Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 1.5MBytes | 170 páginas | Idioma:Spanish | Categoría: Estudio Bíblico Liberación
Información
ÍNDICE
Introducción
La dramática aparición de Elías
El cielo cerrado
El arroyo de Querit
La prueba de la fe
El arroyo seco
Elías en Sarepta
Los apuros de una viuda
El Señor proveerá
Una Providencia oscura
Las mujeres recibieron sus muertos por resurrección
Frente al peligro
Frente a Acab
El alborotador de Israel
La llamada al Carmelo
El reto de Elías
Oídos que no oyen
La confianza de la fe
La oración eficaz
La respuesta por fuego
El sonido de una grande lluvia
Perseverancia en la oración
La huida
En el desierto
Abatido
Fortalecido
La cueva de Orbe
El silbo apacible y delicado
La restauración de Elías
La viña de Nabot
El pecador descubierto
Un mensaje aterrador
La última misión de Elías
Un instrumento de juicio
La partida de Elías
El carro de fuego
Su aparición repentina de la oscuridad más completa, sus intervenciones dramáticas en la historia, nacional de Israel, sus milagros, su partida de la tierra en un carro de fuego, sirven para cautivar el pensamiento tanto del predicador como del escritor.
El Nuevo Testamento apoya este interés. Si Jesucristo es el Profeta "como Moisés", también Elías tiene su paralelo en el Nuevo Testamento: Juan, el más grande de los profetas. Y, lo que es todavía más notable, Elías mismo reaparece de forma visible cuando con Moisés, en el monte de "la magnífica gloria", "habla de la contienda que ganó nuestra vida con el Hijo de Dios encarnado".
¿Qué sublime honor fue éste! Moisés y Elías son los nombres que no sólo brillan con pareja grandeza en los capítulos finales del Antiguo Testamento, sino que aparecen también como representantes vivientes de la hueste redimida del Señor —los resucitados y los traspuestos— en el "monte santo", donde conversan de la salida que su Señor y Salvador había de cumplir en el tiempo designado por el Padre.
Es el representante "transpuesto", la segunda de las maravillosas excepciones en el Antiguo Testamento del reino universal de la muerte, cuyo retrato se traza en las páginas que siguen. “Aparece, como la tempestad, desaparece como el torbellino” —dijo el Obispo Hall en el siglo XVII—; "lo primero que oímos de él es un juramento y una amenaza". Sus palabras, como rayos, parecen rasgar el firmamento de Israel. En una ocasión famosa, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob respondió a éstas con fuego sobre el altar del holocausto. A lo largo de la carrera sorprendente de Elías el juicio y la misericordia están entremezclados. Desde el momento en que aparece, "sin padre, sin madre", "como si fuera el hijo de la tierra"', hasta el día, cuando cayó su manto y cruzó el río de la muerte sin gustarla, ejerció un ministerio sólo comparable al de Moisés, su compañero en el monte. "Era", dice el Obispo Hall, "el profeta más eminente reservado para la época más corrupta".
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