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lunes, 28 de marzo de 2016

Paz a vosotros. Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






Nos preparamos para enseñar en la Congregación
Un Intelectual que llega a creer
Juan 20:24-29 
20:24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús                vino. 
25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en            sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere        mi mano en su costado, no creeré. 
26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó            Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 
27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en      mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y      creyeron.
Tomás: Igual que nosotros - incrédulos

Jesús ante el intelectual persuadido (Juan 20:24–29)

Consideremos el caso de Tomás, que no quiso creer. No era tanto incrédulo como intelectual. Quería pruebas fehacientes para persuadirse de que en verdad Jesucristo había resucitado de los muertos. 

Hay algo cautivante en este Tomás, un intelectual sincero que quería pruebas genuinas de la resurrección. No tenía interés en ser crédulo ni en aceptar las palabras de una mujer nerviosa y acongojada o de un grupo de hombres que quizás habían visto una aparición casi fantástica.

Una historia actual: Un intelectual malvado - Un intelectual convertido 
Lewis Wallace, autor de la famosa novela Ben Hur, estaba convencido de que la resurrección de Jesús era un fraude histórico, y se propuso escribir ese libro para demostrarlo y poder “taparle la boca” a los cristianos. Este escritor se llevó la sorpresa de su vida pues al concluir sus investigaciones se había persuadido de que las pruebas legales y los documentos históricos en verdad indicaban que Cristo había resucitado. Fue entonces que su conocido libro fue escrito desde una perspectiva cristiana pues Wallace decidió aceptar a Jesucristo como su Salvador.

Muchos han declarado que hay más pruebas legales de que Jesucristo existió y resucitó, que de que Julio César existió y murió de la manera que dice la historia.
Pensemos en Tomás, este intelectual persuadido:

1. Tomás había estado ausente (Juan 20:24).
Cuando Jesús apareció a los discípulos reunidos aquel primer domingo por la noche, él estaba ausente. No se nos dice por qué. Sólo sabemos que no estaba con los demás.
Es también interesante notar que aunque Judas ya no estaba, aún se habla de los apóstoles como de “los doce”.

2. Tomás demanda pruebas tangibles (Juan 20:25).
Cuando se reunió con los demás, le dijeron que habían visto al Señor. Sin embargo, tal testimonio le resultaba insuficiente; él quería pruebas tangibles: “la señal de los clavos”, “mi mano en su costado”. No quería un mero testimonio de palabras sino que quería ver y tocar por sí mismo. 

Tomás nos cautiva en el sentido de que es fácil sentirnos identificados con él. Si hubiéramos estado en su lugar, muchos habríamos actuado como él y habríamos dicho exactamente lo mismo: “A mí no van a convencerme un grupo de personas asustadas”. Más que incrédulo, Tomás era pensante, y no se había convencido sólo con el testimonio de sus amigos.

3. Tomás recibe pruebas tangibles (Juan 20:26–27).
Habían pasado ocho días desde la resurrección. Los discípulos están reunidos y ocurre un nuevo milagro. Por amor a Tomás, Jesucristo volvió a aparecer de sorpresa. Este milagro fue para convencer a Tomás, para ayudarnos a todos nosotros (siglos más tarde) y asegurarnos que su resurrección fue real.

Jesús dio las pruebas que Tomás demandaba. En otras palabras, le dijo: “Querido Tomás, aquí tienes; no te quedes mirando sólo mis manos sino pon tu dedo en ellas; acerca tu mano y métela en mi costado.” El Señor no lo reprendió sino que lo animó. Le estaba diciendo: “Tomás me agrada tu manera de pensar. ¿Quieres pruebas? Aquí están. Pruébame que yo soy. Yo soy el que morí y he resucitado.”

4. Tomás se entrega de corazón (Juan 20:28).
No sabemos si Tomás puso su dedo en las manos y el costado de Jesús, pero sabemos que de rodillas respondió “Señor mío y Dios mío”. Tomás, entregado en un ciento por ciento al Cristo resucitado, lo adora de corazón. Todo el mundo lo llama el “incrédulo”, pero es preferible considerarlo como un intelectual sincero e inteligente. Se había persuadido y entonces adora con toda su alma.

Nadie antes se había dirigido a Jesús de esa forma: “¡Señor mío y Dios mío!” ¿Qué más podía decirle a Jesús? (No hay afirmación más importante, aunque no basta con decirlo sino que además hay que vivirlo.)

5. Jesús enseña una lección universal (Juan 20:29).
Jesús extrae una lección universal de esta experiencia. No fue una reprensión enfadada pues no era el ánimo de Jesucristo hacerlo. Era una penetrante instrucción a Tomás y a todos nosotros.

No hemos visto a Cristo con los ojos terrenales, pero un día le veremos cara a cara (Is. 33:17). Sin embargo, aunque no lo hemos visto, creemos en él de todo corazón. Le amamos aunque no le vemos (1 P. 1:8), y por eso somos bienaventurados.

  JESUCRISTO APARECE A LOS DISCIPULOS (Juan 20:19–29)


  A.      Jesús ante los diez discípulos (Juan 20:19–23)
    1.      Su aparición sobrenatural (Juan 20:19–20)
      a.      Eventos sobrenaturales (19a)
      b.      Palabras especiales (19b)
      c.      Evidencias incontrovertibles (20a)
      d.      Efecto innegable (20b)

    2.      Su comisión a los discípulos (Juan 20:21–23)
      a.      El envío (21)
      b.      La energía (22)
      c.      La autoridad (23)

  B.      Jesús ante el intelectual persuadido (Juan 20:24–29)
    1.      Tomás había estado ausente (24)
    2.      Tomás demanda pruebas tangibles (25)
    3.      Tomás recibe pruebas tangibles (26–27)
    4.      Tomás se entrega de corazón (28)
    5.      Jesús enseña lección universal (29)

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