miércoles, 18 de febrero de 2015

No sacrificar a los ídolos, lo cual se ordena una y otra vez, sería al menos un modo de evitar contacto con los demonios.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Busqué la palabra «demonio» en nuestra antigua Concordancia Strong y me sorprendió descubrir que «demonio» o «demonios» se encontraba solo cuatro veces en todo el Antiguo Testamento. En cada ocasión tenía que ver con sacrificar a los ídolos, indicando que aquellos que sacrifican a los ídolos en realidad están sacrificando a los demonios. Concluí que aparentemente los ídolos representan demonios, y que podrían personificarlos.

La palabra «espíritu» aparece más a menudo en el Antiguo Testamento y se usa frecuentemente de manera negativa. Encontré, por ejemplo, espíritus mentirosos, familiares, perversos, de aflicción, inmundos, de prostitución, de celos, de languidez, de orgullo y de animadversión. Debido a mi experiencia práctica a través de los años, muchas veces me he topado con todas esas clases de espíritus y he llegado a la conclusión de que los espíritus malignos y los demonios son lo mismo. No he descubierto ningún remedio o manera de tratar con espíritus malignos en el Antiguo Testamento, aunque admito que podría haber pasado algo por alto. Al menos, no hay remedio claro o corriente. Por supuesto, no sacrificar a los ídolos, lo cual se ordena una y otra vez, sería al menos un modo de evitar contacto con los demonios.

El Salmo 50:5 nos dice un poco más acerca de los sacrificios y de lo que hacen: «Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio». Por consiguiente, se podría concluir que un sacrificio, especialmente aquel en que se involucra sangre, produce un pacto que es un contrato espiritual con Dios o con los demonios. Puesto que un pacto con Dios es un acuerdo santo, un pacto con demonios produce un acuerdo impío; diría además que con ambos ocurre un compromiso de comunicación de dos vías. 

Los sacrificios son transacciones espirituales serias entre seres humanos y el reino de las tinieblas o el reino de luz.

Para llegar con exactitud a una feliz conclusión, pensemos por un instante en Levítico 17:11: «La vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona». En mi Nueva Versión King James: Edición extensa de la Biblia abierta (Thomas Nelson, Nashville, TN, 1985), el «Índice enciclopédico bíblico» define la palabra «expiación» como «reconciliación de la culpa mediante el sacrificio divino». ¡Cuán agradecidos estamos de que Dios haya forjado un camino para liberarnos de la culpa por nuestros pecados mediante el sacrificio de Jesús! 



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