflejó ese nuevo conocimiento. A su vez, cada acción de los tripulantes se constituyó en una nueva reconvención para Jonás.

NUESTRO COMPORTAMIENTO DEBE REFLEJAR
NUESTRO CONOCIMIENTO


En los marineros 1:13–16
En primer lugar demostraron compasión por Jonás (v. 13). No querían que él muriera. Hicieron todo lo humanamente posible para salvarle la vida. Pero Jehová frustró su esfuerzo. ¡Qué paradoja! Los paganos muestran compasión hacia un siervo rebelde de Jehová, mientras que al mensajero no le importaba el destino de miles de ninivitas.
En el versículo 14 encontramos la segunda oración de los navegantes. En la primera (v. 5), “cada uno clamaba a su dios”. En esta, todos juntos “clamaron a Jehová”. La última frase de su plegaria es la más significativa. “Porque tú, Jehová, has hecho como has querido”. Esta es una confesión de la soberanía de Jehová y a la vez es una declaración de su sumisión a él. Los paganos reconocieron y se sometieron a la soberanía del Señor mientras que el siervo rebelde la rechazó e intentó frustrarla.
La tercera acción de los marineros se encuentra en el versículo 15. “Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar”. En este texto encontramos la obediencia. El Creador les había revelado por medio de Jonás lo que debían hacer: echarlo al mar. En este relato cumplen con su deber, en contraste con la desobediencia deliberada de Jonás. ¿Cómo se sentiría después de comparar la actuación de los paganos con su propio comportamiento? Creo que este es el clímax de la reprensión hecha al profeta rebelde.
Jonás no pudo apreciar el cuarto resultado, pues ya estaba en medio del mar cuando sucedió. Este se registró para reprender al pueblo que leyó el relato. Todo lo sucedido resultó en la conversión de los tripulantes. El milagro de la cesación inmediata de la tempestad los convenció de que debían temer solamente a Jehová. Los versículos 10 y 16 comienzan con las mismas palabras en el original: “aquellos hombres temieron”. La diferencia entre los dos textos es que el objeto del temor era distinto. En el versículo 10 temieron a la tempestad; en el 16, temieron al Dios que causó la tempestad. Se convirtieron en adoradores del Señor. Los paganos hicieron lo que él quería, mientras que su pueblo Israel persistía en su desobediencia y rebelión. La conversión de los navegantes serviría como reprensión al Israel duro de cerviz. En todo esto vemos que “la salvación es de Jehová”.

En Jonás 1:15a
¿Cuál fue el resultado para Jonás? Los agentes divinos lo echaron al mar y terminó en medio del agua pensando que todo acabaría. Sin embargo, Dios no había terminado con él. La reprensión fue completa pero su propósito no era destruir al rebelde. El Señor todavía tenía planes para él y lo iba a rehabilitar.

¡PENSEMOS!

 Haga una lista de los cuatro resultados de la reprensión en los marineros. En columna paralela escriba el contraste que se ve en Jonás. En una tercera columna anote su situación. ¿Se asemeja más a Jonás o a los marineros? ¿Cómo demuestra concretamente su compasión hacia los incrédulos? ¿Desde cuándo no ha orado entregando su ser al control de la soberanía divina? ¿Se caracteriza su vida por la obediencia? ¿En qué área necesita “convertirse” al Señor?


Ningún siervo del Señor sale ileso de una rebeldía abierta: Consecuencias de la rebeldía

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El Mensajero Rebelde
Jonás 1:1–3

Antes de estudiar este capítulo sobre Jonás y su rebeldía es preciso que observemos algo sobre el Dios del profeta. Al fin y al cabo, este estudio tiene como propósito enseñarnos las características del Señor: ¿Quién y cómo es él? El Padre Celestial se revela a sí mismo a través de su trato con el profeta Jonás.

El personaje principal de esta profecía no es Jonás sino Jehová. Haciendo un recuento del libro, uno descubre que en estos cuatro capítulos Jehová o Dios se menciona directamente treinta y nueve veces y Jonás solo dieciocho veces. En todo el escrito, el Señor está en control de la situación. El toma la iniciativa de enviar al profeta a Nínive. El hace milagros para realizar sus propósitos. El libro comienza con Jehová llamando al profeta y termina dándole enseñanzas. En el transcurso de estos estudios señalaremos constantemente lo que podemos aprender acerca de nuestro Creador.

¿QUIEN ES JEHOVA?

Ya hemos visto que el libro de Jonás hace hincapié en la bondad del Señor. Esta verdad se ve explícitamente en la declaración de Jonás en 4:2b y en la pregunta de Jehová en 4:11a. No hay duda de que nuestro Dios es clemente y compasivo por naturaleza. Estos atributos divinos se manifiestan en la forma en que él trata a la ciudad malvada de Nínive y al profeta rebelde.

EL SEÑOR ES CLEMENTE Y COMPASIVO

Concretando más, aseveramos que en la profecía de Jonás nuestro Dios se revela como el que salva (2:9c.) y comisiona (1:1). Estas dos verdades se complementan. El hecho de que solo él salva tiene que proclamarse y por eso, él comisiona a ciertos individuos, para que sean portadores especiales de su mensaje.

Nuestro Dios salva 2:9c
La última declaración de la oración que Jonás eleva desde el vientre del gran pez es una confesión de fe: “La salvación es de Jehová”. Varios comentaristas toman esta frase como la verdad central de esta profecía. Todo el libro gira alrededor del hecho de que Jehová salva.

¿Qué es la salvación?
Antes de seguir adelante, es menester que definamos este concepto. ¿Cómo terminaría usted la frase, “La salvación es …”? Recuerde que la pregunta tiene que ver con la esencia, no con los resultados. En términos generales, la salvación es la liberación de cualquier peligro. La Biblia habla de la salvación como liberación de la opresión de ejércitos extranjeros (Jueces 3:9, 15, 31), de las dificultades tales como la persecuión (Salmos 3:7, 59:2), las enfermedades (Marcos 5:23, 28, 34), o el pecado (Hechos 4:12; Romanos 1:16). Resumiendo, se puede decir que la salvación es física o espiritual y siempre encierra la idea de liberación del peligro.

SALVACION ES LIBERACION
DE ALGUN PELIGRO


Toda salvación viene de Jehová
La confesión de Jonás, “la salvación es de Jehová”, significa que toda salvación viene de él, sea física o espiritual. En este libro encontramos ilustrados ambos aspectos. Físicamente, Jehová salvó a los marineros de la tempestad (1:4–15), y a Jonás del mar (1:17) y del vientre del pez (2:10). Espiritualmente, salvó a los marineros (1:10), y a los ninivitas (3:10). Es interesante notar que una salvación física produce salvación espiritual. Los marineros salvados de la tormenta se convirtieron al Señor (1:15, 16). Los ninivitas fueron salvos espiritualmente porque el profeta había sido salvo físicamente. Donde se encuentra liberación de cualquier tipo, allí también se encuentra el Señor porque “la salvación es de Jehová”.

La da a quien él quiere
La iniciativa es siempre divina. El salva a quien él quiere salvar. La salvación es siempre por la pura gracia de Dios (Juan 3:16, Efesios 2:8, 9). A veces los objetos de su gracia son lo que menos esperamos. Esta profecía nos proporciona dos ilustraciones de este principio. ¿Los marineros politeístas (1:5) merecían ser rescatados física y espiritualmente? De ninguna manera, pero “la salvación es de Jehová”. ¿Qué de los odiados ninivitas? En esa época Asiria era la potencia mundial más temida por todos. Tenía la reputación de ser sumamente cruel en el trato de los conquistados. Israel, el pueblo de Dios sabía que era inevitable su conquista por los asirios. Es natural que Jonás no haya querido ver la salvación de este pueblo, pero “la salvación es de Jehová” y la da a quien él quiere.

Nuestro Dios comisiona 1:1
Si la gente va a apropiarse de la salvación, es indispensable que escuche el mensaje. La proclamación del mismo requiere de mensajeros y por eso el Dios que salva también comisiona a sus portavoces. En este caso el Señor seleccionó a Jonás para ser su instrumento.
No se nota explícitamente en este texto, pero en primer término el ministerio del profeta estaba en su pueblo Israel. En por lo menos una ocasión anterior a lo sucedido en la profecía de Jonás, Dios lo había usado para comunicar su mensaje a los israelitas (2 Reyes 14:25).
El relato que tenemos en nuestra Biblia fue usado por Dios para enseñar a su pueblo. ¿Cómo reaccionaría un israelita al leer esta profecía? Se identificaría cien por ciento con Jonás. Tal como el profeta se rebeló frente a la comisión del Señor, así la nación de Israel se rebeló contra su responsabilidad de ser testigo a las naciones (Isaías 43:10–12). El pueblo pagano se arrepintió mientras que la nación escogida persistió en su rebeldía. ¡Qué paradoja! Por medio de este breve trozo biográfico, el Altísimo llamaba a su pueblo al arrepentimiento y al cumplimiento de su responsabilidad de proclamar que “la salvación es de Jehová” en todo el mundo.
Más obvio es el hecho de que Jonás fue comisionado para llevar el mensaje a Nínive (1:2). La verdad de la salvación divina es que no es sólo para el pueblo judío. Jehová quiere que su evangelio sea llevado a todas las naciones (Salmos 67:1–3). Dios siempre ha querido que los que no son de su pueblo lleguen a serlo. Nuestro Creador quería la salvación de los ninivitas de aquella generación y por eso comisionó a su profeta para llevarles el mensaje.

¡PENSEMOS!

 En la actualidad el Señor sigue siendo el mismo. El es quien salva y comisiona. Todavía desea que todas las naciones lo conozcan como el Dios de toda salvación (Mateo 28:18–20). La gran diferencia es que en nuestros días su pueblo no es la nación de Israel, sino la iglesia de Jesucristo de la cual somos miembros. En esta época somos sus testigos (Hechos 1:8). ¿Hasta dónde ha extendido el testimonio de su iglesia local? ¿Tiene algún ministerio que traspase las fronteras de su nación? ¿Alcanza a los odiados y despreciados de su patria?
 Y usted como individuo, ¿qué contribución está haciendo a la tarea de la evangelización del mundo? El Señor ya lo ha enviado (Juan 20:21). ¿Cómo ha respondido? ¿Qué hará durante esta semana para cumplir con su responsabilidad misionera?

LA COMISION DE
JONAS 1:2


En un solo versículo, Jehová revela su voluntad para su siervo Jonás. Esta comisión se caracteriza por su claridad. Sin rodeos. Va al grano y no deja lugar a dudas y especulaciones. Consiste en tres mandatos directos: Levántate, vé y pregona. No hay nada misterioso en estos imperativos. El llamamiento de Jonás es sumamente claro. Así es siempre con la guía del Señor. El no pone enigmas sino que da mandatos claros e inconfundibles. El siervo no tiene excusa si no cumple la voluntad divina.

LA COMISION DIVINA SIEMPRE ES CLARA

Los tres imperativos mencionados representan tres elementos en la dirección del Señor. Estos siempre se encuentran cuando él revela su voluntad a su siervo. Analicémoslos brevemente.

Levántate, (preparación personal)
Cuando nuestro Hacedor nos llama, siempre se toma el tiempo para captar nuestra atención. “Ponte de pie porque te quiero hablar. Prepárate para recibir mi dirección”. Al levantarse, Jonás estaba reconociendo que el que le hablaba era su jefe. Por su acción decía: “Habla, Señor, porque tu siervo está dispuesto a obedecer”. Este es el elemento de la preparación personal. La entrega total al Señor es indispensable para saber lo que él quiere que hagamos.
Además, su acción también lo preparó para actuar. Sentados con los brazos cruzados no vamos a ninguna parte. La obediencia en la preparación es indispensable para lo que sigue. Según Hechos 26:18 el Señor hizo lo mismo con Saulo de Tarso.

Vé a Nínive, (dirección geográfica)
Habiéndose preparado viene el segundo elemento: la dirección. El Señor le indicó precisamente el lugar en que desempeñaría su ministerio: la ciudad de Nínive.
Tres veces Jonás se refiere a ella como “aquella gran ciudad” ( 1:2, 3:2, 4:11) y una vez “ciudad grande en extremo” (3:3). Con estas frases se indica la magnitud del trabajo. Nínive era ciudad grande en área. El versículo 3:3 nos informa del hecho de que era de “tres días de camino”. Es probable que esta referencia es a la región metropolitana que en su circunferencia medía unos 100 kilómetros. También era grande en población. Si el dato en 4:11 se toma literalmente, se calcula que había 600,000 habitantes en el área conurbada. Además la ciudad tenía gran importancia, tal vez era la ciudad más importante del mundo en aquel entonces.

Pregona contra ella, (tarea específica)
Cuando llegara a Nínive, ¿qué debía hacer? ¿Cuál sería su tarea? Esto tampoco queda en duda. Iba a esa ciudad para proclamar el mensaje de Dios. La preposición “contra” implica que su predicación sería una denuncia.
El verbo pregonar implica que la denuncia sería en público y en voz alta. La razón de la acusación era que la maldad de sus habitantes había subido delante del Señor. El ya no soportaba el comportamiento inhumano de los asirios y envió a Jonás para avisarles que iba a actuar en su contra. Con este mandato, Jehová revela a Jonás su tarea específica.

¡PENSEMOS!

 Nuestro Señor no nos va a enviar a Nínive, pero no sabremos a dónde quiere enviarnos hasta que nos hayamos preparado para recibir su dirección. ¿Está dispuesto a ir a cualquier lugar? ¿Aun a su vecindario? Sin la entrega no viene la dirección. Cuando sabe a dónde debe ir, también sabrá qué ha de hacer en ese lugar.
 Los mismos tres elementos se encuentran en La Gran Comisión. Llene los espacios en blanco para ver los paralelismos:

Jonás 1:3
Marcos 16:14, 15
Hechos 1:8
Preparación Personal
v.14

Dirección Geográfica
v.15a

Tarea Específica
v.15b

LA REBELDIA DE
JONAS 1:3


Cuando Dios comisiona, el comisionado tiene que reaccionar a ese llamamiento. Se supone que la respuesta será afirmativa. Se espera que haya obediencia. Pero no siempre sucede así en la vida real. Los siervos del Señor no son robots, sino seres que poseen libre albedrío. Es por esto que las reacciones pueden variar.

POSIBLES REACCIONES.  REACCION
1. Obediencia inmediata y explícita.
2. Obediencia después de discutir.
3. Obediencia parcial
4. Desobediencia deliberada
A LA VOLUNTAD DE DIOS. EJEMPLO
1. Felipe (Hechos 8:26–30)
2. Ananías (Hechos 9:10–17)
3. Saúl (1 Samuel 15)
4. Jonás (1:2, 3)

¡Qué increíble! Siendo siervo del Señor y teniendo instrucciones tan claras de él, Jonás decidió desobedecer. En vez de levantarse para ir, se levantó para huir. Es el único profeta genuino que optó por la rebeldía. Sabía cual era la voluntad divina para su vida y escogió no hacerla.

Su desobediencia deliberada
En vez de obedecer e ir a Nínive, el profeta “se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Su rebeldía es “de” y “a”. Dos veces en el texto se hace referencia al hecho de que Jonás quería escapar de la presencia de Jehová. ¿Es que no sabía que Dios es Omnipresente (Salmos 139)? Por supuesto que sí. Entonces, ¿en qué sentido podía salir de la presencia del Señor? Parece que el primer término es vocacional y el último geográfico. Su primer acto de rebeldía fue decirle a Dios: “Renuncio”, dando a entender que estaba al servicio de alguien. Con esta acción Jonás decía: “Ya no quiero servirte. Busca a otro para llevar tu mensaje a Nínive”. ¡Qué tontería! De acuerdo con su actitud, la frase se usa en el sentido geográfico en la última cláusula del versículo 3. Aunque Dios se encuentra en todas partes, en un sentido muy especial su presencia se limitaba a la Tierra Prometida y a su morada en el Lugar Santísimo del templo de Jerusalén. Al viajar a Tarsis, de hecho pretendía salir de la presencia de Jehová. En otras palabras, Jonás abandonó deliberadamente la voluntad de Dios para su vida por ir al lugar que él había escogido. “Dios dice Nínive. Yo digo Tarsis”. Huyó de Nínive a Tarsis.

¿Por qué?
Se puede preguntar, ¿por qué reaccionó en esta forma? Algunos especulan que por cobardía. Jonás tenía miedo de “meterse en la boca del león” con su mensaje de juicio. Otros piensan que fue por su nacionalismo. Siendo buen judío tenía la idea de que la salvación pertenecía a los judíos solamente. ¿Por qué desperdiciar el mensaje divino en los odiados asirios? Además, sabía que ellos serían usados por Dios para castigar a su pueblo. Por su patriotismo renunció a su oficio de profeta del Señor. En el versículo 4:2 Jonás mismo explicó su razón. Sabía que el Altísimo era bondadoso y que perdonaría a los ninivitas. No quería ver su salvación y por eso se rebeló.

Consecuencias de la rebeldía
Ningún siervo del Señor sale ileso de una rebeldía abierta. Siempre vienen las consecuencias. Así fue con Jonás. Tuvo que sufrir la tempestad (1:4–17), la vergüenza de ser interrogado por paganos (1:8–11), la amenaza de ahogarse (1:15–17), y los días en el vientre del gran pez (1:17–2:10). Desobedecer al Señor siempre cuesta caro, sea en el siglo VIII antes de Cristo o en el siglo XX después de él.

¡PENSEMOS!

 Parece mentira que un portavoz del Señor se pusiera en plan de rebeldía abierta pero es la triste realidad. ¿A qué tarea específica le ha comisionado el Señor? ¿Está obedeciendo, o siguiendo el ejemplo de Jonás?
 Si no sabe qué ha sido comisionado entonces ahora es tiempo para acudir al Señor pidiendo su dirección. Al saber su voluntad, siga el ejemplo de Felipe obedeciendo inmediata y explícitamente (Hechos 8:26–30).
 Recuerde que nuestro Dios es elemente y piadoso y quiere que el mensaje de salvación se predique a todos, aun a los más despreciados por el mundo. ¿En qué forma está usted proclamando este mensaje? ¿Qué se propone hacer esta semana para cumplir con su comisión?


miércoles, 26 de febrero de 2014

puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros: ¿Quiénes son "vosotros"?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 

 
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Resurrección y Responsabilidad

Juan 20:1–21:25

“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros” (Juan 20:19)

“Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

En el Antiguo Testamento, cuando se quería hacer hincapié en el poder de Dios, siempre se hacía referencia al éxodo. La mano poderosa del Señor se había hecho muy evidente en la noche de la pascua y en todos los años de la peregrinación.
Al pasar al Nuevo Testamento, los autores, siempre bajo la dirección del Espíritu Santo, citaban la resurrección como una prueba contundente del poder divino. El capítulo 20 de Juan testifica de ese poder y sus consecuencias. Los que niegan la resurrección de Cristo se oponen también a los cuatro evangelios, al resto del Nuevo Testamento y a los profetas del Antiguo. La resurrección es una doctrina central en la enseñanza bíblica y en nuestra fe.


EL DESCUBRIMIENTO
20:1–29


María Magdalena 20:1
Es fácil de entender la devoción que esa mujer tenía por Señor. Las Escrituras dicen que es la misma de quien Cristo había sacado siete demonios, por lo que su gratitud era inmensa. Estuvo presente ante la cruz con otros amigos fieles. Aunque acompañada por otras mujeres (Lucas 24:1), Juan indica que ella fue la primera en llegar a la tumba “el primer día de la semana… siendo aún oscuro…” (20:1).


EL VALOR DE QUIENES NO SE ESPERABA,
CONTINUÓ MANIFESTÁNDOSE: JOSÉ,
NICODEMO Y LAS MUJERES.



Cuál fue su sorpresa cuando “vio quitada la piedra del sepulcro” (v. 1). Su conclusión natural fue que alguien había violado la tumba, aunque la cueva había sido sellada la noche anterior con una especie de puerta, además del sello oficial puesto por las autoridades. La puerta en sí consistía de una piedra redonda, grande y, por supuesto, muy pesada. Imagínese una gran rueda de piedra que descansaba en una ranura o zanja angosta. Dicha ranura pasaba por la entrada en un plano descendente, su parte más baja quedó directamente frente a la abertura de la cueva.
Antes de ser usada la tumba, tal vez la piedra estaba en la parte alta (siempre en su ranura), sostenida en su lugar por una cuña. Al cerrar la tumba se debe haber quitado la cuña, haciendo que la piedra se deslizara hacia abajo en su ranura, cubriendo así la abertura. Las mujeres, encaminándose hacia el sepulcro, iban preocupadas pensando quién les ayudaría a mover semejante mole de piedra otra vez hacia arriba para abrir la tumba. Al llegar allí, dice Juan que encontraron la piedra “quitada”, o sea, removida, fuera de la ranura, que era el lugar correcto.

Pedro y Juan 20:2–10
María les avisó de su hallazgo y ellos corrieron al sepulcro. Juan llegó primero, pero no necesariamente porque fuera mejor atleta, aunque sí era más joven. Por otro lado, es posible que Pedro cargara con el peso extra de su conciencia que le remordía. Sin duda, en el camino ambos iban pensando que María se había equivocado. Como dice un comentarista: ¡Nadie se apresura a un cementerio para ver a los muertos! Tampoco esperaban que la resurrección hubiera ocurrido.
Su reacción a lo que encontraron al llegar a la tumba la podemos resumir en tres versículos que enfatizan el verbo “ver.”
Juan “bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró” (v. 5). La palabra que el Espíritu guió a Juan a usar quiere decir “percibir y entender”. Entonces, el discípulo no sólo dejó que sus ojos grabaran la escena, reportando los detalles a la mente. Desde el principio, ¡Juan entendió la magnitud del hecho! Lo que vio no era resultado de un robo; ¡Cristo había resucitado!
Pedro “entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte” (vv. 6–7). Esta vez el Espíritu Santo que inspiró a los que escribieron la Biblia, vuelve a usar la palabra “vio”, que significa “presenciar”, como alguien cuando va al teatro.
Juan entró también “y vio y creyó” (v. 8). La palabra combina “ver” y “saber”. Quiere decir que Juan supo con certeza, y creyó de la misma manera, que Cristo había resucitado, aun antes de verlo personalmente.
Estos hombres no habían entendido lo que Cristo les había enseñado acerca de la resurrección (v. 9), pero la visita a la tumba vacía empezó a levantar la neblina de su mente.

¡LA TUMBA VACÍA ES LA EVIDENCIA
INCONTROVERTIBLE DE QUIÉN ES CRISTO!


María y Cristo resucitado 20:11–18
María regresó a la tumba con un pequeño ajuste de perspectiva. Aparentemente ya no pensaba tanto en un robo, sino en que algún amigo se había llevado el cuerpo a otra parte, tal vez para preservarlo. De todos modos, el cuerpo había desaparecido, y ella dio rienda suelta a sus lágrimas. Es asombroso que no se asustara al ver a los ángeles (v. 12), sino que tuvo valor para explicarles su sentir. En eso, dio la vuelta y vio a Jesús sin saber quién era.
No fue hasta que oyó su nombre pronunciado por los labios de su Señor que supo quién era. Juan traduce “Raboni,” como “Maestro” para sus lectores no judíos. Pero para ellos, quería decir “mi propio maestro, muy querido”. La reacción muy natural de María, que pensaba que había “perdido” a su Maestro para siempre al morir, fue de abrazarlo y detenerlo para no dejar que se fuera otra vez. El Señor no permitió que su reacción continuara, y le dio dos razones: Primero, que todavía no había ascendido y tenía algo pendiente que hacer. Antes debía ascender al Padre para presentarle oficialmente su sangre derramada en propiciación por los pecados en el Lugar Santísimo, ante la presencia de Dios en el cielo. La segunda razón que le dio para que desistiera de su actitud, fue que tenía una encomienda especial para ella (v. 17): Ir a reportarlo todo a sus “hermanos”.

Los discípulos y Cristo resucitado en dos domingos 20:19–29
Los discípulos. El grupo de sus seguidores todavía no había entendido completamente la realidad de su resurrección. No disfrutaban del gozo que debieran tener, sabiendo que ésta se había realizado, sino que sufrían por miedo a los judíos. En eso estaban cuando milagrosamente Cristo apareció entre ellos saludándolos en su forma característica: “Paz a vosotros”. ¡Cómo la necesitaban! Los eventos de los últimos dos o tres días los habían lanzado a una tempestad de distintas emociones. Y ahora, sin pasar por la puerta, llegaba Cristo poniéndose en medio de ellos. Sí, les hacía mucha falta la paz.
El Señor les mostró las evidencias de su muerte en la cruz y “se regocijaron viendo al Señor” (v. 20). Fue entonces que les recordó que les había dado una comisión. Para cumplir con esa tarea era necesario un poder especial. Entonces “sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (v. 22). En esa ocasión les dio lo que necesitaban para ser sus representantes mientras llegaba el día de Pentecostés. Fue un período único, el lapso entre la ascensión de Cristo y la venida del Espíritu.
“A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (v. 23). La facultad de perdonar pecados sólo pertenece a Cristo. A sus seguidores corresponde anunciar al mundo que en Cristo hay perdón. Este versículo no enseña que un hombre puede perdonar el pecado. Tampoco es el principio de una ordenanza o sacramento. Es una comisión de predicar la remisión de pecados por la sangre de Cristo. Al no hacerlo, “les son retenidos.”


¡CON CADA PRIVILEGIO, CRISTO
NOS DIO UNA RESPONSABILIDAD!



Tomás. Tomás se había perdido de la bendición maravillosa que los otros habían experimentado. Aun con toda la evidencia que se había ido acumulando, expresó su duda. El quería practicar un examen físico de la evidencia. Precisamente el domingo siguiente tuvo su oportunidad. Estando él presente con los demás discípulos en el mismo lugar que antes, Cristo volvió a aparecer y extendió a Tomás la invitación para que tocara sus heridas, pero éste no aceptó. Con sólo ver, declaró: “¡Señor mío, y Dios mío!”

El propósito del cuarto evangelio 20:30–31
En cierto sentido, el encuentro con Tomás representa el clímax del libro. Su confesión es exactamente lo que Cristo buscaba de todos sus oyentes. Esto concuerda con el objetivo de Juan al escribir el libro. Véase la primera lección que trató acerca de este tema.
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EPÍLOGO: ¡A SERVIR!
21:1–25


El último capítulo es un suplemento, una especie de apéndice que trata algunos asuntos pendientes entre los discípulos. No cabe duda que el tema principal de la obra termina en 20:31. Sin embargo, el mismo autor, probablemente en el corto plazo, agregó una conclusión a su obra maestra. No hay ningún manuscrito original entre los que existen que no tenga el capítulo 21 como parte integral del evangelio. Debemos dar gracias a Dios porque aclaró varios puntos sobre los que hubieran quedado dudas. Tal vez esto es precisamente lo que Juan tenía en mente.

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Los pescadores y Cristo resucitado 21:1–14
La escena cambia de Jerusalén a Galilea. Según el mensaje angelical de Mateo 28:7, el Señor prometió encontrarlos allí. Además, debido a la inseguridad que sentían los discípulos en aquellos días, no les pareció mala idea regresar “a casa”.
Siete de ellos, bajo la influencia del siempre impetuoso Pedro, decidieron salir a pescar, tal vez porque estaban cansados, aburridos, o por necesidad económica; no hubo nada malo en ello. El Señor no los regañó, pero, como que esos expertos ya habían perdido “el toque”, porque aunque estuvieron fuera toda la noche, no pescaron nada.
Una figura indistinguible en la playa les preguntó si habían recogido algo a lo que respondieron en forma típica de pescadores frustrados, con un fuerte, lacónico, y desanimado “¡No!” Entonces la voz autoritaria de la misma figura les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis” (v. 6). En eso, Juan reconoció al Señor, y Pedro se lanzó al agua para llegar hasta él.
Los peces abundaban en la red (v. 11), pero Pedro estaba más interesado en estar al lado de Cristo. Eso fue lo que caracterizó a Pedro en toda la historia del ministerio terrenal de Cristo. El Señor también manifestó algo típico de él: hizo provisión para los suyos y les preparó el desayuno.

¡PENSEMOS!

 Cristo tiene un gran propósito para los suyos. El plan incluye la geografía, o sea el lugar donde debemos estar. En el caso de los discípulos, tenían una cita en Galilea. El plan de Dios se nos revela a través de su Palabra. La voz que vino por sobre las aguas del lago, dijo: “Echad la red a la derecha” y es la misma que nos habla por toda la Biblia. El plan también considera las necesidades de los suyos y hace la provisión necesaria. ¡Cómo han de haber saboreado aquel desayuno delicioso en la playa! Sin duda, les gustó más porque Cristo estaba presente. El Señor también atiende las necesidades de los suyos en esta época: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Este es parte de su plan.

“El pescador” y Cristo resucitado 21:15–19
Es interesante notar que los elementos “pescado” y “fuego” se mencionan siempre en relación con los seguidores de Cristo. Su reclutamiento inicial ocurrió cuando se dedicaban a la pesca. Al final de la historia, Pedro sufrió una derrota ignominiosa alrededor de una fogata ante una sirvienta. Aquí, alrededor de otra fogata, Cristo tiernamente habla con el discípulo apenado y arrepentido.
Con Pedro, Cristo hizo hincapié en el amor. Claro que era imprescindible responder positivamente a la luz que Cristo arrojaba. Los fariseos no lo hicieron. La doctrina que el Hijo enseñó venía del cielo, desde donde él vino a revelar la obra y carácter de Dios.
La doctrina tiene una gran importancia. Pero, al fin y al cabo, uno tiene que enamorarse de Cristo. Este no es un factor adicional a la doctrina, o a la luz. El amor viene por obra del Espíritu, a través de la doctrina y la luz, y crece en una vida de obediencia a ellas. La prueba del carácter cristiano y grado de fe que uno profesa está en el amor que tiene por Cristo.


EL CRISTIANISMO ES CRISTO.
SER CRISTIANO ES SOSTENER UNA
RELACIÓN PERSONAL CON ÉL.
ESTA RESULTA EN AMOR, QUE A SU VEZ
PRODUCE SERVICIO.



Pedro el pescador, ya reconciliado con su Maestro, recibió una nueva comisión. La figura que el Señor emplea ya no es de pescador, sino de pastor de ovejas, a las que le encomendó que apacentara. ¡Gracias a Dios por su misericordia! Sin duda, Pedro diría como Pablo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1 Timoteo 1:12).
Durante los momentos cuando confiaba más en sí mismo (Juan 13:37), Pedro había dicho que estaba dispuesto a poner su vida por Cristo. En ese entonces no sabía cuán débil era. Ahora, al lado del mar de Galilea, con un espíritu mucho más humilde, escuchó al Señor prometerle una muerte semejante a la suya. No obstante las dificultades, la oposición y el odio del mundo, o la muerte en forma de cruz, le dijo: “¡Sígueme!”. Dios pudo hacer uso de Pedro como relata Hechos 1 y 2, porque obedeció de corazón lo que Cristo le dijo.


Dos discípulos y dos rutas qué seguir 21:20–23
Dios tiene un solo plan, pero los detalles no son idénticos para todos los creyentes. El Señor había señalado la forma en que Pedro moriría. Dando muestras de que no había cambiado totalmente, el Pedro de antes señaló a Juan y preguntó a Jesucristo: “¿Y qué de éste?” La contestación del Señor originó el rumor de que Juan no moriría, sino que quedaría vivo hasta su segunda venida.
Pero Cristo no lo dijo así, y Juan mismo lo aclaró: “Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?” (v. 24). Perceptivo como siempre, Juan reconoció que todo dependía de la voluntad de Dios y que su plan era personal y oportuno. A ellos les tocaba dedicarse a vivir su propia vida, siempre con el poder del Espíritu Santo, sin preocuparse de los detalles del plan que Dios tenía para los demás.

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Comentario final 21:24–25
Las penúltimas palabras representan el testimonio de otro autor, tal vez procedente de los hermanos de Efeso. El último versículo alude al muchísimo material que no se incluyó en ninguno de los evangelios. Los tres años y medio de ministerio de Cristo produjeron más de lo que se podría incluir en una biblioteca completa de libros.
Sin embargo, tenemos en la Biblia exactamente lo que Dios quiso. Es más; él no nos responsabiliza por lo que no está incluido en su Libro, sino por lo que sabemos de su voluntad y la manera en que lo ponemos en práctica.

¡PENSEMOS!

 Principiamos el presente estudio diciendo que el Evangelio de San Juan presenta leche y viandas a la vez. Para los nuevos creyentes, hay leche y pueden disfrutar de los aspectos más sencillas de, por ejemplo, Juan 3:16. Este mismo versículo ofrece también vianda para el creyente más maduro. Ni este libro ni la Biblia nos defraudan nunca. Cada vez que se abre, hay más tesoros que debemos apropiarnos.

lunes, 13 de mayo de 2013

La idea procreadora de Dios El matrimonio - 2

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
ESPOSO -La cabeza del hogar

Lo primero que debemos aceptar es que el hombre y la mujer son diferentes. Los hombres tienen cualidades masculinas, y las mujeres tienen cualidades femeninas. La estructura física misma del hombre es diferente desde las células de su cuerpo con sus 23 cromosomas. Hombres y mujeres difieren físicamente, emocionalmente, psicológicamente, mentalmente y relacionalmente. Dios diseñó al hombre primero y determinó que necesitaba una ayuda, entonces creó a Eva. De todos modos, ambos fueron creados a la imagen de Dios. “a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Esto los hace co-iguales bajo Dios.

Dios claramente dio diferentes roles al esposo y a la esposa con un claro mandato al esposo. El es quien “ama a su esposa como Cristo amó a su iglesia” (Efesios 5:25), y él es quien “ama a su esposa como a su propio cuerpo (Efesios 5:28). ¿Qué propósito más alto ha puesto Él delante de un esposo? Está para mostrar el mismo interés por ella en cada aspecto, tales como: nutrirla y apreciarla, protegerla y tener el mismo amor auto-sacrificado que Cristo tuvo por la iglesia. Cuando un hombre trata a su esposa de este modo, encontrará una esposa a quien le será fácil respetarlo y someterse como “al Señor”. El debe entender que una mujer no es propiedad de un hombre, sino su compañera.

De hecho, esta relación determina la efectividad de las oraciones del hombre e impacta tremendamente su vida espiritual. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (I Pedro 3:7). Esto no es una referencia a la vida moral o espiritual, sino a la estructura física del cuerpo, la cual demanda respeto, honor y amor, si has de ser efectivo sirviendo al Señor.

Aún en el jardín del Edén, Dios dejó claro que el propósito de Su creación fue multiplicar y poblar la tierra. La reproducción ha sido siempre evidencia del plan de creación de Dios. En el mismo versículo siguiente, Dios dio un mandamiento que una vez por todas arregla la perversión concerniente al pensamiento de la sociedad actual. El dijo, “fructificad y multiplicaos” (Génesis 1:28). A pesar de lo que el hombre moderno pueda decir, no cabe duda que la homosexualidad es una malvada perversión contra el plan de nuestro Creador. Ellos no pueden reproducir físicamente. Sodoma y Gomorra trataron de violar esto. Dios les destruyó como un ejemplo de Su juicio por violación de Su Divino plan. Si tienes preguntas sobre esto, lee Romanos 1:26-27.

El esposo es aquel que mantendrá unido y ligado el hogar como una faja o banda para ajustar. Si esa faja se rompiese, el hogar caería. Confiere además la idea de que está para ser un líder, un protector y un proveedor con una gran cuota de tierno y amante cuidado.

Se demanda Sacrificio

Ahora veamos las responsabilidades de un esposo hacia su esposa, las cuales pueden ser sintetizadas en una sola palabra: AMOR. “Maridos amad a vuestras mujeres” (Efesios 5:25). No es una opción, ¿pero cómo podemos medir el peso y la profundidad de esa palabra? A menudo usamos la palabra para describir cosas tales como: “amo mi automóvil,” “amo mi perro”, o “amo cabalgar.” De todas maneras, cuando hablamos de amor en una relación matrimonial, la palabra mueve su significado a un nivel mucho más alto.

La Biblia dice, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). La medida completa de tal amor es imposible de comprender para cualquier hombre mortal, pero debe ser la meta de cada verdadero esposo porque se le requiere lograrlo. Si un hombre realmente piensa en esto, entonces todo su egoísmo muere dentro suyo ante el altar del matrimonio. ¿Qué incluye el amor en relación a la vida matrimonial? En el matrimonio, la esposa llega a ser muchas cosas para su esposo, pero la más importante es que ella llega a ser su mejor amiga. Los siguientes versículos ponen este amor en perspectiva y nos dan un más claro entendimiento de este amor: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Jesús estableció este ejemplo para nosotros en la cruz. No podemos hacer menos por nuestra mejor amiga, nuestra esposa. Ahora, veamos cómo esto se relaciona con el matrimonio.

La esposa también puede encontrarse siendo arrastrada hacia un centenar de diferentes direcciones. Tal vez ninguna de ellas sea mala en sí misma, de todos modos, Dios pone una prioridad sobre el hogar, y nosotros debemos hacer lo mismo. El esposo es responsable de establecer guía y ser el ejemplo de liderazgo en el hogar. No es para ser pasado a su esposa. Ella está para seguir y sostener el ejemplo del esposo, siendo guiados juntos por verdaderos principios bíblicos.

El esposo debería ser el líder en oración en las comidas y en el devocional hogareño a la noche con su esposa e hijos. El debe ser un estudiante de la Palabra, aplicando enseñanzas y verdades bíblicas a las muchas situaciones que se presentan en el hogar. El debería llevar a su familia a la iglesia, no solamente enviarles. El hogar y la iglesia deben trabajar juntos edificando un matrimonio en el cual Jesucristo es la cabeza.

Liderazgo físico y espiritual

Hay hombres que pueden ser grandes amantes pero terribles líderes, y hay hombres que pueden ser grandes líderes pero terribles amantes. El ego masculino a menudo se encuentra a sí mismo mentalmente exaltado más allá de su verdadera capacidad. La clave para esto es el equilibrio. Juntos, el hombre y su esposa, deben esforzarse en alcanzar equilibrio en sus roles. Demasiados desafíos pondrán estrés sobre la relación matrimonial y tensión en el hogar. El hogar es la prioridad, y el equilibrio es el ingrediente clave al invertir nuestro tiempo. El esposo podría consumirse con reuniones de negocios, involucrarse en reuniones de iglesia algunas noches a la semana, o ser aficionado a los deportes, y así la lista podría continuar. Ten por seguro que habrá miles de cosas para consumir tu tiempo y mantenerte fuera de tu hogar. De todas maneras, la Biblia claramente enseña priorizar la vida familiar. La clave es “someterse”.

1. Al Espíritu de Dios (Efesios 5:18-19)
2. Unos a otros en el temor de Dios (Efesios 5:21)
3. La esposa al esposo (Efesios. 5:22)
4. El esposo a Cristo (Efesios 5:25)
5. Los hijos a los padres (Efesios 6:1)
6. Los siervos a los amos (Efesios 6:5)
7. Los amos al Señor en el cielo (Efesios. 6:9)

Provisión material

La palabra “amor” incluye muchas responsabilidades y tiene muchas implicaciones. En los votos matrimoniales, el esposo asume la carga del sustento, y ningún hombre verdadero buscará evadir su obligación. La Biblia tiene palabras cortantes para decir sobre los hombres que toman sus responsabilidades livianamente en esta dirección. Dice, “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (I Timoteo 5:8). Normalmente, no es lo mejor cuando la esposa tiene que salir para ganar parte del pan diario, especialmente cuando hay niños en el hogar. Los Psicólogos dicen que el impacto más grande sobre la vida de un hijo es hecho durante los primeros 6 años de su vida. Puede ser la madre, o una cuidadora de niños que moldee la vida de tu hijo. ¿Quién crees que es según la elección de Dios? De todos modos, podrían haber circunstancias, ocasionalmente, donde tal necesidad surja, pero no debería ser la norma. Es responsabilidad del esposo proveer para las necesidades de la familia y así hacerlo, con la mejor de sus habilidades, honrando su responsabilidad ante Dios.

Muchos esposos cometen un error aquí. En su celo por proveer abundantemente para sus hijos y su esposa, ellos olvidan al Señor. Ellos fallan en hacerlo parte del compañerismo. Ellos no dan nada a las obras y los ministerios de Dios, y se asombran cuando Dios no les bendice mas abundantemente. “Él te da el poder para hacer las riquezas (Deuteronomio 8:18). El verdadero y sabio hombre no derramará para sus hijos y su esposa lo que justamente pertenece al Señor de los Ejércitos. II Corintios 8-9 nos da claras instrucciones que el dar debe ser una parte del hogar cristiano. El esposo debe proveer para las necesidades materiales del hogar, pero Dios es el supremo proveedor para nuestras necesidades. Al darle a Él, tu puedes entonces reclamar esta promesa, “Mi Dios suplirá todo lo que nos falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

Unicidad

Cuando un hombre ofrece a una mujer su mano en matrimonio, él dice mediante ese acto, que de todas las mujeres sobre la tierra, él la ha elegido a ella. Unicidad en el matrimonio significa que dos llegan a ser como uno, lo que afecta a uno, afecta al otro. Debe haber tierno cuidado amoroso y entendimiento de esta especial persona. Al vivir juntos como uno, Dios da este especial mandamiento: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (I Pedro 3:7). Tratando a tu esposa equivocadamente apagas tus oraciones e impactas toda tu vida. Cuando su belleza física esté disminuyendo, cuando su cara se arrugue, cuando su voz ya no sea tan musical, cuando la enfermedad deje sus rastros, él deberá estar para amarla tan verdaderamente y tan profundamente como siempre. Estás para darte a tí mismo por ella “así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). Este es un alto desafío, y para el esposo cristiano es un desafío para ser practicado hasta que el cielo dé la bienvenida a uno de ellos en casa.

Zonas peligrosas…El trato y proceso de pensamiento sobre las mujeres debe ser cuidadoso. Los “deseos de la carne” es una de las tentaciones más fuertes del hombre, y el diablo las usará para destruir tu matrimonio. No digas que no te puede suceder a ti. Lee la historia de David, Salomón y otros. El esposo debe guardar su corazón y su mente en estos asuntos. El hombre debe tratar a las mujeres con pureza (I Timoteo 5:2). Debe evitar cualquier pensamiento o actividad sexual fuera del matrimonio (Efesios 5:3-4 y Hebreos 13:4).

Job hizo “pacto con sus ojos” (Job 31:1). Se comprometió a no mirar (o pensar) en otra mujer, con malas intenciones. Para proteger tu matrimonio, debes proteger tus ojos. Si lo ves en televisión, cambia el canal. Si lo ves en una revista, da vuelta la página. Si aparece en tu computadora, rápidamente bórralo. De nuevo, guarda tus ojos y tu mente, y guardarás tu corazón. Puedes llegar a pensar que puedes manejar el asunto, pero estás equivocado. Dios nos da una sola respuesta: – HUYE – “huye de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22).

Plena atención

Muchas veces, los hombres están a menudo descuidados sobre su concentración o atención. El problema es que bajas la guardia, y caes en hábitos libres o fáciles en tu hogar. De compras, o en la calle, eres excedidamente cuidadoso. Estás atento y cortés. Eres cuidadoso de no injuriar los sentimientos de una dama en tu lugar de trabajo, pero cuando llegas al hogar, ventilas todos tus problemas y dices que has sido reprimido todo el día. Puedes ser cortante, brusco y franco en tus comentarios. Respondes preguntas impacientemente y en forma ruda, en un irritado tono de voz. Piensas que porque una mujer es tu esposa, debería saber que la amas, aunque eres rudo con ella. Piensas que ella no debería hacer caso a todo lo que tú haces o dices, aun si eso es algo que ofendería grandemente a otras mujeres. De todos modos, olvidas de que ella tiene sentimientos, y que ella también pudo haber tenido un día escabroso.

Otro error que se comete en el hogar es que no se hacen los mayores esfuerzos en el tema de amabilidad y paciencia. Hay hombres que no dicen nada mezquino, o cortante en el hogar, pero deben confesar que dicen pocas cosas tiernas y amorosas. Su conversación es breve, seca y metódica. La tibieza del amante y recién casado esposo ha desaparecido extrañamente. La promesa de “amar y cuidar” rápidamente ha sido olvidada. El amor hablado necesita ser cultivado como cualquier otra clase de amor, y si no es alimentado, se muere.

Hay veces cuando un hombre debería ser especialmente sensible y atento para con su esposa. Un hijo podría haber estado enfermo todo el día o podría haberla tensionado por su desobediencia; el trabajo de la casa ha sido perturbado y demorado, y el día entero ha estado lleno de inusuales cuidados. Ella puede estar herida y solitaria, pero si su esposo tiene ternura y la demuestra, entonces las memorias de ese día rápidamente se borrarán. Toma poca atención borrar las batallas del día y restaurar el gozo del corazón.

Consejo

Es dado por hecho que si un hombre siente que una mujer es digna de ser su esposa, mirará por ella como un ser maduro, una persona inteligente. Aun después del matrimonio, algunos hombres tratan sus esposas como ellos son, en el mismo nivel mental que los niños. Ellos nunca comparten acerca de sus negocios, o las luchas del día. Ahora bien, una mujer no sabe nada acerca de negocios, pero puede ser una gran consejera, algunas veces viendo el cuadro más amplio. La mujer a la cual se hace referencia en Proverbios 31 revela que es sabio para un esposo buscar el consejo de su esposa. Ella tal vez no tenga los detalles en su cabeza como su esposo los tiene, pero el hecho es que una rápida intuición de la mujer a menudo saltará al punto correcto, mientras la lógica de un hombre es lenta en alcanzarlo. Entonces el hecho mismo de que ella esté mas, o menos, distanciada del inmediato problema, a menudo elaborará sus juicios más claros y más precisos. Es un hombre sabio el que busca el consejo de su esposa en los asuntos de sus negocios. Muchos hombres pueden agradecer el discernimiento de sus esposas por un largo compartir de su fortuna.

Con gran corazón

La cabeza y el corazón deben estar sincronizados. Que nos libre el Cielo de un hombre que es un “nadie” en su trabajo y un pequeño tirano en su hogar. Que ama pararse en el terreno y ser el dominante, ser el tirano matón del círculo del hogar, vociferar mandatos y amenazar a su esposa y sus hijos como algún salvaje animal. De todas las personas despreciables, este hombre es el peor. Esto es una total violación de lo que Dios intentó que los hombres sean para sus esposas. Este tipo de persona no tiene el concepto de lo que significa “Maridos, amad a vuestras esposas”.

Rendición a Cristo

Tal vez este pensamiento quemó sobre tu corazón. Hay hombres que son tiernos para con sus esposas. Ellos proveen cada cosa necesaria para su confort. Ellos son muy atentos y de gran corazón. Ellos les aconsejan muy bien y son bondadosos para con ellas, pero en cuanto a los temas espirituales, ellos se retraen y no toman parte en la adoración con ellas. Ellos se cierran a sí mismos fuera de la más profunda y de la más sagrada parte de la vida de una esposa. Ella va sola a la iglesia. Ella se sienta sola a la mesa del Señor. Sola dobla sus rodillas en oración. Ella sola lleva las esperanzas, adversidades y aspiraciones de su alma. Ella sola quiere que su esposo, mas que nadie en el mundo, venga a Jesucristo y haga de Él su Señor y Salvador. El no tiene parte con ella en todo esto. “Y si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no permanecerá” (Marcos 3:25).

El niega los votos que hizo ante el altar matrimonial. Dios nos hizo cuerpo, alma y espíritu. Negar la parte espiritual de esta sagrada relación es estar ciego a la más importante parte de esta unión. Podríamos decir a cada esposa que, tal vez en esta situación, un matrimonio tal no es un matrimonio como Dios intentó que fuese. Solamente Su gracia la puede ver a través de eso, y ella puede clamar por la promesa de que su consistente testimonio pueda ser el resultado de la salvación de su esposo. “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (I Pedro 3:1).

Si juntos no son un alma y un espíritu, entonces este matrimonio no es a la manera que Dios intentó que fuese. Tal acción de parte de un esposo es completamente equivocada y reprensible, y Dios lo llevará a juicio para responder por esto. Es una gran equivocación para la esposa cristiana y familia, y la consecuencia de sus acciones serán reveladas ante el trono del Juicio.

Los corazones están para ser unidos en comunión eterna. Los años aquí en la tierra son tiempos de preparación para una unión que perdurará más allá del valle de las sombras de la muerte y por último a través de toda la eternidad. Creemos que muchas lágrimas serán derramadas en el cielo por matrimonies fallidos que Dios quiso bendecir pero no pudo. El enjugará todas las lágrimas, pero tendremos recuerdos de lo que debería haber sido. Oremos para que Dios ayude a un esposo que no está en esta correcta relación, para pensar sobre sus cosas y someter su vida a su esposa y sus hijos, pero por sobre todo al Señor Jesucristo, haciendo de Él el Señor de su vida.

Si cosas no están correctas y tu quieres arreglarlas, puedes hacerlo ahora mismo. Si un amigo llamara a la puerta de tu casa, abrirías y lo invitarías a entrar. Jesús llama a la puerta de tu corazón, pero te corresponde a ti abrir la puerta e invitarlo a entrar. Él solamente entrará ante tu invitación. Él limpiará tu corazón y lo hará un lugar donde tú y Él puedan tener comunión cada día de tu vida. Él dice, “He aquí estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz (ese serías tú) y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él” (Apocalipsis 3:20).

La idea procreadora de Dios: El matrimonio

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


MATRIMONIO - Fue Su idea

CAPITULO 1

Vamos a pensar juntos acerca del matrimonio cristiano. El matrimonio fue idea de Dios. Vamos a mirar lo que hace a un matrimonio Cristiano y a un hogar Cristiano. ¿Qué significa estar casado desde el punto de vista de Dios? ¿Cual es el deber de cada miembro de la familia? Según la Biblia, ¿qué debe hacer cada miembro para mantener una apropiada perspectiva cristiana y su responsabilidad como parte de la familia? Vamos a comenzar donde Dios comenzó todo. Le llamamos “Matrimonio”.

El Matrimonio es la única Institución que nos ha venido desde el otro lado de la caída del hombre en el Jardín del Edén (Génesis 2:21-25). Dios ordenó el matrimonio antes de que el pecado entrara en el mundo e intentó que fuera la más plena, la más rica y la más gozosa vida en el planeta Tierra. Si falla en serlo, la falla no está en la Institución misma sino en aquellos que entran en ella descuidadamente y fracasan en cumplir sus condiciones. De hecho, el matrimonio es tan importante en el plan de Dios que El hace una comparación en la carta a los Efesios entre el Matrimonio y la Iglesia. “El esposo es la cabeza de la esposa, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia; y El es el Salvador del cuerpo. Por lo tanto, como la Iglesia está sujeta a Cristo, así las esposas deben estar sujetas a sus propios maridos. Esposos, amen a sus esposas así como Cristo amó a la Iglesia y se dio a sí mismo por ella... Así los hombres deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama” (Efesios 5:23-25; 28). La Iglesia debería ser un reflejo del hogar, y el hogar un reflejo de la Iglesia.

Chequeo Pre-Matrimonial

Las expectativas para el matrimonio varían en muchas maneras. Algunos se casan por motivaciones equivocadas tales como: atracción física, seguridad financiera, seguridad física, estabilidad emocional, compatibilidad sexual, para liberarse de los padres, escapar de un hogar malo, una pobre auto imagen, aprobación, y la lista continúa. Tarde o temprano estos motivos se manifestarán y pondrán el matrimonio en peligro. Cada uno debería ser absolutamente honesto y abierto con el otro antes de casarse. Deberían tener la libertad de hacerse preguntas ya sea de lo social, espiritual, físico o cualquier cosa que pudiese ser una parte del pasado del otro. Honestamente preverán futuros impactos que podrían salvar su matrimonio. De hecho, cada relación romántica requiere la prueba del tiempo, como así también la prueba de una separación ocasional. Esta es una práctica fundamental para determinar la Voluntad de Dios. Tiempo separados hará crecer el corazón más cariñoso, ya sea en aquel con quien planeas casarte o por alguien más. Asegúrate que tu relación ha experimentado la prueba del tiempo.
Dios planeó que muchas de nuestras necesidades individuales se suplan a través del matrimonio. La necesidad de compañerismo, familia, aceptación social, intimidad sexual y muchas otras necesidades son logradas a través del matrimonio. “Por eso dejará el hombre a su padre y su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Efesios 5:31). Dios ordenó el matrimonio para el confort, la felicidad y el beneficio de la humanidad. Es parte del plan original de Dios. No es una relación que ha evolucionado. No es una costumbre en la cual el hombre cayó en los tempranos días de la raza humana. No es un mero arreglo o relación que es temporario y hecho por hombres. Es de orígen Divino como parte de la creación de Dios, que Dios ordenó para ser una obligación de por vida del uno para el otro. “Lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Marcos 10:9). Es Su Institución Ordenada para que los hombres y mujeres se unan en una relación física y emocional y tengan el privilegio de traer niños a este mundo.

No hay relación sobre la tierra tan cercana y sagrada como la relación de matrimonio. Sobrepasa a la relación de hijo a madre o padre. Nuestro Salvador, Él mismo, determinó que el hombre debe dejar a su padre y a su madre y unirse a su mujer (Génesis 2:24). Esto no debe ser tomado en el sentido de que un hombre sea negligente con su padre o madre, lejos sea de eso. Esto significa que la relación matrimonial y sus obligaciones están primero. Desde el momento en que un hombre y una mujer se paran ante el altar matrimonial, su más alto deber es el uno para con el otro.
Un Ministro del Evangelio debería consumar el matrimonio cristiano. Es una ceremonia tan solemne, tan cargada de posibilidades de bueno o malo, tan ligada con el destino eterno de las vidas de personas, que un modo frívolo o de mal gusto en ella no debería ser tolerado. En el matrimonio, dos corazones y dos vidas se unen, llegando a ser una por el resto de sus vidas. Este fue el plan original de Dios para el matrimonio antes de la caída del hombre en pecado. “Por tanto, dejará el hombre su padre y su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Génesis 2:24). Uno es el único número que no es divisible.
Aquí tenemos una famosa frase que nos da la perspectiva de Dios sobre el matrimonio. “Si Dios hubiera querido que la mujer gobernase sobre el hombre, la hubiera sacado de la cabeza de Adán. Si la hubiera diseñado para ser su esclava, la habría sacado de sus pies. Pero Dios sacó a la mujer del costado de Adán, para que fuese su ayuda idónea y co-igual con él” (Agustín).

Compromiso

El matrimonio es un vínculo que solo puede ser disuelto por la muerte. La ceremonia se enfoca en un pacto entre dos personas que intercambian votos y se prometen uno a otro “amor, honor y cuidado hasta que la muerte los separe”. La ceremonia anticipa exclusivo compromiso de futuros eventos a pesar de lo que pase. “Para mejor o para peor, en enfermedad o en salud, en pobreza o en riqueza.” Estas dos personas se presentan ante Dios y hacen un pacto que solamente la muerte puede anular. No nos resulta difícil pensar que los ángeles del cielo silencian sus canciones y se admiran silenciosamente mientras votos santos son tomados, y dos corazones y vidas son unidos por designios Divinos. Una ceremonia tan santa, tan sagrada, tan llena de destino que como cristianos, debería ser hecha en la presencia de cristianos que entiendan lo sagrado de la ocasión. Que no seamos culpables de tratar livianamente el plan divino.
¿Qué les espera a estas dos personas si para ellos el matrimonio es probar la bendición que Dios intentó que fuese? ¿Qué deben tener ellos en sus corazones? ¿Qué sustentará esta nueva relación? ¿Habrá algunos ajustes o conflictos? Vamos a considerar algunos de ellos.

Flexibilidad y Entendimiento

Cada pastor de una iglesia sabe la verdad de esto. Cuando dos vidas se unen, hay, necesariamente, por un tiempo, un ímpetu de vida contra vida. Todos nosotros procedemos de diferentes trasfondos, familias, temperamentos y personalidades. Muchos ajustes deben ser hechos, y cada uno debe tener mente y corazón entendidos para combinar estas relaciones juntos. Se debe empezar por entender que hay una gran diferencia entre la manera de pensar de un hombre y la de una mujer. Cosas que son importantes para una mujer son insignificantes para un hombre, y cosas que son importantes para un hombre son insignificantes para una mujer. Rápidamente se descubren aquellos hábitos, gustos e inclinaciones que difieren mucho más ampliamente que lo que pensábamos durante aquellos maravillosos días de cortejo de novios. Si ambos fueran idénticos, el matrimonio rápidamente se tornaría aburrido. Dios nos hizo diferentes para que pudiéramos complementarnos uno a otro mientras maduramos.
La mejor manera de hacer estos ajustes es usar frecuentemente las siguientes cinco palabras: “Lo siento, perdóname, te amo.” Un versículo para fortalecernos en esto es: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19). Al descubrir tantas diferencias, algunas parejas a veces crecen descorazonadas y concluyen al fin que su matrimonio fue un espantoso error. Entendamos una vez más, que el matrimonio requiere sacrificio y ajustes del uno para el otro. Es fácil olvidar cuan maravilloso fue y cuánto estabas enamorado antes de casarte. De nuevo, el matrimonio es un plan Divino que fusiona dos vidas en una, y lo va haciendo un día a la vez, comienza a madurar y complementar uno al otro en cada cosa que hagas. Como alguien ha dicho, “Tu nunca conoces realmente una persona hasta que vivas con él o con ella, y comenzar a conocerse es el gozo de la vida matrimonial.”
Déjame ilustrarte cómo funciona todo esto. ¿Has estado parado y observando cómo dos cursos de aguas confluyen para formar uno sólo? Uno puede ser una corriente barrosa y la otra de aguas claras. Donde las dos corrientes se encuentran se observa una línea divisoria. Al seguir la nueva corriente, te sorprenderá encontrar que dentro de una comparativa corta distancia todos los signos de distinción se pierden. Las corrientes han sido completamente fusionadas. Así es cuando dos vidas se fusionan en matrimonio. Unión y perfecta mezcla nunca pueden forzarse. Vienen tranquila y gradualmente - pero vendrá – y sus vidas juntas serán más finas, más nobles y más fuertes que si no hubiera habido diferencias para vencer. Cada uno habrá ganado una victoria moral sobre su propia alma, y la vida unida en el Señor Jesucristo traerá calma y aguas tranquilas a una maravillosa relación.
A veces, en medio de tu frustración y autocompasión, el diablo tratará de destruir la relación. Una palabra que una pareja cristiana nunca debería considerar o discutir es la palabra “divorcio”. Nunca es la respuesta. Es la mentira del diablo para hacerte pensar que todos tus problemas se resolverían. Si has buscado la voluntad de Dios y Él los ha unido, con Su gracia y guía, y tu perseverancia, tu puedes hacer que funcione. Cuando mires atrás, años después, entenderás el vínculo del verdadero amor en el matrimonio y te regocijarás en la maravillosa relación que tienes. Todo lo que se necesita es un poco de sabia paciencia. Si cada uno es paciente y pensativo hacia el otro, el ajuste ocurrirá muy rápidamente, y descubrirás que el matrimonio, cuando estás en el centro de la voluntad de Dios, es la más maravillosa relación sobre la tierra.

Determinación

Edificar una relación matrimonial no es fácil. Deberán haber menos pensamientos de felicidad y más pensamientos del simple y desadornado trabajo de matrimonio. Cuando un científico se mantiene en silencio por años en el laboratorio de investigaciones, cuando un niño nace lisiado y algún corazón de madre es encadenado al pequeño sofá de sufrimiento, no les presionamos con tontas inquisitorias como si son felices o no. Tal pregunta sería un insulto. El matrimonio es una obligación a través de la cual debemos mirar. Debemos mirar antes de saltar, y habiendo saltado, estamos para permanecer comprometidos al poste del deber. Nunca hubo un matrimonio que podría haber posiblemente sido un éxito o un matrimonio que podría haber posiblemente sido un fracaso.
Nadie tiene derecho a la felicidad hasta que la gane por devoción, coraje y autosacrificio. Estas tres cualidades traen la felicidad y el gozo que Dios pensó para dos que llegan a ser uno en Él a través del matrimonio. “Sometiéndose unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21). La felicidad no es una meta motivacional. Ella cambia como el viento. La felicidad es el resultado de la obediencia en hacer la voluntad de Dios de acuerdo a la Palabra de Dios. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13-14). Para la pareja cristiana, el matrimonio debería ser una nueva vida existente en dos personas.
Si la felicidad es la primera búsqueda y se la hace la meta final del matrimonio, ella elude la febril búsqueda y escapa. Si, de todos modos, el hombre y la mujer se ciñen a sí mismos a la aventura del matrimonio por convertirse en sacrificiales, pacientes, perdonadores y determinados a hacer un éxito de la aventura a cualquier costo, entonces ellos encuentran felicidad. El matrimonio es un medio de gracia, no una superficial felicidad humana. Recuerda, el matrimonio es un triángulo. En los puntos de la base, estás tu y tu cónyuge. En el punto superior del triángulo está Dios. Si te acercas a Dios, automáticamente se acercarán uno al otro, y si se acercan más uno a otro, automáticamente te acercarás a Él y hallarás que “el gozo de Jehová es tu fuerza” (Nehemías 8:10).

Buen trato y Cortesía

Si estas casado, recuerda como eras antes del casamiento, cuan atento fue tu trato! No podías hacer lo suficiente para complacer uno al otro. Después del matrimonio, cuan propensos somos a dejar caer las pequeñas cosas amenas de la vida. Las palabras “te amo,” “agradezco a Dios por ti,” “tu eres especial” y otra palabras de motivación, son frecuentemente menos usadas. Las pequeñas cortesías que significan tanto al corazón y a la felicidad de cada uno, comienzan a disminuir. Por supuesto, este no es un asunto unilateral. La esposa a menudo es tan negligente en este tema como lo es su esposo. El punto es que estas palabras y reconocimientos son necesarios para el éxito de la vida matrimonial. Márcalo como un punto, de modo que esos refinamientos en el modo del trato uno al otro sean preservados.
Nuestros corazones son amorosos, pero no tanto como para permanentemente resistir mal trato. El mismo hecho de que son corazones hogareños los hace más sensibles a tales negligencias. El corazón hogareño y el amor hogareño son fieles y resistentes plantas, pero no tan resistentes como para nunca necesitar el rocío y la luz solar de las amables, tiernas y corteses acciones. El hecho es que no hay corazones hambrientos tan apasionadamente luego de bondadosa, afectiva y premeditada cortesía, como los corazones hogareños de una pareja casada. Muchos matrimonies han sido destruidos en este punto. “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua; sino de hecho y en verdad” (I Juan 3:18).

Unidad de interés

Es algo muy fácil, incluso para los corazones que se aman unos a otros muy sentidamente, perder el rumbo. Antes del matrimonio, tu hiciste todo lo que podías para alcanzar lo que la otra persona gustaba. Entonces debías estar seguro de proveer esto para ella. Después del casamiento el esposo tiene su oficina, cuidados, responsabilidades profesionales y su diaria fatiga. La esposa tiene sus problemas de la casa, hijos y compromisos sociales. A menudo, antes de que cualquiera de los dos se de cuenta, ellos han separado rumbos, y malentendidos han llegado a ser fáciles, porque sus intereses han sido removidos lejos.
Ahora, hay excelentes maneras para encarar estas contingencias. Conocemos un espléndido hombre y su esposa que han estado casi abrumadoramente ocupados, cada uno en su propia línea de trabajo. De todos modos, ellos no han permitido que esto les cause crecer apartados. Ellos leen juntos. Cada uno se interesa por los problemas y las esperanzas del otro. Ellos adoran juntos y oran juntos. Los años los han entretejido en una perfecta unión de amor matrimonial. Ningún hombre es tan grande como para estar por encima de los asuntos que afectan los intereses de su esposa. Si él es desconsiderado, no es un signo de grandeza sino de insensatez y fracaso en cuidar del más precioso tesoro que Dios le ha dado. El matrimonio es más que encontrar la persona correcta; es ser la persona correcta. Y para ser la persona correcta, debes tener una correcta relación con Jesucristo. Entonces tendrás la correcta relación con el otro. Por favor lee Colosenses 3:12-17.

Visión para Evitar Malentendidos

La vida matrimonial no es un lugar para andar calculando a quien le corresponde o de quién es la obligación. El verdadero amor no conoce tal decisión! Ninguno, excepto un necio, tomará tal curso. La vida matrimonial es para tomar el primer paso hacia la reconciliación, para disculparse primero. Si palabras ofensivas han sido dichas durante el día, deben ser consideradas instantáneamente. Aquí tenemos una buena práctica, si palabras de ofensa o enojo han sido dichas durante el día, este versículo debe ser aplicado: “Airáos, pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Antes de cerrar tus ojos para dormir, debes estar seguro de que hay una completa restauración de la relación entre ti y tu cónyuge. Las palabras “lo siento” traerán paz al corazón, sumado a un buen sueño nocturno. El verdadero amor se deleita en ser el primero en perdonar. No hay lugar para el orgullo en la vida matrimonial. No debería haber sido permitido antes del matrimonio. No debe ser permitido ahora.

Jesucristo en el Hogar

Dejar a Jesucristo y la Biblia fuera de nuestra diaria conversación es un error fatal. Jesús nunca tuvo un hogar de su propiedad, pero fue un amante del hogar y pasó mucho tiempo en diferentes hogares. Su Presencia en el hogar es indispensable. Él ama tu hogar y quiere ser un huésped bienvenido en todo tiempo. Nunca debes crear una situación en tu hogar o relación con la que no te sentirías confortable invitándole como tu huésped. Realmente no puede haber profundo y permanente amor sin Él. Podría haber acuerdo, de alguna clase. Hombres y mujeres podrían vivir juntos en paz, pero no hay tal cosa como un verdadero hogar sin la permanente presencia del Hijo de Dios. El corazón de cada hogar es la esposa; la cabeza de cada hogar es el esposo; la cabeza de cada marido es Cristo; la cabeza de Cristo es Dios. “Pero esto quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (I Corintios 11:3).

sábado, 4 de mayo de 2013

Antiguo - Nuevo Testamento: Herramienta para investigar en la Biblia

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 9MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
El Diccionario expositivo completo de términos del Antiguo y Nuevo Testamento (Vine’s) reúne dos obras en un solo volumen: 

  • el Diccionario expositivo de términos del Nuevo Testamento por W. E. Vine y 
  • el Diccionario Expositivo de términos del Antiguo Testamento, de Nelson (Merril Unger y William White Jr. editores). 
La popularidad a través de los años de estas dos obras (publicadas originalmente en inglés) indica en forma convincente que una publicación en un solo tomo será bien recibida por un buen número de esforzados estudiosos de la Biblia y que significará un insumo útil para cualquier biblioteca de obras de consulta. Una versión anterior en castellano del diccionario del Nuevo Testamento ha sido completamente revisada, mientras que el diccionario del Antiguo Testamento fue traducido y adaptado al castellano especialmente para esta edición.


Ponemos esta obra a su disposición con el deseo de que pueda llegar a ser un recurso facilitador del estudio de los significados de los términos bíblicos, particularmente para quienes no han estudiado Griego o Hebreo formalmente. No conocemos otro recurso lingüístico y pedagógico que cumpla con este cometido. El Diccionario expositivo de términos del Antiguo y Nuevo Testamento (Vine’s) permite que el lector tenga fácil acceso (por orden alfabético) a los equivalentes en castellano de los vocablos griegos y hebraicos que se analizan en las dos secciones del libro. 



A lo largo del texto los términos bíblicos más significativos se ilustran con pasajes de las Escrituras, comentarios, referencias cruzadas, acepciones antiguas y modernas, etimologías precisas, notas históricas e información técnica bien definida. Cada sección contiene un índice de términos transliterados, y un índice temático, lo cual añade a la utilidad de esta obra. Los índices facilitarán el acceso a términos y temas bíblicos que son de particular interés al estudioso de las Escrituras.



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